Capítulo 8.
Terminamos la cena y abandonamos el salón del comedor, regresamos a la estancia donde estábamos anteriormente, ahí había también una chimenea donde ya estaba encendido el hogar sin importar la iluminación de la estancia. Ella se sentó muy cerca del fuego y una doncella le trajo una copa con algún tipo de licor.
- ¿Qué sueles hacer a esta hora del día? –me preguntó.
-leo un poco y me voy a la cama, algunas veces platico con Youko hasta que no puedo estar despierta más –ella asintió en silencio - ¿tú que sueles hacer?
-casi siempre estoy cansada, así que, para estas horas, usualmente ya me he lavado y necesito dormir, pero hoy ha sido un día muy tranquilo –lo decía por su parte, porque yo si estaba cansada.
-debe ser agotador estar todo el tiempo con su majestad –ella sonrió.
-pero que no se entere –me dijo aun con aquella sonrisa, sentí de pronto palpitaciones.
-no lo hará… iré a asearme, ha sido un largo día.
-claro, te veré más tarde –dijo ella, mientras bebía lentamente de su copa.
Akane, que se encontraba sentada en un sitio cerca en la misma estancia, se levantó y me acompaño, preguntó si quería tomar un baño o si solo deseaba despejarme del sudor, preferí el baño, quería un baño largo y caliente para relajar los músculos de mis piernas, además no quería oler mal, compartiríamos el dormitorio nuevamente ¿no? Me avergonzaría que le llegara algún olor desagradable. Akane se fue por otro pasillo para ir a preparar el baño y yo subí las escaleras hasta llegar al piso de mi habitación. Al llegar fue inevitable para mi sentarme en la orilla de la cama y dejarme caer por completo en el colchón. Había tantas cosas que repensar… pero me sentía cansada. Cerré los ojos un momento y lo siguiente fue la voz de Akane mientras me movía suavemente el hombro.
-milady, el agua esta lista –tal parecía que había dormido por unos momentos.
-sí, por supuesto –me levanté lo más rápido posible con un subidón de energía y me dejé desvestir por Akane.
Mientras me lavaban me permití pensar un poco, ¿hoy también usará un camisón traslucido? Si hoy también usaba uno significaría que ya era costumbre ¿no? Me sentía, en cierta manera, impaciente por comprobar mis sospechas, solo esperaba no quedarme dormida antes de confirmarlas. Hoy había usado esas calzas que se le ajustaban a las piernas, debía admitir que las vestía muy bien, me preguntaba cómo se las pondría… no, debían ponérselas, alguna o algunas doncellas seguramente la vestían… me imaginé a dos de las doncellas deslizando las calzas negras por sus muslos y vistiéndole la camisa blanca que noté llevaba debajo… ¿está bien que otras mujeres la toquen ahora que está casada? No sabía qué pensar sobre ello…
Al final, Akane y otra doncella llamada Erstin me secaron el cuerpo, vistieron el camisón y me quitaron el exceso de agua del cabello con su respectivo cepillado. Por la noche, cuando ya es la hora de acostarse a dormir, solo uso el camisón sin más, pero ahora uso también una bata encima, sin embargo, apenas ahora me preguntaba si era lo mismo para ella, no había visto más abajo por la pena en el momento, pero, era otra de las incógnitas que rondaban mi mente, esta vez también comprobaré eso, me dije en una nota mental. Cuando las doncellas terminaron de cepillarme el cabello nos despedimos e ingresé al dormitorio compartido, estaba vacío, pero con el fuego encendido. En un primer momento pensé en acostarme, pero seguramente me quedaría dormida así que me senté en el sillón a esperarla, no sé cuánto tiempo transcurrió hasta que me harté de estar dormitando en el sillón y me fui a la cama pensando que me daría cuenta cuando ella llegara a acostarse, pero fui ingenua, me quede dormida y nunca la vi llegar ni irse, desperté cuando Akane me tocó un hombro y me dio los buenos días.
-milady, ¿quiere desayunar en la cama? –yo me incorporé y la miré con los ojos entrecerrados, entonces reaccioné y volteé a mirar donde debería estar ella.
-se fue… -dije, ahora con los ojos bien abiertos.
-bueno, es casi medio día milady, y su señoría tiene el hábito de levantarse muy temprano por la mañana - ¿muy temprano? ¿entonces por qué el día anterior se había levantado tarde? ¿sería acaso por la boda y que habíamos llegado más allá de la media noche? Posiblemente…
-pudo haberme despertado… -le dije, aun mirando el sitio vacío.
-ella dijo que la dejáramos dormir.
Suspiré. Ahora me sentía como una perezosa. Terminé aceptando el desayuno en la cama. Aquel día no la vi por toda la mañana hasta la hora de la comida y pasamos la tarde en el salón del té, ella había aprovechado para tratar con el administrador algunos pendientes relacionados con las carreteras de sus tierras, me contó incluso como planeaba renovar posadas y mejorar las vías de tránsito.
-hoy no te pude llevar a ver más del castillo, pero podemos caminar por los jardines exteriores hasta la cena o podemos quedarnos aquí –me decía, bebiendo su té en pequeñísimos tragos.
-oh, no, estoy bien en mirar el castillo por las mañanas cuando tengo más energía –ella sonrió.
-entonces veremos los alrededores mañana –yo asentí en silencio mientras bebía té - ¿Qué hiciste hoy? ¿Qué sueles hacer?
-bueno… lo usual –ella me miró esperando, así que tuve que hablar un poco más –en realidad, mis actividades diarias no son interesantes, además aquí… no sé qué hacer, por eso hoy fui a la biblioteca a mirar que podía leer.
- ¿encontraste algo que te interesara? –no sé si lo preguntaba por alguna razón en especial, aunque sentí que era completamente de esa manera, pero quizás lo sentía así porque sentía cierta vergüenza al haber tomado uno de sus escandalosos libros de temática romántica.
-hay tantos que no sé por cual comenzar –ella asintió cerrando los ojos.
-suele pasar… -bebió un poquito de su té –yo aún no los termino –ciertamente no era una noticia sorprendente, harían falta dos vidas para terminar de leer la biblioteca entera, más aun teniendo en cuenta que siempre se encuentra a lado de su majestad –además de leer ¿Qué sueles hacer?, ¿Qué hacías cuando vivías con tus padres?
Lo pensé unos momentos, momentos en los que recordé aquellos días en la capital. Por las mañanas despertaba moderadamente tarde y tomaba el desayuno con mis padres, un desayuno lánguido que a veces podía extenderse hasta el mediodía, platicando los chismorreos de la sociedad en el jardín, algunas veces nos retiraban los utensilios dejándonos el té y unas galletitas, extendiendo la plática banal en el jardín, si es que había buen día. En muchas ocasiones nos llegó la hora de la comida en esa misma convivencia y nos desplazábamos al comedor. Por las tardes visitaba a mis amigas o Haruka y compañía venían de visita, la convivencia se podía extender hasta entrada la noche, solo entonces las visitas se iban y nos sentábamos a la cena, o las visitas se quedaban a la cena. Pero cuando no había visitas ni temas de conversación sobre los demás residentes de la capital, me dedicaba al tejido o a la lectura. Mis años de aprendizaje habían concluido hacía ya bastante tiempo, así que podía dedicarme al ocio, después de todo ¿Qué otra cosa quedaba por hacer para una mujer de mi estatus? Las cosas cambiaron solo un poco cuando Nagi se volvió mi prometido oficial, sin embargo, esperaba que la misma vida se extendiera.
-lo único que no imaginé es que vendría a vivir a un sitio donde no conozco a nadie –ella se quedó pensando en silencio unos momentos.
- ¿Qué puedo hacer para que te sientas más cómoda? –yo abrí los ojos un poco impresionada ¿Qué hacer?
-no te preocupes por eso –le dije, un poco apresurada –no pensé en ello, pero seguramente habría sido lo mismo de haberme casado con Nagi, tampoco conozco a nadie en sus tierras.
-en eso tienes razón… seguramente te habría llevado con él.
-y querido hijos cuanto antes… -dije sin pensar. Ella en seguida volvió a verme, luego miró a otro lado con los ojos entornados acusatoriamente, casi podía oír sus pensamientos, me sentí mal momentáneamente.
-supongo que solo te interesa eso… -dijo con las cejas relajadas pero la boca tensa.
-es… -me pregunte si debía contestarle, se sentía tenso el ambiente, pero tampoco iba a mentir –es para lo que me educaron… una especie de ¿deber? Es como siempre me lo han hecho ver…
-lo sé… -ella dejo la tasa de té en una mesa cercana –voy a asearme, el día de hoy ha sido muy ajetreado.
-bien…
Por alguna razón que no comprendía algo había sucedido ¿Qué pasaría por su mente? A penas unos días antes habíamos hablado del tema sin problema alguno y ahora ahí había algo ¿pero por qué? No debía haber algún problema, se supone que podemos tener descendientes, después de todo… miré el anillo en mi dedo… el anillo es mágico ¿no? Me recargué en el respaldo del sillón… debe ser alguna otra cosa, pero ¿qué? Terminé suspirando mientras recordaba… "supongo que solo te interesa eso", es decir ¿solo me interesa tener hijos? Como decir, ¿no me importa con quien me case? ¿no me importa con quien estoy? se traduciría para ella a un ¿no me importa estar contigo mientras tenga hijos? Claro que no… ella… me llevé la mano a la boca, ella definitivamente lo había tomado así.
Suspiré y cerré los ojos. Bueno, no puedo mentir sobre ello, me interesa tener descendientes y quizás no me importa realmente con quien me case siempre y cuando me respete, no me trate mal y… todas esas cosas, aunque debo admitir que en estos dos días ella me ha dado mucho más que lo que hubiera esperado de un matrimonio, ella me ama y yo… no sé qué hacer con eso.
Solo quiero una vida tranquila… pensé, con cierto agotamiento mental. Pero, realmente ¿Cómo debe ser una vida tranquila? ¿Cómo es la vida normal que quiero? Mi vida ya no es normal en ningún aspecto así que… hay que cambiar las cosas. No sé muy bien que hacer ahora mismo, pero tampoco resolvía nada estresándome, quizás cuando llegue el momento ella diga algo… se verá en la cena.
Pero ella no bajó a cenar y eso me tomó por sorpresa. Contrariamente a lo que había vivido antes, ella no estaba siguiéndome a todos lados como solía hacerlo Nagi, quien también me había declarado su amor, eso hacía que la idea del amor se hiciera aún más extraña. Bien, lo cierto es que antes de haberlo confesado en la noche de bodas no lo habría imaginado, ella es más bien, algo fría y reservada, tiene una actitud amigable y podemos tener una buena conversación, pero no ha hecho el más mínimo esfuerzo por acercarse más de lo debido y no ha dicho una sola palabra de amor …al menos no hoy… así que no entendía muy bien que debía o no suceder, no había una guía o un protocolo y eso me estaba estresando, y encima de todo ahora me dejaba plantada en la cena ¿realmente me ama?
Cené silenciosamente con todo ese remolino de pensamientos. Subí a mi habitación a asearme, con los mismos pensamientos que no me dejaban en paz, de hecho, casi no presté atención a Akane y a Erstin, ellas hacían su trabajo con mi vestido y mi cabello, pero mi cabeza estaba en algún otro sitio, volví al presente cuando se despidieron deseándome buenas noches. Me despedí y me senté en el filo de la cama, entonces miré la puerta que conectaba al dormitorio compartido. ¿Estaría ya ahí? ¿Qué debería decirle cuando la viera? ¿o quizás no debería decir algo? ¿hacer como si no hubiera estado en el comedor tomando la cena sola? ¿o preguntar directamente porque me había dejado ahí? Me revolví las manos sin saber qué hacer, entonces miré la espada en el centro de la cama, seguramente aún no habían conseguido una base para ella, sin embargo, recordé sus palabras…
Me levanté decidida y crucé la habitación hasta llegar a la puerta, me tomé unos minutos para respirar profundamente antes de abrir, solo entonces ingresé a la habitación y la encontré sentada en el sillón, con los pies extendidos y una copa en la mano, nada más entrar volteó a verme.
-lo siento, se me paso la hora de la cena… -toda la calma que había acumulado pareció desmoronárseme e inevitablemente fruncí las cejas ¿se le paso? ¿a quién se le pasa la hora de la cena? Tenemos doncellas que te avisan, la excusa es por demás pobre, sin embargo, respiré profundo y me acerqué más a los sillones, que era donde estaba.
- ¿porque no fuiste? –le dije, en la voz más cordial que pude, aunque creo que no salió de esa forma.
-estas molesta… -dijo, tomándose de la frente, yo no negué ni afirmé –lo siento, no volveré a dejarte sola en la cena.
-solo quiero saber el por qué –le dije, de pie a un lado del sillón vacío.
-yo… no sé qué decir –su sinceridad me resultó impactante –solo subí a pensar y cuando me di cuenta ya era muy tarde, las doncellas me estaban buscando…
-pensar qué cosa… -le dije precavidamente, cuidando el tono de mi voz.
-que quizás si hubiera nacido de una forma diferente… tu podrías ser más feliz conmigo… -yo reprimí un suspiro.
-nada en nuestra situación es común, pero tú ya sabías eso y me ofreciste un plazo de prueba ¿no es así? –ella levanto su mirada para verme –llevamos apenas un par de días, aún no sabemos qué puede pasar hasta que se acabe el tiempo –ella alzó las cejas al escucharme, noté como el pesimismo se alejaba de su rostro y sentí palpitaciones repentinas, así que dejé de mirarla -trata de hacer que me enamore de ti para que sea feliz contigo… y eso incluye no dejarme plantada en la cena -entonces caminé hasta la orilla de la cama que ya me había acostumbrado a tomar para mí.
-lo enmendaré –entonces la miré antes de quitarme la bata.
-eso espero.
Tomé la bata y la aventé al sofá que estaba pegado a la pared de mi lado. "Demasiado lejos" llevaba pensando estas últimas noches, pero al final me deslicé dentro de la colcha bajo su mirada. Me sentí azorada de tener sus ojos encima, más aún después de haber dicho que hiciera que me enamore de ella, pero intenté verme lo más relajada y menos perturbada por mis propias palabras. Poco después me tapé hasta el pecho, el día de hoy estaba fresca la noche, así que la colcha, que era ligera y a la vez lo suficientemente gruesa, se sentía suave, tibia y al mismo tiempo fresca, froté mis pies y podía sentir la calidez, estaba tan cómoda que había olvidado su presencia hasta que ella también se levantó para entrar a la cama. Apenas notaba que ella también llevaba una bata, prenda que dejó en el sillón. Cuando se acercó a la cama puse atención, llevaba el mismo o al menos un camisón igual que el anterior que le vi, se notaba la tela delgada y con cierta transparencia, entonces pude confirmar que al igual que yo, únicamente vestía un camisón, las sombras de su cuerpo me lo confirmaron, pero… me gustaría tener, digamos, mayor certeza.
Cerré los ojos, pensando en llevarme las manos a la cara por la vergüenza de aquel pensamiento. Cielos ¿en qué estás pensando? Es una chica, igual que tú, no puedes tener esos pensamientos ¡no son propios de una dama! Pero aun así… esos pensamientos ahí estaban. Me di cuenta por el movimiento del colchón, como se acomodaba en su sitio, a más de un metro de mi… imposible que nos toquemos por error pensé, sintiendo las palpitaciones en mi pecho. Exhalé un corto suspiro, sintiéndome aún muy consciente y sin sueño, había dormido hasta tarde así que tenía coherencia. Moví mis ojos bajo mis parpados, percatándome de la luz de la chimenea, entonces volví a abrir los ojos y giré, lentamente, a verla.
Me encontré que estaba descuidadamente tapada hasta la cintura, con una mano en su estómago y la otra extendida por la cama, no sé si estaba ya dormida pero sus ojos estaban cerrados y relajados. Aprecié entonces, con calma y sin presiones, las arrugas del mullido camisón que vestía. La tela adornaba suavemente su cuerpo, cubría sus formas al tiempo que también dejaba entrever su piel… sentí una palpitación acelerada en mi pecho… la imagen lucia tentadora, ¿daría yo la misma imagen para ella? ¿le parecería atractiva? Querría como yo ¿mirar bajo el camisón? Apreté los ojos, avergonzada de mis pensamientos al mismo tiempo que también los aceptaba como ciertos, sí, la mujer es atractiva, tiene unos labios suaves y su piel se ve tan blanca que es imposible no admirarla, ¡Además esos ojos verdes! y luego sus muslos, esos muslos ceñidos por las calzas, muslos que ahora estarían desnudos bajo su camisón… ¿estaba mal querer ver debajo del camisón? Después de que mi madre hablara conmigo sobre los deberes en la alcoba, sabía que una pareja en algún momento se vería en la necesidad de tocarse sin ropa de por medio así que, esos pensamientos estaban ahí haciendo ruido.
No podía quitarme la curiosidad de mi mente, quería saber que se sentía tocar a alguien, tocar con quien se suponía que estaba casada, tenía ese derecho ¿no? Era una de las cosas que venían implícitas en el matrimonio así que, claro que quería experimentar… pero ahora sabía que no era necesario y ella parecía no tener interés… ¿o será que simplemente está respetándome? ¿será posible? Volví a emitir un corto suspiro y miré a otro sitio. Quizá solamente… me estoy dejando sugestionar por lo que me dijo mi madre que ocurría en la noche de bodas. Me giré en mi sitio, mirando hacia la pared para alejar aquellos pensamientos y en algún momento me dormí.
Al día siguiente me levanté y ella no estaba en la habitación. Terminé suspirando con los ojos entrecerrados ¿va a ser así siempre? Por una parte, me sentía aliviada, no tenía la costumbre de despertar con alguien en la misma cama, además, seguro lucia terrible por las mañanas con el cabello despeinado, pero por otra parte… ¿es que acaso me está evitando? ¿le desagrado tanto por las mañanas? Me amaba, pero ¿no podía mirarme por la mañana? No podía entenderla. Me llevé las manos a la cara y me masajeé la frente, los ojos, incluso me llegué a tallar aliviando cierta comezón, luego suspiré de nuevo, iba a tocar la campana, pero quería unos momentos en privado, así que me deje caer por todo lo largo y ancho de la cama, estaba en mi breve momento de ocio cuando vi unos pies detrás de la cortina que cubría una de las ventanas de la habitación.
Abrí la boca y volví a incorporarme sin quitar la vista, eran unos pies desnudos sobre la alfombra ¿y quién había visto que tenía esa costumbre? Exacto, no podía ser nadie más que ella. Me apresuré a tomar la bata y meter los pies en las pantuflas, mientras caminaba hacia ella me coloqué la bata, al llegar, corrí la cortina encontrándola, volteando a verme con cierta sonrisita tenue, sonrisa de niña buena.
-te has despertado –decía, con el camisón ligeramente abierto del cuello –buenos días –la luz blanca que entraba por la ventana le daba directamente, hacía que su piel luciera más clara que nunca, además, podía notar los… ciertas cosas que estaban bajo la prenda… volví a sentir las palpitaciones y miré por la ventana.
-buenos días –le contesté, al fin. Solo entonces puse atención al paisaje frente a mí.
-me he despertado y estaba lloviendo, pero ya se están despejando las nubes, podremos salir sin problemas.
Ella tenía razón, en esta ventana que estaba en el tercer piso podía notar por completo toda la construcción del castillo, pero también podía ver las murallas que nos rodeaban; aunque no podía ver en absoluto los edificios de la ciudadela, sí alcanzaba a ver a lo lejos los árboles que vestían las montañas del bosque que bordeaba los llanos estas tierras, y si hacia un esfuerzo podía notar con cierta claridad la línea borrosa del horizonte y el cielo, había bastante vista en esta ventana para apreciar una gran cantidad de nubes que poco a poco iban dispersándose y aclarándose, así que pronto la lluvia era tan ligera que parecía imperceptible. Ella abrió un poco la ventana y el aire fresco entró golpeándome el pecho, para ella debió ser aún más fresco ya que no llevaba nada encima, nada más que el camisón.
El cielo, que cada vez se aclaraba más, aún tenía nubes blancas que cubrían el sol. Aunque la lluvia casi se había acabado, aun podía notar la humedad en el viento, era una sensación que por alguna razón me causó cierta nostalgia, me sentí bien, me sentí cómoda en ese momento al mirar las nubes, me sentí un poco animada, recordé un poco el castillo de mi padre, pero también la capital, entonces, recordé también a Youko, que debía llegar entre hoy o mañana…
Debido a esto último olvidé contestarle, me quedé ensimismada contemplando el panorama al mismo tiempo que pensaba las cosas que podrían suceder, me sentía un poco preocupada a pesar de saber que no tenía por qué preocuparme, sin embargo, aun así, ahí estaba la preocupación… suspiré una vez más en aquella mañana.
- ¿quieres que pida el desayuno a la cama? –entonces giré a verla.
-sí, estaría bien –le dije, sin querer, deteniéndome en las redondeces que se filtraban por la tela de su camisón. Volví la vista al frente ¿Por qué me pasaba eso? ¿Por qué? ¿Por qué? Me tallé la frente mientras ella fue a tocar la campana.
-vuelve a la cama ¿o quieres desayunar en los sillones? –dejé entonces el sitio en la ventana.
-no, el desayuno ahí estará muy bien –vi como ella se metió a la cama y se tapó hasta el pecho, moviendo los pies dentro, si, se veía muy cómoda, el clima fresco se prestaba para quedarse en cama, en la tibiez de las sábanas. Pronto yo hice lo mismo.
- ¿has dormido bien? –yo asentí –he querido preguntártelo, ¿te gusta la cama? ¿es suficientemente suave? –yo la miré un poco sorprendida.
-es bastante suave, debe estar a la altura de su majestad.
-me preocupaba que las cosas no te gustaran –dijo ella en un breve suspiro.
-me gustan, estoy bien con todo –ella asintió, aun pensativa –no te preocupes, ya te habría dicho algo que me desagradara.
-me alegra escuchar eso, no quiero que pretendas ser amable –la miré curiosa, en nuestra sociedad la amabilidad era sinónimo de sofisticación, pero también conllevaba decir mentiras piadosas, mentiras que muchas personas preferían, preferían el autoengaño a encontrarse con la realidad, un hecho en cierto modo molesto e irritante, pero que aprendes a aceptar con el paso del tiempo, pero ella no quería eso y era algo que me sorprendió en el momento.
-no lo haré –dejé caer mi cabeza en las almohadas y miré el techo de la cama.
Un poco más tarde llegaron las doncellas con el desayuno, al ver que seguíamos en la cama nos llevaron la bandeja ahí y luego se retiraron. Un poco de privacidad el día de hoy, me parece. Desayunamos con calma, cada quien, en nuestro sitio, se sintió diferente, esto era lo que había esperado desde la primera mañana, pero al parecer, nunca habría un día rutinario, quizás las cosas siempre fueran de esta manera, diferente cada mañana, cada día y cada noche con alguna cosa diferente del día anterior. No sabía si estaba bien o mal, aún no decidía que sentía al respecto, pero me había gustado esta mañana, tenía algo ¿sería por el clima fresco? No lo sé.
Cuando terminamos el desayuno, cada quien se levantó y fue a su respectiva habitación personal, yo hice lo mismo y ahí ya estaba Akane esperándome, me pregunté si en su habitación ya tenía a sus ayudas para vestirla ¿Cuántas doncellas tendría? ¿dos? ¿tres? ¿cuatro? ¿diez? ¿todo un séquito? No era algo realmente importante, pero me daba curiosidad… ¿Cuántas manos tocaban ese cuerpo? Comenzaba a exasperarme un poco así que decidí preocuparme en lugar de complicarme la existencia, ya que Youko debía estar cerca, así que estaba cada vez más próximo el momento en que ella descubriera la vedad de Natsuki Kuga, quise no suspirar, pero terminé haciéndolo. Sí, era mejor preocuparme de ese tema.
Cuando las doncellas terminaron de arreglarme, me despedí de ellas y volví a ingresar a la habitación compartida, la crucé hasta llegar a la puerta de su habitación y toqué, nunca había visto su habitación personal, pero tenía curiosidad de mirar. Unos segundos después escuché un "pasa" desde el interior, así que giré el pomo para entrar. En realidad, no había mucha diferencia entre su habitación y la mía, solo que había más cosas personales, el mismo tipo de cama, el mismo tipo de muebles, los mismos sillones, además de una armadura descansando en un mueble especial, donde también estaban sus espadas.
-he pedido ya los caballos –entonces la miré con los ojos abiertos ¿caballos? –te mostraré los alrededores.
Y sí que lo hizo. Se montar, claro, aunque tenía mucho tiempo de hacerlo, el haberme dado un caballo tranquilo ayudó mucho. Aquel día miramos los alrededores del castillo, miramos el edificio que estaba en el extremo contrario al edificio de las tropas, en ese edificio se alojaba todo el personal de servicio, más adelante me llevo al interior de una torre en un lado occidental posterior, entonces vi que tras de nosotros, un poco lejos pero lo suficientemente cerca para notarlo, estaba el mar, era confundible con el cielo en el horizonte, pero sin duda podías notarlo, ahí estaba el mar y seguramente una amplia playa y alguno que otro acantilado en algún sitio.
-allá solía estar el anterior castillo –me dijo, mirando también la lejanía.
-debió haber sido hermoso –ella asintió en silencio.
-lo fue… -no parecía triste, pero noté sin duda que se había detenido a pensar, o quizás, recordar –te llevare a conocerlo –dijo de pronto, regresando al presente.
- ¿ahora? –ella sonrió.
-no, otro día, aún no terminamos aquí.
Ella tuvo razón, después de un rato de dedicarnos a la contemplación bajamos y visitamos el edificio del personal de servicio, el edificio de las tropas, un vistazo breve a los calabozos, una visita más detenida en la capilla y finalmente miramos con cierta serenidad los establos y los caballos, ahí fue donde montamos los animales que ya nos tenían listos desde hace horas, entonces, sin más que su compañía y guía, salimos de las murallas que resguardaban el castillo y bajamos lentamente por las vías empedradas que serpenteaban conectando el castillo a la ciudadela, visitando los jardines y una que otra fuente que había en aquel camino.
Como estábamos a solas, me contó que había cuatro pasadizos secretos que podían sacarnos desde la torre del homenaje hasta cuatro puntos distintos de la ciudadela, tres dentro de ella y uno que daba fuera de las murallas exteriores, me pareció una información muy interesante, demasiado valiosa, ¿no se le ocurría pensar que me serviría para escapar? Me pregunté, mientras veía sus hombros y su largo cabello revolotear con el aire, justo frente a mí. Pero luego lo pensé mejor, para ella el trato es real, para ella estoy aquí por decisión propia, para ella no debe haber ningún motivo que me haga querer escapar, a menos que sea una emergencia, por eso me lo dice, por si algún día necesito hacer uso de esos pasadizos… es obvio que piensa que sea cual sea mi decisión final, este castillo me va a pertenecer algún día… por lo que esto parecía una especie de… relevo. Entonces, ahí estaba esa sensación incomoda, una vez más.
Aquel día lo pasamos en los jardines exteriores, recorriendo las murallas internas y los caminos que las rodeaban, sin llegar a la ciudadela. Todo hasta la hora de la comida, entonces regresamos al castillo y por la tarde platicamos en el salón del té hasta que llegó la hora de la cena. Una vez que nos retiramos y me quedé a solas con las doncellas volvió a mi cabeza el tema de Youko, tema que no me abandono fácilmente, ella seguro estaría por llegar. Debido a esto, me acosté en la cama y suspiré, ella también estaba ya ahí, así que sentí su mirada, sentía que estaba esperándome, dándome un cierto espacio, así que terminé hablando del tema con ella.
-entiendo… -dijo después de escucharme lo poco o mucho que había dicho –sí, seguramente ella llegará por la madrugada, tengo entendido que vendrá junto con la señora Sanada, así que… –dijo ella, pensando con una mano en el mentón –seguramente ya debe saberlo –yo la volteé a ver con los ojos como platos.
- ¿Qué? ¿estás segura? –ella se encogió de hombros.
-tal vez si, tal vez no, la señora Sanada vendrá con varias doncellas y es imposible hacer que ellas no hablen, más aún si tu doncella se va a integrar al servicio… -ella siguió pensando, con calma –seguramente las doncellas que viajan con ella le habrán hecho muchas preguntas sobre ti al igual que ella sobre mí.
- ¿es que acaso no les prohíbes hablar de ti a las doncellas? –le dije, escandalizada, en cierta medida.
-no puedo cuidarle la boca a cada persona -tenía razón, pero me preocupaba entonces que alguna revelara su secreto con alguien inapropiado –no te preocupes, deben saber que Youko será una de ellas pronto, ellas saben que decir y con quien, las doncellas no son estúpidas, como piensa la mayoría, después de todo, son mujeres, y las mueres somos hábiles.
Bueno, ella tenía un muy buen punto. Terminé descansando la cabeza en la almohada sin tensiones y me permití exhalar el aire retenido. Tal vez Youko ya lo sabía, o tal vez no, quizá estaba preocupándome por nada, o quizás lo que fuera a pasar ya estaba dispuesto y nada de lo que hiciera iba a cambiar las cosas, sin importar cuanto me preocupe o visualice las cosas en mi mente. Lo mejor era descansar por ahora, de manera que me giré para darle las buenas noches, pero ella ya estaba dormida y con la boca ligeramente abierta. Por el día solía ser una persona con mucha energía, pero tocaba la almohada y no tardaba mucho en dormirse. Me causaba una particular envidia ver lo fácil que se dormía en mi presencia, yo en cambio…
Me estaba costando adaptarme a la nueva situación, no es que desconfiara de ella, no es como si sintiera que fuera a arrojarse sobre mí y a violarme, no era por eso que aún me costaba dormir a su lado, sino que… me costaba creer que ella pudiera estar tan cerca y no hacer nada, sentía como si mi presencia no le representara un interés especial y si era así ¿Por qué? ¿Por qué se había casado conmigo si no le intereso para una relación más estrecha? Saqué el aire una vez más, de forma pesada y extensa, llevándome una mano a la frente, cálmate, ya no debes pensar en eso.
Y, aunque tardé un poco más que la noche pasada, dormí. Al día siguiente, cuando tomábamos el desayuno en la cama, Akane me comunico que Youko ya había llegado, por lo tanto, me preguntó si desistiría de los servicios de ella o de Erstin, o de las dos; me quedé pensando y volteé a verla, ella seguía con su desayuno, pero escuchando la conversación, al ver que la miraba ella se encogió de hombros.
-puedes quedarte con las tres si quieres, o incluso pedir más –dijo, dejando momentáneamente su desayuno -después de todo aquí hay muchas doncellas, ya sea que te atiendan o no, no las voy a despedir.
-entonces, si no les molesta, cuento con ustedes Akane –le dije, ella sonrió y se despidió para irse por la puerta.
-siempre pensé que tendrías la misma posición de los nobles, donde no les importa el personal –yo me encogí de hombros.
-me agradan las dos, creo que entre más ayuda mejor y como lo has dicho, ellas ya están aquí, independientemente de que me atiendan o no, es bueno ir conociéndolas, por cierto, aún no conozco a la señora Sanada ¿te molestaría si trato de conversar con ella? –ella me miró un poco curiosa, un poco sorprendida.
-no tengo ningún problema –respondió, aparentemente con sinceridad - ¿quieres hablar con ella hoy? Quería llevarte a la ciudadela, pero… -entonces la interrumpí.
-hoy no, vayamos a la ciudadela, estoy ansiosa por ir, ya por la tarde me gustaría hablar con Youko ¿bien?
Ella estuvo de acuerdo. Al terminar el desayuno, cada quien se dirigió a su habitación; al llegar a la mía tuve cierta esperanza de encontrar a Youko ahí esperándome, pero eso no ocurrió, solo estaban Akane y Erstin, que me ayudaron a lavarme la cara, vestirme y peinarme, mientras me atendían pregunte por Youko. Ella había llegado a la media noche, así que ahora mismo se estaba instalando, muy seguramente la vería por la tarde. Casi a punto de terminar mi arreglo personal tocaron la puerta, siendo ella que venía por mí. Bajamos con calma las escaleras, cruzamos el pasillo, bajamos más escaleras y cruzamos el gran salón hasta llegar a la entrada principal del castillo, donde estaba un mozo con los caballos, esperando.
Esta vez no nos entretuvimos en los jardines ni anduvimos en los alrededores, bajamos directamente a la ciudadela y ella me llevó a la calle principal, donde estaban los establecimientos más grandes y por tanto, mejor abastecidos y de mejor cuidado en el aspecto. Creí que simplemente pasaríamos por el frente de los comercios, pero me ayudó a bajar del caballo y me llevó a ver todos los establecimientos, la gente se arremolinaba a nuestro alrededor, curiosa. Me sentí nerviosa, pero me obligué a no prestarles atención. El primer lugar que visitamos era una posada, donde la mujer que llevaba el lugar nos recibió feliz y de buen modo. El segundo lugar fue una tienda de ropa, el tercero una tienda de telas, el cuarto comerciaba con té, el quinto negocio era una cervecería, después de aquel establecimiento dejé de contarlos, era imposible ¿visitaríamos todos? ¿me presentaría ante todos los plebeyos? Me parecía absurdo, pero también curioso, además, lo que llamaba más mi atención es que todos, o casi todas las que llevaban los negocios eran mujeres que en cuanto la veían estaban felices de ofrecernos cualquier cosa a su disposición, no faltaba la buena disposición en nadie, ni la cortesía y amabilidad, y, sobre todo, se notaban realmente felices de tenernos ahí, de atendernos; entonces noté no curiosidad en la gente que nos rodeaba, sino que se retenían para no abordarnos. Ella debía ser buena con su gente, sin duda, tenía a todos sus ciudadanos ganados.
Supongo que debí haberlo imaginado, después de todo Akane hablaba de ella con cierta veneración y lealtad. Seguramente era lo mismo con todos o casi todos sus ciudadanos, porque es imposible que todos te amen, después de todo, nadie es perfecto. De camino de regreso, cuando ya era casi la hora de la comida e íbamos sobre los caballos le dije lo que había pensado.
-no todos me aman, tienes razón –dijo, con una breve sonrisa en sus labios –pero a muchas personas les concedí beneficios sin igual en el reino, así que es plena conveniencia –la miré con las cejas alzadas, curiosa y al mismo tiempo sorprendida de su franqueza –les di dinero para que pusieran su negocio, les di casa o facilidades para establecerse, además de que los impuestos que cobro son razonables, es importante obtener recursos sin ahogar a los residentes, así están más dispuestos a establecerse aquí, a tener una mejor actitud, no causan tantos problemas, ganan más, tienen mejor vida, las ventajas son muchas y aun así obtengo suficiente para mantener a mis hombres y el castillo, entre otras cosas más.
Era la primera persona que tomaba tan en cuenta las necesidades de sus residentes, que realmente se preocupaba porque el señorío que ocupaba progresara, la mayoría solo buscan llenar sus bolsillos para tener fiestas y cosas que presumir, invitar a los demás nobles a derrochar sin fin en eventos vanos, pero al parecer, ella estaba demasiado ocupada para aquello ¿o no le interesaba? Bueno, terminé preguntándoselo.
-me gustan las fiestas, sí –para aquel momento ya nos estábamos sentando a la mesa –me gustan las justas y los combates, pero no planeo invitar a mis tierras a gente holgazana que busca vivir a mi costa, los demás nobles organizan caserías y tonterías por ese estilo solo por presunción, creo que lo mejor es festejar cuando es debido y no consumir los recursos en tiempos difíciles.
- ¿te parece que estamos en tiempos difíciles? –le dije, acomodándome el pañuelo en el regazo.
-se espera la guerra ¿no es suficiente motivo para ti?
Terminé asintiendo y comenzamos así a comer. Tiene la percepción no de un noble, pero tampoco de un dirigente, quizás de un soldado o de lo que debería ser un verdadero señor dueño de vastas tierras… no lo llegué a imaginar, pero estaba aprendiendo mucho de ella, en parte me hacía sentir torpe y en parte me hacía admirarla, me daba cuenta que la enseñanza que había tenido era buena, pero carecía de conocimientos empíricos, sin embargo, lo mejor que podía hacer, era tomar nota y no olvidar sus palabras. Quién lo diría, no parece mayor que yo y tiene muchas cosas que se le pueden aprender… que por cierto… ¿Qué edad tenía? Me quedé pensando en ello el resto de la comida e incluso hasta que llegamos al salón de té.
Si tenía en cuenta sus conocimientos y experiencia, me llevaba años, pero si miraba su cincelado y perfecto rostro apostaba a que no era mayor que yo… pero ¿en qué basarme para especular su edad? Y… ¿debía no preguntarle? ¿se molestaría? ¿se sentiría de alguna forma ofendida? Estábamos en el salón y ella continuaba hablando de su gusto por los festivales, pero yo solo tenía una pregunta circulando por mi mente hasta que llegó Akane al interior del salón, entonces volteamos a verla.
-milady, su doncella ya está lista para estar a su servicio –yo abrí la boca en un pequeño: "oh", había olvidado por completo a Youko.
-oh si, si, excelente, que venga, quiero hablar con ella.
-si milady, ya le digo –entonces la doncella salió del salón de té.
-te dejaré con ella para que hables –entonces se levantó.
- ¿estás segura? ¿no quieres quedarte? –ella negó suavemente.
-a veces lo mejor es privacidad y sentirse segura donde estés, cualquier cosa dile a Akane que me llame –se despidió y salió por las escaleras, yo sentí que me hundiría en mi sitio en el sillón.
Estuve un rato esperando la llegada de Youko hasta que finalmente apareció junto a Akane, entonces le pedí a esta última que nos dejara a solas, al marcharse finalmente Youko sonrió y se acercó a sentarse junto a mí. Youko no solo era mi doncella personal, había sido mi dama de compañía y era mi confidente, tenía muchos años conmigo, había confianza, y por esa misma confianza sabía que Youko aún no sabía la verdadera identidad del "caballero del reino", si lo supiera no estaría sonriendo así que tomé un largo respiro para lo que tendría que decir.
-han pasado tan pocos días y siento que ha sido una eternidad ese viaje –reí un poco, sabia de lo que hablaba.
-sí, está bastante lejos, debo admitir –entonces y más por costumbre, me gire a buscar la tetera, pero no habíamos pedido aun el té.
-oh, yo lo traeré, es un castillo muy grande pero ya sé dónde está cada cosa –entonces la detuve, no quería postergar más las cosas.
-así está bien, luego nos ocupamos del té, hay algo de lo que te quiero hablar –su sonrisa se esfumó y me miró con atención –es sobre mi… esposo… -ella frunció el ceño, podía imaginarme qué estaba pensando en ese momento.
- ¿te ha tratado mal? Desde el inicio no vi con buenos ojos que te haya raptado, pero me dejé llevar por lo que decía lady Haruka –entonces negué con una sonrisa al recordar a Haruka y sus aseveraciones de amor, aseveraciones que no estaban tan equivocadas.
-no, no es eso –por mucho que no quisiera admitirlo… -de hecho, Haruka tenía razón, me ha dicho que se enamoró de mi cuando asistí al palacio en varias ocasiones –ella abrió los ojos sorprendida y hasta cierto punto, entusiasmada.
-entonces ¿Qué sucede milady? ¿hay algo mal? –suspire.
-lo que pasa es que… el caballero del reino, Sir Kuga… es en realidad mujer… -ella se quedó mirándome fijamente y en silencio –es Sir Natsuki Kuga, pero nadie en la capital debe saberlo.
-pero se han desposado… -dijo al fin, después de segundos de silencio –frente a su eminencia y permitido por su majestad –yo asentí en silencio –es que no lo estoy entendiendo ¿te engañó? –yo mire hacia un lado ¿Qué pasaría si dijera eso? Quizá me vería a mi como una pobre mujer engañada, pero odiaría a Sir Kuga –no, ya veo que no te engaño, lo sabias desde antes.
-me conoces muy bien –terminé por decir.
-estuviste de acuerdo… no lo puedo entender –cerré los ojos momentáneamente, comprendiendo la vorágine de pensamientos y emociones.
-me he visto obligada a aceptar el matrimonio, hay muchos intereses Youko –pareció relajarse entonces, ya que bajó un poco los hombros –tiene el favor de su majestad, eso sin mencionar el poder económico y militar… pero ella no sabe que yo fui presionada.
- ¿Qué? ¿por quién? –me le quedé mirando ¿acaso no estaba poniendo atención? - ¿su majestad?
- ¿crees que alguien más podría obligarme? –le pregunté casi exasperada, dejando salir mis molestias guardadas, sin embargo, Youko no tenía la culpa, así que traté de no molestarme más –como sea, lo importante de esta situación es que Sir Kuga parece tener sentimientos sinceros, muy caballerescos he de agregar, además de que fue… muy considerada en la noche de bodas –ella se llevó las manos a la boca –no sucedió nada –entonces dejo caer las manos.
- ¿nada? –yo negué –¿y… eso es… bueno o malo? –yo no supe que contestar al instante, ¿bueno? ¿malo? - ¿o… está decepcionada milady? –estuve a punto de abrir la boca para negar, pero lo pensé mejor.
-no estoy segura… es que ella es… -sentí la mirada de Youko escudriñándome hasta el alma –es demasiado… es una mujer muy hermosa ¿sabes? y… no sé… -poco a poco había ido bajando la mirada, cuando terminé de hablar regresé a verla, su mirada estaba tan fija en mí que sentí una vergüenza momentánea.
-milady, creo que gusta de… Sir Kuga… ¿o cómo le debería llamar? ¿"su señoría" como hacen las demás doncellas?
-su señoría está bien, ¿crees que sea eso…? ¿crees que guste de ella?
- ¿se siente decepcionada de la noche de bodas? –yo exhalé, sabia la respuesta.
- ¿y qué debo de hacer? –ella, una vez más, se quedó en silencio con los ojos bien abiertos, pensando.
-aprovechar –dijo, después de un rato –no todas las damas tienen la suerte de que una persona hermosa se case con ellas y que les diga que las ama.
-m-me refiero a el tema de la alcoba… -dije con cierto rubor en el rostro.
- ¡ah! –respondió al instante –cierto, no sucedió nada ¿eh? ¿ni siquiera lo intentó? –yo negué – ¿se acostó y se quedó en su sitio? –entonces asentí –quizá esté esperando a que usted haga un movimiento milady.
- ¿yo? –le pregunte escandalizada - ¿yo hacer algo? –ahora fue ella quien asintió - ¡pero qué barbaridad! –ella rio por lo bajo –no es gracioso.
-me parece que nunca la va a forzar, pero está bien, hay tiempo para todo, pueden conocerse hasta que lleguen a ese aspecto.
Yo me apoye en el respaldo del sofá y exhalé. Tiempo… pero ¿Cuánto? Eso era algo en lo que no había pensado… si me llego a interesar por ella, si llego a amarla ¿Cuánto tiempo podríamos estar juntas? Es cierto y de todos es conocido que el caballero del reino es famoso por su valentía, por sus habilidades, no por nada era llamado "el caballero del reino", significaba que sobresalía sobre cualquier hombre, era el caballero entre caballeros, no había uno igual ¿pero eso significa que es invencible en una guerra de "Proporciones titánicas"?
