Capítulo 9.
Si marchaba a la guerra y resultaba ser una batalla fatal, tal vez podría quedar viuda sin que ella tenga que fingirlo, de ser así me esperaría la desgracia y el dolor. Si dejo que mis sentimientos se conviertan en amor solo me espera la desdicha, quizá lo mejor sería no enamorarme, no crear ningún tipo de relación para que no sienta algún tipo de dolor por su perdida y solo cuando regrese, completa y viva, solo entonces podremos reanudar las cosas donde las dejamos… quizá eso sea lo mejor, la pregunta, una vez más, ¿es cuánto tiempo? ¿Cuánto tiempo podría poner distancia sin que sea dañino para nosotras? Antes habló de que serían unos meses, pero ¿dijo cuántos exactamente? No lo recordaba…
-esto es muy complicado –le dije, exhalando un suspiro, ella dejó salir una risita.
-los sentimientos siempre lo son –se puso de pie –iré a traer el té, se sentirá mejor.
Después de que trajera el té, Youko comenzó a preguntarme sobre ella, como era, de qué color era su cabello, sus ojos, que tan alta era, como era su personalidad, de que solíamos hablar; fue una conversación agradable, curiosamente no me sentía incomoda al hablar de ella y contestar todas esas preguntas, cada cosa que respondía me hacía recordar sus ojos verdes y aunque hubiéramos tenido conversaciones tranquilas, algunas importantes y otras triviales, me sentí bien de rememorar esos recuerdos, lo cierto es que hasta ahora habíamos tenido una relación de convivencia amena, amable y respetuosa, casi podía olvidar por mucho nuestro encuentro inicial, que es por mucho un tropezón que ahora estoy dispuesta a dejar pasar.
Uno de los temas que terminamos hablando Youko y yo, fue sobre la descendencia y me sentí contrariada, no sabía si debía contarle sobre el uso de la magia que hacía, pero por otra parte también quería comentar las posibilidades que tenía, así que, finalmente solo le dije que el anillo que me había dado era mágico. En cuanto dije eso llevo su mirada a la joya y se le quedó mirando fijamente.
-ciertamente se ve diferente a cualquier gema que haya visto antes.
De cierta forma, saber que poseía algo único y sin igual, me daba una sensación de ser realmente especial, de ser realmente afortunada, era una sensación curiosa pero no desagradable. Hablamos y admiramos la joya por un largo tiempo hasta que fuimos pasando a otros temas, hablamos largamente el resto de la tarde y solo cuando me llamaron a la cena es que interrumpimos la plática. Fui con Youko y Akane hasta el comedor, donde se encontraba ella de pie, esperándome, sonreí sin pensar y nos sentamos a la mesa, ella también sonrió y me pregunto cómo había pasado la tarde, fue una cena agradable. Al terminar la cena nos dirigimos a nuestras habitaciones, Youko me acompañó en todo el camino y al entrar ahí ya estaban Akane y Erstin esperando para asearme, además, noté algo diferente en la habitación.
Tal como lo había pedido en días anteriores, había una mesa frente a la ventana del fondo y sobre ella una base en la que ya estaba puesta en vertical, la espada que me había regalado en nuestra boda. Era de noche y las velas no alumbraban lo suficiente, pero notaba que lucía tan bien como había querido.
-casi me olvidaba de decírselo milady, hoy la terminó el carpintero, así que ya la hemos instalado ¿le complace el resultado? –yo sonreí, mirando la espada que brillaba tenuemente gracias a la luz de las velas.
-por ahora me gusta lo que veo, gracias Akane, espero que luzca magnifica mañana con la luz del día.
Akane asintió y continuamos con nuestra rutina, mientras me aseaban y vestían, pude ver como Youko tenía una leve sonrisa, algo estaría pensando… pude notar que en la cena nos miraba, pero más que nada tenía sus ojos sobre Natsuki, quería preguntarle qué le había parecido, qué pensaba, pero en ese momento no sabía si sería adecuado hablar las dos cuando tenemos a más doncellas, quizá a ellas les parecería maleducado hablar sobre su señoría, así que al menos, por esa noche, no hablamos más.
Más tarde, cuando me reuní con ella en nuestra habitación compartida, ella me preguntó cómo me había ido con Youko, también señalo que sentía su mirada durante la cena, después de todo es normal que una o dos personas del servicio estén presentes. No entré en muchos detalles, pero le mencioné que Youko había tomado mejor las cosas de lo que habría imaginado, mi comentario pareció dejarla tranquila, momentos después me quedé meditando, preguntándome muy seriamente si debía ahondar en el tema de… de la alcoba y todo lo que abarcaba por consecuencia, pero sentía que era demasiado qué decir, demasiadas cosas que aún me sentía avergonzada de solo pensar, así que al final, me quedé callada y nos fuimos a dormir.
Por suerte para mí, la actual situación donde no había contacto entre las dos, fue conveniente en los siguientes días, ya que llegaron aquellos días del mes que se tornan un poco complicados, sin embargo, el que estuviera Youko conmigo me ayudo a pasar mejor las cosas. Los días comenzaron a ser más amenos con la llegada de Youko. Por las mañanas salía a la ciudadela, ella me mostraba la ciudad, algunas veces caminábamos por las callejuelas, otras simplemente paseábamos sobre los caballos en un caminar muy lento, yendo y viniendo de un lado a otro, saludando a la gente que se detenía a mirarnos o cruzar unas palabras, después, a la hora de la comida regresábamos y al terminar ella se iba a la biblioteca, yo al salón de té, a veces platicaba solo con Youko, a veces con las otras dos doncellas, otras veces tomábamos el tejido o simplemente bebíamos té con galletitas. Cuando menos me di cuenta, pude sentirme mucho más tranquila y en paz, pero aquellos días terminaron.
Sin darme cuenta, pasaron así unas cuantas semanas. Fuimos haciéndonos la una a la otra en una especie de rutina, una vida que se iba haciendo poco a poco más habitual en la que al menos yo me sentía cómoda, pero principalmente nos fuimos conociendo y descubrí muchas cosas que no hubiera imaginado al inicio o al conocernos por primera vez. Lo más importante a destacar era que no me desagradaba, su temperamento era bastante fácil de llevar, es una persona sobria, no hace bromas pero tiene un buen humor, no gusta de la bebida en exceso y gusta leer aquellos libros escandalosos, pero lo más importante es que me ha respetado y me ha dado un lugar realmente importante tanto en su vida como en su castillo, de hecho cumplió con haber puesto la bandera de mi familia, una bandera igual de grande que colocó al lado de la suya, en lo más alto de la torre de homenaje, un sitio donde todos podían verla, se podía ver incluso desde el exterior de las murallas, lo noté el día que me llevo a ver las ruinas del castillo anterior.
Aquel día me sorprendió, montamos los caballos como siempre, pero esta vez llevamos a un sequito de guardias tras de nosotras. Me parecía un poco exagerado, pero no dije una sola palabra, simplemente le resté importancia. Sin embargo, conforme fuimos acercándonos al rastillo en la muralla más externa, las dudas brotaron, ella pareció darse cuenta.
-hoy iremos a las ruinas, te lo había prometido –entonces me dio una sonrisa, sentí una palpitación más fuerte en mi pecho. Algunas veces algo sucedía y sentía esas palpitaciones, pero suponía que era porque ocurría algo que era completamente inesperado, entonces solo me quedaba sonreír como respuesta, para tratar así que no se diera cuenta de mis inconvenientes.
Cabalgamos a un buen trote hasta llegar a la playa, me sorprendió lo bello que era el mar en esta zona, en las tierras de mi padre había una buena porción que daba al mar, pero por lo general las tierras que daban al mar eran acantilados y las playas que había estaban muy lejos, así que generalmente el mar se veía distante, embravecido, oscuro y violento, pero el mar de aquí se veía apacible, relajante, con un murmullo suave y sus aguas eran traslucidas. Mientras cabalgábamos a la orilla de la playa miré con detenimiento la espuma en las olas que nos alcanzaban, el cielo estaba despejado y el sol hacía que el agua del mar brillara, me parecía una visión diferente y especial del mar. Las ruinas estaban un poco lejos, en una formación rocosa que se internaba en aguas poco profundas, de inmediato me pregunté como habrían hecho para construirla y también me pregunté si no habría sido mejor volver a levantar el castillo a hacer uno completamente nuevo tierra adentro, el mar a su alrededor era hermoso así que era una pena estar tan lejos de él.
Sin embargo, por mucho que me gustase admirar el mar, llegamos a las ruinas y desmontamos. Al llegar ella me ayudó a bajar, mis pies se hundieron ligeramente en la arena y no pude evitar sonreír, cuando regresé a verla, pues aún sostenía mis manos, ella también sonreía, luego se giró hacia la construcción abandonada, y aun sosteniendo una de mis manos me llevó al camino de piedra que conducía al rastrillo. No pude evitar notar que aun sostenía mi mano, pero no dije nada, no era particularmente incomoda la sensación, así que la deje estar.
Los guardias que nos escoltaban se quedaron con los caballos, unos en el mismo sitio y otros se esparcieron por los alrededores, mientras nosotras entrabamos a las ruinas. Dentro, ella me platicó las vivencias que recordaba, los sitios, las habitaciones y también los motivos de porque decidió hacer su castillo en otro sitio y no rehacer el castillo ahí mismo.
-en un principio pensé en volver a construirlo, pero me di cuenta que esa colina tenía el potencial para ser usada de forma estratégica, el terreno llano deja al descubierto a cualquier enemigo y conforme vaya creciendo la población se puede extender la ciudadela hacia el exterior y construir una muralla que refuerce la seguridad, además, hay una ciudad portuaria de lado contrario, nos queda más cerca esa ciudad del castillo, así que es más fácil que lleguen los comerciantes y los artículos. Este castillo ha sido mi inicio, pero decidí crear uno nuevo con mayores beneficios, todo se puede siempre y cuando haya recursos –terminó de decir, con esa tenue sonrisa que ya le estaba conociendo.
Pasamos una agradable mañana recorriendo las ruinas, había sitios que habían quedado muy dañados por el fuego así que no pasamos por ahí, pero otros sí que eran asequibles, incluso había unas cuantas escaleras que aún estaban utilizables, una de ellas daba a una muralla con vista al mar. Abajo, al pie de la construcción, las olas golpeaban la estructura con fuerza y la brisa casi llegaba a lo alto, ahí donde estábamos, esparciendo el aroma salado del agua. El sol aún estaba muy alto en el cielo y permitía que el profundo azul del mar brillara; era una sensación única, el sol, el calor, la humedad en el aire, el sonido de las olas, su mano sosteniendo la mía… sentí unas repentinas palpitaciones que solo empeoraron cuando voltee a mirarla, pues ella también me miraba. Era un momento extrañamente diferente que rozaba con lo idílico y mágico, hasta que algo en la lejanía bufo, me gire sorprendida, busque con los ojos y pude ver, casi en el horizonte, en lo más oscuro del mar, como un monstro expiraba su aliento, los ojos casi se me salen y me mantuve fuerte para no caer desmayada.
-cierto, algunas veces se pueden ver esas criaturas –la mire horrorizada mientras ella lo tomaba con calma –nunca las he visto de cerca, pero deben ser dragones marinos.
-oh cielos ¿Qué hacemos? ¿crees que vengan hasta aquí? –ella negó, se veía demasiado tranquila.
-jamás se acercan, no parecen interesados en la gente, pero he escuchado historias de los marineros, hay muchos tipos de monstros en el mar.
Después de aquella declaración volví a ver el horizonte, el dragón marino había desaparecido y ya no me sentí tan feliz de ver el mar. Me parecía sorprendente que aquí pudieran avistarse dragones marinos mientras que, en las tierras de mi padre, jamás había escuchado hablar de ellos, aunque también he de admitir que muy poco íbamos de paseo a las costas. Después de aquello, ella notó mi cambio de ánimo y comenzó a tranquilizarme, diciéndome que no eran peligrosos, que jamás salían del agua.
-además, jamás te toparas con alguno a menos que subas a un barco y te adentres en altamar… ¿o tienes deseos de conocer otras tierras? –la vi directamente a los ojos.
-jamás lo había pensado… -entonces me permití imaginarme a mí misma cruzando los mares y llegando a tierras lejanas, dejando mis propias tierras… -pero no, definitivamente no lo haría, tengo mucho aquí por qué quedarme… ahora tenemos más responsabilidades… -ella asintió suavemente.
-entiendo –nos quedamos en silencio, y yo recordé.
- ¿te referías a esas otras tierras? –no pude evitar preguntarle, ella volvió a verme –cuando decías que desaparecerás del reino, ¿es porque piensas irte a esas otras tierras si no funciona nuestro matrimonio?
-no, si no funciona no, si no eres feliz –fruncí las cejas –es distinto.
-la felicidad no importa en un matrimonio, es subjetivo.
-no en el mío –dijo, demasiado determinante y yo suspiré.
-no contestaste la pregunta… -entonces miré a otro sitio y no sus ojos, esperando su respuesta.
-sí… -sentí que algo frio se esparció por mi pecho -me iría a otras tierras al otro lado del mar, las más lejanas que encontrara.
- ¿sin importarte que uno de esos dragones pudiera matarte? –le dije, aún sin mirarla.
- ¿Qué sentido tendría mi vida en ese caso? –las palpitaciones volvieron y me obligué a no mirarla, ¿Cómo podía decir esas cosas tan seriamente? Pero más importante ¿Por qué? ¿Por qué estaba tan dispuesta a dejarlo todo por mi felicidad? Que tonta, absolutamente tonta, abandonar todo por mí, todo por lo que ha luchado… no podía entenderlo… pero de alguna forma, sus palabras… sus palabras hacían que mis palpitaciones fueran más intensas… - ¿quieres quedarte un poco más o regresar ya? –entonces ella me sacó de mis pensamientos.
-me parece que… -miré el sol en el cielo, aún lucia bastante arriba y se sentía muy intenso –quizás lleguemos justo a tiempo para la hora del almuerzo –ella asintió.
-sí, pensé lo mismo.
Fue entonces como salimos de las ruinas del castillo y volvimos a montar los caballos. En el camino de regreso puse más atención al camino y no tanta en el mar en el horizonte, tomé en cuenta más o menos cuanta distancia había entre ambos castillos, además de que admiré los prados que rodeaban al castillo, había muchas ovejas pastando, algunos caballos trotando a lo lejos, y entonces, cuando mire en dirección al castillo, pude notar la bandera escarlata en lo alto, era apenas un cuadrito visible desde un sitio tan lejano, pero sabía con certeza de qué se trataba, volví a sentir las palpitaciones en mi pecho y no pude dejar de mirar fijamente conforme nos acercábamos, no le quité la vista hasta que llegamos al rastrillo en las murallas, a esa distancia ya se podía notar el escudo, y conforme nos acercábamos más se notaban los detalles. Cuando llegamos al final de la calle principal ella se acercó con una sonrisita en los labios.
-la has notado –me dijo en un tono de voz que podía notar lo satisfecha que estaba –quería hacer una ceremonia, pero quería que fuera también una sorpresa.
-sí que la ha sido… ¡se nota desde el exterior de las murallas! –ella asintió complacida.
-si te ha agradado, entonces ha valido la pena –una vez más ahí estaban las palpitaciones.
-me ha agradado, gracias –le dije, lo más sobriamente.
Al final, llegamos muy a tiempo para el almuerzo. Hubo una breve conversación sobre la bandera mientras comíamos, luego ella se retiró a la biblioteca y yo al salón del té, donde finalmente pude dejarme hundir en un sofá que se había convertido en uno de mis favoritos, entonces llegó Youko a hacerme compañía.
- ¿sucedió algo? La noto cansada milady –entonces yo dejé salir un largo suspiro –vaya, eso suena muy interesante -en un principio no quería hablar, pero terminé contándole todo a Youko, quien escuchó sin decir palabra alguna –y las palpitaciones, no sé qué pasa últimamente, creo que mis nervios están alterados, debe ser este sitio.
-no hay duda de que algo aquí la está perturbando… espero que pronto averigüe que es.
Asentí sin más y luego pensé mejor sus palabras, no sé por qué me parecía que había algo oculto en su comentario… o quizás ya estaba imaginando cosas. Pasé el resto de la tarde con Youko bebiendo té sin galletitas, por la noche nos reunimos en la cena, más tarde tomé un baño largo y bastante extenso, había sido muy poco, pero tal vez la sal del mar se me había impregnado, no lo sabía, pero quería limpiarme a profundidad, cuando llegué a la habitación que compartíamos, ella ya estaba dormida.
Quizá me esperó lo más que pudo, pero está cansada… rodeé la cama mirándola hasta que llegué al lado que ya tenía por costumbre utilizar, me quité la bata, retiré la colcha, me senté, metí los pies y me tapé hasta el pecho. El fuego en el hogar aún tenía la suficiente fuerza como para alumbrar bien su perfil, emití un cortísimo suspiro. No solía suceder, a veces yo lograba dormirme antes y no me quedaba mirándola, pero las veces que sucedía sí que lo hacía, no se lo decía a Youko pero miraba su perfil por las noches, miraba las líneas de su nariz, la línea de sus labios, de su mentón, sus ojos cerrados y el movimiento de su respiración, sus cabellos esparcidos y donde colocaba sus manos, miraba la figura de su cuerpo que era moldeada por la colcha, miraba el tenue rosado de su boca y algunas veces sentía que podría hundirme en mi propia imaginación, imaginaba que tocaba su cuerpo, que tocaba sus manos, su cabello, que tocaba su boca con mis dedos, que sentía su calor… entonces las palpitaciones se hacían presentes. Ah… así que a eso se refería Youko, las palpitaciones las provocaba ella…
Volví a suspirar, un suspiro corto y entrecortado, luego me giré en mi lugar, mirando su perfil en una posición más cómoda. Demasiadas cosas, me decía, trajo demasiadas cosas esta mujer a mi vida, incógnitas, decisiones, pensamientos, emociones… muchas cosas que no sabía cómo arreglar, por dónde empezar ni siquiera… alargué una mano que se quedó a medio camino. Quizá sí era como Youko decía, ella estaba esperando a que fuera yo quien hiciera algún movimiento, pero no sabía si sería bien recibido, no ha vuelto a decir que me ama, no ha vuelto a mencionar nada parecido… ¿Qué tal si ya han cambiado sus sentimientos? ¿o qué tal si no? Me siento ridícula… cerré los ojos y dormité un poco hasta que sentí un movimiento, luego algo tocó la punta de mis dedos… sabía que eran, sabía que eran sus propios dedos, ¿Qué debía hacer? Si seguía fingiendo que dormía no pasaría nada, pero si abría los ojos y ella también me miraba… ¿Qué sucedería? Mis palpitaciones se hicieron más fuertes y sentí una presión entre las piernas… bien, lo hare, abriré los ojos y veré que sucede, conté uno, dos, tres… cuatro, cinco… y seis… y… siete… ocho y… me forcé a abrirlos por fin, y lo que encontré es que ella no estaba mirándome, ella había extendido los brazos sí, pero no me miraba, parecía dormida.
Creo que definitivamente tendré que hacer algo más directo… pero ¿qué? Exhalé y toqué la punta de uno de sus dedos que estaba a mi alcance. Cerré los ojos y pensé por un largo tiempo hasta que dormí sin darme cuenta, un sueño muy liviano, un par de veces desperté y vi la tenue luz del hogar, luego la miraba a ella, miraba su mano, su mano en mi mano, su mano en mi antebrazo, su mano en mi cadera, su mano deslizándose suavemente por mis piernas, su mano alcanzando el final del camisón y luego, sus dedos recorriendo mi piel sosegadamente, luego sus ojos frente a los míos, su boca cerca de la mía, su aliento chocando contra mis labios…
Y cuando parecía que estaba a punto de alcanzarlos todo se desvaneció, abrí los ojos y la luz del día se filtraba por unos pequeños espacios en las cortinas… cerré la boca luego de comprender la situación, había sido un sueño. Me quedé en silencio, mirando el techo del dosel mientras digería mi impresión… esto está mal, definitivamente esta no soy yo, no lo soy… no, si lo soy, simplemente esta es una parte de mí que yo misma no conocía, eso es todo, eso es, eso es. Exhalé el aire retenido y me llevé una mano a la cara, luego volteé a ver en su dirección, y como ya había aprendido, estaba sentada en la orilla de la cama sin moverse, ya habrá pedido el desayuno y tal vez está dormitando en la orilla. Me quedé mirando su espalda, había poca luz, pero podía ver las líneas de su cintura a través de la tela y la línea de sus nalgas… tan inocentemente pecaminosa línea.
Debo idear un plan… espera ¿aquí y ahora? No, no podía ser, las doncellas deben estar por llegar, no hay tiempo, hoy por la noche, sí, me da tiempo de pensar por la tarde. Pero para la noche de aquel día aún no había ideado algo, Youko discutió toda la tarde sobre un problema de bichos en la antecocina, discusión que era apoyada por Akane y Erstin, un discusión vana y aburrida. De modo que no tenía nada planeado y contrariamente a lo que pensé aquella misma noche, a la siguiente seguía también sin un plan, hasta que, sin saberlo, se me acabó el tiempo.
-quizá estés contando los días –me dijo aquella mañana mientras desayunábamos –quizás no –dijo con una sonrisa –pero ya mandé a preparar todo para regresar a la capital en un par de días, casi se han terminado los treinta días que me dio su majestad –y estuvé a punto de ahogarme con el desayuno en ese momento - ¿estás bien? –solo me quedó asentir.
-no me había percatado que ya había pasado tanto tiempo… -entonces comencé a picar algo en mi plato, pensativa.
-parecen muchos, pero en realidad son pocos días… sin embargo, como ya te dije, si estás de acuerdo estaremos yendo y viniendo en diferentes plazos.
Dije que sí sin poner mucha atención. Lo cierto es que aún no quería irme del castillo sin que sucediera algo. En un principio pensé que no quería estar lejos de mis padres, no quería estar lejos de su protección y a merced de ella porque no sabía a qué cosas me enfrentaría, sin embargo, llegada a este punto, me siento completamente segura en el sitio en el que estoy, y de alguna forma, ahora me parece que regresar a la capital me pondría a disposición de mis padres, con una entera libertad para que ellos se entrometieran y quizás, solo quizás, me arruinaran mis planes, así que algo debía hacer…
Aquella mañana ella no pudo pasarla conmigo y por la tarde tampoco, anticipadamente se disculpó al terminar el desayuno, después entró a su habitación, todo esto debido a que debía organizar ciertas cosas para el viaje de regreso, viendo esto, seguramente regresaríamos de forma normal, es decir, en un viaje de tres días… ese era otro aspecto que no me gustaba, era un viaje demasiado largo, tres días subida en un coche y durmiendo en posadas… me parecía insoportable, pero tampoco tan malo como pasar días y días viajando de lado a lado sin hospedaje, seguramente había destinos peores.
Cuando terminaron de arreglarme, le pedí a las doncellas que se retiraran, incluso a Youko, y me quedé en mi habitación. No solía pasar tiempo en mi habitación. Me habían colocado un vestido sencillo y el cabello lo llevaba suelto, así que me permití acostarme en la cama que casi nunca había usado. En términos de utilidad y propósito, nunca la había usado, o talvez unos momentos… Desde mi sitio, solo bastaba girar un poco la cabeza y encontrar la espada en el extremo, brillando frente a la ventada. Había quedado muy bien el soporte que la mantenía, hacía que se viera como si estuviera totalmente en vertical, apoyada en su punta. Los rayos del sol hacían que reflejara la luz en dorado, además de que los rubíes no se quedaban atrás, dando reflejos en rojo. Cerré los ojos y recordé aquellas palabras en el salón principal del palacio, cuando me dio la espada… "intempestuosa, firme, jamás te doblegues, ni siquiera ante mí…" sé que dijo mucho más, claro, solo que esas palabras con exactitud, eran lo que más recordaba, además de que había dicho que me respetaba.
Solo ahora se me ocurrió pensar… ¿yo la respetaba? ¿yo sentía todo eso para con ella? Tal vez… sentir ese cumulo de cosas es lo que se llama… ¿amor? ¿es eso posible? ¿el amor está constituido de respeto, apreciación, validación… mezclado con cariño y atracción? En los libros escandalosos no se mencionaba nunca qué era el amor, hablaban del amor y de promesas, sueños, deseos, besos, roces, que el amor era algo por lo que se podía matar, algo por lo que vivir, algo por lo que una podía sacrificarse, pero nunca decían qué lo conformaba, y si todo ese conjunto de atributos constituía al amor, eso significaba que yo…
-milady… ¿está ahí milady? –era Youko, del otro lado de la puerta, buscándome para algo, al final le respondí y la deje pasar –milady, su señoría ya ha dado la orden de comenzar a hacer las maletas –ella, definitivamente lucia de mejor humor que yo - ¿no está feliz? Pronto podrá volver a ver a sus padres milady –yo solo pude suspirar, y no fue un suspiro de dicha.
Pasamos la mañana en la habitación, después se integraron Akane y Erstin en la labor de traer un baúl y comenzar a guardar ropa. Todas tenían algo qué opinar, Youko decía que necesitaba más ropa, mucha, mucha más ropa, ropa que dejar aquí, ropa que dejar en la capital, ropa que llevar para los días en el viaje, ropa, zapatos, batas, ropa interior, mucho de todo, mucho y en abundancia para llenar baúles y baúles. A veces olvidaba que la mujer estaba obsesionada, claro que Akane y Erstin no ayudaban, al contrario, reforzaban la idea.
-sí, una mujer de su estatus y riqueza debe tener mucha variedad, tal vez un vestido por día al año, milady.
-y muchas joyas, milady -completaba Youko. Lo que me hacía recordar que ya tenía una pequeña fortuna con todos los regalos que me había hecho. A la hora del almuerzo se detuvo la plática y bajamos al comedor, pero cuando regresamos la plática se reanudó desde el mismo punto en la que la dejaron.
-milady, ¿su señoría no la ha llevado con la modista? –preguntó tímidamente la doncella más joven y rubia.
-lo ha hecho, la mujer debe estar preparando cientos de vestidos –platiqué, divertida de ver sus reacciones –Sir Kuga me ha llevado a todos los comercios, cuando visitamos a la modista le pidió que me hiciera muchos vestidos de todos los colores posibles, me pareció algo excesivo.
-tiene suficiente dinero que gastar, no se preocupe por ello milady –dijo Youko, que doblaba una prenda en ese momento.
Recordé entonces aquel momento, lo recordé por la relación especial que había entre la modista y mi esposa. Resultaba ser que la modista era la esposa de uno de los vasallos más leales a Sir Kuga, es decir, y con más precisión, Sir Kanzaki, y para enfatizar la condición de la mujer, estaba encinta, y, sin embargo, eso no la detenía de estar laborando y creando muchos diseños. Me pareció una mujer poco común para un sujeto de aspecto común, lo recordaba bien porque fue quien le quitó el guantelete para que yo pudiera colocarle el anillo. La pelirroja de abultado vientre trataba a "Su Señoría" de modo muy casual, con mucha soltura y confianza, algo que en aquel momento me pareció grosero y escandaloso, pero como después descubrí, muchos comerciantes lo hacían, pero no por que fuesen groseros, sino porque parecía que realmente la apreciaban, había esa especie de confianza que se percibía en su trato que me parecía agradable, algo que nunca había podido apreciar ni en la capital, ni en la gente de mis tierras. Suspiré entrecortadamente, una cosa más que apreciar de este sitio que lo hace agradable, y otra de las cosas que hacían agradable la estancia aquí, eran también las doncellas, ahora mismo reían mientras extendían las prendas y hablaban de la ropa, una convivencia amena que ojalá no cambie. La tarde no fue muy diferente a la mañana con ellas tres.
Todo volvió a la calma después de que terminaron de asearme en la noche, solo entonces se marcharon y la discusión de la ropa cesó. Estaba un poco cansada así que entré inmediatamente al dormitorio compartido y dio la casualidad de que ella estaba entrando justo en ese mismo momento, me sonrió y cerró la puerta tras de sí para caminar al centro de la habitación, yo hice lo mismo.
- ¿un día agotador? –yo solo sonreí, parecía que se me notaba en el rostro.
-mis doncellas hablaron de vestidos y zapatillas todo el día –ella llegó donde los sillones y se sentó.
-debió haber sido divertido –entonces extendió los pies sobre la alfombra.
- ¿cuatro mujeres hablando sobre ropa? Puedo asegurarlo, pero también resulta agotador… ¿terminaste de hablar con la señora Sanada?
-sí, ella ya sabe qué hacer, lo que me ocupó el día de hoy fue tener que leer reportes de mis hombres, he estado un poco distanciada y ahora vamos a volver, solo me estoy poniendo al corriente –yo asentí mientras me sentaba, imaginándome una cantidad ingente de reportes militares de muchas personas, podía imaginar que le llegaban reportes de cada rincón de la ínsula, pidiendo ordenes e indicaciones, debía ser abrumador –estamos por cumplir un mes… -me dijo de la nada, entonces volteé a verla.
-sí, ya tan pronto –le contesté, por un momento, desubicada –ni siquiera me di cuenta…
-Shizuru… -me dijo, repentinamente con una voz más seria - ¿lo has odiado? –si antes me sentí desubicada, ahora sentí que no sabía de qué me estaba hablando.
- ¿Qué cosa? –le respondí con total sinceridad.
- nuestra convivencia… no espero que ya me ames, pero… no sé si he logrado que sientas algo por mí, aunque sea un poco… después de todo, no sé cómo despertar el amor en alguien… -yo me quedé repentinamente callada, pensando.
- ¿Qué se siente estar enamorada? –tenía muchas suposiciones y pocas certezas, pero si ella podía decirme que era qué cosa, talvez pudiera responder mejor, tanto a ella como a mí.
- ¿Qué? –respondió sorprendida –bueno… -noté como el rubor le llego a la cara –es cuando una persona te parece maravillosa, tu pecho palpita, su sonrisa… su sonrisa es hermosa y te da una mezcla de ternura y felicidad… -ahora yo fui quien sintió el rubor en el rostro ¿ella sentía todo eso por mí? Quería preguntárselo, quería saber si lo decía porque eso era lo que sentía por mí, pero también llegué a la conclusión de que… ella me parecía muy guapa y su sonrisa me era, ciertamente, cautivadora, además de que mi pecho siempre estaba inquieto… ¿estaba enamorada?
-entonces… dime algo… recuerdas cuando me diste la espada en la ceremonia y me dijiste todas esas palabras, el respeto, que sea firme… cuando hablabas de esas cosas y ahora mencionas las palpitaciones, la ternura, la felicidad… ¿es todo eso parte de estar enamorada? A veces…
-no –entonces levanté la mirada –el amor es diferente, enamorarse es fácil, pero el amor… el amor hace que des la vida por la persona que amas, es sacrificio, siempre es sacrificio… a veces me digo que mi amor no es completamente sincero Shizuru… -me quede pasmada –si fuera sincero habría podido mantenerme al margen, habría aceptado tus decisiones sin entrometerme, te habría amado dejando que fueras feliz con… el chico, pero fui egoísta… -me permití pensar profundamente en lo que decía antes de contestar, si me permitía comprender, el amor era… ¿sacrificio? Y aun así había provocado aquella reacción que ella misma llamaba egoísta… ¿puedo ser egoísta y pensar un poco en mí si tanto quiere hacerme feliz? Lo cierto es que aquí…
-lo fuiste, sí –le dije, comprendiendo un poco más de lo que era el amor ahora –pero me alegro que lo hubieras hecho… Nagi no me habría visto, jamás, como su igual en ningún momento, me gusta eso de ti… de nosotras, me gusta que somos iguales, sé que puedo llegar a entenderte por eso mismo… aquí de verdad me siento apreciada.
No volvimos a hablar después de eso, simplemente ella sonrió y yo también sonreí en mi sitio… ¿Cómo había comenzado la conversación? Ya había quedado eso en el olvido. Sin embargo, el silencio que se formó fue muy tranquilo, cada quien se sumió en sus pensamientos hasta que yo me puse de pie y le dije que me acostaría ya, solo entonces ella hizo lo mismo, así que nos acostamos en la cama al mismo tiempo. Normalmente ella se quedaba en un mismo lugar, durmiendo boca arriba, pero esta vez se dio la vuelta y me miro.
- ¿está bien si pienso, que no has odiado estar aquí? –yo también giré a verla.
-no lo he odiado, de hecho, me gustaría quedarme más tiempo…
-podría atrasar el viaje dos o tres días más… -respondió, mirándome expectante.
- ¿realmente puedes hacer eso? –ella sonrió… esa sonrisa, esa expresión siempre hacía que mi pecho…
-puedo intentarlo –sentí las palpitaciones en mis oídos y extendí la mano derecha, presa del momento.
-gracias –le dije mientras tocaba sus dedos. Primero con solo las puntas, luego tomé sus dedos en los míos y finalmente, como vi que se quedaba quieta, toqué por completo el dorso de su mano.
- ¿no te molesta que te toque? –me preguntó con mucha precaución. Me parecía un poco absurda su pregunta pues en ocasiones anteriores me había tomado de la mano, pero lo cierto es que había sido en un contexto completamente diferente, aquí estábamos a solas, en una completa privacidad, mientras que en otras ocasiones tomaba mi mano para ayudarme o guiarme, y nada más.
-no me molesta que me toques.
Estábamos lejos y la iluminación no era perfecta, pero note el rubor en su rostro, una vez más. Entonces ella movió su mano y entrelazo sus dedos con los míos. Me quedé mirando lo que había hecho, con los latidos haciendo ruido en mis oídos, invadiendo mi pecho y garganta, generando algo en mi estómago y por alguna razón recordé aquel sueño, recordé sus dedos en mi piel y sentí unas repentinas ganas de acortar la distancia y averiguar si se sentía igual.
-Natsuki… -le llamé por primera vez por su nombre - ¿puedo tocarte? –subió sus ojos a ver los míos, al encontrar el verde de sus irises sentí un calor repentino y mis mejillas debían estar rojas, pero me mantuve firme como si no sintiera nada de eso.
- ¿Dónde? –preguntó ella ¿Por qué debía preguntar? Y ahora que lo pensaba ¿Dónde debía tocar?
-aún no lo sé… talvez… ¿solo deberíamos acercarnos más? ¿Por qué duermes tan lejos? –sinceramente, quería preguntárselo desde la primera noche, tenía la suposición de que dormía tan lejos de mí para no molestarme, al menos ahora pienso eso teniendo en cuenta que es muy considerada conmigo.
-no quería que te sintieras incomoda… pero si no te molesta podemos dormir más cerca…
-no estaba acostumbrada a tener a alguien en mi cama, pero ahora, podemos hacerlo ¿no?
-claro.
Entonces ella se fue acercando hasta llegar a la mitad de la cama y me dije que yo debía acercarme, al final terminamos en medio, una junto a la otra, la distancia que nos separaba había desaparecido y ahora oía su respiración como si la tuviera en mi oído, como si estuviera tan cerca como en mi sueño, sentí vergüenza y tuve ganas de esconderme bajo la colcha, mas no lo hice. Al final, aunque sabía que quería intentar lo que fuera para por fin salir de toda duda, no me atreví a hacer más, menos aun cuando bajo las sábanas ella volvió a buscar mi mano para entrelazar nuestros dedos, me sentí azorada y cerré los ojos, los latidos no me dejaron dormir de inmediato.
Los latidos y mis propios pensamientos jugaron en mi contra ¿estará dormida? ¿Qué estará pensando? ¿debería hacer algo más? ¿ella querrá hacer algo más? ¿debería abrir los ojos? ¿Qué tal si quería decir o hacer algo y como cerré los ojos ya no? ¿lo tomara a mal? ¿comprenderá lo que siento? Debería confiar en ella, hasta ahora no ha hecho nada para incomodarme, seguramente no hará nada, de verdad que tengo que ser yo quien dé el primer paso ¿pero no lo he dado ya? Oh, pero no puedo imaginarme haciendo algo más… aunque sí que puedo imaginarla con sus manos sobre mi… ¿Qué estás pensando? Si sigues así no podrás dormir ¿ya estará dormida? ¿creyó que me dormí? ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿será ya media noche? Tal vez ya se durmió, abriré los ojos para confirmarlo, si está dormida me sentiré más tranquila… así que abrí los ojos, pero ella no estaba dormida, me miraba y sonrió cuando encontré sus ojos.
-disculpa, debe ser difícil, te soltaré para que te sientas mejor –y en verdad soltó mi mano.
-no, yo… -reaccioné y me levanté un poco, apoyándome en mi codo izquierdo –solo estoy un poco ansiosa, ¡nerviosa! Solo eso, solo son nervios, eso es.
- ¿ansiosa de que, Shizuru? - ¿Por qué tenía que poner atención a la parte que no quería que se fijara? Ella se levantó un poco, talvez curiosa, apoyándose en su codo derecho, mirándome con esos profundos ojos verdes.
-no es nada… es solo que a veces quiero saber… hasta donde puedo llegar –entonces, en verdad note como su respiración se hizo más pesada.
-quieres decir… entre nosotras, entre nuestros… ¿Cómo un matrimonio? - ¿era eso lo que creo que yo quería saber? Era algo confuso, pero creo que sí.
- ¿tú no lo has pensado? –ella estaba tan cerca que podía notar como le temblaron los labios, parecía no saber que responder, quizá a ella le avergonzaba tanto el tema como a mí, pero de igual forma también estaba interesada, así que podía comprender –si tú no quieres, lo entenderé…
-si quiero… -dijo, por fin.
Y ahora, ahí estábamos las dos, una junto a la otra, con un montón de pensamientos lujuriosos que no sabíamos cómo esclarecer, ni dónde empezar y mucho menos por donde terminar, sin embargo, en algún momento, ella se aproximó; se acercó tan suave hacia mí, sentí su mirada en mi boca, escuché su respiración mientras sentía las palpitaciones en todas partes, luego su aliento en mis labios y al final, una breve presión, un roce, mi corazón latiendo como nunca jamás, después el sabor de su boca, más latidos apresurados, olvidé respirar… y entonces terminó. Miré sus ojos aun con la boca abierta, respiré profundo, ella se notaba expectante… creo que no entendí que había pasado, así que me aproximé y fui yo quien presionó contra su boca.
De alguna forma que no logro discernir, entendí de inmediato qué tenía que hacer, como debía mover mis labios, tenía que evitar un choque entre nuestros dientes, pero el sabor de su boca no se sentía asqueroso y, por el contrario, ansiaba más. Presioné, mientras me olvidaba de respirar y cerraba los ojos, presioné tanto que casi terminé sobre ella, entonces volví a respirar y me alejé un poco. Ahí estaba la luz del hogar, haciendo que mirara su camisón traslucido, estaba por llevar una de mis manos sobre la tela de su camisón cuando sentí los dedos de su mano en mi muslo, sobre mi camisón, pero bajo la colcha; mi corazón se agitó, esto era como en mi sueño, no, quizás mejor.
-debo confesar… que he querido tocarte desde la primera vez que te vi en ropa interior… -me dijo, aun cuando casi no se había movido de su sitio y parecía tan tranquila e inocente.
-dime… -le dije, con mis latidos haciendo un escándalo interno - ¿Qué has querido hacerme?
-los demás siempre piensan en desnudar a las mujeres… -me contestó, en un tema que me parecía completamente ajeno –quieren verlas desnudas, pero yo sé que es lo hay debajo de tanta ropa… –me decía, mientras subía poco a poco su mano, recorriendo mi muslo, un acto que me provoco ansiedad y agitación –y me encanta como luces los camisones… quiero… -hizo una pausa donde me pareció que tragó –tocar todo tu cuerpo… pero no quiero desnudarte… -me miró fijamente, parecía esperar mi respuesta o quizás mi aprobación.
-pues yo sí quiero verte sin el camisón…
Ella se sonrió y se dejó caer en la almohada, segundos después se incorporó hasta quedar sentada, fue jalando la prenda que la cubría hasta sacársela por encima de la cabeza. No esperé tanta disposición para quedar desnuda sin más preámbulo. El camisón lo arrojo a un lado y luego volvió a acostarse, entonces por fin pude mirar su cuerpo tal cual, no era una mujer de grandes proporciones, pero tampoco se notaba escuálida, había un equilibrio que le hacía parecer fuerte y delicada al mismo tiempo, además su piel era mucho más blanca y sus pezones especialmente rosáceos… sentí algo en la garganta, no eran palpitaciones, era algo ahí, como una sed, como algo que me hacía babear, sentí mi lengua inquieta, mis manos también, una presión entre mis piernas… respire hondo, me senté y me quedé mirando su cuerpo. Extendí mi mano izquierda y me apoyé sobre ella, la otra la llevé hacia su cuerpo, dudé al principio, pero luego toqué su piel, la colcha cubría hasta su cintura, así que deslicé la palma de mi mano sobre su abdomen, en medio de sus senos, su cuello, hundí mis dedos en su cabello y me aproximé, volví a su boca, volví a mover mis labios sobre los suyos mientras su mano regresó a mis muslos.
Esta vez no me olvide de respirar entre caricia y caricia, pero las cosas se estaban complicando, me sentía incomoda así que me separé de ella y comencé a pensar de qué forma colocarme, tal vez debería acostarme a su lado, iba a hacer eso pero ella subió su mano hasta mi cadera, luego su otra mano me tomó con fuerza y me atrajo sobre ella, sobre el inicio de sus piernas, sobre aquel lugar y también mi entrepierna quedó sobre ella, era tan lujuriosamente estimulante que no pude negarme, lo único que nos separaba era mi propio camisón…
El mismo camisón que ahora cubría sus manos, manos que se deslizaban lentamente por mi piel, por mis mulos, mis caderas, mi cintura, llegaban peligrosamente a la curva de mi trasero y luego continuaban subiendo, sentí que iba a explotar del azoramiento cuando ella jaló los cordones del camisón y mi pecho quedo parcialmente expuesto, me consolaba que ella no quería desnudarme, a ella le gustaba verme en ropa interior, estuve tranquila hasta que se incorporó, deslizo sus dedos por mi piel, recorriendo mis pechos con suavidad hasta llegar a la punta y luego, inesperadamente, llevó su lengua, fue una sensación por demás curiosa y no desagradable que me sentí dificultada para rechazar, a pesar de lo escandaloso y pecaminoso del hecho…
Me resultaba vergonzoso lo que estaba ocurriendo, pero no podía apartar la mirada de su rostro, de su lengua, de sus labios. Tampoco podía rechazar sus manos que se escurrían bajo el camisón y apretaban las redondeces de mi trasero, entre más me hacía, más curiosidad y determinación sentía en querer mirar más, en saber que más sucedería, la curiosidad me estaba llevando a caminos que jamás imaginé explorar, una curiosidad malsana alimentada por sensaciones satisfactorias, por ese palpitar entre mis piernas, por esas manos que me apretaban y por… esa atrevida boca. Comenzaba a acostumbrarme a su tacto, a lo que hacía conmigo, a sus manos en mi trasero hasta que una de esas manos se escurrió a mi entrepierna, di un salto y mire sus ojos, me miraba expectante mientras no apartaba su boca de mi piel, sus ojos se notaban oscuros ya que la luz mermaba poco a poco, pero no dije nada, solo me quede mirándola mientras sentía su palma sosteniendo por completo mi zona más privada, se suponía que era para otra cosa, pero… ¿podía ser posible que fuera tan agradable?
No hizo demasiado, solo parecía moverla en pequeños círculos, pequeños movimientos que se sentían agradables, tan agradables que no me di cuenta en qué momento comencé a ejercer presión, entonces inevitablemente la tomé de los hombros y apreté con mis dedos, llevé mis manos a la línea de su mandíbula y exigí su boca en la mía, un encuentro que no duro demasiado porque comencé a hacer más fuerza, una fuerza que me hacía poner atención a un solo sitio de mi cuerpo, entonces, sin esperarlo, me tomó y me puso contra la cama, ella sobre mí.
La impresión me duro poco. Me levanto el camisón y su muslo ocupo el antiguo lugar de su mano, además de que mi propia pierna quedo en su entrepierna, mi corazón latió más rápido cuando sentí su humedad, su agitación y mis propias sensaciones placenteras. Eran demasiados estímulos bombardeándome, su peso sobre mi cuerpo, su calor, su respiración agitada, su aroma, mi entrepierna, mis manos presionando su espalda… A estas alturas me era imposible permanecer quieta y para ella parecía ser igual. Se creó una fricción entre nuestros cuerpos que resultaba por demás estimulante, era un movimiento que requería fuerza, presión, mucho agarre. Fuerza en mi abdomen y fuerza en mis músculos internos, una fuerza que me decía que tenía, que necesitaba seguir haciendo más fuerza ¿para qué o por qué? No lo sabía, solo debía soportar la tensión, debía mantenerla todo lo posible, mantenerla hasta ya no poder más y entonces… no supe en qué parte de mi cuerpo se sentía mejor, si las piernas, las pantorrillas, el abdomen, mi misma entrepierna o mi mente entumecida por un espasmo… un espasmo que parecía durar una eternidad, una eternidad en la que contuve el aliento, pero que cuando terminó pude volver a respirar… di una bocanada profunda de aire y entonces sentí los latidos de mi corazón lentos pero fuertes, rezumbando en los oídos, respiré profundo para aplacar mi pulso y recuperar cierta estabilidad, pero aun así mi corazón seguía golpeando fuerte contra mi pecho, cerré los ojos y poco a poco, mis latidos se calmaron, entonces un sopor suave comenzó a alejar mi mente, amenazando con hundirme en un sueño suave y cómodo…
Pero no me dormí, me quedé quieta, muy calmada mientras mi respiración volvía a la normalidad, más bien, mientras nuestras respiraciones se calmaban. Podía notar con mi propio cuerpo como ella también respiraba más lentamente, el calor de su piel en las partes desnudas de mi cuerpo, se había quedado parcialmente sobre mí, así que sentía un poco de su peso, me parecía que descansaba, quizá igual que yo se estaba sobreponiendo a la situación… y la situación era… ¿esto podía contarse como un matrimonio consumado? Comencé a repasar las cosas que sabía, y definitivamente no era como hubiera sido con otro individuo, pero tampoco era exactamente algo a lo que no tomar en cuenta… de manera que, a nuestra forma, creo que podría contarse como una consumación… después de todo ella había expuesto su cuerpo al igual que yo y ese tipo de cosas sucedían solo en la alcoba de un matrimonio.
Descansé por completo la cabeza en la almohada y exhalé. De alguna forma, sin pensarlo tanto y sin plan alguno, había conseguido lo que había deseado y estaba, curiosa e inesperadamente, bastante complacida con el resultado. Podía quedarme tranquila, ahora de verdad era una mujer casada, de verdad sabía lo que conllevaba compartir un dormitorio, en verdad conocía la intimidad generada con otra persona, sin importar que o quien era ella fuera de ese momento privado.
