Capítulo 10.
La culminación de este curioso acto me había dejado tranquila y pude dormir sin reserva alguna. A la mañana siguiente me desperté en el mismo lugar y ella prácticamente junto a mí, solo que me daba la espalda. Aprecie, aún con la poca luz que se filtraba, la claridad de su piel, las tenues líneas de los músculos en su espalda, la línea que dividía su trasero, su cabello extendido por la almohada, su suave respirar… el día de hoy no se había despertado antes que yo, ni estaba en la orilla esperando el desayuno. Me sentí tentada a despertarla, pero no sabía cómo respondería, al mismo tiempo, comenzaba a sentir hambre, dudé un poco, pero tomé una decisión, toqué la campana y luego regresé a su lado, toqué su hombro, luego deslice los dedos por su brazo, la moví un poco y la llamé en voz baja. Al despertar se sorprendió un poco, se ruborizo y luego busco su camisón por todas partes, lo encontró en la alfombra.
-ya he llamado por el desayuno –le dije, cuando iba a tocar la campana.
-oh, perfecto, perfecto –dijo, quedándose sentada en la orilla luego de ponerse el camisón, la noté nerviosa y yo también tenía un cierto sentimiento de no saber que decir en estos momentos, pero finalmente, fue ella quien rompió el silencio –lo de anoche… ¿te ha parecido desagradable? ¿quisieras que no se volviera a repetir o…? –la miré con cierto asombro, claro que ella no podía saber si me había gustado o no, ni yo podía saber si a ella le había agradado, pero, aun así, la pregunta era un poco sorpresiva.
-no fue desagradable –le contesté, un poco apresurada –no me molestaría… si vuelve a ocurrir.
-entiendo… yo… -note que quizás iba o quería decir algo, pero finalmente miró a otro sitio –entiendo…
No la conocía tan bien como para entender que significaba su reacción, pero me provocaba dudas, muchas dudas ¿no era la respuesta que esperaba? ¿debí haber sido más determinante en mi respuesta? Decir algo como ¿"me gusto, quiero volver a hacerlo"? Pero una dama no dice esas cosas… aunque a estas alturas ¿Qué importa lo que una dama dice o hace? Ella probablemente, tiene más disposición a aceptar las eventualidades que toda esa gente que se asusta de cualquier palabra ligeramente fuera de contexto. Miré como se sentó en el sillón habitual, mirando el hogar apagado, en el que solo quedaban cenizas.
Me levanté de la cama con la intención de ahondar más en el tema, pero tocaron la puerta, eran las doncellas que traían el desayuno. En presencia de ellas no hablamos de lo sucedido, era privado, era un asunto que nadie tenía porque saber y al parecer ella compartía esa opinión, después de todo, si habláramos sobre lo sucedido frente a ellas, el chisme no solo andaría esparciéndose por el castillo, si no que llegaría a cada rincón de la ciudadela. Desayunamos en paz y completa calma mientras las doncellas ordenaban las sábanas y las colchas, más tarde seguí a Akane a mi habitación y ahí me asearon, junto con el cepillado y la respectiva vestimenta. Al terminar, pedí a las doncellas que se marcharan y regresé al dormitorio compartido, toqué la puerta de su dormitorio, pero no hubo respuesta. Toqué una vez más y siguió sin haber respuesta.
Al salir de las habitaciones me la encontré en el pasillo, perfectamente vestida, con unas calzas negras, prenda que se le ceñía a los muslos… muslos que habían estado entre mis piernas… me sentí ruborizar al instante de relacionar ambas cosas. Intenté despejarme de aquellos pensamientos y le di alcance, cuando ella me notó caminando en su dirección fue a encontrarme, últimamente no habíamos pasado las mañanas juntas, pero hoy ella quería que lo hiciéramos, por supuesto accedí, y en esta ocasión me llevó a una terraza que estaba unos niveles arriba de donde está el comedor, creo que solo había ido una vez cuando me mostraba el castillo. Sin embargo, en esta ocasión se notaba que había mandado a decorar el lugar, había un comedor en el exterior y se habían colocado parasoles que nos cubrían de los rayos del sol matutino. Al llegar ya estaba una doncella colocando las tazas para el té. Nos sentamos, la doncella nos sirvió el té y luego se marchó. Espero que pueda regresar más adelante con más té caliente y bocadillos. El ambiente se volvió un poco silencioso luego de que la doncella se marchara, ella tomó de su taza, yo también probé la bebida.
-he mandado una carta –me dijo, luego de terminar el módico trago que siempre daba al té –espero que su majestad no se moleste por tardar unos dos días más –entendí entonces, a que se refería.
-yo también lo espero –le dije, cuando terminé de beber, en mi caso, un trago mucho más largo y sustancioso –su majestad es mi familiar, sin embargo, no la conozco tan bien ¿crees que se disguste? –no respondió de inmediato, pareció pensar su respuesta.
-en ocasiones puede ser dulce, pero en otros casos pareciera que es una anciana amargada –yo tuve que hacer un esfuerzo por no reír –toda una tirana, no hay que confiarse de su inocente apariencia, tu ex prometido cometió el error de hacerla enojar.
-oh… -inevitablemente, recordé el triste final que tuvo Nagi –que mal que le haya tocado un castigo tan severo –esta vez fue ella quien trato de no soltarse a reír.
-no, estoy segura que su intención inicial era dejarlo un año en el calabozo –abrí los ojos de la impresión ¿un año? ¡pero que atroz! –pero la canciller la convenció de no ser tan drástica -de alguna manera, notaba en su voz y en su expresión, que estaba decepcionada de esa decisión, definitivamente jamás hubiera existido algo entre ellos dos como llegué a imaginar en un principio –seguramente a estas alturas ya debe estar en su casa… - "dramatizando", completé en mi mente.
Lo cierto es que Nagi es todo un señorito, una estadía en un calabozo o en un simple campo de batalla lo ha de escandalizar a niveles inimaginables, y, aun así, había sido en su momento, el mejor prospecto para casarme. Pasamos el resto de la mañana platicando sobre su majestad, no mentía cuando dije que la conocía poco, sin embargo, debido a la plática, creo que pude conocerla o al menos, hacerme una imagen más nítida sobre ella a partir de la perspectiva de Natsuki, y lo cierto es que definitivamente no hay que hacerla enojar, puede tener solo doce años, pero posee un temperamento fuerte.
Por otra parte, la plática me ayudó a alejar de mi mente los hechos ocurridos en la habitación, a no estar tan consciente de sus ajustadas calzas negras, ni a mirar sus pechos bajo la camisa que vestía, ni a mirar esas manos y ese mentón tan suavemente provocativo… creo que nos ayudó a sentirnos cómodas y en confianza luego de ese amanecer un tanto curioso, por no decir, extraño e inusual, pero no desagradable, sin duda.
La mañana pasó volando y pronto nos llamó la señora Sanada para la comida. Habíamos bebido muy poco té, así que bajamos sin más. Pasamos la hora de la comida de forma agradable, pero por la tarde le llegaron unas cartas así que tuvo que retirarse para contestarlas, de modo que pasé la tarde con Youko y las doncellas. Tuve que forzarme a no decirle nada a Youko, aunque tenía ganas de insinuar, aunque fuera solo una insignificancia. Sin embargo, la sensatez se asentó en mi cabeza y no dije una sola palabra, de modo que así transcurrió la tarde. Sentí las horas cuando Erstin fue a encender las velas y poco después la chimenea, entibiando el salón donde solía quedarme. A pesar de que el clima era cálido, el edificio era lo suficientemente alto y grueso como para guardar el fresco e hiciera falta entibiar el interior un poco. Poco tiempo después llegó la hora de la cena. Al sentarnos el ambiente fue ameno, me platicó que las cartas eran de subordinados, seguramente requiriendo su presencia, me sentí un poco egoísta al retrasar su regreso, pero también me dije: "¿Por qué no?" ¿Por qué no pedir más? Si no fuera posible ella no lo haría, si no estuviera dispuesta, ella simplemente diría que no, así que, ¿Por qué no hacerlo? Seré un poco egoísta en esta ocasión, después ya se verá que sucede.
Al terminar la cena nos retiramos, cada quien a su habitación, a asearnos por separado. Entonces, inevitablemente, mientras me metía a la tina y me lavaban el cuerpo, la imaginé en la misma situación, retirándose la camisa de tela blanca, las botas, las calzas negras, los interiores y después… aquellas doncellas que eran las que la atendían, tocarían su cuerpo, enjabonando, tallando, limpiando, secando… ese camino de mis pensamientos no me estaba gustando tanto… pero tampoco podía pedir que la atendiera personal masculino, la sola idea era horrorosa, pero… me llevé una mano al puente de la nariz… pero tampoco me sentía muy satisfecha de saber que otras mujeres ponían sus manos sobre la mujer que está unida en matrimonio conmigo.
A lo único a lo que me puedo sostener en esta situación es… que ella me ama. Es lo único que puede hacer la diferencia entre otras mujeres y yo… y para ella ¿Cómo es? Ella no sabe lo que siento por ella, y yo tampoco puedo decir con certeza qué sentimientos han despertado en mí, pero, ¿Cómo lidia con la situación de saber que alguien más puede ver lo que está destinado solo para sus ojos? Exhalé un suspiro muy corto… es un misterio.
Más tarde, cuando las doncellas terminaron de arreglarme y salieron luego de despedirse, entré al dormitorio compartido, pero ella no estaba. Me planteé esperarla en el sillón frente al hogar, pero estaba un poco cansada así que me acosté en mi sitio ya acostumbrado y preferido. Ella llegó después de un rato, entró con la bata desabrochada y el camisón con unos cuantos botones sueltos, era una visión interesante que al instante me hizo recordar lo que había sucedido la noche pasada, tuve la sensación, en cuanto me miró a los ojos, de que ella recordó lo mismo.
-que agradable está aquí dentro –comentó ella, me imagino que queriendo cambiar el tema o disipar la repentina tensión –el ambiente comienza a refrescarse ¿lo has notado?
-yo pensé que tenías calor –le contesté, sin apenas pensarlo, pues luego de ver esos botones…
-oh no, no tengo calor –entonces caminó hasta la cama para acostarse.
Yo me quedé mirando todo lo que hacía, no sabía qué decisión tomar, al menos no en ese momento, es decir, ahora no había nadie más que nosotras, era de noche, con la tenue y seductora luz que emitía la chimenea, en la cama con esas suaves y cálidas sabanas, con su cuerpo desnudo asomándose por ese traslucido camisón… era provocativo, era sugerente, hacía que solo pensara en que la quería sobre mí, con su boca sobre mi piel y… exhalé, un poco agitada… cálmate, ¿Qué es ese torrencial de pensamientos pecaminosos? Regresa a lo que estabas pensando antes, contrólate… y por cierto ¿en qué estaba pensando antes? Ah, sí, que hacer… dormir o… ¿seducirla? Sentí mi pulso acelerado mientras percibí como se acomodaba en la cama y solo pude respirar profundamente mientras sentía el movimiento en el colchón, un movimiento común y para nada especifico, pero tal parecía que en mi mente solo había una cosa en particular, así que, bien, ¿para qué resistirse? ¿quién decía que tenía que hacerlo? De modo que tomé una decisión.
Me acerqué más al centro de la cama, noté como me miró y por consiguiente ella también se acercó, de modo que quedamos muy juntas, ella boca arria, mirando el techo del dosel igual que yo, muy en su sitio, sin moverse a penas, supe así que debía ser yo quien hiciera el primer movimiento y en cierta forma, me gustaría que tuviera más iniciativa, sin embargo, no ahondé demasiado en ese pensamiento. Moví mi mano bajo la colcha y busque su mano, no fue demasiado difícil, cuando la encontré y acaricie sus dedos ella me miró, yo también gire a verla, le sonreí y ella también sonrió, ah, esa tenue sonrisa era tan sensual, además siempre parecía que sus ojos sonreían con ella… al momento siguiente me acerqué a ella y sentí su boca sobre la mía, de ahí en más, simplemente nos dejamos llevar, no fue exactamente como la noche anterior, hubo unas ciertas diferencias agradables, curiosas y que por ilógico que pareciera, quería, necesitaba volver a repetir porque eran muy satisfactorias, pero aun así, descubrí que necesitaba más, esas sensaciones… esa tensión agradable era demasiado efímera como para comprenderla una segunda vez…
Pero, aunque la volví a buscar la siguiente noche, no parecía ser algo que terminara de comprenderse, siempre ocurría alguna cosa diferente y sin darme cuenta, se terminaron los días y debíamos regresar a la capital. Sentí que era demasiado pronto, sentí que el tiempo no había sido justo, quería más y sin interrupciones. Sorprendentemente, me sentía muy bien viviendo en el castillo, viviendo con ella y las demás doncellas, me sentía, indiscutiblemente, bien en ese sitio, con esa vida creada en ese lapso, un lapso quizás aún muy corto, pero se sentía bien, si así iban a ser las cosas por siempre, estaba bien con ello, era una buena vida. Aunque claro, como ella ya lo había dicho, en ciertos momentos tendríamos que ir a la capital y luego, una vez más, volver.
Supongo que me acostumbraré a esto también… me dije, ya cuando iba en el carruaje de vuelta a la capital. Había pasado todo el proceso de salida del castillo casi sin darme cuenta, en un momento me estaba levantando de la cama y comiendo el desayuno, y casi al otro ya estaba montada en el carruaje, recorriendo el camino de piedra, con Youko y las demás doncellas. Sin embargo, esta vez el viaje no duro tres días ya que, aunque no lo pareciera, Natsuki estuvo trabajando con el administrador en aquellas tardes donde yo la pasaba divertida en el salón del té, trabajando sin cansancio en la remodelación de caminos y mejorando los hospedajes, lo que se traducía a que el camino a la capital ahora estaba reducido, pudiendo ser recorrido a una velocidad sorprendente. Estaba remodelado, había menos traqueteo, puntos de vigilancia, se habían eliminado los lodazales y los hospedajes cambiaron enormemente su fachada y su calidad interior. De esta forma, solo tardamos dos días de viaje haciendo solo un descanso por la noche, en lugar de los tres que hicimos anteriormente. El trayecto había mejorado bastante.
Por eso, a los dos días, ya casi por la noche, estábamos cruzando las puertas que nos dejaban entrar a la ciudad capital. Ciertamente me sentí feliz de regresar, aunque también sentía que ya echaba de menos el castillo. Al llegar a la capital rápidamente nos dirigimos a la vivienda que alquilaba, la cual era diametralmente pequeña en comparación con su castillo, "¿Cómo podía ser?" Me preguntaba, ya que no comprendía porque prefería un sitio pequeño en la capital, pero un enorme castillo en sus tierras, lo razoné un poco y llegué a algunas conclusiones mientras las doncellas se instalaban y acomodaban mis baúles en la habitación, obviamente al ser una vivienda modesta no había muchas habitaciones decentes, así que estaríamos compartiendo el mismo dormitorio, aunque no el mismo guardarropa.
-lamento que estemos tan amontonadas –me dijo esa noche, cuando el personal hubo terminado de colocar las cosas, cenáramos, nos laváramos y finalmente, nos acostamos –pero es temporal, mañana mismo le pediré a Sir Kanzaki que te escolte para ver sitios, compra el que tú quieras, haremos una residencia digna de ti –por una parte me hizo feliz, pero por otra parte me sentí incomoda.
¿Cuánto tiempo tardarían los trabajadores en hacer una residencia que le complaciera? Después de ver el castillo que se había mandado a construir sabía que no podía ser un proyecto sencillo y corto, ¿tenemos suficiente tiempo? Ya sabía que tenía mucho dinero, así que ese, evidentemente, no era el problema, el problema es que no sabía que nos depararía el futuro, la incertidumbre me incomodaba, me provocaba algo que no me dejaba en paz… quizá estoy exagerando, quizá todo saldrá bien. Tal vez, si pienso positivamente, las cosas saldrán de esa manera… aunque no podía evitar pensar en ponerme un freno y mostrarme un poco mesurada, a fin de no terminar lastimada.
-es una gran idea, pero no creo que el proyecto se termine en uno o dos meses ¿Por qué no alquilamos un sitio más espacioso mientras se construye nuestra futura casa? –ella volteó todo su cuerpo y me dio una sonrisa, esa sonrisa encantadora que poseía.
-por supuesto, tienes razón.
Cuando sonreía con sus labios, también sonreía con sus ojos, las comisuras se curvaban un poco y de alguna forma parecía tener una alegría contagiosa, además el verde de sus ojos era tan hermoso e inusual que era inevitable quedarme mirando sus ojos por unos momentos, a veces no solo sus ojos, a veces sus pestañas, su piel, los poros de su piel, sus labios, las líneas en la piel de sus labios, sus cejas, cada pequeña hebra que formaba sus cejas o incluso los pequeñísimos vellos en su piel, casi minúsculos e imperceptibles… demasiados detalles, tanto que me parece imposible que exista alguien con tanta perfección… entonces, no podía evitarlo, sentía ganas de tocarla, comprobar que era real mientras me preguntaba por qué yo…
Pero esta noche no hubo más espacio para dudas cuando sentí sus labios sobre los míos. Esta vez ella no esperó a que yo diera el primer paso, se acercó sigilosamente a mí, manteniéndome la mirada y luego fue sobre mi boca, sobre mi piel, acomodando su cuerpo sobre el mío, contagiándome su calidez mientras sentía sus ojos sobre los míos, observándome con detenimiento, no estaba desnuda, nunca estaba desnuda, le gustaba tocarme sobre la ropa, colar sus manos y arrugar la prenda, pero esta vez fue un poco más audaz, no me quito el camisón, fue palpando sobre la tela, fue deslizando sus labios, sentía su boca y su nariz pasar lentamente hasta hundirse entre mis piernas y con su lengua repasar el hipersensible lugar que ahí se encontraba, sentí lo caliente y me sobresalté, de inmediato la volví a ver, tenía una sonrisa y luego se quitó el camisón, arrojándolo a algún lugar. Últimamente no le costaba nada deshacerse de su propia ropa interior…
A pesar de la actividad nocturna, a la mañana siguiente salió muy temprano para presentarse con su majestad. Yo por mi parte, me quedé hasta tarde en la cama, cuando desperté, era porque Akane estaba contrariada sobre el itinerario común de mis actividades. Me quedé sentada en la cama, con el cabello revuelto y el camisón descompuesto, exhalé con cierto cansancio y miré a Akane.
-milady ¿va a querer el desayuno o se lo saltara hasta el almuerzo? –eso me hacía pensar que era anormalmente tarde.
-el desayuno, por favor –y, por lo que me di cuenta, ya estaba la comida esperando, así que entró Erstin con una charola para que comiera en la cama –comencé el desayuno con mi mente en los funcionamientos básicos hasta que me di cuenta de que Youko no estaba en la habitación, miré en derredor y antes de que pudiera preguntar Akane respondió.
-Youko salió a hacer unos recados –entonces asentí… y luego volví a pensar ¿Youko? ¿haciendo unos simples recados? Eso no podía ser, no se molestaría una doncella de su estatus a hacer unos simples recados, así que, lo que tenía mayor margen de probabilidad es que ella fuera a la residencia de mis padres para darles la noticia de que estoy ya en la ciudad.
De modo que, si estaba en lo correcto, y muy seguramente lo estaba, mis padres vendrían a verme, por ello en cuanto terminé con el desayuno me vestí apropiadamente. Me llené de satisfacción cuando casi al terminar de vestirme y cepillarme, se me informo de la visita de mis padres. Akane estaba terminando de colocarme un moño y Erstin aún me acomodaba una zapatilla cuando entró Youko con la noticia. La miré con los ojos entornados, sabía que había sido ella quien fue a decirles, de una forma que no podía explicar cómo o por qué, me irritaba que hubiera ido sin antes consultármelo.
-gracias Youko, ya bajo –le conteste con una voz fría y distante, supongo que percibió algo porque salió sin decir palabra. Exhalé, ya podía imaginar los reproches, "¿Por qué no nos enviaste ni una carta?", "estábamos preocupados", o algo así. Me levanté del taburete y bajé las escaleras deseando equivocarme, pero la realidad no fue así.
-hija, estábamos tan preocupados ¿acaso no podías enviarnos una carta? –primero mi padre.
- ¿tu marido no te da papel y tinta? –luego mi madre.
- ¿acaso te ha mantenido presa? –y así parecía que se iban turnando para hablar.
- ¿es de ese tipo que es tacaño con su esposa? –comencé a irritarme.
-olvidé mandar cartas, estuve ocupada –con esa respuesta se zanjo el asunto –no tengo ni un día aquí y ya saben que llegué ¿Quién les paso el chisme?
-oh, sabes que hay muchos ojos en esta ciudad, no sabrías quien te ve primero –lo curioso es que cuando me raptaron esos ojos no estuvieron ahí.
-solo quiero confirmar que fue Youko quien les fue con el chisme.
-lo hizo con buenas intenciones, cariño –finalmente, mi madre lo confirmó.
-buenas intenciones… me pregunto que más les contó.
-nos dijo que te trata bien, que has estado animada y cómoda en tu nuevo hogar, pero queremos saberlo de ti misma.
Lo que se tradujo a un largo rato de estar respondiendo preguntas y más preguntas mientras poco a poco, conforme pasaba el tiempo, una sensación de angustia se iba apoderando de mi cuerpo. Cada vez se alargaba más la visita de mis padres, cada vez la hora del almuerzo se acercaba más… ¿ella volvería para la comida? ¿se toparía con mis padres? Me alarmaba que ellos pudieran enterarse sobre su verdadera identidad, y me ponía en verdadera mortificación que ella fuera entrando, quitándose el casco y ellos saliendo al mismo tiempo, descubriendo todo.
Cuando llegó Erstin a preguntarme si colocaba dos lugares más para mis padres, antes de que dijera algo más, mi padre respondió que sí. En mi interior sentí que caía por un vacío, un vacío de angustia y desesperación. Llegada la comida fuimos al comedor, solo había tres lugares servidos, así que miré a Erstin.
-su señoría no viene a comer cuando va al palacio con su majestad, milady.
Esa respuesta me quitó un enorme peso encima, sentía que estaba cargando un caballo, no, cinco caballos en mi espalda. Fue así que pude pasar la comida tranquilamente, aunque por las reacciones de mis padres, estaban deseosos de encontrarse con "mi esposo", por lo que no se rindieron tan fácilmente, se quedaron el resto de la tarde a pesar de las indirectas que les daba para que se fueran, y, aunque yo les dije algunas muy buenas y justificadas, ellos supieron muy bien evadirlas.
-no quiero retenerlos tanto, en casa seguramente tienen muchos asuntos que atender…
-oh no, querida, hemos pasado más de un mes sin verte, que importan los asuntos de la casa, la servidumbre puede ocuparse –mi madre era experta en evitar indirectas y responder astutamente.
Se quedaron tanto tiempo que las doncellas me preguntaron si debían colocar los platillos correspondientes en la mesa para la cena y una vez más, ellos respondieron por mí, y su respuesta fue, obviamente, positiva. Se quedaron a la cena, donde volvía a ser la misma cantidad de lugares servidos.
-su señoría siempre llega muy tarde cuando esta con su majestad –respondió la doncella, adelantándose a cualquier pregunta o mirada.
De modo que, pasamos la cena con tranquilidad y ellos no vieron cumplido su cometido. Estaba segura que querían atrapar a "mi esposo" con la guardia baja, sin el casco y hacerle una serie de preguntas que no tendrían descanso y fin, al menos hasta que fuera tan tarde que sería inmoral estar en la calle. Al terminar la cena, ellos se retiraron a su propia residencia y yo pude, por fin, retirarme a descansar, tanto de ellos como de la ropa y las zapatillas. Al entrar a la habitación me encontré con ella, con el cabello húmedo y en camisón, con los pies extendidos sobre la alfombra en dirección al fuego en el hogar.
-pero ¿Cómo? ¿Cuándo llegaste? –ella me regresó a ver con una sonrisa traviesa.
-Senou me lo conto todo, debió haber sido muy difícil para ti –yo exhalé, cansada.
-lo fue, estaban empeñados en atraparte –ella se rio un poco y luego se levantó.
-puedo ayudar a relajarte –me dijo, acercándose suavemente, noté que llevaba la bata, pero debajo seguía siendo un camisón de una tela muy delgada con un ligero escote, no pude quitar mis ojos de la tela, en la visión que tenía frente a mí se colaba la piel de su pecho, blanca y sedosa, ni siquiera sentí cuando colocó una mano en mi cintura, solo veía su pecho y sentía su voz en mis oídos, hablándome cada vez más bajo y más cerca –necesito agradecerte por cubrirme…
Aquella noche las doncellas no pudieron entrar para asearme, ella atrancó las puertas y me dejó en interiores con sus propias manos, fue un poco vergonzoso cuando entraron las doncellas al día siguiente, en ese momento deseé que hubieran ido otras doncellas a atenderme para que no se dieran cuenta, y, aunque ninguna dijo algún comentario, seguro que lo pensaban, o al menos eso creo, eso es lo que estaba en mi mente aquella mañana cuando me aseaban y vestían. Lamentable o afortunadamente, no tuve tiempo para pensar en más porque Haruka llegó aquella mañana a visitarme e igual que mis padres, no quiso despegarse de mí hasta que fue demasiado tarde en la noche, tal vez había sido enviada por ellos, quien sabe; eso sin mencionar los comentarios atrevidos, sus consejos depravados que nadie pidió y sus preguntas indiscretas.
-oh vamos, solo contéstame una, una sola pregunta, un Sí o un No, solo eso, por favor, si no, vas a matarme de curiosidad, será tu culpa si muero, será tu culpa si salgo de esta casa y un carruaje me atropella –sí, bueno, ella uso tácticas muy sucias.
-está bien, solo una, ¿Qué quieres sa…?
- ¿la primera noche fue buena o fue mala? –ella no dejó siquiera que terminara de hablar, tengo una amiga muy entrometida y lujuriosa, pero dejando eso de lado, razoné un poco, ¿la primera noche? Bueno, la primera noche que pasamos juntas no hubo nada, pero si hablamos de la primera vez que nos tocamos… suspiré.
-dijiste que era de Sí o No la respuesta –le dije, por un poco y caigo en su hábil juego de palabras.
-que aburrida ¿disfrutaste sí o no la primera noche? –la mire con los ojos entornados –bueno ¿te gusto sí o no la primera noche? –no cambie de expresión –¡qué difícil eres! fue buena ¿sí o no? –me tomé unos momentos, bueno, ambas noches fueron buenas a su modo, aunque sabía a qué se refería ella y qué quería saber, así que la mire unos segundos, sabiendo lo que me esperaría luego de contestar.
-sí –entonces ella gritó –Haruka, modérate.
-una más, una más, solo una más de la misma forma, ¡Di que sí, di que sí!
- ¿Qué cosa más? ¿no te ha bastado con mancillar mi honor con la anterior pregunta?
-solo dime ¿es guapo bajo ese casco o no? –ya se había tardado con algo así –bah, que pregunta, claro que debe ser guapo, dijiste que si te gusto y lo pasaste muy bien.
- ¡Haruka! ¡Yo no dije eso!
-pero lo pensaste, ha, eso seguro que sí, haz de haber retozado con esos brazos fuertes y musculosos, músculos macizos endurecidos por llevar todos los días una armadura –casi se me salen los ojos.
-no quiero que hables así de con quien estoy casada…
- ¡pero no lo estas negando heee!
Haruka tenía muy buena parte de razón, pero no podía aceptar nada de lo que estaba diciendo, no era propio de una dama, no era propio para mujeres de nuestro estatus, a veces me preguntaba de donde había sacado Haruka esa soltura… supongo que el matrimonio si cambia a las personas… entonces, inevitablemente, me pregunté si yo ya había cambiado…
Por aquel momento no me permití indagar en aquel pensamiento, estaba en compañía de Haruka y no tenía espacio para mis propios pensamientos, pero ella se marchó por la tarde, antes de que oscureciera. Fue entonces cuando me quedé a solas en el pequeño salón del té y recordé con cierto detenimiento las cosas que habíamos hablado, incluso las cosas que había hablado con mis padres el día anterior… el castillo, los patios y alrededores, la playa, el mar, los caminos, la gente, los comercios, la ciudadela, el trato de Natsuki para conmigo, sus detalles, la bandera en la torre de homenaje, la espada… pero también pensé en las cosas que no había dicho, las noches a su lado, su trato reservado y la forma en que tocaba mi cuerpo… su sonrisa y su ardiente figura bajo su traslucido camisón…
Supongo que sí he cambiado, en un inicio me sentía indignada, fastidiada ante el callejón sin salida que representaba este matrimonio, pero ahora… creo que había encontrado las virtudes en ella, apreciaba sus sentimientos para conmigo en el aspecto de sus atenciones y consideraciones, e incluso notaba demasiado su lado atractivo, un lado romántico y audaz. Claro que he cambiado, he cambiado de odiar a mi secuestradora a… tenerla en estima.
Vamos… ¿solo es estima? Creo que también puedo agregar atracción a las cosas que ha despertado en mi… o que me ha contagiado. Se honesta, me dije, llevándome una mano a la frente, se honesta, no hay nadie aquí que pueda mirarme, nadie puede escuchar mis pensamientos, así que tengo que buscar, que entender… me gusta su trato, me gusta lo que dice y hace, me gusta su inteligencia, me gustan sus sentimientos por mí… las cosas que no me gustaban de ella han cambiado y por ahora no hay algo que me desagrade de ella, pero de ahí a saltar a que sea algo como amor es… es demasiado apresurado.
Respiré profundo y me masajeé la frente, tranquilizándome. Está bien, está bien, me repetí, no es algo como amor, no puede ser amor, después de todo es demasiado rápido, aún no han pasado ni dos meses, pero… sé que en definitiva… sé que sí siento algo por ella, había síntomas… mi corazón latía fuertemente cuando veía su sonrisa, cuando miraba sus ojos verdes, cuando parecían brillar a la luz del sol… cuando tocaba mi piel, cuando su cuerpo hacía que me retorciera, que algo temblara dentro de mí, algo incontrolable… respiré profundamente y exhalé en un suspiro largo.
¿Debería decirle todo esto? ¿estaría bien? ¿sería demasiado pronto? ¿hasta qué momento es conveniente hablar de estos sentimientos? Ella, en teoría, me había dado mucho tiempo, me había dicho que tenía hasta que estallara la guerra, pero no había una fecha exacta, no había un plazo determinado, ni ella sabía exactamente cuándo comenzaría un ataque; es más, ya comenzada la guerra ¿habría tiempo para hablar de esto? ¿no representaría un problema? Creo que debería hablar de esto… el inconveniente era que no quería resultar tan fácil para ella… más bien, hubiera deseado que me tomara más tiempo decidirme… que no me hubiera interesado tan prontamente… que no me resultara tan atractiva.
Sí, ese era el verdadero inconveniente, era demasiado guapa para su propio bien, ¿Cómo podría resistirme a esos ojos verdes que parecían deslumbrarme? ¿Cómo podía resistirme a esa boca? ¿Cómo podrían no parecerme sensuales esas piernas cuando traía esas calzas negras y ajustadas? Y luego ese camisón… no hacía más que sacudir mis sentidos… y luego esas manos… y su cuerpo caliente… y sus labios… basta, basta ya.
Si hubiera sido fea las cosas serían más sencillas, definitivamente. Aunque si hubiera sido fea yo hubiera preferido el suicidio… bueno, quizás estoy exagerando, pero, definitivamente habría huido de una u otra forma… como quiera que sea, las cosas ya estaban hechas, ya no la odiaba, la encontraba atractiva, tiene mi admiración, apreciación y… cariño.
-milady… -dijo Youko en la puerta el salón –su señoría ya ha llegado y la cena se servirá pronto.
-gracias Youko –le dije, levantándome para ir al modesto comedor, aunque antes de eso decidí mirar en nuestra habitación. Tal como había dicho Youko, ella ya había llegado, entré a la habitación y me topé con la escena en la que varias doncellas le quitaban pieza por pieza de la armadura. Cuando ellas me notaron parecieron pensar algo, porque se quedaron quietas por unos segundos mientras intercambiaban miradas.
-su señoría, ¿quiere que le aseemos ahora o más tarde? –comprendí entonces, quizás no estaban seguras de sí estaba bien que mirara como lavaban su cuerpo, después de todo, seguramente preparaban el baño en esta misma habitación, ya que no había más sitios.
-más tarde está bien, por ahora sirvan la cena –les dijo, con una tenue sonrisa.
Últimamente se notaba de muy buen humor, ¿habría sido siempre así? No podía saberlo con exactitud, antes, cuando le conocía solo con esa armadura, era imposible saber sus expresiones, además de que nunca hablaba, pero aquí, conmigo, sin la armadura, hablaba lo suficiente y siempre con simpatía. Algo me decía que se mostraba solo así conmigo y ese aspecto, el que solo fuera de esa forma conmigo, me gustaba. "Solo para mí", me decía en mi interior, generando una cierta pertenencia.
- ¿Cómo ha estado tu día? –me preguntó, cuando las doncellas se marcharon a servir la cena.
-Haruka fue la que vino hoy, seguro tenía la misma intención que mis padres, no dejó de hacerme cientos de preguntas, no dudaría en afirmar que al terminar aquí fue con ellos –ella rio por lo bajo.
-ella me agrada, me gustaría confiar en ella –yo me lo pensé un poco ¿compartir con Haruka la verdadera identidad de Natsuki? ¿no sería demasiado? De alguna forma me hace pensar que se acercarían demasiado y eso… no me agradaba del todo, era mejor mediar entre ambas.
-no sé qué tanto pueda guardar el secreto… mejor no hay que comprobarlo –ella asintió.
-tienes razón… -el que me diera la razón me daba una cierta confianza difícil de explicar -por cierto, le he pedido a Sir Kanzaki que mañana te escolte para que veas residencias que rentar, necesitamos más espacio, escoge la que tú quieras, además, también hay que encontrar una propiedad para hacer nuestra propia casa, escoge una grande, muy grande –yo me reí un poco.
-está bien, buscare la más grande –no había duda de que le gustaban las cosas grandes y ostentosas.
Tal como había dicho aquella noche, al día siguiente mandó a Sir Kanzaki. El hombre, lucia especialmente alegre aquella mañana. Realmente no lo conocía y no sabía qué tipo de persona era, pero ya conocía a su esposa, la pelirroja encinta que tenía un muy buen humor, ¿tendrían personalidades y temperamentos similares? Bueno, ya lo averiguaré, me dije, pidiéndole a las doncellas que me retocaran para salir con él. Luego de un rato bajé y él esperaba en el recibidor, me hizo un saludo muy formal, compartimos unas palabras casuales y pronto salí de la casa con Sir Kanzaki como acompañante y escolta. Fuera, el carruaje ya nos esperaba, pero no terminé de poner un pie en el coche cuando Haruka apareció de la nada e insistió en unirse a nosotros. Aquel día fuimos por todos los extremos de la capital, mientras Haruka hacia cientos de preguntas a Sir Kanzaki y este las trataba de responder lo mejor y menos comprometedoramente posible, por supuesto, eran preguntas sobre Natsuki.
Sin embargo, en sustancia, Sir Kanzaki no dijo nada que yo no supiera o cosas que fueran especialmente relevantes, las cosas que hacia Natsuki en el palacio eran rutinarias y aburridas. Acompañar a su majestad en todas las audiencias, dirigir la seguridad del palacio, comprobar las asistencias de los caballeros, rotarlos, escuchar todos los informes y girar órdenes, un trabajo agotador que requería tratar con mucha gente y dar órdenes precisas, sin titubeos, siempre una situación de poder que no deja espacio para dudas, una situación que, así como da poder también da mucha responsabilidad.
-Sir Kanzaki –le dije, ya cuando íbamos de regreso –Sir Kuga no me ha dicho nada, pero ¿ha habido alguna noticia sobre el reino al otro lado del mar? –Haruka se me quedó mirando fijamente, con una expresión que ya conocía yo, casi podía escuchar la avalancha de pensamientos que había desatado mi pregunta.
-por ahora no hemos tenido noticias, sería más conveniente que le pregunte usted misma, milady –yo suspiré.
-es un tema difícil… por favor, guarde el secreto –él no pareció cómodo con mi petición, pero de todas formas asintió. Luego de aquello Sir Kanzaki nos dejó en la residencia y se despidió, en cuanto estuvimos solas en el salón, Haruka explotó en cientos de preguntas.
- ¿Por qué le preguntaste eso a Sir Kanzaki? ¿sigue en pie ese trato? ¿ya te pregunto qué decidiste? Que por cierto ¿Qué has decidido? Aún no me lo has dicho ¿ya sabes si quieres quedarte con él? ¿le preguntaste sobre la guerra porque aún no decides? ¿quieres más tiempo? ¿no a estas alturas ya tendrías que haber decidido? Es guapo ¿no? Y joven ¿Por qué no te quedas con él? ¿es que acaso no tienes corazón? Mira todo lo que hace por ti ¿de verdad no te agrada? ¿Qué…?
-ya basta Haruka –le dije con un volumen de voz moderado pero contundente –no saltes a conclusiones precipitadas –pero ella es más perspicaz de lo que me convendría…
-bien… -terminó por decir, dejando un silencio mientras me miraba fijamente –entonces supongo que ya sabes qué quieres –yo sentí que comencé a sudar, aunque no hacía calor - ¿Y?
-con exactitud ¿Qué? –le conteste así, pero ya sabía que quería decir ella.
- ¿Qué? Aún recuerdo el supuesto trato que te propuso ¿aún tienen esa cosa entre ustedes? –yo suspiré y luego asentí –supongo entonces que no le has dado la respuesta definitiva –esta vez negué con la cabeza como respuesta - ¿no te ha agradado en la cama? –la miré con los ojos a punto de salírseme –es lo único que puedo pensar, pero vamos, no es algo de lo que puedas quejarte, muchas mujeres sufren en secreto, si yo te contara… como Tomoe, la prima de…
-Haruka no toques ese tema… -ella dejo caer los hombros después de haber tomado impulso para contar semejante chisme –solamente me siento preocupada por la posibilidad de que haya una guerra en el reino.
- ¿y darle una respuesta a tu esposo no te preocupa? –respondí casi al instante.
-no –se me quedo mirando en silencio, una vez más, procesando información a una velocidad vertiginosa.
-claro, porque ya has decidido, de no ser así, no habrías ido a ver propiedades, no comprarías una propiedad para tener una casa juntos si no planearas quedarte con él -Haruka a veces tenía un poder de deducción que me asombraba… o simplemente era lógica.
-espero que eso apacigüe todas tus inquietudes.
-por ahora, solamente.
Haruka, ciertamente tocaba los puntos que yo ya había pensado con anterioridad, a veces ella sabía muy bien cómo hacerme sentir insegura, me hacía sentirme presionada, de modo que ahora tenía dos opciones, o sentirme realmente presionada por responderle a Natsuki, o tomarme mi tiempo… pero si Natsuki no me estaba presionando sobre ello, ¿Por qué dejarme presionar por Haruka? Después de todo, ella no era parte del matrimonio, no tenía por qué estar opinando, me voy a tomar todo el tiempo posible.
Después de todo, el tiempo es necesario para el amor… no es un sentimiento que se puede tomar a la ligera, no es algo que nace de un día para otro; por lo que había llegado a comprender, el amor requería mucho tiempo y esfuerzo, sin embargo, como bien había dicho Haruka, ya había una cierta decisión tomada, la aprecio y admiro muchas de sus virtudes y atractivos, no es amor, pero definitivamente hay un sentimiento, un sentimiento que nunca antes había contemplado y creo que es suficiente para un matrimonio juntas, eso sin contar que la posibilidad de tener descendientes no es descabellada, todo gracias a un anillo mágico, un método diferente, pero al final de cuentas, lo que importa es el resultado.
De cierta forma, gracias a Haruka había llegado a una mejor resolución de las cosas y me sentía más tranquila. Luego de nuestra conversación llegó el momento en que se sirviera el almuerzo y una doncella me preguntó si debía servir un lugar más, quizá Haruka no estaba del todo cómoda y prefirió retirarse, de modo que pase la hora de la comida sola, pero no me sentí incomoda, de hecho, fue agradable, tenía mucho tiempo que no pasaba un espacio a solas. El resto de la tarde la pase en el saloncito de té y cuando ya estaba anocheciendo Natsuki apareció en la entrada de la habitación, aun con la armadura puesta. Me sonrió y yo le sonreí.
- ¿Cómo te ha ido hoy? Ya me contó Sir Kanzaki que miraron cada lugar disponible, si no te gusta ninguno siempre podemos hacerle una oferta a cualquier propietario, la cantidad adecuada siempre los hace aceptar –ella estaba de muy buen humor. Sin embargo, aunque había sitios que me habían interesado, decidí que no estaba del todo bien decidir por ambas, así que le pedí que viéramos y decidiéramos entre las dos.
Resolver ese asunto tomó unos cuantos días más, hasta que ella tuvo un día libre y pudimos ir a hacer otro recorrido, pero fue en ese día cuando finalmente fue tomada la decisión. Me había gustado una residencia que estaba casi a la orilla de la ciudad, no parecía estar en venta, pero era grande y con unos jardines muy bellos, me gustaba todo, me gustaba la construcción, me gustaba la ubicación y, sobre todo, me gustaba que no teníamos que esperar años para que se construyera el proyecto. Fue un alivio cuando Natsuki también estuvo de acuerdo con la residencia, sentí que por primera vez hacíamos algo especial como matrimonio. Al día siguiente, Natsuki se hizo cargo de la compra de la propiedad, nunca me dijo cuanto costó, pero por lo que llegue a saber, la propiedad era de la canciller y esta acepto venderla.
Entre los cambios en la propiedad, como sacar los muebles, comprar muebles nuevos, decorar, comprar nuevas cortinas, tapetes y asignarle un nuevo estilo a los interiores, más arreglar alguno que otro desperfecto, nos tomó poco más de una semana en mudarnos a la nueva residencia, pero cuando lo hicimos, fue porque ya todo estaba perfectamente arreglado, claro, con ayuda de varias doncellas e inesperadamente, la ayuda de muchos subordinados de Natsuki, algunos bajo órdenes y otros muy solícitos a ayudar. Como quiera que fuera, para cuando terminaba la tarde de aquel día, ya todo estaba perfectamente en su lugar y la servidumbre preparaba la cena. Aunque físicamente yo no había hecho nada, me sentí exhausta, así que fui a mi nueva habitación a tumbarme en mi cama.
En la nueva residencia había una emulación de nuestras habitaciones en el castillo, había un dormitorio principal y otro justo al lado, un dormitorio que me dijo que ella usaría cuando requiriera lavarse, asearse, vestirse o colocarse la armadura sin que fuera estorboso para mí. Además, había otra puerta que daba directamente a otra habitación en la que estaba un vestidor solo para mí con los útiles necesarios para mi aseo personal. Era una mezcla extraña, pero confiaba en que pudiera funcionar, además y después de todo, era mejor que esperar años a que una nueva construcción estuviera hecha, sobre todo porque en teoría solo vamos a pasar la mitad de nuestro tiempo aquí.
Para ser un lugar en el que pasaremos la mitad de nuestro tiempo, está muy bien, me dije, mientras estiraba el cuerpo, acostada. Solo pasaron unos minutos para que una doncella tocara la puerta y me notificara que la cena ya estaba servida y su señoría ya se dirigía al comedor. Me levanté con cierto humor cómico, "no hay que hacer esperar a su señoría" me dije mentalmente con una sonrisa en los labios. Y, aunque no quería hacerla esperar, me tomó varios minutos llegar al comedor, después de todo, esta residencia no era tan modesta como la anterior. Cuando finalmente llegué al comedor, Natsuki me esperaba de pie frente a su silla, me miró y me sonrió, yo no pude evitar sonreír, me sentía bien aquel día, había sido un día largo y extenuante, pero la residencia era de mi gusto, decorada por completo como más me había gustado, se habían cumplido todos mis gustos, ¿Cómo no poder estar de buen humor? Además, llegaba al comedor y ella me esperaba con una sonrisa en su rostro, eso hacía que mi corazón se acelerara y por defecto sonreía.
- ¿puedes creerlo? Ya en poco más de una semana regresaremos al castillo –me dijo, casi cuando terminábamos la cena, pues habíamos estado hablando de la mudanza. Sin embargo, cuando terminó de decir eso yo me quedé asombrada ¿había pasado ya tanto tiempo?
-ha pasado muy rápido ¿cada cuánto vamos a estar yendo y viniendo?
-he querido negociar con su majestad –dijo ella, tomando un poco de su sidra antes de continuar –me gustaría estar aquí cada dos meses y viceversa, para no estar yendo y viniendo tanto, sin embargo, con la situación actual aun no podemos relajarnos tanto.
La situación, decía, y de alguna forma mi corazón se aceleraba, pero en una forma diferente, algo parecido a la angustia, a la incertidumbre, al miedo… hasta hace unos momentos me sentía muy feliz, pero ahora, no es que mi felicidad se opacara, pero, esa guerra que aún no sucedía parecía estar ahí presente. Nunca he estado en una guerra, menos en un campo de batalla, pero sabía que las cosas que sucedían en un solo día de batalla podían ser terribles…
¿Cuánto más? Me dije, cuánto tiempo más hay que esperar para saber si esa guerra de verdad ocurrirá o el reino del otro lado decide no hacerlo… a todo esto ¿Qué ganaba aquella gente? Estábamos demasiado lejos ¿Por qué venir? Aunque… tampoco conocía sus condiciones, pero lo cierto es que nuestro reino tiene mucha riqueza, tanto en joyas como en metales y producción de alimento, así que no es tan difícil imaginar por qué, quizá la recompensa de la invasión superaba los peligros de la travesía… sin embargo, rogaba porque se dieran por vencidos antes de que ocurrieran las tragedias.
Una vez terminada la cena, ambas nos retiramos a nuestras habitaciones, ella se aseó en privado y yo también. En las semanas pasadas, me había percatado de cuan importantes eran las habitaciones que teníamos en el castillo y aunque las habitaciones de la residencia no estaban mal, no podía evitar pensar que las del castillo eran mucho mejores. Respiré profundamente y exhalé con calma. Bueno, puedo resistirlo pensé, mientras yo me lavaba los brazos, Youko me lavaba el cabello y Akane me lavaba las pantorrillas. Luego de un rato terminó el aseo y pronto estuve en la habitación, con el cabello levemente húmedo, pero aromático. Dentro, Natsuki estaba sentada en un sillón con los pies extendidos sobre la alfombra, como ya sabía que acostumbraba, no tardó demasiado para voltear a verme con esa sonrisa ligera que siempre tenía cuando me miraba… era esa sonrisa tan suya, no era una expresión demasiado marcada, a veces podía ver que solo se curvaban las comisuras de su boca, pero definitivamente era una sonrisa, a veces imperceptible, a veces demasiado evidente, una sonrisa que yo sabía que estaba ahí… además tenía esa mirada profunda en sus ojos, en combinación, esa expresión que ya sentía que era solo para mí me aceleraba el pulso.
-ha sido un día agitado ¿dormimos? –no pude evitar sentir el rubor en mis mejillas y como un calor me quemaba las orejas, seguro que lo decía de la mejor manera, pero inmediatamente pensé que lo decía como si quisiera confirmar… o sugerir otra cosa…
-sí, vamos a dormir –le contesté, extendiendo la mano para llevarla conmigo a la cama.
Ella tomó mi mano y casi al mismo tiempo nos metimos entre las cobijas, ya era mucho más fácil dormir juntas, poco a poco me había habituado, después de todo, estábamos a poco tiempo de cumplir dos meses de matrimonio… dos meses ya. El solo pensar "dos meses de matrimonio" me hacía sentir como si hubiera pasado una eternidad y al mismo tiempo sentía que lo que había vivido no era tan serio como la gente hacía sonar el matrimonio, o quizás aún no colocaba bien los pies en la tierra porque habíamos pasado semanas muy agradables, quizá el enfoque cambie cuando pueda decir "dos años" o "veinte años" de matrimonio, entonces supongo que recordaré un sinfín de situaciones tanto buenas como malas pero que harán de esto, definitivamente, un matrimonio en toda la expresión de la palabra.
Sí, así debe ser. Con ese último pensamiento cerré los ojos, mientras sentía su pecho en mi espalda, al poco tiempo dormí profundamente hasta que el movimiento en la cama me despertó, abrí brevemente los ojos y contrario a lo que esperaría, la habitación estaba más iluminada, sabía que aún era de noche porque podía ver la oscuridad en una cortina medio cerrada, entonces miré el fuego del hogar, estaba recién avivado, giré a buscar a Natsuki pero no estaba, en cambio, la puerta de su habitación individual acababa de cerrarse ¿iría a las letrinas? Pero entonces ¿para qué avivar el fuego? Me senté en la cama y presté atención, se escuchaba un leve ajetreo en su habitación, algo está mal, hay algo diferente, algo extraño, con eso en mente me levanté de la cama y caminé en dirección a la puerta, aun no llegaba cuando se abrió por completo, mostrando a Natsuki completamente vestida y enfundada en su armadura. La visión me conmociono y no pude decir algo en ese momento.
