Capítulo 14.
Una vez que terminamos el almuerzo fuimos al salón del té y pasamos unos minutos charlando hasta que se presentó la hora de la verdad con la doncella. Decidí dejarlas a solas y enterarme después de los resultados. Sin embargo, aproveché el tiempo libre para ir a hablar con la señora Sanada, ella seguramente me tendría buena información que me daría una idea anticipada de lo que podría esperar a saber por la noche.
- ¿Cómo? ¿la doncella de milady? –yo asentí, después de una conversación vana y de obligación, le pregunté que sabía de la mujer –bueno, pasamos varios días en el viaje, pero fuera de eso ella se mantuvo muy prudente, no hizo muchos comentarios, en cambio Senou y Harada se encargaron de hacer del viaje un recuento de los chismorreos de toda la ciudad, por más que les pedía compostura no me hacían caso, les das demasiados privilegios - ¿en qué momento se volvió esto una represalia para mí?
-eh… sí, bueno, ellas están a cargo de la casa en la ciudad, así que… supongo que sí…
-no es bueno que tus doncellas estén tan inmiscuidas en los cotilleos de las demás personas, una doncella debe caracterizarse por su compostura, su prudencia, su…
-lo entiendo señora Sanada, hablaré con ellas más tarde, es más, ahora mismo iré a hablar con ellas.
La señora Sanada no iba a darme lo que estaba buscando, pero quizás ese par de "comunicativas" si tuviera lo que yo necesitaba e incluso un poco más, por eso me apresuré a dejar a la señora Sanada, tanto para no perder el tiempo como para no recibir más sermones de ella. Una vez que pude escaparme de ella, fui a buscar a aquellas dos, aunque en un castillo tan grande no fue labor sencilla, de modo que llamé a Rosalie y me informó que ambas habían salido a la ciudadela. Automáticamente me molesté, pero mandé a Rosalie a que las llamara inmediatamente, media hora después, ambas estaban en mi habitación atendiendo a mi llamado.
-su señoría, ¿en qué podemos servirle? –sí, sí, se estaban mostrando serviciales ahora que llegaban con bastante retraso a mi requerimiento, pero no iba a mostrarme piadosa por eso.
- ¿Dónde estaban? –les dije con frialdad.
-fuimos a la ciudadela porque Sir Kanzaki nos pidió que le lleváramos a su esposa un paquete –enseguida me dio un tic en el ojo. La esposa de Kanzaki, esa mujer que gusta de gastarme bromas.
- ¿tengo que castigarlas para que entiendan que su compromiso es conmigo y no con Sir Kanzaki? –al instante se tensaron las dos.
-no, su señoría –dijeron casi al mismo tiempo.
- ¿es que acaso les he dado tantos privilegios como para salir sin siquiera notificarme o a la señora Sanada?
-no, su señoría… -decían cada vez más angustiadas.
-se mandan solas entonces –ellas se miraron, cada vez más alarmadas.
-no, su señoría… -yo respiré profundo.
-aquí la señora Sanada está a cargo y si van a salir le piden permiso a ella ¿entendido?
-sí, su señoría… -ahora se veían realmente agobiadas. Bien, con eso tengo suficiente.
-por otra parte… -había estado de pie, pero ahora que pasaba al tema principal necesitaba sentarme y definir bien qué quería saber - ¿Qué saben de la doncella de mi esposa? –les pregunté, alzando una ceja. Ellas se quedaron momentáneamente perplejas.
-ah… -por sorprendente que me parezca de aquellas dos, se quedaron pensando unos momentos ¿Qué tanto tenían que pensar? –ella no fue muy comunicativa en el viaje ¿verdad? –dijo Senou.
-nada, escuchaba la plática, pero no se involucró demasiado.
-y tampoco hizo preguntas, no dijo nada de ella y tampoco quiso saber nada de nosotras.
-cierto, cierto –decía Harada –pero ahora que recuerdo, supe por ahí que ella estuvo a punto de casarse.
- ¿Qué? No me lo dijiste –comentaban entre ellas.
-claro, claro, me lo dijo la doncella de los…
-esos chismes no son necesarios –les terminé por decir –solo quería saber qué tipo de persona es.
-callada –dijo una.
-prudente –dijo la otra –se llevará bien con la señora Sanada.
-quizá está siendo precavida, aún no nos conoce.
-si sigue igual de calladita nunca nos va a conocer.
-aquí se necesita confianza entre todas, si no afloja por las buenas lo de su matrimonio frustrado, se lo sacaremos por las malas –digamos que saber sobre el matrimonio de la mujer, no era el objetivo de mi investigación.
-por ahora no la molesten.
- ¿y qué quiere que hagamos? ¿Por qué quiere saber eso? –me quedé pensando unos segundos.
-ella no sabe qué tipo de persona soy, Shizuru no se lo dijo… pero probablemente, a esta hora… ya debe saberlo, quería saber sobre la doncella para hacerme una idea del posible resultado.
-bueno… -dijo Harada –no parece ser estúpida pero también debe apreciar a milady, seguro sabe qué le conviene, su señoría.
- ¿crees que es una persona convenenciera? –le dije.
-no, pero creo que tiene claras sus prioridades y talvez su prioridad es cuidar de milady.
-si no fuera así, se habría quejado al menos una vez del camino en todo el viaje, que, por cierto, estaba en reparación y debo decirle su señoría, que hay cada vez más hoyos en el camino, no se imagina el tormento que vivieron mis posaderas y…
-ya, ya, basta, no me interesan sus posaderas, si no hay más que agregar, márchense a continuar con sus labores –ambas se quedaron pensando unos segundos, con una expresión de frustración en el rostro, parecía que su cabeza trabajaba vertiginosamente para buscar algo que agregar, pero al final…
-realmente no tengo algo más que decir sobre ella –dijo Harada.
Me apoyé en el respaldo y con una mano les pedí que se retiraran. Por primera vez, mis doncellas más chismosas resultaron un fracaso, aunque eso mismo ya me estaba diciendo algo. La mujer es sumamente prudente, no se presta a rumores o chismes, no se mete en escándalos así que fácilmente puedo llegar a la conclusión de que es bastante juiciosa, talvez tome la mejor decisión y no tenga que deshacerme de ella o… alguien tan precavida puede ser toda una molestia… ¿Qué será?
Me quedé parte de la tarde en mi habitación y luego fui a la biblioteca, miré algunos libros y ojeé alguno que otro, pero no leí con profundidad, me encontraba un poco distraída con el tema. Si bien era solo una doncella, si se ponía en mi contra, podría envenenar a Shizuru y fastidiar nuestra relación, haciendo difícil que me deshaga de ella sin problemas. No es como que sea nueva en este tipo de situaciones, nunca se sabe dónde hay un enemigo, sin embargo, tendría que actuar con prudencia y sin prejuicios. Por lo que cuando me llamaron a la cena, acudí con mi mejor actitud. Inmediatamente de ver a Shizuru no pude evitar hacer lo que siempre hacía, sonreírle, ella siempre me hacía sonreír con esos ojos y esa sonrisa. Respiré profundo y con una sonrisa moderada nos sentamos al mismo tiempo. Traté de no ver a la doncella, actué amable y complaciente, pero sin duda alguna sentí su mirada sobre mí. Su mirada era tan fácil de percibir que en un momento cruzamos miradas, pero su expresión era de interés y curiosidad. Habría sido sencillo armar un problema con ella simplemente por estarme mirando directamente, pero no me convenía, no ahora que estaba ahí Shizuru con esa sonrisita tan deslumbrante, no, claro que no, además, era demasiado precipitado y si tomaba en cuenta su actitud animada, era obvio que las cosas no habían salido tan mal. De modo que estaba dispuesta a dejar pasar esa actitud atrevida.
Al terminar la cena nos levantamos y cada quien fue a asearse. Ya habían pasado unos días y yo seguía usando el mismo camisón de tela transparente, eso no se veía bien en mí, no podía usar la misma prenda por tanto tiempo, así que mientras Rosalie me secaba la espalda, le pedí a Senou que me trajera un camisón nuevo, debí haber imaginado que algo malo vendría al ver cómo era Harada quien salía con destreza y celeridad por el camisón. Fui ingenua, solo hasta que apareció con otro camisón transparente pude notar las deliberadas intenciones que tenía.
-su señoría, la esposa de Sir Kanzaki le ha mandado este detalle esta tarde que la fuimos a visitar –me quedé momentáneamente sin palabras.
-que… belleza –esa mujer seguía con ese tema de las transparencias, ya no sabía si era de verdad moda o solo quería fastídiame.
-por supuesto, estamos de acuerdo que esto es lo ideal para estos días con milady –entonces alzó sus cejas sugerentemente.
Maldita sea esa mujer, no, todas ellas, sabían que justo ese era mi punto débil y tampoco podía negarme porque… ¿Qué tal si sí funcionaba? Me tocó cerrar bien la boca y aceptar el nuevo camisón, aunque obviamente sobre ese camisón me coloqué una bata bien abrigadora. Cuando finalmente terminaron de vestirme y colocarme un poco de loción, ellas se marcharon y yo pude entrar a la habitación. Casi de inmediato nos acostamos, ella muy en su lugar y yo muy en el mío, pero le pregunté con mucha sutileza como le había ido con la doncella y noté su buen humor en la voz, la mujer había tomado muy bien la noticia. Que puedo decir, esa mujer tuvo suerte, por ahora.
Lo que más puedo destacar es que al menos ese tema me dejó tranquila y pude dormir bien por aquella noche. A la mañana siguiente me di cuenta que aquella noche la pase bien sin recurrir a algún tipo de bebida. Supongo que finalmente estoy adaptándome a su presencia, a saber que su cuerpo está ahí, que ella está toda ahí y que no se ira, y que, aunque desearía ponerle las garras encima, puedo mantenerme tranquila a pesar de la tentación. No era una labor sencilla, pero la convivencia ha ayudado mucho. Parte de mi intranquilidad y agitación se debían a que antes de todo esto solo con verla un poco de cerca ya sentía mi corazón acelerado, era una sensación vertiginosa por el deseo de lo ajeno, por la apreciación de la belleza imposible, por la atracción física que causaba una excitación sobre estimulante. Ahora que nos veíamos todos los días estaba mejorándome poco a poco, aunque tampoco puedo ni quiero llegar a pretender no sentir algo por ella, quisiera que eso nunca pase, porque después de todo, creo que ese cúmulo de reacciones y emociones son lo que han hecho que me enamore de ella, esa agitación, esas sensaciones vertiginosas en mi cuerpo, esos temblores en mis manos, esos latidos fuertes combinados con la devastadora imagen de su belleza… si no tuviera todos esos síntomas sé con mucha seguridad que de ninguna manera habría terminado en un matrimonio con ella. Por lo tanto, solo puedo desear que el amor que ha despertado en mí sea suficiente para las dos, al menos por un tiempo más…
Quizá porque ese pensamiento aún estaba asechando en un rincón de mi mente y el día de hoy se presentaba con fuerza es que tenía cierta sensación en el estómago que me dejaba con una intranquilidad constante. Esa sensación me acompañó durante todo el día. Por eso es que tuvimos un paseo moderado por la mañana y por la tarde, después del almuerzo, la dejé en el salón del té y yo fui a encerrarme en la biblioteca, donde por suerte o infortunio, me llegaron informes de los principales cuarteles que había dispuesto en el reino. Mi sensación de incomodidad en el estómago no mejoró al leer las noticias, había avistamientos de un barco extranjero que bordeaba las costas pero que no se acercaba ni atracaba en algún muelle, mucho menos hablar de que fuera un barco de comercio, era un barco sospechoso que aparecía y rehuía. Era obvio que debía tomar una decisión, y como no somos un reino con el que se puede jugar, a estas alturas tenemos suficientes pretextos para tratar con mano firme a los barcos extranjeros ¿Qué cosa que no haya sucedido podría pasar? De modo que escribí respuesta a los cuarteles que lo habían avistado y mandé alertas al resto, con instrucciones de capturar al barco junto con sus tripulantes, mantenerlos con vida y obtener información, de cualquier medio posible.
Una vez que terminé de escribir las órdenes y una doncella se llevó las cartas, me sentí mucho mejor, lo suficiente como para acudir a la cena con buen ánimo, aunque tuviera un malestar en el estómago, después de todo, aún seguía teniendo ese cosquilleo de inestabilidad por nuestra situación. Rato después me tranquilicé a mí misma, me dije que no había nada que pudiera hacer que Shizuru me amara, solo esforzarme, pero de ahí en más no estaba en mis manos. Era un pensamiento simple, quizás, pero que representaba mucha inseguridad sobre lo que iba a definir mi vida futura. De una u otra forma, era como estar parada sobre un suelo que no sabía si era firme o no y sobre el cual quería construir una fortaleza.
Aquella noche, después del aseo habitual, demoré en ingresar a la habitación compartida, de hecho, me quedé en mi propia habitación y me recosté sobre mi cama un rato, considerando seriamente el quedarme ahí, pues aún sentía ese malestar en el estómago. Aunque después de un rato de pensar en esa situación llegue a la conclusión de que, si me quedaba ahí, no iba a obtener ningún avance con ella, tal vez hoy fuera el día en que ocurriera algo, ¿Quién podía saber si no? Me levanté, respiré muy profundo, exhalé con fuerza e ingresé a la habitación, donde ella me esperaba ya en la cama. Con cierta pena me aproximé y me deslicé dentro. Nos dimos las buenas noches y luego cada quien trató de dormir, no ocurrió nada además de aquello. Aunque no por eso perdía la esperanza. De hecho, esa esperanza volvió con más fuerza la noche después de haberla llevado a conocer el anterior castillo de mi familia, creí que cuando ella mirara la bandera con el escudo de su familia estaría muy feliz conmigo, y bueno, de hecho, creo que si le gustó mucho, pero no tanto como para arrojarse a mis brazos. La dama es difícil de asombrar, pero tampoco es que deseé que sea una mujer fácil.
Quizás, simplemente quería que nuestro avance fuera paulatino, como debía ser "normalmente", sabía que no había tiempo para ello, pero aun así lo deseaba porque eso me daría la seguridad de que lo que hubiera entre nosotras era firme, o mejor dicho, real y no forzado, después de todo, no quería sentirme como si la estuviera forzando a estar conmigo en un contacto más cercano, no quería sentir que la estaba violando, porque, lógicamente a veces solo podía pensar en esas suculentas piernas, pero no quería abalanzarme sobre ella, quizás si no tuviera estos pensamientos lujuriosos las cosas serían mucho más sencillas.
Algunas veces me preguntaba si era realmente necesario estar pensando en desnudarla, si realmente era necesario ese contacto, si era, con exactitud, indispensable para una relación como la nuestra, si era en verdad un requisito para mis sentimientos, pues no era necesario para que en un futuro tuviéramos descendencia, ¿podría vivir el resto de nuestras vidas de esa manera? Aquella noche, mientras intentaba dormir pensaba en ello. Quería pensar que no era necesario ¿pero me estaría engañando? ¿o era real ese pensamiento? ¿me estaba engañando de ambas formas? ¿Qué es y que no es necesario? A veces ya no lo sabía, a veces ya no lo tenía tan claro, la única conclusión a la que siempre llegaba, es que deseaba encontrar el camino correcto para demostrarle mi afecto, y quizá, la mejor manera de demostrarle mis sentimientos era ser comprensiva, aceptar lo que ella deseara en cualquier momento en el tiempo que ella quisiera, porque mi amor es tan grande que alcanza para las dos. Ese pensamiento me permitía dormir con tranquilidad.
Aunque, cuando me llegó una carta de Sir Kanzaki en la que ya estaba haciendo las preparaciones para mi regreso, debo aceptar que eso me tomó un poco por sorpresa. Creí que tendría más tiempo… fue mi pensamiento inicial, más tiempo para estar con ella y tratar de que se enamorara de mí, pero el tiempo casi se había acabado y ahora debíamos volver, no es como si al regresar todo estuviera terminado y sin esperanzas, pero sería una situación de convivencia por completo diferente, regresaría a mis días en el palacio y a llegar solo por las noches con agotamiento físico y mental, esperaba que eso no estropeara las cosas con ella, así que de cierta forma, esa situación me generaba angustia, ansiedad, dudas… cosas que traté de hacer a un lado y tener una buena actitud, así fue como le comuniqué la noticia a la mañana siguiente y me pareció que ella también estaba un poco sorprendida… pero no sabía si era una expresión de sorpresa porque la estaba pasando tan bien que se había olvidado del tiempo, o si era una sorpresa fingida y estaba intentando ocultar su ansiedad por regresar.
Sí, ese último no era exactamente un buen pensamiento, de hecho, ese tipo de pensamientos podían ser contraproducentes y, aun así, eran involuntarios. Simplemente llegaban a mí, aunque no los quisiera, y me hacían sentir un tanto… bueno, no muy positiva. Cuando me sentía de ese modo prefería poner una cierta distancia, no quería contagiarla de ese estado de ánimo, pero no se puede fingir todo el tiempo, ni se puede huir. Llegada la noche nos reunimos en nuestra habitación y en medio de nuestra conversación no pude evitar dejar salir mis dudas.
-Shizuru… ¿lo has odiado? –con esa pregunta traté de indagar mucho con pocas palabras, quise expresar con muy poco demasiado.
- ¿Qué cosa? –y a veces hay que hablar de ello para que te entiendan.
-nuestra convivencia… no espero que ya me ames, pero… no sé si he logrado que sientas algo por mí, aunque sea un poco… después de todo, no sé cómo despertar el amor en alguien… -aumentando mi angustia, ella se quedó callada por unos momentos.
- ¿Qué se siente estar enamorada? –claro que no esperaba una pregunta como esa.
- ¿Qué? –le dije en primera instancia, luego pensé un poco mejor las cosas ¿Qué debía responder? ¿Qué se responde en estos casos? Quizá era una buena ocasión para poner las cosas en orden y expresarle todo lo que fuera necesario de decir, después de todo y a estas alturas ¿Qué puedo perder? –bueno… -de manera que comencé a pensar en lo que sentía cuando la veía en las fiestas del palacio, en como mi corazón se aceleraba al ver su radiante figura, de hecho eso me hizo querer voltear a verla, aun con la poca luz sabía que su belleza estaba ahí, sabía que si la miraba detenidamente mi corazón se aceleraría porque siempre me impactaba verla, sin importar cuantas veces la apreciara a ella y sus brillantes ojos, siempre me parecía fabulosa, arrebatadora… ejem… pero no era el momento para eso –es cuando una persona te parece maravillosa, tu pecho palpita, su sonrisa… su sonrisa es hermosa y te da una mezcla de ternura y felicidad…
-entonces… dime algo… recuerdas cuando me diste la espada en la ceremonia y me dijiste todas esas palabras, el respeto, que sea firme… cuando hablabas de esas cosas y ahora mencionas las palpitaciones, la ternura, la felicidad… ¿es todo eso parte de estar enamorada? A veces…
-no –la interrumpí porque era necesario definir algo muy importante –el amor es diferente, enamorarse es fácil, pero el amor… el amor hace que des la vida por la persona que amas, es sacrificio, siempre es sacrificio… a veces me digo que mi amor no es completamente sincero Shizuru… -no quería aceptarlo, pero necesitaba hablarle con la verdad –si fuera sincero habría podido mantenerme al margen, habría aceptado tus decisiones sin entrometerme, te habría amado dejando que fueras feliz con… -ese mugroso enano -el chico, pero fui egoísta… -me habría arrancado los ojos antes que verlos juntos… esa habría sido una visión infernal.
-lo fuiste, sí –bueno, que ella lo admitiera no se sentía tan bien –pero me alegro que lo hubieras hecho… -ah, con eso no me sentí tan mal -Nagi no me habría visto, jamás, como su igual en ningún momento, me gusta eso de ti… de nosotras, me gusta que somos iguales, sé que puedo llegar a entenderte por eso mismo… aquí de verdad me siento apreciada.
Me sentí… sentí que derritió mi corazón. Por un momento me quedé sin palabras y sin reacciones, pero no pude evitar sonreír. Si bien es cierto que somos iguales en muchos aspectos, también creo que somos diferentes, pero ciertamente, hay una igualdad y quizás ese es un punto importante para nosotras, un punto que nos puede ayudar y viéndolo de la misma manera que ella lo ve, podemos entendernos mejor, o al menos podemos intentarlo. De modo que, aunque me sentía angustiada, ahora me sentía mucho mejor, es un progreso. Posteriormente nos levantamos de los sillones y nos acostamos en la cama. Me sentía muy animada, con cierta euforia y obviamente no podría dormir fácilmente, de hecho, quería hablar más, pienso que era la mejor manera de avanzar en nuestra situación.
- ¿está bien si pienso, que no has odiado estar aquí? –entonces ella volteó a verme con esos ojos tan brillantes suyos.
-no lo he odiado, de hecho, me gustaría quedarme más tiempo… -su comentario impactó en lo más profundo de mi… ella podía perturbarme con tan poco… claro que, si ella quería más tiempo, definitivamente buscaría tener más tiempo.
-podría atrasar el viaje dos o tres días más… -total, mejor pedir disculpas después que perder la oportunidad de complacerla.
- ¿realmente puedes hacer eso? –inevitablemente sonreí, claro que podía hacerlo.
-puedo intentarlo –entonces ella me tomó de la mano y rápidamente sentí la suavidad de sus dedos, la tibieza de su piel… mi corazón latió rápido solo por algo tan simple e inusual.
-gracias –si me iba a agradecer así estaba dispuesta a hacer más… aunque, por otra parte, ver su reacción me hacía preguntarme si no le incomodaba el contacto, si estaba bien…
- ¿no te molesta que te toque?
-no me molesta que me toques.
Tuve ganas de maldecir, pero no por algo malo, sino que ella despertaba en mí una cierta ternura que me hacía sentir un tanto ridícula y al mismo tiempo, una sensación a la que no podía negarme, me tenía por completo en su mano, con palabras simples podía derretirme, es más, sentí el rubor en las orejas y mi corazón agitado por algo así de simple ¿Cómo puede ser posible? Y a la vez ¿Cómo podría no ser posible? Ella es tan… ella definitivamente es algo único. Bien, cálmate, te ha dicho algo muy sencillo, muy simple, no está incomoda con mi cercanía, ni conmigo, puedo tocarla ¿no es así? Bueno, entonces, ya que había un cierto permiso, me permití entrelazar nuestros dedos. Quizá estoy yendo demasiado lejos, pero ¿esto significaría que tengo una buena oportunidad? Quizás no debería apresurarme…
-Natsuki… -era la primera vez que me llamaba por mi nombre, así que es difícil no hacerme expectativas - ¿puedo tocarte? – ¿Qué? Espera, no te alarmes, no es necesariamente algo… comprometedor.
- ¿Dónde? –entonces ella pareció pensarlo.
Tal como había pensado no había segundas intenciones, ella solo tenía curiosidad por saber porque siempre permanecía tan lejos, quizá en algún momento pensó que la estaba evitando, o al menos no quería que ella pensara de esa manera, de modo que le dije la verdad, que no quería incomodarla, pero al final, ella misma sugirió acercarnos más. Esto es una señal, me dije, tengo una oportunidad, lo sé, ¡lo sé! ¡esto definitivamente es una oportunidad!
Poco a poco nos acercamos, fui atrevida y volví a tomarla de la mano. Ella no dijo nada y en cambio trató de dormir. Esto definitivamente es algo significativo, lo sé, lo siento. Mientras que ella intentó dormir yo me quede mirándola, mirando la belleza de sus pestañas, la piel de sus parpados, su boca de labios finos y tenuemente rosados, suaves, igual que toda su piel, estaba tan cerca y con la suficiente luz como para apreciar las pequeñas líneas de su piel, cada hebra de sus cabellos, de sus cejas, cada milímetro de ese mentón tan sensual… y luego, ella abrió sus ojos, esos ojos rojos que podían atravesarme, esos ojos de irises vibrantes, de pupilas fascinantes, ella podría dominarme con su mirada… aquel pensamiento, por algún motivo, me hizo gracia. Quién lo diría, una mujer sin habilidades extraordinarias ejerce un poder tan fuerte sobre mí.
-disculpa, debe ser difícil, te soltaré para que te sientas mejor –comprendí que, si bien yo estaba feliz, aun esto era demasiado nuevo, hasta para mí, aún hay mucho a lo que acostumbrarse.
-no, yo… solo estoy un poco ansiosa, ¡nerviosa! Solo eso, solo son nervios, eso es –pude haberlo dejado pasar, pero ¿Quién en mi lugar podría hacerlo?
- ¿ansiosa de que, Shizuru? – entonces me levanté un poco, para ver más detenidamente la expresión de sus ojos cuando contestara.
-no es nada… -ella hizo una pausa, supe que se estaba tomando su tiempo para decir las cosas, así que me dije que debía tener paciencia, a pesar de que me estaba matando la curiosidad -es solo que a veces quiero saber… hasta donde puedo llegar –maldita curiosidad, ¿esto es lo que querías? ¿probar mi fortaleza?
-quieres decir… -bien, hay que hablar claramente, quizás no es lo que estoy pensando -entre nosotras, entre nuestros… - ¿cuerpos? No, no, no pienses en eso - ¿Cómo un matrimonio?
- ¿tú no lo has pensado? –casi se me salen los ojos, ¡claro que lo he pensado! –si tú no quieres, lo entenderé…
-si quiero… -le contesté, sin poder pensar ya en más, mi mente estaba bloqueada, pero sabía que todo lo que ella quisiera conmigo era un definitivo sí. Sí a lo que sea y cuando sea, en el momento que sea y como sea.
Y bueno, ahora era ese momento ¿verdad? Debía hacerlo, tenía que hacerlo… pase por unos breves momentos de enajenación, ella estaba tan cerca y ahora tenía su permiso ¿Qué debía hacer primero? ¿tomar su mano? No, comenzare por sus piernas, no, no, piensa, algo más sutil, así que por supuesto, tenía que besarla, un beso suave, un beso con cariño. Me aproximé con lentitud y toqué tenuemente sus labios, sentí la suavidad su boca mientras mi corazón golpeaba contra mi pecho y retumbaba en mis oídos, latía tan rápido que sentía que podía oírlo en toda la habitación, pero sabía que no era así, solo yo lo escuchaba.
Después del primer beso me alejé un poco, tal vez tuviera algo que decir, algo que opinar. Nos miramos unos segundos y luego fue ella quien me besó. Me sorprendió con un beso más pasional, más activo, más dominante, sí, ella definitivamente sabe mandar, eso me gusta, domíname, te doy permiso; aunque sé que puedo tomar el control en cualquier momento, quiero complacerla, prueba de ello es que me dejé hacer, dejé que tomara el control, aunque no pude resistirme. Si bien estaba participando en el beso, su cuerpo estaba muy cerca y una de las cosas que más despiertan mi interés, son sus piernas, piernas de esponjosos muslos que tenía ganas de tocar, de apretar, de morder… no pude evitar deslizar una mano por debajo de su camisón, no estaba viendo nada, pero podía imaginarme todo con solo sentir su piel. Después de sentir mi mano ella se detuvo brevemente y me miró con una mezcla de curiosidad y sorpresa.
-debo confesar… -quizá no debía decirlo, pero no podía controlar mi boca -que he querido tocarte desde la primera vez que te vi en ropa interior…
-dime… ¿Qué has querido hacerme? –esa pregunta tan aparentemente inocente y curiosa era también muy sagaz y maliciosa, provocante…
-los demás siempre piensan en desnudar a las mujeres… -le contesté, mientras deslizaba suavemente mi mano –quieren verlas desnudas, pero yo sé que es lo hay debajo de tanta ropa… –podía imaginarme todo lo que había debajo de su ropa y eso me excitaba más que verla desnuda –y me encanta como luces los camisones… -como la tela deja ver las curvas de su cuerpo, como se aprieta en sus caderas, en sus senos, en sus suaves hombros… -quiero… -quizá no tuviera lógica para algunos, pero me gustaba verla con ropa y solo… hundir mi manos y –tocar todo tu cuerpo… pero no quiero desnudarte… -entonces subí mis ojos a ver su rostro, quizá fui muy lejos con lo que había dicho, así que necesitaba ver que es lo que tenía que decir, si no la había asustado u ofendido, sin embargo…
-pues yo sí quiero verte sin el camisón… -esta mujer definitivamente es una incitadora.
Me sorprendió por unos segundos, pero en lugar de detenerme a pensar, no perdí el tiempo y me arranqué el estúpido camisón. No es como si tuviera vergüenza porque me vean sin ropa, no podría tener tantas doncellas ayudándome si fuera tan tímida, lo que me da cierta vergüenza es el camisón en sí. Una vez que me deshice de la prenda volví a acomodarme en mi sitio, expectante, quería saber qué opinaba de mí, quería gustarle, por supuesto; aunque ella no hizo ningún comentario mientras me miraba. Preferí pensar que ella no sabía que decir, después de todo ella volvió a besarme, a tocarme y eso me dio la apertura para volver a poner las manos sobre sus piernas. Metí la mano entre las sábanas buscando su cuerpo, deslicé los dedos sobre su ropa hasta llegar a la orilla de la falda, luego pude volver a tocar la piel de su muslo, era suave, esponjosa, firme, tenía ganas de sentir esas piernas rodeándome, de asir su mismo cuerpo al mío, apretarme a ella, hundir mi boca en su piel, morderla, lamerla, aferrarme…
Llegué a un punto en el que ya no estaba pensando, dejé de cuidar cada aspecto, de estar a la expectativa de si se quejaba o no, si la asustaba o no, comencé a controlar la situación, apreté sus nalgas, pase mi lengua por su pecho, la acaricie con mis manos, provocándola tanto como ella me había provocado a mi todo este tiempo, hasta que no sé en qué momento la puse de espaldas a la cama y me apreté a ella, a sus piernas, a su cuerpo, al calor de su piel y la profunda humedad de su cuerpo, una humedad suave e incontrolable que ni por asomo podría alguien imaginar que sería la causante de semejantes sensaciones agradables. No estaba dispuesta a admitirlo más que solo para mí, pero fui egoísta y solo reaccioné ante ella cuando mi propia agitación había terminado, cuando había satisfecho mi propia necesidad, me sentí mal por unos momentos hasta que vi que ella no lucia como si la hubiera pasado tan mal, de hecho, parecía… ¿lo contrario? aunque eso no significaba que volvería a descuidarla tanto.
Ver que ella estaba recuperándose y no me apartaba de ella fue suficiente para dejarme tranquila, dejé caer mi frente en la cama y cerré los ojos sintiendo su cuerpo con el mío, sintiendo como la respiración volvía a la normalidad poco a poco, a respirar lentamente. La próxima vez lo haré mejor, me dije, sin apartarme de ella, gozando de la calidez de su cuerpo, de lo bien que se sentía su proximidad y su aroma, el aroma de su cabello tan cerca de mi nariz. Aquella noche dormí muy fácilmente, quizá por la actividad, quizá porque la tensión se había ido, quizá porque me sentía cómoda con ella cerca de mí, quizá porque por fin sentía calma y seguridad, quizás.
A la mañana siguiente me desperté porque ella me llamaba, me tomó desprevenida, al momento no recordé que había sucedido, pero después de sentir la desnudez en mi cuerpo lo recordé todo, absolutamente todo y… ¿Dónde demonios estaba ese estúpido camisón? Me sentí agitada al momento, un tanto nerviosa, pero ella estaba tranquila así que me forcé a tranquilizarme también. Me senté en la orilla de la cama y comencé a pensar, a recordar lo que había sucedido anoche, ella lucia bien, parecía que no le había desagradado, casi podía asegurar que se había sentido tan bien como yo, pero aun así la duda rondaba por mi mente y ¿Qué mejor que preguntar para aclarar dudas? Aunque ciertamente, tenía un cierto temor a preguntar ¿Qué tal si la respuesta es mala? ¿Qué tal si se arrepiente? ¿Qué tal si cambió de opinión y ya no quiere esto? Ese tipo de dudas no me dejaban en paz, pero en definitiva tenía que despejarlas para sentirme mejor, así que con renuencia pregunté y su respuesta fue muy positiva en mi opinión, ella dijo que no le molestaría repetir lo que había sucedido.
Así que, en definitiva, lo he logrado, no es como que ella me ame, pero me ha aceptado, eso es ganancia, eso es un gran avance, con eso puedo decir que tenemos un buen futuro juntas. Respiré profundo y le respondí de forma muy tranquila, tampoco quería hacer aspavientos y dramatizar, tengo que ser mesurada en mis reacciones, una respuesta tan emocional no se ve bien, aunque por dentro me sentía muy feliz, después de todo, era como para no creerlo, ¡Ella me estaba aceptando! Me sentí tan feliz y motivada que después del desayuno, mientras me vestían y escribía la carta donde notificaba que tardaría un par de días más en volver a la capital, pedí a Rosalie que acomodara una mesa con el té en la terraza, que preparan un espacio bonito lo más rápido y cómodo posible, había una cierta atmosfera un tanto incomoda y no estaba dispuesta a dejarla estar y que las cosas se complicaran, debía disipar todo eso para luego poder seducirla, que digo, no, em, poder seguir teniendo una convivencia amena, la seducción iba después.
Luego de llevarla a la terraza había un cierto ambiente silencioso que terminó luego de que yo iniciara la conversación y por suerte, la plática llegó para quedarse, pasamos un largo rato conversando sobre su majestad y los castigos en el calabozo que tanto le fascinaba imponer, lo cierto es que a mí me satisfacía aplicarlos tanto como a ella imponerlos, aunque eso no se lo mencioné, quizás eso no es algo que a ella le guste, así que mejor no tentar a la suerte. Por otra parte, la conversación se extendió tanto que cuando menos me di cuenta, la señora Sanada nos llamó a comer, lamentablemente me llegaron cartas y posterior a la comida debí ir a contestarlas. Me hubiera gustado que ella me acompañara a la biblioteca y se quedara conmigo mientras contestaba las cartas, pero tampoco quería forzarla a estar conmigo todo el tiempo, en cambio se quedó en el salón del té con las doncellas.
Después de contestar las cartas y escribir algunas otras más para comentarle a algunos de mis oficiales que tardaría un par de días en regresar a la ciudad y que por lo tanto debían seguir escribiéndome al castillo, noté que ya había anochecido. Tuve un largo rato de paz y tranquilidad donde pude relajarme y pensar con calma, meditar sobre las cosas que habían sucedido. Había sido inesperado, pero creo que las cosas que siempre marcan una diferencia son inesperadas y al menos por esta vez, era algo positivo. Si las cosas se mantenían así, podría quedarme con ella por siempre y no tendría que renunciar a todo lo que tenía. Eso sería genial.
-su señoría –era la voz de la señora Sanada en el marco de la puerta –la cena se servirá muy pronto.
-gracias señora Sanada, ya voy.
La cena fue agradable, gracias al tiempo que pasamos en la terraza el ambiente se sentía cómodo y ameno, así que cuando la cena terminó, nos despedimos brevemente pues nos volveríamos a ver cuándo termináramos de asearnos y ya fuera que yo lo deseara o no, luego de reencontrarnos en nuestra habitación una cosa llevo a la otra y terminé hundiéndome en su cuerpo, escuchándola suspirar, aguantar la respiración, agitarse, pequeñas cosas que me aceleraban a mí también, que me impresionaban y me motivaban, fue imposible resistirme a su cercanía después de aquellas primeras veces, así que cuando llegó el momento de partir me sentí molesta de tener que renunciar tan pronto a lo que había conseguido, obviamente quería estar con ella y no en un caballo con mi armadura completa con rumbo a la ciudad capital, pero eso es lo que sucedió, eso era lo que tenía que pasar, por suerte había mandado a reparar los caminos y a mejorar dos de los hostales, además de haber mandado a construir una casa de paso en una parte estratégica del camino para que en el futuro fuera mucho más cómodo el viaje, por todo aquello, el viaje fue significativamente más rápido que antes y seguramente, cuando terminaran de hacer los arreglos pertinentes, sería más rápido el ir y venir.
Aunque, una de las cosas en las que recién caía que no había tomado en cuenta, era nuestra estancia en la capital, pues arrendaba una pequeña vivienda, no me importaba tener un lugar grande, después de todo, no veía a la ciudad como mi hogar, no había nada ahí que me atara más que el trabajo que realizaba con su majestad, pero ahora las cosas eran diferentes, antes sabía que llegaría el momento donde me retiraría y dejaría mi espacio al lado de la Reina, pero ahora sabía que eso no sucedería, le debía un favor, así que tengo que pagar ese favor y renunciar al retiro en mi castillo haciéndome cargo de mis tierras, de modo que ahora en verdad si había una motivación para conseguir un mejor lugar donde vivir y de preferencia, quería un lugar que la complaciera, así que comencé a pensar en ello poco antes de llegar a la ciudad. Como quería complacerla, le diría que fuera a escoger el sitio que más le gustara, le botare todas las moneras de oro que pida el propietario para comprar la propiedad y hacer una casa a su gusto y antojo, estaba dispuesta a hacer todo lo que ella quisiera para complacerla.
Sin embargo, por esa noche y tal vez alguna otras más, pasaríamos una convivencia un poco ajustada, aunque no niego que sentí satisfacción al llegar y quitarme la armadura para finalmente deslizarme a un baño caliente que me quitó la mugre y el sudor a profundidad. No es que me escandalizara el sudor o la suciedad, pero tengo la seguridad de que a ella no le gustaría que me le acercara oliendo mal, de hecho, sé que a mí no me agrada la gente sucia. Por eso, cuando quedé limpia y perfumada, me sentí con toda la confianza de ir a meterme a su lado en la cama. Quizá ella estaba animada o era yo, quien sabe, pero lucia muy guapa en aquella cama, con la luz del fuego iluminando sus ojos, charlamos un rato, pero me sentí presa de la emoción, del momento, de tocarla en un sitio nuevo, de besarla en esta habitación que me ha pertenecido por mucho tiempo y que jamás imaginé que estuviera aquí conmigo, quizá era solo el sitio, la novedad, quizá no, como fuera, eso quedó en segundo plano una vez que reclame su boca y apreté su cuerpo.
Si bien, no me importaba en general que es lo que opinaran las doncellas y el resto del personal, no pude evitar pensar que tal vez pudieran escuchar algo, después de todo, la vivienda era mucho más estrecha que el castillo. Me preocupó por unos momentos, pero al final, después de sentir sus dedos por mi espalda y como se hundían en mi cabello, esa problemática quedó en un lugar muy lejano en mi cabeza. A la mañana siguiente realmente necesité que una de las doncellas me despertara, hacía mucho tiempo que no me levantaba tan temprano y estaba malacostumbrada, o quizás estaba cansada y Senou seguramente se dio cuenta del porqué de mi cansancio, pues me encontró sin el dichoso camisón.
Sabía de las habilidades comunicativas de mi doncella, así que tuve que amenazarla no solo con despedirla, sino mandarla al otro lado del mar si abría la boca. No sé si me creyó o no, pero pareció convincente en ese momento al asegurar que no diría una sola palabra. De todos modos, me dije, por ahora solo me queda confiar en ella, si se esparce el chisme me enteraré de alguna forma y sabré que fue ella, entonces no me quedara de otra más que cumplir, dolorosamente, con mi palabra.
Después de aquello me trajeron el desayuno y posteriormente me colocaron la armadura, todo a buen tiempo para que llegara puntualmente al palacio de su majestad. Al llegar, Kanzaki me suplico no volverlo a dejar tanto tiempo a cargo de su majestad, para él era un suplicio acompañarla a las audiencias y fingir ser una estatua, no pude evitar reír. Por otra parte, me dieron reportes sobre el barco en las lejanías y que alguno que otro individuo proveniente del Reino Oeste solicitaba entrar al reino, pero la solicitud era denegada. Fuera de aquello, las cosas parecían estar "bien", solo era una apariencia, bien podría ser la calma antes de la tormenta y eso en verdad me generaba angustia. Sé que atacaran en algún momento, así que debía estar preparada por si llegaba el momento en "cualquier momento".
Cuando terminamos de ponernos al tanto de la situación y sonaron las trompetas, nos encaminamos a la habitación de su majestad y retomé mi lugar a su lado en las audiencias, no sin antes ser sometida a un interrogatorio por su parte, quería saber si las cosas estaban bien en mi matrimonio. Fui sincera en gran parte, pero en otras no fui muy clara, no quería mentir, pero mostré optimismo, después de todo, me sentía optimista. Fuera de aquello, el día fue sumamente cotidiano y sin algún elemento a destacar, excepto por el hecho de que cuando estaba a unas calles de llegar a mi domicilio, Senou estaba en la esquina esperándome para informarme de la confabulación de mis suegros para pillarme.
Hoy no será el día, les dije en mi mente, mientras reía y entraba por otra puerta a la casa, burlándolos por completo. De modo que mientras mi amada esposa lidiaba con ellos en el comedor, a mí me quitaban la armadura mientras me preparaban un delicioso baño con agua caliente. Me tardé poco en el aseo y cuando terminé, ya estaba mi cena servida en la pequeña mesa que tenía frente al hogar. Creí que ella terminaría rápido su estadía con sus padres, pero terminé mi cena y ella aun no llegaba, de modo que me quedé en el sillón frente al fuego, extendiendo los pies sobre la alfombra, era una costumbre que tenía porque me gustaba sentir el calor en los dedos y era relajante, antes del matrimonio era una actividad para relajarme y pasar unos momentos de tranquilidad y contemplación, pero ahora lo estaba haciendo para pasar el tiempo y esperarla ¿Quién lo hubiera dicho? Como cambian las cosas. Moví los dedos, apretando y relajando, matando el tiempo hasta que ella abrió la puerta y por fin nos encontramos después de un largo día.
Ella llevaba puesto un vestido cremoso, un vestido que remarcaba el tono de su cabello y sus ojos, lucia bellísima, deslumbrante, especialmente llamativa, con unos pendientes que brillaban a sus lados, pero no más brillantes que sus ojos ¿Quién no podría amar a una mujer tan admirable? Es bella, pero su belleza no se limita a su físico, en sus ojos hay una vivacidad que me transmite, que me contagia, que me hace feliz. Siempre que la veía no podía evitar sonreír y desearla… besar ese mentón tan suave y atractivo… aquella noche también fue un tanto agitada, pero después de dormir como piedra por unas horas estuve en condiciones óptimas para desempeñar mi puesto junto a su majestad.
Antes no solía sucederme, pero ahora, mientras estaba ahí al lado de su majestad y el tiempo pasaba mortalmente lento, me sentía ansiosa de que pronto terminara el día. Quería que ya se hiciera de noche para correr de regreso a mi casa y encontrarla con esa bella sonrisa que posee, su sonrisa compensaba todo el agónico día que pasaba a lado de su majestad, por desgracia, aun no era ese momento del día, aún estaba ahí, en calidad de mueble a lado de su majestad. Que desdicha.
Cuando llegó el almuerzo, que siempre tomaba con su majestad, le pedí el favor, aunque era más una orden que una petición, a Sir Kanzaki de que acompañara a Shizuru a mirar propiedades, fue en ese momento en que su majestad aprovechó para curiosear en mi matrimonio, quien diría que su majestad la Reina podía ser tan… fisgona. Sin embargo, las curiosidades de una niña de su edad eran bastante inocentes, ya que si fuera Sir Kanzaki quien tuviera la libertad para preguntarme cualquier cosa, ya podría estarme imaginando la avalancha de preguntas maliciosas que me haría. Sucio pervertido. Eso me hizo preguntarme que tan segura iba a estar Shizuru con él y comencé a dudar en dejar que se acercara a ella. Quizá debería evitar que se relacionen… mejor evitar tentaciones ¿no? Aunque, por otra parte, si Shizuru decidiera engañarme, lo haría independientemente de si Kanzaki estuviera a su disposición o no, cuando se hay una resolución, no importa el quien, ni cómo. Si un engaño estaba destinado a pasar, ocurriría sin importar Sir Kanzaki. Aunque un engaño no es algo que desee, quiero preparar de alguna forma mi mente, entender que es una posibilidad de entre muchas otras y por eso mismo, por ahora ya no quiero pensar más en ello.
Al terminar el día con su majestad volví a casa, con una cierta preocupación, sin embargo, todos esos pensamientos negativos se desvanecieron luego de que ella se asomara a la habitación. Al verla a los ojos supe que debía confiar, si la amo de verdad debo confiar, si ella traiciona esa confianza ya tendré que ocuparme de aquello, pero no antes, no de algo que aún no ocurre y que puede afectar nuestra relación. Por ello dejé aquellos pensamientos y me concentré en la conversación, en la que mencionaba la visita de su amiga, al parecer, las personas que más la querían estaban en verdad preocupadas por ella, aunque quizás, más que preocupación, estaban mucho más curiosas por mí y aunque me gustaría despejar sus dudas e intereses, se tendrían que quedar de ese modo.
