Capítulo 17.

De esa manera, me recosté en la cama y dormité por un largo rato, hasta que llegó aquel hombrecillo que me llevó al comedor, donde estaba esa mujer junto con el general. Se podía notar desde lejos que yo no le agradaba a ese sujeto. ¿Molestarlo? Me encantaría, pero debía ser precavida. De momento saludé a los presentes y tomé asiento donde me indicó el sujetin, sorpresivamente, al lado izquierdo de Zhang. Obviamente esperaba una conversación en este almuerzo, incluso que el general intentara molestarme con algún comentario mordaz, pero no ocurrió, todo transcurrió en calma y silencio, sin miradas incomodas. Al terminar, ambos se levantaron y el hombrecillo que ha tomado la responsabilidad de guiarme, me instó a ir tras de ellos. Pronto llegamos a una estancia, con sillones, divanes, mesas y una chimenea, nada de tronos, escalones o guardias, lo que me hacía pensar que ella se sentía segura. Sería muy fácil romperle el cuello al general y luego matarla a ella, pero por supuesto, no me convenía.

-puede retirarse –le dijo ella al hombre, este último hizo una reverencia y se marchó, ahora estaba por completo sola, de verdad se sentía confiada. Cada vez me convencía más de que la poción no había funcionado, si hubiera funcionado no pensaría en lo fácil que sería romperle el cuello, aun sin usar hechizos fortalecedores –recibí tu petición, así que aquí estamos.

-gracias por acceder tan rápido a una audiencia –ella asintió con una leve sonrisita –solo quiero saber los términos de mi estancia, hablar claro, dijeran por ahí.

-hablando claro, te daré lo que quieras para que me ayudes a conquistar el Reino Este –bueno, eso había sido bastante… breve, así que no me decía mucho, de modo que intenté preguntar algo de lo que verdaderamente me causaba curiosidad.

- ¿Por qué quieres el Reino Este? ¿problemas económicos?

-lo quiero porque puedo conseguirlo - ¿Qué era? ¿una niña berrinchuda? Una vez más no estaba obteniendo la información que quería.

-ya… ¿simple ambición?

-por decirlo así, simple ambición –yo asentí suavemente, no me convencía –mi reino no necesita riquezas, no pasa hambre ni escasez de alguna forma, pero si hay demasiada paz, pronto habrá problemas internos –ya veía su punto –hacer la guerra trae muchos beneficios, paz interna, riqueza y que mis súbditos me alaben, verán que yo conseguiré lo que mi padre no pudo.

- ¿no es porque quieras venganza o algo así? –porque yo ya le había hecho perder muchas tropas…

-si quisiera venganza habría ordenado tu ejecución, porque fuiste tú quien derrotó a mi ejército.

-mis más sinceras disculpas, no sabía lo que hacía –por supuesto que no eran sinceras.

-solo pone en evidencia la mediocridad del general que elegí, pero no me queda de otra, él me apoyó para tomar el trono, por eso, aunque me gustaría reemplazarlo y colocarte como general, vas a ser su auxiliar, solo él estará sobre ti militarmente, fuera de aquello, perteneces a la familia real, nadie puede ponerte un dedo.

-bueno, eso me tranquiliza bastante… no pretendo alguna presentación ni nada de eso, pero ¿Cómo debo presentarme?

-tu apariencia es suficiente presentación –me quede momentáneamente confundida –los ojos verdes son una característica de la familia real, aunque mi padre solía decir que fue una maldición y por eso tenemos este color, yo pienso que de ahí viene la resistencia a la hechicería –y personalmente, me parecía una estupidez, pero me tragué mis comentarios.

-entonces este tono de ojos es como una marca innegable –ella asintió, pero yo tuve mis dudas, realmente el color de sus ojos es verde, pero no me parece que sea el mismo color, de hecho, encontraba más coincidencias en las características de ella y la canciller Sugiura, cabello pelirrojo y el mismo tono de verde, quizá se estaba equivocando conmigo, quizá su verdadera familiar es la canciller, aunque por supuesto, no estaba dispuesta a decirlo –eso facilita mucho las cosas.

-muy cierto, todos en el reino lo saben –aunque… ¿Cómo explicaba el hecho de que la hechicería es parte de nuestras familias? Solo me queda pensar en que talvez si hay un tipo de relación familiar, pero muy lejano.

- ¿y también saben que podemos hacer hechizos?

-sí y no… -obviamente hice una expresión rara, o sea ¿Qué? – saben que en un pasado la familia real poseía magia, pero no tocamos el tema, ni uso la hechicería de forma abierta.

- ¿Por qué podría dar como resultado una sublevación?

-siendo honesta, la gente es estúpida y quiere lo que no puede tener, en el peor escenario, la gente querría mi hechicería, habría una rebelión y luego me matarían, no hace falta decir que no pienso morir –yo me quedé en silencio unos momentos, pensando.

-en el Reino Este la hechicería no tiene muy buena fama, pero es algo de lo que se sabe a voces, creí que aquí sería igual o quizá más aceptado, más aún si es algo característico de esta familia.

-supongo que en el pasado fue así, pero a veces no es bueno que se sepan tan bien las ventajas que la realeza tiene.

-por supuesto –en eso estaba muy de acuerdo –ahora, ¿puedo andar libremente por el palacio?

-puedes quedarte aquí, conmigo… -a ver, espera ¿cómo? –o te puedo dar una casa en la ciudad, te dije que te daría lo que quieras, que te daría cinco veces lo que tienes en el Reino Este –entonces me quedé pensando.

-tengo un enorme castillo ¿me darás cinco castillos? ¿cinco esposas? ¿cinco ejércitos? –ella sonrió, traviesa.

-si de verdad quieres te daré cinco castillos y cinco mujeres, pero solo hay un ejército –yo sonreí.

-bueno, cinco castillos, con todas las tierras que implican, es suficiente –ella mostro una sonrisa de satisfacción, casi podía adivinar lo que estaba pensando, algo como: "eres ambiciosa y ahora te tengo" y como ella bien había dicho anteriormente, sí y no, lo único que tiene es mi conveniencia, así que, hablando de eso…

-hay otra cosa –ella dejó de estar en sus propias divagaciones y volvió a verme –ya que voy a ser auxiliar de ese patán, necesito saber cuándo se prevé hacer el siguiente ataque, cuáles son los números del ejército, cuantas… -ella alzo una mano, deteniéndome.

-eso lo hablaremos con el general, él es el que sabe todo eso.

-entiendo –enseguida me retrajé en mi asiento –bueno, entonces, si no le molesta a su majestad, me gustaría quedarme en el palacio hasta el siguiente ataque ¿puedo andar con libertad? ¿puedo mirar la biblioteca?

-sin duda alguna –respondió jovial.

Esa mujer estaba completamente segura de que yo estaba a sus pies, estaba tan segura de que yo le era fiel, que no solo me había dado permiso de pasear libremente por el palacio y por la biblioteca, sino que me había dado la llave para poder mirar algunos libros que pertenecían exclusivamente a la familia real, libros de hechicería y pociones. ¿Podía ser más estúpida? O quizás no era estupidez, quizá era arrogancia, simple pedantería, segura de que era muy buena haciendo pociones y que la que había usado en mí, había funcionado. Ingenua.

Sin embargo, aunque aquella tarde comenzó con temas importantes, importantes para mí debo aclarar, terminó siendo una conversación banal sobre el castillo, la habitación en la que estábamos, e incluso sobre el asno que ella tenía por general de su ejército. Esa extraña audiencia que me pareció más una simple invitación a tomar el té y pasar el rato conversando amenamente. Sumado a eso, también me encontré con la opinión personal de aquella mujer sobre sus súbditos y también su opinión sobre el Reino Este; para ella, eran personas ajenas y por tanto, inferiores, que solo tenían buenas tierras que podían ser bien trabajadas, pero fuera de eso, no había, al menos en apariencia, un objetivo mayor que usar al Reino Este para entretener a sus súbditos, es un simple elemento distractor para obtener más ganancias, sin embargo, cuando logre conquistar al Reino Este, ¿Cuál va a ser su siguiente objetivo? Bueno… no pude evitar preguntárselo.

-hay mayores territorios al Norte ¿has escuchado de ellos? –yo asentí en silencio, recordando.

-he escuchado cosas, incontables reinos que son por lo menos tres veces más grandes que los de aquí, y diez veces más lejos…

-ya tengo espías infiltrados –la miré sorprendida, verdaderamente sorprendida.

- ¿tanto así das por hecho que conquistaras al Reino Este? –ella sonrió, era una sonrisa molesta.

-por supuesto, ya te tengo a ti, es solo cuestión de tiempo.

Ella sí que decía las palabras adecuadas para adularme. Ciertamente aquella reunión fue una gran fuente de información. Ella planeaba invadir el Reino Este y quizás financiar una campaña en el Norte con las riquezas del Reino Este, una propuesta arriesgada pero necesaria, teniendo en cuenta las dificultades que puede traer una época de paz demasiado prolongada. A veces la guerra es necesaria. No es algo que me guste, pero en verdad puede ser conveniente.

Después de una larga tarde de charlas con mi recién descubierta familiar, tuve que marcharme con la excusa de sentirme cansada. Al salir del salón donde me encontraba, hallé al hombrecillo que últimamente estaba acompañándome constantemente. Por alguna razón, me resultaba irritante su existencia, quizá era su tamaño, me recordaba a cierto enano del demonio. Fue casi cuando llegábamos a mi habitación que decidí que no tenía por qué soportarlo más, no si realmente tenía poder en este reino.

-cómo te llames –le dije –a partir de mañana quiero una doncella para que me asista, no quiero verte más, me irritas.

-pero milady, su majestad… -

-que sea guapa, educada… no lo sé, ten imaginación, pero no te quiero ver aquí.

-si mi… -cerré la puerta de la habitación para no tener que escucharlo más.

Me alegré por haberme deshecho de aquel incomodo sujeto. Luego de cerrar la puerta me acomodé en un sillón de la habitación, era blanco y con patas en dorado ¿sería oro de verdad? Que forma de despilfarrar el dinero… pero terminé sentándome. Pasé un tiempo considerable a solas hasta que tocaron la puerta, al preguntar quién era, una voz de mujer se presentó como mi nueva doncella, al abrir me encontré con una mujer de cabello rosa, tenía algo que me parecía fastidioso… pero, por otro lado, la acompañaban dos sirvientes que traían mi armadura completamente limpia y pulida. Nada mal con este servicio. Los sujetos dejaron la armadura para retirarse inmediatamente y mi doncella me informo que debía acudir a la cena con: "su majestad". A pesar de todo, de que yo era prácticamente una desconocida y una enemiga, una vez más, el general, que por cierto estaba ahí haciendo compañía, no se metió conmigo y tampoco hubo demasiada conversación, una cena tranquila y sin charlas banales.

Cuando pude regresar a mi habitación, volví a sentarme en el mismo sillón blanco de patas doradas, a repensar los hechos mientras miraba mi armadura agujereada en una esquina. Ahora tenía mucha más información y tenía mucho más claras las cosas, y, por ende, mi situación. No estaba realmente convencida de ser familiar de Zhang, al menos no tan cercanamente, pero lo cierto es que es una situación conveniente que verdaderamente había salvado mi vida y que, por alguna razón, ahora me permitiría volver con Shizuru, solo tenía que ser muy precavida, dar los pasos correctos, de manera que… ¿la ayudaría a conquistar el Reino Este? Por supuesto, realmente cooperaré con ella para poder regresar con Shizuru, para tener libertad en este reino, para tener poder.

Sin embargo, el poder o la pertenencia a la familia real por sí sola, no representan nada si no tienes información. Por ello al día siguiente pedí una reunión con el general, él se mostraba abiertamente inconforme con mi presencia, podía ser un asno en tácticas militares, pero no era tan estúpido, aún estaba receloso de mí y podía entender su punto de vista, quizá yo haría lo mismo, por lo que para poder ganarme su confianza debía involucrarme genuinamente en las estrategias a utilizar. En aquella reunión pregunté el total de sus fuerzas, el número total de elementos de infantería ligera, pesada, falanges, caballería, naves, catapultas, etcétera, y qué cantidad eran de refuerzos, cuantos se quedaban para defensa, cuantos activos, cuantos estaban en entrenamiento, cuantos podíamos reclutar, en que tiempo estarían listos nuestros números para una nueva batalla y quizá, pregunté algunas cuantas cosas más; a partir de todo eso fijamos un punto para volver a realizar un nuevo ataque en el Reino Este.

-en dos años tendremos una notable mejoría –dijo él.

-es demasiado, con mis conocimientos en seis meses podemos planear un ataque muy agresivo que nos dé una victoria contundente.

-en seis meses apenas estaremos saliendo del invierno, no es…

-cierto, sería bueno usar el invierno, en cuatro sería mejor, usar una temporada donde nadie espera un ataque.

- ¡Eso es una locura! ¡El mar es más violento en el invierno!

-por eso debemos reunir el mayor número de combatientes, perderemos a algunos, pero…

- ¡Definitivamente no! –maldito asno estúpido… como me gustaría decir lo imbécil y cobarde que es.

-entonces en ocho meses, cuando haya terminado el invierno –dije, apretando los puños bajo la mesa, él se rasco la barbilla, realmente parecía que pensaba, pero solo es apariencia, ni siquiera tiene cerebro.

-sigo pensando que es demasiado precipitado, creo que diez meses es lo mínimo, si realmente crees que con una buena estrategia podemos invadirlos.

-se perfectamente cómo están distribuidos y como es su sistema de movilización, puedo prever qué harán al menos hasta el final del año, pero en diez meses… -tenía que convencer a aquel imbécil de hacer lo que yo quería.

-nos basaremos en tus conocimientos, pero reforzados con un muy buen ejército, fortalecido y bien entrenado, sin duda obtendremos la victoria, en diez meses – ¡Maldito asno!

-muy bien, como usted lo diga –por desgracia ese estúpido tenía la última palabra.

Aunque no me gustara reconocerlo, él tenía razón en cuanto al plazo, pero jamás lo admitiría por el simple hecho de que yo quería regresar cuanto antes. Sí, quería ser objetiva porque eso me convenía, pero lo cierto es que mis intereses personales estaban empañando mi objetividad. O actuaba objetiva y me ganaba su confianza, o actuaba imprudente y egoístamente, con la posibilidad de que eso les haga dudar de mis capacidades… la respuesta es obvia.

El problema es que la molestia me bullía por dentro, sentía un malestar, una molestia, una irritación que normalmente no sentía, sin embargo, aunque pudiera pensarse inicialmente que era porque la preparación del ataque seria en diez meses, en realidad, lo que me preocupaba es que para cuando regresara al reino Este, quizás, en ese espacio de tiempo… tal vez Shizuru ya haya encontrado a alguien más, seguramente pensará que he muerto, no sería para nada raro que ella encontrara un nuevo pretendiente o peor aún, que esa pequeña rata asquerosa volviera al ataque. No puedo permitirlo, me dije en mi mente, ella es mía. Ella me pertenece, malditas escorias. Pero estaba atada de pies y manos… o acaso ¿ella esperaría? ¿ella pensaría alguna otra cosa? por ejemplo, ¿Qué no morí? Entonces recordé cuando la espada me atravesó el pecho, si se lo decían, es más, si yo escuchara que atravesaron a alguien por el pecho con una espada, mi conclusión lógica seria pensar que pronto estaría bien tieso… pero ella sabe que uso hechicería… tal vez ella no llegué a una conclusión apresurada y espere… ojalá que ella espere. Tiene que esperarme, quizás no tanto como yo lo haría, pero solo esos meses. Con que espere esos diez meses para volver a casarse será suficiente.

No me quedaba más que la esperanza. Y, si voy a pasar diez meses en este lugar debía invertir bien ese tiempo, por esa razón a partir del siguiente día, cuando terminé mi reunión con el imbécil que tenía por general, fui a visitar la biblioteca exclusiva de la familia real, aquella donde había libros con hechizos. Lamentablemente fue algo complicado llegar a aquella pequeña pero importante biblioteca, pues no todos los sirvientes sabían dónde estaba ubicada, de modo que mi recién asignada doncella tuvo que ir por el hombrecillo que había despachado para que me llevara al salón. Al momento de llegar para asistirme tenía una ligera expresión de júbilo que estaba irritándome. Era curioso, soy una persona sumamente tolerante, pero ese ridículo esperpento humano realmente estaba fastidiándome, y ahora aún más con esa actitud.

-cómo no borres esa expresión, hare que limpies el piso con tu lengua hasta que lleguemos –le dije, mientras caminábamos.

-mi… -utilice mi voz más tranquila, aunque quizá no saliera tan relajada.

-pruébame –le dije, mientras lo tomaba del cuello y con fuerza obligué a que su nariz tocara el suelo.

-despulpe mi imprudencia milady…

-en realidad, estoy casada.

-mi reverenciada señora.

-bien, eso me complace un poco –entonces lo solté y me sacudí las manos -cuando estés conmigo mira el piso, no soporto tu horrenda cara.

-sí, mi señora.

Después de aquello pude darme cuenta de que este estúpido necio realmente necesitaba de mis bondadosos tratos para que aprendiera a mejorar sus modos. Hah, pero que indulgente soy, no se lo merece. Por otro lado, después de aquel insignificante incidente, pudo el hombrecillo llevarme a la pequeña biblioteca y por suerte no volví a necesitarlo.

Antes de llegar a mirar la colección de libros tenía una idea muy limitada de lo que encontraría, imaginé que habría un par de libros que tal vez hablaran sobre los inicios de la hechicería, las formas de hacer hechizos, los hechizos que existían y luego las opciones que había, las cuales, en mi limitada e inocente imaginación, no sobrepasaban los veinte o treinta. Pero, lo cierto es que me encontré con que era un alfabeto diferente… mastiqué groserías por un largo rato mientras miraba los garabatos en los libros ¡No entendía nada! ¿porque hablábamos el mismo idioma, pero teníamos diferente escritura? ¿Qué clase de broma es esta? ¿y cómo es que no me había enterado hasta ahora? Si tan solo tuviera entre mis manos el cuello del informante que me había hablado sobre este país…

Me marché del salón azotando la puerta, necesitaba primero saber leer esas porquerías. No me quedó de otra más que acudir a mi doncella, que por suerte sabía leer. De modo que pasé casi dos meses aprendiendo a leer y escribir los estúpidos garabatos de este estúpido reino. No me quedó de otra más que dedicarme a esto casi al final del día, cuando terminaba de ayudarle al asno que existía por general y cuando su "majestad" no quería que la acompañara, solo entonces podía aprender un poco.

Cabe mencionar que muchas veces se me pasó por la cabeza llevar a la doncella para que ella me leyera los libros, pero era muy arriesgado ¿Qué tal si se lo contaba alguien más? ¿o qué tal si ella divulgaba que podíamos usar hechicería? O peor ¿Qué tal si la mujer usaba esos hechizos? Por muchas razones era una mala idea, así que me resignaba a aprender a escribir. Aquellos dos meses fueron largos y tediosos, pero consideré que ya había aprendido lo suficiente cuando la doncella me dio un libro de la biblioteca y aun con esfuerzos, pude comprender lo que decía. Entonces, prácticamente la mandé al diablo y salí directamente al saloncito donde sabía que estaban los libros de hechizos. Al llegar, por fin pude comprender de qué iba cada uno, aunque me tardara en leerlo apropiadamente.

- "hechizos y… el arte… de la transformación" … "hechizos… potenciadores"… "hechizos… elementales", "hechizos… para animales", "hechizos trans… figu… radores", "hechizos de defensa", "hechizos de acción… perma… nente", "hechizos para el cli… ma", "hechizos de labranza" ¿Qué? "hechizos temporales", "hechizos… ¿transportadores?" ¿Qué demonios? –obviamente abrí ese libro e indagué si había un hechizo que me sacara de aquí, pero requería haber lanzado el hechizo previamente en el lugar al que quería ir, si es que estaba muy lejos, de modo que no me servía, al menos no por ahora, así que regresé el libro a donde estaba –"hechizos y pociones", "pociones de amor y amistad", "pociones para la alcoba" -…bien, tal vez ese último libro desaparezca misteriosamente… - "pociones y hechizos de sumisión", "pociones y contratos vitalicios".

No había duda en que alguno de esos libros estaría la poción que Zhang había usado conmigo. Lamentablemente, esos últimos libros eran bastante amplios y debía tener cuidado en lo que leía, tenía permiso para estar aquí, pero no estaba de más ser precavida, después de todo, estaba en territorio enemigo. Por eso, aunque fue incomodo, preferí leer el libro de pie, con tal de tener la rápida opción de devolver el libro al estante y cambiarlo por otro, en caso de que alguien pudiera entrar. Leer el primer libro me llevó varias incomodas semanas, había muy poco tiempo para leer y siempre me sentía nerviosa al hojear las páginas, pero, aunque era incomodo, había información valiosa, había una gran cantidad de cosas que se requerían para las pociones, cosas raras y difíciles de encontrar, por lo que utilizar alguna de esas pociones sería bastante complicado… sin embargo, mi decepción fue aún más grande cuando terminé el libro y aunque había pociones que se acercaban a la que imagino que Zhang había usado en mí, después de todo, no lo eran. Podía recordar los ingredientes que había usado, eran hojas, hiervas, palillos y polvos, recordaba brevemente la apariencia de los ingredientes, y ninguno coincidía con las especificaciones de ese libro, lo que significaba… que tendría que leer el otro maldito libro.

- "pociones y hechizos de sumisión" –decía en el libro. Ojalá y este sea el bueno, aunque una pequeña vocecita en mi cabeza me decía: ¿Acaso tu dejarías que una poción tan importante sea tan fácilmente accesible? Obviamente mi respuesta era no, quizás no encontraré esa poción en esta biblioteca, pero al menos tenía que intentarlo, aunque quizás no esté ahí. No obstante, aunque esa era mi lógica, casi seis semanas después de comenzar a leer el libro, una tarde, casi a punto de la hora de la cena, encontré la dichosa poción –poción de la eterna fidelidad… -escribía por subtítulo, no pude evitar esbozar una sonrisa. Entonces, con ávido interés leí la descripción y los ingredientes, a estas alturas ya sabía qué plantas había utilizado, así que reconocí todos los materiales, sin duda era esa poción, pero, por lo que podía ver en la lista, Zhang había olvidado la raíz de una planta, no pude evitar reír por lo bajo –que estúpida –dije entre dientes, tratando de reír en voz baja –no puedo creerlo –repasé la lista varias veces y solo faltaba esa raíz, no había duda, ella había hecho mal la poción. Tuve ganas de reír a carcajadas, talvez lo habría hecho si no fuera porque podría haber alguien cerca, nunca se sabía.

Gocé en silencio y reí en voz baja durante varios minutos, cuando por fin me recuperé volví a la lectura. Zhang había hecho todo lo demás bien, pero, sin lugar a dudas, olvidando la raíz. Quizá pensó que no era importante, me dije; o talvez nunca supo que se había equivocado, o… simplemente era estúpida y yo estaba sobrevalorándola. Como quiera que fuese, como bien decía el libro, la poción no tendría el efecto deseado y… - "de cometer un error en la poción, podría tener algún otro efecto" - ¿otro efecto? ¿Qué otro efecto? Seguí leyendo, pero este apartado hablaba profundamente sobre todo lo que abarcaría la poción y sus efectos, pero nada sobre equivocarse con la receta ¿acaso nadie se había equivocado? ¿acaso quien la creó nunca falló? ¿Por qué no había más información? Eso me molestó.

Es obvio que podría haber algún otro efecto, pero ¿cuál? No sentía ningún otro efecto, quizá el libro se equivocaba, o el ingrediente que faltaba no era fundamental como para crear un efecto demasiado severo. Exhalé aire mientras me llevaba los dedos al puente de la nariz. Me gustaría decir que son tonterías, olvidar el tema y no preocuparme, pero se bien que tanto la hechicería como las pociones eran muy reales y nada tontas, sin embargo, dadas las cosas, no podía hacer mucho, además, me dije en consuelo, dice: "podría", una palabra que indica una posibilidad, algo que puede que pase o que, puede que no pase, un 50, 50.

Unos pocos minutos después tocaron la puerta, era mi doncella, seguramente ya estaba lista la cena con "su majestad". Todos los días comía y cenaba con ella, porque éramos "familia", dejando eso de lado, no me gustaba, pero me convenía. Dejé el libro donde había estado antes y salí de la biblioteca, justo en el marco de la puerta estaba la doncella, esperándome con la miraba baja. Usualmente no me gustaba ese tipo de gestos, pero no sentía especial empatía por esta gente, así que no me importaba. Cerré la puerta con la llave y me alejé en dirección al comedor. Ya no necesitaba guías, después de tanto tiempo que llevaba en el palacio ya me había aprendido los principales corredores y estancias, solo usaba a mi doncella para llamarme a comer o a cenar, limpiar mis zapatos o quitármelos, vestirme y un largo etcétera de cosas sin importancia, igual que ella. Al llegar, me topé con que la mesa aún estaba vacía, más a mi favor, me vería mal si llegaba después que Zhang. Ahora que lo pensaba ¿Por qué Zhang? ¿Cuál era su nombre? ¿vendría su nombre en el árbol familiar que había mencionado? ¿debería preguntar por eso? A veces me daba la impresión de que Zhang estaba dispuesta a responder cualquier pregunta que le hiciera ¿pero sería verdad lo que dijera?

Poco tiempo después apareció ella en la entrada, acompañada por su siempre leal perro, el general. Cuando tenía estos pensamientos, no podía evitar pensar si así pensaban de mí en el pasado, cuando yo era quien siempre acompañaba a la Reina, cuando siempre la acompañaba a comer y esas tonterías. No me gusta del todo, pero son comentarios certeros. Aunque claro, no estaría dispuesta a aceptar que estaba siendo leal por todas las ventajas económicas que me daba esa relación con la Reina, igual que ahora, supongo que los viejos hábitos no se abandonan tan fácilmente. Pronto Zhang se sentó a comer y casi al mismo tiempo nos sentamos el general y yo. Fue una cena igual que todas, solo que al final, Zhang me pidió quedarme unos momentos, despidió al general por ese día y los sirvientes abrieron las puertas de una estancia contigua, donde había sillones, unas copas y una chimenea al fondo.

- ¿bebes algo? –me dijo mientras daba una instrucción con los dedos de que le sirvieran una copa, lo que me hizo preguntarme si ella en verdad soportaría el licor, se ve demasiado joven.

-sidra o algo similar estaría bien –contesté mientras me acomodaba en un sillón. Pronto la servidumbre nos atendió y con un movimiento de su mano se esfumaron. Esos ademanes tan pomposos son molestos, pero debo aceptar que representaban la soberbia propia de un soberano.

-me han dicho que visitas la biblioteca especial ¿Cómo vas con eso? –uh… un tema difícil ¿Qué le debería decir? Obviamente no puedo revelar mi verdadero motivo de investigación.

-he estado buscando algún… tipo de hechizo de amor –terminé contestándole, ella se asombró tanto que abrió un poco la boca y sus cejas estaban muy arriba.

-no es lo primero que imaginé que buscarías –yo me encogí de hombros - ¿Por qué?

-estoy casada –le respondí.

-un matrimonio no valido –contestó casi de inmediato.

-bueno, el caso es que no pienso casarme con alguien más y… si voy a volver al Reino Este como enemigo…

- ¿talvez ella ya no te quiera? –yo asentí suavemente –entonces quieres un hechizo así para que ella se quede contigo.

-con su bendición, por supuesto –entonces sonrió.

- ¿Cómo concubina o como esposa?

-eso aún no lo decido, ya se verá después que es más conveniente –ella volvió a sonreír.

-muy bien, muy bien, hablando de otra cosa ¿Cómo van los preparativos? El general no me dice mucho, solo que en unos cinco meses será el siguiente ataque –yo exhalé y me recargué en el respaldo del sillón.

-sí… él dice que en cinco meses –le contesté, luego bebí de la copa.

- ¿y qué dices tú? –oh, esto resultaba interesante, estaba buscando mi opinión de una forma más cercana y privada, o me mostraba a favor del general, que no me beneficiaba en nada, o rebatía sus ideas, pero debía hacerlo con cuidado.

-bueno, me parece que el general es una persona excesivamente… precavida, sí.

-ah… ya veo –entonces ella se quedó en silencio, pensando un rato. Por los momentos en los que se quedó pensando en silencio me pregunté si no había sido tan sutil como para que no notara mi comentario oculto, pero después de minutos de tortura mental donde me decía que debía aparentar tranquilidad mientras bebía de mi copa, ella finalmente volvió a hablar –ciertamente no tengo prisa en conquistar el Reino Este –maldita sea –pero, mi verdadero objetivo son los Reinos al Norte, cuanto antes ponga a trabajar al nuevo territorio, más rápido obtendré recursos para la conquista de las tierras norteñas, quiero sinceridad ¿con lo que tenemos podríamos ganar?

- ¿ahora mismo? –ella asintió y yo aparenté que pensaba o hacia cálculos, después de unos minutos respondí –me parece que sí.

-ya veo…

La reina Zhang estaba dudando de su general. Eso era muy conveniente para mí. Ciertamente es bueno ser precavido, en otra situación, o en otra vida, yo estaría muy de acuerdo con la decisión del general, pero no ahora. Quería regresar, quería irme, quería ver a Shizuru y lo quería lo más pronto posible. Ella también es bastante precavida, incluso con sus respuestas o sus expresiones, pero si podía hacer que dudara, aunque fuera un poco, de la decisión de su general, sería suficiente para mí.

-por otra parte, me gustaría regalarte una armadura nueva, una que represente nuestra amistosa relación, sé que la que tienes ahora está dañada –tenía ganas de decir que no quería una mugre de este reino, pero tampoco podía ser tan tajante, además, portar una nueva armadura cuando fuéramos al Reino Este… no sabía que tan bueno seria.

-no podría abusar de la excesiva generosidad de su majestad –pude notar en su rostro como no le estaba dando la respuesta que ella quería –pero –entonces cambio su expresión –un medallón y una espada de su majestad serian… un reconocimiento que nadie podría igualar.

-tienes mucha razón.

No era que quisiera algo de esa mujer, pero tenía que hacerle creer que me tenía enganchada por la avaricia característica de cualquier persona, alguien que no pierde oportunidad de beneficiarse de una reina, eso da seguridad, si no te piden nada, hace pensar que te pueden abandonar en cualquier momento ya que no hay ningún tipo de deuda o similar, eso ata en muchos aspectos. ¿Me ataba a mí? Por supuesto que no.

Después de aquello hablamos de algunos detalles del obsequio y en cuanto pude me retiré a mis habitaciones. Dos días después, el general quiso hablar conmigo en privado, la razón no podía ser otra sino el tiempo en que se realizaría el ataque al Reino Este, la Reina Zhang estaba presionándolo y me pedía colaborar con él para mantener la misma opinión. Puede que sea un miope en cuanto a estrategia, pero no deja de ser un viejo zorro, aunque… yo podía serlo más.

-mi estimado, entre apoyarlo a usted y apoyar a la Reina ¿A quién cree que debo agradar más? –el sujeto se quedó sin palabras por unos breves momentos.

- ¿Cómo? ¿Qué está diciendo?

-ya le había dicho antes que yo opinaba que podía realizarse antes, de modo que no compartimos la misma opinión, pero respeto su estatus, sin embargo, recuerde a quien le debo mi suprema lealtad, si su majestad ordena que sea antes el ataque, tiene mi apoyo por completo, tal vez usted debería recordar a quien le ha jurado lealtad.

El hombre torció la boca y salió de la habitación con ademanes bruscos, azotando la puerta y empujando a un guardia. Seguramente pensaría "¿Qué sabe ella de lealtad a su majestad?", al menos, es lo que yo refunfuñaría. Gracias a mis sabios consejos, la reina exigió que se acortara el plazo para el ataque, de modo que dio como ultimátum que el ataque debía enviarse en un máximo de un mes. El general estaba que echaba espuma por la boca, pero yo gocé en silencio, al final serian seis meses fuera, pero al final de cuentas, regresaría.

Todos los días pensaba en volver. Hacia lo que hacía para poder volver, revisaba los entrenamientos, leía los preparativos, asistía a las reuniones con ese estúpido miope e iba a comer con Zhang, soportaba a toda esa nefasta gente para poder volver con ella. De modo que era inevitable preguntarme si ella estaría pensando en mí… en que estaría haciendo, como pasaría sus días… ¿me recuerda? ¿habrá algo que le recuerde a mí? ¿mirara la espada que le di? ¿mirara las alhajas que le obsequié? ¿estará en mi castillo? ¿ha sufrido mi ausencia? ¿me querrá de vuelta? ¿Qué dirá cuando me vea de nuevo? ¿se alegrará o sentirá que estaba mejor sin mí? Con pensamientos como el último no es difícil ser pesimista y sentir que podría hundirme en la desesperación.

A veces sentía que me estaba hundiendo en un pantano, figurativamente. Que ella estaría allá haciendo no sé qué cosas, dejándome atrás, mientras que yo no podía volver y estaba atrapada en este sitio. Cuando comenzaba a desesperarme o a irritarme, me calmaba diciéndome que pronto volvería, ahora más con este progreso, en tan solo un mes.

Bien pensaría que con estas nuevas noticias tendría mayor paz y tranquilidad por las noches, pero fue lo contrario. Aquella noche sentía demasiada ansiedad en esa desierta y solitaria cama de aquella habitación. Había luna llena y la luz alcanzaba a filtrarse por las cortinas de la ventana, daba un sentimiento de nostalgia. Quisiera largarme ahora mismo, quisiera escapar… pero no soy una estúpida necia que no sabe reconocer la situación en la que se encuentra.

Lo que me traía a la siguiente pregunta ¿Cómo regresare al Reino Este? Era una duda que rondaba por mi mente de vez en cuando pero no era sino hasta ahora que me atrevía a pensar con detenimiento, es natural pensar en que al estar en el lado victorioso lo tengo todo arreglado, pero ciertamente me va a traer conflictos con la gente, me veré como una traidora, se sublevaran contra mí, tarde o temprano y… me va a traer problemas con Shizuru…

Había sido una mentira el buscar un hechizo de amor, pero ahora mismo no sonaba tan mal… vaya, que estupideces estoy pensando… sin embargo, algo tengo que pensar en que hacer para poder quedar bien ante la gente, ante ella, solo que no se me ocurría qué. Seria genial que la gente aceptara las cosas como son y ya, pero… yo tomé muchas medidas en contra de los extranjeros, y también dije muchas cosas… cosas que me harían ver mal ahora mismo… me harían ver como una hipócrita o al menos como una traidora convenenciera, que a fin de cuentas si soy, pero no me conviene de forma abierta ¿Cómo explicar que era simple motivación para los demás? Pero aun así nadie me creería.

Por lo tanto, fue, en definitiva, una noche complicada. Al día siguiente me levante de mal humor, cansada y ofuscada, porque a pesar de todo, no llegué a ninguna conclusión que me complaciera. No voy a quedar bien ante nadie al aparecer con el ejército enemigo, supongo que tengo que aceptarlo, solo espero que Shizuru pueda entenderlo, que pueda perdonarme.

Aquella mañana me sentí especialmente irritable, probablemente era por la falta de descanso, por la ansiedad, por el estrés, o simplemente porque tenía la disposición para estar molesta, quien sabe. Sin embargo, mi doncella parecía tener más intelecto del que supuse en un principio; en seguida de llegar y darme los buenos días, pudo notar que yo no quería hablar, así que se limitó a servir el desayuno y marcharse. Fue un desayuno agradable. Después de aquello, mi día parecía mejorar; los ajustes para las provisiones estaban hechos y dentro de poco llegarían del interior del reino al puerto, al igual que muy pronto llegarían los nuevos reclutas que se quedarían en sustitución de los que partirían, había que regular muy bien la cantidad de unidades con experiencia en combate que se quedarían, junto con las unidades recién reclutadas, debía quedar un balance perfecto, ya que el inepto asno que existía por general, tenía la idea estúpida de que debía llevarse a todos los reclutas y con un porcentaje muy bajo de veteranos. Tan solo de recordar la estúpida terquedad de ese hombre me daba dolor de cabeza, por suerte aceptó el cambio.

Luego de mirar a algunos reclutas entrenar, me tocó sellar algunos papeles, estando en eso me avisaron que pronto debía presentarme al comedor. Me sentí realmente relajada y agradable en ese momento, todo está marchando bien, me dije, hubiera estado flotando en una burbuja hasta que al llegar al comedor me encontré a aquel sujetillo que es ayudante de su majestad, en seguida me sentí irritada. Sabía que él no tenía la culpa, sabía que él tenía (seguramente), toda justificación para estar ahí, pero eso no hacía que sintiera menos molestia, al contrario, me molestaba que no me quedara otra opción más que ver su horrendo rostro ahí. Bien, me dije, antes de pasar del quicio de la puerta, evitaré cualquier conversación, no lo veré, no lo tomaré en cuenta, no…

-mi señora, luce especialmente radiante en este día, en el menú de hoy… -no pude contenerme, tan solo de ver su estúpida boca moverse causaba algo en mi interior, algo que iba a explotar, así que antes de que explotara, o quizá porque explotó, llevé mi mano a su cuello y lo apreté suavemente.

- ¿Por qué estás hablándome? ¿Por qué estas mirándome? ¿no te he dicho que me molesta ver tu horrendo rostro? –él llevo sus manos a mi brazo, para tratar se zafarse - ¿tienes tan poco respeto que osas revelarte a mis órdenes? La escoria como tu debe bajar la cabeza y agradecer que te apriete el pescuezo hasta que mueras y le prives al mundo de tu apestosa humanidad, pedazo de…

-vaya… -sentí como algo descendió por mi espalda hasta mis pies… giré mi cabeza y ahí estaba Zhang, al instante solté el cuello de aquel imbécil, quien comenzó a toser; no se notaba especialmente molesta, de hecho, ahora que ponía atención, tenía una leve sonrisa, pero, aun así, ella me sorprendió maltratando a su sirviente ¿Qué debía hacer?

-su majestad –le dije con un tono sedoso –lamento que haya visto parte de mi terrible mal humor –ella comenzó a reír y yo no supe que estaba pasando.

-no cabe duda de que compartimos el mismo desprecio por las clases inferiores, pero este sirviente es bastante útil, no lo maltrates demasiado.

-claro que no su majestad, no lo haré –ella dejó salir una risa bastante ligera y se dirigió a su lugar en el comedor, tras ella apareció el general, y aunque no dijo nada, pude sentir la pesada mirada sobre mí. Debe pensar que soy una persona horrible y tendría razón, sin embargo, su opinión no representa algún tipo de importancia para mí, así que podía irse al infierno con su miradita.

-cambia esa molesta cara, o si no puedes, largarte –le dijo Zhang al general, segundos antes de sentarse a la mesa.

-disculpe mi atrevimiento su majestad… por cierto, necesito decirle algo sobre los preparativos.

-ahora no es momento de hablar de eso –pronto los sirvientes comenzaron a servir la comida.

-tiene razón, solo quería notificarle que no podré enviar el ataque el próximo mes, como me había pedido.

- ¿Qué? –ella dijo lo mismo que yo pensé mientras azotó una mano en el comedor y los cubiertos brincaron - ¿y por qué?

-los reclutas no están listos y las provisiones…

-yo he revisado eso hoy justamente, todo está… -comenté, pero me interrumpió.

-estaba, me ha llegado un reporte poco antes de venir aquí, que las provisiones para el viaje sufrieron un accidente y se han perdido por completo, incluso las que usaremos en las próximas semanas ahora están comprometidas.

- ¿un accidente? ¿Qué maldito accidente? –dijo Zhang, ardiendo de molestia. Me causaba cierto confort que ella manifestara tan abiertamente la molestia que yo no podía expresar.

-los caminos ya están descongelándose, pero los pasos más elevados aún son bastante peligrosos con el hielo y la nieve, los soldados que transportaban las provisiones las perdieron cuando la carreta se soltó y se fue por un despeñadero que es especialmente difícil de…

- ¿Qué tonterías estas diciendo? ¿Cómo ocurrió algo tan estúpido? ¡Quiero que castigues a los imbéciles con 50 latigazos y manda a arreglar ese estúpido camino ahora mismo!

-por supuesto su majestad… -dijo él, bajando la voz y mirando a otro sitio. Miente. Él estaba mintiendo, no podía probarlo, pero estaba muy segura.

Rata asquerosa… al final de cuentas él había hecho su voluntad, la cuestión era ¿busco como exhibirlo y me gano su odio, o lo dejo así y soporto hasta que se cumplan los diez meses? La comida transcurrió con calma y sin ningún comentario adicional; me mantuve con la atención a mi plato y sin pensar en mucho más que en mis modales de mesa, no obstante, una vez que nos despedimos y regresé a mis habitaciones, me senté en un silloncito y me tallé los dedos por la frente. Usualmente tenía la opción de poder volver a los cuarteles por la tarde, o pasar algunas horas en la biblioteca, siempre y cuando no tuviera ningún pendiente, pero también podía elegir quedarme en mi habitación. Nunca desperdiciaba el tiempo sin hacer algo productivo, pero hoy elegí no salir de mi habitación por la tarde, necesitaba pensar.

Obviamente no tengo reparo alguno en que ese estúpido asno me odie por exhibirlo, incluso me haría un favor si se molesta tanto como para querer ponerme una mano encima, lo mataría con gusto y placer para tomar su puesto, el problema era ¿Cómo? ¿de qué manera podía exhibirlo? ¿de qué manera podía mostrar que había mentido? Estoy segura que todos en el ejército me respetan por pertenecer a la familia real, pero deben tener sus dudas ya que se debe saber que recientemente aparecí y que pertenecía al Reino Este, además, no tengo personas confiables y no confió en nadie, no tengo redes ni conexiones, en ese sentido estoy completamente sola e inutilizada. En pocas palabras, debo conseguir la información yo sola sin que nadie se entere, pero ¿cómo?

¿Cómo? ¿Cómo? ¿Cómo? Me repetía mientras me pasaba los dedos por el puente de la nariz. ¿Quizá si amenazo a algún soldado? No, son tonterías, lo que necesitaba saber, es quien se hacía cargo de la coordinación de las provisiones, ¿podría chantajearlo? ¿podría comprarlo? ¿extorsionarlo? Nada de eso sonaba mal, pero es sin duda peligroso, siempre la gente puede abrir la boca.

Me tomé unos momentos para descansar del tema y me acosté, no dormí, simplemente traté de estar en paz. Claro que eso solo duró algunos segundos, quizás minutos, después volví a la carga con el mismo resultado, estoy, literalmente, incomunicada. Debo parecer una presa fácil para el general, no tengo verdadero poder en ese aspecto. Miré entonces mi mano, solo tengo mi propia fuerza, mi propio intelecto, mis propias habilidades. Quizás estuviera a punto de llegar a una respuesta, pero tocaron la puerta, era la doncella que mi avisaba de la cena ¿Cómo podía ser posible que pasara tanto tiempo en tan poco rato?

Más por obligación que por gusto acudí a la cena. No hablé, de hecho, nadie hablo, ni la Reina, ni el miope, y por supuesto, ninguno de los sirvientes siquiera tosió. El amiente era tenso, aun se sentía en el ambiente la molestia de Zhang. Ojalá que aquel idiota por lo menos este sudando la gota gorda ante la Reina, por lo demás, debe estar muy seguro de que se ha salido con la suya. Tan solo de pensar en eso ya me sentía irritada una vez más, por suerte, al terminar la cena nadie tenía una sola palaba extra para comentar y pude retirarme a mi habitación a seguir pensando, ya estaba a punto de dolerme la cabeza.

-mi señora, el agua esta lista –me dijo la doncella de siempre. Yo estaba en el silloncito de siempre, exhalé y extendí los pies para que me quitara los zapatos. Mientras ella me desvestía yo seguía pensando, quizás si pudiera mirar los registros… no, definitivamente debe haber cambiado todo el papeleo, incluso yo recuerdo las notas de la cantidad de suministros, talvez si encontraba a los soldados que se encargaran del transporte y hablaba con ellos… pero seguramente ellos mentirían, ¿de qué manera podía…? -un hechizo… -dije como un susurro mientras la doncella tallaba mi espalda.

- ¿Cómo dijo mi señora?

-no, nada importante…

Estaba olvidando un aspecto fundamental. Es algo demasiado estúpido, pero, aun así, lo había olvidado, mi mente estaba, sin duda alguna, dispersa. Necesitaba solo encontrar el hechizo perfecto para utilizar. Claro que, utilizar la poción que Zhang me había dado (elaborada de forma correcta), también era una opción bastante tentadora, lo cierto es que conseguir los ingredientes no es nada sencillo ni barato, de modo que un hechizo es mucho mejor, no requiere ingredientes, solo había que encontrar el hechizo adecuado, por desgracia, eso podría llevarme algo de tiempo.

¿Cuánto tardaría? Eso solo dependería de cuánto tiempo invirtiera en la búsqueda, pero si tengo en cuenta que lo peor que puede pasar es que no lo encuentre y se acabe el tiempo, bueno, peor es la lucha que no se hace. De manera que, al día siguiente, en cuanto terminé mis pendientes en el cuartel, regresé al palacio y fui a la biblioteca. Aun no terminaba de leer el libro de pociones que aseguraban la fidelidad, pero lo descarté y comencé a mirar libros solo de hechizos, por desgracia había demasiados, había hechizos hasta para hacer la cama… habiendo servidumbre ¿para que existían? Hay cosas que jamás entenderé.

De pronto me encontré sola frente a una avalancha de información y no sabía por dónde empezar, no sabía que estaba buscando, pero sabía que en cuanto lo encontrara lo sabría. Me quedé frente a la estantería de libros, mirando los lomos de cuero entintado en negro, azul o purpura, sin saber que elegir. Me quedé pensando largos minutos, hasta que opté por tomar el más grueso, al abrir y mirar la primera página decía: "Hechizos útiles para cada ocasión" y me dije, esto debe servirme de alguna manera, un libro que tenga un poco de todo que me acerque a lo que estoy buscando, sí, definitivamente sí.

Por lo tanto, y como no era un libro que pudiera causarme problemas por su contenido que hasta parecía inofensivo, fui a sentarme en un sillón que había en la estancia. Pase algunas hojas y miré superficialmente, hechizos para quitar manchas, hechizos para cambiar el tamaño de las cosas, hechizos para tejer ropa, había una temática por cada capítulo y ciertamente, había hechizos muy útiles, tan útiles que de haber sabido que existían, me habrían hecho la vida más sencilla, por ejemplo, había un hechizo para calentar el agua ¡calentar el agua! No habría tenido que bañarme con agua fría, es más, ¡no tendré que bañarme con agua fría el resto de mi vida! Cuando llegué a ese punto, realmente me vi tentada a robarme el libro, quizá lo hubiera hecho de no haber encontrado un hechizo de duplicación. Oh sí. Un hechizo sencillo, hacia una copia exactamente igual de un objeto, por supuesto que tenía que probarlo, así que duplique el libro y después, tenía dos libros de hechizos exactamente iguales. Entonces me pregunté, ¿Cómo puedo salir de aquí con esta copia sin que nadie lo vea? El libro es demasiado grande como para meterlo bajo mi ropa.

Me senté en el mismo sillón con el libro en las manos, de momento me quedé en blanco, pero al ver el libro me dije, el mismo libro debe tener una solución. Regresé a la página en la que me quedé y continúe hojeando el libro hasta que sucedió algo muy extraño, pase los dedos por una hoja, la sentí claramente, la escuche dar la vuelta, pero nunca se cambió la página. De momento me quedé en silencio y completamente pasmada. A ver, a ver, ¿Qué paso aquí? Yo pase de hoja, pero al mismo tiempo la hoja no se cambió, ¿entonces que fue esa sensación en mis dedos? Hice el acto de regresar la hoja y entonces lo comprendí, había una página invisible que al regresarla volvía a ser visible, y en esa página estaba oculto el hechizo de invisibilidad con instrucciones para volver cosas invisibles por una hora, un día, para dejar de hacer invisible algo, entre muchas otras aplicaciones; pero el secreto de cómo se volvía visible la hoja quedaba en el misterio. No pude evitar sonreír, esto es lo que estaba buscando, y no solo para ocultar el libro.