Capítulo 20. Shizuru Fujino's Point of View.

- ¿Qué…? –de momento se me había secado la garganta y tuve que hacer una pausa, tomé aire y volví a hablar - ¿Qué ha pasado Sir Kanzaki? –él se quedó con los labios entreabiertos y una expresión incomoda.

-milady… creo que esto habla por sí solo… -pero yo negué con la cabeza.

-no, no lo hace Sir Kanzaki, cuénteme que es lo que ha pasado para que solo haya regresado con el casco –entonces él exhalo con pesadez, mirando a los hombres que tenía a los lados.

-milady, yo le contaré absolutamente todo en el castillo, así los hombres podrán descansar y comer –apreté los dientes, mirando a los demás que lo acompañaban, exigía respuestas ahora, así que quería negarme, pero estos hombres habían estado combatiendo y regresaron cuanto antes, él tenía razón.

-entonces vaya directamente a mi salón de té, ahí lo estaré esperando y no quiero retardos Sir Kanzaki –inmediatamente me di la vuelta y subí al caballo.

-por supuesto milady.

Los guardias del castillo me ayudaron a subir y me regresaron las riendas, prestos a ayudarme. ¿Quién lo hubiera dicho? En un principio desconfiaba de cada hombre que custodiaba el castillo, y ahora, ahí estaban para mí, sirviéndome hasta en los detalles más mínimos, como si la lealtad hacia Natsuki se hubiera traspasado a mí… ¿sería que acaso, la daban ahora por muerta? ¿por eso? No. Apreté las riendas del caballo mientras galopábamos de regreso. Ella no lo está, no puede estarlo.

Sir Kanzaki y los demás soldados llegaron al castillo después, iban a un rimo más lento, de modo que tuve que esperar a Sir Kanzaki por un tiempo considerable. Si no estuviera tan preocupada y necesitada de lo que fuera a decirme, lo reprendería duramente. No obstante, cuando tocaron la puerta del salón, anunciándolo, todo rastro de molestia e indignación fue sustituido por angustia e inquietud, necesitaba que ya se sentara, de modo que cuando lo hizo y se quedó callado, tuve que reprimir mis ganas de gritarle.

-Sir Kanzaki, no está aquí en calidad contemplativa –terminé por decir ya que no hablaba, él asintió.

-no sé por dónde empezar, milady… -se pasó una mano por la boca y el mentón –todo estaba marchando bien, su señoría había logrado ganar la batalla, hubo algunos sacrificios, pero su señoría tuvo una buena estrategia y con ayuda de todas las divisiones aniquilamos al ejército enemigo, ya… ya había pasado el caos de la masacre y estábamos sentados descansando, entonces su señoría hizo lo mismo, se sentó en un tronco viejo, en la orilla del bosque, solo le quité la vista unos segundos y luego… -se llevó una mano al rostro –fue mi culpa…

- ¿luego qué, Sir Kanzaki? –estaba ya exasperándome.

- cuando volví a ver a su señoría… un soldado enemigo la había atravesado con su espada… -yo me llevé las manos a la boca -después de verla, tomé a Sir Yuuichi y corrimos a ayudarla, yo iba con la intención de cortarle la cabeza a ese malnacido, pero… pero ninguno de los tres pudo alcanzarlo milady, era muy rápido… no me explico cómo…

- ¿Qué? ¿no vengaron la muerte de su señora? –él frunció la boca y las cejas, mirando al suelo, parecía molesto, pero no conmigo.

-no, milady… él escapó y… -dio una corta exhalación –se llevó a su señoría con él… -me quedé pasmada, con la boca abierta y las cejas alzadas ¿Qué cosa había dicho? ¿escuché bien? ¿se la llevó?

- ¿Cómo? ¿Qué estas…? ¿es…? ¿Qué? –de momento no atinaba a expresarme de forma clara.

-él cargó a su señoría y se la llevó, se llevó su cuerpo… llamamos a todos los hombres y fuimos tras de él, pero resultó que había más enemigos en ese bosque, logramos acabar con ellos, pero al final, mientras buscamos entre los cuerpos no pudimos encontrar a su señoría por ningún lugar, solo hayamos su yelmo… incluso tomamos como prisioneros a varios sobrevivientes y pasamos horas cuestionándolos, pero ninguno supo que ocurrió con ese hombre y su señoría, nadie sabe nada sobre donde está su cuerpo, pero pensamos… -él se quedó callado y cerró los ojos brevemente para luego continuar –sabemos con seguridad que nadie puede sobrevivir a un ataque así, milady, tal vez ese ataque fue la última mordida que da una bestia con sus últimas fuerzas… -yo me quedé en silencio, imaginando la escena, viendo con nitidez el brillo de la armadura de Natsuki siendo arrastrada por un hombre desconocido al interior de un oscurecido bosque.

-Sir Kanzaki… -no lo miraba, pero sentí su mirada sobre mí –si usted no encuentra su cuerpo, me niego a reconocer la muerte de mi esposa.

-pero milady… -yo levanté una mano, deteniéndolo.

-no hablaré más de ese asunto, busque por todo el reino y encuéntrela, no deje una piedra sin levantar, yo esperaré lo que tenga que esperar Sir Kanzaki –finalmente lo mire a los ojos, notaba su inseguridad, su confusión, pero, aun así, él dijo:

-sí, milady, así lo haré.

Después de aquello, Sir Kanzaki se retiró de la habitación y yo me recargué en el respaldo del sillón, estaba cansada, era demasiado para un día, todo me decía que Sir Kanzaki tenía razón, que nadie podría sobrevivir a una herida así, pero me negaba a perder lo que no hacía mucho había ganado, después de todo ¿Qué tal si ella no recibió mi carta?... ah… cierto… ¡Es verdad! ¡Podía ser! Entonces me levanté de un brinco y salí por la misma puerta que había cruzado Sir Kanzaki, encontrando que él casi llegaba a la esquina del pasillo, no era apropiado, pero lo llamé a gritos, entonces él tuvo que regresar, visiblemente desconcertado.

-Sir Kanzaki, necesito preguntarle algo –le dije, con cierta esperanza.

-lo que sea, yo responderé con honestidad milady –dijo y enderezó la espalda.

- ¿sabe si recibió una carta mía? –frunció las cejas en un primer instante –mandé una carta poco antes de la batalla ¿sabe si el mensajero logro dársela? –él se llevó una mano al mentón, mirando a un lado.

- ¡ah! ¡si! ¡ya lo recuerdo! ¡llegó un mensajero justo unos momentos antes! Recuerdo que su señoría leyó la carta, lo recuerdo porque fue muy extraño que llegara una carta exactamente unos momentos antes de que comenzara la batalla, pensé en preguntarle de que era, pero ahora ya sé que era suya milady.

-entonces si la recibió… -era una sensación agridulce, triste y feliz, en cierto modo.

-así es, milady.

-eso era todo Sir Kanzaki, puede ir a descansar.

-gracias, milady.

Sí había recibido la carta… Natsuki sí sabía que yo quería que regresara, de modo que ella no había fingido su muerte para alejarse… lo que daba una peor perspectiva. Natsuki en verdad podía o no… estar muerta. Regresé al salón del té, con pasos lentos y pesados, para finalmente volver a sentarme en mi sillón. Parecía una broma que hubiese estado tan en contra del matrimonio, de haber repudiado a mi captora y que ahora, ahora que finalmente podía estar libre, yo… no me sintiera para nada feliz con estos cambios. Esto debe ser una broma de los dioses, un chiste cruel. Me hacía decirme: si esto iba a suceder, si iba a sufrir por ella ¿Por qué ocurrió este matrimonio? ¿Por qué paso? Yo no había sido hecha para sufrir esto, no sabía qué hacer con estas sensaciones…

Me permití derrumbarme en aquel momento, mientras estaba a solas y precisamente porque estaba a solas, las lágrimas corrieron. Comencé a preguntarme si acaso, de no quererla me sentiría igual, si simplemente nos hubiéramos quedado como amigas, si nada de lo que ocurrió entre nosotras hubiera pasado y aunque nos hubiéramos mantenido en el matrimonio con una simple amistad, ¿yo me sentiría mejor? Si fuera mi amiga me sentiría mal por ella, pero no me sentiría con el mismo pesar de ahora, así que no estaría sufriendo, porque al final de cuentas, mientras miraba el anillo que me había dado, me preguntaba si había tomado la decisión correcta o… ¿aún estaré a tiempo? ¿será posible que aún pueda hacer algo? Apreté manos y dientes ¿Qué es lo que debía hacer?

-debe ser fuerte milady –era la embarazada modista y esposa de Sir Kanzaki. Podía reprenderla y castigarla por haber entrado sin permiso, pero yo no era así, me limpié las lágrimas y respiré profundo.

-señora… Mai… -recordé momentáneamente que no le gustaba que le dijeran señora.

-mi torpe esposo me ha dicho lo de su señoría, pero no debe temer, ella es más fuerte de lo que parece, no morirá, tiene sus trucos milady.

-sí… ella tiene sus estrategias –quizás ella lo supiera o no, pero Natsuki podía usar magia, talvez estaba olvidando ese aspecto y quizás ella en realidad si estuviera viva –gracias, lo había olvidado.

-la verdad siempre se sabe al final milady, no se atormente si aún no llega.

Intenté sonreír como respuesta a su comentario, no sé si lo conseguí. De todas maneras, no pude evitar que un suspiro saliera de mi pecho, luego respiré profundo y calmé mis ánimos, no era propio de alguien de mi clase y estatus mostrar tales emociones, mucho menos frente a una residente de estas tierras, hay una imagen digna que mantener.

-gracias, ahora me encuentro mejor, ¿Qué le trae por aquí?

-vine a presentarle mi apoyo milady, en momentos como este, es cuando uno más duda, pero la esperanza puede ayudarnos a continuar.

-la esperanza… es usted muy amable, gracias por sus palabras.

-además, milady, le traigo los conjuntos que me pidió la semana pasada.

Los conjuntos… los había olvidado por completo, después de todo, unos conjuntos de ropa no eran importantes frente a la perspectiva de que había perdido a mi esposa, no… ella está desaparecida, pronto habrá noticias… quizá no tan pronto como yo quisiera o me gustaría, pero de que las habrá, las habrá.

Como la mujer estaba muy embarazada, le sugerí que tomara asiento. Ella estaba tan embarazada que cada vez que la veía yo sentía que ella estaba a punto de reventar, o al menos su vestido, pero igual que todas las veces anteriores, la tela de su vestido se mantuvo en su lugar. Por otra parte, toqué la campana y le pedí té a la doncella que vino, además de llevar a acomodar los conjuntos que recién me habían traído. Una vez que el té estuvo listo y servido, pude sentirme mucho mejor.

-por cierto, ¿Cuándo nacerá? –ella dejó la tasa a un lado y miró su propio cuerpo.

-pues… -ella exhaló un suspiro –espero que, en cualquier momento, ya no aguanto esta tortura –tuve una sensación de no saber que responder a eso.

- ¿tan malo es? –ella negó suavemente.

-no realmente, pero estos últimos meses… no puedo trabajar tan bien como antes, mis clientas esperan mucho de mí –asentí en comprensión. Fue una plática banal en ese momento, pero que volvería a mi mente después.

La mujer estuvo un rato y se marchó porque le dolían los pies, entonces también yo descansé, sin embargo, al día siguiente y en las primeras horas de la mañana, sin que apenas se completara un día de la noticia, el administrador solicitó una reunión conmigo. Me pareció extraño, pero accedí a verlo después del desayuno en el salón amarillo. Para cuando llegué, él ya estaba de pie en medio del salón, hizo el respectivo saludo y luego de que yo tomara asiento soltó el motivo de su visita.

-milady, su señoría dejó varios proyectos y con la situación de ahora, necesito saber si debo seguir emitiendo los recursos para esos proyectos.

-por supuesto -le dije sin dudar, recordaba que Natsuki había mandado a remodelar los caminos, siempre tenía algo en mente para hacer las cosas más bonitas -usted debe continuar todo con lo que ella tenía pensado hacer.

-muy bien milady, solo quería asegurarme, ahora será usted quien tomé las decisiones -repentinamente me sentí incomoda con esa realidad.

-sí… es cierto… -me hubiera gustado decir que no, pero él tenía razón, yo tendría que tomar todas las decisiones del castillo -hasta ahora no hemos hablado, pero a partir de ahora tendré que verlo por lo menos una vez al mes, quiero que continúe con todos los proyectos de su señoría a menos que los recursos de las tierras comiencen a bajar y eso nos impida sustentar a tanto a la ciudad como a nuestros guardias.

-por supuesto milady, yo estaré a su servicio en el lugar y el momento que lo disponga.

El administrador tenía mucha razón, pero hacerme cargo por completo del castillo, si bien era una razón para sentirme empoderada, también me daba una sensación de… pérdida. Son cosas difíciles, me dije en ese momento, y talvez haya más cosas que hacer, aunque no recuerdo que Natsuki hiciera demasiadas cosas…

No obstante, una de esas cosas que Natsuki hacia y no había notado ocurrió unos días después, cuando por fin llegó la noticia de que la criatura había nacido y la tortura de Mai se había acabado. Entonces, el mayordomo, quien fue el que me lo comunicó, me dijo que debía darle mi bendición a la criatura. Por supuesto, más tarde volví a recordar las experiencias con Mai, y cuando fue la ceremonia para la criatura recordé nuestras platicas, platicas banales que de momento me hacían sonreír.

Era la primera criatura a la que bendecía y como era hijo de uno de los fieles vasallos de mi desaparecida esposa, era un más importante darle un obsequio. Sin embargo, si bien yo debía darle mi bendición como regente de estas tierras, la sensación de que no debía ser yo se apoderó de mí… al menos no debía ser solo yo. Pero no fueron esas las únicas veces en las que recordé aquellas experiencias con Mai, fue imposible no recordar las conversaciones cuando se me notificó de mi nuevo estado.

-milady –me dijo Youko una mañana, luego de traerme el desayuno –estoy preocupada milady, deberíamos llamar a un médico para que la revise –aquella mañana me sentía un poco distraída, así que la miré con las cejas fruncidas, sin entender que balbuceaba.

- ¿un médico? ¿Por qué un médico? –de momento ella se sintió un poco incomoda y Youko no solía ponerse incomoda, fuera cual fuera el tema.

-solo… deme permiso de mandar por alguien… alguien que la pueda revisar -me le quedé mirando sin entender, pero también sin ganas de hacer demasiados aspavientos, ya tenía suficiente con toda la situación que estaba viviendo.

-está bien, llámalo, haz lo que quieras.

Por supuesto que nunca esperé que dos horas más tarde ya tuviera a Youko tocando mi puerta, anunciando que ya había llegado una mujer para mirarme. Fue entonces que me pregunte: ¿Mirarme qué? La dejé pasar a mis habitaciones con cierta reserva, únicamente con Youko acompañándome en la visita. Aquella mujer, de edad considerable, me miró con calma y detenimiento, me palpó las piernas, los pies, las caderas y el vientre, cuchicheando ocasionalmente con Youko en voz baja, al final, ella asintió en silencio.

-milady, está usted en cinta –dijo con tono serio. Obviamente al escucharlo me quedé con la misma expresión, no reaccioné, las miré a ambas, que tenían expresiones de seriedad y luego comencé a digerir las palabras. Miré al suelo, mire a un lado, fruncí un poco las cejas… luego, poco a poco mis ojos llegaron al anillo en mi mano, el anillo que me había dado Natsuki… oh cielos… ¿es posible? Me llevé una mano a la boca ¡Era muy posible!

-milady, milady –decía Youko, con expresión grave - ¿Qué vamos a hacer? –entonces la miré sin entender.

- ¿a qué te refieres Youko? ¿Qué más hay que hacer? Solo esperar, no nace mañana.

-milady… no sea ingenua… no sé cómo ni con quien, pero… -automáticamente me ofendí.

- ¿Qué estas queriendo decir Youko? –pronto, la molestia en mi interior comenzó a hacerse más grande - ¿Por qué clase de mujer me has tomado?

-milady… usted y yo sabemos que… no puede ser de su señoría… cosas como la magia no… -me le quedé mirando con tanta severidad que ella dejó de hablar. Por unos momentos le sostuve la mirada con la boca y la mandíbula tensas hasta que bajó los ojos al suelo, quizás eso fuera suficiente reprimenda, no solía reprenderla de ningún modo, de hecho, nunca lo había hecho; quizá nunca hubiera sucedido de no ser por la insensatez que estaba sugiriendo.

-es suficiente Youko, no tienes que creerlo, pero no lo cuestionarás en mi presencia.

-milady… -ella frunció las cejas, tenía una expresión amarga –aun si yo lo creyera… la gente de estas tierras no lo creerá y pensará…

-no tengo que darles explicaciones, Youko, márchate si no tienes nada mejor que decir, es un día de esplendidas noticias, no toleraré comentarios negativos, al menos no hoy.

-sí, milady…

-dígame, buena mujer ¿Cuánto tiempo cree que lleva? ¿Cuánto me falta? –la mujer que me había examinado tenía una edad considerable y, por tanto, experiencia tanto teórica como personal, así que cuando sonrió levemente, sus arrugas parecían también sonreír.

-mmm… quizá de dos a tres meses milady.

La mujer continúo hablando sobre el tiempo que quedaría y los cuidados que debería tener, además me adelantó lo que experimentaría en los próximos meses. Se notaba que tenía gran experiencia en el tema y al mismo tiempo que le gustaba dedicarse a eso y por supuesto, escuché atentamente sus indicaciones. No estaba preparada para esta experiencia, de hecho, no había pasado por mi mente desde la noticia de la desaparición de Natsuki, pero ahora estaba aquí la situación. Parecía irreal.

-si no es molestia, la llamaré para que venga a verme –ella accedió de buen modo –por otra parte, contrariamente a lo que esperaría mi doncella, esto no será un secreto, por ahora, mientras su señoría no regrese, yo soy la señora de estas tierras y la criatura es, y será siempre, motivo de orgullo.

-claro que si milady, volveré dentro de unas semanas para mirar cómo va su estado.

Como bien le dije a la anciana mujer, no era un secreto, así que la noticia se esparció vertiginosamente en solo unas horas. De esa manera me di una idea bastante nítida sobre cómo se extendía la información que circulaba en el castillo, todos los siervos eran demasiado comunicativos si la noticia no llevaba el calificativo de "secreto". Dos horas después, la noticia se había propagado con tanta celeridad que ya había llegado a oídos de Sir Kanzaki, por lo que pidió verme. Accedí a recibirlo en el mi salón del té, donde siempre recibía a su esposa, pero al entrar en la habitación, encontré un rostro tenso y sin el habitual tono cordial con el que siempre me hablaba.

-milady, espero no interrumpir sus asuntos –mantenía las formas y la manera afable de hablar, pero la amabilidad no llegaba a sus ojos.

-no ha interrumpido nada especial aún, Sir Kanzaki –preferí ignorar lo que percibía y le respondí como normalmente haría.

-vine lo más pronto posible, porque hay un espantoso rumor que corre ya por las calles, milady.

- ¿un rumor? ¿Qué rumor, Sir Kanzaki? –le pregunté, aun cuando ya me hacia una idea sobre el supuesto rumor.

-hay personas asegurando que usted está en cinta –entonces clavó sus ojos en los míos, no sabía si hacia eso con la esperanza de que yo negara o porque estaba molesto por la noticia.

-habrá que castigar a los siervos por ser tan comunicativos… -por otro lado, no hice caso a su mirada y me senté cómodamente en un sillón, con la intención de no mostrar demasiada importancia.

-está diciendo… ¿Qué es cierto, milady? –entonces volví a mirarlo.

-es cierto, Sir Kanzaki ¿es un problema para usted? –solo vi como tensó la mandíbula, segundos después, con su tono habitual respondió.

-en absoluto, milady –pero la amabilidad en su boca seguía sin llegar a sus ojos. Debe pensar lo mismo que Youko, que tuve algo que ver con alguien más –mis más sinceras felicitaciones milady, deseo que la criatura nazca con mucha salud –añadió, pero eso es lo que siempre se decía por obligación al saber de un embarazo –me retiro, mañana me marcho para buscar pistas sobre su señoría…

-gracias por su atenta labor, Sir Kanzaki.

No respondió a lo último, enderezó la espalda y levantó el mentón, en una despedida solemne y altiva, después dio media vuelta y salió de la habitación. Era obvio que esto podía pasar. Pero también era obvio que no podría esconder el embarazo por siempre, de modo que era preferible hacerlo público desde el principio a que la gente después se enterara al darse cuenta de un embarazo avanzado.

Cerré los ojos y sentí como me ardieron, una sensación dolorosa pero que también era extrañamente agradable. Me sentí cansada en ese momento ¿todos iban a reaccionar de esa manera? ¿todos se portarían como si hubiera hecho algo grave? ¿Cómo si la hubiera engañado? Es fácil llegar a esa conclusión teniendo en cuenta la naturaleza de nuestro cuerpo, sin contar que el secreto de la hechicería de Natsuki era algo que al parecer no le había contado ni a su más fiel y cercano vasallo, pero… todo era incorrecto, no había engañado a nadie, era real, nos pertenecía…

Me llevé una mano a la frente y suspiré. Si Natsuki estuviera aquí las cosas serían diferentes, pero ella no está, de modo que yo debo mantenerme firme en mi postura. Quizá haya muchas personas hablando sobre el embarazo ahora mismo, más bien, todos en la ciudad ahora estarán hablando de eso por un largo tiempo, pero estoy segura de que nadie se atreverá a decirme una palabra de frente. Esa realidad, de cierta forma, me trajo tranquilidad, yo ahora era la señora de las tierras y nadie se atrevería a molestarme.

Ese hecho fue aún más imponente cuando días después llegó un delegado de la reina. En la ciudad capital, la Reina ya había sido informada de los resultados de la batalla, sabia las perdidas, las ganancias e incluso las muertes y la desaparición de Natsuki, por supuesto; de modo que ahora enviaba a un delegado a informarme que el traspaso del señorío se haría de forma provisional y que sería absoluto si en un año Natsuki no aparecía. Al terminar, el delegado hizo una reverencia y se acercó a mí, entregándome el documento, para que yo pudiera mirarlo en detalle frente a él. Por supuesto, había atendido al delegado en el gran salón y habían acudido dos de los vasallos más cercanos para ser testigos. Al recibir el documento ellos también hicieron una breve reverencia, me jurarían lealtad un año más tarde, aunque yo esperaba que eso no sucediera.

Sin embargo, aun así, tuve que revisar la lista de vasallos, e inevitablemente me encontré a Sir Kanzaki. Evidentemente, él ahora no sería un vasallo fiel, pero ¿eso significaría que es un enemigo? ¿un obstáculo? Era francamente preocupante, y lo peor es que no había nada por hacer, al menos no por ahora. El delegado, una vez que entregó el documento y pude leerlo brevemente, se despidió, con la intención de regresar a ver a su majestad. Asentí y pedí le diera saludos míos, entonces se marchó. Los dos vasallos que asistieron se despidieron casi al mismo tiempo y salieron un poco después que el delegado. Los mire irse, apurados. Seguramente irían a preguntarle algo al hombre, o a informarle sobre mi estatus, pero dudo que a estas alturas la Reina no sepa sobre mi estado, puede ser una niña, pero no es una tonta. ¿Qué es lo que pensará sobre el embarazo? No tengo idea, pero parecía no tener intenciones de ser una molestia.

Exhalé con cansancio y miré el suelo frente a mí, adornado con un largo tapete de intenso tono azul con bordes plateados. Sentía inseguridad y zozobra, por una parte, me sentía motivada por la noticia y por otra… sentía que no podía más, que en cualquier momento ya no podría respirar, que había demasiado aire dentro de mis pulmones, tanto que estallaría, sin importar cuanto tratara de respirar parecía no haber algo que calmara la sensación. Respiré, con calma, con lentitud, respiré. Hay motivos para continuar, hay motivos para ser fuerte, ahora tengo más de una responsabilidad. No solo tengo que cuidar estas tierras mientras no está Natsuki, tengo que cuidarlas para poder legarlas. Esa es la responsabilidad que alguien como yo tiene, sin importar los sentimientos o cualquier romance, es mi deber.

-milady –era una de mis doncellas –tiene una visita –la visita era la esposa de Sir Kanzaki. Era curioso que viniera ahora, había pasado ya algún buen tiempo desde la visita de Sir Kanzaki y no había sabido nada, imaginé lógicamente, que ella tendría una opinión similar a la de Sir Kanzaki y por ello no se había presentado en los días siguientes, ¿tendrá algo que decirme? ¿será algo desagradable?

-hazla pasar –le dije a la doncella, mientras llegaba imaginé escenarios tensos y problemáticos, sin embargo, cuando apareció, con una sonrisa en el rostro y una actitud jovial, me sentí más relajada.

-milady –me dijo, con una sonrisa fresca –tal parece que ahora cambiaremos lugares - ¿me preocupé innecesariamente?

-supongo entonces que ha escuchado los rumores –por ahora, preferí ser precavida.

-imposible no saberlos –me dijo con un ánimo que me daba envidia –además el hombre estuvo unos días por aquí, incluso sé que vino a visitarla.

-sinceramente creí que serias tú quien viniera primero a verme –ella rio.

-por supuesto que lo habría hecho, pero mi pequeño me lo impidió –asentí en comprensión.

- ¿ha estado sano? ¿le ha ocurrido algo? –ella negó sin abandonar esa atmosfera jovial.

-todo ha estado bien… -entonces su rostro cambio, mostrando una sonrisa menos marcada y sus ojos mirando el tapete azul, la expresión en su mirada era seria, pensaba en algo diferente –milady, he discutido en favor de usted, pero incluso yo… que puedo ver sus sentimientos y mortificaciones… no sé qué pensar sobre su estado –repasé sus palabras en mi mente, así que había discutido… era lamentable imaginar una situación así, pero me hacía pensar que quizás me tenía en mejor estima de lo que hubiera pensado antes. Exhalé un suspiro y con calma respondí.

-no puedo culparte y tampoco puedo explicarte, no creo tener el derecho a revelar secretos que no me pertenecen… lo único que puedo decir, es que no tengo nada de qué avergonzarme porque he honrado el juramento que hice –ella frunció un poco las cejas con una sonrisa torcida, miró unos momentos hacia otro lugar, analizando mis palabras, pensó por unos momentos y finalmente, con una expresión un poco más tranquila volvió a hablar.

-si aparece su señoría ¿Qué cree que ocurrirá?

-yo… -no pude evitar recordar la última carta que le envié, las palabras que le escribí y el arrepentimiento que siento –la última vez no fui muy clara con ella sobre mis sentimientos… pero cuando regrese y se entere, ella definitivamente estará segura de ellos, ella sabrá con claridad todo lo que siento por ella –en el rostro de la pelirroja apareció la duda y el desconcierto, es obvio que no entienda, pues desconoce la naturaleza que envuelve el anillo que llevo en el dedo y mucho menos los requisitos que exige el hechizo en él para hacer efecto.

- ¿está segura milady? –preguntó aún con la confusión en el rostro, en ese momento, involuntariamente me nació una sonrisa. Cuando nazca, estoy segura, no sé porque, de que tendrá sus ojos.

-llegará el día en el que lo entiendas.

-bueno… -ella dejó salir un suspiro –esperaré por aquel día, milady.

La insólita e inesperada comprensión y aceptación de esta mujer me hizo sentir un poco mejor, por extraño que parezca. No necesitaba su aprobación, ni la de ella ni la de ningún habitante de las tierras, pero sin duda era reconfortante escuchar que había alguien que estaba dispuesto a darme un voto de confianza. A veces, tal parece, encuentras apoyo en menos quien esperas, y encuentras escepticismo donde creías que siempre habría comprensión. En este caso, Youko limitaba sus palabras sobre el tema desde la visita de la anciana mujer, pero yo casi podía saber con precisión lo que estaba pensando. Eso me hacía sentir herida. De modo que la relación entre ambas se volvió algo tensa.

Algunas veces me ponía a pensar por qué, ¿Por qué Youko no podía creerme? ¿Por qué, si al principio había parecido… accesible a la idea? ¿creyó que solo eran fantasías? Es una posibilidad, quizá no lo creyó realmente y ahora ella pensaba seriamente que yo había engañado a Natsuki, ¿le molestaría eso? no, quizá le molestaba que yo no aceptara que la hubiera engañado, pero de ninguna manera iba a aceptar algo que jamás había pasado. Por lo tanto, nuestra comunicación comenzó a ser cada vez más limitada. Me preguntaba si lo hacía a propósito o si buscaba que fuera yo quien buscara hablar más con ella. Era triste y decepcionante, pero se estaba equivocando. Había una amistad como consecuencia de los años de servicio, pero no éramos estrictamente amigas.

Y hablando de amigas… varias veces me plantee la idea de mandarle una carta a Haruka para darle la noticia, pero todas esas veces me retuve, no sabía que es lo que terminaría pensando sobre mí. Podía hacer a un lado las opiniones de la servidumbre, las opiniones de los ciudadanos e incluso de los vasallos, pero de personas de mi estatus, de personas cercanas… eso era tema diferente. Por supuesto y lógicamente, tenía miedo. Sabía bien que Haruka y mis padres desconocían de todo a Natsuki, de modo que no había problema en ese aspecto, pensarían que sería normal un afortunado y conveniente embarazo en el momento preciso, pero seguramente querrían venir a verme, querrían quedarse por un tiempo y talvez escucharían algo, si descubrían la verdad… no sabría qué decirles y principalmente, no sabría qué me dirían…

Es obvio que no puedo ocultar la verdad para siempre, pero al menos lo intentaría hasta que tuviera noticias de Natsuki. Si ella regresaba a tiempo idearíamos algún plan juntas, pero si no, me quedaría en el castillo hasta el nacimiento, después lo llevaría a la capital a que lo conocieran y volvería al castillo. De esa forma evitaría el choque de verdades complicadas. Al menos tenía que intentarlo.

-milady, he venido porque ha llamado por mí –Sir Kanzaki había llegado dos semanas después de que le mande una carta solicitando su presencia.

Habían transcurrido algunas semanas desde que Sir Kanzaki se había marchado para hacer averiguaciones sobre Natsuki, pero en todo ese tiempo no se había comunicado conmigo, no había mandado noticias, e inevitablemente me preguntaba ¿No mandaba noticias porque no quería mandarlas? O ¿no mandaba noticias porque no había? Era una seria diferencia que necesitaba esclarecer, por eso mandé por él, no obstante, al instante de verlo pude notar que había una molestia que no abandonaba sus ojos a pesar de sus palabras sedosas. No era una sorpresa, pero tampoco iba a permitir que un simple vasallo pasara por encima de mí.

-Sir Kanzaki, ya han pasado meses desde que partió en busca de su señoría ¿ha descubierto algo? –la expresión afable se endureció y miró al suelo, poco a poco sus cejas se fueron frunciendo ¿Qué estaría pensando? Noté que luchaba por decir algo, pero no sabía que podía ser.

-milady… me avergüenza aceptarlo, pero no tengo noticias sobre su señoría, puede estar tranquila… -me quede, momentáneamente sin palabras y con los ojos más abiertos de lo habitual. Podía perdonar su negligencia, pero ¿Qué era ese comentario al final?

- ¿Por qué estaría tranquila si Natsuki sigue desaparecida? ¿le parece que puedo sentirme tranquila al no saber de ella? ¿se sentiría usted tranquilo de estar en mi lugar?

-yo solo pensé… que debe sentirse insegura en su condición.

-Sir Kanzaki, si piensa que temo por el regreso de Natsuki debido al embarazo, está muy equivocado.

-yo no… -comenzó a balbucear –yo no quise decir…

-sé el tipo de cosas que piensa Sir Kanzaki, las piensan muchas personas, pero me tienen sin cuidado porque sé, perfectamente, que cuando regrese Natsuki ella estará feliz al verme –al terminar la oración él me miro con los ojos más abiertos, descendiendo lentamente hasta donde comenzaba a crecer el vientre.

-lo entiendo milady… usted tiene muchas presiones, es obvio que desea que su señoría regrese y mantiene esa esperanza, por lo tanto, perdone mi franqueza, pero su señoría no va a regresar –sentí que algo golpeo mi pecho, mi corazón brincó como con un susto, dolió y tuve que respirar profundamente mientras le sostenía la fuerte mirada a Sir Kanzaki.

- ¿Por qué… está diciendo eso, Sir Kanzaki? –le pregunté lo más íntegra posible.

-me he cansado de buscar, nadie la ha visto en el reino.

-entonces busque fuera, pero hay que seguir buscando Sir Kanzaki –él suspiró.

-si milady… pero no olvide que pueden ser esfuerzos en vano.

-talvez sí, pero por ahora, esto es lo mejor que puedo hacer.

Sir Kanzaki tenía una expresión complicada, entre molesto y preocupado, me preparé para esperar algún comentario adicional, pero al final hizo una reverencia y se marchó. Cuando salió del salón exhalé rápida y pesadamente. Tenía que ser comprensiva y tener mucha paciencia, pero también ¿Quién me comprendía a mí? Me llevé los dedos a la frente, últimamente fruncía demasiado las cejas, al menos cuando estaba a solas. Constantemente me preguntaba cuando sabría algo, cuando llegarían noticias.

El pensamiento de que Natsuki estaba por algún lugar desconocido en alguna condición difícil solía invadirme por las noches, pero era el pensamiento más positivo que tenía, porque el peor es que ella estuviera muerta y si bien la muerte es un hecho inevitable, aún quería aférrame, lentamente, a la idea de que esta por ahí, sobreviviendo en un bosque o un desierto, escalando montañas o lanzando una flecha para sobrevivir. Debe estar haciendo eso, debe estar en un lugar lejano, no sé cómo, pero debe ser difícil y por eso está tardando, talvez tarde más, pero volverá.

Pero… ¿y si no vuelve? ¿Qué haré si no vuelve? ¿Qué haré si Sir Kanzaki tiene razón? No me gustaba ese pensamiento, quería esperar, aun no quería pensar en lo que haría de ser así… pero surgían algunas imágenes en mi cabeza, no pensamientos exactamente, no planes, pero me veía a mí misma con mi futura criatura… si Natsuki no vuelve… eso es suficiente para mí. La criatura será todo mi futuro.

-milady, todo va muy bien, me alegro de que este embarazo sea tan tranquilo –me dijo la anciana médica. La mujer venia cada dos semanas a mirarme, hacia una examinación minuciosa y siempre estaba complacida tanto por mi semblante como por la criatura –muy pocas veces veo un embarazo tan tranquilo –decía ella siempre, me preguntaba si era por el hechizo del anillo, si volvía fuerte a la criatura porque debía asegurar el legado, o si me volvía fuerte a mí en consecuencia. Tenía mis dudas, pero, en cualquier caso, era una ventaja.

-cuando llegue el momento… -solo había una duda, una incertidumbre –cuando sea el alumbramiento… -le mujer me miró con una ligera sonrisa, me parecía que ella ya sabía por dónde iba mi cuestionamiento y solo me estaba esperando para responder - ¿duele demasiado?

-hay dolor, milady –respondió y sus ojos también sonrieron con cierta luz –pero, si me escucha y hace todo lo que le pido que haga, todo será muy sencillo, se lo aseguro.

-es solo que no sé qué esperar… -ella asintió con la mima sonrisa en los labios, había comprensión en su expresión, me sentí segura por alguna razón.

-no hay mucho que hacer para evitar el dolor, pero eso mismo hará que ame a su futuro hijo, cuanto más cuesta, más apreciamos su valor.

La mujer se marchó al terminar la examinación, pero yo me quedé con sus palabras en mi mente. ¿Sera verdad? ¿apreciamos solo lo que nos es costoso de obtener? Los sentimientos que habían surgido por Natsuki no tuvieron un costo, no uno doloroso o excesivamente difícil, pero aun así la apreciaba, quería volver a verla, ver sus ojos, ver esa sonrisa en sus labios, verla con los pies extendidos en la alfombra frente al fuego, ver su espalda desnuda bajo el camisón, oler su cuello… cerré los ojos. Quizás… me preguntaba si lo que sentía era amor de verdad, si no era alguna especie de… cosa lujuriosa, y de nuevo me dije ¿significa algo ahora mismo esa confusión? ¿tiene algún sentido en este momento? Por qué de todas maneras, Natsuki no estaba aquí como para poder aclararlo.

O también, podría ser que a mí no me haya costado demasiado desarrollar estos sentimientos, porque había sido Natsuki quien había trabajado duro por ellos y en consecuencia yo respondí. ¿Me estaré engañando? Miré, una vez más, el anillo en mi dedo, brillando tenuemente por la poca luz natural que entraba en la habitación. Respiré profundo y en consecuencia dejé salir un suspiro. El anillo no podía equivocarse ¿Verdad?

Aquel día, más tarde, mi pelirroja favorita vino a verme. Últimamente parecía más mi amiga de lo que alguna vez imaginé, se había vuelto una mujer importante para mí, un apoyo, pues no podía llamar a los que eran cercanos para mí, al menos no por ahora.

- ¿Cómo le ha ido con la revisión de hoy, milady? –después de que llegó pedí que nos trajeran el té.

-perfecto, como desde el principio –Mai, que es la modista de la ciudadela, siempre que venía me contaba todos los chismes que podía, me contaba chismes de personas que desconocía y que francamente no me interesaban, pero que escuchaba para entretenerme, al mismo tiempo también me contaba cual era la percepción de los habitantes en relación a mi embarazo.

Había opiniones variadas, unos a favor, otros en contra. Los que estaban a favor decían que su señoría me había aceptado con el embarazo antes del matrimonio, los que estaban en contra afirmaban que el embarazo había sido después de la última batalla y que seguramente era el fruto de un romance con un apuesto soldado del castillo. Sin embargo, al final, aceptaban que el embarazo era algo bueno, porque habría un sucesor digno, además de que no todos en la ciudadela habían tenido vidas exentas de alguna mancha, muchos habían sido traídos o traídas después de algún evento traumático, como en el caso de varias de mis doncellas, por lo que buscaban aquí una nueva vida alejadas de los horrores pasados, sin olvidar que muchos de los habitantes creyeron que cuando Natsuki me trajo al principio, había sido porque me había rescatado de alguna terrible situación, por lo tanto aplicaban para mí la misma aceptación que le daban a un nuevo residente que buscaba superar su pasado. Si bien, la opinión general era de aceptación, no me gustaba que se pensara en mí como alguien que había cometido un desliz o que había pasado algún trauma, pero tampoco iba a salir a las calles a gritar que todos se equivocaban.

-por cierto –cuando Mai terminó de contar los chismes del día, le pregunté algo necesario - ¿sabes cuándo vuelve Sir Kanzaki? –últimamente Sir Kanzaki tomaba el puesto de Natsuki, parecía estar a la altura, incluso, si él sobresalía lo suficiente y hacia méritos con su majestad, tal vez le dieran un territorio en el futuro.

-ese ingrato sigue con su majestad, no me ha mandado ni una carta el infeliz –yo asentí en silencio.

Sir Kanzaki no me había mandado noticias y por lo que ahora podía saber, a Mai tampoco le había mandado cartas. Me pregunté entonces si Sir Kanzaki pudiera estar molesto con ella, ya que estaba abiertamente de mi lado y él parecía pensar que yo había engañado a Natsuki. Enseguida me molesté, ese asunto quedaba por completo fuera de su control y mucho menos podía opinar sobre ello. Por lo que cuando Mai se retiró, me dispuse a mandar una carta, solicitando su presencia o cuando menos alguna noticia. La respuesta llego una semana más tarde en una carta simple y escueta, donde decía que no había habido avances.

Arrugué la carta, ese hombre estaba desafiándome. Seguramente estaba embelesado ante la perspectiva de volverse el nuevo general del ejército de su majestad. Casi podía afirmarlo, no lo había visto y nadie me había dicho nada, pero es el tipo de cosas que no necesitan pruebas… ¿y si por eso no hay noticias? Respiré pesadamente, más molesta que antes. No tenía pruebas, así que necesitaba pruebas, de modo que escribí a Haruka, que aún continuaba en la ciudad capital.

Haruka contestó dos semanas después, fue una carta larga. Primero preguntó por qué aún no volvía a la ciudad capital, ella decía que quizás quedarme en el castillo me amargaría la vida, así que debía ir a la capital para refrescarme y sobrellevar mejor el luto, pero Natsuki no estaba muerta y su comentario solo me molestó. Lo segundo que comentaba es que había personas preguntando por mí ¿Dónde estaba la esposa del caballero desaparecido más importante del reino? Ese tipo de noticias las omití por completo, todo fue banal hasta mencionar que preguntó por lo que estaba haciendo Sir Kanzaki, para Haruka fue complicado investigar asuntos de la milicia, pero aun así lo intento y si bien nunca pudo saber si en verdad aun buscan a Natsuki, se sabía plenamente que Sir Kanzaki estaba ahora en el lugar que había pertenecido a Natsuki, tal como había sucedido conmigo para asignarme legalmente las tierras, Sir Kanzaki sería el general sustituto por un año, si no se encontraban pistas o no aparecía Natsuki antes de un año, él asumiría el cargo de forma oficial.

Maldito ingrato. Por simple lealtad a su señora jamás debió aceptar el puesto, aunque fuera como sustituto. Ahora había más congruencia en sus actos. Estaría tan ocupado con sus nuevas obligaciones que no tenía tiempo para buscar y mucho menos para responderme adecuadamente. Obviamente estaba molesta, pero tenía que pensar ¿Qué podía hacer en esta situación? Yo no puedo salir, abandonar el castillo y las tierras para buscar aleatoriamente, eso sin mencionar que no tenía experiencia en ello. Necesitaba a alguien que pudiera hacer ese trabajo, alguien fuerte y leal… no tenía a nadie así. Pero entonces pensé qué, si yo no tenía a nadie así, talvez Natsuki si tuviera a alguien así, de manera que mandé a llamar a todos sus vasallos, menos a Sir Kanzaki, que estaba notoriamente ocupado con asuntos más importantes.

Dos semanas más tarde, uno a uno fueron llegando los vasallos. Le mandé una carta a todos en la lista que ya había revisado y requerí su presencia a medio día. Cuando acudí al salón de audiencias, ya estaban todos reunidos. No me pareció conocer a alguno hasta que pude identificar a Sir Takeda entre el grupo. Inmediatamente pude encontrar la duda e incertidumbre en sus rostros, pero también algunos se mostraban abiertamente molestos o rígidos. Estarían pensado en que reclamaría su lealtad o algo así, sin embargo, cuando expusé mi verdadero motivo para llamarlos, el rostro de todos cambió, sus bocas casi caen de sus caras, quedándose momentáneamente sin palabras.

-Sir Kanzaki estaba ayudándome, sin embargo, ahora tiene ocupaciones de mayor prioridad con su majestad, pero no pienso rendirme en la búsqueda de su señoría, por ahora no tengo quien y como buscar, por lo tanto ¿hay alguien de entre todos los presentes que pueda ayudarme a buscar a su señoría? –se quedaron mirándome, aun sin responder, fue incomodo, pero cuando un hombre de estatura baja y complexión bastante robusta, alzó la mano primero, el resto levantó las suyas como en una reacción en cadena.

-yo lo haré milady, estoy dispuesto a ir donde sea necesario –no sabía si ese caballero de baja estatura podría ser adecuado, además había varios vasallos con mejor condición, pero sin duda fue el primero que se ofreció con firmeza y determinación.

-muy bien Sir Sakomizu, lo proveeré de recursos suficientes.

-Sir Sakomizu, yo sé cuáles fueron los lugares investigados por Sir Kanzaki –fue Sir Takeda quien se aproximó, ofreciendo su ayuda.

Al final, se organizó una comitiva para buscar a Natsuki tanto dentro del reino como fuera de él, y se elaboró otro plan para que fueran a investigar al Reino Oeste, en ese último iría Sir Sakomizu junto con otros tres vasallos. Aquel día, después del almuerzo con todos, se hicieron las planificaciones para el grupo que estaría investigando en el reino y para el pequeño grupo que iría a investigar al reino enemigo. Este último grupo era el más importante, no podían ser demasiados, no se debía llamar la atención y tenían que pasar lo más desapercibidos posible. Fue un largo día de discusiones y planificaciones, pero para cuando cayó la noche, todos se retiraron con sus indicaciones de búsqueda.

-milady –me dijo Sir Sakomizu, que fue el último en marcharse –tenga por seguro que encontraré algo, cualquier cosa de su señoría. Yo reprimí un suspiro y asentí en silencio.

Me sentía positiva, pero también valoraba la posibilidad de que no encontraran nada, tal como había dicho Sir Kanzaki. Quizás eso fuera lo que ocurriera, que ninguno de ellos encontrará algo, pero al menos tenía que intentarlo, cuando menos, quisiera que alguien encontrase al maldito que la atacó por detrás, entonces… mandaría a matarlo sin importar cuanto cueste.

Una vez que se fueron, solo me quedaba esperar, después de todo, no iba a comprometer ni un poco la seguridad de la criatura por ir de curiosa a algún sitio donde los vasallos podían ir por sí mismos, por muy cerca que esté, aunque, francamente, quería hacerlo, quería ir. Al día siguiente Mai vino a verme, con la pregunta que cualquier habitante de la ciudadela tenía en la boca pero que no podían hacerme: ¿A que habían venido esos hombres?

-son todos los vasallos de su señoría –la pelirroja abrió la boca momentáneamente –les he pedido que busquen a su señoría –al decir eso ella cerró la boca y pensó por unos momentos.

- ¿No le habías encargado eso a Reito? –asentí mientras pasaba un sorbo de té.

-pero él está muy ocupado como general sustituto con su majestad –inmediatamente abrió la boca.

- ¿Qué esta qué? –aparentemente, ella no sabía nada –ese infeliz, ya verá cuando le ponga las manos encima.

-en realidad, no sé si en verdad está tan ocupado, pero no puedo dejar pasar el tiempo –ella asintió, mirando algún sitio del tapete.

-si yo pudiera milady, iría yo misma a buscarla.

-igual que yo, pero por ahora, no puedo –fue un momento tenso en el que nos quedamos en silencio. A pesar de ser solo una modista, habitante de estas tierras, parecía haber establecido una buena amistad con Natsuki, así que también parecía sentirse inútil en esta situación. Suspiré brevemente y traté de cambiar el tema. Es suficiente con que sea difícil para mí –por cierto ¿Qué noticias tienes hoy?

Unos días después, llegó la primavera. Para recibir la primavera solía hacerse un festival, el festival era común en todo el reino, se celebraba en todas partes, en cada región, ciudad o pueblo, pero no podía sentirme feliz y con motivación para celebrar, por lo tanto, delegué la tarea y continúe con mi existencia en el castillo, sin motivación alguna para salir más allá de mi salón de té.

Donde… donde… donde… ¿Dónde estará? Algunas veces pasaba el rato pensando solo en eso ¿Qué estará haciendo? ¿estará con alguien? ¿pasara hambre? ¿frio? ¿estará muy lejos? ¿estará cerca? ¿elegirá volver? ¿ha decidido no regresar? Muchas preguntas, ninguna respuesta.