Capítulo 21.

A veces quería darme por vencida, a veces quería olvidar, pero de alguna manera recordaba sus ojos, su boca, el sonido de su voz, la entonación al decir ciertas palabras, sus manos, la fragancia de su cuerpo… la sensación de tocar su cuello, de deslizar mi mano por su espalda, de sentir su cuerpo muy, muy cerca, tocar sus dedos, apretar sus muslos, sostener su espalda… cosas que no tienen un valor monetario, pero que quería tener y no había forma de tenerlas de vuelta si ella no estaba…

Mi corazón se agitaba al recordar, pero volvía a la calma cuando abría los ojos y me encontraba sola. Si ella ya no volvía, solo eso me quedaría; solo el recuerdo, quizás era mucho más que lo que cualquiera en mi estatus puede tener, y si mi destino era el quedarme sola, solo pedía un favor a los dioses. Resignación. Que la resignación llegue a mí pronto, porque ahora mismo no me siento conforme con lo que tengo, o quizás, con lo que no tengo.

No es sencillo pasar los días, algunas veces tenía ganas de sentirme acompañada, de hablar mucho, de escuchar novedades… otros días me sentía apática, no quería escuchar a un montón de gente hablar de trivialidades, de gente que hablaba por hablar, sin importarles lo que yo sentía. Quizás no fuera verdad, pero me sentía fuera de lugar, que mis doncellas o las personas que me rodeaban solo estaban por estar, que a pesar de estar rodeada de gente estaba sola, que sin importar a quien le contase mis pensamientos, nadie podría entenderlos, nadie entendería porque no estaba en mi piel, nadie era yo, todos son ajenos y solo están conmigo porque soy una mujer que nació con estatus, con dinero, con poder, si no tuviera ninguna de esas cosas, nadie voltearía a verme, ni siquiera Natsuki… no, eso aún no puedo saberlo.

Había días en los que quería estar sola con mis propios pensamientos dolorosos, me sentía necesitar a alguien, a alguien que de verdad me extendiera la mano y me sostuviera no por ser la mujer que soy, sino por ser alguien adolorido, alguien que parecía que explotaría, porque a veces no había suficiente aire, porque a veces el frio y la desolación me oprimían el corazón. Pero no había nadie y al mismo tiempo no quería a ninguna persona, solo quería a una, y esa persona no estaba. Es complicado vivir de esa manera en un lugar tan grande, lleno de tantas personas y que las paredes se sientan tan frías.

-milady, todo va muy bien, está creciendo muy bien –pero, al menos había algo, lo olvidaba en medio de mi desesperación, pero recurrentemente me lo recordaban - ¿Cómo se ha sentido, milady? Ya falta cada vez menos.

Ya no estaría tan sola, si es que Natsuki no regresaba. Al menos me quedaba una opción, llegaría alguien que sería total y auténticamente mío, carne de mi carne, sangre de mi sangre. No me dejaría… al menos no tan pronto me dejaría, se quedará conmigo por mucho tiempo, así que debía fortalecerme.

-milady, ha regresado Sir Sakomizu –largos meses después de haber partido, finalmente, un día había regresado.

-lo recibiré en el salón principal –de pronto, al recibir la noticia me sentí agitada. Me encontraba en el jardín, tomando un poco de aire fresco, me quedé quieta unos momentos y luego comencé a caminar al salón, al llegar, Sir Sakomizu estaba ahí, de pie, con las cejas arrugadas. No hubo un pensamiento con exactitud, sino una simple inferencia a partir de lo que veía.

- ¿Qué noticias tiene Sir Sakomizu? Por su rostro creo que no son buenas…

-lamentablemente, no son buenas milady –su rostro se volvió más rígido, miró momentáneamente la alfombra y luego subió a verme –no hubo manera de entrar al Reino Oeste, todos los puertos están cerrados ¡todos! Intentamos entrar varias veces, la primera vez fue en un barco desde uno de nuestros puertos, obviamente nos rechazaron la entrada, pero viajamos al norte e intentamos que un barco nos llevara, fue largo e incluso apuntamos a un puerto diferente, uno más lejano, pero tampoco nos recibieron, lo volvimos a intentar en otro, incluso pagamos un soborno y tampoco funcionó, aparentemente todo el Reino Oeste está cerrado a importaciones, solo hay barcos de algunos comerciantes que pueden salir, pero nadie entra –yo respiré profundo.

- ¿pudiste hablar con alguno de esos comerciantes?

-ninguno sabe razones, uno me dijo que simplemente un día llegaron soldados con órdenes, y ciertamente, todos los puertos están vigilados.

- ¿no intentaste entrar por algún otro sitio?

-claro que sí, pero de las dos veces que entramos ilegalmente, en una casi logramos llegar a una ciudad, pero los guardias nos descubrieron antes y por fortuna logramos huir, en la siguiente vez apenas íbamos a adentrarnos y un barco nos descubrió, huimos de inmediato.

-entonces… ¿eso es todo? –Sir Sakomizu me miró con los ojos bien abiertos.

-milady… hay mucha vigilancia, milady, seguro esperan un ataque nuestro como represalia así que están siendo muy cuidadosos… -me quedé en silencio por unos momentos, me sentía decepcionada y frustrada, pero ciertamente, esto sobrepasaba las capacidades de los cuatro hombres que había mandado. No quería sentirme molesta, y, sin embargo, ahí estaba esa sensación de incomodidad y enfado que cuidé no notara Sir Sakomizu.

-lo entiendo Sir Sakomizu, lo entiendo bien…

-milady, ¿ha recibido noticias de los demás? –entonces recordé las cartas que me habían enviado, con pésima ortografía, por cierto.

-al igual que usted, no han encontrado algo significativo –el silencio se hizo más pesado después de aquello, el hombre se sentía incómodo, había sudor en su frente y se apretaba más manos.

-lo siento milady… somos unos inútiles… -quería decirle lo contrario para que no se sintiera mal, pero mi boca no se movió –milady, si no es mucha molestia para usted… quisiera seguir intentando entrar al Reino Oeste –miré a este hombre, mayor, con cierta obesidad, bajo, melenudo… pero era lo mejor que tenía en este momento. Exhalé, con cierto pesar.

-Sir Sakomizu, yo quería preguntarle lo mismo…

Después de hablar con el administrador y hacer uso del presupuesto asignado a mí, pronto Sir Sakomizu volvió a marcharse, con un poco de más dinero y con nuevas esperanzas, al menos por su parte. Yo quería sentir esas esperanzas, pero poco a poco sentía que ya no iba a recibir buenas noticias. Aunque ciertamente, esto era mejor a no hacer nada.

Posterior a la visita de Sir Sakomizu, vino la pelirroja de siempre, a preguntar, como siempre. A veces creía que estaba espiando el castillo, o quizás todos en la ciudadela eran realmente comunicativos. Usualmente la recibía con ánimos y amabilidad, pero en esta ocasión me sentía sin ganas de hablar, de modo que mayormente oí, después de platicarle las escasas noticias. En un principio también estaba desanimada con las noticias, pero después, quizá con tal de distraerme, me platicó animadamente todas las habladurías de la ciudadela. Cuando se fue, pude finalmente descansar. No es que no apreciara lo que intentaba hacer, pero quería un momento a solas.

Me sentía desanimada y al mismo tiempo me decía: ¿Cómo es que esperabas más? ¿Cómo es que esperabas buenas noticias? ¿Cómo, después de tanto tiempo? Una parte de mí se sentía mal y otra parte de mí me hacía sentir aún peor, porque me decía que tenía que seguir adelante, que tenía que superarla, pero otra hacía que pensara de forma diferente. Se supone que sientes amor, el amor no es tan fácil de olvidar, si realmente la amas deberías sufrir más, deberías extrañarla aún más, debería sentirme mal por perderla, ¿Por qué quieres olvidarla? ¿es que acaso esto nunca fue amor? ¿Cuál era la respuesta? ¿Qué es lo que debía hacer? ¿olvidarla? ¿sufrir? Si debía olvidarla ¿en cuánto tiempo la olvidaría? Y si debía sufrir ¿Por cuánto tiempo debía sufrir? Me llevé las manos al rostro, cansada. Quizá por este tipo de cosas es que son mejores los matrimonios arreglados. Se sufre menos cuando algo ocurre con el otro. Hasta descansas.

Por aquel día tuve suficiente, así que subí a mis habitaciones y pedí que calentaran el agua para mi aseo. Las doncellas tardaron un rato, pero luego de una espera moderada me encaminé a la tina. Deslicé mis pies por el agua caliente y apoyé la espalda en la pared de la tina, mientras las doncellas lavaban mi cuerpo. Últimamente me ardía un poco la espalda, los pies se me cansaban y se me hinchaban, el agua ayudaba un poco en el malestar, sin embargo, cuando finalmente me acostaba en la cama, realmente sentía que mi cuerpo descansaba. Pero hoy me sentía especialmente cansada, así que me quedé en la cama de mi habitación personal. Algunas veces dormía ahí y otras en el dormitorio compartido. Pero hoy no, hoy no me sentía con ánimos, no quería ir ahí para remover los recuerdos, quería dormir, quería descansar y ya no pensar.

Supongo que en un principio lo logré, pero terminé soñando con Natsuki y nuestras salidas a la ciudadela. Cuando desperté a la mañana siguiente, solo pensé: eso otra vez… ¿Quizá con el tiempo eso deje de pasar? Me quedé en la cama unos momentos, sentada, mirándome las manos en mi regazo. A veces esta situación me parecía ridícula, ¿Cómo podía ser posible que amara a alguien? ¿Cómo podía esto ser amor? ¿Cómo podía alguien como yo amar? No sabía que podía sentir algo como esto, algo tan complicado… ¿es que acaso esto es parte de ser un adulto? ¿he envejecido tanto? Y ahora… vida en mi interior… la gente a mi alrededor siempre me decía que este era mi destino y ahora que finalmente había cumplido con mi deber era tan… agridulce.

Estaba cansándome, cansándome de pensar, de sentir, de imaginar, de soñar, sentía ganas de ya no querer sentir ni pensar, era agobiante. Dejé salir un suspiro pesado y finalmente llamé por el desayuno. Al terminar la comida las doncellas me vistieron y bajé las escaleras para un largo día igual a los anteriores, o eso imaginé hasta que, por la tarde, poco después del almuerzo llegaron noticias inesperadas.

-milady –repentinamente entró Akane por un costado del salón –noticias milady, a las puertas de la ciudadela hay una mujer rubia pidiendo permiso para entrar y visitarla, se hace llamar Haruka Suzushiro –momentáneamente me quedé sin palabras y con los ojos bien abiertos por la impresión, luego me levanté y miré la puerta del frente, como si ya estuviera ahí, pero obviamente ahí no había nadie. Haruka estaba a las puertas de la ciudadela… no podía echarla, eso es una obviedad, pero su presencia podía ser un problema… aunque lo peor que podía pasar es que ella se enterara de la verdad de Natsuki… la verdad de alguien que ya no estaba aquí… de alguien que quizá no vuelva… exhalé el aire que estaba conteniendo y volví a sentarme en mi sillón. Qué más da si se entera… aunque obviamente trataré de que eso no suceda.

-da la orden de que la dejen pasar y que venga directamente al castillo, es mi amiga y por supuesto la hospedare aquí… después, coméntale al resto de la servidumbre que cuiden bien sus palabras de mi preciada amiga forastera.

-claro que sí, milady, inmediatamente lo haré.

Después de que Akane se marchase, yo exhalé profundamente, esperando la llegada de Haruka al castillo. Nunca había sido anfitriona de alguien de mi estatus, de modo que no sabía dónde recibir a Haruka, por eso llamé al mayordomo y pedí su opinión.

-aunque es su amistad, el gran salón es lo adecuado milady –contesto él –nunca se deben perder las formas, ya después pueden trasladarse al salón.

-muy bien, que preparen una habitación para mi visita.

-ya se está haciendo milady –este mayordomo era, sin lugar a dudas, eficiente.

Me dolían los pies y la espalda por el peso, pero tenía que ir al gran salón para recibir a Haruka y luego… soportar su dramática reacción al verme encinta, ya podía escuchar sus quejas y reclamos… y seguramente todos en el castillo la oirían, o al menos una gran mayoría. Exhalé con cansancio, pero también brotó en mí una sonrisa, esa tonta haría un escándalo y como siempre tendría que callarla y pedirle prudencia. Supongo que hay cosas que no cambian.

Me desplacé con lentitud desde mi salón personal hasta el gran salón donde la recibiría, ahí mismo había una gran y acolchonada silla donde recibía a la gente, ahí mismo siempre recibía a los vasallos y ahora recibiría a mi amiga, solo esperaba que no trajera más sorpresas que su presencia, conociéndola, aún no sé de qué tanto es capaz esa mujer. Por fortuna, cuando el carruaje se detuvo frente a las grandes puertas del castillo y Haruka entró, venia estrictamente sola. La miré caminar por la amplia alfombra que cruzaba por todo lo largo del salón, ella llevaba una sonrisa mientras miraba las armas en las paredes, los candelabros, los escudos colgados y las seis armaduras que adornaban el salón. Cuando finalmente llegó frente a mí y me miró a los ojos, la sonrisa se le desvaneció cuando bajó la mirada. Por unos momentos se quedó callada, luego cerró la boca y apretó los labios.

-tú, mujer ingrata ¿Cuándo pensabas decírmelo? –luego se llevó una mano a la boca, en exagerado drama –no pensabas decírmelo ¿Verdad? ¡Que ruin! –no pude hacer más que reír mientras miraba a Haruka exaltarse y al mayordomo que no sabía qué hacer, él debía presentarla, pero se había arruinado el protocolo - ¡no te rías mujer desagradecida!

-tengo mis razones, he planeado que cuando nazca iré a la ciudad –luego miré al hombre que estaba en plena agonía por no saber qué hacer -señor Ishigami, puede retirarse –el hombre hizo una reverencia y se marchó, seguramente estaría inconforme.

- ¿y qué razones son esas? –yo preferí cambiar de tema.

- ¿no piensas saludarme, después de tanto tiempo sin vernos?

-lo mismo digo ¿vas a bajar de ahí?

-acércate un poco, me duelen los pies.

Entre que ella se acercó y yo me levanté, terminamos saludándonos con un breve abrazo. Posteriormente llamé a una de las doncellas y pedí que nos llevaran té al salón amarillo. Usualmente pasaba mi tiempo en mi salón privado, pero hoy me apetecía cambiar al mismo tiempo que le mostraba una parte del castillo a Haruka. Ella fue prudente mientras caminamos hasta al salón y también cuando nos sirvieron el té, después, cuando la servidumbre desapareció, el recato quedó olvidado en algún sitio.

- ¿Cuándo pensabas contármelo, mujer infame? Acabo de hacer cuentas y para cuando me mandaste la última carta ya sabias, que, por cierto, no me contestaste esa carta ¿es que acaso no tienes corazón? ¡me estaba muriendo de preocupación!

- ¿por eso has venido?

- ¡claro que sí! Además, tus padres también están considerando venir, y ahora con esto es obvio que deben venir ¿a ellos tampoco se lo has contado? –yo negué en silencio - ¡no puede ser! ¿Por qué? –en ese momento tuve que pensar en una excusa ¿Por qué no pensé que podía preguntarme esto? Exhalé con lentitud y miré la taza de té.

-con sinceridad, no quiero tenerlos aquí –ella se quedó pasmada, algo muy extraño de ver en ella.

- ¿Por qué? –esta vez preguntó con cuidado.

-tú sabes que aún no aparece –ella asintió –si se enteran y vienen, van a estar molestando con comentarios que no tengo ganas de escuchar.

- ¿Algo así como que debes volver a casarte? –me encogí de hombros.

-talvez, no sé con seguridad que es lo que vayan a decir, pero justo en este momento no quiero saberlo –ahora fue ella la que suspiró y se quedó mirando la alfombra.

-sí, tienes razón, algo así dirían, casi puedo asegurar a que te darán un año después del nacimiento, luego te dirán que debes pensar en volver a casarte o algo así… y… ¿tú no quieres volver a casarte? ¿no te gustaría intentarlo con aquel chiquitín? –me recargué pesadamente en el respaldo del sillón y me llevé la mano a la frente.

-debes estar bromeando –ella sonrió, mostrando todos los dientes –me parece ridículo ahora.

-él sigue soltero –yo negué con la cabeza –bueno, si no es con él ya no queda nadie moderadamente decente, sería una buena excusa para tus padres.

-la criatura será la heredera tanto de estas tierras como de las de mis padres, ya no necesito un matrimonio, lo que necesitare será darle buena educación.

-pero una mujer viuda…

-aún no se confirma que sea viuda –no planeé hablarle de forma ruda, pero así salió mi respuesta.

-cierto… de todas maneras, no se puede evitar el hecho de que el embarazo ha sido…

- ¿conveniente? –ella asintió –lo sé… si no hubiera ocurrido, no habría nadie que herede estas tierras.

-pero sabes, pensando bien las cosas, seguro tus padres no te han visitado porque piensan que de verdad eres viuda y te están dando un año de luto para luego, justo al año, te digan que te vuelvas a casar.

-claro que lo intentarán, pero tendrán que atravesar las murallas de la ciudadela y del castillo para poder lograr siquiera decírmelo.

- ¿no los dejaras entrar?

-no planeo salir de este castillo hasta que mi hijo sea un adulto –entonces ella se quedó con la boca abierta.

- ¿en serio? –yo asentí.

-así fue para nosotras ¿Por qué tendría que ser diferente? Además, no pienso volverme a casar y darle… -mi cuerpo a alguien más, pensé –todo esto son tonterías Haruka, un nuevo matrimonio no es una opción.

-por supuesto… y, si tus padres no te piden que te vuelvas a casar ¿los verías otra vez?

-no lo sé, tengo que pensar en eso…

-claro, sí… -momentáneamente nos quedamos en silencio, cada quien, con sus propios pensamientos, por mi parte, tenía muy claro lo que iba a hacer, me iba a quedar en estas tierras hasta que me echaran o tuviera que salir, después de todo, no tenía ninguna necesidad de salir o ir a la ciudad capital, en todo caso, el castillo me parecía más seguro que el palacio de la Reina.

-sabes, me parece extraño que tus padres no te hayan visitado ¿no te han mandado ninguna carta?

-mi madre mando una donde… me daba sus condolencias, le respondí que era demasiado pronto para sacar conclusiones y que después le informaría.

- ¿te molesta que la den por muerta? –alcé una ceja.

-por supuesto Haruka, ella no…

- ¿y si lo está? –me quedé callada, mirándola fijamente, luego miré a otro sitio, ella no estaba dándola por muerta, estaba solo sondeando la situación, pero aun así…

-aun si lo está… yo no voy a cambiar las decisiones que he tomado, me voy a quedar aquí, esperando mientras la criatura crece, no se pierde nada.

Ella estuvo de acuerdo y después de aquella platica, no se volvió a tocar el tema. En los días siguientes me fue platicando las noticias, por no decir chismes, de la ciudad capital, todo esto mientras le daba breves recorridos por el castillo, ya que con frecuencia me sentía con los pies adoloridos, por suerte a ella no parecía importarle que los paseos fueran cortos, seguramente, conociéndola, ya había recorrido el castillo de arriba a abajo desde el primer día, después de todo, había dejado que tuviera total libertad para andar, porque a fin de cuentas, no había nada que ocultar.

-oye, muéstrame la habitación donde te quedaste por primera vez –dijo ella, un día que íbamos a mirar las habitaciones del ala este.

-no está muy lejos de donde te estas quedando, es igual a todas las demás habitaciones para invitados.

- ¿de verdad nunca pasó nada entre ustedes? –me dijo haciendo cejas y luego mirándome el vientre.

-de verdad –terminó haciendo un puchero -la loca y lujuriosa situación que estés imaginando, ya te digo que no es.

-que aburrido -bueno, hubo suficiente tiempo para eso, pero lo que se pudo aprovechar se aprovechó. Obviamente no dije eso, pero lo pensé. Al menos sí se aprovechó algo… ya comienzo a tener pensamientos estúpidos, igual que esta mujer obscena.

Tal como me había pedido, le mostré la habitación donde me quedé por primera vez, raptada, específicamente hablando. Sin duda me trajo recuerdos. Para Haruka fue otra habitación más, justo como yo le había dicho, pero yo recordé las cosas que pensé cuando estaba ahí… ¿Cómo fui a terminar casándome y extrañando a esa terrible mujer? Reprimí un suspiro y le dije a Haruka que regresáramos porque quería descansar los pies.

Después de la visita a esa habitación comencé a sentirme un poco nostálgica, algo que ya estaba quedando lejos con la visita de Haruka y que ahora regresaba. Sin embargo, para no profundizar en ello le hice la pregunta que quise hacer desde que llegó ¿Por cuánto tiempo iba a estar? Ya llevaba una semana y no daba señales de querer regresar a la ciudad capital.

-oh querida, no pienso volver hasta que des a luz ¡No podría vivir con la angustia! Además, tengo suerte de que mi esposo tiene demasiado trabajo como para notar mi ausencia, últimamente a penas y le veo el polvo.

- ¿Qué?

-además, estas demasiado sola en este castillo, te haré compañía.

Me hacía feliz lo que decía, pero por otra parte me dejaba intranquila. ¿Pensaba quedarse? ¿Aquí? ¿En serio? ¿Por cuánto tiempo después del alumbramiento? Por supuesto que quería hacer esas preguntas, pero no podía… bueno, claro que podía, pero no sería educado hacerlo, no después de haberlo preguntado ya una vez. Aquella noche pasé un largo rato pensando la situación. Inicialmente no creí que se quedaré más de una semana, si era por ese plazo seguramente Haruka no se enteraría, pero si planeaba quedarse por más tiempo, definitivamente no sabía que podía ocurrir, menos aun cuando se presentara Mai, ella podría hacer algún tipo de comentario, cualquier cosa que estuviera fuera de lugar y después…

Exhalé y cerré los ojos. Se va a enterar, es obvio. De modo que quedaba en mis manos el "cómo" se enteraría de la verdad, si por alguien ajeno o por mi propia boca. Pensé en ello otro largo tiempo. Definitivamente tengo que decírselo, pero ¿cómo? ¿y luego cómo le explicaría el embarazo? No podía contarle a nadie sobre el anillo y la hechicería… o quizás solo contarle sobre el anillo, decir que era algo especial o algo así… esas cosas a menudo se dicen y la gente se las cree… y algunas resultan ser verdad.

Tenía que decírselo y a la vez no quería pasar por el proceso. Quizá eso era lo que más me angustiaba, el momento de decir las verdades. Aquella noche no dormí muy bien y para cuando nos vimos a medio día en la terraza, decidí contárselo, todo de un solo golpe. Primero pedí que nos trajeran té, luego de servírnoslo y que las doncellas se marcharan, se lo dije como si se tratara del clima, bueno… eso hubiera querido, más bien lo dije todo rápido, como un vaso que se derrama, de golpe y rápido, sin esperar a que diga algo hasta terminar, y antes de que preguntara por el embarazo le dije que fue gracias a un anillo mágico, fin de la historia. Por supuesto que Haruka se quedó en silencio mirando las tazas de té, con los ojos bien abiertos y las cejas levantadas. Después de un largo rato así, finalmente dijo:

-ahora tiene sentido que no haya pasado nada entre ustedes desde el principio…

- ¿solo eso vas a decir? –ella se encogió de hombros.

-todo tiene lógica ahora, no sé cómo no me di cuenta antes –tal parecía que ella no tenía problemas con los hechos, ni siquiera con el tema del anillo y el embarazo.

- ¿no piensas que la pude haber engañado y por eso tengo el embarazo? –ahora sí puso una cara de extrañeza.

-eso no sería propio de ti, y no tendría sentido ocultarlo a estas alturas.

A veces Haruka podía ser demasiado simple, tanto que aceptaba lo que le decían tal cual, y otras, sorprendentemente, hacia juicios en consideración a una buena cantidad de información, como ahora.

-entonces… ¿no estas sorprendida por Natsuki? De que… ¿tenga una relación con una mujer? –de pronto, ella hizo una expresión rara, sonrió y frunció las cejas a la vez.

-yo… también tengo que confesarte algo, mi esposo… el señor Kikukawa, es en realidad la señora Kikukawa.

- ¿Qué? –esta mujer me iba a matar a mí de las sorpresas y no yo a ella - ¿Cómo? –ella comenzó a reír sonoramente.

Me sorprendía la revelación… pero cuando me puse a recordar las cosas que habían sucedido, justo como ella decía, también tenía lógica, Haruka llegó antes que yo a la capital y por lo que supe, tan solo un par de meses después de llegar y ser presentada ante la sociedad, una noche escapó para casarse en secreto, al otro día llegó a su casa a dar la noticia y recoger unas cosas, dejando un caos tras de sí y sin volver la vista. Cuando llegué a la capital y pude volver a verla, ella ya estaba casada y nunca había visto a su "esposo", pues tenía un puesto importante y siempre estaba fuera, con el tiempo dejó de ser importante conocer al dichoso, pues había asuntos más importantes para mí.

- ¿Me has estado engañando todos esos años? No puedo creerlo –ella resopló.

-tú también me has engañado –por supuesto que iba a defenderse.

-pero tú por más tiempo –ahora ella se enfurruñó y cruzó lo brazos, yo terminé suspirando –como sea, eso ya no importa, supongo que puedes entender mi posición…

-por supuesto que puedo –dejó de cruzar los brazos y se puso en pie para alcanzar una galletita en el centro de la mesa –pero… todo esto ¿Por qué me lo has contado ahora?

-bueno… me has dicho que has decidido quedarte por más tiempo… supuse que sería cuestión de tiempo para que te enteraras y preferí ser yo quien te lo dijera.

- ¿Cómo me iba a enterar de algo así? Debe ser el secreto mejor guardado del reino.

-todos los habitantes lo saben, aquí Natsuki es libre –ella comenzó a asentir.

-comprendo… pero si lo saben…

Por supuesto y como era de esperarse, Haruka tenía muchas dudas y curiosidades que pasé el resto del día aclarando. Por la noche, después de la cena y la limpieza, pude por fin acostarme y noté que estaba realmente agotada, me dolía el cuerpo y sentía que me hundiría en la cama. Cerré los ojos y todo lo que me rodeaba se sentía pesado y curiosamente cómodo, solo me gustaría que ella estuviera aquí, sostuviera mi mano y sonriera. Abrí los ojos y miré el reflejo de la luz del hogar en el techo, crepitando, al menos por ahora, eso no sería posible.

Ahora que ya le había dicho la verdad a Haruka, la situación era mucho más sencilla para mí, menos tensa, pasábamos los días hablando sobre nuestras vidas, aclarando detalles que ahora resultaban curiosos, incluso llegué a preguntarle si a la señora Kikukawa no le molestaba que estuviera aquí y ella solo suspiro con una sonrisa torcida, espabiló la mano en el aire y me dijo que no le diera importancia, aunque claro que tenía importancia, no quería que hubiera ideas raras alrededor de nuestra amistad, no obstante, Haruka tenía otras ideas, otras preocupaciones.

-sabes… me siento muy feliz por ti -me quedé momentáneamente pasmada ¿de qué se sentía feliz por mí? ¿de qué mi esposa estaba desaparecida? Pero esos fueron los pensamientos que surgieron demasiado rápido y por consecuencia, incorrectos -no me mal entiendas, me siento feliz de que vayas a ser madre -al terminar yo comprendí y guarde silencio -yo nunca podre tener hijos, bueno, no legítimos, y eso no es algo que quiera hacer… -el tono de Haruka era inusualmente serio, casi podría decirse que doloroso.

-creo que el embarazo es lo único bueno en medio de esta situación -ella asintió.

-a pesar de todo, eres muy afortunada de que Natsuki tuviera ese anillo -yo suspiré.

-es gracioso pensar que acepté el matrimonio porque me dijo que no me preocupara por este tema.

-no, es más gracioso que tú pensaras que podía suceder de forma natural.

-basta, yo… solo no sabía ciertas cosas.

-no puedo culparte por ello, no nos dicen nada hasta el pleno día, como si hubiera que esconder las cosas que tienen que pasar.

-por supuesto que tienen que esconderlas Haruka, si me lo hubieran dicho antes, habría palidecido y preferido volverme una sacerdotisa -ella soltó una carcajada.

-tus padres se habrían escandalizado… ¿sigues pensando en no decirles del embarazo? -yo asentí -estoy de acuerdo, pero por alguna razón me los imagino llegando de improviso justo en el momento más difícil… ¿de verdad no querrás que te acompañe tu madre en el alumbramiento?

-de verdad, al menos tú estarás conmigo -ella suspiró.

-ya me siento nerviosa.

Haruka se volvió una sombra para mí, siempre estaba conmigo, excepto cuando debía ir a dormir, por lo que inevitablemente llego a conocer a Mai, por suerte, ambas se agradaron mutuamente, quizá por compartir el gusto por los chismes es que pronto se volvieron amigas. Aquel primer día de presentaciones, platicaron larga y tendidamente sobre una multitud de chismes sin precedentes, noticias que yo escuchaba en silencio bebiendo mi té. Para cuando se marchó, Haruka bebió su té en silencio, parecía cansada de tanto hablar y de tanta información, Mai estaba a su nivel de "comunicación" con el entorno y eso ya era decir mucho.

-esa chica me ha agradado bastante y las cosas que hace son realmente buenas, triunfaría en la capital.

-lo mismo he pensado, pero no me animo a decirle que se vaya.

Después de aquella visita hubo más visitas y el ambiente se volvió cada vez más ameno, los días estaban llenos de aquellas dos hablando, involucrándome en habladurías donde no tenía que opinar y que aun así me veía forzada a comentar. Era fastidioso, pero dentro de todas las cosas no podía evitar sentirme animada, a veces las palabras banales de las personas que aprecias sirven más de lo que una estaría dispuesta a aceptar. Sin embargo, a veces me sentía cansada, sucedía de vez en cuando, la espalda me dolía y quería acostarme. La siguiente vez que vino la médica a revisarme, ambas mujeres estuvieron presentes, en total, dos con experiencia y dos sin experiencia.

-milady, el alumbramiento está cada vez más cerca, todo está dispuesto para que la criatura nazca, podría ser en cualquier momento.

- ¿tanto así? ¿en qué momento pasó tanto tiempo? -le dije sorprendida.

-más bien, su embarazo ha sido muy exacto, además de saludable -comentó como siempre la anciana mujer. A veces me parecía entusiasmada.

-me alegro de que pronto vayas a dar a luz -comentó Haruka -no te lo había querido decir, pero luces enorme -pronto vi como Mai le dio un codazo.

-no se preocupe milady, tengo algunos tratamientos para que usted recupere su buena figura -me dijo la médica -habrá que ver, hay mujeres que a los dos días vuelven a la normalidad, y otras… bueno, se hinchan o engordan, pero ya veremos después.

-ah, yo soy de esas, me hinche, pero después de unos días fui regresando a la normalidad, bueno… casi igual que antes -dijo Mai.

-esperemos que regreses a tu buena figura, imagina que te pones enorme por siempre y logra regresar su señoría y te ve inmensa -Haruka recibió un codazo esta vez más fuerte. Pude sentirme ofendida, pero elegí no darle importancia a sus comentarios imprudentes que ya eran tan comunes; simplemente bajé la mirada al creciente vientre… parecía irreal y casi instantáneo que ya estuviera a punto de brotar, el tiempo había pasado demasiado rápido.

-si ya esta tan próximo el alumbramiento… quiero que se quede en el castillo hasta ese momento -le dije a la anciana mujer, en un tono suave pero firme. Posiblemente tuviera más personas que atender, pero no iba a arriesgarme a algo como esto por primera vez.

-por supuesto que me quedaré milady -sinceramente creí que se opondría un poco más -no tengo ningún caso relevante últimamente.

Posterior a eso, las doncellas dispusieron de una habitación en el ala de invitados para la anciana mujer, además de tener listas y dispuestas todas las cosas que necesitaría cuando llegará el momento, por suerte, como decía Akane, no faltarían manos que ayudaran en el momento preciso; de ser necesario, todas las doncellas acudirían y sostendrían al menos una toalla. Tal situación era fácil de imaginar, pues ya había visto cuantas doncellas podían acudir para un solo propósito, eso me daba tranquilidad, pero no hacía que dejara de sentirme ansiosa.

Aquella noche, cuando la médica estuvo instalada y todas las cosas preparadas para el alumbramiento, comencé a repasar las cosas. En la torre ya se había dispuesto una habitación para la criatura, se le daba mantenimiento diariamente y estaba el sitio listo para que llegara una criatura a ocuparlo en cualquier momento, o al menos eso decían las doncellas, yo nunca había ido a mirar la habitación, en cierta forma, me repensaba si sería adecuado mantenerme alejada. A veces estos pensamientos llegaban a mi mente y me hacía pregúntame ¿Cómo había sido conmigo? Quería preguntarle a mi madre, pero aun quería guardar el secreto, así que no llegaba a nada.

Algunas veces sentía que me habían engañado, me habían dicho que este era uno de mis deberes más importantes, pero no me habían preparado para ello, solo qué debía ser, qué debía suceder. Fue complicado dormir aquella noche, en especial por el peso extra y las incomodidades que traía en consecuencia, pero al final, logré dormir. Poco después del desayuno y casi a medio día, la médica vino a darme un vistazo, pues me dijo:

-no tengo nada más que hacer, milady -y yo guardé silencio mientras ella palpaba, entonces miré en derredor, solo estaba Akane, y con un movimiento de mano la despedí.

-dígame, ¿Cómo es normal cuidar a un bebé? -le pregunté, con cierta vergüenza en mi interior - ¿es realmente bueno que viva en otra habitación? -la mujer me miró con curiosidad.

-es normal para la gente de su estatus asignarle el bebé a una niñera y que una nodriza venga a alimentarle… ¿usted no quiere eso?

-no estoy segura… de querer alejarme tanto…

-entonces no lo haga -su respuesta fue muy rápida y sencilla -mantenga a la criatura con usted, es saludable.

Luego de irse comencé a imaginar el panorama. Mi habitación era demasiado grande, estaba segura de que no habría algún problema con tener a una personita extra. Sí, definitivamente eso estaría bien para mí, después de todo, es una de las cosas más importantes que me quedan de ella. De modo que no me importó que ya se hubiera dispuesto de una habitación, pedí que colocaran en mi habitación las cosas que necesitaría la criatura. Al día siguiente, cuando llegué para el aseo de la noche, ya estaba colocada una pequeña cama y algunos utensilios a su alrededor. Por primera vez me acerqué a aquellos objetos e incluso los toqué con las puntas de los dedos, ahora se hacía más real, más tangible… tal vez todo este tiempo, a pesar de los cambios físicos y a pesar de las revisiones periódicas, la situación no se sentía demasiado seria como hasta ahora… suspiré y me senté en mi cama. ¿Qué diría Natsuki de todo esto? Por más que traté de pensar, no supe qué imaginar.

-en unos minutos estará listo todo milady -dijo Akane, entrando y saliendo de la habitación al cuarto de aseo.

-está bien Akane, no hay prisa.

Y si bien, aquella noche todo fue tranquilo e igual a como habían sido los últimos meses, al día siguiente las cosas comenzaron a cambiar, poco después de levantarme de la cama sentí una ligera molestia, un dolor tenuemente diferente al que no presté atención hasta bien entrada la noche, cuando al acostarme y tomar una posición que siempre me ayudaba con el peso, el dolor continuaba. La médica decía que era normal sentir dolor por el peso, pero esto era ya demasiado. Sin embargo, me dije, sopórtalo, no eres la única que estará pasando por esto. Aunque por supuesto no pude dormir. Cuando me revisó la mujer a la mañana siguiente su opinión era la misma.

-todo se ve muy bien, son solo los nervios milady.

Pero los dichosos nervios comenzaban a doler más, tanto que ya no me dejaban estar sentada, necesitaba moverme. Haruka, después de escuchar la conversación entre la anciana y yo, no quiso despegarse de mí, se veía preocupada, por no decir atormentada. Soportó con estoicismo por varias horas, hasta que, harta de verme deambular, llamó a la anciana mujer, esta última, tomándose las cosas con calma, decidió hacer una revisión más profunda. Para aquella revisión subí trabajosamente hasta mi habitación, mis doncellas me desnudaron y la mujer miró lugares que nadie había visto antes.

-milady, tal parece que este alumbramiento será lento -entonces bajé la mirada con las cejas alzadas.

- ¿me está diciendo que ya…? -ella asintió antes de que yo pudiera terminar la frase.

-no hay de que preocuparse, todo está listo y no me moveré de su lado.

Y tampoco se movió Haruka al enterarse. Terminé vestida con una bata ligera, las doncellas cambiaron todas las sábanas y colocaron mantas sobre mantas bajo de ellas, para absorber. Al ver los preparativos comencé a sentirme nerviosa, pero la anciana mujer me tomó de la mano y me dijo que respirara, me explicó como pronto sentiría espasmos de dolor, y como esos espasmos se volverían cada vez más repetidos, pero debía escucharla, debía concentrarme solo en su voz, no debía escuchar a nadie más, aunque Haruka estuviera caminando como loca alrededor.

Ciertamente la mujer tenía experiencia y sabía lo que hacía, el alumbramiento fue largo, doloroso, pero seguí todas las instrucciones de la mujer y al final, aunque hubo dolor, no hubo ningún contratiempo y la criatura nació en alguna hora de la madrugada. En todas esas horas mi habitación fue un caos, las doncellas iban y venían, traían agua, telas, cobijas, más tela, más agua. Pero al final, las doncellas se hicieron cargo de todo el desorden, no quedó ni una gota de a sangre o agua, la habitación regresó a su normalidad, pero con una criatura durmiendo a mi costado.

Las doncellas que la habían limpiado y bañado no habían dicho nada, había llorado un poco y luego se tranquilizó, durmiéndose. Para cuando llegó a mí, era una criatura linda, suave, perfumada y tranquila, pero la curiosidad bullía en mi interior ¿De qué color serian sus ojos? Tuve que esperar algunas horas hasta que despertó para poder ver sus ojos, pero la luz era demasiado tenue aún y sus ojos se notaban oscuros, no fue hasta casi el medio día cuando volvió a pedir de comer y es cuando al fin, con toda la luz disponible, aprecié, al igual que Haruka y algunas doncellas, los ojos verdes de la criatura. Lo sabía.

-sabes -dijo Haruka -no puedo creer que de verdad puedo notar rasgos tuyos en esa pequeña cara.

- ¿te lo parece? -le respondí, en cierto modo incrédula, sus ojos verdes opacaban cualquier rasgo para mí.

-claro, es como una versión de ti, solo un poco diferente -no pude evitar reír -pero con esos ojos es también como mirar a otra persona.

-es otra persona.

- hmmm… ¿ya pensaste en un nombre? -me quedé en silencio.

-no…

Era un tema delicado… ¿Cómo podía solo yo darle un nombre? Natsuki debía opinar, pero Natsuki… Natsuki no había regresado y no había noticias. Sir Sakomizu se había marchado hace ya un largo tiempo y cada vez estaba más cerca de cumplirse el año de su desaparición ¿Debía ya darme por vencida? ¿debía resignarme? ¿debía aceptar que ya no volvería? Tomé a la criatura en mis brazos y acerqué mi nariz a su cabello.

-por ahora no quiero hablar de eso Haruka -pude notar como quería decir algo, pero se mordió la lengua para evitar decirlo.

Era necesario un nombre, era necesario para poder darle una identidad, pero aún no estaba lista. Pronto me encontré luchando contra mí misma, una vez más, no sabiendo si rendirme o seguir con una esperanza, entonces la miraba, miraba esos ojos verdes, casi idénticos a los de Natsuki, y cuando no había nadie cerca le susurraba cosas, le susurraba mis secretos.

-yo sé que me comprendes, eres parte de mi… haz sentido lo que yo he sentido, sé que no me culparas por las decisiones que vaya a tomar… pero, a decir verdad, aún quiero pensar que en algún sitio ella está viva, mirando el cielo, el horizonte, la luz del sol con esos ojos verdes y talvez piensa en mí…

Entonces, cuando dejé de hablar con mi bebé y subí la mirada, contemplé, como si de una visión se tratara, un espejismo o un sueño, a Natsuki frente a mí. Portaba la misma armadura que se había llevado, sin su casco. Su cabello estaba un poco más largo, sus ojos estaban un poco más endurecidos, entornados, sus cejas tensas, pero el color en el iris era el mismo que recordaba. Abrí la boca sin poder evitarlo, llamándola. Me levanté rápidamente en un impulso, llegué a pensar que si no me acercaba rápidamente ella desaparecería, pero me puse en pie y, sin embargo, ella continuó ahí, mirando lo que tenía en los brazos.

-Shizuru… regresé… -dijo ella al fin, había pasado tanto tiempo desde que había escuchado su voz… escucharla me hacía pensar que esto era real, pero aún quería asegurarme, necesitaba estar segura -es… ¿es mi…?

-sí… el hechizo del anillo se cumplió, es nuestro -extendí mi mano a la suya, rápidamente se arrancó el guantelete que cubría su mano y sostuvo la mía, entonces cada quien sintió la calidez del tacto de la otra. Cuando por fin la toqué pude sentir que era real, que en verdad era ella -tienes que mirarla bien… -entonces Natsuki se aproximó más, dos pares de ojos verdes por fin se encontraron.

-se parece tanto a ti -dijo ella con esa sonrisa en los labios que tanto había extrañado, pero de pronto surgió en mi cabeza un torrencial de dudas ¿Cómo había llegado? ¿Por qué nadie me informó? Muchos "qué" y muchos "cómo" había en mi mente.

-Natsuki… -le dije llamándola, mirando sus ojos insistentemente - ¿Qué es lo que pasó?