Capítulo 22.
Estábamos en la terraza donde varias veces solíamos pasar las mañanas tomando el aire y el sol del medio día. Haruka había ido a buscar un libro para leer mientras pasábamos la mañana, así que había un sillón vacío en el que Natsuki se sentó y como pudo se fue quitando algunas partes de la armadura hasta sacar un papel manchado de sangre, al extendérmelo supe que era mi carta.
-pasaron muchas cosas, pero volví y ahora… bueno… te lo contaré todo en orden -me dijo con una sonrisa. Al verla parecía como si hubiera pasado un buen viaje o una aventura divertida, tenía una sonrisa jovial, pero cuando comenzó justo en lo último que se sabía de ella y que había sido llevada en un barco con una espada atravesándola, no podía imaginar qué de sensacional o divertido era ello, por suerte para ella y mis nervios, comparado con el resto de la historia, fue un periodo incomodo muy breve -al llegar con la Reina de ahí, creyeron que yo era de su familia y me dieron una opción, tomar una poción… con esa poción yo… tuve que jurar lealtad, Shizuru… y fui fiel hasta el día de hoy, debo agradecerle a Sir Kanzaki, Sir Yuuichi y Sir Takeda… no les agradecí apropiadamente y corrí inmediatamente hasta aquí, ellos lograron deshacer lo que hizo la poción -yo me mantuve en silencio y con las cejas alzadas, escuchando las razones de aquellas personas -sin embargo, mientras la poción tuvo efecto… yo fui uno más de sus filas… obedecí a la Reina y organicé, después de la fatídica e imprevista muerte del general, organicé el ejército para venir a conquistar el reino…
Yo la escuchaba impresionada, incrédula y a la vez imaginando todo en mi mente, parecía irreal lo que decía al verla tan normal como siempre, ahí frente a mí. Por supuesto, hubo muchísimos detalles que me parecía que solo a mí me contaría, como, por ejemplo, que allá aprendió muchos nuevos hechizos, ya que la familia real de aquel país poseía grandes conocimientos de hechicería, después de todo, por eso es que había sobrevivido.
- ¿y estás segura? -le pregunté, con cierta angustia.
- ¿de qué cosa?
- ¿de que no eres de su familia? A decir verdad, no conozco a nadie más que tú que pueda realizar hechizos o que tenga un objeto verdaderamente mágico -ella se quedó pensando unos momentos, muy seriamente.
-me parece absurdo, porque sinceramente, no nos parecíamos en nada -yo solo atiné a suspirar.
-bueno… lo único que importa es que tú no eres como ella -le dije, ella sonrió tenuemente y asintió.
-no… o quien sabe, yo solo quería regresar contigo… le era fiel, pero también, siempre pensaba en que quería volver a verte Shizuru…
Jamás lo hubiera imaginado antes, pero fue muy sincera al hablarme de la desesperación que sufrió mientras estaba sirviendo en aquel reino, y también lo muy feliz que fue cuando finalmente logró que el ejército navegara hasta el Reino Este, entonces miré la carta manchada de sangre que aún tenía en mi mano. Contaba las cosas de forma simpática, pero no creo en absoluto que las cosas fueran tan apacibles, sin embargo, la situación que ella me platicaba y que en mi mente se dibujaba, fue hecha a un lado al darme cuenta de algo.
-espera ¿el ejército del Reino Oeste está aquí? ¿ha invadido? -ella miró a un lado y luego regresó a verme a los ojos.
-sí, la capital fue tomada, con mi ayuda hubo pocas bajas porque conozco las operaciones internas, al principio, a pesar de mi lealtad hacia Zhang, quería mediar entre ambos países, conseguir algún tratado, pero Zhang hizo algo que yo no esperaba… -ella se quedó pensativa por unos segundos -asesinó a la Reina frente a la multitud, me gustaría decir que pude haberlo evitado, pero Sir Kanzaki, Sir Takeda y Sir Yuuichi me liberaban de los efectos de la poción mientras Zhang tomaba a la Reina, para cuando llegué, Zhang ya tenía a la Reina con una daga al cuello, dando un discurso, es lógico pensar que la tomaría de rehén para que todos cooperaran, pero la apuñaló y arrojó su cuerpo frente a mí… frente a todos los reunidos ahí y no pude hacer nada en ese momento -su expresión era de verdadera perplejidad, pero extrañamente no había aflicción -así que lo que pensé en ese momento, es que si Zhang se quedaba reinando aquí, no habría fin jamás, habría guerra aquí, allá, nos llevaría al norte… así que… de pronto todo fue muy nítido, muy fácil y a mi alcance… tomé la espada y la maté en ese momento, entonces me autoproclamé emperatriz… Shizuru, he tomado este Reino y el Reino Oeste también me pertenece por la supuesta línea de sangre… ahora, todo está dispuesto para vivir con seguridad.
No pude contestar inmediatamente, la noticia de que la Reina había muerto era demasiado impactante, pero era todavía más extraño e irreal que Natsuki hubiera tomado el poder de dos reinos en sus manos, no estuve ahí para ver las cosas así que parecía imposible lo que decía, y al mismo tiempo, la voz con la que mencionaba las cosas no era la de alguien que bromeaba. Pensé en qué contestar a lo que ella mencionaba y antes de llegar a una respuesta, ella tomó mi mano y besó el dorso mientras me veía a los ojos, denoté entonces la ambición en su mirada, una ambición que no se había manifestado antes y me pregunté si realmente aquella poción que bebió no había dejado ningún efecto, si de verdad esta ambición que se atisbaba era algo que ya poseía Natsuki y yo no lo había notado antes. Por ahora no podía saberlo, por ahora Natsuki estaba ahí, con esa sonrisa y esos ojos que yo ya quería. Suspiré y tomé sus manos.
-si piensas tomar el Reino Oeste, será mucho trabajo, tendrás que ir y venir de aquí…
-pero tú podrás venir conmigo, ya no hay nada que me detenga Shizuru, ya nadie puede darnos ordenes…
-oye, encontré una serie de libros muy interesantes en… -en ese momento Haruka se manifestó, inmediatamente se sus ojos dieron con el rostro de Natsuki y luego su mirada corrió hacia nuestras manos tomadas, entonces el libro que sostenía cayó de sus manos y sus ojos casi saltaron de su rostro -pero ¿¡qué está pasando aquí!? -pronto se llevó las manos a las mejillas.
-Haruka -momentáneamente solo me quedé viéndola, observando su reacción con una risa muda, me recompuse y luego miré a Natsuki que tenía una sonrisa torcida -Natsuki acaba de regresar -Haruka pocas veces no tenía nada que decir, pero en esta ocasión se quedó en silencio, luego buscó donde sentarse y volvió a quedarse de pie, pues solo había dos sillones.
-está sorprendida, pero no parece el tipo de sorpresa que yo hubiera esperado -dijo Natsuki.
-le he contado todo, solo a ella -entonces asintió.
-entonces ¿Por qué tan sorprendida, Haruka? -ahora parecía burlarse.
-Shizuru… -dijo sin quitarle la vista de encima -ahora lo entiendo todo -cerró los ojos dramáticamente -es demasiado hermosa como para ser ignorada… pero eso no es todo, ¿Cómo demonios llegó hasta aquí sin que nadie nos avisara? -yo también me pregunté eso y volví a mirarla.
-tendrás que vivir con esa pregunta por siempre -respondió Natsuki con una sonrisa -ahora… necesito quitarme esto y asearme, cuando termine me uniré a ustedes.
Al terminar se levantó y el sillón que la soportaba por fin pudo descansar del peso de la armadura, siendo ocupado, una vez más, por Haruka. En cuanto desapareció por la puerta, Haruka comenzó a preguntarme todo a la vez ¿Cómo regresó? ¿en qué momento? ¿Qué había dicho de la criatura? ¿Qué le había pasado? ¿Por qué no volvía? Traté de contener sus preguntas y le conté la misma historia que Natsuki me contó a mí, por supuesto, la muerte de la joven Reina la impactó, pero le impactó más saber que ahora Natsuki era la gobernante de este Reino y pronto del Reino Oeste.
-entonces un imperio… -yo asentí en silencio, repasando la apresurada información que, por ahora, tenía, necesitaba hablar más con ella - ¿y cómo se va a llamar? -Haruka tenía una obsesión por los nombres.
Haruka y yo hablamos de algunas cosas más, pero en mi mente me estaba replanteando las cosas ¿de verdad Natsuki tomaría el Reino Oeste? ¿de verdad lograría unificar ambos reinos que estaban separados por un mar? ¿Cuánto de su tiempo tendría que sacrificar? Eso era mucho más trabajo que solo cuidar y mantener unas tierras.
Más tarde, Natsuki regresó sin armadura y completamente aseada. Seguramente todas las doncellas ya sabrían la noticia y se esparciría por toda la ciudadela, de modo que Mai estaría intentando hacer una visita en cuanto pudiera. Pronto habría mucho alboroto, todo volvería a cambiar, pero ahora me parece que los cambios serian mucho más grandes de lo que alguna vez imaginé. No es que estuviera viendo las cosas de forma negativa, sino que todos esos cambios implicarían una impresionante cantidad de trabajo y energía.
- ¿puedes contarnos cómo es el Reino Oeste? -preguntó Haruka, una vez que se unió a nosotras en el almuerzo.
Por supuesto que Natsuki nos contó todo sobre el Reino Oeste, el palacio, la ciudad en la que había estado, el cuartel y el puerto… entonces recordé aquello que había dicho Sir Sakomizu sobre los puertos cerrados, de manera que se lo comenté, que había enviado a investigar por ella y que aún seguían allá fuera, investigando.
-nunca supe que los puertos estuvieran cerrados -respondió con cierta perplejidad -a decir verdad, nunca salí de aquella ciudad, en los primeros meses solo iba y venía del palacio hacia el cuartel, cuando me nombraron general del ejército estaba muy ocupada como para visitar la ciudad, así que fui muy pocas veces, y de los puertos solo me importaba la cantidad de barcos útiles y en buen estado, nunca me involucré con el comercio, pero pensando en esto… pudo haber sido una medida que tomó Zhang, no tengo idea con qué propósito -de verdad lucia sincera, además de que Natsuki, ni siquiera en este reino, se ha involucrado en los asuntos comerciales del reino, solo del ejército.
-cuando regrese al Reino Oeste investigaré sobre eso, talvez el general que murió sabia, o quizá no, pero es obvio que encontraré respuestas.
Por la noche, después de asearme de un largo y caluroso día, por primera vez dejé que la criatura durmiera en su habitación ya antes dispuesta, con dos niñeras que no le despegarían los ojos de encima, ya que Natsuki me estaría esperando en nuestro dormitorio compartido. Antes de entrar me sentí nerviosa, como no me había sentido en muchos meses, miré el pomo de la puerta y mi corazón se agitó ¿Qué pasaría cuando entrara? Tenía mis reservas y ansiedades, pero no lo descubriría si no lo hacía, así que giré el pomo y entré, hallándola sentada en el filo de la cama, con los pies desnudos sobre el tapete, vistiendo un camisón de tela blanca, casi nada transparente.
-he estado esperándote… -me dijo nada más entrar. No se levantó de su lugar, pero me extendió la mano. Di unos pasos, toqué sus dedos, sentí la piel de la palma de su mano con la mía, y luego, cuando nos aproximamos más, su otra mano la deslizó por mi cintura, recorrió mis costados y mi espalda, después pegó su frente a mi abdomen -no sabes lo que significa que me hayas esperado… -toqué su cabeza, sus cabellos oscuros, sus hombros por sobre la tela… y me llegó su fragancia a la nariz… la fragancia de su piel y el agua perfumada que usaban para asearla…
-no quería resignarme a haber perdido algo que nunca creí que encontraría… siendo sincera, Natsuki… creo que has tomado mi corazón y te lo llevaste hasta el día de hoy…
-no tendremos por que volver a separarnos… te aseguro que no habrá nadie que lo consiga Shizuru, nadie.
Sus palabras se escuchaban románticas, pero con un trasfondo peligroso, quizá fuera determinación lo que escuchaba, determinación a quedarse conmigo, a luchar por aquello que teníamos, a no dejarse vencer y siempre regresar. Suspiré y apreté sus hombros. Me senté en la cama con ella y la abracé tanto como ella conmigo, sentí su calor, su aroma, el ritmo de su respiración, e incluso sentí los latidos de su corazón. Esto está bien, me dije, esto se siente bien, después de tanto tiempo creo que lo necesitaba. Al fin paz, al fin tranquilidad.
Hasta hoy, no sabía que quería tanto esto hasta que lo volvía a tener, hasta que volvía a sostenerla en mis brazos. Mi corazón comenzó a latir fuertemente, emocionado, ¿Cómo era posible? ¿Cómo, si solo era un abrazo? Cerré los ojos y suspiré. Muchas veces estuve en esta cama sola, rememorando situaciones parecidas, pero después de hoy ya no más. Estuve mucho tiempo aquí sola, pensé, y luego un pensamiento extraño susurro en mi mente… ¿ella… habrá estado con alguien más? Abrí los ojos y fruncí las cejas, en ese momento tuve ganas de preguntar si alguna vez, en todos esos meses, ella estuvo o pensó en estar con alguien más, o si al menos compartió confidencias con otra persona, si se volvió tan fiel a Zhang que… que tonterías, me dije, me ha estado diciendo lo mucho que quería regresar, me dio la carta que yo le mandé, la carta que guardó durante meses solo por ser mi carta. No había que pensar en más.
-Shizuru… hay tanto de que hablar que no sé qué preguntar primero -entonces yo comencé a reírme y me despegué un poco de ella.
- ¿de qué quieres hablar? -entonces, tanto ella como yo nos recostamos de lado, colocándonos cómodamente en las almohadas.
- ¿Qué ocurrió después de que me llevarón? ¿Qué hiciste? -sus ojos, con la tenue luz del hogar, parecían haberse vuelto más oscuros.
-bueno… después de la carta pasaron semanas hasta que llegó Sir Kanzaki con tu yelmo y me lo contó todo, obviamente no era un secreto, así que toda la ciudadela se enteró, Mai, la modista, vino en muchas ocasiones a darme apoyo, pero en cuanto se supo del embarazo, bueno… hubo opiniones variadas, estoy segura de que Sir Kanzaki no quiere ni verme porque piensa que te he sido infiel.
-ese estúpido patán… -claramente le molestó, pero no iba a negar ni omitir lo que claramente percibía.
-a Sir Kanzaki le pedí muchas veces que te buscara, pero después de la noticia, no estoy segura de si realmente me hizo caso -pronto ella se quedó en silencio, pensando -pero ya no tiene importancia, estas aquí.
-por supuesto -me dijo con tono jovial, cambiando por completo su expresión - ¿Cómo fue cuando te enteraste? ¿Cuándo vino Haruka?
Si yo quería saber todo lo que le había ocurrido a ella, ella también quería saber todo lo que yo había vivido, a pesar de que no fuera importante, destacable o fuera de lo común. Muchas de sus preguntas eran sobre la administración de la ciudadela, otras sobre las reformas, pero en los que ahondaba más era sobre el embarazo, así que por supuesto le conté todo y como Haruka estaba obsesionada con un nombre.
-pude haberle dado un nombre, pero quería esperar un poco más y tuve razón… podemos decidirlo juntas -ella alzó las cejas.
-en cierta forma, me siento un poco… asombrada de que ahora tenemos algo tan… tangible entre las dos… lo que quiero decir es… -comenzó a reír un poco -no tengo idea ¿te gusta el nombre de tu madre?
-no es especialmente bonito ninguno de los nombres de mi familia ni de nadie que conozca.
-entiendo… tiene que ser diferente, ser especial… esa criatura un día tendrá mucho poder en sus manos… -entonces ahí estaba esa ambición en su mirada, ambición mezclada con… ¿satisfacción?
-bueno… es cierto, si todo sale bien… no solo heredará las tierras de nuestras familias… -y eso me parecía un poco avasallante.
-pensándolo… si mi madre no me hubiera dado el anillo, no habría sido esto posible…
- ¿quieres ponerle el nombre de tu madre? -ella lo pensó un poco.
-creo que no está tan mal -entonces evoqué una imagen sobre la cara de la criatura con el nombre, me imaginé llamándola de ese modo.
-creo que le sienta bien -ella sonrió ampliamente -solo si estás de acuerdo.
-estoy de acuerdo -sonreí en consecuencia al ver sus ojos achicarse por la sonrisa. Haruka tenía razón, Natsuki era tan guapa que seguramente sería imposible no enamorarse de una mujer así, pero mirándola bien, mirándola ahora con detenimiento, la mujer frente a mí había cambiado, su rostro se había vuelto más afilado, más maduro, quizá fuera por la linera de su mandíbula, era como si Natsuki hubiera crecido y afinado algunos detalles, detalles atractivos…
-dime… ¿no hubo nadie ahí que tratara de seducirte? -le dije, con cierta vergüenza que intenté ocultar.
- ¿Qué? ¿seducirme? -pareció tomarlo como una broma, luego lo pensó por unos instantes -pues no, no recuerdo nada parecido -la expresión con la que lo dijo parecía sincera -de todos modos, no te preocupes, jamás me habría involucrado con esa gente -la última frase parecía despectiva.
- ¿esa gente? ¿son personas sin atractivo? -ella negó.
-son inferiores Shizuru -lo que dijo era un poco más impactante.
- ¿inferiores? Es un reino que tú dirigirás.
-uno puede dirigir asnos o corceles, pero quien dirige, no es, claramente un asno… no te preocupes de la gente, de esa gente, yo sé cómo tratar a esas personas -me pregunté entonces si veía a las personas del Reino Oeste como asnos y a las personas del Reino Este como corceles, pero más importante ¿Cómo se veía ella?
-si ellos son asnos, ¿tú que eres?
-el lobo que les muerde las patas para obligarlos a correr.
-una analogía interesante… ¿y yo? ¿Qué se supone que soy? -ella estaba divirtiéndose con la conversación, pero al preguntar eso enseguida volvió a verme, ya sin la sonrisa.
-tú eres lo más precioso que existe, jamás te compares con un asno o un caballo, ni un lobo, si hay algo hermoso y divino en el mundo, eso eres tú… pude sobrevivir porque te tengo a ti, todos estamos solos en este mundo, pero yo te tengo a ti, y tú me tienes a mí, cada parte de mí… nunca desconfíes de esa verdad, cuando iba en ese barco lo único que quería era volver… tú eres todo lo que quiero, me hubiera gustado poder matar a Zhang antes, así habría vuelto antes y tú… yo habría estado aquí para ti, en el lugar de Haruka… -entonces entendí, solo un poco, los sentimientos que tenía.
-Haruka es solo mi amiga, pero tú eres tú… ya lo único que importa es justo este momento, justo ahora que estás conmigo… -entonces encontré esa mirada en su rostro, una mirada seria, fija en mis labios, tan fija en mi como la mía en sus ojos.
-si no estas muy cansada yo… -nos miramos con la tensión aumentando a nuestro alrededor.
- ¿tú qué? -le dije, deslizando los ojos por su nariz, luego sus labios, después su cuello y, por último, el escote de su camisón…
-quiero tocarte… -por debajo de las mantas sentí su mano tocar las puntas de mis dedos, luego el dorso, el antebrazo, deslizando su mano suave y lentamente -pero solo tocarte…
- ¿solo tocarme?
-sí… debes recuperarte del alumbramiento -decía las cosas muy seriamente.
-ya estoy mucho mejor de eso -contesté, pero parecía que estaba pensando demasiado en algo.
-cuando sea apropiado Shizuru, por mientras… tú me puedes hacer todo lo que quieras -no era una mala oferta después de todo.
-quítate ese horrendo camisón…
Después de aquello, el camisón voló lejos de la cama y pude apreciar su cuerpo, no había muchos cambios, estaba menos tonificada, pero seguía mirándose atlética y sin rastro de alguna cicatriz… miré de cerca su pecho, era como si nada hubiera atravesado su cuerpo, como si esa espada jamás hubiera existido. Me alegró, pero, por otra parte, brotaron en mí algunas inseguridades, no sabía si mi cuerpo había cambiado mucho o poco, la médica decía que mi recuperación era asombrosa, que apenas había cambios, pero aun así tenía mis temores, así que mi camisón se quedó en el mismo sitio mientras sentía su mano deslizarse por mi costado hasta llegar a mi cadera y luego a mi muslo, tomándolo con toda su mano y jalándolo hasta ponerlo sobre su cuerpo, estrechando aún más la distancia, colocando una de sus piernas entre las mías y asiéndome a sus brazos. Tal como decía, solo quería tocarme, acercarme a su cuerpo. La lujuria se extinguió en mi mente y con mis propios brazos rodeé su cuerpo. Una vez más, volvía a sorprenderme, yo estaba pensando en otro tipo de cosas y ella solo quería la cercanía. Pero estaba bien, quizás era lo que realmente necesitábamos, quizá solo eso.
A la mañana siguiente yo desperté primero encontrando aún a Natsuki entre mis brazos. Tuve que deslizarme suavemente para poder levantarme, entontes encontré ese horrendo y nada transparente camisón, lo levanté del suelo y me senté a un lado, mirando las pestañas oscurecidas, mirando la piel suave de su rostro, un rostro hecho para ser atractivo y encantador, me atreví a pasarle los dedos por las mejillas y ella despertó, sus ojos, enmarcados por sus pestañas, parecían brillar en medio de estas. Le ofrecí su prenda y ella se la colocó, solo entonces llamamos por el desayuno, mismo que trajó noticias importantes.
-su señoría, le han mandado con urgencia esta carta -Natsuki suspiró y leyó antes de probar la comida, al terminar volvió a suspirar y miró la comida con una expresión neutra.
-gracias Rosalie, dile a las demás que preparen todo para marcharnos en cuanto antes, milady y la criatura también van, si no hay suficientes carruajes, consigan por lo menos carretas decentes para los baúles.
-si su señoría -yo escuché con curiosidad, esperando.
-Kanzaki pide que regrese, dice que los soldados de ambos reinos están inquietos… vendrás conmigo ¿verdad? -su expresión era tan suplicante en ese momento ¿Dónde estaba ese rostro regio que mostraba a la gente?
-por supuesto que iré contigo, pero… ¿Qué crees que digan de mí? ¿y mis padres?
-ahora soy la gobernante de todo el reino ¿Qué crees que me dirán?
-espero que te juren lealtad -le dije como una burla.
-también lo espero -pero su último comentario era serio.
Ya que Haruka se encontraba con nosotras en el desayuno, se enteró y por lo mismo nos acompañó en el viaje, era una suerte que el carruaje fuera suficientemente espacioso como para albergar a todas, incluidas a las niñeras, y también fue una suerte que Saeko se mantuviera tan calmada. Natsuki, inesperadamente, no viajó en caballo, sino con nosotras, dentro del carruaje, luciendo tranquila y accesible, en su mayoría mirando por la ventana y comentando los detalles sobre las nuevas remodelaciones hechas, ninguna de las dos las había usado apropiadamente después de implementarlas, excepto Haruka, que no dejaba de alabar lo bien hechos que estaban los caminos. Ciertamente tenía razón, no había turbulencias en el viaje, parecía que el carruaje simplemente se deslizaba, aunque bien sabía que no era así. Para nuestra suerte, y gracias a esas remodelaciones, el viaje se acorto aún más, aunque de todas formas fueron casi dos días de viaje.
Al llegar a la capital, de pronto tuve mis dudas, ¿iríamos a nuestra casa? ¿o iríamos al palacio? Iba a preguntar cuando un guardia se acercó y por la ventana preguntó lo mismo.
-iremos al palacio, tengo asuntos urgentes -de momento me sentí incomoda, iría al palacio de una familiar que había sido asesinada ¿vería su sangre? ¿la gente nos recibiría? ¿sería una buena o desagradable recepción? Se sentía como llegar a ocupar un lugar que no me correspondía.
El guardia se alejó con su orden y en ningún momento el carruaje se detuvo en su tránsito hasta el palacio, no quise mirar por las ventanas, pero Natsuki si mantuvo la suya abierta, todo lucia tranquilo ahí afuera, no parecía escucharse algún alboroto, todo fue tranquilo hasta llegar al palacio y bajar del carruaje, entonces salió Sir Kanzaki a recibirnos, en el momento en que me vio noté una pequeñísima expresión en sus ojos que controló magistralmente, no así cuando miró a la niña en brazos de una niñera, sus ojos casi brotan de sus cuencas.
-ya llegué, cuéntame las novedades Kanzaki -le dijo Natsuki en un tono bastante frío -y espero que todo esté arreglado ahí adentro -señalo el interior del palacio.
-tuvimos tiempo para dejarlo todo impecable su señoría… ah, eh, ¿ahora es majestad? ¿Cómo…?
- ¿Por qué dudas Kanzaki? Siempre he sido superior a ti, no dudes ahora solo porque te habían nombrado general, ni siquiera tienes tierras propias, ubícate en tu realidad -aquellas palabras fueron deliberadamente dichas para hacer daño y parecieron afectarlo, se mostró desubicado en un inicio y luego frunció el ceño.
-dado que no es una reina, sino que se ha proclamado emperatriz, creo que una forma adecuada de dirigirse seria: su majestad imperial, ¿no lo creen? -dijo Haruka, en medio de la tensión.
-me parece adecuado -respondió Natsuki - ¿se han despejado sus dudas, Kanzaki?
-por supuesto, su majestad imperial -su tono era aparentemente neutro, pero yo noté que estaba afectado.
-eso es -le dio unas palmadas en el hombro y comenzó a caminar -ahora explica lo de la carta.
Por supuesto que llegué a pensar que Natsuki reprendería un poco a Sir Kanzaki, pero sus palabras eran brutales y crueles, era obvio que se necesitaba marcarle una línea, pero no había necesidad de caer en lo cruel, me sentí incomoda e incluso apenada por Sir Kanzaki, ¿lo merecía? Talvez, pero no con tanta rudeza. Miré a Haruka, quien miraba entretenida a las doncellas, mismas que estaban desorientadas, por supuesto, al igual que yo, habían llegado a un ambiente que desconocían y no podían desplazarse con soltura. Suspiré y me adelanté, caminando tras Natsuki y Sir Kanzaki, ellos hablaban de los hombres del Reino Oeste que estaban aquí, había inconformidad entre ambos ejércitos y Sir Kanzaki temía que estallara alguna pelea, sin embargo, Natsuki escuchaba con una expresión de fastidio.
-iré ahora mismo a hablar con nuestros hombres -entonces me miró - ¿ya tienes todo listo para Shizuru y mi hija? -el cuerpo de Sir Kanzaki se tensó, miró momentáneamente al suelo, me miró a mí, y luego contestó.
-por supuesto… se han tomado los protocolos de una nueva coronación y, las habitaciones que ocupaba antes su majestad… han sido aseadas y despejadas, incluso podrán cambiar la decoración o los muebles.
-sí así nos parece, así será Kanzaki -Natsuki parecía especialmente cruel ese día con Sir Kanzaki, ni siquiera usaba su título de caballero -Shizuru, si quieres venir conmigo puedes hacerlo, me encantaría tu presencia -me dijo con una voz sedosa que contrastaba diametralmente con la usada con Sir Kanzaki.
-por supuesto -le dije, sin saber que es a lo qué iría.
-Kanzaki, lleva a mis doncellas a las habitaciones asignadas -pronto se acercó a la niñera que cargaba a la niña, la tomó en brazos y se acercó tanto a ella que parecía que le decía algo a la criatura, algo que nadie escuchó bien o entendió, pero comprendí que estaba colocándole un hechizo, le estaba dando una protección porque la dejaría sola, al terminar, la devolvió a los brazos de la niñera y se giró con un rostro complacido -vamos.
Con esa acción daba a entender que no quería a Sir Kanzaki cerca, por el contrario, en el camino mandó a traer a Sir Yuuichi o a Sir Takeda, siendo este último el que llegó y fue él quien nos acompañó hasta el cuartel, ahí en seguida fuimos rodeadas por los hombres, había múltiples quejas, muchos estaban en desacuerdo con lo que había decretado Natsuki, no querían unirse al ejército, no querían un imperio, no querían ser amigos de sus anteriores enemigos. Natsuki escuchó tranquilamente las múltiples quejas de varios voceros, escuchó tranquila hasta cuando se repitieron en sus quejas, entonces levantó una mano, que indicaba que quería hablar.
-no sé qué tanto se sabe, pero yo siempre he sido leal a este Reino, a todos ustedes, he peleado a su lado y puedo entenderlos…
-no dudamos de eso, el general nos ha explicado que la habían embrujado, ya todos lo sabemos, pero no queremos unirnos a…
-si esa es su queja, lárguense -contestó ella, muy tajante -pero al primero que ponga un pie fuera de este cuartel lo mataré -se hizo un silencio pesado -tienen dos opciones, confiar en mí y o luchar contra mí, y no tengo miedo de pelear, traigo mi espada, así que arreglemos cualquier inconformidad ahora mismo, esto es un ejército y yo soy su comandante supremo, yo doy las órdenes y ustedes obedecen lo que yo diga, si no se cumplen las ordenes, no sirve de nada un ejército.
-yo no quiero unirme ¡esos bastardos mataron a mi hermano! -grito uno mientras desenvainaba su espada. Comencé a sentir el corazón agitado, era miedo, ¿Qué estaba haciendo yo ahí? Pero, luego de desenvainar su espada, Natsuki se acercó a mi oído, dijo palabras extrañas, en un tono muy bajo, después caminó hacia aquel que había sacado la espada y buscaba enfrentarla. No tenía duda, me había colocado un hechizo, uno que me mantendría a salvo.
- ¿estás seguro de esto? -dijo por última vez Natsuki, sosteniendo su espada frente a él.
-sin duda -respondió al tiempo que se lanzó con la espada, lamentablemente, Natsuki dejó caer su espada en diagonal por su cuerpo, desde el hombro hasta casi salir por la cadera opuesta, como si hubiera sido pan partió al hombre. Primero cayó su espada, luego azotó el cuerpo y la sangre comenzó a hacer un charco a su alrededor.
- ¿Quién es el siguiente? -por increíble que parezca, no vomite después de ver aquello, me quedé muda, mientras dos hombres envolvieron el cuerpo y se llevaron al hombre muerto, e inmediatamente, dos hombres se pararon frente a Natsuki - ¿dos juntos? ¿creen que así podrán? -los hombres no contestaron, pero desenfundaron. En consecuencia, le cortó la pierna a uno y al otro lo partido en dos en un corte horizontal, e inmediatamente enterró su espada en la garganta del primero.
Una vez más, otros hombres fueron a levantar a los cuerpos, envolviéndolos y retirándolos. Natsuki miro en derredor, buscando al siguiente, pero esta vez nadie se movía o decía algo. Todos ellos debían saber de lo que era capaz, quizá les confundiera su apariencia, porque hasta donde sé, Natsuki nunca se presentó frente a ellos sin armadura, pero todos en el reino sabían de lo que era capaz "el caballero del reino", y el que fuera mujer no cambiaba las cosas que había hecho, para confirmarlo, ahí mismo había cortado como mantequilla a tres hombres, sin esfuerzo o titubeo.
- ¿Quién más quiere enfrentarme? -pero esta vez nadie se movió -muy bien, si ya no hay más protestas, quiero escucharlos decir que serán fieles al mi imperio.
- ¡prometemos ser fieles al imperio! -gritaron tres veces, al terminar, Natsuki asintió, con una expresión neutra, luego pidió un trapo para limpiar su espada.
-ya que todo está claro, espero su máxima obediencia y que no haya problemas con el otro ejercito -finalmente enfundó su espada y regresó el trapo a quien se lo había extendido -señores, que tengan un excelente día.
- ¡sí, su majestad! -dijeron todos a la vez, luego alguien, solo uno de entre todos dijo - ¡sí, su majestad imperial! -y en consecuencia todos repitieron lo mismo. Natsuki no dijo palabra alguna, no agradeció ni hizo gestos, solo llamó a Sir Takeda, quien estaba en la multitud.
-desde hoy, todo este ejercito será una división de uno más grande, no se mezclarán con los del Oeste, así que, Sir Takeda, usted será el general de esta división -los ojos de Sir Takeda brillaron y casi se podía ver la felicidad irradiar de su rostro.
-es un honor tal reconocimiento y buscaré que, en cada momento, todos mis actos sean para beneficio de usted, su majestad imperial.
Desde ese día Sir Takeda se volvió el general de división, por lo que, después de ella, quien era la máxima autoridad, Sir Takeda se tendría que hacer cargo en su ausencia, tomar decisiones o hacer funcionar al ejército. Cuando hubo terminado el anuncio, sin demasiadas ceremonias, me llevó con ella, entonces, finalmente Sir Yuuichi y Sir Kanzaki se nos unieron en el camino de regreso al palacio.
-Kanzaki, que preparen el carruaje, iré ahora mismo al puerto -obviamente me ofreció acompañarla, pero yo ya no estaba muy segura de querer ir -bueno, debes estar cansada, hablaremos más tarde ¿bien?
-claro, además, debo mirar a la niña -parecía una excusa y era una excusa, pues ya sabía cómo planeaba solucionar los problemas con el ejército del Oeste que se mantenía en el puerto.
Más tarde, por la noche, cuando volvió y cenó conmigo, noté algunas manchas de sangre en sus ropas, entonces me contó que tuvo que encargarse de cuarenta y dos hombres que estaban en contra de ser parte de un nuevo imperio y estar bajo sus órdenes. Me contó que, aunque su anterior ayudante había mediado mucho en la situación, recordándoles que Natsuki pertenecía a la familia real y se le debía lealtad y obediencia, no fueron pocos los que resistieron, sin embargo, ninguno, aun sin que ella llevara armadura, pudo asestarle un corte, ni en su bello rostro ni en alguna parte de su cuerpo, solo lograron ensuciar sus ropas. Sir Yuuichi, que había acompañado a Natsuki al igual que Sir Kanzaki, se encargó de contar los detalles más sorprendentes de las batallas, parecía entusiasmado y sorprendido.
- ¡Aún no me puedo creer que esquivara ese golpe tan rápido! ¡Usted es invencible! -no sabía si Sir Yuuichi realmente estaba tan asombrado o buscaba adular a Natsuki por miedo o intenciones de conseguir algo, después de todo, había nombrado a Sir Takeda general de división, pero Natsuki solo asintió a sus palabras, con una tenue sonrisa.
Aquel día creó un solo ejército imperial que tenía dos generales de división, el segundo general aún no había sido nombrado, presumiéndose que era ella, pero lo más importante es que logró apaciguar a sus hombres por medio de la violencia, con puramente fuerza bruta, y estos se doblegaron a su poder. Quizás se dieron cuenta de que en verdad era inútil ir en contra de ella, aun si fueran todos, o quizá esa posibilidad no se les pasó por la cabeza y los restantes que no se opusieron le daban más prioridad al hecho de que pertenecía supuestamente a la familia real, y, por lo tanto, tenía derecho a comandarlos, junto con el hecho de que era sumamente capaz como dirigente y guerrera. Simplemente, una buena líder a la que seguir.
-a todo esto -dijo Haruka - ¿Cómo se va a llamar el imperio? -todos en el comedor se quedaron callados y miraron a Natsuki, a su vez, ella me miró a mí.
- ¿Cómo te gustaría que se llamara? -yo me quedé sorprendida.
-no lo he pensado, creí que tú lo dirías.
-sé que hay reinos en el norte -dijo Haruka, una vez más –pero no hay nadie más al sur que nosotros, ¿y si lo llama el imperio del sur?
-a veces lo más sencillo es lo más adecuado, además de muy práctico -dijo Sir Yuuichi.
-Haruka, hoy estas aportando grandes ideas al imperio, tu entusiasmo me complace.
-es que no tengo mucho que hacer -dijo ella, restándole importancia con una sonrisa.
Al terminar la cena y tomar nuestros respectivos aseos, nos reunimos en la habitación que era considerada para el matrimonio reinante, no la antigua habitación de la Reina, sino una más grande con habitaciones contiguas, similar a la que teníamos en nuestro castillo, me pregunté entonces sí de aquí había ideado la distribución de habitaciones que teníamos allá, aunque claramente, era una habitación con un estilo diferente, prefería la del castillo.
-Shizuru -me dijo poco después de que ella entrara, un poco más tarde que yo -ha sido un día bastante largo, creo que solo he aguantado tanto gracias a los hechizos de resistencia y fortaleza -para mí, ella lucia como si no tubiera ningún agotamiento, se veía fresca y radiante.
-luces bastante bien -ella sonrió - ¿no has sido muy cruel hoy con Sir Kanzaki? -su sonrisa se borró.
-ese asno tiene que conocer su lugar, lo molería a palos, pero lo necesitaré más adelante.
-basta ya, no necesitas decir esas cosas -ella frunció el ceño.
-en verdad lo mandaría a un calabozo si no me fuera a ser útil Shizuru, que no te quepa duda -una aseveración que me impactó.
-pero… ¿no sería eso demasiado? Siempre me pareció que había una amistad entre ustedes…
-él es mi vasallo, con los años se ha vuelto cercano a mí, en consecuencia, hemos desarrollado una sutil amistad, pero no cambia el hecho de que él está a mis órdenes.
Era triste de escucharlo, pero también lo comprendía demasiado bien, a veces se borraban los límites y las personas iban más a allá de lo que debían, y era nuestro deber volver a marcar esa línea, aunque para mi gusto, no de una forma tan contundente, pero quizás, solo quizás, esa era mi forma de hacer las cosas y Natsuki tuviera otra forma de hacer las suyas.
Al día siguiente, esa conclusión quedó más que asegurada. Por lo que supe de Haruka, en el día anterior se había esparcido la noticia de que Natsuki había regresado a la ciudad capital, y ahora que el anterior ejercito del Oeste ya no estaba en la ciudad, se había desatado una ola de inconformidad entre los habitantes. Muchos estaban inconformes con la nueva regente, no creían que fuera el verdadero caballero del reino, sino alguien falso, muchos otros, a pesar de saber que Natsuki había sido hechizada por la Reina del Oeste y por eso había cometido traición, no estaban dispuestos a perdonarla, y otros, simplemente no querían que el reino se fusionara en un imperio, no querían mezclarse con el enemigo. Toda esta marejada de habladurías terminó en una revuelta a mediodía, cuando Natsuki terminaba de pasar un tiempo con la niña y había llamado a Sir Kanzaki pidiéndole los planos del palacio. Ni bien se disponía a salir Sir Kanzaki con la petición, apareció un sudoroso Sir Yuuichi comunicando que a las puertas del palacio estaba una muchedumbre embravecida, envalentonada al ver que no había más soldados que los reprimieran. Natsuki solo suspiró y llamó a Rosalie para que le trajera su espada.
- ¿Qué es lo que piensas hacer? -le pregunté luego de que solicitara su espada, obviamente, recordando como había resuelto el conflicto del día anterior, pues me temí que hiciera lo mismo.
-son asnos Shizuru, y su imprudencia me molesta, seguramente no tengo que explicarte que no me importa deshacerme de los estorbos.
Estuve por protestar, pero Rosalie interrumpió, entrando en la habitación con la espada en las manos, Natsuki se levantó del asiento y dejó que la doncella le colocara la espada en la cintura. Esta vez no me pidió que la acompañara, simplemente salió con cierta expresión de fastidio y cansancio, mientras Sir Yuuichi y Sir Kanzaki la seguían. Yo por mi parte, me levanté y fui a una de las habitaciones que daban al frente del palacio, una de las que tenían balcones. Rosalie me siguió y junto conmigo observó a la muchedumbre. Desde donde estábamos podíamos ver el panorama en general, pero cuando se sumó Natsuki al cuadro, nos fue imposible saber que decía, solo llegaban a nuestros oídos unas cuantas silabas, sin embargo, se hizo evidente el contenido del mensaje cuando desenvaino su espada frente a los que protestaban, quienes de inmediato se hicieron hacia atrás.
Pronto comenzó una disputa que no llegaba a mis oídos y me pensé bastante en ir o por lo menos bajar a un sitio más cercano que me permitirá oír, no obstante, me perdería de lo que llegará a suceder en esos momentos. Al final, decidí no moverme y solo esperar. La disputa continuaba entre Natsuki y unos cuantos sujetos, luego ella mandó a Sir Kanzaki por algo y regresó con un par de espadas que le dio a uno de los que antes discutían. Era obvio lo que pasaba, Natsuki ofreció arreglar las cosas con un combate, pero las personas ahí, no tenían los medios para poseer una espada, así que Natsuki les ofreció un par. Quienes tomaron las espadas se lo estaban pensando, pero al final las tiraron al suelo, como respuesta, Natsuki se quedó quieta unos momentos, segundos después, se aproximó a ellos y los corto en diagonal. Solo entonces se formó tal silencio que pude escucharla hasta donde yo estaba.
-me enfrentan o me obedecen, pero nadie se larga sin tomar una de esas decisiones.
Era demasiado… demasiado radical, y también irreal ¿realmente estaba segura de salir con vida al enfrentarse solo ella a toda esa muchedumbre? Mi corazón brincó, como si gritara, sentí temor, pero también recordé sus palabras: "ya no hay nada que me detenga Shizuru", tal parecía que hablaba en serio e incluía a una multitud de personas en su contra. Respiré profundo, mientras todos estaban quietos, mirándose entre ellos. Tardaron unos momentos en decidir, pero de entre la multitud salió un hombre que levantó una de las espadas y fue corriendo a atacar a Natsuki, segundos después caía al suelo el cuerpo y luego la cabeza. Será una masacre si siguen oponiéndose me dije, mirando, brevemente a un lado, entonces descubrí que, a lo lejos, se formaban hileras de soldados que rodeaban al gentío sin que éste se percatara.
Volví a llevar la mirada a Natsuki. Ella de verdad no iba a dejar que se fueran impunes. Iba a ser un escándalo… necesitábamos mediar, negociar con las personas, pero ¿Cómo podía lograr que hiciera eso, teniéndola ahí, enfrentándose a la gente? Me llevé una mano a la frente y suspiré, con los ojos bien abiertos, viendo como otro hombre tomaba una de las espadas y al poco rato caía muerto. Así como esos primeros dos, hubo seis más hasta que la gente, poco a poco comenzó a retroceder y otros más salieron corriendo para finalmente encontrarse con los soldados, quienes actuaban como un muro, un muro que si te acercabas mucho desenvainaba una filosa espada. No pasó demasiado tiempo para que se volvieran a escuchar embravecidos gritos. La gente se volvió contra Natsuki para enfrentarla, todos juntos, pero Natsuki los cortó sin queja y sin ayuda alguna, no importaba cuantos la atacaran, parecía escurrirse y luego cortar cuellos o torsos de un solo tajo, dejando al final, a aquellos que no se atrevían a levantar una espada y que no querían enfrentarla. Se había acabado la valentía inicial que daba la ira, siendo remplazada por la sumisión e imploración. Fueron unos cuantos los que incluso se arrodillaron y exclamaban fidelidad al nuevo imperio, pero Natsuki nunca se mostró titubeante, mató a toda la aglomeración, sin dejar uno vivo.
Mas tarde, cuando nos volvimos a reunir para el almuerzo, luego de que se aseara, yo le pregunté porque lo había hecho, por qué había matado incluso a los que se habían arrepentido y le juraban lealtad. Ella negó con una sonrisa torcida.
-ahí no había verdadera lealtad, volverían a hacerlo, ahora o después, es lo mismo -respondió.
- ¿Cómo estas tan segura? ¿no crees que merecían una oportunidad? ¿Qué merecían vivir? Talvez estaban confundidos.
-no -respondió, contundente y tajante -y no me da miedo mancharme las manos, si a alguien no le parece que venga y haré lo mismo.
- ¿y si vienen todos? ¿y si el reino entero quiere enfrentarte? -ella ni siquiera pensó en su respuesta.
-les pasara lo mismo -yo me quedé un poco impactada por su respuesta, de la misma forma me encontré la mirada de Sir Kanzaki, quien también nos acompañaba -no me importa quedarme con solo unos cuantos Shizuru, no si son fieles a mí.
-su majestad imperial -dijo Sir Kanzaki -aquellos solo eran plebeyos, pero ¿y a los nobles?
- ¿es que no me escuchaste antes? Plebeyos o nobles, no sirven si no saben obedecer.
-pero los nobles no van a salir a las calles y llegar al palacio con gritos -dijo Sir Yuuichi, quien también nos acompañaba -ellos tienen diferentes maneras de actuar, incluso es posible que esa multitud fuera planeada por ellos.
-es cierto Sir Yuuichi, y será tu trabajo encontrar a quienes traten de fastidiarme.
- ¿yo, su majestad imperial? -Natsuki asintió.
-Kanzaki, quiero que llames al sacerdote, quiero que el estúpido sacerdote haga una ceremonia y llame a todos a jurarme lealtad.
-quizá solo juren falsa lealtad, su majestad imperial.
-por supuesto, pero por algo se tiene que empezar.
Por la noche, mientras Natsuki dormía a mi lado, yo meditaba profundamente sobre ella ¿siempre había sido así? ¿siempre habría tomado decisiones tan violentas? Me cuestioné mucho sobre ella, pero también recordé que, desde el principio, cuando la conocí, ella era una mujer poderosa que ejercía el poder de formas violentas, que era ella quien tenía todo el poder del reino y, en consecuencia, debía tomar decisiones difíciles, solo que quizás, yo no sabía hasta donde llegaban esas formas, quizás porque nadie hablaba de ello, quizás porque eso solo se veía en el campo de batalla o entre los muros de las mazmorras. Yo era ignorante sobre todas esas cosas atroces de las que no se hablan en la alta sociedad, la cual aparenta ser linda y sin problemas, o al menos, no con este tipo de problemas.
