Pues aquí está la continuación, un día después de lo que esperaba pero escrita al fin y al cabo. Los personajes son propiedad de su autor.

Ah! un saludo a july,a leweli y a angel sin alas por sus comentarios : )

II. Insomnio

No lo podía creer. Simplemente era imposible que después de un día tan difícil no pudiera dormir. Durante la cena sentía que se le cerraban los ojos de sueño, y en ese momento, a las tres de la mañana, todavía no había dormido ni un ratito. Se volvió de costado con las manos bajo su mejilla y contempló la lluvia que caía vigorosamente sobre el cristal de la ventana. Resopló enfadada e intentó dormirse otra vez, pero lo único que encontraba bajo sus párpados cerrados era la imagen de Ron recogiendo su mochila a toda prisa y colorado a más no poder; entonces ella también se sonrojó y sonrió levemente. "Bueno, hasta podría considerarse un halago" pensó emocionada y se resignó a rememorar por milésima vez aquel viaje en el autobús mágico, cuando había descubierto algo muy obvio pero en el que ella nunca había reparado: Ron era un muchacho, con TODO lo que eso conllevaba…

Ese día, una semana antes, ella había ido a La Madriguera por su amigo, para que fueran juntos a recoger a Harry a Privet Drive como se los había pedido. Fueron en el autobús mágico porque Ron se negó rotundamente a subirse el metro muggle, y como él aún no había aprobado su examen de aparición y ella se no se había sentido segura como para aparecerse por los dos, no les había quedado otra que el dichoso bus.

-Pero Ron, el conductor maneja muy rápido y sabes que me pone nerviosa –replicó ella cuando afuera de la casa del pelirrojo le hacían la parada-. ¿Por qué no ir en metro? De todas maneras tenemos tiempo para recoger a Harry.

-Nada de eso –la atajó Ron negando con la cabeza-, sabes que no estoy acostumbrado a esos transportes muggle y no les tengo confianza.

El autobús paró con un chirrido a pocos centímetros de ellos (Hermione retrocedió asustada) y se abrió la puerta, donde los saludó un muchacho desconocido y les informó los precios. Hermione subió e iba a sacar su monedero para pagar cuando escuchó la voz de Ron.

-Dos boletos, por favor.

Ella le dio las gracias y avanzó con cuidado por el pasillo, agarrándose del respaldo de los asientos. El camión iba prácticamente vacío, sólo había dos brujas con largos sombreros de pico sentadas detrás del conductor que platicaban en un lenguaje que Hermione no entendió; ysentadomás o menos a mediopasillo un brujo ya de edad que iba durmiendo recargado en la ventana.

En ese momento, el autobús arrancó y la sacudida fue tan fuerte que Hermione perdió el equilibrio, y se habría caído de no ser porque Ron, que iba detrás de ella, la detuvo: sintió su brazo derecho que la rodeó, con firmeza.Eso la sobresaltó,entonces bajó la vista y se sonrojó al ver que la había detenido a la altura del pecho, y que el antebrazo de su amigo estaba oprimiendo su busto. Jadeó, muerta de vergüenza, y Ron debió sentir el contacto también, porque inmediatamente retiró el brazo, apenadísimo, y comenzó a murmurar disculpas, rojo como un tomate.

-Lo siento, d-de veras… no fue mi intención… yo no quería…

Hermione no dijo nada y se sentó a la mitad del autobús, junto a la ventana, a la altura del mago dormido; Ron se acomodó rápidamente en el asiento del pasillo, a su derecha, y colocó la mochilasobre sus piernas, bastante nervioso.

-Te lo dije –repuso Hermione, todavía colorada e inquieta-, manejan desastroso.

Ron se limitó a asentir con la cabeza, desviando la mirada al techo.

No hablaron mucho por el camino, ambos se sentían muy incómodos y no se atrevían a mirarse. Ya llevaban dos horas de viaje cuando Hermione, en una de sus miradas furtivas a Ron, notó que el brujo que había estado al otro lado del pasillo ya se había ido, dejando en su asiento un ejemplar de El Profeta.

-Mira, Ron, el mago dejó el diario –dijo olvidando su vergüenza, señalando al asiento ahora vacío-. Pásamelo¿quieres?

-Pero Hermione¿para qué? Llegando donde Harry compramos uno.

-No van a tener porque allá sólo hay muggles. Anda, quiero saber qué dicen hoy en El Profeta.

El chico, de mala gana, estiró el brazo para alcanzar el periódico, murmurando cosas como "pues lo mismo de siempre", cuando el autobús paró para recoger pasaje y lo hizo tan bruscamente que a Ron se le cayó la mochila y Hermione pudo notar, en ese instante en que Ron la recogía ansioso, algo enorme levantado en su regazo… Le tomó dos segundos entender qué era ese bulto en el pantalón del pelirrojo, y volvió la cabeza a la ventana al tiempo que él se incorporaba, tan ruborizado como ella y mirándola atentamente.

-¿Qué? –preguntó atropelladamente, nervioso por haber quedado sin mochila-. ¿Por qué estás roja?

-Por el sol¿no ves que me va dando por la ventana? –respondió sin mirarlo a los ojos.

Después de eso, definitivamente no volvieron a hablar, y la hora que restaba de camino Hermione la pasó con un cosquilleo en el estómago, recordando lo que había visto y DÓNDE lo había visto…

Un sonido como de pisadas la devolvió a su cuarto oscuro, a un costado de la habitación que compartían Harry y Ron. Escuchó atentamente pero no distinguió otro sonido diferente al de la lluvia que caía en el exterior, y en un instante olvidó lo que había escuchado.

Su mente volvió a inundarla de pensamientos y divagaciones: extrañaba mucho platicar con Ginny, ella siempre la había escuchado y aconsejado cuando lo necesitaba; aunque si lo pensaba mejor, esto no podía contárselo a la hermana de Ron. Se moriría de pena. De hecho, seguía sintiendo vergüenza porque su amigo le había oprimido el pecho con el antebrazo, pero no podía negar que la sensación le había gustado, hasta se atrevía a aceptar que ese cosquilleo no sólo era en su estómago, sino también en otro lugar situado un poco más abajo…

"¡Basta!". Se levantó de golpe, sonrojada, prendió la luz y se acercó a sumaleta (como estaban en territorio muggle no llevaban baúl)para sacar algún libro o algo con qué distraerse, cuando escuchó pasos otra vez… Muy lentamente, se acercó a la puerta y pegó la oreja. No se oía nada. Tenía curiosidad y quería saber qué era, pero también tenía miedo de salir y encontrarse con algo desagradable. Al final, pudo más la curiosidad y abrió lentamente la puerta, se asomó con cuidado pero sólo vió el pasillo completamente vacío. Ya iba a cerrar cuando se fijó enunos misteriosos charcos de agua en el suelo, que iban de las escaleras a la puerta de sus amigos…

Intrigada, se puso la bata y fue a preguntarles si les pasaba algo. Tocó la puerta suavemente y preguntó:

-¿Harry¿Ron?

La puerta se abrió y se sorprendió mucho de encontrar a Ron, empapado y en pijama, que la miraba extrañamente y con agua goteando por su rojo cabello.