Ya estoy de nuevo aquí, anunciando el penúltimo capítulo de este fanfiction… siento si lo he hecho un poco cansado, pero al final verán que les gusta ;)
Muchas gracias a todas aquellas personas que dejaron review, quizá el capítulo anterior no les cayó muy bien por ese asunto de Víktor Krum, pero créanme que este es un Ron-Hermione, por lo que no habrá lemon con Viktor (no te asustes Sara, creo que ni siquiera podría escribirlo, como que no me entra en la cabeza o.Ô).
Como post data, les cuento que estoy escribiendo otro fic (oU apenas y puedo con uno), ojalá y pudieran darle una revisada, se llama "La mejor semana de mi vida" y por supuesto que también es un RxH.
Sin más por el momento, espero que les guste este capítulo.
DISCLAIMER: Harry Potter es propiedad de JK Rowling.
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VII. Confesión.
Abrió los ojos justo cuando un gallo lanzaba su canto a los tímidos rayos de la mañana. Debía ser muy temprano, ya que el cielo aún no era blanco sino una mezcla hermosa de colores: morado y naranja.
Hermione resopló, adormilada, mientras se frotaba los ojos con las manos. Había tenido otro sueño con Ron, con éste iba el tercero, donde el pelirrojo y ella se prodigaban atenciones más allá que de buenos amigos. Al recordar todo esto, Hermione sintió un aleteo de inquietud en el estómago, ya que ella y Ron no se hablaban bien desde hacía tres días, y sabía que era por culpa suya. En el primer momento, la recriminación de Ron le pareció absurda pero sí la dejó pensando… no pensando en Krum (ahora lo sabía), sino pensando en si era lo mejor iniciar una relación, una bastante intensa, por cierto, justo cuando empezaban el momento más difícil de sus vidas: acompañar y ayudar a Harry en su destrucción de Voldemort.
Ese pensamiento, sumado a la sorpresa de encontrarse con Ron a punto de… (ni siquiera en su mente era capaz de aceptar la palabra), a punto de hacer el amor, la había hecho reaccionar de ese modo, alejando al pelirrojo.
-¿Y ahora qué voy a hacer? –preguntó en un susurro a nadie en particular, mientras se incorporaba en la cama.
Se puso la bata y salió al baño, y cuando regresaba a su habitación pasando frente a la de Harry y Ron, escuchó ruido y se escabulló a la suya, observando detrás de la puerta ligeramente entreabierta.
Se llevó una decepción al ver que quien salía del cuarto de junto tenía una alborotada melena azabache, y cerró la puerta ensimismada. Se recargó en la madera y recordó la última vez que había estado en esa posición, sólo que en esa ocasión frente a ella tenía a un Ron empapado pero de manos calientes, y otra sensación de vacío se apoderó de ella. Claro que extrañaba sus besos y sus caricias (eso no podía negárselo ni a ella misma), pero lo que más añoraba era la expresión de sus ojos, que la hacían sentirse protegida y reconfortada; echaba de menos sus sonrisas comprometedoras y ese gesto que la vencía cada vez que lo veía, y era el de morderse el labio inferior; además, tampoco olvidaba que él había pronunciado casi para sí mismo la frase que la atormentaba y la hacía sentirse tonta por rechazarlo, y que consistía en tres palabras: te amo, Hermione…
Todos estos recuerdos la decidieron: tendría que hablar con él, y explicarle que hubo un malentendido, que ella también lo amaba y que no quería que siguieran distanciados. Su rostro adquirió determinación mientras pensaba en esto, y cuando dejó la puerta para ir a vestirse, ya estaba trazando un plan para que el pelirrojo no se le escapara.
o O o O o O o O o
Ya era mediodía y estaban tomando el almuerzo en la habitación de Hermione, pues no les había apetecido bajar a la fonda de la posada. Comían sin pronunciar palabra, cada uno inmerso en sus propios pensamientos. Harry rompió el silencio.
-Tanto buscar y buscar para que al final no encontrásemos nada… -sonaba más que decepcionado, cansado. Ya se le había pasado el buen humor por la carta de Ginny, y volvía a mostrarse un poco taciturno, quizá debido a la preocupación.
-Mira, esto nos ayudó a ver a qué nos enfrentábamos –intervino Hermione, comprensiva-. Además de que no estuvimos sin hacer nada antes de la boda de Bill y Fleur.
-Pues si, supongo que por algo se empieza.
Ron seguía callado, mirando por la ventana que había junto a la mesita donde comían.
-Oye Ron, cambiando de tema, ¿quién va a ir a la fiesta de tu hermano? –preguntó Harry antes de tomar otro bocado de su plato de chuleta de cerdo con papas.
-Los de siempre, me imagino: mis hermanos (excepto Percy, por supuesto), mis familiares de Nottingham…
Hermione no decía ni una palabra, temiendo que Harry preguntara si también iba a ir Víktor (ella ya lo sabía por la carta que le había enviado su amigo unas semanas antes), y como siempre, Harry tuvo que soltar la pregunta:
-¿También va a ir Krum?
-¿Irá tu querido Krum, Hermione? -Ron levantó las cejas y miró a Hermione atentamente, mientras secundaba a Harry.
-Er… ¿por qué tengo que saberlo yo? –Hermione estaba nerviosa y procuró no mirar a los ojos a Ron.
-Pues porque son amigos del alma, ¿no? –la voz de Ron era cortante e irónica.
Hermione no respondió nada, sólo le hizo un gesto con la cara a Ron; Harry miró primero a Ron y luego a su amiga, con expresión pensativa.
-¡Ya hagan las paces, por favor! –exclamó al cabo de un rato. Se volvió a ver a Ron y le dijo con calma-: Lo que sea que te haya hecho Hermione ya olvídenlo y sean amigos de nuevo, que van a volverme loco.
Las mejillas de Ron enrojecieron junto con sus orejas, mientras tanto Hermione desviaba la vista a la cama, sonrojada también.
Ron se levantó repentinamente de su lugar y masculló unas palabras antes de dirigirse a la puerta, furioso. Hermione lo observó y después a Harry, que se mostraba ligeramente sorprendido por la reacción de su amigo.
-¿Podrías hacer el favor de no complicarme más las cosas? –le espetó Hermione cuando Ron hubo cerrado la puerta de un golpe-. Además, ¿tú qué sabes, Harry?
-No hay que ser brillante para verlo –contestó el chico en tanto comía las últimas papas que tenía-, Ron se nota dolido y tú culpable… ¿te vas a terminar tus papas?
Hermione lo miró con los ojos entrecerrados y enojada a más no poder, Harry por su parte se servía las papas de Hermione.
-¿Pero qué estás esperando? ¡Ve tras él, Hermione!
Ella se levantó de un salto y antes de darse la vuelta, le dijo a un sonriente Harry que volvía a comer papas:
-Me las vas a pagar, Potter.
Al salir encontró a Ron en el barandal del pasillo, y aunque la escuchó cerrar la puerta no volteó ni hizo señas de darse por enterado.
-Oye, Ron… -comenzó Hermione tímidamente-. Tenemos que hablar.
-¿De qué?
Hermione se paró junto a él, viendo también al patio.
-No quería que me malinterpretaras ese día… -al ver que Ron ponía cara de escepticismo, agregó-: eres muy celoso, yo ya no tengo nada con Krum.
-Pero él quiso y me apuesto lo que sea a que todavía quiere tener algo contigo, Hermione.
-Pero lo importante es lo que yo sienta, ¿no crees? –Hermione habló con voz suave, acercándose al pelirrojo.
-Sí, supongo… -repuso Ron y se alejó un poco, dejando a Hermione volando-. Bueno, entonces olvida todo este asunto; tú y yo quedamos como siempre, ya que no hay posibilidad de algo más por el momento –había hablado rápidamente, sin dar tiempo a que su amiga dijera nada más.
Hermione lo miró con el ceño fruncido, viendo cómo regresaba a la habitación con Harry. "Si no quiere por la buena, entonces tendrá que ser por la mala" pensó con los brazos en jarra, y un brillo fervoroso se reflejó en sus ojos, idéntico a aquél que aparecía cuando hablaba del P.E.D.D.O.: "Si así lo quieres, entonces así será". Y regresó también a la habitación, decidida a no pasar un día más sin confesarle su amor.
o O o O o O o O o
Ya era pasada la medianoche, cuando Hermione, aún vestida, se dirigía silenciosamente al cuarto de Harry y Ron. Entró con cuidado y cerró la puerta tras ella, escuchando atentamente a que no hubiera ningún ruido; se acercó a la cama de Ron (la que estaba más al fondo, junto a la ventana) y se inclinó sobre él al despertarlo con una ligera sacudida.
-Ron… Ron, despierta –murmuró en voz baja.
Esperó un momento pero no pasó nada, Ron se hacía el dormido, lo sabía perfectamente porque su respiración ya no era tan acompasada y se le notaba un poco rígido, así recostado de lado como estaba, dándole la espalda.
-Sé que estás despierto, necesito hablar contigo urgentemente.
Ron siguió "durmiendo", pero ella ya había imaginado que se portaría así, entonces se acercó aún más a su oído y susurró lo más bajo que pudo:
-Tú lo quisiste, si es la única manera…
Y al terminar la frase movió con rapidez su mano sobre el cuerpo de su amigo y lo apretó, sólo que el contacto no fue en su brazo ni su hombro, sino en la entrepierna de éste, que se incorporó de un salto, rojo como un tomate, y la miró con los ojos enormes por la sorpresa, recriminándole en silencio su atrevimiento.
-Yo te lo advertí –aclaró Hermione todavía en voz baja pero firme, mientras abría y cerraba su mano izquierda a un costado de ella, incrédula también por la sensación del cuerpo de Ron y por lo que había tenido que hacer-. Acompáñame o no te dejaré dormir.
Ron se levantó de mala gana, y la siguió hasta su habitación. Una vez encerrados con seguro, Hermione señaló hacia la cama para que su amigo se sentara, y se acomodó junto a él.
-Podías haberme despertado decentemente –le reprochó Ron todavía sonrosado, sin mirarla.
-Podías haber dejado de hacerte el dormido desde el principio, y no hubiese tenido que hacerlo –se defendió Hermione. Se volvió para verlo mejor, atrayendo su vista hacia ella-. Ron, hay algo que quiero decirte.
-Dispara –aunque estaba calmado y su voz sonaba tranquila, sabía que estaba a la defensiva.
-Ron, para mí esta semana ha sido muy especial… -levantó una mano al ver que él quería interrumpirla, y siguió hablando- es la verdad, estos días que no hemos estado cerca (y sabes a qué cercanía me refiero) me di cuenta de lo que realmente significas para mí.
Ron estaba expectante, hasta parecía que había dejado de respirar. Ver sus hermosos ojos azules brillar, le dio el valor que unos días atrás le había faltado.
-Ron, yo… yo te amo.
Ron cerró los ojos, suspirando, y cuando los abrió le preguntó con una ternura infinita:
-¿Por qué me estás diciendo todo esto? Si es por corresponder a mi declaración anterior, de antemano te digo que no debes decirlo.
-¡Claro que no es por eso! –exclamó Hermione, tomándolo de las manos y bajando la vista-. Esto que te digo no es por sentirme comprometida ni obligada… es simplemente lo que siento.
-¿Lo dices de verdad, Hermione? –Ron levantó su barbilla para mirarla a los ojos. Hermione asintió con la cabeza, sonrojada-. Yo también te amo, Hermione.
Y antes de terminar de decirlo, la había abrazado con fuerza, de modo que la palabra "Hermione" la escuchó ella junto a su oído, suavemente. Ella correspondió a su abrazo y estuvieron unos minutos así, susurrándose sus sentimientos en la penumbra, hasta que Hermione se separó un poco para verlo de frente, con la mirada cargada de emoción.
Ron se acercó lentamente a ella, cerrando los ojos, y se besaron dulcemente en los labios; no había pasión ni deseo en ese beso, era la pura entrega del alma de cada uno. Después de un largo rato, terminaron el beso y se fundieron nuevamente en otro abrazo, reconfortados y felices.
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Era la sensación más increíble para Ron: tener en sus brazos a Hermione, después de escuchar de sus propios labios que lo amaba. Sentía que se iba a morir de gusto, tanto había esperado ese momento. Y no quería arruinarlo pensando en otras cosas (su exquisito cuerpo, por ejemplo), sino disfrutarlo al máximo, por lo que se limitaba a abrazarla y acariciarle el cabello con ternura, depositando pequeños besos en su frente, que quedaba a la altura de su boca.
Hermione por su parte, se sentía llena de amor por su pelirrojo, y ahora que todo se había solucionado, se preparaba mentalmente para la mejor demostración mutua de amor. Sin embargo, la espera se le empezaba a hacer eterna, ya que Ron no avanzaba más allá de tímidos besos en su frente.
Decidida como estaba, Hermione levantó la cara y volvió a besar a Ron, sólo que además de sus labios saboreó también su boca, buscando con ansias su lengua. Ron cortó el beso, sonrojado otra vez, y la miró a los ojos:
-Hermione, amor…
-¿Qué pasa, Ron? ¿Es que… es que no quieres? –se moría de la vergüenza, pero el valor todavía no la abandonaba.
Ron abrió mucho los ojos, enrojeciendo hasta la coronilla. ¿Cómo podía pensar ella que no quería hacer el amor? Era sólo que no consideraba bien que se apresuraran; después de los últimos días, Ron se había preguntado mucho si la rapidez de la relación no había sido lo que había asustado a Hermione.
-Claro que quiero, anhelo hacerlo, pero no quiero que pase nada de lo que después te arrepientas –bajó la voz, para terminar en un susurro-: no quiero obligarte a nada, Hermione, te amo y si tú quieres esperar para decirles a los demás lo acepto, y no tenemos que seguir más allá de lo que hemos llegado, ¿no crees?
Hermione, mientras el chico hablaba, se iba inundando de un sentimiento mucho más impulsivo que el amor en sí: la pasión que dormía en su pecho y que sólo salía en sus sueños, la llenaba poco a poco. ¡Claro que quería hacer el amor con Ron! Y no era obligación, era un sueño próximo a cumplir.
En vez de responderle, la castaña volvió a besarlo con apremio, mientras un sonriente Ron (aunque ella no pudo verlo, pues ya tenía los ojos cerrados) le correspondía con creces a su impulso. Lentamente, mientras se besaban, Ron acariciaba por sobre la ropa su cuerpo: sentía con firmeza su pecho, que revelaba un acelerado pulso y haciendo a Hermione derretirse de deseo; rozó con la punta de sus dedos su vientre, bajando más allá de su ombligo y desabrochando sus vaqueros.
Ron también se excitó rápido, cuando Hermione pasó con delicadeza sus manos por su cuello y su nuca, acariciando su cabello y hundiendo los dedos entre las hebras rojas. Se colgó de su cuello en tanto el chico bajaba por su vientre, y pegó más a él su cuerpo caliente.
No había prisas, ni siquiera había tiempo, sólo se encontraban ellos dos y su profundo amor, que demostraban en la manera de tocarse y sentirse, con mucha sensualidad y delicadeza. Se ayudaron a desvestirse lentamente: Hermione retiró su camiseta, pasando a besar y acariciar con los labios aquel pecho que veía en sueños y la emocionaba sobremanera; Ron pasó sus manos grandes sobre la frágil espalda de Hermione, quemando con su tacto su piel y desabrochando el sostén de encaje blanco. Cuando le quitó todas las prendas superiores volvió a admirarse de la perfección de su pecho, la tersura de su abdomen y la delicia de su ombligo; aunque ya la había visto anteriormente fue como descubrirla otra vez, al hada que consumía sus deseos.
Siguieron besándose, ya sin ropa (hasta los pantalones de Hermione, que dejaron ver una húmeda mancha en sus bragas, que endureció aún más a Ron, que no cabía dentro de sus ahora ajustados boxer) y Hermione respiraba agitada al sentir las manos ardientes del pelirrojo por sus muslos, subiendo lenta pero decididamente a su entrepierna.
-Te amo, Ron –susurró con voz casi inaudible, antes de acercar sus manos al elástico de los boxer de Ron.
-Te adoro, Hermione –correspondió su pelirrojo con voz desmayada al tiempo que alcanzaba sus bragas…
