Casi dos meses después, pero ya tienen el final de esta historia. Antes que nada, quiero agradecer a todas aquellas personas que leyeron este fic, gracias por su tiempo, pero en especial a las que se tomaron la molestia de dejar un review, es genial leer sus comentarios , y aquí pongo la lista de todas aquellas que lo hicieron (por orden de aparición):
Leweline-hechicera
July –giuly- (siempre animándome, besos -)
Angel sin alas
13xDark shadowx
Cervatilla
Anilec
Steph la Cucaracha
.DeadButterfly.
Sara1308 (un abrazote Sara, aquí tienes el final)
o.o.OKaTO.o.o
Akimako (por fin amiga! Para que tu novio ya no sufra las consecuencias)
Crys-Shia
Amarissima
Irmafran
Silvia
Gracias por los ánimos, no había actualizado antes porque no quedaba como quería , pero ojalá y el resultado les guste a ustedes. No olviden el review XD jeje.
Y para todas aquellas personas que lean esto terminado, también se les agradecerá el review… 'voir
DISCLAIMER: Harry Potter es propiedad de JK Rowling.
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VIII. Amor.
Siguieron besándose, ya sin ropa, y Hermione respiraba agitada al sentir las manos ardientes del pelirrojo por sus muslos, subiendo lenta pero decididamente a su entrepierna.
-Te amo, Ron –susurró con voz casi inaudible, antes de acercar sus manos al elástico de los boxer de Ron.
-Te adoro, Hermione –correspondió su pelirrojo con voz desmayada al tiempo que alcanzaba sus bragas…
Hermione ahogó una exclamación cuando sintió los dedos de Ron sobre su ropa interior, presionando deliciosamente su humedad. Con dos dedos, recorría de arriba abajo su centro, mientras con la otra mano acercaba aún más sus cuerpos. El chico interrumpió los besos para tomar aire, al tiempo que hacía a un lado las bragas de la castaña para encontrar su intimidad, palpitante, y gimió al descubrir el centro aterciopelado de Hermione por primera vez, que lo recibía ampliamente. Exploró como un niño la piel, aspirando el dulce olor de su amada, mientras ella se mordía los labios de placer.
Al cabo de un rato, Hermione terminó lo que había empezado antes de que Ron descubriera su intimidad, dejándola inmóvil por un tiempo: lenta pero decididamente, había reanudado su camino hacia la virilidad de Ron, para hacerlo sentir aunque fuera la mitad de lo que ella estaba sintiendo en ese momento. Introdujo, entre jadeos de ambos, su mano en los ajustados boxer, descubriendo con sorpresa la dimensión y el calor que emanaba esa parte de él. Lo envolvió con su mano y lo apretó, haciendo que Ron parara el movimiento de sus dedos y comenzara a murmurar en voz baja el nombre de Hermione.
Mirándose fijamente por un momento, volvieron a unir sus labios en otro beso sensual, apasionado, mientras sus manos iban y venían por el cuerpo del otro. Ron se deleitaba con sus muslos nuevamente, produciendo escalofríos en la castaña, mientras se iban acostando lentamente, sin interrumpir el beso ni un momento.
Hermione frotaba con las palmas la espalda de Ron, describiendo formas fantásticas y bajando más y más, hasta que se encontró con su ropa interior, la cual quitó con avidez. Ya extendidos en la cama, Ron apoyado en sus codos y sobre el cuerpo de Hermione, el chico retiró sus bragas de ella, dejando ver su centro y avergonzándola un poco por sentirse tan admirada, tan expuesta.
-¡Eres bellísima, Hermione! –exclamó Ron embelesado, observándola completamente desnuda y sonrojada. Al ver que ella desviaba la vista, apenada, buscó nuevamente su mirada y le preguntó dulcemente-: ¿Qué pasa, princesa?
-Es que… -titubeó la chica, tiñéndose aún más de carmín sus mejillas- me da un poco de vergüenza que me veas de esa forma…
-¡Pero si eres divina! Yo te amo Hermione, y créeme que no tienes nada de qué apenarte. Nunca había visto nada tan hermoso como tú…
Terminando esta frase, volvió a besarla buscando su lengua. Cuando la encontró, la acarició con la propia, probando el aliento de su niña y sin creer aún lo dulce que era su boca.
Hermione se sentía tan reconfortada con esta respuesta, que se abrazó a su cuello, hundiendo sus dedos en los cabellos de fuego de Ron. Estar así abrazados, sin nada entre sus dos cuerpos húmedos y desnudos, la embargaba de una sensación de irrealidad, que también era alucinante. ¿Qué era capaz de hacer por Ron? Ella ya sabía la respuesta, la supo desde que empezaran estos acercamientos físicos entre ellos. No tenía miedo de lo que vendría, pues él estaría con ella y la amaba, todas estas caricias y palabras se lo decían, confirmadas con las miradas que Ron le daba, tan cargadas de amor que hacían su corazón derretir.
Ron tomó entre sus manos las mejillas de Hermione, separando sus bocas y comenzando a besar su cuello, con calma pero con vehemencia. Lamía con la lengua cada centímetro de piel, aspiraba el olor a flor de Hermione, que lo volvía loco y lo hacía querer más. Él la amaba, como nunca había amado a nada ni a nadie, y tenerla ahí, debajo de él y dispuesta a entregarse de la misma forma que él lo haría, lo llenaba de calidez y emoción. Sintiendo en su nuca los finos dedos de ella, quemantes mientras recorrían su cabello, siguió bajando y succionando, encontrando así sus hombros, su escote y sus pechos… ¡Cuántas veces había soñado con esto! Pero ningún sueño se comparaba a lo que estaba viviendo, la carne firme y tersa bajo sus labios, los suspiros entrecortados de Hermione murmurando su nombre, la mano derecha de él regresando por su cuerpo para recorrer nuevamente su cintura, sus caderas y sus muslos… Continuó descendiendo, con un objetivo en particular pero no por ello descuidando el resto del camino: besaba su vientre, rozando con la nariz su abdomen y su ombligo, así como la parte interna de los muslos y las caderas. Con lentitud, le separó las piernas y pasó la lengua por sus labios, cuando las manos de Hermione lo detuvieron de la cabeza:
-No, Ron…
-¿No qué, mi amor? –preguntó el chico mirando hacia arriba, sorprendido por la súplica de ella.
-Ya sabes… -Hermione se moría de vergüenza, nunca había imaginado que alguien quisiera darle un beso tan íntimo.
Ron sonrió, enternecido. Envolvió la mano de Hermione con la propia, apretándola más a su mejilla y besando su palma:
-Si no te gusta, no hay problema, simplemente me dices… Pero de verdad quiero hacerlo… Me vuelves loco, Hermione.
Hermione se relajó nuevamente, suspirando y dándole permiso, por lo que el pelirrojo la besó profundamente.
Al contacto de su lengua húmeda en su centro, abrió los ojos sorprendida y con una exclamación ahogada. Era muy placentero sentir la lengua de Ron recorriéndola con delicadeza pero sin reparos, embriagándose de su sabor y provocando un escalofrío en su espina dorsal. Levantando ligeramente la cabeza, lo observó besarla con los ojos cerrados, en tanto sus manos seguían acariciando sus pechos. Echando la cabeza para atrás, inconscientemente, la castaña volvió a entrelazar los dedos en el cabello de su amante, pero esta vez presionando ligeramente su cabeza hacia ella. Era increíble que conforme Ron exploraba ella iba dejando de lado sus reservas, dejándose llevar por el deseo y por el placer que él le proporcionaba.
Una vez que Hermione estuvo lista (o eso sintió Ron, que al ser virgen tampoco tenía experiencia en eso pero actuaba por instinto), y que él hubo probado hasta la última esencia de ella, deshizo el camino andado para bajar: volvió a recorrer su vientre plano y excitante, pasando por su ombligo y su abdomen; subiendo encontró nuevamente sus pechos de miel, con sus centros tan erguidos y listos para que los besara, así como su escote perfumado y el cuello blanco y tierno de su amada. Cuando llegó a su boca nuevamente, Hermione lo recibió aún más efusivamente, besándolo con pasión y adueñándose con su lengua de toda su boca.
Entre jadeos y respiraciones entrecortadas, Ron volvió a estar sobre ella y las manos de Hermione sobre su espalda, deslizándose con suavidad debido a la humedad de ambos cuerpos. Lentamente, Ron se colocó entre las piernas de ella y comenzó a hacer presión hacia delante, buscando la unión infinita que tantas veces recreara en sus sueños.
Hermione se mordió los labios, ante la proximidad de recibirlo. Dolía mientras iba entrando, y aunque Ron lo hacía muy despacio y cuidando no lastimarla, la verdad era que sí sentía cómo se abría en su interior y cerró los ojos, aferrándose más a él.
-¿Te duele mucho? –susurró el pelirrojo al observarla, deteniéndose y con una sombra de preocupación en los ojos. Para Ron tampoco era muy fácil, él nunca había estado así y le producía un poco de dolor la presión de ella sobre su masculinidad. Sin embargo, a la vez también era lo más delicioso que recordara, el sentir esa húmeda estrechez que lo aprisionaba y lo envolvía, sobre todo porque era Hermione, su diosa. No quería lastimarla, le importaba demasiado como para no preocuparse por ella, por lo que repuso con voz baja, ante el silencio de ella-: No tiene que ser hoy, no tienes que pasar por esto…
Besándola dulcemente, comenzó a salirse con cuidado pero ella lo retuvo, deteniéndolo por las caderas:
-No, mi amor. Sabía que dolería, nunca antes había hecho el amor, pero sé también que pasará y yo deseo mucho esto…
Ron la miró detenidamente, en sus ojos brillantes se notaba el dolor, pero también una determinación y una aceptación que lo hizo decidirse. Con más cuidado aún, reemprendió la penetración y cuando estuvo dentro completamente, se quedó inmóvil, observándola desde arriba e interrogándola silenciosamente, arqueando las cejas.
-No te muevas… -sonrió Hermione, que a cada minuto sentía menos los latidos del dolor, los cuales eran reemplazados por latidos cálidos que se extendían de su centro a todo su cuerpo.
Después de eso no hablaban, no se movían, simplemente se perdían en los ojos del otro, y en las pausas a sus miradas se besaban con fuerza, haciendo renacer el deseo con cada contacto. Poco a poco, fue Hermione la que comenzó a mover sus caderas, indicándole así a Ron que él también podía continuar.
El pelirrojo se abrazó a ella e inició el movimiento de vaivén, ondulante, que provocaba escalofríos en su piel y a la vez ondas de calor irradiaran por todo su cuerpo.
Entre susurros y respiración entrecortada, Hermione gemía más y más, excitándolo y haciendo que incrementara la intensidad de sus movimientos, entre exclamaciones ahogados y suspiros por parte de ambos, mientras sentía los dedos de ella que ahora describían extrañas formas en su espalda desnuda. Las acometidas continuaron, hasta que Ron sintió la presión y el calor de los latidos de ella sobre su hombría, seguidos por una exclamación ahogada de Hermione y el (excitante) dolor provocado por sus uñas que se clavaban en su espalda, aferrándolo con vehemencia. Ante esto, él no pudo menos que corresponderle: con todo el cuerpo erizado de éxtasis, depositó su simiente dentro de ella, abrazándola en medio de las contracciones y pronunciando en voz baja lo que ya le había confesado días antes:
-Te amo, Hermione…
Hundió su cabeza en su fragante cabello, feliz y desconcertado. Tenía un nudo que le oprimía la garganta, unas ganas de llorar indescriptibles. No sabía por qué era, simplemente los ojos se le empañaron y suspiró, intentando calmarse. "¿Pero qué me pasa?"
Hermione seguía abrazada a él, pero al notar que Ron se estremecía un poco, se volvió hacia él quedando de frente, y le preguntó un poco preocupada:
-¿Qué pasa, Ron?
-No sé… -contestó el chico, desviando la mirada para que no notara sus ojos húmedos.
-¿Estás llorando, mi amor? –Hermione lo había notado y se sorprendió, no entendía por qué Ron lloraba-. ¿Estás bien?
Pero Ron se abrazó con más fuerza a ella, respirando profundamente y controlando el nudo en su garganta.
-Es que… es tan maravilloso, tan increíble lo que acaba de pasar… me siento tan feliz, que me entraron ganas de llorar –explicó Ron, cerrando los ojos y envolviéndose con el perfume de su cabello.
Hermione, un poco desconcertada, sonrió y se quedó sin palabras, a excepción de una sola frase:
-Te amo, Ronald Weasley.
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Una semana después Harry, Ron y Hermione se encontraban en la Madriguera, preparándose para la boda de Bill y Fleur. Ginny y Hermione se vestían en la habitación de la pelirroja, mientras ésta observaba suspicaz a la castaña, que se arreglaba.
-A ti te pasa algo, Hermione… -comenzó con el ceño fruncido.
-¿Ah, si? –Hermione seguía peinándose, mientras le respondía-. Pues lógico, que Ron y yo ya somos novios…
-No, es algo más… no logro precisar qué es, pero te ves tan… radiante –completó Ginny, todavía mirando recelosa a su amiga.
Hermione rió, divertida, Ginny era la segunda persona que le preguntaba eso en una semana.
En la habitación de Ron, Harry y el pelirrojo se ponían la túnica de gala, hablando de quiditch (como siempre) y de la escuela, hasta que Harry se volvió a mirar a Ron, que se observaba en el espejo aprobando su imagen, feliz porque su amigo hiciera a sus hermanos que le dieran esa túnica.
-Oye Ron, ya no te pregunté: ¿Cómo le pediste a Hermione que fuera tu novia?
-¿Uhm? –Ron subió una ceja, ¿para qué quería Harry saber eso?
-Sí, es que… -titubeó su amigo, un poco incómodo- me quedé pensando. Al siguiente día de aquél en que estaban enojados, le pregunté a Hermione si todo había salido bien, yo imaginaba que ya eran novios porque ella se veía radiante, pero lo único que hizo fue darme una sonrisa enigmática. Entonces supuse que no te le habías declarado, pero después llegas tú y me dices que son novios…
-Nunca le pedí que fuéramos novios –repuso Ron, volviendo su mirada al espejo. Harry abrió los ojos, sorprendido, por lo que el pelirrojo aclaró-: no verbalmente, claro… digamos que simplemente se dio. Hay cosas que no necesitan palabras, y tú debes saberlo mejor que yo…
Terminando de hablar alzó las cejas comprometedoramente a Harry y le sonrió, divertido al ver que su amigo se sonrojaba recordando el inicio de su noviazgo con su hermana.
Unas horas después, se encontraban todos en la recepción de la boda, celebrando y pasando un buen momento juntos. Harry y Ron se encontraban sentados sirviéndose un poco de vino, y a lo lejos Hermione y Krum bailaban una canción muy movida.
Harry observaba de reojo a Ron, que no quitaba los ojos de la castaña y el jugador de quiditch. La verdad era que se había propuesto a sí mismo no ser un paranoico con respecto a Víktor, pero eso no quitaba que se sintiera un tanto intranquilo al observarlos bailar. No con respecto a los sentimientos de Hermione, ellos dos se habían ya demostrado profundamente ("¡Vaya que profundamente!") su amor, sino porque no se sabía qué esperar del búlgaro, más ahora que Hermione y él no le habían dicho que ya salían juntos.
Durante toda la pieza la pareja había estado conversando, pero cuando terminó la canción Krum abrazó a Hermione, muy afectuosamente desde el punto de vista de Ron, lo que casi provoca que soltara la copa de vino que tenía en la mano. Levantándose casi de un salto, se dirigió hacia ellos, seguido por un Harry preocupado que lo llamaba y trataba de tranquilizarlo. Al llegar junto a ellos, Krum lo observó hostilmente y soltó a Hermione, que se volvía para ver a Ron.
Ron miró a Krum, e iba a abrir la boca para preguntarle cómo se la estaba pasando (con tono irónico, por supuesto), cuando el jugador le tendió la mano y suavizó el gesto, ante la mirada sorprendida de Harry y Ron:
-Herrmione me acaba de contarr que ya son novios. Felicidades.
-Ah… gracias –contestó Ron, que no se hubiera esperado algo así de su "rival".
Mientras los dos chicos estrechaban su manos, a Hermione la llamó la señora Weasley por lo que se disculpó y se retiró, y Harry sonreía aliviado.
-Perro si me enterro que la lastimas, te las verrás conmigo, Weasley –completó Krum en voz calmada y reteniendo la mano de Ron, un tanto amenazante.
El pelirrojo lo miró a los ojos, apretando un poco más, pero después le sonrió, soltándolo y respondiéndole con voz tranquila:
-Si eso pasara sería el primero en lamentarlo, tenlo por seguro.
Dicho esto cada quien se fue a su lugar, Ron apreciando el gesto de Krum pero ya sin inquietarse, contento de que Hermione le había dicho al búlgaro de su relación. Se sentó nuevamente en la mesa, en tanto Harry iba por Ginny para sacarla a bailar.
Hermione y Ron conversaban, disfrutando el baile a su alrededor. Estaban muy conscientes de que esto era un receso, que después de esta reunión comenzaba la verdadera pelea, pero mientras ésta llegaba aprovechaban al máximo de su compañía, sintiendo crecer cada día más el amor que se profesaban.
-¡Uhm! –suspiró Hermione, tomándole la mano sobre el mantel y mirando a la pista de baile, a Harry y Ginny-. No puedo creer todo lo que han cambiado, todas las cosas que hemos pasado…
-Por supuesto, nada es como era antes, cuando nos conocimos –reconoció Ron, entrelazando sus dedos a los de ella-. Cambiamos, nos adaptamos a lo que viene. Sin embargo, tú y yo crecimos…
-…y aún seguimos juntos –terminó Hermione la frase por él, sonriéndole y proporcionándole la esperanza de que, sin importar lo que pasara, siempre sería así.
Ron se levantó y la invitó a bailar, y mientras daban vueltas alrededor de la pista de baile al son de un hermoso vals, se sonrieron y Ron se perdió en sus ojos, en la eternidad de sus ojos castaños.
FIN.
