Comienzos.

15 años antes.

El reflejo de las luces mercuriales pasando a una increíble velocidad por la ventana, le daba de lleno en la cara. Sintió el peso de su propia cabeza sobre su mal acomodado cuello y su cuerpo, casi acostado sobre todo lo largo del asiento. Con mucha pereza frotó sus ojos, no sabía cuánto tiempo se había quedado dormida pero esa posición ya no le permitiría seguir así ni un minuto más.

Sin embargo, todo ese cansancio en su rostro pasó a formar una expresión de pánico intenso cuando miró a su alrededor y se vio completamente sola. Sus ojos se movieron de un rincón a otro de la cabina de tren en la que viajaba, y justo estaba a punto de salir precipitadamente por la puerta, cuando ésta se abrió, dando paso a Neflyte que traía tomada de la mano a Haru.

-¿Qué diablos? -preguntó exaltada -¿Dónde estaban?

-Fuimos al baño, ¿Verdad pequeña? - la niña sonrío alegremente mientras le extendía los brazos a su madre que seguía sudando frio. -Te traje algo de comer- agregó el general, entregándole una bolsa con galletas.

-¡No vuelvas a irte así, me sacaste un susto de muerte! - recriminó la castaña mientras tomaba asiento de nuevo con la niña en los brazos.

-Estaremos en paz unos días, en lo que se organizan. Debes calmarte.

-¿Organizarse?

-Digamos que las demás niñas y Haru jugaron a las escondidas con algunos cristales antes de irnos. Les tomará un tiempo recuperarlos.

Makoto lo miró con una ceja levantada mientras la pequeña luchaba por abrir el empaque de galletas que sostenía en la otra mano. Neflyte se abalanzó sobre ella y abrió la bolsa, robando un par de galletas en el proceso.

-¿A dónde vamos?

-A Nara, de hecho, bajaremos en la próxima estación. Ahí tengo un lugar preparado para nosotros. Estaremos bien un tiempo.

-¿Preparado?

-Preparado, listo, equipado. Deja de mirarme así, como si estuviera yo loco. Tienes que portarte con normalidad, una mujer histérica llama demasiado la atención. Con esa expresión - dijo señalando directo a su rostro –Cualquiera diría que te he secuestrado.

-Lo siento, es sólo que...- Neflyte la miró intrigado, esperando el resto del enunciado. Makoto se distrajo un poco, acariciando el cabello cobrizo de la pequeña niña que comía las galletas, ajena a lo que la rodeaba -. Tengo miedo.

-Esta bien tener miedo, eso es lo que nos mantendrá con vida.

La vista del general se movió hacia la ventana, donde la ciudad comenzaba a tomar forma aun con el rápido movimiento del tren. Makoto no pudo dejar de pensar en lo apacible de su rostro y eso, la intranquilizaba a ella aún más.

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Mi querida Haru:

¿Recuerdas nuestro primer hogar? El primer lugar al que pudimos llamar realmente hogar, pues el castillo era eso, un castillo triste y miserable.

Tu padre Neflyte nos llevó a Nara, a una hermosa cabaña que fue propiedad de un tío abuelo del lado materno, así que de ninguna manera nos podrían rastrear por los registros. Cuando llegamos ahí ya había anochecido, después de bajar del tren, tuvimos que andar un rato más por carretera y otros caminos que tuvimos que recorrer a caballo. Nara es una provincia hermosa y tuvimos la suerte de vivir un tiempo enclavados en las montañas.

La cabaña estaba en excelentes condiciones, a excepción del techo que filtraba un poco la lluvia pero que tu padre arregló en un acto sin precedentes, supongo que lo juzgué mal al principio. (Nota de Papá: Me ofendes). La primera noche que llegamos, la despensa estaba llena de comida enlatada y leche en polvo, botellas de agua y artículos de cocina y limpieza necesarios para aguantar un tiempo razonable sin salir. ¡Vaya que Neflyte había pensado en todo!

Teníamos algunos animales de granja, que según entiendo una persona estuvo cuidando un tiempo antes de nuestra llegada, así que el lugar no estaba tan sucio. Al principio, me aterré al pensar en lo metódico que Neflyte había sido al respecto, pero después no pude más que agradecerle. Supongo que después de todo, llegar a ese punto fue siempre algo inevitable, algo que debí haber advertido desde un principio, por suerte, el general era un gran estratega que nos salvó la vida.

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21 años antes.

-Deberías darle una oportunidad-Alegó Mina mientras se dejaba tumbar de espaldas en la cama de su compañera. La castaña la miró con desaprobación a través del espejo, mientras terminaba de enligar su cabello.

-¡Es un cretino, un tipo pedante que suda soberbia! - aseguró con molestia –Para ti es fácil, Kunzite parece un buen sujeto.

-Si bueno, es un témpano de hielo—dijo en un bufido -. Pero es guapo y gentil, creo que si, no podría quejarme tanto.

-Al menos no es grosero, deberías ver como Neflyte me mira, como si le perteneciera por nacimiento.

Mina volvió a sentarse a la orilla de la cama y mirando directo a los ojos esmeralda de Makoto, una vez más por medio del espejo, le sonrió con pesar.

-Supongo que algo bueno deben tener, Serena dice que …

-¡Serena dice! - gritó Makoto -¡Serena no dice nada! Es Luna, todos sabemos que es Luna quién habla. Y francamente, mi querida Mina, tú que siempre has sido una defensora del amor, no entiendo como aceptas la situación.

-¡Bueno, es que no todas somos como tú! -gruñó la rubia poniendose de pie -. Quizá te has vuelto igual de insufrible que Neflyte, bueno fuera que mejor no le hagas caso, así no tendrían hijos tan nefastos.

Makoto volteó con brusquedad a ver a su compañera que estaba por salir de la habitación, pero antes que ésta pudiera abrir la puerta, le sostuvo la mano.

-Discúlpame- susurró la castaña -. Sé que es un momento muy tenso para todos, no era mi intención molestarte.

-¿Sabes la presión que hay sobre mí? Los príncipes tienen su vista puesta sobre nosotras y más sobre ti y tu renuencia. Ese hombre podrá ser un patán, pero le gustas. Es guapo, es fuerte, y básicamente el universo lo hizo para ti, ¿Qué más puedes pedir?

Mina se abrió paso, soltándose de Makoto y salió por la puerta, no sin antes dedicarle una última mirada acusadora a su compañera.

-¿Encerrada con otra rubia? - escuchó unos instantes después, desde fuera de su alcoba.

-¿Qué haces aquí? -preguntó molesta.

-Estaba paseando y, pues los gritos me atrajeron. ¿Problemas con la ley?

-No me molestes, es tu culpa que me hostiguen de esta manera.

-¿Mi culpa? -preguntó el castaño mientras ponía su pie en el umbral, para evitar que la chica le cerrara la puerta en la cara, como tantas veces había hecho ya. -Eres tú quien no quiere ni respirar el mismo aire que yo, ¿Qué te he hecho?

-¿Aparte de ser un pedante y un cretino? -preguntó con sarcasmo -. Pues no lo sé, ¿Existir?

-Auch- exclamó burlonamente mientras se llevaba una mano al pecho -. Eso me dolió.

Makoto le lanzó una mirada salvaje mientras intentaba cerrar la puerta, sin importarle el pie del general que estaba de por medio.

-Tengo dos propuestas para ti, ¿Quieres oírlas?

-No- respondió con brusquedad.

-¿Y si te invito un café? Hay un lugar llamado Crown donde te podría llevar. Un pajarito me dijo que de todas maneras te escaparías, ¡Perdón! Intentarías ir hoy, ¿Me equivocó?

-Puedo ir sola, no te necesito- refutó molesta.

-¿Puedes realmente? Tú sabes más que sería mucho más fácil si vamos juntos.

Makoto abrió sus ojos notablemente sorprendida, mientras contemplaba el gesto divertido del general, que estaba seguro haber dado en el clavo.

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-¿Qué significa esto? -preguntó Andrew mientras se detenía a un lado de la mesa del Crown que estaba siendo ocupada por Makoto y Neflyte. Los ojos azules del médico, que aún traía la bata del hospital puesta, se clavaron con ferocidad sobre el hombre castaño, pero éste no se inmuto ni un poco.

-Por favor Andrew, déjame explicarte—dijo Makoto, con una voz baja pero firme, tratando de calmar al rubio.

-¿Vienes a decirme que me dejarás por él? Porque si es así, no quiero saberlo, Váyanse mejor.

-No seas dramático amigo—dijo Neflyte con una sonrisa torcida en su rostro.

-En primera, no soy tu amigo. Nada que venga de ese maldito reino es mi amigo. Y tú, menos- sentenció con firmeza.

-¡Andrew por favor! -insistió la oji verde, poniéndose de pie. -Tengo algo que decirte.

El hombre obedeció a regañadientes. Andrew siempre había sido un hombre muy paciente, pero él, al igual que muchos de los ciudadanos de Tokio, habían perdido la capacidad de soportar algunas cosas, después de un par de años de gobierno de la Reina Serena.

-Primero, debo decirte que es más fácil salir del palacio si él viene conmigo,—dijo ella mientras Neflyte alzaba los hombros con suficiencia -. Si quieres que nos veamos más seguido, tendrá que venir él también.

-No necesito un chaperón-refunfuñó Andrew, con la mirada clavada en el hombre frente a él.

-Ni yo necesito verlos tontear-agregó Neflyte, pero su mirada se desvió hacía detrás de Andrew, quién tuvo que girar para saber lo que el general veía. -. Esto es realmente lo que estaba esperando.

Parada en la puerta, una chica joven de cabellos cortos y marrones, buscaba con la mirada en cada una de las mesas. Cuando sus ojos azules se fijaron en aquel grupo de chicos, que ella conocía muy bien, una dulce sonrisa se dibujó en su rostro. Un par de segundos después, la misma se desdibujó de inmediato. Andrew no necesitó adivinar, conocía muy bien ese sentimiento de decepción.

-Hola pequeña- dijo Neflyte a modo de saludo cuando Molly se acercó a la mesa. Él se puso de pie y le dio un muy corto abrazo -. ¿Conocen a Molly?

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-¡Es una tontería! -exclamó Andrew con el ceño fruncido y la mirada fija en Makoto, quién parecía avergonzada -¿Cómo te dejaste convencer por esto?

-Es una opción-respondió Neflyte arrebatándole la palabra a Makoto -. Puedes tomarla o dejarla, pero sabes bien que es lo mejor.

-Vienes a decirme que pasearás por ahí con mi chica, fingiendo que son novios ante el mundo entero, que vivirán bajo el mismo techo y no sé qué cosas más, ¿Y pretendes que lo tome de buena manera?

-Si piensan que él y yo tenemos una relación, podremos ser más libres para venir aquí- dijo Makoto a modo de negociación.

-¿Y tú estás de acuerdo con esto? -volvió a preguntar Andrew, pero esta vez mirando a Molly que se había sentado a su lado.

-Pues, sí.

Los ojos de Andrew se clavaron en Molly, que retorcía con nerviosismo parte de su vestido bajo la mesa. Ella tenía su vista fija en la malteada sobre la mesa, como si sus ojos escondieran algo.

-¡Inaudito! -gritó Andrew exasperado.

-No creo que haya otra opción-intervino Molly de nuevo ante el asombro de todos. Apenas llevaban una hora en ese lugar, y era la primera vez que parecía querer hablar -. Serena y yo hablamos a veces, ella está preocupada por lo que … ya saben quién... decida sobre Makoto y Neflyte si no acceden.

-¿Qué te ha dicho? -preguntó Makoto intrigada. Los tres miraron a la pequeña chica con atención.

-Dice, yo...- Molly dio un sorbo a su bebida y suspiró con profundidad -. Amy está embarazada—Makoto no pudo más que abrir la boca sorprendida, estaba por decir algo cuando Neflyte la detuvo -. Es la primera, espera que las demás lo estén pronto, Luna quiere que las nuevas senshis estén aquí antes que la pequeña dama, incluso...

-¿Incluso qué? -la apresuró Makoto conmocionada.

-Dijo que Luna y Artemis desean que las outers también tengan descendencia, todas sin excepción y están tan decididos a lograrlo.

-Si obligan a Urano, tu rebeldía no será un problema para ellos- agregó Neflyte.

-¡Debemos irnos! Escaparemos ahora que podemos.

-No es tan fácil Andrew—dijo la senshi del trueno -. No confían en nosotros, estamos afuera, pero ellos tienen nuestros cristales, sólo así pudimos salir. Nos buscarían y cuando nos encuentren nos llevarían de vuelta, si corremos con suerte.

-¿Y entonces? ¿Debemos resignarnos?

-No. Por eso estamos aquí- intervino Neflyte con seriedad -. Este es el plan mientras encontramos una salida más digna.

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Después de las declaraciones de Molly sobre Serena y Luna debo decir que la parte de mí corazón que las quería todavía, seguía renuente a creer que harían algo así con nosotras. A final de cuentas, éramos familia, al menos eran la mía.

Esa noche cuando volvimos al palacio, Neflyte parecía tan comprometido con el plan, que me hizo prometerle que lo esperaría en el jardín a media noche. Él y yo no nos llevamos bien al principio, así que aparentar que comenzábamos a salir tenía que ser algo gradual, incluso sería mejor que pareciera que era a escondidas, por aquello de que encajara la situación con nuestros propios temperamentos (Nota de papá: Y de las palabras de tu madre que juró a los vientos que ni muerta saldría conmigo, ajam).

Estaba yo tan inquieta y asustada, en mi mente aun daban vueltas las palabras de Andrew que hablaban de lo mala idea que era este plan, pero tenía tanto miedo que lo lastimaran y debo admitir, la idea de encontrar la salida a nuestra situación, mientras seguía de cerca los pasos de nuestro virtual enemigo, viviendo prácticamente en su casa, me resultaba bastante cómoda, tanto que mi corazón estaba en verdadero conflicto con mi razón. Decidí salir antes de la hora pactada y caminé en silencio por los alrededores, pero una acalorada discusión me hizo detenerme y evidentemente, espiar un poco.

-¿No estarás hablando en serio? -escuché decir a Haruka notablemente exaltada, mientras a su costado Michiru la miraba inexpresiva -. Por favor Michiru, dime que esto es otra de tus bromas.

-¿Por qué habría de serlo? -le respondió después de un incómodo silencio. La hermosa chica agua marina caminó hacia la rubia, pero ésta se apartó de nuevo.

-¿Un hijo? ¿Dónde carajos encaja eso en nuestros planes?

-Quizá en los tuyos no, pero en los míos sí.

-¡Pues tenla tú, no veo como pueda ayudarte con eso!—exclamó Haruka con molestia mientras se pasaba una mano por entre sus cabellos. Se veía tan exaltada que quise ir en su consuelo, pero algo en mi me detuvo.

-No requiero tu ayuda ni tu permiso, tu apoyo me hubiera gustado- alegó Michiru con un tono disminuido mientras centraba su atención en su propio reflejo en el agua de la fuente. -¿Nosotras no nos merecemos esa oportunidad? ¿Por qué sólo las inner tienen ese privilegio?

-¿Oportunidad? ¿Privilegio? ¿De qué diablos hablas Michiru? -la rubia la miraba con desasosiego. Finalmente, y después de una lucha interna demasiado larga, Haruka decidió caminar hacia Michiru y la tomó por los hombros -. No te reconozco.

-Pues haré esto contigo o sin ti. Y si yo fuera tú- le dijo con una voz fría y un tanto retadora -, consideraría hacer lo mismo.

La senshi del mar se fue sin mirar atrás, justo por el camino que quedaba frente a mí y a Haruka, que seguramente la miraba desolada. Yo estaba escondida en los arbustos, pero me vi muy ingenua, a final de cuentas Haruka era mi sensei y creer que no me había visto fue un grave error.

-Los muertos no hablan—me dijo en un tono tan amenazante que no pude evitar asustarme, pero ella siempre era así conmigo, dura y decidida y en gran parte, le debo a eso lo que soy.

Para fortuna de ambas, un ruido en las cercanías me hizo girar hacia otro lado sólo para descubrir a tu padre Neflyte, viniendo en mi busca. Cuando volví mi vista, Haruka se había ido.

Ahí supe, mi querida niña, que el plan de tu padre podía sonar loco y un tanto arriesgado, pero tendríamos que intentarlo.

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15 años antes.

Makoto sonrió cuando las luces de la vieja pero conservada casa de campo, encendieron al fin, después de un par de intentos fallidos de Neflyte. La gracia más que nada, era causada porque no había pensado en el general, como un verdadero hombre de casa, hasta que lo vio maldecir por la ligera descarga que lo pilló de sorpresa en la caja de fusibles.

-Si eso te dolió, no deberías hacerme enojar nunca—le dijo Makoto con una sonrisa burlona en los labios. El general la miró de reojo y sonrío también cuando ella no pudo verlo.

-Aquí está el baño- dijo abriendo una puerta y entrando para comprobar que el agua corriera en el lavabo. –Por acá esta la cocina, la sala obviamente, y las habitaciones- agregó señalando dos puertas más. -Hay una cuna, pero la moví a la alcoba más grande, no creo que sea buena idea que duerma sola.

-Muchas gracias Neflyte, no tengo palabras para agradecerte todo lo que haces por nosotras.

Neflyte volvió a sonreír ligeramente, Makoto tenía tanto tiempo agradeciendo que él ya no se molestaba en responder a esos comentarios. Ella se sentía un poco tonta a veces al respecto, odiaba sentirse la damisela en apuros todo el tiempo, pero solo necesitaba ver el rostro tierno de la pequeña Haru para soportar la impotencia y continuar.

-Tomaré un baño, acomódate mientras tanto, espero que estemos aquí un buen tiempo.

Makoto se dirigió a las habitaciones, cuando abrió la primera el lugar estaba vacío salvo por un par de cajas apiladas en un rincón y algo que parecía un cerro de periódicos viejos y amarillos. Cerró la puerta y abrió la siguiente, ahí estaba la alcoba principal, lo primero que vio fue una cama doble, algo que consideró un grave problema ya que estaba acostumbrada a dormir con el general, pero en una cama tan amplia que bien podía girar varias veces sin tocarlo siquiera. Enseguida, una cuna antigua pero pulcra, adornada con un velo de color blanco y unas almohadas pequeñas a juego.

Dejó ahí a la niña después de sacudir un poco el colchón, la cubrió con una sábana y echó el velo por encima. De pronto el baño le pareció una maravillosa idea, pero debía aprovechar el tiempo primero para sacudir el poco polvo y acomodar sus cosas.

Su sorpresa fue mayúscula cuando comenzó a abrir los cajones y encontró ropa de su pertenencia. Prendas diversas que había perdido, o al menos eso creía, de manera sistemática en el transcurso de varios años. Su primera reacción fue de impacto, seguida por un poco de enojo y al final, asombro. Ese hombre iba tres pasos delante de ella, algo agradable, pero molesto a la vez.

Un par de horas más tarde, la casa no tenía polvo, la chimenea estaba prendida y el aroma a comida recién hecha gobernaba el ambiente. Makoto se sentó en la mesa mientras Neflyte mecía a la pequeña para que durmiera otra vez, después de cenar también.

-¿Cuál es el plan ahora? -preguntó resignada y un tanto dormida.

-Nos quedaremos aquí un tiempo, tardarán en dar con nosotros, pero sé que eventualmente lo harán. Debemos estar preparados.

-¿Qué pasará con Molly y Andrew? -insistió nerviosa.

-Estarán bien, como te dije, mientras no hagan una tontería.

-¿No te da miedo que lo hagan?

-¿Siempre has sido tan desconfiada? - Makoto frunció el ceño y lo miró con la ofensa dibujada en el rostro, Neflyte bufó cansado y prosiguió -Bien, ¿Qué más quieres saber?

-¿De qué viviremos? ¿Qué haremos en sí? ¿Por qué pareces tan tranquilo?

Neflyte recibió todas las preguntas sin interrumpirla, pero en lugar de responder se limitó a mirar con dulzura a la niña que había sucumbido en sus brazos. Makoto también lo miró y no pudo evitar la punzada en el corazón que siempre llegaba, cuando veía al general siendo un padre para una hija que no era de él.

-Serás un gran padre algún día- soltó en un susurró.

-Ya lo soy- respondió él sin mirarla. Makoto se sonrojó de inmediato, esas tres palabras fueron más un reclamo que una afirmación, pudo sentirlo en el tono de su voz. -Tengo dinero, el suficiente para vivir en la clandestinidad y sin lujos, pero nada nos faltará- dijo en un intento de romper la anterior tensión -. Lo único que nos queda por el momento es entrenar, ser más fuertes y aguardar, supongo que mandaran a las outers primero, me atrevo a decir que veremos a tu Sensei antes que a nadie. Si nuestra suerte es buena quizá venga sola, si es mala, la mujer del tiempo vendrá por nosotros y ahí sí, estaremos en problemas.

-Pero Setsuna está...

-¿Lo está? ¿Tienes pruebas? -preguntó mientras caminaba rumbo a la habitación para dejar a la niña en la cuna. Makoto se levantó tras él y lo siguió en silencio.

Una vez adentro, volvió a recostar a Haru en la cuna y la cubrió con el velo.

-Le hace falta algo a esta cuna—dijo casi para sí mismo.

-¿Y bien? -preguntó Makoto esperando la respuesta de su última pregunta.

-Estoy tranquilo, porque tú estás muy alterada. Ya tendremos tiempo para pelear entre nosotros todo lo que quieras, pero por lo pronto será mejor que vayamos a dormir.

Neflyte se dirigió hacía uno de los armarios y sacó una manta un tanto polvorienta, después caminó rumbo a la cama donde tomó una almohada y con ambas cosas en mano se dirigió a la sala.

-¿A dónde vas? -preguntó la oji verde extrañada.

-Ya no estamos en el castillo, no hay necesidad que sigamos durmiendo en la misma cama. Aunque si tú quieres...

-No, no, está bien—se apresuró a responder bastante apenada. Neflyte le sonrió con picardía y encogiendo los hombros se fue hacía el sillón.

La regente del trueno dio un fuerte suspiro y giró su cuello con cansancio. Había sido un día muy largo, tenían ya veinticuatro horas de haber escapado y el estrés del momento comenzaba a pasarle factura.

Se dejó caer en la cama con la mirada fija en el techo, las manchas en las vigas de madera le trajeron de recuerdo las maderas del templo Hikawa, donde solía pasar el tiempo con sus amigas, aquellos días gloriosos donde no tenía ni la menor idea de la maldad que se cernía sobre ellas.

Trató de dormir, se remolineó varias veces y se acomodó en posiciones diferentes. Un par de ocasiones se levantó a comprobar a la niña, pero ésta seguía en un profundo sueño. Su mente estaba llena de inquietantes imágenes que la intranquilizaban. Se preguntaba por Rei, por Amy y Mina. Recordaba a Haruka y la profunda tristeza que ahora vivía en sus ojos azules. Recordó a Setsuna y su misteriosa desaparición, lo que la llevó a pensar en Hotaru, la pobre e inocente Hotaru y ese final que no se merecía.

Había pasado un tiempo que se le antojaba eterno cuando por fin se levantó y caminó hacia la puerta, al abrirla pudo ver a Neflyte recostado en el sillón principal, con los brazos tras su cabeza y la mirada fija en el techo, por lo visto tampoco podía dormir. El hombre castaño puso su atención en la mujer que lo miraba desde la habitación.

-¿Pasa algo? -preguntó con tranquilidad.

-Pues. Verás. Me preguntaba si tú, ¿Querrías? Sólo por esta noche - titubeó la guerrera con notable pena en su voz.

El general la miró unos segundos antes de moverse. Gesticuló una minúscula sonrisa, casi imperceptible mientras se sentaba y tomaba de vuelta su almohada y la cobija. Caminó con ellas rumbo a la habitación cerrando la puerta tras él.

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Actualidad...

Los cabellos caoba con destellos rojizos de la alta y poderosa chica, cubrían parcialmente su rostro, sin embargo, sus ojos esmeraldas aun eran muy visibles entre las capas de su melena, que llevaba cortada con asimetría y además, un tanto alborotada.

-Cometes un gran error, Sailor Júpiter.

-Quizá, pero tú también lo has hecho, pequeña dama... aunque, más bien debería llamarte Chibiusa, me gusta más.

-El deber de una sailor es proteger al planeta no destruirlo- bufó la joven de cabellos rosas y ojos a tono mientras luchaba por incorporarse entre los restos de lo que alguna vez fue el palacio de Tokio de Cristal.

-Ahí está tu error, yo no soy una sailor por tanto no es mi deber. Yo sólo busco venganza, busco a tus padres para hacerles pagar el dolor que infringieron en los nuestros.

Chibiusa sonrío con malicia ante las palabras de su contrincante, si bien había sido derrotada, la victoria reflejada en su rostro era más cuestión de orgullo que de un triunfo tangible.

-Puedes renegar todo lo que quieras Haru, pero esa gema que llevas contigo es el cristal de Júpiter, lo que te hace una sailor. Habrás perdido el camino, como los traidores de tus padres que no hicieron más que dedicarse a atacar a sus propios compañeros, a sus amigos de toda la vida. Pero vienes aquí, diciendo que no eres lo que obviamente destilas por los poros.—La chica le sonrió con más amplitud, en un gesto de burla y desprecio -. Eres una sailor más, como todas las demás.

Haru soltó una risa tan siniestra y fanfarrona que borró la alegría del rostro de Chibiusa, cambiándola por confusión y duda.

-¿Este cristal? ¡Eres tan tonta como tu madre! -soltó con malicia -. Esto, mi querida princesita es una Nefrita, la insignia de mi padre Neflyte, quién me entrenó y me educó para este momento en particular. Yo no soy capaz de manejar el cristal de Júpiter, para tu suerte y el de los pocos seres que te quedan con vida.

-¿Qué? ¡Eso es imposible! - expresó con miedo –Si tú no tienes el cristal, ¿Cómo has podido hacer todo esto?

CONTINUARÁ...

Bueno aquí otros capitulo más de esta historia que me pica en la mano jajaja, espero que les guste y que los deje intrigados porque ese es mi objetivo jajaja.

Gracias a Ladi Júpiter, Genesis, LitaKino y Hospitaller Knight por sus comentarios, espero más jajaja créanme que tomo muy en cuenta sus opiniones y me motivan mucho para continuar.

Lector anónimo, gracias por leer!