Hola a todos!
Mi primer fanfic original de Bleach. Tened en cuenta que esto es una historia totalmente inventada hecha por y para fans. Espero que os guste! Y dejadme comentarios con vuestra opinión.
-EDITADO-
Notas de la Autora:
-Ninguno de los personajes a excepción de los secundarios inventados me pertenecen ya que son creación de Kubo Tite.
-Intento en la medida de lo posible no alejarme mucho de sus personalidades, pero sin en algún momento me desvío no me lo tengáis muy encuenta.
-Este fanfic no contiene spoilers ya que se trata de una historia del pasado. Podéis leerla bien a gusto.
-En un principio solamente iba a tener tres capítulos, pero me lo he pensado mejor y he decidido modificar un poco la idea original. En cada capítulo irán apareciendo nuevos personajes ya conocidos así que tened paciencia.
-Puede contener un levísimo HitsuHina… y quizá más adelante KiraHina y RukiaRenji.
Dedicado a Heishi que le prometí un fic de Hitsugaya.
MORIR
Capítulo 1: El hielo
Seguro que más de una vez has pensado: "Hoy debería haberme quedado en la cama".
Lamentablemente, cuando uno quiere volver atrás ya es demasiado tarde.
Aquel era uno de esos días...
"¡Despierta¡No te hagas más el remolón y levántate!"
Ignoré por completo aquella enérgica voz y me cubrí la cabeza con la manta. Había estado soñando con algo realmente emocionante. Hacía mucho tiempo que no me ocurría y quería volver a dormir, retener unos minutos más aquella aventura de la que yo había sido protagonista.
Noté como descorrían las cortinas y la estancia se llenaba de luz.
"Esta noche ha vuelto a nevar. Está todo precioso. ¿No quieres verlo?"
Ya no recordaba el sueño. Daba igual cuanto me esforzara, las imágenes no volvían a mi cabeza. Por mucho que quisiera quedarme allí, la cantarina de mi hermana me obligaba a todo lo contrario. Muy a mi pesar el día había dado muerte a la noche.
"Odio la nieve." -rezongué haciéndome un ovillo.
"¿Qué odias la nieve?" -rió la chica. - "¿Cómo puedes decir eso? Acaba de ser navidad, tenemos vacaciones y hace un día precioso. ¿No te entran ganas de salir a jugar con todo tan blanco?"
"No. Me entran ganas de quedarme aquí todo el día. Seguro que fuera hace mucho frío."
"¡Eres un soso!" -exclamó destapándome.
Comencé a tiritar. El calor que había estado acumulando se acababa de esfumar.
"Levántate y vístete. Hana está preparando un desayuno especial." -Dijo guiñándome un ojo, antes de salir por la puerta.
Me incorporé y después de permanecer un rato sentado mirando a la nada, me puse en pie y eché una rápida mirada al exterior. El sol reflejado en el blanco manto que lo cubría todo dañaba la vista.
Suspiré. Comenzar el día era algo inevitable.
Vivíamos en una gran casa algo apartada del pueblo. Muchos nos envidiaban porque mi padre era el médico y teníamos comodidades que otros no se podían permitir. Nos habíamos mudado a ese lugar hacía cosa de un año, y desde entonces por primera vez mi hermana y yo íbamos a un colegio público. Hasta entonces había sido nuestra madre la que nos inculcaba sabiduría, y quizá era debido a esto que los otros chicos nos acusaban de listillos. En general no me llevaba muy bien con ninguno. No se me daba demasiado bien hacer amigos, y según mi hermana tampoco ponía mucho interés en ello.
"Buenos días¿Ha dormido bien el señorito?" -me saludó Minako, una de las criadas, al bajar por la escalinata de madera.
"Algo así." -contesté no muy amable. Y entré en el comedor donde mis padres y hermana ya estaban probando los diferentes bollos que Hana acababa de traer a la mesa.
"Que sea la última vez que bajas a deshora." -me reprimió mi padre sin apartar la vista del periódico.
No contesté ni puse ninguna excusa. No servía de nada.
"¿No me has oído?" -insistió.
"Sí, sí." -respondí sentándome a la mesa.
"Con una vez que lo digas basta. No seas maleducado."
Mi madre me pasó la bandeja con los bollos sonriente.
"Cómete unos cuantos que están muy ricos. Además necesitarás fuerzas para ir a patinar."
"¿Patinar? Yo no pienso ir a patinar."
Mi hermana Akemi frunció el labio disgustada.
"Ya lo creo que irás a patinar, que por algo os compramos los patines." -sentenció mi padre. - "Considérate afortunado con ese regalo. Hay muchos niños a los que les gustaría tenerlos y no pueden."
"Entonces se los regalaré a esos niños. Yo no los necesito para nada."
"¡Toushiro!" -se escandalizó mi madre.
"¡Iréis a patinar!"-ordenó mi padre, dirigiéndose exclusivamente a mi hermana.
"Si yo estoy de acuerdo papá... Es Shiro-chan quien no quiere ir."
"¿Y se puede saber porqué no quieres ir, hijo?" -preguntó mi madre más amable.
"Porque no sabe y le da miedo caerse." -adelantó mi hermana.
"¡Qué estupidez!" -exclamó mi padre. - "Cualquier cosa que uno se proponga puede hacerse ¿Me has oído pequeño?"
"Hoy no es buen día para ir, hace mucho sol y el hielo se derretirá pronto." -intenté excusar.
"¡Majaderías! Eso es todo cuanto sabes decir."
Aproximadamente una hora más tarde Akemi y yo nos disponíamos a salir de casa. Me aseguré de llevar bien puestos los guantes y me anudé fuertemente la bufanda al cuello. Mi hermana se colgó los patines a la espalda y dejamos atrás la puerta. Para mi sorpresa no hacía tanto frío como pensaba.
"¿Quieres que vayamos a la charca o al río?" -me preguntó ella, ocultando su larga melena rubia en el gorro de lana.
"Me da igual, yo no voy a ponerme esas cosas en los pies."
"Pero papá..."
"No se va a enterar." -la corté.
"Entonces vayamos al río." -concluyó sonriente. -¿Vale Shiro-chan?"
"¿Porqué me llamas siempre así? No es mi nombre."
"Porque... Tienes el pelo muy clarito!" -rió alborotándomelo todo.
Yo volví a pasarme la mano para poner los mechones en su sitio y le devolví la sonrisa. Akemi tenía tres años más que yo, pero nos llevábamos mejor que cualquier otros hermanos que había conocido. Ella era mi mejor amiga, y quizá la única persona cariñosa conmigo. Creo que se me daba mejor trabar amistad con los mayores que con los otros chicos de mi edad.
Llegamos al río. Lo recuerdo como un inmenso espejo de hielo que se perdía entre los árboles. Yo me senté en una roca y me dispuse a ver cómo mi hermana disfrutaba resbalándose de un lado para otro. La verdad es que ella disfrutaba con todo.
"¡Te vas a quedar como un cubito si te quedas ahí quieto!" -me gritó desde el otro lado del río. - "Anda ven a hacerme compañía un rato." -medio suplicó.
"Sabes que no iré."
"Solo un poquito..."
"No."
"Va, hazlo por mí."
Negué con la cabeza.
"Te vas a volver aún más frío de lo que eres, Shiro-chan."
Justo en aquel instante varias risas burlonas me sobresaltaron por detrás.
"Uy, sí... Hitsugaya Toushirou el chico del hielo"
Udon y toda su panda de inútiles. Los chicos a los que más odiaba de todo el pueblo y los que más nos odiaban a nosotros.
"Vaya, vaya, pero si los hermanos Hitsugaya tienen patines nuevos. ¿Os los trajo Santa Claus?"
Otra vez aquellas odiosas risotadas. Yo fulminé al chico con la mirada.
"¿Qué te pasa Hitsugaya-kun?" -preguntó con malicia. - "¿No te pones tus patines nuevos?"
El muy idiota se agachó y los recogió rápidamente, como esperando que aquello me fastidiara.
"Creo que me los quedaré." -aseguró, restregándome sus palabras por la cara esperando a que enfureciera y tratara de arrebatárselos.
"Haz lo que quieras. A mi no me gustan."
Aquella no era la respuesta que esperaban. Si bien alguno de sus compañeros pareció contento con aquella idea, a Udon no le complació en absoluto. Se quedó unos instantes pensativo maquinando otra manera de hacerme rabiar. Y la encontró.
"¿Entonces dices que nos regalas estos bonitos patines? Coged también los de su hermana!"
El terror invadió mi cuerpo y vi como varios de ellos se acercaban a Akemi, la arrastraban por el suelo helado y comenzaban a tirar de su calzado con fuerza. Les grité para que la dejaran en paz sin atreverme a pisar la superficie de aquel río... En mis peores pesadillas el hielo siempre se rompía bajo mis pies y moría devorado por algún monstruo de las profundidades.
"¿Pero qué es esto?" -se mofó Udon. - "Hitsugaya -kun, el niño prodigio tiene miedo a resbalar y caerse? Supongo que entonces no sabrás patinar."
Los otros chicos que sacaban arrastras a Akemi lo corearon con más burlas.
"¡Y tu que te sabes!" -exclamé furioso.
"Yo sólo sé que tu hermanita estaba en el río, y tu en la roca." -sentenció.
"Sé patinar y mejor que tú."
"¿Ah si? Eso habría que verlo." - y dicho esto me tiró el par que me había quitado. Yo los recogí al aire. - "Te propongo una carrera...Tú contra mí. Vamos patinando de aquí hasta el granero de Yamada. Si ganas os dejamos en paz a ti, tu hermanita y vuestros patines. Pero si gano, nos los quedamos nosotros. ¿Hay trato?"
"¡Shiro-Chan, no le hagas caso!" -me gritó mi hermana, retenida por cuatro de aquellos matones.
"De acuerdo." -le contesté desafiante.
Udon chasqueó los dedos y un grandullón terminó por arrancarle los patines a Akemi y se los pasó a él. Ambos nos los atamos a las botas y nos deslizamos hacia la mitad del río.
"Esto será divertido." -murmuró el chico, al ver mi falta de equilibrio.
Era la primera vez que me ponía unas cuchillas en los pies, pero también por primera vez creí en las palabras de mi padre: Cualquier cosa que uno se proponga puede hacerse.
Suspiré deseando en lo más profundo de mi corazón que aquello fuera cierto.
"¿Preparado?... ¿Listo?... ¡Ahora!"
La salida de Udon fue bastante rápida. Sobre todo si la comparabas con la torpeza con la que yo arrastraba los pies, pero el miedo que sentía se iba disipando a medida que avanzaba, hasta que llegó a un punto en el que se esfumó por completo. Fue entonces cuando aprendí a patinar.
Escuché a mi hermana dándome ánimos justo antes de dar la curva. Giré la cabeza y alcancé a verla sonreír. Parecía orgullosa de ver cómo había vencido mi miedo. Estaba tan contenta...
Aquella fue la última vez que la vi feliz.
"Maldito seas Toushirou." -gruñó Udon al comprobar que le había dado alcance y le pisaba los talones.
Sonreí satisfecho y flexioné mis rodillas ganando aún más velocidad, iba a superarle.
"¡Cabrón¿Dónde has aprendido a patinar así?" -dijo esforzándose por dejarme atrás.
"No he aprendido. Sé."
Ahora íbamos a la par.
Aquello iba mucho más lejos de una simple competición entre niños. Él era mi rival y no buscaba otra cosa en la vida que verme sufrir y hacer el ridículo. No iba a permitir en absoluto que yo le adelantase. Y yo no pensaba dejar que él se saliera con la suya.
Pero aquel odio que sentía Udon lo volvía capaz de cualquier cosa...
Íbamos tan pegados que aprovechó una de las curvas para ponerme la zancadilla. Yo salté con buenos reflejos evitando tropezar y caí de pie con buen equilibrio por delante suyo. Al hacer eso sólo había conseguido darme ventaja.
"¡Idiota! No intentes hacer trampas! Si soy mejor que tú no le puedes hacer nada." -le grité.
Aquello le hirvió la sangre.
"¡Deja de hacerte el chulo Hitsugaya¡No pienso dejarte ganar!"
"¡Tarde! Ya veo el tejado de los Yamada."
Seguí la dirección del río helado con el imbécil de Udon muy por detrás. Notaba la fría brisa de diciembre golpearme la cara y pensé que aquel día no estaba resultando ser tan malo como había pensado. Me sentía libre, había vencido una fobia y también a Udon. Por fin nos dejaría tranquilos... O eso era lo que yo pensaba.
Disminuí la velocidad y frené ya pasado el granero. Me giré para contemplar victorioso la derrota de mi contrincante, que venía hacia mi rojo de ira.
"¿Sabes qué Udon? Creo que me quedaré yo con el par, me ha gustado esto de patinar." -le solté en el mismo tono de desprecio que él solía emplear conmigo. - "Pero dejaré que los lleves puestos para la vuelta. No me quiero perder la cara que pondrán los demás al verte volver con las manos vacías."
El chico apretó los dientes con fuerza y después me propinó un buen puñetazo en la nariz.
"¡Voy a matarte cabrón!"
Nunca creí que lo dijera en serio...
"¡Se puede saber qué haces, mal perdedor!"
"¡Cállate!" -gritó tratando de volver a darme, pero las cuchillas de los pies lo hacían alejarse en otra dirección y cayó al suelo.
Me limpié la sangre que me resbalaba por el labio y me acerqué al chico, el cual no desaprovechó la oportunidad y agarrándome de los pies me hizo caer hacia atrás bruscamente. Mi espalda recibió un fuerte impacto contra la superficie y noté cómo el hielo estaba empezando a resquebrajarse. Abrí los ojos inseguro. Estábamos justo en la mitad del río en la zona que más cubría y dónde las capas eran más débiles.
Udon se abalanzó sobre mí.
"¡Espera!"
No resistiría el peso...
Tarde.
Los dos caímos y nos hundimos por completo en aquellas aguas gélidas. Giré sobre mi mismo tratando de escapar por aquella ventana de luz a la superficie, las ropas me pesaban y el metal de los pies también.
Conseguí salir y dar una bocanada de aire.
Udon se encontraba a mi lado luchando por mantenerse a flote.
Traté de salir de aquellas aguas apoyándome en la superficie de hielo y tomando impulso, pero las orillas se rompieron bajo mis manos. No podía salir. Y aquel agua dolía como un centenar de cuchillas clavadas a la vez.
"¡Ayúdame¡No sé nadar!"-suplicó.
Observé cómo él también se apoyaba en una de las placas de hielo para darse impulso y escapar, no lo consiguió pero al menos esa zona no parecía tan frágil.
"Escucha, voy a quitarte los patines y te ayudaré¿Vale?"
"¡Date prisa!"
Cogí aire y me sumergí de nuevo. Traté de resistir aquel frío inhumano y comencé a liberarle de aquellos pesos bajo el agua. Apenas tenía ya tacto en las manos. Finalmente lo conseguí y tomé por las piernas al chico proporcionándole con mi propio cuerpo un apoyo, al tiempo que subía otra vez a la superficie. Ahora sí dio resultado, y Udon consiguió sacar prácticamente todo su cuerpo fuera. Sin embargo no tuvo en cuenta que yo aún le sujetaba y se dio un último impulso dándome una patada en el pecho. Lo hizo sin querer, pero me lanzó a una de las esquinas y mi cabeza y cuello impactaron con fuerza contra uno de los salientes de hielo que perfilaban el agujero de la superficie.
Todo ocurrió tan de repente que no sentí siquiera dolor.
Es más, el calor que noté en aquel momento fue bastante agradable.
Udon retiró la pierna de mi pecho y se dio la vuelta hacia mí tiritando con la intención de ayudarme a salir.
Se me nubló la vista.
El hielo era frío y afilado... Me palpé a tientas la zona en la que se me había clavado aquel endemoniado cuchillo cristalino.
Sentí el calor de mi propia sangre por mi nuca y el agua se comenzó a teñir de escarlata.
Ya no tenía frío. Se estaba tan bien que podía quedarme allí para siempre.
El sueño me sobrevino.
"¿Toushiro?" -preguntó él bastante asustado.
No tuve fuerza ni para cerrar los ojos.
Me dejé caer y me hundí en el hielo.
Ya lo recuerdo...
Por fin recuerdo lo que estaba soñando...
Había un gigantesco dragón de hielo...
Pero... ¿Cuál era su nombre?
To be continued...
Eso si os ha gustado y queréis que lo siga.
Así que bueno, si queréis que continúe ya sabéis: REVIEW!
PREVIEW SOLO APTA PARA FRIKIS:
Naleeh: XDDD Risa a lo Don Kanonji: BUAJAJAJAJAJA (Brazos cruzados incluidos). Vamos a hacer la preview que es algo que siempre he querido: En el siguiente episodio aparecerá.. ¿Pant? Sí! Un nuevo personaje que posee una máquina de resucitar a los muertos.
Neji¿Ah si? Creía que eso sólo pasa en Casper.
Naleeh¿Y tu que pintas aquí si eres de otra serie?
Neji: No te quejes, al menos no estás sola para hacer el resumen.
Renji: Y a mi no me sacas o que?
Neji: Y este tío?
Naleeh: UAAAAHHH Claro que sí! Ven que te achuchooo
Renji y Neji huyen...
Naleeh: Jou! U.u
Hitsugaya: No le hagáis caso, no ocurrirá nada de eso. Os lo aseguro yo que lo he vivido.
