Apariencias
21 años antes.
No podía cerrar los ojos. Apartar la vista de aquella intensa mirada marrón que se acercaba a su rostro tan despacio era realmente inconcebible. Makoto lo miraba con una expresión de miedo, terror puro y angustia sin igual. Neflyte le sostenía el rostro con ambas manos, su toque era tierno, delicado, pero la chica parecía estar a punto de desvanecerse atemorizada. Supo que todo estaba perdido cuando sintió el aliento dulce del general estrellarse contra su piel. Entonces y sólo entonces, cerró los ojos y espero aquel beso. Pero nada, en su lugar, Neflyte la soltó y se giró sobre sus pasos.
-¿Neflyte? -preguntó en un susurro.
-No digas nada, estoy realmente harto de esto.
Makoto abrió los ojos de nuevo, solo a tiempo para ver al castaño encaminarse a la puerta.
-Lo siento.
-Guarda tus disculpas para el rubio desabrido, cuando tengas que ir a recoger lo que dejen de él tirado en la calle.
-¡No te permito que hables así de él! -refutó ella con ferocidad.
-Mira niña, no es que quiera besarte a fuerza ni mucho menos. Pero si no te acostumbras a que te toque, nos descubrirán muy pronto. Si vamos a fingir que somos pareja, deberán ver que nos besemos de vez en cuando, que te tome la mano, que te abrace. Es sólo contacto, tampoco es nada del otro mundo ¿Crees que no preferiría estar mejor con ella que contigo?
Makoto abrió los ojos sorprendida y un tanto molesta. El general también la miró de manera retadora y orgullosa, con esa aura siniestra que brotaba de él cada vez que se enojaba.
-¡Eres un idiota!
-Y tú...- Makoto esperó el insulto de aquel hombre que ya tenía la mirada enardecida, sin embargo y para su sorpresa, simplemente soltó un profundo suspiro mientras se agarraba el hueso de la nariz con sus dedos, la observó una última vez con hastío y se marchó.
-¡Aaah! -gritó con fuerza mientras arrojaba a la puerta lo primero que su mano alcanzó a tomar. Para su mala fortuna, se trataba de una insignia de Neflyte, que había dejado en la habitación con la intención de que, si alguien entrara, la viera. La medalla se había partido en dos, pero era tanto su molestia que la castaña la dejó tirada frente a la puerta.
Se arrojó de espaldas en la cama, con las manos cubriéndole el rostro. Sabía que Neflyte tenía razón, tarde o temprano los demás debían ver un acercamiento más allá de una charla entre ambos, pero le resultaba tan difícil, la imagen de Andrew venía a su mente cada vez que Neflyte se acercaba a ella. Habían pasado mucho tiempo ensayando el acercamiento, el general le tomaba la mano, la acariciaba con ternura, incluso había intentado abrazarla una vez. Todo falló, cada una de las veces ella lo había rechazado e incluso, lo electrocutó en una ocasión. Podía ver la molestia en sus ojos, su ceño se arrugaba cada que ella giraba su rostro para evitar el roce de sus labios, pero por alguna razón, hoy había sido algo diferente.
De golpe se puso de pie y recogió los restos de la medalla, sintiéndose tan terrible al verla en pedazos. Salió de igual manera, precipitándose detrás del general, pero éste ya no estaba en el pasillo. Corrió escaleras abajo hasta llegar al jardín donde él solía ir cuando requería tomar aire para calmarse, generalmente después de estar con ella, pero nada.
Unos pasos llamaron su atención por el pasillo exterior, se dirigió hacia allá, esperanzada en verlo y disculparse, pero justo al llegar a unos arbustos frondosos y altos, que estaban plantados entre dos jardineras, sintió que alguien la tomó del brazo y la jaló hacía abajo.
-¿Pero qué...? -comenzó a preguntar enojada pero una mano le cubrió la boca.
-Silencio—dijo su captor, una joven de cabellos negros y cortos con mirada color violeta intenso. Makoto asintió con la cabeza y fue ahí cuando Hotaru retiró su mano.
-¡Setsuna espera! -se escuchó en una súplica ahogada, era la voz de Darien quien hablaba.
-Majestad, ¿Hay algo más en lo que pueda servirle?
-Por favor, no me hables así. Charlemos sobre esto.
-Como ya le he dicho, majestad—dijo la senshi de la puerta girando a ver al hombre de cabellos azabache -. El asunto está resuelto por la reina y sus heraldos.
-¡Pero yo no permitiré eso! No dejaré que te suceda a ti- exclamó Darien tomando las manos de la mujer de la puerta, ésta se ruborizó al instante.
-Darien, aquí no.
-Nadie nos ve, Serena y Luna salieron del castillo y los demás están en el jardín de enfrente- dijo mientras acortaba la distancia -. No permitiré que te hagan esto, sabes lo que significas para mí.
-Darien...-suspiró la peli verde, refugiándose en el pecho del hombre frente a ella.
-¿Sabes a quién han elegido para ti?
-Escuché el nombre de Kunzite—dijo con pesar -. Sé que Michiru tendrá a Jadeite.
Darien tomó con fuerza la cabeza de Setsuna y la aprisionó aún más contra él.
-Tengo que decirte, mi amada Setsuna, que haré todo para evitar tu designio, pero no creo poder hacer lo mismo con las demás. Deberás advertirle a Haruka y Hotaru que deben estar preparadas.
-¿Cómo? ¿Cómo puedes decirme esto? - preguntó la senshi de Plutón separándose abruptamente del abrazo, sus ojos reflejaban asombro y temor -. ¿Acaso estas de acuerdo con todo esto?
-De acuerdo del todo no y lo sabes. Pero debes admitir que tiene bastante lógica.
-¿Lógica? ¿Me estás hablando en serio? Que seamos sus guardianas no les da un poder sobre nuestros cuerpos ni nuestras vidas para decidir de esta manera sobre nuestro futuro. Un hijo debe ser producto del amor y no de una estrategia militar.
-¡Pero has sido tú quién lo dijo! Y Rei lo confirmó, una amenaza viene, la sombra de algo que puede acabar con todos nosotros, incluso con la tierra se cierne sobre nuestras cabezas.
-¿Y te parece que nuestro sacrificio solucionará ese problema? No sabemos contra que y mucho menos cuando llegará...¡Todo lo que dicen es inverosímil!
Darien hizo un intento más por aproximarse a Setsuna, pero ésta retrocedió en el acto. Con la mirada compungida, el hombre de ojos azules giró sobre si mismo y avanzó unos cuantos pasos.
-Mi promesa esta ahí, te ayudaré a ti, pero a nadie más- dijo antes de perderse en la profundidad del castillo.
Cuando los pasos de Setsuna se hicieron inaudibles, Makoto giró su rostro para ver a Hotaru que tenía sus ojos fijos en un punto perdido al frente. Su mano, pequeña y delicada tomaba con firmeza la mano de la senshi del trueno.
-Yo, no puedo creerlo—dijo Makoto rompiendo el sepulcral silencio que las envolvía.
-Yo no puedo estar con ningún general, yo amo a alguien más- exclamó Hotaru con temor.
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Pequeña Haru:
El mal se esconde en todos lados y tiene formas distintas.
Una tarde en el castillo, Neflyte y yo tuvimos una discusión mientras nos preparábamos para fingir nuestra relación. Lo desesperé, debo admitirlo, pero cuando salí en su búsqueda me encontré a Hotaru, sailor Saturn en el jardín. Juntas nos dimos cuenta del plan aterrador que estaba por llevarse a cabo. En aquel entonces no comprendí del todo, pero con el pasar de los años la verdad llegó a mí. Un mal terrible amenazaba al mundo, algo fuera de proporciones. Setsuna y Rei que eran las únicas capaces de adivinar un poco el futuro nos lo advirtieron, Michiru lo confirmó después y sospecho, que tu padre Neflyte también lo sabía (Nota de Papá: Sí, las estrellas me lo dijeron).
El plan de Luna era sencillo y malévolo, crear un ejército a costa de todo. Para esto, requería mas guerreros y teniendo a su disposición ocho guerreras y cuatro generales no lo pensó más. Si te digo como lo hizo, porque lo hizo, te estaría mintiendo. Jamás le pregunté a ninguna de las chicas y mucho menos a alguno de los shittennou como había pasado, pero sucedió.
Calmé a Hotaru que parecía querer morir en ese momento, era una chica fuerte, muy valiente, pero estaba enamorada ¿Quién era yo para juzgarla? Había un chico al que amaba con locura y mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí de quién se trataba, así que no dudé ni un segundo en ofrecerle mi ayuda.
Ella se fue a su cuarto y yo corrí en busca de Neflyte para contarle el nuevo descubrimiento, lo encontré con todos los demás en el jardín de enfrente, donde Luna y Artemis nos obligaban a permanecer de vez en cuando, para que los ciudadanos pudieran observarnos. ¡Era tan vergonzoso! A veces había cámaras y reporteros, vigilando nuestras vidas. En ese momento yo quería quemar todos los aparatos con mi poder, pero lo tenía estrictamente prohibido.
Tu padre Neflyte estaba charlando con tu padrino cuando llegué a él, evidentemente me ignoró después del desplante que le hice en mi alcoba. Es un hombre muy orgulloso y no lo culpo, me estaba portando como una niña y me di cuenta de eso hasta que vi la amenaza sobre nosotros.
Quise llamar su atención tantas veces y él seguía dándome la espalda, hasta que le mostré en la palma de mi mano aquella medalla que me había dado. Sus ojos marrones me vieron con tristeza, la primera vez que vi realmente desolación en su rostro, pero no la última.
-No había necesidad—dijo tomando la medalla de mi mano. La contempló unos segundos antes de guardarla en su bolsillo -. Era un recuerdo de mi padre. Lo único que traía entre mis ropas cuando Beryl me atrapó, lo único que pude conservar- insistió con voz baja y dolida.
-Lo lamento en serio, no era mi intención.
-Ya te he dicho que te guardes tus disculpas- soltó en un tono tan serio y amenazante que me dejó pasmada mientras él se iba por el camino por el que yo había llegado.
-¡Neflyte espera! -grité con todas mis fuerzas, tantas que todos voltearon a vernos y estoy segura, que alguien gritó emocionado detrás de la reja que protegía el palacio. Tuve que correr un poco para alcanzarlo, pero decidió detenerse.
-Debo decirte algo muy importante, por favor—le supliqué.
Unos minutos después ambos nos sentamos algo alejados del resto, casi llegando al castillo. Debo decir que Mina disfrutaba tanto ser el foco de atención que sus gracias entretenían tanto al público como al resto de las chicas. Claro que tu tía Rei siempre buscaba donde esconderse, pero tu padrino Jadeite la encontraba siempre con facilidad.
Le platiqué a Neflyte sobre la conversación que Setsuna y Darien tuvieron en el pasillo, claro, obviando los detalles que los involucraban sentimentalmente. Su rostro se mantenía inexpresivo y fijo en un nacimiento de flores que estaba casi a nuestros pies.
-Quiero decirte que en verdad lamento haber roto tu medalla, te la repararé- le dije en voz muy baja mientras tomaba su brazo. Él me miró un tanto sorprendido, por primera vez. Sacó los fragmentos de la insignia de su bolsa y me los devolvió en la mano.
-De cualquier manera, ahora es tuya, ya te la había obsequiado.
-¡No podría! Te la devolveré intacta ya verás.
-¿Y sabes cómo han decidido que se hará esto? -preguntó ignorando mi promesa. Sus ojos seguián enfocados en las flores.
-Setsuna cree que ella podría estar ligada a Kunzite, Jadeite y Michiru... es todo lo que sabemos.
Neflyte sonrió apenas, con un brillo malicioso en los ojos.
-Me la voy a liar con una rubia más malhumorada que tú, casi me temo.
-¿Qué? ¡Claro que no, no digas eso! -exclamé angustiada y un tanto asqueada solo de pensarlo.
-Bueno, todavía queda Zoycite, él es más... femenino. Quizá vaya mejor con ella.
-¿Estás tomándome el pelo? -pregunté molesta.
-Caminemos – me pidió en lugar de responder mi pregunta. Ambos nos pusimos de pie y él, como un caballero me ofreció el brazo mientras nos acercábamos de nuevo a las rejas del castillo. Escuché como la gente afuera comenzaba a emocionarse, un nudo se me hizo en el estómago, sabía que Andrew podría ver esto en las noticias. Pero no tenía tiempo para huir de nuevo, tenía que aparentar, porque sabía que, si seguía rechazando a Neflyte, seguramente me buscarían otro general y aunque parecían buenas personas, no los conocía lo suficiente y seguramente, no serían tan flexibles como él.
Los flashes y luces de las cámaras apenas me dejaron ver cuando Neflyte se agachó y sacó su brazo derecho a través de la barandilla, tomó una flor silvestre que estaba del otro lado, a los pies de un grupo de niñas que nos miraban como si fuéramos sus héroes.
-Esto es para ti—me dijo entregándome una única flor, un pequeño cosmos de color lila y hojas puntiagudas.
-¿Un cosmos? -le pregunté intrigada mientras nos retirábamos un poco de la gente.
-Es una flor muy bella, silvestre y absolutamente libre. Como quiero que seas tú.
Escuché el suspiro profundo de un grupo de jovencitas que estaban detrás nuestro y vi, como la cámara que antes grababa a Mina y sus gracias se enfocaba en nosotros. No podría describirte como es que logré mantener mi estomago en su lugar, porque lo sentí revolotear y luchar para escapar de mí, pero en un arranque de valor, algo que no tenía contemplado, tomé el rostro de Neflyte y lo miré de cerca a los ojos. Él me sonrío, aparentemente expectante de mi próximo movimiento, y como si mi cuerpo no dependiera de mi cerebro, decidí acercarme más y lo besé en los labios. Ese fue el primero de nuestros besos, el primero de muchas más mentiras.
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15 años atrás...
Pasaron un par de semanas con la rutina muy bien establecida. Los días enteros transcurrieron con los tres conviviendo en la casa, sin necesidad de salir al mundo exterior. Neflyte seguía muy de cerca las noticias, por lo que pudo enterarse que, según Artemis, el vocero oficial de palacio, él y Makoto se encontraban en un aparente viaje familiar, acompañados de la pequeña princesa, en una especie de vacaciones.
-Neflyte, quiero hablar con Andrew- soltó la castaña mientras daba de comer a la niña, que parecía disfrutar la textura de la comida con sus manos.
-Mañana bajaré al pueblo, compraré un teléfono y le llamarás, ¿Está bien? -contestó sin voltear, su mirada estaba fija en un pequeño pedazo de madera que raspaba con un cuchillo afilado.
-¿No extrañas a Molly? -preguntó tratando de entablar una conversación.
-Por supuesto, pero si se muere por buscarla la extrañare aún más.
-A veces me sorprende la frialdad con la que me tratas, considerando las molestias que et tomas para mantenerme con vida. Honestamente no sé porque lo haces, no sé si me quieres o me odias. -sentenció un poco molesta, mientras limpiaba el rostro de Haru.
Neflyte se puso de pie y recogió las cosas que estaban sobre la mesa de la sala, no sé dignó a responder y en su lugar, movió todo hacia el frente donde se sentó en una banca junto a la puerta y continuó con su labor.
-Uh.. Papá- dijo la niña en un claro balbuceo.
-Papá está un poco irritado, creo que le he causado demasiadas molestias en la vida- murmuró para ella misma, Haru le sonrió con alegría -. ¿Se te ocurre algo para alegrar a papá?
-¿Galletas? -exclamó la pequeña.
-¿Galletas para papá o para ti? -le cuestionó divertida. La niña soltó una pequeña risa y luchó para bajarse del asiento. Makoto no tuvo más remedio que dejarla ir, y ella sin pensarlo, se dirigió hacia la puerta.
-Claro, tú también me dejas sola- exclamó un tanto en broma y otro en verdad cuando vio, a través de la ventana, como Haru le extendía los brazos a Neflyte quién dejó lo que hacía para sentarla en su regazo.
Poco tiempo después, Makoto salió de la casa con un plato con galletas y una taza con café, que le ofreció a Neflyte. Haru jugaba en el suelo con algunas piezas de madera que él había tallado.
-¿Qué pasa? -preguntó ella mientras se sentaba a su lado-. Pareces preocupado.
-Hay algo de lo que debemos hablar—dijo mientras tomaba una galleta y se la ofrecía a la niña-. Sé que huimos del castillo para evitar que se llevaran a Haru y la entrenaran como una senshi, sin embargo...- Neflyte hizo una pausa mientras bebía un sorbo a su café, Makoto lo miró apacible, ella sabía muy bien hacia donde iba la conversación.
-¿Para que la entrenaríamos, si no tiene un poder?
-Vendrán por nosotros, pronto darán con nuestro paradero. Si tenemos suerte, vendrán uno tras otro y aunque somos poderosos, nada nos garantiza todas las victorias. Tendrá que saber defenderse si no estamos.
-Sólo tiene tres años-exclamó ella con pesar, a sabiendas que eso no era un impedimento para ser atacada.
-El resto de las niñas tienen cinco y ya están entrenando. Haru no tiene ningún poder, por lo que deberá ser más astuta e inteligente.
-¿Me estas pidiendo permiso para entrenarla Neflyte? -el general asintió con la cabeza mientras miraba con cariño a la niña que le ofrecía una de las piezas de madera-. Eres su padre, confío en ti.
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Te preguntarás porque siendo tantas las personas afectadas no nos revelamos ante las injusticias que se cometían hacia nosotros. Pues bien, una parte era ingenuidad, fuimos reclutadas tan jóvenes y vulnerables que en algún punto de nuestras vidas dejamos de cuestionarnos lo que queríamos, rindiendo nuestros deseos al "bien mayor" del nuevo gobierno. Además, internamente estábamos divididas por una cantidad increíble de factores diferentes, que hacer alianzas era un asunto complicado.
Mina y Kunzite eran los comandantes del grupo, desde luego después de Serena y Darien (Nota de papá: de Luna y Artemis, mejor dicho). La tía Mina siempre soñó con ser una Idol, y su sueño se cumplió parcialmente cuando los medios de comunicación se centraron en nosotros. Las cámaras la amaban y ella les daba lo que pedían. Era linda, joven y talentosa y por si fuera poco, su pareja era el comandante de los shittennou, un hombre guapo, inteligente y muy popular entre las jovencitas, así que pronto se volvieron la pareja favorita del público. Triste, sí, porque eso fue suficiente para que ella no quisiera darse cuenta del mundo en el que vivía.
Amy y ZoycIte eran todo lo contrario, una pareja retraída y que no se metían en los asuntos de nadie. Aunque eso nunca les garantizó que los demás no se metieran en sus vidas. Amy fue leal a Serena desde el momento en que se conocieron y, no la culpo. Cuando éramos jóvenes Serena lograba sacar el lado bonito de la vida, nos hacía sentir especiales. Zoycite le dio a mi amiga la compañía intelectual que ninguno pudo darle antes, y eso los hacía estar siempre juntos. Por eso no fue sorpresa que Freya fuera la primera en nacer. Una niña dulce, al igual que sus padres, de lindos ojos azules y cabellos color miel con ligeros tonos de azul.
Mina no lo tomó muy bien, la primera pequeña en el castillo sería la heredera de Mercurio y eso le robaba mucha atención. Así que no fue sorpresa cuando ella anunció su propio embarazo sólo dos meses después, dando a luz a una pequeña de cabellos rubios platinados y ojos azules de nombre Asahi.
Por ese tiempo, un enemigo no muy poderoso intentó apoderarse de la Tierra. Así que, por unos meses, tuvimos un momento de descanso en lo que concernía al tema de la descendencia. Sin embargo, debido a la ausencia de Venus y Mercurio, Marte se volvió la líder de las inners (yo era muy rebelde para eso), así que imaginarás el escándalo que la rubia hizo al verse relegada. Una grieta más en la relación con las chicas.
Por un tiempo dejaron de lado el asunto de las herederas, cosa que Neflyte y yo aprovechamos para vernos con más regularidad con Molly y Andrew. Ambos parecieron bajar un poco la guardia y relajarse junto con nosotros. Todas nuestras citas debían cambiar de ubicación, aunque el hecho de que tu padre Andrew fuera un médico ayudaba demasiado, fingimos verlo para que nos ayudara con el asunto del embarazo y Molly, como buena amiga de Serena y enfermera de la clínica, la mantenía "muy al corriente" de nuestros avances. Creímos que podríamos con esto, ¡Cuan equivocados estábamos!
Además, presa de nuestra fugaz y engañosa calma, arrastramos sin querer a alguien más.
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-¿Makoto? ¿Estás ahí? - se escuchó como un leve susurro tras la puerta. La oji verde se asustó un poco ante la visita inesperada, pero después de echar un leve vistazo a Neflyte que movió la cabeza en señal de asentimiento, abrió la puerta.
-Hola Hotaru, pasa.
La chica entró a la habitación, ruborizando de inmediato en cuanto vio al general sentado a la cama.
-¡Perdón, no sabía que tenías compañía!
-No te preocupes, estaba por irme, no es como que hayas interrumpido algo pecaminoso- respondió Neflyte con picardía, haciendo avergonzarse aún más a Saturno.
-Ya basta, no la molestes- refunfuñó Makoto-. No interrumpes nada, él ya se iba.
-De hecho...-musitó Hotaru-. ¿Podrías quedarte? -preguntó con mucha timidez.
Neflyte la miró con una expresión confusa en el rostro, pero volvió a tomar asiento sin titubear.
-¿Pasa algo? -insistió la senshi de ojos verdes ante el silencio sepulcral en el que habían quedado.
-Yo... quiero...- dijo Hotaru bastante nerviosa-. ¡Quiero ir con ustedes cuando vuelvan a salir! -expresó con un tono de voz muy alto para ella, su voz era nerviosa y aguda. La misma chica se sorprendió tanto de su reacción, que llevó sus manos a su boca, como si con eso pudiera ocultar su sobresalto.
-¿Quieres ir con nosotros? ¿Por qué querrías eso? -preguntó el general.
-Sé lo que hacen- contestó ella con la mirada fija en los ojos marrones de Neflyte-. Sé lo que están haciendo y yo quiero, necesito... hacer lo mismo.
-¿A qué te refieres con lo que hacemos?
-Vamos Neflyte- replicó la chica de cabellos negros, su voz había tomado la seriedad tan temida que caracterizaba a la senshi de la muerte-. Sé que se escapan para ver a otras personas. Pero no vengo aquí a juzgarlos, sin embargo...-la chica hizo una pausa para mirar a Makoto que permanecía pasmada cerca de la puerta-. Tengo que ir con ustedes.
-¿Esto tiene que ver con lo que me dijiste en el jardín la otra tarde? -preguntó Makoto mientras se acercaba a ella. Hotaru pasaba de un aura tímida a una siniestra con mucha facilidad.
-Sí. Yo quiero hacer lo mismo. Hay un chico...- dijo bajando la mirada, dejando incompleta la frase.
Makoto miró a Neflyte desde su posición. El general pasó una mano por sus cabellos y después se sobó el cuello, pensativo. Su rostro se veía un poco preocupado, dudoso de la petición que había recibido. Después de todo, las cosas parecían marchar bien y la introducción de otra persona en su plan pudiera llegar a descontrolarlo todo.
-Prometo que haré lo que me pidan, no le diré a nadie. Si no me ayudan, estaré sola—dijo con pesar.
Neflyte dirigió su atención de nuevo a ella, su mirada intensa la recorría de arriba abajo, como quien trata de encontrar una solución a un problema. Después de unos segundos que parecían eternos, el castaño se puso de pie y caminó hacia las guerreras que estaban unidas en un abrazo.
-Bueno señoritas, sé que seré la envidia de todos cuando saque a dos mujeres tan bellas a dar una vuelta, ¿Les apetece una malteada? - Makoto sonrió agradecida mientras Hotaru miraba al hombre con extrañeza-. Bien, las espero abajo en una hora.
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Actualidad.
-¡No hay lugar en el mundo para la case de traición que comentes con tu reino! - gritó Chibiusa mientras era arrastrada por dos chicas entre los escombros de la batalla. Haru la miraba a lo lejos, mientras apretaba su mano con fuerza.
-¿Qué piensas hacer con ella? -preguntó una joven de cabellos al hombro y mirada peculiar, tenía un ojo de un gris intenso y el otro, de un azul profundo.
-Retenerla, matar no está dentro de mis planes.
-¿Crees que esos cobardes vengan por ella? -insistió la chica mientras caminaba a su lado.
-Vendrán, al menos el rey volverá por su hija, por ambas.
-Pero a quién queremos es a esa maldita Luna y al idiota de Artemis—la chica presionó sus puños y sus dientes con fuerza, el odio recorría sus venas haciendo que se saltaran.
-No te preocupes por ellos, ya hay alguien que los busca.
-¿Cómo dices? Todos los que quedamos estamos aquí- preguntó con intriga, su mirada se pasó por todo el ancho del paisaje, donde varias chicas con trajes maltrechos enfilaban también hacia el castillo.
-No todos—dijo con una sonrisa traviesa-. Estoy segura que pronto sabremos de ellos.
CONTINUARÁ...
Muchas gracias de nuevo por leer, aquí les dejo un capítulo más, espero que les guste. Tuve problemas para inspirarme pero espero que la siguiente salga con más facilidad.
Gracias a Genesis, LitaKino, Opalo, ValeFer por sus votos y comentarios, disculpen que no actualice los otros dos fanfics, pero por lo pronto este tiene mi atención atrapada jajaja espero que lo esten disfrutando y ya saben que sus comentarios son lo que me alimenta, pues porque no cobro por esto jajaja.
Saludos.
