Camino al caos.
21 años antes.
-¿Qué dices? ¿Cómo pudiste hacer eso sin consultarnos?
-¿Tengo que pedirles permiso para todo? ¡Es sólo un trabajo! -alegó el hombre rubio mientras giraba de vuelta a su escritorio. Sus palmas golpearon el mueble con coraje.
-¡Por favor Andrew, no empieces con eso de nuevo! - gritó la chica con desesperación.
-¿Estás preocupada por mí? ¿O estás nerviosa que vea algo que no debería?
Makoto lo miró con molestia, sus cejas se alzaron instintivamente ante las palabras de aquel hombre, aunque sus ojos comenzaban a cristalizarse por las lágrimas acumuladas en ellos.
-¡Es peligroso! -insistió.
-Darien mismo me ofreció el trabajo, además es temporal—Andrew bajó la voz y caminó hacia Makoto para abrazarla a la altura de sus hombros-. Estaré bien, estaremos más cerca.
-No lo sé Andrew, debo decirle a Neflyte...
-¡Neflyte! ¡Neflyte! ¡Siempre Neflyte! -exclamó el rubio soltando a la chica y dándole la espalda-. Le agradezco, no creas que no, pero ese hombre siente algo por ti y lo sabes, ¡Todo el mundo lo sabe!
-No es lo que piensas, él ha sido un gran amigo y..
-¿Amigo? ¿En verdad crees que es un gran amigo? - Andrew giró de nuevo hacia la mujer y la observó con un gesto desafiante-. Ese idiota está jugando a la casita contigo. Se pasea por ahí tomado de tu mano, te abraza...- su voz se volvió más gutural en medida que seguía hablando-. Te besa, anda dándote flores frente a todos, haciéndose el príncipe encantador y tú, sonriendo como una tonta.
-¿Cómo te atreves? -preguntó con angustia, su mirada clavada en el suelo.
-Todo se arreglaría si decidieras escapar conmigo. Vámonos lejos, lejos de todos y todo. En Estados Unidos el gobierno de Serena aun no es reconocido, ahí podremos empezar de nuevo.
-¿Por cuánto tiempo? ¿Un par de meses quizá? ¿Qué hay de Molly y …?
-¡Entonces luchemos! ¡Levantemos al pueblo y derrotemos a Tokio de Cristal! - Andrew tomó la cara de Makoto y la hizo mirarlo a los ojos-. Esa chica, Saturno... dices que es la más fuerte de todas ¿No es así? ¡Está de nuestro lado! Con ella y contigo será más que suficiente.
-Las cosas no son tan fáciles—dijo la ojiverde retirándose del agarre de su pareja-. Hotaru es muy poderosa, pero es noble, jamás atacaría a otra sailor.
-Pero querrá defender el amor de Asanuma—su voz era esperanzadora, pero un poco turbia.
Andrew era miembro activo de un grupo muy bien organizado y mucho mejor escondido, formado por el gremio intelectual de Tokio, que estaba en contra del gobierno de la princesa Serena, que básicamente había sido autonombrada en pos de un bien mundial, según se contaba.
Aunque los ciudadanos estaban de acuerdo y agradecidos con la erradicación de muchas de las enfermedades, la paz lograda y el crecimiento de la esperanza de vida de los ciudadanos, no estaban conformes con los métodos utilizados para dicho fin. No había nada nuevo bajo el sol, el gobierno de la reina no era otra cosa más que represión y miedo.
-¡No puedo pedirle eso! -exclamó la castaña mientras caminaba hacia la puerta de la habitación. Solían verse en un cuarto privado que tenían escondido en el consultorio donde Andrew trabajaba, mientras ellos estaban ahí, Neflyte departía con Molly en un lugar similar.
-¿Pero pudiste pedirme a mí que te aguardara? ¿Qué aceptara esto? ¿No será? - dijo Andrew deteniéndose a sí mismo, por un momento sopesó sus palabras, pero no pudo contenerse mucho-¿No será que te estas enamorando de él?
Makoto lo miró con el ceño fruncido y molestia en sus ojos. Quiso decir algo, pero en lugar de eso giró el pomo de la puerta y se dispuso a salir, pero Andrew recargó su peso en ella, con una mano por encima de la cabeza de la castaña.
-Si lo amara, sería lo mejor para todos. Pero aquí me tienes, como una idiota detrás de ti—le dijo sin mirarlo, sus ojos estaban fijos en la puerta.
-Perdóname, no quise decir eso.
-Pero lo dijiste-sentenció con pesar, un par de lágrimas se escaparon de sus ojos-. Y ahora quítate de mi camino si no quieres que te quite por la fuerza.
Andrew echó su peso hacia atrás y Makoto abrió la puerta, saliendo en el acto. Parado enfrente, pero a unos metros, Neflyte estaba recargado en el escritorio de la recepción con los brazos cruzados al pecho, sus ojos se fueron sobre el rastro que las lágrimas dejaron en el rostro de la castaña. Después de unos segundos, fijó su atención en la mirada azul y fría que el doctor le proporcionaba. Los dos hombres jamás tuvieron una relación buena, Andrew había querido golpear a Neflyte desde el momento que supo quién era y cuál era su misión. Odiaba todo lo que viniera del castillo, todo menos a Makoto.
-¿Nos vamos tan pronto? -preguntó la dulce voz de Hotaru que estaba sentada en la sala de espera, justo al lado de un joven rubio notablemente ruborizado. La atención de todos fue arrastrada hacia ellos.
-¡Asanuma!- saludó Makoto con la mejor sonrisa que pudo poner aun con el corazón lastimado.
-Makoto-san—dijo el chico mientras se ponía de pie y hacia una reverencia frente a la castaña.
-Debo decir querido Asanuma que me quedé sorprendida cuando Hotaru me habló de ti. ¡Eres todo un travieso!
-¡Ay, Makoto-San! No diga eso por favor- respondió el joven tan rojo como un tomate.
-Deberás portarte bien con Hotaru, te lo digo como amiga.
-¡Yo quiero mucho a Hotaru, Makoto-san! ¡Jamás le faltaría el respeto! -aseguró el chico con mucho ahínco y el rostro encendido en llamas.
-De cualquier manera, tú y yo tendremos una plática con respecto a eso-agregó Neflyte centrando su atención en los jóvenes que lo miraron con vergüenza.
-¿Y conmigo no vas a hablar? -preguntó Andrew retadoramente. La atención de todos se fue hacia el hombre que permanecía en el umbral de su consultorio.
-Pensé que eras muy grande para esa charla, pero si tienes dudas o quieres consejos, con gusto hacemos una cita- soltó el castaño con todo el sarcasmo que pudo reunir. Su mirada filosa no se apartó ni un instante de su interlocutor.
-¡Basta! -dijo Makoto con enfado-. Parecen unos críos. A veces me gustaría que ya se agarren a golpes para terminar con todo esto.
-¡Claro! Cuando quieras- soltó Andrew malhumorado, el rubio comenzó a subir las mangas de su camisa ante la expresión incrédula de todos.
-Tardaré un minuto- sentenció el general esbozando una maliciosa sonrisa.
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Mi niña:
Por un tiempo, tu padre Andrew, acompañado de Asanuma, (un chico muy lindo que conocí cuando iba en la preparatoria, compañero de escuela de tu padre y de Darien, y en ese momento, novio de Hotaru) trabajaron en el palacio.
No quiero contarte todas las consecuencias que eso trajo a nuestras vidas, pero debo hacerlo. En las siguientes páginas quizá encuentres información sobre tu padre Andrew que te haga querer odiarlo, pero no lo hagas, él no se lo merece.
Intenté razonar con él, decirle que su entrada en el palacio era una tontería, una falla en nuestro plan que podía ser descubierto con facilidad, pero no logramos convencerlo. El trabajo se lo había ofrecido el mismo príncipe en persona, en virtud que Freya, la hija de Amy y Zoycite, había nacido un poco delicada de salud y requería constantes consultas. Salir del castillo para ambos era un caos, para casi todos de hecho, así que se optó por traer ayuda profesional a domicilio. ¿Quién mejor que un viejo conocido?
A los pocos meses del nacimiento de Asahí, la hija de Mina y Kunzite, Michiru anunció que estaba esperando también. Eso fue un balde de agua fría encima de varias cabezas. Haruka no lo tomó para nada bien, y una persona que de por si tenía una naturaleza melancólica y abstraída, se volvió aún más. Como si esto no fuera suficiente, Rei confirmó su embarazo, tan solo unos días después.
Un tremendo escalofrío recorrió mi cuerpo aquella noche que mi querida amiga, la chica fuerte y decidida que custodiaba el fuego y la pasión, me reveló entre llantos que estaba esperando a su primer bebé. Quise alegrarme por ella, porque si de algo puedo dar fe, es que Rei amaba con locura a Jadeite y él a ella, aunque demostrarlo era algo que no entraba en sus propios caracteres.
Sé de primera mano, que esa pequeña había sido deseada desde el momento en que fue concebidla, pero había sido deseada para ser libre, al igual que tú. El corazón de la morena se partió en mil pedazos, la esperanza de salir de ahí con el hombre que amaba y formar una familia en donde antes solía ser el templo de su abuelo, se le esfumaba de las manos. Jadeite trató de consolarla, le prometió que saldrían de ahí con todo y su pequeña y fue como Rei, al fin logró calmarse. Sin embargo, sus nervios estaban tan alterados que requirió una visita constante al médico. Sí, a tu padre.
Por otro lado, Michiru también tuvo complicaciones. El embarazo de la regente del mar fue de alto riesgo, lo que la postró en cama por casi los nueve meses que duró la gestación. Haruka se pasaba por ahí sólo cuando ella dormía, incapaz de verla y mucho menos hablar con ella. Supongo que ese distanciamiento fue, a final de cuentas el principio de un enorme problema para una pequeña criatura que ni siquiera había nacido aún.
Así fue que, con tanto trabajo en las manos, a tu padre no le quedó más remedio que echar mano de Asanuma para que le ayudase a revisar a los pacientes, por fortuna, mantuvo a Molly fuera de esto, quizá la única decisión sensata al respecto.
Obviamente Neflyte no lo tomó nada bien. En aquel entonces, la vida difícil que yo pensaba que era un infierno se hundió más en el abismo. Ahora tenía que ver tanto a Neflyte como a Andrew por los pasillos del castillo, tratándose con suerte, con indiferencia. Quisiera decirte que nadie notó la enemistad que tenían, pero si hubo alguien.
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15 años antes...
Makoto apenas había acostado a Haru que había caído rendida después de jugar toda la tarde en el jardín, correteando bichos voladores y buscando flores para papá y mamá. La mujer no podía dejar de ver a la niña, y como su pecho subía y bajaba al compás de su respiración. Era, en definitiva, la creatura más bella que había visto nunca y era suya, suya y del amor de su vida.
Acomodó con cuidado el protector contra insectos y le dio un último vistazo antes de salir de la habitación, dejando la puerta un poco abierta por si se ofrecía algo. Caminó hacia la estancia que parecía zona de guerra, con varios juguetes tirados en el suelo. Lentamente recogió uno por uno y los puso sobre la mesa del centro, donde ya descansaba un florero con algunas flores cosmos.
No había día que el general no le diera un pequeño racimo de esas bellas flores. Makoto sonreía cada vez que sus ojos se cruzaban con el arreglo. Habían estado presentes desde aquella tarde que lo besó por primera vez, más de tres años atrás. Neflyte le había prometido que tendría ese detalle con ella, como muestra de su compromiso y del enorme afecto que le tenía.
-¿Neflyte? -preguntó extrañada al no ver al hombre en la cocina, a pesar de que había estado ahí apenas unos minutos atrás-¿Neflyte, donde estas?
Un zumbido que venía del baño la hizo encaminar hacia allá, un tanto curiosa y otro tanto asustada. La puerta estaba también ligeramente abierta y fue por eso, que pudo apreciar con mucho asombro y pesar lo que el general estaba haciendo a solas.
-¿Pero qué haces? -preguntó alarmada mientras entraba abruptamente en la habitación. Neflyte se giró de inmediato hacia ella, y un poco ruborizado la miró de frente.
-Nos buscan, no puedo andar como si nada por el pueblo, por más pequeño que sea, la gente nos conoce.
-¡Pero tu cabello! -exclamó angustiada mientras veía largos mechones de cabellos marrones regados por el suelo. El general había empezado a cortárselo por su cuenta, dejándolo a la altura de sus hombros.
-Sólo es cabello, crecerá- dijo restándole importancia y girando de nueva cuenta hacia el espejo. Makoto quizá hubiera tomado eso como una buena señal de cualquier otro hombre, pero justo el que estaba frente a ella, tenía un enorme aprecio por su cabellera. Sabía que ese simple acto, había sido más bien un sacrificio.
-¿Esto ha sido porque te pedí que bajaras al pueblo? ¡Lo lamento tanto! -se apresuró a decir llevándose las manos al rostro, tratando de ocultar su vergüenza.
-No es eso, de cualquier manera, era necesario que bajara pronto- contestó él, mirándola a través del espejo, la chica no dejaba de observar los mechones en el suelo-¿Cómo me vería de rubio?
Makoto tardó unos segundos en entender esa pregunta, sólo así y lentamente alzó su vista para encontrarse con el reflejo de los ojos traviezos del general, que le sonreían con dulzura.
-No te va, quizá negro o rojo- contestó burlonamente. La castaña caminó hacía él y sin mediar palabra, le arrebató de las manos las tijeras-. Vamos, hagamos esto bien.
Juntos salieron del baño con las tijeras y una máquina de afeitar que era el zumbido que la chica había escuchado antes. Neflyte tomó asiento en una silla y Makoto comenzó a moldear el cabello que quedaba en la cabeza de aquel hombre. Las tibias y suaves manos de la chica comenzaron a recorrer la nuca del general, que aprovechó el momento para perderse un poco en sus propios pensamientos, tratando de olvidar la presión que cargaba consigo.
Unos minutos después, Makoto pasó un espejo a Neflyte con el nerviosismo punzante en su corazón. El castaño dio un vistazo rápido primero, sus largas ondas ya no estaban ahí, por el contrario, todo el cabello había sido recogido en una coleta tan diminuta en la parte superior de su nuca. Era un peinado moderno que no le iba mal.
-¿Cómo has hecho esto? -preguntó observandose con insistencia.
-¿No te gusta? -su voz asustada se ahogó en la última palabra.
-Me queda bien, aunque siendo justos, todo en mi se ve genial- remató con orgullo.
-Sí, si desde luego—dijo entre risas-. Vi este corte en una revista de las que Mina ve con devoción, debo decir que no pensé que te sentara tan bien, pareces todo un leñador.
-Supongo que deberé dejarme crecer la barba—dijo sonriendo mientras devolvía el espejo a la mujer.
-¿Y que estará bien que me haga yo? Me gustaría un corte asimétrico- Makoto se soltó el cabello, los largos risos cayeron a través de su espalda, para deleite del hombre frente a ella que nunca lo había visto así-, quizá yo si me tiña de rubia.
-No, tú estás perfecta así como estás- dijo Neflyte mientras se perdía en la imagen de la mujer frente a él. Sus ojos intensos se clavaron en los orbes esmeralda que lo miraron con alegría. Un sonrojo apareció en las mejillas de la chica.
-No sería justo, debo cambiar algo en mí también.
-Te traeré una peluca, ¿Cómo ves? -preguntó mientras meneaba un mechón de los cabellos de Makoto entre sus dedos-¿Alguna petición especial?
-¡Pelirroja! Larga y ondulada—dijo ella a modo de broma, una referencia que claramente Neflyte entendió. Una risita gentil y sincera salió de sus labios.
Nota de papá: La conseguí, pero la sola idea me descompuso el estómago.
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Gracias a los cuidados de tu padre, tuvimos la fortuna de conocer en el mismo mes a Enya y Nerea, hijas de Marte y Neptuno respectivamente. Dos niñas hermosas y perfectamente sanas que nacieron durante el verano del siguiente año.
Nerea es una chica rubia de cabello ondulado, con un particular mechón color turquesa que adorna su frente. Sus ojos son dos orbes azules tan profundos como el mar y su sonrisa, el encanto característico que su madre le heredó. Enya por su parte, una niña que no le perdió detalle a su madre, ojos amatista y cabello negro y lacio, con un semblante alegre, (ese si de su padre) pero capaz de mirarte con dureza desde muy corta edad. Dos lindas pequeñas hijas del fuego y el mar, tan fuertes, tan bellas, tan diferentes... incluso habiendo compartido al mismo padre.
Hasta este momento desconozco cómo fue posible semejante acto, pero de lo que si estoy segura es que activamente tu padrino Jadeite no concedió. La sola idea resultaba terrible, que digo, abominable. Supongo yo que fue una especie de procedimiento médico, Neptuno jamás lo aclaró y dudo mucho que incluso ella, supiera exactamente lo sucedido.
Como imaginarás, esto desquebrajó aún más la relación entre las senshis. Lo peor de todo es que sólo era un secreto a voces, algo que ninguno se atrevía a confesar o preguntar, al menos no alguno de los involucrados.
Tu padre Neflyte y yo comenzamos a ponernos nerviosos, éramos los próximos y con honestidad esperábamos ya no estar en el palacio cuando llegara nuestro momento. Por si fuera poco, la presencia de Andrew me tenía alterada, me sobresaltaba con casi cualquier cosa, incluso llegué a confundir a Haruka con él, presa de los nervios.
Sin embargo, las cosas apenas estaban empezando. Con cuatro pequeñas y cuatro más por venir las cosas turbias del reinado de Serena (Nota de papá: De Luna, no lo vuelvo a corregir) comenzaron a salir.
-¿Qué está pasando aquí? -preguntó Amy mientras se paraba a un lado de Rei, ambas sostenían a sus pequeñas en los brazos.
-No lo sé, solo escuchamos gritos y cosas que se rompían. Intentamos entrar, pero está cerrado.
Las chicas miraban con atención hacia la puerta del despacho principal de los gobernantes. Algunos murmullos parecían salir de ahí, pero eran bajos e ininteligibles.
-¡Abran maldita sea! -gritó Haruka mientras golpeaba con fiereza la puerta. Pero ésta era tan resistente que la rubia solo conseguía lastimarse a sí misma.
-¡Basta Haruka! Te harás daño- intervino Makoto sosteniendo a su sensei. La fuerza de la senshi del viento era descomunal, luchaba por soltarse del amarre, pero la regente del trueno no cedía con facilidad.
-Es Setsuna—dijo Hotaru con notable tristeza-. Luna y ella están discutiendo adentro, llevan horas encerradas.
-¿Y qué es lo que puede estar pasando? -preguntó Mina que llegaba acompañada de Kunzite. El general cargaba a la pequeña Asahi que, en sus brazos, parecía una muñeca.
-Lo mejor será retirarnos de aquí-insistió Jadeite tomando del brazo a Rei y recuperando a la vez a la pequeña Enya-. No es bueno presenciar discusiones de este tipo.
La morena consideró un momento la opción, pero de pronto los murmullos y un gran silencio invadió el castillo. Ninguna de las personas paradas frente a la puerta se movió o hizo ruido, incluyendo a las pequeñas, fue tan intenso que se sintió como si el tiempo se hubiera detenido. Seguido al gran silencio, un inmenso rayo de luz salió por los resquicios de la puerta, haciendo que se cubrieran los ojos ante su intenso brillo. Después más silencio.
Haruka fue la primera en recuperar el aliento, soltándose de Makoto y corriendo de nueva cuenta hacia la puerta, pero justo estaba a un palmo de llegar cuando el cerrojo se escuchó y todos volvieron a quedar inmóviles. La rubia se detuvo en seco, con los puños cerrados y los ojos bien abiertos.
-¿Pasa algo aquí jovenes? -preguntó la mujer de largos y ondulados cabellos negros. Su sonrisa era pequeña e inocente, falsa sin lugar a dudas.
-¿Qué paso ahí adentro? ¿Dónde está Setsuna? -preguntó la corredora sin apartar la vista de encima del heraldo de la reina.
-Sailor Plut volvió a la puerta del tiempo, había asuntos que requerían su atención- la mujer paseó la vista por todos los presentes y sonriendo aún más amplio agregó-. ¿No tienen ustedes asuntos que atender también?
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Makoto estaba aferrada a la puerta principal de la casa. Aún era muy temprano, tanto que el sol no había terminado de salir por el horizonte. Los rayos iluminaban levemente el cabello recién cortado del general que se ponía una chaqueta en el pórtico de la casa.
-Volveré pronto, no me veas así-dijo el castaño con una sonrisa calma y sincera.
-Creo que mejor deberías quedarte.
-¿Acaso tienes miedo? -preguntó con malicia mientras avanzaba de vuelta hacia ella.
-¡No! ¡Tonto! -soltó en un gritito molesto y angustiado.
-Es mejor que vaya temprano, cuando hay menos gente. Estaré aquí por medio día.
Makoto soltó la puerta y lo atrajo hacia ella con fuerza. Neflyte se vio estrellado contra aquel cuerpo de mujer que no solía abrazar casi nunca, por eso fue que no perdió la oportunidad y la rodeó con sus brazos.
-Cuídate, no te arriesgues—le dijo ella al oído, estrechándolo con fuerza.
-Vamos, volveré pronto—susurró tratando de calmarla-. La próxima vez irán conmigo.
El general se distanció con lentitud y le plantó un beso en la frente, un roce fuerte y protector.
-Te esperaré para comer.
-Sí, traeré lo que hace falta y el teléfono que necesitas—La senshi dibujó una curva que apenas si era una sonrisa, más bien un gesto de desagrado. Él la ignoró y se dio la vuelta, comenzando su camino-. Cierra bien, cuida a Haru.
Neflyte le regaló un gesto apacible antes de bajar los escalones y enfilarse rumbo al pueblo.
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ACTUALIDAD...
La joven castaña caminaba de vuelta al castillo, por delante de ella iban Enya y Nerea cargando a la pequeña dama, que luchaba en vano por soltarse. La joven platinada venía casi a su par, aunque unos pasos más adelante.
-¿Qué pasa Haru? ¿Escuchaste algo? -preguntó la plateada.
-Adelántate, iré a ver, pero no creo que sea gran cosa.
Con un gesto de reproche, pero sin nada que alegar, la chica avanzó con prisa y alcanzó a sus compañeras. Por el contrario, Haru se fue directo hacia un montón considerable de escombros que estaba más adelante. Unas pequeñas rocas se desprendieron de los restos más superficiales, cayendo de rebote a sus pies.
-Ya te vi, no tienes por qué esconderte—dijo con calma mientras se agachaba un poco. Unos enormes ojos la miraban en la oscuridad de las ruinas-. Anda, sal de ahí o te sacaré y eso sí que no te gustará.
Más rocas comenzaron a caer en medida que el sonido de algo arrastrándose entre los bloques de cemento se hacía mayor. Unos segundos después, una jovencita de cabellos lila salía cubierta de polvo y con varios raspones en el rostro y cuerpo.
-¡No me hagas daño, te lo suplico! -dijo titubeante. Sus pupilas tintineaban de miedo.
-¿No te dijeron tus padres que no debes suplicar? -preguntó la castaña, mientras le extendía una mano para que se levantara. La chica, que no debía tener más de quince años la miraba asustada.
-¿Tú eres Haru? ¿Sailor Júpiter?
-Dime Haru, estará bien así por mientras. ¿Cómo llegaste ahí? Es un lugar muy pequeño para que te metas-. La chica cambió su expresión de miedo a uno de terror, sus ojos se movían de un lado a otro con nerviosismo.
-¿Vas a matarme? -preguntó al fin, con la vista fija en los ojos esmeralda.
-No-contestó secamente-. Ni yo ni nadie te hará daño, ese no es el objetivo—la jovencita suspiró un poco aliviada, limpiándose la frente con el dorso de su brazo-. Por otro lado, no sé qué harán con tus padres.
-¡Vaya, vaya! Miren que tenemos aquí- dijo una voz dulce, pero traviesa a sus espaldas-. Diana, Diana, ¡Cuánto tiempo sin vernos!
-Tranquila Asahí, ella no es nuestro objetivo.
-¡Ella y sus estúpidos padres mataron a los nuestros! -gritó la rubia platinada con coraje. Otra chica que seguía cerca volteó hacia la escena.
-¿Ella hizo algo que deba saber? -preguntó Haru, encarando a la protectora de Venus.
-¿Qué no te parece obvio? ¡Es hija de ese par de malditos y debe pagar al igual que ellos!
-No le haremos lo mismo que sus padres nos hicieron- exclamó la serena pero firme voz de Freya, que se había unido a la conversación.
-Freya tiene razón-dijo Haru volteando de nuevo hacia Diana-. Sin embargo, eres una prisionera y serás tratada igual que Chibiusa-sentenció tajante-. Y tendrás que hacerte a la idea que tratamos de encontrar a tus padres, y no es para nada bueno.
-Estarás a salvo mientras cooperes—intervino Freya tomándola del brazo-. Yo me encargaré de llevarla al castillo, pero deberán decirle a Yune que no la toque, no podré sola contra ella.
-¡No! ¡Yune no! -dijo la joven con un grito ahogado. Sus ojos volvieron a tintinear de miedo-. Y si...- dijo con un leve tartamudeo-. Yo puedo decirles como contactar a mis padres.
-¿Por qué harías eso? -preguntó la castaña con asombro.
-Porque ya he visto morir a muchas personas por su causa.
CONTINUARÁ...
Agradecimientos: En primera a todas las personas que me dejan review, porque prácticamente eso es para lo que hago esto y lo disfruto tanto jajaja. Génesis, LitaKino, Ladi Jupiter, mil gracias como siempre, me esfuerzo para que les guste!
Lector anónimo... muchas gracias!
En segundo... pues creo que eso fue todo jajaja, saludos.
