Hola a todos otra vez! Debéis pensar que no hago otra cosa mas que escribir esta tontería por la velocidad con la que estoy subiendo capítulos (o al menos si la comparamos con los demás fanfics que he escrito). Pero no es así, padezco de insomnio e hiperactividad nocturna... Bah! Y que más da eso! XD Lo que importa: aquí está el sexto y... Me temo que es uno de esos capítulos de transición porque todo lo que tenía en mente ocupaba demasiado espacio y he tenido que dividirlo nada más y nada menos que en tres capis... -Naleeh estructurando las ideas- Pero espero como siempre que eso no suponga una pega y os guste de todas formas.

Muchísimas gracias a todos vosotros por vuestros Reviews! Ya que sin vuestros comentarios estoy más que segura que no habría historia y se habría estancado hace tiempo. Así que el mérito es todo vuestro.

Para todos aquellos acertantes de la pregunta del capítulo anterior, lean la famosa "Preview" del final XD

Advertencias en este capítulo: ¿Recordáis a Hohoemi Himawari (La flor sonriente XD) personaje inventado por mí? Pues bien, aquí vuelve a aparecer. También algo de HitsuHina y menciones de RangikuGin.


Capítulo 6: La última oportunidad

Aquella noche ninguno de los dos pudimos dormir. Era la víspera del primer día de clases, y si bien Momo tenía a su propio nerviosismo como excusa perfecta, yo era incapaz de conciliar el sueño sabiendo que cuando amaneciera nuestros caminos se separarían para siempre. Ella se convertiría tarde o temprano en shinigami, se iría a vivir al Seireitai y por muchas veces que viniera a visitarme, yo siempre sería un chico más del Rukongai. Y aunque en varias ocasiones le había asegurado que aquello no me importaba, en el fondo no quería que esa niña se fuera de mi lado. Me costaba admitirlo, pero se había convertido en mi familia, le había tomado mucho cariño y la necesitaba. Lo peor de todo es que ya no podía hacer nada para evitarlo, se me había prohibido la entrada a la academia, aún peor: pisar la academia. Sentía que Hinamori se iba y me dejaba atrás, se iba donde yo nunca podría alcanzarla.

Me di la vuelta y sepulté mi cara bajo la almohada, tratando de ahogar de esa forma todos aquellos pensamientos.

"Shiro-chan..." -murmuró Momo a mi lado. - "¿Estás despierto?"

No contesté. No quería hablar con ella.

Hinamori suspiró y apoyó su cabeza en mi hombro creyéndome dormido.

"Te voy a echar mucho de menos..."

El notar su cálido aliento cerca de mi piel hizo que se me encogiera el corazón. Pero no me moví.

"Yo también..."

Hinamori saltó de la cama mucho antes de que sonara el despertador. A pesar de no haber podido pegar ojo estaba más alegre de lo normal y su energía fluía por toda la casa. Yo me levanté y me vestí a desgana. Una parte de mí quería pasar con ella los pocos minutos que nos quedaban por estar juntos, pero me mantuve alejado hasta que llegó la hora de la despedida.

"Bueno... me voy ya." -suspiró la chica, posando su mano sobre mi cabeza como solía hacer, para revolverme el pelo. Y luego, tal y como solía hacer... tuvo que añadir aquello:- "...Shiro-chan".

"¡Deja de llamarme Shiro-chan!" -le repliqué una vez más. - "Y deja de ponerme la mano en la cabeza." -agregué apartándosela malhumorado.

Aquella despedida me resultaba más dura de lo normal y el hecho de que ella me mostrara algo de cariño lo hacía aún más difícil...

"Cuando seas capaz de entrar en la escuela te llamaré por tu apellido."

Eso ya fue el colmo. De no haber conocido a Momo hubiera pensado que lo decía con malicia. Pero era imposible, ya que no le había explicado nada de lo sucedido.

"¿Cuando sea capaz?" Ya era capaz... Pero...

"No te engañes, sabes que no me interesa esa estúpida academia de Shinigamis..."

Sonrió por última vez y se precipitó hacia la entrada de la casa.

"Aunque ahora esté en la residencia de estudiantes vendré a visitarte cuando tengamos fiesta. ¡Nos vemos!" -se despidió saliendo por la puerta del jardín.

"Por mí no hace falta que vuelvas, Momo moja camas..."

Pero ya se había ido.

Me quedé un rato ahí de pie en el jardín. Ni un sólo sonido...

Aquella casa se había quedado sin vida.

Suspiré y me senté de rodillas cabizbajo.

"Y no hace falta que vuelvas..."

Pero lo hizo. Cada fin de semana, Momo volvía a casa con una gran pila de deberes y ejercicios a realizar. No se lo hice saber, pero siempre esperaba que llegara el ansiado Viernes por la tarde para disfrutar de su compañía. Solíamos jugar, y hacer destrozos en la cocina como antes. "Nunca vas a aprender a hacer tostadas¿verdad?" Le decía cada vez que la habitación comenzaba a oler a chamusquina. "Estaba practicando el Hadou" excusaba entonces sonriente.

Con el paso de las semanas Hinamori fue cambiando, regresaba a casa con la cabeza llena de nuevas metas que alcanzar. Y aunque yo trataba de estudiar toda la materia por mi cuenta para intentar comprenderla, había cosas que se quedaban fuera de mi alcance. Incluida ella...

"¡Te digo que los capitanes son increíbles!" -me repitió por enésima vez aquella tarde.

Taro había vuelto a robar sandías y los dos estábamos procurando comérnoslas antes de que su verdadero dueño nos pillara.

"El reiatsu que emana de ellos es totalmente diferente al nuestro." -prosiguió embelesada.

Intentaba ignorarla. Pero se me hacía muy difícil puesto que hablaba de "capitanes". Ya me había topado con dos de ellos desde que había llegado al Rukongai y al último, por muy increíble que fuera, lo odiaba con toda mi alma.

"Oye... ¿Me estás escuchando Shiro-chan?"

"Te dije que dejaras de llamarme así!" -le espeté irritado. El hecho de recordar el encuentro con aquel hombre me hervía la sangre. - "¿Y por qué demonios sigues viniendo todos los fines de semana¿Tanta libertad os dan en esa academia?"-inquirí por cambiar de tema. En mis ojos podía leerse la palabra "incompetentes". Traté de herirla con aquel comentario como ella hacía conmigo cada vez repetía lo increíbles que eran los capitanes...

"No te quejes, encima de que vengo a hacerte compañía..."

"Sabes que nunca te pedí que vinieras."

Parecía que por fin había conseguido darle un giro a la conversación. Pero tuvo que volver a hablar...

"¿Sabes? Cuando me convierta en shinigami entraré en la división cinco del Capitán Aizen..." -atacó de nuevo, con la mirada perdida en sus fantasías.

Otra vez Aizen... Si se te ocurre volver a decir lo maravilloso, increíble y perfecto que es ese tal Capitán Aizen conseguirás hacerme vomitar...

"¿Y ahora porqué pones esa cara¡Te estoy hablando en serio!"

Ignorándola una vez más, escupí las pepitas que llevaba en la boca y cogí otro corte de sandía. Ya no tenía más ganas de discutir. Y mucho menos de escuchar cosas sobre Capitanes...

"Últimamente estás más gruñón que de costumbre." -sentenció ella. - "Estás muy raro..."

"Y tú estás más pesada." -se la devolví, pero en un tono bastante más grosero. - "Y no hay quien te soporte."

Aquel comentario hizo que la chica dejara de comer para mirarme herida.

"Pues deberías probar a escucharte de vez en cuando."

Y dicho esto, se puso en pie y entró en la casa sin agregar nada más.

No me habló en lo que quedaba de fin de semana, y los siguientes no acudió a casa. Supuse que se había enfadado conmigo y en el fondo no la culpaba por ello. Sin embargo el estar solo en aquel lugar comenzaba a angustiarme profundamente, la necesitaba.

Una mañana ya no pude aguantarlo más y acudí a las puertas de la escuela con la intención de que me dejaran ingresar en ella. Se tenían que acordar de mí... De aquel examen tan espléndido que realicé según ellos... Y de hecho sí se acordaban, pero siguieron las órdenes del capitán al pie de la letra. No pude pisar aquel lugar.

"Perdiste tu oportunidad chico, lo siento." - me dijo uno de los shingamis que habían estado reunidos en aquella sala circular.

No me quedó más remedio que volver a casa donde no tenía nada que hacer... Regresaba de mala gana arrastrando los pies por las polvorientas calles del Rukongai cuando tuve una extraña sensación. Algo me decía que Momo no estaba en la academia, había sentido exactamente lo mismo el día anterior... Pero esta vez fue totalmente diferente. Así que sin pararme a pensar el porqué de todo aquello, corrí hacia casa lo más rápido que puede...

Hinamori me estaba esperando en el porche.

Parecía angustiada y asustada.

"¿Dónde estabas?" -me preguntó temblorosa.

En seguida supe que había ocurrido algo malo.

"Yo..." -intenté pensar en alguna excusa. No podía decirle que había intentado que me admitieran en la escuela. Mi orgullo no me lo permitía.

La chica comenzó a llorar y corrió a abrazarme. Aquello me pilló por sorpresa pero le devolví el abrazo.

Todos esos días de preocupación sin saber nada de ella, creyendo que por aquel absurdo enfado no volvería a verla, murieron en el momento en el que la rodeé con mis brazos.

"Ayer tuvimos una práctica en el mundo mortal..." -sollozó. - "Unos gigantescos Hollows nos atacaron y varios alumnos de sexto perdieron la vida. ¡Los asesinaron!" -exclamó entre lágrimas. - "He pasado mucho miedo... Quería volver a verte... El profesor nos ha dado fiesta a nosotros tres por ayudar pero..."

"¿Ayudar¿Ayudar a qué?" -le pregunté horrorizado temiéndome lo peor. - "No me digas que te enfrentaste a ellos."

La chica asintió.

"Es lo que debía hacer... Por algo voy a convertirme en shinigami, no?"

"¡Estás loca!" -le espeté. - "Me acabas de decir que asesinaron a alumnos de sexto curso y... Y... ¡Tu eres de primero¡Podrían haberte matado!"

"¡Ya lo sé! De no ser por el capitán Aizen estaría muerta."

Una inevitable rabia se extendió en mi interior al escuchar el nombre de aquel tipo. Pero le estuve profundamente agradecido.

"No importa..." -alcancé a decirle. Me di cuenta de que me temblaban las manos. - "... al menos estás bien."

La chica asintió sintiéndose mejor y juntos entramos en casa.

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Seis años después...

Había sido una semana muy dura para la actual capitana de la división diez Hohoemi Himawari. Tanto ella como su teniente habían estado investigando las repentinas apariciones de Hollows en la propia Sociedad de almas. Aquello no era algo normal. Los Hollows solo se materializaban en el mundo mortal... y lo más raro de todo es que no se trataba de un caso aislado. En los últimos dos años, las apariciones de estos seres con poderes poco frecuentes había aumentado en un 7 atacando a ciudadanos, shinigamis y a estudiantes de la academia espiritual. Nunca más lejos del muro que rodeaba a la corte.

Ella sabía que todo aquello tenía una explicación con una respuesta no muy agradable. Y de hecho, el camino hacia esa respuesta se había cobrado la vida de su lugarteniente hacía dos días. Había aparecido muerto en extrañas condiciones cerca del cuartel de la división tres. La capitana Unohana, tras examinar el cadáver, aseguraba se trataba de un suicidio por ingerir sustancias tóxicas. No obstante, Himawari no podía evitar pensar, al igual que otros muchos capitanes y tenientes, que aquello no tenía sentido. Sobre todo si tenía en cuenta lo que su teniente le había dicho horas antes de morir:

"Creo que he averiguado algo sobre las apariciones de Hollows... Tengo una sospecha que he de ir a confirmar. Hablaremos más tarde."

Pero el más tarde nunca llegó. Y ahora ella se sentía profundamente angustiada por tres motivos: El primero no conocer las sospechas de su difunto amigo, el segundo; no ser lo suficientemente inteligente como para descubrir de qué se trataba para poder vengar su muerte. ¿Vengar su muerte? Le había preguntado Ukitake. Así era, Hohoemi Himawari tenía la corazonada de que aquello había sido un asesinato relacionado de una forma u otra, con la investigación que estaban llevando a cabo.

¿Y cual era aquella tercera preocupación?

Himawari inspiró profundamente y abrió los ojos. Se encontraba tumbada sobre el tejado de una de las casas al lado del cuartel de su división, y el cielo nocturno estaba salpicado de estrellas.

"Matsumoto..." -Murmuró con la vista fija en el firmamento.

Debía elegir un teniente. Y no cabía duda, de que ella se había estado esforzando los últimos cinco años para conseguir ese puesto algún día. Sin embargo, aunque Himawari estaba ya casi convencida de concederle el cargo a ella, había algo que le hacía pensar que no iba a ser una buena elección. Y es que conocía el motivo por el cual Rangiku quería convertirse en teniente... Y no era otro que el teniente de la quinta división Gin Ichimaru.

En aquel momento, y como si el hecho de pensar en aquel hombre hubiera servido de invocación. Hohoemi sintió la peculiar presencia de Ichimaru no muy lejos de allí.

Giró levemente la cabeza y alcanzó a distinguir una sombra deslizándose en la oscuridad, cada vez más próxima al cuartel. La capitana se incorporó sin hacer ruido, y justo cuando aquel individuo pasó por debajo del edificio en el que se encontraba, saltó a la calle y se sitúo tras suyo.

No pudo evitar una pequeña sonrisa al cerciorarse de que el Teniente aún no había percibido su llegada.

Carraspeó para hacerse notar y agregó con voz cantarina:

"¿A dónde cree que va a estas horas de la noche?"

Ichimaru Gin se detuvo en seco como si una corriente eléctrica lo hubiera dejado clavado en el sitio, y tras permanecer así unos instantes se dio la vuelta con una amplia sonrisa dibujada en el rostro.

"Buenas noches Himawari-san, parece ser que me ha pillado." -dijo divertido, al tiempo que se pasaba la mano por los mechones cortos de la nuca.

"Eso parece." -agregó ella devolviéndole la sonrisa. - "Creo que deberías ir a acostarte, mañana son las graduaciones de la academia y tenemos que estar despejados para no dormirnos en la ceremonia..." -bostezó. - "...más de lo necesario."

"Debe saber capitana que iba a acostarme cuando usted me cortó el paso." -Himawari arqueó una ceja escéptica y divertida al mismo tiempo. - "Y creo sinceramente que usted necesita descansar más que yo. Esas ojeras no le sientan nada bien..."

La chica se apoyó en una de las paredes del muro y suspiró resignada.

"Tienes razón... Desde lo del otro día que no duermo bien. Supongo que es comprensible."

"Desde luego. Pero ya sabes lo que dicen: Shingami muerto, shinigami puesto." -comentó sin emoción alguna. Aquella faceta suya tan fría, conseguía ponerle a la capitana la carne de gallina. Sobre todo si le sumabas la sonrisa que dada la situación resultaba más macabra que simpática.

"Quizá para el Capitán Aizen eso sea pan comido, ya que cuenta con tres futuros shinigamis "de repuesto" desde hace seis años y que además mañana tras su graduación, entrarán a formar parte de la quinta división. ¿O me equivoco?" -atacó ella.

Gin soltó una sonora carcajada ante el atrevimiento.

"No se meta con esos pobres chicos, Capitana. Han demostrado su valía, lo cierto es que son excepcionales los tres. ¿Sabía que cuando aún se encontraban en primer curso, se enfrentaron a uno de esos gigantescos Hollows a los que tanto interés han puesto usted y su antiguo compañero?"

"Yo no tengo interés en los Hollows que se aparecen en el mundo mortal." -lo cortó ella, fulminándolo con la mirada.

Ichimaru ladeó la cabeza observándola con curiosidad y después se encogió de hombros.

"Lo que usted diga." -suspiró, dándole la razón de una forma que a ella no le gustó en absoluto. - "Buenas noches y que descanse, Himawari-san."

Y dándose la vuelta, el teniente de la quinta división prosiguió su camino con la mirada de Hohoemi puesta en él.

"Gin," -lo detuvo una vez más. - "Le agradecería que no molestara hoy a Rangiku. Ha estado entrenando mucho y estaba agotada." -se lo pensó unos instantes antes de añadir: - "Y ella mañana sí necesitará estar descansada."

Como movido por un resorte, el joven teniente se dio la vuelta y contempló el pecoso rostro de la chica sosteniéndole la mirada. Y ella por primera vez en su vida, vio como los ojos de Ichimaru se abrían preocupados dando lugar a dos peculiares zafiros brillando en la oscuridad.

"¿Va a concederle a Matsumoto el cargo de Teniente?" -preguntó en un susurro.

"Sí. Después de pensarlo mucho he decidido que es la persona más indicada para el puesto."

La sonrisa del chico se apagó y meditó unos instantes cabizbajo.

"¿Ocurre algo?" -inquirió ella.

"¿Puedo preguntarle un par de cosas Capitana?"

"Adelante."

"¿Usted confía en mí?"

Himawari abrió los ojos como platos. ¿Esa era una de las preguntas? Desde luego la había pillado desprevenida.

"No. No me fío ni un pelo." -le contestó sincera, pero divertida después de todo.

Ichimaru volvió a sonreír.

"Aunque no se fíe de mi..." -calló unos segundos buscando las palabras adecuadas para continuar. - "¿Me haría caso si le pidiera que no nombre a Rangiku su Teniente?"

"¿Qué?" -logró articular la chica. Si la primera pregunta había sido extraña aquella aún lo era más. Ellos dos estaban más acaramelados que una pareja de quinceañeros, no había forma de separarlos. Y ahora que le había confesado que la iba a nombrar Teniente y aún pasaría más tiempo juntos... ¿Cómo es que le decía aquello?

"Por favor..." -continuó Gin, bastante serio. - "No le volveré a pedir nada más en toda mi vida. Pero por lo que más quiera, no nombre a Rangiku Teniente... Aún no."

Hohoemi se humedeció los labios y volvió a repasar mentalmente lo que acababa de decirle, buscándole alguna explicación lógica a la petición.

"¿El capitán de la trece sigue enfermo?" -preguntó entonces Gin, como quien no quiere la cosa, y alejándose del tema.

"Sí." -contestó ella como una autómata. - "Mañana no creo que pueda ir a la ceremonia de graduación."

"Una lástima, desde luego." -aseguró Ichimaru. - "¿Porqué no se queda usted con él a hacerle compañía?"

Ella lo volvió a mirar aún más desconcertada.

"No puedo hacer eso. Todos los capitanes deben estar con sus tenientes..."

"Pero usted todavía no ha elegido Teniente y acaba de sufrir una pérdida importante. Todos nosotros lo comprenderemos perfectamente. Y ya que Ukitake tampoco acudirá... ¿Porqué no se queda mañana con él? Seguro que lo prefiere, y así podrá descansar y librarse de esas horribles ojeras." -rió. - "Te hacen parecer más vieja de lo que eres."

Sin saber muy bien porqué, ella asintió y algo aturdida se despidió del joven dándole las buenas noches.

Ichimaru Gin sonrió para sus adentros y silenciosamente se adentró en el cuartel de la décima división en busca de Rangiku.

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El reloj del cuarto de baño marcaba las diez en punto de la mañana.

"¿A dónde habrá ido Hinamori?" -me pregunté, hundiendo todavía más la cabeza en las espumosas aguas de la bañera, hasta que la superficie me alcanzó la punta de la nariz. - "Se supone que la ceremonia de graduación no es hasta dentro de dos horas..."

Volví a mirar el reloj de la pared. Había salido a primera hora y aún no regresaba. Tal vez acudiría directamente a la escuela sin despedirse de mí... Ese pensamiento acabó conmigo e hizo que me sumergiera de lleno en el agua.

Me había despertado demasiado nervioso, y los baños de agua caliente siempre me habían relajado. Aunque en aquella ocasión no lo estaba consiguiendo en absoluto. Era el día de la graduación oficial de Hinamori. Ese medio día iba a convertirse por fin en shinigami, y entraría a formar parte de una de las trece divisiones de la corte. Para ser más exactos la división cinco del famoso capitán Aizen... Lo que siempre había querido, lo único que había querido...

Todo esto ya se había acordado años atrás, y el tiempo a mi parecer había pasado demasiado rápido. En dos horas, Hinamori Momo, la chica de la casa en ruinas, saldría de mi vida para siempre...

"No puedo permitirlo..."

Pero no había nada que hacer. Nada ni nadie impediría que ella se fuera. Y menos yo...

Sentía el calor del agua tratando de aliviar el dolor que me provocaba su marcha definitiva. Ahora ya no vendría a visitarme los fines de semana. No se trataba ya de un estudiante, sería un shinigami con un buen trabajo. Y bastante peligroso... En el que yo no podría hacer nada para protegerla.

Permanecí varios minutos totalmente sumergido aguantando la respiración. Quizá estaría bien quedarse ahí para siempre, y morir ahogado una vez más...

Abrí los ojos. En aquel justo instante noté la presencia de Hinamori. Había vuelto a casa.

Sin pensarlo ni un minuto, me volví a sentar de golpe y tomé una gran bocanada de aire recuperando el aliento.

"¡KYAAA!"

Su grito fue lo primero que escuché y me llevé uno de los mayores sustos de mi vida. Momo se encontraba de pié en la puerta del cuarto de baño, mirándome con los ojos muy abiertos. Hubiera jurado que a los dos nos iba el corazón a mil.

"¿Se puede saber qué demonios hacías¡Por poco me da un infarto al verte aparecer de golpe!" -me espetó.

"¡Mira quién fue a hablar¡Entrando en el baño sin siquiera llamar a la puerta!"

" ¿Cómo iba a saber qué estabas aquí dentro si te pones a bucear en la bañera como un crío?"

Parecía iba a seguir echándome la bronca, pero enmudeció por completo al darse cuenta de que yo todavía estaba dentro del agua, y comenzó a ponerse totalmente roja. Se dio la vuelta y salió de la habitación acelerada.

"Lo siento." -se le escuchó decir desde afuera. - "Te estaba buscando y..."

Yo mientras salí del agua y me envolví con una toalla. Si seguía más rato a remojo acabaría como una pasa. Abrí la puerta y ahí estaba la chica, apoyada en la pared con la cara encendida.

"¿Estás bien?" -le pregunté, al verla tan nerviosa.

"¡Ah!" -exclamó al verme. - "¡Pero haz el favor de vestirte!"

Puse los ojos en blanco. La pobre seguía siendo tan inocente como de costumbre.

"Ya voy..." -rezongué entrando de nuevo.

"¡Espera!" -me detuvo. - "Ponte esto." -dijo, yendo a buscar una caja alargada.

"¿Qué es?"

"Un regalo que he ido a comprarte. ¿O es que ni siquiera te has dado cuenta de que no estaba en casa?"

"Claro que me he dado cuenta de que no estabas. Creía que ya te habrías ido a esa ceremonia, o lo que sea..." -gruñí, desenvolviendo el paquete. Aparté los últimos papeles y me encontré con un Kimono en tonos verde azulados. Toqué la tela... Estaba hecho de una seda magnífica.

"¿No te gusta?" -me preguntó ella al ver mi cara de sorpresa.

"Sí..."

"¡Pruébatelo! Siempre he querido verte vestido con uno de estos, pero como eras tan pequeño..." -calló por un segundo. - "Lo que quiero decir es que ahora has crecido un poco y te sentará mejor... Y además quería regalarte algo antes de irme, ya sabes... "

"Muchas gracias." -la corté, entrando a la habitación para ponérmelo.

La chica sonrió feliz y sacó su uniforme de shinigami de uno de los cajones para comenzar a vestirse.

"¿Qué tal me queda?"-le pregunté, una vez terminé de vestirme por completo.

La chica estaba frente al espejo del salón, ya con su nueva ropa, intentando recogerse el pelo. Se giró para verme y sonrió maravillada.

"¡Estas guapísimo Hitsugaya-kun!"

"Tampoco exageres..." -le dije, situándome a su lado para ajustarme la ropa. Llevaba el cuello mal puesto, y Hinamori enseguida se dio cuenta. Se agachó a mi lado y se encargó de darme los últimos retoques.

"Perfecto." -concluyó. - "Seguro que con esta ropa no pasas desapercibido en la ceremonia."

Aquel comentario hizo que se me helara la sangre.

La chica lo había dicho despreocupadamente y convencida de que iba a acompañarla. Se le veía inmensamente feliz, y tarareaba algo al tiempo que se colocaba unas horquillas, para luego volvérselas a quitar indecisa.

"Momo..." - la llamé tembloroso.

"Dime." -me dijo distraída. - "¿Me ayudas con esto Hitsugaya-kun?"- preguntó señalando unas cintas que había dejado preparadas para adornar el recogido.

Tomé los lazos y comencé a trenzarlos en torno al moño, tal y cómo había hecho ya en bastantes ocasiones.

"Momo... Yo..."

"¿Qué pasa?"

Cogí aire.

"...No voy a ir a verte hoy."-conseguí decir finalmente.

La chica se giró bruscamente hacia mi, y tanto los lazos a medio poner como su castaña melena le cayeron por los hombros.

"¿Qué?" -me preguntó en un susurro, como si no lo hubiera escuchado bien.

"Que no voy a ir a la ceremonia de graduación."-repetí, muy serio.

Los ojos de la chica temblaron confundidos.

"Lo siento." -agregué, con la mirada fija en el suelo.

Permanecimos unos instantes en un incómodo silencio. De vez en cuando Momo se mordía el labio, tratando de que las lágrimas que estaba conteniendo no escaparan.

"¿Dices que lo sientes?" -inquirió, con un hilillo de voz. Dos pequeñas gotas resbalaron por sus mejillas. - "¿Qué es lo que sientes Toushiro? Porque no te entiendo. Dime qué es... ¿Odio, asco?"

No lo comprendía. ¿Qué había querido decir con eso?

"No llores, por favor." -le dije, tratando de secar sus lágrimas. Pero ella me apartó la mano con brusquedad y sollozó aún más fuerte.

"¿Me odias verdad? Es eso. Tiene que ser eso. Me odias por haberme convertido en shinigami. Siempre has odiado a los shinigamis y ahora no me soportas."

"¡Deja de decir tonterías¡Cómo voy a odiarte!"

"Si no es por eso... ¿Por qué no quieres venir¡Dímelo de una maldita vez Shiro-chan!"

"... no puedo..."

"¿No puedes!" -gritó, pegándole una patada al primer mueble que vio (una silla), para después tirarlo al suelo enfada. - "¡Y ahora me vas a decir que llevas años sin poder! Siempre que te he nombrado algo que tenía que ver con shinigamis o la academia, te has puesto en ese plan idiota tan insoportable... Comprendo que odies a los shinigamis¡Yo tampoco los podía ver hace años¡Pero no todos son iguales! Y luego... Luego dices que no me odias..." - ahora su cara lo recorrían unos inmensos ríos que se desbordaban por momentos.

Avanzó hacia mi temblorosa y me agarró por el cuello del Kimono con fuerza, sin dejar de mirarme con aquellos acuosos ojos marrones.

"Si no me odias... Si es verdad que no me odias, ven a verme hoy." -sollozó. - "Ya nunca más podré pedirte nada... Pero por favor, te lo suplico... Si no me odias ven."

"Momo... No me hagas esto..." -mascullé mirando hacia otro lado. No podía soportar verla sufrir de aquel modo. Sin embargo ella tomó mi cara entre sus manos y me obligó a volverla a mirar directamente a los ojos.

"Es tu última oportunidad Toushiro. No te lo repetiré más veces... Por favor..."

Lo que ocurrió entonces fue tan rápido como imprevisible. Acercó mi cara a la suya y pegando sus húmedas mejillas contra mi rostro, sus labios rozaron los míos convirtiéndose en un primer beso. Por unos segundos mi corazón latió incontroladamente en mi pecho, y quise abrazarla, consolarla y decirle que estaría con ella para siempre. La protegería y no le pasaría nada malo. Pero así que perdimos el contacto y pude recuperar el aliento, la magia se perdió. Y volví a la cruda realidad.

"¿Vas a venir?"

Me humedecí los labios tratando de retener un instante más aquel momento ya pasado. Y aunque aquello no era lo que quería en realidad, mi boca pronuncio estas palabras:

"... No puedo."

Hinamori sonrió. O al menos intentó hacerlo.

"Bien. Ya no necesito oír nada más." -dijo separándose de mi lado y cogiendo su zampakutou de encima de la mesa. Se la colocó en el cinto sin decir ni una palabra y luego se giró para mirarme por última vez. Todavía tenía la cara marcada por las lágrimas. - "Adiós, Hitsugaya Toushiro."

Se dio la vuelta y se dispuso a salir de la casa. Sentí un escalofrío al escuchar mi nombre completo en boca de ella. Nunca antes lo había hecho, y menos de aquella forma tan fría.

"Ojalá, las cosas fueran de otra manera." -agregó por último. Y dicho esto, se alejó de aquel lugar para no volver nunca más...

Tuvo que pasar cerca de dos horas hasta que fui capaz de reaccionar y pensar con claridad. Aunque eso no evitó que destrozara la casa, congelara el jardín y mandara a la mierda a Taro y Ryuu, cuando vinieron a ver cuál era el origen de todo aquel escándalo. No trataron de detenerme... Ni siquiera se atrevieron a decirme que me había vuelto loco.

Finalmente caí de rodillas exhausto, y me pregunté si no habría ninguna forma de volver a ver a Momo. No podía irse así, sin más. Y entonces recordé sus últimas palabras.

¡Claro que podía verla¡La ceremonia de graduación!

Miré el reloj que ya marcaba las doce pasadas y pensé que tal vez no estaba todo perdido. Me daba igual que no me dejaran entrar en aquel lugar. Lo haría por las buenas o por las malas, y si no lo conseguía, le haría saber a Hinamori la verdad de cualquier forma. Todo aquello que no le había contado nunca.

Sin perder ni un minuto más, salí de aquella casa (o de lo que quedaba de ella) como un rayo en dirección a la academia de artes espirituales.

Corría pegado al muro de la corte, cuando distinguí delante de mí un gran número de personas apelotonadas. Aunque no me sobraba el tiempo, observé curioso qué era lo que les llamaba tanto la atención. Me detuve en seco.

La puerta al Seireitai estaba abierta, y el guardia que la protegía no estaba en su puesto.

"Parece ser que está ocurriendo algo grave ahí dentro..." -escuché que decía una mujer, sin atrever a asomarse al interior.

Y entonces mi cerebro reaccionó trazando un pequeño plan en milésimas de segundo. El hecho de que la puerta estuviera abierta y sin vigilancia, era una oportunidad fantástica para colarse en el Seireitai y alcanzar la escuela por otro lugar que no fuera su entrada oficial... Y sin pensarlo más, sorteé a todas aquellas personas y me colé en el interior todo lo rápido que pude.

Detrás de mí escuché los juramentos y advertencias de los ciudadanos, pero ninguno de ello se atrevió a seguirme y detenerme. Y ya nadie podría hacerlo. Tenía una última oportunidad y esta vez no iba a ser tan idiota como para desperdiciarla.

Doblé la primera esquina, sin ser plenamente consciente de dónde me encontraba realmente, cuando de golpe un cuerpo ensangrentado de shinigami cayó a mis pies. Di un respingo asustado, aquel tipo estaba muerto. ¿Qué es lo que le había pasado?

No tardé en averiguarlo. Sentí una fuerza espiritual sobrecogedora proveniente de la calle contigua y me asomé temeroso. En ella se estaba librando una encarnizada batalla. Había restos de shinigamis esparcidos por el suelo, entre ellos el del hasta ahora guardián de la puerta.

Quedaban cuatro shinigamis en pie, y una extraña mujer que acababa de perder un brazo, y se sostenía el muñón presionando con fuerza para intentar contener la hemorragia. Delante suyo, y los causantes de aquella masacre: cinco seres de la misma apariencia que los Hollows pero de una estatura más humana. Esto los hacía increíblemente rápidos, y posiblemente mucho más listos.

Me quedé ahí parado viendo cómo aquella mujer arremetía contra a ellos mientras gritaba:

"¡No permitiré que lleguéis a la academia, malditos!"

Al escucharla, sentí como si me golpearan con una maza en la cabeza. ¿La academia¿Aquellos seres querían atacar la academia? Pensé en Momo... Y sin poder contener mi furia corrí a ayudarles.

Pero antes de que pudiera darles alcance, noté una corriente fría tras mío...

Me di la vuelta y contemplé con horror la máscara de uno de esos extraños Hollows a pocos centímetros de mí. ¿Cómo podía haberse movido tan rápido?

"¿A dónde vas niño?" -rió con una voz chirriante.

Algo cortó el aire y el afilado filo de una espada brilló por unos instantes, antes de caer sobre mi.

To be continued...


¡Se suponía que este capítulo debía ser corto! XD Bueno, ya está terminado... ¿Qué os ha parecido¿Creéis que Shiro-chan llegará a ver a Momo, o morirá en el intento? Vaaale, todos sabemos que morir no morirá y que por supuesto que verá a Momo... La pregunta ahora es¿Cuándo ocurrirá eso¡Para saberlo tendréis que esperar al siguiente capítulo! JOJOJOJO!

La pregunta de los chicos listos... ¿Alguien sabría decirme quién es esa tía que acaba de perder el brazo y qué hace ahí si no es un Shinigami? Mmmm.. Algo más difícil, pero con imaginación seguro que lo adivináis! Como siempre, espero vuestras respuestas acompañadas de teorías de lo que pueda pasar, críticas, sugerencias y... ¡Ganas de matarme! XD

Y ahora...


EL MOMENTO DEL RESUMEN... -PREVIEW SUPER FRIKI-:

Keigo: Bienvenidos todos a la primera entrega de premios del juego Adivina-adivinanza!

Mizuiru: Yo creía que íbamos a jugar al bingo... ¿Porqué si no me habéis hecho traer todas estas bolitas?

Rukia¡No son bolitas¡Son caramelos marca Chappy!

Mizuiru y Keigo¡KUCHIKI-CHAN! (Pero qué mona va esta chica siempre... XD)

Rukia: Todos aquellos que adivinaron la semana pasada el nombre del personaje misterioso se llevan a casa... ¡Un fantástico lote del increíble, adorable y achuchable Conejito Chappy!

Ichigo: Y a quién le importa ganar caramelos de ese conejo mal dibujado?

A Rukia se le hincha la vena y tira a Ichigo por la ventana...

Luego, lamentándolo, se arroja tras él...

Mizuiru: Aaaah! (suspiro) Qué buena pareja hacen! (Viéndolos espachurrados en el suelo). Son igualitos...

Keigo: Pero no se suponía que íbamos a entregar los caramelos a los que dijeron "Yamada Hanatarou".

Mizuiru¿Y a quién le importa ahora eso¿Jugamos al Veo-Veo?


(Felicidades a todos por adivinar la respuesta! La preview va dedicada a vosotros!)


REVIEW PLIS!