¿Cómo se siente el amor?

20 años antes.

¡Plum! El sonido crudo y replicante de la bofetada que Haruka le dio a Makoto con todas sus fuerzas fue lo único que se escuchó por varios minutos en la habitación de la rubia, aunque casi de inmediato, ésta tomó a la castaña y la abrazó con todas sus fuerzas que nunca fueron pocas.

-Eres una tonta-susurró la senshi del viento al oído de su protegida, su voz era triste y cortada-. ¿Lo amas al menos? - La pregunta sacó de su centro a la mujer del trueno que no supo que contestar-. De acuerdo, no tienes que amarlo, a final de cuentas eso es solo un obstáculo en la vida.

Makoto refugió su rostro en el hombro de su maestra, suspirando con fuerza. Haruka no solía tener acercamientos con nadie que no fuera Michiru, e incluso ésta última había sido privada de ellos desde que la pequeña Nerea venía en camino. Así que la castaña se sintió reconfortada con la sola idea de que no estaba tan molesta con ella, como lo estaba con la mujer del mar.

-¿Cuánto tienes? -preguntó sin soltarla todavía.

-Casi tres meses.

-Ellos...¿Ellos los...?

-No-contestó de inmediato-. Fue algo... ¿Normal? Una noche de copas, ya sabes. - remató con una sonrisa que se notó en su voz. Haruka se descolocó un poco y la apartó de ella para verla.

-No pregunté detalles- contestó con sequedad-. Debo admitir que es un buen hombre, pero no le digas a nadie que lo dije.

-Si lo es-contestó Makoto, ahora pensativa.

-Y ya que ando admitiendo cosas, me decepcionas—Haruka soltó el abrazo y se fue hacia la cama, sentándose en ella-. Supongo que no es lo que quieres oír, pero esperaba mucho más de ti, esperaba que te fueras.

-¿Irme? ¿A dónde?

-Tan lejos como pudieras, tan apartada de esto que no pudieran encontrarte nunca. ¡Pero vamos! -exclamó frotándose la frente-. El daño ya está hecho, la pregunta es ¿Qué harás ahora?

-¿Cómo qué que haré? -cuestionó extrañada

Haruka sonrió en una mueca que mostraba más desagrado que alegría, la sola pregunta respondía sus dudas, su mirada azul, opaca y cansada se clavó en el cielo que se observaba desde su ventanal.

-¿Cómo está ella? -su voz temerosa.

-Con él, como siempre. Volverá loca a Michiru un día. Tiene que andar buscándolo por todo el palacio para darle de comer, porque ese hombre no tiene...- Makoto guardó silencio repentino al ver la expresión confusa en el rostro de su sensei, lo más parecido a una mueca de agrado que había visto en ella en mucho tiempo se dibujó en sus labios-. No quiero decir nada que te moleste, pero ella no tiene la culpa.

-Y justo porque no la tiene, es porque no la quiero cerca. A veces... -dijo clavando está vez sus ojos en la castaña-, debes alejarte de algunas personas que puedes llegar a lastimar involuntariamente.

0 0 0

15 años antes.

-Ya no es tiempo de formalidades Neflyte, danos a Júpiter y a la niña y te prometo que no te dolerá- dijo la antes dulce voz de Amy, que estaba parada a un lado del general Zoycite.

El hombre castaño pudo percibir de forma muy notoria el brillo carmesí en los ojos de los guerreros frente a él, sus labios se curvaron en una mueca que mostraba un poco de gusto pero también de alarma.

-Las tengo escondidas, no permitiré que les pongan una mano encima—dijo con calma.

-Fue muy ingenuo de tu parte creer que podrías burlar al imperio, sólo eres un pobre general a la sombra de una senshi, ella debería estar protegiéndote a ti y no tu a ella.

-¿Lo dices por el idiota a tu lado? Es un buen sujeto, solía ser mi amigo cuando no estaba poseído como ahora, como lo están ambos.

-¡Cállate idiota! No estás en posición para andar jugando, ¿Dónde están ellas?

-Jamás te lo diré, mi familia por sobre mi vida—Neflyte alzó su mano y una esfera de energía comenzó a formarse en ella, Zoycite sonrió burlonamente mientras Amy se ponía en guardía.

-Si así lo quieres, compañero.

Amy lanzó su conocido ataque de burbujas, nublando la visibilidad de Neflyte que no tuvo más opción que esperar el primer movimiento. Un fuerte golpe que le dio del lado derecho del cuerpo lo tumbó contra la chimenea, haciendo que pedazos de ésta cayeran sobre él.

Un instante después, el segundo golpe lo aventó contra la pared de la izquierda, tirando la repisa con los juguetes de Haru al suelo, el general se dolió mientras retiraba un peluche que le había caído encima, aunque no pudo evitar sonreír al ver el muñeco.

-Morirás sonriendo, como siempre quisiste.

-Me alegra que recuerdes eso, amigo Zoycite, también te recordaré después de que acabe contigo.

Neflyte se puso en pie de inmediato, desapareciendo y apareciendo detrás del rubio, asestando un golpe en su cuello, pero éste giró con prisa, barriéndolo desde los pies, ambos hombres cayeron al suelo, con el oji verde por encima. Zoycite golpeó con fuerza el rostro de Neflyte, provocándole raspones y varios hematomas, sus labios sangraron con moderación, obligándolo a escupir.

-Vas a necesitar más que eso y lo sabes.

Con fuerza, Neflyte arrojó a su compañero por los aires, cayendo éste cerca de la senshi del hielo, quién entró al ataque mientras su pareja se recomponía.

-¡Rapsodia acuática de Mercurio! - un fuerte remolino acuatico llevó el cuerpo del castaño por los aires, haciendo que atravesara la pared de la sala, llegando a la habitación. El golpe dejó a Neflyte contra la cama, con la respiración agitada y el cuerpo maltratado.

-No están aquí- dijo Amy con malicia-. ¿Dónde han ido? ¿No me digas que te abandonó de nuevo?

El hombre caído la miró inmutable, pero la senshi de mercurio no era conocida por ser la más inteligente solo porque sí.

-Dime donde están y le diré a Luna que cooperaste con nosotros. Podrás volver al castillo o si lo prefieres, te podrás quedar aquí, aunque necesitará algunas reparaciones—la peli azul sacudió sus manos con fuerza, librándose del polvo que la pared destrozada soltó.

-¿Qué los trajo aquí? ¿Dónde está Freya?

Los ojos de Amy volvieron por breves segundos al tono azul característico de la apacible chica, pero pronto recuperaron el rojo brillante, señal típica de la posesión que los manipulaba.

Amy ignoró la pregunta y caminó hacia un costado de la cama, justo hacía la cuna. Estiró su mano y tomó uno de los juguetes que estaban ahí, un pequeño caballo de mar de tela y algodón.

-Tú se lo diste a Makoto cuando recién nos enteramos que estaba embarazada, ¿Lo recuerdas?

Flashback

Después de pasar un tiempo con Haruka, Makoto comenzó a sentirse cansada y volvió a su habitación que seguía estando en el segundo piso. Sabía que cuando Luna se enterara de su estado, la movería a ella y a Neflyte a una misma alcoba en el primer piso del edificio que estaba atrás, donde ya vivían los demás. Siempre pensó que ese lugar tenía demasiadas habitaciones, era demasiado ostentoso, demasiado grande para tan poca gente, en fin, demasiado de todo.

Estaba por entrar a su cuarto cuando la voz de Amy que venía por el mismo pasillo frente a ella la detuvo. La chica de cabello azul y vestido amarillo, una pequeña y diminuta mujer que a duras penas parecía mayor de veinte, aunque ya lo era, le sonreía dulcemente.

-Tengo esto para ti—dijo mientras alzaba algunas bolsas.

Ambas mujeres entraron a la habitación cerrando la puerta tras ellas, Makoto se recostó cerca de la cabecera, aunque estaba más sentada que acostada mientras Amy comenzaba a vaciar las cosas que llevaba.

-Debes tomar estas vitaminas, te ayudarán mucho. Estos otros son para si sientes malestar, solo úsalos si quieres vomitar, no abuses. Con esto—dijo mirando la etiqueta de un aparato-. Ah no, esto es para revisarte- dejó el objeto en otro bulto.

-No debiste molestarte, son tantas cosas. Pudimos pedirlas a las demás.

-Eso iba a hacer, pero Neflyte insistió que le hiciera una lista y fue y consiguió todo nuevo para ti. Mina se molestará cuando sepa que no usarás sus cosas.

-¿Cómo dices? -preguntó asustada.

-¡Ay, no te preocupes! Sólo las traeremos y las dejarás por ahí, ni vendrá a verte tan seguido, Asahí es muy demandante y es hora que no deja a Kunzite a solas casi nunca.

-Amy, -exclamó Makoto un tanto temerosa. La mujer volteó a verla, esperando el resto de aquella frase-. ¿Acaso tú sabes cómo es que...?

Amy se ruborizó de inmediato, bajando la mirada de nueva cuenta a los objetos en la bolsa. Sólo ese gesto fue suficiente para que Makoto supiera que no tendría una respuesta.

-Mira, este te lo traje yo. —dijo tiernamente, sacando con gracia un muñeco en forma de caballito de mar, la castaña sonrió agradecida. Amy caminó hacia su amiga que no se había movido de su cómoda posición y se sentó a un lado de ella, mostrándole el juguete.

-Es tan bello, te lo agradezco Amy— Makoto sonrió.

-Espero que seas tan feliz como yo lo soy, incluso más-soltó la regente del hielo.

-¿Eres feliz? -preguntó seriamente. Amy saltó un poco ante la sorpresa de la pregunta.

-Ahora lo soy-respondió después de meditarlo-. Freya es una niña hermosa, inteligente y ahora muy saludable, no concibo mi vida sin ella—la ojiverde sonrió complacida y estaba a punto de hablar cuando fue interrumpida-. Zoycite es un buen hombre, no sé si es amor, pero se parece mucho, me cuida y me respeta—el rojo volvió a sus mejillas-. Ama con locura a Freya y ¿Sabes? No hay nada que no hiciera por ellos dos.

-¿Y todas esas cosas tan bellas no te hacen pensar que si es amor?

-Creo que el amor se siente diferente, aunque ciertamente no estuve enamorada nunca antes de conocer a Zoycite, pero tú si, dime... ¿Cómo es el amor?

Makoto se quedó muy seria ante aquel cuestionamiento. ¿Qué es el amor? Se preguntó a sí misma y las imágenes llegaron por si solas a su mente. Sus manos se fueron sin freno hacia su vientre y una sonrisa se dibujó en sus labios. Amy la miró fascinada.

-¡Eso es! Ese rostro es amor—dijo la chica-. Tuve miedo que te hicieran lo mismo que a Setsuna y Haruka, pero me da gusto que al fin hayas encontrado en Neflyte el amor que has buscado desde adolescente.

-Neflyte,-pronunció la senshi del trueno en una voz ligera y gentil, pero una cosa era lo que decía su boca y otra muy distinta lo que sentía el corazón, ese órgano traidor solo latía por alguien más.

Fin de Flashback

Neflyte seguía tumbado en el suelo cuando Zoycite entró por el agujero en la pared, su mirada perversa y violenta atravesó al castaño. El general del norte estaba mal herido, no podría hacerles frente a ambos.

-Siempre fuiste un revoltoso—dijo el rubio con enfado-. Desde la primera vez que estuvimos aquí causaste problemas, y es muy irónico que de nueva cuenta sea yo quién tenga que ponerles fin a tus aventuras románticas.

-Siempre has sido un aguafiestas Zoycite-soltó entre dolorosas risas.

Zoycite caminó hacia Neflyte y lo alzó del cuello, apretándolo con fuerza. El castaño se tomó de su brazo, aunque con pocas esperanzas de zafarse.

-¿De verdad vas a morir por alguien que no te ama? Sólo dime donde está y te soltaré.

-¡Vamos Neflyte, ella no es nada tuyo, esa maldita no te amó jamás! - gritó Amy con una voz que no le correspondía. Los ojos de Zoycite se fueron sobre Amy, esa mirada perdida y enrojecida que parecía a ratos, recobrar un poco de su verde original. Unos momentos después volvió a centrarse en los ojos marrones que lo miraban con dureza, el rostro del general comenzaba a tornarse azul por la falta de aire.

-Son mi familia- masculló entre cortadas respiraciones-. No hay nada que no haría por ellas.

-¡Ese estúpido sentimentalismo va a matarte! -gritó Zoycite a unos centímetros de su rostro. Con fuerza dejó caer a su compañero, arrojándolo contra otra de las paredes.

Neflyte se llevó las manos al cuello, desesperado por aire.

-Tú me comprendes—dijo jadeante-. Si están aquí, es para proteger a su hija, por nada más ¿O me equivoco?

Zoycite lo miró enfurecido, una esfera de energía comenzó a formarse en su mano, con tanta fuerza que algunos objetos en la habitación comenzaron a caer. Los dos hombres se miraron a los ojos por segundos que parecían interminables. Ninguno de los dos esquivó al otro, mientras tanto Amy miraba con una expresión desafiante desde un poco más atrás.

-Te veré entonces en el infierno, compañero.

El rubio general soltó aquella energía acumulada. Un enorme brillo de color azul intenso invadió la habitación, mientras él y Amy desaparecían como sombras. Neflyte sonrió con malicia y cerró los ojos, su pensamiento se fue hacia Haru, a sus lindos ojos verdes y cabello cobrizo.

Cuando la explosión derribó aquella habitación, Amy y Zoycite estaban de pie, afuera de la choza en llamas. El hombre miraba fijamente a la casa derrumbándose, como si estuviera hipnotizado por ello. La mujer sostenía en la mano un aparato, que revisaba con destreza.

Cuando dio con la agenda del celular, un número llamó su atención, obligándola a torcer sus labios en una casi sonrisa muy siniestra.

-Makoto-chan, nunca cambias- soltó burlona. El general volteó hacía ella intrigado, con una ceja alzada-. Sé dónde están, conozco este número.

0 0 0

20 años antes.

Makoto subía con un poco más de dificultad las escaleras que la llevaban a la azotea del edificio. Nunca se había cansado tanto en algo tan sencillo, pero se lo atribuyó a que no había dormido bien los últimos días. En su cabeza daban vueltas las pocas posibilidades que tenía de salir bien librada de esta situación, seguida de la propuesta de Neflyte que simplemente la horrorizaba y, por si fuera poco, pensando en Andrew y el cómo recibiría la noticia.

Después de tomar la única decisión aceptable según su criterio, decidió buscar al general y notificarlo, pero éste no había pasado a verla en casi una semana, sin contar que durante los breves encuentros que se llevaban a cabo en el comedor o en alguno de los pasillos o jardines, simplemente la ignoraba. Con todo y la mirada desaprobatoria de Amy hacia él.

Cansada de perseguirlo decidió acorralarlo donde sabía que no la dejaría sola y subió sin remedio, pero el esfuerzo la obligó a detenerse varias veces de la pared, sintiendo ligeros mareos que no eran propios de su estado, de nuevo según su criterio. Cuando llegó a la puerta pudo notar que ésta estaba cerrada, pero exhausta por el esfuerzo en lugar de retirarse se tumbo de espaldas contra ella.

-¡Sé que estás ahí! ¡Déjame entrar! -gritó desde el suelo.

-Eres tú quién esta adentro preciosa- escuchó burlonamente. Makoto bufó enfadada, pero debió obligarse a mantener la calma.

-¡Déjame salir entonces, tonto! -gritó de nuevo. Pero no obtuvo respuesta-. Quiero hablar contigo.

-Habla.

Unos segundos de silencio obligaron al general a acercarse a la puerta, aunque permaneció a unos pasos con los brazos cruzados sobre su pecho.

-Lo siento—dijo suspirando.

-¿Qué es lo que sientes?

-¡Todo, lo siento por todo! -chilló la senshi. El silencio volvió a hacer presencia por un par de minutos.

-Vamos Makoto, no creas que soy un idiota por favor.

-¿Por qué dices eso? ¡Yo no pienso tal cosa!

-¡No debías buscarme para pedir disculpas! ¿Recuerdas al menos cuál es el problema entre nosotros?

Makoto se sonrojó nerviosa y enfurecida, aunque consigo misma. Se llevó una mano a la frente, golpeándose con la palma. Neflyte tenía razón, no había ninguna necesidad de disculparse por algo, los nervios la habían traicionado.

-No estoy pensando bien, evidentemente- bufó al fin, con un tono derrotado-. Ya no sé nada de lo que pasa en mi propia vida, ¡Estoy tan harta y cansada! ¡Eres el único amigo al que puedo contarle esto! El único que me comprenderá.

Neflyte, quién se había llevado una mano a la boca cuando escuchó la palabra "amigo", sopesó un momento su siguiente diálogo, respirando profundo.

-¿Qué has decidido entonces?

-Acepto.

-¿Aceptas?

-Sí, acepto.

-¿Qué aceptas?

-¡Vamos! Te estoy diciendo que acepto casarme contigo, no seas un imbécil- exclamó molesta y cansada.

-Pero ya no quiero casarme contigo—dijo burlón, dando un par de pasos a la puerta.

-¡Pues no te cases! ¡O cásate! O haz lo que se te antoje, pero …

-¿Pero?

El silencio aparecía una vez más. Un minuto y luego dos. Neflyte abrió la puerta. Aunque Makoto sintió que su respaldo se movía, ella no giró ni se movió un poco. El fresco de la noche le dio de lleno en la espalda, el viento le removió el cabello.

Neflyte se abrió paso y se sentó a su lado, a tiempo para observar como aquellos ojos esmeraldas, los más bellos que había visto jamás, se vaciaban en lágrimas saladas. Él la rodeo con un brazo y la atrajo hacía sí, haciendo que recargara su cabeza en su hombro.

-No puedo hacerlo sola, es demasiado para mí y estoy tan perdida.

-No lo harás sola, yo estaré contigo.

-¿Por qué lo harías? ¿Por qué te arriesgas tanto por mí?

-Tengo mis razones—dijo en un susurro. La mujer se limpió las lágrimas, comenzando a sollozar.

-Haré lo que me pidas, sólo hay una cosa que es muy importante para mí.

-¿Qué sería eso? -preguntó con ternura, aunque sabía de qué se trataba.

-Él tiene que saberlo, no puedo ocultarle esto.

Neflyte bajó su brazo y se acomodó de nuevo, sus manos juntas entre sus flexionadas rodillas le daban ese aire pensativo que tanto lo caracterizaba.

-Está bien—dijo después de un tiempo-. Iremos mañana, antes que se haga público, es mejor que lo sepa primero.

-¡Gracias! -exclamó entusiasmada pero muy asustada. Sin pensarlo mucho, tomó una mano del hombre a su lado, atrayendo la atención de los ojos marrones al gesto.

Aquel hombre fuerte por fuera y derrotado por dentro, tomó la delicada mano de mujer entre las suyas y las acarició un momento, reclamando su premio de consolación ante el acto tan estúpidamente sacrificado que acababa de cometer. Con miedo bien disimulado, alzó hacia su rostro aquel tesoro suyo y besó sus nudillos. Lo había hecho antes, frente a todo el mundo, pero ninguna de esas veces había significado siquiera una pequeña e ínfima parte de lo que estaba siendo en ese momento.

-Te juro que cuidaré de ambas con mi vida.

0 0 0

De entre las ruinas de la vieja casucha, el general mal herido y sangrante se arrastró con dificultad, hasta llegar a un enorme árbol que le solía dar sombra cuando él y Haru descansaban de entrenar. Llegó como pudo, jadeante y descompuesto, con la ropa hecha añicos y el corazón dolorido. Con un poco de esfuerzo logró sentarse, usando el tronco como su respaldo mientras intentaba respirar con tranquilidad.

Una pequeña esfera de luz se generó en su palma, pero era tan pequeña como una pelota de beisbol. La pasó por el mismo, logrando detener el sangrado, pero no pudo hacer mucho más al respecto. Exhausto se detuvo un momento, la noche ya caía sobre él, las estrellas asomaban en el cielo.

Antes que la luz del sol desapareciera por completo, una sombra se movió entre la hierba, inquieta y en alerta.

-Sombra—dijo Neflyte con una sonrisa torcida en el rostro-. Encuéntralas, cuida a la pequeña.

La figura hizo algunos movimientos exagerados, simulando una reverencia y se esfumó de su lado. El general se llevó una mano al pecho, su respiración estaba volviéndose lenta y mucho más complicada. Cerró los ojos lo que creyó sería un momento, se durmió al amparo de sus luces protectoras.

0 0 0

Actualidad.

-¿Esa niña te ha llamado padre Furuhata-san? -preguntó el hombre robusto, muy alterado.

-Es una larga historia Ikkou- respondió secamente, su atención no se apartaba de la chica frente a él.

-¡Oh, es cierto! ¿Pudiera devolverme esa medalla? ¿Sabe? Es de mi otro padre, mi favorito obviamente—dijo Haru dirigiéndose al otro hombre, con su mano extendida. Él le devolvió la medalla y la chica la limpió con el puño de su camisa.

-No tienes que ser tan cínica y cruel—dijo Andrew resoplando, sus hombros se relajaron mientras bajaba el arma y la guardaba de nuevo.

-¿Te parezco cruel? Cruel lo que tuve que hacer para que me la diera a mí, no fue fácil- expresó sonriente. Ignorando a la gente a su alrededor, se dedicó a ponerse aquel broche con mucho cuidado, vigilando que quedara derecho.

-Bueno, bueno, ¿Qué tenemos por aquí? -preguntó Mirai que llegaba con el orbe granate en las manos. Los dos hombres la miraron estupefactos, retrocedieron un poco en cuanto la vieron acercarse.

-¡Oh Mirai ven aquí! - exclamó con alegría-. Déjame presentarte, éste hombre que ves aquí se llama...- sus ojos se centraron en su padre, pero su mano apuntaba a su acompañante.

-Ikkou- contestó el rubio de mala gana.

-Eso, Ikkou algo, y sería un gran favor para mi y para éste hombre que se llama Andrew Furuhata y que casualmente es mi padre, si pudieras borrarle la memoria. No mucho, sólo lo suficiente para que se olvide que me conoció.

La chica de ojos azules y cabellos obscuros miró a su amiga con desconcierto, su ceño fruncido y su mirada confundida iban de la castaña al rubio con ninguna sutileza.

-¿Este? ¡Pues vaya que sorpresa! ¿No quieres que lo mate primero?

-No, desde luego que no. Mi mamá lo quiso mucho y aunque no lo creas yo también. Es un buen hombre, no tan buen padre, pero un buen hombre seguro sí.

-Igual que el mío- dijo la senshi del tiempo con una sonrisa burlona-. ¿No serían amigos o algo así?

-¡Ya basta ustedes dos! No hay ninguna necesidad de que se estén burlando de mi en este momento—los azules orbes de Andrew se clavaron en la mirada esmeralda de Haru, unos ojos que le recordaban tanto a su madre-. Si quieres acabar conmigo hazlo ahora, pero no te escucharé una palabra más.

-Por favor Mirai, ¿Pudieras llevarte a este caballero de aquí? Y recuerda que solo debes borrarle una hora de su vida, no más.

La chica se encaminó hacía el hombre y lo tomó del brazo. Éste estaba tan atemorizado que la siguió sin reparo, aunque sudando a mares.

En cuanto se perdieron de vista, Haru miró a su padre y se acercó de nueva cuenta a él. Andrew se quedó inmóvil, con los brazos colgando a los lados. La chica lo abrazó sin previo aviso, un abrazo fuerte y sincero, un gesto que el hombre no esperaba pero que devolvió como pudo.

-Mi niña, creí que habías muerto—su voz cortada por el llanto apenas fue audible.

-Te dije que eso no sería tan fácil, tú siempre tan cobarde—le respondió en un llanto disimulado.

-¿Fueron ustedes quienes hicieron esto? ¿Lograste convencerlas a todas?

Haru se apartó un poco para mirar a su padre a la cara y sonreírle mientras asentía, Andrew le secó algunas lágrimas con sus dedos.

-Actúas bien para ser tan viejo.

-Ikkou no debía venir, fue un terco- contestó mientras la soltaba y se remolineaba el cabello con las manos.

-Todos ahí lo son, los extraño mucho, espero verlos pronto.

-Y ellos también te extrañan, aunque después de todo esto que pasó-dijo mientras daba un vistazo a las ruinas del palacio-, sacará a la luz quién eres y lo que ha estado pasando todo este tiempo.

-Yo soy una simple ciudadana, una chica inocente y sin poderes-argumentó encogiéndose de hombros y con un gesto de muy falsa inocencia.

-No hagas esa cara, te pareces a …

-A papá Neflyte, lo sé.

Los dos caminaron rumbo a uno de los complejos del castillo, el edificio viejo y semi abandonado, el único que no había sido atacado un día antes.

Cuando llegaron al pasillo, algunas de las chicas contemplaban al hombre con recelo, pero Haru se encargaba de decirles con una seña que no debían preocuparse. Todas lo entendieron, aunque muy pocas lo aceptaron.

Se detuvieron juntos fuera de una habitación, la puerta estaba marcada con un número cuatro tallado a mano de muy salvaje manera. Haru abrió la puerta, entrando sin problema. Andrew se quedó atrás, dudoso y algo nervioso.

-Esta fue mi única jaula, si quieres hablar tendrá que ser aquí adentro.

-¿Por qué aquí? ¿Por qué no en algún lugar común, con todas presentes?

-Porque nadie debe saber que estoy aquí, señor Furuhata—dijo una voz en las sombras.

CONTINUARÁ...

Muchas gracias por sus comentarios y por sus lecturas desde luego, para mi es un gusto enorme que se tomen la molestia de leer mis locuras y todavía el tiempo de dejarme comentarios.

Minako, Ladi Júpiter, Génesis e invitados anónimos mil gracias, adoro que me digan que les gusto el capitulo y espero que este no sea la excepción.

También espero que ya no odien tanto a Andrew jajaja, no todos somos completamente malos o buenos, todo depende de las circunstancias.

Agradecimiento especial a LitaKino1987 que me tiene escribiendo para olvidar el dolor de su patita cojita... aprovéchate de la musa de la inspiración, no sé cuánto tiempo se siente conmigo jajaja.

Gracias por sus reviews y sus votos.

Saludos.