Sabéis que esta historia ya supera las 1000 visitas? Muchísimas gracias a todos! No tenéis ni idea lo feliz que me hacéis leyendo lo que escribo y dejando comentarios. Gracias de verdad!
No me puedo creer que este sea ya el octavo capítulo... Es el fanfic (publicado) más largo que he escrito en mi vida. Y también el que actualizo más rápido! Se merece un premio, una mención especial o algo así, no? XD Bueno, yo pienso celebrarlo y me voy a la fiesta... ¿Alguien más se apunta?
Aviso: Este capítulo contiene HitsuHina, si no te gusta esta pareja o te da asco y repugnancia te aconsejo que los de su FC te laven el cerebro antes de leer el final XD
Capítulo dedicado a Hinamori Hyuga, que a diferencia de Hitsu, sí concede entrevistas. Gracias guapa!
Capítulo 8: Algo que decirte
Kuchiki Rukia intentó alejarse una vez más de allí, tratando inútilmente de que nadie se enterara de que conocía al chico que ahora mismo se encontraba bailando en ropa interior sobre la mesa; al frenético ritmo de palmas, golpes y fuertes pisadas sobre el entarimado. Si bien era cierto que las llamadas fiestas de novatos eran las más desmadradas y ansiadas del Gotei trece, su reciente formación como un miembro del clan Kuchiki le decía que el peculiar baile del ahora shinigami; Abarai Renji... Sólo podía conocerse bajo el nombre de "Vergüenza Ajena".
Y su hábil plan elaborado en milésimas de segundo, se fue al traste cuando intentando escabullirse por una de las puertas, el pelirrojo la llamó:
"¡Ey, Rukia¿Ya te vas?"
Tal y como la joven había temido, las miradas de todos los shinigamis allí presentes, recayeron sobre ella.
"No..." -contestó de mala gana, dándose la vuelta y apoyándose en la pared de brazos cruzados. Mientras fulminaba a su antiguo compañero con la mirada.
"¡Perfecto, porque ahora te toca bailar conmigo!"-exclamó feliz.
"¿Qué? Ni loca pienso..."
Pero antes de que pudiera seguir protestando o terminar la frase, el chico ya la había cogido cual saco de patatas y la había subido a la mesa, donde varias personas les aplaudían encantadas.
"¡He dicho que no, Renji¡No voy a hacer el ridículo como lo estás haciendo tú!"-le espetó enfadada, y con la cara encendida.
"¿Ridículo? Vamos, Rukia. ¡Es una fiesta! Volvemos a estar juntos y no quieres celebrarlo?"
"No veo que eso sea un gran motivo de celebración..."
"Venga, Rukia... No seas aguafiestas. ¡Hazlo por los viejos tiempos!" -le pidió, tomándola de las manos.
La chica desvió su mirada indecisa, y a sus oídos llegaron las voces de todos los shinigamis animándola. Entonces y poco a poco, se fue dibujando una sonrisa en su rostro y se encaró de nuevo con el novato.
"Vale. Por los viejos tiempos."
"¿Has visto Hinamori-kun? Abarai está más contento que de costumbre, y eso que apenas ha bebido nada." -le comentó Kira, dirigiéndoles un rápido vistazo a Rukia y Renji que comenzaban a dar vueltas sobre la mesa cogidos de las manos, girando cada vez más y más rápido. - "Alguno de los dos va a acabar muy mal..."
Justamente en ese instante, Rukia salió despedida y cayó de la mesa chocándose con un grupo de shinigamis de la división ocho que trataron de reanimarla ofreciéndole sake.
"¡Te voy a matar¡Maldito seas Renji!"
Kira se sonrió, al ver la reacción de la chica.
"Siguen igual que siempre. Parece que los años no pasan para esos dos¿No crees Hinamori-kun?"
Momo suspiró profundamente y les dirigió una breve mirada.
"Sí... Supongo."-murmuró con tristeza.
El joven la observó algo preocupado. A pesar de que era el día de su graduación, y habían conseguido entrar en la división cinco del capitán Aizen tal y como ella había deseado desde hacía tiempo, se le veía demasiado apagada. Había estado toda la mañana sin articular palabra perdida en su mundo, y apenas había disfrutado de la fiesta. De hecho, ahora tanto ella como Izuru se encontraban sentados en unos cojines del suelo vigilando varias botellas de las que de vez en cuando pegaban algún trago, en lugar de estar bailando, cantando y riendo junto el resto del shinigamis.
"Hinamori, no estés triste por lo de ese chico. Es solo un crío." -le dijo adivinando sus pensamientos. - "Ya has visto el poco aprecio que te tiene. No merece la pena lamentarse por alguien como él."
Los ojos de la chica comenzaron a brillar a causa de las lágrimas acumuladas. Tenía un nudo en la garganta que le impedía tragar o hablar con naturalidad.
"Sé que tienes razón... Pero..." -no pudo continuar. Se mordió el labio y ocultó la cara entre sus brazos para que aquel chico no la viera llorar. - "...no puedo entenderlo."
"Tranquila..." -la intentó calmar, abrazándola y estrechándola contra su pecho. - "... puede que ahora te resulte muy duro, pero dentro de unos días verás las cosas de otra manera. Hazme caso. Y... Ya sabes que yo estaré aquí para lo que sea, Hinamori. Siempre estaré aquí."
"Gracias Kira-kun." -le contestó, levantando la cabeza para perderse en los azules ojos de él.
Kira tragó saliva. Aquella niña le había vuelto a desarmar otra vez. No había nada que hacer cuando Hinamori lo miraba de esa manera. Se le veía tan indefensa, tan frágil...
Y él había bebido lo justo para atreverse a decir lo que nunca había conseguido...
"Hinamori... Yo..." -comenzó a decirle, acariciándole la mejilla.
El corazón le latía a tal velocidad que parecía iba a salir de su pecho y ponerse a bailar con Abarai sobre la mesa.
No le salieron las palabras, así que pensó que pasar a la acción era la forma más fácil de demostrarle lo que sentía por ella. Tomó la asustada cara de la chica entre sus manos y la atrajo hacia su boca.
"Kira... ¿Pero qué..."
Y justo en ese instante, y antes de que sus labios llegaran a rozarse, una estridente risotada les hizo brincar del susto y dirigir sus miradas hacia la puerta. El rubio maldijo a aquellos ruidosos oficiales que habían decidido unirse a la fiesta en un momento tan oportuno, sin embargo Hinamori suspiró aliviada, y se apartó un poco de él.
"Vaya¿Me he perdido algo?" -sonrió una de las recién llegadas al ver a Kuchiki Rukia sobre la mesa.
"¡Miyako-dono!" -exclamo ésta, corriendo a su encuentro. - "¿Qué tal ha ido¿Lo ha conseguido?"
La mujer asintió feliz con la cabeza, y en el rostro de Rukia se iluminó contento.
"¡Serás zorra hija de perra!" -le espetó entonces de muy mal humor una joven rubia de asombrosa belleza, que acababa de entrar por la puerta escoltada por otros tantos oficiales que le dirigían varias risas y burlas. - "¡Tú lo sabías Miyako!"
"Bueno... Mi marido es teniente." -excusó ella.
"¡Podrías haberme avisado antes de hacer el ridículo¡Me habría ahorrado tener que ir a esa jodida reunión!" -gruñó la rubia, dejándose caer entre Kira y Hinamori, y amorrándose a una de las botellas de sake.
Los dos novatos intercambiaron confusas miradas sin dejar de apartar la vista de aquella impresionante mujer.
"No seas así Matsumoto, debes reconocer que el chico tiene talento."
La recién mencionada fulminó a Miyako con sus fríos ojos azules, sin despegarse de la botella.
"¡JA¡ES QUE TU CARA ERA TODO UN POEMA RANGIKU!" -rió a carcajadas el mismo oficial que había interrumpido a Kira, tumbándose también entre todos ellos y las botellas. Otro shinigami de curioso aspecto ataviado un jersey naranja de cuello vuelto, se unió al grupo.
"¡TE HA VENCIDO EL CHIBIGAMI!"
"Tampoco te cebes con ella Ikkaku." -le advirtió el último. Al ver que la cara de la chica comenzaba a pasar del color rojo 'Ira', al púrpura 'Vas a morir'.
Pero Ikkaku no había acabado y continúo riéndose como un loco. En ese instante, Rangiku terminó de beberse la primera botella y se la arrojó vacía todo lo fuerte que pudo a la rapada cabeza del tipo, al tiempo que rugía:
"¡CÁLLATE IMBÉCIL! Te recuerdo que a ti también te supera una mocosa que no llega al metro y medio."
"Eso es verdad." -sentenció el otro shinigami, llenándose un vasito con sake como las personas civilizadas. - "¿Os sirvo un poco chicos?" -les preguntó a Kira y Hinamori, llenando ya dos más.
"Bueno..." -murmuró la chica, al ver que ya no podía negarse.
"¡Va Yumichika¡No me vas a negar que no ha sido buenísima la cara que se le ha quedado cuando han nombrado al Chibigami Teniente en lugar de a ella!"
"¡No le llaméis así!" -les espetó Rukia, sentándose con ellos. - "Os recuerdo que aunque sea un niño ahora está sobre todos nosotros."
"¿Sobre nosotros?" -se mofó Ikkaku. Soltando otra carcajada. - "¡Eso será si se pone zancos! Me parece que aún le faltan dos palmos para que me llegue a la altura del hombro. No me hagas reír Rukia."
La chica negó con la cabeza desesperada, y Matsumoto agarró otra botella para ella sola.
"Pero... ¿Qué es lo que ha pasado?" -preguntó Renji, sentándose también en los cojines, un tanto desorientado. Aunque no más que Kira y Hinamori que iban pasando sus miradas de unos a otros sin entender mucho.
"Vienen de la elección de los nuevos Tenientes." -le explicó Rukia. - "Y al parecer el de la división diez está causando demasiada expectación por ser demasiado joven."
"¿Demasiado joven!" -bramó Rangiku, apartando la botella de sus labios y rociando a los que estaban en torno a ella con el contenido. - "¡Es un crío¡Un puto crío que no se sabe de dónde ha salido¡Si ni siquiera tiene zampakutou! Apuesto a que no ha pisado en su vida la academia espiritual."
"Sí que la ha pisado una vez, Rangiku-chan." -le indicó Miyako, ojeando unos papeles. - "Aquí está el examen que realizó para acceder a la escuela hace seis años. Solo llegó a hacer el teórico, pero es excepcional..." -murmuró la mujer sin apartar la vista de los folios.
"¿Qué coño es eso?" -inquirió Matsumoto, señalando las hojas que llevaba la mujer.
"Ah... Kaien me ha pedido que los guarde. Son las pruebas que le han estado haciendo esta tarde antes de la reunión, más el examen que realizó y un informe de Nanao-chan..."
La rubia se inclinó y le arrebató los papeles con furia. Y bajo la atónita mirada de la oficial, comenzó a leerlos bebiendo como una posesa de la botella.
"No beba tanto, le va a sentar mal..." -le advirtió Kira. Pero ella lo ignoró por completo.
"Así que Kempachi lo expulsó, eh? Debería haberle cortado las piernas para asegurarse de que no regresaba por aquí..." -escupió Rangiku, leyendo el informe. -"No importa, pienso matarlo en cuanto tenga ocasión."
"Si que le ha dado fuerte." -sonrió Kira, al tiempo que una gota resbalaba por su rostro.
"Y... ¿Alguien puede llegar a ser Teniente sin pasar por la academia¿Sin graduarse?" -se sorprendió Hinamori. - "Creía que..."
"Creías bien." -la cortó Matsumoto. - "Lo que pasa es que como es un genio se le perdona todo." -explicó en un tono más que sarcástico. - "Yumichika, sigue leyendo tú que se están moviendo las letras todo el rato y me cuesta seguirlas." -le dijo arrastrando las palabras y pasándole bruscamente los papeles.
"Como gustes, querida..." -se aclaró la garganta. - "¿Por dónde te has quedado?"
"Correcto dominio de la espada..."
"¡Ah sí! ...correcto dominio de la espada a pesar de las múltiples fracturas que presenta su brazo derecho, clavícula y costillas... ¡Vaya¡Esos Hollows le han dejado echo una auténtica mierda!"
"Mejor... Que se muera." -rezongó la mujer.
"¿Ha luchado con los Hollows esos que querían entrar hoy en la escuela?" -interrumpió Renji.
"Sí. De hecho lo hemos encontrado por eso mismo. Al parecer venía del Rukongai e intentaba colarse en la ceremonia de graduación." -explicó Miyako. - "En cualquier caso, consiguió crear un perfecto shikai sin canalizar y salvó la vida de muchos shinigamis."
"¡Exacto¡Se quería colar en la ceremonia!" -exclamó Rangiku excitada, acusando a la joven con el dedo. - "¿Eso no lo ha tenido en cuenta nadie a la hora de nombrarlo Teniente, o qué¡Ese niño es peligroso¡Vete a saber lo que pretendía realmente!"
"¿De verdad ha conseguido liberar el shikai sin canalizarlo en una zampakutou?" -preguntó Renji con los ojos muy abiertos, haciendo caso omiso a Rangiku. - "¡Eso es sorprendente!"
"Desde luego no me extraña que le llamen genio..." -corroboró Hinamori.
"¿Además habéis dicho que no es más que un niño, no es cierto?" -inquirió Kira.
"Así es." -afirmó Yumichika aún con los papeles en mano. - "Aquí lo pone bien claro: Hyourinmaru la primera liberación, toma la forma de un dragón helado. Se especula la probabilidad de que sea el shikai más poderoso de agua y hielo hasta la fecha... Pues esto no es..." -se interrumpió el shinigami, haciéndose un lío con las hojas, y buscando las correspondientes- "... No sé si será verdad eso, pero lo que es seguro es que Hyourinmaru es uno de los shikais más hermosos que he visto. ¡Le pediré que esta navidad me ayude a decorar nuestra división con esculturitas de hielo!"
"Felicidades Yumichika. Has superado tu propio récord: Casi diez minutos enteros sin hacer alusión a nada que tenga que ver con la estética." -gruñó Ikkaku.
"¿Hielo?" -preguntó Hinamori con el ceño fruncido.
"¡Ah! Aquí está lo que buscaba." -anunció Yumichika. - "Fecha de nacimiento: 20 de diciembre. Fecha de fallecimiento: 27 de diciembre... ¡Que triste morir una semana después de cumplir años! Al menos la fecha de la muerte es más bonita que la del nacimiento. Bueno, a lo que iba; el recién nombrado teniente Hitsugaya Toushiro, tan solo lleva trece años viviendo en la sociedad de almas... Sí es un poco joven, sí."
Justo en ese momento se escuchó un CRASH y el vaso que sostenía Hinamori en la mano estalló en varios cristales al estrellarse contra el suelo. Se había quedado totalmente paralizada al escuchar el nombre que había leído el shinigami. ¿O tal vez había oído mal? Tenía que ser eso.
"¡Qué asco¡Me ha salpicado!" -exclamó Yumichika, observando las manchas en su antes impecable uniforme. - "Tendré que ir a cambiarme si no quiero estar pegajoso el resto de la noche."
"Has... Has... ¿Has dicho Hitsugaya Toushiro?" -tartamudeó la chica, sintiéndose temblar como un flan.
"¡Sí, eso he dicho!" -bufó el oficial, buscando todas las posibles gotas que habían caído en su uniforme. - "El nuevo teniente de la décima división Hitsugaya Toushiro."
"El chibigami." -aclaró Ikkaku. - "Un criajo de pelo blanco y ojos verde mar: El enemigo mortal de Matsumoto Rangiku." -rió, guiñándole el ojo.
Hinamori se llevó una mano a la boca y empalideció de forma alarmante.
"Hinamori-kun¿Te encuentras bien?" -le preguntó Kira, preocupado.
"¡Cómo se va a encontrar bien si no hacéis más que nombrar a ese niñato¡Si vuelvo a escuchar una vez más el nombre de Hitsugaya Toushiro juro que vomitaré!" -exclamó Rangiku.
Y nada más decir esto, y tomándose al pie de la letra sus palabras al oírse a si misma, Matsumoto soltó el contenido de las cuatro botellas que se acababa de beber sobre el pobre Yumichika.
"¡KYAAAAAAAAAARRRRGGGH!"
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"De verdad que me encuentro mejor capitana, si he podido ir a la reunión no veo porque no me deja acudir aunque sean cinco minutos a la fiesta." -le medio supliqué a aquella mujer de larga melena trenzada.
Sin embargo ella actuó como si escuchara llover y siguió inspeccionándome el vendaje de los brazos.
"Ni cinco minutos ni diez, teniente Hitsugaya."-contestó en un tono tan tranquilo como autoritario. - "Sé que nota alivio debido a la medicina que le dimos hace un rato por pura exigencia y cabezonería de su superiora. Pero puedo asegurarle, teniente, que como no se esté quieto de una vez, dentro de unos veinte minutos estará pidiendo a gritos que lo maten porque no podrá soportar el dolor. Así que hágame caso; relájese y descanse."
Iba a protestarle una vez más, cuando Hohoemi Himawari entró en la habitación del hospital para ver qué tal me encontraba. Nada más terminar la reunión, me había puesto a cargo de la capitana y teniente de la cuarta división para que siguiera con el tratamiento, y ella se había esfumado dejándome tirado como una colilla. Intenté mostrarme indiferente ante su presencia y me di la vuelta para no tener que encontrarme cara a cara con ella.
"¡Le he dicho que se esté quieto!" -me ordenó Unohana.
"¿Qué tal está el paciente?" -preguntó Himawari, sentándose a los pies de la cama. - "¿Crees que mañana se habrá recuperado? Tengo que llevarlo ante Isao.
"Si deja de moverse y procura dormir, sí. Pero a este paso me veré obligada a atarlo a la cama." -le contestó la mujer.
"Tampoco será para tanto..." -comentó Himawari. Pero luego tras escudriñar mi rostro y ver que no estaba para nada conforme con la postura de Unohana, rectificó: - "... ¿O sí¿Qué es lo que ocurre Toushiro?"
Fulminé a ambas capitanas con la mirada antes de exclamar:
"Tan sólo estoy pidiendo cinco minutos, solamente cinco minutos para ir a la fiesta."
"Todavía eres muy joven para acudir a semejantes bacanales." -sentenció Hohoemi distraída. - "Ya tendrás tiempo para esas cosas cuando seas mayor. No te pierdes nada. Sólo a unos cuantos shinigamis que han bebido más de la cuenta, y créeme, si te pasas alguna tarde por el cuartel de la división ocho no notarás mucha diferencia."
"¡No es por eso!" -le espeté malhumorado. - "De hecho no me gustan las fiestas."
"¿Ah no?" -inquirió la capitana. - "¿Entonces por qué quieres ir?"
"Y eso qué más te da." -le reproché, avergonzado.
"Soy tu capitana y me intereso por todos mis subordinados... ¿Sabes? Eres más extraño de lo que creía, Hitsugaya-chan."
"Y bastante persistente, he de añadir." -concluyó Unohana, cambiando la botella de medicamento del gotero.
"Eso es una virtud." -me defendió Himawari.
"Sería una virtud, si no fuera porque deriva de una obsesión sin fundamento. Y créeme cuando te digo Himawari-chan, que ninguna obsesión es buena."
Las dos capitanas siguieron hablando de mí, mientras yo trataba de buscar la forma de salir de allí para ir en busca de Hinamori. No podía pensar en otra cosa. Sería obsesión o no, buena o mala... Pero no podría descansar hasta haberle pedido perdón por haberla defraudado. Tal vez no volvería a hablarme... Sí, era lo más lógico. Aunque eso no era lo que me más temía. Lo peor de todo era tener que confesarle toda la verdad y aparecer ante ella como un Teniente. ¿Se habría enterado ya? Si lo había hecho me odiaría para siempre... No obstante, si la cosa se había descontrolado hasta ese punto en el que me había convertido en shinigami sin querer, había sido por ella. Todo era por ella. Y sabía que si no hablaba urgentemente con Momo, tanto mi pasado como mi futuro carecerían de sentido.
"Bien, parece que ya está todo en orden." -anunció la capitana de la cuatro. - "Estoy segura de que mañana se encontrará mejor."
Asentí conforme, pensando para mis adentros que así que las dos mujeres salieran por la puerta, me arrancaría todos aquellos molestos tubos y escaparía de allí.
"Pasaré a despertarte mañana a las siete para que puedas acudir a la asamblea de tenientes. Es pura rutina y un tostón, pero es obligatorio..." -rezongó Hohoemi. - "Aún así tienes suerte. Ser capitán es aún peor; te hacen madrugar demasiado y han subido el precio del café."
Y entonces y sin apenas percatarme del movimiento de Unohana, la capitana apareció junto a mi cama y me inyectó con asombrosa rapidez y maestría, el contenido de un minúsculo frasquito violeta, en brazo.
"¡Pero qué demonios...!" -comencé a protestar, tras recibir aquel pinchazo. Dolía y quemaba tanto como la picadura de un insecto extremadamente venenoso. Fui a taparme la zona afectada con la mano, pero mi cuerpo no respondió. Me había paralizado.
Traté de decir algo, sin embargo era incapaz de hablar. Tenía los labios y la lengua totalmente adormecidos. ¿Qué demonios me había hecho aquella mujer?
"Es para asegurarme de que guardas reposo como es debido." -comenzó a explicar. - "Se trata de una anestesia muy rara y potente. Paraliza absolutamente todos los músculos del cuerpo, por eso hay que saber suministrar la dosis adecuada, o de lo contrario tu corazón podría dejar de funcionar y morirías."
Abrí los ojos alarmado notando que cada vez me resultaba más difícil controlar mis párpados..
"Pero no tienes de que preocuparte. No soy capitana de esta división por nada ¿Sabes?" -sonrió. - "Aunque disminuya el ritmo cardíaco no morirás si no haces más esfuerzos de los necesarios. Por eso mismo, te obliga a descansar aunque no quieras."
"Yo en tu lugar trataría de dormirme Hitsugaya-chan." -me advirtió mi capitana. - "Permanecer ocho horas consciente en ese estado puede resultar desquiciante."
"Buenas noches, Teniente Hitsugaya." -se despidió Unohana. - "Avisaré a mis oficiales para que se encarguen de que nadie le moleste."
"Hasta mañana, Hitsugaya-chan" -me dijo Hohoemi, cerrando la puerta de la habitación tras suyo, y despidiéndose con la mano.
Me había quedado solo. Completamente solo en la cama de un hospital, despierto y sin poder mover ni un músculo de mi cuerpo. Quise gritar, y maldije a aquellas dos mujeres.
¿Ese era el trato que se le daba a un Teniente? Esas harpías pretendían hacerme esto desde un principio.
Y entonces me di cuenta de que no todos los shinigamis habían sido nombrados como tales a la ligera, aquella capitana de la cuatro resultaba poderosamente diabólica.
"Maldita bruja..."- pensé para mis adentros, haciendo un esfuerzo sobre humano para conseguir moverme. Pero no lo logré, y lo único que conseguí fue sentirme más cansado de lo normal. Parecía que mi cuerpo pesaba toneladas.
Forcejeé conmigo mismo durante un buen rato. Cada vez que iba a darme por vencido, el recuerdo de Hinamori me obligaba a insistir y tratar de liberarme de aquella maldición a cualquier precio. Hasta que sin saber cómo, el agotamiento se hizo cada vez más y más insoportable y me quedé dormido.
Cuando desperté, el cielo nocturno que se vislumbraba desde la ventana estaba adquiriendo ya una tonalidad violácea, que indicaba la inmediata llegada del amanecer. ¿Cuánto rato había dormido?
Giré la cabeza para leer la hora en el reloj de la pared. Aún faltaba un poco para las cinco de la mañana. Y entonces me di cuenta de que había conseguido mover el cuello sin ninguna dificultad. ¿Era posible que los efectos de aquella droga ya hubieran remitido? Sin pensármelo dos veces me incorporé en la cama, y efectivamente: volvía a tener control sobre mi cuerpo.
Avancé torpemente hacia la puerta, sintiéndome más pesado de lo normal todavía a consecuencia de la anestesia, y la abrí con cuidado. Sentados frente a la entrada había dos shinigamis haciendo guardia. No se dieron cuenta de este pequeño movimiento, pero seguro lo habrían hecho de haber salido de allí. Así que la volví a cerrar sin hacer ruido y me quedé pensativo al otro lado.
Desde luego, lo mejor y más sensato habría sido quedarse en la cama y seguir durmiendo hasta que la capitana me hubiera despertado. Sin embargo, la angustia que me producía todo lo sucedido me impedía pensar en otra cosa que no fuera; ver a Hinamori y hablar con ella. Así que sin ser totalmente consciente de lo que hacía, abrí la ventana de par en par y salté a la calle.
Muy bien Toushiro, ya estás fuera. ¿Y ahora qué?
No conocía el Seireitai, era de noche, en la vida me había sentido tan cansado, y por si fuera poco; era tan escasa la iluminación que no alcanzaba a ver prácticamente nada. Corrí por aquellas calles bastante desorientado, sin saber muy bien a dónde dirigirme.
¿Dónde debía ser la fiesta?
Pensé en asomarme en la primera habitación con luz en su interior, pero todos parecían estar dormidos. Estaba todo tan en silencio que no parecía que fuera... Me detuve en seco.
¿En qué estaba pensando? A esas horas la fiesta ya debía haber terminado. Y Hinamori se habría ido a la cama hacía un buen rato.
Muy bien Toushiro, desde luego eres un genio... -me reproché a mi mismo.
Me quedé un buen rato de pie en la noche, proporcionándole a mi exhausto cuerpo su merecido descanso tras aquella estúpida carrera. Una vez más había vuelto a llegar tarde.
Apreté los puños enrabiado.
Mierda...
Parecía ser que había un muro infranqueable entre nosotros. No podía luchar contra aquel destino que insistía en separarnos. Tal y cómo me había dicho Momo: Había tenido una última oportunidad y la había desperdiciado. Ahora, nada de lo que hiciera podría arreglarlo. Ya no había cabida para una disculpa. Todos aquellos impedimentos, no eran si no una clara señal que me aconsejaba abandonar mi búsqueda. O de lo contrario, ya habría alcanzado mi meta hacía tiempo.
"Ojalá las cosas fueran de otra manera..." Esas habían sido sus últimas palabras.
No podía soportarlo. No podía rendirme. Me resistía a quedarme de brazos cruzados sin hacer nada, esperando a encontrármela algún día por el Seireitai, en el que probablemente intercambiaríamos miradas indiferentes entre Teniente y subordinado, tratando de ocultar el odio y la vergüenza de nuestros corazones.
De ningún modo iba a permitir que eso sucediera. Pero... ¿Qué podía hacer?
Sintiéndome más impotente que nunca, le propiné una buena patada al muro que tenía delante. Sólo que... Al parecer no se trataba de un muro, si no de una puerta que había pasado inadvertida gracias a la oscuridad. Y al recibir el impacto, la había abierto con ese chirriante sonido de vieja madera carcomida.
Frente a mí se encontraba un largísimo recibidor de baldosas blancas de mármol, y a ambos lados del mismo; un sin fin de pasillos con varias escalinatas y habitaciones, que colgaban de los pisos superiores como macetas en un balcón. Tragué saliva y me adentré cauteloso en aquel lugar.
Una de las estancias de la parte inferior estaba iluminada. ¿Habría alguien despierto?
La curiosidad pudo conmigo y tratando de pasar lo más desapercibido posible, me acerqué a hurtadillas a aquel sitio bañado por la luz. A medida que me aproximaba, varias voces masculinas, claras y nítidas acudían a mis oídos. No hablaban en susurros, no obstante, por el tono de voz empleado, podía asegurar que aquella era una reunión clandestina.
"... él no supone ninguna amenaza, pero últimamente está metiendo demasiado la nariz en el asunto."
"¿Y eso le preocupa capitán?"
Capitán... -repetí mentalmente.
Y sintiéndome terriblemente culpable por estar espiando una conversación ajena de semejante talante, me agazapé y comencé a arrastrarme por el suelo hasta que logré situarme en el marco de la puerta. Eché un breve vistazo en el interior antes de volver a pegar mi espalda contra la pared: Reunidos en torno a una mesa pentagonal se encontraban el capitán Aizen con su teniente y otros dos capitanes más, que reconocí como los de la tercera y novena división.
"Él no me preocupa en absoluto. Pero sí lo hace mi pequeña florecilla." -aseguró Aizen. - "Sabe algo."
"Eso tiene fácil solución." -dijo el capitán de la tres. - "Cortando de raíz. Tal y como propusimos la última vez."
"Pero eso era antes de que estuviera el chico."-intervino el otro capitán de tez oscura.
"¿Y eso es un obstáculo para ti, Tousen?" -se burló el Teniente.
"Desde luego que no, pero espero que no hayas tenido nada que ver con eso. Si no te conociera, diría que has sido tú quien lo ha propuesto para sustituir a Kentaro."
El aludido sonrió el comentario casi de forma grotesca.
"El chico no es ningún obstáculo." -los calló el capitán del quinto escuadrón. - "Aún le queda mucho que aprender, y estoy completamente convencido de que por el momento, no estará nada mal tenerlo de nuestra parte."
Fruncí el ceño confundido, sin saber de qué o quiénes estaban hablando.
"Y... ¿Respecto a Himawari, capitán?" -insistió Tousen.
Al escuchar el nombre de mi capitana, el corazón se me aceleró alarmado y me pegué aún más al marco de la puerta para enterarme de todo. Sin embargo, el grupo dejó de hablar.
Se me erizó el vello de la nuca y tuve un mal presentimiento.
"Hay alguien más rondando por aquí cerca."-dijo finalmente Aizen, bastante despreocupado. - "No sé de quién se trata pero puedo sentirlo."
Mierda... Se han dado cuenta de que estoy aquí... -maldije en silencio sin atrever a moverme, paralizado por miedo a ser descubierto.
El capitán de la tres se puso en pie arrastrando las patas de la silla contra el suelo, provocando un sonido bastante desagradable. Y comenzó a husmear el ambiente como lo haría un lobo hambriento buscando a su presa.
"Puedo sentirlo, aunque es bastante débil."
"Gin, encárgate de quién sea." -le ordenó su capitán.
"Desde luego..." -asintió él, sin dejar de sonreír, como si estuviera jugando al gato y al ratón.
Lo malo que yo era el ratón... Y sentía que las afiladas uñas de aquel gato se iban a cerrar muy pronto entorno a mi cuello. En ese instante, y como azotado por una descarga eléctrica, mi cuerpo paralizado volvió a reaccionar sobre cargado de adrenalina, y huí de aquel lugar en dirección a la entrada, rezando por que ellos no dieran conmigo.
Pero justo cuando estaba apunto de salir al exterior y respirar de nuevo el fresco aire nocturno, una aterradora sombra se colocó tras mío, impidiéndome dar un paso más debido al imponente efecto de su presencia.
"Vaya, vaya... Si es el Teniente Hitsugaya."-canturreó la voz, deslizando las palabras como el siseo de una serpiente. - "¿Qué es lo que se le ha perdido en el cuartel de la quinta división, Teniente?"
Me di la vuelta con lentitud para terminar mirando a la cara a aquel hombre. Sonreía de una forma tan ambigua, que no podía adivinarse el motivo por el cuál lo hacía, y eso me infundía un miedo inexplicable.
Traté de serenarme, para que no advirtiera mi nerviosismo y tragué saliva. Y entonces me di cuenta, de que sin quererlo ni saberlo, él acababa de abrirme el camino a una contestación no muy alejada de la realidad:
"Estaba buscando a Hinamori Momo. Tengo entendido que pertenece a esta división." -le dije con calma y seguro de mi mismo.
El Teniente arqueó las cejas divertido.
"¿A estas horas?" -preguntó. - "Eres muy madrugador, chico."
"¿De quién se trata, Ichimaru?" -se escuchó entonces una voz por detrás de nosotros. Y alcancé a ver al capitán de la novena división.
"¡Ah! No es nada, Tousen. Tan sólo un novato que no puede dormir. Lo acompañaré a su cuarto." -sonrió.
El capitán, pareció conforme con esa respuesta, y sin siquiera mirarme, se dio media vuelta y regresó a la habitación. Una vez hubo desaparecido, Ichimaru clavó en mí sus ojos entornados de una forma un tanto peculiar.
"Sígueme, Hitsugaya-kun." -me dijo encaminándose a una de las escaleras. Yo obedecí un tanto inseguro.
"¿A dónde me lleva?" -le pregunté confundido.
"¿No quería hablar con la joven Hinamori?"
Abrí los ojos de par en par.
"¿Me... Va a dejar hablar con ella¿Ahora?"
Él soltó una media carcajada.
"Es lo bueno de ser Teniente, Hitsugaya-kun. Uno puede hablar y ver a sus subordinados cuando le plazca." -explicó. - "Es aquí." -anunció.
Nos habíamos detenido en un largísimo pasillo de madera con varias puertas en uno de los laterales. Me quedé mirando al teniente un tanto desorientado.
"¿Dónde?" -inquirí finalmente.
"Eso mejor lo averigua usted, Teniente Hitsugaya. Le vendrá bien practicar... Le será muy útil en un futuro saber distinguir el reiatsu de los demás... Y de paso, la próxima vez oculte el suyo. No está bien que los niños escuchen conversaciones de mayores..." -me susurró finalmente, apoyando su mano en mi hombro, antes de despedirse y dejarme solo en aquel sitio.
Un escalofrío recorrió mi espalda. Aún no comprendía porqué me había ayudado. Si tan sólo lo había hecho para quitarme del medio y seguir su conversación, o porque en realidad le apetecía hacerlo. Era un tipo muy extraño, y era bastante difícil saber lo que se le pasaba por la mente. Pero estaba claro que no me inspiraba ninguna confianza.
Intentando no darle más vueltas a ese tema, me concentré en adivinar cuál de todas esas puertas daba a la habitación de Hinamori. Nunca se me había dado bien conocer a la persona por la energía espiritual que emitía, y mucho menos a Momo, que parecía tener una habilidad especial para pasar inadvertida.
Posé mi mano en la superficie de la pared y comencé a avanzar, acariciando cada una de las entradas...
No... No... Tampoco...
Me detuve en una próxima al final del pasillo. No sentía nada. O bien el cuarto estaba vacío o... Se trataba de ella.
Descorrí la puerta con cuidado y entré sin hacer ruido. Los primeros rayos del amanecer se colaban por la ventana, iluminando la habitación en tonalidades azuladas y dejando a la vista varias cajas de cartón apiladas en el suelo. Excepto por este detalle, la estancia estaba prácticamente vacía, desolada y desnuda, como quien acaba de llegar y aún no le ha dado tiempo a instalarse.
En uno de los rincones tirado y arrugado habían dejado un uniforme de shinigami, sandalias y calcetines. Y a su lado, una figura enroscada sobre un futón. A primera vista parecía un bulto de ropa y sábanas, pero luego, si prestabas más atención, distinguías una melena castaña cayendo desordenada sobre el almohadón.
Mi corazón dio un respingo. Era ella.
Me acerqué cauteloso hacia aquel rincón donde se encontraba, para verla más de cerca. Hinamori yacía completamente dormida, abrazada con fuerza a la colcha y debido a esto; medio destapada. Parecía encontrarse encogida de frío, y no me extrañó porque ni siquiera se había puesto el pijama, que debía andar perdido en el fondo de alguna de las cajas de la habitación.
Me agaché a su lado y quitándole con cuidado la cubierta de las manos, la arropé de nuevo. Sonreí con tristeza. Había acudido para pedirle perdón pero era demasiado tarde, y aunque deseaba enormemente hablar con ella, en el momento en el que la había visto dormida todo lo que pensaba decirle se había escondido acobardado en mi interior.
"Hinamori..." -la llamé en un susurro.
Lógicamente no se inmutó y siguió perdida en sus sueños.
Antes el único lugar dónde no podía darte alcance era en tus sueños. Ahora ya te has ido completamente de mi lado. Y aunque si estiro la mano puedo tocarte, en realidad estás lejos... Muy lejos de mí.
Suspiré profundamente.
"¿Sabes? Nunca me he sentido tan estúpido como ahora. Llevo todo el día buscándote para pedirte perdón. Pero lo único que he conseguido es llegar tarde y defraudarte una vez más. Soy un idiota. Y... sé que tú también opinas lo mismo." -le dije, perfectamente consciente de que no podía escucharme. - "Supongo que en esa fiesta te habrás enterado de muchas cosas... De que ahora soy shinigami y... Teniente."
Me interrumpí para mirarla de reojo. Parecía ser que su sueño se había hecho menos profundo.
"¿Hinamori¿Momo estás despierta?"
Pero tan sólo se revolvió dormida cambiando de postura.
"... me imagino que no te esperabas eso..." -expiré. - "Y para serte sincero, yo tampoco. No sé cómo ha podido ocurrir. Yo... Yo tan sólo quería verte una vez más y estar contigo. Me he dado cuenta de lo importante que eres para mí, y que si no estás a mi lado nada de lo que hago tiene sentido. Es por eso que he aceptado este maldito cargo. Para estar más cerca de ti y poder protegerte.
¿Siempre hemos cuidado el uno del otro, verdad? Desde aquel día en que nos conocimos. Sabes que soy un cabezota y que me cuesta admitir las cosas. Pero eres la única que me conoce en realidad y... Cuando me dijiste que querías ser shinigami, no podía soportar la idea de que te pasara algo malo y murieras. Por eso quise seguirte... Lo único que quería era estar contigo. Es lo único que he querido desde que llegué a la sociedad de almas."
Las manos comenzaban a dolerme de la fuerza con la que estaba apretando los puños.
"...Ahora debes odiarme. Por haberte mentido y defraudado. Seguramente ninguna de estas excusas te valgan como disculpa, pero de verdad que intenté venir y... No lo conseguí."
Bajé mi cabeza más que arrepentido.
"Ahora que los dos estamos aquí... Posiblemente nos encontremos algún día, y aunque me tengas en un segundo plano, quiero que sepas que siempre te protegeré. Daría mi vida por ti, Momo."-le aseguré. - "Yo... No sé me ocurre que más decirte... Aunque total, no me estás escuchando. Tal vez tu subconsciente lo haga, pero... Ahora que más da si he vuelto a llegar tarde. He sido un estúpido orgulloso no atreviéndome a decírtelo antes. Soy un completo inútil."
Permanecí unos instantes en silencio, sintiéndome mejor después de haber conseguido decirle todo aquello, aunque no hubiera mejorado la situación.
Finalmente me puse en pie para abandonar la habitación. Dentro de dos horas Himawari iría al hospital a despertarme, y se enfadaría conmigo de averiguar que no había descansado como me habían pedido.
Miré por última vez a Hinamori, envidiablemente dormida sobre el futón, y le sonreí con amarga tristeza.
"Que descanses Momo... A mí también me habría gustado que las cosas fueran de otra manera. Ojalá pudiera despedirme de ti con un Hasta luego, pero me temo que es un Adiós. Sayonara... Momo-chan."
Descorrí la puerta con el mismo cuidado con el que la había abierto, y justo cuando iba a poner un pie afuera, la suave voz de la chica me detuvo:
"Shiro-chan."
Me quedé helado, totalmente inmóvil sin atrever a girarme hacia ella. ¿Había pronunciado mi nombre en sueños?
"Hitsugaya-kun..." -repitió. - "No te vayas todavía, por favor."
Al escuchar esto último mi corazón comenzó a latir acelerado en mi pecho. Me temblaban las manos a causa del nerviosismo y apenas pude volver a cerrar.
Me di la vuelta y la contemplé sentada en el mismo rincón donde la había dejado. Estaba despierta.
"Momo... Yo... Yo..." -comencé a tartamudear. No me salían las palabras. No sabía qué decirle.
"Ven..." -me dijo, dando unos golpecitos con la mano a su lado, invitándome a que me sentara junto a ella.
Tragué saliva y me acerqué sin decir nada.
Me situé a los pies de la cama sentándome en un barullo de sábanas y la miré a los ojos. Tenía las pupilas increíblemente grandes debido a la poca luz, y esto provocaba un maravilloso efecto en ellos.
"Siento mucho haberte despertado." -le dije en un susurro.
Ella negó con la cabeza.
"Tranquilo, no he podido pegar ojo en toda la noche. Estaba despierta."
En ese instante quise morirme. Ella no lo debió notar por la penumbra, pero debí empalidecer de forma alarmante. Sentí que toda la sangre me bajaba rápidamente del cerebro a los pies y me quedaba apenas sin respiración, con una fuerza extraña oprimiéndome el pecho.
¿Había estado despierta todo este tiempo? No podía ser... Eso significaba que se había enterado de todo.
"Escucha, Hinamori, en realidad yo..." -comencé a excusarme acelerado.
Pero ella me calló colocando su dedo índice sobre mis labios.
"Ya he oído suficiente." -me dijo muy seria.
Está enfadada.
"Y suponías bien, durante la fiesta me han dicho varias cosas que nunca me has contado." - sus ojos comenzaron a brillar más de lo normal, y se esforzaba para que no le temblara la voz.
Está muy enfadada...
"Se puede..." -se interrumpió y unas cuantas lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. - ... Se puede saber porqué no me lo dijiste¿Porqué no me lo dijiste antes Toushiro?" -sollozó.
Me odia.
Miré para otro lado sabiéndome incapaz de reconfortarla. Hinamori odiaba a los mentirosos, y yo me acababa de convertir en el mayor de todos.
No le contesté. No tuve valor para hacer nada.
Y en ese instante para asombro mío, la chica se abalanzó sobre mi abrazándome con fuerza y pegando su cabeza contra mi hombro.
"Hina...mori..." -alcancé a pronunciar sorprendido. La parte de arriba del yukata que llevaba, comenzaba a humedecerse a causa de las lágrimas de la chica. Algo tembloroso y confundido, la rodeé con mis brazos tratando de reconfortarla. -"No llores por favor. Sabes que no soporto verte llorar. Y más todavía si lo haces por mi culpa." -le supliqué.
Pero ella no me hizo caso y permaneció así un buen rato, liberándose mediante las lágrimas de todo el sufrimiento que la invadía. Y yo, seguí abrazándola, inmensamente agradecido al sentir nuevamente el calor de su cuerpo tan cerca del mío. Apoyé mi mejilla en su pelo y acaricié la castaña melena que le caía sobre los hombros, disfrutando del aroma a melocotón que desprendía y tanto me gustaba.
Y entonces, entre sollozos y lágrimas Momo murmuró con la cara aún pegada a mi ropa:
"...Te quiero..."
Abrí los ojos de par en par y sentí como el corazón se me detenía por un momento. ¿Había escuchado bien? Algo confundido me separé de ella para obligarme a mirarla a los ojos. Y ella clavó en mi los suyos oscuros y resplandecientes.
Se mordió el labio nerviosa, interrogándome con la mirada. Y algo temblorosa posó su mano sobre mi frente, dejándola resbalar en una caricia hasta mis labios. Noté como se me erizaba el vello de la nuca, con ese gesto. Pero no fue nada comparado con lo que sentí, cuando se aproximo una vez más a mi, y pegó su nariz contra la mía.
"¿Puedo besarte?" -me preguntó en un susurró casi imperceptible.
Mi corazón estalló en ese momento. E incapaz de contestarle o decirle nada, cerré los ojos y dejé que mi boca se encontrara con la de ella una vez más, tal y cómo habíamos hecho esa misma mañana.
Podía sentir sus labios suaves y carnosos humedecerse entre los míos, provocándome en mi interior un extraño sentimiento de placer y euforia. Aquel beso se volvió más y más intenso, y cada vez nos íbamos atrayendo más el uno al otro, queriendo estar todo lo cerca posible. Finalmente, y aunque me costó separarme de ella, rompí aquella magia y ambos nos quedamos en silencio con la frente apoyada en la del otro.
La respiración de Momo se había acelerado y ahora su pecho subía y bajaba exhausto, mientras trataba de recuperar el aliento.
"¿Estás bien?" -le pregunté acariciando la curva que dibujaba su hombro.
Hinamori me miró sonriente. Había dejado de llorar.
"Gracias. Shiro-chan. Muchas gracias por todo." -dijo, antes de dejarse caer sobre la cama.
La imité y me situé a su lado, apoyando mi cabeza sobre su cintura a modo de almohada, y me abracé a ella. Me di cuenta de que no podía dejar de sonreír y que era el ser más feliz de todo el Seireitai.
"Shiro-chan..." -me llamó.
Arqueé una ceja divertido y me arrastré sobre ella hasta que nuestros rostros quedaron a la misma altura.
"No me llames así." -le espeté. - "Ahora es: Hitsugaya-fukutaicho."
Torció la boca no muy conforme y después me preguntó muy seria:
"¿Tu me quieres?"
Estaba claro que la quería con locura, pero por alguna extraña razón me daba muchísima vergüenza tener que decírselo a la cara. Así que la callé con otro beso para luego añadir:
"Eso no se pregunta."
Y Hinamori sonrió feliz.
Ahora los rayos del sol iluminaban completamente la desolada estancia. Tan sólo me quedaba una hora escasa de estar junto a aquella chica que había cambiado mi vida.
Era cierto. Ella era la única culpable. La culpable de todas aquellas estupideces que había cometido... En el fondo, todo era culpa suya.
Le devolví la sonrisa y la abracé con ternura, disfrutando de cada segundo a su lado. Ahora nadie conseguiría separarme de ella.
"Shiro-chan..."
"Mmmmh?"
"¿Vendrás a dormir esta noche conmigo?"
"Vendré siempre que quieras."
Y como si aquellas fueran las palabras que había estando necesitando oír desde hacía tiempo, Momo se quedó profundamente dormida entre mis brazos.
To be continued...
Tras más de una semana sin actualizar... ¡Naleeh ha terminado el capítulo! TT.TT Lloro de la emoción. Diez páginas del word a Times New Roman tamaño diez, nada más y nada menos... Wow, cuanto diez... La división de Hitsu también es la diez... Me estoy emparanoiando porque ya es muy tarde .
En fin¿Os ha gustado el final? Todavía no sé si es muy empalagoso o no, pero era necesario y además, para que mentir; adoro el HitsuHina! Para los también amantes de esta pareja, os hago saber que no habrá ya tantos momentos romanticones porque... Todos sabemos lo coladita que está Hinamori por Aizen en un futuro... Y yo no digo nada, pero esta historia es medio Drama (Tranquilos, tengo pensado una segunda parte del fic. JOJOJO).
Y... Debéis saber que no he encontrado el título adecuado para el capítulo hasta el último momento. Y la pregunta de los chicos listos tiene algo que ver con esto. Allá va:
Sabiendo que el título es "Algo que decirte" y esta es una historia del pasado... ¿Podríais averiguar con qué frase del futuro y pronunciada en el Anime se relaciona?
¡Espero vuestras respuestas! Acompañadas como siempre de teorías, comentarios, quejas... Ya sabéis¡Review!
Y ahora...
LA HORA DE LA PREVIEW: SOLO APTA PARA FRIKIS!
Después de la fiesta
Renji: Rukia, te ocurre algo? Porqué estás llorando? Te hiciste año cuando te tiré de la mesa?
Rukia: No, no es por eso.
Renji: Entonces?
Rukia: Por el concurso de la semana anterior. Nadie adivinó que yo era el personaje misterioso. ¡Nadie me quiere!
Renji: Vamos, vamos... No te pongas así por una tontería.
Rukia: No es ninguna tontería, a este paso quedaré la última en las encuestas de popularidad. (Llora desconsoladamente).
Ichigo: Renji estúpido! Ya la estás haciendo llorar?
Renji: No si yo... - se excusa. - ¿Y tú que coño haces aquí¡Si ni siquiera has nacido!
Ichigo: Y a ti qué mas te da? Deberías haberle dicho que Faith-Winters sí adivinó que se trataba de ella.
Rukia: De verdad?
Deja de llorar y lee los reviews
Rukia: NYAAAA! Gracias Ichigoooo! Te quiero!
Kira: Pero dejad todos de una vez de confesar vuestro amor y haced el resumen!
REVIEW PLIS!
