Encuentros.
20 años antes.
-Aquí lo tienes—dijo Molly entregándole un pequeño paquete a Neflyte justo en el momento que éste se recargaba sobre el mostrador del consultorio. El hombre férreo, impecablemente vestido de pies a cabeza y con el cabello amarrado en una coleta baja, recibió aquel paquete con la añoranza de un niño sobre su juguete favorito, pero lo guardó en la bolsa de su pantalón en cuanto un grito ahogado se escuchó en la habitación que custodiaba. Estaba por salir en auxilio de su compañera, cuando la chica castaña a su lado lo detuvo del brazo.
-Están bien, déjalos otro momento.
El hombre la miró fijamente, esos ojos azules le daban calma y lo centraban de nuevo. Resopló molesto, pero bajo la guardia y volvió a girarse hacia ella.
-No sé qué haría sin ti. Eres un ángel—le dijo mientras se soltaba y acariciaba su mejilla con el dorso de su mano.
-Neflyte, —dijo ella en un susurro, mientras se dejaba llevar por su toque-, ten cuidado. Este juego al que estas jugando solo te hará daño.
-No puedo evitarlo y lo sabes.
-No quieres evitarlo- sentenció ella con un toque de frialdad. El general la miró atrapado por sus palabras.
-Aun así cumpliré mi promesa contigo, te cuidaré siempre.
-No es tu cuidado el que quiero y lo sabes, pero lo aceptaré... ¿Sabes? Te comprendo, puedo saber exactamente lo que estas sintiendo, porque yo siento lo mismo... ¡Eso me debe hacer la mujer más patética del mundo! -exclamó lo último en un resignado lamento, aunque sonrió al hablar.
-Eres la criatura más buena que he visto en mi vida, y yo o cualquier otro hombre sería afortunado de estar contigo, pero no puedo.
-El corazón quiere lo que quiere, lo sé.
Un golpe seco sacó a ambos de su charla, haciendo que Molly se pusiera en pie y el general girara de nueva cuenta hacia la puerta. Él la miró esperando la aprobación, a lo que ella asintió con la cabeza.
Con paso firme caminó hacia el consultorio y golpeó la puerta tres veces. Hubo un momento de silencio, así que insistió.
-¡Vete de aquí idiota! -escuchó en un grito enardecido.
-No escuché, creo que dijo que pasara. —le dijo a Molly en un despliegue de sarcasmo. La chica abrió los ojos asustada, presintiendo lo que venía.
Neflyte tomó el pomo de la puerta, y con un poco de esfuerzo la sacó de su lugar, dejándola a un lado, recargada en la pared.
-¿Qué diablos crees que haces idiota? -preguntó Andrew colérico. Su rostro siempre amable lucía rojo y fuera de sí, aunque sus ojos denotaban una tristeza que no encajaba.
-¿Está todo bien por aquí? -preguntó el castaño ignorando al hombre, centrando su atención sobre la chica que sollozaba en el sofá. Ella le esquivó la mirada, tratando de ocultar su rostro humedecido-. Vámonos Makoto.
-¡Ella y yo no hemos terminado de hablar! -gritó Andrew, golpeando con fuerza el escritorio.
-Me parece que sí- Neflyte entró directamente hasta el sofá, donde tomó a Makoto por el brazo y la hizo levantarse. Ella lo siguió sin objetar, pasando a un lado de Molly que se había acercado para no perder detalle de lo que estaba sucediendo.
-Esta plática aún no termina- insistió el rubio, un poco más tranquilo.
-Claro que no, volveré y charlaremos tu y yo- sentenció Neflyte antes de salir del consultorio, no sin despedirse de la pequeña castaña.
Molly miró a los dos guerreros subirse al auto, a través de la puerta de cristal que daba a la calle y una vez que éste se perdió de su campo de visión, giró hacia su jefe.
-Está embarazada—dijo Andrew con voz sombría en cuanto sintió como la chica volvía su atención hacía él.
-¿No deberías estar contento por ello? ¡Vas a ser padre! -le gritó molesta, sin comprender porque había reaccionado él de esa manera.
-¿Realmente crees que es mío? ¿Acaso no ves lo que yo veo?
-¡Vaya Andrew! Tanta conspiración te ha vuelto paranoico- resopló mientras se encaminaba de vuelta hacia atrás del mostrador.
-¡Nos están engañando a ambos! -gritó de nuevo antes de entrar de vuelta a su consultorio.
-Aquí todos nos estamos engañando, pero a nosotros mismos nada más-masculló con tristeza.
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Mi querida Haru:
Poco después del mes que escapamos del palacio cometí un gran error, o mejor dicho dos.
Una noche sin proponérmelo herí a tu padre, no físicamente sino emocionalmente hablando, lo que fue mucho más doloroso. Supongo que sería inútil ocultarte que siempre supe que él sentía algo por mí, con todo y como me comporté con él por tantos años. Esa noche me aproveché de ello, esperando un beneficio o realmente no sé qué, no lo pensé, pero lo lastimé y no pude remediarlo.
A partir de ahí las cosas entre ambos cambiaron y sólo me bastó un día para volverme a equivocar, basando mi segundo error en la desesperación que me dio que no quisiera hablarme, y claro, en la ausencia de Andrew en mi vida. Que él no respondiera mis llamadas ni mensajes, aunado al silencio aplastante que comenzó a reinar en la casa, me hicieron convencerme que lo mejor sería irme y llevarte conmigo, dejando a Neflyte solo para que hiciera su propia vida, liberándolo de su juramento.
Aproveché que Neflyte bajó al pueblo, supongo que en busca de un poco de espacio personal y distracción. Así que tomé lo más básico y a ti obviamente, y salí en dirección contraria, donde había visto el humo del tren al pasar.
Llegamos a la estación dos horas después y tomé el primer tren, que para fortuna nos llevó a Osaka. Ahí transbordamos de nuevo con destino a Tokio, debía encontrar a Andrew y hablar con él. Pensé que si era Amy quien me buscaba, podía llegar a un acuerdo con ella, ¡Creí que podría negociar! ¡Vaya tontería!
Mi plan era perfecto, a mi propio y estúpido criterio. Buscaría a Andrew y le diría que nos fuéramos juntos. Después esperaría a que Amy y Zoycite nos encontraran y ahí le pediría a mi amiga que me diera por muerta, a cambio le daría el cristal de Júpiter, que por cierto Neflyte me tenía prohibido usar. Ellos podrían encontrar una nueva guerrera y yo sería libre para vivir una vida tranquila contigo y tu padre. Supongo que la desesperación no me dejó pensar las cosas bien.
Llegamos a las afueras de Tokio al día siguiente por la tarde y sin mayor contratiempo. No fui a casa de Andrew, era demasiado cerca del castillo y tampoco fui al consultorio. Sabía que tu padre solía hacer reuniones para los insurrectos en la casa de sus padres, una residencia en las afueras de la ciudad, justo del otro lado de donde se ubicaba el palacio, misma casa que llevaba un tiempo de abandono. Como era jueves sabía que estaría ahí. Siempre fue muy metódico.
Debo admitir que las piernas me temblaban cuando crucé aquel portal. Estaba cansada y tu venías dormida en mis brazos, aunado a un sentimiento de impotencia y desesperación que me invadía por dentro. En ese momento se lo atribuí a lo que pudiera ver al llegar con tu padre, pero después comprendí que cosas más importantes pasaban y que yo no estuve ahí para afrontarlas.
Rodeé la casa hasta llegar a la puerta que daba directamente al sótano, por la parte de atrás de la misma. Era una casa de campo no muy grande por fuera, pero muy bien distribuida por dentro. Algunas tardes las pasé ahí con tu padre y algunos amigos, antes que el gobierno comenzara su trabajo. Me armé de valor y toqué la puerta, por un momento nadie me atendió. Esperé unos minutos y un ligero cuchicheó llamó mi atención justo cuando estaba por golpear de nuevo. Ahí escuché los primeros pasos venir hacía mí, después fueron dos personas las que se oían.
-Andrew, soy yo—dije en voz baja, esperando que fuera tu padre quién estaba del otro lado. De nuevo un par de pisadas que iban y venían desesperadas se escuchaban repicar por el suelo-. ¿Andrew?
Después de unos segundos que para mí eran eternos, las aldabas de la puerta comenzaron a crujir delante de mí. Una a una se fueron abriendo hasta que, por fin, el rechinido de la puerta hizo parar mi corazón.
-¿Makoto? ¿Qué haces aquí?
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-Leí la parte del diario de mamá donde fue a buscarte después de escapar. Quisiera golpearte—sentenció Haru mientras se sentaba a los pies de la cama, su cabeza cayó hacía atrás con pesadez.
-Era un idiota, ¿Qué quieres que te diga? En ese momento creí que no volvería a verla y de pronto, ahí estaba, frente a mi, contigo cargando—dijo el hombre mientras buscaba un lugar alejado donde sentarse. Al fin jaló el taburete del peinador y se acomodó con cansancio.
-No escribió mucho después de eso, ¿Que sucedió?
-No me extraña que no lo hiciera. Tu madre era una mujer muy fuerte físicamente, pero emocionalmente tenía muchas carencias. Creció sola, sin el amparo de unos padres amorosos como tú o yo, incluso como... ya sabes, Neflyte—Andrew frunció un poco la boca al pronunciar aquel nombre. Haru alzó el rostro para mirarlo con desaprobación.
-¡Ya supéralo! -le gruñó la chica desde la cama. El rubio se sonrojo.
-Aquella tarde tenía una reunión con el grupo que trataba de buscar una manera para derrumbar el gobierno de Serena, como cada jueves. Tu madre debió saberlo y por eso me buscó en la casa de campo de mis padres, a las afueras de la ciudad. Tardé algo de tiempo en ver que era ella y no una trampa, sin embargo, mi corazón amenazaba con detenerse si no resolvía esa situación inmediatamente. Que tú y tu madre estuvieran ahí era igual de peligroso para ustedes que si se hubieran aprontado en el palacio.
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-¿Qué haces aquí? ¡No pueden estar aquí en este momento! -gruñó en voz muy baja, la puerta no se había abierto del todo.
-¡Vamos! No respondes llamadas, ni mensajes, necesitaba verte. —dijo angustiada -. ¡Quiero escapar contigo! - agregó molesta y muy cansada.
-Makoto, todos están aquí. ¿Sabes lo que pasará si te dejó pasar? ¿Qué crees que suceda si ven a la senshi del trueno junto a ellos?
Makoto retrocedió un paso, notablemente conmocionada. La luz del sol estaba por ocultarse en el horizonte y la niña en sus brazos comenzaba a removerse, también cansada y seguramente hambrienta.
-¡No soy la senshi del trueno! ¡Soy la madre de tu hija y ella también está aquí! ¿Vas a echarnos? -su voz tenía muchos tintes mezclados de odio e incredulidad.
Andrew guardó silencio unos segundos. Sabía que ella tenía razón, pero se sentía realmente acorralado. Cuando la mirada de la castaña comenzaba a suavizarse, señal que él interpretó como una advertencia de que pronto se iría si no hacía algo, Andrew reaccionó.
-Toma, las llaves de enfrente. Usa la habitación de Unazuki, diré que eres ella y nadie se acercará. Trata que Haru no llore.
-¿Que dices? -preguntó indignada. Pero antes que pudiera exigir una respuesta, Andrew había cerrado la puerta.
La ojiverde soltó con molestia un profundo suspiro, pero no tenía más remedio. Se encaminó rumbo a la entrada principal de nuevo, con todo el sigilo que pudo reunir y entró en la casa, directo a la habitación señalada.
Estuvo ahí por un par de horas, haciendo gala de todas sus fuerzas y autocontrol para no salir de ahí y gritarle a aquel hombre que lo que hacía no tenía nombre. Estaba muy molesta pero también sentía una angustia creciente dentro de su ser, como si algo malo estuviera sucediendo. Se preguntaba constantemente por Neflyte y que haría el general a partir de ese momento, el corazón le dolía solo de imaginarlo, pero tenía que ser valiente, había tomado su decisión, la que en ese momento creía que era lo correcto.
Ya había caído la noche cuando unas voces la sacaron de su letargo. Haru dormía de nueva cuenta a su lado, cansada por el viaje y anestesiada por las galletas que tuvo que darle de comer a falta de algo más nutritivo. Makoto se puso en pie y con cuidado se acercó a la ventana, por la que decidió dar un rápido vistazo.
Ahí estaba Andrew, despidiendo al grupo de personas que se había reunido. Un pensamiento agresivo pasó por su mente al pensar que, para ser un movimiento clandestino, no tenían mucho cuidado a la hora de salir. Si cualquiera de los generales sospechara de ellos, estarían aquí en un abrir y cerrar de ojos. En eso divagaba cuando una voz conocida llamó su atención. Apenas pudo verla a la distancia y con la oscuridad de la noche, pero el instinto no la engañó, esa voz, esa risita que reconocería donde fuera, esa complexión... Reika.
Dejó de sentir. En ese momento su cuerpo entró en trance y simplemente no supo que pensar. Tampoco pudo dejar de mirar, aunque no lograba entenderlo. Reika se acercó a Andrew y lo abrazó con ternura, con ese cariño que ambos se profesaban desde que los conoció, aunque ciertamente ese fue su único acercamiento. El joven rubio le daba la espalda y la mujer no se percató de ella en la ventana, pero estaban ahí, abrazados en medio de la noche.
-Es mejor que te vayas Reika, nos veremos mañana.
-¿Pasa algo? Te noté extraño desde hace horas. A mí no puedes engañarme- recriminó la mujer en un tono ligeramente molesto.
-Pero por lo visto a mi si—dijo una voz a sus espaldas. Los ojos de Reika tardaron en encontrar el origen de aquel reclamo, pero su corazón lo reconoció de inmediato.
-¿Makoto?
Andrew giró por instinto, asustado y a la defensiva. Ya no quedaba nadie más que ellos en aquel lugar desierto. El lugar estaba rodeado de granjas y casas con considerable espacio entre ellos, pero eran residencias de verano, y el otoño estaba en su máximo apogeo.
-No te atrevas a decirme que no es lo que creo—dijo Makoto ante el intento de Andrew por emitir una palabra. El rubio retrocedió, incapaz de articular sonido.
-Tu no deberías estar aquí-dijo Reika-. Te buscan. Tu cabeza y la de tu familia tiene precio. ¡Expones a Andrew a un gran peligro! -exclamó con severidad, la mujer era valiente y muy decidida, avanzó lo suficiente para quedar frente a Andrew.
-Tienes razón, yo no debería estar aquí-su voz estoica al igual que su semblante. Aquellas palabras hicieron eco en la noche-. Tomaré a mi hija y me iré.
-¡Espera Makoto! Hablemos de esto—dijo al fin el rubio, avanzando hacia ella.
-¿Hablar? Necesito que me expliquen.
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-Tienes suerte que no pueda electrocutarte- exclamó fastidiada la chica mientras se sacaba las pesadas botas. Su padre que seguía frente a ella, con el semblante derrotado y notoriamente incómodo no dijo nada-. Aunque mamá se lo merece después de dejar a papá así.
-En ese momento yo no sabía lo que había sucedido. Y quiero aclarar que entre Reika y yo no había nada, todavía. —La chica lo miró con severidad ante la última palabra. Él se hizo hacia atrás, esperando el reclamo.
-¿Qué pasó después?
-Tuvimos que explicarle a Reika lo que estaba sucediendo. Cuando supo que eras mi hija casi le da algo, pero después de un tiempo pareció asimilarlo. Siempre ha sido una mujer muy inteligente y razonable, por eso me sorprendió cuando quiso unirse a la rebelión. El día que la vi por primera vez fue el día que se anunció que Sailor Júpiter y el general del norte esperaban a su primera hija. Ella pasó al consultorio ya que formaba parte de un grupo de investigación que parecía muy interesado en comprender como funcionaba el patrón de descendencia de las senshis y los príncipes, movidos también por el morbo de la relación consanguínea de cada uno y como es que influían en sus poderes.
-Somos sus ratas de laboratorio- bufó con molestia.
-Al contrario, era una buena manera de encontrar sus puntos débiles y ella lo sabía. También sabía que yo estaba interesado en ello así que fue a buscarme, aunque claro, lo que vió no era precisamente lo que esperaba.
-¿A qué te refieres?
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20 años antes.
El doctor Furuhata había salido tarde como siempre acostumbraba. Movía su horario con la esperanza de no ser rastreado, aunque siempre permitía que Molly saliera a tiempo, para que no tuviera ningún problema al regresar a casa.
Para llegar a su auto debía pasar por el callejón a un lado del consultorio, cosa que nunca le había representado algún problema, pero aquella tarde estaba en alerta desde que Makoto y Neflyte se habían ido del lugar. El general había prometido volver y si algo sabía de él es que siempre cumplía su palabra.
-Por un momento pensé que tendría que entrar por ti—dijo una voz en el fondo, una que conocía a la perfección.
-¿De verdad? Creí que estabas acostumbrado a esperar en vano.
Neflyte sonrió molesto, mientras inclinaba su rostro de manera provocadora
-¿Vienes a matarme? -preguntó Andrew, adentrándose al callejón.
-Sería muy sencillo, pero eso no te haría pagar la manera en que te has comportado con ella.
-¡El príncipe encantador al rescate de su mujer! ¡Me matas de ternura! -aunque su voz sonaba segura y llena de rabia. Andrew era un hombre de paz y estaba internamente temblando por dentro. Sin embargo, sabía que podía flaquear delante de cualquiera, pero no de él.
-A ver idiota- soltó con molestia-. Vine aquí a decirte que si vuelves a lastimar a Makoto yo...
-¡Ni lo digas! Tus amenazas están de más. Deberías irte a tu palacio y cuidar de tu mujer y tu hija, la vi desmejorada, quizá no tengas buena sangre.
Neflyte acortó la distancia entre ambos en cuestión de un segundo, tomando al rubio por el cuello y alzándolo contra la pared. Andrew dejó caer su maletín en un intento vano por deshacerse del agarre de aquel hombre.
-No te permito que vuelvas a faltarle el respeto- gruñó el castaño, completamente enfurecido.
-¿Qué quieres de mí? ¡Ya ganaste! Es tuya, ambas son tuyas- articuló el doctor con dificultad, luchando por tomar aire.
Neflyte lo miró un poco más y finalmente lo soltó, dejándolo caer de lleno en el sucio piso de aquel callejón. Andrew comenzó a dar arcadas, tratando de recuperar el aliento.
-¡Idiota! ¿De verdad crees que si hubiera una mínima posibilidad de que esa criatura fuera mía, la hubiera traído aquí a buscarte? Pensé que eras más listo.
El rubio abrió los ojos ante esa realidad. Sus celos y enfado no lo habían dejado ver aquel lado de la moneda. Estaba seguro que el hombre frente a él deseaba a su mujer, y por eso mismo sus palabras eran tan crudas como ciertas. No había una sola razón para hacer pasar a aquella nueva vida como suya, al menos ninguna que se le ocurriera.
-¿Ya lo viste, no es así? -preguntó de nueva cuenta Neflyte, al ver el rostro asombrado y aterrado del médico.
-Soy un idiota en verdad- aseguró el rubio entre dientes. Neflyte que alcanzó a escuchar aquello se dio por bien pagado y se giró, emprendiendo su camino-. ¡Espera! -gritó Andrew al ver que el castaño se iba.
-No me agradezcas, no lo hago por ti.
-¡Jamás te agradecería nada! - su voz estaba agitada, pero eso no le impidió sonreír de manera extraña -. Ya que estás aquí, arreglemos nuestros asuntos pendientes.
Neflyte giró de nueva cuenta con una ceja arqueada y una mueca divertida en los labios.
-¿Por qué no? -dijo maliciosamente-. Y para que veas que soy un hombre justo... - El general sacó de entre sus ropas una pequeña gema de un color verde musgo que resplandeció ante su toque. La puso en su palma y se la ofreció a Andrew que apenas había logrado ponerse de pie.
-¿Qué es esto?
-Mi nefrita, guárdala mientras te doy tu merecido. Estaremos en igualdad de circunstancias. Y ni pienses en arrojarla por ahí, la puedo recuperar con facilidad.
Andrew tomó aquella piedra y la miró con inquietud por unos instantes, mismos que Neflyte aprovechó para desabrochar el primer botón de su camisa amarilla y levantarse las mangas de la misma.
-¿Esto es tu vida? -preguntó sumergido en aquel objeto, su tono de voz había dejado el enojo y ahora estaba curioso y tranquilo.
-Es mi poder. Mi vida está en algo más importante que una simple roca.
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-¿Y qué pasó?
-Se fue lleno de sangre, ¡la mía desde luego! —dijo risueño, con aquella sonrisa que hacía aparecer las primeras arrugas de su rostro-. Aunque también lo golpee un par de veces, creo que le dejé un moretón en el rostro.
-Y te molió a golpes—dijo la chica divertida.
-Evidentemente. Nunca he sido un hombre de violencia, no sé pelear a golpes, sólo con tácticas.
-¿Y no te valieron de nada?
-¿Tácticas con un general? Esa fue la segunda idea más estúpida que tuve ese día. La primera fue no creerle a tu madre.
Haru se carcajeó con descaro. Andrew se avergonzó tanto que tuvo que ponerse de pie y tratar de mirarla con severidad, en un intento inútil por ejercer un respeto que no se había ganado.
-No es bueno reírte de tus padres querida Haru—dijo aquella voz masculina que salía del rincón. La chica paró en seco y miró hacia su interlocutor.
-Vamos Helios, hasta tu deberías saber que se lo ganó a pulso. —El hombre de blancos cabellos se vio sorprendido por aquella aseveración tan fría, no pudo contener una ligera sonrisa.
-En fin—dijo Andrew tratando de recobrar el control-. Cuando Reika me vio molido a golpes me preguntó lo que había pasado y evidentemente le tuve que contar que lo hizo un general.
-Llorón- interrumpió Haru de modo burlón. Andrew la ignoró apenas.
-Así fue como se unió a la causa y así mismo fue como descubrimos lo que estaba pasando con ustedes. Con las medias hermanas, con el hecho que todas eran mujeres y lo que podría pasar si tu no eras en primera, una chica y en segundo, una senshi-. Andrew se sentó en la cama, justo al lado de su hija-. Tuve mucho miedo que no fueras una niña, sabía que ese sería el fin. Además, debías ser castaña, lo cual no me asustaba demasiado puesto que los genes rubios no predominan sobre los castaños, los ojos por otro lado era un cincuenta por ciento de probabilidad de cada uno, eso sí me daba miedo. Pero lo que más me tenía preocupado era tu poder. Claro, todo esto no lo compartí con ella en aquel momento, pero la información que me dio me fue muy útil todos estos años.
-Y mira, salí tan bien—dijo con orgullo.
-Libraste dos de tres-respondió en un suspiro-. Te faltó el más importante.
-No seré una senshi, pero soy una gran estratega.
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15 años antes.
El rostro de Reika viajaba rápidamente del asombro a la incredulidad y después al miedo, en el orden que le iban contando los acontecimientos de los últimos años. Los tres seguían de pie dentro del jardín de aquella casa, incapaces de sentir cansancio o el frio de la noche.
-Si no los conociera no podría creerles—dijo al fin la mujer, aturdida todavía de tanta información.
-No te culpo—dijo Andrew-. Sólo te pido que guardes este secreto, por el bien de todos.
-Ni siquiera necesitas pedírmelo y lo sabes—dijo la mujer, con aquel tono apacible que siempre la caracterizaba. Makoto los miró fijamente, asombrada de no sentir nada al respecto-. Debemos esconderlas, pueden ir a mi casa, nadie sospechará de eso- aseguró mirando a la oji verde que se sorprendió con el comentario.
-No quiero involucrar más inocentes. Esta es mi lucha, de hecho—dijo suspirando profundo-. Creo que fue un error venir aquí.
-¿Dónde está el general? -preguntó Reika.
-Él...
-Muerto, pero se fue feliz, lo vi sonreír.
Los tres voltearon hacia todos lados tratando de encontrar el origen de aquellas palabras. Makoto tardó unos segundos en reconocer aquella calma voz, no era nadie más que el general de cabellos caramelo y ojos verdes.
-¡Zoycite! - exclamó asustada.
-No te olvides de mí, querida amiga—dijo Amy desde atrás de ellos. Los tres giraron en su dirección-. Déjame decirte que escuché tu historia y no me queda más que aplaudirte. Lograron engañarnos a todos, aunque bueno—dijo avanzando un poco hacia su amiga-, obviamente esto fue idea de Neflyte, tu no podrías hacer un plan tan elaborado.
-¿Cómo llegaron aquí? ¿Qué hicieron con Neflyte? -cuestionó angustiada. Sus ojos se voltearon a Zoycite que la miraba implacable.
-Si bueno, te lo dije antes, está muerto. Me vi benevolente con él y lo rematé, tú le diste el primer golpe según entiendo.
Los ojos de Makoto se cristalizaron con aquellas palabras. Ahí comprendió el origen de su angustia. Mientras ella escapaba Neflyte había tenido que enfrentarse solo a Amy y Zoycite. Seguramente hizo todo para detenerlos. Un sentimiento de culpa por el fragante abandono la invadió, todo su cuerpo se enfrió avergonzado.
-Debí imaginar que esa niña no era de él, se veía tan débil desde que nació. Además, nunca vi el símbolo de Júpiter brillar en su frente, algo que las demás niñas si tenían. En ese momento no le di importancia debido a lo complicado de su nacimiento, pero veo que debí poner más atención.
Makoto miró a Reika suplicante, la mujer entendió inmediatamente lo que quiso pedirle.
-¡Ahí lo tienes, la niña no es una senshi, sigo siendo la única protegida de Júpiter! - gritó exaltada-. ¡Iré con ustedes si dejan que ellos se vayan!
-Nos gustaría, pero nos pidieron llevarlas a ambas—intervino Zoycite.
-¡No te llevarás a mi hija, maldito infeliz! - gritó Andrew mientras se lanzaba con fuerza hacia Zoycite. El general que estaba cruzado de brazos no vio venir al hombre sobre él, y sorprendido no pudo más que cubrirse el golpe con poco éxito.
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-¿Te aventaste sobre Zoycite? Wow, me sorprendes—dijo la chica que estaba tumbada en la cama, a un lado de su padre.
-Debo admitir que, si Neflyte no me hubiera mostrado que solo era un hombre, capaz de sufrir daño como cualquiera, no lo hubiera intentado. Claro, me animé porque ni Zoycite ni Amy estaban transformados cuando llegaron. El día que peleé con Neflyte vino a mi mente, él tampoco estaba en su traje, y fue por eso que pude golpearlo.
-¡Vaya que listo! -dijo con orgullo.
-Pues gracias- exclamó ruborizado.
-¡No! Que listo mi padre Neflyte, te mostró su debilidad por si acaso era necesario.
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Makoto le gritó a Reika para sacarla de su impacto mientras veía como Andrew y Zoycite peleaban en el suelo. Para fortuna del simple mortal, el general oji verde tenía la fama de ser el más débil de los cuatro, él único que no solía luchar cuerpo a cuerpo, el médico tampoco, pero al menos los dejaba en igualdad de condiciones.
Reika corría rumbo a la casa cuando Amy trató de cerrarle el paso, pero Makoto se lanzó hacia ella y la interceptó. La peli azul tampoco era rival para la castaña, pero la chica del trueno no tardó en darse cuenta que su amiga estaba siendo poseída. Tenía los ojos rojos, inyectados en odio, junto con una fuerza superior, que de cualquier modo no hacía mucha diferencia.
-¡Sácala de aquí! ¡Está en el cuarto de Unazuki!
Reika corrió sin mirar atrás, siguiendo la instrucción. Amy luchaba con todas sus fuerzas por alcanzar su cristal, pero Makoto se lo impedía con dificultad. Muy cerca de ellos, Zoycite y Andrew estaban en una lucha encarnizada donde se golpeaban mutuamente. El rubio jalaba con desesperación la ropa del general, en busca de algo.
-¿Qué diablos haces inútil? -gritó fúrico Zoycite mientras arrojaba apenas a Andrew lo suficientemente lejos para levantarse. Pero él no cedió tan fácilmente, volvió a lanzarse con toda la intención de taclear al general. Una vez más logró derrumbarlo y entonces, el ruido replicante de una piedra golpear contra otra llamó la atención de todos.
La zoicita cayó al suelo, enterrándose ligeramente en la tierra.
-¡Estúpido! - gritó Zoycite realmente alterado, luchando con todas sus fuerzas por quitarse de encima al médico que no bajaba la guardia.
Mientras tanto en la casa, Reika abría cada puerta realmente alterada y confundida, en busca de la pequeña Haru. Cuando por fin dio con la habitación correcta, la niña estaba despierta sentada en la cama.
-¿Mamá? - chilló asustada ante la excitación de la desconocida.
-Hola Haru, ven conmigo. Mamá vendrá pronto.
Cuando Reika se volcó sobre la pequeña, la sombra de Haru que estaba proyectada sobre la cama saltó repentinamente, asustando a la mujer. Una figura humanoide que asemejaba otra mujer se materializó ante ella. Asustada retrocedió un poco, pero aquel ente no se movió, pareció analizarla unos segundos.
Después de eso, la sombra le hizo una seña para que tomara a la niña y la siguiera. Reika miró a Haru que parecía tranquila con aquella presencia, y más desconfiada de ella.
-Soy Reika, amiga de tu padre Andrew y de tu madre Makoto. Voy a sacarte de aquí, ¿Está bien?
-Papá Neflyte—dijo la niña señalando a la sombra.
-¿Confías en esa sombra? - Haru asintió con la cabeza-. Bien, vamos.
Reika tomó a la niña en brazos y siguió al ente rumbo a otra salida de la casa.
Afuera, Andrew luchaba por alcanzar la zoicita, poniendo su única esperanza en destruirla. Pero antes que sus dedos sobre estirados pudieran tocarla, un fuerte golpe en el costado de su abdomen lo hizo volar unos metros.
Zoycite se alzó victorioso con su gema en las manos. Maliciosamente soltó una risa endemoniada que hizo estremecer a Andrew y Makoto mientras éste era envuelto por una bruma oscura que lo vestía con las galas de un digno general de la guardia del Príncipe de la tierra.
-Se acabó el juego, sailor Júpiter.
CONTINUARÁ...
Muchas gracias a todos por leer, les agradezco sus comenarios y sus votos tanto en Fanfiction y Wattpad.
Minako 992 gracias por tus comentarios aunque andes de incognito y clandestina jajaja.
James: Thank you!
LadiJupiter: Gracias por tu comentario, a mi Andrew si me gusta pero siempre seré fan de la pareja de Mako y Neflyte simplemente él es mi amor de adolescencia jajaja, y pues Andrew también me gusta y aquí quise darle otro giro al personaje, espero que te agrade este capitulo.
Genesis: Pronto veremos las verdaderas intenciones de Luna,gracias por siempre leer mis historias desde un principio. Aprecio mucho tus comentarios.
LitaKino1987: Pues mira, tu que me tienes a marchas forzadas jajajaja, a ver que te va pareciendo Andrew ahora, todo tiene una razón y las vamos a ir sacando de a poco. Ya sabes que como hemos hablado tanto, nadie es tan bueno ni tan malo... aunque Haru se lo puso en su lugar, a ver como le sigue yendo al mal padre jajaja. Espero tus comentarios, ojala te enojes para que me grites ya me esta gustando jajajaja
Lector anónimo, gracias por leer, animate a dejar tus comentarios.
Saludos.
