Este es un capítulo ya contado pero escrito desde otro punto de vista.
Espero que os guste y que haya valido la pena la espera. Gracias por todos vuestros Reviews!
Capítulo 10: Morir
"Lluvia y Lágrimas"
No soy capaz de distinguir dónde terminan las gotas de lluvia.
Llevamos mucho tiempo llorando... Hace demasiado que la tormenta empezó..
Parece ser que todo el dolor del cielo se ha fundido creando un solo lamento, que se escucha precipitándose al vacío, para luego ahogarse en los charcos del suelo... Hasta que finalmente las ondas desaparecen.
Enmudece.
Por extraño que parezca tengo frío. Sí, a pesar de estar a 7 de Julio... Hace tanto frío como aquel día en el que comprendí el significado de la muerte.
Morir... Independientemente de dónde te encuentres, es algo inevitable. Nosotros los shinigamis nos consolamos sabiendo que nuestro espíritu nunca lo hará. Y es por eso que no debería estar triste. Pero el problema de reencarnarse es no recordar absolutamente nada de tu vida anterior, y eso, sí es morir.
Vivimos en un círculo que nunca termina.
Morir... Renacer...
Somos como la lluvia: Después de caer a la tierra, siempre regresará al cielo. Y así... volvemos al principio.
¿Por primera vez estamos de acuerdo, no¿O para ti tan sólo es agua?
TIN
TIN
TIN
El repetitivo sonido del la campanilla de la zona de entrenamiento anunciaba el final de una agotadora sesión. Habían sido cuatro horas seguidas sin descanso, y aquel tintineo, si bien de madrugada era comparable con el infierno, en ese momento parecía una melodía celestial.
La oficial Matsumoto Rangiku, se giró bruscamente hacia el lugar de dónde procedía la peculiar alarma, distrayendo su atención y bajando por un momento la guardia... Mi oportunidad...
BLAM!
"Buenos reflejos." -la felicité. - "Has parado el golpe con una sola mano. Vas mejorando."
La rubia hizo un esfuerzo por sonreír, a pesar del notable cansancio.
"Eres un pequeño cabroncete¿Lo sabías?"
"Sí, no es la primera vez que me lo dices hoy."
Las dos espadas de bambú seguían unidas en fuerte tensión. Ninguno de los dos queríamos retirarnos. Eso supondría una derrota y nuestro orgullo no nos lo permitía.
"El entrenamiento ha terminado ya... Teniente Hitsugaya." -me dijo la chica, clavando en mí sus fríos ojos azules.
Le costaba trabajo hablar, y su muñeca comenzaba a flaquear no pudiendo contener toda la fuerza con ella. Sin embargo, se esforzaba para que no fuera perceptible.
Nos miramos por unos momentos, y finalmente, ambos retiramos nuestras espadas al mismo tiempo. Empate.
Sonreí satisfecho y me dejé caer sobre el tatami exhausto. La espada rodó unos centímetros, alejándose de mí, hasta que se chocó con el pie de uno de los oficiales. Todos me habían rodeado y me miraban impacientes esperando a que les diera permiso para retirarse. Puse los ojos en blanco. ¿A caso no era evidente que ya habíamos terminado¿Por qué habíamos instalado sino aquel timbre?
"Sí, sí, ya os podéis marchar. Haced lo que os de la gana hasta después de comer."
"¡Genial!" -exclamó Motosuwa. - "¿Podríamos comer todos juntos¿Qué os parece¡Yo invito al postre!"
"Por mi perfecto."-le sonrió Miyahara. - "¿Se apunta Teniente?"
Levanté levemente la cabeza para alcanzar a ver al joven oficial.
"No." -contesté. - "Yo me voy a mi habitación a darme un baño. Ya comeré con la capitana cuando regrese de la décimo tercera división."
"¡Como quiera!" -se despidieron. Y luego, salieron por la puerta con las espadas al hombro.
Inspiré profundamente y cerré los ojos. Se estaba increíblemente bien en el suelo tumbado. Hubiera dado cualquier cosa por haberme quedado allí el resto el día.
Parecía mentira que aquel fuera uno de los llamados "días de descanso". Estaba físicamente agotado... Y para mi desgracia, el papeleo de la tarde, seguro acabaría con mi cabeza.
"Qué mierda de semana..." -rezongué, restregándome los ojos.
"Si tu lo dices..." -canturreó una voz por encima de mí. - "A mí todas me parecen iguales."
Parpadeé un par de veces y distinguí a Matsumoto que se había quedado de pié, sobre mí y con una pierna situada a ambos lados de mi cuerpo.
"¿Aún no te has ido?" -le pregunté. - "Conociéndoles empezarán a comer sin esperarte."
"No. Yo prefiero el baño de burbujas y un batido de chocolate." - sonrió encantada. - "Así que me voy contigo."
Arqueé una ceja tratando de asimilar el comentario.
"Matsumoto, no pienso dejar que te metas en mi bañera si es lo que estás pensando."
La mujer chasqueó la lengua.
"Pues claro que no. Yo no quepo en ese cubo tan pequeño. La debieron hacer especialmente a tu medida."
Dejé escapar un gruñido antes de darme la vuelta y comenzar a gatear para escabullirme de ella. No sabía lo que estaba tramando esta vez pero seguro que no era nada bueno. Sin embargo, la mujer me cogió por el cuello del kimono y consiguió detenerme.
"La verdad... Es que pensaba que fuéramos a otro sitio."-añadió guiñándome el ojo.
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"Cierre los ojos teniente Hitsugaya."
"¡Ni se te ocurra Matsumoto!"
SPLASSSH
Tarde...
"¡Está helada!" -comencé a tiritar. Aquella endemoniada oficial acababa de tirarme un cubo de agua fría por la cabeza.
"Vamos, deja de protestar y relájate." -dijo contentísima, al tiempo que se llenaba la palma de la mano de champú y comenzaba a restregarme la cabeza.
Me había llevado a los baños mixtos a los que sólo podían acceder tenientes y capitanes... Y oficiales si iban acompañados de alguno de sus superiores recién mencionados. No sé cómo se las arreglaba que siempre conseguía embaucarme para salirse con la suya. Y aunque según ella, me lo estaba agradeciendo con un "masaje capilar"... Sus métodos no es que fueran muy acertados.
"¿Sabes que lo puedo hacer yo sólo?" -le espeté furioso, tratando de liberarme de ella. Pero me tenía bien sujeto con sus piernas y al intentar incorporarme solo conseguí que se me aflojara el nudo de la toalla que llevaba a la cintura.
Me volví a sentar sobre el regazo de la mujer inmediatamente y ella, al ver mi reacción soltó una estridente carcajada.
"No te rías de mí." -rezongué resignado. Mientras Rangiku seguía "masajeándome" las sienes, llenándome parcialmente la cara con espuma.
En ese momento la puerta de los baños se descorrió, y entre el vapor que desprendían las aguas, aparecieron las siluetas de la capitana Hohoemi, el teniente de la décimo tercera división Shiba Kaien y su esposa Miyako.
"Buenos días a todos." -los saludó Matsumoto contentísima, con las manos aún enterradas entre mi pelo.
"Vaya" -se sorprendió Himawari. - "Si tengo a mis dos subordinados favoritos aquí reunidos. ¿Ya te encuentras mejor Hitsugaya-chan? Ukitake me ha dicho que esta mañana Kotetsu tuvo que ir a visitarte porque aún te duraba la fiebre del otro día."
Levanté la cabeza para contestarle, pero al hacerlo, Rangiku terminó por enjabonarme el resto de la cabeza... Incluidos los ojos, nariz y boca.
Los tres recién llegados comenzaron a reírse escandalosamente al verme.
"¡Matsumoto!" -le grité, tratando de apartarme el jabón.
"Uy... Se me olvidaba que era demasiado joven para afeitarse." -excusó de forma estúpida, llenando otra vez el cubo con agua de la ducha para después verterlo sobre mí sin previo aviso. - "¿Mejor así?" -preguntó ignorando el castañeteo de mis dientes tras el aclarado.
"No." -protesté escapándome finalmente de mi oficial, con cuidado de no resbalarme debido al estropicio que habíamos montado en pocos minutos.
"Parece que ahora os lleváis mucho mejor."-sonrió Miyako. - "Quién lo habría dicho..." -sentenció, al tiempo que se sumergía en la terma principal. - "Aunque es posible que Rangiku haya cambiado sus tácticas de venganza lavándote el pelo..."
"Eso parece... Porque la verdad que no debe ser muy buena esa agua para curarte el resfriado." -corroboró Kaien mirándome peligrosamente. - "Son muchísimo mejores los baños calientes..."
Y pillándome desprevenido, me levantó en el aire y me arrojó de golpe al agua. Me zambullí con un gran estruendo, salpicando a la pobre Miyako que quedó completamente empapada.
Cuando conseguí sacar la cabeza, y recuperar el aire y la toalla que se había perdido durante la caída, fulminé al teniente con la mirada.
Ahora Kaien se apoyaba en una de las piedras para evitar ahogarse a causa de la risa.
"¡Esta te la guardo¡Maldita sea!" -le grité rojo del enfado y la vergüenza.
Otra vez volvieron a reír, y Matsumoto abandonó el taburete de madera para unirse al resto de nosotros.
"Qué bien sienta todo esto después de una mañana de ejercicio." -suspiró la rubia. - "Aunque al teniente Hitsugaya no le haga tanta gracia." -agregó dedicándome el comentario.
"¡Es cierto!" -exclamó Miyako. - "Ninguna de vosotras ha podido acudir a la reunión que hemos tenido esta mañana la asociación." -cambió de tema, refiriéndose a Rangiku y la capitana.
"¿Se ha dicho algo importante?" -inquirió Hohoemi. - "¿Sabéis si van a sacar a la venta nuevos productos de Diana?"
"¿Diana¿Reunión¿Asociación de qué?" -pregunté intrigado y totalmente perdido.
"... de mujeres...Shinigami... Fue idea de mi esposa. Están todas locas." -me susurró Kaien al oído, haciendo ademán para que dejara de preguntar... O de lo contrario lo lamentaría. - "Diseñan tonterías... Ya sabes lo mucho que le gusta dibujar a Miyako."
"Que yo sepa no... Aunque la creaste tú, de momento sigue siendo Chappy el más popular." -aseguró Rangiku. - "A mi me gustaría que se explotara más la imagen de Ginnosuke. Lo propondré en la próxima reunión."
"Ginnosuke es feísimo. Esa sonrisa que tiene es..."
"¡Es perfecta!" -concluyó la rubia.
"¿Ves a lo que me refiero?" -me dijo de nuevo Kaien. - "Todas locas..."
Asentí algo asustado. Matsumoto parecía desprender lucecitas por los ojos.
"¿Queréis ver el emblema que he diseñado para los Shinigamis-sustitutos?" -exclamó Miyako contentísima, yendo a buscar su libreta de dibujo. - "¡Mirad! Estoy segura de que será del agrado de todos."
"Eso es..." -comencé al verlo.
"...Un hollow?" -concluyó Hohoemi algo impactada. - "¿La máscara de un hollow?
"¡Premio!" -sonrió la oficial. - "Todo esto de la cacería del hollow me ha inspirado..." -aseguró.
"Hablando de ese endemoniado..." -interrumpió Kaien. - "La patrulla que enviaste ayer Himawari... ¿Aún no ha regresado?"
Nuestra capitana bajo el rostro entristecida.
"No. No hemos encontrado ningún cadáver esta vez, pero no sabemos nada de ellos."
"No responden a los comunicadores." -añadí. - "Es como si hubieran desaparecido por completo."
"Habrá que enviar otra." -negó el teniente con la cabeza. - "El capitán aún no está totalmente recuperado y eso hace que estemos hasta el cuello de trabajo. Y lo peor que cada día que pasa hay más bajas... Esto ya se nos está yendo de las manos."
"Matsumoto..." -comenzó Hohoemi apesadumbrada, tras escuchar las palabras de Kaien. - "Cuando termines tu trabajo de esta tarde, reúne a cuatro oficiales más y...
"No se moleste capitana." -la cortó Miyako adivinando sus pensamientos. - "Nuestra división se encargará esta vez de él."
Clavé los ojos en la oficial de la división trece.
"Partiré yo misma." -sonrió.
"Pero... Miyako..." -le dijo su esposo.
"Es lo correcto Kaien. Y tu lo sabes." -contestó sin dejar de sonreír. - "Soy lo suficientemente fuerte como para no perderme en un reconocimiento. Himawari-san ha estado enviando a sus subordinados durante estos últimos días y no está bien abusar de su amabilidad. Además, todavía no he tenido oportunidad de ir a buscarle. Y Rangiku ya fue con Hitsugaya hace dos días¿No es cierto?"
"¿Es eso verdad?" -me preguntó el hombre algo desconcertado, ya que no había sido notificada nuestra pequeña salida.
La capitana hizo un gesto afirmativo.
"Sí. Pero no conseguimos encontrarlo." -mascullé, omitiendo el resto de detalles.
"Esta bien." -concluyó Kaien. - "En ese caso nos encargaremos nosotros."
"Antes de eso iré a comprobar el último informe que envío la patrulla de ayer. Si hay alguna novedad la enviaré inmediatamente a tu despacho Kaien." -dije poniéndome en pie y saliendo del agua.
"De acuerdo."-asintió él.
Me calcé las sandalias y cogí otra toalla seca antes de salir por la puerta en dirección al vestuario. Sin embargo, antes de que pudiera abandonar el lugar, Himawari se acercó a mi muy seria.
"¿Ocurre algo, capitana?" -le dije al ver su semblante.
"Quería preguntarte una cosa. Ya sé cuál va a ser tu respuesta pero he de asegurarme y al mismo tiempo hacértelo saber a ti también."
"¿De qué se trata?"
"¿Has cogido los ficheros de la investigación del despacho o los has cambiado de sitio?"
Abrí los ojos de par en par, analizando a dónde iba a parar la pregunta.
"Nuestra investigación... ¿Ha desaparecido?" -pregunté en un susurro.
"Eso me temo." -suspiró ella. - "La única persona que estaba al tanto era Rangiku, pero ya he hablado con ella."-añadió negando con la cabeza.
Me humedecí los labios algo nervioso.
"¿Informamos sobre lo ocurrido?"
"No. Mejor no precipitarse sin tener nada claro. Iré a hablar con Unohana... Siempre ha tenido más paciencia que yo para estas cosas."
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Muy cerca del lugar al que la capitana Hohoemi Himawari se dirigía, un joven hombre trabajaba en otra particular investigación no muy alejada a la que estaban llevando a cabo en la décima división.
Éste era de tez ligeramente tostada y al mismo tiempo enfermiza, que resaltaba en su aspecto desgarbado y huesudo. Podría habérsele comparado con un esqueleto forrado de piel humana, y a su afilado rostro con una calavera.
La habitación el la que se encontraba estaba totalmente en penumbra, y sobre unas ojeras muy pronunciadas, tal vez en parte debidas a la carente iluminación, se hallaban rehundidos unos ojos de tonalidad amarillenta que recordaban a los de un halcón enfurecido.
De vez en cuando, sus labios se curvaban hacia arriba en una grotesca mueca, para luego ahogar una peculiar risa resultado de un tic nervioso. Ésta era sin lugar a dudas su mayor característica y también su rasgo más escalofriante. Y era por eso que a demás de su título de capitán de la tercera división, a Tadashi Adachi se le conocía bajo el nombre de: La hiena.
"Perfecto. Sencillamente perfecto." -murmuró para sí, analizando el contenido de un tubo de ensayo. En el interior del cristal, un espeso líquido purpurado gorgoteaba como tratando de querer escapar.
El capitán Adachi ahogó otra de sus risas, y luego comenzó a agitar el contenido ansioso.
"Esta vez todo será perfecto." -se repitió, al tiempo que abría un cajón de las estanterías para coger una jeringuilla. - "¡Ah! Aquí estabas pequeña..." -la saludó con ojos relucientes. - "El instrumento que nos llevará a la gloria¿eh¿Me echabas de menos?" - le siguió hablando con cariño, mientras capturaba con ella el asqueroso líquido que antes había ocupado el tubo.
Sonrió nerviosamente impaciente, cuando el último reducto fue injerido por la aguja. Luego, le dio unos leves toquecitos y se pasó la lengua por los dientes triunfante.
Tadashi Adachi se encontraba aquel día sólo en el cuartel de su división. Había enviado a todos sus subordinados a realizar diferentes tareas con la intención de quedarse solo. No era la primera vez que lo hacía. Le encantaba transformar su despacho en aquello que nunca logró tener: el laboratorio de la décimo segunda división.
El resto de capitanes conocían sus extraños pasatiempos, pero no le daban mucha importancia. Por eso no les parecía raro que hiciera esto. De echo, muchas veces el propio Mayuri lo invitaba a pasar las tardes con él experimentando con diferentes almas, viles, quincys y hasta shinigamis... Nada que el resto de personal supiera. Nada de lo que La Hiena, pudiera sacar partido... O al menos, eso era lo que Kurotsuchi suponía.
Pero lo cierto era que Adachi sabía explotar al máximo sus habilidades, y aprovechaba hasta límites insospechados todo lo que había aprendido en su larga existencia. Así como también se había convertido en maestro de algunos otros interesados. La diferencia entre estos interesados y él, es que éste vivía para experimentar y hacer posible lo imposible: Para él, la creación de un híbrido capaz de romper las barreras de poder conocidas, era el todo. Mientras que los otros aspiraban todavía a más.
Había llegado la hora. Era el momento que el capitán tanto había esperado... Y esta vez, todo sería perfecto.
Avanzó con su peculiar arma por los pasillos de su división. El silencio de aquel cuartel casi abandonado, tan sólo era interrumpido de vez en cuando por su maniática risa, y el sonido de sus sandalias arrastrándose, sin mucho cuidado, sobre el suelo. Siguió caminando, hasta que llegó a una portezuela que conectaba con unas escaleras de caracol descendentes, y las recorrió hasta que dio a un sótano aún más oscuro que las anteriores salas. Allí, tumbado sobre una camilla metálica, amordazado, con los ojos vendados y extremidades encadenadas, se hallaba un fornido hombre que de no haber estado inmovilizado, de seguro habría conseguido destrozar el despacho y al aparentemente debilucho capitán, en cuestión de segundos.
"¿Qué tal se encuentra mi querido Chûkyaku?" -preguntó Adachi, a su prisionero. Éste debió escucharlo porque inclinó levemente la cabeza hacia el lugar del que adivinó procedía la voz, sin embargo, tan sólo pudo emitir un par de gruñidos como contestación.
Tadashi chasqueó la lengua decepcionado, y se acercó a él para quitarle la mordaza.
"¡Maldito seas Adachi!" -le escupió éste, nada más se sintió la boca liberada. - "¡Cuando el resto de capitanes se entere de esto la cámara te condenará a muerte!"
El hombre negó con la cabeza pausadamente, haciendo ver que se equivocaba.
"Esa no es manera de tratar a un superior¿sabe oficial? Debería estarme agradecido por haberlo rescatado de una muerte segura. Soy muchísimo más generoso que su capitana."
"¡Ni se te ocurra nombrarla hijo de puta!"
"No me obligues a tener que taparte la boca otra vez..." -le advirtió éste. - "Esas palabras son muy feas."
"¿Cómo te atreves a compararla con un monstruo como tú¿Y dices que me has rescatado de la muerte¡No me hagas reír! Morí en el mismo momento en el que me desperté aquí atado."
El capitán resopló agobiado de escucharlo, y sin dudarlo ni un segundo más, volvió a atarle la boca. No obstante, esta vez le destapó los ojos y lo calló lanzándole una gélida mirada.
"Te he dicho que te rescaté de una muerte segura. Hohoemi no tiene ni idea de a qué tipo de hollow os conduce. Es uno de los más fuertes que hemos creado. Éste puede fusionarse con el alma de un shinigami." - Los ojos del oficial se abrieron espantados. - "No es un híbrido perfecto, pero he de reconocer que hemos avanzado bastante" - hizo una pausa y sus labios inexpresivos se curvaron hacia arriba en otra de sus escalofriantes sonrisas. - "Lo sé porque yo mismo ayudé a crearlo. Y esta vez... La fusión espiritual será perfecta." -le dijo sacándose la jeringuilla y jugando a pasarla por los huecos de sus dedos.
"Voy a convertirte en el primero de una nueva especie que superará a hollows y shinigamis... El híbrido perfecto."-le anunció. - "¿Sabías que el antiguo capitán Urahara consiguió ya algo parecido? Sí, pocos lo saben... Pero él me lo contó antes de retirarse. ¿Y sabes algo más¡He mejorado su técnica! Con este método haré que superes con creces todo lo que él obtuvo. Es posible que sea hasta menos doloroso..." -concluyó listo para inyectarle el contenido. - "... espero que puedas soportarlo."
Los ojos del hombre se abrieron de par en par justo antes de que el capitán clavara la gruesa aguja en su corazón, y el líquido empezara a expandirse rápidamente por todo su cuerpo.
El oficial se retorcía de dolor mientras notaba la transformación de su alma. Poco a poco, su piel fue transmutando de color y su cara fue remplazada por una máscara hollow. Hasta que finalmente la transfiguración llegó a un punto crítico y esta nueva piel se quebró en un centenar de pedazos quedando solamente la máscara en un cuerpo humano que aún respiraba con dificultad.
El capitán se acercó algo temeroso a su supuesta creación, y justo en ese instante la máscara se le desprendió cayendo a las baldosas del suelo. En la camilla tumbado se hallaba el mismo oficial de hacía a penas unos segundos.
Tadashi Adachi lo observó perplejo, y enfurecido le propinó una patada a la puerta.
"¡Maldita sea¡Debería haber salido bien¿Qué es lo que no ha funcionado?" -se giró de nuevo hacia Chûkyaku y lo tomó por el cuello agitándolo y dispuesto a estrangularlo con sus largos y huesudos dedos. - "¡Deberías haber cambiado! Qué tipo de broma de mal gusto es quitarte al hollow de encima como si fueras un lagarto mudando la piel¡Me oyes maldito!"
En ese instante el hombre abrió los ojos y su cara cambió nuevamente para sorpresa del capitán. Rugió estrepitosamente, y el estridente ruido retumbó por todos los rincones del sótano. Volvía a ser algo parecido al hollow de hacía unos momentos.
Su energía espiritual incrementó de una manera alarmante, y Adachi agradeció haberlo atado con ese tipo de cadenas... De lo contrario lo habría despedazado.
Los ojos de La Hiena chisporrotearon febrilmente y en su rostro se dibujo una desconcertante mueca.
"¿Ha funcionado?" -se preguntó admirando a la nueva especie que acababa de crear, que se batía por librarse de las cadenas. Era tan extraordinariamente fuerte, que finalmente consiguió romper uno de los eslabones que lo ataban de las piernas y se incorporó con la camilla pegada a la espalda.
Tadashi sintió un escalofrío, y viéndose incapaz de controlar a su propia bestia, huyó de allí subiendo los escalones helicoidales y cerró con fuerza la última puerta pasándole el candado. Luego, apoyado en la que le llevaba a su laboratorio particular, dejó escapar una nerviosa risotada. Sus pensamientos lo trasladaban a infinitas posibilidades, pero pronto fueron interrumpidos por una voz femenina... Que conocía muy bien.
"¿Hola?" -preguntó algo temerosa en las tinieblas de aquel cuartel. - "¿Chûkyaku¿Estás por aquí?"
El capitán de la tercera división, sonrió con autosuficiencia.
"Cortar... De raíz..."
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Aún no había alcanzado los cuarteles de la división cuatro, cuando notó su presencia. Sintió estremecerse pero al mismo tiempo una pequeña ventana de esperanza se abrió en su corazón.
No había resto de los demás miembros de la patrulla que había enviado, sin embargo, su octavo oficial Chûkyaku Lizard no andaba muy lejos de allí. ¿Un superviviente? Tal vez...
Fue este sentimiento lo que hizo que la capitana Hohoemi Himawari, abandonara por un momento la idea de ir a pedir consejo a Unohana y se desviara hacia el lugar de dónde provenía aquel débil reiatsu casi imperceptible.
"No... No puede ser." -murmuró sorprendida, cuando sus pasos la condujeron a la puerta del cuartel de la tercera división. Sabía por la reunión de capitanes de la mañana, que aquel día Adachi había enviado a todos sus subordinados fuera y estaría trabajando él sólo. ¿Por qué entonces su oficial se encontraba allí?
Algo temerosa pero segura de si misma, descorrió la puerta del lugar y se internó en la oscuridad de los pasillos de la división.
"¿Hola¿Chûkyaku¿Estás por aquí?" -preguntó a la oscuridad.
No obtuvo respuesta alguna. Pero cada vez, percibía el reiatsu de su subordinado con mayor nitidez. No obstante, había algo en él que era diferente.
"¿Estará el capitán Adachi en su despacho?" -se preguntó. - "Tal vez lo haya visto entrar..."
Siguió por uno de los pasillos hasta alcanzar la puerta dónde trabajaba el capitán. Estaba abierta.
"¿Capitán Adachi?" -lo llamó desde afuera. Pero como nadie le contestó se aventuró a entrar a su interior.
El lugar estaba bastante desastroso. No tenía ni punto de comparación con el que había en su propia división, puesto que Hitsugaya se encargaba de tener todo en riguroso orden. Sin embargo, allí se habían dejado los cajones de las estanterías abiertos, estaba todo el suelo lleno de frascos de cristal y el escritorio a rebosar de papeles y carpetas.
Al fijarse en esto último, su corazón dio un vuelco y se acercó al escritorio con paso decidido. Temblorosa, apartó algunos folios y cogió la carpeta en cuestión.
"Esto es..." -se sorprendió, abriéndola para coger los ficheros de su interior. La caligrafía poco elaborada de su teniente podía leerse en los encabezados de cada página. - "... nuestra investigación."
Estaba tan absorta y sorprendida con su descubrimiento, que no se dio cuenta de que la sombra de un hombre alto y desgarbado la acechaba desde atrás. Una mano con los dedos largos y huesudos se apoyó en el hombro de Himawari haciéndola brincar por un momento del susto. Ésta se giró bruscamente para encontrarse con unos ojos color miel y una risa ahogada.
"Capitán Adachi..." - alcanzó a decir ella, aún con el corazón en la mano. - "¿Qué significa esto?" -preguntó furiosa señalando su carpeta.
El hombre no contestó. Tan sólo curvó sus labios hacia arriba y habló en un susurró:
"Descarga la luz de la tormenta, Raizan"
Y la habitación se ilumino por completo.
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" …He met Marmalade down in old Moulin Rouge struttin' her stuff on the street…"
"Matsumoto¿Sabes que no cantas especialmente bien?"
"Lo hago con la misma entonación con la que la escucho. Yo no tengo la culpa de que en ese toca discos suene como un gato atropellado¿sabes?"
"¡Si reconoces que suena fatal por qué demonios estás cantando!" -le espeté histérico.
Ya estaba anocheciendo y aún me quedaban un montón de papeles por rellenar. Y casi toda la culpa la tenía mi oficial, que se había pegado cantando toda la tarde esas odiosas canciones que iban de "Fly Josephine" de principios de siglo, a los cabaret del Molin Rouge... Y lógicamente, el oírla canturrear y contornearse al ritmo de sus berridos impedía que me concentrara.
"Haz el favor de colaborar y revisa esto¿vale?" -le pedí tendiéndole un fichero.
Ella se acercó moviendo descontroladamente las caderas mientras entonaba:
"Voulez vous coucher avec moi ce soir… ''
Inspiré profundamente y negué desesperado con la cabeza. Matsumoto era un caso perdido. Tenía unas ganas horrorosas de que la capitana volviera para relevarnos. ¿Dónde se habría metido? Teniamos demasiado papeleo por hacer para que me dejara tirado de esas maneras.
Por un momento me imaginé a Himawari y Unohana hablando sobre sus reuniones de chicas y sus próximos diseños shinigamis en el mercado. Volví a sacudir la cabeza, esta vez para alejar de mi mente esa estúpida escena. Mi capitana era lo suficientemente sensata para no hacer ese tipo de cosas. Lo más probable es que siguiera preocupada por lo de la investigación... ¿Habría descubierto algo?
Justamente en ese instante, la puerta de nuestro despacho se descorrió de golpe.
BLAM!
"HITSUGAYA FUKUTAICHO! HA OCURRIDO... ALGO TERRIBLE!"
Me quedé helado. Matsumoto también se había llevado un buen susto y miraba hacia la entrada totalmente pálida.
"¿Algo terrible?" -repetí inseguro, pero muchísimo más centrado que la recién llegada.
Kiyone Kotetsu, la segunda oficial de la décimo tercera división avanzó hacia mí temblando de histeria y con lágrimas en los ojos.
"¡La patrulla de reconocimiento!" -gritó de nuevo. - "Todos. Todos los oficiales menos Miyako han muerto."
"¿Qué?" -preguntó ahora Rangiku "¿Todos?".
La chica se echó a llorar desesperada.
"Estuve a punto de ir. Kaien-dono sólo quiso enviar a oficiales de primera experimentados, pero prefirió que yo me quedara esta vez. Y ahora todos menos Miyako han muerto." -sollozó.
"¿Miyako se encuentra bien?"
Kiyone asintió a duras penas.
"Vengo de dejarla con mi hermana y la capitana Unohana. Está inconsciente pero fuera de peligro."
Me dejé caer sobre mi asiento. La cabeza todavía me daba vueltas. ¿Qué clase de hollow era ese para conseguir acabar con un grupo de oficiales de primera?
"¡Tengo que avisar a la capitana Hohoemi!" -exclamó de nuevo Kiyone, echa un manojo de nervios. - "Mi teniente estaba echo una furia, pero no quieren dejarlo ir solo en estos momentos. Podría ser peligroso."
Esas palabras me hicieron reaccionar y mirar a la recién llegada confundido.
"Has dicho que acabas de estar con Unohana e Isane¿No es cierto?" -inquirí. La chica hizo un gesto afirmativo. - "¿No estaba nuestra capitana con ellas?"
"No..." -dudó unos instantes la chica. - "Ellas fueron las que me pidieron que viniera aquí a avisarla."
Matsumoto me dirigió una interrogativa mirada. Pero no tenía respuestas a la pregunta que se le pasaba por la cabeza.
"Himawari ha estado fuera toda la tarde hablando con Restsu-san. Creíamos que aún se encontraría en la división cuatro."
Kiyone posó sus ojos primero en la rubia y después en mí. Había algo que no le terminaba de encajar.
"Eso... Eso es imposible." -sentenció. - "Yo he estado prácticamente toda la tarde con ellas y la capitana Hohoemi no ha acudido."
"¿Cómo dices?" -pregunté atónito.
"¿Y dónde demonios se ha metido?" -exclamó Rangiku bastante molesta.
Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Tenía un mal presentimiento.
"Escuchadme la dos."
Ambas se giraron hacia mi esperando órdenes.
"Kiyone-kun, primero haz el favor de tomarte una tila y cuando estés más calmada vuelve al cuartel de tu división."
"De acuerdo..."
"Tú Matsumoto reúne a todos nuestros oficiales y prepáralos por si tuviéramos que partir ahora a por el hollow." -proseguí. - "Yo iré a buscar a nuestra capitana. No salgáis de aquí hasta recibir una orden de alguno de nosotros."
"Entendido."
Dicho esto, me calcé las sandalias, me eché a hyourinmaru al hombro y salí todo lo rápido que pude de nuestra división. Sólo entonces me di cuenta de mi poca experiencia como shinigami, por no decir escasa. Podía avanzar rápidamente, sin embargo era incapaz de realizar shumpa como el resto de tenientes. Y por otro lado... Estaba mi atrofiado sentido que no me permitía reconocer el reiatsu de las personas a largas distancias. Nunca se me había dado bien, y aunque conocía a Himawari perfectamente, por mucho que me concentrara no conseguía percibirla en ningún punto del Seireitai.
¿Tan debilucho eres Hitsugaya¿O es que Hohoemi a...
...muerto?
Me detuve en seco sobre uno de los tejados, sudoroso y con sobrealiento. No, no debía pensar eso. Lo más probable era que estuviera escondiendo su energía espiritual. Pero... ¿Porqué lo había hecho¿Porqué me sentía tan descorazonado? Tal vez por todas las bajas que habíamos recibido divisiones diez y trece... O por el también reciente suceso de la desaparición de los archivos. No, no era eso. Estaba en el ambiente. Aunque ya había oscurecido, el calor veraniego seguía siendo bochornoso e insoportable. Se te pegaba a la piel queriendo estrangularte y asfixiarte poco a poco... Las partículas de agua condensadas en la atmósfera parecían anunciar tormenta. Una diferente a todas las demás...
Sí, sin duda un presagio de muerte.
"Mierda... ¿Dónde estás capitana?" -mascullé, volviendo a mi estúpida carrera sin saber a dónde dirigirme.
Y en ese mismo instante en el que tenía todos mis sentidos en alerta máxima pude percibir un reiatsu, que también conocía a la perfección. Pertenecía a una persona que no debía estar allí... En el bosque.
"¿Miyako-dono?" -pensé espantado.
Salté cambiando de dirección para ir en su busca, olvidando por un momento a Himawari. No era normal que tras haber recibido el ataque de aquel ser abominable, se encontrara en el bosque. ¿Qué demonios estaba pasando?
Con otro hábil saltó abandoné el tejado y comencé a correr por las calles del Seireitai hasta que me vi completamente rodeado por los árboles. Aunque... ya no sentía la energía espiritual de la oficial: Se había esfumado por completo.
"¡Miyako!" -la llamé a voz en grito. Pero obviamente no pudo oírme y no obtuve respuesta... De su parte.
"¿Hitsugaya-kun?"
Me giré sobresaltado. Desde luego era la persona a la que menos esperaba encontrar en esos momentos y en aquel lugar, sin embargo no me extrañó en absoluto no haber percibido su presencia.
"¿Qué haces aquí?" -le pregunté aún algo sofocado. - "Es tarde¿lo sabías?"
La chica me miró algo ofendida por mi recibimiento, pero no pareció darle más importancia. Se la veía demasiado contenta y se acercó a mí sonriente.
"Hace unos minutos sentí que te acercabas a mi división. Creía que venías a saludarme pero luego pasaste de largo." -se encogió de hombros. - "Así que te seguí porque a mi sí me apetecía hablar contigo."
Negué con la cabeza algo nervioso.
"Escucha Hinamori, no es que no quiera hablar contigo. Es que no es el momento¿Sabes?"
"Últimamente nunca es el momento." -dijo, cruzándose de brazos.
Chasqueé la lengua y puse los ojos en blanco.
¿Por qué siempre me ponía las cosas tan difíciles?
De todas formas ya no sentía el reiatsu de Miyako, así que no tenía lógica impacientarse por encontrarla, cuando estaba claro que no lo iba a conseguir.
"Soy teniente Momo, tengo trabajo." -me defendí. - "Y no consiste solamente en asistir a entrenamientos y reuniones todos los días."
"No soy tonta Shiro-chan. Sé perfectamente cuál es el cometido de un teniente. Pero se me hace raro que mi capitán sea capaz de hablar conmigo siempre que lo necesito y tú, que tienes un rango menor, no consigas dedicarme ni cinco minutos de tu tiempo."-me espetó. - "Iba a decirte que me han ascendido a tercer oficial, pero veo que tienes cosas más importantes que hacer antes de felicitarme."
"¿Qué?" -inquirí horrorizado. Tal vez había escuchado mal. - "¿Qué te han ascendido a oficial?"
"Sí, eso he dicho." -sentenció, volviéndose hacia mí, algo más alegre. - "¿No te parece estupendo?"
"¿Estupendo?" -repetí con los ojos muy abiertos. - "¿A qué insensato se le ha ocurrido semejante barbaridad?"
Ahora fue Hinamori la que me miró indignada.
"A mi capitán: Aizen Sousuke." -contestó de malas maneras. - "Un hombre fantástico, atento, que tiene tiempo para todos sus subordinados y sabe reconocer mi talento."
"Que Aizen... ¿Qué? Y... No lo digas en ese tono como si yo no lo hiciera." -le solté enfadado.
Momo arqueó una ceja al tiempo que fruncía el labio.
"¿A qué insensato se le ha ocurrido semejante barbaridad?" - repitió mis palabras con desprecio. - "¿Te parece eso suficiente motivo para que lo haga¡Ya veo que no te has alegrado en absoluto!"
"Por su puesto que no me he alegrado. Es demasiado pronto para que seas oficial."-le aseguré levantando demasiado la voz. - "No es ni medio normal que llevando solamente seis meses en su división te ascienda a ese cargo. No sé porque lo habrá hecho pero puedo decirte que esa decisión carece de toda lógica."
"¡Oh desde luego! Que yo sea ascendida no es normal y tú, que de buenas a primeras entraste directamente en el puesto de teniente, sí lo es. ¿Te has parado a pensar que tal vez yo también sea buena en mi trabajo?"
"¡Por su puesto que lo he hecho!" -le mentí. - "Pero mi caso no tiene ni punto de comparación con el tuyo. Tú no tienes el nivel de un tercer oficial. ¡Si ni siquiera has liberado el shikai!"
Esta vez Momo no dijo nada y agachó la cabeza apenada. Ambos nos quedamos en silencio por unos instantes, hasta que ella no pudo contener más su rabia y comenzó a llorar.
Lo que me faltaba...
"Vale, siento haberte gritado." -me disculpé desganado. - "Pero reconoce que tengo razón."
La chica negó con la cabeza y levantó su rostro para encararse conmigo.
"¿No lo ves¡Siempre quieres tener la razón en todo! Dices que te importo pero... En realidad el único que te importa eres tu¿No es cierto?"
"¿Qué¿Cómo puedes decir algo así a estas alturas?"
"¡Cállate! Siempre ocupado, siempre ocupado. Escúchame hoy por una vez¿quieres?" -me ordenó. - "Me da igual lo que pienses sobre mi ascenso, yo estoy muy contenta." -dijo mientras las lágrimas seguían resbalando por sus mejillas. - "... Me he esforzado mucho para conseguir el puesto. Y... No pienso defraudar a mi capitán. Le haré ver que ha tomado la mejor decisión de su vida al nombrarme a mi y no a cualquiera. A partir de hoy, tanto mi espada como mi ser están a su servicio."-concluyó, mientras se daba la vuelta para alejarse de allí.
"Momo espera..." -intenté retenerla tomándola de la mano, pero ella no me lo permitió. - "Si he dicho todo eso es porque me importas..."
"Por cierto..."-me cortó. - "...se llama Tobiume." -dijo por último, acariciando la empuñadura de su zampakutou. Luego sonrió con tristeza y me abandonó yéndose tan silenciosamente cómo había aparecido.
Permanecí inmóvil e incapaz de reaccionar durante varios minutos, con sus palabras y otras muchas ideas cruzando a espantosa velocidad por mi mente.
La atmósfera se había vuelto más espesa, y con ella mi corazón pesaba horrores. ¿Había herido a Momo otra vez? Sí, eso me pasaba por no saber medir mis palabras. Por no permanecer con ella y no saberla hacer sonreír. Era evidente que ahora el único motivo de su felicidad era Aizen.
"Mierda..." -mascullé furioso, apretando los dientes con fuerza.
Volvía a estar enfadado conmigo mismo. No sólo había conseguido hacerla llorar otra vez, si no que había sido derrotado ante un hombre al que parecía no importarle en absoluto su seguridad. ¿A caso no se estaba dando cuenta Aizen de que los oficiales morían? Era como llamarla a primera fila en una batalla. Ella, que casi no tenía experiencia. ¿Porqué Hinamori y no otro?
Me pasé la mano por la cara desesperado. ¿Por qué me estaba poniendo tan paranoico? Era su capitán, una buena persona... Había dicho que se preocupaba por ella. Sí, él tampoco permitiría que le ocurriera nada malo. Y por si acaso siempre estaría yo... Vigilándola.
"Y si a alguien se le ocurre ponerla en peligro... Juro que le mataré."
"¡LE MATARÉ!"- grité en voz alta, haciéndoselo saber a las alturas.
Y en ese instante, en forma de respuesta, comenzó a llover.
Fue esta lluvia de la noche del 7 de Julio la que me devolvió a la realidad. Y me recordó el verdadero motivo por el cuál había entrado en el bosque.
No estaba muy lejos del cuartel de la décimo tercera división, así que me decidí seguir caminando hasta allí para refugiarme de la lluvia y de todas las cosas que me atormentaban y me impedían pensar con claridad. Ahora lo principal era... Ya no lo recordaba. Demasiadas cosas en poco tiempo.
Y la lluvia se volvió más intensa, hasta que llegó un momento en el que toda mi ropa quedó empapada. Comenzaba a tener frío.
Miré al cielo nocturno, no se alcanzaba a ver nada en absoluto. Ni una sola luz. Ni una sola estrella.
He perdido la noción del tiempo...
Ni siquiera soy capaz de distinguir dónde terminan las gotas de lluvia.
Arrastraba los pies por el barro negruzco que cubría el suelo. Desganado, defraudado, casi sin vida. Quizá lo único que habría podido salvarme hubieran sido las lágrimas, pero ya habían sido muchas las del día de hoy.
Así que pensé esto, como queriendo corroborar el hecho, escuché un sollozo casi imperceptible detrás de mí.
Me di la vuelta para intentar distinguir su origen, entre la poca visibilidad que me proporcionaba el agua al caer. Y poco a poco, una figura fue emergiendo de las sombras, y fue haciéndose más nítida a medida que se aproximaba: Una silueta negra, avanzando pesadamente en la noche. Con el uniforme de shinigami. Parecía una chica de baja estatura.
Me acerqué pensando por un momento que se trataba de Momo que había decidido volver. Sin embargo, cuando la distancia se acortó y pude reconocerla, comprobé que no lo era.
En el momento en el que se percató de que yo también me encontraba allí, detuvo su paso y dejó caer a su lado el pesado bulto que estaba sosteniendo.
Sentí como se me helaba la sangre al verlo.
El rostro de la joven se hallaba empapado, no sabía decir si del mar desbordado de sus ojos o del lamento del cielo.
Soltó la empuñadura de su zampakutou y la dejó caer sobre la hierba, tiñendo las briznas de rojo escarlata.
Pase mi mirada de los ojos de la chica al cuerpo sin vida del suelo.
No podía creerlo.
"No pude hacer otra cosa."
To be continued...
Drama, drama, drama... Por fin he podido terminar el capítulo. Sé que viene con retraso pero comprendedme: Vacaciones, estudios, me robaron la cuenta del messenger (agregadme al mail nuevo, que la que se conecta ahora no soy yo)... Y además pronto se acercarán los exámenes. Así que es probable que estos últimos tarden un poco más de lo normal en aparecer por Fanfiction. Vaya... Empezamos la cuenta atrás: quedan dos y el epílogo.
Y bueno... ¿Qué os ha parecido este? Es el primero de los tres que cierran la historia! Digamos que son un solo capítulo muy largo dividido en tres trozos XD No sé si os habrá gustado porque es más oscuro y tal. Pero es lo que hay... XD
Y que más, que más... ¡El capítulo anterior! Sé de alguien que me dijo que se esperaba que Shiro-chan liberara su Bankai sin superpelea XD Aquí mi explicación: La batallita vendrá un poco más adelante. Antes de nada tiene que saber liberarlo aunque sea de una forma un tanto cutre. Lo hice un poco basándome en el de Renji, que primero lo libera solo en un entrenamiento y después todo feliz (sin saber controlarlo bien) se enfrenta con Byakuya. Ole que listo es mi niño! (Renji le recuerda a Naleeh que NO es su niño...)
Para aquellos que se atrevieron a predecir el futuro como Kiyone... ¡Premio! Es el cumpleaños de Ichigo... ¿Qué relación tiene con el capítulo? Si no lo sabéis todavía volved al párrafo del principio y enlazarlo con el final.
Y ahora...
LA HORA DE LA PREVIEW! -HOY TOCA SER EXÓTICO! GROARRRGG"-
Yachiru: Vamos a irnos de safari y veremos los diferentes animalitos de la Soul Society!
Zabimaru: A mi me has traído aquí pero no soy ningún animalito ¬¬
Yachiru: A callar, que a mí siempre me has parecido muy mono.
Adachi: Y que Naleeh me llame Hiena tampoco es motivo para que me tengas retenido con una correa.
Yachiru: No era para ti, era para Toby-chan, pero se ha escapado.
Kenchan: Toby-chan? Ese es nuevo... ¿Es algún tipo de perro como Komamura?
Yachiru: Sí es un perro, pero más del estilo de Shunsui...
Chûkyaku: Podría ser... Daf?
Yachiru: No, no lo es... Oye... ¿Y tú que haces aquí lagartijo¿No estabas atado a la camilla?
Chûkyaku: TT.TT Lo peor es que eres tú quién me lo pregunta...
Kenchan: Hablando del lagartijo... ¿Porqué lo llamas así¿No es un poco Spoiler?
Yachiru: No lo sé... A ver si alguien adivina el porqué y lo escribe en algún Review! .
Así que ya sabéis... A ver si llegamos a superar los 100 en este capítulo!
Renji¿Alguien ha visto mi zampakutou? La necesito para el siguiente capi... TT.TT (Eso sí es Spoiler)
REVIEW PLIS!
