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Gracias a todos por leerme, por vuestros reviews y por saber esperar...

Aquí tenéis el penúltimo capítulo. El 13 será un epílogo. Espero que os guste esta última trama aunque sea más oscura que las anteriores...


Capítulo 11: Morir

"No te marchites, flor solitaria"

Ahora rehuyes de la luz.

No puedes darle la espalda al sol y hundirte en las sombras.

Este sentimiento... ¿Me estoy ahogando otra vez?

Has sido única hasta ahora y lo seguirás siendo. Y cuando llegue el momento, te protegeré.

Te seguiré buscando...

Por eso no te rindas...

Tú eres única. No puedo reemplazarte...

No te marchites, mi flor solitaria.

"¿Dónde estás Hohoemi-Taicho?"


Sentí como se me helaba la sangre al verlo.

El rostro de la joven se hallaba empapado, no sabía decir si del mar desbordado de sus ojos o del lamento del cielo.

Soltó la empuñadura de su zampakutou y la dejó caer sobre la hierba, tiñendo las briznas de rojo escarlata.

Pasé mi mirada de los ojos de la chica al cuerpo sin vida del suelo.

No podía creerlo.

"No pude hacer otra cosa." -murmuró a duras penas. - "Se me echó encima y..." -se interrumpió ahogada en su llanto.

Quise acercarme más a ella, quería saber qué es lo que había ocurrido realmente. Pero no me lo permitió.

"¡No te acerques!" -gritó temblorosa y con los ojos fuera de sus órbitas. - "¡No te acerques a mí¡Soy una asesina¡Una asesina!"

Me detuve en seco al escucharla. No podía ser cierto.

"Soy miserable... No merezco vivir... Debería haber sido yo... Ojalá hubiera sido yo."-se le fueron apagando las palabras.

Y no pudiendo soportar siquiera el peso de su voz, se desplomó en el barro, hundiendo en él toda su angustia.

"No quería que esto llegara a pasar... ¿Porqué¿Por qué todo esto? Miyako... Kaien... Todos muertos."-murmuró tiritando. - "Fue un accidente... No sé, no sé cómo ha podido ocurrir algo así."

"Rukia..."

El sollozo de la joven se hizo más agudo, hasta que sólo fue perceptible como un débil chillido. Su cuerpecillo se estremecía de vez en cuando bajo la lluvia torrencial, y rehuía su mirada al cadáver que había depositado junto a ella.

El abrazo de la muerte nos había dejado helados a los dos, y aunque ninguno podíamos pensar con total claridad, me arrodillé a su lado y tomándola por las muñecas la obligué a que alzara la cabeza.

"Acabas de decir qué fue un accidente. Si eso es cierto, no eres ninguna asesina, Kuchiki-san."- le dije haciendo un gran esfuerzo por que no me fallara la voz.

Sus inmensos ojos me miraron relucientes de lágrimas, y asintió tratando de mantener la mente fría.

"El capitán Ukitake ha ido a avisar a la familia Shiba. Me ha pedido que llevara a Kaien al cuartel."

Hice un gesto afirmativo con la cabeza, y traté de contener las lágrimas. Sentía un profundo malestar. Estaba tan mareado y lleno de angustia que parecía que estuviera viendo la escena como en un sueño. Todo tan alejado de la realidad como en una novela. Tal vez era por eso que me veía incapaz de llorar. ¿Era posible que me estuviera tocando vivir algo así?

"Te ayudaré a llevarlo."- dije con una voz que no parecía la mía, al tiempo que recogía a Kaien del suelo y lo apoyaba sobre mi espalda.

La chica se incorporó a duras penas, y tras volver a envainar su espada, me ayudó a sostenerlo.

"Cuéntame qué es lo que ha pasado." - le pedí con esa voz que desconocía, fría y distante.

Y mientras nos arrastrábamos vagamente hacia la división 13, Kuchiki Rukia intentó explicarme todo lo que pudo respecto al Hollow, Miyako, Kaien... Y cómo éste había perdido la vida tratando de recuperar su honor.

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El alma de Kaien abandonó su cuerpo y escapó lejos de la sociedad de almas. Lejos de todos nosotros.

Morir... Renacer...

Palabras que siempre van cogidas de la mano. Cuando una termina comienza la otra.

Y nunca... nunca se encuentran...

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Procuraba hacer el menor ruido posible.

Sufría a cada palpitar de su corazón, a cada partícula de aire exhalado, temiendo que el nerviosismo consiguiera delatar su posición. Era demasiado difícil permanecer en completo silencio con aquella herida sangrando a borbotones en su costado izquierdo. Había destrozado las mangas de su haori para improvisar un chapucero vendaje, sin embargo, la tela ya estaba empapada y pronto comenzaría a gotear.

Cuando esto sucediera, él, gracias a su fino oído, acudiría para alimentar sus ansias de sangre. Encontraría su maltrecho cuerpo agazapado en la oscuridad y devoraría su alma sin piedad.

Se llevó la mano nuevamente a la herida y la presionó fuertemente, aún sabiendo de antemano que no conseguirá nada con ello.

Ahora mismo, visto su estado, tan sólo tenía una oportunidad de salir de aquel lugar con vida. Para ello, debía quedarse inmóvil, gastar la menor cantidad de energía y aguardar a que él cometiera un error para invertir la situación. Necesitaba absorber su vida para salvar la suya.

Y no habría lugar para remordimientos después de haberlo hecho. No, con él no.

El sonido de una jadeante respiración invadió sus oídos. Por unos instantes creyó que había sido un error suyo y se llevó las manos manchadas de sangre a la nariz y boca. Pero después de haberse callado, la respiración seguía allí, ahogada por una risa inconfundible...

"¿No eres demasiado mayorcita para jugar a las tinieblas?" -preguntó nuevamente aquella voz. - "Tan sólo estás prolongando lo inevitable."-Y acto seguido, la habitación volvió a iluminarse y una estantería quedó totalmente carbonizada tras el impacto del rayo.

Varios papeles revolotearon en llamas por aquel despacho haciendo vagamente visibles los lugares a los que se dirigían.

Por suerte, él pasó de largo y no consiguió dar con su paradero.

"¿Dónde estás florecilla marchitada¿O debería decir... Chamuscada?"

La pequeña figura se sitúo justo detrás de aquel hombre, agazapada... Y en completo silencio dejó su alma fluir.

El negruzco barro que emanaba de la hoja de su zampakutou comenzó a cubrir todo el suelo, deslizándose sigilosamente hasta que alcanzó las suelas de sus sandalias.

Él lo notó enseguida y reaccionó velozmente, dándose la vuelta. No obstante, cuando quiso arremeter nuevamente contra ella, el fango se arremolinó cruelmente contra su espada absorbiendo a su vez toda la energía que emitía.

"Demasiado lento..." -jadeó la chica, viendo cómo su plan surtía efecto. - "Te tengo... Tadashi Adachi."

Khemi se abrazaba entorno al escuálido capitán Adachi, machacando sus huesos al mismo tiempo que tragaba la fuerza del rayo de Raizan.

Hohoemi iba notando alivio en su herida. La vida volvía a ella.

"Pero qué demonios..." - ahogó Tadashi, tratando de liberarse de aquel barro que lo torturaba y le impedía respirar. A medida que lo iba envolviendo, notaba la muerte más próxima.

Ella sonrió.

"Khemi también es una drenadora, haré que te consuma toda tu energía espiritual. Pero no seré yo quien acabe contigo. Entregaré tu asqueroso cuerpo a la cámara y ellos se encargarán de darte muerte." -le aseguró sintiéndose ya casi recuperada. - "Hiciste mal en subestimarme. No es tan fácil asesinar a un capitán."

Tadashi no fue capaz de contestarle. Jamás habría imaginado que aquella mujer podría llegar a superarle en cuestión de segundos. Sí, lo había pillado por sorpresa... Pero lo que acababa de decir Himawari era totalmente cierto: No es tan fácil vencer a un capitán...

Y él, también lo era.

La zampakutou del dirigente de la división tres, se hizo añicos al no poder soportar la presión.

Hohoemi se inclinó y recogió la empuñadura alejándola de su dueño. Estaba desarmado y moribundo, por lo tanto, ya no tenía ningún sentido seguir reteniéndolo. Sin embargo, había unas cuantas cosas que ansiaba saber antes de entregarlo... Y pensaba averiguarlas.

El barro de Khemi se retiró del mutilado cuerpo del capitán, y volvió a la empuñadura negra de Himawari en forma de la afilada hoja. La chica, contempló a su rival ahogando gemidos en el suelo, incapaz de moverse.

Negó con la cabeza apesadumbrada y asqueada por su traición, y se acercó al interruptor para dar las luces del despacho. Al hacer esto, el hombre cerró los ojos con fuerza como si la repentina iluminación le doliera muchísimo más que todas sus heridas.

Ignorándolo por completo, Hohoemi se agachó a su lado hasta que su pecoso rostro estuvo a la altura del suyo y clavó en él sus inmensos ojos azules.

"¿Dónde está Chûkyaku?" -le preguntó muy seria.

El hombre apretó sus dientes en una sonrisa. Pero no contestó.

"¿No me has oído? Todavía puedes hablar así que hazlo. ¿Dónde está mi oficial y qué es lo que le has hecho?" -insistió.

"Ya no es tu oficial... Es mi híbrido perfecto." -rió él.

La capitana tomó al hombre por la cabeza tirándole fuertemente del pelo hacia arriba.

"¿Tú híbrido perfecto?" -repitió ella, tratando de mantener la calma. Aunque sentía que le hervía la sangre.

Entonces la respuesta azotó su mente y recordó que él se había hecho con la carpeta de su investigación. Lo comprendió enseguida... Todo giraba entorno a un nombre.

"¿Estás hablando de la investigación de Urahara Kisuke?"

"Premio..."

Sintió cómo se tambaleaba mareada. No era posible... ¿Eso quería decir que...

"... Los Hollows que atacan la sociedad de almas también son cosa tuya?"

"Tsssk... Tan sólo son experimentos fallidos."-comentó sin darle importancia.

Esta vez no supo controlarse y tomando al hombre por el cuello del kimono, a pesar de ser bastante más alto que ella, lo levantó y lo empotró contra el escritorio. Él dio un alarido a causa del insoportable dolor. Su espalda crujía pegada a la madera de la mesa.

"¡Experimentos fallidos¡Ha muerto gente!" -bramó ella. - "¿Qué clase de monstruo eres¿Fuiste tú quién le robó la información a Urahara¿Fuiste tú el que condenó a Sora¿Fuiste tú quién asesinó a mi teniente¿Fuiste tú quién lo envenenó, verdad¡Cuántos crímenes has cometido maldito¡Contesta!"

Él dejó escapar una angustiosa risa, producto de su tic nervioso.

"Mi querida florecilla... Cuán ignorante llegas a ser. ¿De verdad crees que soy el único que ha tratado de crear una nueva especie?"

"¿Hay más implicados?" -empalideció ella. - "¿Aquí en la sociedad de almas?" -se horrorizó.

Tadashi siguió hablando:

"Nosotros no hemos sido los primeros que lo intentamos. Desde luego que no... El antiguo capitán Urahara ya consiguió buenos resultados. Fue el primero capaz de conseguir una fusión completa. Yo tan sólo he perfeccionado la técnica."

"¿De qué estás hablando? Kisuke aseguró que él nunca..."

"¿Nunca experimentó con almas¡No me hagas reír!" -exclamó. - "¿De verdad os creísteis las palabras de ese hombre? No hay que ser muy inteligente para saber que mentía... ¿Porqué te crees que decidió irse al mundo mortal? No me digas que te tragaste eso de purgar sus culpas... Ese canalla cobarde huyó de aquí con el rabo entre las piernas sabiendo que de quedarse, tarde o temprano lo condenarían a muerte."

Hohoemi abrió los ojos de par en par, incapaz de creer las palabras de aquel hombre.

No obstante, todo parecía tener sentido. Lo que ella no llegaba a comprender era porqué y para qué lo había hecho. Aunque quizás, tratándose de Adachi era solamente un puro reto personal.

"¿Quiénes más están implicados?" -inquirió ella. - "¿Dónde está el centro de tus investigaciones¿Por dónde dejáis entrar a los hollows¿Cómo has conseguido que tengan todo ese poder?"

Los labios de Tadashi se curvaron hacia arriba con autosuficiencia para sorpresa de la capitana. No era más que una mueca enseñándole sus dientes perfectamente alineados, pero le heló la sangre.

"¿Porque no...

-comenzó él, buscando a tientas por encima de la mesa, sin que Hohoemi lo viera. -... Lo compruebas por tu misma florecilla?" -concluyó, clavándole una de sus inyecciones que había dejado entre los papeles en el cuello.

La capitana se retorció inevitablemente, y cayó al suelo llevándose las manos al lugar donde había inyectado otra muestra de aquel líquido ponzoñoso.

Adachi se incorporó con asombrosa naturalidad y observó a la chica doblándose a punto de transmutar.

"¿Creías que te saldrías con la tuya con tan poco esfuerzo?" -se burló este, recogiendo la jeringuilla y mostrándole unas cuantas más. - "Deberías escucharte cuando hablas: No es tan fácil vencer a un capitán."

Himawari se giró hacia él enrabiada, sintiendo cómo algo brutalmente fuerte y desconocido se arremolinaba en su interior y le invadía el alma. No podía hacer nada... No podía pararlo... Se estaba apoderando de ella.

"¿Qué es lo que me has hecho?" -consiguió articular a duras penas. - "¿Qué es esta cosa?"

"Es la respuesta a tu pregunta."

Ahora la chica emitió un desgarrador grito. Su piel cambiaba de color y su cara se endurecía comenzando a formar una máscara hollow.

Khemi... -Pensó en silencio. - ...libérame de él. Trágatelo...

Y para sorpresa del capitán de la tercera división, Hohoemi consiguió parar la transfiguración, quedando como un ser incompleto. La joven jadeó aún con aquella punzante sensación tratando de suplantar su alma. Un sudor frío recorría todo su cuerpo.

"Interesante..." -murmuró él, acercándose a ella. - "Parece ser que al tener mayor cantidad de reiatsu, la fusión espiritual es casi completa..."

"¿Fusión espiritual?" -murmuró ella. - "¿... tengo un hollow en mi interior?"

"No exactamente." -contestó. - "Todavía no comprendo muy bien cuál es el resultado. Pero lo que sí es seguro es que ha llegado a fusionarse con tu alma, de lo contrario no habrías adquirido esta forma. ¿Sabes lo que conlleva una fusión espiritual, no es cierto? Algo que no puede romperse. No puede cambiarse, ni puede destruirse..."

Otra ráfaga de dolor y angustia azotó a la chica. No obstante, las palabras de Adachi eran todavía más potentes que cualquier otro efecto ocasionado por la inyección...

Letal.

- ... Por lo tanto no importa cuantas veces mueras o te reencarnes. Tu alma siempre será esa. Va a estar acompañándote para el resto de la eternidad." -prosiguió en un susurro. - "Felicidades Hohoemi-Taicho, acabas de convertirte en otro Lizard más."

"¿Es esto lo que le hiciste a Chûkyaku?"

"Tskk... Algo parecido." -confesó él. - "Pero me gusta muchísimo más cómo ha evolucionado en ti. La máscara no ha llegado a cubrirte por completo. Todavía puedo verte las pecas." -rió él. - "Aunque sin duda lo más divertido de todo es que ya nunca más podrás volver a ser shinigami. Ahora eres un shinigami proscrito... Los demás nunca aceptarán tenerte como capitana cuando sepan tu secretito. Cuando la cámara termine contigo y mueras, seguirás siéndolo. Una especie marginada con instinto y habilidades de hollow, que como tal, buscará y se agrupará con otros de su calaña . Con un inmenso vacío en su interior... Devorándolo todo a su paso." -explicó regodeándose en su teoría. - "¡Fantástico!"

La chica se dio la vuelta y se hizo un ovillo sobre si misma, escuchando el chaparrón de barbaridades provenientes de la boca del hombre. Y aprovechando que estaba distraído en sus fantasías, se hizo con otra de las peculiares armas del capitán.

"Así que ahora los dos estamos condenados a muerte¡Ja¿Qué te parece?" -sonrió triunfante. - "Mientras mi alma resurge nuevamente, la tuya estará torturándote por siempre."

"... prefiero que compartamos un mismo destino." -le soltó ella de golpe. Aquel monstruo había conseguido darle fuerzas una vez más. Y de un ágil saltó se abalanzó sobre Adachi, lista para clavarle uno de sus aguijones.

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Había dejado de llover.

Ahora las gotas apoyadas en los cristales se dejaban resbalar buscando a sus compañeras para terminar en una lágrima.

Qué absurdo...

No soy capaz de llorar y sin embargo la ventana sí lo hace...

Estábamos los dos solos en la habitación. Kuchiki Rukia y yo.

Cada uno a un lado de la pared, uno en frente del otro pero sin mirarnos a la cara.

Ninguno hablaba. No era necesario porque el silencio traía consigo gritos desgarradores proveniente de nuestros corazones.

"Está amaneciendo." -anunció ella, sin dirigir su vista al exterior. Hacía rato que las antorchas se habían apagado.

"Sí." -me limité a añadir.

"El capitán todavía no ha vuelto."

"Aún es pronto."

"Sí."

Por extraño que pareciera, el cuartel de la división trece estaba vacío. Nosotros éramos los únicos que se habían quedado en el recinto.

Todos los demás miembros, al vernos llegar con Kaien, habían ido a preparar los diferentes rituales para el duelo. Mientras que los pocos oficiales que quedaban con vida tras la masacre de los hollows y la de la propia Miyako, se encargaban de los otros cadáveres y de anunciar la mala noticia al resto de divisiones.

Probablemente los demás capitanes y tenientes no tardarían en acudir al lugar a ofrecer el pésame, y a ayudar con los preparativos. El funeral de un shinigami del rango de un teniente, y más todavía proveniente de una familia noble como los Shiba, requería festejos que afectarían hasta a los primeros distritos del Rukongai.

Dejé escapar un suspiro.

Me sentía completamente estúpido e inútil esperando en un lugar como ese. No estaba bien dejar a Kuchiki-san sola en esas condiciones, pero me carcomía la consciencia por haber abandonado la búsqueda de mi capitana... El no sentir ni una mísera parte de su reiatsu y que no hubiera acudido a la clínica era realmente preocupante.

Ya habíamos tenido bastantes desgracias ese día como para pensar en otras más... Por eso mismo, me aferraba a la insegura esperanza ciega, y me repetía a mi mismo una y otra vez, que cuando el capitán Ukitake u otro dirigente del gotei 13 apareciera, reanudaría mi búsqueda... Y la encontraría.

Estaba viva... Tenía que estar viva... A pesar de ese extraño sentimiento que me contagiaba.

La puerta de aquella habitación se descorrió de golpe sacándome de mis pensamientos. Dos figuras aparecieron en el umbral.

Inmediatamente, realicé una reverencia y mantuve mis ojos clavados en el suelo.

"Shiba-san, Ukitake-Taicho..." -comencé con voz temblorosa, tratando de buscar las palabras adecuadas.

Pero el capitán de la décimo tercera división no me dejó continuar; apoyó su mano sobre mi hombro haciéndome ver que comprendía lo que sentía.

Poco a poco, fui levantando la cabeza y me encontré con el rostro de un peculiar hombre. Podía adivinarse que se trataba del hermano de Kaien, aunque sus facciones toscas no contribuyeran a ello. Él no me miró siquiera, tenía sus ojos puestos en otra persona; de no haber estado Ukitake presente, habría jurado que la habría matado con sus propias manos.

El hermano Shiba, apretó fuertemente los dientes enrabiado y avanzó con paso decidido hacia la shinigami.

Kuchiki Rukia alzó su cara con tristeza, pero al mismo tiempo segura de si misma, y le devolvió la mirada al hombre.

"¡Asesina¡Hija de la gran puta!"

Los tres shingamis abrimos los ojos como platos al oírlo hablar. Sentí un escalofrío recorrerme la espalda.

Aquel hombre estaba demasiado consternado, y su agresividad garantizaba malas consecuencias...

Tomó a Rukia por el cuello y la levantó en el aire, ahogándola con sus fuertes dedos.

"¡Ganju-san!" -exclamó Ukitake, intentando que la soltara. - "¡Por favor!"

Pero éste lo ignoró por completo.

"¡Maldito shinigami¿Qué significa eso de que no pagarás por tu crimen¡Ya lo creo que lo pagarás¡Voy a partirte en dos!"

En ese instante, el mencionado Ganju se desplomó en el suelo, al igual que Rukia.

Ukitake había detenido sus intenciones con un silencioso bakudouh.

"¡No podéis dejarla vivir después de lo que ha hecho!" -le espetó, el hombre al capitán.

La joven Kuchiki comenzó a temblar de nuevo.

"Ha sido un accidente. ¿Cuántas veces más he de repetirte lo que ha ocurrido¡Ese hollow se apoderó de tu hermano! La única forma de detenerle era terminando también con él." -le dijo. - "Fue la zampakutou de Rukia la que se encargó, pero de no haber sido así, yo mismo tendría que haberlo hecho." -aseguró.

Ahora otro río de lágrimas bañaba el rostro de la chica.

"¡Todos los shinigamis sois iguales¡Maldito sea el día en que Kaien se convirtió en uno!" -prosiguió el noble. - "Lo solucionáis todo con la muerte. Con esa tontería del honor y las reglas, sois capaces hasta de asesinar a vuestros propios compañeros. ¡Me dais asco!"

De forma inconsciente, recordé aquel tiempo en el que yo también odiaba a los shinigamis y me parecían unas personas frías y sin escrúpulos capaces de dar muerte a cualquiera. Él nos veía igual...

¿O es que realmente nos habíamos convertido en eso¿Habría cambiado yo también?

"Os odio... Mierda... Veis cómo uno de los vuestros está muriendo y no movéis ni un dedo para ayudarle. Le habéis dejado morir." -murmuró. Estas palabras ocasionaron que Rukia dejara de temblar y mirara a su capitán, que ahora parecía por primera vez en su vida muy enfadado. - "No tenéis ningún tipo de sentimientos, os resbala todo¿Eh¿Quién llorará la muerte de mi hermano¿QUIÉN¿Ella¡Su Asesina¡Que para como no pagará por su crimen¿Qué clase de estúpidas leyes tenéis aquí, eh¡SHINIGAMIS DE MIERDA!"

"Shiba Ganju-san" -dijo Ukitake tratando de mantener la calma. - "Le sugiero por su bien que deje de vociferar y se calme."

"¿Qué me calme?" -repitió, poniéndose en pie a duras penas, debido al conjuro del capitán. - "Lo que ocurre es que a diferencia de vosotros, sí tengo corazón y cerebro. ¡Si no se hace justicia, juro que la mataré con mis propias manos!"

Rukia se estremeció, cuando el hombre se giró hacia ella.

"Me he quedado con tu cara Shinigami. No la pienso olvidar." -le aseguró. - "No importa cuanto tiempo pase, pero no descansaré hasta verte muerta."

Tal vez fue porque no pudo soportar más las crueles palabras de aquel hombre, pero en ese instante, la joven se precipitó hacia la puerta y echó a correr para escaparse lejos del cuartel; lejos de todo.

"¡Kuchiki Rukia¡Vuelve aquí!" -le ordenó su capitán. Pero ella siguió huyendo.

"Si no fuera culpable no se habría ido..."-murmuró el hombre.

Ukitake lo miró desesperado, no podía irse y dejar a esa bomba a punto de explotar fuera de su vista. Además de que pronto llegarían otras personas importantes y no debía moverse de allí.

Clavó sus ojos castaños en mi.

"Toushiro..." -comenzó.

No hizo falta que dijera nada más.

Asentí y salí en busca de Rukia.

La brisa del amanecer se me colaba por los huecos del kimono, fresca y agradable tras la lluvia. De haber sido en otro momento diferente, me hubiera parado a disfrutar aquella fantástica sensación que seguro era capaz de apaciguar a cualquier espíritu.

"¡KUCHIKI RUKIA!" -la llamé a voz en grito, con la esperanza de que se detuviera.

Tan sólo iba unos metros por delante de mi. Era toda una suerte que no tuviera mas que el rango de un simple oficial de tercera, y no pudiera ir más rápido.

Por lo visto no tenía intención de pararse.

Realicé un esfuerzo sobrehumano, tentando a la suerte, y elaboré un shumpa bastante corto, pero lo suficiente para colocarme delante suyo y darle alcance.

Al verme aparecer repentinamente a su lado, se detuvo en seco. Nuevamente tenía los ojos desbordados.

"Escúchame," -le dije agarrándola del brazo. - "No puedes irte de allí ahora. Si lo haces perderás puntos a tu favor, aunque sepamos que no eres una asesina."

"¡Cállate!" -me espetó de golpe enrabiada. - "... no vuelvas a repetir eso. Su hermano lleva razón...Yo..."

"¡Deja de decir tonterías¡Tu teniente ha muerto¿Quieres hacer el favor de pensar con la cabeza y volver al cuartel?" -dije levantando la voz más de lo normal, al tiempo que tiraba de ella.

No debí hacerlo, porque acto seguido ella me propinó un buen puñetazo en la mejilla.

Me tambaleé unos instantes aturdido por el golpe. Ella me miraba llevándose las manos a la boca, incapaz de creerse lo que acababa de hacer. Era evidente que se había dejado llevar por la rabia interna.

"Pasaré por alto que hayas agredido a un superior si vuelves al cuartel, Kuchiki." -le aseguré ahora mucho más calmado, intentando al mismo tiempo tener autoridad sobre ella.

La joven negó con la cabeza.

"No me obligues a tener que arrastrarte por la fuerza." -le repetí, llevándome la mano a la empuñadura de Hyourinmaru para demostrarle que iba en serio.

"Teniente Hitsugaya... Sé que soy una cobarde pero... No me haga volver a ver a ese hombre, por favor." -me suplicó. - "Todavía no puedo."

Dude por unos instantes y finalmente aparté mi mano de la zampakutou.

Dejé escapar un suspiro.

"Está bien."

La chica levantó la cara y me miró atónita.

Me crucé de brazos.

"Todavía está muy reciente. Es normal. Siempre lo pasan peor las personas que se quedan que las que mueren. Pero hay que saber enfrentarse a la muerte." -le aseguré. -"Con el tiempo las heridas se van curando... Siempre habrá personas a tu alrededor que se preocupen por ti y te ayudarán a seguir adelante."

Probablemente Rukia no comprendía del todo a qué me refería. Ella había nacido en el Rukongai, por lo tanto, nadie la había rescatado de su propia muerte.

Tal y como Hinamori había hecho conmigo...

Recordé que había hablado con ella hacía unas horas escasas y habíamos discutido.

Eché un leve vistazo a la calle donde nos encontrábamos. Justamente al lado de la quinta división. Qué oportuno... Tal vez tendría ocasión de verla y pedirle perdón.

Y... Darle las gracias a su capitán Aizen.

"Ahora que Kaien se ha ido... Dudo que alguien se preocupe por mi." -murmuró Rukia apenada, sacándome de mis pensamientos.

La verdad era que la chica no había tenido ni una señal de apoyo o de cariño desde lo que había ocurrido. Era normal que pensara de esa manera.

Sabía que es lo que debía hacer, pero no me atrevía. Aunque era lo apropiado...

Me acerqué a ella.

"Ven..."

Y tomándola por sorpresa la abracé y la estreché con fuerza.

Ninguno de los dos dijo nada más. No hacía falta. Rukia aceptó el abrazo de buena gana y rompió nuevamente a llorar pegada a mi hombro.

"Gracias..."

"Vaya, Hitsugaya- fukutaicho..." -nos sorprendió una voz por detrás. - "... así que es cierto: Te has vuelto todo un experto en hacer llorar a las chicas."

El shinigami llevaba al hombro la espada de bambú de los entrenamientos , y nos observaba apoyado en la pared.

Nos separamos y le dimos la cara al chico que nos repasaba con curiosidad.

"Supongo que aún no te has enterado¿No es cierto Izuru?" -lo corté, cambiando el rumbo de la conversación.

"¿Enterarme de qué¿De que has vuelto a hacer llorar a Hinamori? Y... A Rukia..." -agregó alzando una ceja. - "¿O hay algo más que debería saber? Espero que Abarai no se entere porque es capaz de..."

"¿Qué soy capaz de qué?"-preguntó el aludido, apareciendo por detrás, con la espada ya desenfundada. - "¿De pegarte una paliza en el entrenamiento¡Eso dalo por supuesto!"

Entonces reparó en nosotros dos.

"Rukia..." -se sorprendió. - "... y el teniente Hitsugaya." -agregó sin salir de su asombro. - "¿Qué hacéis por aquí los dos y tan temprano?" - inquirió, recapacitando en las palabras de su compañero.

"Kaien ha muerto." -pronunció ella con voz aún temblorosa.

Los dos miembros de la quinta división empalidecieron al instante.

"¿Ha muerto?" -repitió Renji atónito. - "¿Cómo...¿Qué ha ocurrido?"

Incapaz de volver a contar una vez más la misma historia, la chica se abalanzó sobre el pelirrojo y comenzó a llorar desconsolada abrazándolo.

"Ha sido todo culpa mía Renji..." -sollozó.

El chico la rodeó con sus fuertes brazos, haciéndola parecer aún más pequeña de lo que era.

"Vamos... Cálmate ¿vale?" -le susurró, peinando su melena azabache con los dedos. - "Tonta, seguro que no ha sido culpa tuya. Enseguida quieres tener la culpa de todo. Llora todo lo que quieras y desahógate conmigo."

Medio esbocé una sonrisa, al verles así.

"¿Ves Rukia? Siempre habrá personas a tu alrededor que se preocupen por ti y te ayudarán a seguir adelante."

"Lamento lo ocurrido." -se disculpó Izuru apenado.

No dije nada. Tan sólo asentí con la cabeza y rehuí su mirada.

Odiaba profundamente tener que hablar con él.

Siempre que lo encontraba, el tema de conversación era el mismo: Hinamori. Y ahora mismo yo no me veía capaz de hablar sobre ella. Menos todavía, adivinando que él ya sabía lo de nuestra discusión.

"Ya no tiene sentido que vayamos al cuartel. Se habrá declarado el luto oficial." -suspiró el chico. Luego agregó: - "...Hinamori-kun no tardará mucho en venir. Había quedado con nosotros."

Otra vez un escalofrío.

"¿Vas a hablar con ella no es cierto? Te disculparás al menos."-insistió.

"Escucha Kira, no es momento para que me digas eso. Además, es cosa mía."

"¿Cosa tuya?" -inquirió. - "Hinamori es mi amiga, mi compañera y al contrario que tú parece que yo sí me preocupo por su bien estar. Estoy convencido de que la quiero mucho más."

Aquello me hirvió la sangre.

"No sé cómo puede preferirte... Espero que abra los ojos de una maldita vez y..."

"¡Ya basta!" -le ordené.

El chico calló de inmediato. Al igual que Rukia y Renji que mantenían su propia conversación sobre lo sucedido en el bosque.

Los ojos azules de Izuru me fulminaron asqueados.

Iba a contestarle, cuando entre aquel silencio y aparente tranquilidad sentí algo...

... Muy débil...

... Casi imperceptible...

Me di la vuelta desesperado tratando de averiguar de dónde venía.

Los tres se me quedaron mirando confundidos.

"¿Qué es lo que ocurre?" -preguntó Rukia.

"¿Ese reiatsu¿No lo notáis?"

"Puedo sentirlo." - corroboró Renji. - "Lo conozco, pero es diferente..."

"Viene de..." -murmuró Kira.

Renji soltó a Rukia y se aproximó a una baldosa del suelo. La levantó con poco esfuerzo.

Los cuatro nos quedamos mirando intrigados la obertura: Oscuro... Vacío...

"Las alcantarillas"

Sin dudarlo un segundo más, me precipité de un salto a su interior.

"¡Teniente Hitsugaya!" -me llamó Kuchiki.

"Voy a buscarla." -le informé, echando a andar hacia el lugar del que la energía se hacía más notable.

"Idiota..." -escuché al pelirrojo que decía desde el exterior. - "Por ahí abajo es fácil perderse..."

Y dicho esto, también se dejó caer por aquel orificio.

Tanto Rukia como Kira se miraron, y asintieron a la vez, lanzándose tras Abarai.

Ahora los cuatro estábamos dentro.

"Es por aquí." -informé, no muy seguro de lo que decía. Pero ellos me siguieron y comenzamos a caminar decididos, dejando la baldosa fuera de su sitio...

To be continued...


Drama, drama, drama? XD Sí! Un capítulo un tanto dramático! Y la cuenta atrás asegura que todavía nos queda uno. Aunque en el siguiente, como podréis adivinar, si está Renji tendrá menos cosas serias... El personaje es capaz de soltar la parida mayor hasta en su lecho de muerte XDD

Espero que no os haya aburrido mucho con este capi... Bastante largo, por cierto. Bah! Ya debéis de estar acostumbrados! XDD

¿Qué creéis que va a pasar ahora¿Cómo terminará la historia? Sugerencias, comentarios, críticas, teorías... Todo lo que queráis expresar o decirme en un Review! Así que ya sabéis ;)

Sobre todo muchas gracias por leer todo esto. Os recuerdo que sin vosotros, no habría historia. GRACIAS!

Y ahora...


LA PREVIEW!

ATENCIÓN! ESTA VEZ LA PREVIEW TIENE SPOILERS DEL MANGA

Aunque son fundamentales para comprender la historia en su totalidad...

Naleeh: Bienvenidos a mi programa especial y privado de después de cada capítulo!

Hiyori: Me quiero ir ¬¬

Hirako: Holas! (saluda con la mano)

Hiyori¿Por qué narices hemos tenido que venir aquí?

Hirako: Tssk... A mí no me lo preguntes. Yo sólo vine porque me dijeron que saldrían Vizards.

Hiyori: Sí, y lo único que hemos encontrado es un hombre tan triste como tú. Ese tiene de Vizard lo que yo de flor encantadora.

Naleeh: Venga... No os pongáis así. No os ha gustado el capi?

Hirako: Tsssk... No mucho.

Hiyori: Ha sido una auténtica mierda. ¿Para cuándo la sangre y la violencia?

Naleeh: Ainss... -.- Para el siguiente?

Hiyori: Más te vale, porque si no vas a matar a más de uno de aburrimiento.

Hirako: Eso sí es una muerte triste.

Naleeh: Y hablando de muertes tristes... Jeje... A que no sabéis a quiénes les toca reencarnarse en el siguiente capi?

Hiyori y Hirako miran a Naleeh asustados... Los mira a los dos con una cara muy rara.

Hirako: con esa cara de loca se parece a ti...

Hiyori: Prefiero no contestar a esa pregunta. Que lo haga otro...


No sé si la preview os habrá desvelado algo o todavía os tiene más confundidos. De todas formas...


REVIEW PLIS