Tras taitantos días, semanas, meses y más sin actualizar... Naleeh vuelve a las andadas!
Eh... Esto... No me matéis, vale? U
Tengo varias excusas y eso... Pero me las voy a ahorrar. Os prometo que ya no dejaré esta historia de lado. Por un lado porque ya la tengo acabada. Ésta y los primeros capítulos de su "continuación". Y por otro lado, porque este es el último capítulo y el epílogo que subiré en unos días, lo tengo escrito desde hace siglos. Eh... Sí, suelo escribir las cosas desordenadas y empezar por donde no debo.
Os agradezco de verdad que hayáis tenido tanta paciencia, y sobre todo que sigáis teniendo fe en este fic aún después de tanto. Muchas, muchísimas gracias.
Queridos lectores y revieweres... Esto ya se acaba. Os dejo con el último capítulo:
Capítulo 12: MORIR
"El último pétalo"
Se frotó la muñeca intentando calmar aquel molesto picor.
El lugar donde aquella psicópata le había inyectado su propia medicina se le resentía. Afortunadamente, aunque los efectos de la transfiguración aún eran visibles, los espasmos habían cesado y conseguía moverse casi con normalidad.
Pasó el último candado a la puerta de la habitación, y apoyó en ella su mejilla para escucharla una vez más.
Sí, seguía dentro. Ahora no conseguiría salir viva de allí. La tendría retenida en aquel sótano junto con su adorado oficial, hasta que decidiera la mejor forma de librarse de ellos. Una capitana fusionada con el alma de un hollow podía ser de mucha utilidad, pero no en ese momento.
Chasqueó la lengua preocupado antes de ahogar otra de sus peculiares risas.
Lo había infectado también a él. Eso no entraba en sus planes. ¿Hasta cuándo podría disimularlo¿Disimularlo¿Disimular el qué? Todo había llegado a un punto en el que no había vuelta atrás ni forma alguna de encubrirse. Su única salida era la muerte.
Trató de respirar con normalidad, mientras un sudor frío recorría su cuerpo. Nunca hasta ese momento había tenido miedo a la muerte. No se había parado a pensar sobre su verdadero significado. La idea ser asesinado lo aterrorizaba.
-¿Capitán se encuentra bien?
Aquella voz interrumpió su desasosiego.
Se giró hacia el recién llegado y lo escudriñó con sus voraces ojos.
De no ser porque aquel chico llevaba varios años a su servicio, habría pensado que su capitán estaba estudiando la mejor manera de deshacerse de él sin dejar rastro.
- ¿Está usted bien Adachi-Taicho? -insistió preocupado.
El hombre dejó escapar otra de sus impertinentes risas y se frotó el rostro, volviendo a aquella falsa realidad de la que todos eran víctimas.
Desde luego, el simple de su teniente no sabía nada a cerca de sus planes. Ni hubiera sido de mucha ayuda, ni hubiera comprendido la grandeza de todo lo que estaban llevando a cabo.
-Perfectamente. -mintió el hombre, esbozando una grotesca mueca.
-He escuchado gritos. Parecían hollows. Aquí en nuestra división, capitán. -explicó el chico algo asustado. - Es muy raro... ¿No siente esa terrible fuerza espiritual dispersa en el ambiente?
-¿No deberías estar con el resto de oficiales patrullando? - atacó él, ignorando su pregunta.
- Sí, capitán... Lamento haber desobedecido sus órdenes, pero como comprenderá no he podido evitar venir aquí después de haber sentido éste reiatsu...
Tadashi puso los ojos en blanco desesperado. Ya sólo faltaba que su segundo hurgara también en sus asuntos. A este paso lo descubrirían antes de lo previsto.
-No es nada de lo que debas preocuparte. -lo calló de inmediato. - Está todo bajo control... -concluyó, dándole unos toquecitos a la puerta que acababa de cerrar.
Lo hizo sin darse cuenta, pero este gesto provocó un llamamiento de atención en aquel chico. Sus pupilas se contrajeron presas del pánico.
- ¡Ese es el reiatsu de la capitana Himawari! -exclamó pegándose a la puerta. - ¡Hay un hollow ahí abajo¡Capitán! -le gritó desesperado, aguardando a que le diera la orden para ir en su ayuda.
-Tskkk... Te he dicho que todo está bajo control, maldita sea. -le dijo apartándolo. - Será mejor que te retires.
-Pero...
-¡FUERA! -le ordenó, perdiendo ya toda su paciencia.
No debió haberlo hecho, porque al alterarse, el hollow que se había fundido con su alma quiso volver a salir al exterior y comenzó a trasmutar involuntariamente.
El teniente de la tres, retrocedió asustado al ver el nuevo aspecto de su capitán.
- Qué... ¿Qué está pasando? -alcanzó a preguntar, mientras desenfundaba su Zanpakutou, dispuesto a atacar a la monstruosidad que se mostraba ante sus ojos.
No le dio tiempo a hacer o decir nada más.
Alguien lo atacó por detrás a traición. La fría hoja de una katana lo atravesó por completo dañando a consciencia órganos vitales. No lo había sentido llegar. El joven teniente no pudo reaccionar, y tan solo consiguió mirar hacia atrás para ver el rostro de su asesino.
-Capitán...? -murmuró con un último aliento.
Y antes de comprender qué es lo que estaba ocurriendo, el chico se desplomó muerto.
Tadashi Adachi, aún con la media máscara de Hollow se tambaleó dolorido incapaz de controlar aquella nueva alma que se revolvía en su interior. El aroma a sangre... La sangre de un shinigami aguzaba todos sus sentidos. Era un depredador por instinto.
El recién llegado asesino lo contempló sin inmutarse lo más mínimo, y habló con serenidad:
-Estás llamando mucho la atención Capitán Tadashi Adachi... ¿Qué más cosas has hecho hoy a parte de experimentar contigo mismo?
El aludido recobró la compostura.
- Tú tampoco eres muy discreto que digamos... -se defendió, señalándole el cadáver del suelo. - ... capitán Aizen Sousuke.
El hombre esbozó una media sonrisa.
- Qué extraña forma de darme las gracias. ¿Te estaba molestando no es cierto?
- Sí, lo es. Espero que sepas cómo disimularlo.
- Desde luego. Parece mentira que no confíes en mi después de todo.
El dirigente de la división tres ahogó una de sus risas como toda contestación. Tal vez no estuviera todo perdido. Aizen sabría cómo esconder la nueva apariencia de su alma. Él era todo un experto... Y estaban del mismo lado.
- Hay más gente que ha metido las narices en el asunto, capitán. -explicó, señalando la entrada que retenía a Hohoemi y al oficial.
- Finalmente te has salido con la tuya¿no es cierto? -dijo Aizen con calma, acercándose a la puerta y arrancando los candados a la fuerza. - Déjame decirte algo, Adachi. Asesinar a un teniente es un error necesario. Las personas aprendemos de nuestros errores. Tan sólo habrá que sustituirlo por alguien de nuestra conveniencia, al que podamos manipular. Como hemos hecho anteriormente.
Por otro lado, asesinar a un capitán es un error irreversible; ese tipo de errores conllevan sacrificios. Y dime¿Qué estás dispuesto a sacrificar tú?
La forma con la que sus ojos lo miraron tras los cristales de las gafas lo hicieron temblar.
No le respondió. Se limitó a sostenerle la mirada y a seguirlo después a través de la puerta y las escaleras de caracol descendentes.
- Es mejor de esta manera Capitán Aizen. Estuve inspeccionando el despacho de la décima división. Himawari llevaba sospechando desde hacía tiempo. Desde que planeamos la muerte de Sora. Estaba llevando por su propia cuenta una investigación al respecto. Tan sólo era cuestión de tiempo que nos descubriera.
- Ya lo sé. -contestó él.
- ¿Lo sabías¿Lo sabías y no dijiste nada?
- Como te he dicho, Adachi: estás llamando mucho la atención. Todavía no había llegado el momento de deshacernos de ella.
- ¿Ah no¿Y cuándo pensabas que llegara ése momento¿cuando tuviéramos al resto de escuadrones apuntándonos directamente a la garganta?
El hombre detuvo su paso y le dirigió una amplia sonrisa.
- Cuando la persona que más nos conviene ahora mismo que la sustituya, hubiera alcanzado su Bankai.
- ¿Su Bankai? Creía que Ichimaru ya lo dominaba.
- Por su puesto, pero tengo otros planes para él.
La Hiena lo miró confundido. Ichimaru Gin era sin lugar a dudas el mejor candidato para liderar a la décima división. Lo tenían planeado así desde hacía mucho tiempo. Un capitán que además de estar de su parte, era capaz de influenciar con un poder hipnótico a su...
- Mierda. -maldijo él, cayendo en la cuenta de que Hohoemi había desbaratado sus planes hacía tiempo, al no nombrar a Matsumoto su segunda.
- ¿Lo has comprendido ya, no es cierto? -sonrió. - Me estoy acostumbrando a trabajar con niñatos soñadores. Dales tu confianza, hazles creer que tienes fe en ellos, deja que te admiren y podrás manejarlos a tu antojo. Tiene bastante talento. Tan sólo habríamos tenido que esperar unos meses más. Todavía no era el momento.
Adachi chasqueó la lengua fastidiado, al tiempo que abría la última puerta que daba a su peculiar laboratorio.
Estaba vacío.
- ¿Qué? -se sorprendió al entrar en la sala. - ¿Dónde... A dónde?
- Han escapado. -anunció Aizen, sin perder la calma, señalándole una baldosa del suelo que no encajaba del todo con las demás.
Dejó escapar un largo y profundo suspiro antes de acuclillarse en el suelo.
No se encontraba bien. Tenía frío.
La verdad que no era una persona friolera, ni tampoco la temperatura había descendido tanto tras la lluvia. Podría decirse que la brisa que acariciaba su rostro era agradable. Sin embargo en ese momento, le hubiera gustado volverse a su habitación, echarse en el futón y desaparecer del mundo al menos una semana.
Sí. Necesitaba desaparecer. Esfumarse sin dejar rastro. Como la llama de una vela ya consumida.
Aunque quizás ya lo había conseguido...
Si se paraba a pensar detenidamente ¿Le importaba realmente a alguien¿Se darían cuenta si faltaba al entrenamiento¿Se habría convertido ya en alguien invisible? Tal vez...
Últimamente nadie tenía tiempo para conversar. Nadie escuchaba sus preocupaciones. Todos le daban esquinazo. Absolutamente todos.
Incluso en ese momento.
Llevaba cerca de un cuarto de hora esperando a Kira y Renji como una idiota. Éste último solía llegar tarde a todos sitios, pero Kira...
Dejó escapar otro suspiro.
Ni siquiera Kira había acudido para estar con ella. Tal vez nunca debió contarle que había discutido con Hitsugaya. Siempre parecía molestarse cuando mencionaba algo de la relación que tenía con el teniente. Aunque en ese momento... ¿Qué había sido de los dos? Ya nada era como al principio. Absolutamente nada.
¿Tendría razón¿Sería muy pronto para que la nombraran oficial? Había trabajado muy duro para conseguir el ascenso. Se había alegrado infinitamente cuando su capitán se lo había propuesto y había aceptado de inmediato. Sin pensar. Tal vez habría tenido que rechazarlo.
Pero... ¿Por qué?
No comprendía porque él había reaccionado de esa manera, tachando a su capitán de insensato. Si muchas veces habían estado de acuerdo en que Aizen era un buen ejemplo a seguir.
¿Cómo podía dudar de la palabra de un capitán¡De un hombre mucho más experimentado que él! El capitán Aizen llevaba muchos años a cargo de la división cinco... Y Hitsugaya tan sólo era un teniente respaldado por una mujer que lo llamaba genio.
Definitivamente, Aizen Sousuke era mucho más consciente que cualquier otra persona, de lo que significaba ascenderla. Por que él, a diferencia de todos los demás, sí creía en ella.
Alentada por este pensamiento, Hinamori Momo se puso en pie y tomó rumbo hacia la sala de entrenamientos. No le importaba que el resto no hubiera aparecido o la hubieran dejado sola. Debía demostrarles que se merecía el puesto. Ese y mucho, mucho más.
No descansaría. Lo haría por ella misma. Por su capitán... Ser teniente sería su nueva meta.
Torció la esquina con paso decidido y avanzó en dirección a la puerta del cuartel. Pero cuando estaba apunto de alcanzarla, algo la hizo tropezar y cayó de bruces al suelo.
De no haber puesto las manos se habría abierto la frente. Con las palmas y rodillas doloridas, giró la cabeza para alcanzar a distinguir qué era lo que se había interpuesto en su camino.
Maldijo a toda la división cuatro cuando vislumbró la baldosa que daba a las alcantarillas fuera de su sitio. Aún había tenido suerte de caer en llano, y no haberse precipitado por el agujero que habían dejado a la vista.
- Deberían avisar o algo de que dejan esto por aquí cuando se ponen a limpiar. Alguien podría hacerse mucho daño... -masculló, volviendo sobre si misma y cogiendo la pesada baldosa entre sus brazos. - Si os quedáis encerrados lo lamento mucho pero...
Justamente en ese momento, cuando estaba a punto de recolocarla en su sitio, sintió sus energías espirituales. Allá abajo... Provenían de los pasadizos del subsuelo.
Dejó caer la losa de piedra extrañada y permaneció un rato de pie, intentando averiguar cuántos eran, quiénes eran y sobre todo qué hacían allí.
Cerró los ojos: Kira-kun... Abarai-kun... ¿Rukia-san?... ¿Hitsugaya-kun?
Los volvió a abrir sorprendida. ¿Qué hacían todos ellos ahí abajo? Por más que le daba vueltas no conseguía averiguarlo.
No muy segura de lo que hacía, descolgó sus piernas por la apertura y se dejó caer al interior.
Pasó varios minutos siguiendo el rastro de los farolillos encendidos en los laterales. Aquel lugar, estrecho, húmedo y sin apenas visibilidad, era un verdadero laberinto. De no haber tenido como punto de referencia las luces que los otros shinigamis habían ido dejando tras su paso, se habría extraviado en su búsqueda.
Una vez bajo el suelo del Sereitei era muy difícil concretar de dónde procedía el reiatsu que deseaba seguir. El poder del muro sagrado se lo impedía.
Primero intuyó que si seguía las luces todo iría bien y pronto daría con sus amigos. Sin embargo, tras otro buen rato de marcha, los pasadizos con luces encendidas se cruzaban en varias direcciones. Algunas veces volviéndose contradictorias. Como si no fueran ellos los únicos que estaban dando vueltas por aquel mismo trozo.
Llegado este punto se vio incapaz de continuar. Y cuando quiso desandar el tramo hasta una de las entradas no supo regresar. Tampoco se encontró con nadie que la guiara.
Se había perdido.
Se sentó bajo el brillo de una de las lámparas. Desde allí podía ver el agua seguir su recorrido.
Un escalofrío le recorrió la espalda. Sabía que si permanecía ahí quieta, tarde o temprano alguien acudiría a apagar la luz. Entonces de forma patética le contaría su historia, pero al menos volvería a la superficie y acompañada.
Sin embargo algo la intranquilizaba. Recordaba las leyendas urbanas sobre monstruos y experimentos fallidos con shinigamis que había escuchado... No es que fuera cierto, pero el capitán de la división 12 tenía muy mala fama entre todos los shinigamis del Gotei 13. Eran crueles con él atribuyéndole semejantes barbaridades. Había llegado a sus oídos, que una vez había convertido a uno de sus propios oficiales en una temible gamba bicéfala, y que ahora habitaba en las profundidades del agua de las alcantarillas.
Por no hablar de una rata gigante con cerebro de mono y unas plantas verdes carnívoras que también decían había puesto a germinar en el "ecosistema alcantarilla".
Hinamori dejó escapar una nerviosa risa.
Era muy mayor para creerse esos cuentos. Había que reconocer que el capitán Kurotsuchi era un hombre bastante extraño, pero no lo veía capaz de hacer algo así. Todos los capitanes son, al fin y al cabo, responsables.
-Una gamba bicéfala... Já... Qué tontería...
Pero justamente en ese instante, una presencia tras suyo la hizo brincar del susto. No había sentido a nadie llegar, y el horror subconsciente de encontrarse de golpe con el oficial de dos cabezas de marisco, había podido con ella.
No fue esta aberración la que halló. No obstante, esta otra llegada también se le hizo de extrañar. Y fue en mayor medida aterradora.
- ¿Hohoemi- Taicho? -preguntó con un hilo de voz, no muy segura de que fuera ella. - ¿Es usted capitana?
La mujer avanzaba torpemente, tambaleándose y apoyándose en las paredes. Tenía muy mal aspecto. Estaba gravemente herida en algunas zonas del cuerpo. De ellas manaban borbotones de sangre que se averiguaban bajo la ropa echa jirones. Le costaba trabajo respirar y no se percató de que Hinamori se encontraba con ella hasta que prácticamente la chica corrió a su lado y la ayudó sirviéndole de apoyo.
-¡Capitana¿Qué le ha ocurrido¿Quién le ha hecho esto? -exclamó apresurada.
Esta entreabrió los ojos y miró a Momo confundida.
-Te conozco... -alcanzó a decirle.
- Soy Hinamori Momo, estoy en el grupo cinco, capitana... -le informó la chica. - Me ha visto algunas veces en su división cuando...
-... Con Hitsugaya -le interrumpió.
-Sí...
La mujer hizo un esfuerzo por mirarla a los ojos y tratar de ordenar sus pensamientos.
-Hinamori, el capitán...el culpable... -volvió a hablar. - Es Adachi... Dijo que había otro... Díselo a Toushiro.
-¿Qué? -inquirió esta sin entender. - ¿A qué se refiere?
Himawari intentaba por todos los medios decirle algo importante. No obstante, no estaba segura de que Hitsugaya supiera interpretar aquello. No lo entendía.
Debía estar delirando a causa de los daños.
-Mátame ahora. Por favor. -le suplicó entonces.
Abrió los ojos de par en par horrorizada. Esto otro sí le había pillado desprevenida.
-¿Qué? -murmuró. - Nada de eso. Voy a llevarla con Unohana. Ella podrá curarla. No se preocupe. Solo tiene que resistir un poco más. -le aseguró, soportando todo su peso sobre sus hombros. -Verá como se pone bien.
Himawari negó con la cabeza.
-Nadie puede curarme... Mátame antes de que vuelva y escapa… Dile a Hitsugaya... Por favor.
-¿De que vuelva¿Quién?
No hizo falta que le contestara.
Tan repentinamente como ella había aparecido, otra figura mucho más grande, salió de entre las sombras.
Tenía aspecto en su mayor parte humano e iba vestido con lo que parecía ser un uniforme de shinigami. Debía medir un poco más de dos metros, lo cual lo volvía sobrecogedor. Sin embargo, su lado más terrorífico era la máscara que le cubría el rostro.
-¿Qué...?
Lo observó atemorizada con los ojos fuera de las órbitas. Enseguida comprendió que aquel ser era el que había herido a la capitana. Lo cual le dejaba muy claro que ella no tenía nivel suficiente para enfrentarse a él... Y moriría.
Pero no tenía otra salida.
Soltó a la mujer y la depositó con cuidado en el suelo.
El medio shinigami medio hollow dejó escapar un bramido que le heló la sangre. Pero ella estaba lista. Desenfundó a Tobiume y la interpuso entre la monstruosidad y ellas dos.
Él se le abalanzó con las fauces abiertas.
Entonces, cuando fue a detener el impacto, observó con horror que aquel ente iba armado también con lo que parecía una zanpakutou...
¿Cómo es posible?
De un ágil salto consiguió esquivar el arma de milagro. Pero al hacerlo, dejó desprotegida a Himawari. El extraño Hollow iba a por ella. Le había dejado vía libre.
-¡Hohoemi-Taicho! -gritó Hinamori inútilmente.
Corrió hacia ella en un último intento desesperado de defenderla.
Entonces ocurrió algo sorprendente. La capitana se puso en pie, para su asombro, y consiguió bloquear con una fuerza asombrosa el golpe que le iba a infligir el monstruo. Éste fue lanzado con gran estrépito hacia una de las paredes.
Hinamori miró a la capitana más que sorprendida.
¿Cómo había hecho eso en aquel estado?
La respuesta vino de inmediato cuando Himawari se dio la vuelta hacia ella. Su apariencia había cambiado. Ahora tenía ante sus ojos una criatura de la misma naturaleza que la que las había atacado. Una máscara de hollow le cubría la cara por completo.
Comprendió porqué había pedido que se deshiciera de ella.
"Nadie puede curarme"
Un hollow se había fusionado con su alma. No tenía solución. Solo muerte.
Contempló de reojo al otro monstruo al que había embestido Hohoemi. Volvía a incorporarse, y aunque parecía algo mareado, viró hacia ella con sus temibles fauces abiertas.
A su otro lado, la que había sido la dirigente de la división diez, avanzaba hacia ella con la misma voracidad.
Estaba rodeada.
Lo creyó todo perdido. No comprendía muy bien nada de lo que estaba ocurriendo. Parecía tan insólito y tan lejano como aquella vez, aún en la academia, en la que habían sido atacados por hollows gigantes. Pero igual de real.
Aquella vez habían tenido la suerte de ser ayudados en el último momento. Pero... ¿Quién iba a encontrarla allá abajo¿Quién daría con ella si el miedo le impedía gritar?
De pronto la hoja extensible de una zanpakutou pasó veloz ante ella y empujó a Himawari empotrándola contra la pared.
Ahogó una exclamación. Antes de poder volverse hacia Renji, que blandía a un liberado Zabimaru, alguien la tomó por la muñeca y de un fuerte tirón la sacó de todo aquello. Justo a tiempo. De haber tardado dos segundos más, la otra monstruosidad habría acabado con ella.
-¡Hitsugaya-kun!
Pero el chico pareció no escucharle. Su rostro estaba enmarcado por una determinación abrumadora. En lugar de tratarla con delicadeza y reconfortarla con dulces palabras. La rabia acumulada iba ejerciendo más y más presión en su muñeca.
Se giró hacia Kira y Rukia, que intentaban que éste último hollow retrocediera, mientras por el rabillo del ojo vigilaba a Renji que se encargaba del otro.
-¡Rukia! -llamó a la chica, acudiendo a su lado.
Le arrojó a Hinamori con fuerza.
-¡Llévatela de aquí e ir a buscar ayuda!
-¡Entendido! -exclamó ella, agarrando a una muy confusa Hinamori.
-¡Kira! Tú ve a ayudar a Abarai con el pequeño, yo me encargo de este. -dijo encarándose al Hollow.
-Muy bien. -anunció el rubio, retrocediendo y acudiendo junto al pelirrojo.
Mientras, la chica de la décimo tercera división, trataba de huir arrastrando a Momo. Pero ella, aunque confundida y asustada, había tenido la oportunidad de comprender algo de lo que estaba ocurriendo.
Lanzó una mirada a sus dos compañeros, y tratando de evitar algo terrible gritó:
-¡No lo hagáis¡Estos hollows son shinigamis¡Es la capitana Himawari!
Todo pareció detenerse tras el grito de Momo.
Renji y Kira bajaron sus zanpakutous y observaron al monstruo con desconfianza. Rukia dejó de correr y soltó a Hinamori. Por mi parte, la seguridad que había tenido hasta entonces se esfumó por completo y apareció el miedo.
Observé horrorizado las ropas de ambos. El pequeño ante Abarai e Izuru, llevaba el haori de mi división hecho jirones.
No podía ser cierto...
Pero para corroborar lo que había dicho la chica, y las sospechas que contemplaban mis ojos, éste último empezó a trasmutar. Queriendo controlarse, mi capitana cayó al suelo temblando en unos terribles espasmos. Sí era ella.
Atónito corrí a su lado dejando todo lo que estaba haciendo. El resto también acudió a rodearla, olvidando por completo la otra amenaza que acechaba tras nuestro.
Observé a las dos chicas y más en concreto a Momo.
Puede que ella supiera algo, pero debía marcharse de allí. Necesitábamos ayuda. Más en mayor medida en aquel momento.
-Marchaos las dos y traed a Unohana. -les pedí impaciente.
-Ni hablar. Nadie va a ir a ninguna parte.
Esa voz clara y tajante sonó a nuestras espaldas.
El capitán de la tercera división, Tadashi Adachi se encontraba también entre nosotros.
Podría haber sido una buena ayuda, sin embargo sus palabras me desconcertaron.
-¡Es mi capitana! -le exclamé horrorizado, viendo como ella agonizaba. - ¡Si no vamos a por ayuda morirá!
El hombre me miró con indiferencia y aprensión.
Todos aguardábamos una orden directa y útil. No obstante lo que dijo fue algo totalmente diferente e imprevisible.
-Esa ya no es tu capitana, chico. Un hollow se ha apoderado de ella... Pobrecilla. Lo más sensato es que disfrute del mismo destino que Miyako y Kaien-dono.
El rostro de Rukia empalideció por completo al recordar lo ocurrido hacía pocas horas. Estaba temblando.
-No hay otra alternativa. -sonrió.
Entonces de forma despreocupada, se acercó al otro hollow-shinigami que habíamos conseguido inmovilizar y se ensañó con él de una forma salvaje y repulsiva.
Los gritos y bramidos resonaron en mis oídos hasta que finalmente su agonía se calmó rindiéndose a la muerte.
Luego, Tadashi limpió la hoja de su katana con el haori blanco de su uniforme y se acercó a nosotros con paso decidido.
Todos estábamos temblando. Después de haber visto lo que acababa de hacer, adivinábamos que pensaba hacer lo mismo con Himawari. Aunque tal vez se encontraba en lo cierto, no pensaba dejar que la asesinará de una forma tan cruel. Quizá... Quizá si habría otra solución.
Me interpuse entre ambos. No iba a permitir que la tocara.
-¿Cómo... Cómo sabe usted lo que le está ocurriendo realmente¿Por qué decide de esa manera sobre la vida y la muerte¡También es capitán de las trece divisiones! -le espeté enfurecido.
Al levantar la voz, mi capitana entreabrió los ojos.
-Apártate chico, no tienes ni idea de lo peligrosa que puede llegar a ser. -explicó. - Puede decírtelo tu compañera ¿Verdad Kuchiki?- Rukia lo miró temblorosa. - Kaien dono agradeció que acabaras con él de esa forma... Es lo mejor. Ella también lo querría así... ¿No es cierto jovencita? -paró entonces sus fieros ojos en Hinamori. - ¿Tengo o no tengo razón?
La chica frunció el ceño confusa.
-¿Cómo lo ha sabido?
Una mano se posó entonces sobre el hombro de Hinamori. Primero la chica se asustó, como todos nosotros, pero luego agradecimos profundamente su presencia y sus elocuentes palabras.
-Buena pregunta Hinamori-kun... - habló el recién llegado. - ¿Tienes algo más interesante que contarnos, Adachi-Taicho?
-Capitán... -murmuró Kira.
-¿Qué es lo que hace aquí¿Cómo nos ha encontrado?
- Estaba preocupado. Llegabais tarde al entrenamiento... -contestó Aizen. - Os dejasteis la baldosa a las alcantarillas mal colocada y me llamó la atención que bajarais hasta aquí. Ahora comprendo por qué. -concluyó, clavando su mirada en el capitán de la tres.
Éste lo observó como si no entendiera sus palabras.
-Aizen... ¿A qué ha venido eso? -soltó el capitán irritado. - Sabes muy bien lo que debemos hacer.
Miré a los dos capitanes confundido.
El hombre sonrió esto último.
-Desde luego. Combatir las amenazas, sin duda.
Entonces mucho más rápido de lo que mi pupila pudo captar. Aizen desenfundó y clavó el filo de su zanpakutou en el hombro de Tadachi. La sangre del capitán manó a borbotones. Se revolvió herido hincándose de rodillas en el suelo.
-¿Qué demonios estás haciendo Aizen? -le espetó.
Éste se inclinó a su lado.
-Exactamente lo que tu querías, Adachi-Taicho. -declaró. - Es un buen intercambio.
A medida que se encogía de dolor, el aspecto de éste capitán también fue cambiando. De golpe una máscara blanca acabó por cubrirle el rostro. Las palabras de Aizen cobraron sentido.
Hinamori se llevó las manos a la boca espantada, tratando de reprimir un grito.
El nuevo Tadashi Adachi, enfurecido; transformado en un horripilante hollow, arremetió contra el capitán Aizen. Ninguno de nosotros fuimos capaces de reaccionar o hacer nada a tiempo. Aquel nuevo ser fue demasiado rápido y despiadado. En un parpadeo, una de sus inmensas zarpas desgarró al dirigente de la cinco que se derrumbó en el suelo malherido.
El olor a hierro. La sangre a nuestro alrededor...
A partir de aquí todo se volvió confuso.
Inconscientemente, Hyourinmaru se manifestó bajo la reciente forma del Bankai. Sabiendo que debía ayudar por todos los medios a Aizen y Himawari, me encaré con Tadachi.
Sousuke trató entonces de incorporarse. Me observó con ojos relucientes. Parecían reflejar con orgullo y admiración la liberación prohibida de mi zanpakutou. Como si no esperara menos de mi. Agradecí profundamente este reconocimiento.
Pero entonces, repentinamente ocurrió algo que ninguno pudo prever. Si yo trataba de ayudarle a Aizen, con un último aliento, mi capitana se puso en pie y se abalanzó contra él. Un intento desesperado de acabar con su vida. Parecía no importarle nada más.
-¡Hohoemi Taicho! -le grité horrorizado.
Mis alas heladas se desplegaron para detenerla. Confusa y malherida no era consciente de lo que hacía.
Su zanpakutou también fue liberada y envolvió a Aizen por completo. Ya había visto en más de una ocasión cómo terminaban quienes eran víctimas del abrazo de Khemi. Lo iba a matar.
Entonces, justo antes de que pudiera llegar a detenerla. Una zanpakutou nos atravesó a ambos.
El hollow de Tadashi Adachi empuñaba su zanpakutou con determinación.
Fue una estocada mortal y firme como un rayo.
Y como estos terminan resultando en una tormenta, el primer impacto en mis hombros no consiguió acabar conmigo. Sin embargo mi capitana se desplomó fulminada. Careciendo de algo con que escudarse cayó muerta.
-¡Hohoemi-Taicho! -volví a gritarle impotente.
Pero ya no había nada que hacer.
El hielo a mi espalda se quebró en miles de astillas cristalinas. Sentí como me venía abajo. El suelo se tiñó de escarlata.
Aunque el fragor de la batalla seguía latente entre los dos capitanes, me llegaba lejana. Como una ensoñación.
Había perdido. No una pelea, no el orgullo... Era mucho más importante que ello.
Con ojos acuosos pude verla por última vez. No había llegado a tiempo.
Después todo se volvió negro.
FIN...
N.A: El epílogo lo colgaré este fin de semana. Allí se termina de aclarar todo esto...
He tenido que continuar el capítulo de una forma un tanto brusca. Espero que la idea general igual os haya gustado...
Quiero deciros que a partir de ahora, aunque la historia ya haya terminado, voy a ir editando los capítulos para así corregir todos los errores. También es muy posible que añada algún párrafo más que en una primera versión fueron eliminados.
Gracias a todos por leer! Espero vuestros Reviews!
