Hombre de guerra.
Sintió aquellos sedosos labios recorrer desde su barbilla hasta su boca y quedarse en ella. Neflyte no era un témpano de hielo ciertamente, pero si tenía gustos muy bien definidos y las rubias nunca fueron su fuerte. Así que por más bella que fuera la reencarnación de Afrodita y por muy bien que hiciera las artes amatorias, ese beso en lugar de encenderlo, lo asqueó. Después de todo, la única vez que había tenido el impulso de robarse a la mujer de otro, fue cuando intentó quedarse con Makoto estando embarazada y, a su parecer, Makoto era de él mucho antes que de Andrew.
Así que aquel beso, imponente e invasivo le sirvió para dos cosas. En primera para darse cuenta que debía recuperar a Makoto lo más pronto posible, esa castaña era la única dueña de su cuerpo y si alguien iba a ultrajarlo sería ella nada más, y en segunda, Venus había bajado la guardia y era momento de atacar. Algo no muy caballeroso pero la vida de su familia dependía de su falta de modales.
Lentamente reunió su energía y esperó el momento. Minako relajó su fuerza para acercarse más a él y fue cuando el general aprovechó para alzarla y arrojarla por los aires, estrellándola contra la pared de la pequeña sala. Una repisa llena de libros cayó sobre ella, tenía con suerte un minuto para sacar sus cristales de su escondite. Corrió torpemente a la habitación y empujó la cabecera de la cama, una pata se quebró en el proceso. Removió desesperadamente las tablas sueltas de la pared y entonces lo tenía, aquella bolsa de terciopelo donde escondía receloso el motivo de sus desgracias.
-¡Eres rudo! Me encanta... -dijo Venus mientras se recargaba en la puerta y miraba la cama deshecha-. Tú y Kunzi tienen eso en común, ese aire de hombre de guerra que lleva sus tácticas a la cama. ¡Solo de pensarlo! - exclamó mientras se acariciaba el cuello ella misma con descaro.
-Gracias- respondió arrogante, no había razón para despreciar esa clase de cumplidos después de todo.
-¿Te interesa un trío?
Neflyte sonrió ante la pregunta mientras tomaba su nefrita en las manos y se transformaba ante los ojos de la senshi que, no dejó de mostrar su desilusión en virtud de haber perdido la vista de aquel cuerpo semi desnudo.
-¿Quién sería el tercero?
Venus sonrió. Una de sus manos tiró de su cabello y lo removió frente al general en un acto flagrante de coquetería. Sus ojos antes azules brillaron ahora rojos como rubí mientras la mueca lasciva de sus labios se ensanchaba.
-¿Qué tal Darien?
Ahora fue Neflyte quien sonrió.
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22 años antes.
Neflyte voló por los aires hasta caer al suelo y aun así, arrastrarse por cerca de tres metros más antes de detenerse. Se levantó con ayuda de su antebrazo y estaba por ponerse en pie, cuando se vio forzado a desaparecer para salvar su integridad. Apareció de nuevo contra un árbol, cubierto de tierra, sudor y sangre.
Frente a él, Kunzite lo miraba desafiante, listo para acertar el siguiente golpe. Pero permitió que el castaño se levantara antes de continuar. Avanzó un par de pasos y con una sonrisa burlona, lo incitó. El comandante se fue sobre él, de nuevo con precisión y fuerza. Algunos golpes se pararon con sus brazos y otros con sus piernas. Cada uno dolía más que el anterior.
Jadeite miraba impactado todo aquello, para ser un entrenamiento ellos dos estaban siendo demasiado salvajes. Cuando vio que Neflyte volvía a caer, dio un paso para acudir en su encuentro, pero Zoycite lo detuvo del brazo y moviendo su cabeza de un lado a otro lo desalentó.
-Es demasiado. -gruñó el oji azul.
-Se están moderando porque estamos aquí.
Aquel cruel enfrentamiento todavía duró una media hora más. Para cuando el polvo que levantó el último ataque del platinado se disipó, Neflyte ya se sostenía apenas, cayendo de rodillas y luego al suelo sin la oportunidad de meter las manos, ante la mirada asustada de aquel par de rubios. Jadeite ahora si no se detuvo y corrió a su encuentro.
-¡¿Qué diablos?! - preguntó desafiante a Kunzite mientras giraba el cuerpo inconsciente de Neflyte para revisarlo.
El moreno no dijo nada, se limitó a limpiarse la sangre del labio y giró de vuelta a Zoycite que lo miraba como si estuviera tratando de comprender sus pensamientos.
-Asegúrate que cuando despierte, recuerde que fui yo quien lo dejó así. -dijo antes de irse rumbo al palacio.
No giró hacia atrás, por eso nadie fue testigo de la sonrisa de satisfacción en su rostro. Porque si bien, entrenar era una prioridad, aquella golpiza que le había puesto a Neflyte tenía un motivo diferente, una afrenta personal que solo se saldaría de esa manera. Y no era para menos, Kunzite no estaba dispuesto a ver llorar a Makoto por culpa de ese imbécil una vez más.
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Todos te reprochan
tu lucha es difícil
tu lucha es imposible...
no podrás triunfar, vas a caer...
Pero tú ya has visto la muerte
el infierno, y la oscuridad de tu alma
tus oídos están sordos para palabras cobardes
tu alma te impide retroceder.
Makoto susurraba aquellas palabras al oído de Kunzite, quien se aferraba a ella con todas sus fuerzas. No dejaba de temblar, definitivamente era miedo porque él le proporcionaba el calor que se escapaba de su cuerpo, después de todo el jardín botánico siempre había sido un lugar frío y ella no venía vestida para esa ocasión, en realidad para ninguna. Solo la capa del general y el calor que él mismo emanaba evitaban que estuviera congelada a esas alturas.
Kunzite respiraba calmadamente, ella sabía que estaba luchando contra la posesión, ¿Quién más podría hacerlo? Pero había momentos en los que perdía, momentos en que ella sentía como era aprisionada con más fuerza y el agudo dolor de ser aplastada se esparcía por su cuerpo. Así que recitó aquello para él, ese viejo poema que solía leer en voz alta mientras ella horneaba. Estaba segura que el comandante se sentía identificado, así que de tanto escucharlo ella lo aprendió.
-Te fuiste.
Dijo él por fin, en un ligero momento de lucidez. Makoto tragó saliva, había evitado pensar en todos aquellos que dejó atrás cuando ella, Haru y Neflyte escaparon del palacio.
-Lo hice por mi hija, no hay nada que no haría por ella.
-¡Ese maldito te secuestró! -gruñó con rabia mientras era presa de otro espasmo. Makoto se retorció de dolor entre sus brazos, sentía que podía reventar si no escapaba de ahí rápido-. Me dijeron que si te llevaba de vuelta al palacio podría tenerte, eres mi premio.
-¿Qué dices? -Volvió a estremecerse. Cada célula de su cuerpo vibró ante aquella noticia. Ahora era el premio por llevar a Haru a palacio, ¿Qué diantres estaba pasando ahí adentro? ¿Por qué no se han revelado todos ante tantas injusticias? ¿Cómo es que ella no lo vio antes?
Makoto no pudo evitar recordar el trato que Neflyte hizo con ella hace muchos años, fingir que eran pareja para poder salir con las verdaderas. Lo había aceptado, a sabiendas que ningún otro general sería tan flexible con ella y su relación con Andrew, pero ¿Kunzite? Lo cierto es que en aquel momento ni siquiera quiso pensarlo. Escondió aquella opción en su alma porque no podía jugar con el corazón de ese guerrero, ella no haría semejante abominación.
Pero esto era un momento desesperado, donde sus hijos y el hombre que amaba corrían peligro. Tenía que hacer algo.
-Kunzite... - susurró delicadamente, pudo sentir como él reaccionó ante aquello-. ¿Recuerdas aquella noche en que descompuse el lavavajillas y tú comenzaste a lavar las ollas a mano? Estabas tan cansado y esa noche fue el cumpleaños de Asahí, todos se fueron y sólo tú te quedaste y estabas exhausto.
-Hiciste toda la comida, el pastel y …
-Y las decoraciones. ¡Mina fue tan exigente! -una pequeña risa escapó de sus congelados labios-. Pero el rostro de Asahí pagó todo aquello.
-¿Cuál es el punto?
-El rostro de Haru pagará todo lo que me pidas con tal de dejarla libre.
Kunzite se inclinó hacia atrás para verla directamente a los ojos. Esos orbes esmeraldas estaban cristalizados y probablemente hubiera llorado si no hubiera sido algo frío y doloroso.
-¿Qué ofreces?
-¡Llévame contigo, iré al palacio contigo y haré lo que me pidan! Pero deben dejar a Neflyte con Haru, ella no... yo... -un devastado suspiro salió de sus labios-.¡Yo daré otra heredera! - Exclamó casi llorando. Su corazón se detuvo un segundo. Con sus manos, ahuecó las mejillas del afilado rostro del moreno, mientras tomaba valor para decir lo que venía-. ¡Sería nuestra!... tuya y mía- Makoto sintió su corazón romperse, la sola idea de que eso sucediera le removió el estómago, pero debía intentarlo, debía librar a su familia de ese trágico final, después buscaría la manera de escapar.
El general se acercó de nuevo y la abrazó con más fuerza, la castaña casi pudo sentir fundirse con él en aquel abrazo profundo y un tanto doloroso. Las primeras lágrimas traicioneras abandonaron sus ojos.
-No le haré eso a otra hija mía, ya tengo dos en ese infierno.
-¡Entonces vámonos! ¡Ve por ellas y vengan tú y Mina con nosotros!
Kunzite volvió a alejarla para mirarla a los ojos. Podía ver todo el dolor que ella trataba de ocultarle.
-Ellos tienen a mis hijas.
Makoto supo que ese era el final de la negociación.
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Actualidad
Cuando la puerta de su habitación sonó, Asahí realmente no quería abrir. Todavía se sentía aturdida con la presencia de la reina en el palacio y enojada porque Enya pasaba demasiado tiempo con el par de castaños. Además, Freya estaba muy distante desde el ridículo que hizo frente a todos, el rey incluido y eso le robaba mucho de lo que ella llamaba diversión. Pero abrió, después de todo no tenía sueño y estar sola nunca fue su fuerte.
-¿Qué quieres aquí niño? - gruñó cuando vio a Raeden detrás de la puerta. El chico traía una mochila colgada al hombro, a lo lejos pudo ver al hombre rubio que llamaban Sr. Furuhata, tratando de pasar desapercibido entre las sombras. "Estúpidos humanos" pensó.
-Tengo algo para ti.
Movida por la curiosidad, le hizo una seña al castaño con la cabeza y él entró, ella cerró la puerta y caminó de vuelta a la cama.
-Antes que nada, debes saber que eres muy pequeño para mí, me gustan los hombres mayoress y fuertes. - sentenció tan duramente que Raeden se ruborizó.
-¡No vine por eso! -se apresuró a decir visiblemente apenado. El chico movió su vista tan abajo que Asahí no pudo evitar soltar una sonora carcajada.
-¡Ya, ya! Dime a que has venido.
Tratando de tomar el control sobre sí mismo, porque si algo no había heredado del general del norte su vástago fue el egocentrismo, Raeden echó su mochila hacia adelante, y con cuidado sacó un pedazo de tela de color blanco y gris. Haciendo a un lado su maleta, avanzó hacia la rubia y le entregó aquel bulto doblado a la perfección.
-¿Qué es? - preguntó mientras lo observaba. Pero solo un segundo después su nariz lo reconoció, y luego sus ojos y al final su tacto.
Aquellos ojos azules se abrieron cuan grandes eran y sus labios se separaron un poco, victimas de la sorpresa y del golpe de emociones que había en su interior. Aquel semblante de chica ruda y despreocupada se vino abajo en medida que llevaba la capa de su padre a su rostro y se frotaba añorante con ella. Olía a jazmines, olía a Kunzite.
Miró desafiante a Raeden, como si quisiera saltarle encima y preguntarle, ¿Cómo? ¿Por qué? Pero ella sabía el cómo y el porqué.
-¿Andas cargando con esto por todos lados?
-Mamá dijo que era para ti, es un encargo especial.
Y la rabia la invadió. Después de todo, ella al igual que el resto de las chicas, luchaba diario con el recordatorio viviente de la muerte de sus padres. Ver a Haru y Raeden caminar por ahí les estrujaba el corazón. Eran listas, entendían que todo aquello no era su culpa, pero eso no menguaba el dolor en sus corazones.
-Han pasado doce años, ¿Cómo puede ser esto? ¡Explícate! - exigió a gritos al chico que mantuvo la calma a pesar de la visible amenaza.
-Solo sé lo que mi madre me dijo, y eso es lo que te contaré...
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12 años antes.
-¿Dónde están? -preguntó Neflyte después de mucho tiempo de tener que soportar a Mina y sus insinuaciones. Tiempo era justo lo que no tenía, los niños podían regresar y no quería pensar en lo que Kunzite estaría haciendo con Makoto.
-¿Dónde están tus hijos? - preguntó desafiante, sabía que el tiempo estaba a su favor.
-¡Basta Venus! Yo no me prestaré a tus locuras, ¿Dónde está mi mujer y tu marido?
-Bla, bla, bla... tu mujer... ¡Ni siquiera se casaron! ¿O lo hicieron? - Los orbes azules vagaron por las manos del general, buscando alguna alianza en ellas-. Como lo imaginé-dijo mostrando la argolla de su dedo-, ustedes son como perros, andan por ahí marcando territorio. No tienes anillos, no te casaste así que Makoto es libre y si Kunzite quiere disponer de ella, ¿Yo porque habría de preocuparme?
-¿No te importa que tu marido busque a otras mujeres?
-La carne es débil, ¿Qué clase de diosa del amor sería si me encelara por cosas tan banales?
Neflyte sonrió, con esa curva burlona que mostraba que había encontrado el hilo negro de todo.
-Lo carnal y lo sentimental son cosas diferentes, ¿Eso lo sabes no?
Y dio en el clavo. Venus sonrió con malicia mientras se ponía en guardia, dispuesta a atacar. El general lo sabía y se preparó.
-El sexo es bueno, hay que compartirlo.
-Ellos no tendrían sexo nada más.
Minako cerró su puño con fuerza, Neflyte consiguió su cometido. Molesta comenzó a reunir el poder necesario para su primer ataque mientras sus ojos, rojos como rubíes, destellaban enardecidos.
-¡Cállate! ¡Beso de amor de Venus! - gritó mientras arrojaba su poder contra el castaño. Él apenas lo evitó. Sin embargo, la cantidad de energía utilizada ocasionó el colapso de una de las paredes de la casa. El estruendo se escuchó en toda la montaña.
-Ella es increíble, tiene una manera de hacerte sentir el único hombre en el mundo. Te mira con esos ojos verdes tan brillantes, y abrazarla...
-¡Cadena de amor de Venus!
El segundo ataque derrumbó otra de las paredes y arrasó un par de árboles a su paso. Neflyte se vio envuelto en una nube de polvo y madera de lo que antes era su casa. El fuego comenzó a crecer, alertando a los pobladores. Rogaba que una de ellas fuera la señora Katsumoto y que se apegara al plan establecido.
-Cuando la abrazas, ella se acomoda en ti y te hace sentir que eres el más fuerte de todos, el único que podrá proteger a la diosa de la tormenta, a la hija de Zeus. ¡No conozco un hombre que la haya abrazado y no la desee! ¡Ella es energía y poder! Kunzite lo sabe y vaya que lo disfruta también.
-¡Malditoooo!
La rubia se lanzó a pelear a golpe limpio contra el general, algo en lo que tenía bastante desventaja, pero la ira y los celos son cosas que no podía contener. Neflyte lo sabía, lo esperaba de hecho. Lo vio en Zoycite y Amy, aquel dejo de vanidad y superioridad intelectual que ambos tenían, se incrementó con la posesión de Luna. Así que predijo que los defectos de todos los demás se verían exacerbados también.
-Él la quiere.
-¡No!
-Kunzite no solo la desea, esta enamorado.
-¿Eso donde te deja a ti?
Neflyte rio, aunque era algo difícil considerando que estaba siendo atacado constantemente. Había logrado sacar a la senshi de la casa y ahora brincaban colina arriba, destrozando árboles y enormes rocas en su recorrido.
-¡Yo soy el maldito que la tiene, esa mujer es mía y tu marido esta celoso por eso!
-Él va a tomarla- sonrió ella con malicia, pasó la lengua por sus labios lascivamente tratando de molestar al general.
-Quizá lo haga, pero ella me ama a mí, ¿A ti quién?
-¿Amarte? ¿Ya se te olvidó que fuiste el despreciado del castillo? ¡Eras un espíritu chocarrero paseando borracho por los pasillos, ¡Hasta Haruka tenía más oportunidades que tú! - rio con malicia, con esa voz gutural que estremecía a cualquiera.
Neflyte aprovechó para golpearla y llevarla contra una saliente de rocas. Puso su antebrazo contra su cuello, dificultándole respirar, aunque eso no menguó el rostro perverso de la rubia.
-¿Y a ti se te olvidó que eras la chica envidiable? ¡la mujer del altivo comandante! ¡Ja! -se burló con sarcasmo-. ¿Contigo era un hombre frío? Te escuché contárselo a ella una vez, ¿Sabías que para entonces él le había plantado una fila de tulipanes en el jardín de atrás? ¿Quién crees que instaló una banca para ella en el invernadero? ¿Darien? ¿Yo? No creí que fueras tan ingenua.
-¡Mientes! -gruñó. Estaba ya muy golpeada y no podía liberarse del fuerte amarre. Neflyte alzó su mano y tomó su prendedor, lo acarició un momento mientras la miraba a los ojos con toda la arrogancia que había guardado durante años.
-Él hizo todo eso por ella, los tulipanes, la banca, los cerezos frente a su habitación ¡Y todo lo hizo por un par de besos! ¿Qué hará ahora que la posea? ¿Qué hará cuando la declare suya?
Neflyte jaló el broche y la transformación de la senshi desapareció. Mina quedó ahí, colgando del amarre, con los brazos caídos a sus costados y la mirada de alguien roto por dentro. Una punzada de remordimiento y dolor cruzó por el corazón del castaño, después de todo, aquello que había dicho no era más que la verdad, aunque a él también le costara admitirlo.
-Kunzite...
-Dime donde están, iremos por ellos.
-¿Dónde más? ¡En su maldito lugar especial!
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La razón poco o nada significa, ¿verdad?
en ti arde el fuego del guerrero
es tu naturaleza desafiarte
llegar hasta el borde del abismo
ver el infierno, a sus demonios
y enfrentarlos...
El ya no tan cálido aliento de Makoto se estrellaba contra la oreja de Kunzite mientras recitaba aquello para él, lo calmaba y ella lo sabía, debía hacer tiempo rogándole a todos los Kamis que Neflyte encontrara la manera de llegar a ella, después de todo Mina no era rival para él.
La capa había ayudado, pero no era suficiente. Su piel se empezó a poner pálida y sus labios a agrietarse. Temblaba incontrolable y Kunzite más la apretaba. Cuando tenía oportunidad, miraba a su alrededor, estaban tan malditamente cerca del palacio, no entendía como no habían sido detectados.
-¿Por qué no han venido los demás?
-Este lugar está protegido, desde que veníamos juntos. - dijo él al notar su inquietud, podía leerla con facilidad-. No pueden sentir que estamos aquí. Te quería un momento solo para mí.
-Sabes que tendremos que pelear, ¿Cierto? -Kunzite asintió-. Neflyte siempre logra encontrarme, estamos unidos.
-Lo sé, acaba de enlazarse conmigo, sé que viene aquí con Venus—Makoto sonrió débilmente, aunque también sintió una gran preocupación. La batalla comenzaría y sin duda alguna habría bajas muy dolorosas. Se apenó al pensar que serían mucho más complicadas que la muerte de Amy y Zoycite-. Lo mataré y volveré contigo y tu hija a palacio. Cuidaré de ustedes dos, seré un padre para Haru como Neflyte lo fue para Yune.
-Haru ya tiene un padre y no eres tú.
-Tampoco lo es Neflyte, ¿Cuál es la diferencia?
Flashback
Daba una ronda, eso ayudaba a despejarlo del arduo día laboral que había tenido. Tenía que destensar sus músculos antes de volver con Mina, ella no tenía la culpa del estrés que cargaba y no quería afectarla con sus problemas, bastante tenía ya con cuidar de Asahí y sin contar que la rubia seguía muy molesta aun por la existencia de Yune. Añoraba que algún día lo entendiera, por qué hizo aquello y porque lo volvería a hacer si era necesario.
-Makoto lo hubiera entendido... - dijo en un susurro bastante audible, pero no le importó, estaba solo al final de cuentas o eso creía.
Detuvo su andar cuando vio a lo lejos una figura conocida. Neflyte estaba mirando al cielo, con los brazos detrás de su cuerpo y la afilada nariz apuntando a las estrellas, parecía tenso, incluso más que él. Decidió observarlo desde su posición, a final de cuentas era su hombre y podía sentir la aplastante vibra que despedía.
Entonces lo vio, aquel castaño vigilante del universo desplegó su poder y creó aquella ilusión plagada de estrellas, asteroides y planetas que solía usar para atacar por todos los flancos a sus enemigos. Kunzite se puso en guardia, pero con cautela, quería saber a dónde iba todo aquello.
Sus ojos se abrieron con asombro cuando vio como aquel poder, en lugar de atacar a un enemigo, lo usaba para atacarse a sí mismo. Eran golpes feroces, donde salía herido con demasiada frecuencia, dejando en claro que no estaba poniendo todo su empeño en ello, incluso parecía querer hacerse daño. Fueron varios minutos hasta que, irónicamente, logró noquearse y caer de espaldas al suelo. Un grito de rabia y frustración salió de él. Y luego otro, y otro más. La ilusión desapareció y al final, en medio de aquel llano del cual apenas lograba verse el palacio, un hombre derrotado por sí mismo parecía llorar mientras golpeaba el suelo con fuerza.
Esa noche lo dejó solo porque el dolor era palpable y aunque ese fuese su trabajo, conocía muy bien a su hombre y sabía que tenía su propia manera de lidiar con la frustración. Pero al día siguiente, muy temprano por la mañana, lo vio salir del palacio y simplemente lo siguió.
Lo vio entrar a varias farmacias y salir con varios artículos y medicamentos. Él había hecho algo similar hacía apenas dos años, así que lo entendió. Un inmenso odio lo recorrió por completo, ¡Aquel imbécil estaba haciendo compras para una gestación y en lugar de estar feliz estaba cabreado! ¿Por qué? ¡Tenía a la chica y ahora tendría una hija con ella! ¡Maldito desgraciado!
Pero guardó distancia y continuó vigilando. Neflyte hizo una larga parada enfrente de un consultorio médico sin atreverse a entrar. Kunzite reconoció aquel lugar como el despacho del doctor Furuhata, el rubio que había cuidado de Freya y del parto de la señorita Kaio. ¿Qué no era el mismo sujeto que Makoto cuidó en el hospital? ¿El que había sido echado del castillo cuando su ayudante le faltó el respeto a sailor Saturn? ¿Qué estaba pasando aquí?
Lo vio desvanecerse cuando el doctor dio la vuelta en el callejón. Reapareció en cuanto entró al consultorio, con un puño demasiado apretado y las venas del cuello saltadas. Estaba muy enojado, quizà lo atacaría. Pero pasaron varios minutos antes que desistiera y tras lo que pareció un largo suspiro, subiò a su auto y se fue.
Lo siguió hasta una casa muy pintoresca donde volvió a dudar si entrar o no. Y fue justo ahí donde lo más extraño sucedió. Una pequeña mujer, una castaña de ojos azules a la que Kunzite recordaba vagamente, salió y atendió la puerta. Cuando Neflyte la vio, cayó de rodillas frente a ella, abrazándola por las caderas, como un hombre roto y desesperado.
Su sangre hirvió de nuevo, aquella mujer debería ser una de las tantas amantes que ese maldito cretino debería tener, ¿Era para ella las cosas de bebé? ¿Por qué no las bajó del auto? Estaba demasiado intrigado y molesto, pero su temple era un ejemplo para todos, así que agudizando su audición hizo un esfuerzo para saber de que estaban hablando aquellos dos. Lo escuchó sollozar mientras ella pasaba una mano por su cabeza, peinando su rebelde melena.
-¿Qué pasa Neflyte? -preguntaba la mujer con dulzura.
-Es Makoto- susurró él, con la voz casi quebrada-. Está embarazada.
La chica abrió los ojos casi tanto como Kunzite, quien ya esperaba hasta cierto punto aquella noticia.
-¡Oh cariño! Deberías estar alegre, esa es una buena noticia.
-¡Yo no soy el padre! ¡Ese maldito rubio desabrido me la robó!
Fin de flashback.
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Cuando Neflyte y Mina se materializaron en el jardín botánico, vieron exactamente (para su infortunio) lo que esperaban ver.
Kunzite sostenía a Makoto contra una pared cubierta de enredaderas de rosas. Algunas de las espinas habían rasgado la piel de la castaña, provocando ligeras marcas de un carmesí brillante por todo su cuerpo. En el suelo había rastros de una lucha a mano limpia que no terminó bien para ella.
Pero la situación era ligeramente diferente a lo que pasó unos instantes atrás. Ella estaba de espaldas contra las marchitas rosas y sus espinas, sus muñecas por encima de su cabeza y el general del oriente, con toda la bravura que lo caracterizaba, la besaba salvajemente mientras su cuerpo le servía para mantenerla en su lugar.
Ellos no lo vieron, pero Makoto sí. Esos ojos que la miraban con cariño, ahora eran de un rojo intenso y esos besos que antes fueron dulces y suaves, ahora eran el preludio de una aberración. Algo que los recién llegados ansiaban detener.
-¡Kunzite! - gritó Mina, que también venia presa por el general del norte, aunque de unan forma mucho más decente y discreta.
El moreno giró, con una mueca terrible en los labios, lo suficiente para hacer arder la sangre de Neflyte. Volvió rápidamente su atención a Makoto y con la voz más fría que pudo salir de él, le susurró.
-Serás mía al terminar esto, realmente no me importa si estás viva o muerta.
Continuará
Bueno aquí un capitulo más que deje listo ahora en mis vacaciones, para aquellos que me gritaron por dejarlos a medias jajaja, así que al menos espero un review para leerlo a la orilla del mar gracias jajaja
Muchas gracias a todos por leer, Litakino1987, LadiJupiter, Jovides1, James, Valefert y gente de faceboock y wattpad.
Saludos.
