Él estaba enamorado.

Flashback

Kunzite observó aquella galleta con forma de óvalo que se veía tan perfecta y exquisita. La sostuvo con dos dedos, la giró y la olió, Makoto estaba segura que el general debía pensar que podría ser una amenaza o algo similar. Al final, le dio un mordisco, la degustó lentamente y la tragó, sonrió feliz ante su sabor.

-¡Wow, fabulosa! -exclamó la castaña con la boca llena por otra galleta, algunas migajas escaparon cómicamente de sus labios. Kunzite sonrió aún más mientras le alcanzaba una servilleta.

-¿Hablas en serio?

-¡Claro! Creo que ahora tendré competencia.

El platinado volvió a sonreír, ya se había acostumbrado a hacerlo frecuentemente desde que su relación con la senshi del trueno se estrechó, gracias a esas noches en la cocina donde ambos compartían un poco de sus vidas diarias, escapando con ello de la monotonía.

Fue justo eso lo que lo orilló a pedirle que le enseñara a hornear esas galletas de nuez y vainilla que él tanto disfrutaba. Quería ser capaz de hacerlas por sí mismo, así que dio un paso más y venció el miedo y sus propios tapujos para hacerlo.

Kunzite estaba feliz, tanto que ya no le pesaba el trabajo de oficina excesivo. Había encontrado en Makoto otra persona igual que él, un guerrero incomprendido y hasta cierto punto marginado, tachado de tosco, frío y violento pero que por dentro tenía un corazón de oro, añorante y soñador. Él era un hombre sensible, escondido detrás de ese semblante serio e inmutable, un hombre que disfrutaba cocinar, leer, la jardinería y bailar, aunque esto último no lo hacía muy bien.

En medio de su regocijo y aun nadando en su euforia por su primer logro culinario, se acercó a Makoto y se agachó un poco frente a ella, la besó en la frente y eso se sintió tan bien. Estaba tranquilo y feliz, y hubiera seguido así si Neflyte no se hubiera aparecido en la puerta en ese momento.

Fin de flashback

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12 años antes.

Estaba alterada, sabía que no podía perder más tiempo así que se puso de pie como pudo y encaró a Venus. Esos ojos rojos la miraban con tanta furia que Makoto no pudo reconocer a la dulce y loca Mina en ellos.

Miró de reojo a Neflyte, justo a tiempo para ver como su espada volaba por los aires y él era proyectado en sentido contrario. Conocía muy bien a ese hombre, las palabras de Kunzite le pegaron en el punto más débil del general del norte, el ego.

-Tu atención aquí Júpiter, olvídate de él, ya es hombre muerto.

Makoto se centró de nuevo en la rubia y comenzó su ataque.

-¡No es así como pasaron las cosas y lo sabes!

-¡Sólo sé que fuiste una ofrecida! ¡Despreciabas a Neflyte porque te revolcabas con mi hombre y no te importó el daño que hacías! ¡Eras peor que Setsuna!

-¡Basta! -gritó enfurecida mientras las lágrimas se agolpaban en sus ojos. Esas palabras la herían y lo peor, estaba empezando a creer que todo aquello se lo merecía-. ¡Torbellino eléctrico de Júpiter!

Una fuerte ráfaga de electricidad arrastró a Mina y la arrojó por los aires. El pequeño cuerpo de la senshi del amor se convulsionó con furia en el aire, mientras ella gritaba desgarradoramente. La castaña se quedó ahí, exhausta y enfurecida mientras veía como la que era su amiga, sucumbía ante su mortal ataque.

-La porquería como tú, nunca encontrará la felicidad- gruñó lento y pesadamente mientras la energía del poderoso torbellino de Júpiter comenzaba a cortar su piel.

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Flashback

Nadie lo creería, pero el poderoso e imponente comandante de los shittenou también conocía el miedo y la vergüenza. Justo en ese momento, mientras caminaba por los pasillos vacíos del palacio con dirección al ala norte donde las habitaciones de las senshis se encontraban, sosteniendo en sus manos un pequeño paquete de color naranja con un moño encima que Makoto le había envuelto, justo ahí, se moría de pena.

Con ayuda de su nueva maestra, había horneado unas galletas con chispas de chocolate y las preparó como un regalo para la regente de Venus, que justo estaba de cumpleaños. Prefirió regalarle algo hecho por él, porque al final de cuentas el club de fans de la guerrera era tan grande, que no había objeto que ella expresara querer que no hubiese desfilado ya con las decenas de mensajeros que llegaron esa mañana al palacio.

Se paró afuera de la puerta y dio una profunda inhalación. Makoto estaba de acuerdo que aquello sería un detalle muy tierno y que si lo hacía bien, podría acercarse a la diosa del amor como lo que realmente era, un hombre tosco en el amor pero vulnerable en sus sentimientos.

Cuando la puerta se abrió, los hermosos ojos azules de Mina lo recibieron. Ella sonrió sorprendida y un tanto abochornada, estaba con el cabello cubierto de tubos de peinado y la bata aun puesta, preparándose para su gran día.

-Buenos días Minako, feliz cumpleaños- dijo con demasiada seriedad, se regañó internamente al notarlo.

-Buenos días general Kunzite, muchas gracias- respondió sonriente-. ¿Quiere pasar?

Aquel hombre entró y pudo ver la cantidad de arreglos y regalos aun sin abrir que había regado por toda la habitación. De pronto, su pequeña caja con galletas parecía algo tan insignificante que pensó en perderla junto con los múltiples paquetes, pero Mina ya la había visto.

-¿Eso es para mí? - preguntó al ver el paquete, Kunzite asintió con la cabeza.

La rubia tomó la caja y la agitó un poco, Kunzite se extrañó y se asustó al mismo tiempo. No quería que se rompiesen antes de que pudiera verlas. Mina abrió la caja y esa radiante sonrisa se desdibujó un poco al ver el contenido. Tomó una y la partió por la mitad, dejando un pedazo de vuelta en la caja y mordisqueando el que llevaba en los dedos.

-¡Mmmh! Son buenas, -dijo después de un momento-, pero estoy a dieta, déjelas por ahí o compártalas con los chicos, sé que ellos adoran las de Mako-chan. ¡Los fans son tan lindos! Me han mandado varias de estas, pero no puedo comerlas todas, ¿Trae tarjeta?

Por fortuna, pensar rápido era una de sus habilidades así que negó con la cabeza mientras cubría con su mano la nota que había escrito para ella. Su semblante, como era costumbre, no denotó la inmensa decepción que se apoderó de él, sin embargo se giró y caminó hacía la puerta sin detenerse.

-¿Se va tan pronto?

-Me topé al mensajero que traía esto y decidí pasar a dejártelo personalmente para felicitarte, pero tengo trabajo. Se lo daré a mis hombres como has sugerido, te veré por la noche en la cena en tu honor.

-¡Oh si, la cena! Preferiría ir de fiesta temprano, pero sí, nos veremos ahí General, espero que nos acompañe a la ciudad después.

Kunzite sonrió cordialmente, algo que apenas puede llamarse sonrisa porque era el gesto más forzado que pudo conseguir. Salió de inmediato sin mirar atrás, no se detuvo más que para descartar la linda caja en un cesto de basura, ante la mirada de unos ojos verdes que sufrían tambiéncon él.

Fin de flashback

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-Él te quería. - sentenció tajante mientras se acercaba al cuerpo muy mal herido y humeante de Venus. Júpiter tenía una expresión sombría en el rostro, su voz era baja y profunda, llena de dolor-. Él te horneó unas galletas y tú lo despreciaste, te mandó flores que uniste al resto, incluso escribió un poema para ti. ¡Nada lo viste! ¡Porque solo te veías a ti misma en el espejo!

-¡Mentira! -dijo apenas de manera audible. No iba a levantarse de nuevo y lo sabía.

-¡Claro que es verdad! De hecho, sospecho que, si lo sabías y que tu estúpida estrategia era hacerte la interesante, porque solo volteabas a verlo cuando él no te demostraba interés.

-Nada que no hicieras tú con Neflyte.

Makoto no dijo nada, ella tenía un poco de razón.

Algunos metros más adelante, donde solía haber un hermoso césped en el que los visitantes podían descansar un poco, Neflyte lo hacía, solo que en condiciones muy desventajosas. Kunzite había arremetido con mucha fuerza sobre él, su uniforme estaba roto y manchado de sangre. Algunas llagas cruzaban su rostro y múltiples moretones inundaban su cuerpo. Sabía que él no era rival para su líder, pero debía intentarlo.

-Puedes morir tranquilo, ella estará conmigo y cuidaré de tu bastarda. Diré que no eras lo suficientemente hombre para engendrar una hija con poderes, y me ocuparé de ello—la mueca perversa en sus labios hizo hervir la sangre de Neflyte, que decidió reunir sus energías para un último ataque.

-¡Ella jamás te aceptaría! No me habrá querido a mí, pero a ti tampoco, nos cambió a ambos por un tipo cualquiera que si la pudo tener

-¿Quién te ha dicho que no la tuve? -su voz descarada estremeció el cuerpo del dolido hombre-. ¡Te lo he dicho! Dormimos juntos, sino ¿Cómo sabría que sus labios saben a cereza? ¿Cómo saber que siente cosquillas en la parte baja de la espalda? Donde por cierto tiene tatuado un lirio y su símbolo astrológico.

Y fue ahí, cuando el corazón del castaño se fracturó una vez más. Todo aquello era cierto, él lo había visto en persona y no lo supo hasta que la vio desnuda la primera vez, casi tres años antes apenas.

Miró hacia Makoto, que también lo miraba. Sus orbes esmeraldas parecían suplicar perdón desde lo lejos, pero él no estaba listo para eso, no había esperado que eso sucediera ni en un millón de vidas.

El peli plateado también giró en torno a las senshis, solo para descubrir que Venus había sido derrotada y que Júpiter los observaba con miedo en sus ojos. No le sorprendió la escena, después de todo la rubia se había dedicado a sus fans mientras la castaña entrenaba casi diario. Aunque si hubo algo dentro de él que sintió coraje por el atrevimiento de herir a su mujer.

-Bueno, ahora seremos solo ella y yo.

Kunzite comenzó a crear una poderosa nebulosa de energía, Neflyte sabía que si no se levantaba ese sería su fin. Siempre supo que su comandante sería su más fuerte enemigo, tenía la confianza de lograr quebrarlo para poder vencer, nunca esperó que fuera al revés

-Muere Neflyte, te veré en el infierno.

Y soltó el ataque. Los ojos marrones del caído general se cerraron, guardando en su mente la imagen de sus hijos como lo último en lo que pensaría antes de morir. Había hecho tanto por ellos y por la regente del trueno, lo intentó todo, pero no pudo darles la libertad que les había prometido. En eso pensaba, esperando el inmenso dolor, pero este nunca llegó, en su lugar, un alarido lo hizo mirar de nuevo hacia el frente. Makoto estaba ahí, con los brazos cruzados sobre su pecho, cubriéndolo.

En cuanto el comandante se dio cuenta que Júpiter había intervenido, cortó el ataque. La chica quedó apenas de pie, notablemente herida y aun rodeada de las pequeñas descargas de energía que el fiero golpe del general le había provocado. Kunzite corrió a su encuentro, apenas para sostenerla antes que cayera al suelo de rodillas. Todo aquello ante la inquisitiva mirada nublada de Neflyte, que apenas podía estar despierto.

-¿Por qué hiciste eso mi amor? -preguntó aquel hombre mientras la estrechaba con fuerza.

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Flashback

Makoto sintió los labios del general estrellarse contra los suyos, en un beso tan tierno y sincero que se estremeció. No había sido besada así nunca, ni siquiera la primera vez.

Pero ella sabía que eso no podía ser, no sabía muchos detalles, pero le habían dejado claro que Kunzite era la pareja de Mina y que ella tendría a Neflyte, aunque nunca le explicaron por qué debía ser así y quien había elegido por ella. Además estaba Andrew, que pronto saldría del hospital y ella quería cuidarlo, eran solo amigos y aunque siempre había estado enamorada de él, sabía que debía hacerlo, Andrew y Unasuki estaban solos. Neflyte no entendería eso, Kunzite tal vez.

Así que debió rechazarlo, por fortuna él entendió y no era de extrañarse, Kunzite era un caballero real y muy leal. Pero al igual que ella tenía un corazón y la castaña estaba halagada que la hubiera escogido con tanta sinceridad. Por desgracia, sabía que Mina lo quería mucho, aunque no lograban congeniar como ellos dos. La idea de intercambiar a Neflyte por Kunzite con Mina corrió por su mente y sonrió ante ella, el hombre lo notó.

-¿Qué tramas? -preguntó él mirándola de reojo, su atención estaba puesta en una hermosa cascada rodeada de lirios acuáticos. Caminaban rumbo a la salida con miras a volver al palacio.

-¿Por qué dicen que cada uno tiene una pareja establecida?

-¿Estás considerando ya mi propuesta?

Makoto se ruborizó de inmediato, había hecho esa pregunta sin pensar y se ofuscó al creer que él pudo interpretarlo como una duda ante sus sentimientos.

-Solo digo que deberíamos ser libres de escoger de quien enamorarnos.

-De eso somos libres, ¿No te ha quedado claro? - Makoto frunció la nariz ante la respuesta, un gesto que fue bien recibido por Kunzite-. Es solo que tenemos una misión que cumplir, una enorme responsabilidad sobre nuestros hombros. Creo que lo sabes y estás de acuerdo conmigo—ella asintió.

Ambos avanzaron un poco más y justo antes de llegar a la puerta, el general giró hacia su acompañante y tomó sus suaves manos entre las de él, llevándose ambas a la altura de su boca, listo para besarlas.

-Espero Makoto que mi arrebato no dañe nuestra relación. Eres la única persona que siento que puede entenderme o con quien me siento yo mismo.

-¡No te preocupes por eso! -respondió notablemente apenada, para alegría del peliplateado-. Todo está bien para mí, incluso me gustaría volver contigo a este lugar tan bello, será mejor que la cocina y nos evitaremos más problemas.

-Eso suena a algo clandestino—dijo con picardía, buscando sonrojarla más.

-¡Ay basta! ¡Deja de coquetear conmigo! -gruñó risueña.

Finalmente él besó sus manos y ambos salieron del lugar, con una sonrisa en los labios y un nudo en el corazón.

Fin de flashback

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-¿Por qué hiciste eso? -insistió Kunzite mientras estrechaba fuertemente el débil cuerpo de Makoto entre sus brazos. Ella cruzó sus propios brazos sobre su cuello y se aferró a él con desesperación.

-Lo amo, lo sabes.

-¡No es verdad! - gruñó mientras miraba a Neflyte, tratando de incorporarse.

-Lo es. Así como tú amas a Mina, de hecho mucho más. Tengo un hijo con él, un pequeño de dos años se llama Raeden.

-¡Nooo!

Kunzite soltó una mano y antes que Makoto pudiera hacer algo para evitarlo, lanzó una serie de ráfagas de energía que dieron de lleno en Neflyte, tumbándolo de nuevo. El castaño se retorció de dolor y se fue de espaldas contra una pared, donde se deslizó hasta caer sentado, completamente derrotado y a punto de desmayarse.

-Entendí que él siempre me amó, quizá no como yo quería ser amada, pero si como él sabía hacerlo. Es un egocéntrico y vanidoso hombre que dio todo por mí y mi hija, que estuvo siempre ahí, aunque yo no lo viera en ese entonces. ¿Cómo no amarlo? ¡Tú lo sabes bien! También te enamoraste de ella, con todo y sus defectos.

El comandante buscó a Venus con la mirada, ella seguía tumbada en el suelo sin moverse, llevaba demasiado tiempo así. Podía sentir como su energía vital se desvanecía con rapidez, no tenía mucho tiempo.

Quiso soltarse del abrazo que mantenía con la regente del trueno, pero en un despliegue de fuerza ella se lo impidió. Entonces lo comprendió, todo era una trampa, ella lo tenía tomado y pensaba atacarlo de esa manera. ¡La diosa del relámpago! La que es capaz de soportar su fuerza en ella misma estaba por calcinarlo.

-¡Suéltame! -exigió.

-Lo siento Kunzite, no puedo hacer eso.

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Y cada mañana se decía a sí mismo que debía continuar. Era su misión y no era tan mala, de hecho, comenzaba a disfrutar de las ocurrencias de la rubia y de su carácter extrovertido, aunque para no perder la cabeza de vez en cuando tomaba los consejos de Darien y mucho más, los de Makoto. Mina era una linda chica, gentil y divertida. Claro que la quería, pero amor lo que se dice amor, no estaba seguro.

Por otro lado, no tenía reparo en darle una lección a Neflyte cada vez que éste se propasaba con la oji verde. Esos celos enfermizos y esa actitud de siniestra sombra estaban volviendo loca a la senshi, de hecho, Kunzite comenzó a notar que la castaña buscaba salir del palacio bajo cualquier excusa, con tal de no estar cerca de él.

El comandante hizo lo que se le pidió, cortejó a la líder de las senshis y aprendió a quererla con sinceridad. Con todo el pesar de su corazón, dejó las visitas al jardín botánico con Júpiter y aunque deseaba que ella opusiera resistencia, lo cierto es que lo aceptó de buena gana.

Después pidió matrimonio a la diosa del amor, en una cena bajo la luz de las estrellas en el restaurante más elegante de Tokio, ubicado en uno de los enormes edificios de la zona más exclusiva. Hubo fotos clandestinas, aunque él sospechaba como es que se habían dado cuenta los reporteros, pero no dijo nada, ese era el destino que había elegido para él y era un hombre de palabra, se casaría con la mujer que quería, esperaba que el tiempo y su tibio amor la ayudaran a madurar un poco más.

Una noche antes de la boda estaba inquieto porque el evento sería televisado con todo y su renuencia. Pero la idea se había metido en la cabeza de Minako y de Luna y no hubo manera de hacerlas cambiar de opinión. Por si fuera poco, no lograba aprender el baile, quizá por la presión o los celos. Estaba de malas, terriblemente molesto, así que decidió alejarse y huyó a su lugar feliz.

-Tengo un conocido que puede crearte otra identidad y llevarte a la frontera si lo deseas. - escuchó a sus espaldas, Kunzite giró lentamente atraído por aquella voz-. Ni te atrevas a preguntar como di contigo, sabía que estarías aquí.

-Makoto.

-Volviendo a lo de la identidad, tendrías que teñirte el cabello y cortarlo, milagros no hace.

Kunzite sonrió al tiempo que soltaba un resoplido por la nariz. Caminó hacía ella y la besó en la frente.

-No hay forma que toque mi cabello, prefiero casarme.

-Eso sospeché.

Ambos tomaron asiento en un claro de césped que se había puesto para que los visitantes descansaran un poco, rodeados de hermosos crisantemos y lirios. Era uno de sus lugares favoritos, junto con el puente donde se habían dado su único beso en los labios.

No necesitó explicarse, ella sabía lo tenso que se sentía por la boda y por cómo se había manejado el evento. Después de todo, Mina y Kunzite eran los primeros en casarse después de Serena y Darien y estos últimos lo habían hecho con demasiada privacidad, por la naturaleza del acto. La rubia quiso arrojar la casa por la ventana, en un intento de complacer a casi todos, menos al novio.

-¿Qué es lo que te tiene más nervioso?

-Si te digo que me da miedo no ser lo suficientemente bueno para ella, ¿Qué me dirías?

-Que entiendo tu miedo, pero que eres mucho más de lo que te valoras.

-Sería muy diferente si fueras tú.

-¡No creas eso! Haría casi todo igual, aunque sin las cámaras- dijo Makoto entre risas, aunque ambos sabían que era mentira.

-Te verás hermosa vestida de novia. - Kunzite tomó la mano de Makoto, quien la tenía sobre el suelo para detener su peso.

El corazón de la oji verde se estremeció, siempre supo que, aunque Kunzite comenzara a cortejar a Mina e incluso ella lo ayudara a hacerlo, él seguía sosteniendo sus sentimientos sobre ella, casi intactos. Pero no podía corresponderle, no era propio y además, ahora que visitaba a Andrew en su casa, ese amor juvenil había tomado fuerza y el rubio parecía comenzar a ceder de a poco.

-Debemos volver, o lanzarán un grupo de caza por ti.

-Antes de irnos, ¿Podrías ayudarme con algo más?

Makoto le sonrió en señal de aceptación y Kunzite se puso en pie frente a ella, ofreciéndole una mano para ayudarla a levantar. Ella la aceptó y una vez de pie se alisó la ropa y se sacudió la poca tierra que se había adherido a ella.

-¿Qué puedo hacer por ti?

-Ayúdame a practicar el vals.

Y así fue que, después de un par de sonrisas de complicidad, el leve sonido que venía del celular de Makoto donde había escogido un hermoso vals de bodas y algunas pocas instrucciones donde Kunzite aprovechó para volver a abrazar a la regente de la protección, los dos bailaron un par de melodías bajo el resguardo de aquel hermoso paisaje rodeado de flores y árboles de ornato.

Ese nunca fue el fuerte del general, pero ella lo hacía ver tan sencillo que solamente un par de ocasiones se equivocó, aunque con ella nunca sintió pena por ello. Casi al finalizar, la alzó de la cintura y dio un giro, algo que salió de él y que a ella la tomó por sorpresa, pero supo responder y se dejó llevar, hasta que la música se pausó y él la bajó de nuevo, pegándola a su cuerpo.

-Sé que está mal, pero necesito hacerlo una última vez.

Y no le dio tiempo para objetar, la besó de nuevo esta vez en un gesto más exigente y pasional. Makoto se estremeció, pero su traidor cuerpo no supo defenderse, se dejó llevar de nuevo al césped donde aquel beso se profundizó aún más.

La verdad es que deseaba tanto sentirse amada. Estar en el palacio era ver a Amy charlar con Zoycite con tanta pasión que ella los envidiaba. A Jadeite cortejar con descaro a Rei, haciendo cantidad de gracias que aturdían a la sacerdotisa pero que dejaban suspirando a todas las demás, incluso a Kunzite caminar del brazo con Mina. ¿Y ella a quién tenía? A Neflyte observándola desde las sombras, apareciendo frente a ella de manera brusca y siniestra. Y por otro lado a Andrew, convaleciente y siempre de malas, con constantes exabruptos y después, con llantos pidiéndole perdón. Kunzite era un bálsamo para su corazón necesitado de afecto.

Pero no era de ella, estaba prometido y aquello se había pasado de los límites. Así que con toda la gentileza que pudo, detuvo aquel beso que amenazaba con pasar de nivel.

-¡Perdóname! - exclamó notablemente apenado mientras se tumbaba al lado de ella, quitándose de encima-. No volverá a suceder.

-Claro que no- sentenció fría y tajante-. Considera eso la despedida que no quisiste tener y te pido que no le comentes nunca a nadie, tú y yo estamos bien.

-¿De verdad?

-Sí, pero no más besos, ¿Entendiste? No puedo y no pienso hacerle esto a ninguna de mis amigas, a nadie de hecho-. Kunzite asintió con la cabeza-. Y tampoco debes hacerlo con nadie más. Sé que Mina puede ser difícil, pero es una gran chica y te ama, no quiero enterarme que la engañas ¿eh?

Aquello lo dijo mientras lo señalaba acusadoramente con el dedo, un gesto tan adorable que Kunzite más que asustarse se rio. Ella lo siguió casi de inmediato, aunque la amenaza era seria y los dos lo sabían.

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-La noche que dices que dormimos juntos, solo dormimos, ¿Lo recuerdas? Fueron dos horas a lo mucho y te devolví a tu habitación de madrugada. Nos venció el sueño justo aquí, cuando te ayudé a practicar el vals. Yo estaba tan cansada, había horneado el pastel y aun así vine a buscarte, porque sabía que me necesitabas.

-¡Te hice el amor! -exclamó con un tono de voz elevado. Lo suficiente para que el general castaño alcanzara a oírlo.

-Eres un caballero, un hombre de honor y palabra. Nunca me tocaste nada más allá de un beso. Todo lo que recuerdas está siendo afectado para ponerte en nuestra contra—Makoto agarró con más fuerza al general, la antena de su tiara comenzó a salir en lo que era el claro inicio de su ataque-. Alguna vez estuviste enamorado de mí, pero en cuanto te casaste, tu amor fue para Mina y Asahí, y después para Yune.

Kunzite se retorció en un intento de zafarse de aquel agarre y para evitar también, seguir escuchando todo aquello. El carmesí en sus ojos era intermitente, una verdadera tortura. Deseó haber sido poseído del todo porque así no estaría tan confundido y asustado, y vaya que lo estaba.

-Lo siento Kunzite, espero sepas perdonarme. —Y entonces le dio un beso en la mejilla, justo antes que un enorme rayo surgiera del cielo y cayera en ellos-. ¡Trueno de Júpiter, resuena!

Por un par de largos minutos, Kunzite gritó de dolor mientras Makoto sollozaba abrazada a él. El corazón de la guerrera se partió, pero no podía dejarlo ir, era él o su familia y ella tenía muy claras sus prioridades.

Cuando al fin lo venció, lo depositó en el suelo con mucho cuidado. Miró a Neflyte tirado a unos metros y corrió hacia él, pero el castaño la desalentó con una voz tan seria que la estremeció.

-Sabes que hacer. - dijo toscamente, ella se detuvo y lo observó mientras él se dejaba caer de nuevo al suelo.

Tenía que hacerlo y lo hizo, a pesar que deseaba saber que tan mal se encontraba su compañero. Corrió hacia Venus que apenas respiraba y se agachó para levantarla un poco. La rubia abrió los ojos y la miró con ternura.

-Mako-chan.

-Lo siento tanto... -interrumpió sollozando-. Dime que puedo hacer por ti.

Mina sonrió apenas y sus ojos tintinearon casi moribundos. Alzó su mano y acarició con las pocas fuerzas que le quedaban la mejilla de Makoto.

-¡Salva a mi hija! Rescata a Asahí, a Freya y a... protege a Yune.

Una vez más se desquebrajó, con todo lo que había sufrido, Mina si se preocupaba por la pequeña niña, hija del general. Makoto le garantizó que lo haría y estaba a punto de susurrarle algo al oído cuando un golpe en sus espaldas la hizo caer al suelo. Giró de inmediato solo para ver a Kunzite de pie atrás de ella, listo para atacar.

-No podía ser tan fácil mujer.

-¡No lo hagas! Mina está muy cerca.

-¡No tendré más piedad por ti!

Y no la tuvo, el golpe la dejó casi noqueada y no había manera que esquivara otro. Kunzite se acercó a ella y comenzó a pisotearla con tanta fuerza que el aire se escapaba de sus pulmones. El dolor la tumbaba y solo alcanzó a girar hacia donde Mina yacía, sus ojos mostraban también miedo y angustia. La senshi del amor estaba ahí de nuevo, justo a tiempo para presenciar su asesinato. Esa mal lograda sonrisa del comandante sería lo último que verían sus ojos.

-¡Te dije que te alejes de mi mujer! - se escuchó.

De pronto, el filo de una espada atravesó a Kunzite. Makoto sintió la sangre caer sobre ella y escuchó el dolor salir por la boca del moreno. Neflyte estaba tan mal herido casi muerto, y aun así, llegó a tiempo para acabar el trabajo. Kunzite cayó de rodillas mientras el castaño retiraba la espada y la usaba para sostenerse.

Lo demás fue tan rápido que apenas lo percibió. Neflyte se agachó frente al cuerpo de Kunzite e intercambió un par de palabras, de las cuales apenas escuchó la respuesta del platinado "salva a mis hijas, perdóname"

Luego se tambaleó hacia Mina e hizo lo mismo, pasando de largo de ella y sin voltear a mirarla. Estaba molesto y lo sabía, tendrían mucho que hablar si salían con vida.

Como pudo, Makoto se puso en pie y aunque arrastrar a cualquiera de los dos amantes parecía imposible, logró acomodarlos de tal manera que pudieron tomarse de las manos, en un intento por darles el mismo trato que les habían dado a Amy y Zoycite.

-Es algo hipócrita de tu parte- murmuró Neflyte.

Mina sonrió primero y después lo hizo Kunzite, viéndose a los ojos. Sus dedos se entrelazaron con ternura mientras él se arrastraba tratando de acercarse más.

-Si te amé, a ti y a mis hijas.

-Lo sé, y nosotras a ti- contestó ella-, Lamento no haberlo hecho bien desde el principio.

Kunzite sonrió más amplia y sinceramente, a la par que sus cuerpos eran reclamados por el viento, desintegrándose en miles de puntos luminosos que se esparcieron por todo el jardín.

Una vez que ambos desaparecieron, Makoto suspiró. Veía de nuevo partir a dos entrañables amigos por culpa de un gobierno corrupto e inhumano. La pesadez la venció, el deseo de llorar era inmenso, pero aún debían salvarse, volver con sus hijos.

-¡Neflyte! ¡Neflyte! -gritó desesperada tratando de hacer reaccionar al castaño. Estaba tan herido y sangrante que la ayuda médica era necesaria.

Además, debían salir de ahí con urgencia. El hechizo que Kunzite tenía sobre el lugar se desvanecía, lo supo en el instante en que la hermosa luz del día se transformó en noche repentinamente.

-Te llevaré con Andrew, no estamos tan lejos.

-¡Por supuesto que no! -gruñó enérgicamente mientras se soltaba de ella y caía de nuevo al suelo. Makoto se asustó y a la vez se molestó por el comentario.

-¿Ah no? ¿Y qué propones?

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Cargar a Neflyte entre los callejones de Tokio fue tarea complicada, sobre todo porque no podía ser vista y tampoco romper su transformación, ya que eso la dejaría casi desnuda a altas horas de la noche cargando a un hombre moribundo.

Así que cuando llegó a donde se le indicó que fuera se alegró, al menos momentáneamente. Cruzó la cerca de la casa y se acercó a la puerta, golpeó levemente un par de veces tratando de no alertar a los vecinos. Como no funcionó, arremetió de nuevo con más fuerza y fue entonces cuando la luz exterior se encendió, unos pasos se escucharon acercándose a la puerta y después de unos breves segundos, el ruido del cerrojo al abrirse abruptamente.

-¿Makoto? ¿Neflyte? ¡Oh por el kami! ¿Qué ha pasado?

-¡Neflyte necesita un médico! ¡Por favor Molly, ayúdanos!

CONTINUARÁ...

Bueno, muchas gracias por leer! Sigo de vacaciones pero trato de tomar tiempo para actualizar porque me encanta esta historia y lo saben... y sé que a ustedes también y no tengo como pagarles eso.

LitaKino1987, Jovides1, LadiJupiter, James y demás personas que me dejan sus reviews y sus votos. Muchas gracias!

Saludos.