Tu última opción

12 años antes.

Le gustaba meter sus dedos entre sus largos cabellos mientras hacían el amor. Ella los peinaba con todo el cuidado y cariño del mundo mientras él se dedicaba a besarle el cuello, la clavícula y un poco más. De cierta forma, aquella suavidad la tranquilizaba y además, debía admitir que le servía para dirigirlo en cuanto a velocidad y profundidad. Él lo sabía y se dejaba.

Makoto cerraba los ojos y se dejaba seducir por aquellos labios que la besaban por completo, con tanta pasión y hambre que casi eran suficientes para llevarla al paraíso. Así que cuando él volvió a su altura y puso su rostro sobre el de ella, besó sus labios y exploró su boca con su lengua, la senshi se permitió un momento para observar a aquel hombre, el que en definitiva era el amor de su vida.

Abrió sus ojos y se toparon con la acerada mirada de Kunzite, quien la observaba con júbilo y amor. Ella se asustó, ¿Qué estaba sucediendo? ¿Dónde está Neflyte? ¿Es esto una pesadilla?

Y lo era, se despertó de un golpe y se sentó como pudo en la cama. Estaba jadeante, sudorosa y muy adolorida, aunque también un tanto excitada y eso la confundió demasiado. Pero no tanto como no reconocer el lugar donde estaba, una habitación oscura pero acogedora, cobijada por frazadas limpias y para su sorpresa, en ropa de cama más decente que la que llevaba puesta el día anterior

-¡Neflyte! - gritó asustada al tiempo que saltaba de la cama dispuesta a buscarlo.

Pero apenas dio un par de pasos cuando su propia debilidad la hizo tropezar y caer al suelo, ocasionando un sonido seco que alertó al resto de los habitantes de la casa.

La puerta se abrió y Makoto pudo ver la exquisita figura de Molly corriendo en su auxilio. Seguía siendo tan pequeña y débil que no hubo forma que pudiera ayudarla a levantar, con todo y su máximo esfuerzo. Entonces una voz masculina que no reconoció se escuchó del umbral de la puerta, Makoto trató de girar, pero no fue hasta que esos brazos más fuertes y marcados la rodearon, que pudo darse cuenta de quien se trataba

-Makoto-san, ¿Se encuentra usted bien?

-¿Asanuma-chan?

El joven, que ya no lo era tanto, tomó a la senshi en brazos y la subió de nuevo a la cama, con demasiada facilidad que la castaña no pudo más que ruborizarse un poco. Molly la cubrió de nuevo y Makoto, endeble y agotada, se dejó.

-Neflyte duerme en la otra habitación. Sus heridas son considerables, pero confío en que podrá reponerse. Tú también sufriste mucho daño, casi te rompen una costilla, ¿Qué fue lo que pasó? -preguntó el rubio.

-¡Mis hijos! - gritó de nuevo ante el fugaz pensamiento que trajo de vuelta a los dos pequeños a su mente. Quiso levantarse, pero Assanuma se lo impidió.

-Ellos están bien Makoto, hablé con la señora Katsumoto, siguió las instrucciones de Neflyte y los niños están a salvo, no te preocupes por eso.

La cabeza le daba vueltas con todo lo que estaba pasando. Le dolía el abdomen, pero más aún, le dolía el corazón. Quería ver a Neflyte y sus hijos, pero era evidente que estaba muy débil y que debería confiar en lo que se le decía, por el momento.

Se relajó entonces y dejó caer de vuelta la cabeza en la almohada. Assanuma la revisó de nuevo mientras ella lo observaba. Estaba tan feliz de verlo otra vez, ya sabía que seguía vivo y era una de las cosas que tenía que agradecerle a Neflyte, el haber arriesgado su propia vida para salvar a ese chico que era uno de sus pocos amigos desde jóvenes, y ahora él les devolvía el favor. Quería preguntarle que hacía ahí, si tenía una relación con Molly y como había logrado ocultarse durante tantos años. Tenía la necesidad de disculparse por no poder defenderlo a él y a la dulce Hotaru de Luna, entre otras cosas, pero la debilidad la tumbó de nuevo y se durmió una vez más, dejando que el comandante volviera a aparecer en sus sueños.

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Actualidad

Quedaban cerca de doce horas para que el plazo para iniciar la caza de Luna y Artemis comenzara. Haru paseaba algo nerviosa por el palacio, hasta que llegó al invernadero y después de quitar algunas hojas y plantas secas de la banca que de buena fuente sabía que era de su madre, se sentó a contemplar la seca y sucia cascada frente a ella.

Tenía sus pensamientos sumergidos en sus padres, en todo el proceso que habían hecho para llegar hasta ahí y en lo mucho que los extrañaba. Sus ojos esmeraldas estaban perdidos en las afiladas y opacas rocas de la cascada artificial, cuando un chasquido y después, un chorro de agua que comenzaba a caer desde la fuente varios metros arriba, la puso en alerta.

-¿Quién anda ahí? -preguntó mientras se ponía en pie y giraba en todas direcciones. Un ruido cerca de la pared de rocas la atrajo hacía ahí.

-No te alteres, he sido yo que quería ver si aún funcionaba esta cosa.

-¡Dioné, me asustas!

-Exageras, no te asustas tan fácil, ¿O acaso creíste que era Luna?

-No sería tan tonta de volver así al palacio.

-Pues no sé... - dijo el joven muy pensativo-. Si yo fuera ella volvería, esperaría a que estuvieras sola y te mataría. Después de todo eres la cabecilla y el corazón de este movimiento, y ella no sabe de Raeden y yo.

-¿De verdad crees eso?

Dioné sonrió, un gesto tierno que abochornó de inmediato a la castaña. Ella giró en un claro intento de no dejarlo ver las emociones que le causaba, pero si algo tenía el regente de la destrucción era una fascinación por todo lo que aquella chica hacía, algo que empezó desde niños.

Así que la alcanzó y la sujetó de la mano con firmeza, guiándola de vuelta a la banca donde ambos se sentaron. Para ese entonces, el agua de la cascada ya se había esparcido por toda la roca y se había llevado la mayor parte de vegetación muerta a la fuente.

-Pero como he dicho, ella no sabe de Raeden y yo, no dejaríamos que nada malo te pase.

-No necesito que me protejan- gruñó.

-¡Por supuesto que no! Pero lo haremos de todos modos, incluso Ares daría su vida por ti.

-¿Vas a comenzar con eso de nuevo?

Entonces sonreír no fue suficiente y el moreno de ahora ojos verdes, porque la mirada violeta de Dioné solo se hacía presente cuando estaba transformado, comenzó a reír. Haru se abochornó aún más, así que le llamó la atención con un codazo que vaya que le dolió.

-Solo bromeo, aunque ciertamente solo es una broma porque es más chico que nosotros, sino en verdad debería preocuparme por él.

-¿Preocuparte?

-Tu padre sin duda le daría la mano de su hija al hijo de su mejor amigo antes que a mí.

Y una vez más, el carmesí inundó sus mejillas. Eso era herencia de su madre, la facilidad de sonrojarse como una colegiala ante muchas cosas, si fuera un poco más como Neflyte ella hubiera respondido aquella insinuación con un gesto de desdén que hubiera desalentado a cualquiera. Pero ni Raeden era así, la vanidad y el orgullo eran algo que el general no heredó ni inculcó a sus pequeños, mucho menos después de aquel brutal periodo que precedió a la batalla con Venus y Kunzite.

-Creo que estas en un error- respondió sin pensar y solo se dio cuenta de sus palabras hasta ver la cara de satisfacción de aquel guapo y orgulloso chico que sí que le recordaba al general-. Papá los hubiera hecho añicos a ambos antes que dejarme ir con cualquiera de ustedes.

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12 años antes.

Tuvieron que pasar dos días más antes que Makoto tuviera la fuerza para estar de pie o sentada por mucho tiempo. Lo primero que hizo fue ver a Neflyte, quien seguía convaleciente en una de las habitaciones de la casa.

Molly no escatimó en cuidados y aunque nunca lo preguntó, estaba segura que la mujer se desvivía en cuidarlo día y noche, después de todo él solía despertar casi tan alterado como ella la primera vez, solo que más frecuentemente.

En un momento que la pequeña castaña salió por más suministros y Assanuma no estaba, Makoto entró en la habitación de Neflyte y se sentó junto a él en una silla.

-Neflyte, mi amor, ¿Puedes oírme? -él gruñó como respuesta. Makoto tomó su mano y besó sus nudillos con mucho cariño, anhelante de ver sus ojos marrones mirándola a ella, pero no sucedió-. Molly dice que los niños están bien, los tiene la señora Katsumoto, solo esperemos que tu estes mejor e iremos con ellos. No me alejaré de tu lado hasta entonces.

-No.

-¿Qué has dicho? -Makoto se puso de pie y se inclinó sobre él para escucharlo mejor. Entonces Neflyte abrió los ojos, pero la mirada fría y cruel que le dio, estaba muy lejos de lo que ella esperaba ver.

-Ve por ellos, sigue el plan.

-¡Claro que no! No puedo dejarte aquí solo.

-No estoy solo.

Makoto se incorporó de nuevo, sus ojos se abrieron a la par mientras esa frase se repetía en su cerebro. ¿Acaso quiso decir que se quedaría con Molly? ¿Quería abandonarlos? Aquellas preguntas daban vuelta en su mente hasta que los torpes movimientos de Neflyte la hicieron girar a verlo, intentaba incorporarse un poco y ella volvió hacia él para ayudarlo.

-Puedo solo. - murmuró, a la vez que lograba sentarse un poco.

-Eso no importa, eres mi esposo y voy a ayudarte y cuidarte. Los niños están bien y tú...

-En realidad no lo soy.

-¿Qué cosa?

-Tu esposo. Ni tu eres mi mujer, solamente la madre de mi hijo.

Makoto se quedó impávida, tuvo que parpadear un par de veces tratando de entender todo aquello. Cuando miró de nuevo a Neflyte, éste la observaba con mucha más frialdad que nunca antes.

-No puedes hablar en serio.

-No he dicho ninguna mentira. Lo mejor será que te vayas a recoger a tus hijos y se vayan al siguiente escondite, sabes donde es.

-¿Mis hijos? ¿Sólo míos?

Pero él no mostró rastro de corregir aquello, al contrario, se quedó en silencio y con una expresión indescifrable en el rostro. Makoto retrocedió hasta los pies de la cama, esperando una señal de que aquello era una mentira, un truco, un error. Pero no lo hubo, y él siguió quieto, así que le dirigió una última mirada desesperada y se fue rumbo a la puerta, sin voltear atrás.

Cerró al salir, así que Neflyte no pudo ver como se desmoronó en uno de los sillones, con las manos cubriendo su rostro tratando de no llorar. ¿A que venía todo aquello? Estaban en un lugar seguro, Assanuma se lo dijo y había hablado tanto con él que no podía ser una trampa, ¿O lo era?

Estaba por levantarse del sillón movida por la posibilidad, cuando una voz conocida la llamó.

-No es del todo su culpa, Mako-chan.

Giró movida por la sorpresa para descubrirla a ella, Hotaru estaba de pie en el umbral de la puerta.

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-Assanuma y Neflyte se veían constantemente en un bar que el general frecuentaba mucho. Ahí conversaban de nosotras y como nos encontrábamos. Fue como supimos que tenías una pequeña y que pensaban escapar pronto. Él decidió que debían huir por su cuenta, el hecho de que los tres estemos juntos es realmente peligroso, irradiamos demasiada energía y llamaríamos mucho la atención.

Makoto no podía dejar de ver a Hotaru, estaba realmente impresionada que la chica siguiera con vida, porque eso era un tema que Neflyte nunca trataba con ella. Sabía que reencarnaría, pero nunca creyó que no hubiese muerto y que él la hubiera podido proteger junto con Assanuma y sin que Luna se diera cuenta. No dejaba de impresionarla, aunque una parte de ella se sintiera ofendida ante tanta secrecía. Entonces, el recuerdo de su última conversación volvió a ella, y su rostro se ensombreció.

Llevaba un par de horas platicando con la regente de la destrucción, Molly había vuelto a casa y tenía bastante tiempo en la habitación con Neflyte. Algo en Makoto no se sentía bien, aunque sabía que Molly estaba casada con Umino y que, aunque éste se encontrara de viaje en ese momento, ella lo amaba realmente.

-Estuve un momento con él hace dos días, algo no marcha bien. -dijo Hotaru, adivinando el pensamiento de la castaña-. Supongo que se debe a Kunzite y Mina, ellos los afectaron de alguna manera.

-Nunca podré acostumbrarme a matar a un amigo.

-Fue algo más allá de eso. Creo que tiene que ver con el control que Luna está ejerciendo sobre los demás. Sin embargo, no tengo la información necesaria y usar mi poder para investigar sería casi avisarles donde estoy y con quien.

-Quiere que me vaya por los niños y siga el plan, no me dijo si me alcanzará después.

Aquello fue más un lamento que una frase dicha para conversar. Hotaru lo notó y tomó la mano de Makoto en señal de apoyo. Para ambas fue extraño, ya que apenas unos años atrás, era la castaña quien reconfortaba a la pequeña y joven Saturno. Pero aquella niña había desaparecido, ahora era una mujer madura y centrada, que estaba dispuesta a ser agradecida con aquellos que le ayudaron a darle la soñada libertad.

-Creo que debes hacerlo, no es bueno dejar a los niños tanto tiempo solos.

-¡Mira quien lo dice! -exclamó con alegría, ruborizando a la peli negra.

-De hecho, tengo un hijo.

-¡¿Qué dices?! - Makoto dijo aquello tan alto, que Molly y Neflyte giraron hacia ella por un momento, de inmediato se avergonzó y tomó asiento de nuevo-. ¿Un varón?

-Sí, su nombre es Dioné, tiene seis años, casi siete.

-¡Eso no es posible! Eso querría decir que cuando Assanuma y tú... - Hotaru agachó la cabeza y se encendió intensamente. Makoto se llevó una mano a la boca tratando de ocultar su sorpresa-. ¡No me digas!

-Acababa de decírselo a Assanuma cuando Luna nos descubrió, por eso huimos, pero estaba tan conmocionada que no puse atención hacía donde nos dirigíamos. Assanuma reacciona algo tonto bajo mucha presión- aquello último lo dijo un tanto apenada.

-Con respecto a eso, tengo que decirte que ese día yo...

-Lo sé, - interrumpió la joven-, pude sentirte detrás de la puerta, tuve que incrementar mi energía para que Luna no te notara, pero no te preocupes, me alegra que no hayas salido porque entonces la historia sería diferente.

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La plática con Hotaru le aclaró la mente y le calmó un poco el alma. En primera saber que ella también tenía un varón y que el chico tenía poderes, le ayudó a entender la manera en que debía criar a Raeden, aunque la confundió más en el sentido de no explicarse porque Haru no tenía dones también.

Pasaron dos días más y aunque Hotaru no volvió, precisamente por lo complicado que ambas estuvieran juntas en un lugar tan cercano al palacio, la senshi le aseguró a Makoto que, si debía ir a recoger a sus hijos, ella, Assanuma y desde luego Molly, cuidarían de Neflyte hasta que estuviera en condiciones de alcanzarlos, después de todo era lo menos que podía hacer por el hombre que les salvó la vida.

Y la idea era buena, pero ella tenía miedo de enfrentarlo otra vez. No había vuelto a hablar con él desde aquella pequeña confrontación. Hotaru también le dijo que era probable que Kunzite hubiera alterado sus pensamientos, después de todo ese era el más grande de los poderes del extinto comandante, y no había razón para no creer que no lo usara con su subalterno. Era la explicación más lógica, sobre todo si tomaba en cuenta que ella no dejaba de soñar con él, sueños sentimentales y algunos muy eróticos, con todo y que jamás había tenido uno antes.

Una tarde, después de pasar buena parte del día viendo a Molly con él, platicar muy amenos y joviales e incluso, presenciando como el general le regalaba una caricia en la mejilla a lo que la pequeña mujer se puso tan roja como un tomate y aun así, no pudo apartarse de él, se decidió. Esperó a que su anfitriona saliera de compras y entró a la habitación, donde lo encontró sentado tratando de abrir y cerrar su puño un par de veces.

-Me alegra verte mejor.

-Molly me ha cuidado bien-respondió toscamente.

-Lo sé, al igual que Assanuma y Hotaru—Neflyte no dijo nada, solo asintió con la cabeza y se tronó el cuello ligeramente.

-No entiendo porque sigues aquí, te dije que hacer.

-Y yo te dije que no me iré sin ti, ya pareces estar mucho mejor, Assanuma nos conseguirá un auto y volveremos a …

-¡Esa no fue la orden! ¡Debes irte ahora! El camino es largo y yo aun no estoy bien.

La castaña se exaltó ante el tono molesto y dictador que usó ese hombre hacía ella. No era algo que hubiera pasado antes, ni siquiera aquella vez después de la muerte de Amy y Zoycite, así que trató de justificarlo con la explicación que Hotaru había dado sobre sus pensamientos. Pero esa mirada fúrica era algo difícil de ignorar.

-Sé que estamos alterados, pero esto no será más fuerte que nosotros. Necesitamos un tiempo para descansar y volveremos a ser los mismos.

-Te di una instrucción, tienes que seguirla y es todo lo que debes hacer. - insistió. Makoto no pudo contenerse ante eso.

-Según entiendo no eres nada mío para darme órdenes, lo dejaste muy claro la última vez.

-Esto no es por ti, es por nuestros hijos.

-¿Ya volvieron a ser nuestros?

-Dímelo tú. No tengo duda de que Raeden es mío, aunque no puedo decir lo mismo de Haru y supongo que Furuhata tampoco podría asegurarlo.

-¿Qué estupidez estas diciendo?

-Solo la verdad, a diferencia tuya, yo siempre he sido franco contigo. Eres tú quien me ha mentido desde que nos conocemos y han sido tantas veces, que confiar en ti para cuidar de los niños ya es demasiado noble de mi parte.

Un intenso escalofrío recorrió el cuerpo aun maltrecho de la ojiverde. Aquello fue en realidad demasiado hiriente como para no tomarlo en cuenta. ¿Cómo podía venir ahora a poner en juicio su lealtad?

-Lo que dices no tiene sentido. Has sido tú quien ha construido todo lo que tenemos sobre mentiras. Desde el momento en que propusiste que fingiéramos tener una relación, en que te ofreciste para hacer pasar a Haru como tuya ante el mundo y en nuestra fuga. Y a pesar que todo esto es tu plan, y que no me lo has contado completo por lo que veo, ¡Te he seguido! ¡Por un carajo que te he seguido confiando en ti!

-¿Olvidaste que me dejaste por volver con Furuhata? ¡Te fuiste y te llevaste a Haru contigo! ¡Me dejaste solo con una estúpida nota mientras salí a despejarme, tratando de calmarme porque jugaste conmigo una noche antes ¿Recuerdas?

-¡Y no hay nada que me avergüence más en la vida, que dejarte aquella vez! -exclamó con pesar mientras lo miraba fijamente, sus ojos esmeraldas casi cristalizados con solo el recuerdo de aquella traición.

-¿Fue eso, o darte cuenta que tu rubio desabrido tenía a otra en tu lugar? Alguien igual que tú, pero más leal ¿Qué fue lo que te avergonzó Júpiter?

Y así fue como la tristeza se volvió dolor, mientras aquel reclamo que en su tiempo no se hizo volvía como el fantasma de su infortunio. Makoto tragó saliva, incapaz de creer que todo aquello estuviera pasando.

-¿Cómo puedes...?

-¿Cómo puedo qué? ¿Expresar mis sentimientos? ¿Tu última opción no tiene tampoco ese derecho? - preguntó Neflyte, una sonrisa torcida y muy poco amable se dibujó en sus labios. Makoto estaba segura haber visto ese gesto antes, pero no lograba recordar cuando.

-¿Mi última opción?

-¡Por supuesto! ¿Qué soy yo para ti sino eso? - Neflyte se puso en pie con mucha dificultad. Makoto pudo ver la cantidad de vendajes que cubrían su torso y una de sus piernas. Sin embargo, logró caminar hacia ella y se sostuvo de una silla cercana-. Primero el altivo y caballeroso comandante Kunzite. Con sus detalles románticos y esas tonterías que hacía para ganar tus favores—dijo mientras acariciaba la mejilla de la senshi con el dorso de su mano-, si él no hubiera estado extasiado en ti hace días, nos hubiera aniquilado y lo sabes. - De pronto, detuvo la caricia y con sus dedos, ahuecó el rostro de Makoto con fuerza, haciéndola fruncir un poco los labios mientras acercaba su rostro al de ella-. Luego está el doctor Furuhata, ese pobre inútil que sin poderes era capaz de alzarse las mangas para enfrentarse a mí. Valiente sí, pero ¿De que te sirvió si en realidad no te amaba?

-No puedes estar hablando en serio, ¿Qué pasa contigo?

-¡Soy el único que ha hablado en serio siempre! ¿Qué no lo ves? ¡Esta podría ser mi casa y mi cama y Molly mi mujer! Pero soy el único que siempre te ha amado a ti, sin importar qué... aunque tu no puedas decirme lo mismo. ¡De todas tus opciones, soy el único que siempre te ha escogido a ti! -los ojos marrones comenzaron a brillar ayudados por las lágrimas contenidas en ellos.

-¿Todo esto es por Kunzite?- preguntó directa, zafándose del agarre de Neflyte, convencida que había encontrado el motivo del enfado.

-No me interesa lo que hayan hecho él y tú

-¿Kunzite y yo? ¿Realmente crees que tuvimos algo? -comenzaba a alterarse en verdad, no estaba enojada, pero si muy dolida de que a esas alturas y después de todo lo que habían vivido, Neflyte volviera a esa etapa de celos que en un principio la alejó de él-. Tú estabas ahí, sabías que Kunzite se enamoró de mí, no me digas ahora que no lo recuerdas.

-Lo recuerdo. Recuerdo como tú y él salían del palacio y se perdían por horas. Primero acompañados de Darien y después por su cuenta. Lo hacían incluso cuando él estaba comprometido con Venus y un par de veces después de que tú y yo fingiéramos estar juntos, - Makoto abrió los ojos sorprendida-, ¿Te asombra que lo sepa? Él nunca dejó de verte como lo hacía, como un idiota enamorado. ¡Como yo lo hago todavía!

-¡Y yo amo que me mires así! -exclamó con melancolía mientras volvía a él y tomaba su rostro con ambas manos. Makoto lo besó ligeramente en los labios, tratando de sacarlo del estado alterado en el que el general se encontraba-. Eres el padre de mi hijo, el de ambos. El hombre al que amo y al que he entregado mi vida los últimos años. Seguí tus planes, tus deseos y confío en ti y en tu palabra de que saldremos de esto y seremos una familia al fin, ¿Lo comprendes?

Hubo un momento de silencio, donde solo se escuchaba la respiración del castaño que estaba notablemente cansado y alterado. Makoto le despejó la frente con sus dedos y acarició su cabello tratando de darle más calma.

-Te amo—dijo Neflyte en un susurro, mientras se dejaba llevar por las caricias de la ojiverde.

-Y yo a ti, Kunzite.

Entonces el general se separó de ella estrepitosamente. Makoto no entendió el porqué del nuevo exabrupto ya que aquel s terrible error solo había sucedido en la mente del hombre. Neflyte dio un paso atrás y la miró con frialdad, sin estar consiente que alguien jugaba con sus sentidos.

-Me llamaste Kunzite.

-¡Claro que no! - gritó exhausta de la situación-. Él implantó ideas erróneas en tu mente, está alterando tus recuerdos, ¡Es su poder! ¿Lo recuerdas?

-¿Y cómo sé que la que no está corrompida eres tú? Hasta donde sabemos él puede ser el padre de Haru y alteró tus pensamientos para no tener problemas. De hecho, -dijo con malicia-, ¿Sabes realmente quien es su padre? No me extrañaría que hasta Darien esté en la terna.

Una cachetada terminó con la discusión. Makoto plantó el golpe tan seco y fuerte que la misma Molly, que en ese momento llegaba de vuelta a la casa, se asustó.

Neflyte cayó al suelo, rompiendo la silla que usaba para sostenerse en el trayecto. Su rostro estaba enrojecido, aunque no tanto como el de Makoto que se había quedado sin palabras. Molly solo observó desde el umbral, incapaz de pensar en que hacer a continuación.

-Molly, ¿Podrías llamar a la señora Katsumoto y decirle que la esperaré en el punto de encuentro? Me voy ahora mismo.

La oji azul asintió con la cabeza, sintiéndose afortunada de salir de la escena con ese pedido. Makoto le agradeció antes de girar de nuevo hacía el abatido general en el suelo.

-Me largo de aquí para recoger a mis hijos, solo por ellos te pediré que vuelvas a casa con nosotros, claro, si quieres.

-Cumpliré mi palabra, soy un...

-No me interesa lo que seas. En este momento, para mí solo existen mis hijos y haré lo que sea necesario para garantizar su bienestar. Cuídate Neflyte.

Una hora después, ella se había ido.

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Le tomó casi tres días a la regente del trueno llegar a Fukuoka, sobre todo porque fue necesario desviarse para evitar ser rastreada. Era el plan del general, y aunque la sangre le hervía todavía solo al pensarlo, lo obedeció.

Justo a dos cuadras del muelle de Meinohama, tomó asiento en una banca con el corazón en la garganta y los nervios a flor de piel, después de todo tenía una semana sin ver a sus hijos y no podía más con las ansias. Esperó en soledad lo que le pareció una eternidad, hasta que a lo lejos pudo divisar a quien parecía ser su amable ahora ex vecina. En los brazos cargaba a un niño y detrás de ella venían algunos más.

-¡Es mamá! -gritó Raeden con toda su inocencia y sus pulmones cuando vio sentada a su madre. De inmediato logró soltarse de la señora y corrió hacía donde Makoto se encontraba ya de pie, lista para abrazarlo.

Y solo por ese instante valía la pena todo el sufrimiento y dolor que vivió unos días atrás. Tenía de vuelta a su pequeño en brazos y no había nada que pudiera compararse con ello.

Con la mirada buscó a Haru entre los chicos, pero no la encontró. Estaba por alterarse cuando la vecina la saludó.

-Me alegra tanto que estes bien Mako querida, los chicos lo están, se han portado a la altura.

-Muchas gracias, pero ¿Dónde está Haru?

La señora la miró un poco confundida y extrañada de la pregunta.

-Pues tu marido fue por ella a la casa hace dos días, me dijo que lo sabías.

Entró en pánico. Por supuesto que no lo sabía y mucho menos lo esperaba. Sin embargo, tuvo que reprimirse para no llamar la atención y no alterar a la señora, sus hijos y a Raeden. Su mente y su corazón se aceleraron al límite, tratando de formar palabras en un tono e intención decentes para indagar más en el hecho, pero no lo consiguió. Fue entonces cuando una hoja de papel apareció frente a ella, sacándola de su estupor.

-Dejó esta nota para ti.

Un tanto temblorosa, hecho que no pasó desapercibido para la otra mujer, Makoto tomó el sobre y sacó su contenido. El aire la abandonó del cuerpo cuando comenzó a leer.

"Tengo al retoño, estará bien. Sigue con el plan y cuida de la tempestad. Los estaré vigilando, no puedo decirte más. No te atrevas a salir de la isla o desviarte, no tiene sentido que nos busques, volveremos pronto. Confío en ti, confía en mí.

CONTINUARÁ...

Muchas gracias a todos por llegar hasta aquí, ya saben que sigo de vacaciones y por eso no me da chance de explayarme más en los agradecimientos, pero estoy muy muy contenta que les guste tanto la historia y que se tomen su tiempo para dejarme un comentario.

Quiero aclarar que Neflyte tiene problemas, no lo odien jajaja odien mejor a Litakino1987 y Jovides1 por darme las ideas para insultarse mutuamente, son perversas ambas eh jajajaja

Gracias a todos por sus comentarios, ya mañana vuelvo a casa y ahora si responderé pm y comentarios. saludos.