Cuestión de enfoques

22 años antes.

Tenía largo rato mirando por el enorme ventanal del despacho principal. La vista era hermosa, si no contaba a la gente reunida fuera de la barandilla del palacio, que intentaba tomar fotos y vídeos de los residentes. Lo cierto es que estaban muy lejos, pero él podía verlos desde su lugar, era su deber, su talento.

Bajó un poco la vista, cansado de la excitación de un grupo de desconocidos por otro grupo de desconocidos y fue así como dio con uno de sus hombres y la chica de cabello azul, que estaban refugiados detrás de los arbustos, a la sombra de un hermoso roble, leyendo.

Pensó que seguro estaban ahí para no ser descubiertos por las cámaras, y no los culpaba. Aunque él si había podido verlos y contemplarlos. Zoycite fingía leer, lo sabía de cierto, mientras Amy parecía que si lo hacía. El rubio la miraba, con una sonrisa sincera en los labios y sus ojos oliva clavados en ella. Kunzite sonrió también, levemente y casi imperceptible, conmovido por la devoción que Zoycite sentía por la mujer del hielo, aunque apenas se conocían en esta vida. Porque el hombre acerado lo recordaba, sus vidas pasadas, sus sueños, sus amores. También recordaba a la rubia que aparecía frente a las multitudes en ese momento y su corazón saltó, pero solo eso.

-Entonces, agenda declarar la guerra a Alemania mañana por favor.

-Sí señor. - respondió en automático. Darien arqueó una ceja y ya cansado de ser ignorado, se puso en pie y caminó hasta la ventana, para saber de qué se estaba perdiendo.

Una vez ahí, corrió la otra cortina y ni eso logró conseguir la atención de su comandante. Fijó sus ojos zafiro en el paisaje y lo primero que vio fue a Minako, saludar amablemente a las cámaras mientras los gritos de sus fans se escuchaban con estruendo. Convencido que había dado en el clavo, se animó a molestar a Kunzite.

-Claro que debía ser una mujer la que se ha robado tu mente hoy.

Y Kunzite volteó por primera vez en mucho tiempo. Había un ligero toque carmesí en sus mejillas.

-Lo siento, solo estaba pensando.

-¿Y se puede saber en qué?

Ninguno apartó la vista del jardín, Darien también notó a Zoycite y Amy y sonrió complacido. Aunque unos segundos después el rubio se puso de pie y sin previo aviso, tomó a la chica y salieron de prisa por su derecha. Todo fue entendible cuando por la izquierda, Jadeite entraba jalando del brazo a Rei quien parecía verdaderamente harta. Los dos hombres en la ventana sonrieron.

-¿Crees que estamos destinados a repetir la misma historia que durante el milenio de plata?

-¿A qué te refieres? -preguntó Darien mientras contemplaba a Jadeite, tratando de hacer que Rei tomara asiento.

-En específico, al amor.

Aquello tomó por sorpresa a Darien y lo presionó un poco. Después de todo, Kunzite era, hasta el momento, el único que conocía de los sentimientos del rey por la regente del tiempo. Rápidamente cerró la cortina y se dirigió a la vitrina que estaba a un lado.

-¿Lo dices por mí, o hay algo que quieras contarme?

Fueron servidos dos vasos de whisky en el más absoluto silencio, porque aquella era una conversación seria que no podía llevarse a cabo sin alcohol. Una vez que ambos bebieron, fue Kunzite quien habló.

-Quiero a una mujer, me es imperativo que me des permiso de cortejarla.

-¿Qué cosas dices? No es que sea su padre para autorizar tal cosa, ¿O sí? -Kunzite frunció el ceño sin entender lo que Darien decía, así que se tragó su propio chiste y continuó-. Dudo que necesites permiso para pretender a Minako, pero te aseguro que deberás irte con mucho cuidado con ella... es algo...

-No hablo de Minako.

Los zafiros se cruzaron con la mirada acerada del comandante. Tras casi un minuto de silencio y una nueva porción de licor, Darien hizo la pregunta.

-¿Puedo saber de quien se trata entonces?

-De Makoto.

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20 años antes.

Estaba tan cansado. No había dormido en días y su cerebro no pensaba con claridad. Freya había tenido la más terrible de las semanas desde que nació apenas seis meses atrás y Zoycite se estaba volviendo loco. Amy tenía una historia peor que contar.

Nada lograba sanarla, los problemas respiratorios parecían agravarse y ni la medicina moderna, ni la magia lograban su efecto, francamente estaba desesperado y de mal humor, lo que todavía le acarreaba muchos más problemas con su mujer.

Por eso esa noche vagaba nervioso hasta el despacho de Serena, a la que por cierto no veían muy seguido. Estaba dispuesto a suplicarle por ayuda, después de todo ¿No era el cristal de plata un cristal sanador?

Justo al llegar a la puerta, se topó de frente con Jadeite que se veía tan nervioso como él.

-Te ves terrible.

Zoycite lo miró con desdén y giró rumbo a la puerta.

-¿Qué haces aquí?

-Rei esta incontrolable, necesito hablar con Serena es urgente que la vea. ¿Y tú?

-Freya.

Los dos rubios se vieron con compasión el uno con el otro. Era bien sabido que los nervios alterados de Rei por el embarazo hacían sufrir en demasía a Jadeite además del riesgo de aborto que conllevaba. Freya era otra historia conocida que tenía a todos mal en el palacio.

Tocaron un par de veces pero no obtuvieron respuesta. Estaban muy desesperados así que acordaron ir al despacho de Darien pero alguien se los impidió.

-Es inútil, ninguno se encuentra en el palacio—dijo Artemis mientras salía de las sombras y se acercaba a ellos-. ¿Qué los tiene tan alterados?

-Freya, Rei y Michiru- enumeró Jadeite ante la sorpresa del ojiverde que no esperaba el último nombre en la lista-. Necesitan ayuda, no hay medicina que las reconforte, necesitamos el cristal de plata.

-Ya veo—dijo el heraldo-, por desgracia eso no será posible.

-¿Por qué lo dices? -exclamó Zoycite malhumorado.

-La reina también se encuentra un poco débil de salud, así que el cristal de plata no tiene los efectos esperados. De hecho, ella y el rey estan en la luna, en un tratamiento.

-¿Tratamiento? ¿Qué es ese tratamiento?

-No creo que deba hablarles de eso.

Pero Jadeite no tenía reparo en ser agresivo cuando de su mujer y su familia se trataba. Caminó con furia hacía Artemis convencido que, si Serena tenía un tratamiento para su mal, la niña y las mujeres deberían tenerlo también. Así que tomó al peli blanco del cuello de su camisa y lo estrujó con fuerza. Artemis se sorprendió e incapaz de defenderse de un general, se decidió a hablar.

-¡De acuerdo! ¡De acuerdo! Les conseguiré un poco, pero no pueden decirle a nadie que se los he dado yo.

-¿Por qué no? -preguntó Zoycite.

-¿Quieren la medicina o quieren la respuesta a esa pregunta?

Y aunque tanto secreto los molestaba, en el estado de desesperación en el que se encontraban, hubieran hecho todo. Así que después de mirarse a los ojos por unos instantes, Zoycite asintió con la cabeza y Jadeite soltó a Artemis y se disculpó.

-Vayan a sus habitaciones y no digan nada ni a Rei ni a Amy. Les daré una ampolleta que deberán darles de beber en abundante agua. Será poco, no hay mucha en la reserva por lo pronto. Y ni una palabra de esto a nadie.

Y con todo y que aquello sonaba aterrador así lo hicieron, porque nada era más urgente que ver sanas a las personas más importantes de sus vidas. Artemis llegó primero con Zoycite, quien recibió una ampolleta diminuta con un líquido de color esmeralda en él. Lo observó por un momento y como si adivinara sus pensamientos, el hombre de largos cabellos blancos le reiteró-. No te molestes en analizarlo, si lo haces acabaras con todo el tratamiento, Freya lo necesita. - y eso fue suficiente para hacerlo desistir.

Después fue con Jadeite quien solo miró el tratamiento y repitió la instrucción. Artemis asintió y estaba por marcharse cuando fue detenido.

-Dame otra, Michiru...

-Si te doy otra, habrá menos para Rei más adelante. Una sola dosis no basta.

-Ella tendrá a otra hija mía también, la he visto y no la está pasando bien. Necesito ayudarla. - sentenció tan tajante, que aquel hombre accedió sin preguntar más.

Cuando cerró la puerta se dirigió sin reparo hacia la mesa de la habitación y vertió en un vaso una razonable cantidad de agua fresca de la jarra, después vació el líquido verdusco y este se integró a la perfección desapareciendo casi de inmediato, no sin antes resplandecer de una forma tan familiar pero que en ese momento no reparó en investigar. Caminó hasta Rei que parecía estar en shock y la hizo beber un poco, apenas unas gotas.

El rostro de la sacerdotisa inmediatamente cambió. Sus facciones se relajaron y la tensión que invadía su cuerpo parecía irse a poco. Las dudas del general también. La mujer dormía, tranquila y plácida como un bebé. Jadeite estaba feliz, así que no perdió más tiempo y fue hacía la habitación de la mujer del mar, donde hizo exactamente lo mismo.

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22 años antes.

Darien no se sintió con el derecho de juzgar a Kunzite en absoluto, de hecho, tuvo que contener las ganas de decirle que comprendía sus sentimientos, ya que Makoto era una chica muy centrada y madura en comparación con Mina, aunque la rubia no tenía la culpa, la castaña había tenido una vida muy dura desde el principio. Lo que sí hizo fue decirle que debía estar seguro de sus sentimientos, ya que, de pretender a la regente del trueno, tendría problemas con Mina en primera instancia, quien ya había declarado abiertamente su interés en él y en segunda y no menos importante, con Neflyte, ese sujeto arrogante que, si bien molestaba a Makoto demasiado, era evidente que pensaba reclamarla como en otros tiempos.

Para Kunzite aquella plática fue meramente informativa, ya que de cualquier manera y aunque Makoto le había rechazado una vez, pretendía conquistarla. Así que aquella mañana, en la que todos habían sido llamados a un acto protocolario con excepción de ellos dos, ya que la ojiverde había tenido algunos problemas de salud y el peli plateado, se había quedado rezagado, decidió visitarla en su habitación.

Estaba por llegar, de hecho, la vio sentada al pie del escalón que separaba el pasillo frente a su puerta de la fila de tulipanes que había plantado para ella un par de meses atrás, cuando se detuvo a contemplarla.

Estaba sosteniendo una flor entre sus dedos, oliendo su aroma y con los ojos cerrados. Su piel era tan blanca que el hombre se asustó, no pensó que estuviera tan enferma.

-Es realmente bella ¿No lo cree así comandante? -dijo Luna a sus espaldas, pero Kunzite no se asustó-. Si no fuera por su piel y sus ojos apagados no notaria que estuvo enferma.

-¿Qué pasa con ella?

-Es la senshi de la naturaleza, ¿Usted que cree? -Él la miró fijamente, tratando de descifrar aquella pregunta que escondía y revelaba demasiado. Kunzite conocía del alcance de todo el poder y toda la influencia de las senshis en sus elementos, pero aunque sabía que podían manejarlos nunca se preguntó cuanto podían sus dones influir en ellas.

Entonces Luna le aclaró el panorama, alzando una mano que pasó tan cerca de un arbusto lleno de rosas, hizo que éstas se marchitaran de inmediato, ante la mirada analítica del hombre. Kunzite giró de inmediato hacía Makoto, quien se llevó una mano a la cabeza en señal de mareo en ese mismo instante, intentó ponerse de pie, pero no le fue posible y lentamente comenzó a desfallecer.

Naturalmente la socorrió de inmediato, la tomó entre sus brazos y cargó con ella hasta su habitación dejando la puerta abierta en el proceso. La acostó en la cama mientras le cuestionaba su sentir. Makoto solo asintió con la cabeza y se giró de lado, quedando dormida casi de inmediato.

-¿Qué le ha hecho? -preguntó molesto mientras giraba a la entrada, donde la mujer de cabellos negros estaba recargada.

-Solo demostré mi punto. Le mostré lo que podría pasar si la naturaleza no sigue su curso.

-¿Qué trata de decir con eso?

-Le digo comandante, que debería ocuparse de sus propios asuntos y dejar que las cosas se den de la manera natural como fueron escritas. El general Neflyte es el hombre destinado a Júpiter desde el milenio de plata y aunque las cosas no vayan bien entre ellos ahora, eventualmente se acomodaran. Usted tiene a Venus, la diosa del amor y la belleza, y le aseguro que no hay cosa que Júpiter pueda darle que Venus no.

-¿Acaso esa es una amenaza?

-Es un ejemplo de lo que un amor mal enfocado puede hacerle al mundo. ¿Quiere verlo de nuevo?

-¡No se atreva!

-Entonces no se atreva usted a interferir en los designios de las estrellas, y yo le aseguraré que ella estará bien, me encargaré de que así sea.

Luna se fue, dejando a un hombre consternado y aturdido velando el sueño de una muy enfermiza mujer.

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Actualidad.

Haru observó con fascinación y un poco de envidia, como Dioné barría con un poco de su poder, todas las plantas muertas del invernadero, y éstas aparecían de nuevo mágicamente como pequeños brotes que crecerían con el tiempo.

-Es hermoso lo que hiciste, te agradezco.

-No es nada, además, tu madre podría haberlo hecho mucho mejor. Yo solo puedo devolverlas a sus brotes o semillas para que con los cuidados apropiados germinen de nuevo, pero Sailor Júpiter sería capaz de volverlas a hermosas plantas y árboles en un segundo, sin necesidad de empezar de nuevo.

-Raeden no puede hacer eso. -dijo cortante y un poco molesta-. Controla la tormenta y las estrellas un poco, pero nada que ver con la naturaleza.

-Debería intentarlo, mi madre me ha dicho que tu madre no estaba muy consiente de ese poder, sin embargo, amaba la jardinería y se le daba bien.

-¿Cómo están tus padres?

-A salvo, gracias. Para mamá todo esto ha sido muy duro y doloroso, si no fuera por mi padre, no sé qué hubiera sido de ella.

-El amor de tus padres es el más puro que he visto nunca, tuvieron suerte.

-¿Suerte? - preguntó el chico mientras volvía hacía ella y le ofrecía la mano para comenzar a rondar por el jardín. Haru titubeó un poco, pero al final aceptó-. Podría decirse que sí. Tuvieron suerte que tu madre y tu padre les ayudaran a estar juntos. Sobre todo, porque el amor en este lugar siempre fue un mal augurio.

-¿De qué hablas?

-Tu madre lo dice en su diario, el amor aquí no era real. Al menos no estaba bien enfocado. Piénsalo un poco, los padres de Freya, Lady Mercury y Lord Zoycite, entiendo que ella siempre tuvo sus dudas y miedos al respecto. No creo que no lo haya amado, y ni dudar de que amó a Freya, pero ¿Qué tan real puede ser el amor si dudas?

-¿Tienes que estar convencido ante el amor para sentirlo? -refutó.

-Dime tú lo fuerte que puede ser si no estás convencida de que lo que sientes es amor. Si tienes miedo, si solo haces lo que te pidieron que hicieras. ¿No lo hace eso frágil? ¿Frágil como la salud de Freya?

Haru se detuvo en seco y lo miró fijamente, ¿Acaso estaba diciendo que las dudas de Mercury afectaban la salud de su pequeña hija? ¿Qué sabría él de todo aquello? Estaba por cuestionarlo cuando el joven prosiguió.

-¿Sabías que el comandante Kunzite estuvo alguna vez enamorado de tu madre? - Haru asintió con la cabeza, un poco ruborizada-. Pero él escogió el deber antes que el amor, siempre.

-Odio que hables así, sé más claro.

-¿Cuál habría sido la diferencia si Kunzite hubiera estado con ella, ¿No tuvo una hija con otra senshi? Bajo esa lógica, debió haber sido razonable que si él la amaba, los dejaran estar juntos.

-¡Pero ella lo rechazó, ella amaba a mi padre!

-¿A cuál?

Un poco de rabia se asomó en la mirada esmeralda de la joven, no por su padre biológico, sino por sentirse un poco burlada en ese tema. Pero Dioné la esperaba, quería la respuesta-. Andrew-murmuró.

-¡Exacto! Kino-sama no podía ver a Neflyte ni en pintura, según se cuenta. Y mira, ahí anda Raeden tan tranquilo y tan real.

-¿A qué vas con esto?

-A que el palacio no quería amor real entre ellos. Para nada necesitaba los lazos fuertes entre las senshis y los shittenou, ¡Vamos! ¡Ni siquiera los reyes se amaban! Todos los sabemos.

Caminaron un poco mientras las palabras del peli negro se repetían en la cabeza de la chica. Haru era muy inteligente, entendió todo perfecto y era en verdad tan lógico, que su silencio se debía a todas las conclusiones que su cabeza estaba desenredando.

-¿Qué hay con Lord Jadeite y Rei? Mamá siempre dijo que ellos eran un caso especial- exclamó triunfante, esperando el punto de vista de Dioné al respecto.

-¿De verdad? Ellos son quienes más me conmueven. Lord Jadeite estaba tan intensamente enamorado de lady Mars que dolía, eso dijo mi madre.

-¿Dolía?

-Jadeite se desvivió por conseguir el amor de Rei desde el primer instante que la vio. Dicen que hizo de todo por llamar su atención y que ella se escondía. Según mi madre, se resistía más bien y creo que tus padres pensarán lo mismo.

-Sus embarazos fueron terribles—dijo con tristeza-. Al menos eso dice mi padre Andrew que se enteró de ambos.

-Rei tenía miedo, rabia y frustración. Jadeite pudo haberla amado incondicionalmente, pero imagina lo difícil que debe ser amar a alguien que no quiere ser amado por ti. Que se esconde y reniega del amor que le das en público.

Siguieron avanzando hasta llegar casi a la puerta del invernadero. Cerca de ésta, había una campanilla de vientos que se movió con una ligera brisa, soltando su embriagante melodía.

-Ni mencionar a Haruka y Michiru, ¿Cierto?

-Un ejemplo claro de como un sueño puede fragmentar un corazón- dijo Dioné con nostalgia-. Ellas pudieron salir de aquí, si tan solo Haruka no se hubiera roto por dentro. Aunque siempre me extrañaré de la razón por la que Neptuno aceptó todo tan fácil, con su poder y don, debió haber hecho algo al respecto, tenían todo para ser libres y se quedaron.

-Realmente aterrador.

-Así es como trabaja Luna, secuestra sueños e ilusiones. Se mete en tu alma y desde ahí, vigila tus pasos y cambia las cosas a su favor-Dioné giró hacia Haru y tomó sus manos entre las de él. En su rostro se dibujó una sonrisa triunfante y reconfortante a la vez-. Pero había algo con lo que ella no contó, no estaba preparada para que alguien descubriera su forma de actuar, pero hubo quien lo hizo. Neflyte siempre supo lo que hacía ella con el amor y fue él quien cambió el juego a su favor.

-¿Papá lo hizo?

-¡Por supuesto! Sabes lo mucho que tu madre amó a tu padre ¿Cierto?

-¿A cuál? -preguntó en un tono vengativo, en respuesta a la misma pregunta que el chico había soltado hace rato. Dioné sonrió.

-A Neflyte desde luego—Haru asintió orgullosa—. Pero no lo amó hasta que estuvieron fuera del palacio, hasta que estuvieron solos y muy lejos.

-Porque entiendo que papá fue un cretino, orgulloso y vanidoso y que ninguna mujer podría...- Haru miró confundida a Dioné quien sonriente la animó a seguir-, nadie podría quererlo así.

Y entonces la ojiverde, aun aturdida por su descubrimiento, comenzó a sonreír.

Todo encajó en ese momento y fue como un balde de agua helada sobre su cuerpo. Todas aquellas veces que había escuchado que su padre era un estratega meticuloso y manipulador tomaron sentido. ¡Realmente lo era! Neflyte había ahuyentado a propósito a la mujer de su vida para evitar caer en la trampa que Luna había tendido sobre todos.

-Según palabras de mi madre, el general Neflyte se jugó el todo por salir del palacio. Se portó terrible con tu madre para que ella no se fijara en él y estuvo a punto de perderlo todo cuando Kunzite se enamoró de ella. Después apareció el señor Furuhata y todo se acomodó mejor, incluso fomentó la relación con tal de distraerla...

-Pero él si la amaba...

-Tanto que prefirió arriesgarse a perderla que someterla al infortunio que sería que se amasen dentro de estas paredes.

-Pero sé que ella comenzó a quererlo. Su plan fallaba mientras me esperaba a mí.

-Y él también flaqueó, se planteó en algún momento el conformismo con tal de tenerlas. Por suerte tu madre también era necia y en donde él falló, ella tuvo éxito.

-Volviendo con papá cuando nací.

-La verdad dudo que hayas estado en los planes del general, pero lo que no dudo es que fuiste el detonante para huir de todo esto y que quizá no lo hubieran hecho si no fuera por ti.

-¡Es el mejor! - dijo orgullosa, completamente llena de amor por el hombre que actuó como un padre para ella.

-Sí, aunque tuvo sus errores.

-¿Y quién no?

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12 años antes.

flashback

Neflyte debió apartar un par de ramas del frondoso árbol del paraíso que obstaculizaba su vista. Sus brotes rojizos eran hermosos y podían distraerlo, pero él necesitaba llegar hasta el tronco y averiguar que era ese ruido que lo llamaba.

Así que avanzó sin titubear, pero en silencio, movido por la curiosidad y su hambre de conocimiento. Y ahí fue donde la vio, a esa hermosa castaña de ojos esmeraldas que era la dueña inequívoca de su corazón. Tenía el cabello suelto cubriéndole la espalda, aunque toda ella estaba desnuda y al parecer, lista para él.

Avanzó un poco, ansioso de tenerla entre sus brazos y fue cuando vio que no estaban solos. De hecho, ella ya estaba montada sobre el hombre de cabellos plata que estaba perdido entre sus piernas, con una expresión de verdadero placer en el rostro. Kunzite lo miró con arrogancia y le sonrió victorioso mientras ella gemía y se mecía sobre él.

Entonces la ira lo poseyó. La sangre ardía en sus venas y estaba listo para interrumpir aquello cuando una voz a sus espaldas lo detuvo.

-¿Qué hay de malo con el amor general Neflyte? - Él giró intempestivamente para ver a Luna pararse a su lado-. Entiendo que usted disfruta de hacerlo ¿Por qué no los deja a ellos?

-Es solo un sueño, no es real.

-¿Podría apostarlo?

Neflyte volvió su atención a los amantes y pudo ver como su comandante tomaba a la castaña por la espalda para dirigirla, moviendo un poco su cabello y dejando ver el tatuaje en su piel, el cual centelló como un relámpago.

-Es solo un sueño-insistió.

-Lo es, y seguirás teniéndolos porque ahora sé dónde han estado y que están cerca. Siempre supe que Kunzite no podría lastimarla, pero al menos, me ha servido para dar con usted general.

-El enlace- murmuró con rabia.

-La buscarías y la encontrarías siempre, también lo sé y contaba con ello- Luna tomó a Neflyte del brazo y se recargó en él como si fueran viejos amigos, su tacto fue frio y doloroso-. Siempre supe que cometerías un error tarde o temprano y aquí estamos. Daré con ellas y contigo, volverán al palacio en un par de días porque te seguiré en tus sueños. Tendrás que dormir tarde o temprano ¿No es así? Y si acaso piensas en no hacerlo, te volverás loco en algunos días y harás lo que siempre haces, herirla.

-¡Te equivocas!

-No. Eres un experto en lastimar a quien amas, por eso sé que daré con ustedes muy pronto. Después de todo ya has acabado con cuatro de tus amigos y eso tampoco te deja la conciencia en paz. Si duermes, verás esto frente a ti—Luna movió su mano y la imagen de Makoto y Kunzite cambió, ahora era Jadeite quien acompañaba a la castaña-. O podría ser Zoycite, incluso Darien, ¡O todos a la vez! -exclamó con malicia-. Porque podrá ser un sueño, pero tu ego y tu frágil amor no pueden soportarlo. Conozco tus defectos, los de todos.

-Ella entenderá.

-Ella querrá cuidarte y protegerte, porque su defecto es ser tan noble con quien necesita ayuda, aunque la lastimen en el proceso. ¡Es una mártir! Y tú, mi querido general, su verdugo favorito.

Neflyte se despertó abruptamente. Sudaba demasiado y su corazón estaba acelerado al tope. Cuando Molly entró en la habitación, se quedó pasmada ante la imagen del hombre que parecía fuera de sí y al borde de un ataque cardiaco.

-¡Neflyte! ¿Estás bien?

-¿Dónde está Makoto? ¿Cómo esta? -preguntó tratando de salir de la cama, pero sus fuerzas no le respondieron.

-Ya mejor- respondió dudosa-. ¿Quieres que la llame? Solo trata de calmarte por favor.

-¿Puede viajar? -preguntó exaltado, sus ojos marrones inyectados en dolor.

-Sí, creo que sí. Pero tú no, aún estás muy débil.

-Por favor déjanos solos, ella y yo tenemos que hablar.

Fin de flashback

En la vieja cabaña del lago vivía una mujer con su hijo. Eran nuevos en la zona y ella solo hablaba con el anciano Takagi y su nieto, quien era el que hacía los mandados para ella. Contó que su marido trabajaba en Osaka y que tenía una hija mayor enferma a la que su esposo cuidaba. Ellos vendrían a casa en cuanto dieran de alta a la niña y esperaba fuera pronto. Eso era todo lo que se sabía de ellos.

Pero había pasado casi un año y nunca tuvo una visita. Por eso era común verla sentada en las escaleras aguardando al parecer, pero con la vista pegada al cielo, sobre todo en las noches estrelladas.

Si ponías atención, podrías ver que ella murmuraba algo al firmamento y luego miraba con esos ojos tan bellos como tristes, y es que solo verla directamente a ese par de esmeraldas podrías ver que estaba rota por dentro, que su dolor era inmenso y que parecía consumirla con el pasar del tiempo.

El pequeño solo era visto de día, jamás asomaba ni la punta del pie de noche. Una ocasión casi sale de la casa cuando la mujer se puso en pie y cubriéndolo lo metió de nuevo. Kenji, el nieto del señor Takagi vio aquello y la cuestionó:

-¿Por qué no quiere que el niño vea las estrellas?

-En realidad son las estrellas quienes no quiero que lo vean a él.

CONTINUARÁ...

Agradecimientos:

Bueno antes que nada muchas gracias a todos los que siguen leyendo esta historia, que conforme nos vamos enterando de cosas me doy cuenta que se acerca el final y me emociona y me da tristeza pero bueno, aun falta algo pero ya lo veo venir jajaja.

Litakino1987, Jovides1 que me andan persiguiendo para que continúe, muchas gracias jajaja, aquí me tienen escribiendo porque ustedes nada más no. Conste...

LadiJupiter muchas gracias por tus comentarios, ya veremos porque Dioné tiene poderes y Haru no, algo de eso salió en este capítulo pero lo explicaré mejor. Neflyte no tiene derecho, pero espero que se entienda un poco más ahora de lo que le pasa.

Darkkitty04... ya me mal acostumbraste a tus ensayos sobre mi trabajo jajaja a ver ahora que piensas y cómo van tus teorías, me interesa mucho leer tus comentarios.

Lectores anónimos y gente que me lee en wattpad y AO3 gracias por sus votos y comentarios.

Saludos.