Un error, una adiós y dos reencuentros.

-¿Mami? Tengo hambre.

Y eso fue suficiente para sacar a la mujer de su ensoñamiento. Rápidamente se secó las lágrimas con la manga de su suéter y se acomodó el flequillo, luego giró hacía su casa donde un pequeño la miraba desde detrás del mosquitero. Ella sonrió y tratando que no se notara la tristeza en su voz le respondió.

-Claro mi amor, ¿Qué te gustaría cenar?

-¡Pancackes!

-Eso no es cena, -dijo sonriente mientras entraba a la casa y cerraba la puerta.

Entonces la imagen se cortó, y él como siempre, se quedó con un hueco en el corazón ante la imposibilidad de ver a su hijo por más tiempo. Pero lo comprendía, Makoto estaba herida y si ella no podía ver a Haru, ¿Por qué le haría sencillo que él viera a Raeden?

Sabía que tendría muchas cosas que explicar cuando volvieran a verse y, aunque tenía miedo, ansiaba que ese día llegara pronto. Ya había pasado un año y Haru estaba inquieta, aun cuando Hotaru había cuidado de ella y la niña había logrado llevarse tan bien con Dioné, el hijo de la senshi. Mas era imposible pasar de largo que la niña ya no preguntaba por su madre de un par de meses a la fecha y eso intranquilizaba al general.

Después de todo, era el quien no lograba deshacerse por completo del vínculo que Luna tenía con sus sueños, por eso no había vuelto a buscar a su mujer y su hijo. Además, debió llevarse a la pequeña porque temía que los encontraran fácilmente. Después de todo buscaban a una mujer y una niña todavía, sabía con certeza que la desgraciada mujer de negros cabellos al igual que su corazón, no estaba enterada de la existencia del niño, por tanto, una madre y su pequeño no eran objeto de persecución.

-No se puede tener todo en la vida general—dijo una voz a sus espaldas, él volvió en sí en ese momento.

-Sé que no, pero tengo miedo de lastimarlos.

-¿No ha sido ese siempre su temor? ¿Cuál vendría siendo la diferencia ahora?

Neflyte torció los labios ante la imposibilidad de responder a aquella cuestión, así que mejor se giró y se decidió a cambiar el tema.

-Traigo esto para usted.

El general sacó de su bolsillo aquel pequeño saco que siempre atesoraba, vació su contenido y tanto el cristal de Venus como la Kunzita cayeron a la mesa, chocando entre sí.

-¿Estos no los tratará con cariño?

-Son la razón de mi infortunio.

-Sus debilidades son la razón de su mal momento, no la senshi del amor ni su comandante.

Esas palabras eran tan ciertas que dolían, así que solo escucharlas guardó su saco y se dirigió a la salida, pero antes de llegar, aquella imponente figura cubierta por las sombras lo detuvo una vez más.

-Tiempo es lo único que no puede perder Neflyte, ¿No cree que si esa mujer pudiera herirlo no lo habría hecho ya?

-No ha sido tiempo perdido, la niña sabe qué hacer si nosotros no logramos nuestro objetivo— respondió toscamente, un tanto molesto.

-Me refiero al de sailor Júpiter, ha luchado tanto por ella, no la pierda, ni a su hijo. No permita que el palacio separe una familia más.

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No era tonta, sabía que las estrellas estaban siempre presentes y que no hacía falta que fuera de noche para ser observada por ellas. Pero le gustaba creer que, si aquellos astros le decían a Neflyte que Raeden no podía salir de noche, él tendría claro que ella estaba molesta con él, adicionalmente a todos aquellos reclamos que soltaba al cielo diariamente.

Pero un día paró, cuando pasaron trece meses de no ver a su hija y al padre de su hijo simplemente se detuvo. Dejó de salir por las noches y se quedó en casa, haciendo lo que mejor sabía hacer, amar a su pequeño. Lo difícil era cuando Raeden dormía y sus pensamientos la atormentaban de nuevo. Ella simplemente se quedaba acostada mirando al techo, pensando en todas las decisiones que la habían llevado hasta el agobiante presente.

Flashback

Ella iba lo que se dice, "con la espada desenvainada" y los sentidos bien alerta dispuesta a no dejarse engatusar. Después de todo, ya no era una niña sumisa y no solo eso, ahora era una mujer molesta y frustrada.

Siempre supo que cuando Tokio de Cristal se fundara, tendría que cambiar muchos aspectos de su vida para dedicarse al cuidado del planeta de manera abierta y pública, pero cuando apenas hace un par de meses, Luna les exigió que abandonaran sus proyectos de vida y hasta sus hogares para mudarse al palacio recién edificado, Makoto simplemente lo odió.

Dejó su panadería, que había construido con mucho esfuerzo y sacrificio. Pasar enfrente del edificio que ahora era una lavandería le rompía el alma, así que aquella tarde, camino a su cita casi a ciegas que le habían concertado con uno de los shittenou recién resucitados para que se conocieran sin presiones, se detuvo frente a su antiguo sueño solo para recordarse, que no importaba cuan guapo fuera aquel hombre y lo mucho que le atraía, nadie la obligaría a amar a un tipo que no conocía solo "porque le convenía"

En cuanto llegó al lugar de la cita supo que no se había equivocado. Lo primero que vio desde la puerta fue un grupo de jovencitas rodeando al hombre de piel apiñonada y cabellos largos y castaños. Él sonreía con todas y todas se alborotaban con él. Neflyte era un hombre tan guapo como coqueto, ¿Y así la querían contentar? ¡Oh, pero claro que no! Ella ya no era tan tonta.

-Si interrumpo algo puedo irme. - dijo en un despliegue de arrogancia no propio de ella. Todas las jovencitas, que en realidad rondaban su edad, la miraron con desprecio. Pero él le sonrió complacido, algo que ella no vio.

-Lo siento señoritas, me dio gusto conocerlas, pero mi chica ha llegado.

Todas se fueron resoplando contra Makoto, pero encantadas con el general, hecho que no pasó desapercibido por ninguno de ellos. Cuando por fin estuvieron solos, ella tomó asiento frente a él y lo miró con desaprobación.

-¡No soy tu chica! - Neflyte dibujó una sonrisa pícara pero varonil -, y te informo que solo vine aquí porque Serena me lo pidió, casi que fue una orden.

El castaño estaba a punto de responder a aquello cuando la mesera llegó a pedir la orden. Makoto pidió un té y Neflyte una nueva taza de café. Justo estaba por irse cuando la chica giró hacía él, dispuesta a decirle algo, pero el general se apresuró y le guiñó un ojo, haciéndola ruborizar. La joven sonrió y se dio la vuelta, corriendo hasta la cocina.

-¿En verdad? -preguntó sorprendida y encendida en molestia.

-¿Qué pasa?

-Eh venido hasta aquí porque me han dicho que querías verme a solas para conocernos mejor y te encuentro rodeado de chicas.

-Ellas vinieron a mí.

-¿Y me dirás que la mesera también?

Neflyte echó a reír, con esa risa escandalosa que ella había escuchado varias veces por el palacio en los dos meses que ellos tenían de haber vuelto. Una parte de ella no supo porque reía, pero la otra se lo atribuyó a que se burlaba de ella.

-Pues si cariño, ella es quien ha venido por la orden, ¿No la viste? -dijo entre risas.

No estaba de humor, no iba a aguantar que él se burlara de esa manera y de cualquier forma no quería estar ahí. Ese lugar le recordaba la vida que tenía que dejar ir y, aunque amaba el sitio e incluso la mesa era su favorita, se levantó abruptamente y lo miró con desdén. Neflyte alzó la vista y paró de reír mientras la veía alejarse. Se puso de pie y corrió tras ella, alcanzándola afuera.

-Discúlpame cariño, no quise burlarme de ti, estoy algo...

-¿Algo enfermo? ¡No vine aquí a verte coquetear con otras, menos cuando nos han dejado claro que tú y yo...¡Aggrh, ni pensarlo! -dijo con furia-. ¡Todo esto es una tontería! Yo solo quiero mi panadería y mi vida, no un … -Makoto hizo una pausa y lo miró con más furia-, no que me quieran casar con alguien que obviamente no puede mantener sus ojos fuera de otras mujeres.

-No es lo que piensas. -dijo en un tono algo confundido. Makoto abrió sus ojos a tope ante aquellas palabras-. Al menos déjame llevarte al palacio, hablaremos en el camino.

-¡Así déjalo! Pasearé sola un rato, diles que no llegué, ¡Realmente no me importa! Pero no hay manera que deje que me vean contigo, ¿Entendiste?

Makoto se fue, ante la mirada aturdida del general que habría jurado que le dijeron que la temperamental era Marte. Se quedó observando como daba vuelta en la esquina hasta que una voz a sus espaldas llamó su atención.

-Disculpe señor, el pastel de cereza especial que pidió... ¿Aún?

-Ponlo para llevar por favor, ¿Quieres?

Fin de flashback

Terminó de lavar los platos de la cena y secó el fregadero. Raeden daba vueltas con un par de carritos de madera que el nieto del señor Takagi le obsequió. Se veía ya cansado y ella también lo estaba, sobre todo después de darle vueltas al recuerdo de aquella primera y última cita real con Neflyte.

Aun sentía algo de pesar por la manera en que le habló, ella ya iba dispuesta a que no disfrutaría el momento y el general se había llevado la peor parte, aunque vaya que era un coqueto y puede que algo de ello se lo hubiera ganado.

No dejaba de pensar en ese momento desde que Neflyte le gritó en la cara ser su última opción. Después de esa cita no volvió a darle otra oportunidad y él, evidentemente comenzó a portarse altanero y esquivo con ella. Makoto asumió que estaba ofendido por dejarlo plantado y aunque al principio poco le importó, ahora después de tantos años se martirizaba pensando que sí, quizás él tenía razón, después de todo, cuando al fin aceptó la existencia de los shittenou, en lugar de hacer las paces con él y amistarse, se refugió en la atención del comandante a sabiendas lo mucho que eso lo molestaba.

Llevó a la cama al pequeño que era torturantemente idéntico a su padre, y se dispuso a dormir, tratando de no pensar en lo muy diferente que sería todo si lo hubiera dejado decir lo que él quería expresarle aquella tarde en la cafetería.

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Flashback.

Después de varios días en cama por fin tuvo las energías y la salud para salir de nuevo a la calle. Ciertamente estaba preocupada ya que su debilidad era más frecuente, pero también había estado muy agobiada y no había comido bien en un buen tiempo, algo irónico siendo ella la encargada de alimentar a todos los residentes.

Lo primero que vio al salir de su habitación fue un par de árboles de cerezo frente a su puerta. Makoto se ruborizó de inmediato ya que no tenía duda de quien tuvo el tiempo y la amabilidad de plantarlos ahí. Así que sin perder ni un segundo más, salió rumbo al jardín para buscar al hombre responsable de aquel bello acto.

Encontró a Kunzite parado en la ventana del despacho de Darien, como siempre lo hacía a esa hora que era cuando el sol iluminaba en tonos amarillentos todo el frente del palacio. Ella sonrió y agitó su mano en señal de saludo con todo el descaro y sin preocuparle si alguien la miraba o no. Kunzite alzó su mano levemente e hizo un gesto con la cabeza, era poco, pero Makoto sabía que era por completo él.

Un par de horas después se vieron en el jardín botánico, no hizo falta ponerse de acuerdo, ella le entendió perfecto cuando él señaló la hora con sus dedos, el lugar era el de siempre. Apenas llegar dieron una vuelta por la zona, se perdieron entre frondosos árboles y salvajes enredaderas, hasta el claro que, si bien era pequeño, era solo para ellos.

-Son hermosos los cerezos, te agradezco mucho.

-No es necesario, los puse ahí para contribuir a la naturaleza y para que ellos tuvieran algo lindo que ver por las mañanas cuando salgas a saludarlos.

Makoto se ruborizó ante el cumplido, Kunzite siempre le hacía difícil mantener una postura amistosa con él. Si no fuera por Mina, ella se hubiera permitido soñar un poco más...

-Eres incorregible... -murmuró apenada.

-Makoto, hay algo que debo decirte.

Los dos estaban en medio del pequeño claro, de pie y de frente el uno al otro. Makoto lo miró un poco preocupada, con la cabeza inclinada levemente hacía atrás, Kunzite era bastante más alto que ella y aunque el hombre nunca se lo dijo, esa manera de verlo derretía sus defensas.

-¿Está todo bien?

-Debo...yo... -suspiró incómodo de que aquello le costara tanto trabajo, por fortuna mostrar su debilidad ante ella ya no era problema para él-. Eh decidido empezar a cortejar a Minako, creo que será lo mejor.

Aquello tomó desprevenida a la regente del rayo, sorprendiéndose a sí misma de lo que aquellas palabras le dolieron, sobre todo porque afectaban un sentimiento que se rehusaba a admitir y que ahora parecía sobrar en su corazón.

-¿Estás seguro?

Hubo un largo periodo de silencio donde Kunzite solo la miró a los ojos con mucha calma. Cuando por fin movió los labios para hablar, lo único que de ellos salió fue otra interrogante.

-¿Me amas?

Y de nuevo fue sorprendida por aquella pregunta. ¿Amor? ¿Qué debía responder al hombre que la miraba con esos ojos claros llenos de añoranza?

El comandante acortó la distancia atrapando a la senshi con un brazo detrás de su cintura y el otro, llevando su fría y delgada mano a la altura de su hombro. Era una posición perfecta para besarla, si tan solo se hubiese atrevido a hacerlo. Pero Makoto se recargó en su pecho incapaz de responder, entonces él soltó su mano y la rodeó con ambos brazos, pegándola aún más.

Estuvieron así unos minutos, abandonados al silencio de nuevo. Ella se concentró en el latir del corazón del peli plateado que retumbaba en su oído, Kunzite se llenaba los pulmones con su dulce aroma a flores. Y hubieran seguido así, pero incluso a través de la tela de la camiseta del comandante, este pudo sentir el calor que anunciaba la fiebre de la chica.

-Debemos volver al palacio, aun tienes algo de fiebre y debes descansar.

-Pero no te he respondido- murmuró mientras Kunzite la tomaba en brazos para desaparecer del sitio.

-No hace falta, el silencio también es una respuesta.

Fin de flashback.

Y ese recuerdo la dejó más angustiada, con el corazón dolido ante la pérdida de su querido amigo por culpa de una mujer sin escrúpulos. En su mente se agolparon las imágenes de aquella terrible batalla que había separado a dos familias en un solo día, siendo la suya una de ellas. Se giró y abrazó a Raeden, ahora de casi cuatro años, que dormía a su lado.

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20 años antes,

Makoto estaba sentada directamente sobre la tierra un tanto húmeda del invernadero, bastante triste y consternada por que las cosas no estaban saliendo como ella quería. Por un lado, las chicas estaban teniendo serios problemas con su maternidad, lo que las tenía alejadas entre sí y con poco tiempo para verlas, sin contar que Rei básicamente vivía encerrada sin querer ver a nadie a pesar de estar a poco de dar a luz.

Por otro lado, todos en palacio estaban tan metidos en sus asuntos, que ni siquiera el general de ojos marrones tenía tiempo para hostigarla como malamente ya se había acostumbrado. Al menos verlo rondando cerca le daba una sensación de pertenencia... "debo buscar un psicólogo por esto" pensó mientras resoplaba ante su tonta angustia y sostenía entre sus manos una nueva cepa de rosa que se le había marchitado recién.

-¿Cómo va a ser esto posible? -renegó con fuerza mientras descartaba aquella planta muerta.

-Quizá sienten tu dolor, preciosa.

Makoto alzó la vista y tuvo que llevarse una mano a la frente para cubrir el sol que, aunque era filtrado por el techo de cristal, era igual de cegador. Cuando sus ojos se acostumbraron, vio con sorpresa y regocijo a la imponente figura de Haruka parada frente a ella.

-¡Haruka-san! ¡Me alegra tanto verte aquí!

La rubia sonrió levemente, con ese gesto galante que hacía trastabillar a más de una. Lentamente se puso en cuclillas al lado de la castaña y observó con cuidado lo que sostenía en las manos.

-Todas las cosas vivas tienen sentimientos, hasta yo... - dijo mientras tomaba la planta muerta y la sostenía frente a sus ojos-, no me parece extraño que, si te sientes mal, ellas también. Después de todo, eres la senshi de la naturaleza.

-No me siento mal.

-¿Ah no? -Haruka pasó una mano por el rostro de la ojiverde, Makoto se inclinó a su toque un tanto ruborizada, pero también contenta que la senshi del viento siguiera tan cercana a ella-. Te ves pálida y ojerosa, ¿Acaso me haces la competencia?

Un ligero rubor se agolpó en las mejillas de la castaña y la rubia sonrió complacida.

-Haruka-san...

Pero apenas vio a la oji azul sonreírle a su lado, todo lo que quería decirle se perdió en su cabeza. Haruka se acercó a ella y tomando una de las herramientas de jardinería de Makoto y la mano de la senshi en cuestión, le hizo un corte en el dedo, ante la mirada confusa de la castaña.

La corredora presionó la herida y un hilo de sangre comenzó a correr en cascada, las primeras gotas mancharon su ropa, pero las siguientes dieron de lleno contra las plantas muertas, escurriendo hasta llegar a la tierra que las albergaba.

Makoto vio, para sorpresa solo de ella, como todo aquel rosal recuperaba la vida y crecía frondoso y altivo, con botones y rosas abiertas, radiantes y majestuosas.

-Estás destinada a compartir la vida, con tu don sobre la naturaleza, con las plantas, con las lluvias, incluso con tu talento en la cocina, porque a final de cuentas, con la comida nutres a las personas y ¿Qué es eso si no ayudar a vivir? Pero todo tiene un límite y un final, incluso nosotras—Haruka alzó el dedo sangrante y se lo llevo a los labios, de inmediato su piel volvió a brillar al igual que sus ojos y aquella palidez y las ojeras que la acompañaban cuando llegó, ya no estaban.

-¿Qué intentas decir? -preguntó mientras observaba su dedo que había dejado de sangrar.

-Que no eres inagotable. El hielo se derrite, el fuego se apaga, el mar se seca y el viento deja de soplar, así mismo el amor puede acabar y lo que está vivo, morirá. - Haruka se puso en pie y se sacudió la tierra de su ropa, le extendió la mano a Makoto y ella la aceptó-. Elige tus batallas, no desgastes tu sangre y tu fuerza en lo que no lo merece, recuerda lo que has visto. Tus retoños crecerán de acuerdo a lo que les des para alimentarse.

Makoto estaba perdida en el significado de todo aquello y el porqué, después de tantos meses de reclusión de Haruka, ésta había abandonado su guarida para verla a ella y decirle aquello. Quería saberlo y estaba por preguntárselo cuando una voz en al fondo la llamó por su nombre.

-¿Mako-chan, estás aquí? -se escuchó claramente en la voz de Amy. La aludida giró hacía la puerta y de vuelta a su lado para ver a su sensei pero, como la sigilosa mujer que era, Haruka se había ido.

-¡Mako-chan te he buscado por todos lados! Luna te necesita, es urgente que vayas.

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Flashback

La tenue luz de la habitación apenas era suficiente para hacer su trabajo, pero ese era el deseo de ella y él no era nadie para contradecirla. Así que se dedicó a lo suyo, retiró las antiguas vendas con mucho cuidado, revisó la herida y la limpió. Humectó un poco y dejó que se secara antes de volver a vendar con gasas limpias y estériles, mientras los ligeros gemidos de dolor se escapaban de los labios de su hermana.

Andrew hacía eso por Unasuki todas las mañanas, era la única familia que tenía y no permitiría que nadie más cuidara de ella, no más. Mucho menos después de ver el reporte policiaco que su amigo Kento le había traído clandestinamente. En esa hoja de papel, Andrew había leído que se encontraron ciertos objetos regados por los escombros del Crown Center que fueron recuperados por mensajeros del palacio de Tokio de Cristal, objetos de los que ni siquiera se sabía que eran.

Y aquello solo avivó sus sospechas. Nunca creyó la nota que decía que una acumulación de gas había llevado a sus padres a la muerte y a Unasuki a vivir con quemaduras de segundo y tercer grado en el cincuenta por ciento de su cuerpo. ¡Jamás se tragaría esa patraña!

Todo en la mente del joven doctor estaba bien claro. Los recuerdos de Serena y Darien y el resto de las chicas pasando demasiadas horas en el arcade, así como al par de gatos que ahora sabía que eran humanos y como estos parecían salir del interior del local a su antojo a cada momento del día o de la noche. Siempre supo que algo especial estaba oculto ahí, aunque nunca pudo dar con él. Moría de rabia al pensar el tiempo que estuvieron viéndole la cara de idiota, exponiéndolo a un peligro inmensurable sin considerarlo en absoluto.

Y ahora estaba ahí, saliendo de la habitación de su hermana menor, que jamás podría superarlo, con odio puro recorriendo sus venas y envenenando su corazón. Con un montón de ideas agolpándose en su mente, además del recuerdo de aquellos que llamaba "amigos", ocultando cosas que llevaron a su familia a la destrucción. Ciertamente no podría asegurarlo, pero estaba dispuesto a todo para averiguarlo.

A todo.

El sonido del timbre lo sacó de su mundo de rabia y dolor y lo trajo de vuelta a su nueva realidad. Caminó rumbo a su escritorio y tomó el reporte, doblándolo y guardándolo en uno de los cajones del mismo al cual hecho llave. También escondió una serie de datos y expedientes que había empezado a recopilar semanas atrás, entre las que se podían ver las fotos de senshis y shittenous al puro estilo de un archivo médico. Después fue hacia la puerta, atendiendo la urgencia de quien llamaba, se miró primero al espejo y aquella mueca vengativa cambió a su acostumbrado semblante tranquilo y cabizbajo. Eso debería funcionar.

-¡Andrew-chan! -saludó la joven castaña de ojos verdes en cuanto la puerta se abrió. En las manos llevaba un recipiente con comida y una bolsa con más cosas colgaba suspendida de uno de sus brazos.

-¡Mako-chan! Me alegra tanto que hayas podido venir.

-Sabes que vendré siempre que me llames—dijo mientras entraba y dejaba las cosas sobre la barra de la cocina. Andrew la siguió de cerca, con una mueca confusa en sus labios-. ¿Cómo está Una-chan? Estoy contenta que quiera verme otra vez, me gusta cuando podemos hablar- sonrió.

Andrew se acercó a ella despacio, y con sus ojos azules destellantes de gozo la miró. Makoto se ruborizó de inmediato, como siempre lo haría ante el rubio que había pretendido durante su adolescencia.

-Mako...

-¿Andrew? -preguntó apenas en un susurro mientras sentía como sus manos eran recogidas juntas por las del rubio frente a ella.

-Eh sido yo quien ha querido verte hoy, espero que no te moleste—le dijo con una voz de terciopelo, aquel tono aparentemente inocente pero coqueto que solía usar con las chicas cuando buscaba algo.

-¡No, no, para nada! -exclamó avergonzada ante tal gesto. Andrew le sonrió de nuevo y acortó un poco la distancia, haciendo sentir su interés, pero sin llegar a incomodarla.

-Me alegra, porque realmente no sé cómo decirte esto, pero... me has hecho mucha falta.

Fin de flashback

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Estaba muy cansada, las anteriores habían sido noches muy largas, donde su mente le había jugado mal trayéndole de vuelta tantos recuerdos que no sabía cómo procesar. Así que mientras observaba a Raeden jugar frente a la casa, ella estaba sentada en el sillón, con la cabeza recargada hacia atrás y tan tensa como una tabla. Si tan solo tuviera todavía el poder de la naturaleza, hubiera dado un poco de su sangre para hacer crecer la planta de cannabis que tenía escondida y poder relajarse un poco, pensó. Pero ese don ya no estaba en su sangre, se había extinguido como Haruka se lo vaticinó.

-¡Mami! -gritó Raeden mientras corría a toda prisa dentro de la casa. Makoto votó su tejido y se puso en pie justo a tiempo para refugiar al pequeño tras ella y encarar a quien lo asustó.

El sol estaba cayendo justo en ese momento, así que sus ojos tardaron un poco en asimilar la figura frente a ella. Era él, el hombre que había hecho de su vida un infierno por más de un año. Y frente a Neflyte, Haru la miraba en silencio.

-¡Mi niña! - gritó ahogadamente mientras contemplaba la figura de su pequeña que ahora tenía casi ocho años. Había crecido bastante al igual que sus rizos caoba. Pero Haru no reaccionó, simplemente la miró de arriba abajo como si no la conociera.

-Anda, saluda a tu madre.

Haru miró a Neflyte con un gesto confuso en el rostro, casi de soslayo. Luego volteó hacía su madre y pudo ver a Raeden detrás de ella, completamente asustado. Caminó lento, dudosa, hasta que estuvo lo suficientemente cerca y Makoto se agachó para abrazarla. Haru vaciló, pero después de un tiempo que a la senshi le pareció eterno, devolvió el abrazo, corto y seco.

-¡Te extrañé tanto mi niña! -exclamó entusiasmada mientras le besaba el rostro con desesperación y la revisaba por completo para comprobar su estado-, ¿Estás bien? ¡Debes tener hambre, ve a lavarte y te haré algo de cenar!

Haru miró de nuevo a Neflyte por aprobación. Él meneo la cabeza y la niña se movió por la sala en busca de la puerta que la llevara al tocador.

En ese momento estuvieron los dos de frente, mirándose fijamente a los ojos sin parpadear. Neflyte se rindió primero y bajó su vista hasta donde Raeden se escondía, agarrado de la pierna de su madre. Makoto entendió y giró en su sitio, dirigiéndose a su hijo.

-Raeden cariño, es papá. ¿No quieres saludarlo? -El niño negó con la cabeza muy claramente y se agarró aún más fuerte de ella. Makoto revolvió sus cabellos con la mano y lo tranquilizó.

-De acuerdo, pero no debes tener miedo, solo es papá. ¿Por qué no le muestras a Haru el baño y tu cuarto? ¿Recuerdas a Haru? -el niño asintió-. Bien, anda. Papá y yo los esperaremos aquí.

Neflyte pudo ver en su hijo, un poco de él. Esa parte que miraba con escrutinio como si estuviera a punto de amenazarlo. Pero en lugar de eso se giró y caminó rumbo a la niña, que esperaba detrás del sillón.

Estaba tan perdido en ellos que apenas notó cuando la senshi llegó a él y se paró tan cerca. Vio sus ojos verdes profundos y apagados. Sus delgados labios en una mueca que no revelaba ningún sentimiento y por primera vez, en todo el tiempo que la conocía, no percibió el aroma a rosas que tanto la caracterizaba, olía a jabón y a hierbas, no estaba mal, pero no era ella.

Makoto lo rodeó con sus brazos por el cuello y lo abrazó con fuerza, en un recibimiento que para nada se esperaba. Venía preparado para los gritos, para el reclamo, incluso para irse si era necesario, pero no para eso.

Un beso frio y seco se depositó en sus labios, seguido de una sonrisa torcida que los niños no vieron, pero él sí. Ella marcó algunas palabras sin emitir sonido y el general logró entenderlas todas.

Mientras sus oídos escuchaban "Bienvenido a casa mi amor" sus ojos leyeron "nunca voy a perdonarte"

CONTINUARÁ...

Agradecimientos:

Bueno, aquí otro capítulo más de este fic que me roba el sueño jajaja.

Estoy muy agradecida por todos sus comentarios y su apoyo a esta historia, me hacen mucho màs divertido escribir y me llena de ilusión poder ver sus observaciones y todo aquello que les gusta y les disgusta de los personajes, que intento hacer tan reales y humanos como puedo, lo verán en el siguiente capítulo.

Muchas gracias a Jovides1, Litakino1987, LadiJupiter, Darkkitty04, Valefert, James y Clarybett por sus comentarios, votos, likes y sobre todo por el tiempo que se toman para seguir esta historia, me esfuerzo para sea lo mejor posible.

Mi agradecimiento también y como siempre a los lectores anónimos y quienes lean después.

Saludos a todos.