Fracturados.

-¿Dónde estabas?

-Lejos.

-¿Como aquella montaña?

-Más lejos.

-¿Como el cielo?

-No puedes estar tan lejos como el cielo.

-Las estrellas están tan lejos como el cielo.

Haru resopló, era más fácil hablar con Raeden cuando le creía todo sin objetar, más ya con cuatro años el niño no se contentaba con cualquier respuesta. Pero lo extrañaba, aunque verlo le recordaba que ella no tenía poderes y que su madre lo quería más por ser su heredero, al menos eso creìa su mente de ocho años.

-Te extrañé... -volvió a decir el niño ante el silencio de su hermana. Ella sonrió levemente y le revolvió los cabellos con la mano-. Mamá también te extrañó.

-¿Cómo lo sabes?

-Ella siempre hablaba de ti, dijo que haríamos galletas cuando volvieras.

-¿Y hablaba de papá?

Raeden frunció el ceño y se levantó de la roca en la que estaba sentado. Tomó una vara del suelo y comenzó a rayar la tierra haciendo círculos y figuras sin sentido, sin decir nada por un buen tiempo. Una vez que la orilla del lago cortó su camino, giró hacía su hermana y murmuró:

-Mamá lloró mucho.

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Las primeras noches Makoto durmió abrazada de Raeden y Haru en la habitación de los niños. Neflyte no dijo nada y se limitó a dormir solo en su propia alcoba, quería creer que entendía el dolor de la senshi pero lo cierto es que no, aunque ella hubiese hecho lo mismo hace años y él también se hubiera sentido solo y traicionado, aquella vez pasaron dos días mientras que él se ausentó por poco más de un año.

Suspiró al verla en la cocina, con la mirada clavada más allá de la ventana. Estaba viendo a los niños que jugaban frente a la casa, a la orilla del lago, pudo ver a Kenji y otro de los niños del pueblo llegar a saludarlos. Ella lo había sentido, pero no quiso voltear, se dedicaba a ignorarlo.

De cualquier forma, el general ya no podía más, caminó hacía ella y la aprisionó contra el fregadero, con sus brazos extendidos a sus lados le cortó el paso mientras acercaba su cuerpo al de ella y le depositaba un beso en la mejilla, un beso suplicante y desesperado. Makoto no se resistió, sabía que los niños miraban.

-Saben que finges. Son muy listos.

-Lo sé.

-¿Por qué sigues con esto entonces? Debemos hablar.

Makoto se retorció con fuerza para zafarse de su encierro y logró empujar al general hacia atrás, escabulléndose por su derecha. Pero Neflyte la tomó de la muñeca y la hizo girar abruptamente. Entonces esos ojos verdes y cristalinos lo vieron con furia, con el dolor y la rabia contenidas por tantos años a punto de desbordarse.

-Quiero que me grites, que saques todo eso que puedo ver en tu mirada. ¡Maldita sea Makoto! ¡Ódiame, pero no me ignores!

La castaña aguantó su indescifrable gesto mientras sacudía con tal fuerza la mano que se soltó. Después de mirar una vez más por la ventana y comprobar que los niños volvían a casa, lo miró de nuevo y sonrió con malicia.

-¿Vienes ahora a pedirme piedad? ¿Tan pronto olvidaste que tu hiciste lo mismo conmigo?

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Lo despertó la tormenta, aunque ciertamente no estaba muy dormido, el sueño profundo era un lujo que había perdido casi dos años atrás.

En medio de la oscuridad de su habitación vacía, tuvo el impulso de sentarse en la cama, justo a tiempo para ver a la senshi parada en la puerta, cobijada por las sombras de la noche. La mujer lo miró fijamente por unos segundos y luego le hizo un gesto con la cabeza, indicándole que la siguiera. Neflyte se colocó una campera y caminó sigiloso hasta el pasillo, deteniéndose en la habitación de los niños donde la senshi había decidido dormir aquella noche. Miró por la puerta entre abierta y vio a Haru que dormía apaciblemente abrazada a Raeden. Ser hijos de la tormenta definitivamente era útil, nunca le temieron.

Consideró innecesario inspeccionar la casa, ella no estaría ahí. Así que se encaminó a la entrada y se asomó al pórtico, donde alcanzó a ver como la mujer daba vuelta en la esquina para dirigirse al pequeño bosque que había detrás. La siguió como ella lo deseaba.

Makoto comenzó a adentrarse entre la vegetación, solo volteó una vez para asegurarse que él venía. La lluvia caía sobre ella con la gracia y el respeto que le merecía, no así sobre Neflyte que, al alcanzarla, ya tenía el cabello relamido y la ropa empapada.

-¿Qué quieres hablar? -preguntó desafiante, mientras el cielo se estremecía sobre ellos.

-¡Todo! -exclamó el general casi en un grito, muy necesario para hacerse oír en la tormenta que arreciaba en todo su esplendor.

-¿Todo? ¿Para decir verdades o la versión censurada de la historia? Oh mejor aún, ¡Para insultarme!

-Makoto, por favor...

-¿Por favor? ¿Por favor que? ¿Me suplicas ahora? - la senshi se giró y caminó un poco más hacia el bosque, Neflyte se apresuró y la alcanzó de nuevo, tomándola por la muñeca como el día anterior-. ¡Suéltame!

-¿No entiendes nada? ¡No es momento para esto! Debemos estar unidos o sino ellos...

-¿Unidos? ¡No sabía que conocías esa palabra! No fui yo quien se llevó a nuestra … perdón, ¡Mi hija! Y separó esto... lo que sea que sea esto.

-Lo lamento, fui un idiota.

-No basta con disculparse, tus palabras ya no significan nada para mí.

Los dedos del general cedieron ante aquella frase y se deslizaron de a lento por la mano de la senshi mientras la dejaba en libertad. La lluvia seguía arreciando, pero él ya no lo sentía, no sentía nada a su alrededor, más que el aplastante golpe de realidad que había recibido. Se quedó sin habla, contemplando aquel rostro tan bello que ahora tenía unos ojos verdes y opacos que lo miraban con desprecio.

-Llevaré a Haru con Andrew. Raeden y yo abandonaremos Japón.

-No lo harás.

-¿Vas a detenerme? -preguntó retadoramente. Un intenso rayo atravesó el cielo en señal de desafío.

-No importa donde estén, te encontraran. Rei y Michiru...

-¿En serio? ¿Crees que no sé qué si pudieran encontrarnos lo habrían hecho ya? -Makoto sonrió con una perversa satisfacción. Todo ese tiempo a solas le había servido para pensar las cosas y ahora lo demostraba-, ¿Te sorprende que lo haya deducido por mí misma? -preguntó con sarcasmo.

-Aunque así fuera, no lo permitiré.

La mueca de falsa felicidad se desdibujó del rostro de la senshi ante aquello. La rabia volvió y consumida por la frustración que le daba que aquel hombre pretendiera seguir disponiendo de ella, lo increpó.

-¿Permitirlo? ¡Tú no eres mi dueño! Se te olvida que dejaste claro que no somos nada, solo soy la madre de tu hijo, del único que tienes.

-Lamento haber dicho eso, Haru es mi hija, la amo tanto como a Raeden—Neflyte se acercó de nuevo y tomó a la senshi por la barbilla, obligándola a mirarlo-. Lo siento, me deje llevar por...

-¿Celos? ¿Ira? ¿O tus sentimientos reales como dijiste entonces? - Makoto tomó la mano de Neflyte y lo hizo soltarla, pero ella se aferró con fuerza a él-, No te preocupes, es mejor que lo sepas y no vivas en tinieblas como yo contigo. Sí, Kunzite me quería y yo llegue a quererlo también.

El general parpadeó lento ante aquella revelación, no es que no lo supiera, pero escucharlo de ella era muy distinto, era definitivo-. Pero eso fue hace muchos años, yo en verdad me enamoré de …

-Furuhata.

-¡No puedo creer que estemos discutiendo esto cuando nuestra vida pende de un hilo! -Makoto soltó la mano de Neflyte para tomarlo del rostro con fuerza-, pero estoy dispuesta a hacerlo si tú me dices toda la verdad.

-¿Qué quieres saber?

-¡Todo Neflyte! ¡Cada maldito e insignificante detalle! ¡Dímelo! -exigió con ferocidad, sus palabras se arrastraban por el temblor de su cuerpo, pero no era frío sino rabia la que la estremecía desde adentro- ¡Hazlo ahora o te juro que te vas a arrepentir! ¿Qué diablos pretendes guardando tantos secretos?

-Protegerte.

-¡No vengas con eso! -exclamó enardecida y una vez más, el cielo rugió con ella-. ¡Estás haciendo lo mismo que Luna les hace a ellos! Dígame general, ¿Por qué no habría de ir a palacio con Raeden y decirles que lo siento? ¿No dejarían a Haru sabiendo que ella no tiene poderes? Escapamos para salvarla, pero ahora tenemos lo que quieren. Llevemos los cristales de nuestros amigos e intentemos que los traigan de vuelta y todos felices.

-¡No digas tonterías! ¡Ellos nos quieren muertos!

-Quieren nuestros dones.

-¡Y no dudaran en matarnos para conseguirlos!

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Flashback

-Ella no es para ti.

-Te aseguro que no es la primera vez que escucho eso- respondió el platinado, su mirada se perdía en la chica castaña agachada sobre una manta en el jardín, su coqueta blusa corta le reveló un discreto tatuaje en la espalda baja, estaba lejos, pero Kunzite tenía excelente visión, pudo distinguir un lirio y el símbolo astronómico de Júpiter muy claramente. Solo perdió el foco cuando la rubia que brincaba a un lado lo observó y lo saludó efusivamente con la mano-. Aunque no me importa, y no es la razón por la que te diré esto. - Neflyte, quien también veía a la misma mujer, volteó-. Está débil porque están usando su poder para estabilizar a las demás, ¿Sabes lo que significa?

-¿El cristal de plata? -Kunzite miró brevemente a Neflyte, sus ojos dijeron aquello que sus labios no.

-Haz lo que tengas que hacer, pero no permitas que siga pasando.

-¿No lo harás tú? -preguntó el castaño desafiante, Kunzite ignoró aquello y sonrío dulcemente hacia donde las guerreras se encontraban alistando el día de campo.

-Creo que ese es tu destino, pero podemos cambiar si quieres.

Neflyte giró de nuevo hacia las chicas. Ellas miraban fijamente a los dos hombres en la azotea, con una sonrisa muy distinta cada una en el rostro.

Fin de flashback

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-¿Lo quisiste?

-Sí. -respondió de inmediato. Sin embargo, intentó amortiguar la cruda verdad retirando un mechón de cabello marrón del rostro angustiado del hombre-. A ambos. Pero a ninguno lo quise la mitad de lo que te quería a ti.

-¿Querías? -masculló con pesar.

-¡No tienes idea del terrible año que Raeden y yo pasamos! Sin saber dónde estaban o si volverían. ¡Te llevaste a mi hija! -le gruñó en el rostro, que había quedado a un palmo de el de él-. ¡Yo confiaba en ti, ciegamente en ti! ¡Me fallaste! Y lo que es peor, le fallaste a tu hijo ¿Cómo pudiste? ¿Supones que después de eso debo seguirte amando como si nada?

-Todo lo que he hecho ha sido solo por ustedes. Hay una explicación para todo.

-¿También para las cosas que dijiste? -Sus ojos lanzaron un desafío que el general no pudo mantener-. Me humillaste, no solo expusiste tus peores sentimientos hacia mí, sino que me hiciste dudar de mí misma y mis decisiones, ¿Sabes cuánto tiempo me costó perdonarme algo que no tenía caso? Pero lo hice, y ahora te pregunto ¿Podrás perdonarte tú?

Pasaron un momento que se antojó eterno antes que Neflyte lentamente negara con la cabeza mientras ella suspiraba hondo y dolorosamente.

-Kunzite estuvo ahí de una manera que tú nunca quisiste-pronunció al ver que él no rompería el incómodo silencio-. Andrew era ese sueño de adolescente que jamás sale de tu corazón, no me arrepiento de ninguno de los dos. Y sí, puede que seas el último, pero en este caso ser el último es lo que importa. ¿No es así? -El asintió. Makoto torció levemente su labio, segura que habían tenido un avance, aunque igual presionó-. Sé que no he sido la única en tu vida y no me importa.

-¿Qué dices? -preguntó a la par que sus ojos se abrieron con sorpresa. La imagen etérea de Michiru vino a él.

-Molly, desde luego.

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La aparente calma tras poner sobre la mesa sus sentimientos duró muy poco, al igual que la tregua que la tormenta había dado sobre sus cabezas. Estaba tan viva y enojada de nuevo, como la senshi que la regía, arreció en cuanto la mujer comenzó a hacer preguntas sin obtener respuestas.

El general apenas sintió como su cuerpo era proyectado hacía atrás. Tuvo que equilibrarse para no resbalar en el lodo y muy apenas, logró incorporarse a tiempo para esquivar un golpe de la castaña. Makoto volvió a desatar su furia y el cielo junto con ella.

-Hay cosas que aún no puedes manejar.

-¡Pruébame!

-¡No lo haré! No quiero lastimarte.

-¿Más? -gruñó-. Ya no soy tan débil. ¿Acaso entiendes lo que has hecho? ¡Me has traído hasta aquí a base de mentiras! ¡A costa de engaños y verdades a medias! - Ahora era Makoto quien lo enfrentaba, caminó hacia él con decisión y lo orilló a retroceder, mientras aquel hombre corpulento encontraba el fin de su camino contra otro de los árboles que los rodeaban-. Dejé el mundo que conocía por creer en ti. Arriesgo cada día la vida de mis hijos por escapar de algo que no comprendo, ¡]Asesiné a cuatro de mis amigos por ti! ¡Y vienen más... ! ¿Qué más herida puedo estar que eso? -preguntó con su voz ahogada por la rabia. Tenía al general entre la espada y la pared y era ahora ella quien infligía el daño.

-¿Qué quieres saber? -preguntó en un hilo de voz, con sus ojos clavados en ella.

-¿Por qué haces esto?

-Porque siempre te he amado, porque no sé cómo estar sin ti.

-¿Por qué no dan tan fácilmente con nosotros?

-Saboteé a Marte y a Neptuno antes de escapar.

-¿Qué pasó con mi don sobre la naturaleza?

-Luna lo drenó, lo usó todo para que Rei, Michiru y Serena pudieran dar a luz-susurró-, ella sacó tu poder del cristal de Júpiter, no es que nadie pudiera salir del palacio con sus cristales, solo tú y yo.

-¿Por qué? ¿Cómo? -preguntó indignada, incapaz de entender.

-Nunca confió en mí, pero me necesitaba.

-¿Necesitarte? ¿Para qué?

De nuevo el silencio reinó entre ambos y solo se vio interrumpido por un trueno y su relámpago correspondiente. La lluvia resbalaba en sus cuerpos, sus cabellos húmedos y despeinados cubrían sus ensombrecidos y muy exhaustos rostros.

-Puedo contactar a Setsuna, las estrellas en realidad. El tiempo es caprichoso.

-¡Imposible! Ella está... está muerta ¡Todos lo vimos! -gimoteó mientras soltaba al general y se llevaba las manos a la cara, aclarando sus ojos y empujando sus cabellos tras sus orejas. Makoto caminó desesperada, tratando de tomar distancia para asimilar la información.

-También viste morir a Hotaru y ahora sabes que no es cierto.

-¿Dónde está? -Neflyte negó con la cabeza, dejando claro que no respondería-. ¡Maldita sea Neflyte! ¿Cómo has podido esconder tantas cosas? - La senshi dio un grito desgarrador al cielo este crujió en respuesta, en lo que se antojaba como la tormenta más impactante en la zona. Por unos segundos, todo se iluminó en un despliegue de salvaje electricidad-. ¿Qué más? -lo miró esperando respuesta, pero él no se movió-. ¡Habla, maldita sea, dímelo todo!

-El atentado en el arcade...- Makoto lo miró con terror-. Zoycite realmente nunca supo cómo decírtelo.

-¿Él lo hizo? -su voz ahogada por la impresión-. ¿Lo sabías y no me lo dijiste? -no había acabado de confirmar cuando sintió la fuerte mano de la senshi estrellarse en su rostro, la lluvia solo aumento el dolor.

-Le ordenaron destruir el antiguo centro de control con un comando, no sabía dónde estaba dicho lugar. Jamás se lo confesó a Amy, solo a nosotros.

La ojiverde se abrazó a sí misma y se inclinó hacia el frente, segura que estaba por volver el estómago. Por un momento consideró que quizá él tenía razón y no estaba lista para todo aquello, pero había destapado la alcantarilla y ésta se vertía frente a ella.

-La idea que las outers tuvieran hijos fue para romper sus espíritus. Querían una hija nuestra con la esperanza de recuperar el don de la regeneración, Raeden es un niño, no puede hacerlo y Haru tampoco. Si lo llevas al palacio lo matarán, y a ti junto con él. Solo tienen que esperar que renazcas y es todo.

-¡Eso no pasará!

-No pronto. Tendrían que encontrar a Hotaru primero.

Podía ver su frustración en sus movimientos. No dejaba de llevarse las manos a la cara retirando el agua y tallándose los ojos. Era demasiado, pero no podía detenerse, debía decirlo todo, pero él tampoco estaba listo para ello.

-¿Lo lograremos?

-No lo sé, las estrellas no hablan de muerte. Tampoco sé quiénes serán los próximos, ellas parecen estar poco dispuestas a ayudarme estos días.

-¿De verdad quieres a Haru?

-Más que a mi vida, al igual que a Raeden.

-¿Raeden?

-No. -dijo tajante, bajando su mirada por primera vez, una muestra clara que no quería tocar ese tema.

-¡Maldición Neflyte! ¡Dímelo ahora! - Makoto acercó su rostro al de él y lo obligó a levantar la vista. Las esmeraldas centellaron amenazantes, exigiendo una respuesta.

-No era parte del plan, pero...

-¡Mis hijos no son piezas de tu estúpido ajedrez! -gritó la senshi mientras azotaba con fuerza el cuerpo entero del hombre contra el árbol. Aquel enorme tronco se estremeció ante el impacto.

-¡Te recuerdo que yo no quería tenerlo, fuiste tú quien insistió! - Y ese fue un golpe muy duro para el corazón de la guerrera. Sus ojos a tope, sus labios se separaron un poco, dejando escapar algo de vapor entre ellos. Sintió frío por primera vez-. Pero él me ha hecho entender un lado de la vida que no conocía, nuestro hijo es mi motor.

-No tienes idea del daño que le has hecho.

-Me teme, ¿Crees que no lo sé? Lo veo en sus ojos cuando me mira, lo siento cuando rechaza mi compañía. ¡Él les ha dicho a las estrellas que tampoco va a perdonarme por hacerte llorar! -gimió lastimeramente mientras su pecho se hinchaba en un doloroso suspiro. Makoto relajó su rostro, parecía dispuesta a consolarlo cuando él la interrumpió-. ¿Qué más? -Makoto parpadeó un poco, sacudiendo el instante de debilidad que tuvo ante el dolor del hombre frente a ella.

-Haru también está mal, no es la misma conmigo desde que volvió ¿Qué le hiciste a mi pequeña?

-La preparé, ahora sabrá qué hacer si no estamos. La falta de poderes no será un problema.

-¿Convertiste a mi niña en una máquina de guerra? ¡¿Qué diablos Neflyte?! - La senshi arremetió de nuevo pero esta vez fue detenida. Neflyte la tomó de las muñecas con rudeza-. Debe saber defenderse, pero esa niña que está adentro no es mi pequeña. ¿Crees que no noto sus ojos tristes? ¿Que no me doy cuenta que no sonríe? ¡Me mira como si no me conociera! Peor aún, como si me odiara... ¿Cómo pudiste romperla?

-¡No lo hice! Y acéptalo de una buena vez, Raeden deberá aprender también- sus manos se cerraron con un poco más de fuerza alrededor de sus muñecas. Makoto gimió-. Aprenderán a pelear, a defenderse, a sobrevivir y a matar... Y si debo llevarme a ambos para enseñarles, lo haré.

-¡Sobre mi pútrido cadáver! ¿Escuchaste?

-Supuse que dirías eso mi amor, no me obligues.

Un feroz ardor se apoderó de la mujer, que se estremeció y se retorció en un intento de soltarse, pero no pudo. Muy por el contrario, su cuerpo fue empujado hacia atrás y ahora ella tenía la espalda contra un árbol. Sintió las astillas clavarse en su piel, después de todo la ligera camiseta que la cubría estaba tan empapada y ceñida a su cuerpo que podía sentir todo a través de ella.

-¡Eres un desgraciado! ¡El peor de todos los que he conocido! -rabió aun con los dientes apretados por la ira-. Deseo que te pudras en el infierno, ¡No sé cómo pude confiar tan ciegamente en ti! -le espetó con todo el dolor que salió de ella.

De nuevo llegó el silencio mientras se veían directo a los ojos. Lejos y olvidados estaban aquellos tiempos en que solo había amor en sus reflejos. Eso era un espejismo, un castillo de naipes sobre una balsa en el mar. Neflyte no podía creer el nivel de odio que esos ojos esmeraldas reflejaban por él, así como en su momento no podía creer tenerla entre sus brazos.

Sus temores se habían cumplido, la había herido y perdido de nuevo. El intenso dolor y la certeza que no podría recuperarla le inundaron el pecho, se adueñaron de su corazón y su voz.

-¡No soy un maldito héroe Makoto! ¡-exclamó con rabia y pesar mientras recargaba su frente a la de ella-. ¡Soy solo un idiota infeliz que la mitad del tiempo no sabe lo que hace! ¡Pero lo intento, por un carajo que lo intento! ¡También tengo miedo, me aterra todo esto! -gritó desesperado mientras apretaba más el agarre de las muñecas de la senshi contra el árbol, no quería herirla, pero tampoco podía permitir que se fuera-. No soy tan brillante como Zoycite, ¡O tan perfecto como Kunzite! -suspiró mientras los celos volvían a él-, ni siquiera soy tan implacable como Jadeite, ¡Solo soy el arrogante imbécil que no te merece! ¿Crees que no lo sé?

Neflyte soltó a Makoto en ese momento y cayó, sin ningún reparo a sus pies. Rodeó sus caderas con ambos brazos mientras su cabeza se recargaba en su vientre. La lluvia golpeaba su espalda ferozmente.

-Tampoco soy ese general al que nombran cuando se refieren a mí, "Lord Neflyte". No conozco a ese imbécil... ¡Vaya no conozco ni mi verdadero nombre! -dijo en un lamento apenas audible-, soy un hombre al que un día alguien le dijo que era una reencarnación de un cretino que traicionó a su señor, su reino y a la mujer que amaba por poder. Que lo hizo de nuevo en esta era y que lo hace otra vez. ¡¿Señor del conocimiento?! ¡El mayor de los estúpidos quizá!

Makoto tuvo que reprimir el impulso de acariciar su cabello al verlo derrotado frente a ella. No esperaba esa actitud, no esperaba vencerlo, pero ahí estaba, de rodillas y hecho pedazos.

-Tampoco soy esa princesa, tampoco lo elegí-dijo ella-, pero estoy aquí afrontando las consecuencias de mis actos, ¿Es mucho pedir?

-Pedirme que te deje es mucho pedir—Makoto escuchó aquello con el corazón fracturado, por eso fue incapaz de asimilarlo. Tomó a Neflyte por los hombros y lo jaló hacía arriba, obligándolo a incorporarse-. Pide lo que quieras, menos que te deje a ti y a mi familia. ¡Ustedes son lo único real que tengo, lo único que es mío en este universo!

-Quiero a mi familia, unida y viva.

-No puedo garantizarte eso-susurró.

-Entonces debo pensarlo. Seré yo quien decida lo que es mejor para mis hijos a partir de hoy. Y si debo dejarte atrás, lo haré sin dudarlo—el abatido hombre asintió con la cabeza, su acelerada respiración se escuchaba fuertemente-. Algo más Neflyte, ¿Me has dicho todo lo que debo saber?

Él sabía que no y ella también. Pero para ninguno fue sorpresa cuando el general asintió-. No tengo más que decir.

-Si descubro una mentira más, yo misma te mataré, ¿Entendiste?

No esperó respuesta y en cambio, giró de inmediato rumbo a la casa. La tormenta apenas había menguado un poco. Neflyte permaneció de pie, dándole la espalda, probablemente analizando las repercusiones de ocultarle una última cosa, algo que sabía le explotaría en la cara en poco tiempo pero que no era momento de revelar, según su criterio.

Sin embargo, notó que la senshi se quedó de pie tras él y solo eso lo hizo voltear a mirarla. Ahí estaban, dos pequeños castaños empapados hasta los huesos, mirando fijamente a él y a su madre, con todo el temor brillando en sus ojos.

-¡Mis amores! ¿Qué hacen aquí afuera? Van a enfermarse- exclamó Makoto mientras corría a ellos y los abrazaba al mismo tiempo. Haru se soltó de inmediato y caminó en dirección a Neflyte.

-Si papá se va, me iré con él- respondió tajante y con coraje en su voz.

-Yo estaré contigo mami-gimoteó el pequeño, abrazándose del cuello de Makoto. Ella lo cargó en brazos y giró en dirección de los otros dos miembros de la fracturada familia.

La guerrera no dijo nada, pero no hizo falta, él pudo escuchar su corazón rompiéndose con todo y la tormenta sobre ellos.

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Actualidad.

Estaba por amanecer, pero el cielo seguía oscurecido, justo en aquel tono de azul que el general del norte amaba ver muy de madrugada, cuando platicar con las estrellas era más interesante a su parecer.

Haru encontró por fin a Raeden sentado en la banca del techo que pertenecía a su padre. Fue el último lugar en el que buscó ya que estaba segura que no estaría ahí, pero se equivocó.

Caminó hacia él en absoluto silencio, el chico miraba al cielo con la vista puesta en una estrella en especial, la más fulgorosa. Cuando por fin llegó a su lado, se sentó y lo acompañó unos instantes sin decir nada.

-¿Dónde estabas? -preguntó después de un tiempo, después de todo tenía horas buscándolo.

-Lejos. -respondió el chico.

-¿Lejos como aquella montaña? -el adolescente frunció el ceño ante aquella extraña pregunta.

-Más lejos.

-¿Tan lejos como el cielo? -Raeden giró y la miró un poco sorprendido. Sonrió levemente y luego volvió a su atención a la estrella.

-Jamás tan lejos-respondió mientras se inclinaba hacía su hermana y se dejaba envolver en un abrazo cálido y fraternal.

CONTINUARÁ...

Bueno, pues muchas gracias a todos por leer. Este capítulo me ha costado mucho trabajo porque intento transmitir la frustración que ambos sienten al saber que no van a obtener del otro lo que quieren al 100%, díganme como me fue con eso por favor.

Gracias por sus comentarios, Jovides1, LitaKino1987, LadiJupiter, Darkkitty04, Valefert y todas aquellas personas que se me olvidan discúlpenme. Saben que aprecio sus votos y comentarios, pero ya no tengo ojos jajaja,

Espero sus comentarios.

Saludos.