Hermanos.
Flash back.
23 años antes.
-¿Qué quieres? –preguntó en un tono amargo y algo descortés, pero eso en absoluto molestó a su inesperada visita. Muy por el contrario, Jadeite se acercó más a la barandilla donde Neflyte estaba sentado con una rodilla doblada y la otra extendida. No miraba al cielo en esta ocasión.
-Debo decirte algo importante, ¿Puedes mirarme? –dijo el rubio, tratando de que el castaño le pusiera atención.
-Habla—gruñó aun sin verlo.
-¡Estoy enamorado!
Aquella frase había salido tan llena de ilusión e inocencia, que Neflyte estaba tentado a girar con el ceño fruncido, como desconociendo al sujeto que la había dicho, pero en vez de eso siguió en lo suyo.
-¿De quien?
-¡De ti, idiota! ¿No te has dado cuenta?
Entonces fue que volteó, con ese gesto desaprobatorio y molesto que se dio de lleno contra la sonrisa limpia y enorme del rubio de ojos azules. Quiso sostener su amenaza implícita en sus ojos feroces, pero el guiño socarrón y descarado de Jadeite terminó por hacerlo reír.
-Imbécil.
-¿Yo? –Cuestionó con falsa sorpresa-. Eh venido aquí a abrirte mi corazón y tú estás gruñendo como un viejo amargado. Cuando vio que su amigo no diría nada a eso, no pudo aguantar más las ganas y comenzó a gritar-. ¡De Rei-chan! ¡Desde luego! ¡Cretino de mierda!
-Pues lo siento por ti. –dijo en el mismo tono desinteresado mientras llevaba una pepita a sus dientes y la abría.
-¡Y ella me corresponde!
-Pues lo siento por ella.
Jadeite sonrió, aunque por puro compromiso. Fue tanto su hartazgo por la manera en que el castaño se comportaba ante la noticia que decidió golpearlo con todas sus fuerzas. Neflyte desapareció antes de recibir el golpe y Jadeite se vio a sí mismo columpiado en la orilla de la barandilla, preso de su arrebato y de no poner atención debido a la emoción que lo invadía.
Mientras colgaba por un extremo del edificio, fue que pudo ver a Júpiter de rodillas en el césped, en lo que aparentemente eran trabajos de jardinería. Aunque lo verdaderamente alarmante era el general Kunzite, parado a una cierta distancia entre las sombras, observándola completamente cautivado.
-Pudiste haber comenzado por ahí, ¿No crees?
-No es mi asunto.
-Claro que lo es—respondió enérgico mientras se recomponía y volvía su atención a su amigo-. Él ya tiene a Venus, no es correcto que intente avances con otra mujer, mucho menos con una senshi y peor aún si es el alma gemela de un amigo.
-No somos amigos.
Jadeite desdibujó un poco su sonrisa. Ciertamente la oscuridad que los invadió seguía presente de una forma u otra y cada uno lidiaban con ella de la mejor manera posible. Él en lo personal, había encontrado consuelo en los ojos amatista de la regente de Marte, que si bien al principio era fría y tosca con él, a base de cariño y mucho, mucho esfuerzo, había logrado ser merecedor de su corazón, aunque solo en privado, aun así había algo en él que a veces le hacía un nudo en la garganta. Neflyte por otro lado, seguía siendo desconfiado y rejego a acatar órdenes, solo se guiaba fielmente por sus estrellas y de un tiempo a la fecha, parecía haber olvidado el impulso juvenil y romántico que los ojos verdes de la senshi de la naturaleza ejercían sobre él.
Pero a pesar de todo, incluso por encima de su deber, jerarquía y del extraño distanciamiento que parecía estar ocurriendo entre shittenous que, por lo visto, solo él había notado, Jadeite estimaba a Neflyte mucho más que a cualquiera y sabía que el sentimiento era recíproco. Lo había sido en el milenio de plata, ¿Por qué cambiaría ahora?
Sonrió de nuevo y caminó rumbo al castaño, alzó sus manos y puso una en cada hombro, obteniendo toda su atención y un gesto de sincera confusión.
-No, no somos amigos—dijo seriamente-. Somos hermanos—Neflyte sonrió-. Y como hermano te diré que si lo deseas, haré lo que necesites para recuperar a tu chica.
-No hace falta.
-¡Oh, pero vaya que sí, se ve que eres un inútil en eso! –exclamó extasiado. Después de regodearse en la cara desencajada de Neflyte, Jadeite volvió a su semblante serio y agregó-. Y también te prometo que jamás me meteré con tu mujer si tú no lo haces con la mía.
-¿Con cuál? –preguntó antes de soltar una carcajada burlona y escandalosa.
-¡Con ninguna de ellas idiota, con ninguna de ellas!
Fin de flash back.
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10 años antes.
Neflyte tenía la vista puesta en cada movimiento de Jadeite, que seguía suspendido sobre el lago. También tenía puestas sus esperanzas en llegar hasta el final de su lucha iniciada casi seis años atrás, pero estaba frente a su peor pesadilla y todo el tiempo transcurrido no le había bastado para asimilar que su mejor amigo estaba ahí para morir o matar.
Y es que Neflyte lo recordaba todo, un privilegio que no cualquiera tenía. Recordaba el Milenio de Plata, Elysion, el Negaverso... el sueño eterno que no lo fue tanto. Era una maldita bendición con la que cargaba y que, a final de cuentas, lo había llevado hasta ese momento.
¿Cómo olvidar entonces a su hermano de armas? Durante la batalla del milenio de plata, Neflyte había caído presa de Beryl y Metallia gracias a que desobedeció la orden de Endymion y fue en rescate de su entrañable amigo. También había sido el único al que vio morir a manos de la pelirroja desalmada durante su excursión en el negaverso en la época actual, por el único que sintió la necesidad de vengarse, después de todo Zoycite había sido una patada en el trasero y Kunzite el fiel esbirro duro e inmutable.
Volvió al presente cuando vio el agua del lago alzarse contra ellos. Giró a tiempo para cubrir a Makoto con su propio cuerpo y a ambos, con un escudo de energía. La hirviente amenaza derritió el hielo a sus espaldas y quemó el césped a su alrededor.
-¿Estás bien? -preguntó a Makoto mientras la abrazaba. Ella asintió con la cabeza.
-¿Y tú?
Y aunque él dijera que sí, Makoto sabía que no. Las únicas veces que había visto esa expresión de aparente desolación en el rostro del castaño fue cuando le dijo que estaba embarazada de Haru y algunas veces durante los primeros días en Ena, cuando él no le hablaba, pero ella lo pillaba viéndola.
-¡Vamos! No empiecen a derramar amor ahora, ¡Venimos a pelear y no a ver sus falsedades! -gritó Rei mientras ella y su esposo ponían los pies en donde antes estaba el lago.
-¡Ay amor, déjalos! Permite que este maldito idiota disfrute un poco antes de morir, aunque sea falso... ¿Qué le queda al pobre diablo?
Neflyte giró de nuevo y para molestia de Makoto, su enorme cuerpo se interponía entre ella y sus amigos.
-¿Dónde están mi ahijada y mi hijo? ¡Debe estar tan grande ahora! ¡Y espero que tan hermosa como su madre! -exclamó el rubio mientras avanzaba de a poco hacia ellos-. Entrégamela y cuidaré de ella como debe ser, no nos hagas quemar este lugar para encontrarla.
-¡Jamás te llevarás a nuestra hija! -gritó Makoto desde su posición. Un brillo maligno y fugaz pasó por los ojos de Rei.
-Jamás es una palabra muy fuerte de la cual no conoces, Makoto. Al igual que de lealtad y compasión.
-¡Vamos Rei, tú no quieres hacer esto! –gritó Makoto mientras intentaba salir del bloqueo que Neflyte le hacía-. ¡Querías salir de ahí! ¿No lo recuerdas?
-¿Sabes que es lo que recuerdo Júpiter? –Preguntó la morena mientras tomaba un poco de distancia de su esposo-. Recuerdo a Freya y a Asahí llorar por días enteros cuando ni Amy ni Mina volvieron. Recuerdo el rostro de Serena cuando tuvo que decirnos que ustedes mataron a cuatro de nosotros. Recuerdo… recuerdo pedirte, no, suplicarte que no jugaras con el corazón de este idiota. ¿Y lo hiciste? ¡No! Y ahora tu estúpido juego ha acabado con la mitad de nosotros y lo hará con ustedes hoy.
-Las cosas no son así Rei, ¡Tú y yo queríamos lo mismo! ¿No lo recuerdas?
Pero la sacerdotisa no respondió a aquello, en su lugar una mueca perversa curvó sus labios. Makoto estaba por decir algo más, pero fue interrumpida por un fuerte temblor y una enorme barrera de hielo que parecía surgir del piso. Se vio obligada a saltar hacia atrás, separándose de Neflyte y quedando fuera de su campo de protección.
-Vamos, vamos… Nosotros no somos como los otros que han venido. No pienso perder mi tiempo hablando con ustedes dos.
Cuatro paredes rodearon a Makoto en un segundo, las mismas comenzaron a moverse para aplastarla, ante la mirada de Neflyte que podía ver el rostro de la chica a través del frío hielo.
-¡Suéltala, idiota!
-¿Para que la quieres? Ella no te ama. –respondió el rubio entre risas siniestras.
Neflyte lanzó un ataque que fue repelido por Marte y ella contratacó a su vez. El general brincó para salir del paso justo en el momento que escuchó las cuatro paredes de hielo crujir a sus espaldas.
-¡Makoto!
El hielo se despedazó ante sus ojos. Un vapor congelante comenzó a emanar y entre la bruma tuvo que hacerse paso para buscar a su compañera. Júpiter estaba en el suelo, con golpes por todo su cuerpo y la piel helada.
-La cosa es así Neflyte, ustedes y los niños vendrán con nosotros o todo este maldito pueblo se quemará.
El general miró a la senshi del fuego y como una llama se formaba en cada palma de su mano. Sabía que ella era una efectiva guerrera, la había visto entrenar un par de ocasiones y la única que lograba hacerle frente estaba en sus brazos, tiritando de frio.
-Neflyte…- susurró Makoto-. Debemos atacar o van a matarnos.
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Flashback
Era muy común ver a Makoto y Michiru en el jardín previo al invernadero, rodeadas siempre y al menos, de Nerea, Mirai, Yune y desde luego Haru, que apenas podía estar sentada sin irse de lado. Las dos se tumbaban en mantas mientras observaban a las niñas correr de un lado a otro, aunque Yune incluso siendo la más pequeña de las externas, siempre las atrapaba.
Casi podían pasar el día entero ahí, eran de alguna manera su propio club privado, ya que no era muy común que las demás se acercaran a ellas para tener a todas las niñas juntas, sobre todo por todo lo que conllevaba la existencia de todas esas pequeñas, incluso de Haru, quien se rumoraba podría no ser hija de Neflyte y señalaba a otro shitennou como el responsable.
Pero solo eran habladurías… que nadie supo de donde venían ni por qué.
-Buenos días damas—saludó el galante comandante de ojos claros y brillantes. Makoto y Michiru devolvieron el gesto desde su posición en el suelo.
-Hola Kunzite, ¿Qué te trae por aquí?
-Los reyes salieron de palacio, tuve un poco de tiempo libre y las vi desde mi ventana. No pude pensar en ninguna forma de pasar mejor mi tiempo que en su compañía.
Makoto y Michiru se miraron una a la otra y sonrieron halagadas. Haru incluso balbuceó algunas silabas y se inclinó hacia él, tratando de tomar un mechón de cabello.
-No cariño, lastimas al general—dijo Makoto trayéndola de vuelta a su regazo.
-¿Puedo? –preguntó mientras se inclinaba para ver si la pequeña castaña accedía a ir con él y para su sorpresa, después de una mirada furtiva que si Kunzite no supiera que esa niña no era de Neflyte, hubiera jurado que sí lo era, la pequeña extendió sus regordetes brazos y se acurrucó en el enorme y cálido pecho del hombre acerado.
-Me alegra que seas tan idéntica a tu madre, si te hubieras parecido a tu padre al menos un poco hubiera sido una tragedia.
Michiru soltó una ligera risita y Makoto se sonrojó, aunque estaba por completo de acuerdo con todas esas palabras.
-¿De qué clase de tragedia habla general? –preguntó la regente del mar con genuina curiosidad.
-De la única clase que hay señorita Kaioh, de la que arrasa con todo.
Kunzite alzó a la niña en el aire, y aguerrida como siempre fue, no solo no se asustó sino que comenzó a reír con tanta fuerza, que Makoto estaba sorprendida y cautivada por la imagen. No es que nunca hubiera visto a Kunzite con una de las niñas, de hecho seguramente estaba ahí para ver a Yune, pero tener a Haru en brazos hacía que todo él se viera como una diferente persona.
-¿No te has equivocado de niña? –preguntó jovialmente una voz conocida. Kunzite giró para ver la mirada azul y fresca de Jadeite a sus espaldas-. Aunque todas son tan bellas que yo mismo podría querer quedármelas como mis hijas—agregó.
-Tienes toda la razón—respondió mientras se llevaba de nuevo a Haru al pecho, la niña esta vez aprovechó la distracción y tiró con fuerza de uno de los mechones plateados. Kunzite giró el rostro y sonrió dolorosamente.
-¡Oh, cariño! ¡Todo menos el cabello! Papá te lo ha dicho hasta el cansancio—dijo Makoto risueña y casi al borde de un ataque de risa, pero de igual forma se puso en pie para recuperar a su hija-. Lo siento Kunzite, ama tirar del cabello, creo que Neflyte quedará calvo pronto.
Los dos hombres y Michiru sonrieron ante el comentario, aunque la de Jadeite fue una mueca débil comparada con la que debía ser normalmente.
-¿Se te ofrece algo Jadeite? –preguntó Kunzite al notar el extraño comportamiento del rubio.
-Quisiera hablar contigo un momento, ¿Me lo prestan un segundo bellas damas?
Las dos asintieron y los generales caminaron un poco rumbo al invernadero, cuando estuvieron a suficiente distancia, donde apenas eran visibles entre arboles de ornato, Jadeite habló.
-Sé que puedo estar excediendo mis límites con esto, pero creo que el comportamiento que tienes hacía Mako-chan no es propio ni respetable.
Kunzite enarcó ligeramente una ceja ante aquel comentario. Jadeite era el hombre más cercano a Neflyte pero también era un soldado respetuoso y a pesar de ser simpático y bromista, nunca cruzaba las líneas al menos con sus superiores-. Tienes razón… con lo de los límites por supuesto.
-Mira Kunzite… -dijo mientras meneaba su cuello tenso y sus ojos vagaban de las mujeres en el suelo al hombre frente a él-. Es mi asunto desde que esa niña es mi ahijada. Tú, Neflyte y hasta , el idiota de Zoycite son mis hermanos y no quiero que algo como esto se interponga en nuestro camino. Makoto es hermosa, graciosa y una tentación para cualquiera con ojos, como cualquier otra de las senshis del palacio. Ya es aberrante la situación en la que nos encontramos con nuestras hijas como para agregar el hecho de desear a la mujer de otro, ¿Entiendes?
Kunzite lo miró seriamente, nunca había tenido lugar semejante nivel de arrebato del rubio hacia él, pero podía ver por la expresión de Jadeite lo decidido que estaba a dejar en claro su punto y el increíble nivel de lealtad que tenía por el hombre castaño. Ciertamente la historia con Makoto había quedado atrás, al menos a la que Jadeite se refería, aunque seguía sintiendo un enorme cariño hacía ella. Fue difícil transformar ese deseo y amor en protección y cariño sincero. Pero la existencia de Asahí y la nueva actitud de Minako habían ayudado bastante.
Jadeite pudo notar que sus alegatos no tendrían respuesta, de igual forma no la esperaba. Llevándose dos dedos al puente de la nariz y cerrando los ojos, remató con seriedad.
-Puedo entender tu apego. No necesito decirte que el carácter de Rei, aunque es lo contrario al de Minako, sigue siendo desafiante para cualquiera con sentimientos. Pero el palacio no es lugar para que pongamos nuestros ojos, mucho menos nuestros… ya sabes… -dijo con un sutil gesto que dejaba muy en claro a lo que se refería-. Ninguno se mete con la madre de los hijos de ninguno, ese era el plan. Neflyte es un idiota engreído, pero es leal. Jamás engañaría a Mako con otra senshi, le ha costado mucho trabajo obtenerla y ni él sería tan imbécil.
Kunzite inclinó ligeramente la cabeza, aun con sus labios sellados, analizando las palabras de su general, pero un fuerte tirón en sus ropas lo hizo girar hacia abajo, al igual que a Jadeite.
Paradas junto a ellos, Yune y Nerea exigían la atención de sus respectivos padres.
-¿Van a jugar o solo estarán aquí hablando? –dijo la rubia de mechón azul a su sorprendido padre. Jadeite le sonrió y se agachó a su altura.
-¿A que juegan cariño?
-Nosotros nos escondemos y Mirai nos busca.
-¡Excelente! – dijo casi eufórico, sacando una sonrisa en ambas niñas. Jadeite alzo su mirada desde suposición en cuclillas y sonrió a Kunzite-. ¿Juegas hermano?
Fin de flashback
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10 años antes.
-¡Fuego de marte, enciéndete! –gritó a la par que una serie de llamaradas se dirigían directo a la pequeña choza junto a lo que fue el lago. El lugar quedó destrozado e incendiado en un parpadeo, pero ni Makoto ni Neflyte giraron a ver-. ¡Ah! Con que no están en casa… ya veo—gimió con falsa tristeza-. ¿Dónde estará ese par de mocosos escurridizos?
Makoto sintió su pecho más liviano al comprobar que Rei no conocía de Raeden, al menos Ares había cumplido su promesa y eso reducía su inquietud por que el chico estuviera de alguna forma coludido con sus padres.
En ese momento deseaba correr hacia Rei, tomarla por los hombros y estrujarla como antaño, cuando necesitaba que la dura mujer saliera de sus pensamientos y respondiera sus preguntas. Pero sabía que no podría hacerlo, porque sus ojos eran carmesí y no el amatista de siempre, que su sonrisa no era por esa travesura maliciosa pero amena que cruzaba por su mente, sino por el deseo impuesto de acabar con ella y su familia.
Un campo de energía rodeó a la senshi de marte mientras se concentraba con los ojos cerrados en sus manos frente a ella. Júpiter sabía de cierto que no podía atacarla en esa posición, su poder seguro sería repelido terriblemente, así que aprovechó el momento para buscar a Neflyte y ver su situación.
Los dos shitennou estaban enfrascados en una batalla muy dispareja. Jadeite arremetía con la espada de una manera como nunca lo había visto hacerlo, y eso que Makoto solía ver sus entrenamientos con frecuencia mientras ella a la vez practicaba con Urano. Y jamás, en ninguno de ellos, había visto que el rubio superara al castaño de esa manera.
La verdad se reveló a sus ojos y ella se estremeció... Neflyte solo se estaba defendiendo, ni una sola vez había atacado primero.
-¡Neflyte! -gritó con toda la fuerza de sus pulmones. El general la miró confundido ante tal arrebato-. ¡Tienes que atacar, entiende que...!
Pero Júpiter no pudo terminar la frase, su propia distracción dio tiempo a Marte para formular su ataque. Su cuerpo fue barrido con fuerza hacia atrás por una gigantesca bola de fuego que la arrojó rumbo a las llamas que consumían la casa. Neflyte se movió con prisa para socorrerla, pero su camino fue cortado por Jadeite.
-¿A dónde vas? -preguntó cínicamente mientras su rostro mostraba la ira contenida-. Creí que ya habías entendido que esa mujer no es para ti.
-Es la madre de mi hija-respondió secamente, como si la explicación sobrara ante él.
-¿Ahora te importa?
El rostro ya mutado de Jadeite se endureció aún más. Adicional al tono rojizo de sus ojos, sus facciones formaron un gesto de odio intenso, algo que no había visto en Zoycite o incluso Kunzite, que tenía razones de sobra para odiar profundamente al castaño general.
-Son mi familia, no hay nada más importante y lo sabes-respondió intentado no perder detalle de su reacción. Jadeite siempre había sido un libro abierto para él, y esta era la primera vez que no lograba descifrar sus pensamientos, a pesar que sabía que el hechizo sobre él debería estar entorpeciendo ese lazo que había entre ambos. Neflyte necesitaba desesperadamente encontrar a su amigo bajo ese frío y amenazante rostro.
-Idiota... -gruñó con desdén y coraje-. Hace algún tiempo te hubiera creído, incluso fui tan ingenuo o, mejor dicho, estúpido de defenderte, pero ahora sé que, de todos nosotros, eres el peor, un maldito hijo de perra que no se merece lo que la vida le dio—Jadeite lo vio más profundamente, regodeándose en su confusión y desasosiego. Después soltó una aguda carcajada, una que retumbó tan fuerte que la misma Makoto alcanzó a escuchar mientras se arrastraba de vuelta a la batalla-. Pero ahora estoy aquí, y me llevaré a mi ahijada y a Makoto conmigo mientras ardes en el infierno del que no debiste salir jamás.
-¡No puedo dejar que te las lleves, son mi vida!
-¿Tu vida? -repitió burlón-. La vida de un traidor no vale nada, seguro no sabe la clase malnacido que eres y por eso has logrado conservarla todavía. No me extrañaría que todavía estuviera engañada bajo tus asquerosos encantos.
-¿De qué diablos hablas Jadeite? -se animó a preguntar, aunque en su interior creía entender el camino que aquellas palabras tomaban.
-¡Ey, cariño! -gritó desde los aires a la aturdida Makoto que en ese momento se ponía de pie. Jadeite le hizo una seña a Rei para que se detuviera en su ataque mientras increpaba a la castaña-. ¿Sabes lo que el idiota este hacía mientras tu dormías?
Makoto miró a Jadeite bastante confundida y luego a Neflyte, que parecía tener la expresión más fina de terror y alarma en su rostro.
-No entiendo...
-¡No, pero por supuesto que no entiendes Júpiter! Pero yo te lo diré.
-¡Cállate! -exigió Neflyte con un tono tan fúrico que la misma Makoto se asustó. La ilusión de ataque del shitennou apareció ante él, lista para ser desplegada.
-¿Callarme? ¡Pero ella quiere saber y yo quiero decirle! -rio.
-¡No te atrevas! Las cosas no fueron lo que tu piensas—dijo en un tono extrañamente suplicante que desencajaba del todo con la situación. Makoto estaba realmente confundida y su mirada iba de Rei a Jadeite y Neflyte aleatoriamente.
-¿No lo es? -preguntó de nuevo mientras se frotaba la barbilla con una mano. Hizo un gesto de aparentemente reflexión y luego sonrió con la malicia brotando de sus labios-. ¡Ay, qué pena... pero no me convences!
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Flash back
No podía dormir. La parte leal y respetuosa de él le decía que se había excedido con Kunzite en su plática de la mañana. ¿Quién era él para juzgar el actuar de su comandante? Después de todo Jadeite no creía en los rumores sobre la paternidad de la pequeña y adorable Haru. Para hacerlo necesitaba pruebas y la bebé no era más que una réplica exacta de su madre, ningun rastro duro del general del oriente, aunque tampoco de Neflyte.
Se levantó de la cama dispuesto a dar una vuelta por el jardín para tranquilizar sus nervios, con suerte Kunzite estaría por ahí y podría hablar con él y explicar su exabrupto, después de todo atendía a su amistad con Neflyte y estaba seguro que entendería, el castaño siniestro se había esforzado tanto últimamente por ser un buen hombre para la senshi del trueno, que el más leve movimiento para opacar su felicidad la consideraba una amenaza personal.
Revisó a Enya que dormía en su cuna y la cubrió de nuevo, sonrió agradecido por la buena fortuna de tener a la mujer que amaba y una hija hermosa idéntica a ella, ¡Seguro así se sentía Neflyte a ver a Haru! ...Aliviado de que su belleza no se opacara con algún mal rasgo de un maldito afortunado.
Pero también eso le ayudaba a entender la frustración de Neflyte al sentirse rechazado de nuevo, aunque ciertamente había dejado de beber hasta amanecer y de ir a tocar a su puerta por un poco de atención. Le atribuía aquello, o al menos esperaba que atendiera a que Makoto le demostraba un poco más de afecto, aunque seguro sería en privado como Rei se lo daba a él, porque en público apenas si parecían cordiales conocidos.
Salió rumbo al jardín, debían ser las cuatro de la mañana aproximadamente, si no encontraba a Kunzite camino a entrenar, se toparía a Neflyte mirando las estrellas, no había pierde en quien acompañara su insomnio.
Estaba por llegar al final del pasillo cuando unas risas juveniles y traviesas llamaron su atención. La voz masculina era evidentemente Neflyte, ningún otro hombre reía en palacio además de él, y seguro la dama en aprietos debía ser Makoto. ¡Ese maldito pillo estaba de vuelta!
Decidió ocultarse tras un arbusto para no interrumpir a los tortolos, ya tendría oportunidad de burlarse después en una hora razonable donde no interrumpiera el romance. Él mismo hubiera matado a quien se interpusiera entre su corazón y Rei.
Mas la sonrisa del travieso general no duró mucho, al notar entre las ligeras luces de los focos exteriores aquel cabello verde aqua que él conocía a la perfección.
-¡Tranquila cariño, van a escucharnos! -dijo en un susurro que apenas audible gracias a los dones militares del rubio.
-Si no han oído lo de hace rato, una risa no los despertará-respondió en un tono coqueto que no hizo más que descolocar a Jadeite.
-No uses tus encantos de esa manera conmigo, son terrenos peligrosos en los que ninguno quiere entrar-respondió seguro y serio. Luego sonrió mientras tomaba la mano de la senshi y se la llevaba a los labios para besarla cortésmente.
-¿Te vas tan pronto? -preguntó Neptuno en un tono más melancólico y sutil.
-Debo revisar algunas cosas con el universo, pero volveré más tarde esta semana si es lo que deseas.
-Te lo haré saber con tiempo.
Neflyte sonrió y ella regresó el gesto. Jadeite todavía trataba de justificar lo que vio, pero sus teorías y alegatos internos se fueron por tierra cuando Michiru acarició el rostro del general y este, en respuesta se inclinó sobre la regente del mar, colgándose ella de él, en un beso ardiente que terminó con la pequeña mujer atrapada entre su compañero y la puerta de su alcoba.
-Es la madre de mi hija... maldito idiota-murmuró con los dientes apretados para sí mismo, mientras sentía la sangre arder en su interior.
CONTINUARÁ...
¡Feliz año! Muchas gracias a todos por leer mis fics durante el año pasado. Ha sido un verdadero honor para mí que durante casi un año me hayan aguantado y seguido con las locuras que a mi mente se le ocurren... ¡Sus comentarios son tan lindos que me hacen el día!
Este fin de año me costó un poco seguir algunas historias, sufro de bloqueos (porque tengo muchas abiertas y ya no sé ni para donde correr) pero prometo acabarlas todas... no me convertiré en lo que odio... una historia a medio acabar jajaja.
Saludos a Jovides1, Littakino1987, LadiJupiter, Darkkity04, Valefer, Clarys y a todos aquellos que en algún momento caen aquí y desaparecen o los que ni siquiera me escriben, pero me leen... si no fuera por ustedes ya hubiera abandonado hace rato, en contra de mi fe jajaja.
Iré algo más lento a partir de aquí, porque Jadeite y Rei me hacen llorar y sufro mucho matandolos... aunque no crean.
Jajaja.
Saludos.
