Revelaciones.

10 años antes.

Aquello era el mismísimo infierno. El fuego los rodeaba y el calor era tan agobiante que Makoto empezaba a ver doble mientras jadeaba en busca de aire fresco. El poder de Rei era impresionante, ella siempre lo supo y agradeció no tener que enfrentarla nunca, hasta entonces.

Neflyte había atacado por primera vez en lo que iba de pelea. Jadeite salió proyectado tan lejos que Rei aprovechó e incendió todo a su alrededor para darle oportunidad de reponerse. Y todo era todo, el bosque estaba en llamas y las casas al lado del lago reducidas a escombros. Fue una fortuna que lograron desalojar a sus vecinos, apenas unas horas antes.

Pero Júpiter no podía más, todavía estaba un poco débil por la repentina pérdida de su bebé. Los embarazos le afectaron cada vez más y este último no solo la desgastó físicamente, sino también emocionalmente. Sumado a aquello, Neflyte actuaba errático y disperso, solo estaba ahí de pie y en silencio.

Alzó los brazos a su costado y extendió las palmas, debía hacer lo posible por apaciguar el fuego y no tuvo más opción que convocar una tormenta, una acción arriesgada considerando su estado actual. Las nubes comenzaron a formarse en el cielo mientras su cuerpo brillaba con una luz plateada e intensa que resaltaba su pálida piel. No tardó mucho en comenzar a llover y a relampaguear al tiempo que el fuego cedía ante su poder.

-¡Muy bonito, muy bonito! -dijo Marte mientras caminaba hacia ella con calma, pero provocadoramente. Makoto abrió los ojos para verla acercarse-. Es una pena que no puedas mantenerlo por mucho tiempo. Quizá solo deba esperar que te canses y rematarte, después de todo hace mucho que no veo llover como hoy.

-Rei... -susurró-. Ares está con Haru a salvo, si tú y Jadeite se unen a nosotros los cuatro podríamos...

-¿Unirnos a su causa? -preguntó burlona y un tanto sorprendida-. ¡Ay vamos! Las causas perdidas no son lo mío... tal vez si tuvieras algo mejor que ofrecer.

-¡No es pérdida! Juntos podríamos enfrentar a Luna... ¡Sacar a Enya y las demás del palacio!

-¡No me hagas reír! -exigió con tanto sarcasmo que hizo enfurecer a la senshi del trueno-, ¡Ustedes no podrían enfrentarse a nadie que no sea ustedes mismos! ¡Están tan divididos! -agregó con malicioso regocijo, su voz chillante molestaba el orgullo-. Siempre fueron enemigos, él no confía en ti lo suficiente y tú nunca has logrado amarlo en verdad. Supongo que tu hija fue producto de una noche alocada que debió iniciar con una discusión. ¡Por el Kami como odiaba escucharlos pelear! Fingir que me importaban tus sentimientos y esa relación enferma suya... él solo ha querido follarte y ya, mientras la princesita busca amor, ¡Ya deberías entender que eso no es para traidoras como tú!

-¡Cállate!

Un fuerte rugido emanó del cielo nublado y un rayo cayó con fuerza tras ella. Las chispas saltaron por todos lados provocando de nuevo un incendio sobre la destrozada y húmeda madera de lo que fue su casa unos minutos atrás.

-¿Ves lo que te digo? -inquirió mientras formaba una nueva bola de fuego en sus manos-. Ni siquiera te ha puesto atención.

Makoto miró tal cual, Neflyte estaba de pie, con la vista clavada en el cielo. Jadeite estaba de vuelta con dos grandes púas de hielo en las manos, a punto de atacar.

-Lo que siente por él es más fuerte y real que lo que siente por ti, ¿Es triste no?

Ante los ojos esmeralda aquellas palabras tomaron forma. El rubio aventó su ataque y el castaño solo lo esquivó. Siguió atacando mientras Neflyte solo brincaba evadiendo apenas el bombardeo. Era tan aterrador darse cuenta que algo dentro de él se rehusaba a atacar a su contrincante y que la batalla debía correr a cargo de ella si quería salir con vida. Estaba furiosa, pero entonces recordó a Amy y Zoycite, y como ella no había hecho gran cosa al respecto. No debía juzgarlo tan duramente, pero a la vez quería ahorcarlo.

-Ahora mismo piensas que es un cobarde por no defenderse, ¿O me equivoco?

De nuevo la golpearon en lo más profundo. Rei la conocía tan bien, siempre había logrado adivinar sus pensamientos de una forma más allá de los sobrenatural. La sacerdotisa simplemente era observadora y Makoto era un libro abierto, por eso fue la única en darse cuenta que la ojiverde actuaba raro cuando estaba cerca del general Kunzite, y que su comportamiento empeoró cuando comenzó a salir del castillo a hurtadillas, según ella, para dar una vuelta por la ciudad.

No tardó casi nada en darse cuenta que veía a Andrew, y eso que el fuego nunca le habló de ello. Lo dijo su mirada, su sonrisa que se escapaba por nada aun estando a solas. Rei conocía a la Makoto enamoradiza y era lo que tenía ante sus ojos constantemente, y desde luego que eso no lo causaba el general.

No, porque cuando Makoto miraba a Neflyte su semblante cambiaba. Los ojos enormes y brillantes se reducían a una cuarta parte de su tamaño. Se tensaba, sus labios se curvaban ligeramente hacia abajo. Neflyte no hacía sonreír a Makoto, ¡No claro que no! Tontear así lo había logrado un hombre... Andrew.

-La cosa es así querida Makoto—Rei ya estaba a su lado, con una mano sobre su hombro. Júpiter no se asustó, con todo y que la bola de fuego seguía en la otra mano. Ambas miraban a la batalla desigual entre shitennou, Makoto sabía a sus adentros que, si Neflyte decidía atacar, Jadeite no sería rival, muy al contrario de lo que iba a suceder cuando ella decidiera por fin confrontar a su amiga-. No vengo por rehenes inútiles, Haru y Ares volverán con nosotros, ustedes dos dense por muertos.

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21 años antes.

-Relájate, ¿Quieres? -dijo Neflyte mientras miraba a Jadeite dar vueltas de un lado a otro por la azotea. El rubio parecía asustado, molesto, realmente inquieto y fuera de su alegría habitual. Neflyte estaba casi acostado en la banca que usaba para descansar.

-Para ti es fácil, no eres padre. -gruñó.

-Ni tu tampoco, todavía claro.

Una mirada fulminante salió directa al castaño que decidió impulsarse y sentarse de manera correcta. Jadeite se detuvo un poco, esperando ser visto también.

-Es mía, ¿Sabes? Aunque ella no sea Rei, esa niña es mía. No podría describirte lo que siento en este momento, tendrías que tener corazón para sentir empatía por mí.

Pero Neflyte si tenía corazón. Pudo ver esa mirada azul profunda llena de miedo y nostalgia y fue precisamente su corazón el que lo hizo tragar saliva y murmurar:

-Todo saldrá bien, lo sé.

Jadeite frunció el ceño mientras escuchaba aquello. Inhaló profundo y sostuvo el aire un poco más de lo debido antes de soltarlo. Sus palabras si lo habían calmado un poco, sabía que si Neflyte le decía aquello es porque era verdad.

-Amo a Rei—dijo después de un largo silencio y comenzó a caminar de nuevo mientras repetía esa frase dos veces más-. La amo, y no hay nada que me haga más feliz que tener una familia con ella. Fue difícil convencerla y con honestidad te diré... ¡Y te aseguro que te mataré si te burlas! … que creí que aun cuando la convencí no podría hacerlo, ya sabes.

Neflyte dibujó una pequeña mueca con los labios, pero Jadeite lo disuadió rápido de volver a su gesto anterior.

-Pero eso no es lo que te nubla la mente, ¿Qué es lo que te pasa?

Jadeite se detuvo otra vez, su vista se fue directo al cielo mientras pasaba su mano por su melena corta y alborotada. El castaño podría asegurar que estaba por llorar si no lo conociera bien-. Primero seré padre de una hija forzada que de la hija del amor de mi vida.

El corazón de Neflyte se saltó un latido ante aquella fría declaración.

Hubo un momento de silencio demasiado largo, solo el viento entre los árboles era audible y ninguno se movió ni un poco mientras las palabras daban vueltas, incómodas, cortantes y reales entre ambos.

-¿Cómo está Rei? -preguntó al fin, todavía conmocionado.

-Es fuerte, mucho más que yo-aseguró-, y sin embargo esto está acabando con ella. No duerme, no quiere comer bien. No quiere tenerme cerca, incluso se ha rehusado a ver a Mako-chan en varias ocasiones. Es casi como …

-Como si quisiera morir.

-¡Y lo hubiera hecho! -gritó ahogadamente mientras se inclinaba y ponía sus manos en las rodillas, completamente exhausto y derrotado-. ¿Cómo se supone que me debo sentir? ¡Mi esposa prefiere morir que tener a mi hija! ¿Cómo la culpo si le he fallado? ¡¿Cómo?!

Neflyte se acercó rápidamente para contenerlo. Jadeite se desmoronó en él de una forma que nunca lo había visto. Un shitennou no solía ser tan expresivo, pero el rubio al que sostenía era la persona más sincera que conocía, cristalina como el hielo que creaba.

-No le has fallado, no fue tu decisión.

-¡Lo fue! ¡Maldita sea, fue mi decisión! -gritó con más fuerza. Su piel estaba roja ante el esfuerzo de contener la ira que lo poseía. Se soltó del agarre de Neflyte con un fuerte empujón, logrando derribarlo. Este cayó sentado a un metro de distancia-. ¡Ah sido mi culpa! ¡Nunca debí aceptar la propuesta de Darien, fue como vender mi alma… y eh tenido que revenderla desde entonces por ese maldito brebaje.

-¿Brebaje? ¿De qué hablas?

Neflyte escuchó entre gruñidos, resoplidos y ademanes, la historia de Jadeite y su charla con Darien sobre engendrar a la heredera del mar, y como esto le llevaría la oportunidad de formar una familia con su propia esposa. También le contó sobre las pequeñas dosis del elixir que Artemis le daba a él y a Zoycite a "escondidas" y que era lo único que había logrado sacar adelante a Freya, Rei y Michiru, incluso le mostró un pequeño tubo que aun guardaba. El líquido de color esmeralda alertó al moreno al tiempo que le helaba la sangre.

-Dámelo.

-¡No! Es la última dosis y es para Rei. Después de este día lo va a necesitar.

-¿No hay más?

-¡Eh dicho que es la última! ¿No entiendes?

Neflyte asintió. En cualquier otro momento hubiera golpeado al hombre y escapado con ese frasco, pero no podía hacerle eso al sujeto destrozado que tenía enfrente.

-¡Aquí están! -gritó Makoto desde la puerta de las escaleras. Se veía agitada y exhausta pero sonriente. Tuvo que tomarse del marco para detenerse-. La bebé ya viene.

Jadeite miró a Neflyte y aprovechó para secarse las lágrimas del rostro antes que la senshi lo viera. Lo miró intensamente, no hacían falta palabras para expresarle que aquello debía guardarse en secreto incluso de la castaña. El moreno le sonrió y entonces emprendió su camino. Al llegar donde Makoto, ella le acomodó el rubio cabello y aprovechó para besar su mejilla, con la mano retiró el rastro de lágrimas que aun llevaba en el rostro.

-Eres un buen hombre Jadeite, ella lo sabe.

Jadeite sonrió y asintió con la cabeza. Después de que Makoto lo soltó, se fue escaleras abajo hasta la habitación donde Michiru estaba por dar a luz a su primer hija.

Makoto se quedó recargada en la puerta mientras él se perdía de vista.

-Es una situación difícil la suya—dijo muy agitadamente. Neflyte la escuchó perfecto, una sensación cálida le inundó el corazón al notar lo mucho que ella apreciaba a su hermano.

-¿Estás bien? -preguntó mientras llegaba a su lado, Makoto lo miró un tanto apática.

-Agotada...-dijo antes de tener que tomar aire para seguir hablando-, creo que, quizá necesito...

Pero no terminó la frase, el mundo se le vino a negros mientras sentía desvanecerse. Neflyte la tomó sin problemas mientras la atraía hacía él para detenerla.

-Si querías un abrazo me lo podías pedir-bromeó.

-¡Ya quisieras tú! -respondió-. Pero te agradeceré si pudieras acompañarme a mi habitación estoy algo mareada.

-¿Ves? ¡Todo se arregla si lo pides por favor!

-¡Oh, cállate! -susurró ella en broma mientras se repegaba a él buscando protección.

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10 años antes.

Júpiter fue proyectada con mucha fuerza hacia atrás. A su paso partió un árbol ya quemado y se golpeó contra otros dos más que habían caído cruzados tras lo que fue su casa. Aquello causó un gran estruendo que trajo de vuelta a Neflyte de donde quiera que su mente estuviera.

-¡Makoto! - gritó mientras trataba de ir por ella, pero una enorme lanza de hielo le cortó el paso.

-Deja que las señoras hablen entre ellas, deben ponerse al día-su voz toda burla-. Tú y yo podemos hablar también de temas de hombres.

Neflyte volvió a invocar su poder, el ambiente se llenó de su proyección astral, aunque no fue suficiente para eliminar la lluvia que seguía cayendo con fuerza.

-No me obligues a atacarte, sabes que esto no es necesario.

-¡Oh, pero vaya que sí! ¿Sabes cuánto tiempo he soñado con poner mis manos sobre tu maldito cuello? ¡Toda una vida creyendo que eras mi hermano! Y no eres más que un cobarde, un asqueroso traidor y asesino... -Un gesto macabro y burlón se dibujó en su rostro, justo antes que miles de espinas congeladas salieran proyectadas directo al general del norte, que apenas si pudo esquivar las suficientes para mantenerse en pie-. Zoycite era un débil, pero era leal. Kunzite quería a tu mujer, pero al menos fue honesto... ¿Y tú? ¡Te decías mi hermano, te conté mi dolor! -gritó rabioso mientras desaparecía y aparecía frente a Neflyte-. ¿Cuánto tiempo llevabas revolcándote con Neptuno? -susurró a su oído antes de acertarle un golpe en el estómago que lo tumbo en el acto-. ¡Idiota, si lo ibas a hacer por gusto pudiste evitarme tantos problemas!

No le dio tiempo de decir más, antes que pudiera alegar algo, el general del este ya había acertado un sofocante golpe que derribó al moreno al grado de dejarlo de rodillas ante él. Una patada terminó por derribarlo.

-¡Neflyte! -gritó Makoto al ver lo sucedido. No pudo correr en su ayuda porque ella misma estaba mucho más herida que él, pero lo intentó. Avanzó muy poco antes que el mismo Jedite se aprontara frente a ella y le cortara el paso.

-Te estoy haciendo un favor Mako querida—le dijo en un tono burlón y condescendiente, sus ojos carmesí destellaron ante ella-. Supongo que ya te habrás dado cuenta que no es lo que debería ser. Por el contrario, si es un engreído, arrogante y egoísta, uno que no solo me traicionó a mí, sino a ti y a tu familia, ¿Te suena? ¡Después de tantos años seguro que sabes de lo que hablo!

Makoto miró a Neflyte que apenas lograba reponerse de la sofocación. Se puso en pie con dificultad, pero sus ojos nunca dejaron los de ella, que no se atrevía a moverse debido a la cercanía de Rei y Jadeite.

-Es mi esposo... -susurró-, y lo amo. -agregó, aunque no muy convencida.

-No es tu esposo—dijo maliciosamente-, y eso es bueno... ¿Sabías que mientras estaba contigo se veía a escondidas con esa chiquilla boba? -Makoto abrió los ojos con sorpresa, aunque ya sabía de aquello. Estaba segura que fingir dolerse era mejor que sorprenderse realmente de una noticia de esa magnitud. Pero Jadeite era astuto y no le creyó-. Veo que lo sabías, pero ¿Sabías acaso que ese idiota se revolcaba con Neptuno?

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Aquella noche fuera de la enfermería del palacio, que nada tenía que pedirle al mejor hospital del mundo, Jadeite estaba de pie con la espalda contra uno de los pilares más cercanos a la puerta. Un poco más adelante, Setsuna y Hotaru aguardaban con mucha más calma que él.

Los tres habían visto a Haruka a la distancia, pero ella se quedó ahí, oculta entre las sombras.

-General, -llamó Setsuna mientras llegaba al lado del pensativo rubio-, no tiene que estar aquí, yo le daré parte cuando todo esto pase.

-Mi Lady, -repuso él con seriedad-, es mi hija.

-¿Está tan seguro?

-¿No lo está usted?

Setsuna sonrió. Jadeite regresó el gesto y juntos caminaron hacia la banca donde Hotaru aguardaba. Estuvieron cerca de media hora más en silencio, hasta que el sonido del llanto de un bebé inundó el área.

No había nadie más presente como en el resto de los partos. Las inner senshi mantenían su distancia desde que se enteraron del embarazo de Michiru y de los rumores que lo rodeaban, los cuales terminaron siendo ciertos. Por lealtad a Rei ninguna asistió, aunque Makoto lo hubiese querido, pero justo ese día desde que amaneció, no había estado muy bien de salud.

Jadeite estuvo poco tiempo conociendo a su primera hija. Estaba consiente que su esposa sabía del acontecimiento y de que seguro él estaría ahí. Se fue acompañado de Luna quien, en representación de Darien y Serena que estaban de nuevo de viaje, había ido a saludar a la nueva heredera del mar.

Cuando el general entró en su habitación, la mujer pasó con él y revisó a Marte, quien estaba en medio de una de sus crisis de ansiedad. Salió con prisa, nadie quería ver aquello de cerca.

Unos metros más adelante abandonó su forma humana y en caridad de gata recorrió el palacio entero. Le gustaba hacerlo porque eso la hacía más ágil e imperceptible.

Así fue como vio a Zoycite tratando de dormir a Freya que recién había sufrido un ataque de asma. Andrew había pasado a verla antes de marcharse, después de todo él junto a Amy, atendió el parto de Neptuno y ya estaba ahí.

Un poco más allá, Kunzite también mecía en brazos a la pequeña Asahí en su propia alcoba. Minako se alistaba para ir a ver a Rei y cerciorarse que estuviera bien. Apenas logró esquivar la mirada del comandante al sentirse observado por la ventana.

La última parada en el edificio de dormitorios la hizo en el balcón de la habitación de Júpiter. Ahí observó a la castaña compartir la cama con el general del norte. Una mueca de satisfacción se dibujó en el rostro redondo y casi tierno del ahora animal. Aunque ella parecía enferma y desgastada, y sabía de sobra que él hombre la abrazaba para ayudarla a dormir, también estaba convencida que las cosas deberían marchar mejor ahora, después de todo sus planes dependían hasta cierto punto y para su pesar, de que esos dos lograran procrear una heredera.

"¿Por qué el universo lo había querido así?" Se preguntó a sí misma mientras se alejaba antes de ser descubierta. Desde el milenio de plata las cosas con Júpiter habían sido complicadas, mucho más cuando la guerrera se enamoró del caballero terrano y se escapaba con él, sin importarle las reglas.

El shitennou también tenía fama de rebelde, incluso ante las órdenes del mismo rey.

Ella hubiera preferido separarlos, pero lo cierto es que estaba segura, que se juntarían tarde o temprano, tenerlos controlados era lo mejor para todos, juntos podían levantar una revuelta. Ya había puesto demasiado ingenio y esfuerzo en su plan, sin contar que podía apostar seis de sus siete vidas a que Júpiter era la traidora de quien hablaba la profecía, ¡Nadie más había opuesto tanta resistencia a Cristal Tokio como ella!

Vagó un poco más por los oscuros rincones, jardines y pasillos, hasta llegar a la sala de control, muy bien oculta detrás del trono de los reyes, ahí fue que recuperó su forma humana e ingresó con sus propias credenciales.

El lugar era magnífico, todo un monumento a la unión planetaria. Si hubiese prendido la luz, la sala se hubiera iluminado de un blanco brillante que asemejaría al día más claro de verano, pero a ella le gustaba verlo a oscuras, porque así, los colores resaltaban mucho más.

Ocho columnas en dos formaciones de cuatro flanqueaban la urna principal, donde los cristales dorado y plateado brillaban de forma intensa y soberana, como si todo a su alrededor vibrara solo por ellos. Era una vista exquisita que no era comparable ni con la aurora boreal, solo que encapsulada en un espacio de un par de metros cuadrados.

De ahí al costado y visto de frente, empezando por la izquierda, se tenía una columna de un azul cristalino, de hielo sólido tan grueso como cuatro hombres. Podía sentir el frío recorriendo su piel y como ésta se enchinaba al acercarse, pero debía hacerlo si quería ver el cristal de Mercurio brillar con la misma gracia que los otros dos lo hacían.

A su derecha, en un pilar de semejantes características, pero con una gama de colores tan extensa como el arcoíris, aunque de dominantes naranjas y dorados, el soporte de Venus exhibía el esplendoroso cristal tan radiante como el sol.

Enseguida, contrastando con el frío Mercurio, envuelto en un desafiante fuego de rojos y negros intensos, con aquella soberbia que por lo visto revestía a todo lo que viniera de él, la gema de Marte repicaba la vista y los demás sentidos, llenando el área a su alrededor de cenizas. Se apagaba y se encendía simulando un fénix, aunque Luna sabía que en realidad aquello no era más que el reflejo de la lucha interna de la senshi por prevalecer de pie.

Un pilar más adelante estaba lo que la traía ahí. Parecía un muy grueso y fuerte tronco de un árbol milenario, envuelto entre enredaderas de plantas más pequeñas y vibrantes. Pequeños insectos revoloteaban a su alrededor, y botones de flores se abrían y cerraban. Gotas de rocío resbalaban por cada hoja, chica o grande, "¡Qué magnífica era la naturaleza!" Pensó. Aunque no pudo evitar notar el verde con tintes marrones que se extendía por algunas ramas, el marchito que amenazaba con secar el soporte del cristal de Júpiter que, en definitiva, no brillaba lo mismo que los otros.

Dio un vistazo rápido a las demás columnas. Ahí estaba aquella que parecía una entrada al universo, un hoyo negro que emanaba mucho poder, con el cristal de Saturno justo en medio, rodeado de un purpura intenso. Enseguida, un tanto desquebrajado, el pilar de roca sólida protegido por una ventisca que lo rodeaba como una serpiente a un árbol, no podía ser otro que Urano. Después Neptuno, representado por una columna de agua tan azul como el más profundo mar, su fluides invitaba a hundirse en él, como el canto de las sirenas. Y al final, pero no menos importante, un enorme reloj de arena en forma de columna. Cada grano caía tan lento que podía verse brillar mientras llegaba al fondo con todos los demás, aunque debía notarse la poca cantidad de tiempo que quedaba en él.

Luna volvió su atención al tronco frente a ella. Pasó un dedo por una de las enredaderas hasta llegar a una pequeña hoja que simulaba un olivo, lo tomó con dos dedos y la arrancó. Un brillo verdusco iluminó toda la habitación, y si ella hubiera sido un poco más emocional, hubiera jurado que la salvia salida del tronco era llanto.

-Luna, ¿No piensas que se marchita? -escuchó a sus espaldas. Ella no giró, segura de saber quién la llamaba.

-Es fuerte y es la naturaleza, sabe repararse sola.

-La misma naturaleza necesita un poco de ayuda y compasión de vez en cuando.

-Se la daré cuando sea su turno Artemis, pero si en este preciso momento debemos sacrificar a una para asegurar la subsistencia del resto, no hay opción. Hay que buscar el bien mayor.

-¿Qué piensas hacer ahora? -preguntó mientras llegaba a ella y observaba la hoja en sus manos, su brillo disminuía lentamente.

-Lo dices como si yo fuera la mala. La Reina Serenity no consideró apropiado que las senshis tuvieran descendencia, ¡Yo hice ese sueño realidad para ellas! -exclamó mientras la comisura de sus labios formaba una curva para nada uniforme-. Bueno, la naturaleza lo hizo yo solo la dirigí. Estoy de acuerdo que se está consumiendo, pero cuando este árbol tenga un fruto será de nuevo tan poderoso como lo son ahora Mercurio, Venus y Neptuno. ¡Los repararemos todos! Es necesario para afrontar la nueva amenaza.

-¿Una traición requiere tanto sacrificio?

-Lo requiere-contestó de inmediato y sin dudar-, sobre todo cuando el traidor es el mal y la cura para todo—Luna caminó rumbo a los cristales centrales, tomó el de plata y este respondió a ella de inmediato, después de todo solo los descendientes de la luna eran capaces de hacerlo. Luego miró a Artemis quien la observaba expectante y un tanto temeroso.

-¿Sabes lo que se hace cuando una planta tiene plaga? Se debe quitar la parte contaminada y dar oportunidad que los brotes sanos crezcan. Aún hay tiempo de salvar una parte de ella, aunque la semilla no es precisamente lo que yo hubiera deseado, pero si la mejor opción.

-Es una manera muy fría de ver las cosas.

-Es la manera en que salvaremos a Tokio de Cristal y lo sabes.

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-¿Vas a llorar? –preguntó Rei haciéndose paso para llegar a una Makoto aturdida que solo atinaba a parpadear. Su vista estaba perdida en algún lugar entre Neflyte y los restos de lo que pareció ser un mueble de su casa-. ¡Ay, vamos! No me vengas ahora con que te duele, actúas como si tu no hubieras estado enamorada de otro todo este tiempo.

Rei volvió a invocar un par de llamaradas y las lanzó a corta distancia, Makoto apenas alcanzó a evadirlas aunque debió barrerse en el suelo para lograrlo.

-No te apures, cuando acabe contigo puedo ir a buscarlo y matarlo también, así no te irás sola al infierno.

El puño de la senshi del trueno golpeó con fuerza el suelo. Su mente había entrado en alarma cuando escuchó la amenaza salida de su antes mejor amiga. Se puso en pie rápidamente y la alcanzó por la espalda, el movimiento fue tan abrupto que ni Rei ni Jadeite lograron detenerla a tiempo, cuando menos lo esperaban un rayo impactaba de lleno en la senshi del fuego.

-¡Maldita! –gritó Jadeite mientras se iba sobre ella y la tomaba del cuello. Así la alzó por los aires mientras Makoto luchaba con las fuerzas que le quedaban para soltarse del agarre del casi intacto general. Una mano fue suficiente para el rubio, pero ella lo tenía tomado con ambas y no lograba moverlo ni un poco-. Lucha lo que quieras cariño, así será más satisfactorio ver la cara de imbécil que Neflyte pone mientras te ve morir.

-¡Neflyte! –gruñó Makoto entre ahogos y jadeos-. ¡Despierta ahora! ¡Son ellos o nosotros!

CONTINUARÁ...

Muchas gracias a todos por sus comentarios y sus likes, Litakino1987, Jovides1, Ladi Jupiter, Darkkitty04, Valefert, Claryss y todos aquellos que dejan sus votos y sus likes tanto en Fanfiction, Wattpad y AO3.

Voy algo más lento porque mi mente me dice que esto se está terminando jajaja pero no... falta mucho... solo que necesito empezar a cuadrar todo y creo que fue más de lo que pensé jajaja.

Un saludo a todos.