Aelita's Nature

Capítulo 3

Decidieron que sería Jeremy el que le contara a Aelita todo lo sucedido. Él no se lo podía achacar, aquello había sido decisión suya y de nadie más, y de hecho seguramente ella estuviera de acuerdo con lo decidido antes: cerrar el super ordenador temporalmente, y dejarlo apagado a perpetuidad por el peligro potencial que suponían Xana y sus ataques. Mientras andaba dirección a la fábrica, pensaba en cómo decirlo para que la IA no se sintiera mal… le habían dado la esperanza durante aproximadamente dos meses y medio, y que ahora se podían llegar a quedar en nada.

Suspirando, se preguntó en qué estarían pensando los demás, y sobre todo, qué decidirían. Sabía que, en un año, era complicado que lograra terminar el programa de virtualización, pero tenía claro que se esforzaría todo lo posible para cumplir con esa promesa. Además, durante esa semana también daría su mayor empeño para lograr ese objetivo, pues tenía claro que quería seguir adelante con aquella empresa. De hecho tan concentrado estaba, que no se fijó en que ya casi había llegado a la fábrica. Había caminado en modo automático sin siquiera fijarse en sus alrededores, con el peligro de que alguien le hubiera visto… pero ya era tarde.

Suspirando, bajó hasta el piso inferior de la nave usando la cuerda, y anduvo pesadamente hasta llegar al ascensor. No le apetecía nada y al final no sabía muy bien cómo decírselo, pero… tenía que hacerlo. Era necesario, lo había prometido y él era alguien que mantenía su palabra. Armándose de valor, en cuanto se abrió la puerta del elevador se introdujo en él y pulsó el botón que le llevaría a la sala de la interfaz. Los pasos que le llevaron hasta su asiento se le hicieron a cámara lenta… hasta que se sentó, momento en el que fue llevado directamente hasta el teclado y la pantalla, en la que apareció una sonriente Aelita.

-¡Hola, Jeremy! ¿Qué tal?- tan afable como siempre. Esto iba a ser duro…

-Ho-hola… Bien, ¿y tú?- esta asintió.

-Estuve escribiendo los códigos del programa de virtualización, ¿pudiste verlos?- le preguntó. El se rascó algo la mejilla, y Aelita se dio cuenta de que no estaba tan risueño como solía.

Además, por las horas… ¿no tendría que estar en Kadic? No tuvo tiempo de comentar nada sobre eso ya que él habló en ese instante.

-Verás… ha pasado algo… digamos, grave- suspirando, Jeremy procedió a explicarse al ver como ella giraba su rostro con confusión.

-Durante el ataque, Xana estuvo… supongo que podemos decir que hizo experimentos. Mínimo han…- casi llora en ese instante.

Sin embargo mantuvo la compostura- Creemos que al menos una persona ha muerto durante ese ataque- los ojos de Aelita se abrieron de par en par.

Luego, frunció ligeramente el ceño, comprendiendo- Te lo dije… Xana es peligroso. Deberíais haber cerrado esto… es mi culpa…- murmuró.

-Precisamente sobre eso… Hemos pensado en… bueno, cerrar el súper ordenador durante una semana, mientras decidimos qué hacer. Quería… quería que lo supieras, para que…- él iba a seguir, pero un suspiro de ella le paró.

-Me parece bien. Es lo más lógico, cerrarlo todo. Que os olvidéis de mí, y que viváis vuestra vida. Es lo justo- Jeremy la miró.

-¿Sabes el concepto de justicia?- preguntó, con cierta sorpresa, pero ella se hundió de hombros.

-No mucho, pero os lo he oído decir. Algo bueno es algo justo, ¿no?- preguntó.

-Bueno… aunque me encantaría contarlo… debo mantener mi palabra. A-adiós… Lita- con los ojos algo llorosos, se bajó de la silla.

-Adiós, Jeremy…- esa sería la última vez que oiría su voz en una semana. Y le daba rabia, mucha, tener que hacerlo.

Se limitó a ir cuanto antes al ascensor, mientras Xana recuperaba energía tras el ataque no podía volver a ser una amenaza por varias horas, así que había que aprovechar ese interludio mientras pudiera. Una vez que descendió hasta la fría sala del ordenador, lo observó en silencio, y, sin más ceremonia, acarició con un dedo el botón por el cual se accedía hasta la manija que ponía en marcha o apagaba aquel fantástico aparato. Con frustración, la bajó hasta el final, y sin darse tiempo para poder arrepentirse salió rápidamente de allí. Él había cumplido, era el momento de que los demás hicieran lo mismo…

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Yumi volvió a casa tras la reunión con el resto del grupo, con mal cuerpo y un cúmulo de sensaciones que no acababa de entender. En realidad podía más o menos comprender, pero su lado racional le gritaba que debían parar, pero su corazón se había alineado con Jeremy y acabó cediendo a, mínimo, parar durante una semana y así pensar fríamente. Ayudó que Odd interviniera, claro, pero la idea principal era del primero. Pensando en ello se preguntó cómo se lo habría tomado Aelita, pero realmente poco importaba. Al final del día casi que era una IA… y pese a ello le había tomado cariño.

-Puede que sea eso… Jeremy es demasiado listo para que sea otra cosa… Joder…- gruñó, mientras pateaba una lata.

Esta voló a ras de suelo varios metros, acabando en el pavimento por el que circulaban los coches, acabando bajo la rueda de uno de estos.

-Para una tía en la que se puede fijar, tiene que ser una que no existe… vaya friki…- y se sorprendió de ese comentario.

¿De verdad estaba hablando de su amigo en esos términos? No… de hecho, no lo era. Era un conocido, apenas había tenido contacto con ellos más allá de lo que pasaba en Lyoko. Puede… puede que aquel fuera el error, el no tener relación con ellos más allá de, por así decirlo, lo laboral.

El único con el que sí hablaba más era con Ulrich, pero con Odd o Jeremy… ¿Qué sabía de ellos? Casi nada, y le gustaría poder ir a más con ellos. Dependían de conocerse mutuamente para poder sobrevivir a esa locura, si es que iban a sacar todo aquello adelante. Que igual no, en cuyo caso… igual solo merecería la pena mantener su contacto con Ulrich. Se sonrojó algo por pensar en ello, a ver, era guapo pero… Suspiró.

-Yumi, tienes exámenes, céntrate. Luego pensarás en ello- gruñó, y aceleró para volver a casa cuanto antes y seguir repasando.

Pero la idea de conocer mejor a los demás le era interesante, y puede que esos primeros días fuera a ser imposible, encima con los exámenes de por medio, pero tras eso… Podría ser interesante. Pensando en ello llegó a su casa, donde su madre seguía a la cocina y con su hermano menor aún en la consola.

-¡He vuelto!- gritó ella según entraba por la puerta. Akiko salió al pasillo y la saludó.

-¿Ya? ¡Qué pronto!- comentó, en sus manos tenía un paño de cocina.

La aludida se hundió de hombros- Ya, es que… quería ir a Kadic a por un libro en la biblioteca, pero no lo tenían- mintió.

La mujer asintió, despacio- Ya sabes lo que siempre te digo, Yumi. Tienes que planificarte más- le regañó, y la otra simplemente asintió, quitándose las zapatillas.

-Sí, madre…- suspiró entonces, la mujer sonrió y volvió a la cocina.

La adolescente se limitó en ir a su cuarto y encerrarse de nuevo en casa para poder estudiar a gusto, aunque igual le costaba volver a centrarse de nuevo. Había que intentarlo de todas formas, y era en lo que se tenía que centrar en esos momentos.

-Bueno, vamos allá…- según entraba en su cuarto se desvistió y se puso nuevamente el chándal y colocándose frente al escritorio.

Los apuntes de biología seguían ahí delante, con la estructura de la célula bien desarrollada, subrayada y hasta dibujada. No era capaz de estudiar de otra forma que no fue en voz alta, cantando lo que venía y comentándolo como si fuera la profesora, y de hecho hacerlo de otra forma hacía que se le cerraran los ojos, se medio durmiera y acabara pensando en otros asuntos.

Se estiró, tomó sus cosas, y comenzó a enumerar en voz alta todas las partes, alzando la vista hacia el techo e intentando centrarse, dejando todo el tema de Lyoko a un lado de su cabeza, del que meditaría ya para la noche. No le apetecía ponerse en esos momentos con todo tan reciente y prefería estar más tranquila, y, de paso, hablarlo con los demás para conocer su opinión. Además de acercarse a ellos, cosa en la que no paraba de reafirmarse.

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Mientras, Ulrich y Odd seguían en la biblioteca de Kadic estudiando, cubriendo a Jeremy ante Jim, y que no sabía si creerse la excusa de que se había ido con la enfermera por un ligero dolor de cabeza. Pero conociendo al rubio sabía que eventualmente volvería y seguiría estudiando, otra cosa es que fuera Dela Robbia, del que no se fiaba en absoluto en aquellas cuestiones.

Por suerte para ellos, no insistió demasiado y de hecho sonrió ligeramente cuando le vio llegar por allí, veinte minutos más tarde de que los demás entraran de nuevo a la biblioteca, sentándose junto a los otros dos. Pero en ese lapso de tiempo, a Ulrich le dio bastante tiempo para meditar todo lo ocurrido, pues no quería seguir estudiando hasta que no llegara el otro para ayudarle. Y de paso podría ordenar sus pensamientos al respecto antes de debatir nada con Odd, y que seguía dibujando tranquilamente.

Se preguntó entonces qué le llevó a aceptar aquella misión. Al principio se decía a sí mismo que fue por sentirse un héroe, por finalmente poder sentirse como aquellos personajes de videojuegos con los que hasta entonces se entretenía hasta altas horas de la madrugada. Luego… se dio cuenta que era para llenar un vacío, y que no compartía con nadie. Le rodeaba mucha gente pero no tenía una amistad que le permitiera poder abrirse de tal forma que le saliera poder hablar del imbécil de su padre, un verdadero tirano y que le sacó de su anterior escuela, donde tenía a sus amigos de verdad, para entrar a Kadic, en la que no conocía a absolutamente a nadie.

Él era alguien introvertido, muy bueno en el fútbol pero consciente de que no viviría del mismo pese a ser el delantero estrella de cada equipo que pisaba, e incapaz de abrirse ante los demás. Por eso, pese a tener muchas amistades, estas no pasaban de ser conocidos. Durante ese periodo de dos meses había tratado sobre todo con Odd y Jeremy, mientras que con Yumi… bueno, con ella había practicado más Pencak Silat que otra cosa, pero debía reconocer que… guapa era. Y habilidosa, le había tirado al suelo más veces de las que recordaba, y verla por encima de él, con sus cuerpos tan pegados, le habían hecho sentir una calidez en el pecho que no notaba con ninguna otra persona. Y se ponía rojo como un tomate solo de pensar en ella, lo cual le ponía nervioso y hacía que se sonrojara más aún.

-¿Pensando en Yumi de nuevo?- la voz de Odd le sacó de sus pensamientos.

Ulrich se limitó a gruñir algo molesto, sacándole una risilla al otro. El italiano no era de los que meditaba demasiado las cosas, pero en aquella ocasión estaba haciendo una excepción. Sí, él no sería una mente maestra como lo era Jeremy, pero se daba cuenta de que aquello era lo suficiente grande como para merecer la pena los esfuerzos que estaban llevando a cabo. Claro que había muerto gente, puede que más de lo que ellos estaban dispuestos a asumir.

Pero Jeremy había asegurado que en un año podrían tener a Aelita allí, con ellos… Durante el mismo serían atacados infinitas veces, y hasta ahora habían tenido suerte, pero en aquella ocasión al menos una persona había fallecido. Algo le decía que no era la única, y su instinto no se solía equivocar. Pero por ahora no podía confirmar nada, se tendría que limitar a lo que sabían. Eso por un lado, porque por el otro sentía curiosidad sobre el pasado del súper ordenador, y de su origen. No podía estar allí por casualidad, y aunque nunca lo llegaran a saber, sentía interés por ello. Y por Aelita, para qué negarlo.

Era guapa, ingenua y lista. Si fuera humana ya hubiera intentado ligar con ella, de hecho la primera vez que la vio coqueteó con ella, pero el rostro de la IA era más de rechazo e incluso miedo por él que de gusto. Claramente fue demasiado rápido… Y sin embargo, quería seguir adelante con la aventura por saber más. Había muchas preguntas sobre todo aquel aparato, y le gustaría encontrarlas. Y de paso, luchar contra Xana, que le quitaba monotonía a la vida que llevaban. Sí, las chicas estaban muy bien, pero la adrenalina que sentía correr por su cuerpo cada vez que iban a toda velocidad hasta la fábrica, entrar al escáner y partirse la cara contra los monstruos de la IA y así salvar el mundo… le sentaba genial.

Pensaba en ello mientras dibujaba, siempre le relajaba hacerlo y en esa ocasión no sería menos. Tenía el móvil en el regazo, que vibró un poco por la llegada de un mensaje de texto. Mirando hacia los lados para asegurarse de que no era visto, lo desbloqueó introduciendo la clave numérica, y se movió por la interfaz usando la cruceta central hasta la parte de mensajes. Era de Yumi, comentaba de quedar el Miércoles a las 18 en en la habitación de Jeremy en Kadic para hablar, teniendo así tiempo para poder pensar y hacerse a la idea de qué se deseaba hacer con el súper ordenador. Le dio una ligera patada en la espinilla al otro, que le miró con enfado, pero calló. Notaron que por allí llegó entonces Jeremy, que se colocó al lado de los otros, estaba algo nervioso.

-¿Lo hiciste ya?- preguntó Ulrich, serio, y el otro se limitó a asentir.

Odd les mostró el mensaje de Yumi entonces- ¿Le confirmo la fecha?- preguntó, había pasado el teléfono por debajo para que Jim no les viera.

Estos suspiraron- Algo pronto, pero… supongo que querrá hablarlo pronto, aunque estando apagado…- murmuró Jeremy.

Los otros notaron la tristeza en el tono del muchacho, y se miraron entre ellos algo preocupados.

-Es que es grave, la verdad…- comentó Ulrich, Jeremy le miró y Odd le lanzó una mirada fulminante durante unos segundos antes de desviar los ojos hacia Jim, que había alzado la vista de su revista al notar murmullos demasiado altos.

-Lo sé, no soy imbécil…- gruñó entonces el muchacho, levantándose apenas unos segundos tras haber vuelto y yendo por su cuenta.

Los otros dos le miraron, Jeremy se colocó a varios metros de ellos y se dejó caer en una silla, molesto, haciendo casi una especie de berrinche. Raro viniendo de él, ya que era el más inteligente de todos y con diferencia. Pero lo que ellos no sabían es que de verdad le había sentado mal ese comentario, aunque lo había magnificado un poco para darle dramatismo.

Sabía de sobra que aquello no lo iba a ganar usando la razón, esta estaba en su contra y de hecho el pragmatismo de Yumi era mucho más prometedor para ganar que no su posición, que tendría que ser visceral e ir atacando a las emociones de los demás. Eso no le gustaba, pero si quería rescatar a Aelita tendría que hacerlo, aunque le diera cierto asco. Él era muy racional, salvo con la IA, por la que sentía una debilidad que no era capaz de explicar. No lo entendía, pero a esas alturas le daba igual. Su idea era esa, y la llevaría hasta el final, era una de las pocas cosas que tenía claras en la vida.

En el otro extremo del espectro estaba Yumi, que no entendía en qué estaba pensando el muchacho. Y en medio, Ulrich y Odd, que eran neutrales. Era a ellos a los que tendría que convencer, y tenía claro cómo hacerlo. A la que le costaría hacer cambiar de idea era a la otra, que además le sacaba casi dos años, pero se sabía capaz. Por ello, se dedicó durante esa tarde a preparar a conciencia las palabras que usaría para lograrlo, mientras los otros dos estudiaban e intentaban recuperar el tiempo perdido en sus luchas en Lyoko, durante las que no podían estudiar todo lo que les hubiera gustado.

De vez en cuando miraba al lateral para ver cómo estaban los otros dos, y sonrió por dentro cuando comprobó que Ulrich sudaba en frío y se rascaba nervioso el pelo, mientras Odd seguía dibujando tranquilamente… en realidad había terminado a la media hora, y hasta se lo había leído un par de veces, así que… podría ayudarles nuevamente. Le gustaba ayudar, y de paso estar con gente. Con a los que ya podía llamar amigos.

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Aquella noche Yumi cenó tranquila por primera vez en aquellos dos meses, disfrutando de la compañía de su familia y sin tener que estar pendiente del móvil o de un posible ataque. Estaba tan contenta que ni le enfadaron los comentarios de su hermano menor sobre que si estaba enamorada o algo así, para molestia del menor, y que bufó algo molesto.

-Sea la que sea la razón, me alegro y espero que siga siendo así. Pero vigila tus notas- Takeo, como siempre, preocupándose por el futuro de su hija mayor.

-Yo también papá- respondió, sonriendo.

Este asintió, satisfecho. Aún llevaba su traje de oficina, sus gafitas estaban algo sucias pero el hombre ya ni se molestaba en intentar lavarlas, pues se volvían a manchar al poco. Por su parte, Akiko estaba ya en pijama, así como sus dos hijos, estando todos a la mesa y con la radio de fondo.

-Bueno… ay… voy a ver si ganan de una vez los del París…- murmuró Takeo, levantándose y llevando unos platos y cubiertos al fregadero.

Hiroki le ayudó, así como Yumi, que cuando terminaron fue a ayudar a su madre mientras los otros dos iban al salón a ver la televisión. La chica se sentía relajada de nuevo, y eso con Xana hubiera sido totalmente imposible, no podía estar más satisfecha con su decisión en esos momentos, y pensaba aprovechar ese pequeño descanso para pensar un poco en todo el tema. O no, según lo que surgiera en ese momento. Una vez terminó, y tras besar a sus padres y revolverle el pelo a su hermano, subió rápidamente por las escaleras de la casa dirección a su cuarto, encerrándose en el mismo.

Con la luz apagada se limitó a acercarse a la ventana, permitiendo que entrara una ligera parte de la luz del exterior para así poder ver un mínimo y poder relajarse. Se comenzó a desnudar, quitándose el pantalón y la camisa de manga larga – de un suave tono gris – y quedando sólo en ropa interior. Se estiró un poco, cual gato, y fue directa hacia la cama para descansar. Aquella sería la primera noche que podría dormir del tirón sin andar observando de reojo el móvil, y pensaba aprovecharla. Y aunque la idea original era ponerse a pensar sobre Lyoko… en realidad no le apetecía. Quería liberar tensiones y relajar la tensión que sentía desde hacía ese tiempo.

Se metió bajo las sábanas del futón, y se estiró a todo lo que su cuerpo le daba, murmurando un poco y soltando un suave gruñido de satisfacción, moviendo muñecas y tobillos, y pasando las manos tras la nuca. Cerró los ojos y se limitó a bajar una mano por el cuerpo, acariciándolo con las puntas de los dedos, haciendo círculos en el área del estómago, que le daba ligeras y placenteras contracciones involuntarias, para luego pasar a su entrepierna, que acarició por encima de las bragas que llevaba.

Con un suave murmullo, bajó la otra mano hacia sus pechos, que acariciaba suavemente, mientras la otra hacía lo mismo en su clítoris, estimulándolo despacio pero con firmeza. Su corazón fue latiendo cada vez más deprisa según avanzaba el proceso, su vagina se iba abriendo y lubricando, gracias a lo cual sus dedos podían entrar mejor dentro de la misma, a la vez que seguía trabajando su clítoris. En su cabeza se imaginaba a Ulrich con ella realizando toda clase de fantasías que había visto antes en internet, ahogando durante el proceso los gemidos que querían escapar de su garganta, para, minutos más tarde, llegar al orgasmo, en el cual su cuerpo tembló un poco, sintiendo un intenso placer.

Aguantó un poco más acariciando su clítoris para, poco después, alcanzar un segundo clímax que le sacó una pequeña sonrisa mientras su vista se nublaba ligeramente, suspirando satisfecha. Aún desnuda bajo la cama, sacó las manos. Aquella que estuvo en su entrepierna estaba ligeramente mojada por sus fluidos. La observó un poco, pensativa, y retiró los excesos con la lengua, saboreando el líquido ligeramente con los ojos cerrados, para luego limpiarse con un pañuelo.

-Joder, sí que lo necesitaba…- murmuró, tirando el papel a la basura desde donde estaba, tras lo que se volvió a poner el pijama.

-Maldito Ulrich… no sé por qué me salió su nombre… en fin…- gruñó, arropándose cuando volvió a la cama, quedándose dormida al rato.

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Si ella estaba en esas, Jeremy estaba trabajando arduamente ante su ordenador. El de la fábrica estaría cerrado, pero eso no le impedía poder trabajar en el programa de virtualización. Claro que todo lo que avanzara en ese tiempo no podría comprobarlo en ningún momento, porque su sobre mesa no era tan potente como para poder hacer semejante trabajo sin quedarse colgado cada cinco minutos, así que tendría que ir a ciegas hasta, mínimo, el Miércoles.

Eso no le molestaba, pero sí el no poder hablar con Aelita. Al menos no tendría que estar mirando cada poco la ventaba que conectaba su aparato con el súper ordenador, y que le servía también para charlar con la IA cuando trabajaban juntos. Porque sí, pensó por unos instantes que esa tregua serviría para poder avanzar rápidamente en el programa de virtualización pero, siendo realistas, no sería capaz de hacerlo de esa manera. Si se equivocaba no sabría qué punto es erróneo, teniendo que leer línea a línea, y como la que estuviera equivocada se encontrara al inicio de la parte nueva… eso le llevaría a tener que borrarlo casi todo ese trabajo, lo que no tenía sentido.

Si quería hacerlo bien necesitaba del súper ordenador, pero el que estaba haciendo en esos momentos era meramente perfilar el programa, nada más. No avanzaría demasiado, lo justo para poder darle una sorpresa a Aelita, consideraba que lo merecía. Estaba tan convencido de ello que ni dudaba sobre que volverían a ponerlo en marcha.

-Bueno… pues ya estaría…- murmuró, mirando la hora. Tenía su flexo iluminando hacia el techo para darse algo de luz y no dejarse la vista, que se le cansaba demasiado deprisa por culpa de andar mirando casi sin descanso la pantalla.

Era casi media noche, en condiciones normales se quedarían un par de horas más, pero… las actuales las impedían. Se levantó cansado de su sitio, estirando la espalda y girando algo el cuello, que hizo un pequeño chasquido, sacándole un gruñido al otro. Al otro lado del pasillo, Ulrich miraba al techo mientras hablaba con Odd, que estaba en su misma posición, con Kiwi en su regazo dormitando.

-¿Tú… qué piensas de todo esto, tío?- preguntó el primero al segundo, que simplemente alzó algo las cejas.

-No lo sé… Lo que pasó es nuestra responsabilidad, pero… No sé qué es mejor- murmuró. Con cuidado, dejó a un lado al animal.

Se colocó de lado, mirando al otro, con su mascota pegada al cuerpo para darle calor- Yumi parecía tenerlo muy claro, que lo mejor era apagarlo todo… la entiendo- añadió entonces.

Ulrich le escuchaba atento, sin moverse- Creo que más han muerto. Antes, escuché que habían aparecido gente muerta en sus casas sin aviso previo, y, atento, todos eran de la misma empresa- acarició el cuerpo de Kiwi, algo nervioso.

-Habrá que evitar que más lo hagan, entonces- gruñó el otro, apretando algo los puños. Odd le miró con sorpresa.

-¿Y cómo pretendes hacer algo así?- preguntó, curioso.

El otro se lo pensó unos instantes antes de responder- Siendo más rápidos y mejores en combate- murmuró entonces.

Tras eso, se giró y le dio la espalda al rubio, que entendió aquello como señal de que era la hora de dormir. Por lo que le conocía, aquella era una muestra clara de que no deseaba hablar más, así que… se limitó a darse la vuelta igualmente, junto a Kiwi, y se dejó dormir tranquilo.

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Pasaron los días, y el Miércoles llegó entre exámenes y mucho estrés por parte de todos los del grupo, que estaban a punto de terminar. De hecho el último sería aquel día, justo a las puertas de Nochebuena, que sería al día siguiente, Jueves 24. Aquellas fechas eran prohibitivas, pero era lo que había dado que se trataba de una de las mejores instituciones académicas, que exigían bastante nivel. Al menos aquellos no eran totalmente determinantes, de hecho la mayoría era para quitarse temario para los exámenes de Febrero y Marzo, que sí eran los que les darían la nota en las asignaturas.

Los tres chicos del grupo, que estuvieron todo el fin de semana juntos, así como en los exámenes – tras los cuales se veían para saber cómo lo habían hecho – ese día comieron juntos igualmente, mucho más relajados gracias a que ya no tendrían que preocuparse de nada hasta el siguiente año, al menos en lo referente a lo académico.

-¡Por fin hemos terminado, tío!- comentó Odd, sonriendo contento, ya se había sentado a la mesa con su bandeja repleta de la deliciosa comida de Rosa.

-Sí, y se nota mucho… Está Kadic casi vacío- comentó Ulrich, dándole vueltas a la sopa que tenía.

-Mucha gente se ha ido a casa a pasar las fiestas, aprovechando que su curso acababa antes… Aunque muchos de los nuestros se fueron también- murmuraba Odd.

-Sí, y os agradezco hacer el esfuerzo de quedaros, chicos- añadió Jeremy, sonriéndoles contento por ello.

-No es nada, mejor esto que aguantar la regañina de mi padre…- gruñó Ulrich.

Odd, por su parte, sonreía animado- Mis hermanas este año se tendrán que quedar sin probador de maquillaje, sin ayudante para las compras y sin objeto para sus bromas- los otros le miraron, algo sorprendidos.

-¿Tan malas son?- preguntó con sorpresa Jeremy, y el otro asintió.

-Son todas mayores y me sacan medio cuerpo, a eso súmale que tienen mi mismo sentido del humor y carisma natural- añadió, más a modo de echarse flores que de otra cosa.

-¿Y cuantas son? ¿Dos, tres?- a eso Odd negó.

-Son cinco. Elisabeth, Louise, Pauline, Marie y Adèle, en ese orden- los otros tosieron un poco, a eso se le llamaba familia numerosa.

-Joder…- murmuraron los otros, y Odd se limitó a asentir, dándoles la razón.

-En fin, en… tres horas nos toca decidir, chicos- comentó Jeremy, mirando su reloj.

Los otros asintieron, serios. Esperando que él siguiera, los otros dos siguieran comiendo. En ese sentido, preferían escuchar a hablar, así que el otro así actuó.

-Yo, como imaginaréis, estoy a favor de volver a Lyoko. Yumi, en cambio, está claramente en contra… así que os toca a vosotros decidir- ellos le miraron,

Ulrich se limitó a acabar su plato, Odd por su parte hacía un buen rato que ya había terminado de devorar así que intervino- Creo que aún es pronto para decidir nada, ni siquiera ha pasado la semana que decidimos tomarnos- se cruzó de brazos.

-Pero… nos vendrá bien vernos. Echo algo de menos a Yumi, para que negarlo- añadió. Ulrich le miró de reojo, y Jeremy alzó una ceja.

-¿Vas a ligar con ella también, Odd?- preguntó divertido Jeremy, mientras el otro giraba algo el rostro y miraba al aludido con… lo que parecían celos.

Pero este negó- ¡Qué dices! No, además, ya tengo cita para la próxima semana con Tania Grandjean, es…- pero los otros terminaron la frase por él.

-Guapísima e interesantísima, ¿ibas a decir eso?- y Ulrich estalló en una carcajada, Jeremy también reía un poco, y Odd frunció el ceño, molesto, con las mejillas coloradas.

-Bah, qué sabréis vosotros del amor…- gruñó, levantándose y llevando la bandeja a la pila que siempre hacían alumnos y profesores.

Los otros se miraron, sabían a la perfección que en breve volvería el otro, aunque en ese momento se hiciera el indignado en realidad encajaba bien las bromas dada su personalidad, que disfrutaba haciéndoselas a los demás. Al rato también terminaron, y en amena charla, los otros dos salieron de la cafetería y se lo encontraron en el exterior de la cafetería. Ya casi era de noche para esos momentos del día, lo cual les quitaba los ánimos para cualquier cosa, pero era lo que tenía vivir allí. Al menos a partir de entonces cada vez anochecería más y más tarde.

-Bueno… pues… ¿Qué hacemos?- preguntó Odd, estirándose un poco.

Habían ido directos hasta el edificio de habitaciones, pues al no tener abrigos, fuera tenían frío. Iban subiendo por las escaleras cuando se encontraron con Elisabeth Delmas, mejor conocida como Sissi, la hija del director Jean Pierre. Junto a ella, Nicolás Poliakoff y Herb Pichón. Era como ver a una bruja con dos troles a su vera, cuando escucharon aquello por parte de Odd los demás no pudieron parar de reír. Hasta Yumi se desternillaba, dando golpes con el puño en el banco en el que estaban.

-¡Ulrich, querido!- la muchacha se lanzó a los brazos de este, que no pudo no recibirla.

Ella era… bastante guapa, de hecho. Piel clara y pelo negro, sus ojos pardos tenían cautivado a medio Kadic, estando la otra mitad algo harta de su carácter egocéntrico y petulante.

-Sissi, pesas mucho…- gruñó el otro, en parte para molestarla, en parte por ser verdad. Esta se apartó en seguida, algo sonrojada.

Herb apretaba los puños, celoso. Era la versión morena de Jeremy, también tenía gafas y era uno de los mejores de la Academia en cuanto a notas. Pero la sombra del otro era alargada, y él era el eterno segundón en cada asignatura que daban. Al menos se le daban ligeramente mejor los deportes… Nicolás, por su parte, era como Odd… pero sin su brillantez. Al menos era feliz en su simpleza.

-M-me voy, adiós- dijo Sissi, torpemente, y bajó rápidamente, molesta. Tendría que mantener la dieta una buena temporada más, para perder el exceso de esos días.

Además, el estrés no era nada bueno para el cutis, o eso se decía en las revistas que siempre leía… En todo caso, los chicos se limitaron a acabar de subir las escaleras, y fueron hacia sus cuartos. Que estuvieran uno en frente del otro la verdad es que era de bastante ayuda. De hecho entraron en el cuarto del rubio, que les invitó a entrar a la estancia, sentándose en su silla y apoyándose en la espaldera de la misma, e inclinándose hacia adelante. Los otros dos se colocaron en la cama, y Odd aprovechó para llevar allí a Kiwi con ellos, para ligera molestia de Jeremy, pues a veces le mordía las cosas… aunque en el fondo le tenía cariño al animal.

-Me sorprende que lo tengas todo tan ordenado, Einstein- comentó Odd, mirando el cuarto curioso.

Estaba la estantería del lado derecho bastante bien ordenada, con las cajas en la parte superior llenas hasta arriba, y con libros, cuadernos y algunos aparatos en las baldas inferiores, con su ordenador portátil bien colocado en un punto que permitía a su dueño cogerlo sin demasiado esfuerzo. Curiosamente todos los cables estaban bien amarrados con un lazo y que los mantenía unidos y sin desparramarse por todos lados.

-Sí, de no tenerlo así, Jim me mataría la verdad- comentó el otro, mientras Ulrich se quitaba las zapatillas para poder apoyarse contra la pared y no mancharle las sábanas al otro.

-¿Creéis que… Yumi estará enfadada con nosotros? Apenas hemos hablado con ella desde… ese día- dijo este.

Los otros dos dejaron de parlotear y le miraron- En realidad, sí hemos hablado. De los exámenes, pero lo hemos hecho. No es como si le hubiéramos dejado de hablar de pronto- le dijo Jeremy.

Odd acariciaba a Kiwi, que estaba tirado en el suelo y con la panza hacia arriba- Tranquilo Romeo, ella está bien. Y hoy podremos hablar con ella largo y tendido- le aseguró Odd, tan alegre como siempre.

Este asintió, pensativo. Esperaba que así pudiera ser, para qué engañarse… Estarían seguramente hasta las nueve de la noche, momento en el que ella tenía que volver a su casa para cenar. Luego, seguramente no podrían volver a verse hasta, mínimo, el día 26, momento en el que volverían a hablar sobre si era buena idea reabrir el súper ordenador… salvo que ese día se decidiera de forma definitiva.

Pero el tiempo pasó, y para cuando se quisieron dar cuenta, era casi la hora en la que habían quedado con Yumi. Por suerte habían decidido que sería en el cuarto de Jeremy para que así nadie les pudiera espiar o que hubiera oídos indiscretos intentando escuchar la conversación. De hecho esta apareció por la puerta a la hora acordada, con su abrigo negro cubriendo su cuerpo, con una bufanda roja oscura y un gorro también negro. Se abrazó con Odd, que fue el primero en ir a saludarla junto a Kiwi, luego Jeremy… y finalmente Ulrich, con el que simplemente se acarició un poco la espalda. Aún no se le quitaba de la cabeza su reacción mientras se relajaba en la cama el Sábado por la noche… Se limitó a quitarse el abrigo y se colocó en la cama, a su derecha Odd, y luego Ulrich.

-¿Cómo habéis estado estos días, chicos? ¿Me echasteis de menos?- preguntó, afable. Parecía muy animada, como si aquella reunión fuera una casual entre amigos.

No como si fueran a decidir su destino en las siguientes horas- Bastante bien, aunque Hertz nos la jugó en el examen de mates. Dios, que difícil fue…- murmuró Odd.

Ulrich sonrió de medio lado- Para ti siempre lo son, porque no estudias- le recordó, y el aludido le sacó la lengua.

-Yo al menos… si te eché de menos, Yumi- reconoció entonces Jeremy. Ella le miró con cierta sorpresa.

Asintió despacio- Yo… igual. En estos dos meses.. bueno, aunque no hayamos hablado demasiado fuera de Lyoko… sí os tomé cierto… apego. Y me gustaría conservarlo- alzó la vista, seria.

-Pero sé a qué hemos venido aquí. Aunque… preferiría dejarlo para…- Jeremy, con un gesto, indicó que no había problemas, cosa que ella agradeció.

-¡Bueno! ¿Y qué tal tus exámenes?- preguntó con interés Odd.

Yumi comenzó a hablar. Mientras los otros dos la escuchaban e interactuaban algo con ella, Ulrich… se perdía en su boca y ojos. Estaba tan ensimismado que dio un respingo cuando Odd le pellizcó en la barriga, haciendo que los demás se rieran un poco.

-Estábamos hablando sobre el proyecto de Jeremy para hacer un robot basado en Kiwi, para el concurso de todos los años- le dijo Yumi, mientras el aludido tenía al animal en el regazo.

-Ah… sí, es…. Es buena idea. Herb seguramente lo hará de Sissi- comentó este. Odd se rio.

-¡Lo haga de quien lo haga, es tan manco que seguro que le sale mal!- y soltó una buena carcajada.

Ulrich tuvo que hacer lo mismo, mientras Yumi… ella incluso riendo era elegante. Jeremy revisó la hora, acariciando el lomo del perro tranquilo.

-Por cierto… estuve mirando las noticias, y… al parecer…- Odd se rascaba la cabeza algo nervioso.

Entendiendo que era el momento adecuado, y que no se podía seguir atrasando más – aunque les gustaría, era imposible hacerlo – Jeremy se aclaró la garganta.

-Por desgracia, así es. Por esa razón… estamos aquí ahora. ¿Te… importaría empezar tú, Yumi?- esta asintió.

-Esta, la de cerrar el súper ordenador, era la mejor decisión que podríamos tomar. Es lo más justo, nadie moriría y no pondríamos en riesgo a todos por una IA que ni sabemos si puede ser humana. Esta vez fueron unos seis, según las noticias, pero… ¿cuántos más pueden llegar a ser? Por lo que sabemos, cientos- bajó el rostro.

-Me encantaría ver a Lita en la Tierra… pero debemos pensar en el bien común- suspiró.

Jeermy carraspeó un poco, aclarándose la garganta- En mi caso… creo que es lo que debemos hacer. Os juré que lo lograría en un año, y soy perfectamente capaz de hacerlo. También os juré que, si alguien más fallecía, cortaría en el acto y pienso cumplir mi promesa. Además, Aelita no merece estar allí encerrada. Tiene que venir a la Tierra, aunque me cueste la salud- Yumi apretó los puños.

-Sin embargo, yo estoy dispuesto a seguir adelante cueste lo que cueste, se ponga quien se ponga delante, y asumiré todas las consecuencias de ello- miró a los otros dos.

-¿Acaso ella no merece vivir una vida? ¿No os gustaría poder tener una segunda oportunidad?- la otra chasqueó la lengua.

-Hablas como si fuera humana, tío. ¡¿Te estás escuchando?!- sus miradas chocaron entonces.

Ambas, determinadas a defender su posición por considerarla la mejor, y ni planteándose las razones de la otra. Simplemente no deseaban romper ese esquema mental bajo ningún supuesto.

-¡Es que lo es! ¡Y os lo demostraré! ¡Sé que es una locura, pero si estoy en lo cierto… si lo estoy, ella tiene el derecho de estar con nosotros!- exclamó.

-Ey, ey, para el carro Einsteins. ¿De qué coño hablas?- preguntó sin entender Odd.

-De lo que lleva pensando desde el primer momento, ¿verdad? Por alguna extraña razón se cree que un programa puede llegar a tener sentimientos… no jodas Jeremy, eres el más listo, ¿Cómo puedes estar tan ciego?- le preguntó.

De verdad no lo entendía. O no quería, porque las razones que ella creía… esa explicación no le gustaba nada, y llegó a esa conclusión mientras volvía a casa ese fatídico Sábado… Para una tía en la que se puede fijar, tiene que ser una que no existe… vaya friki… Suspirando, se levantó.

-Sé razonable. No hay pruebas de que así sea- pero Jeremy negó.

-No tengo pruebas, pero tampoco dudas. Es humana, y pienso luchar por sacarla de ahí, cueste lo que cueste- dijo el otro, con determinación.

La otra le miró con el ceño fruncido- ¿Aún a costa de otras vidas?- en ese momento él flojeó algo en su tesón.

Sin embargo, se reafirmó- Evitaremos esas muertes, todos juntos. Salvaremos a Aelita, y derrotaremos a Xana sin ninguna duda, ¡lo lograremos seguro!- exclamó.

Se sentía acorralado, e iría con todo- ¡Ella… ella vendrá a la Tierra, y podremos estar todos! ¡Pienso lograrlo, lo daré todo por ello y sé que vosotros lo haréis también, porque para eso somos una familia!- su garganta ardía un poco y sus ojos estaban llorosos.

No estaba mintiendo, tampoco- ¡Por favor…! Os… necesito…- había pasado de casi gritar a romper en llanto.

Había sentido toda una montaña rusa de emociones y buscaba serenarse- Si ese es tu deseo… no me opondré. Pero no contéis conmigo- Yumi se levantó, seria.

Los otros tres la miraron con sorpresa- Lo siento, pero… este sinsentido no puede estar más equivocado. Pronto, espero… pensaréis como yo- murmuró, algo triste.

Sin embargo, Ulrich la detuvo- No… tienes que irte ahora… si no quieres- murmuró él.

-No hemos dicho que estemos contigo, o con Jeremy… aunque… no puedo decir que no piense como él, en buena medida- comentó Odd, mirando al otro, que le miró agradecido.

-Creo que no podemos no intentarlo, además ya dimos nuestra palabra… estamos en esto nos guste o no, y se lo debemos a aquellos que han caído Que sus muertes no sean en vano- añadió Jeremy, entonces.

Ulrich se rascó la cabeza- Joder… si nos pillan estamos muertos, pero… es lo que dice Yumi, ha muerto gente. Pero… también es lo que decís, que… ya habíamos decidido hacerlo. Debemos asumir nuestros errores- murmuró.

-Sabíamos que esto podía pasar, y sucedió. Estuvimos ciegos durante un tiempo, pero ahora que lo sabemos… que la muerte es irreversible… más la pena merece luchar, para evitarle esto a los que vengan detrás de nosotros. Si no lo hacemos ¿quién lo hará?- intervino Jeremy, entonces.

Ella no se creía lo que oía… aunque en el fondo, les podía entender- Espero que al menos respetéis mi decisión…- murmuró, y el muchacho asintió.

-Por supuesto… pero… Xana podría ir a por ti- murmuró, y ella chasqueó la lengua.

-Lo sé, pero también defenderme. Y lo haré, a mí y a mi familia… y por Dios, cuidaos- les abrazó entonces con fuerza.

Al final del día sí eran sus amigos. Lo supo en ese momento, pese a sus dudas de hacía algo menos de una semana. Pero en ese instante se dio cuenta de que ellos, con los que se había jugado la vida durante unos dos meses, eran su segunda familia. Esas cosas unían mucho y muy deprisa. Suspiró, algo cansada, con los ojos algo humedecidos… y se separó ligeramente.

-¿Cuándo… lo volveréis a poner en marcha?- preguntó entonces. Jeremy bajó algo la cabeza.

-Puede… que ya pasados estos días. No me gustaría tener que hacerte dejar tu casa en plenas fiestas, y total, dijimos de hacerlo tras una semana. Creo… que es lo justo- comentó.

Ella asintió- Mejor… gracias. Puede que sea la última Navidad tranquila que tengamos- se colocó con los demás entonces, y puso sus manos sobre el regazo.

-¿Qué… le regalareis a vuestros padres por Navidad?- preguntó ella, tras un suave silencio de un minuto.

Los demás se miraron, ni siquiera se lo habían preguntado… entre exámenes y Lyoko, no se lo habían planteado. Puede… que ella sirviera como puente entre el mundo normal y su vida clandestina como héroes de un mundo virtual. Sonrieron entonces.

-A Kiwi me gustaría darle un juguete nuevo, los viejos ya están totalmente mordidos y babeados- comentó, divertido.

Jeremy se recolocó las gafas- Mi madre quería un libro nuevo, mi padre… creo que no necesitaría nada, pero puede que una colonia le guste- a eso la chica rodó lo ojos.

-No seas cutre tío- le comentó, y Ulrich suspiró lentamente.

-A mis padres con que saque buenas notas les vale, creo yo… de hecho mi padre no quiere saber de mi mucho más que para eso- les explicó.

Cerró los ojos y se rascó un poco la nariz- Es una mierda… pero da igual. El trato era dejarme aquí y que rindiera… mientras lo haga, todo irá bien- murmuró, y abrió un ojo.

Los otros le miraban algo sorprendidos- Perdón…- gruñó, sonrojándose. No le gustaba ser el centro de atención.

-Bueno, ¿y qué le regalarás tú?- preguntó Jeremy, mirando a Yumi, con curiosidad. Ella sonrió.

-Bueno, había pensado en un abanico japonés para mi madre, y para mi padre un saco térmico, para la espalda- explicó.

Mientras hablaban de aquellos temas, y un rato más tarde, oyeron que llamaban a la puerta. Cuando Jeremy dio permiso, vieron que se trataba de Jim.

-Ishiyama, son las ocho y media. Vete dando prisa, ya sabes que cerraremos en una hora o así- y esta asintió, tras lo cual el adulto se marchó, dejándoles a solas de nuevo.

Ella se levantó, estirándose- Bueno chicos… pues… ya está, ¿no? Nuestros caminos se separan, al menos en cuanto a Lyoko… para lo demás… bueno, aquí me tenéis- comentó.

Cogió su abrigo, y se abrazó con ellos de nuevo. En el fondo sabía que estaba haciendo lo que debía ser hecho, al menos desde su perspectiva. Jeremy estaba contento y triste a la vez, pues perderla a ella en el equipo era un duro golpe, pero tenía intención de seguir adelante. Los otros dos… no estaban tan convencidos. Si estuvieran los tres sí se veían capaces, pero… estando solo dos para poder ir a proteger a Aelita, no estaban tan convencidos. Pero Jeremy sí parecía dispuesto, así que… solo esperaban que él no se estuviera equivocando.

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Espero que os haya gustado leerlo tanto como a mi escribirlo. Este fanfic está conectado con Nueva Generación: Proyecto Cartago, y que se encuentra más adelante en la línea temporal de este. Habrá referencias en ambos de eventos del otro.