Aelita's Nature
Capítulo 8
Jeremy tenía, ante él, el símbolo de Lyoko en color azul, girando sobre sí mismo, en lugar del rostro de Aelita. Se había reunido con la entidad que, horas antes, había salvado a la IA del ataque de Xana, con el que intentó hacerse pasar por su amiga, mientras la de verdad estaba fuera de combate. Había demostrado ser muy superior a ambos bandos, y, ahora, ellos dos hablarían. Cara a cara.
-Encantado, Jeremy Belpois -escuchó la voz del programa, y su pulso se aceleró-, imagino que tienes preguntas. ¿Tienes tiempo?
Jeremy asintió, mientras tragaba algo de saliva. Había llegado el momento de la verdad…
-¿Quién… bueno, o qué eres? ¿Cómo te llamas?
-Me llamo Cartago -se presentó-, soy el sistema operativo del ordenador, aquello que lo hace funcionar, y su principal programa. Fui creado por mi maestro, a fecha de 6 de Junio de 1994.
-Eres un programa, como Xana y Aelita.
Cartago asintió, unos segundos después.
-Podemos decir que sí -respondió-, mi maestro me dejó una serie de indicaciones antes de desaparecer, entre ellas, proteger a su mundo virtual, y a su guardiana, debido a su falta.
Jeremy asentía, con interés.
-¿Ella es… humana? ¿O existe la posibilidad real de hacerla humana?
Necesitaba saberlo, todo lo demás le daba igual. Según la desvirtualizara, apagarían el súper ordenador, y dejarían de preocuparse por Xana para siempre.
-Sí, ella puede ser llevada a la Tierra -respondió-, por ahora a la primera pregunta no te puedo dar respuesta, tengo instrucciones precisas de no revelar información comprometida ni de mi amo, ni de nada relacionado con este.
-Entonces, ¿para qué hablar conmigo? -preguntó, algo molesto-, ¿para qué molestarte, si no me vas a decir nada?
Cartago no mostró reacción alguna, y se limitó a responder.
-Para comunicarte que sólo tu recordarás mi existencia -le dijo-, y que, dentro de las limitaciones que te he dado, te ayudaré en momentos críticos.
-Pero… ¿por qué ayudarme? -preguntó-, ¿está entre tus misiones, acaso?
Cartago, a eso, asintió.
-Mi amo me indicó que ayudara a aquel que buscara eliminar a Xana, por ser una amenaza -explicó-, así como hacer todo lo posible para salvarle a él y a Aelita, aunque no puedo hacerlo de forma directa, dada la naturaleza del virus múltiple.
El adolescente asintió, interesado.
-No eres un antivirus, sólo un software… -murmuró- Pero me ayudarás a crear uno, entonces.
Cartago asintió.
-Sí, pero, como dije, sólo tú puedes saber de mí -le recordó-, y permaneceré fuera de actividad casi todo el rato, me limitaré a revisar los códigos, y a instalar y poner en funcionamiento el antivirus cuando llegue el momento, pues aún ni has comenzado.
El otro bajó el rostro.
-Mi prioridad es Aelita, Cartago…
El programa asintió.
-Lo sé -comentó-, tienes suerte de que otra de mis prioridades, en igualdad de relevancia, sea liberar a mi amo y a lo relacionado con él, y que ahí entre Aelita.
El chico alzó la vista, entonces, con una sonrisa.
-¡¿Me ayudarás entonces!?
Cartago asintió, y el otro no pudo evitar girar sobre la silla con júbilo, estuvo a punto de incluso soltar un grito de alegría, pero no podía, era demasiado de noche aún, le llamarían la atención.
-Bueno, Jeremy Belpois, espero no tener que vernos en una larga temporada -le dijo, cuando vio que dejaba de celebrar-, pero, una vez liberada Aelita, tendrás que luchar, esta vez de verdad, contra Xana.
El chico desvió la mirada.
-Prometí que apagaría el súper ordenador cuando lo lograra…
Cartago respondió unos segundos después.
-Jeremy, Xana no puede quedar dormido de nuevo, es una amenaza -le recalcó-, sin embargo, si no entras en razón, tendré que hacer que entres. No es una amenaza, es la realidad.
En ese momento, desapareció de la pantalla. Su tono no sonaba molesto, al final era una IA, pero estaba claro que iba a llevar a cabo sus pretensiones, quisiera Jeremy o no. El cómo lo haría, lo desconocía, pero estaba claro que así haría. Se levantó de su asiento, y se propuso a ir a dormir un rato, preguntándose cómo iba a continuar con aquella aventura… sin duda, aquella charla había abierto muchas más preguntas de las que resolvió, pero podría hacer bastante a futuro, o eso esperaba.
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Al día siguiente, 15 de Marzo, Martes, todo seguía con normalidad por Kadic. Los adolescentes iban y venían por los pasillos, siempre bajo la atenta mirada de Jim que, si bien parecía tranquilo, tenía un ojo siempre sobre el grupo. Desde que empezó el grupo había notado ciertas cosas raras. En primer lugar, Jeremy Belpois había hecho amigos.
-A ver, eso como tal no es malo -le comentaba a Delmás-, si se integra, es lo mejor que le puede pasar, la verdad…
-¿Pero?
-Pero, ¿con Stern, que es más callado que hecho a posta? ¿Ishiyama, que es otra que es más solitaria que un gato, y Della Robbia, el nuevo? No sé, no sé…
Iban, efectivamente, por el pasillo. De vez en cuando tenían que llamarle la atención a alguno que iba corriendo, pero nada que no pasara a diario. El director de la academia no parecía, sin embargo, demasiado convencido por las palabras de Jim.
-Lo importante es que tenga amigos -afirmó-. Ishiyama es una buena estudiante, y Stern un gran deportista, puede que metan en vereda a Belpois en ese sentido… incluso, es posible que este les ayude en sus estudios, es brillante.
Jim suspiró, y le abrió la puerta al mayor, para bajar por las escaleras, una vez comprobaron que ya todos iban a la cafetería, si es que no estaban allí ya, o camino de sus aulas. Había decidido, pero eso aún no lo diría, que estaría vigilante, sólo por si acaso. Solían faltar de vez en cuando, y eso, a su instinto le hacía gritar que algo debía haber.
En ello pensaba, cuando les vio, ya sentados a la mesa. Jeremy, como siempre, hablaba, mientras Odd engullía, y Ulrich le daba vueltas a su chocolate caliente, ensimismado.
-¿Y dices que te gustaría probar cómo se siente ir a Lyoko?
A la pregunta de este último, Jeremy asintió, suspirando un poco.
-Pues sí, aunque me da miedo -reconoció-, pero me gustaría que fuera en una ocasión especial…
Se sonrojó un poco, y los otros dos se rieron un poco, sacándole al otro una ligera mueca.
-En fin, chicos, os deseo suerte con vuestro día -Odd se levantó entonces-, por mi parte, pienso tener una fantástica cita con Tania Grandjean, es tan guapa…
Los otros dos rodaron los ojos, una vez más, su amigo se había enamorado. Pero no le podían culpar, ella era bastante mona, aunque Ulrich jamás lo diría en voz alta. Jeremy, por otro lado, aún le estaba dando vueltas a lo sucedido la noche anterior, aunque no se lo podría contar a los demás, bajo amenaza de quitarles la memoria, de nuevo, con todo lo que eso implicaba.
-Oye, pero hoy tenemos clase, tío -le recordó su compañero de cuarto, levantándose también- ¿O es que piensas hacer pellas?
El otro se giró sobre sí mismo, pensativo, mientras dejaba por unos momentos su bandeja en la mesa, se rascó la mejilla, y luego le restó importancia con un gesto.
-Bueno, he quedado con ella en una hora porque ella no tenía clases hoy, por no sé qué de un médico… -murmuró- ¡Así que la acompañaré!
Los otros dos rodaron los ojos, y se limitaron a ver cómo salía como una exhalación por la puerta, momento en que llegaba Yumi, con la que intercambió un saludo rápido. Ella no pudo más que reírse, y se sentó con sus compañeros, que la saludaron más afablemente.
-Bueno, parece que Romeo vuelve a actuar, ¿no?
Los otros asintieron, contentos por su compañero, aunque no tenían demasiado más de lo que hablar al respecto. Simplemente era Odd, se dijeron, que ya iba dirección a su cuarto. Según entró, Kiwi estaba esperándole ya sentado, con la correa en la boca y moviendo su cola de lado a lado, deseoso de salir de allí. El chico lo tomó en brazos, lo escondió en su mochila, bolsas incluidas, y salió escopeteado hacia el césped del campus, donde el animal podría hacer todo lo que necesitara, como cada mañana y noche.
Allí, esperaba encontrarse con Tania, y tendrían su ansiada cita. Como estarían los profesores dando clases, incluido Jim, y el encargado de cuidar los caminos y el bosque, el señor Rouiller, estaría preparando lo que fuera, así que no tendrían que preocuparse de ser pillados, aunque antes pasarían por la enfermería, para simular que estaban enfermos. Un plan sin fisuras, pensaba el chico, sacando al perrito, que comenzó a correr sin control por el césped, hasta que su amo le llamó para tenerlo atado en corto, colocándole la correa.
-Venga Kiwi, a pasear.
Comenzó a andar, controlando al perro, que se dedicaba a ir de aquí para allá, olisqueándolo todo, con todo el interés del mundo, como si jamás hubiera visto aquello, a pesar de ir todos los días por allí.
-¡Ay, que monada! -escuchó detrás de él, y se giró- ¡Hola, bonito!
Vio allí a Tania, inclinada para acariciar a Kiwi, se le lamía las manos, dejándose acariciar, queriendo las atenciones de la chica. Odd sonrió y se les acercó, momento en que ella se levantó, y le miró a los ojos, sonrojándose.
-Bueno, ¿vamos? -comentó ella- Tengo la consulta en cuarenta minutos, nos debería dar tiempo de sobra.
El otro asintió, así que, acompañándola, fueron camino a la salida de la academia, charlando animadamente entre ellos. Paraban solo cuando Kiwi hacia sus necesidades, aunque apenas pasó un par de veces, actuando Odd rápidamente al recoger las heces del perro, y que le miraba con los ojos bien abiertos mientras lo hacía, moviendo la cola con interés.
-Quiere su golosina -comentaba el rubio, al mirar aquello la chica sin comprender demasiado- ¡Tómala, chico!
Lanzó la galleta al aire, y Kiwi saltó, con la boca abierta, consiguiendo su recompensa, y volviendo a lo suyo inmediatamente.
-Parece bastante listo -comentó la chica- ¿Qué edad tiene?
El otro se lo pensó unos segundos.
-No mucho, un par de años, pero es muy cariñoso -explicó-, aguantará bastante por ser un chucho, la verdad.
La chica asintió, pensativa.
-Mis padres nunca me dejaron tener uno, decían que era demasiado trabajo -comentó-, y que ya bastante trabajo tenían mis cuidadores como para encargarse también de eso.
El otro asintió, era común ver a gente con posibles en Kadic. Eso, o como Jeremy o Herb, estaban becados. Al ser una institución privada había que pagar por ella, y bastante, aunque la calidad del servicio era altísima, y ayudaban bastante para los pagos, en especial a gente que había estado allí desde jóvenes, como era el caso de Ulrich,
En su caso, sus padres eran los que pagaban sus gastos, lo mejor para el niño, decían. Y con que fuera aprobando, les bastaba, no importaba si era a la primera o a la quinta. Así que se lo pasaría bien, no tenía presión ninguna en ese sentido. Tenía bastante suerte, a decir verdad.
-¿Lo querrías llevar tú, Tania?
Ella sonrió, y tomó la correa, que sostuvo con firmeza, mientras el otro le indicaba cómo se usaba, andando tranquilamente por los caminos del bosque. No tardaron demasiado en llegar hasta la calle, donde la chica miró en una dirección, mientras suspiraba un poco, haciendo que Odd la mirara con cierto interés.
-¿Pasa algo?
-Sólo… estoy algo nerviosa -explicó-, no me pasa nada grave, pero siempre lo paso algo mal con los médicos…
Odd tomó su mano, sonriendo, y empezaron a caminar juntos. Ella se sonrojó un poco, pero sonrió, algo agradada por aquello, agradeciendo el acto de él, cosa que le hizo ganar bastantes puntos. Según se iban acercando al hospital, Odd se acordó de que tendría que haber ido con la enfermera, pero tampoco podía dejar a Tania, aunque, por otro lado, tenía a Kiwi, que seguro no podría entrar al hospital… esperaba poder solucionar aquel entuerto.
-Bueno, ¿y a qué hora deberías salir? -preguntó Odd- Lo digo por Kiwi, podría cansarse, ya sabes, y tengo que…
Tania se limitó a suspirar, y le restó importancia. Le dio un ligero abrazo, y entró al interior del edificio, así que el chico se limitó a volver a toda prisa dirección a Kadic, tomando incluso a Kiwi en brazos para que no se entretuviera en nada. Sabía que la había cagado, pero, ¿qué podía hacer, o decir? Suspirando, corrió todo lo que pudo hasta las cercanías de Kadic, donde dejó al animal en el suelo, y se dedicaron a correr por los caminos del bosque, hasta llegar a la zona de las habitaciones, donde dejó a Kiwi, y fue, de nuevo corriendo, hasta la enfermería, tendría que poner su mejor excusa… hasta que se dio de frente con la propia Yolanda.
-¡Odd, muchacho, ve con cuidado! -le espetó ella- ¿A dónde vas con tantas prisas?
Este tosió un poco, mientras se sobaba la tripa.
-Precisamente iba a verte… -murmuró, poniendo mala voz- Me duele algo la tripa.
La mujer suspiró, y le ayudó a levantarse.
-Anda, ven -dijo-, precisamente Jim me pidió ir a verte al cuarto, la señora Meyer comentó que no fuiste a su clase, y que le preocupaba que estuvieras enfermo.
El otro suspiró algo aliviado, pero, por otro lado, tendría un problema de tardar demasiado. Quería volver con Tania cuanto antes, aunque tendría que aparentar, al menos por ahora. Suspirando, se dejó guiar por la otra, que le llevaría directamente a la enfermería, mientras los demás estaban en clases.
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Por su parte, Aelita permanecía en Lyoko, ajena a todo aquello, revisando el programa de su virtualización. Aunque, a decir verdad, en vez de eso le gustaría estar en una de sus interminables charlas con Jeremy, le llamaban más la atención que otra cosa, le gustaban bastante. Una ligera sonrisa aparecía en ella cuando pensaba en ello, ese chico era bastante especial para ella, aunque no entendía plenamente aquello.
Pensando en ello, se puso delante una imagen de él, y la contempló. Aún recordaba la escena en la que murmuraba su nombre, y se acariciaba la entrepierna. Le parecía… lindo que lo hiciera, ella seguía pensando que era buena idea reproducirse con él, aunque se sonrojara bastante con la idea, incluso ella se removía un poco en el sitio con pensarlo.
-Me pregunto quién me programó -murmuró, para sí-, hizo un gran trabajo, o eso comentaron los demás…
Se miró a las manos, y se preguntó si su creador también diseñó a Xana, y las razones que le llevaron a eso. Eran cosas que, al parecer, los seres humanos se habían hecho muchas veces a lo largo de la historia, Jeremy dijo que a eso se le llamaba filosofía, y era algo complicado. Se preguntó a qué conclusiones habrían llegado, así que se dedicaría a leer algo sobre el tema.
Justo cuando se disponía, escuchó un retumbar, pero no era el propio de una torre activada. Se levantó de su sitio, con interés, y procedió a salir a ver qué sucedía, aunque, cuando sacó la cabeza al exterior del sector del bosque, no vio nada fuera de lugar, o diferente. Eso era raro, pensó, puede que fuera en otro lugar de Lyoko…
-Esto tengo que investigarlo, aunque… -se quedó pensativa- Jeremy me ha dicho que no salga de la torre nunca, salvo si hay una activada por Xana… y no parece ser el caso.
Pensó entonces en viajar a otros sectores, por si veía algo raro, así no rompía la norma de su amigo, y podría moverse un poco. Decidida a llevarla a la práctica, se empezó a mover, aunque esa vez al interior de la torre, dispuesta a ir hasta uno de los otros tres sectores de Lyoko. Llegó a la plataforma central, y se dejó caer al vacío, con las manos en cruz, cayendo delicadamente al suelo de nuevo, pero, en esa ocasión, saldría al sector del hielo.
-Vaya…
Entendió entonces por qué escuchó aquel estruendo. El mar digital había desaparecido, básicamente, y la zona inferior de Lyoko estaba, por tanto, al aire. En ese sector de hecho era especialmente notorio, dado que los bloques estaban al aire, observando la parte inferior de la cúpula, también con el cielo digital.
-¿Qué estará pasando…? -murmuró, sin comprender- Que yo sepa, aquí no hay mareas… ¿será cosa de Xana?
Decidió entonces volver a la seguridad de la torre, tendría que avisar a Jeremy, aunque lo más seguro es que estuviera en clases, y, si no veía nada peligroso, ni se enteraría de que aquello estaba pasando hasta después de la hora de comer.
-Tenemos que tener un detector de torres activadas, ahora que caigo… -murmuró- Cuando salga de Lyoko nadie estará aquí para verlo en directo, así que…
Se colocó en el piso inferior de la torre, se sentó, y se limitó a esperar, pues no tenía medio alguno para avisar, por ahora al menos.
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Efectivamente, los chicos estaban entretenidos, en esos momentos, en clase de historia, por el renacimiento en concreto. Jeremy apuntaba con interés, mientras Ulrich miraba, distraído, por la ventana. Se preguntaba cómo le iría a Odd con su cita, aunque su mente rápidamente se centraba en cierta japonesa, instante en que sus mejillas se sonrojaban un poco, y la sangre se iba a la parte inferior de su cuerpo. Sissi, a dos mesas por detrás, le miraba algo ensoñada, perdiéndose en él, mientras Herb se dedicaba a anotar en su libro con la mejor letra posible para que ella pudiera copiar.
Suspirando, miró de reojo a la morena. Desde hacía tiempo ella le gustaba, aunque le tratara como una especie de muñeco, pues Sissi solo e fijaba en Ulrich. Ese maldito Ulrich, botarate como él sólo, más ceporro aún que Nico, que ya era decir. Pero al que más tirria tenía era a Jeremy… por ninguna razón como tal. Vale, sí, eran rivales, pero, realmente, no tenía ningún tipo de animadversión hacia él. Puede que simplemente, como era amigo de Ulrich, le había hecho la cruz también. Igual que a Odd.
Pero no le gustaba pensar así, aunque al final no lo podía evitar. Simplemente le pasaba, esos celos eran muy potentes. Siempre había sido el amigo de Sissi, y se sentía mal porque ella le dejara de lado por el otro… Salió de esos pensamientos cuando oyó la campana resonar, así que se levantó, y recogió sus cosas.
-¿Vamos a comer, Sissi?
Le preguntó, aunque ella ya había ido, una vez más, a por Ulich. Gruñó algo, tendría que ir, una vez más, con Nico. Este se le acercó, le sonrió, le abrazó por la espalda y salió, hablando animadamente de sus cosas de la pesca.
-¡Mi padre me llevará este año a Cracovia a pescar, será genial! (1)
El otro asintió, sonriendo algo. Aún quedaba para verano, pero ya habían hecho planes para ello, parecía. En su caso no había hablado con sus padres, seguramente irían a pasar el tiempo a su casa de verano, por Marsella, como solían hacer.
-Pues sí, seguro que te lo pasarás bien -comentó, contento-, ¿comemos juntos, entonces?
El otro asintió, y fueron juntos hacia la cafetería, charlando entre ellos. Mientras, Sissi estaba, efectivamente, hablando con Ulrich.
-¿Querrás estar conmigo en mi cuarto, entonces? Necesitaré tu ayuda…
Le estaba provocando, claramente, colocándose sobre la mesa, asegurándose que sus pechos quedaran cerca del rostro del otro, mientras ponía algo de labios, queriendo parecer todo lo atractiva que era. Ulrich no podía negar que apetecible era, pero… él quería a otra, no se la podía quitar de la cabeza.
-Lo siento -murmuró-, creo que, para eso, te vendría mejor Jeremy, o Herb.
Pero ella negó.
-No me entiendes… -murmuró- Yo al que quiero es…
Escucharon un fuerte carraspeo, se giraron, y comprobaron que era Yumi. Estaba cruzada de brazos, con una ceja alzada, mirando la escena. Ulrich se separó, se levantó a toda prisa, nervioso, y tomó sus cosas. Intentó hablar cuando estuvo a su altura, pero no se atrevió a decir nada, pasando, simplemente, a su lado.
-Hola -dijo Sissi, con mala cara- ¿Qué haces aquí, Ishiyama? Este no es tu curso.
-Venía a ver a mis amigos, ¿es que no puedo?
La otra sonrió, divertida.
-¡Claro! -le respondió- Aunque será mejor que te olvides de MI Ulrich, larguirucha.
La otra frunció el ceño, molesta.
-Él no es tuyo, Sissi -entendiendo lo que acababa de decir, se cruzó de brazos, algo sonrojada- ¡Además, somos amigos, nada más!
Se dio la vuelta, molesta, y salió rápidamente de allí, a toda prisa. Los demás ya habían avanzado unos metros, así que la vieron llegar rápidamente. No comentaron nada de la mala cara que traía, así que siguieron con el tema de antes: Odd y sus ligues.
-Bueno, pues sigo con el tema…
Recuerdo de Odd.
Yolanda le había llevado hasta la enfermería, le había auscultado, revisado la garganta, y determinó que aquello eran cuentos del rubio, que volviera a clase. Suspirando, tuvo que obedecer, aunque antes llamó a Tania, no quería dejarla colgada de mala manera, menos en el hospital. Aunque, por otro lado, ya que estaba haciendo pellas, las haría hasta el final. Salió por el pasillo, y, aprovechando que no había nadie por allí vigilando, salió corriendo por el pasillo, salió a la zona del patio, y se dirigió a toda prisa hacia la salida… donde se encontró de frente con el orondo Jim, que le paró en seco, cruzado de brazos.
-¿A dónde crees que vas, chaval?
-Pues…. Eh…
-¡A clases, venga! -le dijo, señalando las instalaciones- ¡Y luego tendrás que venir conmigo, Della Robbia, no te creas que no sé qué pretendías seguir saltándote las clases!
-Y es así como tendré que estar, seguramente, toooooda la tarde con él en la biblio…
Yumi sonrió de medio lado.
-¿Y con Tania cómo ha ido?
-Podría haber sido peor, creo que se enfadó conmigo…
Precisamente la vieron minutos después en la cafetería, y ni le dirigió la palabra al rubio cuando se acercó. De hecho pasó bastante de él, así que tuvo que volver con los demás, algo cabizbajo. Pero su sonrisa de siempre reapareció al poco, y comió como si tal cosa.
-Desde luego tu ánimo nunca cambiará -comentó Jeremy-, siempre serás un glotón.
Los demás se rieron, aunque Odd le sacó la lengua, pero coincidía con las palabras del otro, que, en el fondo, le agradaban.
-Por cierto, ¿cómo le va a, ya sabes, nuestra amiga?
Cuando estaban entre mucha gente, como era en las comidas, o en los descansos en el recreo, para referirse a Xana la llamaban así. Jeremy se metió un trozo de pan en la boca, y respondió.
-Bueno, ayer fue su anterior ataque, dudo que lo haga de nuevo -comentó-. De todas formas, ahora puedo preguntarle a Aelita, después de la comida.
Los demás asintieron.
-Yo no vi nada raro en toda la mañana, y eso que salí de la Academia y me paseé por la ciudad tranquilamente -comentó Odd-, no creo que vaya a atacar pronto.
-Ya, pero nunca se sabe, la verdad -comentó Jeremy-, así que le preguntaré a ella, a ver qué me dice.
Como no tenían demasiado más que comentar a ese respecto, siguieron hablando de temas escolares, aunque Yumi le daba vueltas a la escenita que había visto entre Ulrich y Sissi. ¡¿Cómo se atrevía esa zorra a hacer eso?! Casi le ponía las tetas en la boca al otro, que encima, sólo se apartó cuando ella llegó. No pudiendo evitar poner mala cara, gruñó un poco, celosa. Jeremy se dio cuenta de ello, pero no llegó a comentar nada, no era nadie para ello.
-¿Te pasa algo, Yumi?
Ese fue Odd, que, aunque pillaba por dónde iban los sentimientos de la chica, aunque quería escucharlo por ella misma.
-Nada.
Y, sin más, se levantó del tirón, y salió de allí dando largas zancadas, molesta. Ulrich la miró, suspirando por dentro. Miró a los otros dos, se encogió de hombros, y les siguió hasta la salida.
-Estará con la regla -comentó Odd-, un consejo, tíos: nunca cabreéis a una tía durante la regla, se ponen…
Los otros dos le echaron una mirada de molestia, el otro les observó sin entender, se encogió de hombros, y salieron hasta el patio.
-Bueno, iré al súper ordenador, quiero trabajar desde allí, es más sencillo -comentó Jeremy-. Si te quieres venir a estudiar, Ulrich, eres más que bienvenido.
Este sonrió.
-Pues sí, me vendría bien… -miró a Odd, divertido- ¿Tú te quedas en la biblioteca, entonces?
El aludido les sacó la lengua, con cierta diversión.
-Espero poder estar con Tania -comentó-, aunque igual me ha mandado ya a la mierda…
Los otros dos se rieron, y fueron cada uno por su lado, tras despedirse. Acompañaron a Odd hasta su cuarto, recogieron sus mochilas, incluido Jeremy, y dejaron al chico junto a Jim, que le metió casi a la fuerza en la sala de estudios, mientras los otros dos salían dirección a la fábrica.
-Este chico es de lo que no hay -murmuró Ulrich, molesto-, qué burradas suelta…
-Bueno, nunca se caracterizó por ser alguien con tacto con las chicas -comentó Jeremy-, de todas formas, creo que sabes qué ha cabreado tanto a Yumi.
El otro asintió, serio.
-No entiendo por qué, aun así.
-Imagínatela así con otro tío que no seas tú -le dijo, el otro puso mala cara enseguida- ¿Lo ves?
El otro se limitó a mirar al suelo y acelerar el paso, así que su amigo tuvo que hacer lo mismo, hasta que logró alcanzarle. Estuvieron en silencio hasta que llegaron a la zona de las alcantarillas, a las que bajaron, tomaron cada uno su vehículo, y recorrieron sus largos pasadizos hasta llegar a la zona inferior del puente, al que subieron.
-Bueno, ¿y qué estudiarás hoy, mates?
-Por ejemplo -murmuró Ulrich-, he traído de todo, aunque, con nuestra suerte, nos tocará algo que hacer por Lyoko…
Con ese pensamiento, llamaron al ascensor, y, mientras esperaban, al rubio le sonó el teléfono móvil, era Yumi. Alarmado, lo tomó, y se lo llevó rápidamente a la oreja.
-¿Yumi? -se quedó en silencio- Aja… sí, claro, yo… bueno, es que… a ver, no soy el mejor para… sí, pero…
En ese momento, volvió a guardar el teléfono en su bolsillo, y soltó un pesado suspiro. El otro le miró de reojo.
-¿Va a venir, o qué?
-Pues… diría que sí -comentó-, tiene que pedirme consejo para algo.
El otro chasqueó la lengua, molesto. Sin embargo, Jeremy no sabía si era buena cosa estar en medio de esos dos celosos, aunque, por otro lado… tener una amiga que te pidiera consejos era algo bonito, nunca le había pasado. No sabía ni cómo se sentía, o de qué hablarían, aunque por el tono de ella lo intuía.
-Mejor que vaya directamente a Lyoko, así veo a Aelita, y charlo con ella…
De hecho, en ese momento llegó el ascensor, y pulsó él mismo el botón para detenerse en la sala de la interfaz, cosa que normalmente haría su amigo. Era su señal de que tenía prisas.
-Bien, prepararé tu virtualización, mientras vas bajando.
Llegó a la sala, se acercó al asiento que siempre usaba, y comprobó que el otro ya iba a la sala de escáneres, así que se colocó los cascos, el micrófono, y habló.
-¡Hola, Aelita! -saludó él-, ¿Qué tal, cómo estás?
-¡Jeremy! -le llamó- Ha pasado algo bastante malo, el mar digital ha desaparecido.
-¿Cómo?
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Mientras ellos estaban a aquello, Ulrich ya había sido virtualizado en el sector del hielo, y se sorprendió de no ver el brillante mar digital en los fiordos, ni por debajo de las losas.
-¿Lo ves, Jeremy? -preguntó- ¡No hay mar digital!
El aludido suspiró.
-Me lo acaba de decir Aelita -aseguró-. Ve hacia el noreste, allí te espera ella. No puede haber un día tranquilo, parece…
El chico corrió usando su súper sprint para llegar allí cuanto antes, alcanzando su objetivo en poco tiempo, le encantaba ver como todo a su alrededor se desenfocaba, solo viendo con claridad el frente, debido a los efectos de la velocidad en su percepción. Según llegó a la torre entró, y vio a Aelita, que le saludó, afable.
-¿Sabes qué sucedió?
Ella se encogió de hombros.
-Sólo sé que hubo un temblor, y de repente, pasó esto -explicó-, y no sólo en este sector, ha pasado en todo Lyoko.
-Esto ha tenido que ser Xana, eso, o Jeremy ha dado a una tecla por error…
El aludido carraspeó.
-Dudo que pudiera hacerse algo así con sólo una tecla, Ulrich -le espetó-, trataré de arreglarlo, vosotros mientras comprobad si hay alguna torre activada.
A esa orden, Ulrich asintió, y, junto a Aelita, salió de la torre, dispuesto a revisar sector por sector junto a ella.
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Yumi llegó a la Fábrica minutos después, mochila al hombro, y se dirigió hacia su interior, donde ya Jeremy esperaba. Quería saber si él podía ayudarle con sus problemas amorosos con Ulrich, estaba hecha un verdadero cacao mental, y él, el más listo del grupo, seguro tenía alguna respuesta. Siempre la tenía. En otras circunstancias acudiría a amigas suyas, como Maitena o Priscila, pero dudaba que pudieran ayudarla. Seguramente le dirían que se le abriera de piernas, y aunque no le importaría para nada, no le acababa de convencer la idea. Simplemente no se veía en esas aún.
Llegó hasta la nave, accionó el elevador, y descendió hasta la sala del ordenador. No tardó demasiado en ver cómo, tras abrirse de nuevo las puertas, el chico ya estaba tecleando en el súper ordenador, tan centrado como siempre, aunque parecía algo nervioso. Sonrió, como siempre preocupándose por su Aelita, ya le gustaría que Ulrich hiciera como él con ella, pero igual eso era pedir mucho.
-¡Hola! -saludó, acercándose- ¿Qué tal?
El otro ni se giró, simplemente la saludó con la mano, y tecleó un poco más. Ella miró hacia la pantalla, aunque no sirvió de nada, pues no entendía el galimatías que ahí había, así que suspiró.
-Estoy intentando resolver algo raro, la verdad…
Ella asintió.
-No me gustaría molestar, volveré luego -ella se disponía a irse, pero el otro la paró-, no pasaría nada, ¿eh?
-No pasa nada, quédate -comentó-, no creo tardar demasiado, la verdad…
Ella sonrió, aunque en ese momento, el otro comenzó a hablar por el micrófono.
-Bueno, chicos, ¿habéis recorrido ya los sectores de Lyoko?
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Ulrich y Aelita habían pasado ya por el hielo, el bosque, montañas, e iban ya dirección al desierto. En todos pasaba lo mismo: el mar digital había desaparecido, pero no parecía pasar nada más. El cielo y las plataformas seguían iguales, lo que era sorprendente, pero mejor para ellos. Menos cosas a arreglar, eso decía Jeremy, al menos.
-Esto es muy raro… -comentaba Ulrich- ¿Por qué Xana haría esto?
Ella se encogió de hombros, suspirando.
-Ni idea, pero algún plan debe tener -explicó-, aunque estoy tan sorprendida como vosotros. No sabía que pudiera controlar también el entorno de Lyoko.
-Nuestro enemigo siempre me sorprenderá -ese era Jeremy, hablando desde la fábrica-, bueno, id a un lugar seguro, no me gustaría que Xana os pille y os mande monstruos.
El chico asintió, y se dio la vuelta, dispuesto a volver por dónde estaba. Aelita, sin embargo, se acercó con interés hasta el límite de la gran plataforma en la que estaban. Sacó la cabeza por el borde, intentando ver el fondo, por si encontraba alguna cosa que fuera interesante, con Ulrich cerca, por si acaso tenía que auxiliarla.
-No veo nada diferente en el inferior de Lyoko -comentó ella-, ni agujeros, ni nada…
-Debe ser cosa de un programa de Xana -dijo Ulrich, serio-, no hay otra razón posible.
Giró su rostro, y observó la cercana torre. Cuando ella se levantó, fueron corriendo hacia la misma, escuchando de fondo el molesto aleteo de unos avispones acercándose, entrando a la torre en pocos instantes, donde se sentaron. No teniendo nada mejor que hacer, se sentaron en el piso de entrada, y quedaron sus piernas colgando hacia el infinito, mirando las paredes de bytes, con unos y ceros por todas partes.
-Y… ¿qué haces aquí?
A la pregunta de Ulrich, ella se encogió de hombros.
-Charlo con Jeremy, le pregunto cosas, curioseo por internet, a veces investigo lo que él me cuenta… -murmuró- Me entretengo bastante.
El otro asintió, pensativo.
-Yo me aburriría bastante -comentó-, aquí todo el día encerrado, sólo… Bueno, estaríais vosotros, pero te evitarías quebraderos de cabeza….
Ella le miró con interés.
-¿A qué te refieres?
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-¡Es que es tan… tan… Agh!
Yumi daba vueltas por la sala de la interfaz, mientras Jeremy la miraba ir de lado a lado.
-¿Tan dolor de cabeza?
-¡Exacto! -exclamó- Esa zorra ahí, poniéndole las tetas delante, morritos… ¡Le falto ponerle el culo en la cara!
El otro se rascó la cabeza, mientras miraba de reojo nervioso, aunque ella no estaba, ni de cerca, para terminar.
-Joder, no sé ni para qué me cabreo, pero es que me pasa, tío -le decía ella-, me pongo como una moto sólo de pensarlo, es que, es que…
-Si te gusta tanto, ¿por qué no se lo dices?
Ella gruñó, y suspiró un poco, mientras se lo pensaba un poco. Jeremy comprobó que ella dudaba, no sabía muy bien cómo tomarse aquello, si era bueno o no.
-Tu podrías hacer lo mismo con Aelita, supongo -le espetó-, si te gusta, ¿por qué no se lo dices?
El otro suspiró un poco, se rascó la nuca, y se lo pensó.
-Creo que no es lo mismo… -murmuró- Tengo claro que ella es humana, pero… no quiero que ella vaya ya condicionada a eso.
La otra asintió.
-Oye, l-lo siento, no quería…
Pero el otro negó.
-Me pasó lo mismo con Ulrich, tranquila -la miró, sonriendo algo-, aunque te entiendo bastante, la verdad…
-Con Xana no es seguro hacer nada en este sentido -añadió Yumi, seria-, además, no me siento preparada, él se porta como un niñato, y…
-Y que no te quieres atar, ¿verdad?
-¿Qué pasa si conozco a otro tío? -comentó ella- ¿Uno mejor que él? ¡Además, apenas le conozco!
-Bueno, llevamos ya… siete meses, es tiempo, ¿no?
Ella suspiró algo.
-No sé, no es lo mismo…
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-Y claro, ella es genial, pero es súper seca -decía Ulrich, sentado-, no sé si está jugando conmigo o no.
Aelita, no sabiendo muy bien qué decir, estaba callada, escuchando.
-Conmigo es agradable -respondía-, igual que Odd, o tú, o Jeremy.
-Pero tú eres una princesa -murmuró Ulrich-, ella te puede dar una bofetada y mandarte al suelo…
-¿A qué te refieres?
-A que es dura, fuerte… -el chico suspiró-, me gusta mucho, pero tengo… en fin.
Aelita le sonrió.
-¿Miedo?
Él levantó la cabeza, y la miró entonces, con sorpresa, asintiendo.
-Sí… miedo al rechazo -reconoció-, nunca he tenido problemas para estar con chicas, ¿sabes? Pero… con ella es diferente.
Aelita asintió, creyendo comprender qué era lo que decía él.
-Supongo que algo parecido le pasa a Odd con las chicas, pero al revés, ¿no?
Ulrich negó, mientras suspiraba un poco.
-Odd es un guarro, que si pudiera se liaría con medio Kadic, y con el otro no pero porque no le van los tíos.
Aelita se rio un poco, divertida, creyendo entender por dónde iban.
-Jeremy me comentó que, normalmente, los chicos no hacen eso a menudo -comentó ella-, pero que es algo común en él.
El otro se limitó a asentir entonces, y la miró.
-¿Qué te parece Jeremy? -preguntó- ¿Te gusta? Bueno, ¿sabes lo que eso significa?
-Me parece alguien agradable, y le quiero conocer -comentó-, a vosotros también, claro, pero quiero veros a todos.
El otro sonrió algo, claro que no lo sabía. O, si lo hacía, no entendía del todo lo que eso implicaba. Pero aún tenía cosas que decir.
-Pero eso, yo… creo que no nos iría bien, aunque lo dijéramos -murmuró-. Antes, en clase, se puso súper celosa, estaba fatal.
-Los celos, me dijeron, es malo -murmuró ella-, significa que no se confía en el otro, eso me dijo Jeremy.
-¿Ya hablasteis de este tema antes, no? -ella asintió, y el otro chasqueó la lengua- Es difícil…
-Los seres humanos lo sois -añadió la IA-, en general, os complicáis mucho la vida. Aunque pronto seré cómo vosotros.
Ulrich asintió, pensativo. Iba a responder, cuando oyeron a Jeremy.
-Hora de volver, Ulrich -comentó-, creo que ya he devuelto todo a su sitio.
Dispuesta a comprobar aquello, Aelita procedió a salir al exterior de la torre, junto a Ulrich, que fue tras ella, aunque apenas dieron un paso, cuando a sus pies cayeron los láseres de los avispones, así que el chico la empujó al interior de nuevo, cayendo de nuevo a la plataforma. Escuchó los ataques de los monstruos, los gritos de Ulrich, y su espada volar por todas partes… hasta que le vio entrar de nuevo.
-Ya es seguro -afirmó, ayudándola a levantar-, aunque diría que Jeremy lo logró… no sé cómo, pero lo hizo.
Ella sonrió, contenta, y le despidió con la mano, cuando le vio desaparecer, desvirtualizándose.
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En la fábrica, y mientras Yumi le miraba hacer, el rubio se dedicaba a programar en la interfaz cosas que ella no entendía, pero que debían ser importantes. Al parecer el mar digital de Lyoko había desaparecido, pero, según él, podía devolverlo fácilmente. No entendía esa acción de Xana, ni siquiera se había esforzado en hacer alguna triquiñuela para impedir que lograra devolver todo a la normalidad, pero ni eso.
-Bueno, sea por lo que sea, lo he solucionado -comentaba el chico-, así que podremos volver a lo que estábamos antes.
Yumi se levantó, y decidió salir de allí, aunque el otro la llamó.
-En todo caso, lo mejor es que lo solucionéis de alguna forma -murmuró Jeremy-, no… me gustaría que discutierais.
Ella sonrió un poco, y asintió algo, abrazándole. Incluso le dio un suave beso en la mejilla, gusto en el momento que llegó Ulrich, que vio toda la escena. Sin decir nada, volvió a activar el ascensor, y subió hasta la nave principal de la Fábrica. Jeremy lo escuchó, pero no llegó a poder decir nada.
-Eres un gran amigo, Jeremy -le dijo-, te lo agradezco de verdad.
Él estaba algo sonrojado, no podía negar la belleza de la otra, aunque su corazón iba por otro lado, dirección directa a Lyoko.
-Na-nada, la verdad -respondió-, pero…
Ella le sonrió, y suspiró.
-Ya, nos ha visto, lo sé -recogió sus cosas entonces-, estaba gruñendo como un perro, pero que se joda, ¿ya no puedo abrazaros a vosotros? Además, si tú estás pillado por Aelita.
El otro se removió, algo incómodo, pero asintió.
-Supongo, sí… -murmuró- ¿Hablarás con él, entonces?
Ella suspiró, y negó.
-Tengo que hacer cosas más importantes que discutir con él, la verdad -comentó-, de hecho, antes me gustaría saber de Odd.
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De hecho, este se encontraba en la biblioteca aún, haciendo como que estudiaba, aunque en realidad se había estado pasando notitas con Tania, que la tenía delante. Ella, de primeras, había estado cabreada, y bastante, se había sentido abandonada por él. Cuando le explicó lo sucedido, sin embargo, parecía algo más calmada, pero seguía estando algo molesta.
En todo caso, se encontraba hablando por papeles con ella, intentando convencerla de volver a tener una cita con él. Sin embargo, cuando se enteró de la fama que tenía entre las chicas ya a esas alturas del curso, no supo muy bien cómo tomárselo. Aunque, la verdad, que le llamaran el Casanova de Kadic le daba cierto caché. Eso le molaba, era un buen mote, pensaba, se sentía bastante bien con aquello.
Según salían juntos, el chico se iba interesando por lo que ella le había confesado.
-¿Y qué más cosas dicen?
Ella le miró, con diversión.
-¿Tú que crees?
-Bueno, cosas buenas supongo -dijo el chico-, soy un poso de virtudes, ya sabes…
-Sí, sobre todo humilde -ella se giró sobre sí misma, y le miró-, mira, eres majo, pero… no sé, no me veo contigo.
Sin más, se marchó de allí, dejando al otro de pie, con la cara blanca, aunque suspiró un poco, y se limitó a volver con los demás, con ganas de verles de nuevo. La sonrisa volvió a su rostro rápidamente, y les vio, así que se sentó con ellos, ya en las inmediaciones de la cafetería, tomando algo.
-¿Qué tal, chicos? -preguntó, colocándose a su lado- Joder, vaya aburrimiento, y mira que estuve con Tania…
Jeremy se rio un poco.
-¿Ya no estás enamorado, entonces?
A eso, Odd asintió.
-Me he dado cuenta de que no es para mí -suspiró un poco-, ¡por cierto! ¿Sabéis que me llaman Casanova, ellas?
-¿Las tías de clase? -preguntó Ulrich- No me extraña, la verdad, has estado con más saliendo que calzoncillos tienes en el armario.
El otro se rio, divertido.
-Es posible, sí -se giró sobre sí mismo, revisando si alguien además de ellos estaba escuchando-, el caso es que nunca pasa nada con ellas, ¿sabéis? Sólo algún que otro beso, sin más…
-¿Seguro?
Odd le golpeó el brazo a Ulrich, pero tenía una sonrisa en el rostro, aunque luego tomó una apariencia más seria.
-En fin, yo… -se rascó la nuca entonces, y suspiró- A ver, me encanta eso, pero supongo que sólo busco el…
-Amor de tu vida, sí -dijeron a la vez los otros dos-, puede que esté más cerca de lo que te piensas,
Según decía eso Ulrich, llegó Sissi.
-¡Querido! -le abrazó por detrás- Me ha dicho papi que yo seré la líder de las animadoras que vamos a formar, para animaros el año que viene en los torneos.
El chico suspiró un poco.
-Que bien…
Ella asintió.
-¿Verdad que sí? -sonrió entonces- Con mis pompones, estoy segura que te olvidarás de esa largirucha…
El aludido gruñó algo, pero pasó de ella. Sería Odd el que respondiera.
-Seguro que romperás más de algún corazón -explicó-, aunque el de Ulrich es más duro que una roca, tendrás que dar muuuuchos golpes.
Se rio con fuerza, así como los demás, dejando a una cabreada Sissi volver con sus dos amigos, que la recibieron, como siempre, y aguantaron sus palabras de molestia.
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(1) Municipio de Polonia, país de origen del personaje.
Espero que os haya gustado leerlo tanto como a mi escribirlo. Este fanfic está conectado con Nueva Generación: Proyecto Cartago, y que se encuentra más adelante en la línea temporal de este. Habrá referencias en ambos de eventos del otro.
