Aelita's Nature

Capítulo 12

Pasó el verano sin ataques de Xana gracias a estar el súper ordenador apagado, de esa manera podían disfrutar de un merecido descanso, todos salvo Jeremy, que se dedicó a seguir avanzando con el programa de materialización de Aelita. Había logrado dar un buen salto, esperaba que a lo largo del primer trimestre – más o menos como había prometido al inicio de aquella aventura – lo podría llevar a término, al menos en teoría, y si al hacer la comprobación cuando pasara de nuevo por la fábrica todo estaba correcto.

Se pasó las vacaciones, efectivamente, en la zona de Marsella, en su casa de campo, donde pudo trabajar sin demasiados problemas, salvo algunos días que bajaron a la playa, o en cumpleaños de amigas o amigos de sus padres, que siempre lograban sacarle de casa. En esos casos, el muchacho se preparaba la noche antes para dejar haciéndose ecuaciones complicadas, con el margen suficiente para, cuando volviera, volver a ponerse al trabajo.

Él no fue el único que estuvo ajetreado. Ulrich se pasó los días estudiando para poder recuperar el ritmo de estudios, a orden de su padre, que no quería que bajara en absoluto, según él porque era lo mejor para el menor. No tenía claro si la excusa de que había estado algo agobiado era de verdad o no, pero de lo que no tenía atisbo de duda era sobre que su hijo se iba a tener que esforzar pero bien.

En el lado opuesto estaba Odd, que se pasó las vacaciones haciendo el vago – como el resto del año – y se dedicó a vivir de forma contemplativa, siempre acompañado de sus hermanas mayores, que como siempre se dedicaron a molestar al menor, que poco o nada podía hacer contra ellas más que dejarse maquillar, arreglar el pelo o pintarse las uñas.

El primero permaneció casi todas las vacaciones en su casa en Múnich, mientras el segundo pasaba los días en el sur de Italia, en Nápoles, en una casa de campo a un par de kilómetros de la ciudad.

Yumi fue la única que permaneció en Boulogne. Sólo se fue un par de semanas a Japón, para ver a la familia, pasando el resto del verano en casa por el trabajo de su padre. Fue a menudo hasta la fábrica para cerciorarse de que todo estaba bien, pero sin llegar a encender el súper ordenador en ningún momento. Pasó los días llevando a su hermano pequeño a la piscina municipal y echándose cigarrillos con sus amigas en las noches, ayudando a la madre de vez en cuando con los quehaceres de casa… y a veces pensando en Ulrich.

No estuvo ociosa, aun así. Teniendo el número de Aria, concordaron en llevar a cabo una pequeña jugada para preparar la llegada de Aelita. La escocesa, desde su pueblo, en Fort William, donde pasaría el verano con sus padres. Se enviaron unos cuantos correos electrónicos, para simular que se conocían de un foro de cultura japonesa en el que estaba Yumi, mientras Aria se hacía pasar por la amiga de ellos. De esa forma preparaba el terreno para la llegada de la muchacha. La mayor tenía claro que Jeremy tendría que hacer cumplir su palabra de dejarlo si no se cumplían los requisitos, esperaba que sí porque en aquellos momentos dudaba sobre poder obligarle al respecto. Ya no por él, ella tenía más ilusiones cada vez de la llegada de Aelita.

Ella estaba ya preparando las cosas para el curso siguiente aquel día, un Jueves 1 de Septiembre de 2005. Había comprado ya los libros y los cuadernos, aunque algunos del año pasado los reciclaron por tener bastantes hojas sobrantes. Había ayudado a su hermano también con las compras para él, aunque el chico se había dedicado más a hacer el vago que a preparar el nuevo curso. En todo caso, tenía claro que aquel año bastantes cosas iban a cambiar en su vida, y no sabía si estaría preparada para aquello, para empezar por Ulrich.

No fueron pocas las noches en las que se dormía pensando en él, imaginándose entre sus brazos, y alguna que otra vez sintiendo un suave calor en el bajo vientre, que acababa con sus dedos en la entrepierna. No se ofuscaba hasta terminar, unos minutos más tarde, cuando las hormonas dejaban de actuar. En ese momento se preguntaba en qué coño estaba pensando para hacer aquello, pero simplemente sucedía. Estaba hablando del tema por llamada con Aria, y que ya lo tenía todo preparado para su vuelo del día siguiente.

Estaba cada una en su cuarto, con unos auriculares puestos, en una conversación de sólo voz usando una aplicación reciente para ordenador. Así de paso los padres de la mayor pensaban que estaría de cháchara con Aelita, así que ganaban puntos al respecto.

-Pues sí tía, no sé qué pensar… -murmuraba Yumi- A ver, él es guapo, pero ya sabes cómo es, ¿sabes?

Aria, al otro lado, asentía. Entendía aquel pensamiento, sólo que en su caso el chico era bien diferente. En todo caso, sonrió suavemente.

-Pues sí que lo sé, Yu -le respondió, mientras se rascaba algo la nuca- Pero, vamos, tú tampoco es que te hayas movido mucho, ¿no?

La aludida bufó suavemente.

-Sí, claro, como siempre tengo que ser yo la que se mueva, una mierda -soltó, molesta-, que sea Ulrich el que avance, no yo.

Aria se rio suavemente.

-Chica, eso es algo… ¿clásico, no?

-Es que lo soy, lo siento -Yumi se encogió de hombros -Me criaron así, muy japonesa en todo, bueno, igual que tú escocesa, ¿eh, chata?

-Y orgullosa, como debe ser -se rio suavemente entonces- En fin, yo la verdad… creo que en algún momento lo tendrás que hablar, llegar a un acuerdo o algo así, la verdad- añadió.

La otra asintió, despacio, pero dudaba que aquello fuera a salir bien. Pero no pensaría en ello más, se dijo, mientras se encendía un cigarrillo y le daba una ligera calada. Aria, al otro lado, y sabiendo lo que hacía su amiga, se limitó a estirarse en el sitio.

-Bueno, ¿vamos a hablar de Jeremy, guapa?

La aludida se estremeció algo, mientras abría la ventana de su cuarto para que entrara el fresco del anochecer. Le había entrado calor de golpe.

-No sé a qué te refieres…

Oyó la risa de su compañera de fondo, y frunció algo el ceño cuando escuchó la respuesta.

-A ver, él te gusta, eso es obvio -le dijo- Pero ahora tienes una dura competidora, la verdad.

Aria asintió, despacio, suspirando un poco, recostándose en el asiento. En su caso, no era tan claro, o al menos eso creía ella de momento.

-No me lo recuerdes, todo esto pasa porque Jeremy está enamorado de ella -murmuró entonces la chica-, la lucha contra Xana, nuestra amistad, que me haya unido a vosotros…

-Bueno, más bien eso último fue por Odd -Yumi se rio suavemente- Tía, ¿qué le viste?

La otra se sonrojó suavemente.

-Es mono, la verdad -comentó-. Y parece majo, pero debo decir que le van demasiado las tías…

-No hace falta que lo jures, ¿con cuántas ha ligado ya?

Aria suspiró un poco.

-Ni lo sé, ni quiero saberlo -se removió, algo incómoda-, de todas formas creo que, como digo, prefiero intentarlo con Jeremy.

Yumi, al otro lado, asintió.

-Mucha suerte, la necesitarás -Yumi se estiró algo- En fin, ¿cuándo volverás por aquí, entonces?

-El Viernes por la noche, seguramente -respondió- Es lo mejor, así llego con margen y os puedo ver, ¿has quedado con los demás ya?

Yumi se preparó un cigarrillo, y lo encendió mientras respondía.

-Veré a Jeremy mañana, los demás vienen creo que el Sábado -comentó ella, dando la primera calada- La mayoría llega ese día, creo, pero Ulrich creo que vendrá en coche, ¿sabes? Así que no podré ir a verle al aeropuerto…

Aria se rio suavemente.

-Lo dices algo insegura, ¿no has hablado con él en estos días?

Yumi chasqueó algo la lengua, mientras se preguntaba cómo responder a eso. Es verdad que había hablado poco con él más que algún que otro mensaje, de hecho con Odd y Jeremy había hablado bastante más y no sentía nada más que amistad hacia ellos. En cambio con Ulrich…

-Ya digo, que si él no se mueve no seré yo el que lo haga tía- comentó, dando una nueva calada- Además, no sé si es lo mejor, tener un novio en este momento…

Eso sorprendió a Aria.

-¿Por? Es lindo.

-No lo digo por eso…

-¿Entonces?

-Porque no sé si eso sería una debilidad ante un ataque de Xana.

En realidad era algo que llevaba pensando una temporada, pero no estaba dispuesto a reconocerlo. Ulrich le gustaba, pero tenía que ser él el que se moviera, y tampoco ella estaba del todo segura de si tenía que hacerse, o eso se intentaba decir a sí misma. Intentaba por todos los medios usar la razón para esos asuntos, como siempre hacía, pero no era capaz. El sólo pensar en ese chico hacía que el corazón se le acelerara, y no sabía cómo hacer frente a eso sin acabar siendo irracional. Y la idea de sus amigas de abrirse de piernas, aunque atractiva, tampoco la convencía.

Aria, al escuchar aquello, asintió suavemente, pero no compartía plenamente es punto de vista. Pero no sabía cómo expresarlo en aquellos momentos, suponía que, con los días, se le ocurriría un contraargumento bueno.

-Bueno, al menos seguiremos en el mismo centro- comentó la joven- Nos pasarás apuntes, espero- rio Aria.

Yumi asintió, volviendo a fumar un poco.

-Lo que necesites, guapa.

Y estuvieron hablando un buen rato más, entre risas, esperando volverse a ver al día siguiente. No eran las únicas de cháchara, los chicos también estaban hablando, pero en su caso era a través de un chat conjunto de ellos. Jeremy, que volvería al día siguiente y pasaría la tarde con la japonesa, estaba tumbado en su cuarto en la casa de campo, a la espera de regresar a Kadic y volver a ver a sus amigos. Y en especial, deseando volver a ver a Aelita. Tenía una imagen de ella en el móvil, que revisaba a menudo casi por inercia por posibles ataques, pese a saber que aquello no era posible por estar apagado el súper ordenador. Y sin embargo, lo hacía por miedo a que pudiera pasar algo, algún imprevisto o que Xana hubiera descubierto la manera de atacar pese a estar apagado el aparato. Lo dudaba, pero con esa IA jamás se sabía.

Y de paso miraba aquella imagen con cierta nostalgia. Para ella no habría pasado el tiempo, apenas un parpadeo, pero para ellos han pasado cerca de tres meses sin verse. Sí, habían hablado y mantenido el contacto, pero era un buen plazo de tiempo. Y debía reconocer que les echaba de menos, se preguntaba cómo sería aquel nuevo año.

De reojo observó su portátil, al día siguiente comprobaría que sus cálculos estaban bien hechos, esperaba que sí. No había podido hacerlo ni siquiera en línea, así que se la estaba jugando bastante. Según encendieran el aparato puede que tuvieran un ataque, desconocía qué ritmo de puesta en marcha tenía Xana, pero apuntaba a necesitar un par de días hasta volver a estar en funcionamiento.

En ello pensaba mientras los otros dos escribían en el chat común, parecían estar bastante divertidos con algún asunto, pero no le estaba prestando demasiada atención en aquel momento. Al día siguiente se tendría que despertar temprano, recoger las últimas cosas, y salir hacia París. Sería un viaje de varias horas, unas ocho contando los descansos, así que estarían casi toda la mañana sólo con eso, pero merecía la pena para ser uno que hacían cada mucho. Así que aprovecharía para disfrutar de esa última ocasión, mientras una suave sonrisa iba apareciendo en su rostro. Le había preparado un regalo a Aelita que, seguro, le encantaría a ella, tan curiosa como era.

Se recostó de lado, y, pensando en ella, se fue acariciando despacio, como hacía algunas noches en las que el calor apretaba lo suficiente como para que sintiera un cierto ardor en su bajo vientre, mientras su sangre se agolpaba en el miembro, que crecía paulatinamente al contacto de la mano del rubio. La iba moviendo cada vez más deprisa, imaginándose a su lado a una chica de amplias curvas, y que curiosamente por momentos tenía el rostro de Aelita, pero poco le duraba, pues rápidamente acababa poniendo un rostro aleatorio a esa mujer imaginaria, terminando al poco por eyacular. Una vez se limpiaba con cierto cuidado, se limitaba a dormir, algo cansado pero satisfecho, no sin esa vez sí pensar en la muchacha, y que, eventualmente, le gustaría compartir todo eso con ella. Pero la mera idea le daba tanta vergüenza que sus mejillas se teñían de rojo por momentos, quitándose esas ideas en la cabeza cuando trataba de dormir y descansar. Aquella noche no fue muy diferente en ese sentido…

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A la mañana siguiente, como estaba previsto, fueron saliendo dirección a París múltiples alumnos a la espera del nuevo curso, apurando así las últimas horas. Yumi se había desplazado hasta el aeropuerto, donde llegaría Odd desde Italia. Eran las once de la mañana y el avión debía estar al caer, así que no dudaba que le vería en breve, de hecho comerían juntos. Estaba sentada en la terminal, con el bolso en el regazo, escuchando música, y repasando los horarios. Aria llegaría tan tarde que no podría recogerla, pero no dudaba que la escocesa se cuidaría perfectamente sola, como siempre.

Ella iría ese medio día a comer con Odd, y por la tarde irían a la fábrica con Jeremy. Aún era pronto para volver a encender el súper ordenador, querían esperar a que llegaran todos, pero aprovecharían para limpiar. Al menos ellos dos, porque el otro seguramente se quedara con el perro jugando por el edificio en lugar de echar una mano con la limpieza.

Era lo malo de trabajar en una zona abandonada, que tenían que ser ellos los que limpiaran aquello, literal y metafóricamente. Pensaba en ello cuando vio llegar al muchacho, cargando con una bolsa de viaje y dos maletas, en una llevaba a un dormido Kiwi, que ni se había enterado del viaje y comenzaba a mover las orejas ante el sonido de sus alrededores. En cuanto se encontraron se dieron un fuerte abrazo, y tras un suave beso en la mejilla, se sonrieron.

-¡Qué bien te veo!- comentó Odd- ¿Cómo ha ido el verano?

-Bien, ya sabes, casi todo el tiempo aquí- reconoció ella- A Japón unos días a ver a la familia, y poco más la verdad…

El chico asentía, mientras salían del aeropuerto, recorriendo la terminal.

-Yo he estado muuucho en la playa, aguantando a mis hermanas, viendo a mis padres… esas cosas -sonrió ampliamente- Conocí a una chica genial, Bianca, y su hermano Gianluca es fantástico, bastante guapos los dos.

Ella se rio suavemente.

-Yo no conocí a nadie nuevo, pero bastante tengo con lo de casa como para preocuparme por otros -reconoció-, y ya sabes en especial por quién.

El otro la miró con diversión.

-Creo que el único que no lo ve es él, la verdad -reconoció Odd-, y en buena medida tú también llevas culpa.

-¿Y yo por qué?

-Es evidente que os gustáis, ¿por qué no dais el paso?

La aludida se sonrojó un poco, gruñó y alargó el paso, obligando al otro a correr tras ella, se reía por dentro por haberla puesto de los nervios. Le hacía gracia verles complicar tanto algo en apariencia tan sencillo. Una situación que él tendría claro, ellos lo enrevesaban hasta puntos insospechados. Se preguntaba cuánto aguantarían con aquello, ese juego del gato y el ratón en el que la atracción y el deseo era tan clara, pero ellos no la veían, o no querían verla, que era lo más seguro.

-Te da miedo, ¿verdad?

Ella se detuvo entonces, giró el rostro, y suspiró pesadamente.

-No es tan sencillo…

Esa fue su única respuesta, y anduvieron por el aeropuerto en un respetuoso silencio hasta que salieron, instante en el que el muchacho volvió a hablar pero de otras cuestiones. Iban por la calle andando y charlando, dirección a Kadic, tomando varios autobuses para llegar hasta la zona en la que vivían. Mientras estaban en el viaje, surgió un tema relacionado con lo anterior, pero en un ambiente algo diferente.

-Por cierto, ¿cómo ves lo de Aelita y Jeremy?

Ella le miró, pensativa. Suspiró algo, pesadamente, estaban sentados en uno de los autobuses urbanos que llevaban hasta París centro, desde ahí ya se las apañarían para volver hasta casa. Era una de las últimas mañanas de calor del verano, y se notaba pues todos iban con ropa corta, incluidos ellos.

-El día que salí del grupo, lo estuve pensando… le llame friki, ¿sabes?- reconoció, acariciándose las piernas- Y yo… bueno, al final le tengo cariño a ella, y quiero que venga a la Tierra.

Odd asintió, y se echó hacia atrás, pensando. El primer día que vio a la chica le entró, ella no parecía en especial dispuesta, pero no le importaba. Le gustaba igual que podía gustarle Yumi, una cuestión en especial de atracción física, salió una sonrisilla con aquel beso furtivo a la mayor.

-¿Te acuerdas cuando te engañé para "estudiar" juntos, y te di un beso Yumes?

Ella alzó una ceja, algo molesta.

-No me lo recuerdes… -murmuró la chica- ¿A qué viene eso ahora?

-A que eres una tía que está buena, si Ulrich no quiere nada contigo él se lo pierde -comentó él, serio-. Aprovecha y conoce otros tíos, no sois nada aún, ¿no crees?

Ella bajó el rostro, en el fondo sabía que Odd tenía razón. No era ciega, se miraba cada mañana en el espejo y no se le pasaba por alto las miradas de chicos y chicas. A veces poco sutiles, pero le subían el ego, aunque nunca lo admitiera de viva voz. Y que Odd también sintiera eso por ella, aunque no fuera el tío en el que más se fijara, en cierta medida la hacía sentir bien. Luego recordaba que él le echaba a toda chica medio mona que viera, pero al menos le iba bien. Ella no tenía aquella facilidad.

-¿Puede hacerte una pregunta, Odd?

Eso pilló por sorpresa al chico. Se dio cuenta que estaban casi a solas en el autobús, la mayoría se había bajado en una parada más céntrica, para la suya quedaban tres más. El adolescente asintió, preguntándose qué querría saber su amiga.

-Claro, adelante.

-¿Cómo haces para abrirte tanto a las tías? -quiso saber- Quiero decir, para… echarle tanta cara, aunque sepas que ellas pasan de ti, ¿sabes?

-Supongo que… bueno… nunca lo había pensado -murmuró el chico-. Simplemente me sale así, ¿sabes? Si me gusta una chica me acerco y hablo con ella, sin más.

Ella asintió, pensativa. Puede… que lo necesitara también, eso. Sin embargo la idea le daba cierta vergüenza, pensó. No era de las que se acercaban al chico guapo de la clase, prefería quedarse a mirar, sin más, interviniendo lo mínimo.

-Suena más sencillo decirlo que hacerlo -comentó ella-, yo… no soy tan echada pa'lante.

-Con lo guapa que eres seguro que a más de uno le apetece irse a tomar algo contigo -le dijo sonriendo-. Sólo tienes que echarle valor, y todo irá rodado.

Odd, como siempre, tan optimista. Ella querría haber seguido, pero más gente subió al autobús, y le daba cierto reparo tocar esos temas con extraños pudiendo escuchar. Por eso se abstuvo de seguir preguntando, y Odd, respetando aquello, se limitó a cambiar a un tema más ameno.

( ) ( ) ( ) ( ) ( )

Mientras, Ulrich miraba aburrido desde la ventana del coche de su padre. Le estaban llevando a la aeropuerto, tomaría un avión desde Múnich, e iría directamente hasta París. Su madre iría con él para acompañarle, pasaría el día siguiente en la zona, y volvería a casa el Domingo, ya sabiendo que el menor había vuelto a Kadic. Él insistió en que no tendría problema alguno en ir por su cuenta, pero la mayor insistió con vehemencia.

-Me gustaría conocer a esos amigos de los que nos has hablado -comentaba la mayor-, parecen majos, ¿verdad, Walter?

Eran como el Sol y la Luna. Si él era un hombre estricto, duro y poco dado a los cariños, ella era dulce y atenta con el joven. La educación la llevaba en especial su padre, que consideraba que lo mejor para él era estudiar en Kadic. En otros años él se habría negado, aquel era el primero que iba de buen grado. Su madre, al preguntarle por aquel cambio de opinión, se sorprendió de ver que esa era la causa, y por ello insistió en aquel pequeño viaje familiar.

-Mientras saques buenas notas, puedes hacer lo que consideres -murmuró el otro-, ya sabes lo que pienso de estas cosas, Aubrey.

Esta asintió, despacio, mientas miraba desde el espejo retrovisor a su hijo. Le sonrió un poco, habían tenido un par de discusiones con el mayor, teniendo ella que intervenir para que Ulrich no saliera de aquella academia. Al final su padre fue el que decidió que él estudiara allí, y como iba sacando los cursos, aunque tuviera algún que otro suspenso, al final su padre cedía. Más ahora que, por fin, había hecho amigos.

-Pues decido, si coincidimos les conoceré -la mujer sonrió-, ¡por cierto! ¿Recogiste los libros de texto de este año? ¿O se compran en Kadic?

-En Kadic, mamá…

Aunque físicamente estaba en ese coche, su cabeza estaba bastante lejos, en concreto, cerca de cierta adolescente de cabello azabache y penetrantes ojos rasgados. Era por esa sonrisa que se le ponía a su hijo que Aubrey quería conocer a sus amigos, a la espera de saber qué chica, o chico, le quitaba el aliento de esa manera al menor. Walter, en cambio, no tenía ganas de ir allí. Ya bastante había hablado con el menor, recordándole lo importante que es sacar buenas notas y centrarse en sus estudios. Había notado una bajada en las notas del menor, y eso le molestaba en cierta medida. Se estaba gastando una pequeña fortuna en el menor, y quería que lo aprovechara.

Para él era lo más importante, que su hijo fuera alguien de provecho. Si para eso necesitaba ser estricto, y no tan amigo de él, lo haría sin dudar. Para el mayor, Ulrich necesitaba un padre, no un amigo. Suspirando, llevó el coche por las calles hasta la aeropuerto, donde los otros dos se bajaron y se dirigieron hacia el interior, mientras iban hablando entre ellos. Y si las formas de ser eran tan diferentes, la relación con el menor también era bastante diferente. Si con Walter era más bien fría y algo distante, no hablando más de media hora del tirón; con la madre en cambio era bastante alegre y cálida, de hecho tenían muy buena relación, aunque a veces eran intensas. Para bien y para mal era así la relación.

-Bueno, ¿quiénes son tus amigos, entonces?

-Son majos, la verdad…- murmuró él- Te enseñé una foto, ¿no?

Ella asintió, recordándola. Eran todos chicos, pero aparecían solos, parecían sacadas en momentos de estar ellos a solas, pero no estaban posando. Tomó la mano de su hijo, y sonreía un poco por ello, contenta por él, aunque quería hablar de aquello. Se alegraba que su hijo tuviera nuevas amistades más allá de Sissi y Naomi, pero quería que estas fueran sanas y buenas. Y puede que su hijo no las estuviera teniendo del todo así, a juzgar por lo que estaba viendo, lo hablaría con él durante el viaje.

-¿No hay ninguna chica en el grupo, cariño?

El otro se sonrojó un poco, mientras se rascaba la nuca despacio, y la mujer sonrió suavemente, le gustaba ver esa reacción en él. Pero le dejaría tranquilo por el momento, no convenía presionar. Anduvieron por la aeropuerto hasta la zona reservada a pasajeros, a la que accedieron con los billetes en la mano, y se dirigieron hacia la zona de andenes, donde el avión dirección París esperaba ya. No tardaría más de hora y algo, pero estarían haciendo cosas casi todo el día, por eso no vería a los demás hasta, seguramente, el día siguiente.

Se fueron colocando en los asientos, sería un viaje cómodo y tranquilo, pensaron, y sin demasiada gente en el vuelo. Sería durante el mismo donde la mujer pretendía llevar a cabo su plan con el más joven. Aunque fuera alguien en apariencia abierto y extrovertido, en realidad le costaba hacer amigos y conservarlos.

-Bueno, pues pronto los verás de nuevo, a tus amigos -comentó ella-, y a Sissi también, ¿ella no te gusta? Es buena muchacha.

Ulrich suspiró pesadamente.

-¿Bromeas, mamá? -le espetó- Ella, bueno, es muy…

-¿Niña aún?

-¡Exacto!

-Yo la veo bastante mayor…

-Puede que lo parezca pero… -Ulrich suspiró algo- En fin, ella… me cae bien, pero hace muchas tonterías, la verdad.

-¿Por ejemplo?

-Prefiero no hablar del tema, mamá.

Y Aubrey asintió despacio, dejando aquel asunto. Ya lo descubriría, pero tenía una última cosa que comentar.

-Cuida de ellos, pareces muy unidos a ellos, así que no hagas tonterías que puedan cabrearle-le detuvo antes de que él pudiera replicar nada-, ya sabes a qué me refiero, ¿no?

El otro suspiró algo, y asintió.

-Claro, mamá… -se estiró algo- Bueno, gracias por la charla, dormiré algo ahora.

Esta asintió, y vio como el menor se acomodaba en el sitio, dispuesto a descansar un poco. La mujer sonrió suavemente, y se limitó a esperar a que el aparato despegara, pronto estarían pisando Francia, era una suerte que hubiera libertad de circulación para hacer esas cosas. Y de paso podría pasar más rato con su hijo, antes de despedirse de nuevo. Era lo bueno de ser ama de casa, que no tenía que pedir días en un trabajo.

Por otro lado tenía de malo necesitar de su marido para tener dinero, y aunque tenía ahorros, necesitaba de su ayuda a nivel económico. Pero ella estaba dispuesta a ello, gracias a esa situación pudo criar a su Ulrich, como ella le llamaba. Walter en el fondo se preocupaba por él, pero a su manera. Y necesitaba de alguien que se ocupara más del menor, mientras él trabajaba. Así podía estar tranquilo al respecto, y ocuparse de su trabajo, que era en lo que más feliz era él.

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Mientras, Yumi y Odd ya habían llegado hasta la fábrica abandonada, si bien Yumi se había esforzado en ese tiempo de mantenerla un mínimo cuidada, necesitaba una buena mano en según qué sitios. Ella le había preparado varias escobas, paños y unos cuantos cubos, al menos tendrían bien la zona de la interfaz y la sala de escáneres. La entrada era inviable, así que la tenían menos cuidada.

-Bien, manos a la obra, ahora que aún podemos -le sonrió-, no quiero que llegue Jeremy y esto esté hecho un desastre.

-Sabes que a él le da bastante igual, ¿no?

-Pasa aquí horas y horas, qué menos que esté en un ambiente salubre -replicó ella-, además, si dejamos esto sucio habrá ratas, pulgas y a saber qué más pululando, y paso.

Odd puso cara de diversión.

-¿Te dan miedo las ratas, Yumi?

Ella rodó los ojos, y una ligera mancha roja apareció en sus mejillas, mientras murmuraba molesta y empezaba a limpiar. Riéndose, Odd dejó las cosas a un lado, liberó a Kiwi, y se dispuso a ayudar a su compañera, tenía que reconocer que aquello, con tanto polvo, no era lo más agradable. Pero también tenía claro que, si quisieran ponerse, tardarían una buena temporada en adecentar una zona tan grande, por eso se centrarían en esas dos salas, y que tampoco eran tan grandes. Además, gracias a su posición era más complicado que se colaran animalillos, sobre todo por la naturaleza de paredes y suelos.

-¿No sería mejor sólo barrer? -preguntó Odd al rato, tras juntar una buena maraña de polvo- Lo digo para no cargarnos ningún cable o algo así, que si eso pasa Einstein nos mata…

Yumi le miró de reojo, y asintió. Tenía bastante razón en eso, así que suspiró.

-Podemos usar insecticidas, por si.

-Tengo cosas así para Kiwi, podrían servirnos -comentó él-, ¡ahora vuelvo!

Deseando dejar de trabajar, el muchacho se acercó hasta su equipaje y rebuscó por las cosas que usaba para mantener a Kiwi limpio. El animalito se había dedicado a pasear por la sala, interesado y olisqueando todo lo posible, con una vigilante Yumi atenta a todos sus movimientos, por si se le ocurría mear encima de unos cables.

Mientras ellos estaban a ello, Jeremy seguía en carretera, habiendo salido a las 8 y poco de la mañana, a medio día, pasadas la una, estaban en un restaurante de Auxerre, a hora larga de la capital. Comerían allí, descansarían un poco, y llegarían a principios de la tarde hasta su casa de siempre, al día siguiente llevarían al menor hasta Kadic.

Las distancias permitirían ir en avión, pero preferían hacer el viaje en coche, así recorrían el país y podían llevar bastantes más cosas que las que llevarían en un viaje así… y de paso podían visitar familiares y moverse mejor por la zona. Era una "paliza" que no venía mal un par de veces al año. Michel, su padre, volvía en esos momentos de lavarse las manos, mientras su madre, Eva, miraba la carta con atención. Si su padre era rubio de ojos pardos, ella tenía el pelo azabache y ojos azules como el cielo, así que el muchacho era una mezcla de ambos. Lo que era común a los tres era una gran inteligencia, no por nada ambos eran profesores universitarios de física.

-Bueno, unos macarrones con queso tienen buena pinta, ¿verdad? -comentaba Michel- Podemos pedir croquetas para compartir entre los tres.

-Me parece bien, pero no te pases, ya sabes lo que te han dicho de la tensión, cariño -le recordó Eva-. Por cierto, luego llevo yo el coche.

Este asintió, se estaban repartiendo entre los dos conducir, pero él era el que más kilómetros había hecho, y la mujer no quería que eso siguiera sucediendo. Jeremy debía reconocer que sus padres eran geniales, eran bastante guays y aprendía mucho de ellos, les echaba de menos algunos días mientras estaba en Kadic, por eso intentaba aprovechar todo el tiempo posible con ellos. Aquel año era especialmente difícil dado que tuvo que trabajar por las noches con el programa de materialización, pero se las había apañado para avanzar todo lo posible, mientras pasaba un rato en familia. Le había costado, pero había usado en especial los días que ellos estaban fuera, mientras visitaban a amigos de la zona, en los cuales pudo estar todo el día programando. Al menos dejaba los procesos empezados por la noche, y dejaba que el ordenador trabajara durante el día con los cálculos, para seguir a la noche del día siguiente.´

En ello pensaba cuando llegó el camarero para anotar su pedido, y sonriendo, el chico eligió el último.

-La hamburguesa de ternera con patatas fritas y un refresco de naranja, por fa.

Los adultos sonrieron, su hijo estaba bien educado, siempre daba las gracias y pedía las cosas por sistema, además de ser bastante sincero con las cosas. Si ellos supieran, pensaba a menudo el muchacho… Se le caería el pelo y no vería el cielo en años. Pero era algo que debía hacer, ya no por Aelita, sino por el propio mundo. Se había puesto esa tarea por sí mismo, nadie le obligaba, pero sentía que debía hacerse. Además, sentía que en aquello había bastante más, la existencia de Belona lo confirmaba.

Estaba deseando volver a la fábrica para poder resolver las ecuaciones que tenía planteadas, las estuvo revisando la tarde previa, prefería no avanzar en esas horas antes que liarla más, odiaría aquello. Sus padres se habían fijado en aquellas ganas que tenía de volver a casa y asumieron que debía tratarse de alguna jovencita, cosa que les agradaría, dado que su hijo nunca había sido alguien muy extrovertido. No era sólo una vez que Delmas les llamaba para decirles que era un chico muy dotado, pero también solitario y callado, poco dado a destacar en nada ajeno a lo académico, y saber que aquel año estaba haciendo amigos, y puede que conociendo a una chica, les alegraba.

Por otro lado, estaba la preocupación de igual tener que separarles antes de que pudieran tener una amistad más profunda. Al parecer le harían un examen de inteligencia, tenían claro que era alguien super dotado, y si se confirmaba, tenían que decidir entre llevarle a un sitio para estudiantes con altas capacidades, o dejarle en Kadic como hasta ahora. Los psicólogos habían insistido en que debía ser algo sorprendente para él, que no se lo podía esperar, y que era algo a lo que debía enfrentarse y solucionar cuando la antelación fuera mínima, es decir, casi que el día previo.

Aquello sería en los primeros días de Noviembre, es decir, en apenas dos meses. Su hijo esos días lo iba a pasar mal, si es que ellos llevaban razón.

-Bueno, pues en breve llegamos a casa -comentó el adolescente-, qué ganas de volver a la rutina…

Michel le sonrió.

-Estas contento con tus nuevos amigos, ¿no?

-Son bastante buenos, sí.

Eva iba a hablar cuando llegó el camarero con las bebidas y los entrantes, dispuestos ya para comer, así que eso harían.

-Nos alegramos mucho, a ver si nos los presentas, Jeremy -comentó la mayor-, ¿hay alguna jovencita de por medio?

Y Jeremy no pudo más que sonrojarse por esa afirmación…

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Las horas pasaron, y eventualmente Ulrich llegó hasta su cuarto en Kadic, acompañado de su madre, que le ayudaba con el equipaje. El muchacho se sorprendió de no ver por allí a Odd, se suponía que volvía también ese día, así que debía estar en la fábrica, o con alguna muchacha por ahí. Más probablemente lo segundo, no se iba a engañar con ello. Aubrey observó el cuarto, y comprobó que su hijo ya tenía compañero de cuarto. Si no lo tuvo aquel año anterior, lo tendría ese, y en todo caso le iba a venir bien para conocer gente. Adelantándose a los pensamientos de la adulta, el chico intervino.

-Odd vive conmigo desde Septiembre del año pasado, él… -el chico suspiró- Bueno, dejémoslo en que es peculiar.

-¿Es noruego?

-No, italiano -respondió el chico-, sus padres son… artistas, aunque no me preguntes de qué.

Aubrey asintió, sonriendo alfo. Aquel era uno de los chicos del grupo del que él hablaba tanto. Dejó las maletas de su hijo encima de la cama y procedió a ayudarle a colocar la ropa, cuando escucharon algo de movimiento en el pasillo. Cuando él sacó la cabeza, sonrió al encontrarse a Jim, junto a un sonriente Jeremy. Supuso que los dos adultos que le acompañaban eran sus padres.

-Este es el cuarto de su hijo, es un buen muchacho, algo delgaducho y flojo, pero buen muchacho -el profesor puso una amplia sonrisa-, estaré por aquí, por si me necesitan.

Eva suspiró, e iba a entrar a la habitación señalada, cuando se fijó en Ulrich, viendo luego a Aubrey. Les dio una suave sonrisa, y se les acercó un poco.

-Buenas tardes, soy Aubrey Stern, la madre de Ulrich -extendió su mano-, nuestros hijos son bastante amigos, por lo que tengo entendido.

Eva se la estrechó y fue a darle un par de besos en la mejilla, mientras la otra se quedaba algo quieta, para luego hacer lo mismo Michel. Jeremy sonrió algo, Ulrich era así también, le costaba ese tipo de acciones, más propias de la zona sur de Europa, de donde ellos venían. Cuando se separaron, siguió la charla.

-Yo soy Michel, ella es Eva, somos los padres de Jeremy -se presentó él-, ¿estarás aquí más tiempo?

La adulta negó, y viendo que aquello tenía pinta de alargarse, los dos adolescentes salieron de allí a hurtadillas, no estando dispuestos a tragarse aquel coñazo de conversación. Tenían un asunto más importante que tratar. Se dirigieron hacia la fábrica, donde esperaban encontrar a los demás, llevando con ellos el portátil de Jeremy. En cuanto salieron del edificio de habitaciones, fueron hacia la zona de árboles, donde estaba la alcantarilla que les llevaría hasta su destino. Habían echado de menos aquel viaje, esos edificios, el ambiente… el descanso les había venido bien, pero tenían más ganas de las que les gustaría admitir de volver a aquella rutina.

Siendo consciente de ello, Jeremy abrió la boca de alcantarilla y le cedió el paso a su compañero, que comenzó a bajar, escuchando las palabras del otro.

-Tenía ganas de volver, ¿tú?

El aludido suspiró suavemente, dejándose caer hasta el suelo, comprobando entonces que el otro descendía también.

-Supongo, la verdad, no me hace especial ilusión tener que enfrentar a Xana… -sonrió de medio lado- Pero, me gusta ser un héroe, ¿sabes?

Jeremy aterrizó a su lado, sonriendo. Anduvieron hasta los monopatines y el patinete del rubio, y los usaron para cruzar las galerías a más velocidad de la normal, acortando así el trayecto hasta una fábrica donde, efectivamente, ya estaban Yumi y Odd. Se habían dedicado a quitar el polvo de esas dos salas, esperando poder terminar cuanto antes. Si bien no había demasiado, era el suficiente para tener que hacer unos cuantos viajes en el montacargas, con los cubos hasta arriba de polvo y tierrilla, con el suave olor de los insecticidas y mata plagas de Kiwi comenzando a hacer sus efectos, o eso esperaban.

Ella se estaba estirando, algo cansada por la faena pero satisfecha, cuando escuchó varias risas. Sonriendo, se giró en el momento en que el montacargas llegaba, y vio allí a sus tres amigos, que se le acercaron para abrazarla. Al menos Jeremy, pues Ulrich se limitó a saludarla, algo sonrojado desde una prudente distancia. Ella le devolvió la sonrisa y luego miró al rubio, al que acarició la cabeza, sonriendo.

-Bueno, ¿vas a hacerlo hoy, o esperamos a mañana?

Este giró algo el rostro, y se ajustó la bolsa donde llevaba el ordenador al hombro.

-Lo mejor sería hacerlo ya, lo digo por el programa, dudo que Xana pueda atacar antes de mañana por la tarde -explicó él, serio-, he hecho cálculos teniendo en cuenta el tiempo que hay entre ataque y ataque, y cuánto tardó en el primer ataque tras encender el súper ordenador por primera vez en años.

Les tendió unas hojas, con cuentas que ni Yumi comprendía, entendían que estaban bien y que el chico llevaba la razón. En esas cosas era bastante bueno, y confiaban en su criterio bastante. Sonriendo, Jeremy dejó sus cosas en el sillón móvil.

-Pues, si queréis, lo volvemos a encender juntos -dijo-, aunque bueno, falta…

-Aria, sí, y ella irá en avión ahora que caigo -comentó Odd, mientras se cruzaba de brazos-, pero lo cogía hoy, ¿no?

-Llega esta noche, así que estaría dentro del margen, ¿no? -comentó Yumi, mirando a Jeremy- Pero no sé si deberíamos arriesgarnos, la verdad.

El aludido asintió, comprendiendo la idea perfectamente. Por un lado tenía ganas de saber si sus ecuaciones y lo que había avanzado era correcto, pero por otro… No quería arriesgar innecesariamente la vida de una compañera. Suspirando, recuperó sus cosas, por lo que Yumi asintió, satisfecha. Fue entonces que el rubio decidió que luego hablaría con la joven escocesa, que en aquellos momentos estaba ultimando el equipaje para el último vuelo hasta París, llegaría para la tarde noche. Estaban desde hacía unas horas en Edimburgo, capital de Escocia, donde habían comido y descansado un poco, aprovechando para ver un poco de la ciudad, haciendo tiempo para el vuelo.

Su padre, Cromwell, oteaba las diferentes pantallas, buscando el sitio, mientras la madre, Bradana, iba con su niña de la mano, recordándole lo importante que era abrigarse bien en las noches de frío, y recomendándole seguir haciendo tejidos cada vez que pudiera.

-Pero lo más importante es que seas una jovencita educada, amable y estudiada, no hagas como tus viejos padres y te cases pronto, ¿vale? -decía la mujer, su pelo, antes del color del fuego, se iba volviendo canoso- Por cierto, si me traes un muchacho, ya sabes querida…

Antes de que ella terminara, Aria, sonriendo, acabó por ella.

-Que no sea inglés, debe ser un buen escocés, y como mucho irlandés -suspiró-. Lo sé, madre.

-Pero en especial, que te quiera y sea atento -añadió la madre-, ¿me prometes eso?

-Bradana, tiene 13 años la niña, deja que se divierta y no piense en esas cosas -le espetó su marido-, ni siquiera sbrá si le gusta alguno, ¿verdad?

-Bueno, hay…

Antes de que la menor pudiera decir nada, Cromwell le restó importancia con un gesto. Su fuerte cuerpo empezaba a tener cierta barriga, era grande como un eso, y su pelo corto y claro resaltaba con su ligero bigote. Sus fuertes manos sostenían el equipaje de ella sin problema alguno, mientras la madre, bastante más menuda y de la altura de la adolescente, era más atlético que otra cosa.

-Mira, allí esta la cola para tu vuelo cielo -el mayor sonrió-, bueno, nos despediremos aquí de mamá e iremos juntos tu y yo, no te preocupes que no te meteré prisa con casarte ni nada.

A esa broma del otro, Bradana rodó los ojos, y se despidió con un fuerte abrazo de su hija, y con un beso de su marido, a los que vio alejarse dirección al avión. Suspiró, le costaba despedirse de ella, pero así le estaba garantizando un mejor futuro. Les vio dirigirse y esperar en la fila, con los pasaportes y los tickets listos. Ya habían hecho la revisión de equipaje y habían dejado las maletas a cargo de la compañía, que llevarían todas las cosas hasta la bodega del aparato. Ella estaba nerviosa, no por el vuelo, sino por ver de nuevo a sus amigos. Se había pasado el verano con sus amigos de toda la vida, en su pueblo natal, pero quería verles de nuevo, en especial a Jeremy.

-Sea quien sea -comentó su padre, ya sentados-, que te trate bien es lo más importante. Y no escuches a tu madre con sus tonterías, ¿vale?

Aria le miró, y sonrió suavemente.

-Gracias, pa.

Sus padres eran muy diferentes, pero a la vez iguales. Él era más pragmático, poco dado a hablar y más de escuchar. Ella era al revés, pero juntos eran bastante buenos padres. Estrictos, querían que sacara buenas notas, pero ella no los cambiaría por nada del mundo. Si estaba luchando contra Xana, sin duda ellos dos eran sus grandes motivos, además de por cierto muchacho increíblemente inteligente.

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Espero que os haya gustado leerlo tanto como a mi escribirlo. Este fanfic está conectado con Nueva Generación: Proyecto Cartago, y que se encuentra más adelante en la línea temporal de este. Habrá referencias en ambos de eventos del otro.