¡Hola lectores! Como prometí, he vuelto pronto. Ante todo, tengo que daros las gracias por vuestro apoyo y vuestros reviews. Gracias a ello he vuelto a la carga con más entusiasmo que nunca.
Jamás pensé que diría esto, pero...¡sed más críticos! Me gustaría que me dijérais qué cosas puedo mejorar.
En fin, espero que disfrutéis de este nuevo capítulo, en el que por fin aparecen ciertos personajes que seguramente muchos estábais ya echando de menos...;)
Besotes


Capítulo Séptimo:
La extraña y la flor

- ¡Ya decía yo que aquel gran tesoro de Bezeld tenía que ser un fiasco! Era todo demasiado fácil.
- Oye Lina, aquel tío que nos contó la leyenda nos dijo que íbamos a encontrar muchos monstruos antes de llegar al lugar ¿no?
- Sí... ¿y?
- Pues que ahora no me acuerdo de ningún monstruo que nos hayamos encontrado.
- ¡Es que no ha habido ningún monstruo, cabeza de serrín! Ese viejo nos mintió en todo lo que dijo. ¡Es increíble que aún no te hayas dado cuenta! En fin... menos mal que a la vuelta nos encontramos con esos bandiduchos de tres al cuarto. ¡Esta noche vamos a cenar a su costa! Ja, ja, ja, ja.

Esta conversación llevaban la temible hechicera Lina Inverse y el famoso espadachín Gaudy Gabriev cuando llegaban al anochecer a un pueblecito cerca de Mane. Llevaban un tiempo viajando juntos, buscando tesoros y recompensas, matando bandidos... como siempre. Hacía ya varios meses que no les ocurría nada demasiado extraño, lo cual hacía que Lina a ratos se sintiese incómoda. Después de todo lo que le había sucedido desde que dejó su casa, y después de salvar al mundo por tres veces consecutivas, no se acostumbraba a la falta de acción que últimamente les estaba deparando el destino a ella y a su eterno compañero de viajes.
- Parecía como si alguien hubiera limpiado hace poco aquella zona... ¿Quién sabe? Puede que alguien haya saqueado el tesoro poco antes de llegar nosotros, eso explicaría también el hecho de que los supuestos guardianes ya no estén. Me pregunto si esa hoja amarillenta que cogí tiene algún valor... no tengo ni idea de en qué idioma está escrito, pero la voy a guardar por si ac...¡GAUDY, QUE TE ESTOY HABLANDO!
La pelirroja se dio cuenta de que había estado hablando sola, su amigo estaba mucho más interesado en un puestecillo que había justo al lado del restaurante donde iban a entrar. El dueño (un anciano con una pinta muy amable) le decía:
- Sí, aquí tenemos las mejores, te enseñaré unas que.
Pero no le dio tiempo a terminar, porque en ese momento su posible cliente estaba siendo arrastrado por la oreja.
- ¡Ah¡Aouch¡Linaa!
- ¡No te quejes! Espero que nunca más vuelvas a dejarme hablando sola en medio de la calle. ¿Entendido?
- ¡Sí, sí¡Pero suéltame, por favor¡Aaauch!
- Está bien, pero entremos ya de una maldita vez, que tengo muchísima hambre.

En una de las esquinas del restaurante quedaba una pequeña mesa para dos, así que se dirigieron a ella, aunque Lina se preguntaba muy seriamente si en esa pequeña mesita de aspecto tan romántico cabrían las cantidades ingentes de comida que tenía pensado ordenar. Poco después de que los dos se hubiesen acomodado y la joven hubiese llamado a voces al camarero, el espadachín se dirigió a ella; parecía que algo le urgía bastante:
- Lina¿te importa que me vaya un momento? Es que tengo algo que hacer. "Será la llamada de la naturaleza..." pensó ella, perpleja y divertida a la vez. - Está bien, haz lo que quieras, mientras no te metas en líos...
- Vale. Ahora mismo vuelvo. Cuando estaba ya a punto de salir por la puerta, ella se volvió y le preguntó, gritando de nuevo:
- ¿Qué te pido?
- Lo mismo que pidas tú.- fue lo único que respondió él con una sonrisa.

Al poco tiempo Lina ya se preguntaba porqué tardaban tanto en venir a tomarle nota, cuando una figura apareció ante ella interrumpiendo sus pensamientos de odio hacia el camarero que no llegaba.
- Veo que estás sola. ¿Te importa si me siento unos minutos contigo?
La persona que había hecho esa pregunta era una muchacha que aparentaba más o menos su edad, vestía ropas de guerrera y portaba una espada imponente a la espalda. Sus cabellos, que reflejaban tonos azules, estaban peinados en un pequeño moño. Su mirada era fría y penetrante; había algo en ella que a Lina le escamaba, pero no habría sido capaz de decir exactamente el qué.
- Estoy esperando a un amigo que volverá de un momento a otro.
- No te preocupes, seré breve...- la extraña se sentó sin esperar consentimiento- tú eres Lina Inverse ¿no es así? La hechicera que impidió la llegada de Estrella Oscura.- dijo con una pizca de admiración.
- Puede, depende de quién pregunte por ella.- Lina intentaba ocultar que estaba halagada, de nuevo su fama la precedía y eso no le disgustaba del todo.
- Lo que importa no es quién soy yo, sino a quién represento.- dejó de hablar durante unos instantes, tal vez para saborear la impresión que aquellas palabras tan enigmáticas causaban. Pero la hechicera estaba ya más que acostumbrada a ese tipo de presentaciones, así que la dejó continuar sin expresar, de momento, emoción alguna.
- Formo parte de un gran ejército que comenzó a formarse hace ya tiempo. Buscamos la unión de todos los reinos del mundo interior en uno sólo. Al principio sólo éramos un grupo de guerreros hartos de que este reino, aquél y el de más allá nos mangonearan a placer... pero ahora somos mucho más, y...
- Bien, bien...- Lina se rascaba la oreja con una indiferencia que comenzaba a ser casi insultante- y cuando consigáis eso ¿quién se supone que lo gobernará todo?
- Eso... eso ya es secundario. Ya se decidirá cuando hayamos alcanzado nuestro objetivo mayor, que es el de...
- Perdona, no creo que exista ninguna razón que justifique esa lucha, no me parece que un solo gobierno para todo el interior de la barrera sea beneficioso, y además, me gusta saber para quién trabajo.
A la muchacha pareció exasperarle demasiado aquella respuesta.
- ¿Es que no lo entiendes? Los cambios están llegando ya, es tu oportunidad para unirte. Eres muy poderosa y podrías alcanzar un alto rango... quién sabe si ese soberano por el que me has preguntado podrías llegar a ser tú... podrás conseguir mucho oro... ¡todo lo que quieras estará a tu alcance!
Durante un solo instante, pareció que la idea había calado en la imaginación de la pelirroja. Aventuras, acción, recompensas... su sed de grandeza clamaba desde algún rinconcito de su cerebro. Aunque... ¿unir todos los reinos en uno solo? Nunca se le había dado del todo bien la política, pero esa idea no la convencía. Por no mencionar ese algo invisible y repulsivo que aquella chica emanaba a través de su mirada y de su presencia. No lo veía nada claro.
- Mira, para otro tipo de trabajos, suelo tener un precio. Pero mona, siento decirte que tendrías que pagarme el peso de las montañas de Kataart en oro para que accediese a esa locura.
- ¿Es tu última palabra, Lina Inverse?
- Me temo que sí.
- Perfecto.- la muchacha se levantó del asiento muy digna e hizo una mueca que pudiera parecer una sonrisa. En ese momento le brillaban los ojos, con los que miró fijamente a su interlocutora.
- A partir de ahora eres nuestra enemiga. Tenemos más poder del que crees. Puedes ir preparándote.
Una persona normal se hubiera asustado ante aquellas palabras, pero si había algo a lo que a Lina estaba acostumbrada, era a las amenazas. Durante sus viajes se había granjeado más odios que amistades, y sabía de sobras que la mayoría de las amenazas o bien no se acababan cumpliendo, o bien no eran tan temibles como prometían. Además de todo, a estas alturas Lina temía ya a muy pocas cosas.
- Muy bien, aquí os estaré esperando a ti y a tu temible ejército. ¡Y QUÉ PASA CON ESE CAMARERO QUE NO LLEGA!- la joven empezó a golpear la mesa para ver si así conseguía llamar la atención y que le tomasen nota. Cuando volvió a mirar en dirección a la misteriosa muchacha, ella ya había desaparecido por completo, lo cual la inquietó bastante. "Maldita sea,- pensó- no vais a conseguir estropearme la cena."

El camarero llegó poco después alertado por el escándalo y deshaciéndose en disculpas por la tardanza. Después de apuntar dos ollas de cocido, seis raciones de ternera en salsa, cuatro de besugo a la plancha y por supuesto los postres, se alejó de allí medio alucinado. Justo cuando la joven empezaba a preguntarse dónde diablos se habría metido el cabeza hueca de Gaudy, éste apareció de nuevo por la puerta con aire distraído, se sentó y miró a Lina con una sonrisa pícara.
- ¿Qué tal?
- Bien. Una tía muy rara acaba de ofrecerme que me una a un misterioso ejército con el que pretende conquistar el mundo, y he rehusado. Y el camarero ha tardado un montón en atenderme. ¿Y tú qué has hecho ahí fuera tanto rato?
- Es que no me decidía.
- ¿Cómo?
- Mira Lina, quiero dart...
- ¡Shh¡Calla! Quiero enterarme de lo que están hablando esos dos.
Y es que los de la mesa de al lado habían empezado a mantener casi gritando una discusión de lo más rara:
- No quiero imaginarme lo que les espera ahora. Esos príncipes son unos auténticos incompetentes. Apostaría mi mano derecha a que va a estallar más de una revuelta.
- Y más de dos. Esto es el principio del fin de Zoana. Con el rey muerto...
- Además así, tan de repente.
- Ella va de fiesta en fiesta y él siempre ha ido muy a lo suyo. Nunca se han preocupado por lo que pasaba en su reino.
- Sí, me gustaría saber cómo se las van a arreglar ahora.
La conversación continuó por otros derroteros. De todas formas, Lina no necesitaba oír más.
- Gaudy... ¿has oído lo mismo que yo?
- Sí, es terrible, Lina. No puedo creerlo.
- Ni yo...
- ¡Es increíble que no dejen casarse a esa pobre muchacha con el hombre al que ama sólo porque sus familias estén enfrentadas!
- ¡TE HAS EQUIVOCADO DE CONVERSACIÓN, PEDAZO DE MERLUZO! Grrr... no era ésa la que tenías que escuchar.- la pelirroja estaba más exasperada de lo normal, aunque seguramente le influía el hecho de que aún no le habían servido la cena.- Escúchame bien. Esos dos dicen que el rey de Zoana ha muerto. ¡El padre de Martina! No, espera, no me lo digas, ya no te acuerdas.
- Humm... el caso es que me suena muchísimo...- respondió el intentando concentrarse.
- Cielos, qué cruz me ha caído contigo.
- Lina...
- ¿Y DÓNDE DEMONIOS ESTÁ MI COMIDAAA!
- Este... Lina, yo...
- De verdad, todo esto es de lo más raro. Me pregunto si la muerte del padre de Martina tendrá que ver con lo que me acaba de decir esa loca... espero que no. Aunque la información tampoco es muy fidedigna que digamos.
- Ejem...
- Tal vez deberíamos ir hasta allí para enterarnos bien de todos los detalles. Sí, eso es lo que vam... ¿QUÉ...?- de repente una sorpresa interrumpió su decidido discurso, que a partir de ese momento se redujo a poco más que un conjunto de palabras mal balbuceadas.- Pe-pero Gaudy ¡Qué diantres se supone que estás...! Quiero decir que... bueno ¿qué es esto?
- Je, je... es una flor. Toma, cógela, es para ti.

Efectivamente, en ese momento le estaba tendiendo una rosa con el tallo envuelto en una especie de papel de seda, rodeada por algunas hierbas para hacerla más vistosa, todo ello atado con una cinta en el extremo. La rosa era de un color rojo intenso, y parecía que estaba recién cortada. El espadachín sonreía con la ilusión de un niño mientras le ofrecía la flor a su amiga. Ella la tomó en sus manos sin saber qué decir, mientras el color de sus mejillas se iba asemejando cada vez más al de su pelo.
- Elegí esa porque me recordó a ti. Tiene exactamente el color de tus ojos.
No era la primera vez ni mucho menos que le decía algo tan hermoso. Al principio Lina sospechaba que lo hacía con una intención clara, hasta que al conocerlo más a fondo descubrió que aquellos detalles que tenía con ella, aquellas frases (como aquella vez que, mientras caminaban juntos, le dijo "Me gustaría hacer esto el resto de mi vida.") eran hechos y dichos con total inocencia, simplemente porque le apetecía, porque quería, porque lo sentía. A veces tenía la impresión de que él no comprendía lo que para ella podían significar aquellos gestos. Por eso, porque no sabía muy bien a qué atenerse o qué pensar, prefería hacer como si los pasara por alto, hacerse la tonta, no darse por aludida. Pero esta vez era algo tangible, no era un simple comentario del que podía fingir no haberse enterado. Esta vez tenía una magnífica rosa entre las manos.
- Vaya, pues... muchas gracias, supongo... muy amable de tu parte, Gaudy. Pero ¿puedo preguntarte a qué viene esto?
- No es nada. Sólo que el viejo de ahí afuera me dijo que "una joven tan bella como esa se merece una hermosa flor." Yo pensé que tenía razón ¿no crees?
Lina creía que las mejillas le iban a estallar, pero al menos ya tenía excusa para salirse por la tangente.
- ¿Y NECESITAS QUE UN VIEJO TE DIGA ESO PARA DARTE CUENTA DE ALGO TAN OBVIO, CEREBRO DE MEDUSA? GRRR... ¡CAMARERO¿QUÉ PASÓ CON MI COMIDAAAA?...


Mmmm... no tengo mucho más que decir... tan sólo que... ¡volveré pronto!
Jeje... que seáis felices, y ya sabéis, reviews!
Besos,
Amelia F. Hook