Epilogo
- Es extraño siempre sucede lo mismo... desde que llegue aquí... hace cinco años. Pero hoy siento algo distinto. - los rubios cabellos de la joven se movían al compás del suave viento que anunciaba la tormenta.
- A que te refieres con extraño? – un hombre ya mayor de edad se acercó hasta quedar junto a ella, se apoyó en el balcón dando la espalda al paisaje.
- Tío Zangles! Me asustaste. Pensé que estaba sola.
- Acabo de llegar. Dime, que es lo que sucede siempre?
- Es solo que... he notado que siempre en esta fecha... llueve intensamente, como si el cielo llorara desconsoladamente la perdida de alguien. Llueve desde el amanecer hasta que el ultimo rayo de sol desaparece, todo un día cubierto por las nubes... parece que hoy no será la excepción.
- A decir verdad... si murió alguien muy importante en esta fecha.
- Quien?
- Una mujer que ... no tiene importancia hablar de eso ahora. – La joven le suplicó con la mirada que le contara la historia, al ver su cara de inocencia fingida no pudo menos que sonreír y terminar con lo que había empezado. – Esta mujer ayudó a muchas personas, a pesar de su carácter... también arriesgo su vida muchas veces intentando proteger a la gente.
- La conocías?
- Así es. Ella y Martina terminaron siendo amigas. Aunque antes de eso pasó mucho tiempo y también muchas cosas. – Zangles sonrió al recordar cuando perseguía a Gourry para luchar con el y las veces en que Martina había intentado maldecir a Lina.
- Tío... por que nunca me dices lo que le pasó a mis padres? – la pregunta lo tomó desprevenido y sin quererlo titubeó.
- No... no se que les pasó realmente.
- Asineth! Aquí estabas! Te estuve buscando por todas partes! – una joven de veintitantos se acercó a ella corriendo, venia muy emocionada.
- Hija no corras, el piso esta mojado. – la recién llegada miró a Zangles molesta.
- Estoy bastante grandecita como para que me llames la atención de ese modo Padre. – se volvió para mirar a Asineth – vamos, no podemos empezar la fiesta de cumpleaños sin la festejada. – sonrió ampliamente y comenzó a darle empujoncitos para que avanzara con ella.
- De acuerdo, de acuerdo. Voy en un segundo, adelántense ustedes dos. – ambos se miraron y finalmente asintieron para luego dejarla en el balcón a solas.
- Por que no le dices la verdad? – el hombre se detuvo en seco.
- Hemos hablado muchas veces de esto, Lia, fue ella quien eligió olvidar.
- Como estas tan seguro?
- Fue la misma Diosa Dorada quien nos prohibió interferir. Recordará cuando tenga que hacerlo, no antes.
- Sí padre... – Zangles continuó su camino hacia el salón, Lia dio una ultima mirada hacia la terraza, al cabo de unos segundos se dispuso a seguir los pasos de su padre.
- Definitivamente hoy hay algo diferente. El cielo no esta tan oscuro y el horizonte esta teñido de rojo... creo que... pronto se derramara sangre, tengo un mal presentimiento.
Notas Finales: bueno, aquí esta, después de tanto tiempo, el final definitivo para este fic. Como les había comentado era un PEQUEÑO epilogo, aunque pensé que quizás saldría un poco mas. En fin. Espero les guste y hasta otra oportunidad.
