CAPÍTULO 3: RECUERDOS.
Un increíble poder estremeció la lujosa mansión desde sus cimientos. Una criatura pequeña y graciosa de color amarillo y con alas, se frotaba los ojos mientras bostezaba. Se veía que tenía mucho sueño y justo cuando quería volver a dormir, todo tembló de nuevo, provocando que la graciosa criatura quedara sentada de la impresión.
"¡¡¡AYYYYYYY!!! ¡¡¡DEJEN DORMIR!!!" gritó desesperado. "Porque tienen que hacer esto desde tan temprano."
"¿Temprano? Lo que pasa es que eres un perezoso." Dijo una criatura con forma de gato y alas de mariposa.
"¡¡¡Heyy!!! Déjame ser."
"Además, ya deberías estar acostumbrado. Hacen esto todas las semanas desde que están aquí."
"No me molestes "Spi". Además. . ."
Y antes de pudiera terminar su queja, se volvió a estremecer todo, provocando que le cayera un jarrón en la cabeza de la graciosa criatura amarilla.
"¿Te encuentras bien Kerberos?"
"Si, solo algo mareado. . . "
Dijo el Guardián de los Ojos Dorados con los ojos en forma de garabato. Sacudió su cabeza para volver a la normalidad, y sin decir más comenzó a volar seguido de cerca por Spinnel, bajaron las escaleras y se dirigieron hacia el jardín trasero donde pudieron observar el origen de los temblores. Ante sí se encontraban dos personas, una de ellas era la bella Sakura que vestía un traje blanco, con decoraciones rosadas, doradas y negras; el traje era de cuello alto y cerrado adornado con una gema negra, tenía un escote al frente no muy profundo y con una falda que le llegaba a medio muslo en el frente y se alargaba hacia la parte de atrás, su cabeza lo adornaba una diadema dorada con incrustaciones de gemas rojas y verdes. Y por último traía una capa que salía desde sus hombros y caía hasta el suelo. En su mano derecha tenía un báculo, ligeramente más alta que ella, de color rosado y en un extremo adornada con una estrella de diez puntas y un par de alas, sin embargo, la estrella parecía estar rota pues varías grietas la recorrían y las alas blancas estaban manchadas con gotas de sangre y que además estaban bastante maltratadas, de hecho, el báculo completo pareciera haber sufrido algún tipo de accidente pues presentaba rasgaduras y decoloraciones en toda su extensión. La joven oriental apuntó su báculo hacía el frente, pronunció unas palabras y un gran rayo de energía emergió de él a la velocidad de la luz y se dirigió a su oponente.
Eriol rápidamente trató de detener aquel ataque usando su báculo, el cual era dorado con el símbolo de la luz y la luna en un extremo, formando una barrera en frente de él y que en un principio pareció ser efectivo pero rápidamente comenzó a mostrar grietas que rasgaron aquella barrera, el rayo de energía pasó zumbado a un lado de su cabeza del hechicero para luego explotar detrás de él provocando otro temblor. Eriol Hiragizawa llevaba una túnica negra, con el símbolo del sol y la luna en su pecho muy parecido al que usaba cuando fue Clow, y que llegaba hasta el suelo.
"Eres muy buena Sakura, ese por poco acaba conmigo, ¿no estas tomando esto muy en serio?" Dijo el inglés con una sonrisa burlona.
"Al contrario, eres tú quien no le da importancia que merece."
"Esto es solo una práctica Sakura, no una batalla a muerte." Poniéndose de pie pero manteniendo su sonrisa.
"Si no puedes dar lo mejor de ti en una práctica, ¿qué te hace pensar que lo podrás hacer mejor en una batalla real?, lo que creo es que ya no puedes con mi ritmo, soy más fuerte que tu, Eriol. Más fuerte que Leed Clow."
"No deberías presumir tanto. Ahora mismo te muestro lo equivocada que estas."
Y en ese instante Eriol apuntó con su báculo a la joven de ojos verdes y un haz de luz roja emergió de él. Sakura sonrió levemente, alzó su mano izquierda la cual empezó a brillar con un aura de luz azul y cuando el ataque de Eriol la alcanzó, ésta de difuminó sin dejar rastro, acto seguido y con rapidez casi sobre humana, el inglés de ojos azules lazó una estocada con su báculo el cual se había transformado en espada. Sin embargo, esto no tomo por sorpresa a la Maestra de Cartas que bloqueó el ataque con su báculo.
"¿Es todo?, te mostraré como se debe hacer. ¡¡THE SWORD!!"
E inmediatamente su báculo se transformó en una espada, que blandió contra Eriol que difícilmente pudo esquivarlo, cayendo de espaldas contra el suelo. Sin embargo, usó su magia para contener el avance de Sakura y ponerse de pie, para enfrascarse en una lucha de esgrima con la oriental. La superioridad de Eriol se hizo evidente desde el principio, no solo contenía los ataques de Sakura, sino que además la estaba obligando a retroceder.
"¿Así te parece bien, Sakura?" dijo sonriendo la reencarnación de Clow.
Sakura solo sonrió, e inesperadamente dejó pasar el ataque de espada de Eriol dando de llenó contra su pecho. Eriol se espantó al igual que Kerberos y Spinnel que observaban la lucha. La joven Sakura ahora tenía la espada de Eriol atravesando su corazón; no se había defendido, simplemente había permitido al inglés matarla, porque eso fue lo que pasó, era más que evidente. La mente de Eriol no lograba asimilar lo que sucedía y antes de que pudiera reaccionar, la Sakura que tenía enfrente desapareció para luego sentir algo frío sobre su cuello. La Maestra de Cartas se encontraba detrás de él con su espada peligrosamente sobre su cuello y amenazando con matarlo, un suspiro de alivio salió de Eriol, Spinnel y Kerberos. Sakura lo miraba inexpresivamente para luego retirar la espada del cuello del joven inglés.
"¿Por qué nunca luchas conmigo con todo tu poder?" Dijo la chica de ojos verdes con cierto tono de tristeza.
"¿Qué pregunta es esa?, pues porque no es mi intensión hacerte daño." Saliendo de su asombro anterior.
Una lágrima recorrió la mejilla de Sakura. Algo totalmente increíble teniendo en cuenta que la normalidad de Sakura era inexpresiva e insensible. Sakura se dejó caer sobre el suelo y puso su rostro entre sus piernas.
"¿Crees que soy una mala persona?" preguntó ella con lagrimas en sus ojos.
"¿De donde sacas esas cosas Sakurita?" preguntó el guardián de las cartas Clow que se acercaba al lado de su ama.
"¿Lo soy?"
"Claro que no, Sakura." Dijo Eriol mientras abrazaba a la nipona. "No me gusta verte triste, pero ayudaría si me dijeras ¿qué es lo que pasa?"
Muy pocas cosas sorprendían al joven Hiragizawa, y el ver el estado de su amiga si que lo tenía confundido. Por un momento la fría Sakura se había ido y solo había quedado la temerosa chiquilla ante si. Sakura le miró con ojos llorosos, luego ella se limpió las lágrimas, se puso de pie, dio media vuelta y se dirigió hacia la casa. Mientras caminaba sus ropas comenzaron a cambiar para dar paso a su uniforme universitario.
"Me gustaría saber que es lo que piensas, Sakura."
Susurró el joven Eriol y miró a Kerberos. El aludido no dijo nada solo se quedó ahí pero sentía el peso de su mirada y eso lo puso nervioso. Eriol no dejó pasar aquella reacción, sospechaba que el Guardián de las Cartas sabía más sobre lo que le pasaba a su amiga. Antes no le había dado importancia pues quería averiguarlo por si mismo, pero con lo que acababa de pasar sumado a lo de el día de ayer ya estaba bastante preocupado. En las últimas 24 horas Sakura había mostrado más de sus sentimientos que en los pasados 4 años.
"Muy bien Kerberos, es mejor que empieces a hablar."
"¿hablar sobre que, Eriol?" respondió la bestia de los ojos dorados con voz nerviosa.
"Pues sobre lo que le pasa a Sakura."
"Pero si sé lo mismo que tu."
"No me mientas."
El pobre Kerberos estaba más que nervioso, casi al borde de un colapso pues no solo tenía que soportar la mirada de la reencarnación de su creador sino también la de Spinnel. Estaba a punto de ceder y decirlo todo cuando un grito hizo temblar la mansión una vez más. Eriol cambió su rostro de preocupación por una sonrisa burlona pues sabía perfectamente el origen de aquel grito mientras en la cabeza de Spinnel aparecía una gota. 'Salvado por poco' pensó Kerberos.
"¡¡¡ERIOL HIRAGIZAWA, SUBE EN ESTE MISMO INSTANTE!!!"
La voz autoritaria de Sakura se hizo escuchar por toda la casa. Lentamente Eriol se dirigió hacia la habitación de su amiga que quedaba en el segundo piso y en la puerta la esperaba una inexpresiva pero obviamente molesta Sakura.
"Dime Eriol. Que significa esto."
Eriol sonrió una vez más al ver el cuarto de la joven oriental. Estaba totalmente abarrotada de flores: rosas rojas, claveles, azucenas y flores de sakura, además de una cantidad inusual de muñecos de felpa y osos de peluche. Casi ni se podía entrar en la habitación y eso que era bastante enorme como para una persona, era incluso más grande que la casa donde Sakura vivió de niña.
"¿Qué? ¿Acaso no te gusta?" dijo en tono burlón y obviamente divertido.
"¡Eriol!"
"No te molestes conmigo. Yo no fui quien te dio todo esto."
Ante la respuesta del inglés, Sakura se sentía confusa. Si no fue Eriol entonces quien. Pensó un rato antes de volver la mirada hacia su cuarto y ver una carta sobre uno de los ramos. Se dirigió hacia ella, lo tomó y lo abrió. Mientras leía llegó una mujer que se puso detrás de Eriol. Era una mujer alta y delgada, de cabello largo castaño y lacio, que solo lo adornaba una trenza sencilla. Nakuru Akizuki parecía divertida ante aquella situación mientras Sakura terminaba de leer la carta.
"Krestler me va hacer perder la paciencia un día de estos." Dijo al fin la joven oriental sin mucha emoción en su voz.
"¿Aún quiere que vayas al baile con él?"
"Así es."
"Al menos se saca un 10 en tenacidad. ¿ Y por qué no vas?"
"Estas loco. El no es tenaz, solo es avaro. Solo quiere ir conmigo por simple obsesión. El no aceptará un no por respuesta. Al menos que. . . "
"Al menos que ¿qué?" preguntó Eriol
"Eriol, ¿quieres ir al baile conmigo?" dijo Sakura con una voz dulce y melodiosa.
La sorpresa en los rostros de todos no se hizo esperar. Un ¡¡¿QUÉ?!! Se escuchó de cada uno de los presentes pero el más afectado fue el mismo Eriol. Era demasiado, la inestabilidad emocional que Sakura había presentado en las últimas horas lo tenían al borde de un colapso. Este juego lo había comenzado a molestar, no por los inesperados cambios de su amiga, sino el no saber que los estaba provocando. Estaba a punto de negarse rotundamente cuando se encontró con los ojos de Sakura, esos hermosos ojos esmeralda que no daban pie a negativas, y el joven Hiragizawa sintió ternura y quedó hipnotizado ante aquella dulce mirada.
"Será un placer, querida Sakura."
Sakura esbozó una dulce sonrisa que desapareció rápidamente. 'Es una manipuladora' pensó Eriol que miraba atentamente a su amiga mientras Kerberos, Spinnel y Akizuki no salían de su impresión. Entonces Sakura se dio vuelta y dijo.
"Ahora es mejor que me deshaga de todo esto." Tomó la llave que colgaba de su cuello y dijo. "Llave que guardas el poder de mi estrella. Muestra tu verdadera forma ante mi, Sakura. Quien acepto este pacto contigo. ¡LIBÉRATE!"
"¿qué vas hacer Sakurita?" Preguntó Kerberos.
"¡THE ERASE! Desaparece toda esta basura."
Rápidamente la Carta Sakura apareció ante ella y tomado su forma real comenzó a desaparecer poco a poco las flores y muñecos que antes llenaban su habitación. Una vez hubo concluido su trabajo regresó a su forma de carta y voló a las manos de Sakura y el báculo de la estrella también regresó a su forma de llave.
"Que lástima, esos muñecos y flores eran hermosas. Me hubiera gustado conservarlos." Dijo Nakuru tristemente.
"¿En donde estuviste anoche, Sakura?" preguntó Eriol.
"¿Por qué lo preguntas?"
"Estas cosas han estado aquí desde ayer. Y el hecho de que te hayas dado cuenta hasta ahora quiere decir que en toda la noche no entraste a tu habitación. Además aún traes tu uniforme lo que me indica que ni siquiera te cambiaste."
Atrapada, Sakura había olvidado lo buen observador que era su amigo. Y había cometido ese pequeño error, error que obviamente Eriol no iba dejar pasar.
"Perdona Eriol, pero no te lo voy a decir." Contestó Sakura de manera inexpresiva.
Eriol suspiró, de nuevo Sakura se había cerrado. Y era mejor no insistir, porque sabía lo inútil de ello, sin importar que tanto insistiera ella no le iba decir nada. 'Es una de esas cosas que debió aprender de Shaoran' pensó el inglés. Sakura se dio vuelta y entró a su habitación seguido de Kerberos y de Eriol, Spinnel y Nakuru se quedaron de pie en la entrada de la habitación. Eriol le hecho un vistazo al cuarto. Era bastante serio y ordenado, pero se notaba el toque femenino. En el centro de la habitación había como una pequeña sala: una mesa central y sillas a su alrededor. También habían varios estantes con libros y más allá se encontraba una ENORME cama. Era una cama muy antigua, de esas que tienen cortinas, eran de color rosa al igual que el tendido de la cama de una tela muy fina, sobre la almohada había un oso de peluche de color negro, una muñeca que tenía un traje bastante "único" de cabello castaño y ojos verdes y la muñeca de un ángel que tenía unas lindas alas blancas, cabello negro y ojos azules, con un vestido azul celeste muy hermoso. Los muñecos eran el oso que le había regalado Shaoran cuando le declaró sus sentimientos, la muñeca era aquella que Tomoyo le había obsequiado por motivo de su 10º cumpleaños y por haber pasado a 4 año y por último la muñeca de ángel era uno que había hecho la misma Sakura hacía un par de años atrás. Estos tres objetos parecían ser lo más valioso de la habitación. Hacia el lado derecho de la habitación había una escalera que llegaba un tipo de balcón que rodeaba la habitación y en sus paredes habían más estantes con más libros. Al fondo de la habitación y a la izquierda de la cama había una puerta que daba acceso al baño. Este también era lujoso y enorme, con los grifos enchapados en oro y acabados bastantes elegantes. En la pared izquierda se encontraban los enormes ventanales que iluminaban la habitación y en el techo una lámpara enorme y evidentemente costosa, todo hermosamente trabajado en madera y de tipo victoriano. Al lado derecho de la cama había una mesa y sobre ella había dos libros, uno rosado que decía 'SAKURA' y otro de un púrpura muy oscuro muy similar al otro que no tenía nombre y que en su portada había una gran bestia, parecido a un tigre dientes de sable color negro y rayas blancas y alas azules oscuras. Sobre este último Eriol fue el que le prestó más atención.
"Aún no le pones nombre."
"Así es, aún no se me ocurre uno que me guste."
"Creo que deberías hacerlo lo más pronto posible, no es muy recomendable dejarlo sin nombre. Podría ser muy peligroso."
"No se por qué te preocupas tanto Eriol. Lleva así por más de un año y no ha pasado nada."
"Ese libro me pone muy nervioso Sakurita." Dijo la bestia guardiana.
"Esas cartas que creaste son muy poderosas como para dejarlas sin amo. Son más poderosas que las mismas Cartas Sakura. Aún no entiendo por qué las hiciste." Dijo la reencarnación de Clow.
"Sé lo poderosas que son. Yo fui quien las creó, además me lo recuerdas en cada momento." Respondió la joven de ojos verdes. "Y las creé como una pequeña práctica."
"¿Practica?, practica es hacer levitar una mesa, crear agua o incendiar algo. Pero esto podría reducir al mundo en polvo si andan por ahí sin dueño o caen en manos equivocadas. Además si más no recuerdo cuando las creaste estuviste en coma por una semana y te tomó un par de meses para que te recuperaras del todo."
"Te preocupas demasiado Eriol. Ahora quisiera descansar y estar sola un rato."
Definitivamente Eriol no podía controlar a la muchacha; siempre hacía lo que quería, cuando quería. De alguna forma la hermosa Sakura lograba manipular al inglés con sus encantos y lograba que accediera a todos sus caprichos. No es que amara a Sakura pero siempre encontró irresistible negarse a esos ojos verdes. Aún sumido en sus pensamientos, Sakura comenzó a desvestirse. Primero se quitó su calzado y las medias, se quitó la chaqueta y desabotonó un poco su blusa. Por último se deshizo de su falda, pero antes de continuar pareció darse cuenta de algo.
"¿Aún estas aquí? ¿acaso te piensas quedar?"
Esas palabras hicieron volver a la realidad al joven inglés. Cuan grande fue su sorpresa cuando miró a Sakura. Sus ojos se abrieron como platos, tanto que parecieran que se fueran a desorbitar. Estaba totalmente pasmado mientras su mirada se perdía entre las piernas de su amiga. Perfectas, era lo único con lo que se podían describir las largas y bien contorneadas piernas de la joven hechicera, y ya que solo vestía la blusa de su uniforme se les podía apreciar en todo su esplendor. Lentamente las recorrió con la mirada, desde abajo, admirando cada centímetro de su piel y cuando no pensó que se podía sorprender más en ese instante el rostro del inglés comenzó a cambiar por todos los todos del rojo cuando su mirada se clavó entre los pechos de su amiga. Sakura se había desabotonado lo suficiente como para poder apreciarlos entre los pliegues de su blusa. El corazón de Eriol latía con tal fuerza y con tal velocidad que sentía que se iba a salir a través de su pecho y sentía arder su rostro.
"Cierra la boca que se te cae la baba." Exclamo un muy molesto Kerberos.
Eriol se puso más rojo aún, pero rápidamente sacudió su cabeza y se dio vuelta recobrando la compostura. Tosió levemente como si aclarara su garganta y dijo.
"Lo siento, ya me marcho."
A la salida de la habitación se encontraba una muy divertida Nakuru, que no podía dejar de reír y un confundido Spinnel. Salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.
"Querido Eriol, debiste ver tu rostro. Nunca lo había visto tan rojo. Creí que nada te avergonzaba. Definitivamente te cogió fuera de lugar." Exclamó Nakuru.
"Aunque no es para menos. La joven Sakura es una mujer muy bella." Dijo Spinnel.
"Por un momento me sentí como Shaoran." Dijo Eriol después de recobrarse ante aquel incidente.
"Ojalá hubiera tenido una cámara en mano. Estos eventos no ocurren muy seguido. El gran hechicero reencarnación de Leed Clow perdió todo su glamour ante unos ojos coquetos."
Y en eso no se equivocaba la identidad falsa de RubyMoon. Ya que conocía a Eriol muy bien, y ni siquiera una hermosa mujer desnuda pondría nervioso y ni haría sudar a la reencarnación de Clow. Sin embargo, en ese instante Eriol se encontraba "algo" trastornado. Estaba tan preocupado por Sakura por sus cambios de humor que no había notado cuando ella se había comenzado a desvestir, y mucho menos pudo pensar con claridad cuando se mirada se había perdido entre las hermosas curvas de la Maestra de Cartas; por su parte Sakura estaba en la misma condición, su cabeza estaba tan llena de preocupaciones y pensamientos que tampoco había notado que Eriol aún seguía en su habitación. Ella si que se sentía avergonzada porque eso era de las pocas cosas que no había cambiado con el tiempo. Allí estaba la joven de ojos verdes, petrificada y totalmente ruborizada.
"No puedo creer que casi me desnudo en frente de Eriol. Que vergüenza." Digo Sakura con voz quebrada y totalmente roja.
"Debes estar muy preocupada como para no haberlo notado Sakurita." Exclamó el Guardián del Sello.
Lentamente Sakura caminó hacia su cama tratando de olvidar aquel bochornoso incidente y se sentó en el borde de ella. Luego murmuró unas palabras y un conjuro cubrió toda la habitación, Eriol que se encontraba afuera sintió la creación de aquella magia y pensó '¿Otra vez quieres estar sola?, me gustaría saber que es lo que te preocupa tanto.' Y se dirigió directamente a la biblioteca para sentarse en su sillón rojo.
Una vez hecho el conjuro la hermosa Sakura rompió en llanto. Era algo muy triste ver tan linda joven llorar. La bestia guardiana de las Cartas Clow cambió a su forma real y lentamente se acerco a su ama. No lo soportaba, era muy desesperante ver a su amiga en aquel deplorable estado y saber que no podía hacer nada para menguar su dolor. Una vez estuvo en frente de ella, Sakura se abalanzó contra Kerberos y lo abrazó con todas sus fuerzas tomándolo por el cuello.
"¡¡Ohhh!! Kero. . . Kero. . ." dijo la oriental aún llorando con todas sus fuerzas.
Ahora si Kerberos estaba más que preocupado, hacía años que Sakura no le decía Kero, lo que quería decir que algo estaba realmente mal.
"¿Qué sucede Sakurita? ¿qué fue lo que pasó?"
"Otra vez Kero. . . de nuevo tuve ese horrible sueño, pero esta vez es fue más claro y más intenso que la primera vez y lo peor fue que lo tuve cuando estaba despierta."
**************************
"Estamos entrando al espacio aéreo del Aeropuerto Internacional de Tokyo. Dentro de pocos minutos estaremos aterrizando. Por favor no abandonar sus asientos y abrocharse los cinturones de seguridad."
Eran las palabras de la azafata anunciando la proximidad de la ciudad capital del Japón. Tomoyo Daidouji se sentía extremadamente nerviosa, como si la llevaran frente a un cuerpo de fusilamiento. Su respiración era pesada, pareciera que se fuera a desmayar en cualquier instante. Torpemente sacó una foto de entre sus ropas y la miró. Eso pareció tranquilizarla y su respiración se hizo más pausada y su rostro se adornó con una bella sonrisa.
"Disculpe señorita, ¿desea algo de tomar antes de aterrizar?."
"Hai, me gustaría un poco de champagne."
La azafata tomó una copa, la llenó de champagne y se la ofreció a la bella señorita de negros cabellos y soñadores ojos azules. Después de todo alguien como Tomoyo Daidouji podía costear un vuelo en primera clase del siempre elegante 747. Tomoyo tomó la copa y agradeció a la joven.
"Dômo arigatou gozaimasu."
"Dô itashimashite."
Realmente era muy vitalizante volver a escuchar su idioma natal después de tanto tiempo, ya sentía que estaba en casa, al fin, de nuevo en su hogar. Pronto volvería a ver a su querida madre y tal vez. . . Un ligero rubor cubrió las pálidas mejillas de la joven oriental con solo pensar en la persona dueña de su corazón. Lentamente bebió de su copa mientras el avión hacía su aproximación final. En su corazón latía la esperanza de que esa persona no la hubiese olvidado pero sabía que lo más probable es que no se acordase de ella.
Una vez hubieron aterrizado y bajado del avión, la bella oriental buscó su equipaje y claro, contrató a unas personas para que lo llevasen; ¡no lo iba hacer ella! Después de todo era una frágil y delicada dama como para ponerse a cargar ella misma el equipaje. Afuera la esperaba una lujosa limosina que había contratado para que esperase su llegada, tan pronto hubieron cargado su equipaje el vehículo se puso en marcha.
Tomoyo miraba pensativa por la ventana, pensaba en todo lo que había pasado desde su partida, en donde había estado y la gente que había conocido. Al primer lugar en donde estuvo fue en los Estados Unidos cuando tenía 13 años y medio, donde continuó sus estudios de secundaria. No fue algo fácil, ya que si apenas pronunciaba una que otra palabra en inglés además de no conocer a nadie. Le costó trabajo y mucha dedicación pero pronto se acostumbró, no solo al idioma sino a las costumbres y el estilo de vida en la tierra del Tío Sam. Pero no se quedó mucho tiempo allí, después de un año y medio Tomoyo se presentó a un concurso de moda para una beca en Milán y estudiar en alguna de las prestigiosas escuelas de alta costura de Italia, concurso que bien merecido ganó. Una vez más se fue a un lugar extraño, con un idioma extraño y con costumbres extrañas. Rápidamente se adaptó y su talento se hizo notar casi en seguida. Su talento, su buen gusto y su excelente sentido de la elegancia llamó la atención de las prestigiosas marcas de moda italianas. El porte de elegancia y educación que ostentaba, además de su belleza natural y exótica, le abrió las puertas a las pasarelas muy rápidamente. La oriental de ojos azules alcanzó el éxito internacional 2 años después cuando se presentó bajo su propio nombre en El Gran Desfile de la Moda de Milán, una de las más prestigiosas del mundo donde se dio a conocer y obtener el respeto de los diseñadores más famosos de París e Inglaterra. Ese mismo día también conoció a una joven rubia, de hermosos ojos verdes, y al igual que Tomoyo era la promesa más grande de la moda de su país, Rusia.
Katrina Romanov había ido a Milán como espectadora al desfile para observar como era la moda allí. Pero definitivamente lo que más le llamó la atención no fueron las trajes, sino la diseñadora. La primera vez que Katrina vio a la hermosa Tomoyo Daidouji quedó totalmente petrificada ante su belleza, perdida totalmente entre sus ojos azules, hipnotizada por el brillante vaivén de sus cabellos y sus caderas, admirada por el fino tallaje de las curvas de su cuerpo pero más que nada por las hermosas alas blancas que emergían de ella. Solo fue un momento, cuestión de medio segundo pero suficiente para que la hermosa rusa quedara flechada por la oriental. En ese momento no supo que había sido eso, ¿era acaso un ángel? Debía ser porque alguien tan hermosa no debía ser de este mundo pero cuando volvió a mirarla aquellas alas habían desaparecido.
Lentamente el paisaje de la gran ciudad había desaparecido y tiempo después comenzaron a cruzar por su ventana un paisaje más familiar. Estaba en Tomoeda, un suspiro de melancolía salió de los labios de Tomoyo que al instante su mente se llenó de los viejos y buenos recuerdos de su niñez y sobre todo de su mejor amiga: de Sakura Kinomoto. Pronto estuvo frente a una enorme mansión con extensos jardines. Tomoyo abandonó la lujosa limosina y con paso firme pero con prisa se dirigió a la puerta de la enorme mansión que antes de que pudiera llamar a la puerta, esta se abrió y una bella mujer de corto cabello rojo salió y abrazó a una feliz Tomoyo.
"¡¡TOMOYO!! Hija mía."
"Mamá. Que gusto me da verte."
Sonomi Daidouji abrazaba con fuerza a su hija. Mientras unas lagrimas de felicidad llenaban sus ojos.
"Creí que nunca volverías."
"Mamá. . . suéltame. . . no me dejas respirar."
"Ayyy! Lo siento hija." Exclamó Sonomi, mientras soltaba a su hija, "Estoy muy feliz de volver a verte."
"Yo también lo estoy mamá."
"¿Por qué no dijiste que vendrías? Hubiera ido por ti al aeropuerto."
"Quería darte una sorpresa."
"¡¡Y vaya sorpresa!! Pensé que ya jamás te volvería a ver."
"Te prometí que volvería, y aquí estoy al fin. . . en casa."
"Hija mía, tenemos mucho de que hablar. Pero primero entra y descansa."
"Arigatou madre, yo también quiero saber todo lo que ha pasado por acá, sobre todo quiero volver a ver a mi amiga Sakura."
Ante la mención de la hija de Nadeshiko, Sonomi sintió un escalofrío recorrer su espalda, reacción que no pasó por alto su hija.
"¿Qué pasa mamá?"
"Bueno, aquí han pasado muchas cosas. Pero hablaremos luego de que te instales."
Tomoyo no pudo evitar sentirse preocupada ante la reacción y las palabras de su madre. ¿qué habrá pasado?
Notas de la autora: Terminé!!! Al fin. Que capítulo largo, ¿no creen? Espero que les haya gustado y aclarado dudas ¿o generado más?. Tal vez estén preguntando por Yukito y por Touya; no se preocupen!, ya que pronto harán su aparición. Aclaración: tal vez preguntarán que hace Sakura con uniforme si está en la universidad. No estoy muy segura pero en algunas universidades muy prestigiosas, costosas y de snobs en Inglaterra utilizan uniforme.
Dômo arigatou gozaimasu: es una forma muy formal de dar las gracias en japonés.
Dô itashimashite: De nada.
Me encantaría que me escribieran dando su opinión al respecto o críticas pero que sean constructivas a johanna_kat@yahoo.com o a jkattyj@hotmail.com
Copyright!!! Los personajes que conozcan son por supuesto de Card Captor Sakura y son creación de CLAMP, Kodansha, etc. Lo demás son de mi propia creación al igual que la historia es original mía, cualquier parecido con cualquier otro fic es pura coincidencia o simplemente que me influencie por ello.
Un increíble poder estremeció la lujosa mansión desde sus cimientos. Una criatura pequeña y graciosa de color amarillo y con alas, se frotaba los ojos mientras bostezaba. Se veía que tenía mucho sueño y justo cuando quería volver a dormir, todo tembló de nuevo, provocando que la graciosa criatura quedara sentada de la impresión.
"¡¡¡AYYYYYYY!!! ¡¡¡DEJEN DORMIR!!!" gritó desesperado. "Porque tienen que hacer esto desde tan temprano."
"¿Temprano? Lo que pasa es que eres un perezoso." Dijo una criatura con forma de gato y alas de mariposa.
"¡¡¡Heyy!!! Déjame ser."
"Además, ya deberías estar acostumbrado. Hacen esto todas las semanas desde que están aquí."
"No me molestes "Spi". Además. . ."
Y antes de pudiera terminar su queja, se volvió a estremecer todo, provocando que le cayera un jarrón en la cabeza de la graciosa criatura amarilla.
"¿Te encuentras bien Kerberos?"
"Si, solo algo mareado. . . "
Dijo el Guardián de los Ojos Dorados con los ojos en forma de garabato. Sacudió su cabeza para volver a la normalidad, y sin decir más comenzó a volar seguido de cerca por Spinnel, bajaron las escaleras y se dirigieron hacia el jardín trasero donde pudieron observar el origen de los temblores. Ante sí se encontraban dos personas, una de ellas era la bella Sakura que vestía un traje blanco, con decoraciones rosadas, doradas y negras; el traje era de cuello alto y cerrado adornado con una gema negra, tenía un escote al frente no muy profundo y con una falda que le llegaba a medio muslo en el frente y se alargaba hacia la parte de atrás, su cabeza lo adornaba una diadema dorada con incrustaciones de gemas rojas y verdes. Y por último traía una capa que salía desde sus hombros y caía hasta el suelo. En su mano derecha tenía un báculo, ligeramente más alta que ella, de color rosado y en un extremo adornada con una estrella de diez puntas y un par de alas, sin embargo, la estrella parecía estar rota pues varías grietas la recorrían y las alas blancas estaban manchadas con gotas de sangre y que además estaban bastante maltratadas, de hecho, el báculo completo pareciera haber sufrido algún tipo de accidente pues presentaba rasgaduras y decoloraciones en toda su extensión. La joven oriental apuntó su báculo hacía el frente, pronunció unas palabras y un gran rayo de energía emergió de él a la velocidad de la luz y se dirigió a su oponente.
Eriol rápidamente trató de detener aquel ataque usando su báculo, el cual era dorado con el símbolo de la luz y la luna en un extremo, formando una barrera en frente de él y que en un principio pareció ser efectivo pero rápidamente comenzó a mostrar grietas que rasgaron aquella barrera, el rayo de energía pasó zumbado a un lado de su cabeza del hechicero para luego explotar detrás de él provocando otro temblor. Eriol Hiragizawa llevaba una túnica negra, con el símbolo del sol y la luna en su pecho muy parecido al que usaba cuando fue Clow, y que llegaba hasta el suelo.
"Eres muy buena Sakura, ese por poco acaba conmigo, ¿no estas tomando esto muy en serio?" Dijo el inglés con una sonrisa burlona.
"Al contrario, eres tú quien no le da importancia que merece."
"Esto es solo una práctica Sakura, no una batalla a muerte." Poniéndose de pie pero manteniendo su sonrisa.
"Si no puedes dar lo mejor de ti en una práctica, ¿qué te hace pensar que lo podrás hacer mejor en una batalla real?, lo que creo es que ya no puedes con mi ritmo, soy más fuerte que tu, Eriol. Más fuerte que Leed Clow."
"No deberías presumir tanto. Ahora mismo te muestro lo equivocada que estas."
Y en ese instante Eriol apuntó con su báculo a la joven de ojos verdes y un haz de luz roja emergió de él. Sakura sonrió levemente, alzó su mano izquierda la cual empezó a brillar con un aura de luz azul y cuando el ataque de Eriol la alcanzó, ésta de difuminó sin dejar rastro, acto seguido y con rapidez casi sobre humana, el inglés de ojos azules lazó una estocada con su báculo el cual se había transformado en espada. Sin embargo, esto no tomo por sorpresa a la Maestra de Cartas que bloqueó el ataque con su báculo.
"¿Es todo?, te mostraré como se debe hacer. ¡¡THE SWORD!!"
E inmediatamente su báculo se transformó en una espada, que blandió contra Eriol que difícilmente pudo esquivarlo, cayendo de espaldas contra el suelo. Sin embargo, usó su magia para contener el avance de Sakura y ponerse de pie, para enfrascarse en una lucha de esgrima con la oriental. La superioridad de Eriol se hizo evidente desde el principio, no solo contenía los ataques de Sakura, sino que además la estaba obligando a retroceder.
"¿Así te parece bien, Sakura?" dijo sonriendo la reencarnación de Clow.
Sakura solo sonrió, e inesperadamente dejó pasar el ataque de espada de Eriol dando de llenó contra su pecho. Eriol se espantó al igual que Kerberos y Spinnel que observaban la lucha. La joven Sakura ahora tenía la espada de Eriol atravesando su corazón; no se había defendido, simplemente había permitido al inglés matarla, porque eso fue lo que pasó, era más que evidente. La mente de Eriol no lograba asimilar lo que sucedía y antes de que pudiera reaccionar, la Sakura que tenía enfrente desapareció para luego sentir algo frío sobre su cuello. La Maestra de Cartas se encontraba detrás de él con su espada peligrosamente sobre su cuello y amenazando con matarlo, un suspiro de alivio salió de Eriol, Spinnel y Kerberos. Sakura lo miraba inexpresivamente para luego retirar la espada del cuello del joven inglés.
"¿Por qué nunca luchas conmigo con todo tu poder?" Dijo la chica de ojos verdes con cierto tono de tristeza.
"¿Qué pregunta es esa?, pues porque no es mi intensión hacerte daño." Saliendo de su asombro anterior.
Una lágrima recorrió la mejilla de Sakura. Algo totalmente increíble teniendo en cuenta que la normalidad de Sakura era inexpresiva e insensible. Sakura se dejó caer sobre el suelo y puso su rostro entre sus piernas.
"¿Crees que soy una mala persona?" preguntó ella con lagrimas en sus ojos.
"¿De donde sacas esas cosas Sakurita?" preguntó el guardián de las cartas Clow que se acercaba al lado de su ama.
"¿Lo soy?"
"Claro que no, Sakura." Dijo Eriol mientras abrazaba a la nipona. "No me gusta verte triste, pero ayudaría si me dijeras ¿qué es lo que pasa?"
Muy pocas cosas sorprendían al joven Hiragizawa, y el ver el estado de su amiga si que lo tenía confundido. Por un momento la fría Sakura se había ido y solo había quedado la temerosa chiquilla ante si. Sakura le miró con ojos llorosos, luego ella se limpió las lágrimas, se puso de pie, dio media vuelta y se dirigió hacia la casa. Mientras caminaba sus ropas comenzaron a cambiar para dar paso a su uniforme universitario.
"Me gustaría saber que es lo que piensas, Sakura."
Susurró el joven Eriol y miró a Kerberos. El aludido no dijo nada solo se quedó ahí pero sentía el peso de su mirada y eso lo puso nervioso. Eriol no dejó pasar aquella reacción, sospechaba que el Guardián de las Cartas sabía más sobre lo que le pasaba a su amiga. Antes no le había dado importancia pues quería averiguarlo por si mismo, pero con lo que acababa de pasar sumado a lo de el día de ayer ya estaba bastante preocupado. En las últimas 24 horas Sakura había mostrado más de sus sentimientos que en los pasados 4 años.
"Muy bien Kerberos, es mejor que empieces a hablar."
"¿hablar sobre que, Eriol?" respondió la bestia de los ojos dorados con voz nerviosa.
"Pues sobre lo que le pasa a Sakura."
"Pero si sé lo mismo que tu."
"No me mientas."
El pobre Kerberos estaba más que nervioso, casi al borde de un colapso pues no solo tenía que soportar la mirada de la reencarnación de su creador sino también la de Spinnel. Estaba a punto de ceder y decirlo todo cuando un grito hizo temblar la mansión una vez más. Eriol cambió su rostro de preocupación por una sonrisa burlona pues sabía perfectamente el origen de aquel grito mientras en la cabeza de Spinnel aparecía una gota. 'Salvado por poco' pensó Kerberos.
"¡¡¡ERIOL HIRAGIZAWA, SUBE EN ESTE MISMO INSTANTE!!!"
La voz autoritaria de Sakura se hizo escuchar por toda la casa. Lentamente Eriol se dirigió hacia la habitación de su amiga que quedaba en el segundo piso y en la puerta la esperaba una inexpresiva pero obviamente molesta Sakura.
"Dime Eriol. Que significa esto."
Eriol sonrió una vez más al ver el cuarto de la joven oriental. Estaba totalmente abarrotada de flores: rosas rojas, claveles, azucenas y flores de sakura, además de una cantidad inusual de muñecos de felpa y osos de peluche. Casi ni se podía entrar en la habitación y eso que era bastante enorme como para una persona, era incluso más grande que la casa donde Sakura vivió de niña.
"¿Qué? ¿Acaso no te gusta?" dijo en tono burlón y obviamente divertido.
"¡Eriol!"
"No te molestes conmigo. Yo no fui quien te dio todo esto."
Ante la respuesta del inglés, Sakura se sentía confusa. Si no fue Eriol entonces quien. Pensó un rato antes de volver la mirada hacia su cuarto y ver una carta sobre uno de los ramos. Se dirigió hacia ella, lo tomó y lo abrió. Mientras leía llegó una mujer que se puso detrás de Eriol. Era una mujer alta y delgada, de cabello largo castaño y lacio, que solo lo adornaba una trenza sencilla. Nakuru Akizuki parecía divertida ante aquella situación mientras Sakura terminaba de leer la carta.
"Krestler me va hacer perder la paciencia un día de estos." Dijo al fin la joven oriental sin mucha emoción en su voz.
"¿Aún quiere que vayas al baile con él?"
"Así es."
"Al menos se saca un 10 en tenacidad. ¿ Y por qué no vas?"
"Estas loco. El no es tenaz, solo es avaro. Solo quiere ir conmigo por simple obsesión. El no aceptará un no por respuesta. Al menos que. . . "
"Al menos que ¿qué?" preguntó Eriol
"Eriol, ¿quieres ir al baile conmigo?" dijo Sakura con una voz dulce y melodiosa.
La sorpresa en los rostros de todos no se hizo esperar. Un ¡¡¿QUÉ?!! Se escuchó de cada uno de los presentes pero el más afectado fue el mismo Eriol. Era demasiado, la inestabilidad emocional que Sakura había presentado en las últimas horas lo tenían al borde de un colapso. Este juego lo había comenzado a molestar, no por los inesperados cambios de su amiga, sino el no saber que los estaba provocando. Estaba a punto de negarse rotundamente cuando se encontró con los ojos de Sakura, esos hermosos ojos esmeralda que no daban pie a negativas, y el joven Hiragizawa sintió ternura y quedó hipnotizado ante aquella dulce mirada.
"Será un placer, querida Sakura."
Sakura esbozó una dulce sonrisa que desapareció rápidamente. 'Es una manipuladora' pensó Eriol que miraba atentamente a su amiga mientras Kerberos, Spinnel y Akizuki no salían de su impresión. Entonces Sakura se dio vuelta y dijo.
"Ahora es mejor que me deshaga de todo esto." Tomó la llave que colgaba de su cuello y dijo. "Llave que guardas el poder de mi estrella. Muestra tu verdadera forma ante mi, Sakura. Quien acepto este pacto contigo. ¡LIBÉRATE!"
"¿qué vas hacer Sakurita?" Preguntó Kerberos.
"¡THE ERASE! Desaparece toda esta basura."
Rápidamente la Carta Sakura apareció ante ella y tomado su forma real comenzó a desaparecer poco a poco las flores y muñecos que antes llenaban su habitación. Una vez hubo concluido su trabajo regresó a su forma de carta y voló a las manos de Sakura y el báculo de la estrella también regresó a su forma de llave.
"Que lástima, esos muñecos y flores eran hermosas. Me hubiera gustado conservarlos." Dijo Nakuru tristemente.
"¿En donde estuviste anoche, Sakura?" preguntó Eriol.
"¿Por qué lo preguntas?"
"Estas cosas han estado aquí desde ayer. Y el hecho de que te hayas dado cuenta hasta ahora quiere decir que en toda la noche no entraste a tu habitación. Además aún traes tu uniforme lo que me indica que ni siquiera te cambiaste."
Atrapada, Sakura había olvidado lo buen observador que era su amigo. Y había cometido ese pequeño error, error que obviamente Eriol no iba dejar pasar.
"Perdona Eriol, pero no te lo voy a decir." Contestó Sakura de manera inexpresiva.
Eriol suspiró, de nuevo Sakura se había cerrado. Y era mejor no insistir, porque sabía lo inútil de ello, sin importar que tanto insistiera ella no le iba decir nada. 'Es una de esas cosas que debió aprender de Shaoran' pensó el inglés. Sakura se dio vuelta y entró a su habitación seguido de Kerberos y de Eriol, Spinnel y Nakuru se quedaron de pie en la entrada de la habitación. Eriol le hecho un vistazo al cuarto. Era bastante serio y ordenado, pero se notaba el toque femenino. En el centro de la habitación había como una pequeña sala: una mesa central y sillas a su alrededor. También habían varios estantes con libros y más allá se encontraba una ENORME cama. Era una cama muy antigua, de esas que tienen cortinas, eran de color rosa al igual que el tendido de la cama de una tela muy fina, sobre la almohada había un oso de peluche de color negro, una muñeca que tenía un traje bastante "único" de cabello castaño y ojos verdes y la muñeca de un ángel que tenía unas lindas alas blancas, cabello negro y ojos azules, con un vestido azul celeste muy hermoso. Los muñecos eran el oso que le había regalado Shaoran cuando le declaró sus sentimientos, la muñeca era aquella que Tomoyo le había obsequiado por motivo de su 10º cumpleaños y por haber pasado a 4 año y por último la muñeca de ángel era uno que había hecho la misma Sakura hacía un par de años atrás. Estos tres objetos parecían ser lo más valioso de la habitación. Hacia el lado derecho de la habitación había una escalera que llegaba un tipo de balcón que rodeaba la habitación y en sus paredes habían más estantes con más libros. Al fondo de la habitación y a la izquierda de la cama había una puerta que daba acceso al baño. Este también era lujoso y enorme, con los grifos enchapados en oro y acabados bastantes elegantes. En la pared izquierda se encontraban los enormes ventanales que iluminaban la habitación y en el techo una lámpara enorme y evidentemente costosa, todo hermosamente trabajado en madera y de tipo victoriano. Al lado derecho de la cama había una mesa y sobre ella había dos libros, uno rosado que decía 'SAKURA' y otro de un púrpura muy oscuro muy similar al otro que no tenía nombre y que en su portada había una gran bestia, parecido a un tigre dientes de sable color negro y rayas blancas y alas azules oscuras. Sobre este último Eriol fue el que le prestó más atención.
"Aún no le pones nombre."
"Así es, aún no se me ocurre uno que me guste."
"Creo que deberías hacerlo lo más pronto posible, no es muy recomendable dejarlo sin nombre. Podría ser muy peligroso."
"No se por qué te preocupas tanto Eriol. Lleva así por más de un año y no ha pasado nada."
"Ese libro me pone muy nervioso Sakurita." Dijo la bestia guardiana.
"Esas cartas que creaste son muy poderosas como para dejarlas sin amo. Son más poderosas que las mismas Cartas Sakura. Aún no entiendo por qué las hiciste." Dijo la reencarnación de Clow.
"Sé lo poderosas que son. Yo fui quien las creó, además me lo recuerdas en cada momento." Respondió la joven de ojos verdes. "Y las creé como una pequeña práctica."
"¿Practica?, practica es hacer levitar una mesa, crear agua o incendiar algo. Pero esto podría reducir al mundo en polvo si andan por ahí sin dueño o caen en manos equivocadas. Además si más no recuerdo cuando las creaste estuviste en coma por una semana y te tomó un par de meses para que te recuperaras del todo."
"Te preocupas demasiado Eriol. Ahora quisiera descansar y estar sola un rato."
Definitivamente Eriol no podía controlar a la muchacha; siempre hacía lo que quería, cuando quería. De alguna forma la hermosa Sakura lograba manipular al inglés con sus encantos y lograba que accediera a todos sus caprichos. No es que amara a Sakura pero siempre encontró irresistible negarse a esos ojos verdes. Aún sumido en sus pensamientos, Sakura comenzó a desvestirse. Primero se quitó su calzado y las medias, se quitó la chaqueta y desabotonó un poco su blusa. Por último se deshizo de su falda, pero antes de continuar pareció darse cuenta de algo.
"¿Aún estas aquí? ¿acaso te piensas quedar?"
Esas palabras hicieron volver a la realidad al joven inglés. Cuan grande fue su sorpresa cuando miró a Sakura. Sus ojos se abrieron como platos, tanto que parecieran que se fueran a desorbitar. Estaba totalmente pasmado mientras su mirada se perdía entre las piernas de su amiga. Perfectas, era lo único con lo que se podían describir las largas y bien contorneadas piernas de la joven hechicera, y ya que solo vestía la blusa de su uniforme se les podía apreciar en todo su esplendor. Lentamente las recorrió con la mirada, desde abajo, admirando cada centímetro de su piel y cuando no pensó que se podía sorprender más en ese instante el rostro del inglés comenzó a cambiar por todos los todos del rojo cuando su mirada se clavó entre los pechos de su amiga. Sakura se había desabotonado lo suficiente como para poder apreciarlos entre los pliegues de su blusa. El corazón de Eriol latía con tal fuerza y con tal velocidad que sentía que se iba a salir a través de su pecho y sentía arder su rostro.
"Cierra la boca que se te cae la baba." Exclamo un muy molesto Kerberos.
Eriol se puso más rojo aún, pero rápidamente sacudió su cabeza y se dio vuelta recobrando la compostura. Tosió levemente como si aclarara su garganta y dijo.
"Lo siento, ya me marcho."
A la salida de la habitación se encontraba una muy divertida Nakuru, que no podía dejar de reír y un confundido Spinnel. Salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.
"Querido Eriol, debiste ver tu rostro. Nunca lo había visto tan rojo. Creí que nada te avergonzaba. Definitivamente te cogió fuera de lugar." Exclamó Nakuru.
"Aunque no es para menos. La joven Sakura es una mujer muy bella." Dijo Spinnel.
"Por un momento me sentí como Shaoran." Dijo Eriol después de recobrarse ante aquel incidente.
"Ojalá hubiera tenido una cámara en mano. Estos eventos no ocurren muy seguido. El gran hechicero reencarnación de Leed Clow perdió todo su glamour ante unos ojos coquetos."
Y en eso no se equivocaba la identidad falsa de RubyMoon. Ya que conocía a Eriol muy bien, y ni siquiera una hermosa mujer desnuda pondría nervioso y ni haría sudar a la reencarnación de Clow. Sin embargo, en ese instante Eriol se encontraba "algo" trastornado. Estaba tan preocupado por Sakura por sus cambios de humor que no había notado cuando ella se había comenzado a desvestir, y mucho menos pudo pensar con claridad cuando se mirada se había perdido entre las hermosas curvas de la Maestra de Cartas; por su parte Sakura estaba en la misma condición, su cabeza estaba tan llena de preocupaciones y pensamientos que tampoco había notado que Eriol aún seguía en su habitación. Ella si que se sentía avergonzada porque eso era de las pocas cosas que no había cambiado con el tiempo. Allí estaba la joven de ojos verdes, petrificada y totalmente ruborizada.
"No puedo creer que casi me desnudo en frente de Eriol. Que vergüenza." Digo Sakura con voz quebrada y totalmente roja.
"Debes estar muy preocupada como para no haberlo notado Sakurita." Exclamó el Guardián del Sello.
Lentamente Sakura caminó hacia su cama tratando de olvidar aquel bochornoso incidente y se sentó en el borde de ella. Luego murmuró unas palabras y un conjuro cubrió toda la habitación, Eriol que se encontraba afuera sintió la creación de aquella magia y pensó '¿Otra vez quieres estar sola?, me gustaría saber que es lo que te preocupa tanto.' Y se dirigió directamente a la biblioteca para sentarse en su sillón rojo.
Una vez hecho el conjuro la hermosa Sakura rompió en llanto. Era algo muy triste ver tan linda joven llorar. La bestia guardiana de las Cartas Clow cambió a su forma real y lentamente se acerco a su ama. No lo soportaba, era muy desesperante ver a su amiga en aquel deplorable estado y saber que no podía hacer nada para menguar su dolor. Una vez estuvo en frente de ella, Sakura se abalanzó contra Kerberos y lo abrazó con todas sus fuerzas tomándolo por el cuello.
"¡¡Ohhh!! Kero. . . Kero. . ." dijo la oriental aún llorando con todas sus fuerzas.
Ahora si Kerberos estaba más que preocupado, hacía años que Sakura no le decía Kero, lo que quería decir que algo estaba realmente mal.
"¿Qué sucede Sakurita? ¿qué fue lo que pasó?"
"Otra vez Kero. . . de nuevo tuve ese horrible sueño, pero esta vez es fue más claro y más intenso que la primera vez y lo peor fue que lo tuve cuando estaba despierta."
**************************
"Estamos entrando al espacio aéreo del Aeropuerto Internacional de Tokyo. Dentro de pocos minutos estaremos aterrizando. Por favor no abandonar sus asientos y abrocharse los cinturones de seguridad."
Eran las palabras de la azafata anunciando la proximidad de la ciudad capital del Japón. Tomoyo Daidouji se sentía extremadamente nerviosa, como si la llevaran frente a un cuerpo de fusilamiento. Su respiración era pesada, pareciera que se fuera a desmayar en cualquier instante. Torpemente sacó una foto de entre sus ropas y la miró. Eso pareció tranquilizarla y su respiración se hizo más pausada y su rostro se adornó con una bella sonrisa.
"Disculpe señorita, ¿desea algo de tomar antes de aterrizar?."
"Hai, me gustaría un poco de champagne."
La azafata tomó una copa, la llenó de champagne y se la ofreció a la bella señorita de negros cabellos y soñadores ojos azules. Después de todo alguien como Tomoyo Daidouji podía costear un vuelo en primera clase del siempre elegante 747. Tomoyo tomó la copa y agradeció a la joven.
"Dômo arigatou gozaimasu."
"Dô itashimashite."
Realmente era muy vitalizante volver a escuchar su idioma natal después de tanto tiempo, ya sentía que estaba en casa, al fin, de nuevo en su hogar. Pronto volvería a ver a su querida madre y tal vez. . . Un ligero rubor cubrió las pálidas mejillas de la joven oriental con solo pensar en la persona dueña de su corazón. Lentamente bebió de su copa mientras el avión hacía su aproximación final. En su corazón latía la esperanza de que esa persona no la hubiese olvidado pero sabía que lo más probable es que no se acordase de ella.
Una vez hubieron aterrizado y bajado del avión, la bella oriental buscó su equipaje y claro, contrató a unas personas para que lo llevasen; ¡no lo iba hacer ella! Después de todo era una frágil y delicada dama como para ponerse a cargar ella misma el equipaje. Afuera la esperaba una lujosa limosina que había contratado para que esperase su llegada, tan pronto hubieron cargado su equipaje el vehículo se puso en marcha.
Tomoyo miraba pensativa por la ventana, pensaba en todo lo que había pasado desde su partida, en donde había estado y la gente que había conocido. Al primer lugar en donde estuvo fue en los Estados Unidos cuando tenía 13 años y medio, donde continuó sus estudios de secundaria. No fue algo fácil, ya que si apenas pronunciaba una que otra palabra en inglés además de no conocer a nadie. Le costó trabajo y mucha dedicación pero pronto se acostumbró, no solo al idioma sino a las costumbres y el estilo de vida en la tierra del Tío Sam. Pero no se quedó mucho tiempo allí, después de un año y medio Tomoyo se presentó a un concurso de moda para una beca en Milán y estudiar en alguna de las prestigiosas escuelas de alta costura de Italia, concurso que bien merecido ganó. Una vez más se fue a un lugar extraño, con un idioma extraño y con costumbres extrañas. Rápidamente se adaptó y su talento se hizo notar casi en seguida. Su talento, su buen gusto y su excelente sentido de la elegancia llamó la atención de las prestigiosas marcas de moda italianas. El porte de elegancia y educación que ostentaba, además de su belleza natural y exótica, le abrió las puertas a las pasarelas muy rápidamente. La oriental de ojos azules alcanzó el éxito internacional 2 años después cuando se presentó bajo su propio nombre en El Gran Desfile de la Moda de Milán, una de las más prestigiosas del mundo donde se dio a conocer y obtener el respeto de los diseñadores más famosos de París e Inglaterra. Ese mismo día también conoció a una joven rubia, de hermosos ojos verdes, y al igual que Tomoyo era la promesa más grande de la moda de su país, Rusia.
Katrina Romanov había ido a Milán como espectadora al desfile para observar como era la moda allí. Pero definitivamente lo que más le llamó la atención no fueron las trajes, sino la diseñadora. La primera vez que Katrina vio a la hermosa Tomoyo Daidouji quedó totalmente petrificada ante su belleza, perdida totalmente entre sus ojos azules, hipnotizada por el brillante vaivén de sus cabellos y sus caderas, admirada por el fino tallaje de las curvas de su cuerpo pero más que nada por las hermosas alas blancas que emergían de ella. Solo fue un momento, cuestión de medio segundo pero suficiente para que la hermosa rusa quedara flechada por la oriental. En ese momento no supo que había sido eso, ¿era acaso un ángel? Debía ser porque alguien tan hermosa no debía ser de este mundo pero cuando volvió a mirarla aquellas alas habían desaparecido.
Lentamente el paisaje de la gran ciudad había desaparecido y tiempo después comenzaron a cruzar por su ventana un paisaje más familiar. Estaba en Tomoeda, un suspiro de melancolía salió de los labios de Tomoyo que al instante su mente se llenó de los viejos y buenos recuerdos de su niñez y sobre todo de su mejor amiga: de Sakura Kinomoto. Pronto estuvo frente a una enorme mansión con extensos jardines. Tomoyo abandonó la lujosa limosina y con paso firme pero con prisa se dirigió a la puerta de la enorme mansión que antes de que pudiera llamar a la puerta, esta se abrió y una bella mujer de corto cabello rojo salió y abrazó a una feliz Tomoyo.
"¡¡TOMOYO!! Hija mía."
"Mamá. Que gusto me da verte."
Sonomi Daidouji abrazaba con fuerza a su hija. Mientras unas lagrimas de felicidad llenaban sus ojos.
"Creí que nunca volverías."
"Mamá. . . suéltame. . . no me dejas respirar."
"Ayyy! Lo siento hija." Exclamó Sonomi, mientras soltaba a su hija, "Estoy muy feliz de volver a verte."
"Yo también lo estoy mamá."
"¿Por qué no dijiste que vendrías? Hubiera ido por ti al aeropuerto."
"Quería darte una sorpresa."
"¡¡Y vaya sorpresa!! Pensé que ya jamás te volvería a ver."
"Te prometí que volvería, y aquí estoy al fin. . . en casa."
"Hija mía, tenemos mucho de que hablar. Pero primero entra y descansa."
"Arigatou madre, yo también quiero saber todo lo que ha pasado por acá, sobre todo quiero volver a ver a mi amiga Sakura."
Ante la mención de la hija de Nadeshiko, Sonomi sintió un escalofrío recorrer su espalda, reacción que no pasó por alto su hija.
"¿Qué pasa mamá?"
"Bueno, aquí han pasado muchas cosas. Pero hablaremos luego de que te instales."
Tomoyo no pudo evitar sentirse preocupada ante la reacción y las palabras de su madre. ¿qué habrá pasado?
Notas de la autora: Terminé!!! Al fin. Que capítulo largo, ¿no creen? Espero que les haya gustado y aclarado dudas ¿o generado más?. Tal vez estén preguntando por Yukito y por Touya; no se preocupen!, ya que pronto harán su aparición. Aclaración: tal vez preguntarán que hace Sakura con uniforme si está en la universidad. No estoy muy segura pero en algunas universidades muy prestigiosas, costosas y de snobs en Inglaterra utilizan uniforme.
Dômo arigatou gozaimasu: es una forma muy formal de dar las gracias en japonés.
Dô itashimashite: De nada.
Me encantaría que me escribieran dando su opinión al respecto o críticas pero que sean constructivas a johanna_kat@yahoo.com o a jkattyj@hotmail.com
Copyright!!! Los personajes que conozcan son por supuesto de Card Captor Sakura y son creación de CLAMP, Kodansha, etc. Lo demás son de mi propia creación al igual que la historia es original mía, cualquier parecido con cualquier otro fic es pura coincidencia o simplemente que me influencie por ello.
