Capítulo 8
Noviembre de 2007
Él podría hacer esto. Él podría total y completamente hacer esto.
Estaba absolutamente dentro de las capacidades de Draco Malfoy preguntarle a Hermione Granger si le gustaría ir a cenar alguna noche este fin de semana. Sería el colmo de lo casual cuando se lo preguntara. Como amigos. Bueno, casi amigos. ¿Qué nombre debían recibir ellos?
Era su cita mensual con el sanador Browning y finalmente había convencido a Draco de que esto se estaba volviendo ridículo. Por supuesto, eso no le impidió arremeter contra el hombre mayor.
—¡Si crees que estoy actuando como un niño, entonces dilo! —Draco se enfureció con él.
Browning simplemente levantó una ceja por encima de sus anteojos y enfrentó la mirada furiosa de Draco con una de paciencia.
—¿Crees que estás actuando como un niño?
Draco levantó las manos con frustración.
—Bueno, no sé, ¡es por eso por lo que vengo a ti! ¡Todo lo que quiero saber es cómo se supone que debo invitarla a cenar!
Browning lo recibió con otra mirada tranquila, sin ceder ni una sola vez a los arrebatos emocionales de Draco.
—Usa tus palabras, Draco, una pregunta simple y directa.
—Pero no quiero que ella piense que esto es, eh, una... cita o algo así...
—¿En serio?
—Sí. —Mentiroso.
¿Espera qué?
—Sí. —repitió Draco con firmeza, ignorando la vocecita en su cabeza—. Podría ser una salida platónica. Quiero ver si está dispuesta a eso… porque, ya sabes, pasamos las mañanas juntos y se siente raro que no hayamos… progresado más allá de eso. —Porque aparentemente progresar en la amistad con Granger es algo que quiero ahora. Tengo el control de esto.
Rasgar, rasgar, rasgar. La pluma flotaba por el pergamino.
—Bueno, Draco, tengo que admitir que creo que este es un gran paso para ti. Invitar a alguien a una actividad sin la garantía de que aceptará, muestra la voluntad de ser vulnerable.
Draco se encogió de hombros y trató de no estremecerse ante la mención de la vulnerabilidad. Porque eso describía exactamente lo que Draco sentía en presencia de Hermione Granger. Una abrumadora vulnerabilidad.
El lunes por la mañana vino y se fue. Cada vez que Draco abría la boca para preguntarle a Hermione sobre la cena del fin de semana, en su lugar surgía alguna pregunta estúpida y banal.
El martes, Granger comentó lo cansado que se veía y le compró una taza de café extra sin que se lo pidiera, pero ¿él le agradeció y la invitó a cenar entonces? No, le reclamó como un gilipollas malhumorado por cuidar sus hábitos de sueño, y bebió obstinadamente el café que ella le trajo. Para su crédito, solo sonrió brevemente cuando él le agradeció en voz baja mientras caminaban hacia el trabajo.
El miércoles definitivamente era la mañana en que Draco iba a plantear la cuestión de una cena de fin de semana. Pero entonces Hermione inició uno de sus monólogos apasionados sobre el uso de su conocimiento de Runas Antiguas para estudiar y relacionarse con algunas de las tribus más antiguas de la gente del mar en el Mediterráneo y Draco se encontró prestándole atención mientras ella charlaba calle abajo. Cuando ella se despidió, él recordó que solo le quedaban dos días a la semana para cumplir con su aparentemente simple tarea.
Y ahora ya era jueves y Draco aún no le había preguntado a Hermione sobre sus planes para el fin de semana.
—¿Alguna vez has visitado Venecia?
Su pregunta interrumpió la charla interior de ánimo que se estaba dando a sí mismo y lo distrajo lo suficiente por el momento.
—Esta primavera hay una conferencia académica sobre los métodos de comunicación de las civilizaciones mágicas y tienes que presentar una propuesta formal para tu asistencia. Por lo general, no envían a alguien de mi departamento, ya sabes, porque los enlaces Tritón tienen su propia oficina en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional, pero dado mi interés en las Runas Antiguas…
—¿No te refieres a tu absoluta brillantez y habilidades inigualables en Runas Antiguas? —interrumpió con una sonrisa.
Hermione se sonrojó hermosamente ante su cumplido.
—Bueno, no sé de que hablas... —murmuró tímidamente y mordió ligeramente sus labios sonrientes.
—¿Qué hay de Venecia? —Draco dirigió la conversación de regreso al tema original para que ella dejara de morderse el labio inferior y él pudiera volver a ignorar que su estómago dio un curioso aleteo por su reacción a sus palabras.
—Bien, como estaba diciendo, le presenté una solicitud para asistir a la conferencia de Venecia a mi jefe de departamento y si la aprueba, entonces tengo que trabajar en mi presentación para comité de revisión de la conferencia, y ¿recuerdas ayer lo que dije? ¿Te estaba hablando de las antiguas tribus de gente del mar?
—Sí. —interrumpió Draco con entusiasmo—. Decías que algunas de las colonias más antiguas se descubrieron recientemente frente a la costa italiana y que algunas de ellas ni siquiera hablaban sireno, sino que recurrían a runas grabadas en sus viviendas y tablillas de piedra para comunicarse.
—¡Exacto! —Ella le sonrió.
Por el bien de Salazar, ¿nadie en la vida de Granger la escuchaba y le prestaba atención? Siempre parecía que quería otorgarle una Orden de Merlín, Primera Clase, cada vez que él podía recordar algo que ella había dicho previamente en una conversación.
—La conferencia dura una semana entera y espero tener al menos algo de tiempo libre por las mañanas o por las tardes para explorar la ciudad. Sé que allí tienen una de las bibliotecas mágicas más antiguas con pergaminos de…
—Granger, ¿en serio? ¿Vas a ir a Venecia a esconderte en la biblioteca?
—Bueno, entonces dime qué debo ir a ver. —respondió ella con una mirada fulminante—. ¿Supongo que has estado allí antes?
—Por supuesto. —se burló, aunque en estos días carecía de malicia detrás de él, al menos cuando se trataba de Granger—. Te daré una lista de restaurantes y bodegas. Y si no tienes tiempo para visitar el Puente de los Dos Soles, entonces no te molestes en ir a Venecia.
—Oh, ¿qué es eso? ¡Nunca antes lo había escuchado!
—¿Qué es eso Granger? ¿Acabas de admitir que sé algo que tú no? —dijo arrastrando las palabras y se ganó que ella pusiera los ojos en blanco—. No estoy seguro de cómo lo llaman los italianos, pero hay un puente sobre uno de los canales que funciona bajo una magia muy antigua. Si te paras en el puente durante la puesta de sol y miras hacia el este, aparece una especie de portal de observación y puedes ver el amanecer de mañana. Nadie entiende realmente la magia detrás de esto, pero los lugareños lo usan como una especie de pronóstico del clima para el día siguiente.
Ella lo miraba fijamente mientras él hablaba con ese tipo de fascinación con los ojos muy abiertos y los labios entreabiertos que desencadenaron una curiosa reacción en sus entrañas últimamente.
—Wow, suena hermoso, ¡gracias por la recomendación!
Y luego estaba eso. Los constantes agradecimientos por la más simple de las cosas. Joder, uno pensaría que le había dado uno de sus riñones por la forma tan sincera en que Granger le agradecía todo el tiempo simplemente por hablar con ella o por pedirle un té o recomendarle un vino.
—Deberíamos irnos, creo. —la voz de Granger rompió su monólogo interior y Draco comenzó a entrar en pánico. Su tarea de invitarla a cenar quedó inconclusa y casi se le acabó el tiempo.
Caminaron en un agradable silencio hasta su punto de separación normal frente al Caldero Chorreante, pero internamente, Draco estaba nervioso.
—¡Hasta mañana Malfoy! —ella gorjeó y comenzó a alejarse.
Hazlo ahora, hazlo ahora, hazlo ahora. Tengo el control de esto.
—¡Oye, Granger, espera!
Ella se dio la vuelta y le dirigió una mirada curiosa. La brisa fresca de noviembre jugaba con las puntas de sus rizos y Draco contó las pequeñas bocanadas de su aliento que se hacían visibles en el aire frío de la mañana. Luego contó varios latidos de su corazón antes de cerrar la corta distancia entre ellos, sintiéndose más tonto con cada paso que daba.
—Mañana es viernes. —Guau. Qué inteligente.
Ella le dirigió una mirada confundida ante su obvia declaración.
—Sí. Lo es.
Si alguien pudiese simplemente lanzarle un Avada a Draco en este momento, sería muy conveniente. Tomó una profunda bocanada de aire frío.
—Bien, bueno, ¿tienes algún plan? Por la noche, quiero decir, obviamente estás trabajando durante el día.
Por el maldito trasero de Salazar, ¿podría ser más torpe?
Granger continuó con su mirada de confusión. Vamos Granger, arréglalo, por favor sácame de mi puta miseria.
—Er, no, no tengo ningún plan. ¿Por qué lo preguntas?
Maldita sea, realmente iba a tener que decirlo. Cobarde.
Otra respiración profunda.
—Si estás libre por la noche, lo cual supongo que lo estás, porque lo acabas de decir... ¿te gustaría salir a cenar?
Sus ojos se abrieron increíblemente en estado de shock y Draco deseó poder volver a meter las palabras en su boca y luego borrarlos a ambos. Y como esa no era una opción realista, trató desesperadamente de remediar la situación.
—Sería solo para hablar durante la cena, no como un... uhh... bueno, podríamos hablar más sobre Venecia sin tener que salir corriendo para llegar a tiempo al trabajo. —había estado incómodamente cerca de usar la palabra "cita". ¿Por qué de repente era un tonto tan torpe?
Parecía que Granger todavía no podía quitarse de encima su expresión de asombro.
—¿Quieres que cenamos juntos?
Draco puso los ojos en blanco burlonamente e hizo uso de su habitual tono sarcástico
—Pues sí, Granger, creo que eso es lo que pregunté. ¿Te unirás a mí o no?
Finalmente dejó de mirarlo boquiabierta como un pez y recuperó parte de su compostura.
—De acuerdo. ¿A qué hora?
Por las barbas de Merlín… eso significaba que sí, ¿cierto?
—¿A las 7? —Draco ya había hecho una reserva, pero no estaba dispuesto a dejarlo escapar.
—¿Dónde?
—¿Has estado en The Wilting Rose*? Está en la calle de los teatros. —Era uno de los únicos restaurantes que Draco frecuentaba en el Callejón Diagon.
—¡Nunca he estado allí! ¡Supongo que lo visitaré contigo entonces! ¿Todavía nos veremos en el café por la mañana?
—Por supuesto, Granger.
—¡Nos vemos, Malfoy!
¿Se lo estaba imaginando o su sonrisa se veía un poco más brillante cuando se dio la vuelta para irse? Draco negó con la cabeza y se dirigió al trabajo por su cuenta, tratando de ignorar el hecho de que se sentía más ligero de lo que se había sentido en años.
Es solo una cena. Solo una cena. Tengo el control de esto.
Por supuesto que Hermione Granger llegaría temprano. Draco la encontró moviéndose nerviosamente en su túnica gris profesional junto al puesto de invitados del restaurante. Su cabello se esparcía sobre sus hombros, a diferencia de esta mañana en la cafetería cuando lo había tenido pulcramente recogido hacia atrás. Draco se preguntó si así se vería al final de cada día de trabajo: sus ondas salvajes ya no se contenían cuando se desordenaron, mechón por mechón suave, rebelándose del estilo con el que Granger intentaba domarlas cada mañana para la oficina.
Por su parte, Draco se había ido a casa inmediatamente después del trabajo y se había puesto una túnica más formal y un traje negro limpio. No se atrevió a perder tiempo analizando el hecho de que le tomó mucho más tiempo de lo normal decidir qué ponerse para la cena de esta noche. Estaba frente al gran tocador de su habitación mientras se ocupaba de su cabello cuando vislumbró su reloj y se dio cuenta de que llegaría tarde si no dejaba de jugar con su apariencia como un insípido miembro de la alta sociedad. Esto era solo una cena con Granger después de todo, no había necesidad de obsesionarse tanto con su apariencia.
Cuando Hermione se giró hacia él y le lanzó una sonrisa de alivio, notó que el rostro sospechoso del anfitrión le lanzaba una mirada hosca a Hermione a sus espaldas. Draco podría haberse pateado a sí mismo.
La razón por la que todavía era bienvenido en este establecimiento en particular era porque en los años anteriores a la guerra solía frecuentar The Wilting Rose* con sus padres. La familia Malfoy había sido una presencia muy bienvenida en este negocio simpatizante de sangre pura, frecuentado por muchos miembros de los Sagrados Veintiocho en su apogeo.
Furioso consigo mismo por volver tan fácilmente a las comodidades de su antigua vida, Draco se irguió en toda su estatura mientras se acercaba al anfitrión.
—Granger. —la saludó, luego dirigió su atención inmediatamente al anfitrión antes de que Hermione pudiera abrir la boca para responder—. ¿Hay alguna razón por la que mi acompañante no entró inmediatamente después de su llegada? —utilizó el tono más gélido posible y levantó una ceja con incredulidad hacia el caballero mayor, quien tuvo la conciencia de parecer momentáneamente avergonzado.
—Disculpas, señor, no tenía idea de que la señorita cenaría con usted.
Draco se burló, sin creerle al viscoso mago por un minuto.
—Por supuesto. Granger, ¿le informaste a este hombre que teníamos una reserva esta noche a mi nombre? —se volvió hacia Hermione y notó que su rostro se estaba sonrojando.
—Lo hice, pero Malfoy, no tienes que...
—Eso pensé. —la interrumpió y se volvió hacia el anfitrión—. Ahora, ¿por qué no te vuelves útil y nos llevas a nuestra mesa?
El hombre asintió dócilmente y levitó los menús frente a él mientras conducía a Draco y Hermione a una habitación trasera poco iluminada. Todo el restaurante estaba decorado con ricos muebles de color burdeos y gris oscuro con mesas, sillas y columnas de caoba. Pinturas de todos los tamaños adornaban las paredes, cada una de las cuales contenía la imagen de una rosa roja sangre que giraba lentamente y caía hacia adentro sobre sí misma, la pintura roja de los pétalos era tan brillante que Draco a menudo se preguntaba si su mano se mojaría si tocaba la pintura.
El comedor delantero estaba lleno, pero Draco había asegurado una mesa más privada en la habitación de atrás, con la esperanza de que Hermione se sintiera más cómoda al ser vista en público con él. Ahora se dio cuenta de que todo había sido un gran error. De todos modos, nadie en este restaurante les prestaría atención: en su mayoría eran familias viejas y nadie de El Profeta estaba permitido en las instalaciones. Eso es lo que hacía que los negocios pura sangre exclusivos tuvieran tanto éxito; la promesa de una experiencia extravagante bajo una modesta capa de privacidad. Si las familias de sangre pura querían notoriedad y atención, sabían cómo conseguirla, especialmente de los perritos falderos de la alta sociedad en la prensa mágica. Pero lugares como The Wilting Rose se adaptaban a las inclinaciones más refinadas y secretas de las antiguas familias.
Por qué pensó que sería una buena salida con Granger para probar las aguas de la amistad, Draco no se dio cuenta de su error y ahora se revolvía arrepentimiento.
Cuando Hermione se hubo quitado la capa exterior de su túnica, Draco prácticamente se la arrancó de las manos y la empujó con las suyas bruscamente hacia el anfitrión.
—Por favor, tenga cuidado con estos. Además, creo que una botella de su mejor vino hecho por elfos, por los problemas que le diste a mi compañera, no estaría mal, ¿verdad? —Draco gruñó y el anfitrión palideció, murmuró algo que sonó como "De inmediato, señor", y se escabulló.
Draco respiró hondo y se sentó frente a Hermione.
—No tenías que hacer todo eso. —dijo en voz baja.
Él se burló.
—Tenía que hacerlo, ese pequeño gusano necesitaba ser puesto en su lugar.
Hermione soltó una risita y Draco frunció el ceño.
—¿Cuál es la broma?
Ella le dirigió una sonrisa de disculpa, pero rápidamente divagó.
—Me recordó un poco a cuando íbamos juntos a la escuela. Juro que las próximas palabras que saldrían de tu boca iban a ser "¡mi padre se enterará de esto!".
Draco se rió entre dientes ante su broma y sintió que parte de la tensión abandonaba su cuerpo.
—Bueno, afortunadamente para mí, eso no sería posible.
El rostro de Hermione palideció y se veía completamente avergonzada.
—Oh, Merlín. Malfoy, lo siento mucho, lo olvidé. No quise decir… nada de eso… —se calló incómodamente y Draco desvió la mirada avergonzado.
¿Ella estaba arrepentida? ¿Lamentó que su padre bastardo estuviera muerto? ¿El hombre había tratado personalmente de asesinar y/o mutilar a sus propios amigos en más de una ocasión y ella estaba arrepentida?
No, esto no funcionaría. Draco no pudo contenerse más.
Antes de que pudiera abrir la boca, una botella de vino flotó con gracia sobre la mesa y dos copas de vino de cristal aparecieron frente a ellos. El corcho saltó de la botella y la jarra en el aire procedió a verter una generosa medida en cada uno de sus vasos.
Draco se bebió la mitad de su copa de la ridícula cosecha de 1876, y notó que Hermione había hecho lo mismo. Aparentemente, ambos necesitaban el coraje líquido proporcionado por beber una copa de vino bastante costosa de una sola vez. Estaba mirando a cualquier parte menos a él y Draco sabía que era el momento. Era ahora o nunca. Debía buscar finalmente su penitencia de la única persona que realmente podía otorgarle la absolución. No había planeado que la noche llegaría a esto, pero entonces ella fue la persona desinteresada y cariñosa que siempre había sido, y Draco iba a estallar de culpa. Incontables citas de sanación lo habían llevado al punto donde finalmente se sintió listo para exorcizar los demonios que rodeaban su trato con Hermione Granger.
Y sin pociones calmantes, sin ninguna poción en su sistema, lo enfrentó.
Draco dejó su copa de vino con firmeza. Sus ojos marrones finalmente se encontraron con los de él y buscó coraje en su calidez. Tengo el control de esto. Respiró hondo por última vez y luego se zambulló.
—Necesito sacar todo esto. Granger, sé que te gusta interrumpir y hacer preguntas cuando se te ocurre una idea, pero por favor, por favor, si no saco todo esto ahora, no estoy seguro de que alguna vez sea capaz de hacerlo.
Ella asintió, con los ojos muy abiertos y extrañamente brillantes.
Respiró hondo y bebió un generoso trago de vino. La botella entendió que estaba bajo de líquido y flotó para volver a llenar su vaso y luego el de Hermione a su vez. Puedes hacerlo. Tienes que hacer esta maldita cosa.
—Te debo, probablemente, toda una vida de disculpas. Cuando era un adolescente malcriado y fui a Hogwarts pensando que era mejor que todos... te traté horrible. Esos valores y prejuicios heredados, cortesía de mi familia… dieron forma a todo lo relacionado con mi infancia. Sinceramente, creía que era mejor que tú por mi estado de sangre. Pero una pequeña parte de mí, incluso entonces, sabía que todo era una tontería. Cuando me ganaste en todos los exámenes, cuando fuiste la primera en cada clase. Empecé a quedarme sin excusas de por qué eras inferior. Así que me quedé con lo único que podía odiar de ti: tu linaje. Era mezquindad, simple y llanamente, Granger. Eras mejor en la magia y me quemaba por dentro. Y en lugar de respetarte por eso, iba a derribarte de la única manera que sabía: con insultos sobre ti y tu familia. Recordar, y a todos los demás como tú, que nunca podrías ser un igual en nuestro mundo me animó por un tiempo, y pude seguir fingiendo que nada de eso importaba. Pero todo fue una tontería… ahora lo sé. —se inclinó más cerca de la mesa, con seriedad en borrar estas confesiones enterradas durante mucho tiempo.
Ella estaba pendiente de cada una de sus palabras. La intensidad de sus ojos lo animó y lo asustó al mismo tiempo.
—Cuando era niño, eras algo imposible para mí. ¿Cómo alguien que mi padre me dijo que era sucio, estúpido, menos que yo… cómo esa persona podía ser tan brillante? Todo lo relacionado con la magia y nuestras clases, todos los amigos que tenías... cada cosa parecía resultarte tan fácil. No podía cuadrar las dos realidades en mi cabeza, así que elegí la opción perezosa. Elegí menospreciarte y me lancé a odiarte a ti, y todo lo que tú y Potter representaban. No estuvo bien, y me asusta cuando pienso en lo fácil que fue para mí vivir en ese odio. —finalmente hizo una pausa para respirar.
Volvió a tragar el vino y notó que le temblaba la mano. La siguiente parte podría ser su perdición y su cuerpo le estaba advirtiendo del estrés inminente. La mano de Hermione se movió nerviosamente sobre la mesa entre ellos y él se preguntó si había pensado en tomar su mano entre las suyas. Draco dejó su vaso y entrelazó sus manos en su regazo. Él no merecía su amabilidad.
—Lamento cómo te traté en la escuela y las cosas horribles que dije. Siento haberte llamado sangre sucia. Lo siento, por todas esas veces en las que relacioné esa maldita palabra contigo. Pero, sobre todo, desearía poder regresar a esa noche en la mansión.
—esto lo estaba matando por dentro, abriendo heridas frescas que apenas habían comenzado a sanar, pero se obligó a mantener el contacto visual. Cuanto más hablaba Draco, más se sentía como si Potter lo golpeara con Sectumsempra de nuevo, con pequeños y grandes cortes en todo el cuerpo, dejándolo seco—. Pude oírte. No pude obligarme a mirar, pero pude oírla torturándote y no hice nada. Nunca seré capaz de retractarme del hecho de que estuve al margen mientras gritabas, mientras sufrías. Todavía tengo pesadillas sobre lo que pasó esa noche… porque debería haber hecho algo, cualquier cosa, pero fui un cobarde. Deberías odiarme.
Las siguientes palabras que pronunció le dolieron, pero ella necesitaba saber que él no tomaría sus acciones inmediatas contra ella.
—Y si después de todo eso quisieras salir de aquí esta noche y nunca volver a verme… lo entendería. —sus ojos aún conservaban esa cualidad extraña y brillante mientras el silencio caía entre ellos.
—¿Es eso lo que quieres? —su voz era apenas un susurro.
—¿Perdón?
—¿Es eso lo que quieres? —repitió Hermione con esa misma voz tranquila —. ¿De eso se trata todo esto? ¿Todo el tiempo que pasamos juntos por las mañanas se ha centrado en ti esperando este momento?
—No. —su respuesta fue firme, pero su voz ronca por la emoción.
No, claro que no, ¿cómo puedes pensar eso, Granger? Las mañanas contigo son la única razón por la que dejo mi cama. Tenía que hacer algo honorable y ofrecerte una salida, por favor, por favor, no te vayas.
—Simplemente… no podía soportar verte todos los días, fingiendo que no teníamos esta historia. Y antes de soltarlo todo en el momento equivocado y arruinarlo, si no te dijera cómo me arrepiento de todo... me estaba carcomiendo constantemente, Granger. No es bueno actuar como si fuéramos simplemente viejos conocidos de la escuela.
Su respiración se sentía como si viniera en ráfagas cortas. Terminó su vino y miró hacia la mesa, sintiéndose agotado. Ella tenía la opción de irse, pero eso no significaba que él tuviera que verla irse. Siempre el cobarde egoísta.
—Te perdono. —dijo en voz baja—. Y no quiero marcharme. No quiero dejar de verte por las mañanas.
Ese creciente sentimiento de esperanza llenó su cavidad torácica cuando sus suaves palabras parecieron penetrar su alma. Su decreto de perdón corría por sus venas, zumbando junto con su magia y acumulando una poderosa ola de emoción. No sabía cómo expresar la profundidad de su gratitud, así que Draco simplemente asintió cuando encontró su mirada nuevamente y notó que una lágrima escapaba de sus ojos llenos. Ella no se molestó en limpiarla.
Hermione se aclaró la garganta.
—Sin embargo, te equivocas en algunas cosas. —ella tomó una respiración temblorosa—. Las cosas nunca fueron fáciles para mí, ni mucho menos. Hubo momentos en los que estuve con Harry durante el último año de la guerra en los que sentí ganas de rendirme. Teníamos esta tarea imposible frente a nosotros y hubo momentos en los que quería quedarme dormida por la noche y no despertarme al día siguiente. No podía decírselo a Harry ni a Ron, por supuesto, pero algunos días todo se sentía monumentalmente injusto. Había demasiadas cosas que se esperaba que hiciéramos. —se detuvo allí y le dedicó una sonrisa de dolor. Otra lágrima se escapó—. Éramos niños. Todos nosotros. Tú, yo, mis amigos… —susurró y Draco detectó una amargura en su voz.
Ella volvió a aclararse la garganta y adoptó su habitual actitud autoritaria y enérgica.
—Y en cuanto a tus "valores y prejuicios heredados" bueno, eso simplemente no es cierto. El prejuicio no se hereda, se enseña. A los niños, a las personas, se les enseña a odiar. Nadie entra en este mundo con ese tipo de creencias preconcebidas. No te equivoques, Malfoy, forzar esos ideales de pureza de sangre en los niños es similar al abuso.
Draco negó con la cabeza. Aunque no podía describir el alivio que lo invadió porque ella no estaba completamente disgustada con su existencia, necesitaba saber que no era una buena persona. ¿Por qué no me tienes miedo, Granger? Soy el malo en nuestra historia.
—Sin embargo, tuve una opción, ¿no? Eventualmente fui lo suficientemente mayor para darme cuenta que estaba mal. —respondió con amargura. Hermione asintió pensativa.
—Cierto. Pero ahora ya lo sabes. Nunca es demasiado tarde para tomar la decisión correcta.
Ella estaba siendo demasiado indulgente y eso lo desconcertaba. ¿Por qué no huyes de mí? ¿No te lo he mostrado ya? Yo soy el villano. Gritaste y te retorciste y sufriste a pocos metros de mí y no hice nada.
Podría haberte ayudado…
Ella lo interrumpió abruptamente.
—Voldemort te habría matado. A ti y a toda tu familia.
—Tal vez debería haberlo hecho.
—No digas eso.
Ella respondió de inmediato en un tono severo, dándole a Draco un poco de esperanza de que ella realmente podría preocuparse por él de alguna manera. Sus ojos aún brillaban pero parecía que sus lágrimas habían terminado de caer. Draco se recostó en su asiento y se pasó una mano por el cabello.
—Bueno, así no era como me imaginaba mi viernes por la noche. —dijo y se ganó una risa temblorosa de Hermione.
Se secó los ojos por completo y cuando volvió a mirar hacia arriba su expresión se aclaró.
—¿Qué tal si tomamos otra botella?
Draco felizmente obedeció e hizo señas a un mesero que pasaba. Cuando volvieron a tener dos vasos llenos frente a ellos, Hermione levantó su vaso hacia él.
—Por los viejos-nuevos amigos.
Chocó su vaso contra el de ella, pero luego lo dejó.
—¿Lo somos? ¿Amigos?
Hermione ladeó la cabeza hacia un lado; una pregunta en sus ojos.
—Pensaba que sí.
Draco asintió.
—De acuerdo, entonces. Amigos.
La palabra se sintió extraña saliendo de su boca, aunque no desagradablemente. La calma se apoderó finalmente de su mesa oscura, y ambos se relajaron visiblemente.
Después del emotivo comienzo de la noche, las cosas volvieron a la normalidad cuando ordenaron los platos principales y hablaron sobre sus respectivos días de trabajo. Por sugerencia de Hermione, dieron un paseo por el distrito de los teatros después de la cena.
A pesar de que era tarde en la noche de noviembre, ni Draco ni Hermione sintieron el frío, especialmente después de dividir dos botellas de vino en el transcurso de la comida. Por su parte, Draco se alegró de complacer su sugerencia de caminar, aunque solo fuera para despejar el ligero zumbido en su sistema.
Caminaron en un cómodo silencio durante unos minutos, lo suficientemente cerca como para que sus hombros se rozaran, pero a ninguno de los dos les importó. Si se concentraba, no es que debiera hacerlo, Draco podría captar ese misterioso aroma floral de su cabello.
Hermione rompió el silencio primero.
—Acerca de lo que dijiste en la cena… —se calló y Draco levantó las cejas y la miró, esperando que continuara—. Gracias por disculparte. Sé que probablemente fue muy difícil para ti.
Draco se encogió de hombros y desvió la mirada. No tienes ni puta idea, Granger. Pero tenía que intentarlo.
—Era necesario. —respondió con rigidez.
Hermione asintió.
—Aún así, lo aprecio.
Comenzaron a caminar de nuevo por los adoquines a un ritmo más lento. El aire de noviembre era helado, pero Draco todavía se sentía agradablemente cálido incluso sin lanzar un hechizo. No podía decir si era por el vino, sus palabras o su compañía, y prefería no insistir en ello en absoluto.
Ella habló en voz baja de nuevo.
—A pesar de lo que puedas haber pensado, nunca te odié, sabes. Era más un sentimiento de… decepción.
—¿Qué quieres decir? —el corazón de Draco se aceleró, preguntándose si el hacha estaba a punto de caer.
Se detuvieron frente al teatro de ballet. Hermione se giró para mirarlo directamente a la cara con una expresión pensativa.
—Cuando me intimidaste en la escuela, nunca me atreví a sentir odio real por ti. Obviamente, no me gustabas particularmente, ya que dañaste mucho mi confianza y derramé más que suficientes lágrimas por ti en mis primeros años de escuela…
Draco se encogió ante los recuerdos. Merlín, había sido un imbécil, ¿no?
—Pero siempre me pareció que tenías mucho más que ofrecer al mundo que la vida que tu padre deseaba para ti. Sé que sacaste buenas notas en la escuela y conocerte me ha permitido ver que eres inteligente, perspicaz y ambicioso. Quiero que sepas que vi todo ese potencial en ti a una edad temprana, pero cada vez que abrías la boca y soltabas tonterías sobre la pureza o incitabas a Ron por la falta de dinero de su familia, me decepcionaba que eligieras desperdiciar tu autoestima de esa manera.
Se le cortó la respiración. Su evaluación de él era una de las cosas más honestas que Draco había escuchado de otra persona. ¿Cómo podía Granger estar tan cómoda compartiendo esto con él? Esto debe ser lo que era tener un amigo real. No lo había dejado completamente libre de culpa, ni debería hacerlo, pero también había hecho una lista de las cosas que admiraba de él. Ella creía en él. Draco no podía recordar la última vez que alguien le había hecho un cumplido genuino.
Draco tragó con dificultad.
—Gracias, Granger. Eso significa mucho... sobre todo viniendo de ti. Siento mucho haber…
Ella levantó una mano para detener su discurso contrito.
—Malfoy, mira, he tenido suficientes disculpas por esta noche. A decir verdad, te perdoné hace mucho tiempo por tu comportamiento infantil. Créeme. —dejó escapar una risa vacía—. Vi suficiente horror real en mi vida para insistir demasiado en tus viejos prejuicios de cuando éramos niños.
Draco la observó mientras se abrazaba y giraba hacia el frente brillantemente iluminado del teatro de ballet. Sus ojos marrones estaban mirando algo lejano, al parecer.
—También tengo pesadillas sobre lo que tu tía me hizo en tu casa —continuó y Draco se mordió el interior de la mejilla y sintió que apretaba los puños, una mezcla de vergüenza y miedo irradiando a través de él—. Y te perdono, lo hago. Sé la posición imposible en la que estabas con tus padres. Todavía me gustaría hablar de eso, algún día, cuando ambos estemos listos. —ella se giró para mirarlo, y Draco se quedó perplejo al ver una pequeña sonrisa jugando en sus labios—. Solo que no esta noche. Me lo estoy pasando demasiado bien.
—¿Lo estás pasando bien? —soltó la pregunta y se maldijo por su falta de control. ¿Por qué Granger siempre lo hacía sentir tan fuera de lugar? Tengo el control de esto.
—Si. Me alegro de que seamos amigos, Malfoy.
—Yo también, Granger.
Ella le dio otra sonrisa genuina y Draco experimentó esa sensación cálida en todo el cuerpo nuevamente. Notó que Granger miraba a su alrededor y se veía un poco incómoda. Ella debe estar tratando de encontrar una manera de terminar suavemente la noche. ¿Cómo solía separarse uno de un amigo? Draco tenía el presentimiento de que el "hasta luego, compañero" que intercambiaba con Theo no sería suficiente para Granger. Mientras luchaba internamente con la forma de realizar una interacción social básica, casi se perdió su siguiente comentario.
—La nueva temporada del ballet es después de las vacaciones. —Hermione hizo un gesto hacia los carteles grandes y móviles de bailarines que adornaban las puertas oscuras del teatro.
—El ballet de Moscú es uno de los mejores y parece que se están preparando para un espectáculo clásico. —ofreció él.
—No podría dar mi opinión al respecto, nunca he estado en el ballet mágico. —admitió en voz baja.
—¿Nunca? —él arqueó una ceja y ella asintió.
—Solía ir a los ballets muggles con mis padres cuando era más joven. Nos asegurábamos de ver una presentación de El cascanueces en Navidad todos los años. —dijo, sonriendo con nostalgia.
Draco arrugó la nariz pero decidió no decir nada negativo sobre los ballets muggles con nombres que sonaban ridículos. ¿El cascanueces?
—Deberíamos ir a uno entonces. Mi familia sigue siendo patrocinadora de este teatro, así que estoy bastante seguro de que tenemos boletos para la nueva temporada.
—Espera, ¿en serio? ¿Tienes boletos para la temporada para el ballet y me llevarías?
Draco se encogió de hombros y trató de parecer indiferente. No había ido al ballet desde que era un niño pequeño y, la verdad, lo aburría hasta las lágrimas. Pero Granger se veía tan jodidamente emocionada, ¿cómo no podía ofrecerle esto? De eso se trataba la amistad, ¿verdad?
Pero tal vez ella no quería ir con él. Quizá no quería ser vista con él en público. Raspó la punta de su zapato de piel de dragón contra el adoquín y se metió las manos en los bolsillos.
—Por supuesto, podrías llevar a una de tus amigas en su lugar. ¿Quizás Weasley o Lovegood?
Hermione soltó una carcajada.
—Es Potter, y Dios mío, no, no puedo llevarme a ninguno de los dos. Ginny preferiría que la alimentaran a la fuerza con branquialgas y Luna está convencida de que los ballets son una conspiración inventada por las gacelas para hacer que los humanos se sientan cohibidos.
—Disculpa, ¿qué?
—No importa. El punto es que eres el único amigo que estaría dispuesto a acompañarme. ¿Por favor? Incluso te pagaré por mi boleto.
Draco agitó una mano impaciente y trató de ignorar la sensación de vacío en su estómago por la forma en que ella había dicho "Por favor".
—No digas cosas absurdas. Bien, te llevaré al maldito ballet. Escoge una fecha en enero o febrero e iremos.
Hermione aplaudió con entusiasmo y Draco trató de ignorar la sensación de ligereza en su pecho ante la idea de que la había hecho feliz. Seguro que estaba ignorando y reprimiendo muchos sentimientos esta noche. Tengo el control de esto.
—¡Excelente! Elegiré la noche y te avisaré el lunes. —ella lo miró a la cara, su sonrisa era amplia y sincera—. Esto fue genial, Malfoy, gracias por sugerir la cena.
Él inclinó la cabeza hacia ella.
—De nada Granger —murmuró.
Hermione dio un paso atrás y lo saludó con la mano.
—Supongo que te veré el lunes entonces. Disfruta el resto de tu fin de semana.
Simplemente le dio un asentimiento amistoso antes de que ella apareciera y dejara a Draco mirando el espacio vacío que ella había ocupado momentos antes.
Cuando regresó a su propia casa momentos después, dos cartas lo estaban esperando. La primera y más emocionante carta fue de McGonagall. Los directores de la escuela habían aceptado su moción para revisar el fondo para niños de padres no mágicos, y debería recibir una lista de comentarios de ellos después del Año Nuevo.
Dejando a un lado las buenas noticias, abrió la segunda publicación menos emocionante. Era una carta de su madre, actualmente en Francia, preguntándole si le gustaría visitarla antes de que ella regresara a Inglaterra para la temporada navideña.
Draco llevó la carta de su madre al escritorio de su dormitorio. Le escribió a Narcissa un rechazo cordial, diciendo que estaría demasiado ocupado con las obligaciones sociales para el trabajo (esto era cierto) en las próximas semanas a medida que aumentaba la temporada navideña y que, lamentablemente, no podía perder el tiempo en una visita. Escribió que esperaba con ansias su regreso y deliberadamente no abordó el párrafo de Narcissa que detalla los nombres y atributos de varias jóvenes brujas francesas que habían preguntado por su bienestar.
Draco resopló en voz alta mientras imaginaba la reacción de su madre ante su cena con Granger. Sí, madre, estoy seguro de que esas encantadoras señoritas están preocupadas por mi bienestar real y no en si casarse conmigo resultaría en una llave para las bóvedas Malfoy en Gringotts. Por cierto, acabo de pasar la tarde en compañía de mi amiga, Hermione Granger. ¿Puede que la conozcas como una heroína de guerra y la joven que fue torturada por tu hermana en el suelo del salón de nuestra mansión? Sí, bueno, nuestro tiempo juntos generalmente consiste en una estimulación intelectual a un nivel con el que la mayoría de los humanos sueñan porque ella es jodidamente brillante y ...
Obviamente, no le escribiría eso a su madre esta noche. En cambio, incluyó un breve párrafo sobre su trabajo y llamó a su lechuza.
*The Wilting Rose: Al español se traduce como La Rosa Espinada, pero me gustó más como queda en inglés y por eso dejé el nombre del restaurante en su idioma original.
N/A: Dato curioso sobre este capítulo en particular, la escena de la disculpa en el restaurante fue la escena que impulsó todo este fic. Hace años (oh señor, años y años), imaginé cómo sería para un personaje como Draco disculparse sinceramente con Hermione... y luego pensé en cómo llegarían a ese momento y cómo les afectaría esto después y luego todo se convirtió en esta gigantesca historia de combustión lenta que finalmente puedo compartir. No puedo comenzar a expresar lo feliz que me hacen todas sus interacciones con esta historia, así que una vez más, gracias, gracias, gracias.
N/T: La talentosísima Flyora realizó un hermoso fanart sobre este capítulo, lamentablemente no puedo compartir la imagen con ustedes por aquí, pero la estaré publicando en mis stories de IG y de Facebook. Y respecto al capítulo, ya lo leyeron de la misma HeyJude, es una historia de combustión lenta, por lo que estos dos van un paso a la vez, y es lo que la hace una de mis historias favoritas; verán que todo lo que pasa hasta que lleguen "ahí" vale completamente la pena. No olviden sus reviews y, con suerte, esta hay doble actualización.
