CAPÍTULO 11: REENCUENTROS I
"¿A donde piensas ir a estas horas Sakurita?"
"¿Tu qué crees Kerberos?"
"Pero Sakurita, es muy tarde y acabamos de llegar. ¿Por qué no esperas hasta mañana?"
"Ya he esperado por mucho tiempo."
Sakura discutía con el pequeño Kero que se encontraba dentro de un bolso que la Maestra de Cartas había pasado a Yue en la puerta de la limosina que había estado esperando en la entrada del Aeropuerto Internacional de Tokio. Un pequeño desacuerdo que ya empezaba a llamar la atención de los transeúntes.
"Es mejor que ya no insistas Kerberos. Nuestra ama ha tomado una decisión y es nuestro deber respetarla."
"Gracias Yue. Trataré de volver lo más pronto posible, mientras espérenme en casa."
La puerta del vehículo se cerró y comenzó a moverse mientras adentro comenzaba una discusión entre los dos guardianes de las Sakura Cards.
"No entiendo por qué le permites hacer lo que quiera." – Exclamaba un pequeño y furibundo Kero.
"No está en nuestro poder detenerla. Tu mejor que nadie sabe que nuestra ama tiene una voluntad de hierro y cuando toma una decisión no haya nada que la haga cambiar de parecer."
"¡Eso lo sé! ¡Pero debes haberlo sentido... Sakura ha estado extendiendo a fuerza los límites de su magia y..."
"...y su poder ha decaído notablemente en estos días, sí lo he notado pero nuestra ama sabe lo que hace."
Kero lo miró desconfiado como si...
"Tu sabes algo que yo no, ¿cierto Yue?"
Yue no contestó, tan solo siguió en su posición mirando al frente mientras Kero lo miraba fijamente.
"Odio cuando me hacen esto." – Masculló las palabras el pequeño león alado mientras se sentaba a un lado del Guardián de la Luna.
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Sakura se había alejado de la entrada del aeropuerto caminando, buscando un lugar donde pudiera usar su magia. Eso fue algo que le tomó un poco de tiempo debido a la gran cantidad de gente que se movía en el lugar, después de todo ¿qué más concurrido que el aeropuerto de una de las ciudades más pobladas del mundo?
"Llave que guardas el poder de mi estrella. Muestra tu verdadera forma ante mi, Sakura. Quien aceptó este pacto contigo. ¡LIBÉRATE!"
El gran báculo de la estrella creció en su mano creando un gran resplandor que en la obscuridad de la noche no pasó desapercibido para un pequeño grupo de personas cercanas al lugar pero cuando llegaron donde se había originado el resplandor no había nada y una de las personas dijo.
"¿Qué habrá sido eso?"
Mientras en uno de los aviones que se encontraban en el espacio aéreo del aeropuerto, un pequeño niño que había dormido en todo el viaje fue despertado por el anuncio de la azafata.
"... Señoras y Señores. El avión ha comenzado su aproximación al Aeropuerto Internacional de Tokio y muy pronto estaremos en tierra. Por favor, todos deben volver a sus asientos y ajustar su cinturón de seguridad..."
El niño aún somnoliento miró por la ventana para admirar la ciudad iluminada pero algo más "interesante" llamó su atención. Una bella joven en trajes chinos y grandes y hermosas alas con un tinte rosado volaba a la par del gran aeroplano.
El niño, confundido se refregó los ojos creyendo que aún estaba soñando y volvió a mirar por la ventana para confirmar que era cierto, una bella mujer con alas volaba al lado del avión.
"Mamá, creo que allí afuera hay un... ángel."
"Si, hijito. Claro que hay un ángel." – Dijo la madre del niño, dándole la razón sin siquiera haber vuelto a mirarlo y dándole palmaditas en la cabeza.
Era una noche despejada y tranquila, Sakura admiraba desde el aire la gran ciudad recordando todo lo que había pasado en su vida.
La torre de Tokio era visible e hizo un pequeño rodeo hasta allí recordando la noche en que tuvo que enfrentar a Yue en el juicio por la posesión y comando de las Clow Cards. Después de echar un rápido vistazo del lugar volvió a tomar vuelo y se dirigió hacia Tomoeda.
En un hospital de la ciudad un joven de cabello negro levemente alborotado miraba por la ventana, con un gesto serio buscaba entre la obscuridad del cielo nocturno después de haber sentido una energía muy familiar.
La puerta de la habitación donde aquella persona se encontraba se abrió y otro hombre rubio casi tan alto como el otro entró y tras notar el gesto del otro se dirigió a él.
"¿Sucede algo señor Kinomoto?" – Al instante arrojó una lata de refresco a quien se dirigía a pesar de que se encontraba de espaldas a él.
"Siento algo..." – Toya respondió al mismo tiempo que se daba la vuelta y agarraba la lata. – "... algo muy familiar."
"¿En serio?" – Alex cerró sus ojos y se concentró tratando de percibir algo. – "Raro, yo no siento nada pero espero que no sean problemas... ya tenemos suficientes."
Ambos hombres miraron a un lado de la habitación donde aún en coma profundo estaba Tomoyo Daidouji que, según los monitores indicaban que sus signos vitales eran muy débiles y los doctores no daban muchas esperanzas.
"Realmente necesitamos ayuda... Eriol, ¿Por qué se demora tanto?" – Exclamó el inglés admirando a la joven de cabellos negros. – "Señor Kinomoto será mejor que se vaya a su casa y descanse."
"Si, creo que sí."
Solo le tomó unos minutos llegar a Tomoeda. Desde las alturas todo parecía ser igual, el Parque Pingüino, la Primaria, El Parque de Diversiones, El Templo Tsukimine... todo estaba en su lugar.
Sakura Kinomoto aterrizó en un lugar familiar, un lugar que por mucho tiempo llamó hogar... era su casa cuando vivió allí.
Era muy extraño, el lugar parecía deshabitado, una casa abandonada. Estaba toda descuidada y el pasto del jardín era abundante, realmente extraño ver una casa abandonada en Japón.
La joven de ojos verdes lentamente abrió el portal y se dirigió a la puerta principal. Dejando salir un gran suspiro antes de entrar, abrió la puerta e ingresó a la casa.
Creo que no es necesario decir que el lugar estaba casi en ruinas, la falta de aseo y presencia humana había hecho estragos en el lugar. Una a una revisó las secciones de la primera planta... el salón, el comedor, la cocina... cada una llena de recuerdos de los buenos tiempos con su padre y su hermano. Solo ahí, en ese entonces se dio cuenta de cuanto los extrañaba. Eso no quiere decir que no los hubiera extrañado antes, pero siempre evitaba pensar en ellos para no deprimirse, pero como siempre el pasado alcanzó el presente mostrándole lo que había dejado atrás y que ha pesar de haber vuelto nada podría ser igual.
Dejando la primer piso a un lado, Sakura subió por las escaleras y al igual que antes revisó cada habitación... el cuarto de su padre, el de su hermano y por último el suyo. La sorpresa que se llevó fue mayúscula... congelado en el tiempo su habitación permanecía tal cual la había dejado... su cama, su escritorio, inclusive algunos viejos libros de la escuela y muñecos de peluche de su niñez estaban en su lugar... claro, debajo de capas y capas de polvo, pero seguían allí.
"THE WINDY"
Un suave viento envolvió toda la habitación y retiró toda la suciedad que cubría lo que fueron sus pertenencias alguna vez. Todos los objetos estaban en mal estado pero aún reconocibles.
Lo primero que revisó Sakura fue su escritorio. El lugar donde guardaba las Sakura Cards, el cajón que había designado como el dormitorio de Kero, donde guardaba todas las cartas y detalles que le había regalado su amiga Tomoyo... aquí fue donde se tomó su tiempo. Con cuidado de no destruir nada ya que el tiempo había podrido casi todo lo que estaba hecho de papel, la hija de Fujitaka comenzó leer una por una todas las cartas escritas por su mejor amiga. Sus recuerdos con ella a medida que leía lo que podía de las cartas y admiraba cada pequeño detalle de aquel cajón, socavaron la voluntad de la Maestra de Cartas y no pudo evitar llorar.
La necesitaba desesperadamente, solo Tomoyo había sido capaz de levantarle el ánimo cuando la necesitaba, siempre sabía que decir y hacer para hacerla sentir mejor. Su hermosa sonrisa y su melodiosa voz la llenaban de alegría y la inspiraban para seguir adelante. ¿en que momento pensó que podría vivir sin ella? Tomoyo siempre fue su gran inspiración.
"Qué estúpida niña. Llorando por cosas que no tienen remedio. Eres muy débil."
Una figura femenina estaba a su lado, era una mujer algo más alta que ella con ojos negros, su cabello era tan largo que alcanzaba a rozar el suelo y su color era de un degradado del castaño al negro a medida que llegaba a las puntas. Un vestido negro, largo y brillante sumado con la seriedad y frialdad de su rostro era una visión bastante... escalofriante.
"Levántate y vayámonos de aquí. Es estúpido, no puedes revivir el pasado."
"¿Sabes Sakurita? Siempre me gustó esta cama, era muy cómoda y cálida." – Era la voz de la pequeña niña de ojos verdes que ahora le hablaba. – "¿Será que cuando encontramos a Tomoyo le pidas que haga algún postre? Tomoyo siempre cocinaba cosas ricas."
"Si tanto quieres encontrar a Tomoyo no lo lograrás si te quedas sentada llorando. Personalmente preferiría olvidar todo esto y volver a Inglaterra o mejor aún, al Caribe a disfrutar de la vida y no torturarme por estas estupideces."
"Kurai, no entiendes. La necesito para vivir... sin ella no soy nada." – Dijo Sakura entre lágrimas.
"¿Entonces por qué te quedas aquí sentada como tonta llorando?"
"Porque... no sé si ella quiera verme."
"Pero que cosa contigo... ¡definitivamente no sabes lo que quieres!"
"Déjala en paz. ¿no ves que está sufriendo?" – Intervino Hikari y luego se acercó a Sakura. – "Tranquila Sakurita. Tu conoces a Tomoyo, sin importar lo que haya pasado ella siempre tendrá los brazos abiertos para ti. Su corazón lleno de bondad nunca podría tenerte algún resentimiento."
"Tienes razón Hikari." – Profirió Sakura mientras se ponía de pie. – "Tomoyo siempre... ha tenido un gran corazón."
Sakura se apresuró a salir de la casa al momento que se desvanecían las otras dos figuras y volvía remontar vuelo sobre la ciudad... destino: La Mansión Daidouji.
EL lugar no parecía haber cambiado mucho, era igual de enorme. Sobrevoló el lugar un par de veces antes de acercarse a la ventana de la antigua habitación de Tomoyo. Las luces de toda la casa estaban apagadas, igual ya era bastante noche como para que alguien estuviera despierto.
Un momento antes de alcanzar la ventana de la habitación, la luz de esta se encendió y Sakura tuvo que maniobrar para aterrizar a un lado para no ser descubierta. Era la mamá de Tomoyo, Sonomi Daidouji la que acababa de entrar.
La señora de cabello rojo caminó lentamente en la enorme alcoba memorizando cada centímetro de la misma, observando cada detalle, revisando cada objeto, como si quisiera absorber el alma del lugar. La hija de Fujitaka la observó en todo momento, como recorría aquel lugar como si se tratara del algún santuario o lugar sagrado. Sonomi tomó una de las fotos que colgaba de las paredes y se sentó en la cama de Tomoyo, la angustia y el dolor de su rostro era abrumante.
Para Sakura vio la oportunidad de conocer el paradero de Tomoyo, cabe recordar que hacía casi un mes la presencia de Tomoyo casi había desaparecido lo que hacía para la Maestra de Cartas casi imposible precisar su ubicación exacta... la única cosa que sabía que estaba en Japón y con Sonomi su única oportunidad de averiguarlo.
Solo había un problema. No quería enfrentarla, Sakura tenía una ligera idea del por qué la presencia de Tomoyo estaba desapareciendo... estaba agonizando y la expresión reflejada en su rostro le daba la razón. Además su repentina aparición provocaría muchas preguntas que no estaba dispuesta a responder... al menos no hasta que viera a Tomoyo.
"THE SLEEP"
La carta se materializó y realizó su trabajo dejando a la mujer pelirroja profundamente dormida sobre la cama.
Usando la carta THE THROUGH, Sakura atravesó la pared y la ventana para ingresar. Se acercó a la inconsciente Sonomi, en su mano, en un lindo marco, una foto donde Tomoyo y ella se encontraban vestidas con kimonos seguramente para alguna festival a las que tantas veces asistió con su amiga.
Con cariño retiró un mechón de cabello que caía delicadamente sobre el rostro de la hermosa dama. Sakura no puso evitar esbozar una sonrisa, en cada instante se comenzaba a sentir más cómoda, más en casa. Ver aquel rostro tan familiar le hacía una inmensa dicha y esperanza.
De entre los pliegues de su ropa sacó un papel con un selló mágico, pero no era el suyo. Lo colocó en la frente de Sonomi y dijo.
"Permíteme ver más allá, dentro de la mente de esta persona. Para conocer lo que he anhelado por tanto tiempo."
Una luz brilló en la frente de amabas mujeres, como si se tratase de un tercer ojo. Luego de que aquel conjuro hubiera terminado, el papel se consumió en una llama azul sin dejar rastro.
"Gracias Ma Yuan" – Susurró levemente la hechicera.
Sakura se puso de pie y se dispuso a marcharse pero "algo" de lo que había sacado de la mente de Sonomi aunado a una sutil presencia familiar pero claramente diferente la detuvo. Estaba confundida ¿acaso Tomoyo estaba en casa? Y si así fuera ¿por qué no se encuentra aquí, en su habitación?
Sin pensarlo mucho, los ojos esmeralda salió de la habitación siguiendo la curiosa presencia. Sakura entró en la habitación contigua a la de Tomoyo, con cuidado de no despertar a quien dormía se introdujo en el cuarto.
El lugar estaba bastante obscuro así que Skaura utilizó la carta THE GLOW para que un leve brillo le permitiera ver con más detalle aquel cuarto. Lo primero que notó es que la habitación pertenecía a una niña. Los toques delicados y hermosos adornaban aquel lugar, el aroma dulce de las flores, los muñecos de felpa y el decorado en general indudablemente infantil corroboraban su suposición.
En un lado de la habitación se encontraba la cama y sobre ella una personita... a medida que Sakura se acercaba pudo notar que se trataba de una niña. Una vez se hizo a un lado pudo ver mejor de quien se trataba. Efectivamente era una niña, que dormía abrazando un osito de felpa como si fuese su pertenencia más preciada. Sakura se acercó un poco más algo aturdida por la presencia de aquella criatura.
La sorpresa que se llevó la Maestra de Cartas fue impactante. Era Tomoyo, era ella... pero ¿cómo?. No podía ser posible, esta niña no tendría más de 5 años pero su rostro era idéntico a la de Tomoyo. Su cabello era obscuro pero la débil luz de la carta no le permitió precisar su color exacto. Su piel, sus gestos, incluso esa pequeña sonrisa que siempre adornó el rostro de su amiga aún cuando dormía estaban presentes en la pequeña.
Más confundida aún Sakura se sentó en el piso pensando de que se podría tratar eso. La verdad no tuvo que pensar mucho, la única explicación es que aquella niña se tratara de la hermana menor de Tomoyo. Pero su amiga nunca le había dicho que iba a tener una hermanita pero, claro... en ese entonces ya había comenzado a ignorar a Tomoyo que de seguro le dijo y no le prestó atención.
Sakura se volvió acercar a aquella niña y la admiró un rato, acarició con suavidad y cariño aquel rostro tan familiar y a la vez tan extraño para besar su frente amorosamente antes de salir del lugar y dirigirse en donde se encontraba a la persona que había venido a buscar.
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"Deberías calmarte un poco Li. Estas realmente alterado."
"¡¿Y como diablos se supone que esté?! ¡No puedo ponerme a esperar a que se aparezca de nuevo, lo buscaré y lo mataré así tenga que ir hasta el final del mundo!"
"¿No has pensado que todo esto podría ser una trampa?" – Exclamaba Hiragizawa mientras su alterado compañero iba y venía dentro de la habitación. – "Si lo enfrentas ahora morirás, ¿eso es lo que quieres?"
"¡No me importa Hiragizawa, pero no dejaré que se me escape de nuevo... no esta vez, además..."
"... Sakura podría estas corriendo peligro." – El joven de cabellos negros terminaba la frase de su colega mientras este desviaba la mirada con un gesto de furia mal contenida.
"En vez de estar perdiendo el tiempo tratando de convencerme deberías ayudarme."
"Y lo haré, solo quería asegurarme que sabías lo que estas haciendo y el riesgo que estás tomando."
"¿Y bien?"
"Y bien... pues creo que te precipitas. Sin embargo, estoy de acuerdo contigo. Sakura podría correr peligro pero no estamos en posición para ser ofensivos."
No hacía mucho tiempo que los dos hechiceros Shaoran y Eriol había recibido una visita nada agradable. La reacción inmediata del Jefe del Clan Li fue preparar todo para marcharse lo más pronto posible a Japón, acción que no fue del total agrado de Ieran Li pero la determinación del joven Shaoran no tenía vuelta de hoja y en la última hora habían estado preparando todo para su viaje, claro está que el inglés no le dejaría hacer esto solo también le iba acompañar.
"No dejaré que nadie vuelva a morir si puedo evitarlo." – Susurró para si mismo Shaoran y en un gesto de furia tomó una copa de donde había estado bebiendo y la arrojó contra la pared antes de abandonar la habitación al mismo tiempo que entraba Nakuru y Spinnel que ni siquiera les devolvió el saludo.
"Pero que geniesito. Se habrá vuelto un chico muy guapo pero con una actitud de los mil demonios." – Dijo Nakuru algo molesta por la actitud del chino.
"Está muy preocupado, ese es el motivo." – Exclamó Eriol mientras tomaba asiento. – "Pero tienes razón, Shaoran siempre lo conocí por ser metódico en su actuar y más con esta situación debería mantener la mente fría pero ahora... es muy impulsivo."
"Shaoran nunca ha sido lógico cuando se ha tratado de Sakura." – Ahora era Spinnel quien intervenía. – "Está más interesado en protegerla que en vengarse por lo de Mei Ling."
"Cuando se trata de Sakura, Shaoran es descuidado no impulsivo. Esa actitud no la tenía cuando llegué aquí. Debió ser..." – La reencarnación de Clow no terminó su frase, su conclusión la dejó para si mismo.
"Pobre Ma Yuan, se va a poner muy triste cuando se entere de esto y que Shaoran ya no quiere casarse con ella." – Explicó la falsa identidad de Ruby Moon.
"Eso era inevitable. Pero al menos Shaoran ya tomó su decisión y dejó de jugar con ambas. Sí, será duro para la señorita Shang pero es mejor que seguir viviendo una mentira pero no creo que esto termine bien para Shaoran."
"¿Por qué lo dices Eriol? ¿Acaso Sakura no quiere a Shaoran?"
EL inglés no respondió, solo se sonrió mientras recordaba lo que le había confesado la antigua Card Captor. El desenlace aún le era incierto pero se iba a divertir viendo como se presentarían las cosas.
"Eriol ¿acaso tu sabes algo?"
"Nada, no se nada."
"No te creo. Pero en fin, ¿qué vamos a hacer nosotros?"
"¿Nosotros?, sencillo iremos a Japón."
"¡¡¡SSIII!!!" – Respondió la señorita Akizuki mientras festejaba aquella decisión.
"¿Por qué estas tan feliz Nakuru?" – Exclamó el pequeño gato negro.
"Pues que va ser Spi. Voy a volver a ver a mi querido Touya y terminar lo que no terminé hace años."
"Tu no cambias." – Exclamó Spinnel con una gran gota en la cabeza al ver el alboroto armado por su compañera.
Mientras los dos guardianes comenzaban un pequeño combate verbal Eriol pensaba sobre la implicancia de lo que ocurría. Al parecer aquella mujer tenía algo personal contra él por el simple hecho de ser un aristócrata... bueno, en realidad no era simple pero nunca se había puesto a pensar lo que antiguamente las clases dirigentes le hacía a las clases bajas y con los reclamos de Kassandra se alcanzó a sentir culpable al mostrar lo que había pasado con ella.
Eso lo llevaba a otra cuestión: Kassandra era inmortal, era una muerta viva y combatir algo así no iba a ser nada sencillo pero lo que le inquietaba era ¿por qué no le había matado en ese instante si le tenía tanto rencor?... muchas preguntas y pocas respuestas. Ahora su preocupación era si Shaoran tenía razón, si en realidad estos sujetos estaban detrás de Sakura porque no podía ser coincidencia que el día en que ella se marchó a Japón precisamente aparecían invitándolos a ese lugar. Algo muy malo iba a pasar y debían tener cuidado.
"Sakura cuídate." – Susurró el inglés a una persona que no se encontraba allí.
Detrás de la puerta de la habitación donde Eriol y sus guardianes hablaban una joven de cabellos negros sollozaba en silencio, con una mano en el corazón, con los ojos llenos de lágrimas y su rostro pálido no podía ocultar una inmensa tristeza y dolor.
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Ya estaba allí, por fin... después de tanto tiempo y no podía evitar sentirse sumamente inquieta, nerviosa y ansiosa.
Dio una vuelta más antes de aproximarse a la ventana que había deducido que era su habitación y con ayuda de las Sakura Cards entró en el lugar.
Una vez adentro, deshizo el hechizo de THE FLY y convirtió el báculo en llave. La habitación era bastante obscura pero la poca luz que se filtraba de afuera proveía la suficiente para notar ciertos detalles, el único sonido que se podía oír era los monitores de los signos vitales y aparte de ella la única presencia allí era de quien yacía en la cama de aquel hospital.
Tragó saliva a medida que sus ojos se acostumbraban a las penumbras y comenzaba a detallar mejor el lugar. A unos pasos de allí estaba por lo que tanto había esperado, la persona que tanto había añorado, que tanto amaba y necesitaba. Comenzó a acercarse lentamente. Cada paso parecía ser más difícil que el anterior, con cada paso su corazón latía más violentamente que casi ni le permitía respirar, con cada paso sus sentimientos comenzaban a florecer desde lo más profundo de su alma abrumando su mente y sus sentidos.
Parecía un sueño, después de tanto tiempo estaba allí a su lado. Era muy irreal, una fantasía, un sueño del cual no quisiera despertar. A pesar de estar a un paso de la muerte su belleza era absoluta. Ahora que tenía a Tomoyo al frente de ella no había duda, era a ella a quien amaba, no a Shaoran o a Eriol... era esta joven de brillantes cabellos negros la que daba sentido a su vida. Por primera vez en 5 años, no sentía dolor, ni pena, ni duda o sufrimiento. Así como siempre había sido, Tomoyo Daidouji solo inspiraba el más puro y hermoso sentimiento, limpiando su alma, aclarando su mente y ofreciéndole amor a su corazón.
Con total delicadeza, las manos de Sakura retiró la mascarilla del rostro de Tomoyo. Observó embelesada las finas facciones de la joven de cabellos negros, admirando como el tiempo había convertido a su amiga en una mujer muy bella. Hacía mucho tiempo que no la veía y quería notar que tanto había cambiado. Ya no era una niña pero su rostro mantenía ciertos rasgos infantiles, una belleza exótica inigualable y que para Sakura le era imposible escapar a su dulzura e inocencia.
Con su mano, Sakura acarició con amorosa ternura su mejilla pálida y fría, su suave tez era una delicia al tacto y que débilmente irradiaba el calor de la vida de alguien que quiere vivir. Curiosamente, la boca de Tomoyo se curvó en una delicada sonrisa al sentir el contacto de aquella mano. La joven de ojos esmeraldas no pudo evitar sonreír también. Amaba esa sonrisa, una sonrisa añorada por mucho tiempo.
Como un impulso invisible que no podía detener de su propio deseo y amor, Sakura se inclinó hacia el rostro de Tomoyo sin detenerse hasta tenerla a unos pocos centímetros. Su cabello castaño se deslizó delicadamente por los costados de su rostro encerrándola a ella y a la chica de cabellos negros en un lugar, un mundo, un universo donde solo estaban ellas, donde solo existían únicamente Sakura y Tomoyo, donde todo lo demás no importaba.
Nunca había estado tan cerca de Tomoyo como ahora, así que la contempló, la observó dando cuenta de todos los detalles de su rostro. Admirándola como se admira a una diosa porque eso es lo que era Tomoyo para Sakura: una diosa.
Lentamente Sakura cerró sus ojos y comenzó a acercarse al rostro su amiga. En un primer instante sus narices se tocaron, un leve roce primer indicio de la cercanía de sus bocas. Ahora más lentamente Sakura acercó sus labios y delicadamente rozó los labios de Tomoyo. Un débil gemido de quien yacía en cama permitió a Sakura sentir la calidez de su aliento provocando que abriera sus ojos dejando caer una lágrima sobre la mejilla de Tomoyo y notando lo cerca que estaba de la persona que amaba.
"... Sakura..."
Un susurro, como un murmullo del viento cuando sopla delicadamente en un cálido día de Abril, así fue aquel débil sonido que se había escapado de los labios de la princesa de cabellos negros. Sakura se reincorporó al escuchar su nombre al salir de los labios de su amada – 'Que tonta. Como pensé en besarla, no tengo ese derecho... no aún.' – Pensó la Maestra de Cartas mientras daba un paso hacia atrás. Dio un vistazo a su alrededor buscando una silla que luego acercó a la cama. Tomó con cariño y firmeza la delicada mano de Tomoyo mientras se sentaba a su lado.
"Te prometo que todo estará bien. Aunque me cueste la vida yo te protegeré."
Fueron las últimas palabras de la joven de ojos verdes antes de quedarse dormida con su cabeza apoyada sobre las piernas de Tomoyo y sujetando su mano como si fuera lo más precioso y hermoso del mundo.
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Estaba realmente obscuro, en verdad no se podía ver nada solo una gran y profunda obscuridad, una densa niebla se alzaba hasta su cintura haciendo el camino más incierto. Caminaba con paso firme y sin miedo, seguro de cada paso que daba, con su espada empuñada listo para cualquier cosa.
Una silueta comenzó a divisarse a lo lejos. No sintió amenaza, al parecer conocía a la persona que estaba allí de espaldas a él y apresuró un poco el paso. Pero algo extraño pasaba, a medida que se acercaba se comenzaba a sentir más pesado dificultándole el poder esta al lado de esa persona.
Con mucho esfuerzo pudo estar a unos escasos 3 metros, la podía ver claramente, se trataba de una mujer a alguien que conocía, de cabellos castaños en un traje color rosado suave.
"... s.. a .. k.. u.. r.. a.."
Curiosamente para Shaoran al pronunciar el nombre de la joven su voz salió débilmente casi inaudible.
"... s.. a.. k.. u.. r.. a.."
De nuevo, Sahoran trató de gritar con todas sus fuerzas pero su voz se desvanecía rápidamente al igual que sus fuerzas. Estaba de rodillas, apoyado precariamente de su espada. Llamó de nuevo con todas sus fuerzas pero esta vez ni él mismo pudo escucharse, sus fuerzas lo abandonaban rápidamente e incluso se le dificultaba respirar.
En un momento la Maestra de Cartas que había permanecido inmóvil se dio la vuelta. Shaoran pudo por fin verle el rostro, estaba llorando, todo el semblante de Sakura era pura tristeza.
"Perdóname Shaoran. Nunca quise hacerte daño."
"¿Por qué me dices eso?" – Respondió el Jefe del Clan Li, a medida que hacía acopio de toda su fuerza para ponerse de pie y al mismo tiempo se daba cuenta que en manos de Sakura había una espada negra.
"Es algo que tengo que hacer, es mi deber. Lo siento mucho mi querido Shaoran."
Y sin titubear un segundo, Sakura levantó la espada, la tomó con ambas manos y apunto a su propio corazón. No había que ser un genio que es lo que iba a pasar y Shaoran con todas sus fuerzas se dirigió hacia ella con el fin de detenerla.
"Adiós Shaoran... te... te amo."
Y con estas palabras de un solo golpe Sakura se perforó el corazón, cayendo de rodillas mientras la sangre se deslizaba abundantemente por la espada y caía al suelo. En ese mismo instante comenzó a temblar y el piso se abrió en dos entre Sakura y Shaoran y los separó a unos 5 metros. Ahora era más inalcanzable que nunca y solo podía ver impotente como se extinguía lentamente la vida de Sakura.
El pobre Shaoran comenzó a llorar amargamente, sabía que aún vivía pero también sabía que su muerte era inevitable. El latido del corazón de Sakura era audible, golpeteaba en sus tímpanos con fuerza y a cada segundo se hacían más lentos hasta que se detuvo, entonces supo que había muerto.
Una gran columna de luz se alzó detrás del cadáver de Sakura y unas enormes alas blancas emergieron de ella.
"¡¡HA HA HA HA!!" – Una gran y horrible carcajada se escuchó detrás de él, giró su cabeza para ver de quien se trataba pero la obscuridad no el permitió distinguir a nadie. – "No te preocupes, pronto te reunirás con ella... en el otro mundo."
"Eso no lo permitiré."
Se escucho otra voz, esta vez infantil que provenía de la columna de luz. La silueta de una persona pequeña, un niño o una niña, salió de aquella columna pero su brillo no le permitió distinguir de quien se trataba. El suelo tembló de nuevo y el suelo debajo de sus pies de comenzó a derrumbar haciendo que Shaoran cayera al profundo y obscuro abismo.
Se despertó de repente, la luz del día se filtró por la pequeña ventanilla del aeroplano y le daba directamente en el rostro.
"Que bueno que despertó Li, ya estamos próximos a aterrizar."
El joven Shaoran corrigió su postura sentándose correctamente y sacudió la cabeza intentando quitarse el sueño.
"¿Qué horas son?"
"Faltan 5 minutos para las 6 de la mañana" – Respondió Eriol mientras bebía de su copa.
"Debes estar preocupado para que estés bebiendo desde tan temprano." – Exclamó Shaoran mientras alzaba la mirada.
"Un poco de whisky no me va a caer mal." – dijo el inglés mientras volvía a beber. – "¿Durmió bien?"
Shaoran levantó una ceja extrañado por la pregunta, trató de recordar lo que había soñado pero la verdad ya casi la había olvidado solo unas pocas imágenes sin sentido que no le decían nada.
"No mucho la verdad. Tuve una pesadilla pero... ya ni lo recuerdo."
El Jefe del Clan Li miró por la ventana pensativo pero la voz de su colega lo volvió a la realidad.
"¿Por qué no nos acompañó tu prometida?"
"Porque necesito que atienda unos asuntos." – Respondió automáticamente. – "Como sabe bien la otra semana es la reunión del Consejo y además la llegada de Wang y las familias de mis hermanas. Necesito que les explique la situación y luego vendrá junto con Wang a ayudar en lo que se pueda."
"Bien, entonces cuando vengan podré viajar."
"¿Viajar? ¿Adónde?"
"Me preocupa que hasta ahora no tenga noticias de Kaho y quiero cerciorarme de que no le ha pasado nada malo. Así que volveré a Inglaterra por unos días, espero volver pronto."
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¿Nunca han sentido lo difícil que puede resultar el despertarse? ¿Lo difícil que es abrir los ojos a un nuevo día?, ¿y más cuando una fuerza invisible te mantiene atado en el mundo de los sueños donde todo lo que deseas y quieres está a tu disposición? No importa si es sueño o pesadilla, es un mundo que te llama y quiere que te quedes, tal vez se deba a que es un mundo que es reflejo de uno mismo, que puede llegar a fascinar como asustar.
La luz del sol es la primera que llama a abrir los ojos, el que anuncia la llegada de un nuevo día. Cuando se ha dormido mucho tiempo es más difícil despertar. Aún así la incesante luz puede llegar a ser molesta.
Con cierta dificultad y lentitud, unos ojos se abren. Parpadea un par de veces, su visión es borrosa pero en unos segundos la mirada brillante de ultramar se aclara. Se siente muy rara, su cuerpo le pesa, tanto que duras penas pudo abrir sus ojos – "¿Dónde estoy?" – es la primera cosa que pasa por su mente al no reconocer el lugar donde está, un techo extraño y desconocido es todo lo que sus ojos han visto. La evidente debilidad que azota a su ser lentamente comienza a desvanecerse, llenándose de nuevas y renovadas energías.
Con cuidado se reincorpora y vuelve a echar una mirada a su alrededor, nada familiar, no tiene la menor idea de donde está. Sacude su cabeza como intentando recordar por qué se encuentra allí, pero al tratar de llevar su mano izquierda a su cabeza se siente inmovilizada. Algo la retiene y no sabe que es.
Inquisitivamente su dulce mirada busca el origen de su inmovilidad. ¡Sorpresa! Al parecer una persona recostada sobre ella sujeta su mano con fuerza, era una chica que dormía sobre su regazo sosteniendo su mano con firmeza. Su cabello castaño caía levemente sobre su rostro y no pudo reconocer de quien se trata. Con su mano libre retiró su cabello para observar con más detalles el rostro de quien está allí con ella.
Su sorpresa se hizo mayor – "No puede ser ella" – es lo primero que pasó por su mente. Se quedó totalmente paralizada ante aquella perspectiva. De nuevo, con su mano libre, acarició el rostro de la chica de cabello castaño comprobando su autenticidad, de que realmente estaba allí.
De pronto, despertó la joven que dormía y sus ojos verdes se encontraron con los ojos azules, la sorpresa de ambas las dejó inmóviles por unos segundos.
"... ¿Sakura?..." – Susurra la joven de ojos azules.
"¡¡Tomoyo!!" – Exclama eufórica la Maestra de Cartas – "¡¡Estas despierta!!"
Sin pensarlo si quiera rodeó Tomoyo con sus brazos. Tomoyo algo aturdida y confundida tardó en reaccionar pero al comprender que realmente Sakura estaba allí respondió al gesto fundiéndose ambas en un gran abrazo.
"¡¡Oh!! Tomoyo, que gusto me da."
"¿Esto es real? ¿De verdad eres tu Sakura?"
"Claro que sí tontita. Soy yo, soy Sakura." – Exclamó la joven de ojos verdes alejándose un poco de su ex compañera de escuela.
"Pe... pero ¿cómo?... es decir... tu..."
"Shhh, no digas nada." – Dijo Sakura colocando un dedo sobre los labios de Tomoyo. – "Luego hablaremos con calma, ahora debes recuperarte."
"Pero yo... ¿dónde estoy?"
"¿Cómo donde? En el hospital. ¿No lo recuerdas?"
La joven de ojos azules pensó un momento.
"Sí, claro. Ya lo recuerdo."
"¿Y cómo te sientes?"
"Pues la verdad me siento... muy bien, como nueva." – Replicó con mucho ánimo. – "Hace unos días si me sentía fatal."
"Me hace muy feliz que ahora te sientas bien."
En ese momento se abrió la puerta de la habitación, todos se miraron entre sí paralizados de la sorpresa y nadie atinaba a decir nada.
"Sir Hayes ¿Qué hace usted aquí?" – Sakura fue la primera en romper el silencio.
"Eso mismo podría preguntar yo Lady Sakura." – Exclamó en inglés sin salir aún de su asombro.
"¿Acaso ustedes se conocen?" – Preguntó Tomoyo.
"Más o menos Tomoyo. Es un conocido mío y amigo de Eriol." – Volvió a dirigirse al joven Alexander. – "Pero aún no me responde."
"Yo estoy aquí para ofrecer protección a la señorita Daidouji." – Respondió automáticamente. – "Aunque no sé que me causa más sorpresa, si verle aquí o que la señorita Daidouji aparentemente se ha recuperado... creo que mejor voy a ir a buscar al doctor."
Y sin decir más, salió de la habitación.
"Eso fue extraño." – Exclamo Tomoyo. – "Pero Sakura. ¿Hace cuanto que estas aquí?"
"¿Hoe? Ohh si, bueno, yo llegué anoche junto con Yue y..."
"¿Sucede algo Sakura?"
"¡¡No puede ser!! Kero se va a enojar conmigo."
Rápidamente la joven de ojos verdes tomó su celular y comenzó a marcar. El teléfono suena un par de veces y...
"¡¡SAKURAAAAA!!"
"¡AAAAAAAAAH!"
Se escuchar un gran grito a través de la bocina que provoca la caída de la Maestra de Cartas.
"¡¡Kero!! ¿Por qué me gritas así?"
"Cómo que por qué. Estuviste toda la moche afuera, estaba preocupado ¿dónde rayos estas?"
"¡¡Kero!! En primera ya esto muy grande para que me cuide yo solita y en segunda te había dicho muy bien que era lo que iba..."
Sakura detuvo en seco su conversación para mirar a Tomoyo quien sonreía divertida por la discusión entre los dos.
"Me gusta saber que aún se llevan muy bien el pequeño Kero y tu." – Exclamó con humor.
"Lo siento mucho Tomoyo." – Respondió sonrojada, apenada y con una gota en la cabeza. – "Que vergüenza contigo."
"Pierde cuidado, me hace muy feliz poder volver a verte."
El rubor en las mejillas de Tomoyo se hizo notorio pero más notorio era el rubor de Sakura que no pudo evitarlo al encontrarse con los ojos azules de Tomoyo. – "Esos ojos... son hermosos." – Pensó la Maestra de Cartas mientras se quedaba embelesada admirando el hermoso color de los ojos de su amiga. Al igual que Sakura, Tomoyo también se perdió en la mirada esmeralda de su amiga, un silencio acogedor se apoderó del lugar mientras las dos se admiraban.
"¡¡¡SAKURAAAAAAA!!! ¡¡¡NO ME DEJES HABLANDO SOLO!!!"
Una gran gota volvió a aparecer sobre la cabeza de Sakura, mientras que Tomoyo desviaba la mirada y sonreía para si.
"¡¡NO ME MOLESTES KERO!!"
"Señorita esto es un hospital, no es lugar para que esté gritando así." – Sakura y Tomoyo volvieron a mirar a la puerta. Era el doctor y Hayes que recién entraban. – "Además no son horas de visita ¿Cómo entró usted aquí?"
"He he he... bueno, yo... este..."
"Descuide doctor, esta bien." – Intervino Tomoyo – "Sakura es mi amiga."
Una expresión de asombro se apoderó del rostro del doctor que, sin perder un segundo, se acercó a la hija de Sonomi para examinar a su paciente.
"¡Esto es sorprendente! Al parecer se ha recuperado totalmente, tengo que hacer más pruebas pero creo que ya no tiene nada."
"Bien, eso quieres decir que ya me puedo ir."
Sin esperar respuesta Tomoyo intentó ponerse de pie pero inmediatamente el doctor la persuadió de no hacerlo.
"Señorita Daidouji, le sugiero que se quede un día o dos, no vaya a ser que sufra una recaída, además debo hacerle unos exámenes para estar seguro de su recuperación."
"Pero doctor, quiero irme de aquí." – Respondió la joven de ojos azules con cierta ansiedad en su voz.
"¿Te sucede algo Tomoyo?" – Preguntó preocupada Sakura.
"Es que no me gustan los hospitales."
La joven de hermosos ojos esmeraldas se acercó a la hermosa Tomoyo y le dio un cálido beso en la mejilla. Tomoyo se tocó la mejilla algo sorprendida por el beso.
"Tranquilízate Tomoyo. Haz lo que el doctor dice, es mejor estar seguras de que ya estas bien." – Exclamó la Maestra de Cartas tratando de convencer a su amiga. – "Haz lo que te diga el doctor, por ahora tengo que irme y buscar a Kero y Yue para que no se preocupen más por mí. Prometo volver en la tarde. ¿te parece?"
"Claro Sakura, como digas." – Exclamó con desánimo. – "Sería más fácil si te quedaras a acompañarme."
"Me encantaría hacerlo pero, Kero... tu lo conoces... prometo volver pronto."
"Te estaré esperando. Igual no creo que vaya alguna parte."
"Nos vemos más tarde." – Sakura se dispuso para irse pero antes de salir de la habitación se detuvo. – "Me dio gusto volver a verte Tomoyo."
"Igualmente Sakura." – Respondió Tomoyo con una sonrisa.
"Sir Hayes, creo que debemos hablar más tarde los dos."
Replicó Sakura con tal frialdad completamente diferente a como se había estado comportando, tanto que a Tomoyo le pareció sumamente extraño y desconcertante.
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"... y nos dejas aquí esperando toda la noche. No llamas ni te reportas... ya no me tienes en cuenta Sakurita."
Ya habían pasado 30 minutos desde que había llegado del hospital y Kerberos no había dejado de hablar y recriminarle por el actuar irresponsable de su ama.
Sakura por su parte, no había dicho nada, por un lado porque el Guardián no se lo había permitido de lo tanto que hablaba y por el otro porque estaba tan emocionada y feliz de que al fin de tanto tiempo había vuelto a encontrarse con Tomoyo que realmente no había tenido cabeza para algo más.
La Maestra de Cartas le hubiera encantado quedarse todo el día con su amiga, pero la presencia de Hayes le había causado curiosidad y tenía una gran idea del por qué estaba allí pero tendría que preguntárselo directamente cuando tuviera tiempo.
"Sakura. ¿acaso no me estas prestando atención?"
"Creí que tenías muchas cosas que decirme Kerberos." – Respondió Sakura con seriedad. – "Si lo que quieres es saber en donde estuve, me quedé toda la noche en el hospital al lado de Tomoyo."
"Oh!... no lo sabía, lo siento." – Kero se sintió avergonzado por estarle reclamando. – "¿Ella está bien?"
"Claro Kero, ella está muy bien." – Replicó con más calidez al mismo tiempo que tomaba al pequeño peluche entre sus brazos. – "Pienso ir por la tarde, ¿te gustaría acompañarme?"
"¡¡¡Claro que sí!!! Me muero por volver a ver a Tomoyo."
"¿Y tu Yue, que me dices? ¿Quieres venir con nosotros?"
El Guardián de la Luna no respondió, solo hizo lo de siempre... se quedó allí.
"Gracias Yue." – Respondió Sakura con una gran sonrisa. – "Y ahora..." – dijo mientras tomaba el teléfono. – "¿Quién quiere desayunar?... Dime Kero, que quieres... pide lo que quieras."
"¡¡¡SSIIII!!!" – Exclamó triunfante el pequeño león alado. – "Unos okonomiyakies estarían perfectos, además de una gran ración de postre."
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"¿Por donde crees que deberíamos empezar?" – Preguntó el joven alto de ojos rojizos – "Creo que lo más fácil sería hacer un hechizo localizador y con mi tablero eso sería algo sencillo."
"Eso sería lo ideal." – Respondió otro joven de enigmática mirada detrás de unos lentes. – "Para alguien de grandes poderes como Sakura debería ser fácil localizarla, inclusive sin necesidad de un hechizo." - Dijo mientras se acomodaba sus lentes. – "Su presencia mágica se ha extinguido por completo... ahora, aún con hechizo será algo difícil."
"Tocaría localizarla por medio de su energía vital, pero eso es un poco más complicado y aún tengo muy poca experiencia en ese campo." – La mirada de Shaoran se fijó en Eriol. – "Supongo que podrás hacerlo."
"¿Y por qué supones que puedo, Li?" – Replicó Eriol.
"¿Qué? ¿Ahora me vas a decir que no puedes? ¡¡Tu!!"
"Claro que puedo." – Dijo con una gran sonrisa. – "Pero te va a tocar a ti. Buscaré por mi cuenta."
"Pero..."
Sin decir nada más Eriol se retiró. Shaoran suspiró. Como le molestaba esa actitud, siempre guardándose todo y creando intrigas. Su conjuro localizador tendría que esperar mientras los empleados del hotel terminaban de acomodar "todo" lo que habían traído.
Es que realmente había traído muchas cosas.
No quería dejar nada al azar y tener alguna desventaja frente al enemigo.
"No volverá a tomarme por sorpresa."
"Le daré una gran sorpresa. Mi querido Touya caerá con mis encantos y será completamente mío."
"Tu no cambias Nakuru. ¿Es que no puedes pensar en otra cosa?... tenemos problemas graves si no te has dado cuenta."
"Claro que me he dado cuenta Spi. Estoy preparada para lo que sea, pero ahora que de nuevo estoy en Japón no dejaré pasar la oportunidad de conquistar a mi querido Touya."
"Deberías redefinir tus prioridades. Además hasta donde recuerdo no le caías muy bien al hermano mayor de Sakura."
"Cierto, pero ahora es diferente... es como... empezar de nuevo."
"... si como no..."
"¿Qué me quieres decir con eso?"
De nuevo, los dos guardianes se enfrascaban en una pequeña disputa verbal. Eso era que divertía mucho a Eriol.
Ver a dos seres de actitudes y prioridades diametralmente opuestas tratando de ir en una dirección.
Y aún así lo lograban. Como las caras de una misma moneda no puede estar una sin la otra, y no tienen valor si no están los dos.
Es curioso como funcionan las cosas. Los opuestos se atraen. Fuerzas equilibradas. Bien y mal.
Y justo en este momento en cuando debería tener más sentido esa premisa. Con esos dos seres de la noche tras sus cabezas, la fuerza para equilibrar este conflicto debe estar cerca.
"Hola Eriol" – Saludó la forma falsa de Ruby Moon al notarlo en la puerta.
"Amo Eriol. ¿Cómo se encuentra el joven Li?" – Preguntó Spinel.
"Bien. Pero no quiere esperar." – Replicó el inglés mientras se sentaba en su sillón. – "Quiere buscar a Sakura inmediatamente."
"¿Pero cómo le va a hacer? La presencia mágica de Sakura ha desaparecido completamente." – Dijo el pequeño Guardián.
"Buscará su energía vital, pero no creo que logre nada."
"¿Por qué lo dices Eriol" – Cuestionó Nakuru.
"Porque en estos momentos Sakura no existe."
"¿Queeé? No entiendo Eriol. ¿Qué quieres decir?"
Eriol no respondió más preguntas.
- "Hay más de una forma hacer las cosas." – Pensó la reencarnación de Lead Clow.
Nota de la autora: Casi no termino este.... ufff... pero ya, al fin está aquí el capítulo 11 espero que les hay gustado y espero que me escriban sus opiniones y todo eso.
Creo que en este capítulo no hay nada que aclarar pero si tienen alguna duda pues me preguntan y ya.
Copyrights!! Los de siempre... Las chicas de Clamp.
