CAPÍTULO 12: REENCUENTROS II

Era algo así como las dos de la tarde, todos sus intentos habían sido infructuosos y eso lo tenía molesto. Pero aquello otro que le molestaba de verdad era lo aventajado que siempre había sido Eriol.

Shaoran no tenía ni la más remota idea de es que lo que habrá hecho su amigo, Eriol Hiragizawa, para obtener la información sobre el paradero de Sakura.

Solo hacía quince minutos que el joven Li había dado por terminado su último intento, sin tener resultado satisfactorio, cuando entró el inglés pidiéndole que dejara esos hechizos y que le siguiera. Shaoran claro le preguntó a donde pero el siempre misterioso Eriol no le había respondido. Porque siempre disfrutaba de la molestia que siempre expresaba su colega de magia cuando él poseía información que él estaba buscando.

Solo miraba por la ventana del vehículo observando la ciudad y dedicando sus pensamientos a los recuerdos de los últimos días de la última vez que estuvo en la ciudad y en el país.

Pero los recuerdos sólo le traían más molestias, pero para consigo. Las cosas habían cambiado mucho y ninguno de esos cambios habían sido lo que el joven de cabello castaño hubiera querido, pero a diferencia del pasado él intentaría recobrar lo que tanto quería a como diera lugar.

"¿Hacia dónde nos dirigimos Eriol? No seas malo ¿por qué no nos cuentas?"

La ruidosa voz de Nakuru había sacado de su meditación a Shaoran que ahora se volvía a sus acompañantes del vehículo Eriol, Nakuru y el pequeño Spinnel. Solo para tratar de descifrar de palabras de su amigo hacia donde iban.

"Es una sorpresa Nakuru." – Respondió sonriente la encarnación de Clow.

Los dos hechiceros cruzaron sus miradas. Eriol no podía evitar sonreír al notar la mirada suplicante de Shaoran por alguna respuesta. Pero calló todo para sí. Era obvio su molestia pero estaba seguro que después se lo iría a agradecer.

"Espero que vayamos por Sakura." – Replicó el joven Li como adivinando los pensamientos del inglés.

"Hay más de una forma de hacer las cosas"- Esos habían sido sus pensamientos esa misma mañana. Eriol nunca ha creído que exista solo una forma de solucionar un problema. Aunque mucha gente sólo opta por una o dos opciones para una situación dada, él prefiere analizar todas las posibles variantes. Como hechicero tiene una herramienta muy útil, la magia.

Pero aunque la magia sirva para convertir tareas complejas en algo sumamente sencillo no puede resolver todos los problemas. Shaoran debería saberlo, cuando se aprende magia lo primero que se enseña es a no depender de ella.

Sin embargo, para optar a otras formas de solución hay que saber, tener conocimiento. "El conocimiento es poder". Porque aunque Shaoran quiera mucho a Sakura no la conoce muy bien. Sin embargo, Eriol si, porque después de tanto tiempo de vivir bajo el mismo techo y un pequeño incidente le permitió entrar en su mente, corazón y alma. Sus prioridades y su forma de actuar.

Esa prioridad tenia nombre propio: Tomoyo Daidouji. Con ese conocimiento solo tenía que averiguar donde se encontraba la chica de ojos amatista y encontraría a Sakura. Una llamada aquí, otra por allá. Hablando con la señora Sonomi Daidouji pudo conseguir la respuesta del paradero de su hija.

Pero su respuesta le trajo una angustia al saber que su amiga que, a pesar del tiempo consideraba a la bella joven su amiga ya que se parecían mucho en su forma de actuar y pensar, estaba en un hospital. No quiso preguntar los detalles sobre el estado de Tomoyo pues noto mucha tristeza en la voz de Sonomi.

Esa era otra de las razones por la cual no decía a Shaoran para donde se dirigían, porque antes de que escuchara razones podría hacer una tontería.

Y no es que no disfrutara de las tonterías que hacía su amigo, solo que este no era el momento. Bueno, tal vez siempre hay tiempo para disfrutar a costa de Shaoran.

"Ya casi llegamos Shaoran. Solo quiero que me prometa algo."

"¿Y cómo que sería?" – Pregunto el chino secamente.

"Que cuando lleguemos te quedaras bien quietesito, calladito y tranquilito."

"¡¡Oye!! Con quien crees que estás tratando." – Le recriminó al inglés.

"Con alguien que a veces se comporta como un mocoso."

"¡¡YO NO SOY NINGÚN MOCOSO!!"

Eriol casi no pudo contener su risa, sabía muy bien que Shaoran odiaba que usaran ese calificativo para con él. La verdad sólo había una sola persona en el mundo que lo había llamado así, por eso odiaba esa palabra.

El conocimiento es poder.

Hay muchas formas de utilizar lo que se aprende y se conoce.

Shaoran notó esa mirada de Eriol, era mirada que le decía que su forma de actuar era exactamente la de un mocoso. Shaoran se giró hacia la ventana tratando de ignorar lo sucedido.

"Estoy muy tenso"- Pensó el joven ambarino. Esa no era su forma natural de actuar. Shaoran Li, Jefe del Clan Li, siempre había sido metódico y calculador. Nunca daba puntada sin dedal. Pero la presencia de Sakura junto con lo sucedido la misma noche que ella llegara de Inglaterra lo había trastornado mucho. Mucho más que la muerte de Mei Ling y la presencia de ese sujeto.

Es que sin lugar a dudas Sakura estremecía su mundo.

Una leve sonrisa se dibujó en el rostro Shaoran para luego desaparecer rápidamente.

En un abrir y cerrar de ojos llegaron al hospital. La mirada inquisitiva de Shaoran buscó a Eriol en busca de una respuesta, respuesta que nunca llegó. En silencio entraron al edificio pero el pobre joven chino estaba confundido e inquieto preguntándose porque habían ido a ese lugar.

Un par de minutos más tarde, otro vehículo llegaba al lugar. De él se bajaron una hermosa chica de cabellos castaños y ojos esmeraldas y un hombre alto de largo y sedoso cabello plateado y un atuendo... bastante particular.

"Muy bien Kero, quiero que te comportes. ¿Esta bien?"

"Pero Sakurita... tu sabes que no me gusta estar en un bolso."

"No seas terco Kero." – Recriminaba Sakura... ¿a su bolso? – "A diferencia de Yue, tu no puedes andar por ahí. La gente se asustaría."

La Maestra de Cartas alzó la mirada hacía su acompañante y lo observó un rato. El aludido respondió la mirada de su joven dueña.

"¿Sucede algo ama?"

"No... no sucede nada."

Una gran gota de sudor apareció sobre la cabeza de Sakura mientras desviaba la mirada hacia la entrada del hospital. – "Hehe... creo que sería menos llamativo si no vistiera así." – Pensó mientras hacía un gesto a Yue indicándole seguirle adentro del lugar.

Una vez dentro, en el lobby de aquel edificio una presencia masculina llamó la atención de la nipona de ojos verdes.

"Yue, por favor adelántate. Yo luego les alcanzo". – Dijo Sakura mientras le pasaba el bolso – "Llévate a Kerberos. Tengo algo que resolver primero".

"Como ordenes ama".

Y sin cruzar más palabras, Yue obedeció a Sakura.

Por su parte, la Maestra de Cartas se dirigió donde un muchacho alto de cabello rubio que terminaba de hablar por uno de los teléfonos públicos del lugar.

"Sir Hayes, que gusto verle."

El aludido, tomado totalmente por sorpresa, se dio vuelta al escuchar esa firme pero a la vez dulce voz.

"Lady Sakura, es usted". – Exclamó recuperándose de la impresión. – "Me tomó por sorpresa".

El joven le saludó con un beso en la mano. Por su parte Sakura respondió al gesto con una pequeña caravana, todo muy cortés al estilo británico.

"Eso no esta bien para un agente del servicio británico". – Dijo Sakura sarcástica ante sus palabras. – "Se acordará que tenemos una conversación pendiente".

"Sí, claro. No lo he olvidado".

"Entonces que le parece si no perdemos más tiempo".

Sin más ni más la joven castaña le hizo un gesto a su acompañante para que la siguiera y ambos salieron del hospital.

En el mismo edificio pero unos pisos más arriba, un intranquilo Shaoran caminaba de un lado para otro como animal salvaje encerrado mientras un más tranquilo Eriol hablaba con la recepcionista de planta.

El Jefe del Clan Li aún no entendía el porqué estaban allí. Le parecía imposible que Sakura estuviera hospitalizada. Ella era muy fuerte, había demostrado con seguridad sus capacidades y le parecía impensable que ese sujeto le hubiera dado alcance tan rápido.

Inhalando profundamente Shaoran intentó tranquilizarse. Si a Sakura le hubiera pasado algo grave no creía que el inglés estuviera tan tranquilo y campante, después de todo la razón de todo esto era para proteger a la menor de los Kinomoto.

"Muy bien Li, es la habitación 508".

"Por favor Hiragizawa. No entiendo que hacemos aquí". – Dijo Shaoran entre dientes conteniendo su frustración.

"No comas ansias. Y otra cosa". - Eriol se detuvo frente a la puerta de la habitación. – "Trata de ser amable".

Y sin más preámbulos entraron en la habitación donde una hermosa joven de largo y sedoso cabello negro y hermosos ojos amatistas que adornaban su pálido rostro de finas facciones, que hacía un momento miraba hacia la ventana del lugar dejó sus pensamientos cuando notó la presencia de "extraños" en el lugar.

"¡¡Hola!! ¿Cómo estás?" – Saludo respetuosamente el inglés.

"Ho... hola..." – Titubeó la amatista ante el saludo. – "Perdón pero, ¿acaso les conozco?" – Preguntó algo aturdida.

"Oh! Me rompes el corazón que no te acuerdes de mí. Sé que ha pasado algo de tiempo desde la última vez que nos vimos pero tenía esperanzas de que no me hubieras olvidado". – Respondió teatralmente ante la confusión de su anfitriona.

"¡Oye Hiragizawa! No tengo tiempo para..." – Las palabras Shaoran fueron interrumpidas al sentir un agudo dolor que lo dejó privado de aire. Eriol le había propinado un sutil pero contundente golpe al chino en la pura boca del estómago.

"Te dije que fueras amable". – Susurró el inglés a su colega.

"¿Hiragizawa? ¿Eriol?" – Preguntó Tomoyo con una alegría que no podía contener.

"El mismo."

Eriol se acercó y con su cordial saludo británico le besó a Tomoyo su mano que estaba cubierto por unos guantes de seda blancos.

"Veo que aún hospitalizada tratas de mantenerte a la moda."

Ante las palabras de su interlocutor, Tomoyo automáticamente retiró su mano y la atrajo hacia sí. Pero al mismo tiempo con unas lágrimas en los ojos, no pudo contener su alegría y le abrazó eufóricamente.

"¡¡Eriol!! Que gusto me va volver a verte."

"Igualmente."

"¿Da... Dai... douji?"

La voz de Shaoran salió como un hilo, casi inaudible debido al golpe del inglés. Pero a pesar de todo Shaoran no pensaba en eso, sino que su mente trataba de organizar sus ideas integrando la presencia de la amiga de la infancia de Sakura con todo lo que estaba sucediendo y lo que debían estar haciendo.

Por su parte Tomoyo lo miró interrogativa. A primera impresión no lo había reconocido, pero el hecho de que el apuesto joven de cabello castaño conociera su apellido y además fuera amigo de Eriol solo le podía indicar una cosa.

"¿Li? ¿Eres tu?" – Preguntó dubitativa Tomoyo.

"Claro que si... es nuestro amigo Li Shaoran". – Respondió Eriol a la pregunta al mismo tiempo que halaba de un brazo al pobre de Shaoran que aún intentaba recuperar su aire.

"Este día he tenido muy gratas sorpresas." – Exclamó sonriente la hija de Sonomi. – "Te ves muy bien Eriol, el cabello largo te luce pero igual tu siempre has sido muy bien parecido."

"Pero nada como la gran belleza que eres. Mírate, eres una hermosa diosa".

Tomoyo sonrió por tan agradable comentario pero luego su atención cayó en su acompañante.

"Me alegra mucho verte a ti también joven Li. Te has convertido en un chico muy apuesto."

"Daidouji." – Ahora era Sahoran con la voz entrecortada el que hablaba. – "Tú has visto a..."

Y sin previo aviso volvió a recibir un golpe del inglés, solo que esta vez la reacción del ambarino fue inmediata.

"¡¡SE PUEDE SABER QUE RAYOS TE PASA, HIRAGIZAWA!!"

"¡¡SHHHH!! Calla. No ves que esto es un hospital". – Respondió alegre el inglés.

"Veo que ustedes se llevan muy bien." – Exclamó Tomoyo con cierta melancolía y es que no era para menos. Había extrañado mucho a sus amigos de la infancia pero lo que también le ponía triste era lo que significaba la presencia del joven Li.

No creía que fuera coincidencia que el mismo día que le visitó Sakura también le visitara Shaoran. La única razón que encontraba era que ellos dos estuvieran juntos, como ella misma sabía, Sakura y Shaoran estaban destinados a estar juntos.

Lo que ignoraba la amatista es que incluso las razones tienen razones que explican las anteriores. Aún las situaciones más obvias tienen tras bambalinas complejidades que no se podría imaginar. Así como Tomoyo no podía imaginar que tras sus deducciones había algo más profundo, más importante e inevitablemente muy peligroso para ella y sus amigos. El destino movía sus fichas pero no exactamente por los motivos que creía Tomoyo, Shoaran e incluso Eriol o Sakura. Cada uno veía una parte del cuadro pero no la pintura completa.

O que ellos mismos son parte de la pintura.

"¡¡Tomoyo!! Que emoción volver a verte".

Intempestivamente Nakuru había entrado también en la habitación ¿de donde había salido? La falsa forma de Ruby Moon se había abalanzado sobre Tomoyo y ahora le abrazaba con fuerza.

"¡¡Niña, pero que linda que estas!! Mírate, te has convertido en toda una mujer. No sé que haces en un lugar como este si te ves lo más de bien".

"Nakuru, será mejor que la sueltes. No ves que la estas asfixiando". – Exclamó Eriol con serenidad.

"Hay!! Perdona Tomoyo pero me emocioné al verte."

"No hay problema." – Respondió impactada por la euforia de la señorita Akizuki.

"Hola señorita Tomoyo".

Un pequeño gato negro con alas de mariposa salió del bolso de Nakuru y ahora se posaba sobre el regazo de Tomoyo.

"Spinnel. Que gusto me da verte de nuevo". – La joven de cabello negro respondió al saludo con alegría al mismo tiempo que acariciaba la cabeza del guardián.

"Nakuru. Spinnel. ¿Dónde estaban?" – Interrumpió la encarnación de Clow.

"Pues Eriol. Resulta que esta inconsciente se puso a corretear y a acosar a un doctor con el que se topó cuando nos bajamos del elevador."

"¡¡Hey Spi!! Como te atreves". – Exclamó molesta Nakuru.

"Es que acaso lo que digo no es verdad."

"Claro que no. Yo no acoso a nadie... solo les coqueteo".

"Pero que bárbara esta mujer". – Exclamó Spinnel al mismo tiempo que rodaba sus ojos.

"Aunque este es un cuarto de hospital está muy bien decorado". – Exclamó el inglés a la joven Tomoyo dejando a Nakuru y Spinnel enfrascados en su habitual enfrentamientos de palabras. – "Lo has convertido en un lugar... acogedor".

"Gracias Eriol. Lo que pasa es que odio los hospitales y si debía permanecer aquí lo mínimo que podía hacer era arreglarlo un poco".

"Y dime amiga. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué haces aquí?"

La hija de Sonomi puso cara de interrogante ¿acaso no sabían?

"¿Qué pasa? ¿Por qué me pones esa cara Tomoyo?"

"Nada. Es que pensé que si sabías que estaba hospitalizada, sabías por qué".

"Pensé en preguntar a tu madre cuando hablé con ella pero preferí no hacerlo pues la sentí muy triste y angustiada. No me pareció prudente."

"Oh no!! Mi madre!! Aún no sabe que salí del coma, aún no se lo he dicho". – Exclamó alarmada la belleza de cabello negro. – "Con la visita de Sakura lo olvidé completamente".

Un brillo en los ojos del inglés reflejó la satisfacción al escuchar las palabras que quería oír.

Sus suposiciones habían sido ciertas. Los primero que había hecho Sakura antes que cualquier otra cosa había sido el buscar a la dueña de su corazón: a Tomoyo.

Palabras que no había escuchado el ambarino, ya que entre tanto Shaoran que hasta ahora no había podido decir casi nada gracias a la "sutil" interferencia de Eriol se había retirado hacia la puerta, donde gracias al escándalo de los guardianes no podía escuchar la conversación entre Eriol y Tomoyo. La verdad tampoco le interesaba lo que pudieran estar hablando, Sakura era su única prioridad.

Aunque ahora consideraba que la presencia de Tomoyo solo podía significar que tarde o temprano Sakura aparecería por allí, después de todo era su mejor amiga.

"No te preocupes por eso. De seguro ya alguien le habrá informado a tu madre".

"Si, creo que tienes razón." – Entonces la mirada de Tomoyo cayó en la presencia de Shaoran. – "Y tu Li, has estado muy callado. ¿Te ocurre algo?"

"Tal vez sea el mar de preocupaciones que aquejan a nuestro amigo que no dice nada".

"Oye Hiragizawa, sería tan amable de no responder por mí. Gracias".

"Tal vez sea la preparación de su matrimonio que lo tiene tan consternado". – Exclamó en tono burlón el inglés de ojos azules.

¿Matrimonio? – Pensó la bella Tomoyo. ¿Acaso Shaoran estaba preparando su boda con Sakura? Era lo más probable, después de todo ese era el destino que ella siempre predijo para ellos.

"No sea ridículo. Solo estamos comprometidos y aún no hemos fijado una fecha para la boda".

"De ahí al altar solo hay un paso. No se avergüence por eso que es lo más natural".

Antes de que Shaoran pudiera contestar al inglés, algo lo distrajo, un sonido. Un murmullo proveniente de la chapa de la puerta, alguien intentaba entrar.

Shaoran se hizo a un lado al percatarse de ello y giró la perilla para dar paso a aquel que se encontraba del otro lado.

No había ni alcanzado a mirar de quien se trataba cuando...

PUMMM!!

Un feroz golpe le había dado de lleno en la cara haciéndolo caer de bruces. Una voz extrañamente familiar y autoritaria se dirigió a él al mismo tiempo que hacía tronar sus dedos.

"Desde hacía mucho que había querido hacer esto... mocoso."

¿¡MOCOSO!? – Solo había una persona en el mundo que le había llamado así con eses tono tan despectivo y ese era...

"Touya Kinomoto". – Dijo entre dientes el apuesto Shaoran mientras se tocaba en el lugar del golpe. – "Hoy si he tenido un día de los mil demonios. Tal parece que todos se han puesto de acuerdo para golpearme". – Dijo al mismo tiempo que pensaba en los golpes de Eriol y su encuentro con el asesino de Mei Ling.

Todos estaban paralizados ante la sorpresiva escena. No habían alcanzado a digerir la situación cuando una mano se posó en el hombro de Touya. Éste instintivamente se dio vuelta pero al igual que Shaoran no pudo ni ver de quien se trataba cuando recibió un golpe que tal vez había sido mucho más fuerte que el que él mismo le propinase al chino ya que fue a caer justo al lado de él.

"Debes entender querido hermano que todas tus acciones tienen sus consecuencias".

Se trataba de una voz femenina de tono autoritario y seca la que se dirigía al mayor de los Kinomoto. Una voz muy familiar.

"Monstruo". – Susurró Touya.

Por primera vez en muchos años Touya pudo ver el rostro de su querida hermanita cosa que lo dejó perplejo.

Era hermosa, muy hermosa como su madre: Nadeshiko. De verdad se parecían bastante obviando el color de sus cabellos eran idénticas.

Pero el corazón de Touya lo invadía una mezcla inusual de sentimientos. Sentía alegría de poder volver as ver a su hermana después de tanto tiempo. También sentía ira tanto con ella como consigo mismo. Con ella por haberlos abandonado y con él por no haberlo evitado. Sentía frustración por no haber podido ayudar a Sakura cuando lo necesitó pero igual sentía alivio de saber que estaba bien.

Además se sentía azorado por el golpe que le había propinado su propia sangre solo por haberle dado su merecido a ese mocoso.

Justo antes de reaccionar ante tal acontecimiento Sakura lo tomó de su camisa de manera amenazadora.

"Y no me vuelvas a llamar así. No soy ningún monstruo".

Vaya asunto. Sin importar la actitud arrogante y de superioridad de su hermana debajo de todo eso Sakura seguía siendo Sakura.

La Maestras de Cartas dejó a un lado a Touya y le tendió la mano a Shaoran para ayudarle a ponerse de pie.

"Creí que no les vería hasta la otra semana después de la reunión del Consejo".

"Digamos que tuvimos que venir por una causa de fuerza mayor". – Respondió jocoso Eriol. – "¿No es cierto, Li?"

"Sí". – Respondió el muchacho con desgana y con ojos asesinos al hermano de la Maestra de Cartas.

Cuando Touya se puso de pie por sus propios medios y se disponía a hablar con Sakura sucedió algo... algo que pensó que no se volvería a repetir en toda su vida, algo que había querido olvidar todo ese tiempo, algo terriblemente insoportable.

"¡¡TOUYA!! ¡QUE GUSTO ME DÁ!"

Cual depredador que se abalanza sobre su presa, Nakuru se había abalanzado al cuello de Touya sin la más mínima intención de soltarle.

"Nakuru. ¿Qué haces aquí?" – Exclamó el moreno entre dientes. – "Creí me había deshecho de ti para siempre". – Al mismo tiempo le lanzó una mirada asesina a Eriol quien tenía una sonrisa muy cínica, después de todo él era quien tenía toda la culpa de haber creado a singular "criatura".

"No digas eso Touya". – Dijo Nakuru mientras lo abrazaba con más fuerza. – "Yo sé que me extrañaste".

"Sí claro. Como a un tumor cerebral". – Dijo irónico.

Mientras Touya se "entretenía" con la guardiana, Sakura aprovechó el momento y tomó de manos de Alexander, quien había estado impávido ante la escenita, un hermoso ramo de flores y se acercó a Tomoyo con una sonrisa de oreja a oreja, con un hermoso brillo en sus ojos y haciendo como si nada de eso había pasado.

Tomoyo así como todos los presentes, a excepción de Eriol, Nakuru y Spinnel, tenían un montón de interrogantes sobre la cabeza ya que no estaban familiarizados con esa volatilidad de personalidades que tanto le había sacado canas al inglés en su momento.

"Hola Tomoyo". – Saludó feliz la hermana de Touya. – "Mira, te traje unas flores. Espero que te gusten".

Con gesto automático y aún tratando de procesar lo ocurrido, Tomoyo tomó las flores que la ojiverde le ofrecía.

"Sakura. ¿Qué fue todo eso?"

"¿Hoe?" – Exclamó Sakura confundida. – "¿Qué fue qué, Tomoyo?"

"Pues... eso". – Dijo la amatista al tiempo que señalaba en dirección de Touya.

Sakura miró en la dirección señalada para observar a su hermano resintiéndose del golpe propinado por su querida hermanita. Como si no tuviera ya suficiente con Akizuki.

"¿Eso?... Pues... jejeje". – Sakura río nerviosa, de la misma forma como antes lo hacía cuando Yukito se daba cuenta cuando agredía a su hermano. No pudo evitar ruborizarse levemente. – "Bueno, eso no importa. ¿Te gustan las flores?" – Intentando cambiar de tema.

"Si Sakura, son hermosas. Ummm! Magnolias y azucenas, mis favoritas".

"Si, lo sé". – El sonrojo de la Maestra de Cartas era más evidente a cada instante. – "Aún lo recuerdo. Quise traerte también unas flores de cerezo pero no las pude encontrar."

La amatista no se quedó atrás y un ligero rubor cubrió sus mejillas ante las palabras de Sakura.

"No importa. No las necesito si tu estas aquí".

¡¡Pero que era lo que estaba diciendo!! Su corazón dio un brinco y un escalofrío recorrió su médula. Como se le ocurría ser tan evidente.

"Es agradable verte feliz de nuevo Sakura". – Interrumpió Eriol la linda escena. – "Definitivamente te ves más hermosa con una sonrisa adornado tu rostro. Tal parece que solo es cuestión... de inspiración".

Tanto Sakura como Tomoyo se ruborizaron hasta las orejas ante el bochornoso comentario del inglés, pero estaban tan preocupadas de su propio sonrojo que no notaron la de la otra. Solo que en esta ocasión Sakura no se quedó callada y con el ceño fruncido se dirigió al enigmático joven.

"Es mejor que cuides tu lengua sino la quieres perder Eriol."

Tomoyo olvidó el vergonzoso momento que, por suerte, nadie había notado ya Shaoran se divertía y burlaba a costa de Touya en venganza del golpe recibido y quien estaba ocupado tratando de zafarse de Nakuru con ayuda de Alex, para sorprenderse e inquietarse ante esa actitud agresiva que nunca había conocido en su amiga.

Pero así, como hacía un momento, la actitud de la Maestra de Cartas cambió tan rápido que confundía a la amatista ante esa ¿doble personalidad?

"Tomoyo te tengo una gran sorpresa". – Interrumpió Sakura los pensamientos de su amiga. – "Hay alguien que te quiere saludar".

Rápido como un rayo entró en la habitación. La emoción por verla le había hecho olvidar todo y que debía ser discreto.

Cuando llegó con Tomoyo la abrazó lo más que sus pequeños brazos podía dar pero el escandaloso parloteo del pequeño león alado compensaba su gran entusiasmo.

"TOMOYO!! TOMOYO!! QUE FELIZ SOY. NO TIENES IDEA LO MUCHO QUE TE EXTRAÑÉ." – Exclamó emocionado y a todo pulmón el pequeño Kero – "Ha pasado mucho tiempo."

"¿Kero? Esto si es una grata sorpresa." – Dijo sorprendida la amatista al tener al guardián entre sus brazos. – "Que gusto verte, ¿cómo haz estado?"

"Yo muy bien Tomoyo. Ya sabes, cuidando de Sakura aunque a veces... no la puedo cuidar de ella misma." – El pequeño guardián del sol miró de reojo a Eriol – "Y cometen cada tontería."

"¡Kero!" – Recriminó Sakura.

"Y también." – Un brillo de malicia de deslumbró en los pequeños ojos de Kero. – "Tratando de no morir intoxicado de la disque comida que prepara."

Los ojos esmeraldas comenzaron a lanzar chispas ante el insolente comentario y tomó a Kero zarandeándolo mientras le reclamaba por el comentario.

"¿Por qué dices esas cosas? ¿De esa forma tratas a tu dueña?"

"Calma Sakurita solo es una broma." – Exclamó mientras se soltaba del agarre de la joven y volaba de nuevo al regazo de Tomoyo. – "Pero en serio Tomoyo, he extrañado mucho esos deliciosos postres que solías hacer."

"Entonces Kero, cuando salga de aquí te juro hacer uno de fresas solo para ti."

"Yupi!!!"

"Eres un glotón Kero. Como se te ocurre pedirle algo así. No ves que esta enferma." – Dijo molesta la Maestra de Cartas.

"No te molestes Sakura. Aunque te parezca raro extrañaba todo esto."

"Si Sakurita, tómalo con calma, la vida es para disfrutarla."

"Eres un desvergonzado."

Mientras Sakura, Tomoyo y Kero hablaban agradablemente, el resto de los presentes estaban ocupados en sus propios asuntos.

El pobre de Touya aún peleaba con Nakuru para quitársela de encima pero la guardiana estaba decidida a quedarse como adorno de cuello del mayor de los Kinomoto. A pesar de ello Touya estaba más interesado en poder hablar con su hermana pero anteriormente la Maestra de Cartas ya le había dado a entender que las cosas serían como ella quería no al contrario. Pero la presencia de Yue que, hasta entonces solo había estado en silencio junto a la puerta, le daba una mejor idea. Seguramente el guardián sería más accesible que su hermana, además sentía mucha afinidad con él, de la misma forma que la que tenía con Yukito.

Shaoran también estaba interesado de hablar con Sakura, tanto como lo que sucedió en la madrugada como de ellos. Sobre todo de ellos. Quería arreglar las cosas con la joven de los ojos esmeraldas aunque sintiera que un abismo los separara, el mismo abismo de sus sueños.

Aunque no lo recordaba con claridad, recordaba lo suficiente. Suficiente como para sentir que dependía de él estrechar ese abismo, pero para eso era prescindible hablarle pero Eriol le había pedido que la dejara un momento.

Eriol por su parte, aunque la situación era de por sí extraña no era fortuita. Había un patrón en el ambiente y que no podía ignorar. Ya comenzaba a atar cabos pero le faltaban ciertos detalles. Detalles que le podía proporcionar cierta persona que era extraña entre el grupo presente.

Era extraño, muy extraño. Al parecer todos le conocían. Él mismo, Sakura y Nakuru le conocían de tiempo atrás. Era amigo suyo aunque no le veía con frecuencia por el cargo que él desempeñaba como agente del MI6. Touya y Tomoyo no parecieron extrañados, lo que indica que probablemente él ha estado aquí después de la pequeña visita que le hiciese hace más de un mes.

Le conocían pero ninguno estaba involucrado con él afectivamente entonces ¿qué hacía allí? Y lo más importante es que sentía "algo", algo que no podía explicar y que provenían de Alex, Touya y Sakura y en menor medida de Tomoyo. Pero sin saberlo de verdad presentía quien era el centro de todo este acertijo.

Había sido una tarde muy agitada y aún no terminaba. En un solo día Tomoyo había sido visitada por las personas que más apreciaba, todos al tiempo, y sin percatarse la pequeña habitación estaba repleta de gente.

Si todo esto le había parecido intenso a la belleza de largo cabello color ébano, aún estaba por venir un suceso que, aunque tal vez no se percataran en ese instante, marcaría un camino sin retorno tanto como para ella como para Sakura.

El ambiente era por lo general ameno a pesar de la incomodidad de algunos para con otros, Touya y Nakuru, o de total admiración, Sakura y Tomoyo. Como si de un tornado se tratase, apoderándose del camino y sacando a quien le estorbase una hermosa joven de brillante cabello dorado como el sol y de cristalinos ojos verdes que dejaban reflejar su angustia irrumpió en el lugar provocando un pequeño efecto dominó.

Sin ninguna conciencia de las personas presentes, la rubia ingresó a la fuerza empujando a Yue que había mantenido su distancia del resto del grupo pero que ante la embestida de esa impertinente colisionó contra Alex que a su vez empujo a la pareja de Touya y Nakuru que fueron a dar al piso en una posición muy comprometedora.

Tal vez si la cosa hubiera terminado en ese incidente nada extraordinario hubiera pasado. Pero ante tal impulso destructivo de la rubia, quien se acercó a la convaleciente Tomoyo sacando de igual manera agresiva de su camino a quien se encontraba a su lado... a Sakura quien violentamente fue a dar al piso.

Los eventos a continuación de desarrollaron de tan rápida y violenta manera que de no ser por la influencia y rápido actuar de la involucrada Tomoyo Daidouji hubiera terminado en tragedia, aunque lo único que hizo fue posponer tal encuentro.

Aturdida pero molesta ante la intrusión, Sakura se levantó dispuesta a enfrentar a la agresora que ahora abrazaba con fuerza a la hija de Sonomi y no dejaba de hablar, demostrando obviamente su despreocupación por los demás.

"Oh Tomoyo. Que alegría". – Exclamó la preocupada moscovita. – "Creí que te había perdido, no tienes idea de la angustia que tenía. Me estaba muriendo sin saber que te iba a pasar".

"Estoy bien Katrina. Ya no tienes que preocuparte". – Respondió conciliadora Tomoyo ante la evidente angustia de su amiga. Pero ahora ella estaba preocupada por Sakura.

"OYE!! ¿Qué rayos té pasa?" – Preguntó Sakura desafiante ante la intrusa. – "Acaso no sabes lo que es educación".

"No sabes la alegría que sentí cuando me dijeron que habías salido del coma". – Continuó la rusa ignorando totalmente a la menor de los Kinomoto. – "Vine lo más rápido que pude."

"¡¡No me ignores!!" – Sakura tomó del brazo a Katrina y la apartó del lado de Tomoyo. – "Quien rayos te crees para pasar por encima de mi."

"Suéltame." – Respondió al fin la rusa a las palabras de Sakura. – "No sé quien eres y ni me interesa pero me estas estorbando."

"Eres tu quien estorba. Aléjate de Tomoyo."

"Como te atreves".

"Me atrevo porque Tomoyo es mi mejor amiga y tu solo eres una aparecida cualquiera."

Katrina no pudo soportar más tal ofensa y le plantó una certera bofetada a Sakura quien sorprendida ante la agresión se quedó inmóvil.

"La aparecida eres tú". – Exclamó desafiante. – "Tomoyo es mi vida. Es mi amor, es mi todo... ¡¡Tomoyo es mía!! ¡¡Aléjate!!"

"¡Esta bomba explotó!" – Pensó Eriol Hiragizawa al oír las palabras de la rubia, definitivamente Sakura podía dejar pasar cualquier cosa menos que la trataran de alejar de la persona que más amaba en este mundo.

Y los pensamientos del inglés eran ciertos. Más que el dolor de la bofetada que había recibido eran esas palabras que proclamaban que no tenía derecho alguno de estar con Tomoyo lo que verdaderamente la había herido.

Pero eso no se iba a quedar así. Había esperado mucho y sufrido mucho para dejar que esa muchacha, que esa rusa le quitara lo que tanto amaba. No, de ninguna manera iba a ser así.

Un fuego comenzó a crecer en el pecho de la Maestra de Cartas, una ira tan grande que no podía controlar y que tampoco quería controlar. Solo quería desatarla ante la persona la frente suyo, una persona quien poseía esos mismos ojos verdes cristalinos capaces de transportarte a un mundo mágico y maravilloso pero que ahora eran reflejo y testigo de una furia incontrolable.

Esa furia sólo era comparable por el miedo y la angustia de Tomoyo. ¿Cómo era posible que sus personas más queridas estuvieran en esas circunstancias tan terribles? Todo sucedía rápido y estaba muy asustada y a pesar de querer intervenir de su garganta no brotaba palabra alguna.

Sakura miraba a Katrina con odio y Katrina hacía lo mismo, una mirada en la que cualquier mortal hubiera huido al otro lado del mundo.

Un susurro débil proveniente de Sakura y solo audible por la rusa brotó de sus labios.

"Tomoyo es mía".

Y utilizando toda su fuerza y con gran velocidad Sakura devolvió la agresión acertándole una bofetada con su mano derecha tan fuerte que le rompió el labio y que la hizo tambalearse que de no ser porque se apoya de la cama hubiera terminado en el piso.

Pero el movimiento de Sakura no terminó ahí. Estaba demasiado ofuscada como para dejar eso en una simple bofetada. Inmediatamente de dar el golpe, La Maestra de Cartas llevó su mano izquierda hacía su cuello, hacia donde tenía la llave, la Llave de las Cartas.

Estaba completamente dispuesta a usar su magia en contra de alguien. Dispuesta a llevar esto hasta lo último. No quería cerca de esa mujer, ni de ella ni de Tomoyo.

Pero antes de que pudiera llamar al poder de su estrella, un suave tacto, con una leve caricia sobre su mano izquierda le hizo detenerse. Una mano cubierta por una fina seda.

Sakura se volvió para encontrarse con los llorosos ojos amatista de Tomoyo.

"Por favor Sakura. No lo hagas". – Dijo Tomoyo con su voz ahogada con el llanto.

A Sakura se le rompió el corazón. Nunca, nunca en su vida había visto a su amiga triste ni mucho menos llorando y tal cuadro la había dejado totalmente desarmada. Toda su ira había desaparecido y ahora lo reemplazaba tristeza porque otra vez sus actos habían lastimado al amor de su vida.

Pero la furia de Katrina seguía en pie de guerra. Maldecía la existencia de quien tenía al frente y no se iba dejar pisotear de "esa".

Estaba lista para atacar a Sakura pero una mano rodeó su cuello y la estrelló contra la pared.

"No permitiré que lastimes a mi ama."

Yue había dado un paso adelante para defender a su dueña y había detenido en seco las ambiciones de la rubia.

"¿Quién rayos eres tú?" – Exclamó Katrina incómoda por posición en la que la mantenía.

"Yo soy Yue. El Guardián de la Luna y protector de mi ama Sakura."

"Yue suéltala". – Ordenó la menor de los Kinomoto. – "No le hagas nada."

Yue le miró interrogativo ¿acaso estaba hablando en serio?

"Ahora Yue. Es una orden." – Reiteró la Maestra de Cartas.

El Guardián de la Luna obedeció de inmediato.

Sakura dirigió su mirada hacia los hermosos ojos de cristal amatista de Tomoyo con la misma tristeza reflejada en sus ojos esmeraldas que antes Tomoyo había usado en ella.

"Lo siento mucho."

Las últimas palabras que salieron de los bellos labios de Sakura fueron con un tono quebradizo por la vergüenza, antes de abandonar la habitación de manera fugaz, sin olvidar tomar entre sus manos al pequeño peluche amarillo que, se había contenido con todas sus fuerzas para no intervenir en la pequeña riña.

Eriol se disculpó de la misma manera fugaz para salir detrás de la antigua Card Captor. Shaoran apenas si la miró y siguió los pasos de su colega al igual que Touya que, a pesar de todo ya había podido zafarse de Nakuru.

Los únicos en la habitación eran Katrina, Alex que apenas se quedó en la puerta y Christina que se había quedado pasmada ante la evolución de estos acontecimientos.

"Acaso que has vuelto loca Sakura. Ibas a usar tu magia contra una persona común."

"Por favor Li. No creo que sea el momento de recriminar nada ahora." – Intervino Eriol ante las palabras de Shaoran. – "Aunque tengas la razón. ¿Te sientes bien Sakura?"

Sakura nada respondió. Solo apoyó su cabeza contra la pared y dejó salir un mar de lágrimas de sus bellos ojos verdes. Ella solo emitía pequeños sollozos mientras oía las recriminaciones de sus acompañantes.

"Pero como me dices eso Hiragizawa. Sabes muy bien lo grave que pudo haber sido esto y..."

"Y nada Li. No paso nada de nada."

Eriol trataba de evitar que el joven Shaoran siguiera en su intento por recriminarle a Sakura por lo que casi sucede. No era que el inglés de ojos azules no estuviera de acuerdo con Li pero entendía la motivación de Sakura por lo sucedido.

Apasionada como es, por sus intensos sentimientos por la hermosa belleza de cabello negro Sakura había perdido la cabeza y perspectiva de toda regla moral y ética. Es que definitivamente estaba loca y perdidamente enamorada de Tomoyo.

Ahora lo entendía muy bien. Muy bien.

Y también lo terriblemente celosa que era.

Por el brillo en los ojos de Sakura cuando vio a Tomoyo era más intensa y más pura que lo que vio cuando Sakura se encontró con Shaoran. Casi era sobrenatural tal brillo.

"Li, en vez de decir esas cosas ahora por qué más bien no vas con Sakura a la cafetería del hospital y se relajan un poco."

Sakura miró de reojo a Eriol, algo fugaz pero dando a entender que era buena la idea. En silencio y sin cruzar palabra la Maestra de Cartas comenzó a caminar seguido de sus guardianes.

"Y una última cosa Li. No le recrimines nada, trata de que se calme ¿esta bien?"

"Como digas Hiragizawa." – Respondió Shaoran entre dientes molesto con el tono de voz que usaba para con él. – "Por cierto ¿qué va ha hacer?"

"Tengo que hablar con alguien. Luego les alcanzo."

Una vez que Sakura, Shaoran y compañía hubieron abandonado el piso el joven Hiragizawa se dispuso a ejecutar su plan. Tenía que aclarar las cosas de una vez, tenía una espinita que le molestaba y además, la curiosidad y su insaciable necesidad de conocimiento lo motivaban.

En el lobby del hospital La Maestra de Cartas junto a sus guardianes y El Jefe del Clan Li se dirigían hacia la cafetería en incómodo silencio. Shaoran no sabía que decir para confortarla ya que solo podía pensar en el grave crimen que estuvo apunto de cometer Sakura.

Por su parte Sakura tenía sus propios demonios que la atormentaban, era la culpa de lo ocurrido pero eran esas insistentes voces en su cabeza que la volvían loca. Kurai y Hikari. También eran las rimbombantes palabras de sus padres y su obligación con el destino. Eran tantas cosas y estaba sola.

Shaoran y Sakura estaban sumergidos en sus propias cavilaciones cuando cruzaron su camino con un par de personas muy bien conocidas por la joven de ojos esmeraldas. Un joven alto, de cabello gris levemente alborotado y su rostro adornado por unos lentes, la otra una mujer ya de edad pero aún bastante bella de cabello corto y rojizo.

Entre tanto dentro de la habitación de aquel hospital Katrina se recuperaba de certero derechazo que le había propinado la nipona y la agresión del guardián. Christina le ayudaba a reponerse mientras Tomoyo trataba de tranquilizarse a sí misma.

La joven de cabello negro azabache no entendía la actitud de Sakura ¿Por qué había actuado de manera tan impulsiva? Habían sido dos muestras de agresividad que nunca había visto en la joven de ojos esmeraldas.

"Esa bruja tiene bastante fuerza." – Exclamó la moscovita mientras su amiga pelirroja le ayudaba. – "Si ese tal Yue no hubiera intervenido..."

"Se hubieran matado las dos. Acaso se has vuelto loca, como se te ocurre ponerte a pelear en un hospital."

"¡¡Ella empezó Christina!!"

"Eso no fue lo que me pareció."

Mientras ellas dos discutían Tomoyo sollozaba calladamente. El día había empezado tan bien, casi perfecto, ¿por qué no pudo seguir de esa manera? ¿Acaso no tenía derecho a ser feliz?

"Como digas, pero a todas estas, ¿quieres eran todos ellos? La que me golpeó se me hizo conocida."

"¿Conocida?¿ De donde?"

"No lo sé. Creo haber visto su rostro en otro lado. Tomoyo me podrías dec.."

A la rubia se le quedaron en medio de la garganta cuando al fin se fijó en la amatista. Lo mismo que había desarmado a Sakura anteriormente le causaba el mismo efecto en Katrina.

"¿Te encuentras bien Tomoyo?" – La angustia en su voz era palpable. – "Que te sucede por qué no me contestas."

"por qué..."

"¿Qué dices Tomoyo?"

"¡¡POR QUÉ!! ¡¡Por qué tenías que hacer eso Katrina!! ¡¡Es que no lo entiendo... No tenía por qué haber sido así!!" – Los hermosos ojos de Tomoyo eran ahora un mar de lágrimas.

"Pero Tomoyo... es que ella... yo..."

"Todo era perfecto y tenías que arruinarlo todo. ¡¡TODO!!"

Las duras palabras de Tomoyo la sorprendieron y le dolieron, mucho más que el golpe de Sakura. Nunca en todo el tiempo que la había conocido la había tratado de esa forma. Su mente se turbaba con miles de pensamientos y sentimientos.

Al parecer todas esas personas eran amigos de Tomoyo, muy íntimos más que Chiharu, Rika y Yamasaki. Pero como podía culparla de actuar como lo hizo, por más de un mes se había sentido morir por el estado de salud que había presentado la amatista y al saber que ya había despertado del coma lo único que quería era estar a su lado.

No lo entendía, pero lo que sí entendía que le había causado mucho dolor a "su ángel" sin saberlo.

Katrina se desplomó de rodillas al lado de la cama y tomó las manos de Tomoyo entre las suyas.

"Perdóname Tomoyo. Por favor perdóname." – Suplicó angustiosa la rusa. – "Tu sabes que no haría nada que te hiciera daño. Nunca quise hacerlo."

Tomoyo no respondió, solo siguió sollozando y retiró sus manos de entre las de la rubia. Su mirada púrpura miraba perdida a la infinidad mientras sus manos acariciaban sus muñecas.

No pensaba nada, solo sentía lo que brotaba de su frágil corazón.

Se sentía igual, era la misma sensación. Soledad, tristeza, amor, arrepentimiento, angustia, esperanza, ternura... era un torbellino sin fin cuya respuesta final tenía nombre propio. Que la había llevado al borde la obscuridad.

Un rostro, una voz, una persona. Cuando todo estuvo mal y no tenía salida estuvo allí con una mano extendida para ofrecer ayuda y refugio.

Estaba en deuda eterna y debía cumplir.

"Perdona Katrina, no quise gritarte. No sé que me pasó, perdóname".

"No tienes que pedir disculpas por nada". – A pesar de parecer casual, Katrina esta algo desconcertada por su cambio de actitud. – "Me imagino que todo esto ha sido difícil para ti".

"Gracias Katrina. No sé que sería de mí si tu no hubieras estado ahí".

"No tenemos que recordar eso ahora". – Katrina se levantó y puso su dedo índice sobre los rojizos labios de Tomoyo.

"Me alegra verte tan recuperada Tomoyo". – Intervino Christina alegremente. – "Cualquiera podría decir que no te ha ocurrido nada".

"Gracias señorita Christina". – Saludo ya más calmada. – "Me alegra aún verla por aquí. Pensé que ya estaría en los Estados Unidos."

"Y dejar a mi jefa y amiga así, ni de broma."

"Gracias, eres muy amable". – Tomoyo tomó el ramo de flores que le había dado Sakura entre sus manos. – "Katrina, me harías el favor de colocar estas flores en agua".

"Seguro, no hay problema."

La rusa tomó las flores que, ella dedujo serían de alguno de los que habían visitado a la amatista, y se propuso a ponerlas en el florero que adornaba la mesa del lugar. Mientras retiraba las otras flores y cambiaba el agua de aquel recipiente, en su torpeza tiró al piso la carpeta donde Tomoyo guardaba sus nuevos diseños.

Culpándose a sí misma por esa pequeña torpeza se dispuso a recogerlos. Pero cuando recogió el primer dibujo, en ese instante se percató de algo... algo realmente importante. Como cuando se pone la última ficha de un gran rompecabezas ya podía ver el cuadro perfectamente y lo que vio no le gustó.

Notas de la autora: Perdón. Mil disculpas, lo siento mucho. Sé que he estado muy demorada con las actualizaciones, por favor tengan paciencia conmigo. Les confieso que este capítulo debió estar listo hace un mes pero mis obligaciones me quitaron tiempo para tenerlo listo a tiempo.

Antes que nada quiero anunciar que haré unas pequeñas actualizaciones de capítulos anteriores. Nada de fondo en verdad, solo arreglos gramaticales y adiciones menores que subiré unos días más tarde para poder ver como se comporta el nuevo formato de texto (Para los que no se dieron cuenta el capítulo anterior no tiene los separadores que utilicé en los anteriores capítulos) y si noto que esta bien lo haré con el resto.

Agradezco a los que leen mi fic. Estoy consciente que hay cosas que no le gusta a la gran mayoría, para ser más específica los sentimientos de Sakura por Tomoyo y viceversa así que los que pueden leer esto sin prejuicios ¡Gracias! Sus reviews son importante para mí y espero que sigan haciéndolo.

Creo que es todo por ahora. Los habituales Copirights: Card Captor Sakura no es mío es de las chicas de Clamp aunque quisiera tener los derechos sobre Tomoyo.