CAPÍTULO 13: SIN ESPERANZAS

Todo tenía una apariencia espectral. Realmente todo había cambiado a su alrededor y la forma en que lo percibía. En ese lugar donde la gente iba y venía, personas de negocios, personas comunes que viajan por placer, los que lo hacían por primera vez, lo que vivían más en los cielos que en la tierra, y muchos otros más; todos aquellos que en algún otro momento habría ignorado o simplemente fascinado, ahora parecía que la llamaran a su mente.

Veía en las personas cosas que antes no podía ver.

Este tipo de sensaciones la había comenzado a invadir hacia ya un tiempo pero no de tal forma tan intensa, pero en los últimos días ya no podía evitarlo y esto le había comenzado a parecer sumamente molesto y a asustarla de cierto modo porque podía ver dentro de esa gente.

Cerró los ojos y trato de concentrarse, tratando de alejar ese horrible presentimiento que le llenaba la cabeza cuando esto sucedía. Unas cuantas inhalaciones profundas y sus sentidos volvían a percibir todo como debía ser.

El Aeropuerto Internacional de Tokyo.

Realmente era un lugar muy concurrido, demasiada gente. Si Tokyo era un lugar muy populoso su aeropuerto lo era mucho más y si puedes sentir los sentimientos de los demás se volvía completamente insoportable.

Sakura hizo un esfuerzo más tratando de controlar esas percepciones y concentrarse en lo que había ido a hacer.

Eriol había viajado de regreso a Europa y ahora la nipona de ojos verdes esperaba su regreso. Se había tomado la molestia de irlo a recoger.

Había pasado dos semanas más o menos desde que Sakura, Eriol y Shaoran habían llegado al Japón y las cosas no habían estado muy tranquilas como podría pensarse.

Sakura miró la hora, ya era tiempo de que el inglés apareciera. Las pantallas mostraban que el avión en que viajaba había aterrizado y hacia rato habían desembarcado los pasajeros. Pero aún no lo veía.

"Hola querida Sakura."

"Hola Eriol." – Respondió Sakura automáticamente al saludo de su amigo. La verdad la había tomado por sorpresa y le había hecho dar un pequeño respingo que no fue pasado por alto por el perspicaz inglés.

"No lo puedo creer!" – Exclamó triunfante Hiragizawa – "Te tomé por sorpresa. Debes estar muy preocupada para que no te hayas dado cuenta de mi presencia."

"Eriol por favor." – Sakura se giró hacia el joven de ojos enigmáticos mientras se llevaba la mano a un lado de su cabeza y sin cambiar la seriedad de su rostro. – "Lo que pasa es que este lugar me causa estrés."

Eriol se acercó a ella y comenzó a hacerle un ligero masaje sobre sus sienes tratando de reducir a la obvia molestia que sentía.

"Que tal. ¿Mucho mejor?"

"Sí, mucho mejor." – Respondió Sakura sin ocultar el alivio que sentía. – "Muchas gracias."

Estuvieron así un rato más hasta que la menor de los Kinomoto tomó entre sus manos la de su compañero y le dio una beso en la mejilla.

"Bienvenido de nuevo. Que te parece si salimos de aquí."

A pesar de notar cierta emoción en su voz, el rostro de Sakura seguía tan serena y seria como siempre. Al abandonar el aeropuerto Eriol se sorprendió del vehículo que los llevaría a destino.

"¿Es tuyo?" – Preguntó sorprendido el joven Inglés.

"Claro que sí. ¿Te gusta?"

"Bastante, es un vehículo muy hermoso. Pero como lo conseguiste tan pronto."

"Lo había pedido hace ya un tiempo lo único que hice fue llamar y pedir que me lo enviaran a Tokyo en vez de Londres."

"Pues debo decir que tienes un muy buen gusto, Sakura."

A la joven de ojos esmeraldas no pudo evitar una ligera sonrisa ante el comentario de Eriol mientras los dos abordaban el auto. Realmente era una verdadera belleza: Un Aston Martin DB9 Volante convertible de un verde como los ojos de su dueña, su línea era tan suave y hermosa que realmente era placer ver tal vehículo. Suficiente para dudar que era más hermoso aquel auto o su propietaria.

"Debió costarte una verdadera fortuna."

"Un gran amigo mío supo administrar muy bien mis finanzas como para poder darme este lujo." - Sakura ofreció una mirada de complicidad a su copiloto.

"Entonces debes dejármelo conducir un día de estos." – La sonrisa de la encarnación de Clow era de oreja a oreja mientras la Maestra de Cartas conducía a alta velocidad por la autopista que conecta el aeropuerto con la ciudad. – "Y cambiando de tema ¿cómo han estado las cosas por aquí."

"Que te puedo decir Eriol. Bastante pesadas."

"La amiguita de Tomoyo te hace la vida imposible."

"No tienes idea." – La perspicacia de Eriol no le asombró. Hasta cierto punto era agradable. No tenía que dar muchas explicaciones. – "Es como una sombra. No la deja sola ni un momento... o si no es el idiota de mi hermano, no entiendo que tanto hace donde Tomoyo." – La verdad es que sabía la respuesta pero no quería que su compañero se enterara.

"Y no han podido tener algo de privacidad." – Exclamó completando la oración de Sakura. – "¿Qué piensas hacer?"

"No lo sé. Se me está acabando la paciencia, al menos la he pasado bien con Sonomi y la pequeña Michiru."

"¿Michiru?"

"Es cierto! No la conoces aún. Es la hermanita menor de Tomoyo."

"Conque una hermanita." – Dijo intrigado – "¿Y nuestro amigo Li como ha estado?"

"No lo he visto desde hace cuatro días. Pero parece que esta bien." – Respondió la joven sin mucho ánimo – "No te preocupes por él, Ma Yuan y su hermano deberán llegar entre hoy y mañana para que lo atienda."

"No, me refería a eso. Además como esta eso de que no lo ves hace cuatro días."


Había llegado hacía un tiempo y no la había visto aún. Ahora se encontraba en el patio posterior acompañada por a la amable presencia de exquisitas fragancias de los hermosos y esmeradamente cuidados jardines de aquella mansión esperando ser atendida.

"Me alegra que por fin hayas decidido venir a visitarme." – La saludó con alegría la joven de lago cabello negro.

"Hola Tomoyo." – Respondió Sakura algo sorprendida pues no la había sentido llegar. – "Perdona por no venir antes, pero he estado un poco ocupada."

"No importa. Porque no te sientas."

"¿Estas bien?" – Preguntó mientras ambas se sentaban junto a una pequeña mesa de jardín.

"Si Sakura. Estoy muy bien. Los médicos están sorprendidos por mi rápida recuperación... parece como magia." – Al terminar la frase no pudo evitar un leve rubor en su rostro. - "Por cierto Sakura. Llevas un traje muy bonito."

"Gracias Tomoyo." – Respondió Sakura con cierto nerviosismo. De hecho su intranquilidad había comenzado a surgir recién llegó a la mansión, cada vez que se encontraba cerca de la hermosa Tomoyo.

Por su parte la joven de mirada amatista también se sentía nerviosa. No había podido estar a solas con ella desde que se la había vuelto a ver en el hospital después de tantos años, y es que había tratado de evitar a toda costa que su querida Sakura se topara con Katrina.

Desde aquel incidente en el hospital instintivamente supo que ellas dos nunca se iban a entender y que si se encontraban lo único que podía esperar eran problemas.

Así que cuando supo que Sakura vendría a visitarla había enviado a su amiga rusa a hacer unos encargos con el título de "urgente" para que la dejara a solas unas horas y atender a Sakura como se merece... y ponerse al fin al día con la vida de su eterno amor. Y es que no había podido saber nada acerca de su amiga de la infancia. Su sobreprotectora amiga le había evitado acercarse a Sakura y mucho menos habían podido hablar.

Hasta ahora.

La hermosa Sakura traía puesto un lindo vestido enterizo de un azul oscuro metálico que terminaba un poco más arriba de medio muslo y enmarcaba su lindo cuerpo además de mostrar sus muy bien contorneadas piernas.

Tomoyo no pudo evitar fijar su mirada en esas lindas piernas. La devoró con la mirada. Hasta que se dio cuenta de lo que estaba haciendo y giro su rostro en otra dirección pero le seguía mirando de reojo.

Sakura no se encontraba en una situación más cómoda. Su corazón latía tan fuerte que apenas podía controlar su respiración. La había visto antes en el hospital pero esto era diferente.

En este ambiente abierto y con el sol en todo su esplendor en el cielo podía admirarla con más detalles.

Era hermosa, muy hermosa. Más de lo que hubiera podido imaginar. Su dulzura y ternura seguían allí. Pero ahora era toda una mujer. Su cabello negro brillaba y caía coquetamente por sobre sus hombros, siguiendo su frágil figura. Y al igual que Tomoyo no había podido verse inmersa en el cuerpo de su anfitriona que conservaba su elegancia y refinamiento.

Ninguna de las dos lo noto. Pero habían quedado en silencio un largo tiempo mientras sus miradas se recorrían entre sí.

Hasta que Tomoyo decidió terminar aquella situación, ese silencio comprometedor.

"Dime Sakura. ¿Qué has hecho en todos estos años?" – Dijo tratando evitar el temblor de su voz. - "Quiero que me lo cuentes todo." – Repuso con su acostumbrada sonrisa.

Sakura no sabía por donde empezar y tratar de evitar esos detalles horribles de su vida.

Hizo lo mejor que pudo contándole todo desde que dejó Japón. Que había vivido en Hong Kong con Shaoran por casi un año y que luego se había ido a vivir con Eriol en Inglaterra hasta hace unas semanas que habían viajado de regreso a Hong Kong cuando Mei Ling murió.

La pobre Tomoyo se entristeció al saber esto. Sakura evitó decirle las circunstancias que rodeaban la muerte de la prima del joven Li. Aunque tal vez tendría que hacerlo pronto.

Un momento de silencio las envolvió.

"Ya te conté de mi vida." – Repuso Sakura terminando aquel incómodo silencio. – "Ahora cuéntame de la tuya."

La joven diseñadora comenzó con su relato. Al igual que la Maestra de Cartas evitó hablar sobre los detalles de su vida que no quería que supiera.

No quería dañar la imagen que Sakura tenía de ella. Del mismo modo Sakura no quería que Tomoyo supiera en la persona que se había convertido.

Pero era muy difícil de ocultar, sobre todo para alguien tan despierta y atenta como lo era la hermosa Daidouji.

Claro que había notado en el cambio de personalidad de Sakura. Aunque conservaba esa sonrisa y alegría, ya no era tan vivaz y atropelladamente efusiva como lo era de pequeña. Ahora era más reservaba y cuidadosa en sus maneras, más refinada y suave.

No es que le molestara pero nunca se le había pasado por la cabeza que Sakura podría haberse convertido en una princesa de tan refinados modales.

Pero también notó que algo le estaba ocultado y que la perturbaba.

"Sakura, hay algo que no entiendo." – Dijo algo nerviosa. – "¿Por qué te fuiste de Japón?"

La joven hechicera sudó frío. Hubiera querido que no le preguntara eso. Pero sabía que era inevitable en el momento que volviera a encontrarse con ella.

"Pues..." – Exclamó dubitativa – "Yo... yo me fui... por... por que..." – No sabía por donde empezar.

Un profundo suspiro.

Sakura se acercó a Tomoyo y le tomó la mano. A la joven diseñadora se sentía morir al sentir la cercanía de la hechicera, aunque fuere a través de sus finos guantes de seda.

La mirada verde de Sakura se encontró con la mirada amatista de Tomoyo.

"Tomoyo. Hay algo que quiero decirte. Algo muy especial..."

De pronto Sakura se quedo en silencio y Tomoyo estaba confundida. No entendía pero entonces notó el gesto huraño y de desagrado de la Maestra de Cartas.

"¿Te sucede algo Sakura?"

"¡Esta aquí! No puede ser. Es que acaso no puede dejarte en paz."

Ahora si que estaba confundida¿de qué rayos estaba hablando?

"QUE HACE... HACE... ESTA AQUÍ!"

Una voz femenina y obviamente molesta se escuchó detrás de ellas.

"Tomoyo... que hace aquí esa..."

"Cómo que esa!... Mi nombre es Sakura." – Respondió molesta, pero sin hacerlo notar.

"Como si realmente me interesara el nombre de la basura, además..." – Katrina quedó muda al notar que la joven de ojos verdes esmeraldas sostenía la mano de la diseñadora. – "QUE SIGNIFICA ESO!"

Tomoyo e incluso Sakura se vieron confundidas... ¿a qué se refería? Por un momento ninguna de las dos supo que trataba de decir la rubia pero luego, al mismo tiempo notaron que seguían tomadas de la mano.

Las dos dieron un brinco. Como si se hubieran quemado con algo, acompañado de un furioso rubor que cubrió el rostro de las dos jóvenes niponas.

Sakura tosió tratando de simular su incomodidad.

"Tomoyo, será mejor que me vaya. Yue debe estar esperándome."

"NO!" – Exclamó casi gritando la joven amatista. – "Quédate un rato más. Por favor." – Dijo casi suplicante.

"Pero Tomoyo po..." – Las palabras de Katrina se quedaron a medio decir. La mirada suplicante de Tomoyo la había callado.

"Muy buenos días."

Una voz masculina se escucho detrás de las chicas y voltearon para ver al recién llegado. Un joven bastante atractivo vestido de manera casual con el cabello castaño.

"Joven Li" – Exclamo Tomoyo – "Que gran día he tenido con tan gratas visitas." – Exclamó con alegría.

"Ni tan gratas." – Murmuró Katrina.

"A que debo este placer joven Li."

"Por una parte, vine para saber como seguía. Pero realmente vine para averiguar si tu sabías donde estaba Sakura." – El joven Shaoran miró a Sakura. – "Pero tuve más suerte al encontrarla aquí."

Tomoyo sudó frío. Se sentía incómoda y triste por la presencia de Shaoran. Estaba allí por Sakura pero evitó hacerlo notar con una gran sonrisa.

"Me alegra mucho que estén aquí." – Una idea cruzó su mente. – "Li, acompaña a Sakura mientras Katrina y yo vamos por el té. No nos demoramos."

La joven diseñadora arrastró a su compañera rusa dentro de la casa. Después de discutir un leve momento Katrina se fue a buscar las bebidas al mismo tiempo que un pequeño peluche alado llegó al lado de Tomoyo quien espiaba a la pareja en el jardín.

"Cómo en los viejos tiempos ¿cierto Tomoyo?"

"Asi es Kero."

Entre tanto Sakura estaba molesta por la intromisión de la rusa y por la presencia de Shaoran. Estaba muy segura del por qué estaba allí.

"Sakura, no podemos seguir ignorando esto toda la vida."

"Obsérvame." – Replico con seriedad y frialdad. – "Además no hay nada de que hablar. Tu quieres arreglar algo que no me interesa arreglar."

"No te entiendo Sakura. No eres la misma que conocí de pequeña."

"La gente cambia."

"¿En serio? No me pareció cuando llegaste a mi casa. Sé que lo que pasó esa noche te tiene así y por eso mismo tenemos que hablar al respecto."

"¿Hablar¿Quieres hablar? Entonces habla." – Exclamó Sakura mientras se cruzaba de brazos – "Di todo lo que quieras decir."

Shaoran se quedó mudo. No sabía por donde empezar, además el solo recordarlo lo hacía sonrojar.

"No te oigo decir algo. Quieres hablar pero no sabes que decir." – Arrogante dio la vuelta dándole la espalda al joven chino. – "Yo me voy de aquí."

El Jefe del Clan Li se adelantó y detuvo a Sakura desde atrás tomándola de las muñecas. Al sentir el contacto La Maestra de Cartas quedó helada.

"Tu sabes mejor que nadie que no es sencillo hablar de eso. Nunca quise que las cosas se dieran así y no sé que pasó, ni entiendo como fue que sucedió. Yo nunca quise lastimarte."

El contacto y las palabras hicieron ruborizar a Sakura. No lo había tenido tan de cerca desde esa noche.

"Shaoran." – Exclamó dulcemente mientras se volvía para mirar a los ojos del joven hechicero.

Por un momento se sintió perdida ante la cercanía de Shaoran y se cerró los ojos dejándose llevar por el momento. Estaba cansada de tanto pelear, de tratar de repudiar a alguien que no tenía la culpa. Recriminarle por algo que ella también había hecho y consentido.

Shaoran la tomó entre sus brazos. Estaba terriblemente nervioso y ruborizado hasta las orejas. Quería besarla y no iba dejar pasar la oportunidad.

Sus labios se acercaron y se rozaron.

A unos pasos de allí un muy preocupado Kero trataba de averiguar que le sucedía a Tomoyo.

Un momento antes estaba lo más de bien y ahora se encontraba de rodillas a merced de un terrible dolor que punzaba en su pecho y casi la había hecho desmayar.

"Tomoyo! Tomoyo¿Qué te sucede?" – Kero no sabía que hacer, solo miraba angustiado a su amiga casi desvanecerse.

En el momento que sus labios se rozaron, los ojos de Sakura se abrieron como platos llenos de lágrimas. Se hizo para atrás empujando al apuesto chino.

"¿Qué te sucede Sakura?" – Exclamó Shaoran sorprendido por la reacción de la nipona.

"¡Cómo te atreviste¡No tenías ningún derecho!" – La molestia en su voz era palpable. – "No después de lo que ocurrió."

"Esa noche no éramos nosotros mismos. No entiendo que sucedió exactamente pero ninguno de los dos tuvo la culpa, nunca hubiera hecho algo para lastimarte."

"Lastimarme. No, Shaoran esa palabra no alcanza a describir lo que me hiciste." – Sakura cerro sus puños con ira mal contenida mientras de sus lindos ojos salían espesas lágrimas más de rabia que por otra cosa. – "Cada vez que cierro los ojos y pienso en ello siento mi piel arder del dolor y como mi alma se destroza con cada caricia tuya. Eso nunca debió ocurrir así, aún si quisiera estar contigo lo que debió ser un hermoso acto es para mi una pesadilla." – Cada vez le era más difícil retener su furia. – "Sentir mi sangre fluir mientras sentía la tuya recorrer mis manos no es lo que hubiera querido para nosotros dos... tu aún debes sentir el dolor, el sabor a sangre... no, no quiero... solo eso puedo tener en mi cabeza cada vez que te veo."

"No tiene por que ser así." – La voz de Shaoran era débil al tratar de increpar la veracidad de las palabras de Sakura. – "Déjame demostrártelo."

En ese momento el joven chino trato de tomar la mano de Sakura pero esta dio un paso atrás tratándose de alejarse del hechicero, al mismo tiempo con un solo destello de su mano se materializó la card "Sword".

"No te acerques a mi." – Amenazó con firmeza en su voz, dejando claro que eso iba en serio. – "Ni siquiera deberías estar diciéndome esto. Deberías guardarle respeto a MaYuan, ella es tu prometida."

"Dejaría todo por ti." – Exclamó sereno ante la amenaza de la antigua Card Captor.

No dudo más. Sakura enfiló su espada contra el pecho de Shaoran.

Tomado totalmente por sorpresa supo que iba a morir.

Para su sorpresa Xian Long, la espada que posee el espíritu del dragón que duerme en el Yang Tse y que Sakura ayudó a crear, se materializó salvándole de una muerte segura.

"Si tanto te gusta que te lastime entonces prepárate."

Su voz estaba llena de ira.

Shaoran estaba estupefacto. Su intención directa había sido acabar con él y ni siquiera había dudado. ¿Por qué? No lo sabía, pero antes de que pudiera sacar alguna conclusión un nuevo ataque lo hizo reaccionar. Trataba de defenderse lo mejor que podía, estaba demasiado sorprendido como para realizar un contraataque efectivo además de que no tenía ninguna intención de lastimar a Sakura pero definitivamente ella no pensaba lo mismo.

En un momento el Jefe del Clan Li no pudo seguir deteniéndola y terminó en el piso totalmente indefenso y a merced de la furiosa espada de la Maestra de Cartas. Pero justo en el momento en que se disponía acabar con él...

"No lo hagas Sakura."

La voz temblorosa y débil de una muy asustada Tomoyo, que se sostenía a duras penas y tenía una mano sobre su corazón, detuvo el violento ataque de la joven de ojos verdes al instante.

Sakura la miró y como si recobrase de algún tipo de trance, se alejó avergonzada y asustada de si misma de lo que estuvo apunto de hacer.

La agitada Tomoyo ayudó a ponerse de pie al aún sorprendido Shaoran. La espada de Sakura desapareció de su mano de la mima forma en que había aparecido al igual que Xian Long.

Ahora era una profunda tristeza que embargaba el alma de la Maestra de Cartas y sin decir nada se dispuso a marcharse pero la melodiosa voz de Tomoyo la detuvo.

"Sakura..." – La voz de Tomoyo era notablemente temblorosa.

"Yo... yo... lo... lo siento mucho. Tomoyo... Shaoran, perdónenme."

Y entre lágrimas se marchó rápidamente sin voltear si quiera. Cuando entró a la casa el pequeño Kero quiso hablarle pero solo recibió la fría respuesta de su ama.

"Tu tienes una misión. Cúmplela."


La risa de su acompañante se había convertido en una carcajada burlona. Le incomodaba mucho su reacción. ¿Qué tenía de chistoso esa situación?

"No creo que sea como para morirse de la risa Eriol."

"Perdóname Sakura, pero es que me parece bastante cómico. No puedo imaginarme la expresión del pobre Li. Debió haberse llevado un susto de muerte."

"En estos momentos mi querida Tomoyo debe estar pensando que soy algún tipo de monstruo." – Dijo con profunda tristeza. – "No quería que eso sucediera."

"Tranquila Sakura. No creo que Tomoyo piense que seas un monstruo pero si debe estar bastante sorprendida por la forma en que actuaste." – Dijo tratando de reconfortar a su amiga. – "No te conoce tanto como yo para saber que a veces te dejas llevar muy lejos por tus sentimientos. Lo mejor es que trates de hablar de nuevo con ella."

Sakura esbozó una ligera sonrisa, las palabras del inglés la habían hecho sentir mejor.

Después de eso estuvieron en silencio unos segundos, Eriol sin quitarle la mirada de encima a la chica. Un gesto inequívoco de molestia en el rostro de Sakura respondió su pregunta sin necesidad de palabras.

"Vamos Sakura! Por cuanto tiempo vas a seguir así. Al menos deberías contarme que sucede entre ustedes dos."

Una mirada asesina fue la única respuesta que recibió de parte de su compañera.

"Mejor por que no me cuentas como te fue en tu viaje."

"No mejor que a ti. No mejor que a ti."

Pronto llegaron al lugar de destino. Un hermoso hotel en uno de los sectores más lujos de la ciudad.

"Muchas gracias por el aventón Sakura."

"Fue un placer. Siempre a tu orden."

"Por que no subes y me honras con tu presencia."

"Gracias, pero no gracias Eriol. Tengo un compromiso esta tarde y me tengo que ir ahora."

"¿Compromiso¿Y eso quien es el afortunado?"

"No es lo que piensas." – Respondió secamente. – "Yukito me invitó a su casa para presentarme a su prometida y para charlar un rato."

Antes de marcharse Sakura se volvió hacia Eriol.

"Por cierto, La otra semana habrá una fiesta en casa de Tomoyo para celebrar su cumpleaños estás invitado."

Y si decir otra palabra Sakura desapareció de la vista del inglés en su hermoso convertible en las transitadas calles de la ciudad.

Eriol entró en el lujoso cuarto de hotel, pensativo. Su viaje había sido totalmente infructuoso, no había conseguido nada. Visitó cada orden, cada secta, cada grupo o cosa parecida de los círculos místicos de todo Londres... nada. Incluso el libro que se supone que debía estar en su propia mansión ya no se encontraba, aquel regalo de su amigo Alex le había dado hace unas semanas atrás y que no se había molestado en mirar. Esos días tenía otras cosas en mente.

Sabía que algo le ocultaba; a pesar de sus intentos en hacerle hablar no logró nada. Por algo era un agente de inteligencia. Pero algo si le dijo – todo lo que necesita saber esta en el libro que le regalé -.

Muchas recriminaciones vinieron después. Si era importante ¿por qué no le dijo? Según Alex porque no quería ni quiere involucrarlo con lo que estaba pasando, pero que necesitaba su ayuda ya que Eriol es un gran hechicero y sabiendo lo curioso que era con cualquier cosa mística lo haría inadvertidamente.

Este pensamiento hizo que el inglés se sintiera usado... pero quien era él para recriminar algo. Para recriminar al usar la gente manipulando sus pasiones. Algo que sabia era que le gustaba ser el titiritero no el títere.

Aunque si lo que decía su amigo era cierto, que era algo muy peligroso y no quería verlo involucrado, su inadvertida forma de hacerlo era lo mejor... pero ahora estaba el dichoso libro perdido.

Y por si fuera poco su búsqueda de Kaho Mizuki terminó en un callejón sin salida... era como si se la hubiera tragado la tierra o como si nunca hubiera existido.

"Veo que ya regresó Hiragizawa" – La seria voz de Shaoran lo sacó de sus pensamientos.

"Hola Li¿cómo han estado las cosas por aquí?" – Aun sabiendo la repuesta no pudo evitar preguntar, solo para ver la reacción de joven chino.

"Como si no lo supera" – Respondió Shaoran con ironía – "No se como logra hablar con tanta naturalidad con Sakura."

"Sencillo... eso es porque no estamos involucrados emocionalmente."

Un leve rubor cubrió el rostro del hechicero chino. No le gustaba, aunque fuera cierto y obvio, que pusiera sus sentimientos en evidencia.

Por su parte Eriol pensaba que sus palabras no eran del todo ciertas. Como podía decir que no estaban involucrados emocionalmente con todo lo ocurrido. Las cosas que Shaoran nunca debería enterarse o su vida estaría en peligro...

Una sonrisa se esbozó en el rostro del joven inglés ante ese pensamiento y el recuerdo de un incidente en casa de Li cuando estuvieron allí.

"Por cierto Hiragizawa. Le llegó una carta. No sé como hicieron para saber que estaba aquí."

"Gracias Li."

Eriol entro en lo por ahora sería su estudio, y se dirigió al escritorio donde aguardaba aquella carta con un sello de cera. En estos tiempos modernos es raro ver algo así por lo que le llamó fuertemente la atención.

Se sentó en su sillón y miró la carta un rato... sin remitente.

Finalmente la abrió, al romper el sello de cera sintió algo liberarse pero la sensación desapareció rápidamente pero la sorpresa se lo llevó al leer que la carta era de Kaho fue muy grande.

Leyó aquella misiva con cuidado y cada palabra era la respuesta que había estado buscando... también eran las palabras que no quería que fueran ciertas.

"Las palabras tienen poder."

Era lo último que decía la carta.

El joven Hiragizawa dejó la carta sobre el escritorio y rápidamente volcó sobre ella una gran cantidad de papeles y documentos, cualquiera que estuviera al alcance y llamó a Shaoran.

Una vez que el joven miembro de la Familia Li estuvo allí, Eriol le dio una extraña petición.

"Quieres que haga... que?"

"Quiero que escojas cualquier hoja de entre este montón de papel."

Shaoran levantó una ceja como diciendo ¿estas hablando en serio? Respondido solo por una sonrisa de su interlocutor.

Aún confundido por tan extraña petición, se dirigió hacia la pila de papel sobre el escritorio, revolvió un poco y sacó una del montón que luego mostró al inglés.

El semblante de Eriol se tornó serio al notar que el papel que había tomando Shaoran no era otra sino la carta de Kaho. La encarnación de Clow tronó los dedos y al instante aquel papel estalló en llamas.

Shaoran dejó caer aquel trozo de papel a piso sin ningún gesto de sorpresa, pero si tenía preguntas y por el rostro serio de su acompañante lo que sucedía era bastante delicado.

"¿Qué sucede Hiragizawa?"

"Las palabras tienen poder."


No sabía como actuar. Tenía miedo, miedo de que la imagen que tenía de ella cambiara para mal. Esperaba que no la dejara de querer.

Levantó un poco la mirada para verlo y volvió a bajarla. No creyó que fuera tan difícil enfrentarlo.

"¿Por qué estas tan nerviosa, Sakura?"

"Hace mucho que no te veo y no sé que opinión tengas de mí." – Su voz era tan serena, que hacía contraste con sus palabras.

"¿Tanto te importa la opinión que tenga de ti?"

"Eres de las personas más queridas por mi, Yukito. Claro que me importa." – Exclamó la Maestra de Cartas con firmeza y mirándolo a los ojos.

"Sakura, no tienes de que preocuparte." – Dijo el joven Tsukishiro con una amable sonrisa. – "Aunque si me sorprende ver lo mucho que has cambiado."

"Perdón."

"¿Por qué te disculpas?"

"Por no ser la persona que era antes."

"Cambiar no es malo, aún eres una persona maravillosa."

"No tanto como crees." – Exclamó la joven de ojos verdes al recordar el incidente en casa de Tomoyo.

En ese momento entró en la pequeña sala Umi, la prometida de Yukito quien traía el té. Caminó cerca de la mesa de centro y atendió primero a la invitada.

"He escuchado mucho de ti, Sakura. Tu hermano y Yuki suelen hablar de ti muy amenudo." – Exclamó con una sonrisa. – "Es un honor conocerte al fin."

"El placer es todo mío. Eres muy amable y bella. Entiendo porque Yukito quiere casarse contigo."

El sincero comentario de la Maestra de Cartas hizo ruborizar a la anfitriona al mirar de reojo a su prometido.

"Eso... no es del todo cierto." – Dijo Umi nerviosa.

"No seas modesta querida."

Yukito se acercó a Umi y le abrazó con cariño. Sakura no pudo evitar sonreír al ver a la pareja, de verdad se veían muy bien uno al lado del otro.

"Te pareces mucho a tu hermano cuando sonríes."

El comentario incomodó un poco a la joven de ojos verdes que la hizo ruborizar.

"Yo... yo... no me parezco a mi hermano." – Respondió torpemente.

Por alguna razón se sentía como una niñita tonta sin saber que decir, tal vez se debía a no echar todo a perder por algo que pudiera decir. No estaba acostumbrada a este tipo de reuniones. Era la chica antipática por excelencia y aunque por lo general no se preocupaba por esas cosas, ante Tsukishiro las cosas eran a otro precio.

La velada fue por más conmovedora, poco a poco Sakura comenzó a sentirse más cómoda y dejó los nervios a un lado. Aunque Yukito notó el cambio en su invitada su actuar era más bien fría y reservada, de una manera muy familiar... como la de Yue.

"Yuki ya me tengo que marchar, tengo mucho trabajo mañana. Sakura fue un placer conocerte."

"Igualmente."

"Cariño, por que no te quedas un poco más?".

"Gracias pero mejor nos vemos mañana. Además..." – Umi se acercó al oído de Yukito – "Creo que hay cosas que quieren hablar a solas."

Por último le dio un tierno beso y se marchó.

Hubo un breve silencio incómodo entre ambos... más para Sakura.

"Debo agradecerte mi querida Sakura."

La joven hechicera se sorprendió y miró interrogativa al muchacho de blancos cabellos.

"No sé porque debes estar agradecido."

"Te agradezco el hecho de que hayas separado a Yue de mí."

Ahora si estaba más confundida, no esperaba algo así.

"Cuando nos separaste dejé de ser una sombra, una mentira para poder ser yo. Solo Tsukishiro Yukito." – Explicó a la Maestra de Cartas con su amable sonrisa. – "Es verdad que al principio me sentí solo al ya no sentir la presencia de la luna en mi interior, pero ahora tengo a alguien que llena esa soledad."

"Me alegro por ti." – Respondió Sakura aún con un dejo de tristeza. – "Al menos mi egoísmo ayudó a alguien."

"Cuando llegaste esta noche estabas preocupada por lo que podía pensar de ti, que pudiera tener una mal concepto de ti. Pero veo que eres tú quien no tienes una buena imagen de ti misma."

"He hecho muchas cosas horribles a las personas que más quiero."

Yukito se acercó a la hermosa Sakura y la sorprendió con un abrazó. No se lo esperaba.

"No sé que habrás hecho pero estoy seguro que nadie te odia."

"Es ese precisamente el problema." – Exclamó Sakura más reconfortada por aquel cálido abrazo – "He hecho muchas cosas, cosas terribles pero nadie parece odiarme... no lo entiendo."

"¿Y por qué quieres que te odien?"

"Así sería más fácil. Además lo merezco y sería lo justo para mí."

"Que te hayas equivocado en la vida no te hace merecedora de odio o rencor. Más que buscar el odio de los demás deberías buscar el perdón de ti misma."

Para Sakura las palabras de Yukito estaban llenas de verdad, es lo mismo que le habían dicho sus padres. Sin embargo no era tan fácil decidir perdonarse, equivocarse era una cosa pero según ella su pecado iba más allá que un simple error.

Aunque su corazón se encogía con esos pensamientos, su rostro seguía tan sereno como siempre.

"Me alegra que hayas vuelto y que haya podido verte Sakura." – Dijo acariciando amorosamente el cabello de la joven Kinomoto. – "Volviste por ella ¿verdad?"

Sakura dio un respingo.

"No sé a que te refieres. Estoy aquí por otros motivos." – No era del todo mentira pero no era su principal razón. – "Hay... algunas cosas que debo resolver, es todo."

"Imagino que deber ser algo muy serio. Touya esta involucrado, verdad?"

Sakura se reincorporó y se alejó un poco mirándolo directamente a los ojos.

"¿Qué tanto sabes?"

"No mucho. Puede que el Guardián de la Luna no este conmigo pero puedo percibir que algo ocurre tanto de ti como de tu hermano."

"Es mejor que no sepas mucho. Sin Yue estas indefenso de lo que pueda pasar y no quiero que nada te ocurra. Ahora tienes una vida." – Su voz delataba miedo en la Maestra de Cartas.

Yukito volvió a acercarse para abrazarla de nuevo.

"Entiendo tu preocupación. Solo quiero decirte una cosa: Tú no estas sola, no tienes porque cargar el mundo sobre tus hombros."

Una única lágrima recorrió el rostro de joven de ojos verdes antes de reincorporarse y dirigirse a la puerta.

"Yukito. Esto es algo que debo hacer. No quiero ver a nadie más sufrir y menos por mi culpa. Si esta en mis manos lo haré y no dudaré." – Su voz sonaba con tal resolución y decisión que daba miedo. – "Adiós Yukito. Me dio gusto verte de nuevo y confía en mi... todo estará bien."

Sin decir otra palabra la joven de ojos verdes abandonó aquel lugar. Se sentía aliviada de cierta manera, saber que al menos Yukito Tsukishiro tenía una vida muy feliz y no había sufrido con el alcance de sus actos la reconfortaba. También el saber que dentro de poco tiempo se iba a casar y que estaría de viaje por un tiempo. Así él no estaría cuando todo comenzara y no debería preocuparse por si saldría lastimado.

La ponía un poco nerviosa el hecho de que al ser tan perspicaz sabía que algo pasaba y deseaba que no decidiera intervenir. Esperaba que dejara las cosas en sus manos para darles a quienes quería un futuro.

Estos pensamientos la acompañaron hasta su lugar de residencia donde le esperaba Yue. No cruzó palabra alguna con su guardián y se dirigió directamente hacia su sillón y suspiró profundamente por el cansancio.

Giró su rostro hacia la ventana, del cual se podía observar una hermosa vista de la ciudad y la torre de Tokyo, el símbolo de su destino. En ese momento una luz brilló en sus manos y apareció un libro.

Lo palpó sin dejar de mirar las luces de la ciudad. – "Ya no puedo hacer nada por mi hermano o por Hayes, pero tal vez por los otros... no sean necesarios." – pensó la bella Sakura mientras Yue se paraba a su lado.

"Nunca te lo pregunté pero... ¿te molesta que te haya separado de Yukito?"

"Mi deber es protegerte mi ama."

"Eso no fue lo que pregunté Yue."

"Sin mi falsa identidad soy libre de estar siempre a tu lado."

La joven maestra sonrió ante la respuesta honesta de su guardián. Es verdad, al menos de todo lo que había hecho algo le había dado buenos resultados. Siempre le gustó estar en compañía de Yue, así como la luz de la luna, él le ofrecía serenidad cuando más lo
necesitaba.


"Entonces así están las cosas. Parece que solo significa más problemas para nosotros."

"Tranquilo Li, al menos sabemos a que nos enfrentamos."

"Es lo mismo que nada" – Reclamó con seriedad, mientras caminaba dando vueltas en el ahora estudio de Eriol – "Lo que no puedo creer es que haya perdido el libro que habíamos estado buscando."

"Tranquilo, tranquilo." –Exclamó divertido ante la molestia de su acompañante, observaba con atención a medida que bebía un trago sentado en su sillón – "Aún con el libro difícilmente podríamos hacer algo afectivo si no somos parte de esto. Si Kaho tiene razón, y estoy seguro que la tiene, intervenir es como buscar el suicidio."

"Pero en algo podríamos ayudar si supiéramos quienes son ellos."

"El Concilio podría darnos una mano, por ejemplo."

Shaoran se agitó un poco con esas palabras.

"No, ellos no ayudarán."

"¿Y cómo esta eso?" – Replicó Eriol intrigado.

"Antes de que llegara hablé con MaYuan por teléfono. Al parecer el consejo decidió que este asunto no era de su competencia, solamente de la familia Li."

"¿Acaso no les importa si el mundo se acaba?"

"Ese es precisamente el punto. No consideran que lo ocurrido tenga algo que ver con viejas y apocalípticas profecías. Si así fuere estarían ocupados tratando de salvar al mundo cada fin de semana. Ellos consideran esto como un incidente aislado y personal contra mi familia."

"En eso si le doy la razón. Cuando fui Clow todos los días llegaban peticiones y premoniciones apocalípticas de todos lados del globo."

"Eso no es lo peor." – Shaoran se tomo su tiempo y dejó expectante a su colega por unos segundos. – "Es posible que los del consejo emitan un comunicado en contra de Sakura."

"Explícate." – Reclamó un muy extrañamente serio Eriol.

"Debido a las actividades de Sakura, el nivel de su magia y su aparentemente falta de control muchos creen que Sakura es un problema muy serio, un tipo de 'bomba ambulante' lista para explotar." – El joven Li se tomo su tiempo antes de continuar – "Afortunadamente muchos otros creen que la 'Heredera de Clow' es una Gran Hechicera y que esas acusaciones sólo tienen fundamento en la envidia y los celos."

"Al menos están divididos y podría tomar su tiempo antes de tomar una decisión final."

"El problema son esas cartas que ella hizo. Aún entre los que apoyan a Sakura consideran esas cartas un verdadero peligro y si sus detractores manejan bien este asunto podrían poner todo el Concilio de Hechiceros en contra de ella."

"Como si ya no tuviéramos problemas." – A pesar de la tensión su tono fue más bien burlón. – "Al menos la presencia de Sakura ha desaparecido totalmente y aún para ellos sería difícil encontrarle."

"Y aún si le encontrasen el poder actual de Sakura está fuera de todo parámetro. No sé como hace para general tal poder sin provocar una gran perturbación."

El inglés lo miró con curiosidad.

"Cuando me atacó en casa de Tomoyo... perdón, de Daidouji. Utilizó el poder de la carta 'sword' sin crear circulo mágico, sin báculo, con una facilidad que me sorprendió y definitivamente no pude sentir que usara magia."

"Vaya, vaya. Eso si no lo sabía" – Pensó la Encarnación de Clow, sin emocionarse mucho. Ya había sentido el cambio de nivel de la magia de la Maestra de Cartas. En un principio se creyó que su poder estaba decayendo debido al abuso de su magia pero el incidente en el hospital se pudo dar cuenta que su poder, aunque apenas pudo sentirlo, seguía allí y tal vez más poderosa que antes. –"De seguro que ella tiene el libro"-

Otra cosa que la causó gracia fue la forma que en que se refirió a Tomoyo. Nunca la había llamado por su nombre y, aunque fuera por un momento, así lo hizo. ¿Por qué sería?

"Li¿piensas ir a la fiesta de cumpleaños de Tomoyo?"

"¿De Daidouji?... no lo sé. Seguro Sakura estará allí."

"Tranquilo mi amigo. Si Sakurita te hace trizas yo recogeré lo que quede de ti."

"Vaya ¿Harías eso por mí?" – Exclamó Shaoran en tono irónico rodando sus ojos a un lado.

"Para que están los amigo sino."


Había estado caminando un largo rato. Por fin había podido quitarse encima a sus guardaespaldas. No solo las que su madre dispuso para ella, sino de Katrina, el señor Hayes, el mayor de los Kinomoto y por último del pequeño Kero. Entre todos la habían estado asfixiando desde hacía una semana.

Sakura.

Esa era con la única persona con la que quería estar.

Sakura... había cambiado más de lo que ella podría haberse imaginado. En ciertos aspectos se parecía a ella misma, con ese paso refinado y elegante, sus maneras suaves y calculadas, ese ligero acento inglés, le daba a su amiga una apariencia sexy, exótica e irresistible. No le desagradaba nada esa Sakura, una faceta de ella que nunca creyó posible y la hacía más hermosa.

Tan diferente de niña, con su efusiva y atropellada alegría. Tal vez había cambiado pero seguía siendo Sakura, la que amaba con todo su corazón.

Aún así, estaba esa otra faceta suya. La que vio en el hospital y cuando la visitó en su casa. Tal furia y agresividad.

El pensamiento la hizo ruborizar.

Aún esa agresiva y peligrosa Sakura le parecía tan genial. Aunque diera miedo esos ojos verdes mirando con tal decisión y llenos de fuego... esos ojos, aun así la hacían derretirse por ella.

No la había dejado de amar ni un poquito.

Pero le preocupaba... esa actitud ¿qué en el mundo podría convertir a su dulce princesa en un demonio? Sin importar como fuera Sakura, solo había una cosa clara... Seguía siendo inalcanzable para ella.

Estos eran los pensamientos que atormentaban a la belleza de negros cabellos. La que había hecho caminar casi toda la tarde y ahora bien entrada la noche estaba allí, en ese mirador con su mirada azul fija en el océano y el hermoso cielo nocturno.

Ya pronto debería regresar y escuchar los reclamos de todos los que la esperaban, pero por lo pronto seguía dedicándole sus pensamientos a su persona más querida.

"Es una hermosa noche."

Una voz profunda y masculina la sacó de su meditación. Miró a su alrededor y vio un joven con unos profundos ojos negros como las profundidades del mar, junto a ella. No lo había notado.

"¿Acaso buscas respuesta en las estrellas?"

Tomoyo quedó paralizada. Esos ojos enigmáticos la tenía hipnotizada y no pudo responder a su pregunta. Sintió su corazón latir con fuerza.

El joven seguía mirándola con insistencia para luego desviar su mirada hacia el profundo negro del mar. En ese momento, como si hubieran roto el sello de un hechizo la joven Daidouji volvió en sí, pero aún algo nerviosa.

"Solo vine aquí para estar sola y pensar." – Respondió con inseguridad.

"Parecen inalcanzables."

Tomoyo estaba confundida.

"Las estrellas."

"Lo son." – Exclamó la chica de cabellos negros con un dejo de tristeza.

"Los sueños son como las estrellas. Brillando, siempre presentes, siempre visibles, hermosas que te hacen feliz..."

"Hasta que te des cuenta de que no las puedes alcanzar." – Tomoyo se sorprendió de sí misma al darse cuenta que había terminado la frase de aquel extraño.

"Como una maldición. Te atrae y me impulsa a dar lo mejor de ti. Los sueños te dan motivación y energías para continuar..."

"Pero la frustración de no tocarlas nunca puede hacerte perder..." – Otra vez, sin pensarlo continuó las ideas que surgían de esta extraña conversación, pero esa última palabra...

"Perder la esperanza."

Esa palabra... esperanza. Tomoyo sintió su corazón encogerse y unas lágrimas recorrieron sus rosadas mejillas. –"Mi querida Sakura."-

El joven volvió a mirarla, aquella frágil criatura tanto de cuerpo como de corazón. No pudo evitar sonreír.

Notas de la autora: Aunque parezca imposible aquí estoy de regreso. Estoy segura que la gran mayoría que leen esta historia creyó que no volvería a escribir, nunca he abandonado este proyecto pero en estos momentos de mi vida no había tenido la motivación o el tiempo realmente para escribir... la historia esta completamente en mi cabeza pero a veces me cuesta plasmarlo en palabras.

Se sorprendió recibir reviews aún a estas alturas... creo que fue por eso que me impulsó a continuar, a pesar de que sigo sin tener realmente tiempo para dedicarme por completo al terminar esta historia, trataré de mantener un ritmo aunque lento para terminarla.

Agradezco a todas esas personas que me han apoyado, por ustedes terminaré para no decepcionarlos y por mi el hecho de terminar este proyecto en la que me embarqué y sería justo terminar.

Creo que es todo por ahora. Los habituales Copirights: Card Captor Sakura no es mío es de las chicas de Clamp aunque quisiera tener los derechos sobre Tomoyo.