Arco 2: Despertar sexual

Capítulo 4

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Oficinas del FBI, Washington D.C.

Otro día normal de trabajo o eso era para la mayoría de los agentes que se encontraban en Quántico. Hotch y Rossi estaban en sus respectivas oficinas, el primero con montañas de papeleo, el segundo, tratando de conseguir otro libro.

García se encontraba hablando con JJ y Prentiss, se le veía animada. Pasaba por un café y al ver a las chicas, no se pudo resistir.

Morgan estaba en su escritorio, revisando unos papeles, en realidad no era necesario, pero ya se estaba aburriendo de no hacer nada. De pronto, levantó la vista y se encontró con Reid, pero de inmediato Morgan frunció el ceño. Reid estaba recargado en su silla, con los pies extendidos, las manos entrelazadas debajo del mentón y su cara era absoluta concentración.

Morgan abrió la boca, pero la cerró de inmediato. Luego de unos segundos, se levantó y caminó hasta él pateando el escritorio de paso. Eso sorprendió a Reid, quien brincó en su lugar, con el alma en un hilo, cuando se percató de que se trataba de Morgan, respiró hondo llevándose una mano al pecho.

- No hagas eso - dijo

Morgan comenzó a reír - ¿Por qué no? Es divertido - dijo con una atractiva sonrisa.

Reid lo miró con mala cara. - Déjame en paz - masculló por lo bajo, pero eso sólo provocó que Morgan volviera a reír.

Reid tomó entre sus manos unos papeles, simulando que los estaba leyendo. Pero Morgan sabía perfectamente que no estaba concentrado, sólo lo hacía para que se largara, pero no iba a suceder.

- Venga ya - dijo Morgan - ¿Qué es lo que te pasa? - preguntó divertido

- Nada - contestó de inmediato

- Jaja, vamos, sé que te pasa algo. A esta altura de la mañana ya te habrías echado un truco de magia o leído un libro completo o tus monólogos sobre la historia

- La historia es divertida e interesante para todos - defendió Reid

- Claro - era evidente el sarcasmo de Morgan, de repente se le ocurrió una idea súper genial para molestarlo completamente.

- ¡Ah! ¡Ya sé! Estuviste con alguien, ¿verdad? - Reid se revolvió ligeramente en su silla, pero no contestó - ¡Oh! ¿De verdad? ¿Y era de la tierra? - Morgan soltó una carcajada ante su propio chiste - Ya, ya - dijo al ver la cara de Reid - Entonces si estuviste con una chica, ¿cómo era? ¿la llevaste a cenar? - preguntó para picarle más

- No es de tu incumbencia - contestó Reid mirándolo

La cara de Morgan se desfiguró completamente. - ¿Tú, Spencer Reid estuviste con una chica? - preguntó atónito y un poco fuerte

- Cállate, eso no fue así - mencionó Reid temeroso que alguien lo escuchara, pero al parecer no fue así, porque toda la oficina estaba en sus asuntos.

- ¿Y cómo fue? ¿Duraste toda la noche, eh? Por eso el desvelo - dijo pícaramente Morgan

No era secreto para nadie que Morgan disfrutaba molestar a Reid, por lo que nadie se molestó en prestarles atención, de lo contrario, Morgan no sería el único alarmado en esa oficina.

- ¡Oh! ¿Por eso pediste la mitad del día? - preguntó Morgan cayendo en cuenta.

Morgan seguía diciendo más estupideces, pero para ese momento Reid ya no lo estaba escuchando, estaba perdido en sus recuerdos, en especial la verdadera razón por la que pidió ese día.

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Psiquiátrico H

El psiquiátrico era un lugar que muchos esperaban evitar en su vida, pero para otros, no había elección. Amelia se encontraba observando, desde la ventana de la oficina, los amplios jardines que rodeaban el lugar. Debía admitir que le daban un buen mantenimiento.

De repente la puerta se escuchó y una voz acompañó ese sonido. - Buen día Amelia, lamento la tardanza, hubo algo que requería de mi atención, pero ya estoy aquí, comenzamos - dijo la psiquiatra con una sonrisa en los labios.

Amelia no dijo nada y tomó asiento frente a ella.

Por unos instantes solamente había intercambio de miradas, unos momentos en que solo se escuchaba el tic-tac del reloj. La psiquiatra un poco impaciente comenzó a piquetear su cuaderno con la pluma.

Amelia que la estaba observando o eso parecía, pero ella estaba perdida en el limbo, hasta que de golpe regresó a la realidad. La psiquiatra lanzó un largo suspiro, parecía que hoy tampoco sería un buen día.

- Yo… no me siento preparada - dijo al fin

La psiquiatra enseguida se enderezó en su lugar, se acomodó los lentes y continúo con la conversación.

- ¿Preparada? ¿En qué sentido?

Amelia ahora sí la estaba enfocando con la vista. - De todo - contestó sinceramente - No sé qué me espera allá afuera, yo… no sé si puedo volver...

La psiquiatra anotó unas cosas en su libreta. - ¿No puedes o no quieres? - preguntó sin mirarla

Amelia se dejó vencer en su asiento. - No quiero - era verdad ella no se sentía lista para volver al mundo real

- Escucha Amelia - dijo amablemente - La sesión pasada hicimos un gran avance, tú mejoraste, ¿Por qué ahora tan de repente no quieres salir? - preguntó tratando de parecer interesada

- Porque me di cuenta de que estaré sola, no tengo dinero ni familia a la cual acudir y alguien con antecedentes como yo… no es fácil - se quedó callada un momento - Aquí me dan comida, techo y todo lo que necesito, vivo en paz

- Amelia… Sabes que todo es un ciclo, ¿verdad? - Amelia asintió - Y como todo ciclo, termina. Ahora terminarás con este ciclo y comenzarás uno nuevo, sé que puede parecerte atemorizante, pero debes confiar en ti misma Amelia, creer en lo que te has convertido y luchar por lo que quieres. Pequeña, la vida no se acaba aquí… - Amelia no la estaba mirando, la psiquiatra intuía que se trataba de otra cosa, así que preguntó - No es sólo por eso, ¿verdad? Hay algo más…

Amelia se quedó muy quieta en su lugar, recordando el día en que lo vio por última vez.

-Flashback-

Se encontraba como de costumbre en esa lúgubre celda, mirando el eterno anochecer, contemplando a su fiel amiga nocturna. Extrañamente los grillos se dejaban escuchar, así que se perdió en ese irritante sonido. Otro ruido más interrumpió su tranquilidad, su compañera de celda estaba roncando.

Amelia tenía la cama de arriba y su compañera la de abajo, pero eso no impedía escuchar aquellos irritantes sonidos. Amelia suspiró y cerró los ojos tratando de conciliar el sueño. Hace una semana que la transfirieron a esa celda, había abandonado el aislamiento y faltaba nada para su juicio de rectificación. Mañana, más específicamente. Ella seguía sin poder creer que era libre, tantos años y tantos momentos encerrada en esas cuatro paredes que ahora le parecía impensable imaginarse en otro lugar, pero así sería a partir de mañana.

Y con eso último en la cabeza, se durmió.

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- No te alarmes todo va a salir bien - le había dicho si abogado

Ahora mismo se encontraba en aquel tribunal que la condenó por siempre. Su abogado se encargó de conseguirle ropa presentable. Un gran gesto si lo ves con otros ojos.

Pero a ella eso no le importaba, sólo quería acabar con esto lo más pronto posible. Sentada en aquella silla de madera, con la cabeza gacha, sólo podía pensar en cuánto tiempo tarda una bala impactar contra su objetivo.

De pronto, se escucharon susurros en la sala y una voz gritó: - ¡Todos de pie! La honorable jueza Stevens - un guardia estaba en la entrada por dónde salió la jueza, él había gritado.

Sin muchas ganas Amelia se levantó de su asiento, segundos después, se volvió a sentar, igual que todos

- Bien - dijo la jueza - Estamos aquí para rectificar los cargos en contra de Amelia Cortéz por los asesinatos ocurridos en X. - dejó caer el objeto en el escritorio, provocando un ruido que retumbó por el lugar - ¿Abogado?

Su abogado se puso de pie y comenzó a hablar: - Sí, su señoría. Mi cliente se declara inocente y solicitamos que los cargos en su contra sean retirados, como la evidencia muestra, mi cliente no realizó esos asesinatos con dolo, todo fue a causa de una inducción por droga, ella no tenía la conciencia de saber qué es lo que estaba haciendo. - explicó el abogado con firmeza.

La jueza miraba la carpeta con el contenido que había explicado el abogado.

- Abogada, ¿Qué opina? - preguntó la jueza dirigiéndose a la parte acusatoria

La mirada de aquella abogada le provocó un escalofrío a Amelia cuando sus miradas chocaron. Ella se mordió los labios, no se iba a dejar intimidar más, en respuesta, levantó el mentón. No tenía miedo.

- Es cierto que la acusada cometió los asesinatos bajo el efecto de una droga, pero eso no quita que cometió - recalcó la última palabra - así que queremos llegar a un acuerdo, que cumpla 10 años más en prisión y se liberará de todos los cargos - dijo con gran confianza

Se escucharon susurros que llenaron toda la sala. Amelia se encontraba extrañamente tranquila, ¿No iba a salir tan fácil, eh?

La sala se llenó de protestas, unas en contra, otras a favor, pero Amelia no estaba prestando mucha atención. Precisamente por eso no quería esperanza, porque no había, al menos no para ella.

- ¡Orden! - exclamó la jueza tomando el mazo y golpeándolo varias veces brevemente. - ¿Abogado? - le preguntó el juez al abogado de Amelia

- Eso es inaceptable su señoría - dijo, la abogada del equipo contrario soltó un bufido

- Tu cliente es culpable… - dijo con desdén

- Sí - contraatacó - Pero lo hizo bajo el efecto de una droga, el verdadero culpable fue asesinado mientras se operaba su captura. Mi cliente es inocente, ya se demostró que ella no cometió los asesinatos de forma consciente…

- Pero los cometió, es la autora material de esto, ¿No lo entiendes? - volvió a interrumpir la abogada - Sólo estoy tratando de que se cumpla la ley

Ahora fue el turno del abogado defensor de bufar.

- Déjame recordarte Janisse - le habló directamente a ella - Que las personas que trabajan para que se cumpla la ley son las mismas que pusieron a mi cliente en la cárcel por un delito que no cometió y ahora, son las mismas que presentaron las pruebas para que sea liberada. Todo está aquí - dijo alzando un folder en su mano. Arrojó uno a la abogada rival - Te haría bien leer un poco - dijo por debajo

Después avanzó hasta la juez y le entregó otro folder que abrió de inmediato.

- Ahí dice - explicaba mientras volvía con Amelia - que mi cliente estuvo bajo el efecto de una posible nueva droga experimental, la cual produce los efectos del LSD pero con poca duración, para que la manipulación se pueda prolongar, de esa forma quien está bajo su control, entrega toda su conciencia y es susceptible a todo. Su señoría, estos son datos reales otorgados por el FBI, específicamente por el equipo de la UAC, ellos descubrieron todo el fondo del caso, dado que recientemente también hubieron muertes relacionadas con las que se le atribuyen a mi cliente hace cinco años. Solicito que mi cliente sea absuelta de toda culpa legal, ella no lo hizo porque quería, sino porque fue obligada. Aaron Hotcher, líder de la unidad testificara si es necesario, al igual que todo el equipo, ellos están en la mejor disposición de ayudar a mi cliente. El Dr. Spencer Reid dice que… - el abogado continuaba argumentando cosas, pero en ese momento Amelia no supo porque, simplemente miró hacia atrás. Y lo vio.

Unas bancas más cerca de la puerta se encontraba él. Vestía como siempre. Sus miradas se encontraron y Amelia no supo descifrar su rostro, estaba serio, pero había algo más.

Después de unos segundos, ella rompió el contacto. ¿Por qué estaba aquí?, se preguntaba. Su abogado le había dicho que ellos ya se habían ido desde hace días. Entonces, ¿Qué hacía aquí?

Amelia salió de sus pensamientos cuando la voz de la jueza se escuchó por el lugar.

- Abogada, ¿Sabía de esto?

- Su señoría yo…

- Y aún así - la interrumpió - Pretende que esta chica siga cumpliendo la condena - la jueza esperaba la respuesta de la abogada, pero ella solo se enredaba con sus palabras y no sabía qué decir - Suficiente - la cortó - Existe suficiente evidencia para abolir los cargos en contra de Amelia Cortéz - dijo y el corazón de Amelia comenzaba a latir fuertemente - Por el poder que me otorga el estado, los cargos en contra de Amelia Cortéz quedan legalmente anulados - el mazo golpeó la madera, es escucharon varios sonidos de celebración - Se te proporcionará hospedaje y ayuda económica el tiempo que necesites, además de ayuda psicológica - la jueza le hablaba directamente a ella - Y en nombre del estado y del poder judicial de este país, me disculpó formalmente contigo. Lo siento mucho Amelia - dijo la jueza. Por su rostro lamentaba el acto que hicieron en su contra.

- ¡Lo logramos Amelia, eres libre! - exclamó alegremente su abogado

Amelia sólo pudo mirarlo y después a la jueza, que la veía con lástima, cuando se dio cuenta, las lágrimas caían una tras otra, de pronto, el llanto no se retenía más y comenzó a ser expulsado por su boca. El llanto inundó la sala. Amelia estaba llorando. Por fin era libre.

Reid se quedó contemplándola en la lejanía, apretó fuertemente sus puños, esto era su culpa, pero ahora, por fin hacía algo bueno.

Amelia seguía llorando, él observó como su abogado trataba de tranquilizarla, ella temblaba por el llanto. Así duró varios minutos, en los cuales, nadie se atrevió a moverse o a decir algo, simplemente contemplaban el dolor de una chica puesta en libertad incriminada injustamente. Al cabo de un rato, algunos comenzaron a desalojar la sala, puesto que el juicio ya había terminado. Amelia ya estaba más tranquila, Reid podía ver cómo se tranquilizaba poco a poco.

Mirándola por última vez, se levantó de su asiento y comenzó a caminar hacia la salida.

- Mucha suerte - dijo, aunque ella no lo escuchara

Y salió de ese lugar.

Amelia se limpió el resto de sus lágrimas, se sonó la nariz. Tenía que acompañar al abogado a firmar unos papeles y recoger sus cosas de la prisión, a partir de ahora, ya no era más una convicta.

Al levantarse, por inercia, miró hacia ese lugar. Vacío. Él se había ido.

No le sorprendió, pero esperaba verlo ahí, como para decir un último adiós. Con gran parsimonia, se dejó conducir por el guardia que la custodiaba y desapareció tras la puerta de salida.

La última vez que vería unas paredes como esas.

-Fin de Flashback-

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Oficina del FBI

- ¿Reid? - Reid miró a Morgan directamente, no entendiendo nada

- ¿Qué? - contestó

Morgan alzó una ceja. - ¿Me estás escuchando?

- No - contestó Reid

Morgan iba a reclamar cuando Hotch apareció con un nuevo caso. El deber llama.

Reid se levantó de su lugar para seguir a los demás a la sala de reuniones.

- ¡Oh vamos Reid! ¿No me lo dirás? - preguntó Morgan pisándole los talones

- No hay nada que decir - dijo entrenado a la sala

Morgan ya no dijo nada más, puesto que ya estaban todos, pero él no se quedaría con las manos vacías.

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Psiquiátrico H

Amelia se encontraba recogiendo sus cosas, las cuales, no eran muchas.

- No puedo creer que te irás - se escuchó una voz desde la puerta, Amelia no se molestó en levantar la mirada - Pero es que es muy rápido, ¿segura que te dijeron que era seguro partir? ¿No te retendrán lo reglamentado como siempre lo hacen? - le preguntó acercándose a ella a paso lento, pero con evidente disgusto en su voz.

- Franck - Amelia se enderezó y la encaró - Sé que es muy rápido, pero te aseguro que todo está bien. Ella misma firmó mi hoja de salida - contestó

- ¿Por qué? - Franck seguía confundida acerca de ese acto

Mientras Amelia se perdió en el recuerdo causante de esta plática.

-Flashback-

- No es sólo por eso, hay algo más. ¿verdad? - preguntó la psiquiatra ajustándose los anteojos y corrigiendo su postura en la silla.

Amelia guardó silencio. No quería hablar de ello. - Bien - dijo de repente su psiquiatra y tomó una hoja de la mesa de centro y comenzó a escribir en ella.

Ella no tenía idea de qué era, pero no la interrumpió. - Toma - la psiquiatra le extendió dicha hoja. Con precaución, Amelia la tomó entre sus manos, cuando lo leyó, se quedó perpleja al leer el contenido, rápidamente miró a la doctora.

- Es tu carta de baja. Ya no necesitas quedarte aquí, mañana puedes salir de este lugar, has cumplido con el plazo.

- Pero - trató de replicar Amelia - Aún me faltan 3 meses más para cumplir con lo establecido - ella no entendía porque esa decisión

- Ambas sabemos que lo que buscas no se encuentra en este hospital Amelia - la psiquiatra la miraba fijamente a los ojos, en espera de una reacción - Lo que necesitas está allá afuera, en el mundo exterior, debes encontrarlo para que puedas seguir Amelia - en la voz de la psiquiatra podrías encontrar el tono profesional, pero ella se pudo percatar que un mínimo de preocupación y ternura no pasaron por alto.

Amelia apenas sonrió. - Gracias - dijo sinceramente. La psiquiatra asintió con la cabeza.

- Espero que encuentres tu camino Amelia, de verdad - dijo

Amelia asintió. - Lo haré

-Fin de Flashback-

- ¿Amelia? - ella volvió a la realidad de golpe, recordando que no estaba sola

- No los sé - contestó después de unos segundos - Tal vez ya he acabado mi tratamiento - dijo restándole importancia al asunto

- Pues serías la primera, esa maldita doc no deja ir tan fácil - comentó Franck poniendo una mano debajo del mentón, en pose pensativa

- Déjalo estar - dijo Amelia - No importa la razón, lo importante es que me voy de aquí - Franck pareció pensárselo mejor y con resignación, suspiró.

- Tienes razón Ame, espero que encuentres algo útil que hacer allá fuera - se quedó callada unos segundos, Amelia alzó la mirada y se encontró con unos ojos vidriosos

- ¿Franck? - preguntó Amelia con el ceño fruncido - ¿Estás… llorando?

- Te extrañaré - dijo sin rodeos - De verdad que te extrañaré, eres la primera persona que no me cae mal de este lugar, ¿por qué te vas? - dijo mientras se sorbía la nariz y se limpiaba con la manga de su vestimenta

- Tranquila - dijo Amelia dándole un abrazo - Estaré bien y tú también, vendré a visitarte cuando pueda y sino, existe la correspondencia ¿sabes? - dijo con una pequeña sonrisa - Y cuando salgas tal vez nos encontremos o vayamos a vivir juntas, ¿de acuerdo? - Amelia le dio un ligero apretón a sus manos

Franck asintió, aún sorprendida por el cambio tan repentino.

- Adiós Amelia - dijo ella con voz llorosa

- Hasta pronto Franck - contestó Amelia

Se despidieron con un gran abrazo. Después Amelia salió de la habitación sin mirar atrás, Franck tampoco se volvió para despedirse. Aún no era el adiós definitivo.

- Que te vaya bien - le dijo la psiquiatra una vez que Amelia se encontraba en la puerta principal

- Gracias - le agradeció

Amelia comenzó a caminar, la gran puerta de entrada parecía la entrada a otro mundo o tal vez, sólo el sol estaba haciendo de las suyas. Cada paso que daba lo sentía como un salto de treinta metros, la adrenalina se arremolinaba en su torrente sanguíneo, dentro de nada, sería libre.

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Oficina del FBI

- Entonces, estás diciendo que no tenemos nada de este ignoto - comentó Prentiss

Reid volvió en sí tras escucharla, sólo unos cuantos pares de ojos se percataron de lo sucedido.

- Sí - contestó García - Este sujeto paró de matar por casi una década sólo para recaer en unos cuantos meses - dijo mientras buscaba datos en su computadora

Pues sí que se estaba guardando - dijo Prentiss mirando las fotografías con repulsión

- Tenemos que averiguar la causa del letargo - mencionó Rossi

Reid frunció el ceño y se volvió hacia Rossi. Rossi lo miró, pero no comentó nada.

- Bien, aterrizando, JJ y Prentiss vayan a la escena del crimen, Morgan y Rossi vayan con las familias, Reid y yo nos instalaremos en la oficina local. Salimos en 20.

Todos asintieron ante las órdenes dadas. García tomó sus cosas y se fue para su guarida. Prentiss y Morgan se fueron para sus escritorios. Rossi mencionó que tenía algo que hacer antes de despegar, así que se marchó, quedando solamente JJ y Reid.

Reid no se había movido de su lugar, tenía cara de estar pensando cosas, según JJ.

- Reid, ¿estás bien? - JJ se acercó a él

Él reaccionó rápidamente y le contestó que estaba bien. - ¿Es que últimamente has estado actuando extraño? - volvió a preguntar

- No es nada, sólo cansancio de hace días - dijo tomando sus cosas y caminando hacia la salida de la sala de reuniones

- ¿Tu madre? - insistió JJ

- No, mi madre está bien - JJ iba a volver a preguntar, pero Reid la interrumpió - No tienes que preocuparte por nada JJ, estoy bien, sólo es cansancio - sentenció dejando el lugar

JJ lo observó irse, le preocupaba Spencer, pero si él no quería ayuda no podía hacer nada.

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- ¿Me llamabas? - preguntó Reid al tocar la puerta de Hotch

Hace unas horas habían regresado de G porque habían resuelto el caso, todos ya se encontraban en sus escritorios esperando la hora de la salida, pero antes, Hotchner había mandado llamar a Reid.

- Sí, pasa - contestó él despegando momentáneamente la mirada de sus papeles

Reid tomó asiento frente a él. - ¿Qué pasa? - le preguntó a Hotch

- ¿Estás bien? - le preguntó

- ¿Qué? - contestó Reid desconcertado

- Te pregunto si te encuentras bien.

- ¿Por qué no lo estaría? - preguntó manteniendo la compostura

- Se me ha informado de que te encuentras un poco cansado, ¿quieres tomarte un día? - decía Hotchner mientras esperaba una respuesta de él

- ¿Quién te ha…? - Reid giró su cabeza para observar la gran ventana, al hacerlo se topó con la mirada de JJ, ésta al verse descubierta rápidamente bajó la mirada y se fue. Reid entendió todo. JJ le había dicho. Reid volvió la mirada hacia Hotch con una sonrisa de decepción.

- Reid, ella sólo intenta ayudar

- Le dije que estaba bien, ¿por qué tenía que decirte? - preguntó

- Ella sólo quiere asegurarse de qué estás bien - le dijo lo más tranquilo posible

- Estoy bien Hotch, sólo es un poco de cansancio, eso es todo - contestó Reid sobándose la frente con las manos

Hotch se quedó analizándolo unos minutos, al parecer decía la verdad. - Bien - comenzó a decir - Si sólo es cansancio, quiero que mañana te tomes el día, descansa y nos vemos pasado mañana.

- ¿Qué? No, no quiero faltar, con un poco de sueño se quitará - replicó Reid

- Basta Reid. Tu salud también es primero - dijo Hotch autoritariamente - No quiero verte mañana por aquí o entonces sí que me enfadaré, ¿está claro?

- Sí señor - dijo Reid con desgano

- Bien. Ahora vete - Hotch tenía pintada una pequeña sonrisa de triunfo.

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Estaba enojado. Pateaba con insistencia una pequeña roca, era su manera de sacar la frustración que tenía. Sólo era un poco de cansancio, ¿es qué no lo entendían? Siguió pateando la roca, hasta que sin percatarse, llegó hasta la entrada del edificio donde vivía. Desde esa posición observó que la luz del departamento 9 estaba encendida, Reid frunció el ceño, ese departamento no se había ocupado desde hace años. Alguien debía de estar desesperado para tomarlo.

En fin, Reid avanzó, subió las escaleras y entró a su departamento. La oscuridad le dio la bienvenida, encendió la luz, dejó sus cosas a un lado. Tomó una botella de agua del refrigerador y tomó asiento en su sofá. Se quedó así durante varios minutos, no tenía a nadie para recibirlo en casa, estaba solo.

¿Qué se supone que haría el resto del día de mañana? No tenía amigos con quienes salir o a algún otro pariente a quien visitar, últimamente no le apetecía salir para realizar sus cosas favoritas. Las próximas 24 horas sólo se quedaría ahí, sentado en ese sofá viejo. Pero, ¡ah! De pronto se acordó que tenía la nueva colección de libros de física cuántica, levantándose de su sofá, Reid buscó en el librero aquellos libros que lo sacaron de su lamento. No tardó mucho en encontrarlos, con gran renovación de energía, se acomodó de nuevo en su sofá y comenzó a leer el primero. Este descanso ya no sonaba tan fastidioso como al principio.

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- ¿Dónde lo puse? ¿Dónde…? - mascullaba Amelia mientras revolvía sus pocas pertenencias

Una gota le cayó en la cabeza, reaccionando de inmediato miró hacia arriba, el techo tenía goteras.

Genial, pensó.

Ese problema lo arregló rápidamente colocando un bote a la altura de la gotera. Un problema menos. Siguió con la búsqueda del objeto.

- ¡Ajá! Aquí está - De una pequeña mochila, Amelia sacó una pulsera.

Se trataba de un pequeño cuarzo sujetado por una cuerda olvidada, al sostenerla entre sus manos sonrió inconscientemente. Acomodó todo en su lugar, tampoco era mucho. Hace unos días había alquilado ese departamento, el precio era barato al igual que la calidad, pero estas circunstancias no eran para quejarse. Miró alrededor, las paredes necesitaban pintura, el techo debía arreglarse, ni siquiera tenía cortinas para colocarlas en las ventanas, en su lugar, se las había arreglado bien con periódico.

Por el momento, una colcha gastada era su cama y una lata de frijoles era su cena, fue para lo único que le alcanzó. Suspirando resignadamente tomó la lata y comenzó a ingerir el contenido, una pobre luz causada por una pequeña vela era lo único que iluminaba la habitación. Esta era su nueva vida y tenía que acostumbrarse a ella.

Terminó su cena y se alistó para dormir, mañana comenzaría en un nuevo trabajo y tenía que guardar energías.

Un nuevo comienzo.

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Amelia subía las escaleras con pesadez, definitivamente los primeros días son los peores. Las zapatillas colgaban de su mano, su chongo está un poco despeinado, sólo traía un ligero suéter que la protegía del viento, pero nada de eso importaba, unos escalones más y podría descansar.

Escuchó el abrir de una puerta, pero ella estaba tan cansada que no subió la mirada, siguió avanzando lentamente, hasta que los pasos que la acompañaban se pararon en seco, fue entonces que Amelia alzó la mirada, chocando con la de un joven ojos cafés.

Ella estaba tan sorprendida como él. En el rostro de Spence se plasmaba la viva sorpresa.

- Tú… - comenzó a decir Reid

Amelia estaba tan absorta en él, que no se percató de que su mirada estaba comenzando a incomodar a Reid.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó rápidamente salió de su estupor

- Vivo aquí - contestó Reid

- ¿Aquí? - Amelia frunció el ceño

Reid asintió. - Sí, ahí - señaló un departamento. Amelia lo siguió con la mirada y se quedó muda.

Si él vivía en ese y ella a un lado, eso significa que…

- Maldita sea - Amelia frunció el ceño

- ¿Qué dices? - preguntó Reid al no escucharla

Amelia lo miró con el ceño fruncido. - Nada - contestó secamente y subió los escalones restantes a toda prisa, pasando de largo a Reid, llegó hasta su puerta.

- ¿Cómo es que…? - comenzó a preguntar

- No tengo porque darte explicaciones - le cortó mirándolo por encima del hombro

- Tienes razón, lo siento - se disculpó enseguida

Amelia ni lo miró, abrió su puerta y cerró de portazo. Reid se quedó con la siguiente pregunta en la punta de la lengua. Quería preguntarle si todo estaba bien, pero ya se había percatado que no era de su agrado. Con gran resignación continúo con su camino.

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Amelia poco a poco se dejó caer contra la puerta. De entre todos los lugares, ¿se tenía que encontrar con él? ¿Por qué? ¿No se supone que ya había pagado?

La cabeza de Amelia no dejaba de preguntarse eso y más. Rápidamente buscó el dinero que tenía guardado comenzando a contarlo, al terminar soltó una exclamación, pues no era suficiente para buscar otro lugar.

- Maldita sea - soltó al aire

Se mordía la uña del pulgar tratando de encontrar una solución. Apenas había comenzado a trabajar en ese lugar, no podía renunciar ahora, también tenía un techo, que no era lujoso, pero la protegía de lo necesario y apenas ahora, había podido comprar verdadera comida, en lo que restaba de la semana no se moriría de hambre.

- ¡Maldita sea! - exclamó al darse cuenta de que se quedaría ahí por un largo rato

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Spencer llegaba de la tienda, con precaución subía los escalones, siempre mirando hacia arriba en busca de alguien, pero nadie aparecía. Cuando llegó a la cima de las escaleras, se encontró con la casera, una anciana muy amable, pero a veces, un poco entrometida.

- Hijo - le llamó desde la puerta

- ¿Sí? ¿Qué pasa? - Reid se acercó hasta ella

- Quería comunicarte que el departamento 9 ya fue ocupado. Es una joven muy educada, no creo que cause problemas, espero que se lleven bien, ¿ya la conoces? - preguntó inocentemente

- Sí - contestó recordando su encuentro hace un rato

- Que bueno - dijo la anciana - Me alegra que entre vecinos nos llevemos bien, bueno, descansa hijo, no te duermas tan tarde - dijo como una madre a un hijo

- Igualmente - respondió cordial

Reid avanzó hasta la entrada de su departamento, pero no evitó mirar hacia ese lugar. Una luz débil se filtraba debajo de la puerta, señal de que aun estaba despierta, pero no se escuchaba ningún ruido proveniente de ese lugar. Sin saber, Reid se quedó parado, con la mano en el picaporte, esperando a que algo pasara.

Nada pasó.

Bajó la mirada y entró a su hogar, cerrando la puerta detrás suyo. Una vez a salvo, suspiró. Dejó los comestibles en la mesa y después se recargó en la mesa, pensando.

¿Qué estaba haciendo ella aquí? ¿Nuevo comienzo? Después del juicio no la volvió a ver, esperaba que estuviera bien, pero de entre todas las posibilidades, ¿tenían que ser vecinos?

Por su reacción ella no estaba contenta con la situación y en cierto punto, entendía porque, no era agradable tener que ver la cara de uno de los hijos de puta que la metió en ese agujero. Apretando un poco la mandíbula, fue a prepararse la cena. Nada estaba bien.

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Era un día como cualquier otro, Reid se preparaba para el trabajo. Habían pasado varias semanas desde que se enteró que ella era su vecina, desde el último encuentro que tuvieron en las escaleras, no se habían vuelto a encontrar. Reid pensaba que era por los horarios, él llegaba muy tarde y ella se iba muy temprano

De todas formas, pensaba que era mejor así, no quería incomodarla, pero seguramente el universo no estaba de acuerdo con él, porque saliendo de su departamento se encontró con Amelia, la cual, también estaba un poco sorprendida por ese repentino choque.

Ninguno de los dos dijo nada, permanecieron callados. Amelia fue la primera en reaccionar, se ajustó su suéter y marchó escaleras abajo. Reid también lo hizo, se mantuvo unos pasos atrás de ella, así anduvieron por varios metros, hasta que Amelia perdió la paciencia. Se giró encarándolo.

- ¿Es que vas a caminar detrás de mí todo el tiempo? - preguntó de forma brusca

- No sé de qué hablas, voy para mi trabajo y este es la ruta - Reid no se amedrento por la rudeza

- ¿No se supone que eres del FBI? ¿No tienes coche o algo así? - Amelia se cruzó de brazos

- No es de tu incumbencia, pero no, no tengo coche - contestó

Reid metió las manos en los bolsillos de los pantalones y miró hacia abajo.

- Tsk - escuchó por parte de Amelia

Los próximos minutos fueron eternos para ambos, el camión no pasaba y ellos no estaban dispuestos a conversar.

Amelia sin darse cuenta comenzó taconear un poco, no demasiado fuerte, pero lo suficiente para perder la paciencia.

Puedes dejar de hacer eso, es irritante - comentó Reid y antes de que pudiera retractarse, Amelia ya lo miraba de mala gana

Él se puso serio, pero no dijo nada más. Para fortuna de ambos el camión pasó. Amelia se sentó en el fondo del bus, lo más alejada de él, mientras que Reid se ubicó en el primer asiento. De ahí en adelante cada quien se sumió en sus pensamientos.

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Oficina del FBI

- Llegas tarde - Morgan recibió a Reid con toda la burla posible

- Lo lamento, el camión no pasaba - dijo apresuradamente, colocando sus cosas en su escritorio

Morgan lo seguía viendo con burla. Últimamente Reid ha estado actuando más extraño de lo normal, como si eso fuera posible, pero aun Morgan no podía sacarle toda la información. El muchacho se negaba a hablar. Pero ya encontraría la manera. Morgan sonrió con satisfacción por el ritmo de sus pensamientos.

- Todos - llamó Hotch desde arriba - A la sala, nuevo caso - dijo comenzando a caminar

Varios suspiros se dejaron escuchar. Unos de cansancio, otros de alegría y otros, daban lo mismo.

El equipo se apresuró a tomar sus respectivos asientos. Cuando todo estaba listo, García comenzó a describir el caso.

- La policía local nos mandó a llamar por sospecha de un posible asesino serial

- ¿Posible? - se escuchó la pregunta de Rossi

- Sí - afirmó García - Esta mañana encontraron los cuerpos de dos mujeres en basureros cerca de paraderos de autobuses. Confirman ataque sexual, la causa de muerte es asfixia.

- Una vez que las usa para lo que desea, las desecha, sin valor - comentó Morgan observando las fotografías del expediente.

- Las ahorca, deben representar la fuente del odio. Algo que ha odiado, pero nunca se atrevió a llevarlo a cabo - dijo Prentiss

- La forma de ahorcar, representa dominio y alto grado de desprecio. Cuando el ignoto se encuentra arriba de ellas, les impide cualquier escape. Al ejercer presión sobre el cuello, las cuencas se maximizan, la sangre se acumula en las venas, por lo que la cara se torna grotesca - explicó Reid - Y cuando está a punto de terminar, en el caso de un marine, se puede escuchar el tronar del hueso, acabando así con la vida de la víctima. Para los sociópatas sexuales ese acto representa más, que el acto sexual en sí - terminó su explicación sin mirar a nadie.

García estaba horrorizada por lo que acababa de escuchar. Hotch lo veía detenidamente.

- Bien. Es un caso local - dijo para atención de todos - Así que nos dividiremos. Morgan y Reid, ustedes vayan a las escenas del crimen y recreen la fantasía. JJ y Prentiss, ustedes vayan a la oficina local y hagan contacto con la policía, averigüen todo lo que puedan. García, información de las víctimas - ella asintió - Rossi vendrá conmigo - todos asintieron y comenzaron su labor.

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Restaurante J

Amelia resopló de aburrimiento. Hace unas semanas encontró este empleo, era mesera en un restaurante de comida italiana. Estaba en Estados Unidos, así que no se podía quejar de la paga. Aunque la horas laborales eran a veces exageradas, el trabajo la mantenía ocupada la mayoría del tiempo, en parte, lo agradecía, no le gustaba pensar en otras cosas.

Pero en particular, este día se le estaba haciendo de lo más aburrido. Casi no había clientes y eso que ya estaban en la hora de comida. En todo el local, sólo se encontraba ella y su otra compañera y unos clientes esparcidos por unas mesas. El calor tampoco estaba ayudando a sobrellevar el aburrido día.

Todo estaba pasando de forma tan lenta, que Amelia quería salir a caminar un momento, a ver si de esa forma, lograba despabilarse un poco.

Y eso fue lo que hizo, le pidió a su compañera que la cubriera y salió a la calle. En la calle tampoco había muchas personas, así que pudo disfrutar de una caminata amena. El sol hacía mella, podría ser una causa para la escasez de personas, pero para Amelia no importaba, quería seguir disfrutando del día.

Estaba concentrada en el cielo despejado, cuando de pronto sintió que la tomaban de la cintura y con una mano tapaban su boca, mientras forcejeaba, la llevaron hasta un callejón. Amelia luchaba contra su atacante. Patadas, rasguños, mordidas, todo con lo que pudiera defenderse.

El maldito hijo de puta la arrojó contra el suelo, sacándole el aire de los pulmones, no le dio tiempo de recuperarse cuando sintió su enorme peso encima suyo. Le inmovilizó las piernas, ella trataba de alejarlo de ella. Por más que gritaba, nadie venía en su auxilio.

- Ya cállate - le dijo golpeándola en la cara con el puño

Un dolor estalló en la parte inferior del rostro de Amelia. Un dolor que la dejó desconcertada por segundos.

- Hueles delicioso - le dijo aquel sujeto - Te gustara - le lamió la mejilla - Tu piel parece de porcelana

El sujeto tenía ambas manos suyas sujetas por una sola de él. Amelia aún no se recuperaba del golpe. Percibía la voz del sujeto, pero en la lejanía. Sus piernas dejaron de luchar. Ella dejó de luchar.

El sujeto se desabrochó la bragueta. Esto es todo. Así es como voy a morir, pensaba Amelia, mientras el sujeto estaba a punto de retirarse los calzoncillos.

De pronto, el peso que le oprimía el estómago se esfumó. Ella miraba el azul cielo, cuando un rostro apareció en él. Ella parpadeó para verificar que su subconsciente no le estaba jugando una broma. Esa persona decía algo, pero ella no entendía del todo.

- ¡Amelia! ¿Estás bien? ¡Responde! - repetía Reid, pero ella no respondía

Lo miraba fijamente, pero ella no se movía. JJ llegó a su lado. Con delicadeza apartó a Spencer y ella se encargó de revisarla.

- ¡Una ambulancia! - gritó a sus espaldas

- Está en camino - dijo Prentiss llegando a su lado - Está en chock - declaró

Reid simplemente se quedó a unos pasos de ella. Con la impotencia repartiéndose en cada fibra de su ser. Un poco más tarde y ella…

El violador se quejó y eso capturó la atención de Reid. Morgan ya lo había dominado y le estaba colocando las esposas.

- Perdón, ¿te estoy lastimando? - preguntó irónicamente al sujeto

- ¡Ella era mía! ¡Ella era mía! - comenzó a gritar

- Cállate - dijo Morgan

Reid apretó su puño. Quería golpearlo, pero para todos era evidente, que el físico no era el fuerte del Dr. Reid. Así que se contuvo, pero si las miradas mataran, ese sujeto ya estaría frío.

Una luz capturó la atención de Reid. La ambulancia ya había llegado. Los paramédicos estaban atendiendo a Amelia, la cual, seguía mirando al cielo sin moverse. Eso le estaba preocupando a Reid y comenzó a preocuparse más, cuando la vio alejarse en aquella ambulancia, sola.

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Hospital N, Habitación 305

Todo era blanco. No le incomodaba, se sentía como en la cárcel, en el área de aislamiento. Sola.

Estaba acostada en la incómoda cama de hospital, la habitación contaba con una enorme ventana, por la cual, se podía observar el cielo tono azul tan característico de él. Probablemente era para sentirte miserable, ya que el día era hermoso y uno encerrado en estas paredes blancas.

Amelia estaba sumida en más pensamientos negativos cuando unos golpes en la puerta, le hicieron mirar hacia ella.

- Tú - dijo casi en un susurro

La sorpresa la inundó. Pero obviamente, no se movió de su lugar.

- Hola - dijo nervioso - La enfermera me dijo tu habitación y dijo que estarías dormida, así que vine a ver como estabas - sus manos se movían nerviosamente.

Amelia enfocó la vista en las manos de Reid. - ¿Son para mí? - pregunto al caer en cuenta del objeto que sujetaba

- ¿Qué? ¿Esto? ¡Ah! Si, son para ti. Las vi en una tienda y pensé que te gustarian. Yo… lamento si no son de tu agrado… - dijo mientras colocaba las flores en una mesa, sin mirarla

- Son lindas, gracias - mencionó sinceramente

Después el silencio reinó en la habitación. Reid solo se quedó parado en medio de la habitación, seguía moviendo sus manos nerviosamente. Amelia lo observaba sin más. Luego de minutos obviamente incómodos para Reid, habló.

- Yo… el golpe se ve bien - comentó observando ese punto en específico de su rostro

- Casi no duele - contestó ella

Reid hizo un intento de sonrisa como solo él sabe hacerlo. - ¿Y cuando te dan de alta? - pregunto para aminorar el ambiente

- Mañana. Quieren estar seguros de que puedo mantenerme en pie por mí misma.

- ¿Y puedes? - la preocupación salto en el

- Si - contestó con cautela - El golpe provocó que me aturdiera un poco, por eso no reaccionaba, pero ya estoy bien. Si por mi fuera, me hubiera ido hoy mismo, pero no lo permitieron.

- Tienes que descansar

- Será un poco difícil

- ¿Por qué? - pregunto Reid con desconcierto

- Porque me despidieron

La sorpresa ahora estaba en el rostro de Reid. - ¿Qué? ¿Por qué?

- Por salirme en horario laboral, claramente ya no es problema de ellos, así que me liquidaron hoy mismo, de hecho, el dueño vino en la mañana y me dio el cheque - la mirada de Amelia viajó hasta el sobre colocado al lado de su cabecera

- No pueden hacer eso - dijo indignado

- Tienen todo el derecho - en la voz de Amelia se apreciaba la resignación de la situación

- Pero sufriste una agresión, al menos un tiempo en lo que consigues otro empleo - Reid seguía empeñado en eso

Amelia lo miró como un niño. - No hay oportunidad para eso.

- Pero debe de…

- Reid - él se enfocó en ella - Está bien. Era mesera, no es como que no pueda conseguir otro empleo de lo mismo

Reid se quedó con las palabras en la boca. No replicó nada. No le agradaba la idea, pero tampoco quería abrumarla, ahora que estaba delicada.

Reid iba abrir la boca cuando su celular comenzó a sonar. Maldijo por lo bajo y lo reviso. Era García, lo necesitaban para un caso. Amelia pudo leer su expresión de agobio.

- Ve, tienes trabajo que hacer - Reid la miró indeciso durante unos segundos, para luego asentir. Ella tenía razón, el deber llama.

- ¿Cuándo sales? - pregunto seriamente

- Mañana - contestó segura

Reid la miró lo suficiente para saber que estaba mintiendo, pero ya no quiso puntualizar eso, en cambio, asintió y se fue por donde vino.

Amelia se preguntaba el porqué de su visita, pero ya comenzaba a dolerle la cabeza, no quería pensar más, así que trato de dormir un poco.

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Oficinas del FBI, Washington D.C

- ¿Dónde estabas? - pregunto Morgan al verlo entrar a la sala

- Asuntos que atender - fue lo único que contestó

Para nadie del equipo pasó desapercibido la tardanza de Reid y su extraño comportamiento de los últimos días, pero ese no era el momento para bombardearlo con preguntas.

García comenzó con la explicación del caso. Todos prestaban atención, pero Reid de vez en cuando se alejaba mentalmente de la sala de reuniones.

Al parecer sus pensamientos se encontraban lejos de ahí.

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Amelia iba caminando a paso lento. El hospital quedaba lejos del departamento, no tenía dinero para el autobús, así que comenzó a caminar. Llevaba alrededor de cuarenta minutos de caminata y aún le faltaba por llegar, pero no se desanimaba. Disfrutaba de la caminata.

El golpe de la mejilla se notaba, pero había bajado considerablemente su hinchazón, pero aún tenía que llegar a descansar y colocar un poco de hielo en la mejilla. El sol estaba en su punto más alto, el calor era para derretir, pero ella no llevaba algún paraguas o algo que la cubriera de los fuertes rayos solares, por lo que su cara estaba rojiza.

Amelia seguía sumida en sus pensamientos, no se dio cuenta cuando un hombre le dio alcance. Cuando observo la sombra, brinco del susto, pero luego se recuperó al ver de quien se trataba.

- Reid - dijo con la mano sobre su pecho

- Disculpa - dijo - Pero no deberías caminar en tu estado - recalcó

Amelia respiro profundo tratando de recuperarse. Cuando lo consiguió, dijo: - ¿Qué haces aquí Reid? - preguntó con calma y confusión. Ella le había dicho que su alta era hasta mañana, no entendía cómo pudo darle alcance.

Reid no dijo nada enseguida, sino que la observó detenidamente, Amelia creía que estaba debatiéndose entre reprenderla o no decirle nada.

- Estoy aquí porque… - se callo. Reid cerró la boca.

¿Qué estaba haciendo ahí? Cuando fue a visitarla ayer por la tarde, ella le había dicho que su alta era después de este día, pero como el perfilador que es, no le creyó, resultó ser cierto cuando con alguna mentira lo confirmó con la enfermera. Su alta fue hoy y no mañana.

A pesar del trabajo, él se las arregló para acompañarla, pero había fallado, cuando llegó al hospital ella se había marchado. Se apresuró para darle alcance, imaginando que iría a pie. Después de caminar por más de media hora, la vio, sobre la acera, caminando a ritmo lento.

No sabia que le estaba ocurriendo, pero cada que la veía su instinto de protección se activaba. Algo en él le decía que no la abandonara.

A la primera señal de peligro, él llegaría corriendo. Cómo cuándo ocurrió con aquel maldito degenerado.

-Flashback-

- Debe de estar por aquí - pronunció Morgan al bajarse del auto

La búsqueda del ignoto que violaba y luego mataba a sus víctimas ahorcándolas, se había reducido a cierta parte de la ciudad. ¿Qué otra parte de la ciudad contaba con más restaurantes que Melion? Excelentes restaurantes, muchos transeúntes y víctimas potenciales. Meseras.

Quienes en algunas ocasiones trabajan turnos dobles para completar la semana. Terminaban su horario a altas horas nocturnas o de madrugada y la mayoría de los atajos era por caminos casi desérticos. Nadie notaría nada.

Gracias a la investigación del equipo de la UAC, pudieron dar con el ignoto y estaban casi seguros que en esa zona sería su próximo ataque, aun con el peligro de la luz solar. El ignoto se deterioraba rápidamente que su propia seguridad ya no le importaba.

- Será fácil encontrarlo - dijo Reid posicionándose a su lado

Ambos tenían las armas listas para usar y caminaban con cautela, por cualquier imprevisto.

- Eso espero niño bonito - le contestó

De repente se escucharon gritos de auxilio y unos golpes a unos metros de ellos. Para Reid escuchar esos gritos fue como un ataque al corazón. Esa voz.

Antes de que Morgan pudiera pronunciar palabra, Reid ya estaba corriendo al lugar de los gritos. Desconcertado, pero poniéndose en acción, Morgan le dio alcance. Cuando él llegó, no pudo creer lo que vería.

Reid trataba de someter al sujeto, con un coraje, que jamás había visto en él. Pero, por la falta de práctica, a Reid no le estaba yendo muy bien, así que intervino en la pelea y logró someterlo.

Mientras tanto Reid auxiliaba a aquella chica inmóvil. Morgan noto que sus facciones se tensaron. Reid estaba preocupado por ella.

-Fin de Flashback-

- ¿Ried? - Reid volvió a la realidad cuando Amelia lo llamo

Se había perdido en ese desagradable recuerdo. - ¿Te encuentras bien? - preguntó por cortesía.

El asintió. - Entonces, ¿qué haces aquí? - volvió a preguntar cansada de él.

Reid la miró fijamente. Ni él sabía la respuesta a eso.

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