Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

Advertencias: Omegaverse, mención de Mpreg, yaoi…

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Sin importar el tiempo

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Capítulo 2

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La vida en Konoha era bastante tranquila, o al menos así lo pensaba Minato.

El mundo estaba en paz, la gente trabajaba tranquila, los niños jugaban en las calles… Y él vivía en su rutina, tal y como le gustaba. Se levantaba, hacía su cama, buscaba algo de desayunar, tomaba una ducha, se vestía y salía listo para el día de escuela. Pasaba toda la mañana y parte de la tarde en la Academia, ya fuera en clase, estudiando o practicando uno que otro jutsu. Se llevaba bien con sus compañeros de clase, pero no tenía ningún amigo que fuera realmente cercano.

Pasaba los recreos con un grupo de chicos de su edad, escuchando sus tonterías y participando en la conversación de vez en cuando y, al final del día escolar, caminaba de regreso a casa donde pasaba el resto del día leyendo o siendo arrastrado a hacer alguna de las estupideces que se le ocurrían de vez en cuando a su hermano mayor.

La vida era sencilla, la vida era pacífica.

Su abuelo llegaba a casa en cualquier momento entre las cuatro y seis de la tarde, dependiendo de lo que tuviera que hacer, pero siempre cenaban juntos en familia y ocupaban un rato para hablar del día de los tres.

Su tía Sakura los visitaba una vez a la semana, o una vez cada dos semanas según qué tan ocupada estuviera. Al fin y al cabo, era la cabeza del hospital de la aldea y su trabajo era bastante exigente. Minato la admiraba porque, a pesar de tener tanto que hacer, nunca se mostraba cansada y siempre les sonreía cuando se encontraban.

A veces iba a visitarla y ella lo dejaba estar en su oficina, incluso cuando no estaba presente. Sabía que Minato solo quería un lugar tranquilo para pasar un par de horas y no le molestaba en lo absoluto. En su escritorio, junto con los cientos de papeles que había, estaba una retratera con una foto de su antiguo equipo genin. En ella estaban Kakashi con una sonrisa oculta tras su máscara, Sakura frente a él, en el medio, y a los costados estaban Sasuke Uchiha y Naruto Uzumaki siendo sujetados por Kakashi, ambos con una expresión de molestia y observando puntos opuestos, evitando la mirada del otro.

Era una foto curiosa, a decir verdad, y la tía Sakura parecía guardarle mucho cariño. A veces se la quedaba viendo, sonreía con nostalgia y luego suspiraba, sacudiendo su cabeza para traer de regreso sus pies a la Tierra.

Esta vez, iba a visitarla en nombre suyo y de Menma para pedirle que los acompañara a visitar a sus padres. Ya había pasado casi un año de la última vez que fueron, así que era probable que la ninja médico no fuera a negarse. Además, quería tentar su suerte y preguntar un poco sobre sus padres. Sakura había sido su compañera de equipo por años, ella los había conocido mejor que nadie, y aún así, al igual que su abuelo, apenas hablaba de ellos.

Minato quería saber más, necesitaba saber más. La pequeña conversación que tuvieron con su abuelo Iruka hace apenas un par de días, en vez de calmar su curiosidad, solo la había empeorado. Sin embargo, no quería seguirle preguntando a su abuelo, y Menma tampoco. Se le miraba muy afligido cada vez que recordaba algo, y no querían hacerlo sentir mal cuando estaba tan ocupado y cansado con la próxima graduación. La mezcla de estrés por trabajo y por Menma y Minato insistiendo demasiado podrían ser mucho para él en este momento, así que decidieron que esperarían hasta las vacaciones para volver a intentar.

Entró al hospital, saludando a una que otra enfermera de las que ya sabían sobre sus visitas ocasionales. Subió las escaleras del edificio y se paseó por los pasillos en una dirección que ya conocía. Nadie le prestaba mucha atención, ya todos sabían que el chico era como un sobrino para la jefa, así que no había razón para echarlo. Además, nunca causaba problemas, así que a nadie le preocupaba su presencia.

Llegó hasta la puerta que buscaba y tocó dos veces, como siempre hacía.

— ¡Adelante! —se escuchó desde adentro y Minato no dudó en tomar la perilla para abrir la puerta y asomarse con una sonrisa.

— ¡Tía Sakura! —la saludó alegremente.

Una sonrisa apareció en los labios de la mujer sentada en el escritorio. Su cabello rosa le llegaba a los hombros, tenía una marca en forma de rombo en la frente y su mirada color jade se iluminó al verlo.

—Minato. —sonrió al verlo entrar, dejando sus papeles a un lado y tapándose la boca para ocultar un bostezo. —Tenías varios días sin aparecer por aquí.

El chico se encogió de hombros, sentándose en la silla disponible del otro lado del escritorio. Su mirada se desvió por un segundo a la fotografía del Equipo Kakashi, que permanecía en el escritorio de la doctora como siempre que venía a visitarla.

—Lo siento. —se disculpó a pesar de que sabía que su tía no estaba molesta.

Le mujer rio ante su actitud, tomando una pila de papeles y guardándolos en una gaveta. Luego, hizo lo mismo con otra pila de papeles y de a poco fue haciendo lugar en su escritorio.

—No tienes que disculparte. —suspiró cuando hubo terminado y se recostó en su asiento, estirando los brazos y la espalda. —Aaah… Me hacen falta unas vacaciones. —comentó con tono soñador.

Minato la observó con curiosidad. Sí, él estaba de acuerdo en que la mujer necesitaba algunos días libres, como todo el mundo luego de semanas de arduo esfuerzo. Pero, tal vez esta pudiera ser su oportunidad. Si la convencía de tomarse un par de días para salir de la aldea con ellos…

— ¿Qué tal si te tomas un par de días para salir con Menma y conmigo? —sugirió, fingiendo cierto desinterés.

Sakura lo observó arqueando una ceja.

— ¿A dónde quieren ir? —preguntó directamente. Conocía a ambos chicos de sobra como para saber que esa sugerencia significaba algo más.

—Pues… Queríamos saber si tal vez te gustaría acompañarnos a visitar a papá y mamá. —confesó de brazos cruzados, su mirada enfocada en cualquier cosa menos Sakura mientras agitaba su pierna ansiosamente.

La médico parpadeó, perpleja, sus brazos ahora descansando sobre el escritorio. Su mirada se posó en la retratera junto a su computadora y su mirada se tornó triste.

—Quieren ir a ver a sus padres, ¿eh? —murmuró para sí misma, su mirada fija en la fotografía.

Minato se quedó en silencio, observando como la ninja médico parecía perderse en sus pensamientos durante algunos minutos.

La pérdida de sus compañeros de equipo fue especialmente difícil para Sakura. Conocía a ese par desde que eran niños y, aunque oficialmente no se volvieron amigos hasta que fueron asignados juntos en el mismo equipo, siempre estuvieron presentes.

— ¿Qué tal este fin de semana? —habló de pronto la pelirrosa. —A decir verdad, yo también he tenido ganas de ir a ver a esos dos.

El Uchiha parpadeó, las repentinas palabras de la ojiverde tomándolo por sorpresa durante un par de segundos antes de caer en cuenta de lo que le había respondido. Sin poder evitarlo, una gran sonrisa se dibujó en su rostro.

— ¡¿De verdad?! —exclamó emocionado, obteniendo una sonrisa y un asentimiento en respuesta. En un impulso, se levantó de la silla y rodeó el escritorio para pasar los brazos alrededor del cuello de Sakura. Esta le regreso el abrazo cariñosamente y apoyó la mejilla contra su cabeza. — ¡Gracias, tía Sakura!

—Ya, ya. —lo apartó dándole una palmadita en la cabeza. —Qué tal si mejor me cuentas en que han estado metidos tu hermano y tú estos últimos días.

Minato procedió a hablar sobre lo que había ocurrido durante la semana. De cómo le había ido en clase esos días, los temas que estaban viendo y los nuevos jutsu que había aprendido, de Menma y su próxima graduación, de lo emocionado que estaba porque pronto sería genin a pesar de fingir cierto desinterés en el asunto…

Sakura lo escuchó con atención, sonriendo, asintiendo de vez en cuando y comentando cuando lo creía oportuno. Al fin y al cabo, no le gustaba interrumpir a Minato cuando el chico comenzaba a hablar, ya que no lo hacía tan a menudo. Aparentemente el haber aceptado acompañarlo a él y a su hermano a ver a sus padres lo había puesto de bastante buen humor para parlotear, algo que era más común en el Uchiha mayor.

—Ne, tía Sakura. —la llamó de pronto Minato. — ¿Vendrás a la graduación de Menma?

La pelirrosa asintió con seguridad.

—Por supuesto, no me la perdería por nada del mundo.

Hubo unos minutos de silencio durante los cuales la médico notó que los ojos negros del Uchiha menor se entristecían, y puede que fuera un presentimiento, pero algo le decía que ya sabía cuál era el motivo de su repentino cambio de actitud.

—Hey, ¿qué pasa? —lo instó a hablar. El pelinegro titubeó un segundo, pero luego suspiró.

—Es solo que quisiera que papá y mamá pudieran estar ahí.

—Oh, Minato. —le revolvió los cabellos con dulzura. —Estoy segura de que ellos están muy orgullosos de ambos y, aunque no los vean, estarán ahí.

Los ojos del menor la miraron inseguros.

—… ¿Lo crees? —preguntó en voz baja.

—Estoy segura. —afirmó, y luego soltó un suspiro melancólico. —Ah, ese par de idiotas.

El inicio de una sonrisa se dibujo en los labios de Minato, y dudó un poco antes de volver a abrir la boca.

— ¿Me hablarías sobre ellos?

Vio cómo Sakura abría los ojos como platos y desviaba la mirada, mordiéndose el labio inferior como si estuviera batallando consigo misma.

— ¿Por qué todos hacen eso cuando preguntamos por nuestros padres? —se quejó el Uchiha, bajando la mirada al suelo.

Sakura exhaló pesadamente y volvió a enfocar su vista en él. Minato tenía razón, todos estaban siendo injustos con ellos. No era a propósito, y estaba segura de que ambos niños lo sabían a la perfección, pero eso no quitaba que no merecieran saber un poco más, al menos.

Estaba convencida de que esos dos niños no conocían nada más allá de lo que la Academia enseñaba sobre los Hokages. Información básica, logros como ninjas, grandes y pequeñas hazañas, cambios hechos a las leyes que favorecieron a la aldea… Los libros y los maestros no hablarían más allá de eso, no podrían decirles cómo se conocieron sus padres, lo que les gustaba, lo que les disgustaba, sus comidas favoritas o sus aventuras.

—Lo siento. —se disculpó con culpa, recostando su espalda en la silla.

—El abuelo dijo lo mismo. —masculló entre dientes.

Pensándolo un momento, sus ojos jade se desviaron a la fotografía enmarcada en el escritorio.

"Perdónenme, Naruto, Sasuke-kun. Supongo que no he jugado mi papel a como debí haberlo hecho."

Con una sonrisa afligida, imágenes de sus queridos excompañeros de equipo volando a su cabeza. Las antiguas misiones, sus intentos fallidos por descubrir el rostro de Kakashi, sus entrenamientos…

— ¿Sabes, Minato? —comentó de repente la mujer. —Eres idéntico a Sasuke-kun cuando tenía tu edad.

El aludido frunció el ceño.

—Sí, ya lo sé, todos lo dicen. —murmuró entre dientes, ya habiendo escuchado las mismas palabras una y otra vez de prácticamente cualquiera que lo conociera.

Sin embargo y para su sorpresa, Sakura continuó hablando.

—En aquel entonces, él era un chico solitario y misterioso. Y muy guapo. —añadió con una sonrisa divertida. —Todas las niñas estaban locas por él. Incluso yo. —admitió con algo de vergüenza. —Pero Sasuke-kun nunca le prestaba atención a nadie, solo se concentraba en estudiar y en entrenar. Naruto, tu padre, estaba celoso por toda la atención que recibía que un día decidió por él mismo que serían rivales.

— ¿Celoso? ¿Por qué estaría celoso papá? —preguntó confundido.

La pelirrosa rio con suavidad.

—No le gustaba que Sasuke-kun fuera bueno en todo lo que hacía, según él. Así que, para motivarse a mejorar, se declaró su rival. Para cuando iniciamos el Equipo 7, ambos invertían todo su tiempo compitiendo entre ellos y, sin querer, se apoyaban mutuamente y se inspiraban entre ellos a crecer cada día. Cada vez que Sasuke-kun dominaba alguna técnica, Naruto no se detenía hasta conseguirlo él también, y cada vez que Naruto se hacía más fuerte, Sasuke-kun no se detenía hasta lograr alcanzarlo. Tal vez por eso terminaron siendo tan grandes amigos sin siquiera darse cuenta.

— ¿Y cómo terminaron juntos? —no pudo evitar el impulso por preguntar.

Sakura pareció meditarlo un segundo, pero no logró encontrar la respuesta que a Minato le hubiera gustado.

—Bueno, en realidad no sé si yo podría responder eso. Pero sí sé una cosa: Naruto y Sasuke-kun compartieron un vínculo muy especial, tanto que ni siquiera yo pude entenderlo a veces. —confesó, una sonrisa dibujándose en sus labios. —Discutían todo el tiempo, por cualquier cosa. Nadie lograba entender cómo es que esos dos estaban juntos. Sin embargo, Naruto solía decir que ambos compartían el mismo dolor, que conocían a la perfección lo que había en el corazón del otro. Con el tiempo, comprendí que simplemente no había nadie en el mundo que pudiera complementarse como ellos.

Minato sonrió, recordando cómo su abuelo había dicho algo parecido. Abrazando de nuevo a la mujer, sintió su corazón hincharse y una calidez rodeándole.

—Gracias, tía Sakura.


El camino de regreso a casa fue, para variar, carente de acontecimientos.

Con las manos dentro de los bolsillos, anduvo despacio por las calles. Como ya era algo tarde, cerca de las cinco, mucha gente se dirigía para sus casas. Había niños caminando de la mano con sus padres, vendedores que cerraban sus tiendas y otros que recién las abrían, gente haciendo las compras para la cena…

Sí, Konoha en definitiva era una aldea muy pacífica. Como llevaban años viviendo en paz, hubo bastante desarrollo económico en la última década. Había bastantes restaurantes, bares, una que otra librería, tiendas de libros, e incluso lugares de entretenimiento como karaokes. Toda la aldea fue creciendo hasta llegar a parecerse a una pequeña ciudad. No es que fuera la gran cosa, pero Minato estaba seguro de que en algunos años seguro sería hasta del doble de su tamaño actual, si lograban mantener este rumbo.

Sus pies lo llevaron distraídamente hasta una zona que conocía muy bien. Era un complejo residencial, con casas bastante nuevas, muy bonitas en su opinión. Pero no eran dichas construcciones lo que le hacía recordad ese lugar, sino una casa en específico, de las primeras que se construyó en esta zona hacía unos quince años atrás.

No era una casa muy grande. Probablemente fuera de dos o tres habitaciones, una sala, una cocina y un baño, a juzgar por el tamaño. Tal vez tendría menos habitaciones y los lugares fueran más espaciosos, o tal vez fuera al revés. Minato nunca había entrado a esa casa, no tenía cómo saber cómo era por dentro.

Las paredes exteriores, de un tono blanco amarillento, necesitaban con urgencia una manito de pintura. El color original de la casa apenas se percibía, ya que llevaba años en negligencia. El joven Uchiha suponía que, por dentro, debía estar llena de polvo, telarañas y tal vez nidos de algunos animales. Todo el mundo tenía prohibido entrar, después de todo, y una casa en la que nadie había estado en al menos diez años no podía ser una casa en buen estado.

Se quedó de pie ahí, frente a la edificación. La puerta de entrada a la propiedad, que estaba rodeada por un muro de ladrillos, tenía grabados los símbolos del Clan Uchiha y del Clan Uzumaki en la madera.

Era la antigua casa de sus padres.

A veces pasaba de vez en cuando por aquí para verla, deseando poder entrar. No tenia idea de las cosas que habría dentro, pero seguro debía de haber más fotografías, tal vez cartas, ropa, lo que sea. Menma y él en algún momento le habían preguntado al Sexto por qué no podían ver la casa, ya que técnicamente era de ellos. Él les había explicado que, hasta que ambos cumplieran la mayoría de edad para reclamar la casa, no podía hacer nada.

Al ser el hogar del Séptimo Hokage, las leyes eran muy recelosas sobre el tipo de cosas que pudiera haber dentro, así que prohibían la entrada a cualquiera que quisiera colarse dentro, hasta el punto de poner un sello en la propiedad, que impedía a todo el que se acercara a entrar físicamente en la zona de la propiedad.

Por eso ambos chicos nunca habían entrado. No era justo, según Minato. Si era la casa de sus padres, eso quería decir que ellos también vivieron ahí en algún momento, por lo que deberían tener todo el derecho del mundo a entrar. Menma y él incluso habían intentado infiltrarse en un par de ocasiones, pero el sello era demasiado fuerte para ellos.

Sin embargo, eso no evitaba de cada cierto tiempo visitaran la casa. A veces venían juntos, a veces por separado, como Minato en esos momentos.

Se preguntaba qué tipos de recuerdos guardaría esa casa. Si serían memorias gratas, alegres, llenas de cariño, de amor. Añoraba saber más, añoraba poder conectar con sus padres de alguna forma. No los conocía, y a pesar de eso la sensación de extrañarlos cada día nunca desaparecía.

Suspirando, se volvió a meter las manos a los bolsillos y se giró con la intención de comenzar a caminar e ir a casa, donde sabía que su abuelo lo estaba esperando. Menma tal vez aún no hubiera regresado, pero puede que también estuviera ya en casa, preguntándose en dónde se había metido.

—Seh, parece que los sellos están debilitándose y hay que renovarlos. —escuchó una voz no muy lejos, que aparentemente había salido de la nada.

Poniéndose en alerta, trotó hacia el otro lado de la casa, donde no pudieran verlo, y escondió su chakra. Asomándose por el otro lado del muro, observó como un par de ANBUs caminaban casualmente frente a la propiedad.

— ¿Entonces tendremos que quedarnos a vigilar en lo que los cambian? —preguntó el segundo, una máscara de león cubriendo su rostro.

—Eso parece. Aparentemente, el sello pierde efecto luego cinco años, así que esta es la segunda vez que los renuevan. Debería durar unos tres días más, así que podríamos tomárnoslos libres. —habló de nuevo el primero, la máscara que cubría su rostro asemejándose a la figura de un lobo.

El hombre junto a él hizo un ademán de duda y se puso las manos en las caderas.

— ¿Estás seguro? ¿Y si se desactiva antes y alguien quiere entrar?

—Por favor, nadie sabe que el sello se debilita aparte de nosotros. Nadie se dará cuenta incluso si el sello dejara de funcionar hoy. —le restó importancia con una mano, comenzando a caminar de nuevo para alejarse. —Ven, vamos. Aprovechemos a descansar estos tres días.

El otro hombre no siguió debatiendo y, encogiéndose de hombros, le siguió el paso a su camarada. Ninguno de los dos reparó en la presencia de uno de los dos últimos Uchiha cerca de ellos.

Con los ojos abiertos como platos por la conversación que acababa de escuchar, el corazón golpeteándole contra las costillas al entender el significado de la nueva oportunidad que se le presentaba, se trepó al muro e intentó saltar adentro.

Sin embargo, un campo invisible lo empujó y lo hizo caer de bruces al suelo.

De acuerdo, el sello seguía funcionando, pero la posibilidad de que dejara de hacerlo existía. ¡Podrían entrar a la casa de sus padres!

Apretando los puños con decisión y poniéndose de pie, se apresuró a correr en dirección a su casa para poder contarle a su hermano las noticias.

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N/A: Wenas :D

¿Qué les va pareciendo la historia? :D Tengo curiosidad por saber qué rumbo creen que tomará XD Ya tengo escritas escenas que no saldrán en vaaaaarios capítulos todavía. De hecho, la escena que le dio origen a este fic es de mis favoritas hasta el momento y creo que estará entre los capítulos 10 y 15. Mi plan es que esto no tenga más de 20 capítulos, pero ya veremos en qué resulta XD

Saludos a todos 😊