Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, mención de Mpreg, yaoi…
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Sin importar el tiempo
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Capítulo 4
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Revisaron todos y cada uno de los pergaminos de la caja.
La mayoría no estaban etiquetados y, solo en caso de que alguno fuera de los que estaban buscando, los abrieron para asegurarse de que no se les escapara ninguno. Y, efectivamente, había dos más de dichos pergaminos de memoria entre el montón de rollos. Fue tanto emocionante como decepcionante. Menma esperaba encontrar al menos unos cinco, pero dos eran mejor que nada.
Guardando todos los demás de vuelta en la caja, colocaron los dos pergaminos en el piso. A estas alturas, ya estaban lo suficientemente cubiertos de polvo como para que no les importara demasiado seguirse ensuciando. Tendrían que llegar a casa a darse un buen baño y a lavar toda su ropa pero, en fin.
Minato se sentó en el piso con las piernas cruzadas, sus manos apoyadas en sus rodillas. Menma, en cambio, estiró sus extremidades y se apoyó en sus brazos inclinándose para atrás.
— ¿Los abrimos? —preguntó de pronto el mayor.
Minato titubeó un poco.
Sí que quería abrirlos, pero… Si los abrían y eso era todo lo que alguna vez verían de sus padres… O puede que incluso los pergaminos no tuvieran memorias relacionadas con ellos. Al fin y al cabo, el que estuvieran en la antigua casa de sus padres no significaba que fueran a aparecer en ellos. Su padre había sido el Séptimo Hokage, así que esos pergaminos podrían contener información que tal vez no deberían saber. O hasta podrían ni siquiera estar usados aún.
— ¿Minato?
El menor suspiró y se rascó distraídamente un brazo.
—Hagámoslo. —decidió.
Asintiendo en respuesta, el ojiazul tomó uno de los pergaminos, respiró profundo, y lo extendió en el piso.
Al igual que con el primero, una intensa luz invadió la habitación.
Sin embargo esta vez, y para sorpresa de ambos Uchiha, no era ninguno de sus padres quien había activado el pergamino. Tampoco ningún shinobi conocido, ningún ANBU, ningún jounin, no. Era un pequeño bebé jugueteando con el papel, balbuceando cosas inentendibles. Ojos negros, cabellera del mismo color, piel clara y un par de mejillas coloreadas de un adorable rosa.
— ¿E-Ese soy yo? —habló un incrédulo Minato, observando a su yo del pasado tomar un trozo de la ilusión del pergamino y metérselo en la boca.
—Eso creo. —murmuró Menma con los ojos como platos.
Aparentemente, Minato había sido capaz de activar un pergamino de memoria antes de siquiera dejar los pañales. El bebé frente a ellos debía tener a lo mucho un año, lo que quería decir que ese pergamino era de poco antes del incidente que les había quitado a sus padres.
—Abwahmfh. —la ilusión del bebé mordisqueaba el papel del pergamino distraídamente mientras se dejaba caer sobre su espalda y rodaba un poco en el piso. Terminó enrollado con el papel, sus ojitos observando el techo.
El pequeño Minato, al verse atrapado e inmovilizado por el rollo, comenzó a patalear, sus mejillas inflándose furiosamente y sus ojos acumulando lágrimas. Se removió todo lo que pudo, pero solo consiguió enredarse más. Al final, cuando ya no pudo más, comenzó a lloriquear.
— ¡Mira que liiiiindo! —exclamó Menma, estrellitas en sus ojos mientras su hermano lo golpeaba en un brazo.
— ¡Buaaaaah! —chilló de repente el infante, sobresaltándolos a ambos.
Los dos hermanos se llevaron las manos a los oídos al instante, intentando bloquear el molesto sonido del llanto del bebé.
Justo cuando este parecía estar a punto de ponerse a gritar en lugar de solo llorar, la figura de un adulto se materializó en la habitación. Este parecía tener unos veintitantos años y llevaba puestos únicamente unos shorts negros y una camiseta blanca. Por sus rasgos físicos, era evidente que tenía que estar emparentado con el niño chillando en el piso.
Claro, para Menma y Minato, reconocerlo no fue muy difícil.
El hombre se acercó al desesperado bebé sin prisas, arrodillándose a su lado. Este, en cuanto lo vio, estiró las manitas en su dirección, pidiéndole que lo cargara entre pequeños gimoteos.
Con cuidado, el adulto desenrollo el papel del cuerpo del bebé, ignorando sus quejas.
—Ya está. —murmuró para sí mismo, al fin recogiendo al bebé del suelo, alzándolo y acomodándolo contra su pecho, sobándole la espalda en círculos para tranquilizarlo. Pequeñas manos se aferraron al cuello de su camiseta a la vez que el infante soltaba débiles quejidos.
El pelinegro se quedó ahí un tiempo, de pie y con el niño en brazos, meciéndolo con suavidad. Poco a poco, los lloriqueos cesaron, convirtiéndose en bajos balbuceos otra vez. Entonces, lo apartó un poco de su pecho para poder verlo y se lo encontró mordisqueándose una mano.
—Hm, parece que ya estás mejor. —murmuró con una pequeña sonrisa, un par de ojitos negros iguales a los suyos viéndole con curiosidad.
— ¿Sasuke? —otra figura se materializó en el lugar, la de un hombre rubio tallándose un ojo mientras bostezaba. Este llevaba puestos solo unos shorts anaranjados y una toalla alrededor de los hombros, su cabello húmedo, pero no empapado.
El aludido se giró para verlo.
— ¿Menma no se ha despertado por el ruido? —le preguntó al rubio, a lo que este soltó una carcajada.
—A ese niño no lo despierta ni un terremoto. —sonrió, acercándose a su pareja, quien sonrió de lado.
—Me recuerda a alguien.
—Ni idea de a qué te refieres. —el alfa se hizo el desentendido.
El pelinegro solo rodó los ojos.
— ¿Y por qué estaba llorando? —preguntó el ojiazul, sus dedos jugueteando con los cortos mechones oscuros del bebé.
—Alguien tiene la mala costumbre de dejar sus cosas tiradas por toda la casa. —le respondió el otro con tono recriminatorio. —Lo encontré enredado en uno de los tantos pergaminos de memoria que ibas a llevarte a la oficina, pero que por alguna razón siguen aquí.
El rubio rio nerviosamente, rascándose la parte de atrás de la cabeza.
— ¿Ups?
El pelinegro lo observó con una ceja arqueada, a lo que el ojiazul se inclinó para besarle fugazmente en los labios, haciendo sonrojar a los dos hermanos que se encontraban mirando la escena, y luego dejando otro beso sobre la cabeza de su hijo.
El rubio se agachó para recoger el pergamino, sorpresa reflejándose en su rostro cuando les echó un rápido vistazo a los símbolos escritos en el papel.
—Está activado. —parpadeó, confundido. Su compañero frunció el ceño y se acercó para comprobarlo. Y sí, el pergamino estaba activado.
—Parece que Minato logró hacer en un par de minutos lo que a ti te tomó tres semanas. —se burló, aunque había cierto brillo de orgullo en sus ojos.
—Oye, oye, ¿en serio lo activó él solo? —preguntó el rubio, ignorando la clara provocación.
—Yo no lo hice y no había nadie más aquí.
— ¡Wow! —exclamó emocionado, casi arrancando al bebé de los brazos de su madre y alzándolo en el aire, a lo que este soltó una risotada. —Mírate, tan chiquito y tan habilidoso. Idéntico a tu padre.
El pelinegro resopló con burla, a lo que su compañero lo volteó a ver haciendo un puchero.
—Vamos, guarda eso y trae a tu copia abajo para desayunar. Iré a despertar a Menma.
—Voy.
La figura del pelinegro desapareció de la habitación, dejando solo a un padre con su hijo.
El rubio alzó al bebé hasta su rostro y le besó la mejilla sonoramente, la sonrisa en su rostro igual de radiante que antes.
—Apuesto a que serás un shinobi estupendo. Tan pequeño y ya manipulando chakra lo suficientemente bien para activar esta cosa, ¿eh? —sostuvo al niño sentándolo sobre su brazo, dejando que recostara su cuerpo en él para poder utilizar sus manos y enrollar el pergamino. En cuestión de segundos, la ilusión se desvaneció, la polvosa oficina volviéndose a sentir desolada solo con la presencia de los hermanos Uchiha.
Para decepción de ambos, el tercer y último pergamino no había sido utilizado aún, así los únicos dos recuerdos que pudieron observar fueron los anteriores.
Era una lástima, porque en verdad querían ver y escuchar más de sus padres, pero haber encontrado los dos primeros pergaminos ya era como una bendición, además de ser algo que no se habían esperado en lo absoluto.
Resignados y con las emociones a flor de piel, guardaron todo y lo dejaron en su lugar. A excepción de los pergaminos de memoria. Esos los guardó Minato en sus bolsillos, dispuesto a llevárselos, y su hermano no le dijo nada al respecto.
Menma se limpió un par de lágrimas con la manga de su chaqueta, todavía abrumado por las escenas que acababan de atestiguar, mientras que Minato le echó la culpa de sus propias lágrimas a la cantidad de polvo en el lugar.
Decidieron no curiosear más en el cuarto oficina y continuaron vagando por el segundo piso. A decir verdad, no había demasiado que ver. Estaba el cuarto de sus padres, donde había una cama bastante amplia que, en sus mejores días, debió haber sido muy cómoda, con una mesita de noche a cada lado. Encima de las mesitas había unos despertadores, uno con forma de sapo y el otro del modelo más minimalista que se podría encontrar. Eran en definitiva un contraste interesante.
Las paredes eran de un color crema, con cortinas azul oscuro que se veían bastante gruesas, perfectas para bloquear completamente el sol del exterior. También había dos armarios, uno naranja y uno negro. Pero, a pesar de tener curiosidad, Minato no se animó a entrar a la habitación, y Menma lo miró con curiosidad desde a un lado de la cama.
— ¿Por qué no entras? —le preguntó confundido. Se supone que el propósito de entrar a la casa era poder ver todo lo que había dentro, ¿no?
—No lo sé, es que yo…—se sobó un brazo con inseguridad, intercambiando el peso de su cuerpo entre cada una de sus piernas. —Digo, es su habitación. Es muy privado, ¿no?
Menma frunció el ceño ligeramente.
—Tal vez tengas razón. —murmuró, mirando dentro de la habitación.
Él en verdad quería abrir todo y descubrir todo lo que había dentro de la edificación, pero su hermanito tenía un punto. Puede que sus padres ya no estuvieran, pero, ¿no estaban invadiendo su privacidad? Honestamente no estaba seguro de hasta que punto eso era cierto.
Se rascó la cabeza pensativamente, una de sus manos descansando en su cintura.
—Pero, ¿y si hay más cosas como los pergaminos? Como álbumes, o qué se yo…—terminó insistiendo, a lo que Minato apretó los labios y, finalmente, dio un paso dentro de la habitación.
Sin embargo, no tocó nada. Dejó que Menma abriera los cajones de las mesitas de noche, en los que no encontró mucho más allá de algunos papeles, e incluso un kunai. Luego, abrió el armario naranja, topándose con ropa de ese mismo color, junto con varias telarañas y rastros de polillas. Sin embargo, aparte de la ropa y algunos zapatos, no había mucho dentro del clóset.
Decidió abrir el de color negro, encontrándose también con ropa, pero menos colorida. Los tonos vagaban entre negros, azules y un par de grises, a diferencia del llamativo anaranjado que predominaba en el armario anterior. La ropa estaba mejor acomodada, pero también estaba terriblemente polvosa y llena de telarañas. Igual que antes, no había mucho que ver, así que el Uchiha mayor cerró las puertas de madera y suspiró.
—Parece que de todos modos no hay nada muy interesante aquí…
—Tal vez sí, pero en verdad no me gusta sentir que estoy invadiendo su privacidad. —musitó Minato por lo bajo. Una cosa era entrar a la casa, revisar lo que había a la mano, e incluso hojear los libros, pero estar en el que solía ser el cuarto de sus padres sí se sentía como estar en un lugar demasiado privado, y eso al ojinegro lo hacía sentir incómodo.
Terminaron saliendo de la habitación y se asomaron a la siguiente.
— ¡Mira, esta debió haber sido tu habitación! —sonrió Menma.
El lugar tenía las paredes pintadas de un celeste pálido y todo el piso estaba alfombrado. Había una cuna junto a una de las paredes y una caja con varios juguetes para bebé, así como un armario blanco y una mesa para cambiar pañales. Claro, la suciedad le quitaba la gracia a la habitación, pero era en definitiva un cuarto para bebé.
No se entretuvieron mucho tiempo ahí y pronto pasaron a la última habitación, que probablemente solía ser la de Menma, si la pequeña cama y el tiradero de juguetes en el piso eran alguna indicación. Minato le hizo el comentario de que no veía diferencia con su cuarto actual, a lo que Menma le sacó la lengua y le arrojó uno de los tantos juguetes que estaban tirados por ahí.
Para cuando se dieron cuenta, el sol estaba ocultándose y sabían que era momento de regresar. Antes de irse, ambos le echaron una última mirada melancólica al que había sido su hogar y lo seguiría siendo si sus padres estuvieran con ellos.
Al final, cerraron la puerta principal de modo que no se notara que había sido abierta con anterioridad. Saltaron encima del muro y aterrizaron en la calle, suspirando sonoramente antes de salir corriendo en caso de que alguien pasara por ahí y los atrapara.
Al llegar a casa, Iruka los observó con una ceja alzada al notar lo sucios que se encontraban ambos, a lo que le ofrecieron una excusa tonta sobre haber tropezado en los campos de entrenamiento y se dirigieron directo a darse una ducha.
Una vez frescos y con ropa limpia puesta, Iruka seguía mirándolos con cara de no haberse tragado la explicación ni por un segundo, pero ambos chicos se hicieron los desentendidos y cada uno inventó cosas sobre su día mientras cenaban.
Antes de irse a la cama, Minato guardó con recelo los pergaminos de memoria dentro de una caja que metió dentro de su armario, junto a donde dejaba sus zapatos. Sentía el corazón apretujársele dentro de su pecho dolorosamente, recordándole el vacío que se mantenía dentro de él.
Frotándose los ojos, se subió a su cama y se tapó con las mantas.
Pronto sería fin de semana y podrían ir a visitar a sus padres de nuevo. Minato se moría por llegar y poder ver sus rostros, abrazarlos y contarles las últimas novedades.
Con esa esperanza en mente, se dejó llevar al mundo de los sueños. En él, dos rostros familiares le sonreían cálidamente, dándole la bienvenida.
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N/A: Aunque no lo crean, la razón principal por la que me tardo en actualizar esta historia es porque estoy escribiendo escenas que todavía no van a pasar hasta dentro de varios capítulos XDDD
Recuerden que estoy intentando recaudar fondos para realizarme una cirugía de cataratas :3 Cualquier ayuda, aunque sea solo compartir el enlace que dejo aquí abajo, es bienvenida y se los agradeceré eternamente. No solo me estarían ayudando a conservar mi visión, sino a poder continuar mis estudios y seguir escribiendo. Así que, si pueden, cómprenme un café (buy me a coffee!) :3
ko-fi punto com /furikakelover
Solo reemplacen la palabra punto por un punto de verdad y quiten los espacios :)
Nos vemos :3
