Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, mención de Mpreg, yaoi…
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Sin importar el tiempo
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Capítulo 5
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Menma tarareaba una de sus canciones favoritas mientras metía sus pertenencias distraídamente en una mochila ligera. Ya que estarían fuera solo dos días, tres a lo mucho, no necesitaría empacar muchas cosas. Con una mudada de ropa le bastaba y le sobraba. Es más, si fuera por él, se las arreglaría con la ropa que ya andaba puesta. ¿Para qué ensuciar más ropa? Claro que Minato e Iruka no compartían su opinión, pero a él le parecía bastante razonable. De esa manera cargaría menos y de todos modos llegaría a casa a bañarse.
En fin.
Una mudada de ropa, una botella con agua que podría ser rellenada más tarde, un par de kunais solo por si acaso, su bolsa de dormir… Mmm… Puede que algo se le estuviera olvidando, pero lo más probable es que no fuera a acordarse hasta el momento de utilizarlo, así que no tenía sentido preocuparse por eso. Seguro Minato iría lo suficientemente bien preparado por ambos. Y si no, la tía Sakura los sacaría de apuros.
Cerró su mochila y la colocó a un lado de la cama. La tía Sakura pasaría por ellos en la mañana, así que se había visto forzado a hacer su maleta la noche del viernes con amenazas de que no se le ocurriera retrasarlos por dejar todo a última hora.
Saldrían de madrugada de la aldea y, con suerte, estarían regresando el domingo por la noche, dependiendo de qué tanto se distrajeran en el camino y cuánto tiempo quisieran quedarse con sus padres. A veces solo lograban quedarse un par de horas, pero en otras ocasiones se pasaban toda la tarde con ellos.
Sabía que a Minato en especial le gustaba quedarse el mayor tiempo posible. A él también, solo que el sentimiento de nostalgia llegaba a hacerse presente demasiado rápido, lo que le hacía querer marcharse solo para no navegar en ese mar de momentos perdidos.
En el caso de Minato era diferente, porque no los recordaba del todo, pero Menma sí tenía una ligera noción de lo que había sido tener a sus padres. No sabía cuántas de esas imágenes eran en verdad recuerdos y cuántas obras de su imaginación, pero a veces todavía podía sentir la mano de su padre revolviéndole el cabello o el calor de ambos cuando lo llevaban en brazos. Era una sensación tan familiar y lejana al mismo tiempo… Pero al menos tenía algo. Minato no tenía nada. Además, el Uchiha menor tendía a ser el que más deseoso estaba por tener cualquier tipo de contacto con sus padres, cualquier cosa que le hiciera sentir una conexión.
Aunque había una pequeña parte de Menma que se aliviaba con el hecho de que Minato no podía recordar a sus padres. Puede que si lo hiciera, la situación sería todavía más difícil para él. Perder algo preciado no es lo mismo que nunca haberlo tenido, eran dos tipos de dolor diferentes pero parecidos al mismo tiempo, aunque Menma pensaba que el dolor de la pérdida podía ser más azotador. Minato era incapaz de extrañar a sus padres porque para él era como si nunca los hubiera tenido, solo podía añorar e imaginar lo que hubiera sido si siguieran con él. Haberlos conocido y haberlos amado para luego perderlos probablemente lo hubieran herido aún más.
O tal vez su manera de pensar estuviera algo equivocada, quizá Minato se sentiría mejor de haber al menos sabido lo que era tener un padre y una madre que lo quisieran en lugar de solo imaginarlo. Menma apenas podía recordar nada y eso era suficiente para extrañar a sus padres con toda el alma.
Suspiró, dejándose caer boca arriba sobre la cama y estirando los brazos encima del mullido colchón. Se quedó observando el techo, recordando vagamente las imágenes de sus padres contenidas en aquellos pergaminos de memoria. Sus rostros, sus voces… Había parecido todo tan real. Y, bueno, en algún momento lo fue.
No lo había admitido en el momento, pero el impulso de abalanzarse sobre ellos para poder abrazarlos fue abrumador. Lástima que no eran figuras sólidas, solo simple espejismos. Ilusiones que eran tanto reconfortantes como desoladoras.
—Toc, toc. ¿Puedo pasar? —escuchó la voz de su abuelo junto a unos toquecitos en la puerta de su habitación, desviando su rumbo de pensamiento.
—Sí, pasa.
Inmediatamente, el rostro de Iruka se asomó por la puerta con una sonrisa, completamente ajeno a todo lo que ocurría en la mente del adolescente.
— ¿Todo listo para mañana? —le preguntó, adentrándose en el cuarto.
—Eso creo. —musitó Menma, sentándose en la cama para poder ver los oscuros ojos de su abuelo directamente.
—Te noto algo callado. —comentó el mayor, acercándose al colchón y sentándose en el lado contrario de donde se encontraba el Uchiha.
El menor se encogió de hombros y se rascó una mejilla.
—He estado pensando, nada más.
Iruka lo escudriñó en silencio durante un par de segundos. Era evidente que el chico tenía muchos pensamientos revueltos en la cabeza.
— ¿Sobre qué? —preguntó con voz suave.
Menma abrió la boca, dispuesto a expresar sus pensamientos en voz alta, pero luego la cerró, dudando sobre si hablar y cómo hacerlo.
A Iruka raramente le gustaba tocar cualquier tema relacionado con sus padres. Lo poco que les había contado en los últimos diez años era apenas suficiente para satisfacer tanto su curiosidad como la de Minato. Si le decía sobre lo que se le pasaba por la mente, probablemente intentaría desviar la conversación o del todo evitarla.
Suspiró.
Comprendía que a su abuelo le doliera hablar del pasado, pero al mismo tiempo a ellos les dolía no poder hablar de ello. Era todo como una cadena de estrés y frustración.
—No es nada. —respondió al final, optando por no iniciar la conversación del todo. Tal vez fuera mejor así. Si expresaba su sentir y su abuelo volvía a negarle el conocimiento que deseaba, solo se decepcionaría aún más.
El castaño lo observó en silencio durante unos instantes y exhaló con resignación.
—Estabas pensando en tus padres, ¿no es cierto?
Menma abrió los ojos como platos, descolocado cuando el mayor tocó el tema por voluntad propia, dándole una apertura para intentar conversar sobre ello.
—Yo, este, pues… Un poco, sí. —admitió. —Pero más que todo estaba pensando en Minato.
Se dejó caer sobre el colchón ante la atenta mirada del Umino y estiró los brazos, sus ojos azules parpadeando graciosamente cuando volvió a enfocarlos en el adulto presente.
— ¿Me contarás qué anda dando vueltas dentro de esa revoltosa cabeza tuya? —le sonrió Iruka cariñosamente.
El menor titubeó, intentando ordenar sus ideas antes de abrir la boca. Al final, la reconfortante mirada de su abuelo lo impulsó.
—Es solo que… Sé que a Minato le afecta mucho no haber conocido a mamá y papá. Y antes de que digas que para mí es igual. —continuó apresuradamente al ver que el mayor estaba a punto de hacer un comentario. —No lo es. Digo, tal vez sí, pero yo sí recuerdo haber tenido padres, o casi, creo. Son más que todo imágenes confusas que vienen y van, pero siento que perdí algo luego de que no volvieran. Siento que los extraño. —se frotó los ojos con algo de fuerza para quitarse la sensación de las lágrimas que querían acumularse detrás de sus globos oculares. —Pero para Minato es como si nunca los hubiera tenido. Y a veces me pregunto si es mejor así, o si se sentiría más tranquilo si pudiera recordar algo, como yo. O tal vez le dolería más. Pero si no recuerda, no puede sufrir por la pérdida, ¿no es así? Quiero decir…
El moreno alzó una mano para detenerlo y Menma lo hizo abruptamente. Su respiración se había alterado un poco y tuvo que respirar profundo para calmarse.
—Te comprendo. —Iruka le revolvió los cabellos al adolescente. —En otras palabras, te preocupas por el vacío que siente Minato al no tener ningún tipo de conexión con tus padres y te preguntas si para él es mejor estar así, o si sería mejor que los recordara pero tuviera que lidiar con el dolor de perderlos.
El menor asintió con una mueca.
—A Minato le duele mucho sentir que no tiene nada que lo vincule con nuestros padres, pero… ¿Qué duele más? ¿Haber tenido y perdido o no haber tenido nunca?
Iruka hizo un gesto pensativo, desviando su mirada a la puerta de la habitación.
—Esta conversación me recuerda a algo…
El pelinegro parpadeó, sentándose de nuevo sobre la cama y buscando los ojos ajenos con interés.
— ¿A qué?
Los ojos oscuros de su abuelo volvieron a centrarse en él.
—Te contaré una historia. —decidió de pronto el mayor.
— ¿Una historia? —repitió confundido el Uchiha.
—Sí, escucha.
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Érase una vez dos niños, dos amigos.
Ambos tenían un pasado trágico. Uno de ellos era huérfano desde el día en que nació. Rechazado por todos los que lo rodeaban, siempre tuvo que valerse por sí mismo y no tuvo nadie que lo cuidara cuando lo necesitó. El otro tenía una familia que, a pesar de tener sus altos y bajos, lo querían y velaban siempre por él. Creció amado y acompañado por una madre, un padre y un hermano que siempre estuvieron ahí para él. Hasta que un día su familia fue asesinada frente a sus propios ojos por un hombre cruel y descorazonado que se regocijó en su dolor.
Ese día, el niño decidió que crecería y se haría fuerte con un solo objetivo: vengarse del hombre que le había arrebatado a su familia.
Y quedó solo, huérfano también, al igual que su amigo. Sin nadie que lo cuidara y abandonado a su propia suerte.
Así que un día decidió marcharse de su hogar, abandonarlo todo para conseguir el poder necesario para completar su venganza. Creyó que si lograba separarse de todos los que lo conocían y apreciaban, conseguiría hacerse más fuerte por su cuenta. Para su amigo, que siempre había estado solo, él se había convertido en su familia, así que intentó detenerlo y convencerlo de que la soledad no era el camino para cumplir sus metas.
Lucharon entre sí, uno para deshacer un vínculo preciado y el otro para protegerlo. El niño que anhelaba venganza dio todo de sí para deshacerse de su amigo, gritándole que no podía comprender su dolor y todo lo que había perdido porque él siempre había estado solo. No se puede entender el dolor de la pérdida si naciste sin nada, ¿no es así?
Ambos estaban solos, tenían pasados parecidos y al mismo tiempo muy diferentes.
El amigo no se rindió. Puede que no comprendiera el dolor de perder todo lo que se ama, pero comprendía el dolor de la soledad y no quería que su amigo se marchase y fuera consumido por su odio. Él era el único que podía detenerlo y salvarlo de sí mismo, evitar que rompiera los lazos con la nueva familia que había creado. Una familia que, a pesar de no tener lazos de sangre, tenía algo más importante: lazos de amor y amistad.
Lucharon en el Valle del Fin y, hasta el día de hoy, pocos comprenden qué fue lo que motivó al primer niño a arriesgar su vida para detener al que consideraba su amigo. Para alguien que había nacido sin nada, los vínculos que formaba con los demás lo eran todo para él. Por eso no podía dejarlo ir, por eso le demostraría que podrían volverse más fuertes si estaban juntos. Para él, no había peor sufrimiento que la soledad. Quería proteger a su amigo de ella y de la oscuridad, aun si tuviera que dar la vida por ello.
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Menma lo observó en silencio, sin saber qué decir sobre dicho relato.
—… ¿Y al final qué pasó? —preguntó con curiosidad.
—Al final el chico logró convencer a su amigo de volver con él. Terminaron de crecer juntos, se hicieron fuerte juntos y encontraron otra solución para dar cierre al trauma de ambos. Lograron hacer paz con su pasado y superarlo juntos como un equipo. —el mayor sonrió cálidamente, sus ojos ligeramente cristalizaron por la humedad, como si la historia que acababa de contar le hubiera removido algo en su interior. —Tal vez no haya sido el mejor ejemplo para tus preocupaciones, no lo sé, pero lo que quiero que sepas es que ambos son dos tipos de dolor que no deben ser comparados. Además, puede que recordar lo perdido duela, pero por ningún motivo desearías que esos momentos no hayan sucedido, ¿no es así?
Menma asintió, su pecho contrayéndose dolorosamente cuando una vaga imagen de sus padres se le vino a la mente. Sí, puede que perderlos doliera, pero lo poco que sí podía recordar lo atesoraría por siempre. Comprendía por qué Minato añoraba tanto eso. Además, puede que no tuviera mucho sentido seguir pensando en esas cosas. No podían cambiar ni el pasado ni sus situaciones actuales. Lo único que podían hacer era sobrellevarlo juntos.
—Gracias, abuelo. —el ojiazul sonrió sinceramente. —Fue un buen cuento…
—No es un simple cuento, ¿sabes? Ocurrió de verdad algunos años antes de que ustedes nacieran.
Menma parpadeó, curioso ante la revelación.
— ¿De verdad? Nunca lo había escuchado.
—La gente no habla mucho sobre ello. —comentó el mayor vagamente.
No era solo que la gente no hablara mucho sobre ello, sino que muy pocos sabían de lo ocurrido. Era algo que todos prefirieron guardar para sí, no porque fuera un secreto necesariamente, sino por respeto a ambos involucrados.
— ¿Y quiénes eran los amigos? ¿Los conocemos? —preguntó, curioso.
Iruka le mostró una sonrisa triste.
—Eran tus padres.
— ¿Qué? ¿De verdad? —no pudo evitar el tono de incredulidad en su voz.
—Recuerdas que en la Academia les han enseñado sobre la masacre del Clan Uchiha, ¿no es así? Sasuke fue el único sobreviviente y su dolor fue tanto que dedicó su vida a prepararse para vengarse del responsable. Naruto lo detuvo y lo convenció de regresar con él a la aldea. Juntos se convirtieron en los ninja más poderosos de los últimos tiempos y se apoyaron entre sí hasta el final.
— ¿Y qué ocurrió luego? ¿Mamá consiguió vengarse?
—Eso es algo que realmente no puedo contestar. —le dijo con honestidad el Umino. —Sasuke y Naruto decidieron un día marcharse juntos luego convertirse en jounin y no regresaron hasta un año después. Nunca hablaron en detalle de lo que ocurrió durante ese tiempo, pero lucían liberados, como si hubieran hecho las paces con todo el sufrimiento del pasado. Supongo que encontraron la manera de resolverlo.
—Wow…—exhaló el Uchiha, alzando la mirada hacia el techo. — ¿Por qué de repente me hablas sobre ellos? —le preguntó con voz neutra, e Iruka no pudo evitar recordad a Sasuke. Puede que Minato fuera el que más se le pareciera entre los dos, pero a veces Menma también lo resemblaba un poco, como con la seriedad que demostraba en esos momentos.
—Supongo que es porque yo también estoy dejando que el pasado me afecte demasiado y ustedes han tenido que sufrir por ello. Lo lamento. —se disculpó con pesar.
Los brillantes ojos azules del Uchiha mayor lo detallaron durante un par de segundos antes de que una animada sonrisa volviera a trazarse en sus labios. A Iruka le dolió el pecho cuando pudo ver a Naruto reflejado en esa sonrisa y sintió pequeñas lágrimas acumularse en sus ojos, pero ninguna de ellas llegó a resbalar por sus mejillas.
—Gracias por la historia, abuelo.
El moreno le revolvió los oscuros cabellos y se levantó de la cama.
—Hora de dormir. Mañana tendrán un largo día.
—Buenas noches, abuelo. —le despidió el menor cuando este ya estaba en la entrada. El Umino le sonrió y cerró la puerta tras de sí.
Menma se apresuró a cambiarse de ropa para poder acostarse, tirando la ropa sucia a una esquina a sabiendas de que al día siguiente sería reprendido por ser tan desordenado. Luego, se metió debajo de las sábanas y se acurrucó sobre la mullida superficie de su colchón.
Todavía había tanto que deseaba saber, pero forzar a su abuelo a contarle más en esos momentos no tendría ningún resultado.
Sin embargo, la historia que recientemente había escuchado le dejó centenares de preguntas.
¿Sus padres habían luchado a muerte o algo parecido? Por lo que Iruka había contado, la batalla debió haber sido bastante seria, pero ¿cuál habría sido el límite? ¿Y si su madre se hubiera marchado de la aldea? ¿Existirían ellos en ese momento?
También tenía curiosidad por lo ocurrido en ese año en que se marcharon juntos. ¿Habrían sido ya pareja para ese entonces? ¿Su madre habría cumplido con su venganza?
En los textos de la Academia nunca se mencionaba quién fue el responsable de la masacre del antiguo Clan Uchiha. ¿Algún enemigo de la aldea, quizá? O solo alguna de esas personas que se volvían locos por el poder…
Tenía tantas preguntas y nadie que pudiera contestarlas. Ni siquiera Iruka aunque estuviera dispuesto. Si sus padres nunca hablaron de lo ocurrido con nadie, entonces era algo que solo entre ellos conocían.
¿Y si le preguntaba a la tía Sakura? ¿Valdría la pena?
Ella, al igual que su abuelo, se mantenía renuente a hablar del pasado. ¿Habría modo de convencerla?
Tal vez lograra hacer algún avance cuando Minato y él estuvieran solos con ella durante el camino. O tal vez tendría que vivir el resto de la vida con esas incógnitas.
Cerró los ojos, apoyando la cabeza contra una almohada y apretando otra entre sus brazos. Tal vez, si lo deseaba lo suficiente, sus sueños solo le traerían paz y le dibujarían una sonrisa en sus labios. En esos momentos eso era todo lo que quería.
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N/A: Yo sé que actualizo lento, pero es que me ha dado por escribir escenas de capítulos próximos en lugar de los actuales XD Si le ven el lado bueno, el fic va para largo. Probablemente llegue a un mínimo de 20 capítulos, pero considerando que no tengo un final planeado puede que sean más xd Además de que mido los capítulos por número de palabras y no por contenido, así que si hay escenas que me salgan más largas de lo que me imaginé originalmente, habrá más capítulos XD
En fin, en el próximo capítulo o el que sigue es probable que descubramos dónde están Sasuke y Naruto y en qué estado. Ya varios me han preguntado si están en coma o algo por el estilo, así que pronto tendrán la respuesta :D
Escríbanme sus teorías a ver quién se acerca más XD
Nos vemos en el próximo capítulo.
