Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

Advertencias: Omegaverse, mención de Mpreg, yaoi…

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Sin importar el tiempo

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Capítulo 9

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Esa mañana, Iruka parpadeó completamente perplejo ante la visión que acababa de encontrarse en la cocina.

Minato y Menma, ambos levantados y haciéndose el desayuno… a las cinco de la mañana.

Sacudió la cabeza y se restregó los ojos con fuerza, pensando que la falta de sueño estaba comenzando a hacerle tener alucinaciones, pero los chicos seguían ahí. No solo estaban ahí, sino que estaban vestidos y listos para iniciar el día.

—Eh… ¿muchachos? —se aventuró a preguntar, entrando a la cocina con paso lento, todavía adormilado.

— ¡Buenos días, abuelo! —respondieron ambos al unísono, deteniéndose solo unos instantes de sus labores antes de proseguir como si nada.

Menma preparaba unos sándwiches de atún mientras que Minato le daba vuelta a un tamagoyaki. Ambos parecían estar muy concentrados en lo que estaban haciendo como para prestarle atención al rostro desencajado de Iruka.

Él con costo se levantaba a esa hora para alistarse para el trabajo, y esos dos niños, los cuáles difícilmente salían de la cama para llegar a tiempo a clases, estaban despiertos antes de que saliera el sol y con aparentemente muchas energías.

Esos dos definitivamente tramaban algo.

— ¿Por qué están despiertos tan temprano? —sin embargo, Iruka seguía lo suficientemente atónito como para tratar de averiguarlo indirectamente. La pregunta salió de sus labios casi sin poder evitarlo, confusión tiñendo su voz.

—Tenemos una misión. —respondió Menma inmediatamente.

— ¿Misión? ¿Misión de qué? —si antes ya estaba confundido, ahora peor.

¿Qué clase de misión autoinfligida los haría levantarse a las cinco de la mañana?

Y es que ellos tenían que haberse autoimpuesto esa misión, porque ninguno estaba graduado aún y, por lo tanto, no tenían permitido realizar ninguna misión ninja oficial.

Vio a Menma abrir la boca para contestar, pero entonces alzó la mano para callarlo.

— ¿Es algo por lo que debería preocuparme? —preguntó y ambos chicos negaron con la cabeza. —Entonces no quiero saber. Es muy temprano para esto. —murmuró más para sí mismo que para ellos y se encaminó a prepararse una deliciosa taza de café.

Los hermanos se encogieron de hombros y siguieron con lo suyo. Desayunaron, empacaron algunas cosas y luego se despidieron de Iruka, quien solo suspiró en lo que registraba los cajones de la cocina en busca de algún desayuno digno.

Le echó un pequeño vistazo al reloj de la sala solo para confirmar la hora de partida de sus chicos y solo suspiró una vez más al ver que no eran ni cerca de ser las seis. Era demasiado temprano para pensar en cualquier cosa que no fuera un buen desayuno y más café. Y, bueno, nunca pudo evitar que Naruto se metiera en problemas cuando era niño, y con Menma y Minato no era tan diferente.

De repente sentía como si le hicieran falta unas buenas vacaciones.


El equipo partió a las seis en punto. Sorprendentemente, incluso Kakashi estuvo a tiempo en el punto de reunión. Eso solo era una señal más de lo importante que era la misión para él, a pesar de su actitud relajada.

Avanzando a una buena velocidad, los seis presentes lograron llegar al lugar un par de horas antes de mediodía. Como era de esperarse, se encontraron con el mismo escenario que llevaba atormentándolos durante ya diez años.

Ino y Shikamaru habían sido más que todo amigos de Naruto, el Nara siendo el más cercano a él al ser uno de sus mejores amigos y posteriormente su consejero cuando este se convirtió en Hokage, pero a pesar de no haber sido cercanos a Sasuke, aun así lamentaban la pérdida de un colega y aliado.

Sakura y Kakashi, por otro lado, sí habían sido cercanos a ambos. Los cuatro formaron el Equipo Siete en el pasado y llegaron a volverse una familia. Algo disfuncional, sí, pero una familia al fin y al cabo. Los momentos que pasaron juntos los volvieron muy unidos, así que era natural que fueran ellos quienes más sintieran su ausencia.

El ambiente se puso algo pesado de repente, ninguno de ellos dispuestos a decir ni una sola palabra. Ni siquiera los dos chicos se animaron a intentar romper el silencio del momento, hasta que la voz de Ino lo hizo en un susurro.

— ¿Están seguros de querer intentar esto de nuevo? —preguntó la Yamanaka, dubitativa.

Hacía varios años atrás que intentaron este método. Ino, con las técnicas especializadas de su clan, intentaría entrar a la mente del Séptimo para encontrar una manera de salvarlos a él y a su compañero. Sin embargo, no hubo una conciencia con la cual hacer contacto y, cuando repitió el proceso con el Uchiha obteniendo el mismo resultado, esto solo los terminó de convencer de que en verdad los habían perdido para siempre.

Ahora estaban aquí de nuevo. Kakashi, Sakura, Ino, Shikamaru y los hermanos Uchiha. Los adultos habían dudado si traer a ambos chicos era una buena idea, pero estos habían insistido en que querían estar presentes si existía la posibilidad de que pudieran salvar a sus padres. Al final, no pudieron negarse y les permitieron acompañarlos en la misión.

—Si existe aunque sea la más mínima posibilidad, vale la pena. Y si no, al menos lo habremos intentado. —respondió Kakashi, su voz firme bajo la máscara. Era lo menos que podían hacer por esos dos, aunque las probabilidades de tener algún rayo de esperanza eran muy cercanas a ser nulas.

Ino suspiró. No quería sentir la decepción de la última vez, pero debía cumplir con su deber. No alzó la vista cuando sintió a Sakura ponerle una mano en el hombro y apretar con suavidad, brindándole apoyo de manera silenciosa.

La rubia asintió, cerró los ojos y, luego de inhalar profundo, hizo unas señas con las manos y frunció el ceño, concentrándose. Todas las miradas se posaron en ella, una emoción diferente reflejada en cada par de ojos. Minato y Menma la miraban ansiosos, expectantes. Sakura le transmitía fuerza con su mirar. Kakashi tenía los ojos fijos con una serenidad forzada. Shikamaru parecía no dejar ver mucho de su sentir, pero tenía todo el cuerpo tenso.

Entonces, la mujer jadeó, abriendo sus claros ojos azules de golpe.

— ¡Siento algo! —exclamó estupefacta. —Creo que puedo llevarlos a todos conmigo.

— ¿Sientes algo? ¿Quieres decir que…?—pero, antes de que la pelirrosa pudiera terminar su pregunta, todos los presentes se sobresaltaron ante el brusco cambio de escenario que presenciaron.

En un abrir y cerrar de ojos el valle a su alrededor desapareció, dando lugar a un espacio vacío que no parecía tener final. El suelo estaba cubierto de lo que parecía ser alguna especie de líquido, tal vez agua, y la iluminación era la suficiente para poder distinguirse entre ellos, pero no para identificar nada más a lo lejos.

— ¿Dónde estamos? —se apresuró a preguntar Minato, aturdido por el brusco acontecimiento.

—En la mente de Naruto.

Los cinco shinobi giraron inmediatamente al escuchar la desconocida voz a sus espaldas, donde una enorme criatura de ojos rojos refulgentes, similar a un zorro demoniaco de pelaje naranja y enormes colmillos, los recibió.

Cuando Menma abrió la boca para gritar de la impresión, la mano de su hermano menor la cubrió al mismo tiempo que la suya, evitando que alguno de los dos llamara de más la atención. No obstante, los otros presentes no se mostraban aterrorizados ante semejante criatura. Incluso parecían reconocerle.

— ¿Kurama? —exclamaron todos al unísono.


Años después de las guerras y haber dejado su odio atrás, la vida se convirtió en una pacífica monotonía para el poderoso Zorro de las Nueve Colas.

Estaba, para variar, siendo contenido dentro del cuerpo de una persona. Esta vez, sin embargo, no era una prisión como las veces anteriores.

Naruto era su amigo. Aquel niño que antes solo era un obstáculo para él le había brindado una nueva oportunidad de una vida sin odio y sed de destrucción. Ahora, en lugar de ser forzado como una fuente de infinito poder, le brindaba su chakra al rubio voluntariamente cuando este lo necesitaba. Además, permanecía dentro de su cuerpo por elección propia. El subconsciente de Naruto estaba lo suficientemente vacío como para poder dormitar con tranquilidad, sin ser perturbado.

Claro, aquella vez que le hizo ese comentario al Uzumaki este se dio por ofendido y dejó de hablarle por un mes. Mes que se la pasó durmiendo, dicho sea de paso. Hacer enfurecer a Naruto era divertido, se había convertido en su pasatiempo durante los momentos que sí permanecía despierto.

El rubio se aparecía a hacerle compañía de vez en cuando, durante los momentos en los que no estaba trabajando o con su esposo. Esos últimos, en especial, eran los que más prefería Kurama ignorar. Si ya era un fastidio estar oyendo al niño hablar de "Sasuke esto, Sasuke lo otro" cuando este estaba convencido de que eran rivales y lo vencería algún día, era peor ahora que Naruto podía hablarle directamente sobre él, y ya no solamente desde la perspectiva de la competitividad.

Desde que Naruto se había dado cuenta de que su obsesión por Sasuke era debido a que estaba enamorado de él, y desde que esos dos se habían vuelto pareja, el pasatiempo favorito de Kurama se había convertido en tomar largas y preferiblemente indeterminadas siestas. No necesitaba estar despierto para darse cuenta de lo que su contenedor hacía o dejaba de hacer, era demasiado fastidioso.

Vio a Naruto crecer, enfrentar muchas dificultados, hacer amigos, enlazarse, tener hijos, ser feliz… Su felicidad le traía paz, por muy absurdo que la idea le pareciera.

Sin embargo, esos días de paz y tranquilidad se agotaron hacía años. Ya se habían cumplido alrededor de diez años desde que el silencio y la soledad en ese lugar lo atormentaban. La voz y las chácharas de Naruto se habían convertido en un recuerdo lejano, a pesar de que seguía estando atrapado dentro de él. Diez años ocupando su chakra incesablemente, viéndose debilitado e incapaz de ahorrar suficientes energías para hacer algo más al respecto.

Hasta ahora.

Vio en esos seis pares de ojos una esperanza. No para él, sino para…

— ¿Kurama? ¿Has estado aquí todo el tiempo? —le preguntó Sakura, su voz apenas un murmullo. — ¿Cómo? ¿Por qué no logramos percibirte antes? Si sigues aquí, eso quiere decir que…

—Que Naruto sigue con vida, sí. —la interrumpió, completando las palabras que iba a decir.

Un jadeo colectivo se escuchó. Todos estaban boquiabiertos ante la noticia, pero seguía habiendo más preguntas que respuestas.

—Antes de ese último ataque ya había agotado una buena parte de mi chakra. Apenas pude evitar que hiciera efecto completamente. Fue una técnica poderosa como pocas veces he presenciado. Logré proteger la consciencia de ambos, pero no sus cuerpos.

— ¿De ambos? —se apresuró a cuestionar Shikamaru. — ¿Eso quiere decir que Sasuke también…?

Kurama resopló.

—Esos dos tuvieron la suficiente suerte de llegar a tocarse aunque sea mínimamente en el instante en que el ataque los alcanzó. De no ser así, no hubiera podido transmitir mi chakra hacia Sasuke también. Después no habría quien soportara los lloriqueos de Naruto cuando se diera cuenta de que no pude salvar al Uchiha. —soltó un bufido y rodó los ojos, una vista extraña en una criatura sobrenatural como él. —Como decía, mantenerlos con vida me volvió incapaz de recuperar mi energía con la misma eficiencia, así que no fue hasta hace un par de años atrás que pude expresar mi presencia. Aunque fue hasta ahora que alguien logró percibirme.

Minato inhaló profundo, ignorando el ardor en sus ojos debido a las lágrimas que amenazaban con salir, y recordó el calor que sintieron sus manos al hacer contacto con la que debía haber sido una fría roca. Ese calor, que en realidad era la energía proveniente de la inmensa criatura frente a él, les estaba dando una nueva esperanza.

Estaba demasiado abrumado como para moverse, o intentar decir algo siguiera. A su lado, Menma parecía estar en una situación similar, como si estuviera tratando de comprender las palabras que acababan de escuchar.

— ¿Están vivos? —susurró Sakura, conteniendo las lágrimas. — Pero, ¿y Naruto? Este es su subconsciente. ¿Dónde está? ¿Podemos hablar con él?

En lugar de responder, Kurama exhaló y se recostó en el suelo, apoyando la barbilla en una de sus patas y apartando sus colas de modo que estas dejaran de rodearlo para revelar una octava presencia detrás de él.

Todos parecieron reaccionar de manera instintiva, acercándose apresuradamente.

— ¡Naruto!

Lo rodearon de inmediato, observándolo ansiosamente en espera de una respuesta. Sin embargo, esta nunca llegó.

Recostado en el piso con una expresión relajada y los ojos cerrados, como si estuviera en el más profundo de los sueños, estaba Naruto. Vestía la misma ropa que llevaba puesta en aquella última batalla, lo que tenía sentido, considerando que esta solo era una representación de su consciencia, y lucía como si el tiempo no hubiera pasado para él, sin haber envejecido ni un poco. Y bueno, así era. El tiempo no había pasado para él, ni física ni mentalmente.

— ¿Papá? —el menor se acercó y, arrodillándose junto a él, tocó su brazo con cautela.

La respuesta fue la misma.

—Conque ustedes son los mocosos de Naruto. No me extraña, es evidente que son Uchiha. —comentó Kurama con cierta ironía.

— ¿No te agradan los Uchiha? —Menma dio un respingo y un paso para atrás.

— No me agradan los Uchiha, pero decidí hacer una excepción solo porque Naruto en verdad es feliz con Sasuke y porque el mocoso ha probado ser de confianza a pesar de su sangre. Si ustedes son los hijos de Naruto, supongo que también tendré que soportarlos.

—Kurama, ¿por qué Naruto no reacciona? —Shikamaru cambió de tema bruscamente, regresando a lo importante.

Los brillantes ojos rojos del Kyuubi se enfocaron en él.

—No he podido comunicarme con él desde que estamos aquí. Él y Uchiha probablemente no despertarán ni en su subconsciente hasta que esta técnica sea deshecha.

— ¿Cómo podemos liberarlos? —inquirió ahora Kakashi.

—La técnica empleada en ellos era sumamente poderosa al inicio. Me tomó mucho mantenerlos con vida. Pero, con el tiempo, se ha ido debilitando. Es probable que se desvanezca por su cuenta algún día, pero ya habrían pasado demasiados años y, si tienen suerte, tal vez conozcan a sus nietos o tataranietos para ese entonces. Mi sugerencia es encontrar algún jutsu que pueda acelerar la debilitación de la técnica de modo que, en lugar de años, pueda deshacerse en minutos. Encontrar un jutsu que deshaga la técnica directamente sería mucho más complicado. Puedo prestarles mi chakra en caso de que sea necesario. —ofreció el zorro.

El Sexto asintió en respuesta y compartió un vistazo con Ino y Shikamaru, quienes inclinaron la cabeza en señal de que lo apoyarían en lo que fuera necesario. Luego, sus oscuros ojos se desviaron hacia su sucesor.

Sakura también se había arrodillado junto a él y ahora le acariciaba el cabello, mientras que los niños parecían admirarlo en silencio. Era la primera vez que veían a su padre en persona, y él de todos modos no estaba realmente allí. Era como seguir contemplando una estatua, pero esta estatua era cálida al tacto y estaba viva.

—Bien. Es hora de irnos, no tenemos tiempo que perder. —declaró entonces el Hokage.

Sakura alzó la vista para ver a su antiguo líder de equipo con los labios apretados y una mirada dubitativa, pero asintió en respuesta.

—Vamos, chicos. —instó a los niños a reaccionar para que pudieran despedirse antes de que Ino los regresara al lugar de donde vinieron.

Menma miró atentamente el rostro de su padre, deteniéndose en las evidentes semejanzas que tenían. Las marcas en las mejillas, idénticas a las suyas, y la ausencia de unos ojos que sabía eran un reflejo del cielo, igual que los suyos.

Después fijó su mirada en Minato, quien seguía de rodillas sujetando la mano de su padre, como si esperara que abriera los ojos en cualquier momento para verlo.

Entonces, decidido, habló:

—Te salvaremos, papá. Los salvaremos a ambos.

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N/A: De verdad que necesito ver cómo actualizar más seguido XD