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LA MISMA HISTORIA
El Festival de la Cosecha había comenzado, todos las libélulas del pueblo habían venido a la fiesta mas popular de su pueblo.
El significado del festival se debía a que hace muchos años, las libélulas eran esclavos gobernados por piratas, utilizados para fines crueles, eran vendidos a empe-radores que los utilizaban para su propio beneficioso como: juegos sangrientos, o para servir como criados en sus castillos, o se les daba de comer a criaturas salvajes, se los torturaban, a los mas locos los utilizaban para hacer experimentos, era una época muy cruel. Pero entonces un día grupo de granjeros libélulas se alzaron y lucharon por la libertad, al final ganaron y hubo paz para todas las libélulas, gracias a eso celebraron una gran fiesta que sería recordada para siempre, como todos los años, celebran el día que fueron salvados por esos valientes granjeros que lucharon por la libertad de las libélulas, desde entonces son una de las criaturas mas veneradas en Skylands.
Todas libélulas, amigos y vecinos de Ala Rocosa estaban celebrando el festival en el patio mayor, el lugar donde mas se reúnen todas las libélulas.
Habían mesas llenas de comidas, decorados de distintos colores, incluyendo el estampado oficial de las libélulas, la majestuosa avispa, mesas con comidas de todo tipo, todos bailaban al ritmo de música de flautas que tocaban los músicos libélulas, todos se lo pasaban en grande en el Festival de la Cosecha, pero lo mejor de todo eran los Juegos de la Cosecha.
Los Juegos de la Cosecha era un concurso, donde consistían en un grupo de prue-bas que habían que superar para saber si era un buen granjero libélula y si ganaban se llevarían el premio a granjero libélula. Las pruebas eran: beberse una jarra de treinta litros de zumo de parawa, la fruta mas acida de Skylands, limpiar pequeños campos de paja con un rastrillo, esquilar una oveja, dibujar el estampado oficial de las libé-lulas, el concurso de vómitos que había inventado el padre de Spyro y Sparx, y la ma-yor prueba de todas, el baile de luces, el baile de luces no era solamente bailar tam-bién era un espectáculo de luces que hacían al movimiento, si hacían el mas luminoso y grandioso de todos los bailes ganaban. Era un concurso perfecto.
Spyro y Sparx veían con asombro el festival, Sparx era el mas entusiasmado, pero Spyro no estaba muy igual que su hermano.
-¡Oh, Spyro piensas lo mismo que yo -le dijo Sparx a Spyro.
-Si -en realidad no lo pensaba.
-Esto es la bomba -Sparx apretó el puño. -Esta gente esta esperando a que le demos un espectáculo.
-¿Como que le demos un espectáculo?
-Vamos a participar en Los Juegos de la Cosecha -levanto la palma para hacer que Spyro chocara la mano con el.
-¡Que! Pensó Spyro.
No entendía a que vino lo que dijo Sparx.
-Y ahora me lo dices.
-Es que era una sorpresa.
-Cual era la sorpresa, venir aquí y no tener ni idea de que me ibas a tirar a un juego -le mencionó enfado ya que era la única cosa que podría decirle.
-No, no, no. Pensé que te alegrarías al saber que íbamos a participar en los juegos.
-Si, pero así no cuenta. Que forma es esa decirle a tu hermano que vas a participar en un concurso absurdo.
Sparx no podía creer lo que decía salir de la boca de Spyro.
-¡A que estas llamando absurdo! -le gritó Sparx con toda su rabía y furia.
-No se cada año empiezo a pensar que esto de los juegos es muy absurdo.
Spyro no tenía ni idea de lo que diciendo. Para Sparx era muy importante Los Juegos de la Cosecha, admiraba un montón las leyendas sobre la avispa majestuosa, los granjeros héroes y todo aquello que tenía que ver con la historiá de las libélulas, pero había otras veces en las que se pensaba que lo único que importaba era lo que todo el mundo le gustaba, tanto el como para ellos, otra cosa que lo volvía un egoísta.
-Absurdo, te parece absurdo Los Juegos de la Cosecha.
-Lo dices como si fuera lo mejor de este planeta.
-Es que es lo mejor de este planeta.
-¡Ohhh! -se quejo Spyro.
Spyro y Sparx comenzaron a hacer otra de sus discusiones sin sentido que hacen siempre, cuando estaban en medio de una fiesta, parecía lo único que sabían hacer.
Sus padres estaban viendo como sus hijos otra vez se peleaban como toda las veces, eran como dos típicos niños peleándose por lo uno y lo otro, y todo el mundo lo sabía. El padre llevaba todo un paquete lleno de sus rollos de carne que iba a utilizar en el juego de vomitar y su madre llevaba una cesta con todo tipo de pasteles.
Ellos también disfrutaban del Festival de la Cosecha, porque así podían estar charlando con los vecinos, disfrutando de la comida que otros estaban haciendo, mientras sus hijos se divertían con sus amigos, pero también preocupándose de que no se supiera la verdad sobre Spyro.
Ambos se miraron fijamente.
Podrían estar horas o toda la noche discutiendo, así que decidieron detener los problemas que se estaban montando sus hijos, estaban en el Festival de la Cosecha y aquí había que pasárselo en grande, no estando enfadado.
-¡Yo creo que el Skystones esta mucho mejor que los juegos estos... de ya no se que -Spyro buscaba frases para seguir gritándole a Sparx.
-¡Eso es un juego de mesa y no mola tanto como Los Juegos de la Cosecha- Sparx se creía saber todo sobre los juegos de todo Skylands.
-Si pero al menos no tengo que estar...
-¿Estar que?
Spyro se ido cuenta de que iba a decir algo de lo que se iba a arrepentir. Iba a de-cirle que estaba harto del festival porque el se quedaba solo y no tenia a nadie con quien estar, y harto de el por pensar que siempre estaba feliz de disfrutarlo, pero no tenia ni idea de lo que pensaba. Pero era la verdad y le haría mucho daño, no podía decirle por ahora todo eso dolor que tenía.
-No, nada -esa fue la única frase que pudo decir. -Ademas en este concurso tienes que estar esquilando a una oveja. Y tu no te gustan las ovejas por ese problemas que tuvimos hace años.
-Si, pero me las apañare -dijo Sparx con tono de hombre grandioso.
-¿Como que te las apañaras?
Spyro pensaba que a Sparx lo estaban lo estaban obligando a que participará de una manera u otra sin importancia.
-Si cada vez que ves una oveja tienes ganas de arrancarle la lana a tiras.
-Bueno a las ovejas no les gustan que les corten la lana, porque no molestarlas con eso -Sparx dijo algo con mucha razón.
-Si eso es verdad -Spyro se dio cuenta de que esa frase tenia mucha verdad.
Parecía que la discusión ya había terminado cuando sus padres se acercaron delante de ellos.
-A ver, chicos ¿que pasa aquí? -pregunto la madre.
-Que Spyro dice que Los Juegos de la Cosecha son un concurso absurdo.
-¡Ohhh! -se asombraron en tono de broma el padre y la madre.
-En serio -dijo el padre.
-Si así es, es un concurso absurdo -dijo Spyro a los tres.
-Lo veis, lo veis, se ha vuelto loco -dijo Sparx a sus padres.
El pensaba que su hermano el era el que se había vuelto loco.
Ella pensó que su hijo se había dado cuenta de que el no era de su especie, y un odio terrible se le apareció de repente y no quería enfadarse con sus padres y ese se lo puso a su hermano. Pero de haber sido así, habría sido un poco diferente el tema, Ella tuvo como una conexión de miradas con su marido, como si estuvieran hablando tele-patéticamente, los dos pensaban lo mismo, pero decidieron que no parecía que se estuviera enfadando por culpa de eso, decidieron arreglar la disputa que tenían sus hijos.
-Vamos hijo, ¿porque piensas que es un concurso absurdo? -pregunto ella.
-Porque...
Otra vez casi iba a decir lo mismo que le iba a decir a su hermano, tampoco podría defraudarles a los dos, no tuvo opción que decir lo mas practico que se lo ocurrió.
-Porque esta Sparx, y no soporto que este ahí. Porque me dice tonterías, como me a invitado a mi y a el sin decirme nada -esa fue la excusa que se lo ocurrió.
-¡Que! -Sparx se quedo con la boca abierta al escuchar lo que dijo.
Los padres quedaran orgullosos al saber que no era lo que ellos temían, pero ahora ocurrió una cosa que ellos que arreglar.
-Sparx porque les haces esas cosas a tu hermano -dijo el padre enfadado.
-Es que era una sorpresa.
-Pues si vas a hacer una sorpresa, al menos que sea algo bueno.
-¿Pero cual es el problema?
-A ti gustaría, no te gustaría que te metieran una brutal batalla de drows sin que nadie te lo hubiera dicho, y es esa una de esas batallas en las que te van a matar a sin piedad -dijo la madre.
-No -Sparx puso la mano sobre su cuello.
-Bueno pues a Spyro no le gusta que hagas estas cosas.
Sparx miró a Spyro con los brazos cruzados.
-Vale, ahora lo entiendo -dijo Sparx con un tono no muy convincente, pero de todas formas lo entendió.
-Prometes no volver a hacer esas cosas.
-Lo prometo.
-Estas de acuerdo con eso Spyro -le dijo el a su hijo.
-Si -a Spyro le pareció bien.
-Bien ahora apretaos la mano y disculpaos el uno del otro e id al festival a divertiros.
Spyro y Sparx se apretaron la mano como señal de perdón.
-Lo siento.
-Lo siento.
Los padres se pusieron contentos.
-¿Vamos al festival? -pregunto Spyro.
-¡Si, vamos!
Los dos se fueron corriendo al festival, mientras los dos se miraban sabiendo que no era precisamente lo que mas temían.
-Que incrédulos somos al creer que se había dado cuenta -dijo el abrazando a su esposa.
-Somos demasiado protectores -dijo ella.
-Si lo somos.
Spyro y Sparx fueron directos adonde estaban sus amigos, veían como su amigo Turk, una libélula casi del mismo color que Sparx, el era el mas fuerte y rudo de todo el grupo, se bebía toda una jarra enterrá de zumo de frutas, mientras el resto miraba como se lo bebía de un trago como siempre hacía todos los años. A su lado estaba Ayra, ella era la única chica de todo el grupo, al lado de Turk estaba Lewton,una libélula de color verde con unas alas con un toque de amarillo muy blanco, el era el listó y tímido del grupo y por último estaba Grunch, una libélula de color rojo fuego, se parecía casi a un lagarto de fuego, era como Turk pero solamente lo único que tenia era rudo.
-Oh si, ¡otra mas! -gritó Turk al terminarse todo el zumo que había en la jarra.
-Vamos Turk, es imposible que te bebas todo eso, que después tienes que beberte una jarra de parawa, y recuerdas todo lo que pica -dijo Arya avisándole a Turk de que no haga una estupidez.
-Si pero cuando bebo eso no siento el sabor picante, siento el sabor de la victoria.
-Quieres decir que sabes el sabor de la tontería -respondió Grunch con una respu-esta obvia.
-Ahí muy amigo Grunch -chasqueo Turk los dientes. -Siempre tan obvio como siempre.
Lewton tenía dudas acerca del juego de beber, así que hizo unas cuentas rápidas. El resultado fue algo del que debería preocuparse Turk.
Lewton se acerco al lado de Turk para decirle lo que había descubierto.
-Eh... Turk -dijo Lewton temiendo a lo que respondiera Turk.
-Si.
-He hecho un cálculo rápido acerca de lo de beberte todo eso y lo que te vas a be-ber en el concurso.
-Ummm -carraspeo Turk
-Mira te has bebido cuatro jarras enterrás de zumo de frutas.
-Ummm.
-Y vas a beberte una jarra que es casi como dos jarras de lo que te has tomado ahora.
-Si ¿que quieres decir? -se ponía nervioso Turk.
-Que creo que no es buena combinación el zumo de frutas y el sabor picante del parawa, y cuando te estés bebiendo eso solamente llegaras hasta la mitad porque luego...
-Porque luego, ¿que?
-Va estallarte el estomago y te vas a caer.
Turk se quedo sin palabras.
Arya y Grunch se quedaron atónitos al escuchar lo que dijo Lewton, ellos pensaron que posiblemente tenía razón, no era la primera vez que lo hacía, conocían muy bien el efecto que tiene el parawa cuando uno se lo bebe y lo que provoca, pero al oír la mezcla que dijo Lewton, temían que tuviera razón.
Lewton pensaba que Turk se iba a cabrear con el, lo conocía muy bien desde hace mucho tiempo, cuando este decía que quería todo como el quería, el se cabreaba un montón, tanto como que una vez le agarro las alas a uno y se las retorció, sus padres quedaron tan consternados por lo que le paso, que se fueron de Ala Rocosa y no volvieron a verlo nunca mas.
Lewton se esperaba que otra vez iba a tener uno de esos cabreos de siempre, pero en vez de eso.
Turk se echo a reír.
-Ay, por favor Lewton, no me hagas reír.
Arya y Grunch se sorprendieron al ver que no se puso a cabrearse, el mas sorprendido de todos era Lewton que lo tenía muy claro.
-¿No te vas a enfadar? -pregunto Lewton sin comprender aún porque se echo a reír.
-Como me iba a enfadar por una broma como esta -Turk se mataba de la risa.
Ahora entendían porque Turk se echo de reír de esa forma, le pareció que le estaba contando un chiste, a Lewton se le había olvidado una cosa.
Turk era como una libélula que tenía las emociones al revés, si le dices algo con sentido se mata de la risa, si le dices algo que no tiene sentido, se cabrea.
-Dios, como podría vivir sin este pequeñajo -Turk agarro fuertemente a Lewton.
-Eh... Turk -Lewton intentaba decirle que iba en serio sobre lo que dijo.
-Lewton la próxima vez que me digas un chiste, avisame.
A Lewton le gustaba siempre ver a Turk echarse a reír junto a el, aunque si se hubiera tratado sobre otra cosa, este no le habría dicho nada.
-Bueno si ha sido muy bueno -dijo Lewton riéndose con Turk.
Lewton miro a Arya y vio la cara de egoísmo que pone cuando pasaba lo que ella quería evitar.
Cuando Turk se echaba a reír por lo que decía Lewton, que en realidad estaba avisándole sobre las estupideces que el hacía, el no decía y se quedaba como si no pa-sara nada, pero Arya le avisaba sobre lo que iba a hacer y las consecuencias que iba a tener, acabo haciéndolo pero podría haberlo evitado si Lewton le habría dicho que no iba a salir bien, pero esta vez tenia que tomárselo en serio, le guste o no.
-No en serió Turk, no ha sido una broma -ahora dijo lo que tenia que decirle.
-Vamos, claro que ha sido una broma, siempre lo haces.
No se quería enterar de que no era ninguna broma.
-No en serio, Turk no es ninguna broma -le corrigió Arya.
A Turk se le acabo la risa.
-Ah ¿no? -preguntó sin mostrar una sola emoción.
-No -dijeron los tres a la vez.
Turk pensaba de que esto era una broma, una broma con pésimo gusto. Se acercó junto de Lewton porque quería explicarle lo que podría convertirse en una gran desas-tre para el.
-¿Lewton?
-Ummm -carraspeó.
No sabía si Turk se iba a enfadar o no.
-En serió, deduces que mi estomago va a estallar cuando haya bebido, lo del con-curso -Turk empezaba a hablarse con un tono muy silencioso y perturbador al mismo tiempo, como si fuera un fantasma que estuviera a punto de llevarse su alma, como si fuera un castigó.
-Si -dijo muy despacio temiendo por lo que dijera.
-Mmm.
Los tres estaban impacientes por saber lo que va a pasar que tenían ganas, ellos de arrearle a Turk antes de que el se lo hiciera a Lewton.
-Bueno...
Los tres se acercaron muy despacio para oír lo que iba a decir Turk.
-No están malo como parece, no importa que se me queme la panza, siempre y cuando lo divertido de esto es pasarlo bien -esa fue la respuesta de Turk.
Al final parecía que Turk se lo tomo muy bien, todos pensaban como siempre que se iba a cabrear.
-¡Ufff! -se angustiaron los tres.
Parecía que por fin Turk había dejado su marcha de enfados continuos, este podría ser un gran cambió para Turk.
Lewton estaba orgulloso de que no se enfadara, pero aun tenía sus dudas.
-En serió no te vas a enfadar? -pregunto dudando.
-Como me voy a enfadar. -dijo Turk con toda felicidad. -Lo que importa es pasárselo bien.
Lewton se quedo angustiado, el también pensaba que Turk había cambiado, que por fin escucharía sus advertencias, que no sería la libélula que se hace el duro con todos. Pero entonces.
De repente en un solo segundo, agarro a Lewton por el cuello con toda su fuerza y empezó a zarandearlo de un lado para otro.
-¡Como no me voy a enfadar, lo único que me interesa es que ganar ese concurso, y vas tu y me dices que unas cuantas bebidas van a acabar conmigo -gritaba Turk mientras arreaba a Lewton.
Arya y Grunch se pegaron un susto de muerte al ver la reacción de Turk, no podían dejar que Turk le zarandeara a Lewton. Cada uno agarro al otro para sepa-rarlos, Arya de Turk y Grunch de Lewton. Los dos intentaban con toda sus fuerzas de separarlos, pero eran demasiado fuertes.
-Habías... dicho... que no... te... enfadarías -dijo Lewton sin casi poder hablar porque no aguantaba la respiración.
-Todo lo otro era una de serie de chorradas teatrales.
Arya y Grunch seguían sin poder separar a los dos.
-Vamos Turk, sueltale -dijo Arya forzando a Turk.
-¡No!, si dice que voy a estallar, pues el va tener que compartir mi dolor.
-O vamos eso es ridículo -afirmo Grunch.
Parecía que esta bronca no iba a durar nunca, hasta que hicieron que Turk soltara a Lewton, fue tan de repente que todos cayeron al mismo siendo aplastados por la persona que sujetaban.
Los cuatro se quejaron de dolor.
Turk y Lewton se levantaron con un dolor de espalda, aunque Lewton lo que tenía era un gran dolor de cuello. Turk y Lewton se miraron si acordarse de que el otro lo quería matar.
Ambos se rieron.
Parecía que habían dejado atrás sus diferencias, pero entonces Turk se acordó de porque estaba enfadado.
-Pero a ti te... -Turk iba a alzarle el puño cuando entonces oyeron una voz conocida, que para Lewton fue como salvado por la campana.
-Eh, ¿que pasa aquí?, ya nos hemos perdido la fiesta -era Sparx que venía con su hermano Spyro.
A Turk se lo olvidó por completo la bronca con Lewton y fue directo a saludar a sus queridos amigos, Lewton suspiró aliviado.
-Ey, ya decía que aquí faltaba algo -Turk se alegró.
Mientras los otros fueron directos a saludar a sus amigos Arya y Grunch se levantaban con el mismo dolor de espalda que los otros. Ambos se quejaban.
-¿Como va la noche? -pregunto Sparx en un tono marchoso.
-Así muy bien -Turk también hablo en un tono marchoso.
Los dos hicieron su típico saludo, palmada por arriba, palmada por abajo, choque de puños y cabezazo.
-Tu también muy bien -dijo Spyro.
-Mas o menos -reafirmo Lewton.
Los dos hicieron su saludo que solamente era palmada, no era como ese saludo que hacen Sparx y Turk para demostrar tanto su amistad, ellos lo hacían tranquilos y ya estaba.
-¿Por cierto?, ¿que estabais haciendo?, por lo que he visto estabas estrujándole al pobre Lewton -añadió Sparx.
Turk se volvía a acordar de lo de antes.
-Ah si, que este acaba de decirme, que si bebo de la jarra que tengo que beberme en el concurso, me va estallar el estomago después de haberme bebido todas esas jarras de zumo de frutas.
-Aja -carraspeo Sparx. -Y por eso estabas meta asesinándolo -afirmo.
-Mas bien le he avisado a este "estrangula libélulas" de que no haga otra de sus estupideces, pero no me hace ni caso -afirmo Lewton.
Sparx había entendido perfectamente a lo que quería llegar Lewton, pero también se había dado cuenta de que había dicho una frase buenísima "estrangula libélulas", eso si que era buenísimo.
-"Estrangula libélulas" -Sparx se quería morir de risa.
-Que bueno -Turk también se echo a reír.
A ambos les agarro un ataque de risa.
-Vamos, chicos que esto va en serio -interrumpió Spyro.
-Si, si dejémonos de bromas. Lewton, ¿estas seguro? De que a Turk le van a estallar las tripas? -pregunto Sparx haciendo el gesto de comillas.
-Si miralo aquí -Lewton le enseño a Sparx su bloc de notas, donde tenía escrito todos sus apuntes. Sparx y Spyro miraban el dibujo de Lewton en un papel de tela del bloc, representando el efecto del parawa con el zumo de frutas, mostrando también como le iba a pasar a Turk al tomar eso.
-Ummm -Spyro y Sparx quedaron casi convencidos de las consecuencias que podría tener el efecto físico que podría pasarle a Turk.
-Bueno, la verdad es muy probable.
-Si muy probable.
Spyro y Sparx se hicieron los pensativos, ya que en realidad no entendieron casi mucho de lo que estaba puesto.
-Ves, te lo dicho, pero tu siempre usando tus músculos para no reconocerlo -afirmo Lewton.
-Estas admitiendo que soy un bruto ignorante -se cabreó Turk.
-He, he, he -se quejaron los tres.
-Aquí nadie esta llamando bruto ignorante.
Todos se estaban olvidando de que tenían que estar disfrutando del Festival de la Cosecha, y en vez de eso se estaban peleando por saber quien era aquí el que hacía tonterías y no pensaba en las consecuencias. A pocos metros de ellos, una libélula los observaba siniestramente al grupo.
-Si al menos os vais a pasar toda la noche comportándoos como trols, al menos ayudad a estas pobres libélulas -dijo Arya sarcásticamente aún dolorida.
-Uy, dios -se asombro Spyro.
Se habían olvidado de que Arya y Grunch aún estaban tirados y doloridos en el suelo, los cuatro fueron directos a ayudarlos.
-Ay, y yo pensaba que ya no formamos parte de la fiesta -Sparx ayudo a Arya a levantarse.
-Como me iba a olvidar de ti -dijo Sparx haciéndose un hombre encantador.
Spyro, Turk y Lewton ayudaron a Grunch a levantarse.
-Tío, ¿cuanto pesas? -pregunto Grunch mientras le ayudan a levantarse y aún estando todo dolorido después de que le aplastara el otro.
-Vale a lo que estamos, Turk no debes participar en el concurso -aclaro Spyro.
Turk ya estaba cansando de que le dijeran lo mismo.
-Haced lo que queráis, pero yo, voy a beberme esa jarra, pase lo que pase.
Parecía ya no había de hacer que Turk lo entendiera.
-Vamos en serio Turk, lo hacemos por tu bien -dijo Arya preocupada y harta de todo el tema.
-No, lo voy a hacer -Turk cruzo los brazos como señal de ironía.
-Vamos hay alguna forma de hacerte cambiar de opinión -dijo Sparx.
-No.
-Vamos.
-No.
-Oh, dios -se quejo Sparx poniéndose la mano en la cara a igual que Spyro.
A los cinco ya no les quedaban ideas, para hacer que su amigo entrara en razón, no había forma de que no participara en el juego, y pasara lo que pasara tendría que beberse aquello, y luego ya vería que pasaría. Pero entonces Grunch se acordó de algo que hicieron hace mucho tiempo, algo muy doloroso que no queria acordarse.
-Oye, Turk ¿te acuerdas de cuando toque esos cristales áureos?
-Si, porque.
Todos escucharon con atención a Grunch.
-Recuerdas cuando me dijiste que no me atrevería a tocar los cristales que estaban en aquella cueva.
-Si, ¿y?
-Al final me atreví, pero todos vosotros me dijisteis que no los tocara ya que se encienden cuando se les golpea, y cuando sienten el, y estos estallan en cadena.
-Si -afirmaron todos a la vez.
-Me canse de todo esto y entre de todas formas.
-Si, y entonces.
Los toque, y me queme las manos, y empece a tirar todos de un lado al otro, hasta que se pusieron al máximo y estallo toda la cueva.
Turk ahora se acordó de aquel día, esa fue una de las peores que hizo Turk al obligarle a su amigo que hiciera en su vida, no quiero volver a ver a Grunch jugando con cristales áureos, pero lo mas gracioso de aquel día fue ver como Grunch se golpeaba por todas partes de un lado para otro, pero dios, que no queria recordarlo. Para Grunch también fue terrible, porque tenía unas quemaduras muy grandes en las palmas de las manos, tuvo esas heridas durante seis meses, nunca mas volvía a tocar esos cristales.
-Así, dios eso fue terrible.
-Pues es casi lo mismo.
Todos pensaron lo mismo, tenía razón, es otra estupidez de la que uno saldría malparado.
-Sí tiene razón Turk, es casi lo mismo -dijo Lewton.
-Sí -dijo el resto.
Ahora parecía que Turk había comprendido de que no lo hiciera ya que le iba a pasar lo mismo que a Grunch. Todos miraron a Turk poniendo una cara de pensativo, posiblemente pensando definitivamente de que no lo iba a hacer. Turk los miró mostrando una cara de tristeza, se preocupaban un montón por el, ya había tomado una decisión.
-Esta bien, no participare.
Todos se alegraron al oír la respuesta que querían oír.
-¡Sí! -gritaron Spyro, Sparx, Arya, Lewton y Grunch.
-Enhorabuena, Turk -se alegro Sparx.
-Lo has hecho -se alegro Arya.
-Así me gusta -se alegro Grunch.
Todos se fueron a abrazar a Turk para darle las gracias por no participar en el concurso y no beberse el parawa.
Turk sintió que lo agarraban demasiado fuerte.
-Vamos, que no es para tanto -Turk se sentía avergonzado.
Todos soltaron a Turk, ahora se habían acordado de que quedaba el concurso aún en pie.
-Ey, ¿y ahora que pasa con el concurso? -pregunto Lewton.
-Bueno, yo y Spyro todavía seguimos participando -dijo Sparx poniendo la mano sobre el hombro de Spyro -Verdad hermano.
Spyro no podía creer que su hermano tuviera tantas ganas de seguir con aquello.
-Oh si, todavía seguimos participando.
El resto no podía creer que participaran los dos, sobre todo conociendo a Spyro que ya sabían que era lo que hacía todas las veces, sentarse en aquella roca que estaba puesta en aquel rincón.
-En serio, ¿vais a participar los dos? -pregunto Turk asombrado.
-Si, Spyro esta listo para competir como siempre -dijo Sparx levantando los brazos para arriba.
Spyro vio que su hermano no se daba cuenta de que nunca había ganado en los Juegos de la Cosecha, seguía, seguía diciendo todavía de que era un ganador igual que el, los otros ya se lo sabían, siempre veían a Spyro sentarse en aquella roca todos los años haciendo nada, mirando solamente a todo el mundo y pensando la diferencia entre el y la gente. Tenía que decirle de una vez de que siempre estaba solo porque era diferente y que nunca participaba. Esto tenia que acabar ahora.
-Ah, Sparx -Spyro dudo.
-Si -respondió.
Spyro dudaba de decirle la verdad.
-Veras Sparx se que tienes muchas ganas, de participe contigo...
-Si.
Spyro buscaba la forma más fácil para decírselo, así que se dejo de dudas y se lo iba a decir todo de una.
-No es fácil decírtelo, lo que quiero decir es que...
Justo cuando iba a decírselo, unos aplausos misteriosos llamaban la atención del grupo, esos golpes de manos ya los conocían de mucho.
La persona que aplaudía salía de la oscuridad y se acercaba lentamente hacía ellos mostrando su perversa sonrisa. Era una libélula dorada con dibujos rayas negras formando círculos en las muñecas de las manos, en la punta de la cola y también tenia como un tatuaje ocupando toda el cráneo.
-Vaya, vaya. Si son mis libélulas favoritas -dijo pavoneándose la libélula mientras seguía aplaudiendo siniestramente.
-¿Que haces aquí?, Tyzone -dijo Turk enfadado al verle, preguntado a sí mismo que hacía este aquí.
Tyzone era el hijo del alcalde Roman, el que protegía Ala Rocosa y toda su gente, el alcalde Roman era un buen hombre, un hombre que haría todo lo posible para mantener la paz y el orden a su pueblo, por eso toda la gente lo voto como alcalde. Mientras su hijo, era un perverso y avaricioso, un niño que lo único que ansiaba mas que nada en el mundo era ser alcalde para así gobernar a todas las libélulas del pueblo y de todo el valle para así tratarlos a todos como si fueran su felpudo.
-No deberías estar con tu padre y el resto de vecinos -le dijo Sparx con un tono amenazante.
Tyzone miro de un lado a otro, vio por sus caras que no era bienvenido.
-Bueno si, pero a veces me parece muy aburrido estar con gente a la que un día tendré que mandar.
A todo ellos no les gusto lo que dijo. Lewton y Grunch pusieron una cara de enfado y odio hacia el.
-Ademas, que iba a hacer mi hermano sin mi -Tyzone señalo a la persona que mencionaba. -Ven Clayton -ordenó.
Otra libélula mas salió de la oscuridad, era de color blanco y azul, con unas alas no muy brillantes y sucias y tenía unos ojo que al que se salía la pupila del lugar. Era Clayton, el hermano pequeño de Tyzone, era casi parecido a su hermano en avaricia, pero el problema era, que era un bobo inútil, mas bien tenía un cierto problema men-tal. Durante siempre no han sido muy hermanos Tyzone y Grunch. Desde que descu-brieron que tenia un cierto defecto mental, en vez Tyzone de ayudarle como su hermano mayor, lo trata como si fuera un animal, casi siempre están juntos, pero solamente para utilizarlo como su perro faldero.
-Libélulas -dijo Clayton titubeando con una voz no muy claramente entendible.
-Si, libélulas. Nuestras libélulas favoritas -le dijo Tyzone siniestramente.
Miraron con asco a su hermano. Tenía una pinta horripilante.
-¡Libélulas! -gritaba Clayton ansioso.
Tyzone rio malvadamente.
-¿A que has venido exactamente Tyzone? -le pregunto odiosamente Arya. Tenia
unas ganas de romperle esa sonrisa que tiene.
-Bueno veréis.
Todos tenían unas ganas de no escuchar las palabras que salían de la boca de Tyzone, pero haber venido hasta ellos, tenía que ser por una razón, así que se pusieron a escuchar lo que iba a decir.
-Como todos los años, se celebra el Festival de la Cosecha, mi padre siempre da el mismo discurso de siempre, y el siempre pone de estar orgulloso de tenerme.
-Pues mira que orgulloso esta -le dijo entre dientes Grunch a Lewton.
Lewton se rio entre dientes.
-Siempre me quedo junto a el, con los hombres mas poderosos de este valle. Pero esta vez no.
No entendieron exactamente a que se refería.
-¿A que quieres llegar? -pregunto Arya.
-Ahora yo, voy a participar en los Juegos de la Cosecha.
-¡Que! -se asombraron todos a la vez.
No lo podían creer, Tyzone, la libélula que odiaban desde siempre, ahora iba por primera vez a meterse en los juegos que tanto ansiaban y querían desde siempre, ahora el se los iba a arruinar.
No es que en realidad no pudiera participar en los Juegos de la Cosecha porque era tan malo y cruel que no lo querían meter. En realidad era porque su padre lo quería mantener bien listo para su futuro como alcalde, que no se distrajera de su trabajo porque algún día tendría que mandar sobre todos, aunque en realidad no iba a ser lo que ellos esperan de un alcalde.
-Imposible, llevas mucho tiempo sin participar -dijo Sparx pensando aún como era posible que su padre le dejara entrar.
-Mi padre ha visto que por fin soy digno de ser como el.
Espera, espera, ha dicho que ahora es como su padre, pensó Spyro. La cosa iba a peor.
-Como recompensa de todo mi trabajo, mi recompensa es que ahora participe en los juegos.
Tyzone y Clayton rieron malvadamente, aunque la forma que reía Clayton parecía algo perturbador.
-¡Callate! -le ordenó Tyzone.
-Vale -respondió Clayton teniendo miedo de su hermano mayor.
Eso era otro de los ejemplos, que hacían ver como Tyzone trataba a su hermano.
-Os voy a decir esto. Quiero hacer una apuesta.
-¿Que clase de apuesta? -pregunto Sparx.
-Si gano yo en el último de todo los retos, tendrás que trabajar para mi, cuando sea alcalde de este pueblo.
-Como estas loco, si piensas que Sparx va a trabajar para ti, so granuja -le aviso Arya, creyéndose que se iba a salir con la suya.
-Acepto.
Todos se asombraron al oír que aceptaba la apuesta de Tyzone, el mayor de todos los sorprendidos fue Spyro.
-Sparx, ¿estas loco? -pregunto Arya asombrada.
-¿Y si gano yo?
-La humillación ante todo el mundo.
Sparx se lo pensó a momentos, esto era una apuesta segura.
-Que me dices, ¿aceptas? -Tyzone extendió la mano para sellar la apuesta con Sparx.
Se lo seguía pensando, si no lo hacía, el les iba a arruinar la fiesta, tenía que hacerlo ya.
-Aceptó – Sparx extendió la mano.
Ambos juntaron las manos y sellaron la apuesta.
-Muy bien, nos vemos de unos minutos -Tyzone se fue pero antes mostrando otra de sus sonrisas maléficas, se fue con su hermano pensando en que podría hacer con Sparx en el futuro, posiblemente: limpiando sus estatuas, o limpiándole las alas durante el resto de su vida.
Sparx esta vez tenía que tomarse mucho mas en serio los juegos, de lo que ha hecho nunca en su vida. Antes de que se fuera Tyzone, tenía una duda en mente. Porque decidió hacer una apuesta, si casi nunca lo hace.
-¡Espera Tyzone! -le grito Sparx.
Tyzone se giró lentamente. Que querrá, a lo mejor habrá cambiado de idea, pensó Tyzone.
-Tengo una duda.
Tyzone escucho lo que iba a decir.
-¿Porque has decidido hacer una apuesta? -le pregunto Sparx con todo el valor y enfado que tenia.
-Porque es mi primera vez, y quiero crear mi propio juego -respondió.
Tyzone río malvadamente mientras se iba con su hermano pensado en lo estupi-do que es Sparx.
-Vas a perder, vas a perder, vas a perder -canturreaba Clayton.
-¡Callate! -le ordeno Tyzone.
Clayton se quejo.
Sparx miraba con odio a Tyzone, no podía permitir que el ganara, de ninguna forma, porque si que ganara junto el se sentiría mas superior que de costumbre. Esta era primera que tendría que vencerle, si Sparx ganaba, Tyzone quedaría humillado delante de toda la gente, eso es algo que no se ve todos los días, deseaba durante mucho tiempo ver a esa libélula sentirse perdedor por una vez en su vida. Que podría haber dicho al haber perdido. Tal vez. Como he podido perder, soy el hijo del alcalde, el hijo del alcalde no puede perder, No, no, porque tengo perder. ¿Desde cuando los hijos de alcaldes pierden y quedan como unos tontos delante de esta gente. Muchas posibilidades podría haber dicho, pero la que mas le habría gustado que hubiera dicho abría sido. Como he perdido ante tan semejante libélula, con una maestría tan perfecta y emotiva, jamas he visto tal cosa en toda mi vida, enseñame a ser como tu, te lo suplico, por favor, enseñame. Esta podría ser la primera vez que dijera eso, era para recordarlo para siempre.
Los demás se quedaron vacíos, sin decir ninguna palabra, Sparx acepto algo que nunca había hecho en su vida, ver como Sparx la mejor libélula que hayan conocido y hermano de Spyro había aceptado una apuesta con la libélula mas cruel que hayan co-nocido, esto era verdaderamente impactante. Quedaron petrificados aún sin creerse lo que habían visto. Tenían que hacer o decir algo, porque sino se perderían el festival, el concurso y la apuesta que habían aceptado, se iban a quedar todos inmóviles en ese mismo sitio, y en vez de que la apuesta fuese de ganar unas pruebas, fuese de apostar cuanto tiempo se iban a quedar petrificados al ver algo impactante.
Arya fue la única que se acerco a el, para averiguar porque Sparx acepto eso.
-¿Sparx, porque has aceptado su apuesta? -pregunto preocupada por el.
-Porque es la única forma de que nos deje en paz -respondió Sparx.
-¿Que quieres decir con eso?
Turk creyó haber comprendido lo que dijo Sparx acerca de que Tyzone los dejaría en paz, si el aceptaba su apuesta.
-Espera, tu tienes un plan, ¿verdad? -pregunto Turk, adivinando lo que pensaba Sparx.
-Así es.
-¿Cual es?
-Tenemos que ganar el concurso cueste lo que cueste.
Ahora todos entendieron a lo que se refería.
-¿Te refieres a hacer una competición por nuestras vidas? -pregunto Lewton intrigado.
-Si. Esta vez hay que ganar como podamos. Turk se que ahora has decidido no competir en el concurso, pero ahora te necesito mas que nunca. Ayra, vamos a tener que hacer el mayor baile que hayamos hecho nunca. Y Spyro, vamos a tener que superar todo juntos.
Spyro se asombro.
-Muy bien, libélulas, estáis listas para vencer a ese idiota de Tyzone.
-¡Si! -gritaron.
-Listos para ver como sufre y queda humillado delante de todo el mundo.
-¡Si!
-Pues vamos entonces.
La pandilla de libélulas se fue directa hacia donde se celebraban los juegos, pero antes de eso. Spyro vio aquel rincón donde estaba puesta aquella roca, con la que siempre se sentaba todo los años para ver como todos se divertían mientras el, ahí porque el era el diferente. Después de estar ya bastante tiempo en aquella roca, ya se imaginaba como un cartel de privado para Spyro, puesto encima de la roca, como si la roca fuese ya suya, como si todo el mundo supiera que se sentaba ahí.
-No, ahora no -le dijo Spyro a la roca como si fuera persona esperándole para que se sentara encima, diciendo. Ven aquí, Spyro, siéntate sobre mi Spyro, ellos jamas te meterán dentro. Eso es lo que se imaginaba, pero esta vez no, ahora todos tenían que luchar para vencer a Tyzone. Esta vez, tenia que competir de una vez por todas.
..
La gente estaba preparando ya los preparativos para Los Juegos de la Cosecha, mas de cincuenta libélulas trabajaban como locos, los juegos del festival eran muy importantes, no se tenía que haber ni un solo error, tenia que ser perfecto. Muchas veces pasaban algunos detalles sin contar y convertían todo el festival en una completa locura y en un desastre que nadie se imaginaba que pasaría. Pero de todas formas la cosa siguió y todo el mundo se alegro.
Un par de libélulas, todas doradas, estaban intentando poner una mesa, que era de madera, grande, muy larga, como para que pudieran sentarse como una docena de personas y pesaba. Esa mesa, luego serviría para el juego de beber, así que tenían que tener mucho cuidado de no romperla, porque no se hacen unas mesas muy grandes y largas todos los años.
Las dos libélulas se quejaban de lo pesada que era la mesa, no aguantaban ni un minuto mas teniéndola agarrada, la mesa era mucho mas pesada que ellos, las libélu-las pesaban como unos 50 kgs y la mesa de madera pesaba como unos 200 kgs, era cosa de suerte de que no se rompieran algo al momento de levantarla. Tenían que po-nerla justo sobre el escenario donde comenzaría la prueba de beber, un solo error de ellos, y se iría todo a perder.
La libélula verde, con la que trabajan las dos libélulas que mantenían agarrando la mesa de madera, les estaba diciendo donde poner la mesa, ya que su trabajo era organizar los preparativos del festival.
-Muy bien, un poco mas ahí -su jefe les estaba indicando con gestos de poner la mesa en el sitio justo.
Las dos libélulas movieron la mesa hacia la izquierda, donde les mencionaba su jefe.
-No no, un poco mas ahí.
Los dos ahora movieron la mesa hacia la otra dirección.
No aguantaban mas, lo que estaban haciendo.
-No... hacía ahí.
Ahora movieron la mesa hacía la punta derecha del escenario.
Los dos pensaban que su jefe estaba haciendo a propósito lo de mover la mesa de un lado para otro, que poniéndola en el sitio que corresponde. Tenían ganas de tirarle la mesa encima para que se callara, y se ocupara el de situarla. Se quejaban cada vez mas.
-Vale, no no, hacia...
Uno de ellos no se aguanto mas y le dijo a su jefe que era lo que querían que hiciera.
-¡Vamos jefe!, ¿En serio donde tenemos que poner esta mesa? -chillo la libélula que estaba sosteniendo la parte derecha de la mesa en un tono que parecía estar gritando y llorando al mismo tiempo.
-Si en serio, ¿donde la ponemos ya no aguantamos que la sostengamos? -chillo la libélula que sostenía la otra parte de la mesa.
El jefe los miraba a los dos poniendo una cara de angustia, los dos ya no aguan-taban mas sostener aquella mesa tan pesada. También se dio cuenta de que no estaban llegando a ninguna parte, así que decidió ponerla en el lugar mas justo.
-Vale -se lo pensó. -Ponedla ahí -señalo con el dedo a una parte del escenario.
Las dos libélulas movieron la mesa hacía el centro, que era el lugar justo donde se tenia que estar puesto. Bajaron la mesa en el centro del escenario, el ruido de la mesa provoco un gran estruendo como si la mesa fuera de acero forjado.
Las dos libélulas se aliviaron después de tanto sufrimiento.
-¿Veis de que no costaba tanto? -dijo el jefe admitiendo como si la tarea hubiera sido muy fácil.
Las dos libélulas tenían ganas de obligarle a su jefe a que mantuviera una mesa como esa por lo menos, media hora. No se creía lo que era mover una mesa, y ademas era de madera.
-Muy bien, según dicen por ahí, que necesitan mas antorchas.
No podían creer que aún que seguir levantando y agarrando cosas.
-Descansad un momento, y luego venid. ¿Entendido? -les ordeno.
-Si -respondieron las dos libélulas sin casi poder respirar.
Tenían pensado agarrar esas antorchas y prenderle fuego las alas. Acabar con su jefe era lo único en lo que pensaban aquellos dos, había muchas formas de acabar con su jefe, y nunca se ponían de acuerdo, en cual iba a ser.
Los dos se miraron cara a cara pensando lo mismo. Lo que necesitaban ambos.
-Tenemos que buscar un nuevo oficio -se dijeron los dos al mismo tiempo.
Los dos se levantaron del escenario y fueron a directos al lugar donde necesita-ban su ayuda.
-La próxima semana renuncio a todo esto, y me busco un trabajo mucho mejor que este -dijo una de las libélulas.
-A mi me ha gustado siempre ser pescador-dijo su compañero.
-Pero si no hay ningún estanque de peces en Ala Rocosa -añadió el otro.
..
Mucho mas allá del festival, el padre de Spyro y Sparx, el encargado de dirigir, el juego suyo de comerse los rollitos de carne, malisimos, que el preparaba cada año. Le decía a un grupo de libélulas donde tenían que poner todo los preparativos que iban a ser necesarios, para el desafío que se iba a celebrar después. Todo lo necesario, para el concurso, era en entorno a una mesa de madera, ovalada, como para que quepan como unas diez personas por lo menos.
-Muy bien, esos cubiertos, ahí -les ordeno a un par de libélulas verdes, donde tenían que poner unos cubiertos de madera, que servirían para la comida.
Las dos libélulas verdes pusieron un plato con su tenedor y cuchillo, en cada lado de la mesa sobre un mantel de estampaciones con una estrella de trece puntas que se agrandaba a cada momento del mantel, el mantel cubría casi toda la mesa, excepto por las puntas ovaladas de la mesa.
Un camarero libélula casi completamente gris llevaba una bandeja con una pirámide de rollitos de carne, paso justo al lado del padre.
-Señor, ¿quiere los caliente, un poco, si quiere? -le pregunto el camarero al padre.
El padre se lo pensó unos segundos, acerca de dejarlos calientes, pero se acordó de que esos rollitos servían para vomitarlos.
-Para que, ¿si luego los concursantes van a sacárselos por la boca -afirmo sarcásticamente en forma de chiste.
Ambos estallaron de la risa, aquello era verdad, de que servía ponerles, algún, que otra cosa, si en realidad luego todos van a sacárselos de la boca en forma de chorros de agua, por lo asquerosos que son.
-Si, tiene razón -afirmo el camarero. Luego se fue hacia otra dirección para se-guir con lo que estaba haciendo.
Seguía sin poder creer que sus comidas fueran tan asquerosas, malisimas, como de vomitivas.
-Estos tíos de hoy -se dijo a si mismo.
Mientras seguía apuntando en una libreta pequeña, que todo estaba perfecto, vio a unos metros de ahí, una libélula amarilla y azul, con un gorro de dormir, casi roto e imperfecto, mirándolo siniestramente.
Era Olgar, el barrendero del pueblo, todo los años siempre se quejaba de que tenia que limpiar toda la suciedad provocada en el festival. El peor de todos era limpiar la suciedad del juego de comerse los rollitos, era tan asqueroso que como venganza por hacerle limpiar aquello, se lo iba a meter encima de la cabeza de toda la gente del pueblo, así buscarse un trabajo mejor. Pero no podía hacerlo ya que este no tenia experiencia en nada.
El padre ya sabía la respuesta de esa mirada, así le dijo lo único que se lo pudo ocurrir.
-Vamos, Olgar. Esta vez no va a ser como siempre -le respondió antes de que Olgar dijera lo mismo que dice siempre.
-Como pase otra vez, te juro que te lo tiro encima de la cabeza -Olgar forzó el puño en señal de protesta, mientras se iba hacia otro sitio nada en particular.
-Dios -se quejo el padre a sí mismo.
..
En otra parte del festival. otra persona mas estaba trabajando en los preparativos de Los Juegos de la Cosecha. Muchas eran, las libélulas que tenían que hacer todo lo que tenia el festival, y algunas ya ni les gustaba hacer, lo mismo de siempre, sobre que era un día al año. Había veces en que tenían que hacer alguna cosa diferente, y era un agobio.
El licuadero, era la libélula que se encargaba de licuar todo tipo de zumo de fru-tas, cervezas y otros líquidos más. El mayor de todo los líquidos que tenía que preparar cualquier licuadero, era el zumo de parawa, la fruta mas picante de todo Skylands y la que se servía en el juego de beber.
El mas viejo y antiguo licuadero de todo Ala Rocosa, era el viejo Gerbert. Llevaba más de treinta años preparando todo tipo de refrescos y zumos de frutas, se sabía todo sobre la agricultura de Skylands, podría haber sido granjero, pero el decí-dio ser licuadero, porque era lo mejor que sabía hacer. Gerbert era una libélula gris con partes amarillo blanco, sus alas estaban muy desechas, debido a la edad.
Estaba entrenando a un muchacho libélula a ser aprendiz de licuadero. Veía a su aprendiz golpeando a unos bolas de parawa para hacer zumo de parawa con una pe-tanca de madera. El chico lo hacía con todo su entusiasmo para así ser como su men-tor, aunque lo hacía de pena. No se sabía bien que era lo que hacía, pero esas bolas de parawa no se rompían, ni salía nada de zumo.
-Puede conseguirlo, maestro -dijo el muchacho, aún rompiendo las bolas de parawa con toda su fuerza.
-Oh, si, si -dijo Gerbert metafóricamente, aunque en realidad sabía que no estaba consiguiendo nada en absoluto.
Gerbert sentía que estaba perdiendo el tiempo con aquel chico, que no servía para ser licuadero, y tendría que expulsarlo. Pero conocía desde hace mucho tiempo, y no podría decirle que no podría ser licuadero, y en estallaría en lagrimas.
-Sabes que -le quito la petanca al chico para que parara. -Mejor sigo, tu vete a divertirte por ahí.
-Gracias mentor -se entusiasmo el muchacho que luego se fue corriendo hacia el festival.
Gerbert terminó, lo que no pudo hacer su aprendiz, mientras pensaba que se había salvado de una perdida de tiempo, verdaderamente profesional.
-Ufff -bufo.
..
Faltaba media hora, para que comenzaran Los Juegos de la Cosecha, ya estaba todo preparado. Toda la gente ya se estaba emocionando un montón, había algunos que se le perdían los nervios de tanto esperar.
Los concursantes que iban a participar en el campeonato estaban haciendo unos calentamientos antes de que comenzaran los juegos. Todos excepto Spyro y Sparx se quedaron al lado de una mesa pensando en una estrategia para vencer a Tyzone en el concurso.
Sparx estaba atentado a toda cosa sospecha que hubiera en el festival, en caso de que Tyzone este haciendo trampas, para así ganar la apuesta. Miraba a cada persona con los ojos muy claros para ver si llevaban algo que pudiera sabotear los juegos, o si trabajaban para Tyzone y les hubiera sobornado con una gran recompensa si amaña-ban el concurso, ya que era el hijo del alcalde y tenía mucho dinero y poder en todas partes.
En cambió Spyro, no pensaba de la misma forma que hacia su hermano. El no pensaba en la situación que ahora tenían, sino que esta vez, el festival iba a ser diferente para el. No quería estar otra vez sentado en aquella roca.
Los dos estaban tan quietos en la posición que estaban, que parecían como dos estatuas mirando a la gente amenazadoramente y pensando. Que hacían esos dos ni-ños mirándonos con esos ojos siniestros. Si alguna persona pasara por ahí, caminaría lo mas rápido posible, como si aquellos los quisieran hacer daño. Uno de los dos tenía que decir porque sino iban a parecer delincuentes.
Spyro estaba pensando en alguna frase que decir para sacarles, a ambos del absurdo trance que estaban teniendo.
-La gente se lo esta pasando bien, ¿eh? -esa fue la frase que había elegido decir.
-Si, lo esta -dijo Sparx, sin parecer entender en absoluto la pregunta de Spyro, cuando en realidad lo único que pensaba era como derrotar a Tyzone y a su ansía de poder.
Sparx no paraba de mirar sospechosamente a toda la gente que veía, estaba tan metido en la idea de que Tyzone iba a hacer trampas, que no paraba de observar todo lo sospechoso que veía en cada persona que se acercaba, que el mismo se estaba transformando en un sospechoso.
La gente se lo esta pasando bien. No fue la mejor frase que se le podía haber ocurrido a Spyro, necesitaba algo mejor que decir para sacar a Sparx de esa tontería de pensar que Tyzone iba a amañar los juegos.
-El resto, ya debe estar preparado -dudo Spyro de lo que dijo.
-Si.
Era imposible, dijera lo que dijera, no podía sacarle de ese trance que se había inventado, era como una de esas maquina robóticas que solo servia para vigilar a los seres orgánicos. A lo mejor Sparx, era un robot, pensó Spyro.
-Miralos a todos, cualquiera podría haber sido contratado por Tyzone -dijo Sparx con tono de misterioso.
El campo de visión de Sparx, era como el de una maquina que detectaba toda cosa sospechosa que tuviera.
-No se, parecen todos normales -Spyro no sabia si, intrigarse o asustarse por la forma y hablaba en que se comportaba Sparx.
-¿Tu crees? Mira a ese de ahí -señalo Sparx. -Parece estar esperando a alguien.
Sparx señalaba a una libélula amarilla que se estaba fumando una pipa y no paraba de lanzar de lado a lado, una cuchilla de plata una y otra vez, aquella libélula ponía una cara con la que mejor no se tendría que acercarse a el. Spyro vio a aquella libélula, y le parecía un poco sospechosa, si. Pero en realidad aquel tipo era conocido por todo el pueblo.
-No, no esta esperando a nadie, es que ese es Rave, el artista siniestro del pueblo, siempre hace eso -afirmó Spyro.
Sparx también ahora se dio cuenta de que ya conocía a aquel tipo, si, siempre ponía esa cara de loco todas las veces. Sparx lo miró de reojo, no parecía tener nada sospechoso que pudiera inculparle, por ahora.
-Ah si, ahora me acuerdo. Si. El tío a veces es de lo mas siniestro -añadió Sparx.
Sparx siguió mirando para saber si había alguna mas que pudiera estar involucrado con Tyzone. Vio a otro mas que parecía sospechoso.
-¿Que me decís de esa de ahí? -le pregunto Sparx a Spyro señalando a una libélu-la gris y rosa, con los labios pintados de una manera grotesca, un maquillaje que la hacía parecer una muñeca de porcelana y un sombrero de pétalos rosa, aquel gigan-tesco que le cubría casi toda la cabeza. La pinta que tenia aquella señora, servía como para asustar a unos cuantos chompies, que luego, saldrían corriendo del susto.
Spyro vio a aquella libélula, y vio que era otra persona mas que conocía.
-¡Que! -se sorprendió Spyro al no entender que veía de sospechoso en aquella señora. -No esa es la señora Rosberta, siempre se... -Spyro busca una palabra para describir como era la señora Rosberta. -"pone todas esas cosas" -definió Spyro.
Sparx dio por sentado también de que la conocía, no parecía sospechosa, aunque por como vestía, le hacía parecer un horror.
-Si es verdad, no parece tener nada que parezca de lo mas sospechoso -afirmó Sparx. -Aunque, por la pinta que tiene, le hace parecer sospechosa de muchas cosas.
Sparx tenía razón.
-Si, en eso, si que tienes razón -afirmó Spyro.
Sparx seguía sin parar con su búsqueda de cómplices de Tyzone, estaba tan metido en eso, que hasta posiblemente no dejaría de mirar por todas partes, hasta cuando ya se había dado terminado el festival, y cuando ya hubiera pasado una sema-na, y luego un mes, un año y toda su vida seguía sin parar de buscar a una persona que podría un día de un festival, único y ya hubiera pasado ya un montón de tiempo.
Sparx dio con, no una persona, sino dos personas que también parecían sospe-chosas.
-¿Que te parecen aquellos dos tipos de ahí? -Sparx señalo a un par de libélulas que estaban paradas en una parte de un recorrido en espiral de una colina, Esas dos libélulas eran dorada, y vestían un uniformé de guardia real, y un gorro de copa, con un medallon en el que tenía dibujado el dibujo de la bandera de Ala Rocosa.
Spyro ya se empezaba a hartar de lo que decía a Sparx sobre que Tyzone iba a hacer... hasta ya se estaba cansando de resumirlo en sus pensamientos.
Spyro vio a lo alto a aquellos dos tipos. No parecían tener nada de sospechosos,lo único que hacían era charlar el uno al otro y ademas esos tipos eran de la guardia real del alcalde.
-No, esos son de la guardia real del alcalde.
Sparx también ya se dio cuenta de que eran los protectores que defendían al alcalde.
-Vale, esos no parecen sospechosos.
Spyro ya se estaba cansando de que todo esto, se estaba pasando todo el día pensando en lo mal que se lo iba a pasar en el festival, y ahora se tenía que preocupar de su hermano, y sus manías sobre venganza. Si mencionaba a otra persona mas que parecía sospechosa, ya le daría una bofetada en la cara, porque ya se le había ido la cabeza.
-¿Y que te pare...
Ya era suficiente, ahora si que se harto.
-¡Sparx!, para ya -Spyro le grito y luego empezó unas cuantas bofetadas de un lado para el otro.
-Auuh, pero porque has hecho eso -se quejo Sparx.
-Porque ya me estoy hartando de ti. Mirate, deberías estar por competir en tu festividad favorita. Y aquí estas, creyendo que Tyzone va a hacer trampa solo porque aceptaste una apuesta inútil, y tu quieres vengarte, por todo lo odioso que es -Spyro se puso serio.
Spyro tenía razón, Sparx siempre se lo pasa bien todo los años, y ahora lo único en que pensaba era en como vengarse de Tyzone, este no era el hombre que siempre había sido, en que demonios se había transformado.
-Vamos, hermano, podemos vencerle en el concurso -le dijo Spyro con seriedad.
Sparx ahora por fin se decidió que era lo que quería, vencer a Tyzone en los juegos de la manera que siempre se ha hecho, jugando.
-Lo siento, Spyro. Es que estaba tan cegado por la ira y la venganza, que olvide que era lo que realmente importa.
Spyro se alegro de que por fin su hermano dejara de lado las sospechas y empe-zara a comportarse como la libélula que es.
Los dos se abrazaron muy fuerte, para perdonarse el uno al otro, aquel abrazo era como un lazo entre hermanos muy fuerte que tenían.
Lejos de ellos, Tyzone con una mirada de egoísmo en su cara, miraba con despreció a las dos libélulas que se abrazaban estrechamente. Les daba asco ver a aquellos dos creyéndose que porque tengan muy fuerte le podrían ganar. No, a Tyzone no se le puede ganar con solamente unos afectos de familia.
Ambos se soltaron y pusieron una mirada de confianza en ellos mismos.
-Muy bien, ¿y que hacemos ahora? -pregunto Sparx, que aunque hayan resuelto sus problemas. Sparx no tenía ni idea de que tocaba ahora.
-Pues vamos a competir, y vamos a ganar -se puso competitivo Spyro.
-Pues vamos directo.
En ese momento, Spyro se acordó de que antes, le iba a decir, lo mal que siempre se sentía en el festival, porque siempre se quedaba solo, pero no puedo hacerlo porque Tyzone les interrumpió. Ahora, era momento para decírselo, ya que Sparx arreglo sus problemas.
-Ah, Sparx.
-Ummm.
-¿Te acuerdas de que antes té iba a decir algo muy importante?
-Ah, si que era?
-Lo que quería decir era... -justo cuando iba a decírselo, gritó una voz, de que avisaba de que iban a comenzar los juegos.
-Lastima, tendrás que decírmelo después -se fue corriendo Sparx.
-Si, ahí voy -le avisó Spyro tristemente ahora que había perdido su oportunidad de decírselo.
..
Toda la gente que estaba en el festival se había reunido en el lugar donde se iban a celebrar el torneo mas importante del Festival de la Cosecha.
Spyro y Sparx se pusieron los mas cerca del escenario posible para ver el gran discurso del alcalde. Había tanta gente que Spyro y Sparx se pensaron iban a morir asfixiados entre la multitud.
A unos metros mas allá de donde estaban ellos se encontraba el resto de la pandi-lla. Arya, Turk, Lewton y Grunch también se pusieron lo mas cerca posible del esce-nario, también al mismo tiempo pensaron que iban a morir asfixiados.
El alcalde Roman veía desde fuera del escenario, a toda la gente amontonándose el uno al otro si fuera un ganado y el, el pastor. Sentía dudas acerca de que tenía que decirle a la gente lo mas importante que siempre ha dicho en toda su vida, pensaba en dar otro discurso, pero temía que a la gente no le gustara, y por culpa de eso le reprocharían, y no sería mas alcalde del pueblo.
-La gente esta muy impaciente -dijo el alcalde mientras se frotaba las manos, muy rápidamente, porque sentía algo de miedo, acerca de lo que iba a decir.
Si, están esperándote -le respondió una libélula negra, que era uno de los de la guardia real que trabajaban para proteger al alcalde.
Parecía que aquella tundra de libélulas no paraba mas.
-¿Crees que le va a gustar mi nuevo discurso? -le pregunto nervioso al guardia.
Hasta ademas de tener miedo de decirle el discurso a la gente de Ala Rocosa, le tenía miedo hasta para decirle como era a uno de sus guardias.
Ahora si que la tundra parecía haber acabado.
-Quiero decir, no es que, sea algo nuevo, pero... -se quedo pensando un momento para buscar una determinada frase. -Les dará confianza, tanto como yo le he dado a ellos.
El guardia se había dado cuenta de algo. El alcalde no se sentía muy confiado en ese momento, porque sera, pensó intrigado.
-¿No parece muy confiado ahora mismo? -le pregunto seríosamente.
-No, es que, miralos. Tanto tiempo siempre pensando que ellos siempre van a confiar en mi, pero luego dejare de ser alcalde, y dentro de un año, mi hijo ocupara el puesto.
Aquello tenía mucha razón, el alcalde Roman llevaba mucho tiempo siendo el alcalde de Ala Rocosa, que parecía el mejor alcalde que habría habido, en este peque-ño pueblo. Después luego sera recordado entre la familia real de las libélulas de Ala Ro-cosa, y después en un año su hijo se ocup... El guardia se acordó de una cosa, llevaba mucho tiempo conociendo a su hijo, y vio que no era lo mas parecido a su padre como un alcalde con derecho, sino a un cruel dictador.
-Pero señor, según muchas personas me han contado, su hijo no es lo mas apro-piado como para ser alcalde.
Se sorprendió Roman al escuchar aquella frase, venida de uno de sus hombres.
-Tonterías, ¿que clase de personas, dicen eso? -le preguntó enfadado buscando una respuesta clara a lo que había dicho sobre su hijo.
El guardia se aguardo un segundo.
-Todo la gente de este pueblo, llama a su hijo de diferentes maneras.
Se aguardo también el alcalde Roman.
-De que maneras, ¿Dímelas? -le ordenó.
Las clases de palabras que le ponían a Tyzone, era como un juego. Si eras una persona de cada cosa, elegías un apodo insultante y se lo decías a todo el mundo.
-Los constructores urbanos, dicen que es como un animal testarudo y avaricioso. Los cocineros dicen que es un critico retorcido. Los granjeros dicen que en vez de ser una libélula, es una rata a la que deberían aplastarla, trincharla y dársela de comer a las ovejas. Y los pueblerinos, dicen que es un monstruo que ha salido de lo mas profundo del submundo -dijo toda las frases que conocía acerca de como llamaban a Tyzone.
Roman, se había quedado sin palabras, se había pasado mucho tiempo adiestran-do a su hijo para que fuera una buena persona, y de ahí ser un buen alcalde. Pero aho-ra le decían todas esas cosas, ya no sabía que hacer.
-Y eso no es todo -le respondió el guardia, aún sabiendo que Roman se sentía verdaderamente por descubrir aquello, pero tenía que saberlo, era el alcalde, y al alcalde hay que decirle todo. -Los niños, dicen que es como un monstruo, un mons-truo atormentado por el odio.
Aquella ultima frase le impacto mucho mas que las otras. El alcalde Roman ahora se puso a llorar, un par de lagrimas muy transparentes salieron de sus ojos y empezaron a caer lentamente por su cara.
El alcalde Roman tenía ganas de salir afuera y gritarle a todo el mundo y decirle que nadie tenía derecho para llamar a su hijo de esas formas. El alcalde reacciono rápidamente a la que pensaba, lo decidió, iba a decírselo a la gente. Pero antes de que Roman saliera afuera, el guardia le agarro por una de las alas, justo de antes de tener todo su cuerpo fuera hacía el escenario. No podía dejar que hiciera alguna estupidez sensata, o este perdería su vocación, si antes el decía, que estaba preocupado por su discurso, ahora estaba enfurruñado y triste por lo que decía la gente de Tyzone.
-No señor, por favor no lo haga -intento con toda sus fuerzas de agarrarlo.
-¡No!, piénselo cantarle las cuarenta a toda esas libélulas -se esforzaba por salir.
-Se que esta muy enfadado con todos los de ahí fuera. Pero eso, solo le destruirá su repu-tacion. Piénselo, piénselo bien.
El alcalde Roman intentaba con todas sus fuerzas de sacarse de en medio a la libélula que le estaba agarrando por las alas para impedirle salir afuera, al escenario, para gritarles, pero lo que decía sobre su reputación, tenía razón. Si decía una cosa horrible a la gente, este perdería su reputación y Tyzone no sería alcalde. Roman paró de esforzarse, se apoyo sobre un muro de roca quedándose parado en el sitio donde estaba y seguía llorando, era la primera vez que lloraba por eso. El guardia contemplo como lloraba.
-Vamos señor, déjelo -le animo para se le fuera la tristeza.
Roman respiró hondo hacía dentro.
-Tenga -le pasó el guardia un mantel verde oscuro que había cogido de una de las mesas de comida del festival para que se secara las lagrimas. Roman se seco las la-grimas con el mantel.
-¡Bufff! -bufo un momento para pensarse lo que iba a decir.
Seguía sin creerse que Tyzone fuera aquello que decían, en serió su hijo era aquella persona. Necesitaba saberlo.
-¿En serio, Tyzone es como dicen? -pregunto suspirando queriendo saber por que Tyzone era así.
El guardia vio que quería saber la respuesta acerca de los insultos y amenazas de muerte hacía su hijo, decidió decírselo, por que sino se pondría mas triste que antes.
-Así es señor. Desde hace mucho tiempo han querido que su hijo Tyzone muera salvajemente y que se vaya directo al infierno y sin contemplaciones -le decía el guardia al alcalde todo lo que sabía acerca de lo que decía la gente.
Roman escuchaba todas aquellas palabras y le parecían horripilantes, como la gente podría decir algo así de un inocente niño. No soportaba escuchar una palabra mas.
-Para ya, por favor -le ordeno Roman mientras sentía como un tremendo cosquilleo que le volteaba el alma, era la amargura.
Mientras su guardia le decía todo aquello, pensó, que por que no podía decir todo lo decía en una versión un poco mas agradable en vez de decirle tal cual como decía la gente.
-Necesita saberlo, señor.
-Si, pero al menos, podríamos decírmelo un poco mas agradable, de toda esa basura de insultos -le pregunto irónicamente con un poco de humor dramático.
-Tiene que saberlo todo. Es el alcalde. Así que tiene que saber cada que uno diga, de la misma forma en que lo dicen.
Tenía razón, era el alcalde, y el alcalde tiene que saberlo todo, tal cual se diga.
Parecía que aquel no tenía ni idea acerca hablar en forma de breve, pensó un ejemplo para que se lo pensara un momento.
-Si, pero imaginate por un momento. Que tienes un hijo, y ese hijo se porta mal. Hace todo tipo de, bromas pesadas e insultantes y se mete con los demás porque se siente solo y esta aburrido de si mismo -el guardia escuchaba atentamente todo lo que decía su jefe. -Luego te llaman a la puerta y te dicen que tu hijo a ahuyentado a todas las ovejas del granjero, por que queria ver como se asustaban y verlos correr por que son de lo mas estúpidos. Te dicen que tu hijo es como un animal incontrolable, te quedas humillado de esa manera y no haces nada porque todo es culpa de tu hijo, le pones un castigo para que aprenda a comportarse como una persona responsable. Un día haces el trabajo de cada día, como el tuyo de guardia. Estas ahí, y escuchas a al-gunos de los vecinos del poblados, y oyes decir. Que tu hijo debería estar metido en una jaula porque no comportarse como una libélula de la misma forma que todo el mundo, y en vez de eso se comporta como un animal salvaje. No sabes que hacer, excepto quedarte oyendo como insultan y menosprecian a tu hijo, menospreciar a tu hijo, es como me-nospreciarte a ti. ¿Puedes tenerlo en cuenta por que no se tiene que decir tal cual como diga la persona a la que oíste hablar sobre eso?
El ejemplo que decía el alcalde Roman, era de lo mas claro e inteligente que había oído en su vida, tenia mucho sentido, "Si insultan a tu hijo, te insultan a ti". Esa frase se la iba a quedar en la cabeza para el resto de su vida. No entendió porque no había escuchado aquella frase alguna vez, se lo tendría que decir a todo el mundo, porque esa frase es muy buena.
Se había quedado sin palabras después de haber escuchado aquella historia inventada por el alcalde al cual le había dado su protección. Necesitaba decir algo, porque sino el alcalde en vez de ponerse triste se iba a poner de lo mas malhumorado por no haberle, ademas, ya estaba mucho mas enfadado por lo que tenía que ver todo el tema que parecía haberse olvidado por un momento de que iba todo este embrollo.
-La verdad, no se que haría en esos momentos -afirmo tímidamente.
Parecía que por fin lo había entendido.
-Ves, ¿por que no se tiene que decir tal cual las cosas? -le pregunto con seriedad.
-Si, ahora lo entiendo.
Todo lo que dijo le cambió al guardia en ese instante, había decidido cambiar las cosas, pronto habrían cambios, así que era mejor hacer una excepción ahora.
-Mañana, a primera hora, haré un escrito en el que se diga de no decirle toda información concluyente de manera tal cual se diga o se haya escuchado.
El guardia también se lo pensó claramente lo que decía Roman.
-¿Estas de acuerdo con que quede así? -pregunto valorando de que posiblemente no le guste su decisión, al resto de personas para las que trabajaban para el.
-Estoy de acuerdo, señor -respondió sabiamente con la decisión del alcalde.
-Bien -se dijo a si mismo recordando que era lo que tenía hacer.
El guardia también se había olvidado de repente que era lo que tenía que hacer Roman. Pero entonces se acordó justo cuando había escuchado unos gritos de jubilo de afuera. Tenía que dar su discurso.
-¿No tendría que dar su discurso ahora mismo? -le hizo una pregunta retorica.
Ahora se acordó.
-A sí, ¿cuanto falta para que comiencen los juegos?
-Unos minutos, señor.
-Perfecto.
Ahora que se había solucionado el problema de responder brevemente, se dio cuenta de que todo esto se trataba de Tyzone y su mal comportamiento sobre la gente de Ala Rocosa, no había ni una sola palabra acerca de su hijo y como iba a solucio-narlo desde que le había dicho aquella historia. Si este iba a poner cambios, que este problema también fuese uno de ellos.
-Ah, señor, ¿que va hacer con su hijo, ya que es un "bravucón"? -abrevio de la manera en que tenía que haberla hecho antes.
A Roman le gusto que por fin una persona abrevia las cosas, pero lo que tenia que importarle era el significado de esa pregunta.
-Después pensare bien, que le digo a Tyzone -Aquella cuestión era como una pregunta que se decía a si mismo, y tenía que responderla, como solucionar esa destrucción odiosa que se había creado, se pregunto a sí mismo en su mente.
Justo cuando estaban hablando de Tyzone, los dos vieron a Tyzone y a Clayton sentados en el borde de la colina.
Tyzone y Clayton estaban en lo mas alto de la colina, nadie se había dado cuenta de que estaban ahí, y ni se preguntaba nadie como habían subido allí, posiblemente por un camino que ellos conocían. Su padre les estaba viendo, no sabía que hacían ahí, pero decidió dejarles ahí por el momento por que seguro que sabían lo que hacían.
Estaban en el punto mas alto de la colina, desde ahí se veía todo, el paisaje, el pueblo, la noche mostrando con gran resplendor las estrellas, por abajo se veía todo el festival, la gente desde el punto de vista de arriba, la gente era tan pequeña, que parecían motas de polvo moviéndose de un lado para otro.
Tyzone contemplaba con gran egoísmo a toda la gente que había en el festival, pensar que un día iban a estar todos pendientes de sus ordenes y cuestiones. Je, la gente no sabe la que le espera, pensó.
Clayton también estaba viendo ahí abajo, la gente para el se movía mas rápido de lo que pensaba. En vez de estar viendo como si la gente fuese como una mota de pol-vo, como pensaba su hermano, era tan bobo que veía a la gente de una manera de lo mas absurda, los veía a todos como si fueran unas criaturas de lo mas horrendas que le estaban haciendo burla. Le entro un escalofrió de ver eso.
-¿No te entra a ti una sensación de que un día, todo va a cambiar? -pegunto Tyzone siniestramente como si quisiera que pensaran de la misma forma que hacia el.
-No a mi entra un cosquilleo en la barriga -le rugieron las tripas a Clayton.
Clayton se quejo, tenía hambre.
-¿Te puedes creer, que algún voy a gobernar sobre toda esta gente?
-Si, seras el alcalde Tyzone -añadió Clayton.
Puede que Clayton sera de lo mas inepto, pero al menos sabía escuchar.
-Mucha gente va a estar pendiente de lo que yo le diga.
-¡Siii! -gritaba Clayton de orgullo por su hermano.
Tyzone seguía pensando en las posibilidades de que ocurra, entonces se acordó de una historia que hablaba sobre gobernar.
-¡Hermano!
Clayton no escucho atentamente lo que decía.
-¡Ven aquí! -le ordenó.
Clayton vino lo mas rápido que pudo, la forma en que iba volando, era como camina un perro, un perro al que lo están llamando. Clayton se coloco lo mas cerca de su hermano, pero no tanto por si a caso le gritaba, esos gritos le dolían un montón para sus orejas.
Ahora que Clayton se había acercado para escucharle, empezó a contar.
-Te acuerdas de ese libro que leíamos siempre. ¿Como se llamaba?
Clayton pensó en todo los libros que conocía.
-La mitología de las libélulas -describió uno que no era.
-No, ese no -Tyzone no se podía creer, que no se acordara su hermano, que libro era el que estaba pensando.
Clayton volvió a recordar otro libro.
-Como ser una oveja -ese tampoco era.
-¡No!, ese tampoco es -grito Tyzone porque ya pensaba que le estaba tomando el pelo. No podía ser que no se diera cuenta.
-¿Entonces cual es? -pregunto Clayton, ya hartándose de acordarse de libros que no eran.
-Reyes de Skylands.
-¡Ahhh! -ahora se acordó de cual era.
Se quejo Tyzone, debido a la inutilidad de su hermano.
Reyes de Skylands era un libro de J.P. Grundally, el escrito mas valorado de Skylands, el libro se trataba sobre la historiá de los reyes mas poderosos de Skylands, desde los momentos de gloría, gobernación, sutileza, avaricia y poder.
-Te acuerdas del capítulo seis, en donde el rey Almer había muerto, y su hijo, el príncipe Melsys, obtuvo el poder del reino.
-Si, me acuerdo muy bien -se emocionaba Clayton de una manera exagerada, aquel libro era tan bueno que le emocionaba un montón.
-Para -le ordeno su hermano para que no siguiera mas.
Cada vez que Clayton se emocionaba demasiado, siempre hacía esas cosas que a ninguna persona le gustaría ver.
Clayton después de lo que le grito su hermano.
-El príncipe Melsys, se convirtió en el rey y gobernante del reino.
Se emocionaba mucho más, cada vez que escuchaba lo del libro, pero por un momento, se dio cuenta, de que tenía que ver el libro con el.
-Si. Pero no entiendo, ¿que tiene que ver, la historiá contigo? -pregunto intrigado.
Tyzone vio que su hermano, no entendía a lo que quería llegar.
-Veras. Cuando el ahora rey Melsys, se dio cuenta de que ahora tenía el poder para hacer lo que quisiera. Y se acordó -Clayton se intrigaba a lo que pudiera pasar ahora. -Durante mucho tiempo, estuvieron burlándose un montón sobre el, porque decían que era un niño mimado solamente por ser hijo del rey.
-¿Y era verdad eso? Porque no me acuerdo muy bien de la historia.
-Si, si lo era no era, no sabía hacer absolutamente nada, porque tenía sirvientes a todas partes.
Clayton se sorprendió tanto de aquello que abrió la boca dejando una O en su ca-ra.
-Pero si era hijo de un rey, porque aviso a su padre, para que les pusiera un casti-go a esos niños.
Tyzone rio al oír aquella pregunta que para el era muy clara.
-Por que el rey demasiado bueno -rio irónico.
-¿Que quieres decir con eso? -pregunto cuestionando.
Para Tyzone, le llegaba la parte que mas le gustaba, estaba ansioso por decirlo.
-El rey era demasiado bueno, todo el mundo lo queria, era el mejor rey que había habido en el reino.
Clayton llego a una posible conclusión.
-Ah, ya lo entiendo. No le gustaba que su padre fuera bueno -dijo Clayton con tono de listo.
-Bueno mas o menos -se explico Tyzone. -Melsys pensaba que gobernar era mucho mejor que reinar. Así que cuando el rey Almer cayo, su hijo ocupo el trono en la familia. Y su primera orden como nuevo rey fue -Clayton estaba atemorizado por lo que iba a decir. -Enjaular a todos los niños que no le gustaban como a animales, prender fuego a toda las casas, destruir propiedades municipales, y cazar a toda la gente del pueblo y si se interponían que los mataran a todos.
Clayton se sorprendió todavía mas, al escuchar hacer todas esas cosas horribles, como podía un niño ser tan malvado y maléfico.
Tyzone rio malvadamente al decir todo eso, se sentía tan a gusto, y tan igualado como el príncipe de la historiá.
-Si, es una historia muy violenta, pero, ¿porque es tan importante para ti eso, que tu vayas a ser alcalde del pueblo -se explico Clayton sin entender el porque de este tema.
-Veras, yo soy casi como el príncipe Melsys -dijo Tyzone mostrando una sonrisa perversa que lo hacía parecer transformarse en el príncipe de la historia.
Clayton pensaba que su hermano era como un fanático de los reyes malos y crueles, porque el mismo admitía ser uno. Clayton se acordó de una parte que era muy importante.
-Pero en la historia, el rey Melsys, no acabo siendo asesinado por sus hombres. Porque si eres como el, algún día van acabar matándote.
Tyzone rio sarcásticamente.
-Si, pero yo, voy a ser mejor que el -Clayton empezó a asustarse de su hermano. -Yo gobernare todos los reinos, y no dejare ni uno solo con vida, hasta que sepan quien es el rey Tyzone.
-¿Pero si tu vas a ser alcalde, no rey?
-Poco a poco, poco a poco mi querido hermano, cuando sea alcalde, esclavizare a toda la gente de este pueblo, después me moveré por todo el valle, por todos los bosques, y después... -paró un momento para intentar decir lo que iba a mencionar sin tentar a la ocasión. -Tendré a todo Skylands a mi merced.
Clayton no quería sorprenderse demasiado porque si no su hermano podría pensar que iba a decírselo a alguien, y después se arrepentiría de aquello, así que no dijo nada, ademas si se lo decía, quien le iba a creer la palabra de un retrasado.
Tyzone se acordó de que tenía que participar en los juegos, ya que le esperaba una batalla única.
-Clayton, ¡vamos!, tengo un juego que ganar -le orden Tyzone mientras bajaba de la colina.
-Si ahí voy -Clayton le siguió pensando en la idea de que su hermano era como una especie de monstruo.
..
El festival parecía acabar antes de que viniera el alcalde, se preguntaba todo el mundo. Hacía ya unos pocos minutos que la gente estaba esperando que parecía ínter-minable, Spyro y Sparx, no se habían movido del mismo lugar desde que se habían colocado, estaban tan aburridos que no se hablaban el uno al otro, podrían decirse algo, solo para mejorar el ambiente, pero no se oía nada debido a los murmullos de la gente.
-¡Falta mucho para que salga el alcalde! -grito Spyro a Sparx para que se le oyera.
-¡Como dices! -respondió en gritos Sparx, pero no entendió nada de nada debido a los murmullos de la gente no le hacían saber que decía el otro.
-¡Que si... falta mucho... para que salgue... el alcalde! -intento de volver a decir la misma pregunta, pero era imposible.
-¡Que... que... dices -tampoco Sparx a la segunda vez entendía la pregunta.
-¡Que si falta... nada dejalo! -al final Spyro dejo de esforzarse, lo que hacían parecía otro concurso mas, el de adivinar que decía el otro sin oír absolutamente nada.
-¡Que deje... que -seguía Sparx con lo mismo.
Spyro se quejo.
La gente parecía volverse loca de tanto hablar, que algunos tenían ganas de salir volando de ahí y no volver nunca mas. Cuando entonces, un hombre se presentó de-lante del escenario, no era el alcalde, sino el presentador del Festival de la Cosecha.
El presentador, era libélula marrón y dorada, llevaba puestas unas pulseras de tela con unos colores muy llamativos. El presentador empezó a decir unas cosas.
-Damas y caballeros, se que llevan un buen rato aquí esperando, no venimos aquí a quitar el aburrimiento de la gente, ¿me equivoco?
Todo el mundo se rio de aquel chiste, Spyro y Sparx fueron los mas.
-Así que, damas y caballeros, con todo emoción, demos un gran aplauso, al alcal-de Roman.
La gente entro en una tormenta de emoción descomunal, al final la espera acabo, el alcalde Roman salió muy campante, saludando a toda la gente que le entusiasmaba tanto, no salió solo, un grupo de seis libélulas, guardias reales, salieron al escenario junto con el alcalde. Todo el mundo gritaba. Roman, Roman, Roman. Incluido Spyro y Sparx gritaban su nombre, estaban muy contentos, hasta que salio la peor persona a la que querían ver , Tyzone, saliendo tan campante como su padre junto con su hermano Clayton. La gente estaba tan distraída con el alcalde que nadie veía a su hijo, excepto Spyro y Sparx que ponían una cara de enojo hacía el. No soportaban ver a Tyzone junto con todas esas personas.
-Como puede ser, que este ese ahí -dijo Sparx con rabía.
-Es lo normal, es el hijo del alcalde, tiene derecho a estar ahí -aclaro Spyro.
-No lo tendría, si el mundo viera como es -afirmo Sparx.
El alcalde se paró delante del escenario al lado del presentador.
-Alcalde Roman, me han dicho que usted en una reunión dijo. "Que Ala Rocosa, es el mejor pueblo, que hay en todo en el valle de las libélulas". ¿Me estoy equivo-cando? -dijo el presentador con humor.
La gente rio de aquel chiste.
-Si, así mismo lo dije.
La gente entro una tormenta descomunal de entusiasmo.
-Bueno, no lo diría así, si no fuera porque están aquí los alcaldes de los otros valles.
Cinco libélulas salieron del otro lado del escenario, saludan todo campantes mientras saludaban a toda la gente, que estaba en otro tormenta de entusiasmo, mucho mayor que la anterior tormenta de entusiasmo.
Spyro y Sparx saludaban a los alcaldes, pero había mucha gente que no paraba de empujar a los dos, el campo de visión era cada vez mas borroso, lo único que veían era las alas molestas de las libélulas que se acumulaban como unos animales descontrolados.
-No empujen -decían los dos a la gente, pero nadie les hacía caso.
Había tantos empujones, que estaban arrastrando los dos hacía fuera del escenario. De tanta fuerza, acabaron separando a los dos.
-Spyro, ¿adonde vas? -pregunto Sparx viendo se estaba yendo hacía otra diré-ccion.
Spyro se quejaba de todos los golpes que le daban.
De tanto alejarse Sparx, acabo chocándose con una cierta persona que llevaba cierto rato sin saber nada. Arya. Ambos se sorprendieron de verse.
-Sparx -se sorprendió Arya al verle.
-Arya -se sorprendió Sparx al verla -Hacía unos minutos que no te veía, ¿pero donde estabas? Que tenemos que competir.
-Ah, es que estaba por ahí con el resto, haciendo que Turk se prepare de nuevo para la ocasión.
Ambos rieron.
-Por cierto, ¿donde esta tu hermano?
Sparx se había olvidado de que había perdido de rastro a Spyro, miro de un lado a otro para ver donde estaba, pero había demasiado gente.
-¿Donde esta? -se pregunto nerviosamente el mismo.
Spyro por fin había la salida perfecta de aquel laberinto de muchedumbre, fue andando arrodillado lo más despacio para poder ver a Sparx, con tanta gente sola-mente le hacía ver el color de piel de cada libélula. Una libélula le golpeo fuerte-mente en la cara cayendo estrepitosamente contra el suelo. Spyro se quejo, sintió que se había roto una muela, pero no era nada, en el lugar en el que estaba tirado, vio cla-ramente a Sparx hablando con alguien, fue directo hacía ahí lo mas rápido antes de que alguna persona más le golpeara.
-Por dios, le necesito ahora -se dijo Sparx a sí mismo.
Por un momento Sparx pensó que Spyro se había ido y lo iba a dejar ahí tirado.
-Solamente tienes que pedirlo -dijo Spyro apareciendo como por arte de magia.
Sparx y Arya se sorprendieron de un susto de muerte al ver a Spyro, aparecer de repente.
-Spyro, por fin, ¿donde estabas? -se alegro Sparx de verle.
-Me había llevado la gente mucho mas lejos -se expreso Spyro.
-Oh dios, sabía que estaba en alguna parte -dijo Sparx a Arya con un entusiasmó acelerado.
Spyro no supo que le estaba pasando a Sparx, posiblemente el arrepentimiento de no encontrar, y eso solamente pasó hace como unos treinta segundos. Sin darse cuenta vio que estaba Arya al lado, que parecía que hubiese desaparecido junto con el resto. También se había dado cuenta de que Sparx se había encontrado con la única li-bélula que otra no podía ser Arya.
-¿Como estas, Arya?
-Si, muy bien.
-Dios, que el alcalde va a dar su discurso -Sparx se ponía nervioso a sí mismo sin que nadie se diera cuenta de lo que estaba diciendo.
Spyro, casi ni queria escuchar el nerviosismo de su hermano, pero entonces se acordó de que tenía un extraño dolor entre los dientes.
-Ah, Sparx, me acabó de dar un golpe en la mandíbula, y no se, podrías mirarme la boca -dijo Spyro intentando de su hermano atienda un momento a el.
Una parte de lo que dijo Spyro lo entendió. Spyro abrió la boca mientras Sparx le miraba dentro. Sparx tenía tanta prisa, que solamente dijo lo único que se lo ocurrió.
-No es nada, esta todo bien -dijo apresuradamente.
Spyro supo que lo que estaba diciendo Sparx no era cierto.
-Como que esta bien, a mi no me lo parece.
-Calla -dijo Sparx a Spyro para avisarle de que venía algo muy importante, pero Spyro no lo veía, porque estaba concentrado en su dolor de muelas.
-Como que me calle, no ves que te estoy diciendo...
Chisto Sparx para que su hermano se callara un momento.
Todo el mundo se quedo en silenció.
Un poco mas lejos, del escenario, estaba el resto de la pandilla, Turk, Lewton y Grunch estaban en una de las parcelas de bebidas del festival, donde le daban unos consejos a Turk, para cuando haga el juego del beber, no se daban cuenta de que toda la gente se había quedado muda por una razón.
-Absorbe, respira -le mencionaba Lewton a Turk.
Turk hacía todas las cosas que le mencionaba Lewton. No le gustaba para nada lo que estaba haciendo.
-Absorbe, respira. Absorbe, respira.
Turk ya se harto de tanta histeria y comenzó otro de sus enfados.
Pero cuanto mas, tengo que hacer, si solamente tengo que beberme una...
Justo cuando iba a agarrarle del cuello otra vez a Lewton, Grunch interrumpió.
-Ey, chicos, mirad -les avisó Grunch.
Los tres se quedaron callados al igual que el resto de la gente.
Las cinco personas que representaban los otros cinco pueblos de libélulas restan-tes se sentaron en cinco sillas para ver a toda la gente.
-Bueno, se que muy bien, no tenemos mucho en común con los otros pueblos, pero he querido presentarles lo buen pobladores que somos.
Aludo la gente con grandes aplausos y gritos.
-En primer lugar, aquí tenemos, a Corab de Villa Ciénaga -presentó el alcalde a Corab a la primera libélula de toda la fila. Corab era una libélula verde y amarillenta, con unas alas amarillentas y muy claras, no sabía por que era de ese color, si su pue-blo era del agua, era de lo mas raro, para ser alcalde.
La gente aplaudió.
-Luego aquí tenemos a Ayba de Cielo Lumínico. -luego presento a la segunda libélula de la fila. Ayba era una libélula celeste como el cielo, y toda la cara muy blanca, tenía unas alas que parecían plumas de gallina, algo no muy normal en una libélula.
Siguió aplaudiendo la gente
Arya pensaba que aquella mujer se parecía un montón a ella, hasta su nombre era parecido. Alguien se habría dado cuenta de ello, pensó.
-Sparx, ¿no crees que esa mujer se parece un poco a mí? -pregunto Arya, queri-endo saber si pensaban en lo mismo que ella.
-No, no lo creo -dijo Sparx sin ni siquiera pensarlo.
-Ah, ya veo -Arya no se sintió muy a gusto con lo que dijo Sparx.
-Y aquí esta, el gran Kovor, alcalde de Alas de Acero -ahora presento a la tercera libélula de la fila. Kovor era una libélula roja, tipo fuego incandescente, tenía un aspecto como de muy varonil, llevaba una capa negra como la noche, el era la única libélula que llevaba algo puesto encima y las alas eran de otro tipo de color de fuego, parecían que se iban a prender fuego de lo rojas que eran.
Otra vez aplaudió la gente. Hasta algunos gritaban el nombre de ese alcalde.
-Si -machaco el puño Turk. -Yo soy de ahí -le dijo Turk a una libélula que tenía al lado.
-Y aquí tenemos a Hiden de Tierra Hoja -presento ahora a la cuarta libélula de la fila. Hiden era una libélula verde oscura, con unos toques de marrón tipo tronco y las alas eran de color marrón también pero un poco menos oscuro. -Me parece que algunos no saben, han hecho un pacto, con los misteriosos bambazookers.
-¡Uh! -hizo la gente, luego aplaudió.
-¿Que son los bambazookers? -pregunto Spyro a Sparx.
-Son unos extraños hombres fruta, que viven del bambú, pero casi nadie los ve, porque siempre están escondidos en los charcos de lodo de su tierra. -describió Sparx.
-Oh -se sorprendió Spyro.
Del otro lado del escenario, Tyzone veía con desprecio a todos los alcaldes. Se hacían llamar alcaldes, estaban muy equivocados, pensó Tyzone arrogante.
Solamente quedaba un alcalde mas.
-Y por último, tenemos a Frazer de Ala Helada -llego la ultima persona en presentarse y era Frazer. Frazer era una libélula blanca y azul marino, llevaba como unos tatuajes de marinero, y un pañuelo rojo en la cabeza, era prácticamente un pirata de los mares fríos y las alas eran de color anaranjado.
La gente aplaudió, pero esta vez, por ultima vez que saludan a un alcalde que no sea el suyo.
El presentador interrumpió en el acto para mencionar una cosa.
-Bueno, me parece que ya hemos presenciado a todos los jefes de este legendario valle. Así que ya es hora de que nos diga su discurso.
La gente estallo de entusiasmo. Hasta Spyro, Sparx y Arya estallaban del entu-siasmo. Por el otro lado también Turk, Lewton y Grunch, estallaban del entusiasmo, por accidente, Turk dio un golpetazo a la cara de Lewton.
Lewton se quejo del golpe.
La gente parecía haberse vuelto loca al momento, el alcalde Roman tenía que empezar ya a dar su discurso.
-Bueno, no armemos tanto jaleo -les dijo Roman para que se tranquilizaran.
-Ja, siempre tan gracioso como siempre -dijo con humor el presentador.
La gente se callo de repente, porque ahora tenían que hacer caso al alcalde. El alcalde se puso en el extremo mas cerca del escenario para que todo el mundo lo oyera.
La gente puso la cara tensa, mantuvieron todo el silencio posible, para escuchar el discurso del alcalde. Algunos decían siempre que no escuchar el discurso lo con-vertía en un completo egoísta, si no lo escuchaban o hacían un gesto incomprensible, tendría problemas después.
El alcalde se dispuso a hablar, estaba un poco tenso acerco de todo esto.
-Damas y caballeros, yo... -De repente, se quedo sin palabras, no dijo nada, se quedo tenso.
El alcalde Roman, no tenía ni idea que decir, tenía tanto miedo que no sabía que decir. Toda la gente lo estaba mirando con unos ojos platónicos que salían de sus órbitas, le daba vergüenza decírselo delante de todos ellos. Seguía teniendo ese miedo que había tenido antes, como poder soportarlo, que no valía nada, que ya habían pasado sus días como alcalde.
Miro de frente las caras de toda la gente, miraba de un lado para otro, se había dado cuenta de algo, sus caras estaban cambiando, algunos levantaban las cejas, como un gesto de extrañitud, algunos movían el puño de un lado para otro preguntan-dose por que demonios no decía nada, algunas libélulas se murmuraban lo mismo, aquellos murmullos se oían desde el escenario.
El guardia real con el que antes estaba hablando el alcalde, veía que estaba a punto de hacer lo que antes había dicho, toda aquella charle no sirvió para nada, si el estaba acabado, el también lo iba a estar.
Le entro unos nervios por todo el cuerpo, se rascaba la mano por todo el cuello para quitarse unas gotas de sudor, los nervios lo estaban matando, si al menos iba a decir, iba a comportarse como un loco nervioso. Ahora le estaba agarrando un picor en los ojos, se estaban volviendo rojos, se quito la suciedad en los ojos pasándose el brazo por la cara, todas esas cosas que le estaban pasando por todo el cuerpo, pare-cían excusas que aparecían de repente, como si alguien quisiera ayudarle a que se vaya, no le gustaba que le pasaran esas cosas.
Parecían minutos, aunque en realidad solo eran segundos, parecía que el tiempo se había congelado para el, como si una criatura malévola hubiera puesta un hechizo sobre toda la gente y la única manera de romperlo, fuera que dijera su discurso. Había dos criaturas que estaban haciendo dos cosas diferentes, una, estaba metiendo unos nervios terribles en el, y el otro, los había congelado a todos, a propósito de obligarle a que diga su discurso, no podía hacer las dos cosas, tenía que decir, o irse. Que lo decida la suerte. Se imaginó dentro de su cabeza una moneda, lanzo la moneda al ai-re, cara para irse y cruz para quedarse, que lo decida la suerte. Durante esos segundos pensó, si le decían a alguno que hizo eso, lo iban a tachar de ridículo. La moneda ca-yo en su mano, no tenía ni idea de que salió, tenia miedo de lo que aparezca, antes de verlo, miro un momento a la gente, seguían con la misma cara de antes, no había cambiado nada, seguían esperando que dijera algo, pero ahora no solo era la gente, el resto de los alcaldes le estaban mirando también, con una cara de disgusto, pero no la cara de disgusto que el de la gente, era una cara de disgusto arrogante, habían venido aquí para ver si el alcalde Roman de Ala Rocosa fuese un hombre responsable y digno de su pueblo, no estaba haciendo absolutamente nada, menudo inútil, pensaron los mas arrogantes de todos ellos.
Mientras toda la gente se mantenía abierta para escucharle. Spyro y Sparx se es-taban preguntando por que no decía nada, si lo hacía todo los años, que estaba pa-sando.
-Que hace, no esta haciendo nada -dijo Spyro intrigado.
-No lo se -dijo su hermano, también intrigado como el, salvo que el queria mantener el silencio, porque estaban molestando.
Los dos, ya estaban empezando a estar molestos de que no pasara nada.
Volvió a pensar en la moneda, ahora la abrió, iba empezando a sacar los dedos poco a poco para que se viera el dibujo de la moneda, tenía tanto miedo que no que-ría ver que había salido, pero necesitaba saberlo, una movimiento de mano mas y... vio lo que había salido, y era cara, a sí que tiene que irse, y perder todo su poder, así lo eligió, así lo decidió.
El alcalde bajo la cabeza, mostrando su cobardía mientras salia poco a poco del escenario, si esto hubiera sido una obra de teatro, hubieran puesto música dramática para volverlo mas dramático de lo que ya es.
Toda la gente se sorprendió al ver la reacción del alcalde, no era lo que espera-ban, algunos se preguntaban los unos a los otros que estaba haciendo. ¿Pero que hace? ¿Se ha vuelto loco? ¿Porque no dice su discurso? ¿Se va, y deja a su hijo al cargo? Esas eran las palabras que estaba oyendo el alcalde Roman, no eran las pala-bras que el esperaba escuchar, pero al menos ya le estaban provocando algo.
El guardia miraba con disgusto al alcalde Roman.
Los otros alcaldes se estaban yendo con disgusto, creían que les habían llevado aquí, solamente para hacerles perder el tiempo. Uno de ellos se quejo fuertemente.
Faltaba unos pasos mas para que este fuera del escenario, y todo habría acabado, pero justo antes de que pusiera un pie en la tierra, vio algo. Vio a su hijo, vio a Tyzone, mostrando esa cara arrogante que tenía, la que pone siempre cuando esta con alguien del poblado, en esas muecas vio todo lo que le dijo antes su guardia, todo ese malhumor, todo ese odio, lo estaba viendo a través de sus ojos, entonces se dio cuenta de una cosa, por lo que estaba luchando, por que era alcalde, para luchar por un futu-ro mejor para su hijo, para que no sea el niño codicioso que es ahora, en su mente la moneda que tenía en la mano, se le dio la vuelta, ahora era cruz, se quedaba, en ese mismo momento se mantuvo firme y discreto, ahora iba a decirle a toda esa gente lo que querían oír, su discurso, pero no el discurso de siempre, un nuevo discurso.
La gente se puso nerviosa, las libélulas que estaban ahí no sabían que hacer, excepto gritándose el uno al otro queriendo saber porque su alcalde no ha dicho su discurso. Los responsables del festival se estaban poniendo nerviosos, nunca antes había pasado esto, que hacer. El presentador del festival se coloco delante para intentar que la gente se calmara un poco, antes de que se convierta en un desastre.
-Gente, por favor, seguro que el alcalde vuelve en un momento -busco un ejemplo para persuadir a la gente. -Seguramente, se habrá olvidado algo en su casa.
Una de las libélulas del público no se creyó aquello.
-Así, y entonces porque no nos dijo que iba a buscar algo, siempre hace eso -protesto una libélula que estaba entre el público.
Tenía razón, el alcalde siempre decía eso, era imposible que se le olvidara por un día.
-¡Si, adonde se ha ido! -grito una libélula anciana que estaba al lado de la libélu-la que estaba protestando.
La gente ahora se estaba poniendo mucho mas nerviosa, no paraban de gritar adonde ha ido Roman, gritaban eso.
Spyro, Sparx y Arya se estaban asustando de lo que estaba pasando, no tenían ni idea de que hacer.
-¿Que le pasa a todo esta gente? -pregunto Arya asustada de los gritos de la gente.
-Lo de siempre, haces una cosa diferente, y todo el mundo no le gusta, porque quieren seguir con sus costumbres -exclamo Sparx.
-¿Ya paso todo esto mas de una vez? -pregunto Spyro extrañado.
-Si, ya paso mas de una vez.
-Pues yo no me acuerdo de nada.
Turk, Lewton y Grunch, tampoco sabían que hacer, estaban aún en el mismo sitio si hacer nada.
-¿Que hacemos? -pregunto Turk nervioso.
-Lo mismo que todos -dijo Grunch.
Los tres se pusieron a gritar lo mismo que decía la gente. Si el resto del grupo los viera, pensarían que eran un trío de idiotas.
El presentador estaba en un aprieto, no sabía ya que hacer, y nadie estaba toman-do ninguna ayuda, para persuadir a la gente, eran muy pocos los responsables de todo esto y el público eran solamente 50 libélulas, que iban a poder hacer con tanta gente.
Arreglar el problema, no había ninguna solución, esto iba a convertirse por pri-mera vez en toda la historia de Ala Rocosa, algunos se miraban el uno al otro, como un guiño en código morse para intentar escapar sin que nadie se diera cuenta, el guardia decidió irse para no ver todo el embrollo que se iba a cometer, pero antes de que se fuese, una persona le agarro del hombro, era el alcalde Roman, había vuelto y mostraba una cara de orgullo y valor, vio su mirada, su mirada significaba "Se acabó aquí este embrollo", volvió al escenario. El guardia sonrío.
Ya había algunos que parecían estar a punto de darse puñetazos y empujones, aquella persona que estuviera entre medio de esa muchedumbre, no iba a sobrevivir nadie allí en medio.
-Por favor, tranquilícense, por favor, no hay que alarmarse, mantengan la calma -el presentador hacía un ultimo esfuerzo por hacerle mantener la calma a la gente. Era imposible, iba a ser la primera persona en estar sentenciada esa noche.
Se frotaba las manos para calmar el estrés que tenía, era un fracaso en esas cosas, entonces cuando todo parecía estar perdido, el alcalde Roman apareció delante suyo, no supo que responder, al agradecerse de que hubiera vuelto.
-Señor -dijo tímidamente.
-Tranquilo, ya has hecho un buen trabajo, juntate ahí -le dijo Roman.
El presentador se fue entusiasmado hacia una parte afuera del escenario.
Roman vio como todo la gente se estaba peleando el uno al otro sin sentido porque era la única cosa que podían hacer para solucionar sus desesperaciones, si no esta ahí el un minuto, la gente se vuelve loca, les daba una gran vergüenza, menos mal que había vuelto.
-¡Gente de Ala Rocosa! -grito Roman para que todo el mundo parara de hacer lo que estaban haciendo. Se sorprendieron tanto, que se callaron al momento. Los otros alcaldes se sorprendieron también -¡Este embrollo me da vergüenza, creí que erais gente honrada, pero me parece que me he equivocado.
Todo el mundo vio mas allá de las palabras de el alcalde, y tenían razón, habían hecho esta fiesta por ser un pueblo de honradez, y ahora se estaban peleando por que no tenían ni idea de como solucionar este embrollo, vieron su vergüenza en ellos mismos, todos bajaron la cabeza avergonzados. Los otros alcaldes también avergon-zados volvieron a sentarse en sus sitios.
Vio que por fin habían hecho las paces, así que ahora iba a ser lo que se había mencionado. El guardia quedo orgulloso de lo había hecho su jefe.
-Muy bien, ahora que estamos todos tranquilos, voy a deciros mi discurso.
Todos se sorprendieron, por fin iban a oír el discurso. Esta vez lo iba a decir.
-Lo que quiero decir es: Durante mucho tiempo, hemos sido un pueblo grande, un pueblo grandioso, en la historia de este valle, y de todo Skylands, nunca hemos si-do mejor gente que las libélulas, no porque solamente sea por costumbre de la ley de la naturaleza. -La gente se dio cuenta de que el discurso era diferente, no podían creerse que dijera uno nuevo. -Sino porque somos familia, porque nos apoyamos, los unos a los otros, somos gente honrada, y la gente se ayuda mutuamente. Tyzone le daba asco aquel discurso, que se habrá creído papa, pensó Tyzone. -Una vez, todos nosotros estuvimos al borde de la extinción, porque creían que no servíamos para nada, por ser solo insectos, y mirad lo que los insectos hemos podido hacer durante tanto tiempo, si alguna vez, vuelve a pasar lo mismo, esta vez nos uniremos para defender nuestra dignidad, si un hombre nos obliga a arrodillarnos delante nuestro, nosotros mantendremos la cabeza alta y no miraremos mas allá de la cobardía y la misericordia, no solo somos, somos gente igual que el de este planeta, seamos malas personas o no, somos libélulas y no dejaremos de ser gente honrada, de paz y orgullo, tiempo atrás, hoy y después, eso es todo -termino.
La gente, se quedo callada, no supo que responder, fue conmovedor. Roman esperaba alguna respuesta, aunque sabía que necesitaban un momento para pensarse-lo, nadie había escuchado un discurso como ese. Parecían que se iban a quedar de piedra, entonces alguien aplaudió, era Corab de Villa Ciénaga, fue la primera en responder con aplausos, mientras aplaudía, movió la cabeza de arriba para abajo, como un gesto de afirmación, sonrío, le encanto un montón. Roman sonrío orgulloso.
Para Spyro, aquellas palabras tenían mucha razón, hablaban de el, no solo de la gente. No soporto que una sola persona le felicitara, así que aplaudió también, la gente lo oyó, al momento no lo entendieron, pero Sparx si lo entendió, así que el también aplaudió, y con ello, Arya también aplaudió, y después toda la gente estallo en aplausos, fue como un efecto dominó, una persona tras otra.
El alcalde Corab parecía ser el único alcalde que no aplaudía, no entendió porque los otros alcaldes no lo felicitaban también.
-Vamos -pidió Corab.
Los alcaldes se levantaron de repente y empezaron a aplaudir también.
Los aplausos eran tan fuertes que se oían desde fuera de todo el pueblo, unos pájaros les molestaba tanto el ruido de la gente, que se fueron volando y gritando.
Roman nunca había estado mas orgulloso, había comenzado algo nuevo, la gente nunca había estallado de esa forma, ahora seguro que sería recordado por la historia. Necesitaba hacer algo para mostrar su deber. Hizo una reverencia como si fuera el acto final de una obra de teatro.
Tyzone no soportaba que aplaudieran a su padre de esa forma, a el es al que le deberían aplaudirle, su hermano Clayton se puso a aplaudirle a su padre como un loco. Le agarro del abrazo para que dejara de hacer lo que estaba haciendo.
-No -apretó el puño como una señal de aviso.
Clayton se quejo.
El presentador se acerco al lado de Roman.
-Bueno, señor Roman, ¿esta de acuerdo?
-Así es, nunca estado mas orgulloso de este pueblo.
La gente respondió con una serie de gritos que decían su nombre.
-Bueno, no es para tanto -dijo con humor.
La gente se rio.
-¿Cual es nuestro siguiente en paso en este festival? -pregunto retorícamente.
-¡Los Juegos de la Cosecha! -grito eufórico el presentador.
La gente se puso eufórica también. Sparx ya ni se acordaba de que era lo que te-nía que por culpa del barullo antes.
-Los Juegos de la Cosecha -gritó eufórico Sparx, agarro fuertemente a su hermano.
-Vale, vale, no te emociones -dijo Spyro mientras pensaba que se había roto algún hueso por culpa de los abrazos de su hermano.
El alcalde Roman rio apropositamente.
-Muy bien, así que ahora preparad todo y que comiencen los juegos.
La gente gritó. Toda la gente se disperso en diferentes formas, ahora iban a comenzar los juegos, y tenía que estar todo listo.
Spyro, Sparx y Arya estaban aún en el mismo lugar, pensando con claridad como iban a organizar los desafíos del juego. Pero había un problema, eran sola-mente la mitad del grupo. Donde estaba el resto. Entonces aparecieron Turk, Lewton y Grunch, ambos se formaron un circulo para planificar privadamente como organi-zar el plan del juego. Sparx comentaba como era.
Muy bien, este es el plan, la primera prueba, es el juego del beber, yo, Spyro y Turk intentaremos de bebernos todo lo posible del zumo de parawa, a Turk, ten mu-cho cuidado con que sabes que.
-Entendido -confirmó Turk.
-La segunda prueba es la de limpiar todo un campo de paja, Grunch, como eres hijo de un granjero, dime cuidadosamente todo los consejos que me has dado hasta entonces.
-Si, lo haré encantado -confirmó Grunch.
-La tercera prueba es lo de esquilar una oveja, chicos dadme todo lo necesario como para hacer que le quite todo la lana a esa oveja de un tirón, ¡entendido!
-¡Entendido! -gritaron todos a la vez.
-La cuarta prueba es lo de hacer el estampado de la bandera de Ala Rocosa,, Arya necesito que me guíes en todo lo necesario, para hacer punto a punto, como hacer el dibujo y salir ganando.
-Eso es una estupidez -dijo Arya.
Sparx no se lo creyó, estupidez fue la frase que dijo pensando en ese plan.
-¿Como que es una estupidez? -pregunto quejándose.
-Tu te piensas que por que te diga como ponerlo va a salir perfecto.
-Tiene que ser perfecto, para así poder ganar a Tyzone.
Los dos empezaron hacer una discusión sin sentido, ya se habían olvidado del plan.
-Venga ya, tu estas pensando que es cosa de suerte, que vaya a salir perfecto, por un mínimo error de punto, no es para alarmarse tanto.
Sparx se quería morir a causa de esas palabras.
-¡Si es para alarmarse tanto!
-Hablas como si Tyzone, fuese un exagerado de todo esto, el no es tan listo como parece.
-Como lo sabemos, el tío es un monstruo -se quejaba Sparx de cada cosa que decían.
Turk se dio cuenta de una cosa, los dos estaban haciendo lo mismo que hacen siempre, y lo que saben hacer, discutirse cosas absurdas, porque era lo mejor que tenían en común. Pensó que alguien mas necesitaba saberlo.
Le toco el hombro a Grunch, este miro a su amigo, hizo como un gesto con las cejas para que viera lo que la pareja de enfadados hacían. Grunch no lo entendió por un momento, pero luego vio lo mismo que Turk, lo que decían siempre, estaban he-chos el uno del otro y hacían esas cosas porque no se daban cuenta, de que tenían algo. Los dos no paraban de decir cosas absurdas, otra vez mas, otra cosa, que iba a hacer que estuvieran así toda la noche y ya hubiera pasado la noche, y los juegos.
Sparx estaba tan cansado del tema, que hizo lo mas sensato que podría hacer ahora mismo.
-Bien -suspiró Sparx, de lo exhausto que estaba por tanto hablar. -ahora... haré... punto a... punto... yo mismo. ¿Esta clarísimo?
-¡Si! -respondieron todos a la vez.
Sparx se iba a agotar de hacer esto, antes de participar en los juegos.
-Que tocaba ahora -no se acordó por donde iba. -Así -se acordó. -La quinta prueba es el concurso de comer esos rollitos de carne de papa.
-Ahhh -se sorprendieron todos de una manera que parecía estar quejándose.
-En este... -se dio cuenta de que en esta prueba, casi, no había que planificar nada, porque solamente era, tragárselo, y sacárselo asquerosamente. -Comeos lo y aguantad todo lo que podías -dijo Sparx sin nada mas que resumir.
Los chicos levantaron el dedo pulgar, como un signo de positivo, porque no querían decir ni una palabra al respecto del tema.
Parecía que estaba todo aclarado pero faltaba una prueba mas, nunca había pensado que las pruebas fueran tan duras, hasta cuando se lo resume, pensó.
-Y la última prueba es... -se quedo callado, sabía muy bien de que se trataba la última prueba, era el baile de luces, estaba nervioso por hacer que Arya baile con el, nunca había estado tan nervioso como en ese momento, no sabía que decirle.
Turk, Grunch y Lewton, no sabían que era lo que pasaba, se hacían señales de mirada el uno al otro, para averiguar, si alguien sabia lo que pasaba.
Necesitaba pedírselo, o sino, iba a perder su oportunidad de bailar con ella.
-Quieres ser mi pareja en el baile -le dijo Sparx con toda sinceridad.
-Si lo haré encantado, joven Sparx -dijo Arya golpeándole la cabeza, como una muestra de amistad.
El resto no supo bien que era, pero Spyro si, lo había dado en el clavo, pero en ese momento se acordó, no tenía pareja, tenía que buscar a alguien inmediatamente.
Ahora sí que estaba todo listo.
-De acuerdo, vayamos en marcha, a jugar -aviso Sparx apropositamente para que todos le siguieran.
Durante el caminó hacía donde se preparaban los juegos, se encontraron con la peor persona con la que se tenían que encontrar, Tyzone, que los miraba con una mi-raba con esa sonrisa siniestra de siempre. No estaba solo, estaba con el bobo de su hermano, aunque no iba a servir de mucha ayuda.
-¿Que quieres, Tyzone? -pregunto amargadamente Sparx.
-Que te vayas preparando, porque vas a perder, querido Sparx -dijo siniestra-mente Tyzone, luego rio tontamente.
-Nunca ganaras Tyzone, nunca ganaras, seas quien seas.
Tyzone y su hermano estallaron en risas, aunque otra vez, Clayton reía horrible-mente.
-¡Calla! -ordeno Tyzone.
Clayton se quedo detrás de el, teniendo miedo.
-Siempre ganare. Y cuando gane, tengo un lugar reservado para ti, como mi silla de respaldo.
Sparx no soporto eso, y actuó violentamente contra el, justo antes de que lo agarrara, todos sus amigos se lo impidieron.
-Tranquilizate, hermano, no le hagas caso, esta chiflado -dijo Spyro para que se tranquilizara un momento su furia.
Tyzone estalló otra vez de risa, al igual que su hermano, que otra vez rio horri-blemente. Su hermano le echo la mirada para que volviera detrás suyo.
-No estoy chiflado, solamente soy un hombre de visiones futuras -dijo Tyzone, creyéndose un profeta visionario.
-Pues esas visiones tuyas deben de ser un asco -exclamo Grunch.
Estallo de risa otra vez, se aseguro de que su hermano no se riera, perfecto, no estaba haciendo nada, excepto teniendo miedo de el.
Podría seguir diciendo todo tipo de frases insultantes, pero tenía que participar en un juego.
-Te espero, en los juegos, libélula "miá" -dijo disimulando en voz baja.
Sparx no paraba de moverse, porque quería darle una paliza de muerte.
Tyzone se fue, y Sparx paró de moverse tanto, no tenía nada que hacer.
-Ahorra tu fuerzas, amigo, para los juegos -dijo Turk.
Tenía razón en lo que decía, si iba a darle una paliza, tenía que ser en el concurso.
-¡Vamos, tenemos que vencerle! -dijo Sparx enfurruñado, no quería que nadie mas hablara de algo sobre que se tranquilicé, ya estaba bastante enfadado por culpa de Tyzone.
-Pero -dijo Arya.
-¡Vamos! -grito no muy educadamente Sparx.
Arya quería llorar, por culpa de la manera en que le grito Sparx, Spyro le agarro de la cintura y fue con todo el grupo, hacía el concurso, sintiendo lastimá de su amigo.
