Harry Potter: Una lectura distinta, vol. 5

Por edwinguerrave

Copyright © J.K. Rowling, 1999-2008

El Copyright y la Marca Registrada del nombre y del personaje Harry Potter, de todos los demás nombres propios y personajes, así como de todos los símbolos y elementos relacionados, para su adaptación cinematográfica, son propiedad de Warner Bros, 2000.


La Orden del Fenix

CAPÍTULO 10 Luna Lovegood

—Una sensación totalmente extraña —reconoció Harry, mientras Ginny soltaba el pergamino y se acercaba a abrazar a su madre. Al, extrañado, preguntó:

—¿Se dieron cuenta que en el boggart de la abuela no apareció mamá?

—Es verdad —concordó JS.

—Es porque en ese momento —Molly se separó ligeramente del abrazo de su hija menor—, Ginny aún estaba bajo mi cobijo, y sabía que podía cuidarla; Charlie estaba en Rumania, y allá podía estar tranquilo; pero en cambio Arthur y los demás estaban aquí, si no luchando contra Ustedes-saben-quien, protegiendo a Harry, y eso me preocupaba mucho.

—Ya lo sabemos, abuela —mencionó Victoire, emocionada. Mientras, Padma se sorprendió al ver el atril con un nuevo pergamino frente a ella.

—¡Vaya! —exclamó al ver el título del capítulo—, así te habría impactado, que le dedicaron un capítulo a Luna Lovegood.

—¡La tía Luna! —exclamó Lilu sonriendo, mientras James veía extrañado a Sirius y Remus:

—¿Lovegood? ¿No es el mismo que publicaba esas cosas locas en su pasquín?

—¿Cómo era que se llamaba? —se preguntó a su vez Frank.

—El Quibbler —comentó sonriendo Rose—, y sí, de él se habló hace rato, cuando el abuelo Arthur y tío Harry se reunieron con el señor Kingsley en la oficina de aurores; después que se instalaron en la oficina del abuelo, sacó una copia de una revista llamada The Quibbler de entremedio–. Sí... –dijo hojeándola. Sí, él tiene razón, estoy seguro que Sirius encontrará esto muy divertido... ¡Dios Mío!, ¿qué pasará ahora? —varios sonrieron con la mención—, y recuerdo que el señor James dijo: ¿Qué publicaron en el pasquín del loco de Lovegood? Recuerdo que desde Hogwarts quería hacerse editor de su propia revista, porque nadie le quería publicar sus locuras, y siempre comentaba que le quería llamar así.

—Exactamente —ratificó James—, el mismo loco.

Lilu vió a su abuelo con mala cara.

—Comenzamos como te gusta amor —le comentó Padma a Zacharias antes de iniciar la lectura.

Harry tuvo unos sueños muy molestos. Sus padres se habrían paso en sus sueños, pero no hablaban; la Sra Weasley lloraba sobre el cuerpo muerto de Kreacher, vigilada por Ron y Hermione, que llevaban puestas unas coronas. También se veía a si mismo andando por un pasillo que acababa en una puerta cerrada.

—Ah, claro —confirmó Smith—, los sueños de Potter, un clásico.

Se despertó bruscamente con su cicatriz pinchándole y encontró a Ron vestido y hablándole

—…Mejor date prisa, mi madre dice que vamos a perder el tranvía.

Había una gran confusión en la casa. Por lo que oyó Harry mientras se vestía a toda prisa dedujo que Fred y George habían hechizado sus baúles para que volaran escaleras abajo para no tener que llevarlas, con el resultado de que habían herido a Ginny y la habían empujado durante dos pisos de escaleras hacia el Hall donde la señora Black y la señora Weasley chillaban con todas sus fuerzas.

PODRIAIS HABERLA HERIDO SERIAMENTE, SOIS IDIOTAS…

INMUNDOS MEDIOS-ENGENDROS, MANCILLANDO LA CASA DE MIS PADRES…

—Me imagino ese contrapunto —comentó sombríamente James.

—Nada agradable, te lo aseguro —dijo Sirius, ganándose una mirada extrañada de Molly y risas por parte de los más jóvenes.

Hermione entró aceleradamente en la habitación mirando nerviosamente, justo cuando Harry se ponía los pantalones. Hedwig estaba sobre su hombro, y llevaba a Crookshanks en sus brazos.

Mis padres acaban de enviar a Hedwig de vuelta la lechuza revoloteó por encima y se posó en la parte alta de su jaula—. ¿Aún no estás preparado?

Casi… ¿Ginny está bien? –preguntó Harry, poniéndose las gafas.

—Gracias por preguntar —le dijo Ginny en un susurro mal contenido que provocó risitas—, igual me podías haber preguntado a mí misma.

Harry sólo encogió un hombro mientras la atraía hacia sí y le daba un rápido beso.

La Sra Weasley lo ha arreglado todo –dijo Hermione–. Pero ahora la queja de OjoLoco es que no podemos irnos a no ser que Sturgis Podmore llegue, si no la escolta no será eficaz.

¿Escolta? –dijo Harry–. ¿Vamos a ir a King's Cross con escolta?

TU vas a ir a King's Cross con escolta –le corrigió Hermione.

¿Por que? –dijo Harry enfadado–. ¿Estás diciendo que creen que Voldemort va a saltar de detrás de un cubo de basura y va a intentar matarme?

—Era una de las posibilidades que estaba manejando, sí —reconoció Moody, sorprendiendo a varios—, debía cubrir todas las opciones —concluyó, viendo cómo Tonks le miraba decepcionada.

No lo se, es solo lo que dice OjoLoco –dijo Hermione distraídamente, mirando su reloj–, pero si no salimos pronto, vamos definitivamente a perder el tren…

¡BAJEN TODOS AQUÍ AHORA MISMO, POR FAVOR! –gritó la señora Weasley, y Hermione saltó como si se hubiera quemado y corrió fuera de la habitación (Hermione miró agriamente a Harry al oir esa descripción de su salida). Harry agarró a Hedwig, lo metió en la jaula, sin ceremonias, y salió a la escalera tras Hermione, arrastrando su baúl.

El retrato de la Sra Black gritaba con rabia, pero nadie se molestó en cerrar las cortinas encima de ella; todo el ruido del salón había servido para despertarla de nuevo.

Harry, tu vendrás conmigo y con Tonks –dijo la Sra Weasley, por encima de los gritos.

¡SANGRE SUCIA! ¡ESCORIA! ¡CRIATURAS SUCIAS!

Coge tu baúl y tu lechuza, Alastor va a encargarse del equipaje… oh, por el amor del cielo, Sirius, ¡Dumbledore dijo que no! un perro negro parecido a un oso apareció al lado de Harry y se subió encima de varios baúles, desordenando el salón para llegar con la Sra Weasley. Oh, sinceramente… -dijo la Sra Weasley desesperada–. Bien... tu sabrás lo que haces.

—No me extraña —dijo Lily, viendo a su compadre sonreir y estirarse cómodamente en su butaca.

—Tenía que acompañar a mi ahijado y nadie me lo iba a impedir.

—No lo dudo —comentó Dumbledore.

Abrió la puerta de entrada y salió a un día soleado de septiembre. Harry y el perro la siguieron. La puerta se cerró detrás de ellos y los chillidos de la Sra Black se cortaron instantáneamente.

¿Donde está Tonks? –dijo Harry, mirando alrededor cuando dejaron el pedregoso numero 12, que desapareció en el momento que llegaron a la acera.

Ella nos espera allí –dijo la señora Weasley fuertemente, apartando su mirada del perro negro que estaba con Harry. Una anciana les saludó desde la esquina. Tenía el pelo rizado y gris y llevaba un sombrero morado con forma de pastel de cerdo.

Los más jóvenes se rieron con la descripción y aplaudieron cuando Tonks se transformó para verse como había sido retratada.

Vigilando, Harry –dijo ella guiñando el ojo–. Démonos prisa ¿Vale Molly? –añadió, mirando su reloj.

Lo sé, lo sé –se quejó la Sra Weasley–. Pero OjoLoco quiere esperar a Sturgis… si Arthur pudiera tener nuestro coche del ministerio otra vez… pero Fudge no presta mucho más que un bote de tinta últimamente… ¿como pueden los muggles pretender viajar sin magia?

Mientras tanto el enorme perro negro ladró alegremente y dio vueltas a su alrededor, espantando a las palomas y persiguiendo su propia cola. Harry no pudo aguantar la risa. Sirius había estado encerrado demasiado tiempo. La Sra Weasley frunció sus labios casi como lo hacía la tía Petunia.

—Eso es verdad —reconocieron a dúo Sirius y Molly, lo que provocó risas. Dumbledore seguía divertido la lectura, aunque atento a lo que se leía.

Costaba 20 minutos llegar a King's Cross a pie y nada importante pasó durante ese tiempo, sin contar que Sirius asustara a una pareja de gatos para entretener a Harry. Una vez dentro de la estación, pasearon por cerca de la barrera entre las plataformas 9 y 10 hasta que todo estuvo despajado, entonces uno por uno se inclinaron sobre ella y entraron fácilmente en el andén nueve y tres cuartos, donde el Expreso de Hogwarts permanecía eructando vapor negro. El andén estaba lleno con los estudiantes que se iban y sus familias. Harry aspiró el olor familiar y sintió que su espíritu se elevaba...realmente había vuelto…

—Realmente lo necesitaba —admitió Harry—, sobre todo de esos dos meses tan duros.

Espero que los demás lleguen a tiempo –dijo ansiosa la señora Weasley, mirando fijamente al arco de hierro forjado que era la llave de la plataforma, por donde los demás tenían que llegar.

¡Bonito perro, Harry! –dijo un chico alto con expresión divertida.

Gracias, Lee –dijo Harry sonriendo, mientras Sirius meneaba la cola.

—Siempre he sido un perro bonito —admitió Sirius ante las risas de los más jóvenes—, incluso en mis días en Azkaban; aunque no comiera mucho, me mantenía en forma.

Oh, menos mal –dijo la señora Weasley–. Allí está Alastor con el equipaje, mira… Moody venía cojeando por el arco tirando de un carro con sus baúles.

Todo bien –susurro a la señora Weasley y a Tonks–. No creo que nos hayan seguido.

Segundos más tarde, el señor Weasley apareció en la plataforma con Ron y Hermione. No habían casi descargado el carro de baúles de Moody cuando George, Fred y Ginny entraron con Lupin.

—¿Esa era toda la "gran escolta"? —preguntó JS, más en tono de reclamo.

—Pues así me parece —dijo Freddie, extrañado.

¿Algún problema? –pregunto Moody.

Nada –dijo Lupin.

Tendremos que dar un informe a Dumbledore sobre Sturgis –dijo Moody–. Esta es la segunda vez que no aparece en una semana. Se está volviendo tan irresponsable como Mundungus.

Bien, ocuparos de vosotros –dijo Lupin, agitando las manos alrededor. Se la tendió a Harry el último y le dio una palmada en la espalda–. Tu también. Ten cuidado.

Si, ten tu cabeza alerta y tus ojos abiertos –dijo Moody, dándole la mano a Harry–. Y no olvides, ten mucho cuidado con lo que escribes. Sin duda, no debes poner en cartas nada de nada.

—Mejor —comentó Frankie—, manda las cartas en blanco, sólo con la firma.

Algunas risas se escucharon, aunque más en modo sarcástico.

Ha sido un placer conoceros –dijo Tonks, abrazando a Hermione y Ginny–; nos veremos muy pronto, o al menos eso espero.

Sonó el pitido de alarma y los alumnos que quedaban en la plataforma corrieron al tren.

Rápido, rápido –dijo la señora Weasley, abrazándolos a todos y a Harry dos veces (—No me extraña —comentó Charlie, lo que provocó que su madre se sonrojara)–. Escribe…se bueno…si has olvidado algo, ya te lo mandaremos… sube al tren, ahora, corre...

Por un breve momento, el perro negro se puso a dos patas y las colocó en los hombros de Harry, pero la señora Weasley empujó al chico hacia la puerta del tren.

¡Por amor de Merlín! ¡Actúa más como un perro, Sirius!

—Así es como se delatan.

Todos se sorprendieron al oir la voz de Draco, pero él sólo levantó las manos en señal de zanjar el asunto.

¡Nos vemos! –gritó Harry por la ventana abierta cuando el tren se movió, mientras Ron, Hermione y Ginny saludaban tras él. Las figuras de Tonks, Lupin, Moody y los Weasley se hicieron pequeñas rápidamente, pero el perro negro seguía al tren, moviendo su cola; La gente borrosa de la plataforma se reía viendo como perseguía al tren, entonces tomaron una curva y Sirius se había ido.

No debería haber venido con nosotros –dijo Hermione con voz preocupada.

Oh, anímate –dijo Ron–. El pobre no había visto la luz del sol en meses.

Bien –dijo Fred, dando una palmada–. No queremos tener la misma conversación de siempre, vamos a hablar de negocios con Lee. Luego nos vemos y él y George desaparecieron por el pasillo de la derecha.

—Conversaciones importantes —reconoció George— para el futuro de la empresa.

El tren iba cada vez más deprisa, tanto que las casas pasaban como flashes, y se balanceaban cuando estaban de pie.

¿Qué os parece si vamos a buscar un vagón?

Ron y Hermione intercambiaron miradas.

Ems… dijo Ron.

Nosotros… quiero decir… Ron y yo deberíamos ir al vagón de los prefectos dijo Hermione incomoda. Ron no miraba a Harry; parecía estar muy interesado en las uñas de su mano izquierda.

Oh –dijo Harry–. Bien, me parece perfecto…

—Eso sonó políticamente correcto —comentó mordazmente Dom, a lo que Harry replicó.

—Lo dije con sinceridad, te lo aseguro.

No creo que tengamos que pasar allí todo el viaje –dijo Hermione rápidamente–. Las cartas decían que recibiríamos instrucciones y patrullaremos los pasillos por turnos.

Bien –dijo Harry de nuevo–. Bien, yo... yo os veré luego, entonces.

Sí, claro –dijo Ron, dedicando una mirada ansiosa a Harry–. Es pesado tener que ir allá ahora... sabes que preferiría… pero tenemos que… quiero decir, que no me gusta esto. Yo no soy Percy –dijo con tono retador.

—Quiero decir —aclaró Ron ante la mirada de varios de su familia—, que no me tomo tan a pecho lo de exigir el cumplimiento de las normas.

—Sé que lo decías en ese sentido —reconoció Percy.

Sé que no lo eres –dijo Harry y él sonrió. Pero cuando Hermione y Ron cogieron sus baúles, a Crookshanks y la jaula de Pigwingeon para ir al final del tren, Harry sintió un extraño sentimiento de perdida. Nunca había viajado en el Expreso de Hogwarts sin Ron...

Vamos –le dijo Ginny–, si vamos rápido aun podemos conseguir plazas.

Bien –dijo Harry, cogiendo la jaula de Hedwig en una mano y el asa del baúl en la otra.

—Es la primera vez que papá y mamá viajan juntos en el tren, ¿verdad? —preguntó Al, sorprendido.

—Sí —admitió Ginny, con una sonrisa—, era la primera vez que nos juntábamos en el tren.

Recorrieron el pasillo, mirando por la ventana de cristal de todos los compartimentos que pasaban, que estaban todos llenos. Harry no pudo dejar de fijarse en que mucha gente le miraba con interés y que muchos de ellos daban codazos a sus amigos y lo señalaban. Después de que eso le pasase durante cinco vagones, se acordó de que el Diario El Profeta había dicho a sus lectores durante todo el verano que era un mentiroso presumido. Se asombraba de como la gente se creía esas tontas historias.

En el último vagón, se encontraron a Neville Longbottom, un compañero de Harry, de 5º curso y también de Gryffindor. Estaba rojo por el esfuerzo de llevar su baúl y mantener en las manos a su escurridizo sapo, Trevor.

—En ese momento estaba ya agotado, pero no podía sentarme en medio del pasillo —reconoció Neville.

Hola, Harry –dijo–, hola Ginny…está todo lleno… no puedo encontrar sitio...

¿De que estás hablando? –dijo Ginny que había pasado a Neville para mirar en el ultimo compartimiento–. Aquí hay espacio, solo está Loony Lovegood.

Neville dijo algo parecido a que no quería molestar a nadie.

—Exactamente —reconoció Neville—, no quería molestar, y menos a alguien que no conocía.

No te preocupes –dijo Ginny riendo–. Es simpática.

Abrió la puerta y metió su maleta. Harry y Neville la siguieron.

Hola Luna –dijo Ginny–. ¿Te parece bien si nos sentamos aquí?

La chica de la ventana les miró. Tenía el largo pelo rubio enredado y sucio, las cejas muy claras y los ojos grandes, que le daban aspecto de estar siempre sorprendida. Harry comprendió porque Neville había escogido pasar ese compartimiento. La chica daba la impresión de estar claramente chiflada. Quizás fuera el hecho de que tenía su varita a la altura del oído para protegerse, que llevaba un collar de corchos de cerveza de mantequilla o que estaba leyendo la revista boca abajo. Sus ojos pasaron de Neville a Harry. Asintió.

—Como siempre —mencionó Lilu—, la tía Luna es tan particular.

Gracias –dijo Ginny sonriéndole.

Harry y Neville pusieron los tres baúles y la jaula en el portaequipajes y se sentaron. Luna los miraba por encima de su revista vuelta del revés, que se llamaba "The Quibbler". Parecía no tener que parpadear tanto como el resto de los humanos. Ella miraba y miraba a Harry, que se había sentado enfrente suyo y ahora deseaba no haberlo hecho.

¿Has pasado un buen verano, Luna? –pregunto Ginny.

Si –dijo Luna, sin quitar los ojos de Harry–. Si, ha estado bastante divertido. Tú eres Harry Potter –añadió.

Sé que lo soy –dijo Harry.

Algunas risas explotaron, pero apenas hicieron detener unos segundos a Padma.

Neville ahogó la risa. Luna volvió sus pálidos ojos hacia él.

Y no se quien eres tú.

No soy nadie –dijo rápidamente.

Alice miró amargamente a su hijo, para luego abrazarlo. Neville tuvo que admitir:

—Ya sabes que siempre he tenido muy poca confianza en mí mismo.

—Y creo que te lo reclamé en ese momento —saltó Ginny.

—Así es —mencionó Padma—, y aquí lo leo:

¿Cómo que no eres nadie? –dijo Ginny–. Neville Longbottom... Luna Lovegood. Luna va a mi curso, pero ella es de Ravenclaw.

Una persona chistosa sin medida es el mayor tesoro del hombre –dijo Luna con voz cantarina. Levantó su revista girada hasta que tapó su cara y se calló. Harry y Neville se miraron con el ceño fruncido. Ginny se rió tontamente.

—Harry…

—Me gustó como reíste —reconoció Harry.

—Pero dices que "tontamente" —insistió Ginny. Harry suspiró, pero no dijo más nada, sólo le hizo señas a Padma para que siguiera leyendo.

El tren siguió adelante, corriendo a campo abierto. Era extraño, lo que había cambiado el día; cuando salieron hacia mucho sol y ahora estaban pasando bajo grandes nubes grises

Adivina que me regalaron por mi cumpleaños –dijo Neville.

¿Otra recordadora? –dijo Harry, acordándose de la que la abuela de Neville le había mandado para vencer su penosa memoria.

No –dijo Neville–, me basta con una, pero, la perdí hace años (lo que provocó risas entre los más jóvenes)... no, mira esto... metió la mano que no sujetaba a Trevor en la mochila de la escuela y después de un rato de escarbar en ella, sacó lo que parecía un cactus gris en un bote, excepto que estaba cubierto por furúnculos en lugar de espinas. Es una Mimbulus mimbletonia –dijo orgullosamente. Harry miró a esa cosa. Estaba vibrando, tomando un aspecto de órgano interno enfermo (Neville y Frankie miraron a Harry con decepción)–. Es muy raro –dijo Neville sonriendo–, no se si hay alguno en el invernadero de Hogwarts. Estoy esperando a enseñárselo a la profesora Sprout. Mi tío abuelo Algie lo cogió para mí en Asiria. Quiero ver si puedo hacer que se reproduzca.

—Un hermoso ejemplar, según recuerdo —comentó la profesora Sprout, haciendo inflar el pecho de Neville.

Harry sabía que la asignatura preferida de Neville era la herbología, pero por nada del mundo quería ver lo que hacía con el desarrollo de esa planta.

¿Hace… algo? –preguntó Harry.

¡Cantidad de cosas! –dijo Neville–. Tiene un maravilloso sistema de defensa. Toma, coge a Trevor.

Dejó al sapo en el regazo de Harry y cogió una pluma de su mochila. Los ojos de Luna Lovegood aparecieron por encima de la revista girada de nuevo, para mirar lo que hacía Neville.

—Creo que es una mala idea —comentó Frankie, a lo que Paula asintió con los ojos muy abierto.

Neville cogió la Mimbulus mimbletonia, con la lengua entre los dientes, cogió una gota y le dio a la planta una gota del producto con la punta de su pluma. Un liquido verde oscuro comenzó a salir a chorros por cada furúnculo de la planta. Golpearon el techo, las ventanas, y la revista de Luna; Ginny, que había puesto sus manos delante de su cara a tiempo, parecía llevar un pringoso sombrero verde, pero Harry, que sostenía en las manos a Trevor para que no escapara, lo recibió en la cara. Olía a estiércol podrido. Neville, cuya cara y cuerpo estaban empapados, sacudió la cabeza para quitar algo de sus ojos.

Lo… Lo siento –balbuceó–. Aún no lo había probado... no os preocupéis. No es venenoso –añadió nerviosamente, mientras Harry tiraba un trozo al suelo.

En ese preciso momento la puerta del compartimiento se abrió.

Ehh… Hola, Harry –dijo una voz nerviosa–; ¿llego en mal momento?

Harry limpió los cristales de sus gafas con su mano libre. Una chica muy guapa con largo y liso pelo negro estaba en la puerta sonriéndole: Cho Chang, la buscadora del equipo de quidditch de Ravenclaw.

—Para completar —comentó jocosamente JS.

—Lo normal —comentó Seamus—, quieres impresionar a una chica y terminas pasando pena.

Ehh… Hola –dijo torpemente Harry.

Esto… dijo Cho–. Bien… solo venía a saludarte... adiós, entonces.

Con rubor en sus mejillas, cerró la puerta del departamento. Harry se dejó caer en el sillón gimiendo. Le hubiera gustado ser Cho para descubrirse con un grupo de gente normal riéndose de una broma que acababan de hacer; él no había escogido estar sentado con Neville y Loony Lovegood, agarrando un sapo y goteando esa cosa podrida.

—Lo lamento, Harry —comentó Neville, a lo que el aludido sólo hizo el gesto de quitarle presión al asunto sacudiendo sus manos.

No te preocupes –dijo Ginny segura de si misma–. Mira, podemos fácilmente librarnos de esto –sacó su varita–. ¡Scourgify!

La cosa pestilente desapareció.

Lo siento –dijo Neville de nuevo, en voz baja.

—No sólo de la maldición de mocomurciélago se vive —comentó Ginny con suficiencia, lo que provocó algunas risas.

Ron y Hermione no volvieron hasta que pasó una hora, tiempo en el cual pasó el carrito de la comida. Harry, Ginny y Neville acababan de terminar sus pasteles de calabaza y se distraían mirando los cromos de las ranas de chocolate, cuando la puerta se abrió y ellos entraron acompañados por Crookshanks y la ruidosa Pigwidgeon en su jaula.

Estoy hambriento –dijo Ron dejando a Pig cerca de Hedwig, cogiendo una rana de chocolate de Harry y sentándose a su lado. Rasgó el envoltorio, dio un mordisco a la cabeza de la rana y se apoyó hacia atrás con los ojos cerrados como si hubiera tenido una mañana muy dura.

Bien, hay dos prefectos de 5º por cada casa –dijo Hermione mirando para ver donde se sentaba–. Un chico y una chica de cada una.

¿Y a que no adivinas quien es el prefecto de Slytherin? –dijo Ron con los ojos cerrados.

Malfoy –respondió Harry, seguro de que su peor miedo se confirmaría.

Por supuesto –dijo Ron amargamente, comiéndose el resto de la rana y cogiendo otra.

—No entiendo por qué la molestia —comentó Snape atonalmente—, sabiendo que era la mejor selección que había ese año.

—Me extraña que no lo sepa, profesor —replicó Harry—, cuando es evidente que en esos tiempos teníamos nuestras diferencias.

Y también la vaca de Pansy Parkinson –dijo Hermione con malicia (a lo que Dennis sólo frunció el ceño, aunque Natalie no se dio cuenta)–. ¿Cómo puede haber llegado a prefecta si es más tonta que un troll con conmoción cerebral?

¿y de Hufflepuff? –preguntó Harry.

—Yo —respondió Hannah, sonriendo—, con Ernie.

Eso hizo sonreir a los cuatro hijos de Neville y Hannah.

Ernie Macmillan y Hannah Abbott dijo Ron.

Y Anthony Goldstein y Padma Patil por Ravenclaw –dijo Hermione.

Naira tomó la mano de su madre, sonriendo.

Fuiste al baile de navidad con Padma Patil –dijo una voz baja. Todo el mundo miró a Luna, que miraba a Ron por encima de "The Quibbler". Él se tragó la rana de chocolate.

Sí, ya lo sé –dijo, mirándola sorprendido.

No le gustó mucho –le informó Luna–. Pensó que no la trataste muy bien porque no quisiste bailar con ella. A mi no me hubiera importado –añadió pensativa–. A mi no me gusta mucho bailar.

—Luna —se interrumpió Padma—. Imagino que me escuchó cuando lo comenté en la Sala Común el día que regresaron después de las vacaciones de Navidad. Siempre tan franca.

Se escondió de nuevo bajo la revista. Ron miró fijamente la portada con su boca abierta durante unos segundos, y miró a Ginny en busca de alguna explicación, pero ella estaba metiendo sus nudillos en su boca para aguantar la risa. Ron agitó su cabeza perplejo, y miró su reloj.

Nos han dicho que tenemos que patrullar los pasillos cada cierto tiempo –les dijo a Harry y Neville–, y podemos castigar si la gente se porta mal. No puedo esperar para pillar a Crabble y Goyle en algo.

¡No debes abusar de tu posición, Ron! –dijo Hermione.

Bien, porque Malfoy tampoco abusará... –dijo Ron sarcásticamente.

—Eso es verdad —reconoció Draco.

¿Y piensas descender a su nivel?

No, solo me aseguraré de pillar a sus compañeros como el intentará hacer con los míos.

Por el amor de Dios, Ron…

Obligaré a Goyle a copiar, eso lo matará, odia escribir –dijo Ron felizmente. Cambió su tono de voz por el de Goyle y poniendo cara de concentración, hizo como si escribiera en el aire–. Yo… no… debo… parecerme… al… culo… de… un… mandril…

Explotaron las risas entre los más jóvenes, junto con aplausos que hicieron que Ron se levantara a agradecer el gesto.

Todos se rieron, pero nadie tan fuerte como Luna Lovegood. Pegó un chillido que hizo que Hedwig levantara sus alas indignado y que Crookshanks se fuera al portaequipajes maullando. Se rió tan fuerte que la revista se escapó de sus manos, resbaló por sus piernas y cayó al suelo.

¡Qué divertido! sus grandes ojos se abrieron y jadeaba al respirar, mirando a Ron. Él, totalmente perplejo, miró a sus amigos, que se reían de su expresión y de la risa escandalosa de Luna, que ahora se balanceaba alante y atrás agarrando su tripa.

¿Me está tomando el pelo? –le preguntó Ron.

El culo… ¡De un mandril! –dijo palmeando sus costillas.

Todos miraban a Luna, pero Harry miraba a la revista del suelo. Boca abajo, le había sido complicado ver lo que era la foto de la portada, pero ahora Harry se dio cuenta de que era un dibujo muy mal hecho de Cornelius Fudge; solo lo reconoció por su sombrero verde lima. Una de las manos de Fudge estaba agarrando un saco de oro; la otra cogía el cuello de un duende. El dibujo tenía un titulo: ¿Hasta donde va a llegar Fudge para conseguir Gringotts?

—Un titular interesante —comentó Bill—, aunque dudo que los duendes se dejen someter por el Ministerio.

Debajo estaban los titulares de las demás noticias de la revista.

Corrupción en la liga de Quidditch: como están los Tornados tomando el control

Revelamos los secretos de las Runas Antiguas

Sirius Black: ¿Victima o malvado?

¿Puedo verla? –preguntó Harry a Luna. Ella asintió, mirando a Ron y respirando con dificultad.

—De verdad me tenía abrumada su actitud —comentó Ron, con tono de sinceridad.

Harry abrió la revista y miró el índice. Hasta ese momento se había olvidado completamente de la revista que Kigsley le había devuelto al señor Weasley para Sirius, pero debía de ser ese número de "The Quibbler". Encontró la página y fue hacia el artículo.

Este también estaba ilustrado por un dibujo muy malo; de hecho Harry no hubiera sabido que era Sirius si no hubiera leído el titular. Estaba de pie sobre una montaña de huesos humanos con su varita fuera. El encabezamiento decía:

¿Conocido asesino de masas o inocente ídolo musical?

Harry tuvo que leer la frase muchas veces antes de darse cuanta de que no la había entendido mal. ¿Desde cuando era Sirius un ídolo musical?

—¿Ese? —mencionó James, señalando a Sirius con el pulgar—. Ese perro no canta ni en la ducha.

—Nunca —admitió Sirius—, ni siquiera después de conocer la música muggle gracias a Lils.

Lily sonrió satisfecha.

—Cuando nos casamos, obligué a James a aceptar que tuviéramos electricidad en nuestra casa, para así poder escuchar la radio tradicional, además de la mágica, y a Sirius le gustaba escuchar las emisoras que colocaban rock.

Durante catorce años, Sirius Black ha sido creído culpable de matar a 20 muggles inocentes y a un mago. La audacia de Black para escapar de Azkaban hace dos años le ha llevado a una amplia persecución nunca llevada a cabo por el ministerio. Nadie nunca ha cuestionado que mereciera ser capturado y devuelto a los dementores

PERO ¿REALMENTE FUE ÉL?

Nuevas pruebas de que Sirius Black no cometió los crímenes por los que fue encerrado en Azkaban han salido a la luz. De hecho, dice Doris Purkiss, del 18 de la Calle Acanthia, Little Norton, Black ni siquiera estaba presente en el asesinato 'lo que la gente no sabe es que Sirius Black es un nombre falso' decía la Sra Purkiss 'El hombre que la gente cree que es Sirius Black, es en realidad Stubby Boardman, el cantante del popular grupo "los Hobgoblins", que se retiraron de la vida pública después de que se les taponaran los oídos en el concierto en la iglesia de Little Norton, hace unos 15 años. Lo reconocí en el momento que vi su foto en el periódico. Ahora: Stubby no pudo haber cometido esos crímenes, porque el día en cuestión estaba teniendo una cena romántica conmigo. Ya he escrito al Ministerio de Magia y estoy esperando que perdonen a Stubby, alias Sirius, algún día de estos.

—Sirius —se oyó la voz de Fred, como suplicante.

—¿Nos obsequias un autógrafo? —complemento George, provocando risas y que JS y Freddie, lanzándose delante de Sirius, hacían gestos de fanáticas alborotadas, lo que generó un alboroto por unos minutos, hasta que, calmado el alboroto, Padma pudo seguir la lectura.

Harry acabó de leer y miró la pagina de al lado. Quizás fuera una broma, pensó, quizás la revista solo imprimía tonterías. Pasó unas cuantas hojas y encontró el artículo de Fudge:

—Me interesa ver que publicaron en ese momento —comentó Bill.

Cornelius Fudge, el ministro de Magia, negó tener algún plan para adquirir el banco de los magos, Gringotts, cuando fue elegido Ministro hace cinco años. Fudge siempre insistió en que no quería nada más que 'una cooperación pacifica' con los guardianes de nuestro oro.

PERO ¿ES ESO CIERTO?

Fuentes cercanas al ministro han revelado que la ambición más querida de Fudge es conseguir el control del suministro de oro de los duendes y que no dudaría en usar la fuerza para conseguirlo. 'No es la primera vez' nos dice un infiltrado del ministerio. 'Cornelius "aplasta-duendes" Fudge, así es como lo llaman sus amigos. Si lo escuchas cuando cree que está solo, ohh, siempre está hablando sobre lo que hará con los duendes; quiere que se ahoguen, que se tiren por un edificio, que los envenenen, cocinarlos en un pastel…'

Harry no siguió leyendo. Fudge podía ser muchas cosas pero era excesivo pensar que él había pensado cocinar a los duendes en pasteles. Ojeó el resto de la revista. Leyó: una acusación de que los Tutshill Tornados estaban ganando la copa de quidditch por una combinación de chantajes, escobas ilegales y torturas (—No creo —comentó Roxanne—, no creo que tengan tanta influencia); una entrevista a un mago que decía haber llegado a la luna en una Cleansweep 6 y un articulo sobre runas antiguas que explicaba porque Luna estaba leyendo la revista boca abajo.

Según la revista, si girabas las runas sobre si mismas revelaban un encantamiento para que las orejas de tus enemigos se volvieran "kumquats". De hecho si comparaba el resto de artículos con la sugerencia de que Sirius era en realidad el cantante de los Hobgoblins... esa era la más sensata.

¿Dice algo interesante? –pregunto Ron cuando Harry la dejó.

Por supuesto que no –dijo Hermione antes de que Harry contestara–. La revista Quibbler es basura. Todo el mundo lo sabe.

—Mala jugada —comentó Lilu, mirando a su tía.

—Así me lo hizo saber, Lilu —reconoció Hermione.

Perdona, bonita –dijo Luna; su voz había perdido su tendencia cantarina–. Mi padre es el editor.

Yo… esto… dijo Hermione realmente avergonzada–, bien… es interesante… quiero decir… es bastante…

Devolvédmela, gracias –dijo Luna fríamente, inclinándose hasta cogerla de las manos de Harry.

Pasando a la página 57 la volvió del revés otra vez, y desapareció tras ella, justo cuando la puerta se volvía a abrir. Harry miró; lo había esperado, pero no por eso la visión de Draco Malfoy sonriéndole socarronamente entre sus compinches Crabbe y Goyle, era más agradable.

—¿Llegaste a ver la página que buscó? —preguntó Seamus sorprendido.

—Sí —reconoció Harry, tranquilo.

¿Qué quieres? –dijo agresivamente antes de que Malfoy abriera la boca.

Compórtate Potter, o te haré detener –susurro Malfoy, cuyo lustroso pelo rubio y cuya barbilla afilada eran exactas a las de su padre–. Verás, yo, al contrario que tu, he sido nombrado prefecto... lo que significa, que yo tengo poder para repartir castigos, tú no.

Sí –dijo Harry–, pero tú, al contrario que yo, debes salir de aquí y dejarnos solos.

Ron, Hermione, Ginny y Neville se rieron. Malfoy torció el labio.

Dime ¿cómo te sientes quedando por detrás de Weasley, Potter? –preguntó.

—A ti te gustaba incordiar, ¿no? —le dijo Astoria a Draco, para luego sorprenderlo—, ya a esta altura no vale la excusa que estabas influenciado por tu padre.

—Sí —suspiró Draco—, admito que ya en ese momento era por iniciativa propia.

—No me extraña —sentenció Astoria, suspirando pesadamente.

Cállate, Malfoy –dijo Hermione bruscamente.

Parece que te he puesto nervioso –dijo Malfoy–. Bien, estate atento, Potter, porque voy a seguir todos tus pasos como si fuera un perro y en caso de que te salgas de la raya…

¡Sal de aquí! –dijo Hermione poniéndose de pie.

Malfoy quedó riéndose, lanzó una maliciosa mirada a Harry y se fue, con Crabbe y Goyle pisándole los talones. Hermione cerró la puerta tras ellos y se giró para mirar a Harry.

—¿Se dio cuenta de Sirius como animago? —preguntó JS a Harry, por lo que no vió a Draco asentir en silencio.

Déjame otra rana –dijo Ron, que no se había dado cuenta de nada.

La mayoría de los Weasley miraron sorprendidos a Ron, quien se justificó:

—Tenía hambre, ni me di cuenta que habían estado por ahí.

Harry no quería hablar abiertamente ante Neville y Luna. Intercambió otra mirada nerviosa con Hermione, y miró por la ventana. Había pensado que el hecho de que Sirius fuera a la estación era divertido, pero de repente no solo le pareció imprudente, sino peligroso… Hermione tenía razón... Sirius no debería hacer ido.

¿Qué pasaba si el Sr. Malfoy había visto al perro y se lo había dicho a Draco? ¿Qué pasaría si deducían que los Weasley, Lupin, Tonks y Moody sabían donde estaba Sirius? ¿O que Draco hubiera usado la palabra PERRO había sido una coincidencia?

—Ahora esas preguntas no me van a dejar dormir esta noche.

El comentario de Kevin provocó risas, aunque Lily cruzó una mirada de reclamo con Sirius, quien sólo encogió los hombros.

El tiempo permaneció indeciso mientras viajaban hacia el Norte. Llovía salpicando la ventana un rato del camino, y luego el sol salía fuertemente antes de que las nubes lo volvieran a tapar de nuevo. Cuando se hizo oscuro, las lámparas del vagón se encendieron. Luna puso bien la revista y la metió cuidadosamente en la mochila, pasando a mirar a cada uno de ellos.

Harry estaba sentado con la frente arrimada a la ventana, intentando tener la primera visión de Hogwarts, pero era una noche sin luna y el cristal estaba empañado por la lluvia.

—¿Muy preocupado, hijo? —preguntó Lily.

—Sí, debo reconocerlo —admitió Harry.

Tendríamos que ir cambiándonos –dijo al fin Hermione, y todos abrieron sus baúles con dificultad y sacaron sus ropas del colegio. Ella y Ron pusieron sus insignias de Prefectos en su pecho. Harry vio a Ron mirando su reflejo en la oscura ventana.

Por fin, el tren comenzó a parar y oyeron los ruidos de la gente sacando sus equipajes y sus mascotas, preparados para salir. Como Ron y Hermione tenían que supervisarlo todo, desaparecieron de nuevo, dejando a Harry y los otros cuidando a Crookshanks y Pig.

Si quieres puedo llevar esa lechuza –dijo Luna a Harry cogiendo a Pig mientras Neville metía a Trevor en su bolsillo.

Ohh… si… gracias –dijo Harry agarrando su baúl y la jaula de Hedwig.

—Como siempre, un caballero —alabó Molly, provocando risitas y cierto sonrojo en Harry.

Salieron del compartimiento sintiendo la primera ráfaga del aire nocturno en sus caras mientras andaban por el pasillo. Lentamente, llegaron a la puerta de salida. Harry pudo oler los pinos que crecían en el sendero del lago. Bajo al anden y miró a su alrededor esperando oír una voz familiar que llamase a los chicos de primer curso ('aquí… los de primero… a ver... todos conmigo…') Pero no fue eso lo que escuchó. Fue una voz diferente, de mujer la que llamó.

Los de primero poneros en fila aquí ¡por favor! Todos los de primero conmigo.

Un farol se encendió cerca de Harry y con la luz pudo ver la prominente barbilla y el fuerte corte de pelo de la profesora Grubbly-Plank, la bruja que se había hecho cargo de las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas de Hagrid, por un tiempo el año anterior.

¿Dónde estará Hagrid? –preguntó Harry.

No lo se –dijo Ginny–, pero debemos apartarnos de la puerta... estamos bloqueando la salida.

Oh… si claro.

Harry y Ginny se separaron mientras andaban por el andén y salían de la estación. Empujado por la multitud, Harry buscaba en la oscuridad a Hagrid; tenía que estar por allí, confiaba en ello... ver a Hagrid de nuevo era una de las cosas que había estado esperando con mas impaciencia… pero no había señal de él.

Hagrid quería comentar dónde estaba, pero Dumbledore le hizo señas para que mantuviera silencio.

Harry se dijo a si mismo que debía ir hacia la puerta de salida con el resto de sus compañeros. Él estaría resfriado o algo parecido...

Buscó a Ron y Hermione, esperando saber que pensaban ellos de la reaparición de la profesora Grubbly-Plank, pero ninguno de ellos estaba cerca, así que salió a la mojada y oscura calle fuera de la estación de Hogsmeade.

Allí estaban los cientos de carruajes que siempre llevaban a los estudiantes que no eran de primero hacia el castillo. Harry los miró rápidamente, pero apartó la vista para buscar a Ron y Hermione. Pero algo raro le hizo volver a mirarlos.

—¿Algo raro? —preguntó Louis, extrañado.

—Escucha, Louie, escucha—le pidió Harry.

Había unas criaturas atadas a los carruajes. Si tuviera que ponerles un nombre suponía que les llamarían caballos, pero tenían algo de reptiles. No tenían nada de carne, su pelo negro se agarraba a sus esqueletos, haciendo que cada hueso fuera visible. Sus cabezas eran de dragón, y sus ojos sin pupila, blancos y fijos. Tenían alas grandes y con textura de cuero que parecían diseñadas para murciélagos gigantes. Estaban de pie y tranquilos, y parecían misteriosos y siniestros. Harry no podía entender porque los carruajes estaban tirados por esos horribles caballos si eran capaces de moverse por si mismos.

¿Donde está Pig? –dijo la voz de Ron, detrás de Harry.

Lo tiene Luna –dijo Harry, volviéndose rápidamente para preguntar a Ron por Hagrid–. ¿Sabes donde está...

—…Hagrid? No lo se –dijo Ron con tono preocupado– Espero que esté bien.

—Sí, se puede decir que estaba bien —comentó Hagrid, sin aclarar más nada.

Un poco más allá, Draco Malfoy, seguido por un pequeño grupo de tontos que incluían a Crabbe, Goyle y Pansy Parkinson, empujaron a algunos chicos de segundo con cara de tímidos para tener un carruaje para ellos solos. Segundos mas tarde Hermione salió jadeando entre la multitud.

Malfoy ha sido asqueroso con los chicos de primero. Os juro que voy a informar de ello, solo tiene la insignia desde hace tres minutos y ya la está usando para tratar a la gente peor que nunca... ¿donde está Crookshanks?

Ginny lo tiene –dijo Harry–. Está…

Ginny acababa de salir de entre la multitud, llevando a Crookshanks.

Gracias –dijo Hermione, cogiendo al gato–. Vamos, cojamos un carruaje antes de todos se llenen…

¡Aun no tengo a Pig! –dijo Ron, pero Hermione ya había entrado en el carruaje vacío más cercano. Harry se quedó con Ron.

¿Qué son esas cosas? ¿Lo sabes? –preguntó a Ron, señalando a los horribles caballos mientras llegaban más estudiantes.

¿qué cosas?

Esos caballos…

Los más jóvenes miraban extrañados a Harry, quien sólo miraba a Padma leer.

Luna apareció llevando la jaula de Pig en sus brazos; la pequeña lechuza parecía gorgojear de nervios más de lo normal.

Aquí la tienes –dijo ella–. Es una lechucita muy dulce ¿verdad?

Esto… si… lo es –dijo Ron ásperamente–. Bien, vamos dentro entonces… ¿que me estabas diciendo, Harry?

Te preguntaba por esa especie de caballos –dijo Harry, mientras él, Ron y Luna iban hacia el carruaje en el que estaban sentadas Hermione y Ginny.

¿Qué especie de caballos?

¡Los caballos que tiran de los carruajes! –dijo Harry impaciente. Estaban a tres pasos del más cercano, que los miraba con sus ojos blancos. Ron, sin embargo, miraba a Harry con ojos perplejos.

¿De qué estás hablando?

Era la misma sensación que muchos tenían en la Sala, especialmente de los más jóvenes.

Hablo de… ¡Mira!

Harry agarró el brazo de Ron y lo empujó hasta que estuvo cara con cara con el extraño caballo. Ron se quedó quieto un momento, luego miró a Harry y dijo:

¿Qué se supone que tengo que ver?

A los… allí, ¡entre los palos! ¡unidos al carruaje! Justo delante de ti.

Pero Ron seguía mirando, como si algo raro le ocurriera a Harry.

Tu no… ¿no los ves?

¿Ver el que?

¿No ves lo que tira de los carros?

Ron lo miró ahora muy alarmado.

—En serio —dijo Ron—, ya me estabas preocupando.

—Ya me di cuenta —admitió Harry.

¿Te encuentras bien, Harry?

Yo… si… claro.

Harry se sintió totalmente perplejo. El caballo estaba allí... enfrente de él, mirándolo sin interrupción a la débil luz que venía de las ventanas de la estación y sacando vapor por su nariz. Seguro que Ron le estaba engañando... y era una broma muy mala... Ron no podía no verlos.

¿Entramos, entonces? –dijo Ron mirando a Harry con cara de preocupación.

Si –dijo Harry–, si, vamos…

Está bien –dijo una voz débil detrás de Harry cuando Ron se perdió en la oscuridad del interior del carruaje– No estás loco ni nada por el estilo. Yo también puedo verlos…

¿De verdad los ves? –Dijo Harry volviéndose hacia Luna. Pudo ver las alas de los caballos reflejadas en sus ojos plateados

Oh, si –dijo Luna–. Soy capaz de verlos desde mi primer día aquí. Ellos siempre tiran de los carruajes. No te preocupes. Estás tan cuerdo como yo…

Sonriendo levemente, se subió al carruaje donde estaban todos. Sin quedarse completamente tranquilo Harry la siguió.

—Cualquiera se impresiona si ve animales que otros no ven y llega alguien que lee revistas al revés, usa un collar con tapones de corcho y te dice que estás tan cuerdo como ella —comento Freddie—, y eso que conozco a la tía Luna.

—¿Por qué la llaman "tía"? —preguntó Paula—, ¿es familia de ustedes?

—Es cuestión de cariño —respondió Hugo—, creo que la conocemos de toda la vida, a ella, al tío Rolf y a los mellizos Lorcan y Lysander.

—Qué raro que no pudieron venir —comentó Lilu.

—Porque justo después que ustedes se vinieron para Hogwarts —indicó Harry, ante el asentimiento de Ginny—, Luna y Rolf tomaron un traslador hacia Suramérica, creo que me comentó que iban al Macizo Guayanés porque habían escuchado sobre especies desconocidas.

—Ha llegado la hora de cenar y prepararse para continuar esta jornada después de las necesarias horas de descanso —dijo la voz de la Sala, provocando mayor distensión entre los asistentes, quienes se acercaron a las mesas, donde los alimentos los invitaban a disfrutar de una cena alegre.

Sin embargo, varios estaban preocupados, y eso se demostró cuando las distintas familias se retiraron a sus habitaciones. Cuando los Potter ingresaron al suyo, JS preguntó directamente a Harry:

—Papá, ¿qué era eso que estabas viendo en los carruajes de Hogwarts? Yo no he visto esas criaturas que describiste.

—Jamie —suspiró Harry antes de sentarse en la cabecera de la mesa de la cocina, rodeado por Ginny y sus hijos—, no me gustaría adelantarme —JS suspiró ruidosamente—. Sí, sé que no te gusta, pero la idea es que todos descubran lo mismo que yo descubrí al mismo tiempo. Si te lo digo, si se los digo, estaríamos haciendo trampa —pero al ver la mirada triste de Lilu, suspiró y dijo—. Está bien. Pero no le van a comentar a ninguno, ¿sí?

—¡Sí! —exclamaron los tres niños a coro.

—¿Seguro?

—No confías en nosotros —dijo JS, decepcionado.

—No es eso —replicó Harry—, es que si todos están descubriendo lo que vivimos, que lo hagan a su tiempo… Pero bueno, esos animales se llaman Thestrals, sólo lo pueden llegar a ver aquellos que hemos visto morir a alguien y reconocemos el hecho de la muerte. Yo los llego a ver desde que ví morir a Cedric.

Tres Aaaaaaahhhh salieron de las gargantas de JS, Al y Lilu, quienes, satisfecha su curiosidad, se fueron a dormir tranquilamente.

A la mañana siguiente, después de un desayuno muy animado, los asistentes se ubicaron en sus puestos cotidianos y el atril se materializó delante de Seamus, quien miró interesado el nombre del nuevo capítulo.


Buenas noches desde San Diego, Venezuela! Un domingo más nos reunimos ante esta "fogata virtual" a leer cómo nuestros personajes favoritos desde hace más de 20 años se reúnen a leer esos mismos libros, en esta "aventura astral de tres generaciones y ocho libros". En este capítulo, además de las peripecias para llegar a King's Cross y abordar el Expreso de Hogwarts, tenemos la introducción de un personaje que se ha convertido en uno de los favoritos, tanto que es llamado "tía" por los hijos de Harry: Luna. Por supuesto, su excentricidad y franqueza destacan y por eso se hace tan popular entre los que la conocen y aceptan. De esa misma forma, acepto y agradezco que ustedes me acompañen cada domingo con esta locura, con sus visitas, alertas activadas, marcas de favoritos y comentarios, como el que dejó creativo (es canónico que Susan es sobrina tanto de Amelia como de Edgar, pero no se menciona el nombre de los padres en ninguna parte). Gracias, gracias, gracias por seguir ahí, aunque no sepa de muchos que al inicio estaban... Y por favor, cuídense en estos tiempos de #cuarenterna y de variantes! Salud y bendiciones!