Harry Potter: Una lectura distinta, vol. 5

Por edwinguerrave

Copyright © J.K. Rowling, 1999-2008

El Copyright y la Marca Registrada del nombre y del personaje Harry Potter, de todos los demás nombres propios y personajes, así como de todos los símbolos y elementos relacionados, para su adaptación cinematográfica, son propiedad de Warner Bros, 2000.


La Orden del Fenix

CAPÍTULO 12 Profesora Umbridge

—Una pregunta muy interesante —reconoció Seamus, mientras dejaba el pergamino en el atril. Suspiró, y justo al ver a Harry y tomar aire para disculparse, éste lo cortó.

—Ya te lo dije, ya aclaramos ese incidente en su momento, y quizás se narre aquí.

—Está bien —aceptó Seamus. Quien se sorprendió al ver el atril con un nuevo pergamino delante suyo fue Angelina.

—Sabemos que la Profesora Umbridge marcó ese año, ¿pero dedicarle un capítulo?

—Así sería —comentó sombríamente Violet, a lo que Colin le respondió:

—Ni te lo imaginas.

Todos se acomodaron para la lectura y Angelina, luego de suspirar, comenzó a leer.

Seamus se vistió muy rápido a la mañana siguiente y dejó el dormitorio antes de que Harry se pusiera un solo calcetín

¿Pensará que puede volverse loco si está en la habitación conmigo más tiempo? –preguntó Harry, mirando la ropa de Seamus.

No te preocupes por él, Harry –dijo Dean, poniéndose la mochila en los hombros–. Él solo es...

Pero parecía no poder decir exactamente lo que Seamus era, y después de una ligera pausa le siguió fuera de la habitación. Neville y Ron miraron a Harry con una mirada de Es-su problema-no-el-tuyo, pero Harry no se consoló. ¿Cuánto más de esto tendría que aguantar?

—Apuesto que bastante —comentó sombríamente JS, esperando que alguno de los nuevos merodeadores aceptara la apuesta.

—Jamie, esta vez creo que no apostaré —le replicó Lucy—, se ve que la situación va a ir peor.

Frankie y Freddie asintieron en silencio, provocando que JS sólo suspirara, derrotado.

¿Qué pasa? –preguntó Hermione 5 minutos después, alcanzando a Harry y Ron a mitad de camino en la Sala común, cuando se dirigían a desayunar–. Pareces totalmente...Oh, por el amor de Dios ella estaba mirando el tablón de anuncios de la sala común, donde había una larga noticia.

GALEONES DE GALEONES

¿Te falta un poco de dinero para salir? ¿Querrías ganar algo de dinero extra? Contacta con Fred y George Weasley, en la sala común de Gryffindor, para obtener un trabajo a media jornada (avisamos que todo el trabajo esta bajo el riesgo del aspirante)

—¿Buscando ayudantes para el negocio? —preguntó Charlie con tono suspicaz.

—Relativamente —respondió enigmáticamente Fred.

—Creo que lo sabrás en un rato, hermano —dijo George, con una sonrisa de satisfacción.

Esto ya es demasiado –dijo Hermione, quitando el anuncio que Fred y George habían colgado sobre el cartel que anunciaba la fecha de la primera visita a Hogsmeade, que sería en Octubre. Tenemos que hablar con ellos, Ron.

Ron la miró muy alarmado.

¿Porque?

¡Porque somos prefectos! –dijo Hermione, y salió por el agujero del retrato– ¡Es nuestro deber parar este tipo de cosas!

Ron no dijo nada; pero Harry pudo ver en la expresión de su cara que parar a Fred y George cuando hacían lo que les gustaba no era lo que él quería.

—Totalmente de acuerdo —reconoció Ron, lo que le sacó sonrisas a los gemelos.

De todas formas, ¿qué ha pasado, Harry? –continuó Hermione mientras bajaban un piso por las escaleras llenas de cuadros de viejas brujas y magos, quienes los ignoraban, enfrascados en sus propias conversaciones–. Pareces enfadado por algo…

Seamus cree que Harry miente sobre Quien-tu-sabes –dijo Ron, cuando Harry no respondió. Hermione, que Harry había esperado que se enfadase, solo suspiró.

Si, Lavender también lo piensa –dijo Hermione simplemente.

—Reconozco que en ese momento fue así —admitió Lavender, acomodándose la bufanda—, pero me convencieron de lo contrario.

Debiste tener una pequeña conversación con ella sobre si miento o no, ¿lo hiciste? –dijo Harry.

No –dijo Hermione tranquilamente–. Le dije que callase su bocaza, porque aunque no te des cuenta, Ron y yo estamos de tu parte.

Algunas risas se escucharon, a las que Lavender respondió con un gesto de rendición; aunque otros voltearon a ver a Harry, quien asintió en silencio.

Hubo una pequeña pausa.

Lo siento –dijo Harry en voz baja

No te preocupes –dijo Hermione con dignidad. Entonces sacudió su cabeza–; ¿no os acordáis de lo que dijo Dumbledore en la fiesta de fin de curso del año pasado?

Harry y Ron la miraron en blanco y Hermione suspiró de nuevo.

Sobre Ya-sabéis-quien. Él dijo "su fuerza para extender la discordia y la enemistad es muy grande. Podemos luchar contra ella solo si presentamos unos lazos de amistad y una confianza igualmente fuertes…"

¿Cómo puedes recordar cosas como esa? –dijo Ron mirándola con admiración.

—Prestando atención —se oyó la voz de Rose, en tono acusatorio—, oyendo.

—Pero tú tienes ventaja —replicó Dom—, memorizas todo lo que ves u oyes.

—Puede ser —Rose se movió con suficiencia—, pero lo primero es prestar atención.

Hermione asintió en silencio, aprobando lo dicho por su hija.

Yo escucho, Ron –dijo Hermione con un toque de aspereza.

Yo también, pero no puedo decir exactamente que...

La cuestión –dijo Hermione– es que es exactamente esto de lo que Dumbledore hablaba. Quien-vosotros-sabéis solo se alzó hace dos meses y ya estamos empezando a pelearnos entre nosotros. Y el sombrero seleccionador nos advirtió lo mismo: permanecer juntos, estar unidos…

Harry tenía razón anoche –contestó Ron–. Si eso significa que tenemos que amistarnos con los Slytherins… mal cambio.

—En aquellos tiempos —mencionó Scorpius—, creo que actualmente no somos tan radicales en la casa. Siempre hay el que se la quiere dar de extremista, pero la mayoría no somos así.

Bien, yo pienso que es una pena que no intentemos una unión entre casas –le contradijo Hermione. Ellos terminaron de bajar las escaleras. Unos cuantos Ravenclaws de 4º estaban cruzando el hall de entrada; al ver a Harry corrieron a formar un grupo, como si pensaran que los iba a atacar.

Sí, estoy deseando hacerme amigo de gente así –dijo Harry sarcásticamente. Siguieron a los Ravenclaws dentro del Gran Comedor, mirando instintivamente a la mesa de profesores.

—Reconozco que muchos de nosotros en Ravenclaw estábamos mal informados —admitió Padma—, y personalmente hablando, Parvati y yo teníamos nuestras dudas.

—Pero era más por un asunto de no intercambiar cartas con los demás que por leer El Profeta —complementó Parvati.

La Profesora Grubbly-Plank estaba hablando con Sinistra, la profesora de Astronomía, y Hagrid brillaba por su ausencia. El cielo encantado era una resonancia del mal humor de Harry; estaba lleno de miserables nubes grises de lluvia.

Dumbledore no dijo por cuanto tiempo se quedaría la profesora Grubbly-Plank –dijo, cuando llegaron a la mesa de Gryffindor.

Quizás… dijo Hermione pensativa.

¿Qué? –dijeron a la vez Harry y Ron.

Bien…quizás no quería llamar la atención sobre el hecho de que Hagrid no estuviera aquí…

¿Qué quieres decir con que no quería llamar la atención sobre ello? –dijo Ron a media voz–. ¿No quiere que la gente se de cuenta?

Antes de que Hermione contestara, una alta chica negra de pelo largo se acercó a Harry.

—Mamá —dijo Roxanne, provocando una gran sonrisa en Angelina—, porque no hay alguien más así en lo que hemos leído hasta ahora.

—Así es, prima —confirmó Rose—, la única descrita así es la tía Angelina.

Hola, Angelina.

Hola –dijo enérgicamente ella–. ¿Un buen verano? –y sin esperar respuesta, dijo–. Escucha, Voy a ser la capitana del equipo de quidditch de Gryffindor.

¡Que bien! –dijo Harry, sonriéndole; sospechaba que los métodos de Angelina no serían tan enredados como los de Oliver Wood, lo que sería una mejora.

—¡Qué raro! —exclamó James, sorprendiendo a varios, incluyendo a la propia Angelina.

—¿Raro por qué, James? —preguntó Remus.

—Hubiera esperado que le hubieran dado la capitanía a Harry.

—Mis razones tenía —reconoció la directora McGonagall—, de no sobrecargarlo al darle el cargo de prefecto o de capitán del equipo, y más con lo que de alguna manera estaba por venir.

—Bueno —reconoció James—, tiene lógica al plantearlo de esa manera.

Si, bueno, necesitamos un nuevo guardián ahora que Oliver se ha ido. Las pruebas son el viernes a las 5 en punto y quiero que el equipo entero esté allí ¿de acuerdo? Entonces podremos ver si el nuevo encaja.

Vale –dijo Harry. Angelina le sonrió y se fue.

Había olvidado que Wood se había ido –dijo Hemione mientras se sentaba al lado de Ron y cogía un plato de tostadas–. Supongo que ahora el equipo será diferente.

Supongo –dijo Harry, sentándose en el banco de enfrente–. Era un guardián genial.

—Repito —insistió Freddie—, si Wood es la mitad de bueno que el papá, será el guardián de Gryffindor a partir de este año.

—Exactamente, Freddo, lo que dijiste cuando se leyó sobre el primer entrenamiento real del equipo de quidditch en tercer año —dijo Rose—, y también recuerdo que Hugo dijo que no era tan bueno como yo.

—Lo que es una verdad incontestable —admitió el aludido, ante los gestos de asentimiento de los demás Weasley.

Con gran estrépito, cientos de lechuzas aparecieron por las ventanas, descendieron por el comedor, dejando cartas y paquetes a sus dueños, y mojándolos; claramente fuera estaba lloviendo.

Hedwig no trajo nada, pero Harry no se sorprendió. Su única correspondencia era con Sirius, y dudaba que tuviera algo que decirle en solo 24 horas. Hermione sin embargo dejó su zumo de naranja para coger a una gran lechuza húmeda que llevaba un empapado ejemplar de El Profeta en su pico.

¿Porque lo recibes aun? –dijo Harry enfadado, pensando en Seamus, mientras Hermione dejaba un knut en la bolsa de cuero que la lechuza tenía en su pata–. Me molesta... solo es basura.

—Cierto —comentó James, a lo que Lily replicó:

—Es mejor saber de primera mano lo que está ocurriendo.

Es mejor saber lo que dice el enemigo –dijo Hermione sombríamente, abriendo el periódico y desapareciendo tras él, sin aparecer hasta que Ron y Harry terminaron de comer.

—Algo así —reconoció Lily, sonriéndole abiertamente a Hermione.

Nada –dijo ella simplemente, enrollando el periódico y dejándolo en la mesa–. Nada sobre ti, Dumbledore o algo parecido.

La profesora McGonagall estaba pasando por la mesa, repartiendo los horarios.

—Un momento aterrador —mencionó JS.

—¿Por qué lo dice, señor Potter? —preguntó la directora McGonagall, extrañada.

—Porque uno en ese momento es que se entera cómo van a quedar las materias, en que orden en el día; las horas libres o las horas dobles.

—E intuyo —preguntó Paula— que todos los años es igual, ¿verdad?

—Algo así, Paulita —respondió Frankie, sonriendo a su hermana.

¡Mirad hoy! –gimió Ron–. Historia de la magia, Pociones doble, Adivinación y Defensa contra las Artes oscuras dobles… ¡Binns, Snape, Trelawney y Umbridge en un mismo día! Desearía que Fred y George corrieran y nos dieran algún truco para vagos que nos hiciera perder clases...

—Y combinaciones como esas son las que matan —insistió JS.

—Ya vas a ver cómo nos fue, Jamie —le respondió Harry.

¿Qué oyeron mis oídos? –dijo Fred, que llegaba con George, sentándose en el banco frente a Harry–. ¿Prefectos de Hogwarts que no desean asistir a sus clases?

Mira lo que tenemos hoy… dijo Ron, poniendo su horario bajo la nariz de Fred–. Es el peor lunes que he visto en mi vida…

Mala suerte, hermano pequeño –dijo Fred examinando la columna–. Puedes comprar un poco de Sangranarices. Es barato, si lo quieres...

¿Porqué es barato? –dijo Ron receloso.

Porque estarás sangrando hasta que te seques, aun no tenemos el antídoto –dijo George.

—Por suerte —comentó Fred—, logramos dar con el antídoto al poco tiempo.

—Y por eso se convirtió en uno de nuestros productos estrella —reconoció George, suavizando la mirada de terror de Molly.

Déjalo –dijo Ron guardando su horario–. Creo que tendré que ir a clase…

Y hablando de vuestras Bromas para Vagos –dijo Hermione mirando a Fred y George–. No podéis pedir a gente para probarlos en el tablón de anuncios de Gryffindor.

¿Y entonces a quien se lo decimos? –dijo George.

Díganmelo a mi –dijo Hermione–, o a Ron.

A mi no me metas en esto –dijo Ron. Hermione lo miró. Fred y George sofocaron la risa.

Dentro de poco cambiarás de opinión, Hermione –dijo Fred.

Estás empezando tu quinto año… pronto nos pedirás nuestros productos.

¿Y porque empiece 5º significa que voy a querer vuestras bromas para vagos? preguntó Hermione.

—No entiendo —comentó Rose, mientras los nuevos merodeadores prestaban atención, puesto que JS, Freddie y Frankie, además de Will, Dom, y en menor medida Molls, Lucy y Al, se habían acomodado en sus asientos para oir esta parte—. ¿No es el año de los TIMOs?

—Así es —dijo Hermione, a lo que Teddy, Victoire, Roxanne y Naira asintieron en silencio.

Quinto año es el año de los TIMOs (Titulo indispensable de magia ordinaria) –dijo George.

¿Y?

Pues que se te van a venir los exámenes encima –dijo Fred con satisfacción.

La mitad del año tendréis crisis nerviosas por los TIMOS –dijo George alegremente–. Lágrimas y rabietas… Patricia Stimpson se mareaba...

A Kenneth Towler le salieron furúnculos ¿te acuerdas? –dijo Fred nostálgico.

Eso fue porque le pusiste polvos de Bulbadox en su pijama –dijo George (lo que provocó risas en los bromistas).

Oh... si –dijo riendo Fred–. Lo había olvidado... le había perdido la pista.

De todas formas, el 5º es una pesadilla de curso dijo George–. Si os preocupan los resultados de los exámenes, Fred y yo podemos ayudaros de alguna manera.

Si… sacasteis ¿Cómo fue? ¿tres TIMOS cada uno? –dijo Ron.

Si –dijo Fred indiferente–, pero sabemos que nuestro futuro se sale del mundo de los logros académicos.

—Siempre fueron fieles a sus convicciones —reconoció Molly, sonriendo tristemente.

—Gracias a eso es que hemos alcanzado el éxito —admitió George, dándole una palmada en el hombro a Fred, aunque luego de carraspear aclaró—, con dificultades, crisis, pero lo hemos logrado.

—Lo logramos —confirmó Fred, palmeando la rodilla de George.

Estamos pensando seriamente no acabar nuestro séptimo año –dijo George alegremente–, ahora que tenemos... se calló gracias a una mirada de aviso de Harry, que sabía que George iba a mencionar el dinero que él les había dado cuando acabó el Torneo de los tres Magos– …ahora que tenemos nuestros TIMOS –dijo rápidamente–. Quiero decir ¿Realmente necesitamos los EXTASIS? (Exámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas) Pero no creemos que a mamá nos deje abandonar el colegio antes de tiempo, porque para colmo Percy...

—Casi la pones —soltó Freddie, sorprendiendo a su papá.

No vamos a malgastar nuestro ultimo año aquí, de todas formas –dijo Fred mirando alrededor del gran comedor–. Vamos a usarlo para hacer investigaciones de marketing, encontrando lo que los alumnos de Hogwarts realmente necesitarían en una tienda de bromas, evaluando los resultados de cada uno y elaborando los productos para cubrir la demanda…

—Marketing a lo muggle —comentó Samantha, sorprendiendo a los gemelos. Cuando voltearon a verla, comentó—. Yo estaba sacando un postgrado en mercadotecnia cuando conocí a Dudley, y por eso les digo que lo que ustedes se propusieron en ese momento fue un modelo de marketing tradicional. Podría jurar que leyeron a Kotler y Armstrong o a Ries y Trout, dos pares de expertos en el área.

—Y pensar que eso se nos fue ocurriendo a medida que explorábamos la idea de la tienda de bromas —reconoció Fred.

—Sí, fue algo intuitivo —completó George—, nunca leímos nada de eso, aunque sí sabíamos algo por lo que llegamos a leer en algunos periódicos muggles que papá llegó a llevar a casa; artículos que comentaban sobre pruebas de productos e investigación de mercados.

—Impresionante —reconoció Samantha—, realmente impresionante.

¿Pero de donde vais a sacar el dinero para abrir una tienda de bromas? –preguntó Hermione escéptica–. Necesitareis materiales e ingredientes… y un local, supongo...

Harry no miraba a los gemelos. Sentía la cara ardiendo, había tirado deliberadamente su tenedor y se agachó a recogerlo. Oyó que Fred decía:

No nos preguntes y no te mentiremos, Hermione. Vamos, George, si llegamos pronto podemos vender algunas orejas extensibles antes de la clase de Herbología…

—Mejor omitir detalles que provocar problemas —comentó George.

Harry salió de debajo de la mesa y vio a Fred y George andando con un par de tostadas.

¿Qué han querido decir? –dijo Hermione mirando a Harry y Ron—. ¿Quiere decir que ya han conseguido dinero para empezar con su tienda de bromas?

Ya sabes que yo me pregunto lo mismo –dijo Ron con la frente arrugada–. Ellos me compraron unas túnicas nuevas este verano y no entiendo de donde sacaron los Galeones…

Harry decidió que era preciso sacar la conversación de ese terreno tan peligroso para él.

—En cualquier momento se iba a descubrir todo —comentó Lily.

—Prefería que mientras más tarde fuera, mejor —reconoció Harry.

¿Creéis que es verdad que este año va a ser muy duro? ¿Por los exámenes?

Oh, si –dijo Ron–. Tiene que serlo ¿no? Los TIMOs son muy importantes, para trabajar y para todo. Debemos decidir a que nos dedicaremos tras este año, Bill me lo dijo. Porque debes elegir que EXTASIS quieres hacer al año que viene.

¿Sabéis que queréis hacer después de Hogwarts? –preguntó Harry a los otros dos, mientras dejaban el Gran Comedor y se encaminaban hacia la clase de Historia de la Magia.

No realmente –dijo Ron–, Excepto... bueno...

Ron parecía un poco avergonzado.

¿Qué? –le insistió Harry.

Bueno, estaría bien ser Auror –dijo Ron en voz baja.

Claro que lo estaría –dijo Harry fervientemente.

Pero solo llegan los mejores –dijo Ron–. Tienes que ser realmente bueno, ¿y tú, Hermione?

No lo se –dijo ella–. Creo que me gustaría algo que mereciera la pena realmente.

¡Ser Auror merece la pena! –dijo Harry.

Si, es cierto, pero no es la única cosa que lo merece –dijo Hermione pensativa–; quiero decir, que si pudiera llevar más lejos al PEDDO…

Harry y Ron se miraron el uno al otro.

—Al final lo conseguiste, ¿no? —preguntó Lavender, sonriendo—, tus palabras fueron proféticas.

—Es verdad —reconoció Hermione—, aunque no lo parezca.

Historia de la Magia, era por acuerdo común, la asignatura más aburrida ideada por un mago. El profesor Binns, que era un fantasma, tenía una voz que garantizaba grandes sueños en 10 minutos, 5 si llovía. Nunca cambiaba la forma de sus clases, pero leía sin pausa cuando cogían apuntes mientras miraba soñolientamente al espacio. Harry y Ron se las arreglaban para aprobar la asignatura solo porque copiaban los apuntes de Hermione antes de los exámenes; solo ella parecía resistir el soporífero poder de la voz de Binns.

Hoy, sufrieron una hora y media de charla monótona sobre las guerras de los gigantes. Harry escuchó suficiente en los primeros 10 minutos para apreciar que en manos de otro profesor, esa asignatura podía llegar a ser medianamente interesante, pero entonces su cerebro se desconectó, y pasó el resto de la hora y veinte minutos jugando al ahorcado en la esquina de su pergamino con Ron, mientras Hermione les echaba miradas de desaprobación.

—Es que era imposible seguirle el paso —admitió Harry ante la mirada inquisitiva de Lily.

—No lo dudo —comentó Rose—, menos mal que lograron convencer al profesor Binns para que se jubilara.

¿Qué pasaría con vosotros... –les preguntó fríamente, cuando dejaron la clase para almorzar (Binns se acababa de ir cruzando la pizarra)–, si yo me negara a dejaros mis apuntes este año?

Que suspenderíamos nuestros TIMOS –dijo Ron–, si quieres tener eso sobre tu conciencia, Hermione…

—Bien jugado, papá —comentó Hugo.

—No creo —replicó Rose.

Bien, os lo mereceríais –les dijo–, nunca habéis tratado de escucharle ¿a que no?

Lo hemos intentado –dijo Ron–. Pero no tenemos tu cerebro, ni tu memoria, ni tu concentración... tú eres mucho más lista que nosotros… ¿Puedo insistir en eso?

Oh, deja de decir tonterías –dijo Hermione, pero parecía un poco apaciguada cuando salieron al húmedo patio.

—Ahí si la jugó bien papá —comentó Rose, más contenta.

Había una fina niebla húmeda, y la gente se apiñaba en los márgenes del jardín, que parecían borrosos. Harry, Ron y Hermione eligieron una aislada esquina bajo un gran balcón, girando hacia arriba los cuellos de su ropa para vencer el frío aire de septiembre y hablando sobre que les pondría Snape en la primera clase del curso. Estaban de acuerdo en que sería algo extremadamente difícil, que los pillase después de dos meses de vacaciones.

Snape fijó su mirada cáustica en el trío de Harry, Ron y Hermione, aunque no comentó nada.

Alguien giró la esquina en donde estaban:

Hola, Harry.

Era Cho Chang y, lo que era mas, ella estaba sola de nuevo. Eso era mucho más inusual: Cho siempre estaba acompañada por un montón de chicas de risa tonta; Harry recordó lo mal que lo pasó para preguntarle si quería ir con él al baile de navidad.

Hola –dijo Harry, sintiendo que se ponía colorado. "Al menos ahora no estas cubierto de liquido pestilente" se dijo a si mismo. Cho parecía estar pensando lo mismo.

—Eso no va a funcionar —comentó James, a lo que Ginny respondió con una mirada "marca registrada Weasley". James la notó, porque se corrigió—. Mejor dicho, eso no iba a funcionar. Lo de nosotros los Potter es con pelirrojas de carácter fuerte, no con asiáticas enamoradizas.

—Eso es verdad —admitió Harry, quien había pillado a JS volviendo a mirar embelesado a Daisy.

Pudiste quitarte esa sustancia ¿no?

Si –dijo Harry, intentando sonreír, pero el recuerdo de su último encuentro no era precisamente divertido–. Entonces... ¿has pasado… err… un buen verano?

Al momento de decir eso, deseó no haberlo dicho... Cedric había sido el novio de Cho, y el recuerdo de su muerte debía haber afectado sus vacaciones casi más que a Harry. Pareció que algo tensase su cara, pero ella dijo:

Oh, han estado bien, ya sabes...

—No me extrañaría que la pusieras —comentó Sirius—, nunca tuviste quién te enseñara como tratar a las chicas.

—Y tú tampoco es que tuvieras muchas luces —le recordó Lily, lo que provocó risas y que Sirius se cruzara de brazos.

¿Es una chapa de los Tornados? –dijo Ron de repente, señalando a la túnica de Cho, donde había una chapa azul cielo con dos "T" doradas–. No los apoyarás. ¿Verdad?

Si, lo hago –dijo Cho.

¿Siempre los has apoyado o solo es porque han ganado la liga? –dijo Ron, en un tono que Harry consideró innecesariamente acusador.

—Otro que no sabía como tratar a las chicas —comentó Charlie, decepcionado—, y yo por Rumania. ¿Qué pasó con ustedes? —dijo mirando a sus demás hermanos—. Uno, encerrado en bóvedas con duendes. Otro, encerrado en el Ministerio de Magia. Los otros, encerrados inventando dulces de bromas. No le pregunto a Ginny porque ella estaba encerrada en sus propias cosas de chicas.

—Por eso es que terminó teniendo la actitud social de una cucharilla de té.

La afirmación de Lavender provoco carcajadas, incluyendo al propio Ron.

Los apoyo desde que tenía seis años –dijo Cho fríamente–. De todas formas... nos vemos, Harry ella se fue.

Hermione esperó a que Cho desapareciera en la espesa bruma para girarse hacia Ron.

¡Eres un maleducado!

¿Que? Solo le he preguntado si…

¿No has visto que ella quería hablar con Harry?

¿Y qué? Podía hacerlo, yo no he parado…

¿Por qué demonios la has atacado así sobre su equipo de quidditch?

¿Atacarla? Yo no la he atacado, solo era...

¿Qué pasa si le gustan los Tornados?

Oh, vamos, La mitad de la gente que lleva esas chapas las lleva solo desde hace unos meses…

¿Y cuál es el problema?

Significa que no son fans reales, acaba de subirse al carro...

Está sonando el timbre –dijo Harry aburrido, porque Ron y Hermione discutían tan alto que no lo escucharon. No pararon de discutir en todo el camino hacia la mazmorra de Snape, lo que dio a Harry tiempo para reflexionar que entre Neville y Ron no había tenido la suerte de tener dos minutos de conversación con Cho.

—Algo de mala suerte —comentó Neville—, y mucho de estar donde no se debía. Lo entiendo.

Cuando cruzaron el umbral de la clase de Snape, aun pensaba en ello. Ella había escogido ir a hablar con él ¿no era así? Ella había sido la novia de Cedric; podría fácilmente haber odiado a Harry por salir con vida del Torneo de los Tres magos cuando Cedric había muerto. Pero ella le hablaba con un tono muy cordial, no creía que pensara que él estaba loco, o era un mentiroso, o en un horrible caso que era responsable de la muerte de Cedric... sí, ella había escogido definitivamente ir y hablar con él, y esa era la segunda vez en dos días… y con todos esos pensamientos, el ánimo de Harry subió. Aún cuando oyó el siniestro sonido de la puerta de la mazmorra de Snape abriéndose no se pinchó la pequeña y esperanzadora burbuja que parecía haberse hinchado en su pecho.

—Me parece correcto —comentó Cedric, quien oía en silencio la lectura—. Aunque no exactamente. Nunca fuimos novios, aunque sí, de haberse podido, quizás hubiéramos llegado a serlo.

Entró en la clase tras Ron y Hermione, los siguió hacia la usual mesa del fondo, se sentó entre ellos e ignoró los ruidos irritados que estaban haciendo.

Quiero silencio –dijo fríamente Snape, cerrando la puerta tras él.

No había una necesidad real de llamar al orden; en el momento que la clase oyó la puerta cerrarse, el silencio cayó, y los cuchicheos cesaron. La mera presencia de Snape era suficiente para conseguir el silencio de la clase.

Antes de empezar la clase de hoy –dijo Snape, recorriendo su mesa y mirándolos–, me parece apropiado recordarles que el próximo Julio tendrá lugar un examen muy importante en el que probarán cuanto han aprendido sobre la composición y el uso de pociones mágicas. Imbecil, aunque algunos de esta clase indudablemente lo son, espero que lleguen al "aceptable" en sus TIMOs o sufrirán mi... desagrado Miraba fijamente a Neville, que tragó con dificultad.

Después de este año, por supuesto, la mayoría de ustedes dejarán de estudiar conmigo –siguió Snape–. Solo daré clases a los mejores de ustedes en mi clase de pociones de EXTASIS, lo que quiere decir que seguro que la mayoría habrán de decirme adiós.

Sus ojos se pararon en Harry y sus labios se apretaron. Harry le miró airadamente, sintiendo un gran placer con la idea de que no tendría que ver pociones después de su quinto año.

—No me extraña que siguieras con tu actitud de "don profesor perfecto" —comentó Alice, molesta—, atacando a mi hijo y al de Lily.

Pero tenemos otro año antes del feliz momento del adiós –dijo suavemente Snape–. Así que piensen o no coger mi EXTASIS, les advierto de que deben concentrar sus esfuerzos si pretenden pasar el alto nivel que espero de mis estudiantes del TIMO. Hoy prepararemos la poción que a veces se pone en el Titulo Indispensable de Magia Ordinaria: "el Barril de Paz", una poción para calmar la ansiedad y la agitación. Les aviso: si se pasan con los ingredientes pueden poner al que lo beba en un profundo y a veces irreversible sueño, por eso deben prestar mucha atención a lo que hacen –a la izquierda de Harry, Hermione se sentaba muy recta con una expresión de extrema atención–. Los ingredientes y los pasos –dijo Snape moviendo su varita– están en la pizarra –hizo que aparecieran–, encontrarán todo lo que necesitan –golpeó con su varita de nuevo–, en el armario de provisiones –la puerta del armario se abrió–. Tienen una hora y media…. Pueden empezar.

—¿Eso fue toda la clase? —saltó Lily—. ¿Insultarlos, escribir las instrucciones, abrir el armario y ya?

—A esa altura, en quinto año —replicó Snape, con su tono calmado y sarcástico—, se supone que ya deben conocer los fundamentos y cómo preparar las pociones. Lo que yo les tenía que recordar era que no debían perder la concentración durante la preparación de esta poción.

Tal como Harry, Ron y Hermione habían predicho, Snape les había mandado una difícil y enrevesada poción. Los ingredientes debían añadirse al caldero en perfecto orden y con las cantidades justas; la poción debía estar cociendo un numero exacto de minutos, remover primero en el sentido de las agujas del reloj luego en el sentido contrario y el calor de las llamas al que hervía era lento y tenía que bajarse al nivel exacto durante unos minutos específicos antes de añadir el ingrediente final.

Un ligero vapor plateado debe salir ahora de la poción –dijo Snape a los diez minutos, mirando a Harry que sudaba profundamente, mirando desesperadamente por toda la mazmorra. De su caldero salía un vapor gris oscuro mientras que la de Ron hacía chispas verdes.

Seamus empujaba fervientemente las llamas de la base de su caldero con la punta de su varita, que parecían estar apagándose. La superficie de la poción de Hermione, sin embargo, soltaba un vapor plateado, y Snape no le hizo ningún comentario lo que significaba que no había absolutamente nada que criticar. En el de Harry, sin embargo, Snape se paró y lo miró con una horrible sonrisa cínica en la cara.

—Es decir —soltó Sirius—, la de siempre.

Snape sólo lo miró con desprecio, pero no dijo nada.

Potter ¿Qué se supone que es esto?

Los Slytherins de la parte delantera de la clase levantaron la vista rápidamente; les encantaba oír como regañaba a Harry.

El "Barril de paz" –dijo tensamente Harry.

Dime, Potter –dijo suavemente Snape–. ¿Sabes leer?

Draco Malfoy se rió.

Si que sé –dijo Harry, con sus dedos agarrados fuertemente a su varita.

Léeme la tercera línea de las instrucciones, Potter.

Lily fijó su mirada en Snape, respirando pesadamente. Harry y James lo notaron al momento, por lo que le apretaron levemente las manos, haciéndole suavizar apenas la respiración.

Harry miró a la pizarra; no era fácil entender las instrucciones a través de montones de humos de colores que subían por la mazmorra.

Añadir piedra lunar en polvo, remover 3 minutos en el sentido de las agujas del reloj y dejar hervir a fuego lento 7 minutos; entonces añadir dos gotas de sirope de eléboro...

Su corazón le dio un vuelco. No había añadido sirope de eléboro, pero si que había esperado a que hirviera 7 minutos.

—¡Por Dios! —exclamó Lily, mientras Dil negaba en silencio, puesto que sabía que el no incluir ese ingrediente hacía inservible la poción.

¿Has hecho todo lo que pone en la tercera línea, Potter?

No –dijo Harry muy tranquilo.

¿Cómo has dicho?

No –dijo muy bajo Harry–. Olvidé el eléboro.

Ya lo sabía, Potter, lo que significa que esa cosa es totalmente inservible.

La poción de Harry desapareció; ahora estaba tontamente de pie ante un caldero vacío.

Los que hayan seguido las instrucciones, llenen un vaso con una muestra de su poción, pongan el nombre claramente y déjenlo como prueba encima de mi mesa –dijo Snape–. Deberes: doce pulgadas de pergamino explicando las propiedades de la piedra lunar y su uso en pociones, lo entregarán el Jueves.

Mientras todo el mundo llenaba sus probetas, Harry limpió sus cosas. Su poción no era peor que la de Ron, que ahora estaba echando un olor muy fuerte a huevos podridos, o que la de Neville que tenía consistencia de cemento recién mezclado y que Neville intentaba sacar de su caldero. Pero era él, Harry, quien iba a recibir el 0 por un día de trabajo. Metió su varita dentro de su mochila y se desplomó sobre su silla, mirando a todos los que dejaban sus probetas en la mesa de Snape. Cuando por fin sonó la campana, Harry fue el primero en salir de la mazmorra. Comenzó a almorzar mientras esperaba a Ron y Hermione que se reunieron con él en el Gran Comedor. El cielo se había puesto aun más gris durante la mañana. La lluvia caía sobre las ventanas superiores.

—Lo lamento —se oyó de golpe la voz de Snape—, pero es claro que no siguió las instrucciones. Como normalmente hacía.

—No puedo negar que me molesta —reconoció Lily—, pero en eso tienes razón. Lo que me parece terriblemente injusto es que le niegas algo de puntuación por al menos haber llegado hasta ese punto.

—No se lo merecía —replicó Snape, con su voz calmada—, no cumplió con la asignación.

Lily hizo un gesto de decepción con su mano, lo que le dio pie a Angelina para que continuara leyendo.

Ha sido muy injusto –dijo Hermione consoladoramente, sentándose al lado de Harry mientras comía pastel–. Tu poción no estaba tan mal como la de Goyle; cuando la puso en la probeta, le saltó un poco encima e incendio su túnica.

—Lo que dije —gruñó Lily.

Si, bueno –dijo Harry, llenando su plato–. ¿Desde cuando Snape ha sido justo conmigo?

Ninguno contestó; los tres sabían que la mutua enemistad entre Snape y Harry comenzó desde el momento en que Harry pisó Hogwarts por primera vez.

Pensé que sería un poco mejor este año... –dijo Hermione con voz decepcionada–. Quiero decir... ya sabes… miró alrededor cuidadosamente; había media docena de sitios vacíos a su alrededor y nadie pasaba cerca– …ahora que él está en la Orden y todo eso…

Pero lo duuuuuuudooooooooo —cantaron los bromistas, provocando risas y una mirada envenenada de Snape.

Las setas envenenadas no cambian su lugar –dijo Ron–; de todas formas, siempre pensé que Dumbledore se equivocaba al confiar en Snape ¿Donde están las pruebas de que realmente no trabaje para quien-vosotros-sabéis?

Creo que Dumbledore tiene muchas pruebas, aunque no te las haya enseñado, Ron dijo Hermione.

—Eso es verdad —admitió Dumbledore—, con que yo lo supiera era más que suficiente.

Oh, callaros los dos –dijo fuertemente Harry, cuando Ron abría la boca para contestar. Hermione y Ron lo miraron. Parecían enfadados y ofendidos–. ¿No podéis dejarlo? –dijo Harry–. Siempre estáis peleando, me vais a volver loco.

Dejó su pastel, puso su mochila sobre sus hombros y les dejó sentados allí.

De pronto, una salva de aplausos se formó, comenzando desde el grupo de bromistas, lo que a su vez provocó risas y un cruce de miradas entre Harry (convencido), Hermione (sorprendida y molesta) y Ron (desconcertado).

Harry subió dos escalones de la escalera de mármol, cuando un montón de estudiantes corrieron a almorzar. La ira que se acababa de avivar, inesperadamente siguió latiendo en su interior, y la visión de las caras escandalizadas de Ron y Hermione le proporcionó una sensación de profunda satisfacción.

Les está bien empleado –pensó—,¿por qué no lo dejan?... discutiendo todo el tiempo... es suficiente para sacarme de mis casillas…

Pasó de largo el cuadro de Sir Cadogan, el caballero del rellano; Sir Cadogan cogió su espada y la blandió fieramente contra Harry, que lo ignoró.

Vamos ¡defiéndete! –gritó Sir Cadogan con voz ahogada desde detrás de la visera, pero Harry siguió andando y cuando Sir Cadogan lo siguió metiéndose en el cuadro vecino, fue expulsado por su habitante, un gran y feroz perro de caza. Harry pasó el resto del almuerzo sentado solo bajo la trampilla de la torre Norte. Por tanto, fue el primero en subir la plateada escalera que llevaba a la clase de Sybill Trelawney cuando sonó la campana.

Parvati y Lavender se acomodaron en sus asientos, interesadas en esta parte de la lectura.

Después de Pociones, Adivinación era la clase que menos gustaba a Harry, debido a la costumbre que tenía la profesora de predecir su muerte prematura en todas las sesiones. Era una mujer delgada con pañuelos, y llena de pulseras y collares, que recordaba a algún tipo de insecto, con sus gafas que hacían más grandes sus ojos.

Estaba ocupada poniendo copias de deformados libros de cuero en cada una de las pequeñas mesas esparcidas por la habitación, cuando Harry entró, pero la luz que desprendían las lámparas cubiertas con pañuelos y la poco intensa fogata qua ardía en la chimenea eran muy débiles y no se dio cuenta cuando él se sentó entre las sombras.

El resto de la clase llegó en los siguientes 5 minutos. Ron surgió de la trampilla, miró alrededor, se fijó en Harry y fue directo hacia él, o por lo menos todo lo directo que pudo esquivando las mesas, sillas y puffs.

Hermione y yo paramos de discutir –dijo sentándose al lado de Harry.

Bien –respondió Harry.

Pero Hermione dice que piensa que sería mejor si parases de pagar tu mal genio con nosotros –dijo Ron.

—Es verdad —admitió Hermione—, o al menos en ese momento.

—Cualquiera se molesta, tía —reconoció JS—, es como cuando Rosie y Scorp andan peleados, nadie los soporta.

—¿Perdón?

La pregunta en coro de parte de Ron, Draco y la propia Rose provocó risas en los más jóvenes.

—¡Es verdad! ¡Menos mal que no son de la misma casa y año como tío Ron y tía Hermione!

—Me recuerdan a cierto par —dijo Sirius, viendo a James y Lily.

—¿Tú también? —preguntó Lily, mirando a su compadre.

Sirius levantó las manos en signo de rendición, lo que permitió a Angelina seguir la lectura.

Yo no…

Solo te estoy pasando su mensaje… –dijo Ron sin dejar que acabase–. Pero reconozco que tiene razón. No es culpa nuestra como te traten Seamus y Snape…

Yo nunca he dicho eso…

Buenos días –dijo la profesora Trelawney en su habitual tono, y Harry dejó de hablar, sintiéndose de nuevo molesto y ligeramente avergonzado de si mismo–, y bienvenidos de nuevo a Adivinación. Yo, por supuesto, he ido siguiendo vuestra suerte muy cuidadosamente este verano, y me encanta ver, que todos habéis vuelto a Hogwarts en perfecto estado… aunque, claro, eso ya lo sabía. Podéis encontrar en vuestras mesas una copia de EL ORÁCULO DE LOS SUEÑOS, de Inigo Imago. La interpretación de sueños es una de las cosas más importantes de la adivinación del futuro y una de las que probablemente os examinaran los TIMOs. Claro, que aprobar o suspender los exámenes no tiene importancia cuando se trata del sagrado arte de la adivinación. Si tenéis el ojo de la visión los exámenes no sirven de mucho... Sin embargo, el director quiere que os examinéis, así que...

Siguió hablando, dejándoles sin ninguna duda de que la profesora Trelawney consideraba su asignatura por encima de problemas como los exámenes.

—Como debía ser —comentó Lavender con voz autorizada, provocando miradas extrañadas de la profesora McGonagall y de Hermione.

Pasar, por favor, a la introducción y leer lo que Imago dice sobre el problema de la interpretación de sueños. Luego, poneos por parejas. Usar EL ORÁCULO DE LOS SUEÑOS para interpretar los sueños mas recientes del compañero. Podéis empezar.

—¡Qué manía de los profesores de dar instrucciones tan crípticas para después molestar a los estudiantes! —exclamó Lily, siendo apoyada por Alice y Molly.

La única cosa que le gustaba de esa clase es que no era doble. Cuando acabaron de leer la introducción del libro, apenas tuvieron 10 minutos para interpretar sueños. En la mesa de al lado de Harry y Ron, Dean se sentaba con Neville, quien inmediatamente emprendió una explicación sobre una pesadilla sobre unas tijeras gigantes que llevaban el mejor sombrero de su abuela.

Yo nunca recuerdo mis sueños –dijo Ron–. Dime tú uno.

Tienes que recordar alguno –dijo Harry impacientemente. No iba a compartir sus sueños con nadie. Sabía perfectamente bien que querían decir sus pesadillas sobre el cementerio. No necesitaba que Ron, la Profesora Trelawney o el entupido ORÁCULO DE LOS SUEÑOS se lo dijeran.

—¿Tus sueños en esos días tenían que ver sólo con el cementerio, papá?

La pregunta de Lilu sorprendió a Harry, quien suspiró y le dijo:

—Sí, en general se basaba en esa experiencia del cementerio.

Bueno, la otra noche soñé que estaba jugando a quidditch –dijo Ron, arrugando su cara en un esfuerzo por recordar– ¿Qué crees que quiere decir?

Seguramente vas a ser devorado por un malvadisco gigante, o algo por el estilo –dijo Harry, volviendo las paginas del libro sin interés. Era muy aburrido buscar trozos de sueños en el ORÁCULO y Harry no se animó cuando la Profesora Trelawney les mandó la tarea de copiar sus sueños diarios durante un mes. Cuando sonó la campana, él y Ron bajaron la escalera. Ron se quejó.

¿Te das cuenta de la cantidad de deberes que tenemos ya? Binns nos ha mandado un ensayo de pie y medio sobre las guerras de los gigantes, Snape quiere otro sobre el uso de las piedras lunares,y ahora ¡Tenemos que hacer un diario de nuestros sueños durante un mes para Trelawney! Fred y George no se equivocaban sobre el año de los TIMOs ¿verdad? Será mejor que esa Umbridge no nos ponga nada…

—Lo dudo —comentó Dil, preocupada—. Si es como la describieron en la audiencia y en el banquete de bienvenida, no le veo buenas perspectivas en clase.

Cuando entraron en la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras la profesora Umbridge estaba sentada en la mesa del profesor. Llevaba la chaqueta rosa de lana de la noche anterior y un lazo de terciopelo en la cabeza. A Harry le recordó de nuevo una gran mosca posada encima de una gran rana.

La clase estaba en silencio; la profesora Umbridge era aun una desconocida, y nadie sabía lo estricta y disciplinaria que podía llegar a ser.

Bien ¡Buenas tardes! –dijo cuando toda la clase estuvo sentada. Algunas personas contestaron vagamente buenas tardes.

No, no, no –dijo la profesora Umbridge–. Esto no puede ser así. Debeis contestar "Buenas Tardes, profesora Umbridge" todos a la vez, por favor. ¡Buenas Tardes, Clase!

—¿Quééé? —exclamaron varios de los más jóvenes.

—Eso no lo veía desde mi época en el jardín de infancia —dijo Violet, mientras Daisy asentía vigorosamente.

Buenas Tardes, Profesora Umbridge –contestaron.

Bien, ahora –dijo dulcemente la profesora Umbridge–, no ha sido muy difícil ¿no? Guardad las varitas y sacar las plumas, por favor.

La mayoría de la clase intercambió miradas tristes; la orden "guardar las varitas" nunca iba seguida de una clase interesante. Harry metió su varita en la mochila y sacó su pluma, tinta y un pergamino. La profesora Umbridge abrió su maletín, sacó su propia varita, que era extraordinariamente corta y golpeó con ella la pizarra. Al momento aparecieron unas letras.

Defensa contra las Artes Oscuras, una vuelta a los principios básicos

Bien. Vuestra enseñanza en esta asignatura ha sido interrumpida y fragmentada ¿no es así? afirmó la profesora Umbridge, volviéndose hacia la clase con las manos apretadas pulcramente ante ella–. El constante cambio de profesores, siendo que algunos de ellos no tenían un curriculum aceptado por el ministerio, ha tenido como resultado que estáis por detrás de la media que deberíais tener en el año de los TIMOs. Tenéis que alegraros de saber, sin embargo, que esos problemas van a ser corregidos. Vamos a seguir un plan de estudios estructurado cuidadosamente, centrado en la teoría, que ha aprobado el ministerio. Copiar lo siguiente por favor...

—Eso no tiene buena pinta —comentó Molly.

—Para nada, abuela —confirmó Dom, arrugando su nariz.

Tocó la pizarra de nuevo y el primer mensaje desapareció, siendo remplazado por los objetivos del curso:

Entender los principios de la magia defensiva

Aprender a reconocer situaciones en las que podemos usar la magia defensiva legalmente

Situar el uso de la magia defensiva en un contexto para su uso legal

Durante un par de minutos la clase se llenó de ruidos de plumas moviéndose sobre pergaminos. Cuando todo el mundo hubo copiado los tres principios de la profesora Umbridge, ella preguntó:

¿Tiene todo el mundo un ejemplar de LA TEORÍA DE LA MAGIA DEFENSIVA de Wilbert Slinkhard?

—¿Ese libro? —mencionó Rose, sorprendida—. Eso lo usamos en primer año.

—Sí —confirmó Kevin—, nosotros lo tenemos para comenzar a usarlos.

—Pero ¿por qué usarlo en quinto? —preguntó Naira, extrañada—, a menos que…

—Exacto —Roxanne chasqueó los dedos—, a menos que no quisieran que usaran magia de verdad, sino, ¿Cómo decirlo?...

—¿Reprimirlos de usar la magia? —preguntó James, alarmado—, ¿con Voldemort a punto de atacar?

—Sigamos leyendo —contestó Harry, provocando algunos bufidos de protesta.

Hubo un murmullo de asentimiento en la clase.

Creo que tenéis que intentarlo de nuevo –dijo la profesora Umbridge–. Cuando yo os pregunte, quiero que me contestéis "Si, profesora Umbridge" o "no, profesora Umbridge". Así que: ¿tiene todo el mundo un ejemplar de LA TEORÍA DE LA MAGIA DEFENSIVA de Wilbert Slinkhard?

Si, profesora Umbridge –sonó a través de la habitación.

Bien –dijo la profesora–. Me gustaría que fuerais a la página 5 y leyerais el capitulo uno "Fundamentos para principiantes". No necesitareis hablar.

—Lo que dije —insistió Rose—, ese es un libro para primer año. Yo me lo leí en una hora, es demasiado básico. Y ese capítulo en especial es fastidioso, casi que "cómo agarrar la varita", cuando eso nos lo enseñan desde el momento que la compramos por primera vez.

La profesora Umbridge se alejó de la pizarra y se sentó en la silla tras la mesa del profesor, observándolos a todos con sus ojos de sapo. Harry fue a la pagina cinco de su ejemplar de LA TEORÍA DE LA MAGIA DEFENSIVA y comenzó a leer.

Era desesperadamente aburrido, casi peor que escuchar al profesor Binns. Sintió que su concentración se deslizaba muy lejos; pronto habría leído la misma línea media docena de veces sin hablar. Pasaron varios minutos de severo silencio. A su lado, Ron giraba distraídamente su pluma sobre sus dedos, mirando al mismo lugar de la página. Harry miró a su derecha y se levó una sorpresa que lo sacó definitivamente de su sopor. Hermione no había abierto su ejemplar de LA TEORÍA DE LA MAGIA DEFENSIVA. Ella miraba fijamente a la profesora Umbridge con su mano levantada.

Harry no recordaba que Hermione se hubiera negado nunca a leer cuando se lo mandaban, de hecho ella no resistía la tentación de abrir cada libro que caía en sus manos. Él la miró interesado, pero ella movió la cabeza como signo de que no iba a responder preguntas, y continuó mirando a la profesora, que miraba justo en la otra dirección.

—Te estaba ignorando —mencionó Louis, interesado, como muchos de los presentes, en lo que ocurría en esa clase en particular.

Después de que pasaran algunos minutos más, Harry no era el único que miraba a Hermione.

El capitulo que tenían que leer era muy aburrido, y más y más gente escogió mirar la silenciosa atención con que Hermione intentaba captar la mirada de la profesora, en vez de leer los "fundamentos para principiantes".

Cuando más de la mitad de la clase miraba a Hermione en lugar de a sus libros, la profesora Umbridge pareció decidir que no podía ignorar la situación por más tiempo.

¿Quieres preguntar algo sobre el capitulo, querida? –preguntó a Hermione.

No es sobre el capitulo –dijo Hermione.

Bueno, ahora estamos leyéndolo –dijo la Profesora Umbridge, mostrando sus dientes–. Si quieres hacer otras preguntas podemos hablar al final de la clase.

—Me recuerda a alguien —mencionó Lily—, así era nuestro profesor de Defensa contra las Artes Oscuras de sexto: la clase del día tenía que ver exclusivamente con lo del día; si teníamos alguna duda de temas anteriores, las aclaraba al final de la clase.

Tengo una pregunta sobre los objetivos del curso –dijo Hermione.

La profesora levantó sus ojos.

¿Y tu nombre es…?

Hermione Granger –dijo Hermione.

Bien, señorita Granger, creo que los objetivos del curso quedan muy claros si los lees detenidamente dijo la profesora con un tomo resuelto de dulzura.

Bueno, no lo están –dijo Hermione bruscamente–. No hay nada escrito sobre el uso de hechizos de defensa.

—Cierto —reconoció Rose—. Los objetivos los acaba de leer la tía Angelina, y son: Entender los principios de la magia defensiva, Aprender a reconocer situaciones en las que podemos usar la magia defensiva legalmente y Situar el uso de la magia defensiva en un contexto para su uso legal. Pero ahí no se habla de usar la magia defensiva, lo que sí se hace actualmente, o al menos así lo vimos en primer año.

—Exactamente —confirmó Hermione—, por eso lo pregunté.

Hubo un pequeño silencio en el que la mayoría de la clase giró su cabeza para leer los tres objetivos del curso escritos en la pizarra.

¿Uso de hechizos de defensa? –repitió la profesora Umbridge con una ligera risa–. ¿Por qué? No puedo imaginar que se presente ninguna situación en mi clase que pueda necesitar que use usted un hechizo de defensa, señorita Granger. ¿O cree que va a ser atacada en medio de la clase?

¿No vamos a usar la magia? –dijo Ron.

Los alumnos deben levantar sus manos para hablar en mi clase, Sr…

Weasley –dijo Ron, levantando su mano en el aire.

La profesora Umbridge, sonriendo aun más ampliamente, lo ignoró. Harry y Hermione también levantaron inmediatamente las manos. Los ojos de la profesora se fijaron en Harry por un momento, pero luego se dirigió a Hermione.

—No me extraña —comentó Molly.

—Esta clase va a ser larga —dijo Teddy, reconociendo lo que se venía.

¿Si, señorita Granger? ¿Quiere preguntar algo más?

Si –dijo Hermione–. ¿Se da cuenta de que lo más importante de la Defensa contra las Artes Oscuras es practicar hechizos de defensa?

¿Es usted una experta en educación del ministerio, señorita Granger? –preguntó la profesora Umbridge con su falsa voz dulce.

No, pero…

Bien. Entonces, siento decirte que no estás cualificada para decidir que es lo más importante en mi clase. Magos mucho más ancianos y mejor preparados que tú han diseñado nuestro nuevo programa de estudio. Vais a aprender cosas acerca de los hechizos de defensa por un camino mucho más seguro...

—Seguro e inútil —dijo James—, porque con pura teoría no te puedes proteger de maldiciones o hechizos de ataque. Y no digo que sea de Voldemort en persona —aclaró al ver que Remus lo veía extrañado—, pero sí de cualquier atacante.

¿De que sirve eso? –dijo Harry–, si vamos a ser atacados, eso no servirá de...

—Lo que decía —insistió James.

¡La mano, Sr. Potter! –grito la Profesora Umbridge. Harry tenía la mano en el aire. De nuevo, la profesora Umbridge le ignoró, pero ahora mucha más gente tenía su mano en alto.

¿Y tu nombre es? –dijo la profesora a Dean.

Dean Thomas.

Usted dirá, Sr. Thomas.

Bien, lo que dice Harry es cierto ¿no? –dijo Dean–. Si vamos a ser atacados, no nos libraremos del riesgo.

Repito –dijo la profesora Umbridge sonriendo irritada a Dean–. ¿Crees que vas a ser atacado durante mis clases?

No, pero…

La profesora no le dejó terminar.

—Y no los va a dejar terminar —reflexionó Frank—, si eso cuestiona su autoridad como profesora y como funcionaria del Ministerio. De hecho, creo recordarla, era una simple asistente en el departamento de seguridad mágica, casi que una mandadera de recados entre ellos y la Oficina de Aurores, amargada por demás.

—Mmmmm, cierto —gruñó Moody—, varias veces se espantó al verme llegar a la oficina. Nunca me cayó bien.

—Sí —dijo Alice—, recuerdo que hablamos varias veces y su actitud siempre fue muy cerrada, muy legalista. Como se leyó de la audiencia.

No voy a criticar como se hacen las cosas en este colegio –dijo, con una sonrisa burlona en su cara–, pero habéis estado expuestos a muchos magos irresponsables en esta asignatura, muy irresponsables de hecho… por no mencionar –se rió desagradablemente– los extremadamente peligrosos hombres-lobo…

—Sabía que en algún momento hablaría de mí —dijo Remus con tono de decepción—, no importa lo buen profesor que pueda haber sido, soy hombre lobo. Punto. Ella siempre estuvo negada al trato con criaturas hibridas, como los centauros o los hombres lobo.

Si se refiere al Profesor Lupin –dijo ferozmente Dean–, él es el mejor profesor que nosotros...

¡La mano, Sr. Thomas! Como iba diciendo... habéis sido introducidos en encantamientos muy difíciles, inapropiados para vuestra edad y potencialmente letales. Habéis sido asustados con la idea de que recibiríais ataques oscuros algún día...

No es cierto –dijo Hermione–. Nosotros solo…

¡SU MANO NO ESTÁ EN ALTO, SEÑORITA GRANGER!

Hermione alzó su mano. La profesora la ignoró.

—¡Ya va! —exclamó Victoire, impresionada—, ¿tenían que tener la mano alzada para intervenir, y sin embargo los ignoraba? ¿Qué clase de profesora era ella?

—Ella no era profesora —insistió Alice—, por lo que veo, ella estaba ahí para imponer las directrices del Ministerio de Magia.

—Específicamente de Fudge —reflexionó Bill—, si le creemos a lo que se leyó de la cercanía de ambos en la audiencia de Harry.

Tengo entendido que mi predecesor no solo efectuó hechizos ilegales ante vuestros ojos, sino que los usó con vosotros…

Bueno, lo echaron por maniático ¿no? –dijo Dean fogosamente–. A decir verdad, aprendimos un montón.

¡SU MANO NO ESTÁ EN ALTO, SR. THOMAS! –chilló la profesora–. Ahora, el ministerio cree que los conocimientos teóricos son más que suficientes para pasar los exámenes, que al fin y al cabo, es de lo que se trata. ¿Y tu nombre es? –añadió mirando a Parvati, cuya mano se acababa de levantar.

Parvati Patil. ¿No hay una parte practica en el TIMO de Defensa Contra las Artes Oscuras? ¿No se supone que tenemos que mostrar que podemos hacer hechizos y esas cosas?

Si has estudiado la teoría duramente, no hay razón por la que no tengas que ser capaz de realizar hechizos bajo el control de los examinadores –dijo la Profesora Umbridge.

—¿Sin practicarlos antes? —saltó Naira, sorprendida—. ¿No es como peligroso? Porque, está bien, algunos podemos leer y captar mejor la teoría que otros, pero al final, los hechizos también tienen un componente de sentimiento, emocional.

¿Sin haberlos practicado antes? –dijo Parvati incrédula–. ¿Está diciéndonos que la primera vez que haremos esos encantamientos será durante el examen?

—Tienes razón, Naira —sonrió Parvati a su sobrina, quien sólo encogió los hombros, con una gran sonrisa.

Repito que si te estudias la teoría duramente…

¿Y que teoría va a haber en el mundo real? –dijo Harry con la mano en el aire de nuevo. La profesora lo miró.

Esto es el colegio, Sr. Potter, no el mundo real –dijo suavemente.

—Pero se supone que nos estamos preparando para el mundo real, ¿no? —preguntó Al—, es lo que imagino que hacemos cuando estudiamos, adquirimos conocimientos para cuando nos toque ir al mundo real, sepamos como responder a lo que se nos presente, incluso la defensa contra atacantes.

¿Pero no se supone que estamos preparándonos para lo que nos espera fuera de aquí?

—Lo que decía —sonrió Al, satisfecho.

No hay nada esperándole afuera, Sr. Potter.

¿De verdad? –dijo Harry. Su mal humor, que parecía haber estado todo el día como una burbuja en la superficie todo el día, estaba a punto de explotar.

¿Qué se supone que va a atacar a niños como vosotros? –preguntó la profesora en un horrible y meloso tono de voz.

—Tengo un mal presentimiento sobre esto —dijo Lily, preocupada—, ella se mantiene en sus trece, y Harry está a punto de reventar. Esto termina mal.

Hmmm, déjeme pensar –dijo Harry en tono burlón–. Quizás… LORD VOLDEMORT.

Ron se atragantó, Lavender Brown dio un pequeño chillido y Neville se escurrió de su taburete. La profesora, sin embargo, no retrocedió. Ella miraba a Harry con una gran expresión de satisfacción en su cara.

Diez puntos menos para Gryffindor, señor Potter.

—¿A cuenta de qué? —saltó James.

—Será porque creía que Harry estaba apelando a eso para alborotar a la clase —reflexionó Remus.

La clase estaba callada y quieta. Todo el mundo miraba a Umbridge y Harry.

Ahora, déjame que te deje unas cuantas cosas bien claras.

La profesora Umbridge de puso de pie, se inclinó hacia él, con las manos sobre su mesa.

Acabas de decir que realmente el Señor Oscuro ha vuelto de la muerte...

¡Él no estaba muerto! –dijo Harry furiosamente–, pero sí ¡Ha vuelto!

Sr. Potter, acaba-de-perder-10-puntos-de-su-casa-así-que-no-se-busque-más-problemas dijo la profesora Umbridge de un solo golpe sin mirar a Harry. Como iba diciendo, acabas de decir que el Señor Oscuro ha vuelto, lo has dicho de nuevo. Eso es MENTIRA.

¡Eso NO es mentira! ¡Yo lo vi! ¡Yo luché con él!

¡Está usted castigado, Sr. Potter! –dijo triunfalmente la profesora–. Mañana por la tarde. A las 5 en punto. En mi despacho. Lo repito, eso es MENTIRA. El ministerio ha garantizado que no estas en peligro por ningún Señor Oscuro. Si aun estás preocupado, de todas maneras puedes venir a hablar conmigo fuera de las horas de clase. Si alguien está alarmado con cuentos sobre Magos Oscuros que se alzan, puedo escucharlos. Estoy aquí para ayudar. Soy vuestra amiga. Y ahora, debéis continuar leyendo. Pagina cinco, "fundamentos para principiantes".

—Eso era lo que estaba buscando —le dijo Lily a Harry—, castigarte, porque desde el principio se dio cuenta que no te ibas a controlar.

—En eso es exactamente como tú —admitió Sirius—. Reactivo. No piensa antes de actuar.

—Y menos si es para proteger a los suyos o a sus convicciones —mencionó Ginny, abrazando a Harry.

La profesora se sentó tras su mesa. Harry, sin embargo, se levantó. Todo el mundo le miraba; Seamus parecía medio-asustado y medio-fascinado.

¡Harry, no! –le dijo Hermione con tono preocupado, tirándole de la manga, pero tiró de su brazo.

Entonces, según usted, Cedric Diggory cayó muerto por su propio gusto ¿no es así? –preguntó Harry con voz temblorosa.

Hubo un gran número de bufidos en la clase. Ninguno de ellos, aparte de Ron y Hermione, habían oído aun a Harry hablar de lo que pasó la noche de la muerte de Cedric. Pasaban su mirada de Harry a la profesora, que arqueaba las cejas y lo miraba sin su falsa sonrisa.

Todos en la sala se habían quedado en silencio, oyendo la voz de Angelina narrar la discusión entre Harry y Umbridge.

La muerte de Cedric Diggory fue un trágico accidente –dijo fríamente.

Él fue asesinado –dijo Harry. Podía sentir como temblaba. No había hablado a nadie de eso y menos a treinta de sus compañeros–. Voldemort lo mató y usted lo sabe.

La cara de la profesora Umbridge estaba blanca. Por un momento, Harry pensó que iba a chillarle. Entonces, ella dijo, con voz dulce y muy suave:

Venga aquí, Sr. Potter, querido.

Él apartó su silla, andando alrededor de Ron y Hermione y subiendo hasta la mesa de la profesora. Podía sentir que el resto de la clase aguantaba la respiración. Se sentía tan enfadado que no atendió a lo que sucedió después.

La profesora Umbridge sacó un pequeño rollo de pergamino rosa de su maletín, lo estiró sobre la mesa, metió su pluma en un bote de tinta y comenzó a garabatear, tapándolo para que Harry no pudiera leer lo que escribia. Nadie habló. Después de un minuto, enrolló el pergamino y lo golpeó con su varita; se selló para que él no lo pudiera abrir.

Dale esto a la Profesora McGonagall, querido –dijo la profesora Umbridge, dándole la nota.

La cogió sin decir una palabra, se giró sobre si mismo y dejó la habitación, sin mirar a Ron y Hermione, cerrando la puerta de la clase tras él. Anduvo muy deprisa por los pasillos, con la nota para McGonagall fuertemente agarrada con su mano, y giró una esquina, encontrándose con Peeves, el poltergeist, que estaba flotando sobre su espalda en medio del aire, haciendo juegos malabares con botes de tinta.

—Entiendo —comentó la directora McGonagall—. Ya entiendo que fue lo que ocurrió. Siga, señora Weasley.

Angelina sonrió débilmente. Ella también se había dado cuenta de qué había ocurrido.

¡Porque está loco el pequeño Potter! (en ingles rima) –cacareó Peeves, dejando caer dos tinteros al suelo, donde se rompieron y mancharon las paredes de tinta. Harry saltó hacia atrás con un gruñido.

Sal de en medio, Peeves.

Oooh, el chiflado se siente malhumorado –dijo Peeves, persiguiendo a Harry por el pasillo, flotando por encima de él. ¿Qué es esta vez, mi buen amigo loco? ¿Oyendo voces? ¿Viendo visiones? ¿Hablando en…' Peeves se preparó una enorme frambuesa– ...otros idiomas?

Te he dicho que me dejes ¡SOLO! –chilló Harry, bajando hasta el piso de abajo por las escaleras, pero Peeves se deslizó por la barandilla y apareció a su lado.

Oh, muchos piensan que esta chillando, el pequeño muchacho loco, pero algunos son más amables y piensan que está triste. Pero Peeves sabe mejor, y dice que él está loco...

¡CÁLLATE!

Una puerta a su izquierda se abrió y la Profesora McGonagall salió de su despacho mirando ceñuda y ligeramente hostigada.

—Para completar, Peeves se suma a la fiesta —comentó Neville.

¿Qué demonios pasa contigo, Potter? –dijo, y Peeves se rió a carcajadas y se fue volando muy deprisa–. ¿Por qué no estás en clase?

Me han mandado a verla –dijo Harry duramente.

¿Mandado? ¿Qué quieres decir con que te han mandado?

Le tendió la nota de la profesora Umbridge. La profesora McGonagall la tomó, frunciendo el ceño, la abrió con un golpe de varita, la desenrolló y comenzó a leer. Sus ojos pasaron muy deprisa de un lado a otro entre sus gafas cuadradas, mientras leía lo que Umbridge había escrito y con cada línea se fueron estrechando.

Cuando vio que muchos la miraban interesada, la directora McGonagall dijo:

—Si en la lectura no se revela el contenido de esa nota, no lo voy a divulgar.

Algunos ruidos de decepción se escucharon, pero nadie dijo nada.

Entra aquí, Potter.

La siguió hacia en interior de su despacho. La puerta se cerró automáticamente tras él.

¿Y bien? –dijo la profesora McGonagall mirándolo–. ¿Es esto cierto?

¿Si es cierto qué? –preguntó Harry, más agresivamente de lo que hubiera querido–, ¿Profesora? –añadió en un intento por sonar más educado.

¿Es cierto que gritaste a la profesora Umbridge?

Sí –dijo Harry.

¿Le llamaste mentirosa?

Sí.

¿Le dijiste que El-que-no-debe-ser-nombrado había vuelto?

Sí.

La profesora McGonagall se sentó tras su mesa, mirando atentamente a Harry. Entonces dijo:

Coge una galleta, Potter.

Que coja... ¿qué?

Coge una galleta –repitió impaciente, señalando una lata que estaba sobre uno de los montones de papeles de la mesa–. Y siéntate.

James soltó la carcajada, provocando una mirada dura de Lily y de la propia McGonagall.

—No veo el motivo de chiste —dijo la directora.

—Profe. Minnie —soltó otra carcajada, y siguió—, es que siempre eres igual, cuando vas a castigar a alguien o a reprenderlo, terminas invitándolo a sentarse y a agarrar una galleta.

—Cada profesor tiene una forma distinta de amonestar a sus estudiantes —reconoció McGonagall.

—Eso es verdad —ratificó la profesora Sprout, mientras que Flitwick asentía en silencio. El único que no reaccionó fue Snape.

En una ocasión anterior, cuando Harry esperaba ser regañado por la profesora McGonagall, ella lo había apuntado en el equipo de quidditch de Gryffindor. Se sentó en una silla enfrente de ella, con un pastel de jengibre, sintiéndose tan confundido como aquella vez.

La profesora McGonagall dejó la nota de la profesora Umbridge y miró muy seria a Harry.

Potter, debes ser más cuidadoso.

Harry tragó un trozo de pastel de jengibre y la miró. Su tono de voz no era el normal; no era enérgico, fresco y severo; era grave y preocupado... y mucho más humano de lo normal.

—Eso sí que es raro —comentó Freddie—, que la profesora McGonagall cambie su tono de voz así.

—Pues ahí se evidencia la gravedad del asunto —replicó Lily—. Creo que la única vez que yo la oí hablar así fue cuando se nos dijo lo de la profecía y tuvimos que ocultarnos.

Portarte mal en las clases de Dolores Umbridge puede costarte mucho más que puntos o un castigo...

¿Qué quiere decir...?

Potter, usa tu sentido común –dijo la profesora McGonagall, volviendo a su tono habitual–. Sabes de donde viene ella, deberías saber a quien está informando.

La campana que marcaba el fin de clase sonó. Llegaron miles de ruidos de los estudiantes que salían.

Aquí dice que te ha castigado todas las tardes de esta semana, empezando mañana –dijo la profesora McGonagall mirando otra vez la nota.

—¡Ahhhh! —se interrumpió Angelina—, ya entendí. Y sí, estoy totalmente de acuerdo contigo, aunque no haya reaccionado de la mejor manera.

¡Todas las tardes de esta semana! –repitió Harry horrorizado–. Pero profesora, ¿usted no podría...?

No, yo no puedo –dijo rotundamente.

Pero...

Ella es tu profesora y tiene derecho a castigarte. Debes ir a su despacho mañana a las 5 en punto por primera vez. Y recuerda: ten cuidado con Dolores Umbridge.

¡Pero estoy diciendo la verdad! –dijo Harry escandalosamente–. Voldemort ha vuelto, usted sabe que es cierto; el profesor Dumbledore sabe que es así...

¡Por los calzones de Merlín, Potter! –dijo la profesora, colocándose bien las gafas (ella había hecho un gesto horrible cuando usó el nombre de Voldemort)–. ¿Piensas que todo esto trata sobre si mientes o dices la verdad? ¡Se trata de que escondas la cabeza y pongas tu furia bajo control!

—Cosa que le costaba horrores a Harry —reconoció Hermione. El aludido sólo encogió los hombros.

Ella se levantó y Harry también lo hizo.

Coge otra galleta –dijo con irritación, ofreciéndole la lata.

No, gracias –dijo fríamente.

No seas tonto.

Él tomó una.

Gracias –dijo de mala gana.

¿Oíste el discurso de Dolores Umbridge en el banquete de principio de curso, Potter?

Si –dijo Harry–. Si... ella dijo… que los adelantos se prohibirían o... bien, significa que... que el Ministerio de Magia está intentando interferir en Hogwarts.

La profesora McGonagall lo miró atentamente durante un momento, entonces suspiró, bordeó su mesa y abrió la puerta.

Bueno, me alegro de que escuches a Hermione Granger de todos modos le dijo ella cuando salió de su oficina.

—Casi usastes mis palabras —comentó Hermione, mientras Angelina colocaba el pergamino en el atril.

—No sabía que habías tenido ese agarrón tan fuerte con la profesora Umbridge —le dijo Angelina—. Sí, tu me comentaste, pero no imaginé que había sido tan intenso.

—Y lo que falta —reconoció Harry.

La profesora McGonagall vio con interés cómo se materializaba el atril frente a ella.


Buenas noches desde San Diego, Venezuela! Ya Harry tiene su primer encuentro (por llamarlo así) con Dolores Umbridge en su condición de profesora de Defensa contra las Artes Oscuras, por la metodología que pretende aplicar e las clases de este quinto año; además de esa expectativa latente de los TIMOs, exámenes preliminares y necesarios para los estudiantes de la educación mágica inglesa. Por supuesto, el conflicto se desata y las posiciones ideológicas se decantan claramente. Lo que también se muestra es mi agradecimiento por estar ahí, domingo a domingo, con sus visitas, sus alertas, sus favoritos y sus comentarios, como hizo creativo (sí, se van a llenar de insultos en este libro)... Gracias! Y como siempre les digo, por favor, cuídense en estos tiempos de cuarenterna y de variantes! Salud y bendiciones!