Harry Potter: Una lectura distinta, vol. 5
Por edwinguerrave
Copyright © J.K. Rowling, 1999-2008
El Copyright y la Marca Registrada del nombre y del personaje Harry Potter, de todos los demás nombres propios y personajes, así como de todos los símbolos y elementos relacionados, para su adaptación cinematográfica, son propiedad de Warner Bros, 2000.
La Orden del Fenix
CAPÍTULO 15 La Gran Inquisidora
Percy veía en silencio como el atril se desplazaba hasta el asiento de Parvati, mientras que sus hijas, especialmente Molls, lo veían aún afectadas.
—Niñas —les llamó Percy, con voz afectada—, como han oído, yo fui un poco desagradecido…
—¿Un poco? —preguntó Fred.
—¿Sólo un poco? —insistió George.
—Está bien —suspiró—, demasiado desagradecido con mi familia en esos tiempos, sobre todo porque, como les dije hace un momento, antepuse mi cargo y mi estatus dentro del Ministerio a mi relación familiar, y eso me marcó por siempre.
—Ya nos dimos cuenta, papá —aceptó Lucy—, pero ya eso pasó, ¿verdad?
—Sí, claro —sonrió Percy, aunque levemente—, costó mucho, pero se aclaró y perdonó, como dijo mamá.
—Eso espero —dijo Molls, con mirada triste—, porque quiero mucho al tío Harry para que lo juzgaras así.
—No te preocupes, Molls —le dijo Harry, sonriéndole—, el tiempo y lo que pasó hizo que entendiera lo que pasó. ¿Te parece si seguimos?
Molls asintió, un poco más animada, al igual que su hermana gemela.
—Ciertamente que en esos días se dio a conocer a La Gran Inquisidora.
—¿Gran Inquisidora? —preguntó James, extrañado y sorprendido a partes iguales—. ¿Cómo es eso?
—Esperemos que la señora Smith pueda leerlo —dijo Dumbledore, haciendo bufar a James.
Tuvieron que esperar a que Hermione recibiera su ejemplar de El Profeta, la mañana siguiente, para registrar cuidadosamente el diario y encontrar el artículo que Percy había mencionado en su carta. Así que, la lechuza de reparto apenas había podido pasar por la orilla de la jarra de leche, cuando Hermione, dejando salir una enorme bocanada de aire, desplegó el periódico donde se mostraba una gran fotografía de Dolores Umbridge, sonriendo ampliamente y guiñándoles un ojo, debajo del titular:
MINISTERIO BUSCA REFORMA EDUCACIONAL
DOLORES UMBRIDGE NOMBRADA PRIMERA GRAN INQUISIDORA
—¿Umbridge... "Alta Inquisidora"? —murmuró Harry sombríamente, mientras la tostada que tenía a medio comer resbalaba de sus manos—. ¿Qué significa eso?
—Creo que esa pregunta nos las hacemos todos —intervino Will, extrañado. Frank, sin embargo fruncía el ceño.
Hermione leyó en voz alta:
En un movimiento sorpresa, la pasada noche el Ministerio de Magia aprobó una nueva legislación, otorgándose un nivel de control sin precedentes sobre la Escuela de Magia y Hechicería Hogwarts.
"El Ministro ha sentido una creciente inquietud acerca de los acontecimientos que vienen ocurriendo en Hogwarts desde hace algún tiempo" comentó el joven Asistente del Ministro, Percy Weasley. "Está respondiendo a las preocupadas voces de padres ansiosos, quienes sienten que la escuela pudiera estar moviéndose en una dirección que no aprueban".
—Ah, es que de paso —saltó Charlie—, quien dio las declaraciones fue Percy.
—Fudge no se atrevió a darle la cara a la prensa —gruñó Frank.
—No me extraña —comentó James—, por lo que se nos ha dicho de cómo es.
No es la primera vez, en el transcurso de las recientes semanas, que el Ministro de Magia, Cornelius Fudge, ha utilizado nuevas leyes para efectuar mejoras en la escuela de hechicería. Ese es el caso del Decreto Educacional Número Veintidós, publicado el 30 de Agosto, que fue aprobado para asegurar que, en caso que el actual Director fuera incapaz de ofrecer un candidato para un puesto vacante entre el profesorado, el Ministro seleccionaría la persona adecuada. "Así fue como la profesora Dolores Umbridge se unió al grupo de profesores de Howarts", señaló Weasley la pasada noche, "Dumbledore no pudo encontrar a nadie más, de modo que el Ministró colocó a Umbridge y, por supuesto, ella ha resultado un éxito inmediato...".
—Además que se trataba de Defensa contra las Artes Oscuras —mencionó Remus—, un puesto que sabemos estuvo embrujado por mucho tiempo.
—Así dicen —comentó Dumbledore, tratando de usar un tono distendido que nadie en la Sala creyó por las miradas que varios le dieron.
—¿Ella ha resultado QUÉ? —preguntó Harry en voz alta.
—Espera, hay más —musitó Hermione con gravedad.
—Ah, pero es que falta —dijo James, sorprendido.
—Ya va a ver, señor James —le dijo Hermione, y al momento supo que se había equivocado. La mirada de "no-me-llames-señor" que le dio James era inapelable.
"...un éxito inmediato, revolucionando totalmente la enseñanza de la Defensa Contra Las Artes Oscuras e informando al Ministerio sobre lo que realmente está pasando en Hogwarts".
Esta última función es la que el Ministro ha formalizado con el Decreto Educacional Número Veintitrés, que crea la nueva posición de Alto Inquisidor de Hogwarts.
"Es una apasionante nueva fase en el plan del Ministro para conseguir el control de lo que ya algunos llaman las decadentes normas de Hogwarts" informó Weasley, "El Inquisidor tendrá poderes para inspeccionar a sus compañeros educadores y asegurarse que estén satisfaciendo los requisitos. A la Profesora Umbridge se le ha ofrecido ocupar esta posición además de su propio cargo en la enseñanza, y estamos encantados en decir que ha aceptado."
Los nuevos movimientos del Ministerio han recibido el apoyo entusiasta de los padres de los estudiantes de Hogwarts.
—Apuesto que Malfoy estaría encantado —comentó cáusticamente Frank.
—No apuesto —replicó James—. Primero no me gusta…
—No te dejan —interrumpió Sirius, sonriendo ampliamente.
—Lo que sea —le respondió James—… Segundo, Malfoy siempre fue crítico de las formas en que Dumbledore dirigía el colegio; desde su época de estudiante. El nos llevaba unos tres años —respondió a la mirada de sus nietos— cuando entramos.
—Cinco —aclaró Dumbledore, lo que reconoció Snape con un asentimiento de cabeza.
"Me siento mucho más tranquilo ahora que sé que Dumbledore está siendo sometido a una evaluación más justa y objetiva" opinó el Señor Lucius Malfoy, de 41 años, hablando desde su mansión de Wiltshire la pasada noche. "Muchos de nosotros, en la búsqueda de los mejores intereses para nuestros niños, nos hemos preocupado por algunas excéntricas decisiones que Dumbledore ha tomado en los últimos años y nos alegra saber que el Ministerio está vigilando la situación."
Entre esas decisiones está, indudablemente, la polémica selección de personal descrita previamente en este diario, que incluyen el empleo del licántropo Remus Lupin, el medio-gigante Rubeus Hagrid y el engañoso ex-Auror Ojo-Loco Moody.
Abundan rumores, por supuesto, de que Albus Dumbledore, quien una vez fue el Mago Mugwump, Mago Supremo de la Confederación Internacional de Magos y Jefe Hechicero del Wizengamot, ya no es bueno en la tarea de manejar la prestigiosa escuela de Hogwarts.
—Otra vez con la teoría que a Dumbledore le fallaba la cabeza —criticó amargamente Lily. Alice, sin embargo, comentó:
—Aunque cualquiera tendrá razón al pensar en lo de las contrataciones de los profesores. No lo digo por ninguno de ustedes, Remus, Hagrid, Moody, sino por otros que hemos conocido antes, como Quirrel o Lockhart.
—Eso es verdad —admitió Dumbledore—. Y como hemos comentado, siempre había costado conseguir un profesor para esa clase, por lo que implicaba.
"Creo que la designación del Inquisidor es el primer paso para lograr que Hogwarts tenga un director en el que podamos depositar nuestra confianza" dijo una persona allegada al Ministerio la pasada noche.
Los superiores del Wizengamot, Griselda Marchbanks y Tiberius Ogden, se han manifestado como protesta por la creación del puesto de Inquisidor de Hogwarts.
"Hogwarts es una escuela, no un fortín de la oficina de Cornelius Fudge," señaló la Señora Marchbanks. "Esto es un nuevo y repugnante intento de desacreditar a Albus Dumbledore."
—Tiene razón —comentó Frank.
(Para una mejor información sobre la Señora Marchbanks alegando enlaces con grupos subversivos de duendes, diríjase a la página diecisiete.)
—¿Griselda con grupos subversivos de duendes? —exclamó Alice, sorprendida—, ¡No creo! ¡Si Griselda no mata ni una mosca! O al menos hasta donde la conozco.
—Eso lo que nos muestra es ese uso que le dieron a El Profeta como medio para desprestigiar a los opositores a Fudge —comentó gravemente Moody.
Hermione terminó de leer y miró a los otros dos a través de la mesa.
—¡Así que ahora sabemos cómo acabamos con Umbridge! ¡Fudge aprobó el "Decreto Educacional" y forzó que viniera con nosotros! ¡Y ahora le otorga el poder para inspeccionar a los otros maestros! – respiraba con mucha rapidez y sus ojos estaban brillantes–. ¡No puedo creer esto! ¡Es escandaloso!
—¡Vaya si lo es! —afirmó Harry. Miró su mano derecha, posada encima de la mesa, y observó el débil contorno blanco de las palabras que Umbridge le había obligado a que cortara en su piel. Pero una mueca se estaba desplegando en la cara de Ron.
—¿Que? —preguntaron Harry y Hermione y lo miraron fijamente.
—Oh, no puedo esperar ver a McGonagall siendo inspeccionada —aclaró Ron alegremente–. Umbridge no sabe lo que le espera.
A McGonagall le brillaron los ojos con una sonrisa pícara que no se reflejó en su rostro, pero los más jóvenes sí estallaron en risas ente este comentario.
—Bien, vamos —dijo Hermione y saltó de la mesa—. Será mejor que nos vayamos, si ella está inspeccionando la clase de Binns no debemos llegar tarde.
Pero la Profesora Umbridge no estaba inspeccionando su clase de Historia de la Magia, que fue igual de aburrida que la del lunes anterior, ni estaba en la mazmorra de Snape cuando llegaron para la doble clase de Pociones, donde el ensayo de Harry sobre la piedra lunar le fue devuelto con una negra, grande y puntiaguda "D" garrapateada en una esquina superior.
—Les he premiado con las notas que habrían recibido si hubieran presentado este trabajo en su TIMO —declaró Snape con una sonrisa afectada, mientras caminaba con rapidez entre ellos regresándoles sus tareas–. Esto debería darles una idea realista de qué esperar en el examen.
—No me extraña —comentó agriamente Lily. Snape la miró pero no respondió nada.
Snape alcanzó el frente de la clase y giró sobre sus talones para encararlos.
—El resultado general de esta tarea fue abismal. La mayoría de ustedes habrían fallado si este hubiera sido su examen. Espero ver un esfuerzo mucho mayor durante las próximas semanas, en las que ensayaremos diversas variedades de antídotos contra veneno, o tendré que empezar a repartir detenciones entre aquellos tontos que consigan una "D".
Sonrió burlonamente mientras Malfoy reía disimuladamente y decía en un cuchicheo:
—¿Algunas personas consiguieron una "D"? ¡Ha!
—No me extrañaría que se lo haya comentado —dijo Zacharias, mientras Padma asentía en silencio.
—¿Apostamos? —preguntó JS, pero los demás nuevos merodeadores se negaron caballerosamente, lo que le hizo bufar.
Harry comprendió que Hermione estaba intentando ver por el rabillo del ojo qué nota había recibido; tan rápido como pudo, deslizó el ensayo sobre la piedra lunar dentro de su mochila, sintiendo que era mejor que guardara esta información en privado.
Decidido a no darle excusas a Snape para suspenderlo en esta lección, Harry leyó y releyó cada línea de instrucciones escrita en la pizarra, por lo menos tres veces, antes de ejecutarlas. Su Solución Fortificante no era la sombra turquesa clara de Hermione pero al menos era azul en lugar de rosa, como la de Neville, así que entregó su frasco con la muestra en el escritorio de Snape al final de la lección con una mezcla de desafío y alivio.
—Espero que hayas calificado como correspondía, "Profesor" —le dijo Lily, entrecomillando con los dedos el término "profesor". Snape sólo la miró, sin comentar nada.
—Bien, no fue tan malo como la semana pasada, ¿verdad? —preguntó Hermione, mientras salían de la mazmorra y cruzaban el vestíbulo de la entrada hacia el comedor—. Y la tarea no estuvo demasiado mal, ¿cierto?
Como ni Ron ni Harry contestaron, ella presionó un poco más.
—Quiero decir, está bien, no esperaba la nota más alta, no si él estaba haciendo correcciones como si se tratara de un TIMO estándar, pero un aprobado es bastante alentador a estas alturas, ¿no les parece?
Harry hizo un evasivo ruido con su garganta.
—Por supuesto, pueden pasar muchas cosas antes del examen, tenemos suficiente tiempo para mejorar, pero las calificaciones que obtuvimos conforman una especie de línea base ¿verdad? Algo en lo que podemos fundamentarnos.
—Mamá —interrumpió Rose, mirando directamente a Hermione—, ¿por qué no le preguntaste directamente qué calificación tuvieron papá y tío Harry?
—Bueno —respondió la aludida, después de unos segundos en silencio—, no quería molestarlos.
—Pero casi que lo conseguiste —comentó Parvati, adelantándose a la lectura.
Se sentaron juntos a la mesa de Gryffindor.
—Obviamente, me habría emocionado si hubiera conseguido una "S".
—Hermione —habló Ron cortante—, si quieres saber qué calificaciones conseguimos, pregunta.
—Lo que dije —comentó Rose, satisfecha, provocando risas.
—No... No quise decir... bien, si quieres decirme.
—Conseguí una "P" —declaró Ron sirviéndose sopa–. ¿Feliz?
—Bueno, no es razón para estar avergonzado —intervino Fred, quien acababa de llegar a la mesa acompañado de George y Lee Jordan y estaba sentándose a la derecha de Harry—. No hay nada malo en una buena y saludable "P".
Molly vio intrigada a sus gemelos, mientras los demás Weasley lo hacían divertidos.
—Pero —comentó Hermione—, la "P" no es para…
—"Pobre", sí —aclaró Lee Jordan—. Pero aún así es mejor que una "H", ¿verdad? ¿Horrible?
Harry sintió que su cara enrojecía y fingiendo un pequeño acceso de tos se inclinó sobre si mismo. Cuando se incorporó, tristemente se encontró con que Hermione todavía estaba hablando con naturalidad sobre las calificaciones del TIMO.
—¿Por qué tu preocupación, primo? —interrumpió Dudley, extrañado—, si siempre tuviste buenas notas en la escuela.
—Pero acá en Hogwarts era distinto, Dudley. Es, ¿cómo decirlo?...
—Imagino que como en la Universidad —intervino Samantha—, que las calificaciones y el nivel es distinto.
—Exactamente —admitió Harry, con el asentimiento de Victoire.
—Así que la "S" es la nota más alta, para "Sobresaliente" —aclaraba en ese momento—. Y luego está la "A"...
—No, "E" —corrigió George—. "E" significa "Excede Expectativas". Siempre he pensado que Fred y yo deberíamos tener "E" en todo, porque excedimos las expectativas con el simple hecho de presentarnos a exámenes.
Todos se rieron excepto Hermione.
En la Sala, ocurrió exactamente lo mismo: todos los jóvenes, y muchos de los demás rieron, excepto Molly, Lily y Hermione.
—Así que, después de "E" viene "A" para "Aceptable", y esa es la última nota para pasar, ¿cierto?
—Si —afirmó Fred y mojó un pan entero en su sopa, llevándolo a su boca y tragándolo en su totalidad.
—Entonces la siguiente es "P" para "Pobre" —Ron levantó ambos brazos en celebración simulada—, y "H" para "Horrible".
—¿Y dónde queda la "T"? -recordó George.
—¿"T"? —preguntó Hermione quien parecía espantada—. ¿Aún más bajo que una "H"? ¿Y qué posición hay para "T"?
—"Troll" —contestó George, rápidamente.
Harry logró reír nuevamente, aunque no estaba seguro si George estaba hablando en broma o no. Se imaginó intentando ocultar a Hermione que había recibido T en todos sus TIMOs y en ese instante resolvió trabajar más duro a partir de ahora.
—Lo que me extraña —comentó Hugo—, es que hablaran de calificaciones en este momento de la vida, en quinto año.
—Oye, es verdad —saltó Al—, ¿y eso por qué, papá?
—Creo que fue por la novedad de los TIMOs —admitió Harry—, porque hasta el momento habíamos recibido calificaciones, pero no le habíamos prestado tanta atención a la escala.
—Es verdad —admitió Hermione, con algo de pena.
—¿Todavía no han tenido una lección supervisada? —les preguntó Fred.
—No —contestó Hermione al momento— ¿Ustedes?
—Sólo ahora, antes del almuerzo —respondió George—. Encantamientos.
Varios miraron al profesor Flitwick, quien sonrió con suficiencia al ser mencionada su materia.
—¿Qué tal estuvo? —preguntaron Harry y Hermione a un tiempo.
Fred se encogió de hombros.
—No estuvo mal. Umbridge apenas acechó en la esquina tomando notas en un portapapeles. Ya saben como es Flitwick, la trató como un invitado, no parecía molestarlo en absoluto. Ella no dijo mucho. Le hizo a Alicia un par de preguntas sobre cómo eran las clases habitualmente y ésta respondió que eran realmente buenas, eso fue todo.
—No soporto que el viejo Flitwick se haya rebajado —comentó George—. Normalmente, todo el mundo termina bien sus exámenes.
—¿Por qué ese comentario, señor Weasley? —preguntó el profesor, sorprendiendo a los gemelos.
—¿Cuál, profesor? —preguntó George inocentemente.
—El de "viejo Flitwick", por supuesto.
—¡Vamos, profesor! —saltó Fred—, sabe que le tenemos cariño, a usted y a todos…
—Menos a uno —aclaró George.
—Exacto, menos a uno —Snape obsequió a los gemelos con una de sus miradas típicas, mientras Flitwick sonreía satisfecho.
—¿Con quién tienen clases esta tarde? —le preguntó Fred a Harry.
—Trelawney.
—Una "T", si alguna vez vi una.
—Y con la propia Umbridge.
—Bien, sé un buen muchacho y contén tu temperamento hoy con Umbridge —aconsejó George—. Angelina enloquecerá si faltas a otra práctica de quidditch.
Angelina asintió en silencio, lo que provocó risas entre los más jóvenes.
Pero Harry no tuvo que esperar hasta la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras para encontrarse con la Profesora Umbridge. Estaba consultando su diario de los sueños en un asiento ubicado al fondo del oscuro Cuarto de Adivinación cuando Ron le dio un codazo en las costillas. Mirando alrededor, observo a la Profesora Umbridge surgiendo a través de la trampilla en el suelo. La clase, que había estado hablando animadamente, se quedó callada en seguida. La caída abrupta en el nivel del ruido hizo que la Profesora Trelawney, quien había estado repartiendo copias de El Oráculo de Sueño, mirara a su alrededor.
—Buenas tardes, Profesora Trelawney —saludó la Profesora Umbridge con su ancha sonrisa—. Recibió mi nota ¿verdad? ¿Informándole la fecha y la hora de su inspección?
La profesora Trelawney cabeceó lacónicamente y, luciendo muy enfadada, invitó a pasar a la Profesora Umbridge y continuó repartiendo libros. Todavía sonriendo, la Profesora Umbridge tiró del respaldo del sillón más cercano hasta quedar al frente de la clase, apenas unas pulgadas por detrás del asiento de la Profesora Trelawney. Se sentó, sacó su portapapeles de su floreado bolso y levantó la vista expectante, esperando que la clase comenzara.
La Profesora Trelawney enrolló sus chales alrededor de su cuerpo con manos ligeramente temblorosas e inspeccionó la clase a través de sus enormes lentes.
—No sé si es imponente por lo de la inspección o por como han descrito que era —comentó JS con tono preocupado.
—Creo que por ambas razones, Jamie —admitió Neville—, aunque más seguro por la segunda.
—Hoy continuaremos con nuestro estudio sobre los sueños proféticos —comenzó, en un valiente intento por mantener su tono místico habitual, aunque su voz se agitó ligeramente—. Divídanse en parejas, por favor, y con ayuda del Oráculo interpreten uno al otro las visiones que tuvieron la última noche.
Dio unos pasos con intención de dirigirse a su asiento cuando vio a la Profesora Umbridge, sentada a la derecha de su sillón, y giró inmediatamente hacia la izquierda, dirigiéndose al encuentro de Parvati y Lavender, que ya estaban enfrascadas en una profunda discusión sobre el más reciente sueño de Parvati.
—¿Recuerdas sobre qué era? —le preguntó Lavender, acomodándose la bufanda.
—No recuerdo si tenía que ver con un sol rojo, o con el río Ganges —reconoció Parvati—, pero sí que descubrimos ese día que lo nuestro iba a ser la adivinación.
Harry abrió su copia de El Oráculo de los Sueños y miró a Umbridge disimuladamente. La profesora ya estaba haciendo anotaciones en su portapapeles. Después de unos minutos empezó a caminar detrás de Trelawney, escuchando sus conversaciones con los estudiantes y proponiendo preguntas aquí y allí. Apresuradamente, Harry inclinó la cabeza sobre su libro.
—Piensa en un sueño, rápido —le dijo a Ron—, en caso de que el sapo viejo venga aquí.
—Yo lo hice la vez pasada —protestó su amigo—, es tu turno, tú me dices uno.
—Dudo que papá le quisiera contar sobre sus sueños— comentó Lilu, interesada.
—Eso es verdad —reconoció Harry—, ese era uno de los "terrenos vedados", donde no los podía dejar pasar.
Hermione y Ron asintieron silenciosamente.
—Oh, yo no sé —confesó Harry desesperadamente, quién no podía recordar haber soñado algo durante los últimos días—. Digamos que mi último sueño fue que estaba… ahogando a Snape en mi caldero. Sí, eso fue…
Ron abrió su Oráculo de Sueño.
—Okey, tenemos que agregar tu edad a la fecha en que tuviste el sueño, el número de letras del tema… ¿cuál sería el tema del sueño? ¿"ahogándose" o "caldero" o "Snape"?
Snape miró a Ron y a Harry con su clásica mirada cáustica, pero enseguida notó los fieros ojos color esmeralda de Lily sobre él.
—No importa, escoge cualquiera de ellos —replicó Harry, echando una mirada detrás de él.
Ahora la Profesora Umbridge estaba de pie sobre el hombro de la Profesora Trelawney tomando notas mientras la profesora de adivinación preguntaba a Neville sobre su diario de sueño.
—¿Cuándo soñaste esto? —preguntó Ron, sumergido en cálculos.
—¡No sé, anoche, cuando quieras! —exclamó Harry intentando escuchar lo que Umbridge estaba diciendo a la profesora Trelawney, quienes estaban apenas a una mesa de distancia. La profesora Umbridge estaba haciendo otra anotación y la profesora Trelawney estaba mirando hacia fuera.
—¿Cuándo no es Potter intentando escuchar conversaciones ajenas?
La pregunta de Snape no quedó sin respuesta del propio Harry:
—¿Lo pregunta quien intentaba espiar al profesor Dumbledore conversando con la propia Trelawney 16 años atrás para satisfacer a su amo y provocar la muerte de mis padres?
—No te lo permito, Potter —Snape se levantó, pero inmediatamente Dumbledore lo detuvo, al igual que la réplica que ya estaba preparando Harry:
—Severus, siéntate. Harry, deja que la lectura siga. Señorita Patil, si es tan amable de continuar.
—Ahora —declaró Umbridge observando a Trelawney—, ¿por cuánto tiempo ha permanecido en este puesto, exactamente?
La aludida frunció el ceño, cruzó los brazos y se echó sobre las espaldas la punta del chal como si deseara protegerse tanto como fuera posible de la indignidad de la inspección. Después de una ligera pausa en la que pareció decidir que la pregunta no era tan ofensiva, pudo razonablemente ignorarlo, aunque agregó en un tono profundamente resentido:
—Casi dieciséis años.
Rose inclinó la cabeza, reflexionando sobre esta pieza de información.
—Un periodo importante —señaló la profesora Umbridge e hizo una nota en su portapapeles—. ¿Así que el profesor Dumbledore la nombró?
—Eso es correcto —contestó la profesora Trelawney brevemente.
La Profesora Umbridge hizo otra nota.
—¿Y usted es una bis-bis-nieta de la vidente famosa Cassandra Trelawney?
—Sí —respondió la profesora Trelawney y sostuvo su cabeza un poco más alto.
Otra nota en el portapapeles.
—¿Pero creo, corríjame si me equivoco, que usted es la primera persona en su familia, desde Cassandra, en poseer la Segunda Visión?
—Estas cosas saltan a menudo... er... tres generaciones —explicó la profesora.
—Es lo que dicen los estudiosos —comentó Parvati, interrumpiendo su lectura.
—¿Quieres decir, tía, que en nuestra familia hubo adivinos?
—Es probable, Naira.
La sonrisa de sapo de Umbridge se ensanchó.
—Por supuesto —concordó dulcemente haciendo otra anotación—. Bien, entonces ¿podría predecir algo para mí? —Y levanto la mirada interrogante, aún sonriendo.
La Profesora Trelawney se puso rígida, como si no pudiera creer lo que estaba oyendo.
—No lo dudo —comentó Rose—, según lo que he leído, las predicciones auténticas se dan en los momentos menos esperados; no son "automáticas" o "por mandato".
—Así es, joven Rose —sonrió Lavender—, por eso es que los adivinos somos seres incomprendidos.
Hermione, Naira y Dom negaron en silencio.
—No entiendo —replicó, acomodando el mantón alrededor de su cuello huesudo con visible agitación.
—Me gustaría que usted hiciera una predicción para mí —solicitó la profesora Umbridge muy claramente.
A estas alturas Harry y Ron no eran los únicos que miraban y escuchaban furtivamente detrás de sus libros. La mayoría de la clase estaba paralizada, con la vista fija en la profesora Trelawney quien en ese momento se irguió en toda su altura, sus pulseras y collares tintineando.
—¡El Ojo Interno no ve siguiendo órdenes! —señaló escandalizada.
—Ya veo —comentó la Profesora Umbridge suavemente e hizo una nueva anotación.
—¡Pero... pero… espere! —exclamó repentinamente la profesora Trelanwey, intentando hablar con su habitual voz etérea, aunque el efecto místico se había arruinado por el modo en que temblaba de cólera—. Cr... creo que veo algo… algo que la preocupa... siento algo… algo oscuro… un peligro grave.
La profesora Trelawney apuntó un dedo tembloroso en dirección a la profesora Umbridge que continuaba sonriéndole suavemente, enarcando las cejas.
—No le está creyendo —comentó gravemente Paula.
—Exacto —ratificó Molls—, nadie le creería.
—¡Me temo… me temo que está en grave peligro! —concluyó la profesora Trelawney dramáticamente.
Hubo una pausa. Dolores Umbridge inspeccionó a la Profesora Trelawney.
—Bien —habló suavemente y garabateó una vez más en su portapapeles—. Bien, si realmente eso es lo mejor que puede hacer…
Se alejó, dejando a Trelawney petrificada, jadeando.
Harry echó un vistazo a Ron y supo que ambos estaban pensando exactamente igual: sabían que la profesora Trelawney era un viejo fraude, pero por otro lado, aborrecían a Umbridge a tal grado que sentían muchísimo que su profesora de Adivinación la estuviera pasando tan mal... claro, hasta que los atacó abruptamente unos segundos después.
—Yo no la consideraba en esos términos —comentó Dumbledore—, puesto que, como acaba de comentar la señorita Weasley-Granger, las predicciones o profecías no se emiten bajo coacción, como entiendo que fue en este caso.
—¿Bien? —dijo moviendo sus largos dedos bajo la nariz de Harry, con inusual energía—, Permíteme ver lo que has hecho en tu diario de sueño, por favor.
Para el momento en que terminó de interpretar los sueños de Harry en voz alta (todos los cuales, incluso uno que involucraba comer gachas de avena, aparentemente predecían una horripilante y temprana muerte), éste se estaba sintiendo mucho menos compasivo hacia ella. Durante todo ese tiempo, la profesora Umbridge había permanecido algo alejada, tomando notas y cuando la campana sonó, descendió la primera por la escalerilla de plata y ya los estaba esperando cuando llegaron a la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras diez minutos más tarde.
Estaba canturreando y sonriendo para si misma cuando todos entraron en el cuarto. Harry y Ron le contaron a Hermione, quien regresaba de Aritmancia, lo que había pasado exactamente en Adivinación, mientras todos sacaban sus copias de Teoría Mágica Defensiva; pero antes que Hermione pudiera hacerle una pregunta, la profesora Umbridge los había llamado para pedir orden y todos callaron.
—No me extraña —comentó Scorpius sombríamente—, ya habrá reportado al Ministerio sobre sus primeros hallazgos.
—Varitas fuera —les ordenó con una sonrisa, y aquellas persona que habían tenido la esperanza suficiente para sacarlas, tristemente las regresaron a sus mochilas—. Como en la clase pasada terminamos con la última lección del capítulo uno, quisiera que todos fueran a la página diecinueve para comenzar con el capítulo dos, "Teorías Defensivas Comunes y sus Derivaciones". No será necesario hablar.
Todavía sonriendo ampliamente, con su sonrisa de auto satisfacción, se sentó en su escritorio. La clase dio un suspiro audible cuando todos comenzaron a buscar la página diecinueve. Harry se preguntó aburrido si habría suficientes capítulos en el libro para mantenerlos leyendo durante el resto del año y estaba a punto de revisar la página de contenidos cuando notó que Hermione había levantado la mano reclamando atención.
—¡Ah! —soltó Seamus—, ya recuerdo lo que pasó en esa clase.
Los demás Gryffindor de ese año asintieron, provocando miradas extrañas en los demás.
La profesora Umbridge también lo había notado, y no sólo eso sino que parecía haber ideado una estrategia para tal eventualidad. En vez de tratar de pretender que no había visto a Hermione, se puso de pie y caminó alrededor de la primera fila de escritorios hasta que estuvieron cara a cara, entonces se inclinó y susurró, para que el resto de la clase no pudiera oírla.
—¿Qué es lo que pasa esta vez, señorita Granger?
—Ya leí el capítulo dos —explicó Hermione.
—Bueno, entonces avance al capítulo tres.
—También lo leí. Ya leí todo el libro.
—Lo normal —soltó Hugo, provocando risas. Hermione lo vió sorprendida pero no comentó nada.
La Profesora Umbridge se turbó, pero recuperó el aplomo casi inmediatamente.
—Bueno, entonces imagino que es capaz de decirme lo que comentó Slinkhard sobre los Contra-Maleficios en el capítulo 15.
—Dijo que el Contra-Maleficio era nombrado incorrectamente — respondió Hermione con prontitud—. También comenta que es sólo un nombre que la gente da a sus Maleficios cuando quieren que suenen más aceptables.
La profesora Umbridge levantó sus cejas y Harry se dio cuenta que estaba impresionada muy a su pesar.
—Pero no estoy de acuerdo —continuó Hermione.
—¡Ah, caramba! —exclamó Kevin, sorprendido.
Las cejas de la Profesora Umbridge subieron un poco más alto y su mirada fija se volvió claramente helada.
—¿No está de acuerdo? —repitió.
—Sí, así es –continuó Hermione quien, a diferencia de Umbridge, no estaba susurrando, sino que hablaba claro, con una voz que por los momentos había atraído la atención del resto de la clase—. Al señor Slinkhard no le gustaban los Maleficios, ¿cierto? Pero creo que pueden ser muy útiles si se usan defensivamente.
—¿Así que eso cree, verdad? —preguntó la profesora Umbridge, olvidándose de susurrar y hablando en voz alta—. Bueno, me temo que es la opinión del señor Slinkhard y no la suya la que importa en este salón de clases, señorita Granger.
Dumbledore seguía con interés lo que se narraba, puesto que no había conocido los detalles, al igual que la mayoría de los presentes en la Sala.
—Pero... —empezó Hermione.
—Ya fue suficiente —declaró la profesora Umbridge. Caminó de nuevo hacia el frente del salón y los encaró, toda la satisfacción que había mostrado al inició de clase se había esfumado–. Señorita Granger, le voy a quitar 5 puntos a la casa Gryffindor.
Hubo un inmenso silencio luego de esto.
—¿Por qué? —preguntó Harry enojado.
—¡No te metas! —le susurró Hermione con urgencia.
—Por distraer mi clase con interrupciones sin sentido —replicó la profesora Umbridge tranquilamente—. Estoy aquí para enseñarles según un método aprobado por el Ministerio, que no incluye que los estudiantes sean invitados a opinar sobre materias acerca de las cuales entienden muy poco. Sus anteriores maestros de esta materia pudieron haberles permitido más licencia, pero ninguno de ellos, con la posible excepción del Profesor Quirrel quien al menos parece haberse limitado a materias propias de su edad, hubiera pasado una inspección del Ministerio.
—Pues no me parece que fuera una interrupción sin sentido —comentó la profesora Sprout—, está exponiendo una opinión basada en lo que imagino dice ese libro.
—Sí, Quirrel era un maestro genial —comentó Harry en voz alta—. Sólo tenía una pequeñísima desventaja, llevaba a Lord Voldemort sobresaliendo por detrás de su cabeza.
—Harry —soltó Lily después de un sonoro suspiro—, entiendo que eso fue lo que pasó, pero ¿por qué empeorar la situación?
—Está en su naturaleza —dijo Snape sin pensarlo.
—¿Eso crees? —replicó Lily, pero no tuvo tiempo de más.
—Lily, Severus, basta —el llamado de atención del profesor Dumbledore no dejo lugar a dudas.
Esta declaración fue seguida por uno de los silencios más impresionantes que Harry hubiera presenciado jamás. Entonces...
—Pienso que otra semana de detenciones le harían mucho bien, señor Potter —dijo Umbridge simplemente.
—Me lo supuse —dijo Lily, derrotada.
—La situación se estaba haciendo cada vez más complicada —comentó Colin, con tono serio.
La cortada al dorso de la mano de Harry apenas se había cicatrizado y, a la siguiente mañana, sangraba nuevamente. No se quejó durante la detención de la noche pues estaba decidido a no darle la satisfacción a Umbridge; repetidas veces escribió "no debo decir mentiras" y ni un solo sonido escapó de sus labios, aunque el corte se hiciera más profundo con cada letra.
La peor parte de esta segunda semana de detenciones, tal como George había predicho, fue la reacción de Angelina. Lo arrinconó cuando llegó a la mesa Gryffindor para el desayuno del martes y gritó tan fuerte que la profesora McGonagall se acercó rápidamente desde la mesa de profesores.
—George, eres un profeta —dijo Charlie, provocando risas.
—Era más que evidente que pasaría —comentó George, tomando la mano de Angelina—, la conozco bien.
—¡Señorita Johnson, cómo se atreve a hacer tal estruendo en el Gran Comedor! ¡Cinco puntos menos a Gryffindor!
—Pero, profesora, ¡lo volvió a hacer y consiguió una detención otra vez!
—¿Qué significa esto, Potter? —reclamó la profesora McGonagall bruscamente, enfrentándose a Harry—. ¿Detención? ¿De quién?
—De la profesora Umbridge —murmuró Harry rehuyendo los ojos, brillantes y honestos, de la profesora McGonagall.
—¿Está diciéndome —continuó la profesora, bajando su voz para que el grupo de curiosos Ravenclaws que estaba detrás de ellos no pudieran enterarse—, que después de la advertencia que le di el lunes pasado, nuevamente perdió los estribos en la clase de la profesora Umbridge?
—Sí —refunfuñó Harry, hablándole al piso.
—Estaba realmente apenado, profesora, pero como comprenderá, era inevitable.
—Ahora lo comprendo, Potter —reconoció la directora McGonagall, con voz tranquila—, en aquel momento me costaba; no conocía todos los hechos.
—¡Potter, debe lograr controlarse! ¡Se está buscando un serio problema! ¡Otros cinco puntos menos para Gryffindor!
—¿Pero... qué...? ¡Profesora, no! —exclamó Harry, furioso por la injusticia—. Ya estoy siendo castigado por ella, ¿por qué me tiene que quitar puntos también?
—Porque las detenciones no parecen tener ningún tipo de efecto sobre usted —contestó la profesora McGonagall enojada—. ¡No, ni una palabra de queja, Potter! ¡Y en cuanto a usted, señorita Johnson, en un futuro limite sus gritos a los partidos de quidditch o se arriesga a perder la capitanía del equipo!
La profesora McGonagall regresó a grandes pasos a la mesa de los profesores. Angelina le lanzó a Harry una mirada de profundo disgusto y se alejó indignada, mientras él se arrojaba, echando humo, en un banco al lado de Ron.
—Estaba realmente molesta —reconoció Angelina.
—Éramos dos —dijo Harry.
—Tres —intervino lacónicamente la directora McGonagall.
—¡Le quita puntos a Gryffindor porque yo tengo la mano llena de cortes todas las noches! ¿Qué clase de circo es éste?
—Lo sé, compañero —dijo Ron con simpatía, mientras acercaba el tocino al plato de Harry—, esta exagerando.
Hermione, sin embargo, se limitó a hacer crujir las páginas de su ejemplar de "El Profeta" y no dijo nada.
—Piensas que McGonagall tiene razón, ¿verdad? —preguntó Harry enojado al cuadro de Cornelius Fudge que ocultaba la cara de Hermione.
—Desearía que no te hubiera quitado los puntos, pero pienso que tiene razón en advertirte que no pierdas la paciencia con Umbridge —contestó la voz de Hermione mientras Fudge gesticulaba enérgicamente en la página delantera, dando claramente alguna clase de discurso.
—Una imagen bizarra, sin dudas —comentó Zacharias—, me la imagino y me da escalofríos.
Algunas risitas sonaron en la Sala, pero la mayoría apoyaba a Harry en su posición contra Umbridge.
Harry no le dirigió la palabra a Hermione durante toda la clase de Encantamientos, pero cuando entraron en Transformaciones olvidó que estaba enfadado con ella. La profesora Umbridge y su portapapeles estaban sentados en una esquina y su sola imagen logró que el recuerdo del desayuno saliera de su mente.
—Excelente —susurró Ron, cuando se sentaron en sus asientos habituales—. Vamos a ver a Umbridge recibiendo su merecido.
La profesora McGonagall entró en el cuarto sin dar la más ligera indicación de que sabía que la profesora Umbridge se encontraba allí.
—Esto es lo que haremos —comenzó a hablar y el silencio reinó de inmediato—. Señor Finnigan, por favor venga aquí y entregue las tareas corregidas; Señorita Brown, por favor tome esta caja de ratones, no sea tonta, niña, no la van a lastimar, déle un animal a cada alumno...
—Nunca me gustaron los ratones —reconoció Lavender ante la risa de varios—, quizás por eso no era tan buena en Transformaciones.
—Hem, hem—se escuchó a la profesora Umbridge, utilizando la misma tos absurda que había empleado para interrumpir al profesor Dumbledore en la primera noche del curso. La profesora McGonagall la ignoró. Seamus le regresó a Harry su ensayo, quien lo tomó sin mirar a su compañero y descubrió con alivio que había sacado una 'A'.
—Muy bien, todos, escuchen con atención. Dean Thomas —se interrumpió observando al aludido—, si vuelves a hacerle eso al ratón te pondré en detención —regresando su atención a la clase, continuó—. La mayoría de ustedes ha hecho desvanecer sus caracoles con éxito y aun aquellos que han dejado algo del caparazón captaron el punto esencial del hechizo. Hoy, practicaremos...
—Hem, hem—repitió la profesora Umbridge.
—¿Sí? —dijo la profesora McGonagall, volteando, con sus cejas tan juntas que parecía que formaban una sola y severa línea.
—Solamente me estaba preguntado si había recibido mi nota comunicándole la fecha y la hora de su inspec...
—Obviamente la recibí, o habría preguntado qué está haciendo en mi salón —la interrumpió la Profesora McGonagall, y al punto le dio la espalda con firmeza. Muchos de los alumnos intercambiaron miradas de regocijo (En la Sala, se escucharon aplausos, y una leve sonrisa se dibujó en el rostro de la directora McGonagall)—. Como estaba diciendo, hoy practicaremos algo más difícil, desapareceremos un ratón. Ahora, el hechizo desvanecedor...
—Hem, hem
—¿Me pregunto —dijo la profesora McGonagall, con una helada voz de furia, girando nuevamente hacia la profesora Umbridge—, como pretende tener una idea de mi manera de enseñar si me sigue interrumpiendo? Como podrá darse cuenta, generalmente no permito que la gente hable mientras yo lo hago…
La Profesora Umbridge se veía como si acabara de recibir una bofetada. No habló, sólo enderezó el pergamino en su portapapeles y empezó a garabatear furiosamente.
Una nueva tanda de aplausos y vítores se escucharon, haciendo sonreir más ampliamente a McGonagall.
Luciendo completamente despreocupada, la Profesora McGonagall se dirigió de nuevo a la clase.
—Como les estaba diciendo, el hechizo desvanecedor se vuelve mas difícil con la complejidad del animal a desaparecer. El caracol, como es un invertebrado, no representa un gran desafío; pero un ratón, al ser vertebrado, es un reto mucho mayor. Esta no es, por lo tanto, magia que puedan llevar a cabo mentalmente mientras están cenando. Bueno, ya conocen el hechizo, ahora déjenme ver lo que pueden hacer...
—¡¿Cómo me puede sermonear acerca de no perder el control con Umbridge?! —le susurró Harry a Ron sin aliento, pero sonreía abiertamente. Su cólera contra McGonagall definitivamente había desaparecido.
—Porque —replicó la directora McGonagall—, como habrás recordado, la idea no era confrontarla, sino ponerla en su sitio. Lamentablemente ustedes, con 15 años, lo que desean es ser escuchados e imponer su opinión a gritos. En mi caso lo que hice fue desarmarla con argumentos simples pero contundentes.
—Exactamente —reconoció Dumbledore.
La profesora Umbridge no siguió a la profesora McGonagall por toda el aula como lo había hecho con Trelawney, quizás intuyendo que ésta no lo permitiría. De todas maneras, continuó tomando notas mientras permanecía sentada en una esquina, y cuando la profesora McGonagall señaló que podían guardar todo, tenía una sombría expresión en su cara.
—Bueno, es un comienzo —comentó Ron, sosteniendo su ratón por la larga cola serpenteante y dejándolo en la caja que Lavender estaba pasando.
Mientras salían del aula, Harry vio a la profesora Umbridge acercándose al escritorio de la profesora McGonagall. Le dio un codazo a Ron, quien a su vez le dio otro codazo a Hermione y los tres retrocedieron deliberadamente para escuchar.
—No digas nada, Snape —dijo Lily, señalándolo.
—No pretendía decir nada —contestó con su tono frío.
—¿Cuánto tiempo lleva enseñando en Hogwarts? —preguntó la profesora Umbridge.
—Treinta y nueve años este diciembre —contestó McGonagall bruscamente, cerrando su bolso.
—¿Bastante, no? —comentó Samantha, sorprendida—. Nuestros profesores llegan a 25 años y muchos no aguantan.
La profesora Umbridge tomó nota.
—Muy bien —comentó—, recibirá los resultados de su inspección en diez días.
—No puedo esperar —declaró McGonagall, con voz fría e indiferente, dirigiéndose hacia la puerta con grandes zancadas—. Ustedes tres, apresúrense —agregó, instando a que Harry, Hermione y Ron salieran delante. Harry no pudo evitar darle una débil sonrisa y podría haber jurado que recibió otra en respuesta.
McGonagall sólo asintió en silencio, mientras nuevos aplausos se escuchaban en la Sala.
Había pensado que la próxima vez que viera a Umbridge sería en la detención de esa noche, pero estaba equivocado. Cuando bajaban caminando por el césped hacia el Bosque para asistir a la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, la encontraron con su tabla de anotaciones esperándolos junto a la Profesora Grubbly-Plank.
—¿Usualmente no dicta esta clase, verdad? —escuchó Harry que le preguntaba mientras ellos se reunían en torno a la mesa de caballete, donde un grupo de Bowtruckles cautivos estaban hurgando entre varillas de madera.
—Eso es correcto —respondió la profesora Grubbly-Plank, con las manos en la espalda y balanceándose sobre sus pies—. Soy profesora suplente cubriendo el puesto del profesor Hagrid.
Harry intercambio inquietas miradas con Ron y Hermione. Malfoy estaba susurrando a Crabbe y a Goyle; seguramente le encantaría contar historias sobre Hagrid a un miembro del Ministerio.
—Para completar —comentó JS, a lo que Hagrid asintió gravemente.
—Hmm —dijo la Profesora Umbridge bajando la voz, aunque Harry todavía podía escucharla muy claramente—. Me preguntaba, ya que el Director ha estado extrañamente renuente a darme cualquier tipo de información sobre este asunto, ¿podría decirme a qué se debe esta ausencia tan prolongada del profesor Hagrid?
Harry vio como Malfoy levantaba la vista con ansiedad y observaba a Umbridge y a Grubbly-Plank atentamente.
—Me temo que no puedo —contestó la profesora Grubbly-Plank jovialmente—. No sé más que usted acerca de eso. Dumbledore me mandó una lechuza preguntándome si me gustaría enseñar por un par de semanas y acepté. Es todo lo que sé. Bien, deberíamos empezar, ¿no?
—Si, por supuesto —afirmó la profesora Umbridge escribiendo rápidamente en su pergamino.
—Ya me gustaría ver que tanto hay escrito en ese pergamino —comentó Rose—, aunque imagino que es "información reservada al Ministerio".
—Lo más seguro —dijo Hugo.
Umbridge utilizó una táctica diferente en esta clase y vagó entre los estudiantes haciéndoles preguntas sobre las criaturas mágicas. La mayoría contestaban bien y el espíritu de Harry se elevó en cierta medida; al menos la clase no dejaba mal parado a Hagrid.
—En conjunto —opinó la profesora Umbridge regresando al lado de la Profesora Grubbly-Plank después de un muy largo interrogatorio a Dean Thomas—, ya que usted actúa como miembro temporal del plantel, algo así como un forastero objetivo, imagino que me puede decir ¿cómo se siente en Hogwarts? ¿Siente que recibe suficiente apoyo de los directivos de la escuela?
—¡Oh, sí, Dumbledore es excelente! —contestó la Profesora Grubbly-Plank calurosamente—. Sí, estoy muy feliz de la manera que las cosas son controladas, muy feliz de verdad.
—¿Habrá sido sincera? —se preguntó Lucy, aunque en voz alta.
—No dudo de la sinceridad de la profesora Grubbly-Plank, señorita Weasley-Wortham —respondió Dumbledore, sonriendo—, de hecho, nunca dudé de ninguno de mis profesores —lo dijo mirando tanto a Hagrid como a Snape.
Luciendo cortésmente incrédula, Umbridge hizo una nota diminuta sobre su portapapeles, Luego continuó:
—¿Y cuáles son los temas que ha planificando cubrir en las clases de este año? ¿Asumiendo, desde luego, de que el Profesor Hagrid no regrese?
—Ah, las desarrollaré sobre las criaturas que aparecen con mayor frecuencia en el TIMO —señaló la profesora Grubbly-Plank—. No queda mucho por hacer; ya han estudiado unicornios y Nifflers, pensé que podríamos cubrir Porlocks y Kneazles, y asegurarnos que ellos puedan reconocer Crups y Knarls, ya sabe...
—Bueno, al menos parece que usted sí sabe lo que hace —dijo la profesora Umbridge, haciendo una marca muy obvia sobre su portapapeles. A Harry no le gustó el énfasis que había puesto en el "usted" y le gusto aún menos cuando hizo su siguiente pregunta a Goyle—. ¿He escuchado que hubo heridas en esta clase?
Goyle puso una sonrisa estúpida y burlona. Entonces Malfoy se apresuro en contestar la pregunta.
—No me extraña —dijo Sirius—, el momento ideal para sepultar la poca posibilidad de Hagrid de seguir como profesor.
Draco sólo encogió los hombros.
—Eso me paso a mí. Fui cortado por un Hipogrifo.
—¿Un Hipogrifo? —repitió la profesora Umbridge, ahora garabateando desesperadamente.
—Sólo porque era demasiado estúpido para escuchar lo que Hagrid le indicó —intervino Harry con ira.
—¿Ves lo que hemos hablado, Harry? —comentó la directora McGonagall—, te era imposible no reaccionar.
Tanto Ron como Hermione gimieron. La profesora Umbridge giró su cabeza despacio en dirección de Harry.
—Otras noches de detención, pienso —dijo suavemente—. Bien, muchas gracias, Profesora Grubbly-Plank, creo que es todo que necesito aquí. Recibirá los resultados de su inspección dentro de diez días.
—¡Estupendo! —exclamó la profesora Grubbly-Plank, y la profesora Umbridge salió por atrás a través del césped del castillo.
—Realmente te tenían de nazareno, Harry —comentó Lily tristemente, pero varios la miraron con extrañeza.
—¿Cómo es eso, abuela? —preguntó Lilu, volteándose a ver a Lily.
—En el mundo muggle, y Dudley y Samantha deben saberlo, se le dice "nazareno" a alguien que castigan constantemente, y más por defender sus convicciones; eso viene de la religión católica y sus derivados, a Jesucristo lo llamaban "nazareno" por venir de un pueblo llamado Nazaret, y por lo que sufrió antes de su muerte.
—Interesante —comentó Rose—, tengo que leer sobre ese señor.
Era casi medianoche cuando Harry abandonó la oficina de Umbridge. Su mano sangraba con tanta severidad que manchaba la bufanda en la que la había envuelto. Esperaba que la sala común estuviera vacía cuando volviese, pero Ron y Hermione lo estaban esperando. Se alegró al verlos, especialmente al notar que Hermione estaba dispuesta a ser mas comprensiva en lugar de criticar.
—Aquí —le dijo con ansiedad, empujando un pequeño tazón con un líquido amarillo hacia él—. Empapa tu mano en esto, es una solución de tentáculos Murtlap, tensos y conservados en vinagre, debería ayudar.
Harry colocó su sangrante y dolorida mano en el tazón y experimentó un maravilloso sentimiento de alivio. Crookshanks se enroscó alrededor de sus piernas, ronroneando ruidosamente. Luego saltó a su regazo y se acomodó.
—Gracias —murmuró con gratitud, rascando tras las orejas de Crookshanks con su mano izquierda.
—Todavía considero que deberías quejarte acerca de esto —opinó Ron en voz baja.
—Pero no lo va a hacer —admitió Lily—, es como yo, terco y testarudo.
James y Harry sonrieron levemente.
—No —negó Harry rotundo.
—McGonagall se volvería loca si supiera...
—Sí, probablemente lo haría —dijo Harry embotado—. ¿Y cuánto tiempo consideras que le tomaría a Umbridge crear otro decreto que diga que quienquiera que se queje del Alto Inquisidor será echado inmediatamente?
Ron abrió la boca para replicar pero nada salió y, después de un momento, la cerró otra vez, derrotado.
—Tienes toda la razón, Harry —admitió la directora McGonagall—, en esos momentos estábamos a merced de Umbridge, pero no debíamos hacerle la vida más sencilla por eso.
—Es una mujer horrible —declaró Hermione en voz baja—. Horrible. Sabes, se lo decía a Ron cuando entraste... Tenemos que hacer algo respecto a ella.
—Sugerí veneno —señaló Ron desagradablemente.
Eso le granjeó una mirada sorprendida de parte de Molly, y sonrisas veladas de parte de varios de los Weasley.
—No... me refiero a lo terrible que es como profesora. No estamos aprendiendo absolutamente nada de Defensa Contra las Artes Oscuras —protestó Hermione.
—Bueno, ¿qué podemos hacer sobre eso? —preguntó Ron bostezando—. ¿Es muy tarde, verdad? Ella trabaja aquí, va a quedarse aquí. Fudge se asegurará de eso.
—Bien —comenzó Hermione tentativamente—, saben, hoy estaba pensando... —le lanzó una mirada ligeramente nerviosa a Harry, y continuó—... estaba pensando que tal vez ha llegado la hora... de que hagamos algo al respecto.
—¿Hacer qué? —preguntó Harry con suspicacia.
—Bien... aprender Defensa Contra las Artes Oscuras por nuestra cuenta —concluyó Hermione.
—No era mala idea —comentó James—, creo que si hubiéramos vivido esa situación en nuestra época, lo hubiéramos hecho, practicar por nuestra cuenta.
—Es que casi que lo hicimos —reconoció Sirius—, pero no a nivel de lo que Harry y sus compañeros vivieron.
—Vamos —gruñó Ron—.¿Quieres que hagamos trabajo extra?, ¿quieres que Harry y yo tengamos trabajo extra, cuando apenas estamos en la segunda semana?
—¡Pero esto es mucho más importante que la tarea! —exclamó Hermione. Harry y Ron la miraron desconcertados.
—¡No pensé que hubiera en el mundo nada más importante que la tarea! —ironizó Ron.
—No seas tonto, por supuesto que lo hay —dijo Hermione y Harry observó, con un sentimiento agorero, que su cara estaba encendida con la clase de fervor que los TIMOs usualmente inspiraban en ella—. Se trata de prepararnos, como Harry dijo en la primera lección de Umbridge, para lo que nos está esperando ahí afuera. Se trata de asegurarnos que realmente podemos defendernos. Si no aprendemos nada en todo un año...
—No podemos hacer mucho por nuestra cuenta —admitió Ron con voz derrotada—. Digo, está bien, supongo que podemos ir a la biblioteca, buscar algunos Maleficios, e intentar practicarlos.
—No estoy de acuerdo, ya superamos la etapa en la que únicamente podíamos aprender de los libros —replicó Hermione—. Necesitamos un maestro, uno apropiado, quien nos pueda mostrar como usar los hechizos y corregirnos si lo estamos haciendo incorrectamente.
—La pregunta sería ¿quién? —reflexionó James—, tendría que ser alguien de séptimo o alguien de afuera que les indicara que hacer.
—¿Quizás Lunático? —preguntó Sirius—, aunque estaba complicado con sus labores para la Orden.
—Lo que comenté —recordó Harry.
—Y yo re respondí que no era adecuado —reconoció Hermione.
—Sí, aquí está —dijo Padma, para luego seguir la lectura.
—Si estás hablando de Lupin... —comenzó Harry.
—No, no estoy hablado de Lupin —lo interrumpió Hermione—. Está demasiado ocupado con la Orden y, en todo caso, podríamos verlo como mucho los fines de semana de Hogsmeade y esa no es ni de cerca la frecuencia suficiente.
—¿Quién entonces? —preguntó Harry mirándola con el ceño fruncido.
Hermione lanzó un suspiro muy profundo.
—¿No es obvio? Estoy hablando de ti, Harry.
Hubo un momento de silencio. Una ligera brisa nocturna hizo vibrar los cristales detrás de Ron y el fuego parpadeó.
—¿Qué pasa conmigo? —preguntó Harry.
—Estoy sugiriendo que tú nos enseñes Defensa Contra las Artes Oscuras.
Sonidos de aprobación y algunos aplausos se escucharon, pero la mayoría veían la sonrisa de Harry. Dil, sobándose la panza, comentó:
—Entonces, así fue como te pidieron que les enseñaras.
—Podemos decir que sí, así fue.
Harry clavó la vista en ella. Luego se giró hacia Ron, listo para intercambiar la exasperada mirada que a veces compartían cuando Hermione elaboraba alguno de sus exagerados planes como el de los TIMOs. Sin embargo, para su consternación, Ron no lucía exasperado. Tenía el ceño fruncido, aparentemente pensando. Luego comento:
—Esa es una idea.
—¿Qué es una idea? —preguntó Harry.
—Tú —respondió Ron—. Enseñándonos a hacerlo.
—Pero...
Ahora Harry sonreía abiertamente, convencido de que ese par le estaba tomando el pelo.
—Pero no soy un profesor, no puedo...
—Harry, eres el mejor de todos en Defensa Contra las Artes Oscuras —declaró Hermione.
—¿Yo? —dijo Harry, sonriendo más ampliamente que nunca—. No, no lo soy, tú me has vencido en cada prueba.
—Y ni se te ocurra negarlo —dijo Harry, apuntando a Hermione, pero ésta replicó con total seguridad:
—Al contrario, Harry, siempre fuiste mejor que yo en Defensa Contra las Artes Oscuras. Era raro el momento en que lograba vencerte en alguna práctica.
—En realidad, no lo he hecho —puntualizó Hermione con serenidad—. ¡Me ganaste en tercer año!, el único año en que hicimos la prueba y tuvimos un maestro que realmente dominaba la materia. Pero no estoy hablando sobre resultados de prueba, Harry. Piensa en lo que has hecho.
—¿A qué te refieres?
—Sabes, no estoy seguro de querer tener a este estúpido enseñándome —le dijo Ron a Hermione, con una sonrisa ligeramente burlona. Luego se giró hacia Harry—. Pensemos —dijo, con el mismo gesto en la cara que mostraba Goyle cuando se concentraba (esto provocó nuevas risas en la Sala)—. Ummmm... primer año... salvaste la Piedra Filosofal de Tú-Sabes-Quien.
—Pero eso fue suerte —comentó Harry—, no habilidad...
—No te excuses en eso, Harry —dijo Neville.
—El segundo año —lo interrumpió Ron—, mataste al Basilisco y destruiste a Riddle.
—Sí, pero si Fawkes no hubiera aparecido, yo...
—El tercer año —agregó Ron, más fuerte todavía—, rechazaste a una centena de Dementores tú solo...
—Sabes que ese fue otro golpe de suerte... si el giratiempo no…
—El año pasado —continuó Ron, ahora casi gritando—, venciste a Tú-Sabes-Quien nuevamente.
—¡Escúchenme! —exclamó Harry, casi con ira, porque tanto Ron como Hermione estaban sonriendo con satisfacción ahora—. Sólo escúchenme, ¿si? Suena bien cuando ustedes lo dicen así, pero todo eso fue pura suerte, la mitad del tiempo no supe lo que hacía ni planifiqué nada de esto. Solamente hice lo primero que se me ocurrió y casi siempre tuve ayuda.
—¿No te diste cuenta de algo, Harry? —preguntó James. Al ver la mirada desconcertada de su hijo, le dijo—. Negaste sistemáticamente logros que, hayan sido o no planificados, son absolutamente tuyos, hijo. Espera —le insistió al ver que estaba a punto de replicar—, si, aceptemos que tuviste ayuda de Hermione, de Ron o de ambos, pero el llegar al momento cumbre y resolver contra Voldemort o contra los dementores es totalmente tuyo. No puedes negarlo.
Ron y Hermione todavía sonreían con satisfacción y Harry sintió que se enfurecía más aún, aunque no estaba seguro por qué se sentía tan enfadado.
—No sigan ahí sentados sonriendo, como si ustedes supieran mejor lo que hago que yo. Estuve allí, ¿no es cierto? —dijo acaloradamente—. Sé lo que pasó. Y no logré vencer todo eso porque fuera brillante en Defensa Contra las Artes Oscuras, logré vencerlo porque... porque la ayuda llegó en el momento preciso, o porque acerté la respuesta... pero anduve a ciegas a través de todo eso, no tenía idea de lo que estaba haciendo... ¡Paren de reir!
El tazón de esencia Murtlap cayó al piso y se rompió. Alcanzó a darse cuenta que estaba sobre sus pies, aunque no pudiera recordar cuando se levantó. Crookshanks se escondió como un rayo bajo un sofá. Las risas de Ron y Hermione habían desaparecido.
—¡No saben cómo es eso!... Ustedes... ¡Ninguno! ¡Nunca han pasado por algo así! ¿Creen que basta con memorizar un puñado de hechizos y lanzárselos, como si estuvieran en clase o algo así? Estar todo el tiempo convencido que no hay nada entre tú y la muerte excepto tu propio... tu propio cerebro, o coraje, o cualquier otra cosa. ¿Cómo puedes pensar correctamente cuando sabes que estás a un nanosegundo de ser asesinado, o torturado, o ver a tus amigos morir?... Nunca nos enseñaron esto en sus clases, como tratar con cosas como ésta... y ustedes dos se sientan ahí, actuando como si yo fuera un niño inteligente parado aquí, vivo, como si Diggory fue estúpido, como si él lo estropeó... apenas comprenden que fácilmente pude haber sido yo, que eso es lo que hubiera pasado si Voldemort no me hubiera necesitado.
—Puedes tener razón en eso, Harry —dijo Cedric—, pero en general ellos no te estaban diciendo eso.
—No estamos diciendo nada como eso, compañero —dijo Ron, horrorizado—. No estábamos atacando a Diggory, no lo hacíamos... has llegado a la conclusión equivocada de lo...
Con impotencia miró a Hermione, cuya cara lucía acongojada.
—¿Harry —expresó ésta tímidamente—, no lo ves? Esto... esto es exactamente por lo que necesitamos que tú... necesitamos saber cómo es... enfrentarse con él... enfrentarse con V… Voldemort.
Era la primera vez en su vida que ella lo había llamado Voldemort y fue esto, más que ninguna otra cosa, lo que calmó a Harry. Todavía respirando con dificultad, se hundió nuevamente en su silla, adquiriendo conciencia de que su mano estaba palpitando horriblemente otra vez. Deseo no haber destrozado el tazón de esencia de Murtlap.
—Lo que les había comentado —dijo la directora McGonagall—, a los 15 años quieren imponer su idea a como dé lugar, sin importar lo que piensan otros o lo que ocurra.
—Bien... piensa acerca de esto —pidió Hermione quedamente—. ¿Por favor?
Harry no podía pensar en nada que decir. Se estaba sintiendo avergonzado por su explosión. Asintió, apenas consciente de lo que estaba aceptando. Hermione se puso de pie.
—Pues bien, me voy a la cama —indicó, con una voz que era claramente todo natural como pudo lograr—. Erm... buenas noches.
Ron también se había puesto de pie.
—¿Vienes? —le preguntó a Harry incómodo.
—Sí —contestó Harry—. En... En un minuto. Sólo despejaré esto.
Indicó el tazón hecho trizas en el piso. Ron asintió y salió.
—Reparo—musitó Harry, apuntando su varita a los pedazos rotos de porcelana china. Estos volaron hasta juntarse, quedó como nuevo, pero la esencia de Murtlap no regresó al tazón.
—Ya no se puede llorar sobre la esencia de Murtlap derramada —comentó JS, sonriendo, aunque sin mucho ánimo.
De repente se sintió tan cansado que estuvo tentado a hundirse de vuelta en su sillón y dormir allí, pero en lugar de eso se obligo a levantarse y seguir a Ron hasta arriba. Su noche fue intranquila, plagada nuevamente con sueños de largos corredores y puertas cerradas y despertó al siguiente día con su cicatriz incomodandole otra vez.
—¿Qué querrían decir esos sueños? —preguntó Lavender, mientras Parvati colocaba el pergamino en el atril.
—Creo que es algo con lo que tendremos que permanecer a la espera —comentó Frank, notando la mirada preocupada de Harry.
—Por lo pronto —comentó Dumbledore—, creo que es un momento ideal para almorzar y reflexionar sobre lo leído.
Así, después de poco más de una hora de disfrutar del almuerzo, y ya instalados nuevamente en sus asientos, el atril se materializó delante de Susan.
Buenas noches desde San Diego, Venezuela! Un nuevo capítulo nos une, un capítulo en el cual se narra las primeras acciones de Umbridge como "Suma Inquisidora", respondiendo un poco a esa información "velada" que Percy le había trasmitido a Ron; supervisando a profesores, imponiendo su autoridad como representante del Ministerio de magia y sobre todo, sometiendo a Harry a nuevas tardes de castigos. Pero también surge un rayo de esperanza con esa propuesta que le hacen al final Hermione y Ron, que sea él quien se encargue de entrenarlos en la Defensa contra las Artes oscuras, de manera clandestina y que es permita estar preparados hacia la realidad que los í como de alguna manera estamos preparados para darles las gracias por estar ahí, acompañándome semana a semana con sus visitas, sus alertas activadas, sus marcas de favoritos y sus comentarios, que esta semana fue de creativo (creo que Dumbledore no tuvo nada que ver ahí, el plan maestro no era ese, Tonks estaba en otras asignaciones, recuerda... Y no sé de que hijo hablas; a menos que te refieras a Snape). Gracias por estar ahí domingo a domingo! Y les invito a que sigan, que se mantengan activos (creo que esta "aventura astral de tres generaciones y ocho libros" es la única que ha llegado tan lejos, no recuerdo que los otros "reading fics", como el de Khatitha, Grytherin18-Friki, CleganeSnape, y los demás, hayan llegado al quinto libro), que me sigan acompañando, pero sobre todo, que se cuiden, cumpliendo todas las normas de bioseguridad necesarias en estos tiempos de #Cuarenterna... Salud y bendiciones!
