Harry Potter: Una lectura distinta, vol. 5
Por edwinguerrave
Copyright © J.K. Rowling, 1999-2008
El Copyright y la Marca Registrada del nombre y del personaje Harry Potter, de todos los demás nombres propios y personajes, así como de todos los símbolos y elementos relacionados, para su adaptación cinematográfica, son propiedad de Warner Bros, 2000.
La Orden del Fenix
CAPÍTULO 19 El León y la Serpiente
—Abuelo —interrumpió JS—, ¿tú no llegaste a sentirte atraído por alguien distinta a la abuela?
Al y Lilu voltearon a ver a James, quien en un gesto romántico tomó y besó la mano de Lily.
—No. Y lo digo en serio. Desde que la detallé la primera vez en el Expreso de Hogwarts, y cuando la vi defendiendo a la rata me convencí que ella sería la mujer de mi vida.
—¿Con sólo once años? —preguntó Al, impactado.
—Sí —insistió James—. Y me costó siete años convencerla, pero lo logré, y por eso estoy orgulloso de verlos a ustedes, al menos en este encuentro astral.
James volvió a besar las manos de Lily, y como había cerrado los ojos, no había visto que el atril se había ubicado justo delante de él.
—Siempre hay un capítulo donde se habla de El León y la Serpiente —comentó al ver el título del pergamino—. Comencemos.
Harry se sentía como si pensara que llevaba un talismán dentro de su pecho durante las siguientes dos semanas, un radiante secreto que lo hizo soportar las clases de Umbridge y hasta hacerlo sonreír suavemente mientras veía sus horribles ojos saltones. El y la DA estaban actuando bajo sus narices, haciendo lo que ella y el Ministerio mas temía, y aunque se suponía que tenían que estar leyendo el libro de Wilbert Slinkhard durante sus lecciones, el en vez de eso revivía los satisfactorios recuerdos de sus mas recientes encuentros, recordando como Neville había desarmado a Hermione, como Colin Creevey había dominado la maldición obstaculizadora después de tres sesiones, como Parvati Patil había hecho un buen encantamiento reductor que había reducido la mesa, convirtiendo todos los chivatoscopios que había sobre ella en polvo.
Estaba encontrando casi imposible tomar un día fijo de la semana para las sesiones de la DA, ya que tenían que acomodarse con las practicas de tres equipos diferentes de quidditch, las cuales cambiaban continuamente la fecha, debido al mal clima; pero el no se lamentaba por esto; tenia la impresión de que probablemente era mejor mantener la fecha y la hora de las sesiones impredecibles. Si alguien los estaba observando, seria muy difícil llevar un patrón.
—En eso tenías razón, Harry —comentó Remus, con tono aprobatorio.
—Lo que me pregunto es ¿cómo hicieron para concordar las horas de reunión? —se interesó Lily. Hermione sonrió, al igual que James, quien se había adelantado en la lectura.
Hermione pronto ideó un método muy inteligente para comunicar la fecha y la hora de la próxima reunión para comunicárselo a todos los miembros, en caso de que necesitaran cambiarla por algo, por que se vería muy sospechoso que personas de diferentes casas fueran vistas cruzando el Gran Comedor hablando muy a menudo. Ella le dió a cada miembro un Galeón falso (Ron estaba muy emocionado al principio cuando vio la canasta, y estaba convencido de que les estaba dando oro).
—Es decir, lo normal —soltó Draco, recibiendo una furibunda mirada de parte de los Weasley. Astoria sólo negó, en silencio.
—¿Ven las numeraciones alrededor de la orilla de la moneda? —dijo Hermione sosteniendo una para examinarla al final de su cuarta reunión. Las monedas lucían grandes y amarillas a la luz de las antorchas—. En galeones reales, esta serie solo se refiere al gnomo que fundió la moneda. En estas monedas falsas, en cambio, los números cambiarán para reflejar la fecha y la hora de la próxima sesión. La moneda se pondrá caliente cuando la fecha cambie, así que si la llevan en el bolsillo la podrán sentir. Cada quien va a tomar una, y cuando Harry decida la fecha y la hora de la próxima sesión, el va a cambiar los números de su moneda, y como he puesto un encantamiento Protean en ellas, todas cambiaran para imitar a la de él.
—¡Ingenioso! —exclamó Frank, a la vez que los más jóvenes aplaudían emocionados—, una muy buena idea.
Un gran silencio siguió a las palabras de Hermione. Ella vio a su alrededor y vio que todas las caras estaban viendo hacia ella, un poco desconcertadas.
—Bueno... pensé que seria una buena idea —dijo Hermione vacilante—. Digo, aunque Umbridge nos dijera que le demos la vuelta a nuestros bolsillos, no hay nada sospechoso en llevar un galeon en el bolsillo ¿o si? Pero... bueno, si no quieren usarlos...
—¿Puedes hacer un encantamiento Protean?—dijo Terry Boot.
—Si —dijo Hermione.
—Pero eso... esos son ejercicios de EXTASIS —dijo débilmente.
—Oh —dijo Hermione tratando de parecer modesta—. Oh... si... eso supongo.
—¿Cómo es que no estas en Ravenclaw? —le dijo Terry a Hermione, con algo parecido al asombro—. ¿Con un cerebro como el tuyo?
—Oh, el Sombrero Seleccionador considero seriamente en enviarme a Ravenclaw durante mi selección —dijo Hermione alegremente—. Pero yo decidí al final estar en Gryffindor. Entonces ¿Vamos a usar los galeones?
—Bueno —intervino Rose—, recuerdo que cuando se leyó la selección de mi mamá, ella comentó que el sombrero estuvo debatiéndose si enviarla a Ravenclaw o no. Recuerdo que dijo: Me dijo algo como "Tienes una mente abierta al conocimiento, pero no sólo para saber, sino también para aplicarlo, y tienes dotes de liderazgo y solidaridad que te ayudarán a llegar lejos".
—Por eso terminé pidiéndole que me dejara en Gryffindor —replicó Hermione.
—Exacto —reconoció Rose, recordando que eso no se comentó en su momento.
Hubo un murmullo de aceptación y todos fueron a tomar uno de la canasta. Harry vio hacia los lados antes de dirigirse a Hermione.
—¿Sabes a que me recuerda esto?
—No. ¿A que?
—A los tatuajes de los mortifagos. Cuando Voldemort toca uno, y todos los tatuajes les escocen, y así saben que tienen que reunirse con él...
—¡Verdad que sí! —dijo Alice—, es el mismo principio.
—Aunque una forma menos agresiva que marcar a las personas como si fueran ganado —comentó Christina, viendo como Draco se acariciaba inconscientemente el antebrazo izquierdo.
—Si... bien —dijo Hermione en voz baja—, de ahí es de donde obtuve la idea, pero como te darás cuenta, yo decidí grabar los datos en un pedazo de metal y no en la piel de los miembros.
—Si... prefiero tu manera —dijo Harry sonriendo, metiéndose su moneda en el bolsillo—. Supongo que el único peligro con estas es que accidentalmente lo gastemos.
—No lo creo —dijo Ron, que estaba examinando su propio galeón falso con un aire de profunda tristeza—. No tengo ni un solo galeón de verdad con el cual confundirlo.
Como el primer partido de la temporada de quidditch, Gryffindor contra Slytherin, se acercaba cada vez mas, las reuniones de la DA fueron suspendidas porque Angelina insistió en tener entrenamiento diario. El hecho de que la Copa de Quidditch no había sido jugada el año anterior, añadiendo el considerable interés y entusiasmo por el próximo partido, hizo que los Ravenclaws y los Hufflepuffs tomaran mucho interés en el resultado; para ellos, por supuesto, seria jugar con los dos equipos el próximo año, y los Jefes de Casa de los equipos competidores también se involucraron, aunque ellos intentaran disimularlo fingiendo un espíritu deportivo. Harry se dio cuenta cuanto le importaba a la Profesora McGonagall vencer a Slytherin, cuando se abstuvo de darles tarea la semana antes del partido.
—¡Qué raro! —exclamó James—, porque con nosotros no hacía eso.
—Porque el dominio del equipo de Gryffindor en esos días —aclaró la directora McGonagall— era abrumador, gracias en parte a ustedes —señaló a james y a Sirius, quienes sonrieron satisfechos
—Pienso que ya tienen mucho que hacer por el momento —dijo ella con altivez. Nadie podía creer a sus oídos mientras ella veía directamente a Harry y a Ron y dijo—. Estoy acostumbrada a ver la Copa de Quidditch en mi despacho, chicos, y no quiero tener que dársela al Profesor Snape, así que usen el tiempo extra en practicar, ¿Lo harán?
Snape no era menos partidario; el había reservado el campo de quidditch tan seguido que a los Gryffindor habían tenido dificultades para poder jugar. El también estaba haciendo oídos sordos a los muchos reportes de los intentos de Slytherin por lesionar a los jugadores de Gryffindor. Cuando Alicia Spinnet fue a la enfermería con sus cejas creciéndole tan gruesas y tan rápido que le oscurecían la visión y le obstruían la boca, Snape insistía que ella se debió de haber aplicado a si misma el encantamiento de crecimiento de cabello, y se rehusó a escuchar al catorceavo testigo quien insistía en que había visto al guardián de Slytherin, Miles Bletchley, echarle un maleficio mientras ella trabajaba en la biblioteca.
—¿Algo que declarar, Severus? —preguntó Dumbledore, intentando sonar serio, pero con tono divertido.
—Que los catorce testigos procedían de Gryffindor —respondió Snape, con voz firme.
—No es excusa, y lo sabes —intervino Lily, pero no siguió el reclamo puesto que Dumbledore le hizo señas.
—La señora Potter tiene razón, Severus. Parece que sólo escuchabas a los integrantes de tu casa.
Severus miró con ira contenida a Dumbledore, especialmente cuando se refirió a Lily como "la señora Potter".
—¿Debo recordarte que me diste libertad de acción como Jefe de Casa? —mencionó con acritud.
—No es necesario, Severus —replicó Dumbledore con voz serena—, pero se suponía que debías actuar ecuánime con todos tus estudiantes. James, por favor.
Snape se quedó con la réplica en su boca, y miró con ira a James, quien sonrió antes de seguir leyendo.
Harry se sentía optimista acerca de las oportunidades de Gryffindor; después de todo, ellos nunca habían perdido frente al equipo de Malfoy. Había que admitir que Ron aun no llegaba al nivel de Wood, pero estaba trabajando realmente duro para mejorar. Su gran debilidad era su tendencia a perder confianza después de hacer un error; si dejaba entrar un gol se ponía nervioso y de ahí en adelante dejaba entrar más goles. Por otra parte, el había visto a Ron hacer espectaculares salvamientos cuando estaban practicando; durante una practica memorable, se había colgado de una mano de su escoba y patear tan fuerte y tan lejos la quaffle de los aros de gol que atravesó el campo completo y entro en el aro central del otro lado; el resto del equipo comparó este salvamento con el que había hecho recientemente Barry Ryan, el guardián de la Selección Nacional de Irlanda, contra el cazador polaco, Ladislaw Zamojski. Hasta Fred dijo que hacia sentir a el y a George orgullosos y que estaban seriamente considerando admitir que eran parientes, algo que habían tratado de negar por cuatro años.
—Cosa que no me extrañaría —mencionó Molly, mirando con tristeza a sus hijos, especialmente los gemelos y Ron.
La única cosa que preocupaba a Harry era cuanto estaba permitiendo que las tácticas del equipo de Slytherin para hacerlo sentir mal lo afectara, incluso antes de salir al campo. Harry, por supuesto, había soportado sus comentarios insidiosos por cuatro años, así que los susurros como 'Oye, Potty, escuche a Warrington jurar que te tiraria de la escoba el sábado', lejos de helarle la sangre, lo hacían reír. 'La puntería de Warrington es tan mala, que estaré más preocupado si se dirigiera a la persona que esta a mi lado' le contesto, lo que hizo que Ron y Hermione se rieran, borrándole la sonrisa de la cara a Pansy Parkinson.
Pero Ron nunca había soportado una implacable campaña de insultos, burlas e intimidación. Cuando los Slytherins, algunos de ellos de séptimo año y considerablemente mas altos que el, le murmuraban mientras pasaban por los corredores '¿Ya reservaste tu cama en la enfermería, Weasley?' él no se reía, pero se tornaba de un suave color verde. Cuando Draco Malfoy imitaba a Ron soltando la quaffle (lo cual hacia cada vez que se veían), las orejas de Ron se ponían de un rojo brillante y sus manos temblaban tanto que tiraba todo lo que estuviera agarrando en ese momento.
—De verdad — interrumpió Charlie, levantándose y parándose frente a Ron—, te pido disculpas, hermano. En mi nombre y el de mis hermanos, te pido disculpas. Creo que pensamos que podías seguir nuestro ejemplo, y no vimos que necesitabas nuestros consejos, nuestra atención, nuestro apoyo, nuestra presencia. ¿Y dónde estábamos? Bill en Egipto, yo en Rumania, Percy encerrado en el Ministerio y los gemelos, bueno, con sus propias iniciativas bromistas. Eso te llevó a ser tan inseguro dentro de tu confianza y, sí, sé que ya lo hablamos, pero cada vez me doy más cuenta que te hicimos falta.
—Ya lo hablamos —apenas pudo mascullar Ron, con las orejas totalmente coloradas.
—Lo sé —insistió Charlie—, pero simplemente quería que lo supieras.
Regresó a su asiento, recibiendo el cariño de su hija Nadia. James tardó unos segundos esperando la réplica de Ron o algún comentario adicional de parte de los Weasley, pero al no ocurrir, retomó la lectura.
Octubre se extinguió en una ráfaga de aire y lluvias torrenciales y Noviembre llego, frió como acero congelado, con fuertes fríos cada mañana y corrientes de aire helado que calaban en las manos y cara. El cielo y el techo del Gran Comedor se volvieron de un pálido gris aperlado; las montañas alrededor de Hogwarts estaban nevadas y la temperatura dentro del castillo descendió tanto que muchos estudiantes llevaban puestos sus gruesos guantes protectores de piel de dragón en los corredores entre clases.
La mañana del partido amaneció brillante y fría. Cuando Harry se despertó y vio hacia la cama de Ron y lo vio sentado muy recto, con sus brazos alrededor de sus rodillas, viendo fijamente al espacio.
—¿Estas bien? —pregunto Harry.
Ron asintió, pero no hablo. Harry recordó la vez que accidentalmente Ron se había echado a si mismo el hechizo de traga-babosas; se veía tan pálido y sudoroso como aquella vez, sin mencionar lo reacio que estaba para abrir la boca.
—Nervios —comentó Bill, serio—, eso es lo que tiene Ron. O lo que tenía en ese momento.
—Lo que tú necesitas es algo de desayunar —dijo Harry vigorosamente—. Vamos.
El Gran Comedor estaba lleno cuando ellos llegaron, hablando más alto y en modos más exuberantes de lo normal. Mientras pasaban por la mesa de Slytherin hubo un repentino aumento de ruido. Harry vio alrededor y vio que, en adición a las usuales bufandas y sombreros verdes y plateados, cada uno de ellos llevaba una insignia plateada en forma de algo que parecía una corona. Por alguna razón, muchos de ellos saludaron a Ron, riendo estruendosamente. Harry trato de ver lo que tenían inscritos las insignias mientras pasaban, pero estaba tan preocupado por hacer que Ron pasara por su mesa lo mas rápido posible como para quedarse mas tiempo para poder leerlas.
Ellos recibieron una enardecedora bienvenida en la mesa de Gryffindor, donde todos llevaban el rojo y el dorado, pero lejos de levantar el ánimo de Ron, parecía haber acabado con lo último de su moral; se dejo caer en la silla más cercana, pareciendo que estaba frente a su última comida.
—Estabas realmente mal, hermano —comento Percy, triste—, entiendo lo que Charlie dijo, necesitabas contar con nosotros tus hermanos mayores.
—Me debo mentalizar para hacer esto —dijo en una voz angustiada, pero pensativa.
—No pienses eso —dijo Harry firmemente—. Vas a estar bien. Es normal estar nervioso.
—Eso es verdad —reconoció Rose—, yo estaba nerviosísima en mi primer juego.
—Pero en lo que hiciste la primera atajada te soltaste —interrumpió Dom, con orgullo, lo que hizo sonreir a padre e hija.
—Soy basura —dijo Ron—. Soy un asco. No puedo jugar ni para salvar mi vida. ¿En que estaba pensando?
—Mantén el control -dijo Harry severamente—. Mira la salvada que hiciste con el pie el otro día, hasta Fred y George dijeron que fue genial.
Ron le dirigió una cara como de tortura.
—Eso fue un accidente —le susurro miserablemente—. Yo no pretendía hacerlo... me resbale de la escoba mientras ustedes no veían y cuando estaba tratando de subir, golpee la quaffle por accidente.
—¿Verdad? —preguntó Fred, sorprendido. Ron asintió en silencio.
—Pareció lo contrario —reconoció George—, que lo habías hecho a propósito.
—Bueno —dijo Harry, recuperándose rápidamente de la desagradable sorpresa—, unos cuantos accidentes más y el juego esta en la bolsa.
Hermione y Ginny se sentaron al lado opuesto de ellos, llevando bufandas rojas y doradas, guantes y escarapelas.
—¿Cómo te sientes? —le pregunto Ginny a Ron, quien estaba ahora viendo los cunchos de la leche en el fondo de su plato de cereal vacío, como pensando seriamente intentar ahogarse en ellos.
—Solo esta nervioso —dijo Harry.
—Bien, esa es una buena señal, yo nunca te he visto hacer bien tus exámenes si no estas un poco nervioso —dijo Hermione alegremente.
—Una cosa son los exámenes —comentó Rose—, y otras un juego, especialmente el primero.
Al, JS y Freddie asintieron en apoyo a lo dicho por Rose.
—Hola —dijo una voz vaga y soñadora desde atrás de ellos. Harry vio hacia arriba: Luna Lovegood había llegado desde la mesa de Ravenclaw. Mucha gente se le quedaba viendo y otros pocos estaban descaradamente riendo y señalando; ella había procurado llevar un sombrero con la forma de la cabeza de un león de tamaño real, que estaba posado sobre su cabeza—. Estoy apoyando a Gryffindor —dijo Luna, señalando innecesesariamente el sombrero–. Vean lo que hace...
Ella le dio un golpecito al sombrero con su varita. El león abrió la boca y dio un rugido muy realistico que hizo que todos en las inmediaciones dieran un salto.
—Me imagino —dijo Lilu, sonriendo tontamente—, así es la tía Luna.
—Realmente es así, hija —comentó Ginny—, esa es Luna.
—¿Es bueno, no? —dijo Luna alegremente–. Quería tener también una serpiente, tú sabes, para representar a Slytherin, pero no hubo tiempo. De todas maneras... ¡buena suerte, Ronald!
Y ella se fue. Ellos no se habían recuperado de la impresión por el sombrero de Luna, cuando Angelina llego apurada hacia ellos, acompañada por Katie y Alicia, cuyas cejas habían sido regresadas a la normalidad por Madame Pomfrey.
—Cuando estén listos —dijo ella—, iremos directamente al campo, para revisar las condiciones y cambiarnos.
—Estaremos ahí en un rato —Harry le aseguro—. Ron solo va a tomar algo para desayunar.
—¿Y tú? —interrumpió Lily—, seguro no desayunaste tampoco.
—Es lo más seguro —comentó Al.
—Creo que me comí una o dos tostadas —dijo Harry, ganándose una mirada de incredulidad de parte de su madre.
Se hizo claro en diez minutos que Ron no era capaz de comer nada más y Harry pensó que era mejor llevarlo a los vestidores. Mientras se levantaban de la mesa, Hermione se levanto también y tomando a Harry por un brazo lo llevo aparte.
—No dejes que Ron vea lo que dicen las insignias de Slytherin —le susurro rápidamente.
Harry la miro inquisitoriamente, pero ella negó su cabeza avisándole; Ron se acababa de llegar junto a ellos, parecía perdido y desesperado.
—Buena suerte, Ron —dijo Hermione, parándose de puntitas y besando su mejilla—. Y tu también, Harry.
—Eso es amoooooooooooooooooooorr —atacó el coro de bromistas, provocando risas y sonrojos en Ron y Hermione.
Ron parecía haber vuelto ligeramente a ser él mientras caminaban de regreso a través del Gran Comedor. Se tocó el punto donde Hermione le había dado el beso, pareciendo confundido, parecía no estar muy seguro de lo que acababa de pasar. Se veía demasiado distraído para ver lo que pasaba alrededor, pero Harry le echo una mirada de curiosidad a las insignias en forma de corona mientras pasaban por la mesa de Slytherin y esta vez vio las palabras que llevaban.
Weasley es nuestro Rey.
Con un desagradable presentimiento de que esto no podía significar nada bueno, apresuro a Ron para salir al Vestíbulo de Entrada, bajando los escalones de piedra y hacia el aire frío.
—No augura nada bueno —reconoció Bill—, mucho menos para Ron.
Los más jóvenes se extrañaron, y más cuando Rose recordó:
—Verdad que cuando Dom comentó lo de mi record en mi año de debut como guardiana en el equipo de Ravenclaw, Jamie comentó que tuve al Rey Weasley como maestro. Ahora entiendo por qué.
—Creo que eso fue lo único que nos contó papá de la experiencia de tío Ron como jugador de quidditch —admitió JS—, que lo llamaron El Rey Weasley.
—Gracias, Harry —dijo Ron, en un tono algo descompuesto—. Lo malo es que ahora van a saber lo terrible que fue.
El césped congelado crujía bajo sus pies mientras se apresuraban hacia el estadio. No había viento y el cielo era de un uniforme blanco aperlado, lo que significaba que la visibilidad seria buena sin darles la luz del sol directo en los ojos. Harry le señalo todos estos buenos factores a Ron mientras caminaban, pero no estaba seguro de que Ron lo estuviera escuchando.
Angelina ya estaba cambiada y le hablaba al resto del equipo cuando ellos llegaron. Harry y Ron se pusieron sus túnicas (Ron intentó hacerlo con el frente hacia atrás por varios minutos hasta que Alicia se apiadó de el y le fue a ayudar), después se sentaron para escuchar la platica antes del partido, mientras tanto las voces de afuera se hacían cada vez mas fuertes mientras la multitud salía del castillo hacia el estadio.
—De acuerdo, me acabo de enterar de la alineación final de Slytherin —dijo Angelina consultando un pedazo de pergamino–. Los golpeadores del año pasado, Derrick y Bole ya se fueron pero parece que Montague los reemplazo con los usuales gorilas, ninguno de los cuales puede volar particularmente bien. Son dos tipos llamados Crabbe y Goyle, no se mucho sobre ellos...
—El niño no podía estar sin sus guardaespaldas —comentó Neville con irritación en su voz. Draco lo vio con desprecio, y comentó:
—Podían ser algo falto de luces, pero sabían volar y manejarse en el campo.
—Nosotros si —dijeron Harry y Ron al unísono.
—No parecen demasiado listos para diferenciar una punta de la escoba de la otra —dijo Angelina, guardando el pergamino—. Pero siempre estuve sorprendida de que Derrick y Bole encontraran su camino hacia el campo, sin señalamientos.
—Crabbe y Goyle son del mismo estilo —le aseguró Harry.
—No es distinto a lo que dije —reconoció Draco.
Podían escuchar cientos de pisadas subiendo las tribunas hacia los asientos para los espectadores. Alguna gente estaba cantando, pero Harry no entendía las palabras. Estaba empezando a sentir nervios, pero el sabia que sus mariposas no eran nada comparadas con las de Ron, que se estaba apretando el estomago y viendo fijamente hacia delante de nuevo, con la mandíbula encajada y su piel gris pálido.
—Ya es hora —dijo Angelina en voz baja, viendo su reloj—. Vamos todos... buena suerte.
El equipo se levanto, tomaron sus escobas y marcharon en una sola línea hacia fuera de los vestidores y hacia la deslumbrante luz del sol. Un bramido de la multitud los recibió en donde Harry aun podía escuchar cantar, a pesar de que las porras y los silbidos lo amortiguaban.
El equipo de Slytherin ya estaba ahí esperándolos. Ellos también llevaban esas insignias en forma de corona plateadas. El nuevo capitán, Montague, tenía la misma complexión que Dudley Dursley, con grandes antebrazos velludos. Detrás de el estaban Crabbe y Goyle, casi tan grandes, parpadeando estúpidamente en la luz del sol, balanceando sus nuevos bates de golpeador. Malfoy de pie a un lado, la luz solar reflejándose en su cabello rubio platinado. Capto la mirada de Harry, y sonriendo le señalando la insignia con forma de corona en su pecho.
—Parece que este juego va a ser muy físico —comentó James, interrumpiéndose—. Recuerdo que en nuestra época teníamos juegos bastante intensos.
—No me digas —indicó Sirius, tocándose el hombro—, que el recuerdo que me dejó Yaxley todavía lo siento.
—Capitanes, dense la mano —ordeno Madame Hooch, que hacia de arbitro, mientras Angelina y Montague se acercaban. Harry podía decir que Montague le intentaba romper los dedos a Angelina, a pesar de que ella no hizo ningún gesto.
Angelina asintió en silencio, haciendo sonreir de orgullo a sus hijos.
—Monten sus escobas...
Madame Hooch se llevo su silbato a la boca y sopló. Las pelotas fueron soltadas y los catorce jugadores subieron disparados. Por la orilla de su ojo, Harry vio a Ron dirigirse hacia los postes de gol. Harry subió mas alto, esquivando una bludger y dando una vuelta alrededor del campo, buscando un destello dorado; en el otro lado del estadio, Draco Malfoy estaba haciendo exactamente lo mismo.
—Y es Jhonson... Jhonson con la quaffle, que jugadora es esta chica, llevo diciéndolo años y ella aun no sale conmigo...
—Y te quedaste esperando —interrumpió de nuevo Angelina, haciendo que Lee se riera.
—Pero conocí a Dem y fue todo distinto —reconoció Lee, besando la mano de su esposa.
—Demelza, ¿tú le crees? —le preguntó Fred, haciéndole sonreir.
—Claro, Fred, claro que le creo.
—¡JORDAN! —grito la profesora McGonagall.
—Es solo algo divertido, profesora, añade un poco de interés... y ella esquiva a Warrington, pasa a Montague, ella ha... ¡ouch!... golpeada por detrás con una bludger de Crabbe... Montague atrapa la quaffle, Montague por el campo y... bonita bludger por George Weasley, esa es una bludger a la cabeza de Montague, suelta la quaffle, la atrapa Katie Bell, Katie Bell de Gryffindor da un pase de reversa a Alicia Spinnet y Spinnet esta fuera...
El comentario de Lee Jordan resonó por todo el estadio y Harry escucho lo más que pudo, con el viento silbándole en los oídos y el ruido de la multitud, todos gritando, abucheando y cantando.
—Esquiva a Warrington, evita una bludger... estuvo cerca, Alicia... y la multitud le esta gustando esto, solo escuchen… ¿Qué es lo que están cantando?
Y cuando Lee hizo una pausa para escuchar, la canción se escucho más fuerte y claro desde el mar de verde y plata en la sección de gradas de Slytherin:
Weasley no puede salvar ni una cosa,
No puede bloquear un solo aro,
Eso es por lo que en Slytherin todos cantamos,
Weasley es nuestro Rey.
Weasley nació en un basurero,
Siempre deja entrar la quaffle,
Weasley asegurara que nosotros ganemos,
Weasley es nuestro Rey.
—Miserables —gruñó Charlie.
—Habia que aprovechar cualquier ventaja que tuviéramos a la mano —reconoció Draco, ganándose miradas duras de parte de los Weasley.
—¡…Y Alicia se la regresa a Angelina! —grito Lee, y mientras Harry viraba bruscamente, con sus adentros hirviéndole por lo que acababa de escuchar, el sabia que Lee estaba tratando de ahogar las palabras de la canción—. ¡Vamos!... Angelina... parece que solo le queda al guardameta por esquivar... ELLA TIRA... Y... ahhh.
Bletchley, el guardián de Slytherin, había evitado el gol; se la paso a Warrington quien acelero con ella, volando en zig-zag entre Alicia y Katie; el canto de abajo se hacia cada vez mas y mas fuerte, mientras el se acercaba mas y mas a Ron…
Weasley es nuestro Rey,
Weasley es nuestro Rey,
El siempre deja entrar la quaffle,
Weasley es nuestro Rey.
Harry no se pudo aguantar: abandonando su búsqueda de la snitch (—Lo que no debiste haber hecho —se interrumpió James), dio una vuelta alrededor para ver a Ron, una figura solitaria en la otra parte del campo, suspendido frente a los aros de gol, mientras el gran Warrington iba hacia el.
—Y es Warrington con la quaffle, Warrington acercándose para el gol, esta fuera del alcance de la bludger con el guardamete enfrente...
Un gran aumento de canción salió de las gradas de Slytherin.
Weasley no puede salvar una cosa,
No puede bloquear un solo aro…
—Así que es la primera prueba para el nuevo guardián de Gryffindor, Weasley, hermano de los golpeadores Fred y George y un nuevo y prometedor talento en el equipo... ¡vamos, Ron!
Pero un grito de gozo llego desde la parte de Slytherin: Ron se había lanzado como loco, con los brazos extendidos, y la quaffle había pasado por ellos derecho al aro central.
Un gruñido de decepción se dejó escuchar desde la población más joven en la Sala, mientras Ron sólo miraba a la pared frente a sí, donde estaban las entradas de las habitaciones.
—¡Slytherin anota! —dijo la voz de Lee entre las vivas y los abucheos de la multitud abajo—, así que van 10-0 a favor de Slytherin... mala suerte, Ron.
Los Slytherins cantaron aun más fuerte.
Weasley nació en un basurero,
El siempre deja entrar la quaffle…
—Y Gryffindor de nuevo en posesión y es Katie Bell a través del campo —chillo Lee valientemente, aunque la canción se escuchaba tan fuerte que difícilmente se hacia escuchar él.
—Creo que necesitaba el encantamiento sonorus —comentó el propio Lee—, porque el megáfono mágico no estaba funcionando.
—¿Y por qué no lo usó? —preguntó Will, extrañado.
—Porque no lo tenía autorizado —respondió, a lo que la directora McGonagall asintió en silencio.
Weasley se asegurará que nosotros ganemos,
Weasley es nuestro Rey.
—¿Harry, QUE ESTAS HACIENDO? —grito Angelina, pasando a un lado junto a Katie—. ¡SIGUE ADELANTE!
Harry se dio cuenta de que se había quedado suspendido en el aire, viendo el progreso del partido sin pensar en el paradero de la snitch; horrorizado, se lanzo en picado y comenzó a dar vueltas al campo de nuevo, viendo alrededor, tratando de ignorar el coro ahora retumbando en el estadio.
—Lo que te dije —insistió James.
Weasley es nuestro Rey,
Weasley es nuestro Rey…
No había ni una señal de la snitch en ninguna parte; Malfoy seguía dando vueltas al campo tal y como lo había hecho. Ellos se pasaron el uno a otro a mitad de campo, yendo en direcciones opuestas y Harry escucho a Malfoy cantando muy fuerte: 'Weasley nació en un basurero…'
—Y es Warrington de nuevo —gritó Lee— que se a pasa a Pucey, Pucey pasa a Spinnet, vamos Angelina, tu lo puedes agarrar... no, no puedes... pero bonita bludger de Fred Weasley, digo George Weasley, oh que importa, uno de ellos (Fred se señaló como el autor de esa jugada), como sea, Warrington suelta la quaffle y Katie Bell... eh... la suelta también... así que Montague con la quaffle, el capitán de Slytherin, Montague toma la quaffle y va por el campo, ¡vamos Gryffindor, bloquéenlo!
Harry fue hacia el medio campo de Slytherin detrás de los aros de gol, tratando de no ver lo que sucedía en los postes de Ron. Mientras aceleraba hacia el guardián de Slytherin, escucho a Bletchley cantando junto con la multitud de abajo.
Weasley no puede salvar un una cosa…
—¡Y Pucey vuelve a esquivar a Alicia y se dirige hacia los postes, ¡páralo, Ron!
Harry no tuvo que ver para saber lo que había pasado: hubo un terrible quejido de la parte de Gryffindor y unos cuantos gritos alegres y aplausos de parte de Slytherin. Viendo hacia abajo, Harry pudo ver a Pansy Parkinson de frente hacia las gradas, con la espalda hacia el campo, mientras ella guiaba a los seguidores de Slytherin, que cantaban:
Eso es por lo que los Slytherins todos cantamos,
Weasley es nuestro Rey…
—Una imagen perturbadora —comentó JS, mientras los más jóvenes volvían a expresar su molestia por lo que se leía.
Pero 20-0 no era nada, todavía había tiempo para anotar o atrapar la snitch. Algunos goles y estarían al frente como siempre, Harry se dijo a si mismo, pasando entre jugadores en persecución de algo brillante que resulto ser la correa del reloj de Montague.
Pero Ron dejo entrar dos goles más. Había un poco de pánico en el deseo de Harry de encontrar la snitch ahora. Si solo la atrapara pronto podría acabar el juego rápido.
—Y Katie Bell de Gryffindor esquiva a Pucey, evita a Montague, bonito giro Katie y se la pasa a Jhonson, Angelina Jhonson de Gryffindor toma la quaffle, pasa a Warrington, va hacia los postes, vamos Angelina, ahora... ¡GRYFFINDOR MARCA! Van 40-10 a favor de Slytherin y Pucey tiene la quaffle.
Algunos aplausos aislados se escucharon, aunque la mayoría estaba atenta a lo que se leía respecto al juego de Ron.
Harry pudo escuchar el ridículo sombrero de león de Luna rugir entre las porras de Gryffindor y se sintió aliviado; solo treinta puntos más, no era nada, se podían recuperar fácilmente. Harry esquivo una bludger que Crabbe había mandado en su dirección y siguió en búsqueda de la snitch por el campo, poniendo un ojo en Malfoy en caso de que diera señales de haberla visto, pero Malfoy, al igual que el, continuaba dando vueltas, buscando infructuosamente...
—Pucey se la pasa a Warrington, Warrington a Montague, Montague de vuelta a Pucey... Jhonson interviene, Jhonson toma la quaffle, Jhonson a Bell, esto se ve bueno... digo mal... Bell es golpeada por una bludger de parte de Goyle de Slytherin, y Pucey de nuevo en posesión...
Weasley nació en un basurero,
El siempre deja entrar la quaffle,
Weasley se asegurará de que nosotros ganemos.
Pero Harry la había visto al fin: la pequeña y alada snitch dorada estaba a unos metros del suelo en el medio campo de Slytherin. Se lanzo en picado...
En cuestión de segundos, Malfoy salía disparado a la izquierda de Harry, un bulto verde y plata casi paralelo a la escoba...
La snitch bordeó el pie de uno de los postes de gol y se movió hacia el otro lado de las gradas; cambio de dirección apropiada para Malfoy, que estaba mas cerca, Harry empujo su Saeta de Fuego, él y Malfoy estaban ahora cuello con cuello...
A unos pocos metros del suelo, Harry soltó su mano derecha de la escoba, alargándola hacia la snitch... a su derecha, el brazo de Malfoy también estaba extendido, se estaba acercando...
Se había acabado en dos desesperados segundos. Los dedos de Harry se cerraron alrededor de la pequeña pelota... las uñas de la mano de Malfoy agarraron el dorso de la mano de Harry sin esperanza... Harry dirigió su escoba hacia arriba, con la rebelde snitch en su mano y los espectadores de Gryffindor gritaban con aprobación.
Al igual que en la Sala, puesto que los Gryffindor presentes, especialmente los más jóvenes, vitoreaban como si hubieran estado presentes. Harry, sin embargo, miraba a Ron, quien aún se mantenía mirando a ninguna parte.
Estaban salvados, no importaba que Ron hubiera dejado entrar esos goles, nadie lo recordaría ahora que Gryffindor había ganado. ¡ZAZ!
—¿Qué pasó? —exclamó Al, extrañado, y más cuando volteó a ver a James, quien se había quedado sorprendido. El silencio enseguida se hizo patente.
Una bludger golpeo a Harry por detrás y salió volando hacia delante. Por suerte, estaban como a unos cinco o seis pies de altura sobre el suelo, por que había bajado para atrapar la snitch, así que amortiguó el golpe mientras aterrizaba con su espalda sobre el campo congelado. Escuchó a Madame Hooch soplar su silbato, un rugido en las gradas compuesto por gritos de enojo y burlas, un silencio y luego la voz frenética de Angelina.
—¿Estas bien?
—Por supuesto que si —dijo Harry sonriendo, tomando su mano y permitiéndole que lo ayudara a ponerse de pie. Madame Hooch se acercaba a uno de los jugadores de Slytherin detrás de el, pero desde ese ángulo no podía ver quien era.
—Fue ese tipo, Crabbe —dijo Angelina enojada—, el aporreó esa bludger hacia ti en el momento en que vio que tenias la snitch... ¡pero ganamos, Harry, ganamos!
—Es lo único que vale, el triunfo —comentó orgulloso James, mientras Rose le tomaba la mano a Ron:
—Papá, ¿estás bien?
—Sí, hija —le dijo con voz afectada—, estoy bien. Simplemente no esperaba que se hubiera incluido lo de este juego en la lectura.
—Dudo que algo haya quedado sin incluirse —comentó sombríamente Harry—, si hasta la muerte de Cedric se leyó.
Harry escucho un resoplido detrás de el y se volvió, aun sosteniendo la snitch en su mano: Draco Malfoy había aterrizado cerca de el. Con su cara blanca de furia siguió diciendo:
—¿Salvaste el cuello de Weasley, no es cierto? Nunca había visto a un guardián tan malo... pero en fin, él nació en un basurero... ¿Te gustó la letra de la canción, Potter?
Harry no respondió. Se había volteado para juntarse con el resto del equipo que estaban aterrizando uno a uno, golpeando el aire con triunfo; todos menos Ron, que había desmontado su escoba cerca de los postes de gol y parecía ir hacia los vestidores solo.
—Buena idea, hijo —comentó Lily—, no caer en provocaciones.
Harry sólo suspiró, lo que hizo preocuparse a Lily.
—¡Queríamos escribir otro par de versos! —llamó Malfoy mientras Katie y Alicia abrazaban a Harry—. Pero no pudimos encontrar rimas para gorda y fea... queríamos cantar sobre su madre, tu sabes...
—Habla acerca de uvas agrias —dijo Angelina, dirigiendo a Malfoy una mirada de disgusto.
—Tampoco pudimos poner inútil perdedor... por su padre, ya sabes...
Fred y George se dieron cuenta de lo que estaba hablando Malfoy. A mitad de camino para saludar a Harry, ellos se pusieron tiesos, viendo a Malfoy.
—Se va a prender la pelea —auguró Lucy.
—Apuesto que papá le pone el ojo a la vinagreta —saltó JS, aprovechando la oportunidad. Ginny se preparó para reclamarle, pero Harry la detuvo, guiñándole un ojo.
—Yo creo que le parte un diente —aceptó Freddie—, ¿qué dices tú, Frank?
—Para mí que le saca el aire —respondió el aludido.
—¿Rose? —preguntó Scorpius—, ¿qué crees tú?
—No sé —rehuyó—, capaz y tu papá ya te comentó.
—No le he comentado lo que pasó —dijo Draco—, al igual que Weasley, no esperaba que esto se narrara tan explícitamente.
—¡Déjalo! —dijo Angelina, tomando a Fred por el brazo—. Déjalo, Fred, déjalo que grite, solo esta enojado porque perdieron...
—Pero a ti te gustan los Weasley, ¿verdad, Potter? —dijo Malfoy resoplando—. Pasas con ellos las vacaciones y todo, ¿verdad? No se como puedes estar en la peste, pero supongo que después de haber sido criado con muggles, hasta la casucha de los Weasley está bien.
Harry trato de agarrar a George. Mientras tanto, se estaban combinando los esfuerzos de Angelina, Alicia y Katie para detener a Fred y que no se lanzara sobre Malfoy, quien se estaba riendo abiertamente. Harry vio alrededor por Madame Hooch, pero ella seguía reprendiendo a Crabbe por su ataque ilegal con la bludger.
—O tal vez —dijo Malfoy, lanzándole una mirada mientras retrocedía–, tú puedas recordar como olía la casa de tu madre, Potter, y la pocilga de los Weasley puede que te lo haga recordar...
—Te metiste con quien no debías —se interrumpió James, palmeando el atril al momento que soltaba el pergamino.
—James, siéntate —dijo Dumbledore con firmeza—, recuerda que ya ha pasado. Y si no me equivoco, el señor Malfoy recibió respuesta en su momento.
James hizo caso, sentándose lentamente. Miró a Draco antes de ubicarse en el punto donde se había interrumpido.
Harry no estaba consciente de haber soltado a George, lo único que supo fue que al segundo siguiente, los dos estaban corriendo hacia Malfoy. Se había olvidado completamente que todos los profesores estaban viendo: lo único que quería era causarle a Malfoy a todo el dolor posible; sin tiempo para sacar su varita, el solo hizo hacia atrás el puño en donde tenia apretada la snitch y lo hundió lo mas fuerte que pudo en el estomago de Malfoy.
—¡A pagar! —exigió Frankie, recibiendo una moneda de parte de JS y de Freddie; cuando vio a Lucy, ella le dijo, con tono calmado:
—Yo no aposté, ¿verdad, Rose?
—Así es, no apostamos.
—Ustedes le quitan lo divertido a la vida.
Ese comentario provocó algunas risas entre los más jóvenes.
—¡Harry! ¡HARRY! ¡GEORGE! ¡NO! –Se podían escuchar voces de chicas gritando, Malfoy gritando, a George maldiciéndolo, un silbato sonando y a la muchedumbre a su alrededor, pero no le importo. Hasta que alguien de la multitud grito ¡Impedimenta!, y el estaba tirado en el suelo de espaldas por la fuerza del hechizo, fue cuando abandonó el intento de golpear cada centímetro de Malfoy que estuviera a su alcance.
—¿Qué creen que están haciendo? —grito Madame Hooch, mientras Harry se ponía de pie. Parecía que había sido ella quien lo había golpeado con el hechizo obstaculizador; ella estaba sosteniendo su silbato en una mano y su varita en la otra, su escoba abandonada a unos metros. Malfoy estaba hecho un ovillo en el suelo, quejándose y gimiendo, con la nariz sangrando; George tenía un labio hinchado; Fred seguía detenido por las tres cazadoras y Crabbe estaba riéndose atrás.
—¡Nunca he visto un comportamiento así... de regreso al castillo, ustedes dos, derecho al despacho de su Jefe de Casa! ¡Vamos, ahora!
Harry y George giraron sobre sus talones y salieron del estadio, los dos jadeando, sin dirigirse la palabra. Los aullidos y las burlas de la multitud se iban extinguiendo cada vez mas mientras llegaban al Vestíbulo de Entrada, donde solo podían oír el ruido de sus propios pasos. Harry se dio cuenta de que algo apretaba en su mano derecha, con el puño que le había pegado a Malfoy en la quijada. Viendo hacia abajo, vio las alas plateadas de la snitch sobresaliendo por entre sus dedos, luchando para ser liberada.
—Estaba mentalmente bloqueado —reconoció Harry—, los insultos de Malfoy eran inaceptables.
—Entiendo —comentó la directora McGonagall—, ahora entiendo.
—No lo dudo —comentó sarcásticamente Lily, pero sólo James y Harry la escucharon.
Ellos apenas habían llegado a la puerta del despacho de la profesora McGonagall cuando ella llego caminando por el corredor detrás de ellos. Ella llevaba una bufanda de Gryffindor, pero se la quito del cuello con manos temblorosas y se dirigió hacia ellos, lívida.
—¡Adentro! —dijo ella furiosamente, señalando la puerta. Harry y George entraron. Ella camino para ponerse atrás de su escritorio dándoles la cara, furiosa, mientras la bufanda de Gryffindor estaba en el suelo a su lado—. Bien —dijo ella—. Nunca había visto tan vergonzosa exhibición. ¡Dos contra uno! ¡Explíquense!
—Malfoy nos provocó —dijo Harry fríamente.
—¿Los provocó? —grito la profesora McGonagall, golpeando con el puño su escritorio, así que su lata de tartan se cayo y se abrió, desparramando en el suelo las galletas de jengibre—. ¿Él acaba de perder, o no? ¡Por supuesto que quería provocarlos! Pero, qué demonios dijo para que justificara que ustedes dos...
—Él insultó a mis padres —dijo George—. Y a la mama de Harry.
—Pero en vez de dejar que Madame Hooch lo solucionara, ustedes dos decidieron dar una exhibición de duelo muggle—grito la profesora McGonagall—. ¿Tienen alguna idea de lo que...?
—Hem, hem.
—¡Por un demonio! —dijeron a dúo JS y Hugo—. ¡Lo que faltaba!
Ni Ginny ni Hermione dijeron algo, puesto que estaban, como la gran mayoría de la Sala, atentas a lo que James leía.
Harry y George giraron en redondo. Dolores Umbridge estaba parada en el umbral de la puerta, envuelta en un capa tweed de color verde, que acentuaba mas su aspecto de rana gigante, y estaba sonriendo en esa horrible y asquerosa manera que Harry la asociaba a nada bueno.
—No me extraña —mencionó Frank—, tiene una pinta de Slytherin que no puede negarse.
—No sólo eso —intervino Alice—, es que se comporta como que no le gustaran los niños.
—Eso es verdad —admitió Lily—, tantas restricciones, castigos tan denigrantes y esa actitud medieval en el aula.
—¿Puedo ayudar, profesora McGonagall? —pregunto la profesora Umbridge en su mas suave y venenosa voz.
La sangre se le subió a la cabeza a la Profesora McGonagall.
—¿Ayudar? —repitió—. ¿A que se refiere con 'ayudar'?
La profesora Umbridge entro en la oficina, aun con su asquerosa sonrisa.
—Porque pensé que usted estaría agradecida con un poquito de autoridad extra.
Harry no se hubiera sorprendido en absoluto de ver chispas volando por la nariz de la profesora McGonagall.
Algunas risitas fueron acalladas ante una mirada de la directora McGonagall, no tan contundente como la que se narraba, pero que no dejaba lugar a dudas.
—Pensaste mal —dijo ella, dándole la espalda a Umbridge—. Ahora ustedes dos, mejor escuchen bien. No me importa que provocación les haya hecho Malfoy, no me interesa si el insulto a cada miembro de familia que tengan; su comportamiento fue desagradable y les voy a dar una semana de castigo. ¡No me veas así, Potter, te lo buscaste! Y si alguno de ustedes vuelven...
—Hem, hem.
La profesora McGonagall cerro sus ojos como implorando paciencia mientras volvía su cara hacia la Profesora Umbridge de nuevo.
—¿Si?
—Pienso que ellos se merecen más que detenciones —dijo Umbridge, sonriendo mas ampliamente.
Los ojos de la profesora McGonagall se abrieron.
Al igual que muchos en la Sala, quienes pasaban su mirada de Harry a los gemelos Weasley, quienes miraban a cualquier parte.
—Pero desafortunadamente —dijo ella, intentando devolverle la sonrisa que la hacia parecer como si tuviera la mandíbula encajada—, eso es lo que yo pienso que cuenta, ya que están en mi casa, Dolores.
—Bien, ahora, Minerva —contesto la profesora Umbridge—, pienso que te darás cuenta de que lo que yo piense también cuenta. ¿Dónde esta? Cornelius lo acaba de mandar... quiero decir —ella dio una falsa risita mientras buscaba en su bolso—, el Ministro acaba de mandar... ah si...
—¿Le tiene como demasiada confianza a Fudge, no? —comentó Roxanne, extrañada.
—Sí, hablaba de él como que compartiera su almuerzo o…
—¡Sirius / Señor Black!
Sirius sólo levantó las manos en rendición, haciéndole señas a James para que siguiera leyendo.
Saco un pergamino que ella ahora estaba desplegando, aclarando su garganta antes de comenzar a leer.
—Hem, hem... Decreto Educacional Numero Veinticinco...
—¡No otro mas! —exclamo violentamente la profesora McGonagall.
—Pues si —dijo Umbridge aun sonriendo—. De hecho, Minerva, fuiste tú que me hizo ver que nosotros necesitábamos otra enmienda… ¿Te acuerdas de cómo hiciste caso omiso, cuando yo no estaba dispuesta a permitir que el equipo de quidditch de Gryffindor se conformara? ¿Cómo tú le llevaste el caso a Dumbledore, quien insistió en que el equipo debía poder jugar? Pues bien, yo no podía permitir eso. Yo contacté al Ministro al instante, y él estuvo de acuerdo conmigo que el Alto Inquisidor tiene el poder de despojar a los estudiantes de privilegios, o ella -quiero decir yo- ¡iba a tener menos autoridad que los maestros comunes! Y ahora ¿puedes ver, verdad, Minerva, cuán acertada estaba en intentar impedir que el equipo de Gryffindor pudiera conformarse? Esos humores espantosos… Como quiera, yo estaba leyendo en voz alta nuestra enmienda… hem, hem… El Alto Inquisidor de ahora en adelante va a tener autoridad suprema sobre todos los castigos, sanciones y eliminación de privilegios perteneciente a los estudiantes de Hogwarts, y el poder de alterar tales castigos, sanciones y eliminación de privilegios que hayan sido ordenados por otros miembros docentes. Firmada, Cornelius Fudge, Ministro de Magia, Orden de Merlín Primera Clase, etc., etc...
Umbridge enrolló el pergamino y lo volvió a colocar en su cartera, aun sonriendo.
—No suena para nada positivo —comentó sombríamente Frankie, a lo que sus tres hermanos asintieron en silencio. Paula, incluso, hizo el gesto de airearse la nariz.
—Paula tiene razón —dijo Alisu—, ese decreto huele feo.
—Entonces… En realidad pienso que voy a tener que suspender a estos dos de jugar Quidditch para siempre —dijo, mirando a Harry y George, y luego volviendo la vista otra vez hacia la profesora McGonagall.
Harry sentía como la snitch revoloteaba locamente en su mano.
—¿Expulsados? —dijo, y su voz parecía de una manera extrañamente distante—. De jugar… ¿para siempre?
—Si, Señor Potter, pienso que una prohibición de por vida debería hacer efecto —dijo Umbridge, su sonrisa se ensanchaba todavía más y ella lo miró luchar para comprender lo que le había dicho—. Usted y el señor Weasley. Y pienso si salvar al gemelo de este joven de ser expulsado también… porque si sus compañeros de equipo no lo hubieran parado, presiento que el habría atacado al joven señor Malfoy también. Quiero sus escobas voladoras confiscadas, desde luego; las guardaré seguras en mi despacho, para asegurarme que no hay ninguna infracción a mi prohibición. Pero no soy irrazonable, profesora McGonagall —ella continuó, tornando a la profesora McGonagall quien ahora estaba de pie, como si hubiese sido tallada en hielo, mirándola fijamente—. El resto del equipo puede seguir jugando, no vi signos de violencia de ninguno de ellos. Bien… Buenas tardes —y con una mirada de gran satisfacción abandonó la habitación, dejando un silencio de horror a su paso.
—Es una miserable —dijo Sirius—, y esto me lo demuestra.
—Y lo que falta —comentó sombríamente Harry.
James suspiró antes de continuar leyendo, aún impactado.
—¿Suspendidos? —dijo Angelina con la voz apagada, mas tarde en la Sala Común—. Suspendidos. No buscador y no golpeadores... ¿Qué vamos a hacer?
Ni parecía que habían ganado el partido. Donde quiera que Harry viera había caras desconsoladas y enojadas; todo el equipo estaba sentado cerca del fuego, menos Ron, que no había sido visto desde el final del partido.
—Es tan injusto —dijo Alicia—. Quiero decir, ¿qué con lo de Crabbe y la bludger que aporreo después de que había sonado el silbato? ¿También tiene prohibición?
—No —dijo Ginny miserablemente; ella y Hermione estaban sentadas a ambos lados de Harry—. Sólo le pusieron líneas, escuche a Montague burlándose de eso en la cena.
—Y apuesto que esas líneas no eran con la pluma autocastigante —escupió JS, molesto.
—Para nada —indicó Padma—, lo que recuerdo que mencionaron es que se sentó en el salón de Defensa contra las Artes Oscuras, y a la quinta línea, la profesora Umbridge le dijo que estaba bien y lo dejó ir.
—¡Y castigar a Fred cuando el no hizo nada! —dijo Alicia furiosa, golpeándose la rodilla con su puño.
—No es mi culpa, yo no lo hice —dijo Fred, con una mirada muy fea en su cara—. Yo hubiera golpeado a esa pequeña escoria hasta hacerlo papilla si ustedes tres no me hubieran detenido.
Harry vio miserablemente hacia la oscura ventana. La nieve estaba cayendo. La snitch que había atrapado ahora estaba volando alrededor de la Sala Común; algunas personas estaban viéndola como hipnotizados y Crookshanks saltaba de silla en silla, tratando de atraparla.
—Me voy a la cama —dijo Angelina poniéndose lentamente de pie—. Tal vez esto sea solo una pesadilla... tal vez me despierte mañana y encontrarme con que todavía no hemos jugado...
—No es un sentimiento cómodo —reconoció Angelina—, de verdad me sentía terrible.
Pronto la siguieron Alicia y Katie. Fred y George se fueron a la cama tiempo después, lanzándole miradas fulminantes a todos los que pasaban, Ginny también se fue después de ellos. Al final, solo quedaron Harry y Hermione al lado del fuego.
—¿Has visto a Ron? —pregunto Hermione en voz baja.
Harry negó con la cabeza.
—Creo que nos esta evitando —dijo Hermione—. ¿Dónde crees que él...?
Pero en ese preciso momento, hubo un crujido detrás de ellos mientras la Dama Gorda se movía hacia el frente y Ron entro por el agujero del retrato. Estaba muy pálido y tenia nieve en el cabello. Cuando vio a Harry y a Hermione, se detuvo en seco.
—¿Dónde has estado? —dijo Hermione preocupadamente, poniéndose de pie.
—Caminando —dijo Ron entre dientes. Aun llevaba puesto el uniforme de quidditch.
—¿Cuánto? —preguntó Molly, interesada—, ¿cuánto caminaste en la nieve?
—No sé, mamá —respondió Ron—, en ese momento perdí la relación del tiempo; estaba tan deprimido que sólo me dí cuenta lo tanto que había caminado cuando vi el camino que estaba despejando en la nieve.
—Yo me fui a acostar a eso de las nueve —dijo Angelina—, y recuerdo que el juego terminó a la una o dos de la tarde.
—O sea —calculó Hugo—, que caminaste siete horas, ¿no, papá?
—Algo así —respondió Ron, encogiéndose de hombros—, de verdad no recuerdo.
—Te ves congelado —dijo Hermione—. ¡Ven a sentarte!
Ron caminó hacia un lado del fuego y se sentó en la silla más alejada de la de Harry, sin verlo. La snitch dorada estaba zumbando sobre sus cabezas.
—Lo siento —murmuro Ron, con la vista en sus pies.
—¿Por qué? —pregunto Harry.
—Por pensar que podía jugar quidditch—dijo Ron—. Lo primero que voy a hacer mañana será renunciar.
—Si tú renuncias —dijo Harry—, solo quedarán en el equipo tres personas —como Ron parecía confundido, le dijo—. Me han dado suspensión de por vida. También a Fred y a George.
—¿Qué? —grito Ron.
Hermione le contó toda la historia; Harry no hubiera soportado volverla a contar. Cuando ella hubo acabado, Ron se veía mas angustiado que antes.
—No lo dudo —comentó Neville.
—Tú no estuviste ahí, ¿verdad, papá? —preguntó Paula.
—No, mi niña; como se leyó, todos habíamos dejado la sala común, salvo Harry y Hermione.
—Todo es culpa mía...
—Tú no me hiciste golpear a Malfoy —dijo Harry enojado.
—Si no fuera tan malo al quidditch...
—No tiene nada que ver con eso.
—Fue esa canción la que volvía loco...
—Habría puesto a cualquiera loco.
Hermione se levanto y camino hacia la ventana, lejos de la discusión, viendo la nieve arremolinarse contra el cristal.
—¡Ya, déjalo! —Harry explotó—. ¡Ya es malo sin que tú te estés culpando por todo!
—Es verdad —comentó Arthur, quien había estado atento a las reacciones de su hijo menor.
Ron no dijo nada, pero se sentó mirando miserablemente su túnica húmeda. Después de un rato dijo con voz apagada:
—Esto es lo peor que me he sentido en mi vida.
—Únete al grupo —dijo Harry amargamente.
—Bien —dijo Hermione con su voz temblando ligeramente—. Creo que hay algo que puede alegrarlos a los dos.
—¿Oh, si? —dijo Harry escépticamente.
—Si —dijo Hermione, alejándose de la negra ventana llena de nieve y una sonrisa apareció en su cara—. Hagrid ha vuelto.
Por primera vez en lo que iba de lectura, un capítulo terminaba con aplausos. Los contemporáneos de Harry, al menos los que apoyaban a Hagrid, fueron los primeros, seguidos por los merodeadores y por los más jóvenes.
—Gracias, gracias —respondió Hagrid a los aplausos.
—Te quieren, Hagrid —reconoció Dumbledore con una sonrisa.
—Sí —dijo el guardabosques—, parece que aún me recuerdan.
—Y de paso te toca leer —comentó JS, al ver que el atril se ubicaba delante del propio Hagrid.
Buenas noches desde San Diego, Venezuela! Un capítulo que se esperaba alegre, al ser el del primer juego de la temporada, se convierte en una secuencia de problemas para Harry, Ron, los gemelos y el resto del equipo, provocada, como es de suponer, por Draco Malfoy y sus compañeros de casa: sabotajes, insignias, cantos, hasta la agresión física y emocional, que termina derivando en una suspensión de por vida cortesía de la Suma Inquisidora de Hogwarts para Harry y los gemelos Weasley; aparte, los hechos provocaron, de alguna manera, que esa confianza que había adquirido Ron en las prácticas, simplemente se había desaparecido justo antes de amanecer el día del juego. Lo que no desaparece es mi agradecimiento permanente por estar ahí, con sus visitas, sus alertas activadas, sus marcas como favorito y sus comentarios, tal como esta semana hicieron Estrella21 (Bienvenida, me alegra que te encante, y sí, el libro 6 va a dar muuuucho juego), y Grachi Castillo (Qué bueno que te haya alegrado, eso me llena, de verdad)... De verdad (y soy repetitivo en ese sentido), me alegra que les esté gustando esta "aventura astral de tres generaciones y ocho libros"! Espero que me sigan acompañando! Salud y bendiciones!
